Lucas capítulo 9 es nuestro texto para esta mañana. Regresamos a una sección que es llamado la paradoja del discipulado, la paradoja del discipulado. Es capítulo 9, versículos 23 hasta el 27. Permítame leerlo esto, simplemente para que lo tenga en su mente. Lucas 9:23: “Y decía a todos, si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá. Y todo el que pierda su vida por causa de mí, este la salvará. Pues, ¿que aprovecha al hombre si gana todo el mundo y se destruye o se pierde a sí mismo? Porque el que se avergonzare de mí, y de mis palabras, de este se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria y en la del Padre, y de los santos ángeles. Pero os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios.”
Fue en el año de 1988 cuando un libro que escribí fue publicado, el libro se tituló El Evangelio según Jesucristo. Tomé el libro de la repisa esta semana y lo leí. Con frecuencia no leo mis propios libros, pero quería volverme a familiarizar con todo lo que habría escrito hace años atrás porque quería informarme con respecto al texto del que estaba hablando esta semana, y ciertamente también la próxima semana. El Evangelio según Jesucristo fue un libro que la casa de publicaciones asumió que tendría un impacto suave. Recuerdo que la casa de publicaciones dijo que pensarían que venderíamos alrededor de veinticinco mil el primer año, pero vendieron trescientos mil.
¿Por qué sucedió eso? ¿porque hubo un gran plan de mercadotecnia? No hubo un plan de mercadotecnia en absoluto. Pero ese libro en cierta manera se infiltró en la lectura de la gente que nunca realmente había entendido un asunto que estaba en cierta manera sepultado bajo el radar en los evangélicos. Y apuntó a ese asunto que se volvió tan volátil, que el libro tuvo una respuesta explosiva. La verdad simple de ese libro, el cual está todavía en impresión en una forma revisada, la verdad simple de ese libro es que la salvación y el discipulado son lo mismo. El seguir a Jesús y ser salvo, son la misma cosa. O dicho en las palabras de nuestro texto, viendo el versículo 23, “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.” Esa no es una invitación a un tipo más elevado de vida cristiana. Esa es una invitación a la salvación. Esa fue la verdad simple del libro.
Esa verdad estaba tan oscurecida y estaba tan sepultada bajo la perspectiva evangélica dominante de evangelismo, que cuando escribí el libro la gente pensó que era escandaloso decir que para ser salvo usted necesitaba negarse a sí mismo, tomar su cruz y obedecer a Cristo. Porque la idea dominante en muchas de las partes de los evangélicos en Estados Unidos, siendo promovida por un seminario muy prominente y muchas universidades bíblicas, y por lo tanto muchos púlpitos, era que lo único que necesitaba hacer para ser salvo es creer en Jesús y después ya salvo, en algún punto a lo largo de su vida necesitaba hacerlo Señor de su vida, y tomar en serio la obediencia. Pero eso ciertamente no está conectado con la salvación.
Recuerdo como niño creciendo, iba a escuchar a oradores hablar, aquí y allá, asistir a campamentos y a conferencias donde era muy común decir, “Ahora quizás tienes a Jesús como Salvador, pero, ¿lo tienes como Señor? ¿no crees que es momento de recibirlo como Señor? Quizás deberías tomar en serio el obedecerlo.”
Estaba hablando en la semana de los fundadores en el Instituto Bíblico de Moody, hace años atrás, cuando esta controversia estaba ardiendo. Y tuve cinco sesiones en la mañana, y estaba hablando del tema, de una invitación verdadera a la salvación, la cual incorpora discipulado, obediencia, seguir a Cristo, todas estas cosas. Y había otro orador que tenía otra sesión, cinco ocasiones esa semana, que estaba diciendo lo opuesto. Hizo que fuera una semana interesante. Pero su orientación iba en dirección a esa institución que creía que simplemente de simplemente decías: “Jesús, no me quiero ir al infierno. Por favor, perdona mis pecados, mantenme alejado del infierno.” Y en algún punto, más delante en tu vida lo confesabas como Señor. Y si tan solo hacías lo primero, estabas en el reino, pero no recibías lo bueno. Y si hacías lo segundo, estabas en el reino y heredabas el reino.
De hecho, no olvidaré una cosa que él dijo en la semana, porque lo oí decirlo. Él dijo, “ustedes jóvenes, en este punto en su vida, ni siquiera se preocupen por ese segundo nivel de declararlo Señor, hasta que estén, digamos en sus casi cuarentas.” Esto continúa siendo un problema en la actualidad, el mensaje es simple de ese libro y tuve que escribir una segunda parte simplemente para mostrar que no es solo el evangelio según Jesucristo, sino es también el evangelio según los apóstoles. Entonces escribí ese segundo libro. El mensaje simple es este, la salvación y el discipulado son la misma cosa. y cada vez que Jesús dijo, “Si quieres seguirme, tienes que calcular el costo, tienes que tomar la cruz, tienes que negarte a ti mismo, tienes que obedecerme, seguirme, guardar mi palabra.
Él no estaba llamando ahí a la gente que ya era cristiana, a un nivel más alto. Él estaba llamando a la gente que no era cristiana, a que fuera salva. El evangelio que Jesús proclamó fue un llamado a seguirlo como Señor, fue un llamado a seguirlo en obediencia sumisa. Era mucho más que, seguro contra incendios, era mucho más que un ruego por una oración, o un ruego para que alguien levantara su mano, caminara por un pasillo, firmara una tarjeta, un ruego para que alguien hiciera algún tipo de algo ceremonial para que se librara de la ira eterna de Dios. Y mientras que el evangelio de Jesús era y es el ofrecimiento de perdón para todo pecado y la promesa de vida eterna, es al mismo tiempo un llamado a la negación de uno mismo, llevar una cruz y seguir a Cristo, y nada menos, es una invitación verdadera.
De tal manera que cuando el evangelio verdadero es presentado, tiene de manera inherente en él una reprensión en contra de la superficialidad, una reprensión en contra de lo superficial, una reprensión en contra de una respuesta externa hipócrita. El corazón y alma del evangelio, como Jesús lo predicó, como los apóstoles lo predicaron, si usted necesita entrar a más detalles, usted puede leer esos dos volúmenes. El corazón y alma de él, del evangelio, es que Dios ofrezca perdón de pecados y vida eterna a aquellos cuya fe no es superficial, es profunda como es evidenciado por una negación de sí mismo, llevar la cruz y sumisión.
Ha existido este movimiento en los evangélicos y todavía existe, creo que el libro tuvo un impacto, y ayudó a mucha gente que estaba confundida por esto, pero el movimiento todavía está en existencia, este movimiento que separa la salvación de la obediencia, que separa a Jesús como Salvador de Jesús como Señor. Separa el creer de obedecer, separa la justificación de la santificación. Es una especie de énfasis separado, desconectado. Y trágicamente es una distinción no-bíblica. De hecho, es un escándalo en contra del evangelio. Es un escándalo en contra del evangelio. A los pecadores se les dice que, si quieren ser salvos e ir al cielo, ellos únicamente necesitan aceptar a Jesucristo, aceptar el hecho de que él murió por ellos. Únicamente necesitan pedirle a Jesús que entre a sus corazones. Solo inviten.
Frases por cierto comunes, y no bíblicas, aptas para un evangelio diluido. Muy poco se llega a decir de cómo tienen que verse a sí mismos. Las personas que se aferran a esta postura, descartan la intención evangelística de virtualmente toda invitación registrada que Jesús presentó, convierten a Jesús en un maestro de vida más profunda, en un maestro de vida más alta, alguien que está diciendo a la gente que ya es salva, “necesitas ascender y convertirte en un discípulo, necesitas ascender y tomar en serio la obediencia, necesitas comenzar a obedecer, necesitas comenzar a negarte a ti mismo. Ese es el nivel segundo de una experiencia para gente salva.”
Entonces, toman todo lo que Jesús dijo cómo, sígueme y niégate a ti mismo, toma tu cruz y obedéceme y guarda mi palabra, y guarda mis mandamientos, y ámame, y ámense unos a otros, como algo que no fue hablado a esas personas que necesitaban entender que esa es la actitud de una persona que viene por salvación, sino más bien hacerlo una actitud de alguien que ya es un cristiano que se mueve a un segundo nivel. Entonces Jesús en lugar de ser un evangelista que está predicando el evangelio, se convierte en un maestro de vida más profunda. Una especie de orador Keswick que quiere mover a la gente a otro nivel de espiritualidad, sin distinción.
Sin distinción, tal como esa distinción entre salvación y discipulado, haciendo las dos cosas diferentes. No distinción ha hecho tanto para atacar la autoridad y la precisión del mensaje evangelístico de Jesús. Todo lo que adopta esa postura, despoja a Jesús de la intención evangelística de lo que él dice. Ese no es un problema pequeño. Si Jesús dijo, “He venido al mundo para buscar y a salvar a aquello que se había perdido,” entonces, debemos estar seguros de que sepamos que eso es lo que él dijo, y lo que tenía en mente. Él no dijo, “Vine a elevar a aquellos que ya son salvos”. Él dijo, “Vine a aquellos que están perdidos.” Realmente no quiero reinventar a Jesús, y creo que demanda mucha osadía hacer eso.
Jim Boice, quien es un amigo preciado que ahora está con el Señor, una gran pérdida para todos nosotros, escribió un libro titulado El Llamado de Cristo al Discipulado, también escribió el prólogo de al Evangelio según Jesucristo, uno de dos prólogos en el libro, porque ciertamente seguía la gran tradición de aquellos que entendían correctamente la Palabra de Dios y él estuvo contento por escribirlo. Pero él escribió un libro titulado El Llamado de Cristo al Discipulado, y un párrafo en ese libro, vale la pena citar. Él dijo y cito:
Este es un defecto común, este desconecto entre la salvación y el discipulado. Este es un defecto común en tiempos de prosperidad. En días de dificultad, particularmente persecución, aquellos que están en el proceso de convertirse en cristianos calculan el costo del discipulado cuidadosamente antes de tomar la cruz del Nazareno. (fin de la cita)
Él tiene razón, en absoluto. Me voy a detener ahí por un momento, él tiene toda la razón. Cuando hay dificultad o persecución, no se desconectan ambas verdades, porque lo único que tiene que hacer es confesar o profesar públicamente que Jesús es su Salvador, y eso es suficiente para que usted termine en la cárcel. Entonces, en ese punto usted tiene que estar dispuesto, si va a decir eso, tiene que estar dispuesto a pagar un precio, quizás su vida. Entonces, él tiene razón.
Él dice: “En tiempos como ese” (citándolo aún más) los predicadores no engañan a la gente con promesas falsas de una vida fácil, o una satisfacción de pecados. Sino que, en tiempos buenos, el costo no parece ser tan elevado, y la gente toma el nombre de Cristo sin atravesar por la transformación radical de vida que la conversión verdadera implica. (fin de la cita)
Entonces, lo que estoy diciendo es que esta postura, únicamente podría suceder en Estados Unidos o en alguna otra sociedad cómoda, alguna otra sociedad benigna, en el sentido de persecución y ejecución de creyentes. El llamado a la salvación es un llamado a seguir a Cristo, es un llamado a seguir a Cristo con una devoción tan extrema, que usted se niega a sí mismo y toma su cruz, y obedece. Eso es lo que significa ser salvo, cualquier cosa menos que eso, no es fe salvadora.
Cuando Jesús dio la Gran Comisión él dijo: “Id por todo el mundo y (¿haced qué?) haced discípulos” Eso es lo que hacemos. Un discípulo es un creyente, un cristiano. La palabra discípulo es usada a lo largo del libro de los Hechos para los creyentes. Hechos 6:1, 2, 7; Hechos 11:26; 14:20, 22; Hechos 15:10, es simplemente una palabra para creyentes. Entonces, cuando Jesús llamó a alguien a ser un discípulo, él los está llamando a convertirse en un cristiano, un seguidor. Los creyentes verdaderos son aquellos que han venido a Cristo para seguirlo, son aquellos, se acuerda la última vez Lucas 14, que han calculado el costo para construir la torre y después que fueron a construirla cuando sabían lo que costaría.
No son superficiales como la tierra con rocas, en donde la semilla entra y hay una respuesta emocional, pero es superficial y la presión y la tribulación y la persecución viene y la planta muere porque no tiene raíz real. No son como la tierra con arbustos en donde el amor por las cosas del mundo y el amor por las riquezas todavía domina el corazón y entonces entra la semilla, hay una respuesta momentánea pero la vida nunca se ha despojado a sí misma de sí misma. Y entonces ningún fruto jamás es producido y la planta se seca y muere. La salvación verdadera, la tierra que verdaderamente es buena, ocurre cuando alguien entiende que cuando yo le pida al Señor Jesús que me salve del infierno y perdone mi pecado, y me de vida eterna al mismo tiempo estoy sometiendo todo a Su Señorío.
John Stott hace años atrás en su libro Cristianismo Básico escribió, “El panorama cristiano está lleno de los restos de torres construidas a medias, las ruinas de aquellos que comenzaron a construir y fueron incapaces de terminar, ya que miles de personas todavía ignoran la advertencia de Cristo, e intentan seguirlo sin pausar primero para reflexionar en el costo de hacerlo. El resultado es el gran escándalo del cristianismo en la actualidad, los llamados cristianos nominales, de países en los que la civilización cristiana se ha esparcido, grandes números de personas se han cubierto a sí mismas de un velo decente pero delgado de cristianismo. Se han permitido a sí mismas involucrarse hasta cierto punto, lo suficiente como para ser respetables, pero no lo suficiente como para estar incomodas. Su religión es una almohada grande, suave. Los protege de los momentos desagradables, difíciles de la vida, mientras que cambia su lugar y forma para que encaje con lo que es cómodo para ellos. Lo sorprendente es que los cínicos hablan de hipócritas en la iglesia, y consideran la religión como un escapismo.
Y de nuevo, él está diciendo lo mismo que Boice dijo. La civilización occidental con su alto nivel de comodidad es un lugar perfecto para que exista el cristianismo nominal. Nunca lo he visto en la Europa oriental, usted no lo vería bajo la opresión comunista, porque ser algún tipo de cristiano le costaría a usted su vida. Entonces, nadie se convierte en un cristiano medio comprometido, superficial, porque eso traería el mismo efecto como lo real. Usted perdería su vida. Entonces solo los que están dispuestos a hacer eso abrazan el evangelio.
El llamado a la salvación, entonces, es un llamado al compromiso completo. Nada de manera inconsciente se retiene, nada de manera inconsciente se retiene. Y no hay un texto más definitivo al cual acudir que este, y aquellos que son parecidos a este y oír de los labios del Señor Jesucristo mismo. Y entendamos de que estamos hablando aquí. Esta es una invitación a la salvación. ¿Quiere saber cómo testificarle a la gente, cómo comunicar el evangelio? Aquí está, está aquí, así es como Jesús lo hizo. Y francamente cae como una bomba, es un enfoque explosivo al evangelismo. Y esta es la manera en la que en mi libro fue básicamente descrito. Fue descrito como una bomba que cayó en 1988. Dejó un agujero en la plataforma evangélica y reveló lo que había debajo de la superficie, una debilidad terrible, terrible, del evangelio que estaba siendo predicado.
Bueno, creo que está de regreso en la actualidad, odio decirlo. La creencia fácil está de regreso en la actualidad, tenemos el mismo tipo de evangelismo barato llevándose a cabo en la actualidad. Ahora, inclusive se ha vuelto peor. Usted ni siquiera necesita creer en Jesús, y usted va a ir al cielo si usted simplemente cree que hay un Dios ahí arriba, que hizo las cosas. Mucho menos confesar a Jesús como Señor. Pero esos no son los términos de Dios, esos no son los términos de Jesús. Jesús vino como el evangelista prototípico divino, él nos ha dado el patrón para saber cómo evangelizar y lo que usted hace cuando evangeliza es que usted toma a alguien y lo lleva a reconocer que para ser salvo y para seguir a Cristo, y para ser un discípulo verdadero, para ser un cristiano, usted debe hacer estas tres cosas: debes negarte a ti mismo tomar tu cruz, y seguirlo. Este es el mensaje difícil del evangelismo.
Dice usted, “Bueno, la gente probablemente no va a recibir esto.” Si no lo reciben, entonces, no pueden ser salvos. No podemos cambiar los términos para obtener el efecto deseado. Entonces, regresemos al texto, y regresemos al principio, simplemente para afirmar el principio, para que en cierta manera coloquemos nuestros pies en el cimiento. Aquí, de regreso al versículo 23, “Y decía todos” hablándole a los doce apóstoles y también a los otros seguidores en la multitud que estaban con él. “Y decía a todos”, necesitan entender esta verdad elemental, “si alguno quiere venir en pos de mí”. Detengámonos ahí por un momento.
“Si alguno quiere venir en pos de mí” es una invitación al evangelio. Si quieres ser mi seguidor verdadero. Si quieres ser genuino, aquí está lo que pido. “Niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.” Esto no tiene que ver con que sus necesidades sean satisfechas. Esto no tiene que ver con obtener lo que usted quiere. Esto tiene que ver con que usted diga no, a todas sus necesidades, deseos, esperanzas, ambiciones, sueños, planes. Esto tiene que ver con que usted abrace los míos. Esto no tiene que ver con la satisfacción, esto tiene que ver con el sacrificio. Hay un nivel de desesperación aquí.
Dice usted, “Bueno, la gente no va a recibir esto de manera fácil.” Bueno, claro que no. Pero entonces, ¿quién dijo que la salvación era fácil, o inclusive posible sin la ayuda del Espíritu Santo. No obstante, en este primer principio están estos tres ingredientes. Simplemente, tomémoslos uno a la vez y nos van a ayudar a entender más, conforme vemos uno tras otro. En primer lugar, tres ingredientes en este gran principio. Estos tres elementos de este complejo de la fe salvadora. Asume que Jesús es Señor, y Cristo y Dios y Salvador. Entonces, usted quiere seguirlo ¿Sí? Quiere seguirlo, usted cree.
Dice usted, “Sí, él es Señor”, "Sí, él murió”, “Sí, el resucito” Entonces, ¿quieres seguirme? En primer lugar, demanda negación personal. Anasasto, expresión fuerte, literalmente, desposeer algo, usted tiene que desposeerse de sí mismo. Usted tiene que dejar de poseerse a sí mismo. Es usado para describir el rehusarse a asociarse con alguien. Usted necesita rehusarse a asociarse con usted. Bastante extremo. Es usado de rechazar el compañerismo de alguien en donde usted literalmente no quiere estar con ellos.
Entonces, cuando usted viene a Cristo aquí está la primera cosa. Usted viene diciendo, “Ya no puedo tolerar estar asociado conmigo mismo. Estoy cansado de mí mismo. No quiero tener nada que ver con mi propia vida. Esa es la profundidad de ese entendimiento. No es, me gusta mi vida, y me gusta mi mundo, y me gusta la dirección en la que voy, pero Jesús, ¿podrías moverme un poco más rápido y un poco más elevado? No tiene que ver con eso. Tiene que ver con que estoy cansado con todo lo que soy, estoy harto de mi naturaleza natural, estoy cansado de lo que soy, por naturaleza depravado, impotente, pecaminoso. Es dejar de poseerse a sí mismo, es desear nunca estar asociado con usted mismo como usted lo es. En absoluto, estoy cansado de mí, estoy harto de mí. Ya no quiero nada que ver conmigo mismo. He tratado todo lo que conozco para ser algo de mi vida y no lo puedo hacer, estoy abrumado con mi fracaso, estoy abrumado con mi decepción, estoy abrumado con mi vaciedad, estoy abrumado con mi pecaminosidad.
Esta es la médula de la conversión verdadera. El corazón ve en sí mismo únicamente pecado, únicamente impotencia, únicamente fracaso, únicamente indignidad y busca ser rescatado. Y realmente no establece ningún termino. Mire, estoy en una situación tan desesperada, simplemente dime lo que necesito hacer. El yo es echo a un lado de manera total. Usted cede toda dependencia en usted mismo, toda confianza en usted mismo, toda confianza en lo que usted es por naturaleza, usted entrega todo y cualquier cosa. Es como el hombre que compró la perla de gran precio, vendió todo lo que tenía para comprar la perla. La perla es Cristo.
Y él hombre que compró el tesoro en el campo, vendió todo para comprar el tesoro en el campo. Literalmente entregó todo lo que él era, todo lo que él acumuló, porque Cristo era tan preciado para él. Realmente es llegar al fin de usted mismo, eso es lo que la gente recibe cuando es salva. Eso es lo que realmente recibe cuando es salva. Llegan a este entendimiento muy, muy claro de su desesperación espiritual.
De hecho, le voy a dar una ilustración de este en Filipenses capítulo 3. Pase a Filipenses capítulo 3, porque esto es simplemente una ilustración clásica de lo que estamos hablando, de esta negación de uno mismo. El apóstol Pablo es la ilustración, y aquí usted tiene el relato de su conversión en el interior. Usted tiene la historia externa, el acontecimiento en Hechos 9, el cual es el acontecimiento del camino a Damasco. Pero aquí está lo que estaba pasando en el interior de Pablo. Esta es la obra que Dios había realizado en su vida, y esta es una buena ilustración de llegar al fin de usted mismo.
Él dice, en el versículo 4, “Si alguno tiene”, la segunda mitad del versículo, “si alguno tiene de que jactarse, gloriarse en la carne, yo tengo mucho más”. Si quiere habla de méritos, si quiere hablar de méritos, mire, yo voy a la cabeza de todos, he alcanzado más que cualquier otra persona. Él estaba en sus treintas en este entonces, había vivido su vida entera acumulando estos méritos, circuncidado al octavo día, según la prescripción del Antiguo Testamento, él era de la nación de Israel, él había pasado por el ritual correcto, le pertenecía a la raza correcta de personas. Él era de la tribu de Benjamín, él pertenecía a una tribu de gran privilegio, una tribu muy exaltada. Él era hebreo de hebreos, lo cual simplemente significa que era ‘kosher’.
Él había guardado todas las tradiciones hasta la letra misma. En cuanto a la ley, su pasión y devoción a la ley, era tan extrema como existía en Israel. Él era un fariseo, eran los legalistas, eran los extremistas. Y él llegó hasta donde usted podía llegar. En cuanto a celo, celo por su religión, él era tan celoso por la pureza y protección del judaísmo que él fue un perseguidor de la iglesia, la cual él vio como un ataque en contra de la verdad, como un ataque en contra de Dios, como un ataque en contra del Antiguo Testamento. Y sus pasiones eran tan intensas que literalmente, se acuerda usted, que consiguió papeles para que él pudiera ir a lugares y destruir a los cristianos y arrojarlos en la cárcel.
En cuanto a la justicia que es en la ley, él externamente era irreprensible. Este es un hombre que ha acumulado todos estos méritos personales. Esto ha sido hecho a lo largo de toda su vida. Él ha estado pasando su vida tratando de alcanzar este punto elevado de celo religioso, moralidad, y él viene a Cristo. ¿Y cómo va a abordar él esto? Soy un buen hombre. ¿Soy tan bueno como los hombres pueden llegar a ser? ¿Estoy tan entregado a la verdad de las Escrituras como un hombre puede estarlo? ¿Estoy tan dedicado por el estudio de las Escrituras como un hombre lo puede ser? ¿Soy tan apasionado por la protección de la verdad como un hombre puede serlo? ¿Lo he hecho todo? ¿He sido sumamente cuidadoso?
Y ahora él se ha encontrado con Cristo en el camino a Damasco. Él entiende el evangelio e inmediatamente en el versículo 7, dice, “todo lo que era para mí ganancia”. Todo estaba en la columna de ganancia, todo era como ganancia, toda su vida alcanzando eso, todo era ganancia. “Todas las cosas que eran para mí ganancia esas inmediatamente he tenido como pérdida.” Fueron de la columna de ganancia a la columna de deber. No eran neutrales, no eran limitadas, eran pérdida. De hecho, para entender el nivel de su pérdida, el siguiente versículo, “Todas las cosas las tengo por pérdida”. Ahora, ahí está negación, pérdida. No me importa lo que no ayuda, no contribuye, no añade a nada.
Usted simplemente tiene que ver su vida entera, sin importar cuan religioso, cuan celoso, no importa como halla guardado usted la tradición de sus padres. No importa cuán cuidadoso usted haya sido, usted lo ve todo y dice, “Es pérdida, todo, todo lo que está en mí es pérdida, ¿Por qué? Romanos 7:18 “En mí no mora (¿qué?) el bien” Y para ir inclusive más profundo él dice, “Todo es pérdida” Y después al final del versículo 8 él dice, “Todo lo tengo por...” Y la palabra griega es skubalon, excremento. La palabra más horrenda que él podía encontrar.
Ahí está, ahora ahí hay un hombre que entiende negación de sí mismo. Y en este punto en su lista, él ni siquiera ha negado el hecho de que él amaba el pecado, y él amaba la iniquidad y todo eso. Él no solo está haciendo eso, él está volviéndose del peor pecado en su vida, el cual era justicia personal. Inclusive para él, eso era suciedad, basura. “Cuando yo vi a Cristo, entregué todo lo que era Pablo, todo” Y esa es la única manera en la que usted jamás viene usted. Quizás no sea religión, y justicia personal para usted, quizás sea inmoralidad miserable, hacer trampa, cualquier otra cosa, mentir, robar, cualquier otra forma de corrupción. Simplemente podría ser que usted está consumido con sus propias promesas y compromisos por alcanzar ciertas cosas en su propia mente, para alcanzar cierto nivel de autoestima y lo que sea.
Usted viene, y la primera cosa que él tiene que reconocer es que esta es la muerte de usted, sus esperanzas, sus sueños, sus ambiciones, sus deseos. No tiene que ver con alcanzar todas las cosas que usted quiere, que Jesús salga de la botella y le cumpla a usted sus tres deseos. Tiene que ver con la muerte de usted, esa es la razón por la que las bienaventuranzas en Mateo 5, comenzando en el versículo 3 y en adelante, “Si quieres entrar en el reino, comienzas siendo pobre en espíritu.” ¿Qué es eso? esa es la palabra que significa, espiritualmente en bancarrota, literalmente es la palabra para pobreza que significa, un mendigo. No significa que usted tiene un poco, significa que usted no tiene nada. Y no puede ganarse nada. Usted está privado, entonces, se da cuenta de que lo que usted tiene no es nada. Usted lo añade todo, usted lo suma todo y es, cero. Es basura. No es nada.
Entonces, esta es la virtud elemental. Esta es la virtud elemental del corazón que va a venir a Cristo por salvación. Bancarrota, bancarrota espiritual, privación, desesperación, una condición miserable. Entonces, usted no está diciendo, “Bueno, me gustaría a Jesús como mi Salvador. No sé si lo quiero tener como mi Señor, me gustaría tener algunos tratos personales.” Usted, pasa eso. Usted ha llegado a la bancarrota espiritual. Usted ha sido humillado por la condición miserable de usted. Usted es como ese publicano en Lucas 18, golpeándose el pecho diciendo, “Dios, sé propicio a mí, pecador.”
Usted viene pobre en espíritu, usted viene manso, usted viene llorando por su pecado, dicen las bienaventuranzas. Usted viene teniendo hambre y sed de justicia. Usted no está ofreciendo términos y condiciones. Usted viene sabiendo cuan desesperado está usted y cuan condenado está usted. Y después usted entiende cuan preciado es su perdón, y cuan magnánimo su regalo de vida eterna es, y usted no va a establecer condiciones. A partir de ese cadáver viene la miel, a partir de esa muerte viene la vida. Venimos en la actitud del Salmo 34:18, “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón y salva a los contritos en espíritu.” Cuando usted literalmente ha sido aplastado en su propio espíritu, usted ha llegado al fin de usted mismo.
Usted oye muy poca predicación que tiene la intención de llevar a la gente a ese punto. Salmo 51:17, “Los sacrificios de Dios son un espíritu quebrantado; el corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.” Dios está buscando a los quebrantados y a los contritos. Isaías 66, ¿a quién está buscando Dios? Al que es contrito, al que no solo es contrito, él que está aplastado bajo el impacto de la Palabra de Dios. Él que tiembla a mi Palabra.
Como puede ver, esa fue la razón por la que la ley fue dada. Y esa es la razón por la que el sermón del monte fue predicado. La ley fue dada para que pudiera aplastar a los hombres, no fue dada como un estándar mediante el cual los hombres podían alcanzar la salvación. Fue dada como un estándar mediante el cual los hombres reconocerían su bancarrota espiritual. Usted trata de guardar la ley y no puede, la ley entonces, como Pablo dice, lo mata a usted. Esa es la razón por la que cuando usted predica el evangelio, tiene que predicar la ley. Usted tiene que matar al pecador, tiene que estar muerto antes de que pueda estar vivo. Esa es la razón por la que cuando damos el evangelio tenemos que enfatizar estas realidades, para que no contribuyamos a la superficialidad, y a más cristianismo nominal.
Entonces, la ley fue dada para que fuera un golpe aplastante dado en la cabeza del pecador, que no puede guardar la ley, y por lo tanto es maldito o maldecido por la ley. Gálatas 3. Si usted quebranta la ley en un lugar, usted es culpable de la ley entera, y usted está bajo la ira eterna de Dios. La ley nos aplasta. Pero entonces, esa es la razón por la que el sermón del monte es dado, y creo que esa es la razón por la que el Espíritu Santo lo colocó al principio del Nuevo Testamento. Usted es traído al sermón del monte, y ¿qué hace el sermón del monte? Le da a usted la ley y explica la profundidad de la ley, de tal manera que no es que solo que usted no mata, sino que usted no odia. Esa es la misma cosa. No nada más que usted no comete adulterio, sino que usted ni siquiera lo hace en su corazón. Eso es la misma cosa delante de Dios.
Y la ley es reiterada, y Jesús expone a la gente a la ley, y dice, “No solo no guardan la ley a su nivel superficial, sino que ciertamente no la guardan en su nivel más profundo. Ustedes son culpables de la violación de la ley de Dios.” Esa es la razón por la que decimos que usted ni siquiera entiende el evangelio hasta que entienda la ley. Esa es la razón por la que la predicación no puede ser algún tipo de estrategia de mercadotecnia, para atraer a la gente hasta que decidan que van a recibir a Jesús en su vida. La ley es una experiencia aplastante, devastadora, en la que el pecador traído delante de la ley de Dios, o se rebela en contra de la obra de la ley y regresa a su pecado, y quiere alejarse lo más que pueda a estar expuesto a la ley, o es aplastado bajo esa ley y en ese punto él reconoce su bancarrota espiritual y él clama por perdón y misericordia.
Y en ese punto, cuando él hace eso, él no está haciendo negociaciones con Dios. Entendiendo su privación, reconociendo que él no tiene nada en su propia vida con que recomendarse ante Dios, nada de valor en absoluto, que él haya alcanzado, él se arroja a sí mismo a la misericordia de Dios, quien puede proveer para él todas las riquezas celestiales que la Palabra de Dios presenta. Esa es la actitud. Usted viene a Cristo en sus términos, no en los suyos. El pecador soberbio quiere a Cristo y su placer. El pecador soberbio quiere a Cristo y su avaricia. El pecador soberbio quiere a Cristo y su inmoralidad, pero el pecador quebrantado está tan desesperado que él va a entregar todo, cualquier cosa simplemente para tener a Cristo. Simplemente para tener perdón y vida eterna, y esperanza y liberación.
El maravilloso libro de Tomás Watson, de las bienaventuranzas, ahí él dice: “Un castillo que ha sido sitiado por mucho tiempo y está listo para ser conquistado, se va a rendir ante cualquier condición para salvar su vida. Aquel cuyo corazón ha sido una guarida del diablo, y ha aguantado por mucho tiempo la oposición en contra de Cristo, cuando Dios le ofrece algo, él simplemente dirá, “Señor que quieres que yo haga”” (fin de la cita). Esa es la actitud, esa es la actitud. Y eso realmente se convierte en un estilo de vida, se vuelve un estilo de vida. Usted viene a Cristo, en esa desesperación, al final de usted mismo, dispuesto a negarse a sí mismo porque usted sabe que no hay valor en usted. Y después, una vez que usted se convierte en cristiano, esa actitud todavía está ahí. Todavía está ahí. Se convierte en un estilo de vida.
Conforme crece en el conocimiento de Dios, en el conocimiento de Cristo, las raíces de negación personal descienden. Una manera de entenderlo es que el crecimiento en la gracia es crecimiento hacia abajo, es crecimiento hacia abajo. Conforme usted crece en la gracia, usted continuamente tiene una opinión más baja de usted mismo. Usted puede identificar la madurez espiritual de una persona, de una manera bastante fácil. El crecimiento en la gracia es hacia abajo. Es el formar un concepto más bajo de nosotros mismos. Es un reconocimiento más profundo de que no somos nada. Es un reconocimiento profundo de corazón, que se incrementa cada vez más y más, de que somos totalmente indignos.
Estaba aconsejando a alguien ayer, y esta persona dijo, “Yo simplemente quiero, quiero poder hacer algo por el Señor.” Con la implicación, “como tú”. Yo le dije, “Bueno, sabes una cosa, entre más tiempo he sido cristiano, más me he dado cuenta de que no hago nada para el Señor. No puedo hacer nada por el Señor. No puedo hacer nada por el Señor, y la maravilla de maravillas es lo que el Señor puede hacer que hace a través de mí.”
Entonces, usted va de ser un cristiano cuando usted nuevo, y dice, “Quiero hacer algo por el Señor”, a la madurez, a lo largo de los años a decir, “Dios, ¿cómo es que tú has escogido por tu gracia, hacer algo a través de mí?” La humildad es una demostración de la madurez espiritual de una persona, porque cuando usted viene en esos términos, usted crece hacia abajo a partir de ahí. ¿Usted pensaba que fue humillado en el tiempo de su conversión, en el momento de su conversión? Si ha caminado con el Señor por mucho tiempo, usted debe estar más abajo de lo que usted estuvo en ese entonces.
Ahora, usted entiende cuan profundo el pecado es, porque inclusive después de ser un cristiano usted ha entendido que es parte de la médula de quién es usted. Y maravilla de maravillas, el Señor ha escogido hacer cosas mediante usted. La negación personal se vuelve un patrón de vida. Ahora, ¿qué significa como un cristiano? Aquí hay algunas cosas prácticas. Cuando usted es perdonado o descuidado o echo a un lado de manera deliberada. Cuando usted no es perdonado, debo decir, o descuidado o echo a un lado de manera deliberada, y usted se duele con el insulto o el hecho de que alguien lo pasó por alto, pero su corazón está feliz y está contento por ser considerado digno de sufrir por Cristo, eso es morir a sí mismo.
Cuando se habla mal del bien que usted hace, cuando sus deseos no son cumplidos, cuando su consejo no es considerado, sus opiniones son ridiculizadas, y usted se rehúsa a permitir que el enojo en su corazón, se levante inclusive, se rehúsa a defenderse a sí mismo, sino que usted lo recibe todo en un silencio paciente, leal, eso es morir a sí mismo. Cuando usted de manera amorosa y paciente soporta cualquier desorden, cualquier irregularidad, o cualquier molestia, cuando usted puede estar cara a cara con la necedad, la extravagancia, la insensibilidad espiritual y soportarlo como Jesús lo soportó, eso es morir a sí mismo. Cuando usted está satisfecho con cualquier alimento, cualquier ofrenda, cualquier ropa, cualquier clima, cualquier sociedad, cualquier soledad, cualquier interrupción por la voluntad de Dios, eso es morir a sí mismo.
Cuando a usted nunca le importa referirse a sí mismo, o registrar sus propias buenas obras, o buscar reconocimiento, cuando usted realmente le encanta ser desconocido, eso es morir a sí mismo. Cuando usted ve a otro hermano prosperar y que sus necesidades sean satisfechas, y honestamente puede regocijarse con él, en espíritu, y no sentir envidia, ni siquiera cuestionar a Dios mientras que sus propias necesidades son mucho mayores, y en circunstancias desesperadas, eso es morir a sí mismo. Cuando usted puede recibir corrección y reprensión de uno de menos estatura que usted y someterse humildemente, interna y externamente, sin encontrar rebelión o resentimiento emanando dentro de su corazón, eso es morir a usted mismo.
Entonces, usted viene a Cristo con una actitud de negación de uno mismo, y usted crece hacia abajo a partir de ahí. Nuestra negación de nosotros mismos no es perfecta, nuestro suicidio personal no es perfecto, resucitamos nuestros egos y nuestras voluntades, y las arrojamos hacia afuera, y se entrometen en la voluntad de Dios, y tenemos que buscar que buscar su gracia y perdón cuando hacemos eso, pero ese es el deseo más profundo y más puro, y más genuino y anhelo y aspiración de nuestro corazón redimido. Aunque queda muy corto de lo que queremos que sea.
Muy bien, una segunda en las tres que constituyen el complejo de esta actitud esencial de seguir a Jesús, es llevar la cruz. Llevar la cruz. Jesús no solo dice, que usted debe negarse a sí mismo, sino que él añade, “y tome su cruz cada día.” Cualquiera que quiera seguirme debe tomar su cruz cada día. Capítulo 14, versículo 27 registra, y esto es algo que Jesús dijo con frecuencia, pero hay otra afirmación parecida en el capítulo 14, “Y el que no tome su cruz, y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo,” como también en los otros evangelios en donde también es registrado.
Ahora, ¿qué significa esto, “tome su cruz”? He oído tantas perspectivas locas, extrañas, raras, de esto. Usted sabe, su suegra es su cruz, su jefe es su cruz, su auto es su cruz, su grifo con gotera es su cruz, y todo mundo tiene su cruz. Su adolescente desviado es su cruz, lo que sea. Mire, no podemos imponer un significado en esto. Si usted hubiera estado escuchando a Jesús ese día y él dijo, “necesitas tomar tu cruz, cada día”, ¿en qué van a pensar esas personas? Nunca habían estado en una conferencia de vida más profunda. ¿En qué van a pensar que él está diciendo? Bueno, más de cien años antes de que Jesús caminara sobre la tierra, el rey Alejandro Janeo crucificó a ochocientos rebeldes en Jerusalén, mientras que él estaba en una fiesta en público. Antíoco Epifanes, ese gobernante griego durante el periodo inter-testamentario también había crucificado a muchos judíos por una rebelión que siguió la muerte de Herodes el Grande. El procónsul Varo crucificó a dos mil judíos. Se dice que los romanos crucificaron a treinta mil judíos en Palestina durante la era entorno a la vida de Jesús.
Cuando Jesús dijo, “Toma una cruz”, solo pensaron en una cosa, sufrimiento horrible, dolor y muerte. Jesús está diciendo, “Así de extrema, debe ser tu devoción.” Esto es disposición a soportar persecución, esto es disposición a soportar odio, hostilidad, rechazo, menosprecio, vergüenza, sufrimiento, inclusive muerte. Ellos sabían exactamente de que estaba hablando, y estar listo a hacerlo cada día, cada día. ¿Quién se atrevería a dar una invitación del evangelio como esa? Quién se atrevería a ponerse de pie ante un estadio grande y lleno de gente, y diría, ¿cuántos de ustedes están dispuestos, en estos momentos a morir si fuera necesario, por Jesucristo? Pueden venir y ser salvos, eso es lo que él pide. Literalmente, matarse a sí mismo, todo su sueño, esperanzas, deseos, ambiciones, planes, y después decir, “aquí está mi vida. Si significa vida, muy bien, si significa muerte, muy bien. Realmente no me importa, estoy tan desesperado. Quiero tu perdón, quiero vida eterna. Sea cual sea el precio, lo entrego todo”.
Créame, los judíos estaban familiarizados con la crucifixión. Se había realizado en su propia tierra, se había realizado en Egipto, se había hecho en Persia, Asia Occidental e inclusive en partes de Italia. Con mucha frecuencia la persona condenada, cargaba un pedazo de la cruz, algunas veces arrastraba la parte transversal, algunas veces arrastraba todo, la imagen es extremadamente vívida de lo que está hablando, no es una experiencia feliz. No es Jesús te ama, o Dios te ama, y tiene un plan maravilloso para tu vida. Tiene que ver con cargar una cruz, la cruz en la que tu serías ejecutado.
Entonces, no están hablando de que de alguna manera te identifiques en algún sentido espiritual con la muerte de Jesús, el mensaje es, vas a tener que sufrir posiblemente por seguirme. Digo, Jesús dijo eso, usted sabe, “Si el mundo os aborreciere no se sorprendan, me aborrecieron a mí. Si el mundo los matare, no se sorprendan, me lo van a hacer. ¿No esperan que van a ser tratados de manera diferente que su maestro, oh si?” Mateo 10, “Si vas a ser mi discípulo, prepárate. El discípulo no está por encima de su maestro, así como trataron al maestro es como lo van a tratar a ustedes. Entonces, dense cuenta de esto, van a tener que confesarme delante de los hombres, y van a tener que confesarme delante de los hombres, sabiendo que les podría costar su libertad, podría costarles años de vida, encarcelamiento, podrías costarles odio y aislamiento. Inclusive podría costarles martirio.
Y entonces, este asunto de seguir a Jesús es en cierta manera decir no a mí mismo, y no a la seguridad. ¿Estoy dispuesto a llevar el vituperio de Cristo? ¿Estoy dispuesto a sufrir la consecuencia de lo que es ser un cristiano? En el ambiente en el que estoy, este es un mensaje que es entendido por manera clara por personas en muchas partes del mundo. Hay más cristianos en la actualidad siendo martirizados, que, en ningún otro momento en la historia, por decenas de miles cada año, primordialmente bajo regímenes musulmanes. Esto no habrá sido algo vago para ellos, ellos saben lo que significa nombrar el nombre de Cristo.
Ellos lo supieron en los años de la opresión comunista en Europa Oriental. Ellos sabían exactamente lo que costaría. Pero el evangelio era tan preciado, Cristo fue tan preciado, la vida eterna era tan importante, el perdón de pecados era de tanto valor que estuvieron dispuestos y ansiosos por pagar lo que costara. Como puede ver, la actitud que viene con la conversión verdadera es la actitud que dice: Jesús vale cualquier cosa y todo. No hay nada en esta vida que es temporal que pueda siquiera compararse con el valor de lo que es eterno. Entonces, ese es el evangelio. Pero la invitación no es, “Jesús quiere hacerte feliz y saludable, y rico.” Es que él quiere tu vida, e inclusive pueda pedir tu muerte.
Pablo les dice a los ancianos de Efesios, en Hechos 20, “Voy camino a Jerusalén y no sé lo que me va a pasar ahí. Y fuera de que el Espíritu Santo me dijo que voy a ser encadenado, y aflicciones me esperan.” Después esto, “No considero mi vida como de valor para mí mismo. No considero mi vida como algo que importa.” Eso es negación personal. Realmente no me importa, no tiene que ver con mi vida. “Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia.” “Con Cristo estoy juntamente crucificado, más vivo yo, pero no yo, sino Cristo vive en mí, y la vida que ahora vivo la vivo por la fe del Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí” Gálatas 2:20. Entonces Pablo dice, “Yo ya no vivo. Él vive. Si vivo, vivo para el Señor. Si muero, muero para el Señor. Yo soy del Señor.” Eso es todo. Esos son los términos de la salvación.
El mundo es hostil en contra de él, van a ser hostiles en contra de mí, él dice eso en Mateo 10:24-38, ese texto entero maravilloso. Una profesión pública de Cristo como Señor y Salvador podría costar, pero también es una prueba de que soy genuino. Podría costarme mi familia. Una espada podría entrar entre los miembros de mi familia, pero Jesús dijo que él vino a traer una espada. No tengo ningún interés personal que supere mi necesidad de Cristo, ¿entiende usted eso? No tengo ningún interés personal, no tengo ninguna ambición que supere mi necesidad desesperada de Cristo. Y si tengo que morir cada día, entonces eso está bien, eso es un precio pequeño que pagar, porque el sufrimiento de este mundo no es digno de ser comparado con la gloria que me espera en Cristo.
Pablo dijo en 1 Corintios 15:31, “muero diariamente”. Cada día que el despertaba, él sabía que podía ser el fin de su vida. En algún lugar había alguna trama que se estaba preparando, si es que ya no estaba en operación por quitarle la vida. Él dijo, “cada día conmigo es un día al borde de la muerte.” Todo sufrimiento no es una cruz, el sufrimiento del vituperio de Cristo que es la cruz, es el sufrimiento por el evangelio que es la cruz. ¿Está usted dispuesto a sufrir por el evangelio? ¿Es así de importante para usted? porque eso va con el territorio. No va a haber una corona al menos que haya una cruz.
Entonces, si usted viene a Cristo y usted no se está diciendo a sí mismo, vida eterna, la vida venidera, el perdón de pecado, y lo que Dios ha preparado para mí es tan preciado para mí, y de tanto valor para mí. Y estoy tan cansado de lo que soy, que estoy dispuesto a entregar todo lo que soy y de cualquier manera nada de lo que tengo o soy tiene valor. Y estoy dispuesto si fuera necesario a llevar el vituperio completo de Jesucristo, sin importar lo que cueste. Inclusive si me cuesta la vida. Eso es lo que Jesús dijo.
Entonces, aquí hay un llamado serio, un llamado serio. La disposición de aceptar la cruz marca al discípulo verdadero, usted toma la cruz y la toma como un estilo de vida, cada día, es un estilo de vida. El escritor del himno dijo, “¿Debe Jesús llevar la cruz solo, y todo el mundo irse libre? No. Hay una cruz para todo mundo. Hay una cruz para mí. La cruz consagrada llevaré hasta que la muerte me libere, entonces me iré a casa a usar mi corona, porque hay una corona para mí.”
Entonces, usted sabe, usted ve su vida, y usted dice, “Oh, no me importa mi vida, estoy agradecido por la vida que el Señor me dio. Estoy inclusive más agradecido por la muerte que me lleva a la vida venidera. Sea cual sea el costo, sea cual sea lo que tengo que entregar de mí mismo, lo entrego con disposición porque he llegado al fin de mí mismo, y he encontrado que no tengo valor. Estoy clamando por ser rescatado como un hombre que se está ahogando, que no está debatiendo cuales son los requisitos, las condiciones, después de que salga del agua.
En tercer lugar, en Lucas 9, él añade el asunto de la obediencia. “Niégate a ti mismo, toma tu cruz y sígueme.” Literalmente, que me estés siguiendo. Eso es un patrón continuo de obediencia. Su voluntad está fuera, la de él está adentro. “Vas a dónde yo voy, dices lo que yo digo, haces lo que te digo. Haces lo que yo hago.” Usted sabe, en Mateo 7 este asunto de la obediencia está en el corazón del sermón del monte. Mateo 7:21: “No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” Son los hacedores, no los que dicen. Es la gente que obedece.
Y claro, el evangelio de Juan simplemente está cargado con este tipo de énfasis, en donde Jesús habla de cómo la fe verdadera, la fe verdadera salvadora es manifestada en la obediencia. No puedo hacer que vea todos, pero Juan 14:21 es uno de ellos, “El que tiene mis mandamientos, y los guarda (o los obedece), ese es el que me ama; y él que me ama será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me revelaré a él.” Siempre es acerca de la obediencia, siempre tiene que ver con la obediencia, siempre tiene que ver con seguir. El señorío no es una opción, la obediencia no es algo que usted hace después de que tiene treinta y cinco años de edad. Juan 15:10: “Si guardas mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; sino no vas a permanecer.” Así de simple. Capítulo 15, versículo 14, “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.” Si hacen lo que yo les mando.
Ahora, hay muchos otros. Entonces, usted viene, está diciendo, “estoy al fin de mí mismo, te entrego mi vida, sea cual sea el precio, muéstrame lo que quieras que haga y lo haré.” Ahí estaba Pablo en el camino a Damasco, él dice, “¿Qué quieres que haga? ¿qué quieres que haga?” Y esa es la actitud correcta en el punto de conversión. ¿Qué hago ahora? Yo ya acabé conmigo mismo. Estoy dispuesto a morir por ti, y a vivir por ti, quiero seguirte. Entonces, ¿qué hago? Ahora, eso lo coloca entonces a usted en una posición de someterse a sí mismo a esto, ¿verdad? Todo tiene que ver con la sumisión. Es un patrón de por vida de negación personal, de llevar la cruz, de llevar el vituperio de Cristo y obediencia leal.
Ahora, en este punto, no quiero ser criticado por decir algo que no estoy diciendo. Entonces, permítame aclarar algo conforme cierro. Lo que no estoy diciendo es que, para ser aceptado por Dios, de alguna manera usted tiene que negarse a sí mismo, y en cierta manera por sí mismo echar a andar eso. Negarse a sí mismo por un tiempo y después en cierta manera, moverse hacia estar dispuesto a entregar su vida, inclusive hasta la muerte, y después moverse en tercer lugar hacia la obediencia leal a las cosas de Dios, y si usted hace eso entonces Dios va a venir y lo va a salvar.
Escuche esto con mucha atención. Este pequeño complejo de realidades espirituales, no son cronológicas, no son cronológicas. No es una por un rato después de un lapso de tiempo, otra por un tiempo, y después de otro lapso de tiempo, otra. No son cronológicas, simplemente son una mezcla, son los componentes lógicos de fe salvadora que cree en Jesús como Señor y Cristo. Cree en Jesús como Salvador crucificado y resucitado y lleva esta actitud dentro de esa fe. Van juntos, son un complejo que van junto.
La segunda cosa que quiero que entienda, no solo es que no son algo cronológico, sino que no son algo que usted puede producir, no lo puede hacer en su propio poder. En su propio poder usted se ama a sí mismo, se protege a sí mismo, y usted hace lo que quiere. Así es como la gente caída funciona. Entonces, algo dramático tiene que suceder en usted. Se tiene que despedazar todo su sentido de yo, de lo que usted quiere, tiene que haber una devastación de lo que usted es normalmente, y no puede venir de usted, tiene que venir de afuera de usted. Y esta es la obra poderosa del Espíritu de Dios que se mueve en la vida de una persona, convence a esa persona de pecado, despedaza la confianza personal de esa persona, hace que esa persona que estaba muerta en delitos y pecados tenga vida, despierte, comience a ver, comience a oír, comience a entender, esta es la obra poderosa de Dios. No de manera independiente de su fe, no de manera independiente de su voluntad, sino la obra de Dios a través de su voluntad, expresada en su fe. Una obra poderosa de Dios.
Entonces, cuando usted va a predicar el evangelio, y dice, “Hombre, si lo hago de esta manera nadie va a responder.” Dese cuenta de esto, no importaría como lo hiciera, nadie podría responder por sí mismo, de cualquier manera. Entonces más vale que lo haga de la manera correcta para que tengan el mensaje verdadero. Y si son impulsados por el Espíritu de Dios entonces pueden creer y ser salvos.
Entonces, ¿quiere ser un seguidor de Jesús? Bueno, diga adiós a usted mismo, tome su cruz, y proceda a hacer todo lo que él le pide hacer a usted. Esos son los términos. ¿Y no le da a usted gusto que vivimos en esos términos bajo la gracia? Porque fracasamos, pero el deseo mismo por hacer esas cosas es la evidencia de un alma transformada.
Padre, te damos gracias de nuevo esta mañana, por la claridad de la verdad. Y oramos porque nos uses. En primer lugar, usa estas verdades para ayudarnos a examinarnos a nosotros mismos para ver si estamos en la fe. Si estas actitudes con las que nuestros corazones son gobernados, que demuestran entonces que esta es la obra del Espíritu de Dios en nosotros. Y después ayúdanos, conforme proclamamos el evangelio, a ser usados como un instrumento para llevar al pecador al fin de sí mismo, al nivel de desesperación, al quebrantamiento que genera negación de uno mismo, llevar la cruz y obediencia leal.
Úsanos Señor, y lleva a cabo alguna obra a través de nosotros, cuando nosotros mismos no podemos hacer nada. Sin embargo, en nuestra debilidad tu fortaleza es perfeccionada, con ese fin en mente oramos para tu gloria, en el nombre de Cristo. Amén.
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