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Esta semana me reuní con un rabino muy faoso, un hombre muy amable, muy inteligente, un historiador, un hombre muy serio quien me pidió una junta porque me dijo que teníamos algo en común; y eso es una creencia en la inerrancia de la Biblia. Y ambos tomamos a Dios y a Su palabra muy seriamente. Y es verdad en el caso de este rabino, un hombre muy amable, con mucho conocimiento, a quien le preocupa la justicia, le preocupa el honor y la gloria de Dios y ha entregado su vida para servir a Dios. Y disfruté mucho nuestro tiempo juntos; y creo que en el futuro tendremos más tiempo juntos. Y espero eso con gusto.

Y les estaba contando a alguien acerca de mi reunión con el rabino y su comentario fue ‘¿por qué él no cree en Jesús como Mesías y Salvador?’ Y la respuesta a esa pregunta                     -obviamente es una respuesta muy importante- es que la gente que no cree cuando conoce los hechos, no cree por un motivo. Siempre es el mismo motivo; nunca es diferente. Siempre es lo mismo. Cuando la gente sabe de Jesucristo y conoce los hechos de Jesucristo y no cree, sólo hay una razón por la que no creen. Toda persona que rechaza a Jesús como Mesías y Salvador lo rechaza por la misma razón; y esa razón les será presentada de manera clara esta mañana mediante las palabras de Jesús en el texto de nuestro mensaje. Abra su Biblia al cuarto capítulo de Lucas.

Esta es una de esas porciones cautivadoras y poderosas de la Biblia. Jesús es el orador y el maestro en este pasaje, como ustedes saben por nuestro estudio de la semana pasada. Sus palabras capturaron el momento en un modo que fue asombroso; y todavía nos cautivan con su poder y su fuerza. Regresemos al versículo 16 de Lucas 4 y retomemos la escena donde realmente comienza.

Versículo 14: “Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea…” Versículo 16: “Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a Su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre Mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en Él. Y comenzó a decirles: ‘Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.’”

Imagínese que llega a la iglesia hoy esperando oírme predicar y aparece el Señor Jesucristo en persona para decirles que Él ha venido para cumplir todas las profecías de Su Segunda Venida, todas las profecías de la gloria de Su Reino de salvación en la tierra. Imagínese que hubiera llegado esta mañana y Jesús estuviera de pie en el pulpo púlpito para decirle que el tiempo del cumplimiento de todas las profecías es ahora y Él comenzaría llevándonos al cielo en las glorias del rapto a los hogares que Él ha preparado ahí para nosotros.

Bueno, eso es algo como los judíos en la sinagoga de Nazaret experimentaron ese día. Durante toda su vida habían visitado esa sinagoga y habían escuchado lectura tras lectura de la Torá, la ley, la Haftará y los profetas y sermón tras sermón en día de reposo, tras día de reposo a lo largo de milenios, si no es que siglos de años; y habían oído muchos sermones acerca del Mesías y habían leído muchas escrituras acerca de Su Venida. Pero de pronto, en este día de reposo del año 28, Él estaba ahí. Y todos esos años, se habían congregado para oír la ley y los profetas y la ley y los profetas que hablaban del Mesías. Ellos habían venido a la sinagoga, la cual, como Filo llamó, era ‘la casa de instrucción’ en donde se leía y explicaba las Escrituras, muchas, muchas veces. El texto era mesiánico y muchas veces el texto era leído y explicado y sus corazones estaban llenos de esperanza con la llegada del Mesías. Pero en ese día, el Mesías mismo es el lector y es el expositor; Mesías el Hijo mismo de Dios es el maftir a quien el jazán le entrega el Haftará.

Es verdad que la reputación de Jesús había estado creciendo y esa la razón por la que estaban tan emocionados, porque Él va a hablar a su sinagoga. Los versículos 14 y 15 nos dicen, hablando de Él: “Se difundió su fama por toda la tierra de alrededor… y era glorificado por todos.” Su reputación estaba creciendo. Ya para cuando llega a esta sinagoga en Nazaret, en donde Él inicia este año y medio de ministerio en Galilea, Él ya ha estado administrando por casi un año en el sur, en Judea, como unas cuantas visitas a Galilea. Entonces, la reputación acerca de Él está empezando a crecer. Y ahora viene a esta sinagoga, donde asistió de niño y si, como los historiadores nos dicen, la ciudad de Nazaret tenía una población de alrededor de 20,000 personas, habrían habido muchas sinagogas. Eran como iglesias locales en ciudades en el día de hoy. Y habría habido muchas en una ciudad dada. Había mucha sinagogas y esta era la sinagoga en donde Él creció con todos los rostros que Él conocía. Él habría ido a esa sinagoga, habría visto a sus tías y a sus tíos, sus medios hermanos, medias hermanas y sus primos y parientes distantes y lejanos y amigos y vecinos. Todas eran caras familiares de Su vida ahí.

Pero este era un día muy diferente, porque ahora tomó el lugar del Mesías y les declaró que Él era el cumplimiento de toda la profecía mesiánica. Él era el ungido que habían esperado por tanto tiempo, Él era el Salvador del mundo. Y entonces, la historia hasta aquí ha sido muy positiva, a lo largo de estos cuatro de capítulos del Evangelio de Lucas. Todo ha sido muy positivo. Y claro, como le leí en el versículo 15, Él está siendo alabado por todos y todos están hablando bien de Él. La respuesta inicial a Su predicación en la sinagoga fue positiva. ¡Todo iba tan bien! Hemos tenido cuatro capítulos. Hemos tenido meses y meses y meses, más de un año en Lucas ya y todo ha sido tan positivo. Todo el testimonio de los ángeles, de Gabriel, de los ángeles que dieron testimonio a los pastores en el campo y el rico testimonio de hombres y mujeres piadosas como Zacarías, Elizabeth, José, María, Simeón y Ana; e inclusive el testimonio del mismo profeta Juan el Bautista. Y todo ha sido positivo hasta ahora. Hay una pequeña declaración negativa en todos estos capítulos hasta aquí. Y eso estuvo en el capítulo 2, versículo 34; en esas palabras penetrantes que dijo Simeón, ese hombre de edad en el templo que le dijo a María: “He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma)…” Eso fue lo único negativo en todos estos capítulos. ¿El Mesías? ¿Que Él iba a causar que la gente se cayera como también se levantara? ¿Que Él iba a enfrentar oposición? ¿Que Él iba a hacer que una espada penetrara el corazón de la dulce María, Su madre? Eso es sólo una pista. Pero eso comienza a volverse una realidad en el texto que tenemos frente a nosotros. Sigamos la historia. Retomemos el texto donde lo dejamos.

Versículo 22: “Y todos daban buen testimonio de Él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de Su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José? Él les dijo: ‘Sin duda me diréis este refrán: ‘Médico, cúrate a Ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaúm, haz también aquí en Tu tierra.’ Y añadió: ‘De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra. Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio.’ Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle. Mas Él pasó por en medio de ellos, y se fue.”

Estamos asombrados, ¿no es cierto? No hemos ni visto nada de esto en estos capítulos durante todos estos meses. ¿Qué está pasando? ¿Que salió mal? ¡Todo iba tan bien! Jesús leyó y Isaías 61:1 y 2a y después explicó, de acuerdo con el versículo 21, que hoy está Escritura ha sido cumplida. Esto es decir ‘Yo soy el Mesías, Yo soy el cumplimiento de todas las promesas Mesiánicas.’ Y después, Él procedió a exponer el pasaje, recitado ahí en los versículos 18 y 19. Y sabemos que Él hizo eso porque el versículo 21 dice: “Y comenzó a decirles: ‘Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.’” Así es como Él comenzó y le dio la exposición de sus pasajes y les mostró lo que significaban y cómo Él las cumplía. Todo lo que aquí tenemos es un resumen. Él estaba diciendo ‘el Mesías estuvo ahí en medio de ellos y lo estaban oyendo hablar.’ Y les dijo que había venido a cumplir la profecía Mesiánica, que había venido a traer el año agradable del Señor, lo cual significa la era de salvación, ‘hoy es el día de salvación’ como el apóstol Pablo lo expresó al escribirle a los corintios, el día de salvación había venido, estaba ahí, estaba cumplido. Él, el Salvador, quien traería la salvación, estaba enfrente de ellos y estaban oyendo Su voz y viendo Su rostro. Él estaba ahí. Y con Él, vino salvación a los pobres, a los prisioneros, a los ciegos, a los rechazados, a los que estaban las afligidos, los oprimidos, los que estaban abrumados.

¿Qué es lo que decía ese sermón que Él predicó? Bueno, lo que les dije la semana pasada. La salvación está disponible, está disponible para aquellos de ustedes que confiesan su pobreza espiritual, que confiesan su esclavitud espiritual, que confiesan su tiniebla espiritual, que confiesan su derrota espiritual. Muchas veces, el predicador se había puesto de pie en la sinagoga y había dicho: “La hora bendita del Mesías está por venir.” Muchas veces, el predicador había día hecho: “Las personas que sean los testigos oculares del Mesías mismo serán grandemente bendecidas.” Muchas veces el predicador había dicho: “Los ojos que tengan el honor de ver la vista del Mesías, son de todos los ojos los más bendecidos; y los oídos que tengan el honor de oír Su voz, de todos los oídos, los más bendecidos.” Esos eran ellos. Ellos eran los bendecidos. Los bendecidos de todas las naciones. Los bendiciones de todas las generaciones, esta generación a la que vino y de toda esa generación, los más bendecidos del pueblo porque fue a ellos a quienes vino a ese pequeño grupo en esa pequeña ciudad en esa pequeña sinagoga. A ellos les había llegado el Mesías de Dios; a ellos había venido el Salvador del mundo con el mensaje de salvación, un mensaje de riqueza, un mensaje de perdón, un mensaje de vida eterna, un mensaje de liberación. Ahora, estaba presente. Y ahora estaba en medio de ellos. ¡Qué día!… ¡Qué día! Ningún día de reposo jamás comenzó de una manera tan maravillosa, ningún día de reposo jamás término de una manera tan trágica.

De hecho, es un shock, nos detiene en la página entender cómo es posible que esto sucediera. ¿Cómo es que término tan mal? ¿Cómo es que Jesús permitió que esto pasara? Al principio, Sus palabras fueron bien recibidas. Observe en el versículo 22: “Y todos daban buen testimonio de Él.” Oh, eso no quiere significar que creyeron en Él como el Mesías, significa que tuvieron una buena recepción. En esa sinagoga, que estaba a reventar, fue inicialmente positiva la respuesta. Estaban hablando bien de Él. ¿Y que estaba detrás de esas palabras buenas? Estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de Su boca. Hubo algunas cosas de las que probablemente dudaban en este mensaje. Digo, algunos de ellos se habrán preguntado por qué dejó de leer en la mitad del versículo 19. Por qué dejó de leer a la mitad del Isaías 61:2, “el año agradable del Señor;” y, ¿por qué se detuvo cuando el resto del versículo decía “y el día de la venganza de nuestro Dios?” ¿Por qué dejó afuera la venganza? Algunos de ellos quizás se estaban preguntando acerca de eso. Permítame ser muy honesto. Esperaban con mucho gusto la venida del Mesías… Honestamente, estaban con tanta esperanza porque llegara el Mesías y también aplicara Su venganza sobre sus enemigos gentiles como lo estaban porque Él llegara y trajera salvación a Israel. Odiaban a sus opresores. A algunos de ellos debió haberles molestado que Jesús estuviera y no dijera nada acerca del día de venganza. Después de todo, Juan el Bautista en su ministerio, del cual todos conocían, había dicho: “Cuando el Mesías venga, Él los bautizará con el Espíritu Santo y” ¿con qué? “fuego, un fuego inagotable de juicio.” Entonces, inclusive Juan había hablado de eso.

De hecho, Juan mismo estaba perplejo porque Juan el Bautista pronto después de que el ministerio de Jesús hubiera comenzado, fue llevado cautivo, fue colocado en la prisión por ese hombre vil, pagano, miserable, impío llamado Herodes. Juan debe haberse sentado en la prisión preguntándose adónde iba a estar el Mesías, cuándo iba a venir a destruir a Herodes, cuándo iba a traer la venganza de Dios en contra de Herodes y abrir las puertas de la prisión para que Juan saliera. Y cuando Jesús no hizo eso, cuando de hecho Jesús no se vengó de ninguna de las personas impías, ya fueran romanos o fueran judíos apóstatas, cuando nada de eso sucedía, Juan se preocupó y eventualmente se confundió tanto que mandó a sus propios discípulos, y los envió a Jesús para preguntarle si realmente era el Mesías; porque quería saber si era el Mesías, dónde estaba la venganza.

Pero Cristo no tenía intención alguna de derrocar el poder de Herodes. Él no tenía intención de abrir las puertas de la prisión, de causar una revuelta y traer la venganza divina en contra de los impíos. Ésta era la época de salvación. El día de venganza vendría después del día de salvación.

Y quizás había algunos en la sinagoga que se preguntaban por qué Él no leyó eso y comentó al respecto. No lo hizo porque eso era a futuro. El día de salvación era el presente. Él no estaba ahí para vengarse de nadie. Él estaba ahí para salvar. Y a lo largo de Su vida entera, Él no expresó venganza. Él estaba ahí para salvar a cualquier persona que reconociera que era pobre, que era una persona cautiva, ciega y oprimida.

Pero más que preguntarse acerca de eso -eso pudo haber sido algo insignificante- lo que realmente les impresionó en el versículo 22 eran las palabras de gracia que salían de Su boca. Escuche: Los oradores poderosos siempre han podido cautivar a la gente. Los grandes oradores que hacen grandes discursos siempre han ganado las mentes y los corazones de sus oyentes. Permítame expresárselo de manera simple. Acaban de escuchar al orador más grande que jamás vivió. Nunca hubo un predicador como Él. Nunca hubo un orador como Él. Las palabras que salían de Sus labios eran como palabras que nunca antes habían oído de nadie más. Estaban maravillados por Su capacidad de hablar. Y sorprendentemente, no lo habían oído hablar y Él había crecido en medio de ellos. Él nunca había enseñado, nunca había predicado y cuando lo hizo, estaban asombrados. Él fue el predicador más grande que jamás abrió la boca, con un entendimiento impecable de la Verdad que Él poseía, con una pasión pura y santa por esa Verdad, con un razonamiento perfecto, con una interpretación precisa, con una destreza sin paralelos en el uso del idioma. Nunca habían oído algo así. Literalmente, estaban maravillados con Él. Estaban asombrados. Y estaban diciendo de manera repetida: “¿No es éste el Hijo de José?” La familiaridad trae su menosprecio normal. Ellos no podían negar la capacidad majestuosa de Su oratoria. Ellos no podían negar la manera maestra en la que Él había comunicado el mensaje totalmente diferente a lo que ellos habían oído. Ni siquiera se acercaba a algo de lo que veían en su vida. Ellos sabían que nunca habían oído algo como esto. Y lo que no podían entender era que lo conocían y que éste sólo era el hijo de José -o por lo menos eso pensaban. Ellos ni siquiera consideraron que el Padre del cielo había dicho: “Este es Mi Hijo Amado.”

Por cierto, nunca superaron esto. Nunca. Nunca lo hicieron. Al final de Su año y medio de ministerio en Galilea, Jesús regresó nuevamente las sinagogas en Nazaret. Nuevamente, dijeron ‘este es el hijo de José; y conocemos a su madre, sus hermanas, conocemos a sus hermanos; este no puede ser el Mesías. Y creció y no hizo ningún milagro y no hizo ninguna declaración; y no habló y ¿cómo Él ahora puede ser el Mesías?’ Simplemente, no podían entenderlo.

En este punto, están maravillados por Su capacidad de comunicación. Y están conmovidos, créanme. Porque oyeron la Verdad presentada de una manera tan clara como jamás podía ser presentada. Ellos entienden exactamente lo que Él dijo y créame, entienden lo que quiso decir porque lo habló de una manera tan clara, de una manera tan perfecta. ¿Y sabe cuál era el mensaje para ellos? La salvación está disponible para los pobres, los cautivos, los ciegos y los oprimidos. Y ellos son los únicos que serán salvos. Entendieron el mensaje. Si ellos querían salvación, tenían que confesar su condición de destitución espiritual, su pobreza espiritual, su ceguera espiritual, su esclavitud espiritual, su opresión espiritual.

Ellos no iban a hacer eso, ¿estás bromeando? Esto era lo último que iban a hacer. Eran justos. Eran nobles. Ellos adoraban al Dios vivo y verdadero. Ellos iban a la sinagoga. Ellos daban sus limosnas. Ellos ayunaban. Ellos eran como el fariseo de Lucas 18. Eran el pueblo de Dios. Eran como Pablo, y lo leí en Filipenses 3, ellos habían sido circuncidados y tenían su linaje tribal y eran el pueblo de Israel y eran tradicionalistas y eran ceremoniosos y eran celosos por la ley y guardaban la ley de una manera tan irreprensible como podían. No eran los pobres, los prisioneros, los ciegos y los oprimidos; eso tiene que ser alguien más, los gentiles.

Y entonces, en defensa personal, comienzan a pensar… El problema no somos nosotros, no podemos aceptar este mensaje, ¿cómo sabemos que es el Mesías? Y levantan una pared. No sabemos si es el Mesías. Y entonces Jesús, lee sus mentes. Eso es lo que Él hizo. Eso no es problema para Él. De regreso Juan 2, cuando Él estaba en Judea, dice que el pueblo venía a Él, pero Él no se fiaba de ellos, Juan 2:24, porque Él sabía lo que estaba en ellos. Omnisciencia, Él leyó sus mentes. Y entonces Él le dicen el versículo 23: “Sin duda me diréis este refrán: ‘Médico, cúrate a Ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaúm, haz también aquí en Tu tierra.’”

¿Ven lo que están haciendo? Él sabía, leyó sus mentes. Yo sé lo que están pensando. Él dijo ustedes están pensando que no tienen pruebas. El problema es que no tienen pruebas. “Quieres que creamos en Ti, entonces médico, sánate, cúrate a Ti mismo. Si Tú quieres que creamos en Ti, cúrate a ti mismo, no vengas a decirnos que Tú eres el doctor sino tenemos alguna prueba.”

Entonces, eso es lo que ellos quieren. Mire, usted sabe se les ofrecieron las palabras de salvación, perdón, buenas nuevas, liberación, luz, vista, pero ellos tenían que estar dispuestos a admitir que eran los prisioneros, pobres, ciegos y oprimidos. Y eso es absolutamente inconcebible… Inconcebible. Una confesión así nunca va a salir de sus corazones, sus corazones duros están llenos de orgullo y justicia personal y religiosidad. Ellos nunca aceptarían el hecho de que eran los pobres prisioneros ciegos y oprimidos. Y Jesús sabía eso porque Jesús conocía sus corazones. Él sabía eso.

Y ¿sabe qué? Nunca fue una cuestión de milagros. Porque los milagros no prueban nada acerca de eso. Si Jesús hiciera un milagro, ¿eso prueba que Él podía -escuche con atención- salvar a pecadores? ¿Si Jesús hiciera un milagro, eso es prueba de que Él puede transferir a la gente del reino de las tinieblas al Reino de la luz? ¿Si Él hiciera un milagro, eso probaría que Él puede salvar al alma del infierno? Si Él hace un milagro, ¿prueba eso que Él puede dar vida eterna a alguien y llevarlo al cielo?  No, no prueba eso. Usted puede tomar a todos los supuestos hacedores de milagros, todos los hacedores de milagros demoníacos desde Janes y Jambres y los magos egipcios hasta Simón el mago en el Nuevo Testamento, puede tomar a todos los oráculos del Delfos y a todos los hacedores de milagros históricos supuestos de magia negra y magia blanca y unirlos, y tomar a todos los sanadores tramposos y evangelistas de televisión, alinearlos, y que hagan todos sus milagros y cuando terminen con sus milagros, sean verdaderos o falsos, eso no prueba que Jesucristo puede salvar a alguien del infierno.

Y ese no era el punto medular con estas personas, porque ni siquiera cuestionan que Jesús puede hacer milagros; lo único que quieren que haga es que Él haga en Nazaret lo que fue hecho en Capernaúm, a más de 30 km de distancia. Ya habían recibido el reporte de lo que había pasado allí. No cuestionaban eso. Ellos tenían reportes de testigos oculares de lo que Jesús había hecho cuando estuvo ahí durante ese primer año de ministerio. Él pasó algo de tiempo ahí. No sabemos cuántas visitas Él hizo, sabemos de una en particular que se indica en el segundo capítulo de Juan; también sabemos que en un Juan 1 estuvo allí para llamar a algunos de Sus discípulos. Pero Él había también había hecho algunos milagros allí también, como el milagro de las bodas de Caná, cuando hizo vino de la nada. Y hubo otros milagros que ocurrieron en Judea que debieron haber sido bien conocidos para los galileos, que estaban con frecuencia ahí en la Pascua y en otras fiestas. Entonces, la información acumulativa de los milagros estaba creciendo y creciendo; y nunca nadie cuestionó eso.

Pero permítame decirle algo. Conforme usted estudia el Nuevo Testamento, nunca la población judía o los líderes judíos cuestionan los milagros de Jesús. Nunca. Nunca los cuestionaron. En Juan 11:47, los fariseos, los principales sacerdotes, dijeron: “Este hombre está haciendo milagros.” Nunca cuestionaron eso. No había duda en sus mentes. Esta no es una pregunta honesta: ‘Por favor, nos gustaría creen en Ti, prueba que Tú eres el Mesías, nos gustaría creer que Tú eres el que puedes tomar a los que son espiritualmente pobres y hacerlos ricos, a los que están espiritualmente cautivos y liberarlos, los que son espiritualmente ciegos y hacerlos ver, los oprimidos espiritualmente y son temerosos y liberarlos. Nos gustaría creer eso, ¿podrías, por favor, hacer que algo pase, hacer alguna maravilla en el espacio regresar?’ Eso no prueba nada.

Ellos sabían que Él hacía milagros, inclusive lo dijeron. “Oímos lo que fue hecho en Capernaúm, hazlo aquí en Tu ciudad.” Ellos no están cuestionando que lo hiciera, ellos están diciendo que los haga ahí. Ellos sabían que lo hizo. Este no es un problema honesto de evidencia. Ellos no querían Su mensaje, lo cual era que si quieres salvación, necesitas ver tu bancarrota espiritual y tu destitución espiritual y la condición verdadera de tu corazón. Pero ellos no quieren eso, eran demasiado orgullosos, demasiado santurrones, demasiado escépticos porque estaban a la auto defensiva. Y entonces Jesús dice: “Yo sé exactamente lo que están diciendo, en su mente están diciendo ‘médico, cúrate a ti mismo.’” Este era un proverbio muy conocido, de hecho es la palabra griega parabole, que significa parábola, pero parabole tiene un significado amplio. Podía significar un proverbio o axioma. Y es un axioma justo. Y es algo normal. Si usted va a confiar en alguien como su médico, quiere prueba de que él puede curar. Y entonces, eso es lo que dicen. Es una manera de decir ‘prueba Tus declaraciones antes de que creamos en Ti, antes de que vayamos a creer que Tú eres el Mesías, más vale que hagas algunos milagros aquí como lo hiciste en Capernaúm.’ Y pudo haber algo de rivalidad entre las ciudades también, Capernaúm estaba a tan sólo 30 km de distancia. Y lo que están diciendo es que ‘mira, no es nuestra culpa que nosotros no creamos, es Tu culpa, Jesús. Todo está en Tu control, es Tu culpa que no creamos. No has hecho todavía lo suficiente como para probar esto, necesitamos más evidencia.’

Y aquí quiero hacer un comentario al margen, que todos estos supuestos milagros modernos que estos supuestos sanadores hacen en la actualidad no tienen nada que ver con el Evangelio. No sé lo que piensan que están logrando al falsificar milagros, como si falsificar milagros fuera a hacer que la gente crea en Jesús. No, no ayuda, no lo hizo. Jesús expulsó de la tierra de Palestina toda la enfermedad y lo crucificaron. No ayuda.

Lo que hace es afirmar la fe de aquellos que creen, pero no hace nada para aquellos que no creen porque ningún milagro puede probar que Jesús puede salvar al pecador del infierno. Ellos no quieren la salvación que Él ofrece si los términos son admitir que tú eres el pobre, los prisioneros, los ciegos y los oprimidos. Él dice: “Quieren que haga lo que fue hecho a allá, pero ese no es el caso, porque a ustedes no les importa tener pruebas, esta es su manera de justificarse a ustedes mismos.” Están diciendo: “Bueno, ¿por qué vamos a creer en Él?, después de todo, no tenemos pruebas de que Él es el Mesías.” Tenían suficientes pruebas. Podían haber comprobado que Él era el Mesías en un instante. Pero escogieron no hacerlo. Escogieron presentar una cortina de humo en sus mentes; y Jesús leyó sus mentes.

Versículo 24, añadió: “De cierto os digo que ningún profeta es acepto en su propia tierra.” Amén es lo que la palabra es en el griego, solemnemente les aseguro. Es una manera de decir que les está diciendo la verdad, esto es realmente verdad, ningún profeta es bienvenido en su propia tierra, ningún profeta es dektos, aceptado en su propia tierra. Todos los expertos están fuera de la ciudad, ¿no es cierto? Es más, esa familiaridad que da lugar al menosprecio. Ustedes saben, hay algo de concesión aquí, creo que Jesús está haciendo algo de concesión. Él está diciendo ‘puedo ver que es difícil para ustedes superar el hecho de que soy alguien local, que Yo crecí aquí, que soy el hijo de José y el hijo de María y que esta es Mi sinagoga. Y ustedes me vieron aquí todos estos años de Mi vida. Yo entiendo eso.’ Hay algo de concesión aquí, está cediendo algo. Y creo que hay algo de misericordia en eso, en el caso de Jesús. ‘Entiendo que ningún profeta ningún bienvenido en su hogar’ y por cierto, esa es una frase que se repite año y medio después, cuando regresó a esa sinagoga. Dice lo mismo, como se registra en Mateo 13:57 y Marcos 6:4. Él también la usó como se registra en Juan 4:44. Entonces, hay varias veces en las que se registra que Él se refirió a esto.

Y como he dicho, es una concesión. Entiendo que humanamente hablando ese es un factor; entiendo eso, la naturaleza humana. Pero en este punto, Él hace una transición brillante y quiero que escuchen con atención. Y lo que usted está por oír es profundo. Él hace una transición. Hablando de profetas que no son bien recibidos, hablando de un profeta que no es bienvenido, permítame hablarles, versículo 25, de Elías, versículo 27, permítanme hablarles de Eliseo. Dos profetas en Israel que no fueron bien recibidos, que fueron odiados, rechazados por su pueblo. Hablando de profetas que no son bienvenidos, les recuerdo de Elías y Eliseo. Veamos lo que dice en el versículo 25.

“De cierto os digo,” que es como la declaración previa en el versículo 24, que indican importancia seria, “que ningún profeta es acepto en su propia tierra. Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías…” Permítame hablarle por un minuto de los días de Elías. Todos ellos conocían a Elías, el gran profeta de Israel. Todos lo conocían. Y en su época, su ministerio cerca del año 850 a. C., hubo muchas viudas. Claro que la muerte era frecuente, los hombres morían en las guerras. Había muchas viudas. Y en los días de Elías, no sólo hubo muchas viudas sino que también había adoración a Baal por todos lados. Porque el rey era un hombre llamado Acab, ¿se acuerdan de él? Se casó con una mujer llamada Jezabel. Jezabel era gentil. Jezabel era una adoradora gentil de Baal. Acab se volvió un adorador de Baal, un adorador de Baal, su esposa guió eso. Y todo Israel se volvió idólatra, comenzó a adorar a Baal. Acab era tan malo, dice 1 de Reyes 16, que hizo más por provocar la ira de Dios que todos los reyes de Israel anteriores a él. Él era un rey miserable, perverso, que adoraba a Baal. Su esposa adoraba a Baal. Y él lideró a todo Israel a adorar a Baal. Entonces aquí está Elías, en el medio de todo esto. Toda la nación está adorando a Baal. Hay muchas viudas.

Elías llega a la escena en 1 de Reyes de 3:17. Llega de la nada. Lo primero que hace es anunciar una sequía. Jesús dijo en el versículo 25 que: “el cielo fue cerrado por tres años y seis meses.” No dice eso en 1 de Reyes. Lo dice aquí y en Santiago 5:17. Se refiere a la misma ocasión, entonces sabemos que la sequía fue de tres años y medio. No hubo lluvia en Israel por tres años y medio. Entonces, el resultado al final del versículo 25: “y hubo una gran hambre en toda la tierra.” Tiene muchas viudas en la tierra, Dios preocupa por las viudas. Hay todo tipo de instrucción el Antiguo Testamento para cuidar acerca de las viudas. Éxodos 22, Deuteronomio 10, la largos los Salmos, Isaías 1; muchos, muchos lugares y Dios tiene un corazón especial por las viudas. Dios en el Salmo 68:5 es llamado el Dios que “defiende a las viudas.” Salmo 146:9, el “Señor que alivia a las viudas.” Y Él instruyó al pueblo de cuidar a las viudas; y esa es una parte muy importante para manifestar una vida piadosa justa. En el Nuevo Testamento inclusive, el Nuevo Testamento manda a los cristianos a cuidar de las viudas porque son el objeto particular de cuidado en la mente de Dios. Entonces, Dios cuidaba de las viudas. Entonces, es un tiempo apóstata en Israel, están adorando a Baal, se han vuelto del Dios verdadero, han dejado al Dios vivo y verdadero y están adorando a dioses falsos. Hay muchas viudas. Dios envía un juicio sobre Acab, un juicio sobre Israel y hay una sequía de tres años y medio. Ahora, una sequía de tres años y medio produce hambruna y la gente empieza morir. La gente que está al fondo de la cadena alimenticia son las viudas, porque son las que no tienen recursos. La gente que depende de que otros los ayuden sufren lo peor porque la gente que ayuda a otro sólo tiene lo suficiente para sobrevivir. Entonces, la gente al final de la cadena alimenticia, no recibe nada. Y entonces, las viudas están al borde de la muerte, se está muriendo, el cuidado especial de Dios son estas viudas. No hay suficiente alimento para alimentar a sus propios hijos, mucho menos para dárselos a las viudas. Ésa es la situación. Ése es un juicio de Dios. Primera de Reyes 17, ese juicio viene a través de Elías, él llega a la escena de la nada y anuncia ese juicio. Ese juicio viene y es un juicio en contra de la idolatría, la adoración de Baal y Acab y el pueblo de Israel.

Ahora, Él dice en el versículo 26: “Pero a ninguna de ellas fue enviado Elías.” Usted sabe, a los judíos no les gustó esto. Conforme Jesús comienza a relatarlo, comienzan a enojarse. ¿Por qué está trayendo esa historia tan horrible aquí? Dios, el Dios de los huérfanos y de las viudas, Dios, el Dios que ese se preocupa por las viudas, hubo una hambruna en la tierra durante tres años y medio y la gente se estaba muriendo y las viudas estaban muriendo; y Dios nunca cuidó de ninguna de estas viudas. No nos gusta esa historia. Estaban familiarizados, créanme, con 1 de Reyes 17. Y si usted cree que eso estaba mal, que Elías fue enviado a esas viudas, esto está peor. Él fue enviado a Sarepta en la tierra de Sidón a una mujer que era una viuda ahí. Ahora, esto es peor. ¿Por qué? Porque esta mujer de la tierra de Sidón, agárrese de su asiento aquí, es una gentil. Ya está bastante mal ser una mujer en la tradición judía en esta época, está peor ser una mujer gentil. Pero venir de Sidón es inconcebible. ¿Cómo es posible que Dios ignoró a los judíos de Israel?, pero después, ¿cómo es posible que Él envío a Su profeta a ministrar a una viuda gentil de todos los lugares, en Sidón? Sidón era un territorio gentil en la costa norte de Israel. Tiro y Sidón. Las dos ciudades familiares. Tiro y Sidón en esa región gentil. Sarepta era una ciudad que estaba entre las dos, Tiro y Sidón. Una ciudad fenicia. El área era el hogar… Y esto es aún más sorprendente… El área era el hogar del padre Jezabel. ¿Sabe cuál era su nombre? Et-baal. Él estaba tan entregado a Baal que se puso un nombre que incluía el nombre de Baal. Y Et-baal era un hombre tan impío, que significa ‘Baal está vivo,’ que asesinó a su predecesor y él era el sacerdote así como también el rey; y él era el rey de Fenicia, Tiro y Sidón. Él era el rey, uno que adoraba a Baal; y también era sacerdote en el templo de Melkart y Astarté, dos de las deidades del panteón de la adoración de Baal. Esto es lo más miserable que podemos imaginar. Este es el padre de la apostasía, en un sentido, en Israel porque es el padre de Jezabel que vino y contaminó la adoración de Israel cuando se casó con Acab y demás. Y entonces, aquí Dios envía a Su profeta a una mujer de la región de la que nació Jezabel, una viuda gentil. Esa área, por ciento también fue afectada por el hambre. No había alimentos. Había pocos alimentos. Si usted regresa a 1 de Reyes 17, y no tengo tiempo, usted va a quedarse conmigo por otros minutos porque no puedo dejar esto, no voy a dejar de hablarle a usted por un momento; tenemos que cubrir esto, esto es tan poderoso.

Dios envía a Elías en medio de esta hambre a Sarepta, a esta viuda. Entonces, si usted mira a 1 Reyes 17, ve la historia. Dios envía a Elías en el medio de esta hambruna a Sarepta, a esta viuda. Esta es una viuda que cree en el Dios verdadero. El texto de 1 de Reyes 17 indica eso. Ella dice: “El señor Dios de Israel vive.” Ella da testimonio. Alguien le había dado testimonio a ella acerca del verdadero Dios de Israel y ella confió en el verdadero Dios de Israel. Esta es una viuda pagana gentil en medio de un área impía pagana, pero cree en el Dios vivo y verdadero. Y entonces, a ella viene el profeta de Dios en vez de a los israelitas. Su provisión de alimentos se había de reducido a un poco de harina y un poco de aceite, lo suficiente para hacer un pan, ¿no es cierto? Un pequeño pan. Y el profeta viene a ella y usted puede leer la historia en 1 de Reyes 17. Nos gustaría tener el tiempo, pero no lo tenemos. Y le dice a ella en primer lugar: “¿me puedes dar un poco de agua?” Y después, él le dice si le puede dar también lo que le queda y hacerle una comida. ¿Eh? Este es un extraño. Ella nunca en su vida ha conocido a este hombre; y él llega y le dice ‘toma todo lo que tienes, hazme una comida, dame de comer. Soy un hombre de Dios y soy del Dios de Israel.’ Y ella sabe que el Dios de Israel vive. Y ella lo dice, “el señor Dios de Israel vive.” Bueno, ‘yo soy del Dios de Israel y te voy a pedir, si eres tan amable, de tomar todo lo que te queda, tu última comida antes que mueras, que mueras de hambre (y también tenía un hijo) y dámelo a mí.’

Usted sabe, si ella hubiera estado en la sinagoga de Nazaret, probablemente habría dicho ‘¡Oh, no, no, no, no, no! De ninguna manera. ¿Cómo sé que eres un hombre de Dios? ¿Cómo sé si vas a tomar eso y vas a hacer con eso algo que va a proveer para mí el resto de mi vida? ¿Cómo sé que puedo confiar en ti? ¿Podrías, por favor, ponerte de pie y hacer un milagro? ¿Podrías hacer algún tipo de magia para que pueda creer?

Eso no hubiera probado nada, si hubiera hecho algunas curaciones o milagros, no habría probado nada. La única manera en la que ella sabría si Dios supliría todo lo que necesitaría por el resto de su vida era tomando lo poco que tenía y encomendándoselo a Él. Ella se dio cuenta, por cierto. Y no estaba la sinagoga Nazaret y probablemente fue bueno o podría haber sido influenciada por la actitud de la multitud. Ella probablemente pensó así: “Bueno, sólo me queda una pequeña taza, un poco de aceite; es todo lo que tengo. Si se lo doy a él y él es un hombre de Dios, entonces tendré vida. Y si no lo es, sólo tendré una comida menos y moriré medio día antes. De cualquier manera, moriré, ¿qué tengo que perder? Es una manera bastante apropiada de razonar, ¿no es cierto? Lo único que me queda es una comida. Estoy destituida, privada, desesperada, en pobreza, no tengo dónde volverme. Si no confío en el Dios de Israel que vive y no confío al hombre de Dios, de cualquier manera estoy muerta, ¿qué es mediodía más? Pero si es el hombre de Dios y si Dios lo envió, entonces tengo vida. La única manera en la que ella podía saber no es que si él hacía un milagro o una demostración, no es si salía y curaba algunas personas, la única manera en la que ella sabría que el Dios de Israel le daría todo lo que necesitaría era si tomaba lo que tenía en su pobreza y confiaba en él. Y lo hizo.

Y, ¿se acuerda de la historia? E hizo el pequeño pan, el profeta lo comió y entonces sucedió que su barril nunca estuvo vacío. ¿Se acuerda de eso? Fue lleno de manera sobrenatural todo el tiempo. Y el barril de aceite nunca estuvo vacío, simplemente seguía llenándose y llenándose y llenándose. Ésa es una analogía de la vida y provisión espiritual. Ella tomó lo poco que tenía, se lo dio al hombre de Dios y a cambio ella recibió vida, vida permanente. Y entonces, después el Señor hizo otra cosa maravillosa. Su hijo se enfermó y murió, ¿recuerdan? Y Él resucitó a su hijo de los muertos sólo porque había confiado con lo poquito que tenía. Ella sabía que era la pobre, la cautiva, la ciega y la oprimida. Y Jesús le estaba diciendo a esos judíos ‘permítame decirles algo, ustedes pueden ser judíos, pueden ser parte de Israel, pueden ser el pueblo de los pactos y el pueblo del Mesías, pero les voy a decir esto: ‘Dios va a salvar a una viuda gentil rechazada que admite su destitución espiritual antes de que lo salve a ustedes. ’’

Y les voy a decir esto, sólo hay una razón por la que la gente que conoce el Evangelio no acepta Cristo. Es por que no se ve a sí misma como pobre, ciega, prisionera y oprimida. ¿Lo ve? Ése es siempre el problema. Siempre es el problema.

Ella conocía su condición. Ella conocía su condición. La salvación siempre ha sido así. Siempre ha sido que Dios salvará a judío o gentil cuando llegan a un punto de destitución espiritual, de privación espiritual y lo sabe. Y ella sólo sabría si ese era el hombre de Dios si confiaba en él.

Ahora, escuche esto con cuidado. Mucha atención. ¿Usted sabe cómo los judíos en la sinagoga de ese día podrían haber sabido que Jesús era el Mesías? ‘Oh,’ dijeron ‘haz algunas cosas como las que hiciste allá, sana algunas personas.’ No. No. ¿Sabe cómo ellos habrían sabido si Jesús era el Mesías? Muy simple, admitiendo su pecado, pidiéndole que lo salvara y ver si lo hacía. ¿No es cierto? Ese es el punto. ¿Quiere saber si Jesús puede salvarlo del infierno? Pídale. Entréguele su vida. Esa es la única manera en la que usted jamás sabrá. Puede ver todos los milagros bajo el sol, puede ver falsos milagros o lo que sea. Puede ver todo el desfile de cosas, pero no va a convencerlo. Sólo hay una manera de saber que Jesús puede salvar su alma del infierno y puede cambiar su vida y enviarlo al cielo eterno con todo sus pecados perdonados y eso es tomar esa pequeña vida miserable, impía y entregársela a Él y ver lo que Él hace con ella.

Y Jesús no había terminado. No les gustó esto en absoluto. Ellos están enojándose más y más. Ni siquiera les gusta el hecho de que les está contando estas historias. Versículo 27: “Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo;” Eliseo siguió a Elías, en el tiempo 850 al 790 a. C. La enfermedad era un problema importante. La lepra es una palabra categórica. Es un término amplio. Identifica a varias enfermedades antiguas de la piel, todo, desde enfermedades superficiales a enfermedades serias. También puede incluir lo que ahora se llama lepra, pero realmente es lo que la mayoría de la gente quiere decir con la enfermedad de Hansen. Pero incluía todo tipo de enfermedades de la piel descritas en Levítico 13. Tendían a ser enfermedades que desfiguraban a la gente, normalmente contagiosas. Y hacían que la víctima fuera inmunda, la aislaba de toda comunión, de toda actividad social. La aislaba de las familias; y las aislaba debido a que se consideraban contagiosas. Israel tenía muchas, muchas personas con estas enfermedades. Y fue en el tiempo de Eliseo -y a ellos tampoco les gustaba Eliseo, no tuvo honra en su propia tierra así como tampoco la tuvo Elías. La gente todavía estaba adorando a Baal, le había dado la espalda al Dios vivo y verdadero y junto con eso vino en la lepra en todos lados y en el versículo 27: “Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio.” ¡Ellos odiaban esta historia!

¿Qué tenía de malo Naamán? Naamán era un comandante en jefe de una sección conocida como harán. Él era un soldado. Él era un soldado muy importante. Él comandaba un conjunto de tropas que siempre estaba atacando a Israel. Y venían, cruzaban la frontera y peleaban y aterrorizaban y atacaban a Israel y tomaban a prisioneros; y se llevaban a los prisioneros de regreso a Asiria. Él era un gentil. Él era un gentil y aún peor que eso, era un leproso, tenía lepra, él era impío, era menospreciable en todo sentido. Y en uno de sus ataques, esto está en las historias de 2 de Reyes 5, los primeros 14 versículos, puede leerlos, se llevó a esta niña, una de las cautivas y se volvió su sierva en su casa para ayudar a su esposa. Ella tenía una gran actitud, sabía de su lepra y le dijo “necesitas ir a buscar al hombre de Dios, Eliseo, porque Dios te puede sanar.” ¿Y sabe usted lo que sucedió? Él comenzó a creer en el poder del Dios de Israel y eventualmente a través de ciertas situaciones, no voy a entrar a todo esto, terminó conociendo a Eliseo. Él es un enemigo, él es un gentil, alguien que ha saqueado y atacado y matado y ha robado a Israel. Él es un leproso, un rechazado de todos los rechazados. Y Eliseo le dice ‘el Dios de Israel está dispuesto a sanarte, lo único que tienes que hacer es ir al río y entrar ahí y zambullirte siete veces.’ Un predicador tituló un sermón sobre esto “Siete patos en un lago sucio.” Y eso es esencialmente lo que le dijo que hiciera. Ve ahí, a este río sucio y tan sólo sumérgete siete veces. Y él estaba furioso, un hombre de honor, un hombre de estatura, un hombre de dignidad, un hombre de nobleza y no se iba a humillar en una situación humillante, sumergiéndose en un río sucio. Inclusive decía ‘tenemos ríos limpios en mi área, no voy a hacer eso en tu río sucio.’

Entonces, él regresa y su siervo le dice ‘bueno, mejor el río sucio y tener a un Naamán limpio, ¿no es cierto? Y comienza a pensar acerca de eso y dudó. Y se da cuenta de su desesperación y se da cuenta de que no hay alivio y que no hay cura y que no hay sanación más que el Dios de Israel. ¿Realmente el hombre de Dios es el hombre de Dios? ¿Realmente Dios es verdaderamente Dios? ¿Realmente es este Su profeta? ¿Cómo lo sabré? ¿Cómo sabré eso a menos que haga lo que él me dice? Tengo que tomar mi desesperación, mi destitución, mi enfermedad, tengo que ir ahí, hacer lo que el hombre me dice que haga. Y si hago lo que él me dice que haga, entonces sabré si es el hombre de Dios, ¿verdad?

Entonces, él va ahí y se hunde siete veces en un río sucio y adivine ¿qué? ¡Limpio! ¡Hombre, estás sentado en la sinagoga, estás diciendo ‘esto no va bien’! Entonces, somos peores que una viuda gentil de la ciudad de Jezabel. Somos peores que un leproso gentil de Asiria. Esto es intolerable.

Versículo 28: “Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira;” permítame decirle algo, no hay nada peor que el orgullo espiritual, ¿no es cierto? Usted sabe, el Señor había dicho: “Yo vine a salvar, eso es todo. Pero sólo puedo salvar a los pobres y los prisioneros y a los ciegos y a los oprimidos. Eso es todo lo que puedo salvar y no importa si es una mujer gentil o si es un leproso asirio, no importa quién es, lo único que importa es que vean su bancarrota, su destitución y vengan a Mí como el hombre que dijo ‘Señor, creo, pero ¿podrías ayudarme incredulidad?’ Y quizás no sepan todo lo que deben saber en su fe y quizás su fe no sea completa pero si tan sólo viene en su desesperación y dice ‘no tengo opciones, esto es todo lo que tengo y ¿qué puedo hacer con ello?’ Entonces, sabrán que soy el Mesías, ¿no es cierto?

Ustedes tampoco sabían ni yo tampoco sabía hasta que le entregué mi vida. Entonces supe. Y podría usted haberme mostrado un número infinito de milagros y no habrían probado nada. Usted nunca sabrá que Jesús puede salvar su alma del infierno, darle nueva vida, recrear su alma, plantar ahí su espíritu Santo, perdonar su pecado y enviarlo el cielo hasta que usted le entregue su vida a Él.

Lo único en lo que podían pensar era que estaban abajo de los gentiles. Ni siquiera querían que les volvieran a recordar de estas historias. No le gustaban estas historias, y estaban tan enojados con Él porque está insistiendo en el hecho de que a menos que de que se humillen a sí mismos como un leproso asirio, a menos de que se vean a sí mismos como alguien que no era mejor que un leproso asirio, como alguien que no era mejor que una mujer pagana gentil, a menos de que se vieran a sí mismos como alguien que no era mejor que rechazados, ni siquiera van a ser salvos. Y eso es absolutamente intolerable para ellos, ir a alguien que es un judío de por vida, que ha asistido de por vida a las sinagogas, un devoto judío serio y le digas ‘tú no eres mejor que un pagano, tú no eres mejor que un leproso gentil rechazado.’ Es inconcebible, porque están tan comprometidos con la justicia personal que es parte de un sistema de obras.

Y entonces, en el versículo 29: “Levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle.” No sabemos en qué parte de Nazaret, pero esto es en una pendiente. Encuentran un lugar para poder aventarlo en el monte donde la ciudad había sido construida. Y Deuteronomio 13 decía que si tienes un falso profeta, puedes hacer eso, matarlo. Estaban tan atrincherados en su sentido de justicia personal de que ellos eran buenos por sí mismos, no querían ver su pecado. Estaban endurecidos a tal grado y tan indispuestos a ver su pecado que cuando Jesús, el Mesías, al que habían esperado durante tanto tiempo, el Salvador del mundo vino, ellos trataron de matarlo porque amenazaba su orgullo espiritual, su sentido de justicia personal. Sólo hay una razón por la que la gente que conoce la verdad de Jesús no cree y es porque no se ve a sí misma como los pobres, cautivos, ciegos y oprimidos. ¿Se dan cuenta de eso? Porque no puede ser salvo si usted no reconoce eso. Dios no le ofrece nada a la gente que está contenta con su condición más que juicio.

En sus mentes, eran respetables. Eran los piadosos, los escocidos, los verdaderos adoradores, los legalistas, los ceremoniales, los de pactos. Estas personas, las otras personas, eran los miserables, los rechazados privados, los que no se podían ver a sí mismos como leprosos espirituales. Se rehúsan a admitirlo y eran los parientes del Señor y sus amigos y sus vecinos. ¿Cómo podías Tú decir eso? Ellos eran sus parientes, sus amigos y sus vecinos. Sí, trataron de matarlo. Odiaron el mensaje de tal manera porque no querían humillarse. No puedes salvarte a menos de que estés dispuesto a humillarte y reconocer tu condición de pecaminosidad. Y de nuevo, lo repito, tome a todos los sanadores, alinéelos, permítales que sanen a todos los enfermos y eso no prueba que Jesús puede perdonar pecado. Sólo entréguele su vida a Él y Él probará que puede hacerlo.

Ellos trataron de matarlo pero no era su tiempo. Versículo 30, con calma: “Mas Él pasó por en medio de ellos, y se fue.” No sabemos cómo sucedió eso. Simplemente se fue de alguna manera milagrosa. Si querían pruebas, lo que necesitaban hacer era pedirles que los salvara de sus pecados; pero tenían que admitir sus pecados y no querían.

¿Y qué tal de usted? Ésa son las únicas personas que Él puede salvar. Oremos.

Padre, esta es una declaración tan, tan poderosa acerca de la misión del Mesías de salvar pecadores. Que Él, en gracia, salve a muchos pecadores, aún hoy. Oramos en Su nombre. Amén.

 

 

 

 

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