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Abrimos en el capítulo 14 de Marcos y una porción de la Escritura de los versículos 66 al 72, que es una profecía cumplida. De hecho, nuestro Señor predijo en varias ocasiones que esto pasaría y, de hecho, sucedió, tal como nuestro Señor de manera exacta predijo que pasaría. Es de hecho, la negación de Cristo de los labios del apóstol Pedro, la negación de Pedro. Conforme abordamos este texto, quizás un contexto teológico sería útil para nosotros.

En el cimiento de todo lo que los cristianos creen está la doctrina de la depravación radical, depravación radical. No solo que todo ser humano es depravado o corrupto o pecaminoso o caído o malo por naturaleza, sino que la depravación es radical. Esto es, se extiende a todo aspecto de la naturaleza del hombre y se manifiesta en toda característica de su conducta. Depravación radical.

Como cristianos estamos conscientes de nuestra condición caída. Entendemos que hemos sido salvados, y hemos sido redimidos, y se nos ha dado una nueva naturaleza, y somos nuevas criaturas en Cristo. Entendemos eso. Entendemos que hemos experimentado el nuevo nacimiento, y hemos nacido para caminar en una vida nueva, y hemos sido ordenados para buenas obras. Todo eso es parte de lo que entendemos que es verdad de la salvación. Pero también entendemos que nuestra naturaleza nueva está encarcelada en carne caída que todavía tiene que ser redimida. Todavía no estamos completamente redimidos.

Hemos experimentado la redención del alma, pero no la redención del cuerpo. Todavía somos humanos. Todavía estamos encerrados en carne humana caída. Hay, entonces, entre cristianos, un sentido muy, muy fuerte de nuestra corrupción, un sentido muy fuerte de nuestra pecaminosidad, la maldad que hay en nosotros. Incluso nos vemos como miserables, tomando las palabras de Pablo, Oh miserable de mí. Internamente deseo cosas santas, anhelo cosas rectas, pero hay otros principios operando en mí que me arrastran en la dirección del pecado.

La Biblia nos enseña que todos los hombres son débiles, que están caídos, y son pecaminosos y están corrompidos. Y que incluso lo mejor que pueden hacer delante de Dios es impío, corrupto, y malo. Cuando venimos a Cristo y somos nacidos de nuevo y regenerados, hay una nueva naturaleza en nosotros. Nuestros deseos han cambiado, nuestros anhelos, nuestras aspiraciones, nuestros amores han cambiado. Pero tenemos que pelear contra la condición caída de nuestra propia carne que nos encarcela.

Todo cristiano, entonces, que tiene un entendimiento correcto de su naturaleza entiende que vivimos en un lugar muy peligroso. No solo el mundo que nos rodea, no solo la sociedad actual que nos amenaza, sino que vivimos como nuevas criaturas en una situación personal muy peligrosa, porque estamos contenidos dentro de nuestra propia condición caída. Ahí yace la lucha espiritual. Queremos ser honestos en eso. Queremos ser directos en eso. No podemos confiar en nosotros mismos. No podemos confiar en nuestra propia carne. Ciertamente debemos tener una desconfianza saludable de lo que somos y de lo que somos capaces.

¿Por qué estoy diciendo todo eso? Porque no tener eso es colocarse incluso en mayor peligro. No desconfiar en usted mismo es colocarse en un lugar muy peligroso. Y esa es exactamente la experiencia de Pedro, él aprendió la lección de la consecuencia mortal de la confianza en uno mismo, y nosotros también necesitamos aprenderla.

Ahora, en contra de este entendimiento verdadero del hombre está el entendimiento falso y engañoso que es propagado en la sociedad en la que vivimos hoy día. Una de las mentiras populares de nuestra sociedad, sino es que la mentira popular dominante de nuestra sociedad, y es una vieja, es que el hombre es básicamente bueno y que no solo el hombre es bueno genéricamente, sino que usted como individuo es más que bueno, usted es grandioso. Usted es más que grandioso, usted es maravilloso, y necesita reconocer eso porque todo su poder en la vida reside en su autoestima y toda su influencia en la vida y su capacidad de alcanzar grandes cosas yace en el poder su confianza en usted mismo.

Y la gente que fracasa, y la gente que lucha es gente que carece del poder de la autoestima y el poder de la confianza en sí misma. Sus pequeños hijos preciados desde el momento en el que llegan a la escuela pública en este país se les enseñará eso, que el poder reside en ellos y la bondad reside en ellos y la grandeza reside en ellos, y el logro simplemente es cuestión de confiar en usted mismo y amarse a sí mismo y estimarse a sí mismo y depender de usted mismo y no dejar que nadie disminuya eso.

La gente está programada desde la educación temprana a creer en su poder personal, su dignidad personal, sus derechos personales, su belleza personal, su talento personal y rechazar la realidad de que son corruptos y caídos y malos y pecaminosos y egoístas y propensos al desastre. Están radicalmente depravados. Existe una generación entera en la actualidad, o quizás dos o tres generaciones, de gente engañada que, cuando salen de la primaria y enfrentan la realidad, descubren que no pueden hacer que su mundo sea lo que se les dijo que podían hacer con su mundo, y ciertamente no puede ser su culpa.

Entonces todos se vuelven víctimas, y el resto de la sociedad de alguna manera tiene que ser culpada por estas pobres víctimas, estos individuos grandes, maravillosos, superiores, que no tienen paralelo. Sus fracasos tienen que ser explicados por algo afuera de ellos. Entonces la gente vive a pesar de estas nociones ridículas con un sentido perpetuado de importancia y poder personal y culpan lo que está a su alrededor por fracasar al no alcanzar. Subráyelo, la autoestima, la confianza en uno mismo, la soberbia personal es pecado. Es una evidencia de corrupción. Es la punta misma de la flecha del pecado. Es donde el pecado comienza, con la soberbia. Usted no lo puede re etiquetar como una virtud sin engañar a todo mundo.

Hoy vamos a conocer a un creyente, uno de nosotros, y no solo uno de nosotros sino uno de los mejores de nosotros y ciertamente uno de los más privilegiados de nosotros que pasó tres años caminando con el Señor y fue el líder de los apóstoles. Vamos a encontrarnos con nuestro conocido amigo, Pedro, y vamos a encontrar una lección muy, muy profunda en el peligro de la confianza en uno mismo…el peligro de la confianza en uno mismo.

Comencemos en el versículo 66: Estando Pedro abajo, en el patio, vino una de las criadas del sumo sacerdote; y cuando vio a Pedro que se calentaba, mirándole, dijo: Tú también estabas con Jesús el nazareno. Mas él negó, diciendo: No le conozco, ni sé lo que dices. Y salió a la entrada; y cantó el gallo. Y la criada, viéndole otra vez, comenzó a decir a los que estaban allí: Este es de ellos.

Pero él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez a Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres galileo, y tu manera de hablar es semejante a la de ellos. Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco a este hombre de quien habláis. Y el gallo cantó la segunda vez. Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba.”

Esto es colosal. Este es Pedro, quien dijo, ¿a quién iremos? Tú y solo Tú tienes las palabras de vida eterna, que dijo Tú eres el Cristo el Hijo del Dios viviente. Este es Pedro, el gran líder, el gran predicador. ¿Cómo puede esto pasar? Este es un creyente. Y esto no es tan solo un resbalón momentáneo. Sus negaciones, si usted piensa que pasan en un tiempo breve, no lo entiende. Sus negaciones son extendidas hasta dos horas, y la primera fue una sorpresa, pero las siguientes dos fueron respuestas premeditadas, no solo una reacción involuntaria.

Usted podría pensar que tomó tanto tiempo hacer esto, en el caso de Pedro, como me tomó leerlo, pero estaría muy equivocado. El texto es breve, pero la experiencia fue extendida en esas dos horas. De hecho, las mismas dos horas en la que Jesús está en juicio delante de Anás y Caifás en la casa de Anás y la casa de Caifás, siendo la misma casa, el gran enclave de la familia sumo sacerdotal, esta es una línea concurrente de una segunda historia, estas una segunda trama.

Jesús, en juicio por dos horas de la 1 a las 3; Pedro, negando de la 1 a las 3, suceden al mismo tiempo. Cristo es visto en triunfo glorioso, hablando honestamente, sabiendo que le costaría Su vida. Pedro habla deshonestamente, tratando de preservar su vida.

Ahora, mientras que lo que Pedro hizo no es necesario, no tiene que hacer esto, sucede. Dice usted, ¿Quieres decir que un creyente natural verdadero podría hacer esto? Oh, sí. Oh, absolutamente. Y usted sabe eso porque, aunque usted nunca ha estado de pie ante un tribunal que amenazó con ejecutarlo, y usted nunca estuvo de pie frente alguna corte que amenazó con encarcelarlo, con encarcelarlo por causa de Jesucristo, usted ha estado frente a personas, y cuando usted sabía que debería haber confesado a Cristo, usted mantuvo cerrada su boca. ¿Verdad? Entonces usted sabe cómo es esto.

Si no a un nivel colosal como este, a un nivel más pequeño, pero usted sabe cuán difícil puede ser en algunas circunstancias confesar abiertamente a Cristo porque hay consecuencias negativas. Usted sabe que tiene en usted hacer esto, aunque ama a Cristo. No está dejando su fe en Él, no está abandonando su confianza en Él, no están menospreciándolo cuando después de haberlo amado una vez, usted simplemente no está dispuesto a confesarlo y admitir que usted es de Él, y todos hemos probado eso, entonces entendemos la situación de Pedro.

Cuando usted lee la historia de la iglesia, hay ocasiones en las que los creyentes van ante tribunales y profesan a Cristo para su propio castigo y su propia ejecución, y usted conoce la letanía de todas esas historias que han sido registradas a lo largo de la historia de la iglesia. También hay ocasiones cuando la gente se ha vuelto cobarde y ha negado a Cristo verbalmente mientras que no lo niega en su corazón. Han hecho eso para escapar el encarcelamiento y la muerte.

He estado leyendo en el último mes la disertación doctoral de la historia de la doctrina de la perseverancia de los santos en Europa oriental, desde la parte inicial del establecimiento de la iglesia en los 1800s en Europa. Es un estudio muy interesante porque muestra cómo en los primeros años del establecimiento de la iglesia en Rusia, Ucrania, Polonia, Rumanía, y otros lugares así, toda la teología era Teología Reformada.

Hubo una afirmación de la soberanía de Dios, hubo una afirmación de la depravación radical, hubo una afirmación de la elección soberana divina, hubo una afirmación de la perseverancia de los santos, o, como la llamamos, la seguridad eterna, creen eso. Hoy mucha de la iglesia en Europa oriental niega la perseverancia de los santos, y dicen, Bueno, no, ya no creemos eso, puedes perder tu salvación, puedes perder tu salvación.

¿Cómo cambió esa teología? El propósito de esta disertación doctoral es tratar de entender cuáles fueron las influencias que causaron que ellos abandonaran una doctrina verdadera de la perseverancia del creyente a favor de una doctrina no verdadera de que los creyentes pueden perder su salvación. Y la respuesta vino, por lo menos en un punto, porque cuando la persecución de los creyentes comenzó a llevarse a cabo en el siglo veinte, hubieron creyentes que, frente al encarcelamiento y el aislamiento y quizás incluso la muerte, no confesaban a Cristo. Eran cobardes. Y recibieron un nombre, eran llamados creyentes caídos. Ese de hecho es un término técnico, los caídos.

Y en la historia, por ejemplo, de Rusia, cuando la persecución murió y las amenazas no eran tan grandes, algunos de estos creyentes caídos querían regresar a la iglesia. Esto causó un problema. Hubieron algunos que dijeron, “Bueno, vamos a dejarlos entrar de regreso si hacen una confesión pública de que fueron cobardes y se arrepienten abiertamente delante de la iglesia entera”. Y hubieron otros que dijeron, “No creemos que necesitan hacer eso, es un pecado como cualquier otro pecado, vamos a dejarlos entrar sin tener que hacer una confesión pública.”

Y entonces la iglesia se fracturó, y hubieron iglesias que los recibieron de regreso solo en base a una confesión pública e iglesias que existieron solo para los creyentes caídos que no quisieron hacer eso públicamente, y hubieron algunos que nunca regresaron. El punto es que la iglesia enfrentó eso en el pasado. Algunos de esos creyentes regresaron. Hicieron una confesión abierta, una confesión pública. Eran creyentes verdaderos, pero en el momento de la tentación, cayeron, y no querían confesar a Cristo.

¿Cómo puede suceder eso? Eso puede suceder porque mientras que somos nuevos en el interior, estamos encarcelados en nuestra carne caída, y todavía es corrupta y pecaminosa y se protege a sí misma. Y eso es lo que le pasó a Pedro. Entonces podemos aprender lecciones cruciales de esta experiencia con Pedro, y eso es lo que quiero que veamos esta mañana.

Primero veremos la historia, después hablaremos de sus implicaciones. La historia comienza con confianza necia, confianza necia. Ahora, Pedro no tuvo el beneficio de leer Romanos 7, lo reconozco, porque no había sido escrito. Pedro no tuvo el beneficio de leer Gálatas 5 acerca del fruto del Espíritu y el fruto de la carne. Él quizás no tenía toda la información. Y él había sido muy, muy exitoso en su vida. Él había predicado con poder. Él había curado gente. Él había echado fuera demonios porque el Señor le había delegado ese poder.

Él estaba en contacto con el poder, él estaba en contacto con lo sobrenatural que el Señor le había delegado como un apóstol. Con lo que no estaba en contacto, lo que realmente no reconoció, fue la debilidad que quedaba en su condición caída, y estaba a punto de aprender eso de una manera inolvidable.

La historia comienza con lo que llamaremos confianza necia, confianza necia. Y la historia realmente comienza la noche anterior. Esta negación ocurre entre la 1 y las 3 de la mañana del viernes, al mismo tiempo en el que Jesús está teniendo este juicio ilegal ante Anás y Caifás.

Pero fue la noche anterior, jueves por la noche, en el aposento alto desde la puesta del sol hasta la medianoche cuando estaban celebrando la Pascua, Jesús y los discípulos, y cuando instituyó la Mesa del Señor, el servicio de comunión, fue en ese contexto, en ese aposento alto ese jueves por la noche, que nuestro Señor vio a Pedro y dijo esto: “Simón, Simón”. No es bueno cuando repiten tu nombre dos veces, nunca es bueno, nunca es bueno, Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo. Satanás ha pedido permiso para ir en busca de ti de la misma manera en la que pidió permiso para ir en busca de Job.

Y voy a dejar que vaya en busca de ti porque quiero probar, como probé con Job, que la fe salvadora nunca puede ser quebrantada, sin importar lo que pase. No obstante, esta va a ser una gran prueba para ti. He orado por ti que tu fe no falte. La fe no puede faltar porque el Señor intercede por nosotros. La fe de Job no faltó, la fe de Pedro no faltó, la fe de Pablo, cuando un mensajero de Satanás se le permitió ir en busca de él, no faltó. La fe no falta, eso es perseverancia.

No obstante, aunque no dejamos de creer, podemos caer en una tentación a ser cobardes y no confesar nuestra fe. Pero él le dijo, Pedro dice: “Señor: dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte.”  Y Jesús le dijo: “Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes de que tú niegues tres veces que me conoces.” Esa es la primera vez que Jesús le advirtió a Pedro lo que iba a enfrentar, una tentación satánica, y él negaría a Cristo y lo haría tres veces.

Más tarde esa noche, Judas se fue. Más tarde esa noche, los once se fueron del aposento alto y se dirigieron al Monte de los Olivos. Camino al Monte de los Olivos, retomamos la historia en Marcos 14. Van al Monte de los Olivos en el versículo 26, después de que hubieron cantado el himno en su Pascua final y la Mesa del Señor. Van hacia el Monte de los Olivos. Jesús dice: “Todos os escandalizareis, todos os escandalizareis.” Versículo 29: “Pedro dijo, Aunque todos se escandalicen, yo no.”

Y aquí está Pedro otra vez diciendo, Señor, la mayor parte del tiempo Tú sabes de lo que estás hablando, en serio, realmente eres bueno en el reino. Eres grandioso en la salvación. Nada más que no sabes lo fuerte que soy. Estás en lo correcto acerca de todo, pero estás equivocado acerca de mí. Increíble. Y le dijo Jesús: “De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces.” Él lo volvió a decir al caminar. Pedro con mayor insistencia decía: “Si me fuere necesario morir contigo, no te negaría. Estás equivocado.” Hombre, la osadía de este hombre. Oh, tiene tanta confianza, tanta confianza necia.

El versículo 32 dice que finalmente vinieron al Jardín de Getsemaní en el Monte de los Olivos, y Él le dijo a los discípulos: “Sentaos aquí, entre tanto que yo oro,” y sabemos a partir de los otros escritores que Él dijo: “Velad y orad para que no entréis en tentación.” Este es un momento para que se armen, Pedro y los otros, para lo que está por venir. Y cuando fue a orar y salió de regreso, el versículo 37 dice que vino y los halló durmiendo. Y le dijo a Pedro: “Simón, ¿duermes? Todavía no lo entiendes, ¿verdad?” Este es el sueño de la confianza en uno mismo. Él regresó y volvió a orar, salió y estaban otra vez dormidos. Él regresó, volvió a salir, todavía estaban dormidos. Esta es una situación desastrosa.

Pero Pedro no se dio por vencido en el hecho de que no va a negar al Señor. Él no va hacer eso. Y para probarlo, en el versículo 47, cuando el grupo de hasta mil personas se aparece en el Jardín de Getsemaní para arrestar a Jesús, Pedro es el que saca una espada y le corta la oreja a un siervo del sumo sacerdote que Juan nos dice se llamaba Malco. Y Pedro está tratando de probar su profesión, de probar su valentía. En su mente, él es invencible. En su mente, él va a ser fiel. Él tiene una confianza en sí mismo que es peligrosa. Él tiene una confianza necia.

Proverbios 16:18 dice: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu.” Primera de Corintios 10:12, “Así que el que piensa estar firme mire que no caiga.” Pedro realmente está listo para una caída. Su hombre interior, su amor por Cristo, su amor por la verdad, su deseo de ser obediente, de dar honor a Cristo, operando de manera plena, pero no entiende el poder de su carne que queda. Y la confianza necia lleva a una cobardía fallida, cobardía fallida.

Retomamos la historia aquí en el versículo 66 en este punto. “Estando Pedro abajo, en el patio.” Ahora permítanme solo darles algo de la escena aquí. Lo arrestan. Lo amarran, a Jesús. Los discípulos se dispersan. Judas se fue hace tiempo. Pero los otros once se dispersan, como Zacarías 13:7 predijo que lo harían, y huyen, y huyen. Jesús es llevado bajo arresto a la casa de Anás a la una de la mañana. Anás es el sumo sacerdote anterior, él es patriarca de la familia sacerdotal. Él había sido un sumo sacerdote años antes. Los romanos lo habían quitado, y él había sido reemplazado por cuatro hijos suyos en sucesión, y ahora Caifás era un yerno. Entonces él era el cerebro, él era el poder detrás de esta familia sacerdotal, familia sumo sacerdotal.

Él vivía, estamos seguros de que, él vivía, en el mismo lugar que Caifás vivía porque eso es lo que las familias hacían. Esta era una familia sacerdotal grande, muy, muy rica, y construyeron su casa como rectángulos grandes alrededor de un patio interior masivo. Entonces todas las familias que eran parte de este grupo de Anás habrían vivido en este enclave con un patio masivo en medio.

Mateo y Marcos dicen que Jesús fue llevado a Caifás, pero Juan añade en Juan 18 que primero fue llevado a Anás. Bueno, eso no presenta dificultad alguna porque habrían vivido en la misma propiedad, el mismo lugar. Es en este ambiente adentro de la casa que le pertenece a las familias sumo sacerdotales en las que las negaciones de Pedro se llevan a cabo. También es adentro de esta casa, primero en el departamento, o apartamento que le pertenece a Anás y en segundo lugar en el apartamento que le pertenece a Caifás, que Jesús pasa por los dos aspectos del juicio judío.

Hay un tercer tipo de juicio que es para espectáculo en el que repiten sus acusaciones y conclusiones en la luz del día delante de la multitud que le da el sentido de que se vea legal porque no se permitía que los juicios se hicieran de noche.

Todas las tres negaciones, entonces, ocurren en el mismo lugar, pero ocurren en un período de dos horas. A partir de la lectura del capítulo 18 de Juan, el primero parece haber ocurrido cuando Jesús estuvo frente a Anás y los últimos dos cuando Él fue cambiado ante Caifás. De hecho, puede ser que el primero ocurrió cuando estuvo ante Anás, el segundo ocurrió cuando estuvo ante Caifás y el Sanedrín, y el tercero de hecho ocurrió alrededor del tiempo en el que ese juicio terminó y Jesús estaba caminando o siendo escoltado, atado, de regreso cruzando el patio. Vamos a explicar por qué decimos eso.

Marcos tiene los tres de ellos en este pasaje y los coloca donde deben estar en el patio de la casa de esos sumos sacerdotes. Ahora, conforme vemos a Pedro, hacemos la pregunta, ¿qué está haciendo ahí? Bueno, él es llevado ahí por su amor por el Señor. Él es llevado ahí por su deseo de ser leal. Él es llevado ahí por el hecho de que él ha hecho estas protestas constantes de que nunca fallaría, ¿verdad? él simplemente está tratando de tener algo de integridad. Entonces él encuentra cómo regresar a este grupo que se está moviendo en la oscuridad entre la medianoche y la una, después de haber arrestado a Jesús en el jardín. Él los encuentra y los sigue de regreso a la casa del sumo sacerdote.

Esta casa se habría entrado a esta casa por una reja, habría habido una pared grande en la calle, y habría una reja y un corredor por la sección que llevaba al patio, y el patio habría estado en el área sin techo a la mitad. Probablemente habrían habido por lo menos dos pisos de casas y departamentos. Él habría tenido que ser admitido por el guardia de la puerta. 

¿Por qué haría eso el guardia? Hay una pequeña respuesta interesante a esa pregunta en el capítulo 18 de Juan. No dejarían entrar a Pedro porque obviamente no pertenecía a ese lugar, él no era parte del grupo, no era nadie oficial. Y la niña que estaba en la puerta y estoy seguro de que habían otros soldados cuidando el lugar, pero ella tenía la función de abrir la puerta, no dejarían que Pedro entrara, y después Juan llegó, y según Juan 18:16, Juan era conocido por la familia del sumo sacerdote, y Juan hizo que abrieran la puerta y dejaran entrar a Pedro. Sin estar consciente, Juan contribuyó a las negaciones terribles, trágicas, de Pedro.

Ahora Pedro está adentro. Él no está junto a Jesús. De hecho, cuando dice en el versículo 66, “Estando Pedro abajo, en el patio”, queremos añadir a eso que en Lucas 22:54 nos dice que Pedro estaba siguiendo a distancia. Él dejó que entrara Jesús, que el resto de la gente entrara, él se aparece después. Mateo dice que él estaba de lejos, él estaba guardando su distancia, él estaba atrapado entre el temor y la fe. Él estaba atrapado entre el amor y el terror, entre la valentía y la cobardía. Y él estaba ahí para conocer el final, ¿a dónde iría esto? ¿qué iban hacer con Jesús? para ver el resultado de los juicios.

Es en esa situación que él es descubierto. Él está en el patio, y vino una de las criadas, en el versículo 66, del sumo sacerdote. Esto va a ser una sorpresa. Esta es para la que no planeó. Esta es la que lo encontró con la guardia totalmente baja. Él simplemente está ahí. Él se calentaba, el versículo 67 dice, entonces él está alrededor de un fuego, y también alrededor de ese fuego, lo sabemos por los otros escritores de los evangelios, están los soldados romanos y la policía del templo que arrestaron y trajeron a Jesús ahí. Son los brazos fuertes. Y están calentándose. Y hay otras personas alrededor de ahí que funcionan de alguna manera en el lugar del sumo sacerdote.

Y ahí está esta niña sierva, esta joven, esta, Juan dice, la niña que abrió la puerta, la reja, para dejar que entrara Pedro. Y ella vio a Pedro que se calentaba, versículo 67. En el centelleo de la luz del fuego, a la mitad de la noche, ella lo ve ahí. Y dice, “Mirándole”. Lucas 22:56, el relato de Lucas dice, “se fijó en él”. No es una mirada, ella está viendo para ver si este no es alguien que ella reconocía.

Ahora, obviamente ella lo estaba dejando entrar porque Juan, quien era conocido por la familia sumo sacerdotal dijo, Déjenlo entrar. Fuera que ella supiera que él era parte del grupo que seguía a Jesús o no, no sabemos, pero es probable que ella sabía, y esa es la razón por la que ella lo estaba viendo.

Ahora recuerde, durante toda esa semana Jesús había estado en el templo, rodeado por Sus discípulos, y todo mundo asociado con el sumo sacerdote y su familia sabía de ellos y estaban ahí porque estaban destrozando su sistema del templo de lunes a miércoles. Entonces quizás ella lo había visto y ella simplemente estaba revisando para asegurarse de que él fuera el que ella pensaba. “Mirándole, dijo: Tú también estabas con Jesús el nazareno,” queriendo decir que él había venido de la ciudad de Nazaret.

Esta situación es muy natural, y quiero que entienda esta escena. Esta es una situación muy natural. Hay tres incidentes, no cuatro, no dos, sino tres, como el Señor predijo, tres incidentes separados en los que Pedro traiciona a nuestro Señor. Pero en cada incidente, no asumimos que la naturaleza secreta de este registro aquí es todo lo que había. Las preguntas podían ser habladas de dos o tres maneras, otros podrían participar y añadir sus matices al asunto, y eso explicaría por qué, conforme usted compara las respuestas en Mateo, Marcos, Lucas, y Juan, algunas veces hay más de una respuesta.

De hecho, en este caso, dice que Pedro lo negó y dijo una cosa. Si usted lee en Lucas, Lucas dice que él dijo: “No soy,” lo cual significa que hubo una pregunta diferente para la que no soy fue su respuesta. Entonces hay grupos de personas alrededor que lo confrontan en tres ocasiones y en tres ocasiones él niega al Señor. Creo que esta fue la sorpresa. Creo que este fue el paraptōma (παράπτωμα), creo que este fue el tropiezo. Creo que esto es, él no esperaba que esto viniera. Aquí es en donde su carne realmente es vulnerable porque no espera esto.

Quizás, solo quizás, si él hubiera sido arrestado por los soldados y lo hubieran arrastrado a un cuarto y lo hubieran sentado en ese cuarto y hubieran dicho: “Vas a tener que quedarte aquí porque alguien va a venir e interrogarte porque tenemos sospechas de ti,” quizás al sentarse en ese cuarto, si hubiera estado ahí, digamos, por una media hora a una hora o 45 minutos o lo que sea, él podría haber pensado, “Sabes, Jesús dijo que esto iba a pasar. Él dijo anoche en el aposento algo que íbamos a ser perseguidos, que íbamos a ser traídos delante de las autoridades, íbamos a ser, esencialmente íbamos a ser arrastrados delante de las cortes.

Y nuestro Señor dijo, No te preocupes por lo que van a decir porque en esa hora, el Espíritu Santo les va a decir qué decir.” Usted sabe, quizás él habría procesado todo eso. Quizás él habría pensado, ahora, miren todas las confesiones que he hecho. Mira, dijo que el Señor estaba equivocado, que nunca lo negaría, y quizás él habría estado listo. Pero él no tuvo esa oportunidad. Y esto es muy importante. Las estrategias de Satanás no son revelaciones largas, extendidas, son tropiezos rápidos cuando menos los esperamos.

Él quizás estaba listo para lo grande, y él probablemente habría estado mejor si hubiera ido al otro lado del patio y dicho, “Quiero estar con Jesús durante este juicio.” Y después, en proximidad a Cristo, probablemente habría sentido que, si Jesús necesitaba, Él derribaría a todos otra vez como lo había hecho en el jardín. Pero él sigue a distancia, y el Señor no está ahí, y él no está preparado, y él no es arrastrado delante de algún tribunal en donde él puede armarse de valor y hacer una gran defensa. Él es confrontado por una niña que cuida la puerta y a un grupo de empleados abajo de ella.

La palabra huperētes (ὑπηρέται) es usada, empleados que no son nadie en un sentido legal o en un sentido de autoridad. Y él es sorprendido con la guardia baja y él lo negó. De hecho, Mateo añade que él lo negó delante de todos ellos, lo cual significa que ella hizo su declaración para que todos los que estaban ahí pudieran oír, todos los que estaban viendo, la policía del templo, los soldados romanos, el que estuviera alrededor del fuego. Y él dice, “No le conozco ni sé lo que dices. Es Juan, de hecho, quién añade, él dijo: No soy. Entonces quizás la pregunta vino de una segunda manera, “eres uno de Sus discípulos”.

Poco después de que dijo eso, es que usted lee en el versículo 68, dice, “No le conozco, ni sé lo que dices.” Pero si usted tiene otra versión, va a leer esto, Y salió a la entrada, y cantó el gallo aquí, aquí. Algunos manuscritos antiguos colocan el canto del gallo aquí.

¿Qué estaba haciendo Pedro? Tratando de irse. Él salió a la entrada. ¿Qué es la entrada? Ese es el, vestíbulo podría ser un tipo de palabra vieja arcaica. Es el corredor, es el corredor que lleva de regreso a la calle. Está oscuro. Está afuera del fuego que centellea, lejos de la gente, en el corredor, en el pasillo que lleva afuera. Él tiene que irse. Quizás se dio cuenta la primera vez que oyó al gallo cantar que él estaba a tiempo para hacer exactamente lo que el Señor dijo que haría.

Entonces él se agacha en el corredor, y algo de tiempo pasa, esto es claro. El versículo 69 dice que la criada lo vio. Mateo dice otra criada. Esta es la criada que, una diferente. Lucas dice otra, entonces asumimos que esta es otra criada. Pero Lucas usa un pronombre masculino para otra. Entonces es una especie de genérico. Lo que asumimos es que habían otras personas en el corredor. Estas eran personas que estaban por ahí pasando en esta situación. Y entonces él, tratando de escapar, escondiéndose en las sombras, no hace un buen trabajo de esconderse de lo que el versículo 69 y 70, llama a los que estaban allí. Y él es confrontado otra vez.

Y quizás en esta ocasión, hubo otra vez más de una pregunta dirigida a él por más de una persona. Pero la criada que lo vio comenzó a decir a los que estaban allí, Este es de ellos. Este es de ellos, escondiéndose aquí en el corredor. Pero él negó otra vez. Versículo 70, él negó otra vez. Y Mateo dice que lo negó delante de todos ellos. Él lo negó otra vez. Y si usted lee Lucas, Lucas dice que él dijo: “No soy uno de sus seguidores.” Mateo dice: “No sé de qué estás hablando.”

Su segunda negación quizás es incluso una negación más intensa. Y ahora él ha tenido algo de tiempo para pensar en eso, pero realmente está atrapado. La segunda negación no es una paraptōma (παράπτωμα), no es un tropiezo, ahora es premeditada. Él está metido en profundidad en esto, realmente metido en profundidad. Mateo dice que este acusador, uno de sus acusadores en esta segunda ronda dijo, “Este hombre ESTABA con Jesús nazareno. Y Mateo dice, Pedro con juramento lo negó, con un juramento. Juro que es la verdad. Hago un voto de que es la verdad.

Usted pensaría en este punto que probablemente se habría ido de ahí, pero no lo hace. Se queda. Y versículo 70, véalo, “Y poco después, poco después.” Lucas dice como una hora, otra hora pasa. Él todavía está allí en la noche, queriendo ver el final, queriendo ver cómo va a terminar. Y quizás él oyó los gritos de blasfemia que han salido de las bocas del Sanedrín contra Jesús. Pero él todavía está ahí. Y los que estaban allí, esta es la tercera vez, versículo 70, dijeron otra vez a Pedro, “Verdaderamente tú eres de ellos, porque eres galileo.”

¿Cómo sabían que era galileo? ¿Tenía un gafete? No. Mateo 26:73 dice: “Tu manera de hablar te descubre.” Él tenía un acento galileo. Identificaron su acento, Eres galileo. Y por cierto, la persona que dijo eso, Verdaderamente tú eres de ellos, Juan 18:26 dice, era un pariente de Malco, el que perdió su oreja y recibió una nueva. Y ahora Pedro tiene que subirle incluso más. Entonces en el versículo 71, él comenzó a maldecir y a jurar, No conozco a este hombre de quien hablas. ¿Maldecir y jurar? Maldiciones continuas saliendo de su boca.

¿Qué quieres decir con maldecir? Pronunciar una maldición sobre sí mismo si está mintiendo. Él literalmente jala hacia abajo la mano de Dios sobre su propia cabeza si está mintiendo. Digo así es como los humanos se conducen, ¿no es cierto? Cuando están tratando de convencer a alguien de que están diciendo la verdad. Te prometo que estoy diciendo, te juro que estoy diciendo, juro sobre un montón de Biblias que te estoy diciendo la verdad. Y entre más probable es que están mintiendo, más amontonan cosas sobre las que están dispuestos a jurar.

Ese es Pedro. Está mintiendo, él sabe que está mintiendo, pero pronuncia maldiciones sobre sí mismo si está mintiendo. Y él jura por todo por lo que usted puede jurar. Entonces en primer lugar, la mentira sola a una niña. Después aumenta mentiras a varias personas, otra niña y otro en una forma masculina, refiriéndose quizás a una pareja y los que estaban allí. Y ahora una corriente de maldiciones y una corriente de juramentos, él realmente ha tocado fondo. “No conozco a este hombre de quien habláis.” ¿Cómo podía él decir eso?

Y, el versículo 72 dice, el gallo cantó la segunda vez. Y todo lo que el Señor le había dicho se había cumplido. El Señor no hizo que pasara, el Señor sabía que pasaría, y pasó porque Pedro no estaba listo, no estaba preparado, no tenía que pasar, pero el Señor sabía que pasaría porque Pedro no estaba preparado. Confianza atrevida, confianza necia llevo a cobardía fallida.

Por cierto, una de las afirmaciones más interesantes en este relato y en la vida de Pedro en este punto viene de Lucas 22, versículo 61, escuche esto, “el gallo cantó por segunda vez,” y Lucas 22:61 dice: “Entonces vuelto el Señor, miró a Pedro.” El Señor volteó y vio a Pedro. En los ojos de Pedro entró la mirada del Señor Jesús. Quizás su juicio acababa de terminar y Él estaba regresando al cruzar el patio, dirigiéndose a la cárcel, en donde Él sería contenido durante unas cuantas horas hasta el amanecer, el juicio falso, los azotes, la crucifixión en la mañana.

Su rostro, cubierto de saliva, negro y azul, hinchado por los golpes en la cara y por haber sido abofeteado. Su ropa, cubierta de sangre sudorosa que había salido de Sus glándulas de sudor en las agonías en el jardín. Y conforme es llevado amarrado es llevado por el patio, y ve a Pedro a los ojos. Estoy bastante seguro de que esa fue una mirada que Pedro jamás, jamás, jamás olvidó.

Y mientras que a usted y a mí, Jesús nunca nos ha visto así, créalo, los ojos de Jesús están sobre nosotros todo el tiempo. Y la misma mirada que nos ve en nuestro pecado es la que vio a Pedro en el suyo. Qué momento tan doloroso. Es como si el colapso de Pedro es cristalizado, capturado y congelado en ese momento cuando sus ojos se encuentran.

¿Cómo pasa esto? ¿Cómo pasa esto? ¿Qué lleva a esto? Permítame darle las lecciones, ¿muy bien? Número uno, él se jactó demasiado, se jactó demasiado. Confianza en sí mismo. Él era fuerte. Él era el hombre de hombres, él podía enfrentar cualquier cosa, seguir a Cristo a cualquier lugar. Y eso fue incrementado por sentimientos cálidos de afecto hacia Cristo. Él se jactó demasiado. Demasiada confianza en su fortaleza, demasiada confianza en su carne.

En segundo lugar, él escuchó muy poco, él escuchó muy poco. Jesús le dijo y le dijo y le dijo, Este es un gran peligro que te está esperando. Satanás quiere zarandearte. Me vas a negar, y él menospreció todas esas advertencias. Él no tomó seriamente la palabra del Señor. Él ignoró la palabra de Cristo. Él rechazó advertencias y reprensión. Peligroso. Él se jactó demasiado, escuchó muy poco.

Y, en tercer lugar, oró muy poco. Él se durmió en la reunión de oración. El Señor dijo en el jardín, “Velad y orad para que no entréis en tentación.” Él le había enseñado en la oración de los discípulos, Oren así, no nos metas en tentación, más líbranos del mal. Él debería haber estado despierto y orando en lugar de estar durmiendo. Él oró muy poco. Él omitió el deber espiritual. Él omitió el depender del poder divino, y un impulso hacia abajo de su propia carne lo arrastró al foso de la cobardía.

Se jactó demasiado, escuchó muy poco, oró muy poco. En cuarto lugar, actuó demasiado rápido. Él reaccionó sin considerar la voluntad del Señor, tomó una espada, comenzó a moverla por todos lados. Él estaba fuera de línea con el plan de Dios, él estaba fuera de línea con el propósito de Dios. Él fue impulsado por sus propios impulsos carnales. Él quería hacer un héroe de sí mismo. Él quería incrementar su reputación. Él quería afirmar su confianza en sí mismo. Esto es simplemente más de su soberbia. Él se jactó demasiado. Él escuchó muy poco, oró muy poco, actuó demasiado rápido, y siguió demasiado lejos.

Él habría estado mucho mejor si hubiera cruzado el patio y hubiera estado junto a su Señor. Ese siempre fue el lugar más seguro. Él huyó con los demás. Él siguió de lejos. Él es curioso, pero no valiente. Él hizo concesiones. Él estaba allí alrededor del fuego y ahora está atrapado. Él estuvo ahí por suficiente tiempo, se sentó con los hombres en el fuego, queriendo mezclarse para que nadie supiera quién era, y fue su deseo por mezclarse lo que fue la concesión. Él siguió demasiado lejos.

Bueno, las implicaciones prácticas de eso son tan importantes. Usted debe seguir de cerca. Usted debe mantenerse cerca. Se jactó demasiado, escuchó muy poco, oró muy poco, actuó demasiado rápido, siguió demasiado lejos, y como resultado, cayó demasiado bajo. La hora más oscura en la historia humana, la hora del infierno, Jesús siendo juzgado, a punto de ser ejecutado, y Pedro no es un rival para las fuerzas del infierno.

Él llegó a la cima, llamado por Cristo, comisionado por Cristo, apartado por Cristo, amado por Cristo, enseñado por Cristo, se le dieron las llaves del reino, se le concedió, se le delegó poder milagroso para curar a los enfermos y echar fuera demonios, líder de los Doce, predicador privilegiado, y aquí aterriza en el foso de la irreverencia, negando al Señor mismo que él confesaba.

Sabe, podríamos entender si fuera otro Judas y simplemente saliera y se ahorcara en cobardía decepcionada. Pero este no es un Judas. Judas desde el comienza era un diablo. Este es un creyente, su fe no va a faltar. Su confesión faltó, su valentía faltó, su fe no faltó porque dice que Pedro recordó, versículo 72, cómo Jesús le había dicho: “Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces, y pensando en esto, lloraba.”

Judas sintió remordimiento y se mató. Pedro sintió remordimiento y su fe no faltó. Él se apareció en la tumba el domingo, ¿no es cierto? Y en el aposento alto. Este es el camino de regreso, recordar. Él recordó lo que el Señor había dicho. Él recordó sus palabras necias. Mateo y Lucas nos dicen que él salió, dejó ese lugar, esa casa de la familia sumo sacerdotal, y fue a un lugar solitario. Se fue algún lugar para estar solo para recordar las palabras del Señor y su confianza necia en sí mismo. Y él comenzó a llorar. Y Mateo y Lucas ambos dicen que lloró amargamente, él sollozó amargamente. Él había descubierto la corrupción de su propia carne incluso frente a sus mejores intenciones.

Creo que creía en sí mismo, ese es el problema. Ese es el problema. Él ya no cree en sí mismo. Él sabe de lo que es capaz. Esta es una lección profunda, y Jesús le dijo: Cuando te hayas convertido, cuando te voltees de esto, podrás fortalecer a los hermanos porque tú podrás enseñarles la lección que aprendiste de la debilidad del creyente más determinado, que confiaba en sí mismo. El espíritu está dispuesto más la carne es débil.” Eso es lo que Jesús le dijo esa misma noche. Él fue restaurado.

El final de la historia es Juan 21, solo brevemente. Después de la resurrección, Jesús se encuentra con los discípulos en Galilea y desayunan. Jesús preparó el desayuno como él siempre prepara el desayuno, desayuno. No había nada y después había desayuno. Desayunaron. Jesús le dijo a Simón Pedro, Muy bien, Pedro, Pedro ha estado ahí, todo el tiempo él estuvo ahí, “Simón Pedro, Simón hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?” Él le dijo: “Sí, Señor, tú sabes que te amo.” Recuerde, él había dicho, si todos te dejaren, si todas esas personas te dejan, yo nunca te dejaré. “¿Me amas más que éstos?” “Sí Señor, tú sabes que te amo.” Él le dijo: “Apacienta mis corderos. Sé mi pastor.” Volvió a decirle la segunda vez, Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió, Sí, Señor, tú sabes que te amo. Le dijo, pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez, Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez, ¿me amas? y le respondió, Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo. Jesús le dijo, Apacienta mis ovejas.”

Él le dio una oportunidad de confesar su amor por cada vez que negó a Cristo, tres veces, tres veces para tres veces. Esa es la restauración de Pedro. ¿Pudo ser restaurado? Oh, sí. Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas, apacienta mis ovejas, sé mi pastor. Él es el gran predicador de la primera sección del libro de los Hechos. ¿Restaurado? Sí. Recuerde, nuestro señor dijo en Lucas 22:32, Tu fe no faltará, y no faltó. Y él se puso de pie el Día de Pentecostés y predicó un gran sermón y tres mil se convirtieron y volvió a predicar y otra vez decenas de miles estaban convirtiéndose en Jerusalén.

Y después se sentó y escribió 1 de Pedro, y escribió acerca de cómo las pruebas que son pruebas de fuego, 1 de Pedro 1:6 al 9, prueban su fe. Cuando usted pasa por el peor colapso de cobardía en su vida espiritual y su fe no falta, es la prueba de que su fe es el tipo de fe que permanecerá hasta que Cristo aparezca. Eso es lo que Pedro dijo. Es una gran lección que debemos aprender. No confiarnos de manera excesiva sino entender la debilidad de nuestra carne y blindarnos contra el tipo de cobardía que rompió el corazón de Pedro y entristeció el corazón del Señor.

Padre, te agradecemos por el tiempo en el que hemos podido ver este relato. Hay tanto más que hay aquí conforme pensamos en asuntos espirituales, la vida espiritual. Pero, Señor, aquí hay una lección que tenemos que aprender, que mientras que los anhelos del hombre interior, el hombre regenerado, son fuertes y santos y puros y justos, todavía tenemos el cuerpo de muerte pegado a nosotros, y nuestra carne es débil y es atraída poderosamente a la corrupción.

Que aprendamos a blindarnos contra este tipo de experiencias al escuchar cuidadosamente tu Palabra y recibirla y creerla y abrazarla y al orar por fortaleza divina conforme enfrentamos las tentaciones. Que aprendamos de Pedro que cuando pasamos por pruebas difíciles y salimos del otro lado con nuestra fe intacta, es una evidencia de que esta es la fe que Dios da a los Suyos que no puede morir, que no puede ser destruida, el tipo de fe que nos llevará finalmente a Tu presencia. Que seamos fieles en confesarte valientemente delante de los hombres. Oramos en el nombre de Tu Hijo, oh Dios. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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