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Abramos nuestras Biblias al cuarto capítulo de Lucas; nuevamente, esta mañana, Lucas, capítulo 4. Ésta es la segunda parte en “La misión del Mesías.” La misión del Mesías. Una porción muy importante de las Escrituras. Y como aprenderemos en el estudio continuo de Lucas, si no lo hemos aprendido ya, Lucas es muy, muy selectivo en el material de la vida de Cristo que él escoge. Y parece que él escoge lo que es preeminente. Parece como si todo fuera significativo. Y ese es ciertamente el caso en Lucas capítulo 4, versículos 16 al 21, en donde nos encontramos.

Permítame regresar un poco porque soy consciente del hecho de que tenemos a muchas personas que nos visitan y que están llegando a nuestra iglesia y no han tenido la oportunidad de venir a estudiar con nosotros. Y quiero darle simplemente un contexto general en el cual encaja el mensaje que les quiero dar esta mañana.

El gran tema de la Biblia es salvación. Si alguien le llega a preguntar… ‘la Biblia es un libro grande, tiene 66 libros, ¿cuál es el mensaje de la Biblia?’ Y puede decirle que el mensaje es salvación… Ése es el mensaje. El mensaje de la Biblia es que Dios, el Creador del universo, en Su gracia rescata a pecadores condenados del castigo eterno del infierno y los lleva al gozo eterno del cielo. Ése es el tema de la Biblia. Y lo repito… Que Dios, el Creador del universo, en Su gracia rescata a pecadores condenados del castigo eterno del infierno y los lleva al gozo eterno del cielo. Y desde Génesis, capítulo 3, en donde el hombre cae en pecado, hasta Apocalipsis, capítulo 22, al final de la Biblia, la salvación es el tema de los 66 libros de la Escritura. Salvación del infierno, salvación del pecado es el mensaje constante que vemos a lo largo de la Biblia. Dicho de otra manera, Dios, el Creador del universo, para Su propia gloria, ha escogido crear y congregar para sí mismo a un grupo de personas para que sean los súbditos de Su Reino eterno, quienes alabarán, honrarán y servirán a Él para siempre mientras que disfrutan de las riquezas plenas de Su bendición. Ése es el tema de la Biblia.

Y debido a que todos son pecadores y no se pueden salvarse a sí mismos del infierno y no pueden salvarse del castigo que merecen por su pecado, Dios debe rescatarlos. Dios debe diseñar una manera en la cual pueda salvar a pecadores del pecado y del infierno. Dios debe diseñar un plan mediante el cual Él pueda perdonar a pecadores por todo su pecado o de todo su pecado. Y para hacer eso, un pago justo por el pecado debe ser hecho, Su justicia debe satisfecha; y por lo tanto, debe haber un pago por el pecado para satisfacer Su justicia santa mientras que al mismo tiempo, no puede ser el pecador quien pague por su pecado o será condenado al infierno. La única manera en la que puede pagar el precio por su pecado. Por lo tanto, Dios necesita proveer un sustituto. Dios debe tener un sustituto que pueda pagar la paga de los pecados de Su pueblo. Dios tiene que encontrar a alguien que muera en lugar de los pecadores, que sienta la ira de la justicia santa contra el pecado.

La Biblia nos dice que esa persona es el Hijo de Dios, quien es Dios quien vino al mundo en carne humana para ser el Sustituto que llevaría la ira de Dios y moriría en lugar de los pecadores y es el Señor Jesucristo, el Mesías. A lo largo del Antiguo Testamento se nos dice que viene, el Hijo, el Salvador viene. Él es la persona principal en el Antiguo Testamento a manera de expectativa. El Antiguo Testamento comienza a hablar de Él en Génesis 3:15, se hace referencia a Él como la simiente de la mujer, el que aplastará la cabeza de la serpiente. Él es el traspasado de Zacarías, a quien Israel se vuelve y por cuya muerte Dios abre la fuente de perdón para todos los que lloran por su pecado y creen en Él. Él es aquel que es simbolizado en todos los sacrificios de la ley mosaica. Él es el siervo sufriente, el sustituto sufriente de Isaías y de los otros profetas que fue herido por nuestras transgresiones y molido por nuestros pecados y el castigo de nuestra paz con Dios es colocado en Él y por Sus llagas fuimos nosotros curados.

Entonces, a lo largo del Antiguo Testamento Mesías es presentado como el que va venir, el que va a traer el Reino, el que va a traer el perdón, el que va a traer la época de salvación, el que va a morir por las transgresiones de Su pueblo. El que se volverá el sustituto, el sacrificio, el verdadero Cordero de Dios que quitará el pecado del mundo.

Entonces, el Antiguo Testamento espera la venida del Señor y Salvador, el Mesías. Y todos los judíos sabían eso y estaban esperando y esperando y esperando, durante siglos estuvieron esperando que viniera el Mesías. Y después, Él vino; y los cuatro Evangelios Mateo, Marcos, Lucas y Juan registran Su llegada. Estamos estudiando el relato de Lucas; y los cuatro Evangelios son relatos paralelos que pueden ser mezclados para obtener la historia completa. Son complementarios entre sí. Pero ciertamente la llegada del Mesías es digna de cuatro biografías concentrándose en las riquezas del cumplimiento de toda la profecía del Antiguo Testamento. Entonces, estamos viendo el relato de Lucas de la llegada del esperado y prometido Señor y Salvador y Mesías.

Ahora, veamos los versículos 16 al 21 conforme llegamos aquí al capítulo 4. El Mesías ha llegado a la edad de 30 años y ha comenzado Su ministerio. Lucas registra el primer incidente en su Evangelio del ministerio de Jesús. Y como les dije antes, no es el primero en el ministerio de Jesús, Él ha ministrado ya por un año; pero Lucas se brinca eso. Ocurrió, primordialmente ahí en Judea y Lucas comienza con el ministerio de Jesús en Galilea en el norte; y con un incidente que en cierta manera echó a andar ese ministerio. Y esa es Su predicación en la sinagoga en Su ciudad natal de Nazaret. Versículo 16: “Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a Su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: ‘El Espíritu del Señor está sobre Mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos;  A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en Él. Y comenzó a decirles: ‘Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.’” Vamos a dejarlo en ese punto.

Ahora, recordarán que Lucas se brincó los primeros meses del ministerio de Jesús. Su ministerio, de hecho, comenzó con Su primer milagro en Caná, la cual es una ciudad adyacente a Nazaret. Después de haber sido bautizado por Juan, fue tentado por el diablo 40 días en el desierto, después de eso fue ministrado por los ángeles, después fue a Caná a asistir a una boda a la cual su familia había sido invitada. Las bodas normalmente duraban una semana; y ahí fue que llevó a cabo el primero de Sus milagros convirtiendo el agua en vino.

Después de eso, se fue y llegó a la parte norte del mar de Galilea, a un pueblo en donde ministró por unos días, hizo algunos milagros como indica el versículo 23 de este pasaje, y luego procedió directamente de nuevo al sur, a Judea y Jerusalén, adonde ministró por muchos meses en Su primer ministerio de Judea. Lucas no nos cuenta eso, tampoco Mateo o Marcos, pero Juan llena los espacios ahí en los primeros tres capítulos del Evangelio de Juan; de hecho los primeros cuatro capítulos, porque en el capítulo 4, Él va hacia el norte y va por Samaria en donde encuentra a la mujer ahí en el pozo. Y muchos de los samaritanos creyeron en Él como Señor y Salvador. Entonces, Lucas retoma la historia después de que Él regresó a Galilea y lanza Su ministerio galileo.

Ahora, como les dije la última vez, el ministerio en Galilea es definido en el versículo 14. “Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió Su fama por toda la tierra de alrededor. Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.” El ministerio de Galilea dura alrededor de año medio en la vida de Jesús y el registro de Lucas va de aquí hasta el capítulo 9, versículo 50. Entonces estaremos hablando acerca de Su ministerio en Galilea por un buen tiempo. La naturaleza del cual fue la enseñanza. Y Él estuvo enseñando en la sinagoga. Había unas 240 ciudades y villas en Galilea, tal cual les he dicho, cada una de las cuales tenía por lo menos una sinagoga; y algunas tenían más que eso. Había suficientes lugares para que Él enseñara. Y eso es lo que Él hizo por año y medio. Enseñó, claro, y también hizo algunos milagros maravillosos. Y todo comienza entonces en el versículo 16. Él inicia Su ministerio de Galilea yendo Nazaret, Su ciudad, en los montes galileos - un lugar maravilloso que uno puede visitar inclusive el día de hoy. Usted inclusive puede ir a la villa de Caná, donde hizo Su primer milagro, que está cerca.

Y dice que Jesús fue criado ahí después de que dejó Belén y escapó a Egipto para evitar ser matado por Herodes; Él entonces fue Egipto y regresó a Nazaret en donde vivió la mayor parte de Sus 30 años ahí en oscuridad, sin ni siquiera enseñar ni hacer ningún milagro, simplemente estando en silencio con Su familia en Nazaret. Y Su costumbre, mientras que estuvo en esos 30 años al crecer, era ir a la sinagoga en el día de reposo. Las sinagogas eran lugares donde se congregaban, sunagogos, significa un lugar donde te congregas, una congregación. Y éstos eran lugares que surgieron después de la cautividad babilónica en donde los judíos se congregaban y eran llamados por Filo “casas de instrucción.” Y el propósito era ir allí y escuchar la palabra de Dios explicada. Podía ser leída y explicada todo día de reposo como también durante la semana. Había muchas, muchas ocasiones durante la semana en la que la palabra de Dios era leída y explicada; pero particularmente en el día del reposo.

Ahora, este fue un día de reposo único. Por primera vez estaba Jesús, versículo 16, quien se puso de pie para leer. Él fue escogido para ser el lector y el expositor. Y lo que hacían era que leían las Escrituras; y después la exponían o explicaban el significado. Y eso es exactamente lo que Jesús hace. En muchos, muchos, muchos días de reposo, Él había estado en la sinagoga, todo el mundo lo conocía, lo había visto crecer, conocía a Su familia, a Su padre, a Su madre, Sus hermanos y hermanas. Conocía a la gente de la comunidad. Era un lugar lo suficientemente pequeño; y las sinagogas eran lo suficientemente pequeñas como algunos historiadores creen; Nazaret tenía 20,000 habitantes y habrían habido muchas sinagogas… Esta sería una con la que estaban muy familiarizados… Estaban muy familiarizados el uno con el otro y lo conocían bien. Pero Él nunca antes había enseñado. Él siempre había estado callado y ahora es el momento en el que se pone de pie, lo cual significa leer las Escrituras y explicarlas para ser el predicador que diera el sermón ese día.

Versículo 17, el jazán, es llamado el ministro en el versículo 20, le dio el libro de Isaías; aparentemente no abierto. E Isaías pudo haber sido la lectura normal en ese entonces. Había un calendario de lecturas, como les dije, en la ley mosaica, que siempre se llevaba a cabo. Pudo haber habido un calendario de lecturas de los profetas también mientras que la ley mosaica fue prescrita exactamente qué versículos leer. Pudo haber más flexibilidad con el material profético y parece como si simplemente se le dio el libro a Él, y abrió el rollo y encontró el lugar donde estaba escrito. Es posible que Jesús escogiera el lugar. También es posible que ese fuera el lugar que le tocaba leer. Y no podemos estar seguros de una u otra manera.

Y primero, leyó Isaías 61:1 y 2; y Jesús, sin duda alguna, dio un sermón completo lo que significa que Él lo leyó y dio los detalles con respecto a Su exposición. Lo que Lucas está haciendo aquí es resumir el material textual usado por Jesús en el sermón de la sinagoga. Un sermón normal de la sinagoga tomaba un texto y presentaba una exposición del mismo.

Ahora, Jesús esencialmente les está diciendo como vimos la última vez: “Yo soy el cumplimiento de estas profecías y el año agradable del Señor”… Versículo 19… “Es ahora.” El año agradable del Señor es la era de la salvación, la época de la redención. Él simplemente está diciendo ‘el Mesías prometido está aquí, la salvación ha llegado. Ya no es futura, ya no es algo que deben esperar, está aquí, es ahora. Yo, quien estoy frente de ustedes, soy Su Salvador y Mesías. Yo soy el cumplimiento de estas profecías.’

Ahora, ellos sabían a partir de Isaías 61:1 que cuando el Mesías viniera -sabían que era un pasaje Mesiánico- el Espíritu del Señor estaría sobre Él y sería ungido, tal como lo dice la primera parte del versículo 18. Y claro, esta es una realidad de Jesús ahí en el capítulo 3, versículo 21. Lucas presenta de manera clara que Jesús estaba siendo bautizado, mientras que Él estaba orando, se abrió el cielo, el Espíritu Santo descendió sobre Él. En el capítulo 4, versículo 1, estaba lleno del Espíritu Santo y fue guiado por el Espíritu. Capítulo 4, versículo 14, regresó a Galilea en el poder del Espíritu y era muy importante que el Mesías iba a tener el poder completo del Espíritu de Dios sobre Él. Y ese es el caso de Jesús. Entonces, Jesús es el cumplimiento de esta profecía. “El Espíritu del Señor está sobre Mí por cuanto me ha ungido.” Y como le dije en el pasado, en Su encarnación, el segundo Miembro de la Trinidad fue apartado o hizo a un lado el uso independiente de Sus propios atributos, se volvió hombre y se sometió el poder del Espíritu Santo quien vino sobre Él para capacitarlo, para hacer Su ministerio y ungirlo con poder divino. Entonces, Jesús es ese Mesías y Él dice en el versículo 21: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros, Yo soy el Mesías y este es el día de salvación.”

Ahora, Jesús, a lo largo de Su vida en la sinagoga oyó muchos, muchos sermones. Todo día de reposo oían sermones y toda semana -había días durante la semana, martes, miércoles, jueves, viernes- cuando usted iba a la sinagoga y oía la lectura de las Escrituras y la exposición de las Escrituras. Ellos estaban acostumbrados a esto. Y el tema más importante con el que ellos trataban era la esperanza de la venida del Mesías. Y entonces, era común que oyeran el mensaje del Mesías, particularmente, claro, cuando los profetas eran leídos; pero inclusive cuando la ley mosaica será leída y eran traídos de nuevo bajo la condenación y la obligación de la ley. Había una declaración del hecho de que finalmente habría un sacrificio definitivo, el que llevaría a cabo la expiación final por el pecado. Entonces, de manera constante en la predicación de la sinagoga, el Mesías, la venida del Señor y Salvador, era el tema de los sermones y mantenía los corazones de las personas en espera de la llegada del Mesías.

Investigué un poco esta semana y quería descubrir cómo era un sermón típico en la sinagoga. Algo que un judío del primer siglo habría escuchado en un día de reposo típico en la sinagoga. Y encontré uno del primer siglo. Este sermón ha sido preservado lo largo de los siglos y fue un sermón que alguien predicó en una sinagoga de Judea en el primer siglo. Y esto, basado en Isaías 61:10. “Me vistió con vestiduras de salvación.” Y esta es la traducción en español de lo que era el sermón. “Fuera quien fuera el predicador dijo esto: “Siete atuendos del Santo, me bendijo Él, ha colocado sobre mí y me lo puso desde que el mundo fue creado hasta la hora en la que castigará a los impíos.” Cuando Él creo el mundo, se vistió a sí mismo en honor y majestad, tal como dice en el Salmo 104:1: “Tú estás vestido en honor y majestad.” Cuando Él perdonó los pecados de Israel, se vistió, de blanco porque leemos en Daniel 7:9 “Su vestimenta es blanca como la nieve.” Cuando Él castiga a los pueblos del mundo, se va a vestir con las vestimentas de venganza como dice Isaías 59:17 “Tomó ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de celo como de manto.” El sexto atuendo, la sexta vestimenta que se vestirá cuando venga el Mesías. Después se vestirá a sí mismo en un atuendo de justicia, por cuanto dice: “Pues de justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de salvación en Su cabeza.” El séptimo atuendo que se vestirá cuando castigue a Edom, entonces se vestirá a si mismo con un vestido rojo, adom, porque dice en Isaías 63:2: “¿Por qué es rojo tu vestido?” Pero el atuendo que se podrá el Mesías, brillará desde un extremo de la tierra al otro ya que dice en Isaías 61:10: “Me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.”

Entonces, ellos están viendo a ésta como una predicción mesiánica del Mesías vestido con salvación. Y después, el predicador dijo “bendita es la hora cuando el Mesías venga.” Ésta era su conclusión. “Bendito sea el vientre del que vendrá. Benditos son Sus contemporáneos que son Sus testigos oculares en Su llegada. Bendito es el ojo que es honrado con la vista de Él, porque la apertura de Sus labios es bendición y paz; Su conversación es un movimiento de los espíritus. Los pensamientos de Su corazón son confianza y gozo. La conversación de Su lengua es perdón. Su oración es el incienso dulce de ofrendas. Sus peticiones son santidad y pureza. ¡Oh, qué bendito es Israel para quien Tú has sido preparado!; porque dice en el Salmo 31:19: “¡Cuán grande es Tu bondad, que has guardado para los que te temen!”

En otras palabras, en el sermón había una tremenda emoción y esperanza y expectativa por la venida del Mesías. Bendita es la hora cuando el Mesías viene. Bendito es el vientre del que viene. Benditos son los contemporáneos que son los testigos oculares. Bueno, todo eso era realidad el día de hoy. Ellos muchas veces habían oído sermones de cómo cuando el Mesías viniera estaría vestido de justicia, Él traería perdón y bendición; y aquí Él está delante de nosotros hoy, las Escrituras han sido cumplidas en vuestros oídos.

Ahora, la vez pasada estudiamos esto; pero dejamos a un lado el mensaje del versículo 18. Y quiero llevarlos ahí. Su ministerio aquí es definido. Cuando el Mesías viene, ¿qué es lo que va hacer? Dice que predicará el Evangelio a los pobres, proclamará libertad a los cautivos, le dará vista a los ciegos y libertará a aquellos que están oprimidos al proclamar el año agradable del Señor. Su ministerio es entonces descripto en una serie de frases en el versículo 18, frases que están construidas en torno a infinitivos que describen la obra del Mesías, la obra de salvación.

Y hay cuatro metáforas. Los pobres, los prisioneros, los ciegos y los oprimidos. Estas cuatro metáforas describen a los no redimidos, describen a lo no salvos, describen a los perdidos, a los no convertidos, a los no perdonados. Resumen la obra de salvación. Él predica buenas nuevas a los pobres, libertad a los prisioneros, da vista a los ciegos y libertad a los oprimidos. Cada uno de estos presenta un retrato metafórico del pecador en la condición desesperada de su necesidad. Y usted recordará que antes leí el Salmo 107. El Salmo 107 tiene varios paralelos, y le voy a dar el privilegio de que usted regrese y los vea ahí; pero es una expansión magnífica de las imágenes que usted tiene aquí y por eso lo leí antes en el servicio.

Ahora, cuando usted piensa en el mundo, en los inconversos en el mundo, así es como usted debe verlos. De hecho, pueden ser ricos, pueden ser de hecho libres, de hecho, pueden no tener problemas físicos, mucho menos ceguera. Y pueden parecer estar en la cúspide del mundo, muy exitosos. Pero la realidad es que cualquier pecador entra en estas categorías. Fuera de salvación que Cristo trae, son pobres, son prisioneros, son ciegos y están oprimidos.

Esta es la condición desesperada del pecador; y hasta que el pecador llegue al reconocimiento de esa condición no habrá un deseo porque él busque una solución. Cuando vemos al mundo que nos rodea, no los podemos ver de manera superficial. En la superficie pueden verse ricos, como dije, pueden creer que tienen libertad ilimitada, absoluta, la cual es la manera en la que la mayoría de los pecadores viven en nuestra sociedad. Tienen libertad de expresarse a sí mismos como quieren, pueden gozar de mucha salud física y bienestar y aprovechar toda la condición física y toda la asistencia médica que pueden obtener, pueden pensar que están en la cumbre del mundo en términos de estilo de vida, pero la verdad es que es espiritualmente son pobres, prisioneros, son ciegos y están oprimidos. Y tienen que llegar a ver eso para que se vuelvan al que los puede librar. Son como la gente de quienes leímos en el Salmo 107. Tienen que reconocer que están divagando en el desierto, no tienen agua ni alimento y no pueden encontrarlo ningún lugar. Tienen que reconocer que tienen una ceguera y una oscuridad y una sombra de muerte; una sombra de muerte y una condenación de muerte que está colgando sobre ellos y no pueden hacer nada al respecto. Tienen que reconocer que están en una tormenta que no pueden enfrentar y al final de la tormenta viene su destrucción. Y tienen que reconocer que no hay recursos personales a los que pueden volver para resolver el dilema mortal inminente en el que se encuentran. Y ese es el punto de lo que Jesús está diciendo aquí cuando abre el significado de Isaías 61. Cuando el Mesías viene, Él va a lidiar con los pobres, los prisioneros, los ciegos y los oprimidos. Veámoslos uno a la vez.

El primero en el versículo 18: “El Espíritu del Señor está sobre Mí,” eso lo está identificando a Él como el Mesías, el Espíritu lo ha ungido, el Mesías significa el ungido.” Y el primer propósito es predicar el Evangelio a los pobres. Usted oye mucho la palabra “evangelio”, y simplemente es una palabra que significa buenas nuevas. Es una palabra antigua que se deriva de lo que era bueno. Son las buenas nuevas. El Mesías va a estar capacitado por el Espíritu Santo para predicar las buenas nuevas a los pobres. Las buenas nuevas no son que las personas pobres van a volverse ricas, las buenas nuevas no son prosperidad económica. Las buenas nuevas no es una mejoría material. Aquí estamos hablando de riquezas espirituales. Las buenas nuevas son que las personas que son pobres espiritualmente, que está espiritualmente arruinadas, pueden ser liberadas de su pobreza.  

Ahora, permítame hablar de esa palabra “pobre,” si me permite, por un momento. El idioma griego es un idioma que es muy rico, que tiene un número casi ilimitado de matices - tanto en vocabulario como en la forma de palabra. Y aquí hay una palabra que enriquece mucho nuestro entendimiento, es la palabra ptochos, p-t-o-c-h-o-s si usted la translitera. Viene de un verbo que significa alguien que se encoge y es interesante, un verbo que significa encogerse o acobardarse. Expresa la idea de un mendigo, es la palabra que se refiere a un mendigo, alguien que se encoge en las sombras. El griego clásico usaba la palabra para referirse a una persona en destitución total que se encogía en algún punto en alguna esquina mendigando. Y en el griego clásico, la imagen era de que una mano salía y la otra mano se usaba para cubrir el rostro para esconder la identidad. Esto era tan vergonzoso. Y aquí tiene a una persona que había llegado al punto de destitución total. Aquí está el punto en el que está en una bancarrota total de todos sus recursos. Es usado, por cierto, la palabra ptochos para describir a un mendigo llamado Lázaro en Lucas 16:20 quien estaba mendigando por migajas, algo para comer. No es la palabra habitual para pobre. La palabra común para pobre, penichros, significa alguien que tiene algo muy poco.

Por ejemplo, la viuda de Lucas 21:2 es la viuda que tan sólo tenía unas cuantas monedas, era pobre. Tenía muy poco. Pero ptochos significa que no tienes absolutamente nada; y esa es la palabra aquí. El Mesías vendrá y va a traer buenas nuevas a la gente que esta destituida, la gente que no tiene nada. Y espiritualmente hablando, está hablando de personas que reconocen que no tienen nada de lo cual puedan presumir. En Lucas 6:20, Lucas registra a Jesús diciendo: “Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.” Y nuevamente, es una repetición de Mateo 5:3: “Bienaventurados los pobres en” ¿Qué?… “En espíritu,” no en dinero; sino en espíritu. Ésa es la condición de todo pecador. Todo pecador está en bancarrota moral. Todo pecador, en las palabras de Isaías, puede considerar su justicia como trapos de inmundicia. Todo pecador está destituido de cualquier cosa para poderse ganar el favor de Dios.

Y claro, esto va en contra de la mentalidad judía; ellos pensaban que mediante sus buenas obras y sus esfuerzos al guardar la ley ceremonial y obedecer el sistema mosaico, en ciertos puntos, siendo legalistas fastidiosos, ganarían la salvación. Y Jesús viene y destroza su perspectiva completa y dice que las únicas personas a las que el Mesías puede traer salvación son aquellas que reconocen su destitución espiritual. Y mientras que usted piense que usted es una buena persona, mientras que usted piense que su religión le sirve de algo, y piensa que su moralidad le sirve para algo, está condenado al infierno eterno y tiene una condición irremediable. Los pobres son aquellos, por otro lado, que reconocen su destitución espiritual total. Son totalmente incapaces de recuperarse sin ayuda. Son como la gente del Salmo 107 nuevamente, que están divagando en el desierto, sin alimentos, sin agua y lo saben. Son como esas personas que están sentadas en la oscuridad. Son como esas personas sentadas en cadenas, como esas personas en la tormenta del mar, no tienen recursos humanos para resolver su dilema y sólo pueden clamar a Dios. Son los que son verdaderamente pobres, los verdaderos prisioneros, los verdaderos ciegos y los verdaderos oprimidos. Entonces, la persona que llega al punto de reconocer que no tiene recursos disponibles para salvarse, sólo puede rogar por misericordia de Dios únicamente; y ellos, y solamente ellos, reciben la gracia de salvación. No hay orgullo, no hay certeza no hay confianza en uno mismo, tienen la mano totalmente vacía, sin nada que poderle ofrecer a Dios; y sólo se vuelven a Dios y reciben de Él lo que ellos mismos no pueden generar.

Por cierto, su pobreza no es un acto de piedad falsa. No es un la humildad falsa, es real. Ellos tienen el espíritu humilde y quebrantado de Isaías 66:2, tienen el quebranto de corazón y de espíritu quebrantado al que se refiere el Salmo 34:18 o el corazón contrito y humillado del Salmo 51. Es como el publicano en Lucas 18 que se golpea el pecho y dice Dios, ‘sé propicio a mí, pecador.’ Y se caen y ni siquiera levantan sus ojos para ver al cielo porque está encogiéndose y acobardándose en su destitución espiritual. Y junto a él está el fariseo diciendo: ‘Te doy gracias que no soy como los otros hombres, sino que ayuno y doy diezmos y hago estas cosas buenas, ¿no soy maravilloso?’ Jesús dijo: “El hombre que está rogando, el hombre con su rostro abajo, se fue a su casa justificado; no el otro. Es el estado de bancarrota espiritual entonces, cuando una persona ve su propia condenación en la que no puede hacer nada por liberarse.

La imagen es bastante vívida en un pasaje similar en Apocalipsis capítulo 3, versículo 17, cuando Jesús dice: “Porque tú dices: ‘Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad’; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo,” y ahí está de nuevo esa imagen. Tu problema que no te puedo ayudar porque no entiendes tu desesperación. Crees que eres rico, crees que tienes lo que necesitas pero no entiendes, eres miserable, pobre, ciego y desnudo.

Entonces, sean tan amables de notar esto: él no está hablando de los pobres económicamente. Pero es verdad, y quiero añadir esto como un comentario al margen, es verdad que la gente con necesidad económica, gente que realmente es pobre, personas que están en condiciones desesperadas en términos económicos son tierra fértil para el Evangelio porque sus circunstancias humanas los llevan a un nivel de desesperanza que no tienen otras personas que tienen sus necesidades físicas satisfechas pero no así sus necesidades espirituales. Conocemos gente que es pobre, gente que tiene muy poco; algunas veces son atraídos a Dios, mientras que gente que tiene todo materialmente no lo es. Jesús lo dijo de esta manera: “Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.” Sus riquezas se vuelven una barrera para entrar al Reino porque él no tiene sentido de su necesidad. Esa es la razón por la que en 1 Corintios 1:26 Pablo dice: “Pues mirad, hermanos,” (esta es la Iglesia de Corintio) “vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles, sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en Su presencia.”

Si usted mira a la gente del Reino, verá que Dios escogió los pobres. Son los pobres que vienen con mayor disposición, que tienden a llegar al nivel de desesperación personal que alcanza, entonces, la bancarrota espiritual para Dios. Santiago 2:5: “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?” A pesar de que no estamos hablando de que los que son económicamente pobres son enriquecidos, estamos hablando de las personas que reconocen su bancarrota espiritual y la gente que en gran parte llega a reconocer eso es la gente que tiene escasos recursos para enfrentar la vida.

Entonces, estamos hablando acerca de pecadores perdidos, pecadores sin recursos que están muertos de hambre, hambrientos, sedientos. Tal como dice el Salmo 107 en los versículos 4 al 9: “Anduvieron perdidos por el desierto, por la soledad sin camino, sin hallar ciudad en donde vivir. Hambrientos y sedientos, Su alma desfallecía en ellos. Entonces clamaron a Jehová en su angustia, Y los libró de sus aflicciones. Los dirigió por camino derecho, para que viniesen a ciudad habitable. Alaben la misericordia de Jehová, y Sus maravillas para con los hijos de los hombres. Porque sacia al alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta…Luego que clamaron a Jehová en su angustia, los libró de sus aflicciones; Los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte, y rompió sus prisiones.” El Mesías trae buenas nuevas a aquellos que están en bancarrota espiritual, que están destituidos espiritualmente y que lo saben y vienen al Señor con las palabras de ese himno “nada en mi mano traigo, simplemente a Tu Cruz me aferro.”

El segundo retrato es de prisioneros. También es igual de vívida. En el versículo 18: “Por cuanto me ha enviado a proclamar libertad de los cautivos.” Dios envió a Su Hijo para liberar a los cautivos. El pecador también puede ser visto como un cautivo, como un prisionero. No sólo como una persona pobre, alguien que está en bancarrota porque no tiene nada de valor delante de Dios, sin importar lo que tiene delante del mundo. No importa lo que tenga religiosamente, no tiene nada de valor delante de Dios, no tiene nada para comprar su salvación, para comprar su acceso al cielo; y entonces tiene que reconocer su destitución espiritual. Y es verdad que también es un prisionero, un cautivo. Esta es otra metáfora describiendo a la misma persona, el pecador perdido.

Las buenas nuevas es que Él ha venido, el Mesías, a proclamar libertad, aphesis; y la palabra aphesis traducida libertad tiene la idea de perdón… Perdón. La razón es que alguien está en la cárcel, piense en esto, y es porque ha sido colocado ahí por alguien más. Ha sido colocado ahí como castigo. Ahora, sabemos que Él no está hablando de prisioneros reales aquí, así como tampoco estaba hablando antes de personas económicamente pobres; Él no está hablando de prisioneros físicos reales aquí. Seguramente no había prisioneros en la sinagoga de Nazaret. Los prisioneros seguramente estarían en la cárcel. Entonces, está hablando de personas que son prisioneros espirituales, gente que está en esclavitud espiritual. Y esclavitud espiritual es a la culpabilidad y a la paga del pecado… A la deuda de esa culpabilidad que es la paga. Estos son cautivos, aichmalotos, significa literalmente prisioneros. Puede significar prisioneros de guerra, llevados en cautividad por una fuerza poderosa, llevados a prisión por crímenes considerados dignos de estar encarcelados y esperan su ejecución. Así es cómo ve al pecador. El pecador es un prisionero.

Y mire, no hay nada que probablemente sea tan verdad acerca de los pecadores hoy en día que piensen que están libres. ¿No diría que esto es verdad? Ellos de hecho ven al cristianismo como algún tipo de esclavitud, ¿no es cierto? Y ellos creen que son libres. Todo tiene que ver con derechos, todo el mundo tiene sus derechos y nadie va a violar mis derechos y yo puedo hacer lo que yo quiero hacer, soy libre de hacer lo que yo quiero. Y usted oye esa declaración una y otra y otra vez. Pero no son libres. La Biblia los define como cautivos. Son cautivos, el pecado los ha endeudado con Dios. No pueden pagar esa deuda. Ellos son prisioneros de Dios, esperando por Su justicia y Su santidad. Y están esperando la muerte. Y Satanás, de acuerdo con Hebreos 2:14 y 2:15, tiene el poder de la muerte, los tiene en esclavitud toda la vida por el temor de la muerte. Son los hijos de ira de Efesios 2:1 y 2; están bajo el poder y la autoridad de Satanás. Entonces, hay un sentido en el que son cautivos al pecado, están cautivos a Satanás y bajo el dominio de Satanás, el príncipe del poder de la potestad del aire; y sin embargo, todo eso es sólo una sub definición. El verdadero soberano, el verdadero juez de ellos, que los ha encarcelado y los hace responsables y los ha sentenciado a muerte es Dios mismo. Es Dios quien destruye tanto en el alma como el cuerpo en el infierno. Entonces, el pecador es un cautivo. Él es un cautivo de Satanás, es un prisionero del pecado; pero más que eso, es un prisionero del ejecutor eterno quien es Dios, quien lo hace responsable y lo hace esperar a su ejecución eterna.

En el Salmo 79:11 leemos: “Llegue a Tu presencia el gemido de los presos. Conforme a la grandeza de Tu brazo, preserva a los sentenciados a muerte.” Así es con los pecadores. Son prisioneros en virtud de su pecado. Están condenados a morir. Isaías 42:5: “Así dice Jehová Dios, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan: Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas.” Eso es lo que Dios dice. Voy a enviar a mi siervo, el Mesías, para hacer esto, para dar vista a los ciegos y liberar a los cautivos del calabozo. Y eso precisamente lo que vuelve a ver en el Salmo 107, y como leí antes, gente sentada en el calabozo, encadenada, sentada en la oscuridad, sin luz, sin esperanza debido al pecado, bajo el juicio de Dios. Y la única esperanza para ellos en el Salmo 107 es el Señor. La única esperanza aquí, claro, es el Mesías.

Ahí atrás, la alabanza de Zacarías capítulo 1, recordarán el versículo 77 el 79, cuando el Mesías viene, Él dará a Su pueblo el conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados. Y cuando dice: “Liberar a los cautivos,” la palabra liberar, aphesis, significa perdón. La manera en la que usted es liberado, la manera en que un prisionero es liberado es cuando su pecado es perdonado, cuando su crimen es perdonado.

Y eso precisamente lo que hará el Mesías, el liberará a los cautivos por que el perdonará sus pecados. Esa gran, gran verdad dominante es la que siempre queremos colocar al frente de nuestro entendimiento del Evangelio. El perdón libera al prisionero. La única manera en la que podemos ser perdonados es porque Jesús tomó nuestro castigo. Esa la razón por la que Charles Wesley escribió en ese gran himno de Cristo “Él rompe el poder del pecado cancelado, Él libera al prisionero.”

Entonces, pobres y prisioneros son los retratos de los pecadores. En tercer lugar, los ciegos. Y dice aquí: “Y vista a los ciegos.” Aquí está la tercera metáfora para los condenados… No físicamente ciegos aunque Jesús sí sanó a personas ciegas; veremos algo de eso conforme avanzamos a lo largo del Evangelio de Lucas. Pero aquí está hablando de Isaías 61:1, acerca de aquellos que están en la oscuridad espiritual como Zacarías. Y nuevamente en el capítulo 1, cuando habló del Mesías como el que amanecía de lo alto y brillaba en aquellos que estaban sentados en la oscuridad y la sombra de muerte. Ahí hay un retrato a lo largo de la Biblia, y me encantaría tener tiempo para desarrollarlo, a lo largo de la Biblia se presenta la ceguera espiritual, la oscuridad espiritual.

El pecador no sólo carece de recursos espirituales para ganarse el favor de Dios y de esta manera es pobre, no sólo es culpable del pecado y por lo tanto lleva la deuda del pecado que trae la paga del pecado y por lo tanto es un prisionero bajo la justicia de Dios; sino que también está ciego en el hecho de que no puede ver o entender la verdad. La ceguera espiritual se presenta de manera común en la Biblia, es natural. Es parte de la naturaleza del hombre caído. El Salmo 82:5: “No saben, no entienden, andan en tinieblas.” Jeremías 5:21: “Oíd ahora esto, pueblo necio y sin corazón, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos y no oye.” Éste es el estado de los no convertidos. “El hombre natural no percibe las cosas de Dios, no las puede conocer porque insensatez para él.”

Entonces, de manera natural, simplemente en virtud de ser un pecador caído, el pecador está ciego. Judicialmente, otra categoría de ceguera, él también está ciego porque Dios lo ha cegado. Juan 12:40: “Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; Para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, Y se conviertan, y Yo los sane.” Eso es citado de Isaías 6. Entonces, Dios literalmente, de manera judicial, ciega. Entonces, aquí está la mente del hombre natural para comenzar ciega; y después Dios añade a esa ceguera al sentenciarlo a ceguera como castigo de su pecado. Isaías 29:10: “El Señor ha derramado sobre ustedes el espíritu de sueño profundo y ha cerrado sus ojos.”

Además, el hombre es aún más cegado debido a Satanás. Él ha sido cegado naturalmente. Es cegado judicialmente por Dios. Y es cegado satánicamente. Segunda de Corintios 4: “Porque si nuestro Evangelio está encubierto, está encubierto para aquellos que están pereciendo, cuyas mentes el dios de este siglo ha cegado.” Entonces, estamos hablando de una ceguera total. Ciego naturalmente, además ciego por Dios judicialmente y cegado aún más por Satanás, quien ha cegado los ojos de aquellos que no creen.

Y después en Romanos 1 dice que este es el motivo por el cual cuando conocemos a Dios y no lo honramos como Dios y nuestros corazones insensatos son entenebrecidos. Hay muchos otros pasajes que presentan esto. Entonces, el pecador es visto como una persona ciega… No puede ver, no puede conocer la verdad. Y esa la razón por la que usted puede tomar a los grandes científicos del mundo, puede reunirlos, puede dejar que estén discutiendo los orígenes o cualquier otro tema o asunto que se relaciona con Dios el Creador, que se relaciona con las dimensiones sobrenaturales; y ellos son totalmente incapaces de llegar a la respuesta correcta, mucho menos de la salvación. Entonces, el hombre natural no puede resolver el dilema de su ceguera espiritual por sí mismo. Juan dijo: “Los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz.”

Entonces, ¿qué vino a hacer el Mesías? Dice en el versículo 18: “Dar vista a los ciegos.” Isaías 42:7: "Para que abras los ojos de los ciegos.” Así como para sacar a los prisioneros de su prisión. Juan 8:12, Jesús dice: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Segunda de Corintios 4:6: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucrito.” Cuando usted se da cuenta de que está en oscuridad y tinieblas, y viene al Mesías, Él le da luz. Efesios 5:8 dice: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz.” Colosenses 1:13: “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al Reino de Su amado Hijo.” La luz brilla en el corazón de aquel que se encuentra con el Mesías.

En Hechos 26, Pablo da su testimonio: “¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en Mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.”” Ese es uno de los grandes pasajes de las Escrituras.

Entonces, el Mesías ha venido a aquellos que están en bancarrota espiritual y lo saben, aquellos que están encarcelados y esperan la muerte y la ejecución y lo saben, a aquellos que están espiritualmente cielos y lo saben; y finalmente viene a aquellos que son llamados los oprimidos. Y de nuevo, aquí se utiliza nuevamente la palabra ‘libertad a los oprimidos.’ Nuevamente la palabra athesis, pero utilizada de un modo un poco diferente. Para liberar a aquellos que están oprimidos. La opresión aquí no es la idea de prisionero, no es la idea de alguien que está en cadenas en un calabozo. Es alguien que está abrumado por el dolor en la vida, abrumado por las relaciones que son abusivas, abrumado por la enfermedad, abrumado por cualquier tipo de problemas que la vida puede atraer. Y ciertamente hay una lista interminable de esas cosas que no necesito repasar. Esta es la persona que está abrumada por la vida, esta es la persona afligida, esta es la persona que está abrumada y ha perdido todo el gozo. Esta es la persona que de quien Jesús habló cuando dijo ‘Venid a Mí todos los que están trabajados y cargados.’ Ésta es la persona que está abrumada de manera excesiva. Y por cierto, poner en libertad a aquellos que están oprimidos es tomado de Isaías 58:6. Y en ese pasaje, Dios se queja contra Israel por no ser una fuente de liberación para los oprimidos. Pero el Mesías va a hacer eso. El Mesías va a liberar la carga. Recuerden lo que Jesús dijo en ese maravilloso pasaje que acabo de mencionar: “Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar.” Esto está en el final de Mateo 11, Jesús dijo: “Llevad Mi yugo sobre vosotros, y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque Mi yugo es fácil, y ligera Mi carga.”

Una de las cosas que un Mesías hace es llegar a la persona que está abrumada y oprimida. ¿Y cuáles esa opresión? Es el pecado. Es el pecado. Es la carga del pecado, la carga agotadora del pecado, la carga de la ley, ser incapaz de guardar la ley. Los fariseos ataron a la gente a todo tipo de leyes, tal como dice Mateo 23, y no ayudaban a la gente a llevarlo. Y la gente estaba aplastada bajo esta carga que los agotaba, pesada, de guardar la ley de Dios, la cual no podían guardar. Y más allá de eso, tratar de guardar la ley del hombre como los fariseos inventaron leyes sobre leyes. Y Jesús vendrá, el Mesías vendrá, tomará la carga entera del pecado, la carga entera de tratar de guardar la ley y le dará descanso… Descanso. Y Primera de Juan 5:3 lo dice: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos Sus mandamientos; y Sus mandamientos no son gravosos.”

Para aquellos que están espiritualmente en bancarrota, para aquellos que están en el calabozo de su propia pecaminosidad esperando la ejecución final y el infierno, para aquellos que están ciegos a la verdad y a la realidad, para aquellos que están oprimidos por la pesada, pesada carga del pecado y todos los problemas de la vida que vienen con ello, el Mesías viene. Y viene a prisioneros pobres, ciegos y oprimidos por el pecado; y viene a hacerlos espiritualmente ricos, a traerles el perdón que los libera de la muerte y el infierno, para darles vista y para liberarlos de todos los problemas de la vida que los oprimen; y darles descanso. Esta es la razón por la que es el año agradable del Señor.

Y cuando Jesús estaba hablando, por cierto, esto ya estaba sucediendo. Porque ya había estado predicando por muchos, muchos meses. Los pobres ya habían recibido las buenas nuevas. La estaban recibiendo cuando Jesús hablaba y todavía la están recibiendo hoy; y usted y yo estamos entre ellos. Somos los pobres que hemos sido ricos espiritualmente, somos los cautivos que hemos sido liberados. Somos los ciegos que ahora vemos. Somos los oprimidos que hemos sido libertados. Para todos los verdaderos creyentes, continúa siendo el año de la buena voluntad de Jehová. No es sólo un año, es mucho más largo que un año porque todavía hoy estamos en él.

Jesús se detuvo en ese punto. Como le dije, Él no leyó el resto de Isaías el 61:1-2, el resto de Isaías 61:1-2 dice: “Y el día de venganza del Dios nuestro.” Él dijo a predicar el año de la buena voluntad del Señor. Y el versículo del 20 dice “Y enrollando el libro, lo dio al ministro…” Él no vino a hablar de venganza, eso sería hasta la siguiente vez en la que venga. El tiempo de juicio es aún futuro. Mientras que el juicio no es futuro para nosotros, es sólo futuro en el sentido de que lo enfrentamos en la muerte; pero en el tiempo del Mesías el gran juicio mundial es futuro. Por ahora, es la época de salvación. Pablo lo dijo, ‘hoy es el día de salvación.’ Es el momento para los prisioneros pobres, ciegos y oprimidos de venir al Mesías y ser perdonados y recibir la salvación de Dios. Oremos.

Padre, te damos gracias porque el Señor y Salvador Jesucristo ha venido rescatarnos para siempre de nuestra pobreza espiritual, nuestra prisión espiritual, nuestra ceguera espiritual, nuestra opresión espiritual. Te agradecemos porque Él ha venido para darnos riquezas, libertad, vista y liberación. Eso es lo que le dijo a la gente ese día; y eso es lo que le dice a la gente el día de hoy. Él todavía es el predicador porque es Su sermón el que acabamos de oír esta mañana. Y que en esta congregación haya algunos pobres que clamen reconociendo su condición de destitución, de privación, algunos prisioneros que clamen reconociendo su condenación, algunos ciegos que clamen reconociendo su oscuridad y algunos oprimidos que clamen reconociendo la seriedad de su situación conforme llevan la carga del pecado y nosotros sabemos que Tú oirás y Tú salvarás, porque para eso enviaste Jesucristo. Lleva a cabo esa obra poderosa, oramos para Tu gloria. Amén.

 

 

 

 

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