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Regresamos al capítulo 20 del evangelio de Lucas. Lucas capítulo 20, y el siguiente en la serie de párrafos y textos que estamos viendo conforme avanzamos hacia la semana final de la semana de nuestro Señor, conforme se dirige a la cruz el viernes. Este es Lucas 20, versículos 1 al 8, Lucas capítulo 20, versículos 1 al 8. Lo voy a leer para que lo tenga en mente conforme escuchamos lo que el Señor nos dice mediante este acontecimiento.

“Sucedió un día que, enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, llegaron los principales sacerdotes y los escribas con los ancianos, y le hablaron diciendo: Dinos: ¿con qué autoridad haces estas cosas? ¿o quién es el que te ha dado esta autoridad? Respondiendo Jesús les dijo: Os haré yo también una pregunta; respondedme: El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Entonces ellos discutían entre sí diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? Y si decimos de los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están persuadidos de que Juan era profeta. Y respondieron que no sabían de dónde fuese. Entonces Jesús les dijo: Yo tampoco os diré con qué autoridad hago estas cosas.”

Esta es una conversación triste. Esta es una declaración final por parte de Jesús, de que no tiene nada más que decirle a Israel, a los líderes. Él ya acabó con ellos. El asunto que trae a la luz esta declaración final, trágica, por parte de nuestro Señor es el asunto de autoridad. Entendemos la palabra autoridad, entendemos lo que significa estar en autoridad, y estar bajo autoridad. Autoridad es una palabra que está llena de significado, denota permiso, poder, privilegio, gobierno, control, dominio. Y nuestro mundo está lleno de ella. La enfrentamos en nuestros hogares, padres y madres, habiendo recibido autoridad sobre los hijos. La enfrentamos en nuestras escuelas, siempre están aquellos que están en autoridad sobre nosotros. La enfrentamos en todos nuestros lugares de trabajo, la enfrentamos en términos de gobierno que son responsables de hacer leyes e implementarlas, y las implementan con autoridad. Estamos acostumbrados a eso, todos somos personas que estamos bajo autoridad, y en algunos casos tenemos alguna autoridad también.

Entonces, lo entendemos, sabemos lo que significa tener autoridad, también sabemos lo que significa estar bajo autoridad. A todos nosotros, por un lado, se nos ha dado algo de autoridad, y en términos generales, mayor autoridad. Pero cuando hablamos de Jesucristo, la autoridad es una realidad muy diferente. En Mateo 28:18, Jesús dijo esto, “Toda potestad, (o toda autoridad), me ha sido dada en el cielo y en la tierra.” Toda autoridad. Esto es lo que significa ser absolutamente soberano. Esto es lo que significa no tener que responderle a nadie fuera de usted mismo. Tener toda autoridad. Jesús demostró Su autoridad de varias maneras.

En Mateo capítulo 7, y en el versículo 29, al final del Sermón del Monte, después de que Jesús había predicado ese sermón evangelístico maestro, el cual comenzó al desmantelar la religión falsa del judaísmo y terminó con una invitación a entrar por el camino estrecho. La respuesta de la gente fue simplemente esta: Él habló como uno que tenía autoridad. Eso fue absolutamente excepcional. No estaban acostumbrados a gente que tenían su propia autoridad, estaban acostumbrados a gente que citaba a alguien más, que se identificaba con alguien más, que tomaba su autoridad de alguien más, pero Jesús habló como uno quien en Sí mismo es una autoridad.

Más adelante en el evangelio de Mateo, capítulo 9, versículo 6 al 8 dice, que Él tenía autoridad para perdonar pecados. Una autoridad que ellos entendieron que le pertenecía únicamente a uno, y ese uno es Dios. En Mateo capítulo 10, versículo 1, se vuelve aparente que Él tenía autoridad sobre todas las fuerzas del infierno. Autoridad sobre el poder demoníaco. En Juan capítulo 1, versículo 12, él dijo que tenía autoridad para salvar, esto es autoridad para dar vida, vida espiritual, y salvación. En Juan 5:27, dice que, a Él se le dio autoridad para juzgar a todos los hombres. En Juan 10:18, Él dijo, “Tengo autoridad para poner Mi vida, y tengo autoridad para volverla a tomar.” Esto quiere decir que Él tenía autoridad sobre la muerte, y autoridad sobre la vida, expresada de manera maravillosa en Apocalipsis, como teniendo las llaves de la muerte y el Hades.

En Juan 17:2 nos dice que Él tiene autoridad sobre toda la humanidad. Él no está bajo nadie más que Dios. Y Él está en acuerdo perfecto con Dios, como Dios. Él tiene autoridad. Él tiene un tipo de autoridad de lo que no conocemos nada. Él tiene autoridad absoluta, unilateral, para hacer lo que Él quiere, cuando Él quiere, con quien Él quiere, y lo que Él quiere hacer. Quizás una manera simple de entender la esencia de esta autoridad es entender dos palabras griegas que pueden ser traducidas ‘autoridad’. La primera es dunamis, normalmente traducida poder. Es el poder, de la cual la palabra en inglés, dinamita, viene. Dunamis se refiere a la capacidad de hacer algo. La capacidad de hacerla. La otra palabra es exousia. Exousia es la palabra que normalmente se traduce autoridad, como en este texto, en dónde la palabra autoridad aparece tres veces. Esto significa, el derecho de hacer algo. Tener toda autoridad, entonces, es tener todo el poder y todo el derecho de hacer todo y cualquier cosa que uno quiere hacer.

Él tiene la capacidad de hacer lo que Él quiere, y Él tiene el derecho de hacer lo que Él quiere con quien Él quiere, o lo que Él quiere, y esto es tener toda autoridad. Él tiene tanto dunamis como exousia, Él tiene el poder, y Él tiene el permiso. Él lo tiene porque Él es Dios. Y aun cuando Él es encarnado, aunque Él es Dios que ha venido en carne humana, aunque Él se ha rebajado a Sí mismo como un siervo, Él todavía tiene el poder y la autoridad para hacer precisamente lo que Dios quiere que Él haga. No hay límites para Su poder, nadie puede resistir a Su poder, no hay límites para Su capacidad, no hay límites tampoco para Su derecho. Él tiene tanto el derecho, como la capacidad para hacer todo lo que Él quiere hacer. Y Él quiere hacer lo que está en armonía perfecta con el Padre.

Como consecuencia, y este es el punto importante, como consecuencia, Jesús nunca en Su vida terrenal, pidió permiso para hacer algo. Nunca. Él nunca lo buscó de ninguno de los canales normales en Su ministerio. No había nadie que estuviera más alto, fuera de Su propio Padre, y Él dijo: “Siempre hago lo que el Padre me dice que haga. Siempre hago lo que el Padre me muestra que haga. Siempre hago, y únicamente hago lo que el Padre quiere que yo haga.” No importa lo que fuera, no había autoridad a la cual Jesús acudiera.

Ahora, usted tiene que entender. Esto es sorprendente en la experiencia de los judíos, enseñar como Él lo hizo en el Sermón del Monte, y básicamente atacar todo tesoro de la religión judaica, legalista, y despedazarla, y no tener autoridad fuera de Sí mismo, es algo totalmente fuera de lo normal. Él atacó sus ofrendas, Él atacó sus ayunos, Él atacó sus oraciones, Él atacó sus sacrificios, Él atacó su justicia personal, Él atacó todo lo que ellos consideraban sagrado. Él atacó la suma y sustancia de su sistema religioso entero, en su enseñanza. Y Él no citó a ningún rabino, Él no tenía permiso de ningún Sanedrín. Él no tenía algún concilio rabínico al cual Él rendía cuentas. Él no estaba ordenado, de la manera apropiada que todos los maestros y rabinos estaban ordenados, y tampoco Su teología había sido revisada ni autorizada por el Sanedrín.

E inclusive, cuando Él hizo un látigo al principio de Su ministerio y expulsó a todos los compradores, y a los vendedores de la casa de Su Padre, Él no le pidió permiso a nadie para hacer eso. Él no acudió al Concilio gobernante del templo, el cual estaba constituido claro, de los sumos sacerdotes, los principales sacerdotes, los que estaban bajo ellos. Y el resto de la gente que estaba a cargo de esa empresa para conseguir permiso de ellos. Él no acudió al Sanedrín, el Consejo que gobernaba y que estaba constituido por los principales sacerdotes y escribas y otros ancianos oficiales, saduceos, herodianos. Él no buscó permiso alguno cuando lo hizo la primera vez, ni buscó permiso alguno cuando lo hizo la última vez, como lo vimos en nuestro último estudio el domingo pasado.

Usted recuerda, no es cierto, en el 19:45 Él entró al templo, comenzó a expulsar a aquellos que estaban vendiendo, diciéndoles: “Escrito está, mi casa será casa de oración. Usted la han hecho cueva de ladrones.” Y Él los limpió. Él no buscó permiso alguno para hacer esto. Esta es una interrupción total a todo lo que estaba pasando ahí, sin autoridad alguna para hacer esto. Pero Él nunca buscó autoridad humana.

Ahora, usted tiene que entender que esto, en un sentido es simplemente otra ofensa enorme para los judíos que están en liderazgo en Israel. Ellos están afligidos, en primer lugar, porque Él ataca su teología, ataca su credibilidad. Él los desenmascara como hipócritas de lo más bajo. Y ahora, Él los aborda de manera física en su esfera misma. Y Él enseña sin ninguna conexión a ningún mentor o rabino anterior, y sin credenciales y sin ordenación lo cual solo podía ser concedido por el Sanedrín. Dicha conducta es algo fuera de lugar para comenzar, y dicha conducta sin autorización es doblemente algo que está fuera de lugar. Jesús era Su propia autoridad. Él habló proféticamente. Él habló verdaderamente. Él interpretó correctamente la Escritura del Antiguo Testamento. Él habló la Palabra de Dios verdadera. Ellos inclusive admitieron eso. Él perdonó pecado. Él curó a gente enferma, Él resucitó a los muertos, Él echó fuera demonios. Y Él lo hizo sin buscar en ningún momento permiso de alguien.

Ahora, el meollo es este. Él trató su sistema religioso entero como si no existiera. A Él no le importaba el Sanedrín, a Él no le importaban los principales sacerdotes, a Él no le importaban los concilios, a Él no le importaba ninguna opinión popular, a Él no le importaba nada, Él era totalmente diferente a los sacerdotes, Él era indiferente a los rabinos. Él era indiferente a los expertos en la ley, los escribas, los teólogos. Él era indiferente al sistema sacrificial. Él era indiferente a todo el asunto del templo. Él lo trató como si no existiera. No importaba para Su vida. No tuvo influencia en Su vida. No tuvo influencia en lo que Él enseñó, no tuvo influencia en lo que Él dijo, de hecho, Él básicamente lo atacó con una venganza.

Ahora, usted tiene que entender, que la hostilidad que se está incrementando en este punto realmente es imposible de medir. Él los trata a todos y recuerde esto, ellos vivían para ser exaltados. Ellos vivían, estos líderes vivían para usar sus túnicas largas, y usar sus filacterias en sus túnicas, y pretender que eran santos. Ellos vivían para ayunar en público, y se colocaban cenizas en sus cabezas y hacían sus donativos en el templo, a la vista plena de todo mundo mientras que alguien estaba tocando una trompeta para anunciar su llegada. Buscaban los principales lugares en los lugares elevados, y ser elevados y ser llamados maestro, y padre y todas estas cosas. Todo tenía que ver con elevarlos, y Jesús literalmente los trató con un menosprecio total.

En lo que a Él concernía, ellos no existían, no tenían nada que ver con Dios, no tenían nada que ver con el reino de Dios, no tenían nada que ver con el verdadero pueblo de Dios. Ellos eran extraños para los propósitos de Dios y la vida de Dios. No hay nada más devastador y difícil de aceptar, que ser tratado como si usted no importa, cuando usted realmente piensa que importa. Y usted suma todos estos elementos de estos juntos, y hay una furia adentro de ellos, al grado que sus almas literalmente están encendidas con las llamas de odio. Y está incrementándose rápidamente, y explota en la erupción de la crucifixión el viernes.  

Ahora, permítame darle el contexto. Jesús ha terminado Su breve ministerio galileo, después de ministrar en Judea predominantemente durante el último año de Su vida. Él ha venido a la Pascua en Jerusalén, vino por el este, por el Jordán, pasó por Jericó, subió por el monte a Jerusalén. Él ahora está en la ciudad de Jerusalén. Él llegó al área de Jerusalén el sábado del año 30 DC, en el mes de Nisán, en preparación para morir el viernes. El cuál es el día en el que los corderos de la Pascua son matados. Y Él es el verdadero Cordero de la Pascua, el que sería matado en ese día, en ese año, exactamente el año en el que Daniel profetizó. Pero es sábado cuando Él llega al área de Jerusalén. Él acude a la familia que Él conoce y ama; María, Marta y Lázaro. Se queda en su casa en una aldea llamada Betania, a más de tres kilómetros al este de Jerusalén. Él se queda ahí con ellos el sábado por la noche.

El domingo, se sabe que Él está ahí, multitudes enormes salen de Jerusalén, y las aldeas que rodeaban a Jerusalén y vienen a Betania para verlo, y para ver a Lázaro, a quien Él había resucitado de los muertos varias semanas antes. Esto es lo que pasó el domingo, Él se quedó en Betania y las multitudes vinieron a Él. El lunes Él llegó de manera triunfal a Jerusalén, como usted sabe, ahí en el asna, para cumplir Zacarías 9:9 y el Mesías entraría en Jerusalén, montado en un asno, una bestia de carga. Él viene por puerta oriental, Él es reconocido, por la multitud enorme, como el Mesías. El gran desfile entonces termina en el templo, el cual apenas está dentro de la puerta oriental. Él apenas entra por la puerta en esta masa de humanidad, y Él está ahí, en el lugar del templo. Eso es el lunes.

El lunes termina entonces en el templo, es el atardecer, es en la tarde, y entonces Él deja Jerusalén, y regresa pasando por la multitud, regresa a Betania para pasar la noche con María, Marta y Lázaro y sus apóstoles. Martes, Él regresa en la mañana, en una furia santa. Lo último que vio el lunes por la noche fue el templo, y conforme Él entró por la puerta oriental, después de la entrada triunfal, y vio el templo, Él había visto este desastre, el caos, que los ladrones estaban perpetrando en el lugar que debía ser la casa de Dios. Esa imagen permaneció en Su mente, ciertamente toda la noche. Y en la mañana Él regresó con una venganza. En furia santa Él entró y expulsó a los profanadores miserables, impíos de la casa de Su Padre.

Mientras que esto estaba pasando, algunos niños en el templo, nos es dicho por otro de los escritores de los evangelios, estaban reconociéndolo con gritos de ¡Hosanna! Alimentando aún más el enojo de los líderes, simplemente imagínese mientras que Él los está expulsando, los niños están reconociéndolo con los ¡hosanna! Y entonces, ellos incrementan la necesidad de asesinarlo para detener esta profanación de su religión falsa. No pueden tolerar a uno que ha derrocado su adoración falsa, ha desenmascarado su hipocresía cruda, y hecho lo que Él ha hecho sin permiso. Después de limpiar el templo el martes, Él regresa a Betania. El miércoles Él regresa. Entonces, en el capítulo 20, versículo 1, es miércoles. Si usted tiene una Biblia de Estudio MacArthur, dice martes, necesitamos arreglar eso. Lo vamos a arreglar, después usted tendrá que comprar otra. Bueno, usted mismo lo puede arreglar.  

Es miércoles, Él regresa a la ciudad, Él regresa al templo. Ahora está limpio, no regresaron. Lo cual habla del poder que Él manifestó. Él ahora lo ha limpiado, y Él se va a convertir en su centro. El Señor ha venido a Su templo. Como el profeta dijo, “Él vendría repentinamente a su templo.” Él ha venido a Su templo. Es miércoles por la mañana, cuando Él llega. Y Él viene a enseñar, versículo 1: “Sucedió un día...” Esto es el miércoles, cuando usted compara todos los relatos. “…Y enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio.” Es momento de que haya algo de verdad en el templo, es momento de expulsar a los mentirosos y a los inventores, y a los manipuladores, y a los falsos maestros, y a los hipócritas, y a los charlatanes, y a los farsantes. Es momento para algo de verdad. Es momento para el Maestro verdadero de Dios y la verdadera Palabra de Dios. Y el evangelio de salvación de Dios verdadero. Es momento para las buenas noticias que son reales. Y entonces, Él viene y se convierte en el centro de atención.

De regreso en el versículo 47, recuerda, dijo, que Él estaba enseñando diariamente en el templo, pero los principales sacerdotes, los escribas, y los principales del pueblo, procuraban matarle. Y no hallaban nada que pudieran hacerle, porque todo el pueblo estaba en suspenso oyéndole. Y continuaron a lo largo de estos pocos días, oyendo cada palabra. Si usted ve el 21:38, capítulo 21, termina diciendo, versículo 37 que Él estaba enseñando en el templo. Y después en el versículo 38, “todo el pueblo se levantaba temprano por la mañana y venía a Él en el templo a escucharlo.” Entonces, esta fue Su rutina diaria. Miércoles, jueves con toda certeza, viernes, los acontecimientos para el juicio se llevan a cabo, y su crucifixión.

Entonces, aquí en este miércoles, Él regresa a traer verdad a un lugar en dónde no ha habido nada más que mentiras. A traer el mensaje genuino de Dios a un lugar en dónde no ha habido nada más que engaño satánico y mentira. Entonces, Él viene, enseñándole al pueblo, en el templo, y predicando el evangelio. Es un día sorprendente este día, por cierto, la enseñanza sigue hasta el final del capítulo 20, hasta el final. Inclusive hay más en el capítulo 21, pero creo que lo que usted tiene en el capítulo 20, el capítulo entero es básicamente el contenido de Su enseñanza en este día, el miércoles.

Esta enseñanza es tan importante que hay más de ella en Mateo y Marcos. Es un día tan importante. Es Su tiempo final para enseñar, Su tiempo final para hablar. Y al pueblo le predica el evangelio. Al pueblo, Él enseña la verdadera Palabra de Dios. Esto es gracia, esto es compasión, esto es empatía, esto es ternura, esto es paciencia, esto es perseverancia, esto es tolerancia, esto es misericordia, y este es Su territorio. Unos cuantos días finales para llamar a Israel al arrepentimiento, para llamar a Israel a la salvación. Él no tiene interés en traer reforma social, reforma política, reforma militar, no a una nación incrédula.

Y entonces Él viene para enseñar la verdad, y predicar el evangelio. Y Marcos nos dice que lo hizo, mientras que estaba caminando. Ahí por todo ese patio en el templo, con todos sus lugares, y patios, Él se movió en esta multitud enorme, siempre los líderes estuvieron ahí, siempre siguiéndolo. El versículo 47 del capítulo 19 dice que, “Él estaba enseñando diariamente en el templo, los principales sacerdotes y los principales hombres entre ellos estaban tratando de matarlo. Y no hallaban nada que pudieran hacerle, porque todo el pueblo estaba en suspenso oyéndolo. Estaban tratando de encontrar algo con que atraparlo, no podían y temían al pueblo. Esta era una manera rabínica de hacer las cosas. Usted caminaba, usted se movía y usted reaccionaba, usted interactuaba. Y había diálogo, y había disputa, y así es como Él enseñó.

¿Qué estaban Él diciendo? Bueno, Él estaba enseñando al pueblo. ¿Cuál fue su mensaje? Bueno, probablemente lo mismo que nos dice en Hechos 1:3, Él estaba hablando de cosas que tienen que ver con el reino de Dios. No tenía que ver con política, no tenía que ver con economía, no tenía que ver con civilidad, no tenía que ver con esas cosas que la gente quería que el Mesías le trajera. Fueron temas del reino. Él probablemente habló del pecado, lo miserable que es, y la necedad de la religión hipócrita, la cual no podía tratar con el pecado. Él probablemente enseñó acerca de juicio, la inevitabilidad del juicio divino, y el infierno. Probablemente habló de la justicia, la desesperanza de tratar de alcanzar la justicia por uno mismo. Estoy seguro de que habló de humildad, la necesidad de la bancarrota de espíritu y quebrantamiento, y un corazón contrito. Y Él habló de amor, el amor compasivo de Dios hacia los pecadores. Y Él habló de la posibilidad de paz con Dios, y entrar al reino y la vida eterna, la esperanza de gloria.

Él probablemente también habló de la necedad de oraciones falsas y repetición vana, y hacer obras religiosas superficiales, y ser vistos por los hombres. Y estar satisfecho con eso, en lugar de tener la aprobación de Dios. Él probablemente habló de humildad falsa y soberbia espiritual. Y quizás habló del costo de seguirlo, negación personal, tomar su cruz. Quizás Él habló de persecución, el sufrimiento de uno que se identifica con Él. Quizás Él habló de la Escritura, la Palabra de Dios, de honestidad, de perdón, de riquezas verdaderas, de fe, de gracia, misericordia. Todas esas cosas. Todas partes de euaggelizomai, el verbo, predicando el evangelio.

Habló de todos los asuntos que tenían que ver con la salvación. Y ellos escucharon. Pero los líderes estaban ahí, y no podían aceptarlo. Y simplemente estaban buscando encontrar una manera de atraparlo y hacerlo caer, y estaban teniendo dificultad en encontrarlo. Al final del capítulo 19, no tomó mucho tiempo para que hicieran algo, porque estaban tan enfurecidos. A la mitad del versículo 1, llegamos al primer punto que quiero que observe en este acontecimiento: la confrontación, la confrontación. “Llegaron los principales sacerdotes y los escribas con los ancianos.” Ephístemí es el verbo griego que se traduce llegaron, significa, “atacar,” “venir sobre,” es inevitable, no pueden contener su enojo. Y están tratando de refrenarse a sí mismos, y lo hacen, al formular una pregunta que enmascara su hostilidad real, en una especie de caso teológico. Pero vienen tras Él con venganza.

Observe si es tan amable, son los principales sacerdotes, y los escribas con los ancianos. Los principales sacerdotes incluirían a los sumos sacerdotes, él que estaba inmediatamente bajo el sumo sacerdote, en cierta manera un capitán de los sacerdotes, de los cuales los sumos sacerdotes eran seleccionados, que tenían responsabilidades de supervisar simplemente todo. Después de ahí, habían diferentes órdenes por rango de sacerdote, sacerdotes que estaban sobre los sacerdotes que cumplían con sus servicios de dos semanas ahí, por año. Había todo tipo de autoridades y dignatarios, de manera colectiva representaban a los principales sacerdotes. Después los escribas representan a los teólogos. Muchos de ellos eran fariseos, no todos ellos eran fariseos, muchos de ellos eran. Y los ancianos eran los que quedaban incluyendo los principales sacerdotes estaban constituidos primordialmente de saduceos, los ancianos serían algunos saduceos, probablemente algunos de los herodianos, algunos de los fariseos, constituían el Sanedrín el grupo de 70 hombres que eran el grupo que lideraba los asuntos de religión.

Entonces, una delegación viene a Él, de este grupo colectivo. Y lo que es tan interesante de esto es esto, estos son grupos divergentes. Los saduceos tenían sus propias ideas, los fariseos tenían ideas muy diversas, los herodianos tenían sus propias ideas, muy diversas de nuevo. Todos eran grupos muy diversos que estaban de acuerdo en una cosa, queremos este hombre muerto. La institución religiosa entera está unificada en este propósito, todos los grupos divergentes están unidos en común en el deseo de matar a su Mesías. Si eso no le dice a usted que tan lejos estaba de Dios el judaísmo, no sé qué más lo haría. No podían estar de acuerdo en mucho, pero podían de estar de acuerdo en esto, querían a Jesús muerto. Es una buena lección. Todas las religiones falsas tienen sus propias diversidades, pero todas las religiones falsas están de acuerdo en adoptar una postura contraria al evangelio de Jesucristo.

¿Qué es una religión falsa? Una religión falsa es cualquier religión, sea cual sea el nombre que tenga, que no es coherente con el evangelio de Jesucristo. Sea islam, budismo, hinduismo, o algún tipo de cristianismo aberrante. Todas las religiones falsas están de acuerdo en ser anti-evangelio. Este es el ataque más grande que se lleva a cabo siempre en contra de la verdad.

Entonces, todos vienen de manera colectiva, para ser anti-cristo. Y, por cierto, al final de la época lo harán. Las religiones del mundo se van a unir en contra de Cristo. Pero son unos cobardes, realmente no saben cómo enfrentar esta situación, no quieren revelar la verdad de sus propias mentes y corazones, y sus propias convicciones. Entonces tratan de atrapar a Jesús, versículo 2, “Y le hablaron diciendo: dinos ¿con qué autoridad haces estas cosas? ¿o quién es el que te ha dado esta autoridad?”

Ahora, permítame tan solo darle una pequeña nota a pie de página. Vivían en un mundo en dónde la autoridad era algo muy prominente, existía esta especie de jerarquía tipo pentágono, muy compleja. Había gente que estaba a cargo de las ramas para los festivales, gente que estaba a cargo de la música, trompetas, el pan, sal, madera, ofrendas de bebidas, echar suertes, ofrendas quemadas, aguas, señales, inciensos, cortinas, túnicas, todo. Y existía esta jerarquía de arriba hacia abajo, hasta el sumo sacerdote y abajo de él el capitán del templo, que era el siguiente en rango, con el resto de la gente que estaba en rango. Y usted simplemente no se movía a menos de que usted tuviera autoridad. Y todos de manera colectiva se unieron porque básicamente han sido aplastados. Y todos pueden estar de acuerdo, con que este es un hombre terrible, quien está haciendo cosas terribles, quien no les pone atención.

Y piensan que la pregunta que necesitan hacer es una pregunta de autoridad porque ellos piensan que la gente, el pueblo va a entender esto. ¿Dinos con qué autoridad haces estas cosas? ¿Qué cosas? ¿Qué cosas? Bueno, algunos han sugerido enseñanza, eso es apropiado. Usted no podía enseñar en el templo al menos de que usted hubiera sido ordenado por el Sanedrín. Algunas personas creen que son los milagros. Y usted recuerda que Él hizo algunos milagros, los ciegos y los cojos recuerde usted, estaban viniendo a Él y Él los sanó. Pero ese realmente no es el asunto aquí. Lo que les ha hecho hacer esta pregunta es la limpieza del templo. Eso es el “estas cosas.” ¿Cómo te atreves a apoderarte de este lugar? Estas cosas, refiriéndose a la Entrada Triunfal, la afirmación que tú estás dispuesto a aceptar ser el Mesías, tú entras, limpias el lugar, y después te apoderas de él. ¿Por qué autoridad?

Y creo que a eso se están refiriendo, porque ahí atrás en Juan, en Juan capítulo 2, al principio de Su ministerio cuando Él limpió el templo la primera vez, cuando Él vino por primera vez. “Los judíos por tanto le respondieron y le dijeron, ¿qué señal nos muestras al hacer estas cosas?” ¿qué permiso tienes para hacer esto? Es la misma pregunta otra vez. Querían saber de dónde obtuvo el permiso la primera vez, querían saber de dónde obtuvo el permiso esta vez. Porque autoridad, y simplemente, quién te la dio. Ahora, todo mundo entendía eso. Todo mundo entendía eso. Toda la gente entendía que habían reglas, que habían elementos de autoridad que tenían que ser consultados. También sabían que Jesús siempre afirmó que tenía Su autoridad de parte de Dios. Él siempre dijo eso, Él dijo, “Hago lo que Mi Padre me dice que haga. Hago lo que Mi Padre me muestra que haga. Hago la voluntad de Mi Padre.” Creo que ellos habrían esperado que Él dijera, “Tengo Mi autoridad de Dios,” a lo cual ellos podrían haber respondido, “Blasfemo, blasfemo,” y lo habrían apedreado.

Y entonces, hicieron la pregunta, Él era tan indiferente a la autoridad, y sabe una cosa, inclusive una nota a pie de página. Inclusive los rabinos no solo tenían una ordenación, sino que era bastante típico para un rabino, usar un sombrero para mostrar quien era su mentor, entonces su sombrero identificaba con quien estaba usted relacionado. Quizás Jesús ni siquiera usaba un sombrero. Estaban tan preocupados por la autoridad. Y la respuesta de Jesús, los exhibe por lo que realmente son. Vamos de la confrontación a lo que llamamos la contra-pregunta, versículo 3, la contra-pregunta, “Respondiendo Jesús, les dijo: Os haré yo también una pregunta; respondedme.”

Este es estilo rabínico tradicional, los buenos maestros siempre hacen esto, pero este es el estilo rabínico clásico, usted responde una pregunta con una pregunta, para forzar a un alumno a profundizar en el asunto, en el dilema. Jesús no está evadiendo la respuesta, Él está desenmascarando su hipocresía. Ellos saben de dónde ha venido Su autoridad, Él lo ha dicho muchas, muchas veces. Ellos saben eso. Simplemente están tratando de que Él lo diga, para que puedan acusarlo de blasfemia y lo maten. Pero en lugar de responder a su pregunta, Él exhibe su hipocresía.

Supuestamente ellos deben ser los grandes maestros de Israel, supuestamente deben conocer todas las respuestas a todos los temas, supuestamente deben ser los líderes del pueblo, supuestamente deben tener una omnisciencia total acerca de todo asunto teológico espiritual. Entonces, Él les dice, “permítanme hacerles una pregunta.” Por cierto, Jesús hizo esto mucho, mucho. Lo hizo en el capítulo 5, capítulo 6, capítulo 11, lo volverá a hacer en el capítulo 20, en dónde Él responde una pregunta con una pregunta. Él dice esto, versículo 4, Les voy a hacer una pregunta, “Os haré también una pregunta; respondedme: El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?”

Ahora, todo mundo aquí sabía de Juan, estamos hablando de Juan el Bautista, ¿verdad? Juan el Bautista es el profeta quien estuvo ahí en el desierto en el río Jordán, bautizando a la gente, al pueblo con un bautismo de arrepentimiento, preparándolos para la venida del Mesías. Usted recuerda como el libro de Lucas comienza, el ángel vino a Zacarías y dice: “Vas a tener un hijo, aunque eres estéril y eres de mucha edad, edad avanzada, tu esposa Elizabeth, y tú van a tener un hijo. El hijo va a ser el precursor del Mesías.” Tuvieron al hijo, el hijo era Juan. Juan crece, anuncia que el Mesías viene. Juan prepara al pueblo para la venida del Mesías a llamarlos al bautismo. Salgan aquí, confiesen su pecado, simbólicamente entran al agua, simbolizando una limpieza del pecado, conforme preparan su corazón para la venida del Mesías, toda Judea viene ahí a Juan, estas personas todas están siendo bautizadas porque quieren estar listas cuando el Mesías venga. Un día Jesús se aparece, Juan dice, aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, Juan bautiza a Jesús, la voz del Padre, “Este es mi Hijo Amado en quien tengo complacencia.” El bautismo de Juan habla de su ministerio profético entero. El bautismo de Juan no solo está hablando del acto en sí del bautismo.

Entonces, cuando nuestro Señor dice, “Acaso el bautismo de Juan fue del cielo o de los hombres,” Él está diciendo, el ministerio de Juan. Su llamado al arrepentimiento y un bautismo apropiado para demostrar externamente ese arrepentimiento realmente era un bautismo de prosélitos, era pedirle a un judío que dijera, tienes que tratarte a ti mismo como si fueras un gentil, porque este tipo de bautismo era usado cuando los gentiles querían unirse a los judíos en su adoración. Debido a que eran gente de afuera, era un rito que tenían que cumplir, él está diciendo: “tienes que tratarte a ti mismo como un judío, como si fueras un gentil de afuera, y confesar tu pecado y arrepentirte de tu pecado, y atravesar por una demostración ceremonial de esto.” Este fue el bautismo de Juan para estar listos para el Mesías. Juan apunta a Jesús como el Mesías. Usted puede leer todo eso en Lucas 3, todo está allí a detalle, no voy a tomar el tiempo para explicarlo.

Entonces, la pregunta es bastante simple. ¿Acaso esta obra era de hombres o era de Dios? ¿Vino del cielo, o de los hombres? Ahora, este es un dilema imposible. Un dilema imposible, para ellos. Quieren decir, vino de los hombres. Ese es un problema. No quieren decir que vino de Dios. Ellos no creen eso. Odian esa idea. De regreso en Lucas capítulo 7, se registra que ellos adoptan una postura en referencia a Juan el Bautista cuando todo el pueblo, versículo 29, “Cuando todo el pueblo y los publicanos oyeron esto, reconocieron la justicia de Dios, habiendo sido bautizados con el bautismo de Juan.”

Entonces, el pueblo salió y pasó por este bautismo diciendo, sí queremos estar listos, sí queremos confesar nuestros pecados y arrepentirnos, queremos estar ahí cuando el Mesías venga, establecer el reino. Pero Lucas 7:30, “Los fariseos y los interpretes de la ley rechazaron el propósito de Dios para sí mismos, no habiendo sido bautizados por Juan.” Lo rechazaron. No lo iban a hacer, eso habría sido una admisión de que estaban afuera del pacto. Eso habría sido admitir que estaban fuera del reino, no eran santos. No había manera en la que iban a aceptar eso.

Entonces su respuesta es, “Juan no es de Dios, es de los hombres.” Entonces, Jesús los coloca en una esquina sin salida. Acaso, fue el bautismo de Juan del cielo o de los hombres. Por cierto, Marcos 11:30, en el relato paralelo dijo, Jesús entonces dijo: “Respondedme” simplemente apretando la situación un poco más. Entonces, están entre la espada y la pared, en términos proverbiales. O admites que Jesús es el Mesías, o niegas que Juan el Bautista es un profeta de Dios. Usted no puede admitir que Jesús es el Mesías, eso es imposible. Pero más vale que no niegues que Juan es un profeta, porque eso tiene consecuencias serias.

¿Cuáles son? Versículo 5. “Entonces, ellos discutían entre sí”. La palabra significa ‘deliberar”. Es interesante en el griego, en el pasaje paralelo en Mateo 21:25, el usa una palabra diferente, la cual significa “dialogar”.

Entonces, deliberaron y dialogaron. Y estaban diciendo: “Si decimos del cielo, dirá: ¿Por qué pues no le creísteis?” Si Juan es un profeta de Dios quien tuvo el ministerio del cielo, ¿por qué no le creyeron? ¿Por qué no le creyeron cuando él dijo que Jesús es el Mesías? Y versículo 6, “Si decimos de los hombres, todo el pueblo nos apedreará, porque están persuadidos de que Juan era profeta.” ¿Por qué los apedrearían? ¿Por qué? por blasfemia. Ellos irían de regreso al Antiguo Testamento a lugares como Éxodo 17:4; Números 14:10. Ellos los acusarían de blasfemia al llamar a un profeta de Dios, no un profeta de Dios.

Entonces, tenemos un verdadero problema aquí. Si decimos que es del cielo, entonces no tenemos excusa para no creer en él. Si decimos que es de los hombres, nos van a apedrear. Ahora, usted puede recibir esto de una multitud alterada emocionalmente, ¿no es cierto? Esto le muestra a usted cuán volátil era esta multitud en términos de su sentimiento temporal acerca de Jesús. Entonces, no pueden decir la verdad. Entonces, ¿qué van a hacer? Versículo 7, “Y respondieron que no sabían de dónde fuese.” Ellos no responden, ahí se desmorona su omnisciencia falsa, era su deber ser los guardianes de la verdad, en asuntos de la religión. Ellos se condenan a sí mismos, al no estar dispuestos a responder a la pregunta. “No sabemos.” No hay manera en la que puedan escapar otra vez del dilema, y Jesús les hace esto como dije muchas veces.

Eso lleva al punto final, la condenación. La confrontación llevó a la contra-pregunta, y finalmente la condenación. Esta es una de esas afirmaciones realmente tristes, tristes. “Entonces, Jesús les dijo: Yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas.” Eso simplemente es trágico, Jesús está diciendo, esencialmente, en base a lo que han hecho con la información que tienen, ya no les doy más, se acabó. Mientras que estaba enseñando al pueblo, predicándole el evangelio al pueblo, Él no tiene absolutamente nada que decir a los líderes. Ellos conocían el ministerio de Juan. Ellos sabían que Jesús decía que Él, como también Juan vinieron de Dios. Juan y Jesús eran inseparables. Usted recibe a uno, recibe a los dos. No había punto alguno en aventar perlas ante los cerdos. Ellos rechazaron toda la luz de manera deliberada, no había razón para darles más. Esto es juicio en contra del liderazgo religioso de Israel. Juicio.

Más adelante en el 22:66, el concilio de ancianos y el pueblo se congregó, los principales sacerdotes y los escribas, ahí están de nuevo, el mismo grupo, más adelante, lo llevaron adónde se reunía el concilio, diciendo, “Si tú eres el Cristo, dinos. Pero él dijo, si yo os digo no creeréis, y si yo hago una pregunta no responderéis. Pero de ahora en adelante el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios.” Todo lo que queda para ustedes es juicio. “Y todos ellos dijeron, ¿eres entonces el Hijo de Dios?” Y finalmente esto es lo único que Él les dijo, “Sí, lo soy.” Y, ¿Cuál fue su respuesta? “¿Que más testimonio necesitamos?, lo oímos nosotros mismos de su propia boca.” Mátenlo. No sirve de nada decirles algo, están tan concentrados en su incredulidad. Capítulo 23, versículo 8 “Herodes, estaba muy contento cuando vio a Jesús, él había querido verlo por mucho tiempo, porque él había estado oyendo de Él, esperando ver alguna señal que Él hiciera.” En el 23:9, él lo cuestionó con cierto tiempo, y Él no le respondió nada. Herodes pensó que era un hombre bastante importante. Jesús nunca respondió alguna pregunta que él hizo. Nada que decir. Nada que decir.

Esto es juicio, esto es Génesis 6:3, “Mi espíritu no contenderá con el hombre para siempre.” Hay un fin en la paciencia de Dios, esto es Nehemías 9:30, “Tú fuiste paciente con ellos por muchos años, y los amonestaste por tu Espíritu, mediante tus profetas. Sin embargo, no te oyeron por lo tanto los entregaste en mano de los pueblos de la tierra.” Llega un momento cuando Dios dice, “No tengo nada más que decirte.” Isaías lo reitera, Isaías 63:10, “Se rebelaron, entristecieron a su Espíritu Santo, por lo tanto, Él los entregó para volverse en su enemigo, peleó contra ellos.” Jeremías, capítulo 11, muy parecido, un par de versículos, versículos 7 y 11, “Porque Yo advertí de manera solemne a vuestros padres, en el día que los traje de la tierra de Egipto, inclusive hasta este día. advirtiendo de manera persistente diciendo, “Escuchad mi voz,” no lo hicieron. Versículo 11, “Por tanto, así ha dicho Jehová, estoy trayendo desastre sobre ellos, del cual no podrán escapar y aunque clamen a mí, no los escucharé.”

Usted se acuerda de Lucas 19, versículo 41, “Cuando Él se acercó a la ciudad, Él la vio, y lloró y dijo: Si hubieras conocido en este día inclusive tú las cosas que traen paz. Pero ahora han sido escondidas de tus ojos.” Para el pueblo todavía se extiende la misericordia, el evangelio extendido, el mensaje se extiende. Y en Pentecostés habrá tres mil que creerán, y miles después. Pero para los líderes, se acabó. Se acabó. E inclusive la resurrección, cuando Él resucita de los muertos, no creerán, sino que van a inventar una mentira para cubrirla. Yo pensaría que inclusive en una congregación como esta en esta mañana, hay algunos como el pueblo, Él Señor todavía está extendiendo Su mano. Hay aquellos. Hay algunos como los líderes, la puerta está cerrándose de manera permanente.  ¿Cuántas veces puede usted oír el evangelio y rechazar el evangelio antes de que el Señor dice: “No tengo más que decir”? No deje que eso suceda. Conforme venimos a la cruz, en esta mañana, asegúrese de que su conocimiento del Cristo que fue crucificado es personal, e íntimo, y transforma su vida, y no solo es histórico.

Padre nuestro, conforme ahora venimos a Tu mesa en estos momentos finales, expresamos nuestra preocupación, nuestra preocupación profunda por los corazones y vidas de aquellos que están aquí, que seamos una congregación con un conocimiento verdadero de ti. La religión puede ser un lugar tan bueno para esconderse para los hipócritas. Oramos Señor porque se exhiba cualquier corazón hipócrita. Y que alguien que no tenga una relación correcta contigo viva en temor de que el fin va a llegar y Tú digas no tengo nada más que decirte a ti, y el juicio apague la luz, y deje únicamente oscuridad permanente.

Antes de que eso llegue a suceder, para aquellos que han oído y oído y oído; y resistido, y resistido, y resistido, que éste sea ese día cuando verdaderamente se arrepientan y abrasen el evangelio. Y cómo cristianos que venimos a la cruz que reconozcamos que este odio, esta amargura que llevó a estos hombres a incitar a esta multitud aparentemente leal en un momento, a gritar ¡Crucificadle! ¡Crucificadle! Por horrible que fue, fue el acto más grande de gracia jamás realizado, porque en su odio y al matar al Hijo de Dios, vino el sacrificio para nuestros pecados. Y mientras que odiamos lo que le hicieron a nuestro Salvador, amamos lo que Tú hiciste a través de Él.

Entonces venimos con corazones agradecidos, y corazones penitentes a recordar Su muerte por nosotros. Amén.

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