Ahora, abra su Biblia, si es tan amable, al tercer capítulo del Evangelio de Juan. Éste, claro, es un capítulo crítico en todas las sagradas Escrituras. Establece el tono para nuestro entendimiento de la salvación y la verdad de este capítulo, claro, es desarrollada a lo largo del resto del Nuevo Testamento. Permítame leer estos 10 versículos. Quiero que estén en su mente. Y después, lo que voy a decir esta mañana va a ser una especie de apéndice o anexo a lo que ya hemos cubierto en estos versículos.
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el Reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?”
Como hemos estado diciendo, cinco veces en esos breves versículos, hay una referencia nacer de nuevo o nacer de arriba. Cualquiera de las dos está bien y ambas son traducciones precisas. Necesitamos nacer de nuevo. Esto es, habiendo nacido físicamente, ahora necesitamos nacer espiritualmente. Ese nacimiento viene de arriba. En un sentido, nuestro primer nacimiento, claro, fue una creación directa también de Dios. Inclusive en el sentido físico. Y también lo es con nuestro segundo nacimiento que desciende de arriba.
No obstante, no hay ayuda humana para este nacimiento, así como la hay en el nacimiento físico. Es una obra divina de Dios. Esa es la razón por la que se refiere como nacer del Espíritu. Nacer del Espíritu. Es la obra del Espíritu darnos vida. Eso es lo que significa nacer de nuevo. Y la razón por la que el Señor usa esta analogía es porque nos expresa el hecho de que no participamos en este nacimiento. Usted no tuvo nada que ver con su primer nacimiento. Es un nacimiento físico. Y usted no tendrá nada que ver con su nacimiento espiritual. Es una obra divina de Dios. Los teólogos la llaman monergista en lugar de que sea sinergista. Usted no participa en ello. Yo no participa en él. Ninguna persona que nace de nuevo contribuye a eso. No hay manera alguna de llevarlo a cabo. Esa es una obra Divina de Dios.
Para verlo quizás en una ilustración inolvidable, recuerde lo que dije acerca de Lázaro. Lázaro está muerto. Él está en la tumba. Él ha estado muerto cuatro días. Su cuerpo está en un estado de descomposición. El Señor viene a su tumba y lo resucita de los muertos. Él lo hace mediante un llamado. Él dice: “¡Lázaro, sal!” Y Lázaro viene a la vida, sale de la tumba como una nueva criatura. La ropa de la tumba le es quitada. Él está completamente vivo.
Somos una raza de Lázaros, espiritualmente muertos. Dios nos da vida y lo hace mediante un llamado. Mediante un llamado. Jesús dio vida a Lázaro y Él declaró esa vida llamándolo fuera de la tumba. Y así es con aquellos a quienes se les da vida, y así es con aquellos a quienes el Espíritu Santo les da vida. Es un llamado Divino. Dios habla y la vida viene a nosotros.
Quiero que lo piense de esta manera porque esa es una manera muy importante en la que el Nuevo Testamento se refiere a que Dios nos da vida. Nos hace estar vivos. Es mediante un llamado Divino.
Cuando hablamos de ser llamados de Dios, en primer lugar y sobre cualquier otra cosa, estamos hablando del llamado para venir a la vida. A salir de la tumba. Es un llamado a la reconciliación, sí. Es un llamado a la justificación, sí. Es un llamado a la redención. Es un llamado entrar al Reino eterno de Dios. Es un llamado a ser hijos con todos sus derechos y privilegios. Es un llamado al amor y al servicio. Y a la obediencia al Señor. Es un llamado de la esclavitud a la libertad. Es un llamado al gozo y a la paz. Es un llamado a la santidad. El llamado del Evangelio es presentado por los escritores de las epístolas como un llamamiento alto, un llamamiento santo, un llamamiento celestial. Evidentemente, es un llamado raro. Es un llamado innegable. Es un llamado irreversible.
El lenguaje del Nuevo Testamento habla mucho del hecho de que nuestra regeneración vino en respuesta al llamado de Dios. El llamado de Dios. Y estoy diciendo esa palabra de manera repetida porque quiero que vea esta palabra conforme se desarrolla en el resto del Nuevo Testamento.
Entonces, cuando usted lee el Nuevo Testamento, esta palabra en particular va a saltar de la página con un significado nuevo y fresco. Este es un llamado que es un citatorio Divino. Es un citatorio Divino a venir a la vida. A venir a la familia de Dios. Al Reino de Dios. A la corte de Dios, a estar delante de Dios y ser declarado perdonado y justo y libre para siempre de cualquier juicio, de cualquier condenación.
Los teólogos han hablado de este llamado y han incluido muchos adjetivos junto con él. Ha sido llamado un llamado eficaz, un llamado irresistible, un llamado poderoso, un llamado determinante. Un llamado decisivo. Un llamado conclusivo, un llamado operativo. Y todos esos ciertamente son apropiados. Es un llamado a la salvación, es un llamado a la vida.
Quiero que pase Romanos 8, conforme añadimos algo así como un apéndice a nuestro estudio de Juan 3. Y quiero que comencemos a entender lo que el Nuevo Testamento dice acerca de este llamado, para que entienda la maravilla plena del mismo. Romanos 8 es muy conocido por nosotros, en el versículo 28 en particular, un versículo que amamos, que aplicamos muchas veces en nuestra experiencia cristiana. “Y sabemos que los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, esto es a los que conforme a Su propósito son llamados.” Dios hace que todo sea para nuestro bien porque somos llamados por Él.
Si usted pasa el versículo 29, usted lee: “porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a estos también llamó. Y a los que llamó, a estos también justificó. Y a los que justificó, a estos también glorificó.”
Ahí usted tiene una definición muy clara de la naturaleza absolutamente eficaz de ser llamado. Somos predestinados, llamados, justificados y glorificados. A quien Dios predestinó, Él llamó. A quien Él llamó, Él justificó. A quien Él justificó, Él glorificará. Todo comenzó con la predestinación y termina con ser conformado a la imagen de Su Hijo. Éste es el propósito divino. Y conforme ese propósito se desarrolla a lo largo de la historia redentora, Dios hace que todas las cosas sean para bien, para llegar al resultado final desde su predestinación original.
Dentro del plan de Dios, desde la predestinación hasta la gloria eterna, está el llamamiento o el llamado y la justificación. Todos los que han sido elegidos, serán llamados. Todos los que son llamados, serán justificados. Todos los que son justificados, serán glorificados.
En el capítulo 11 de Romanos, una promesa maravillosa para aquellos de nosotros que hemos sido llamados, versículo 29 de Romanos 11, “porque irrevocable son los dones y el llamamiento de Dios. Los dones del llamamiento del Dios son irrevocables. Estamos hablando de un llamado que es un llamado absoluto, eficaz. A quien Él llamó, Él justificó y glorificó.
Ahora, hablemos de la palabra llamado. Una palabra simple en el lenguaje inglés y español, kaleo, significa citar o llamar a alguien a la presencia de uno. Llamar a alguien para que venga a usted. La palabra es descriptiva, tan descriptiva que los creyentes son identificados como los llamados. Literalmente, somos “los llamados,” de tal manera que usted toma el verbo y lo convierte en un nombre o sustantivo. Todos nosotros hemos sido llamados y somos, según Romanos 8:28, los llamados.
De hecho, eso es lo que es una Iglesia. La Iglesia verdadera es la congregación de los llamados. La palabra para “iglesia”-nos encanta la palabra Iglesia- no nos dice nada acerca de quiénes somos, la palabra en español Iglesia. Pero la palabra en español Iglesia es una traducción de la palabra griega ekklesia. Ekklesia viene de ekkaleo, significa los llamados. Kaleo, con una preposición al frente, ek, significa fuera de. Somos los llamados fuera de. Hemos sido llamados de la tumba, hemos sido llamados fuera de la muerte, llamados fuera de la ignorancia, llamados fuera de la ceguera. Somos los llamados. La Iglesia es ekklesia. Son los llamados fuera de, fuera de. Sería maravilloso que hubiera una palabra en español que explicara mejor esa obra de Dios que la palabra más bien estática que es la palabra Iglesia porque también es usada para describir organizaciones y edificios.
Entonces, podemos referirnos a nosotros mismos lo más que podamos, como los llamados. Los llamados. Y para ayudarle a familiarizarse con eso, permítame llevarlo rápidamente a lo largo de las epístolas del Nuevo Testamento. Podemos comenzar en Romanos, en donde comienzan las epístolas. Romanos, capítulo 1. Pablo, versículo 1, se identifica a sí mismo como esclavo de Jesucristo, llamado, llamado individualmente, claro.
Y después, él pasa a hablar de los redimidos. Él habla de aquellos quienes en el versículo 5 han recibido gracia y la obediencia a la fe entre las naciones por causa de Su nombre. Y después, en el versículo 6, entre los cuales estáis vosotros, ustedes, los llamados, llamados de Jesucristo. Versículo 7, vosotros sois los amados de Dios en Roma, llamados a ser santos.
En 1 Corintios capítulo 1, Pablo de nuevo demuestra cuán conocido es este lenguaje. Primera de Corintios 1, Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, Sostenes, nuestro hermano, a la ekklesia, a los llamados afuera de Dios que está en Corinto, aquellos que han sido santificados en Cristo Jesús, santos por llamado. Santos por llamado. O llamados a ser santos.
Pase al versículo 9, fiel es Dios mediante quien habéis sido llamados a la comunión con Su Hijo Jesucristo, nuestro Señor. Y cuando estoy leyendo esta palabra llamado, quiero que esté pensando en Lázaro. Fue el llamado. Lázaro, sal, ven fuera que lo sacó de la tumba.
Y es este mismo llamado que nos ha dado vida. Si usted pasa al versículo 23, predicamos a Cristo crucificado, para los judíos tropezadero y para los gentiles locura, pero a los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo poder de Dios y sabiduría de Dios. Él puede predicar el Evangelio y será locura y será una piedra de tropiezo, hasta que cumple con el propósito de Dios y vendrán a la vida. Versículo 26 entonces, considerad vuestra vocación o vuestro llamado, hermanos. Considerad vuestro llamado.
¿Cómo sucedió? Versículo 27, Dios escogió. Versículo 28, Dios escogió. Esa es la razón por la que usted fue llamado. Llamado por la decisión soberana de Dios. En Gálatas capítulo 1, Gálatas capítulo 1, Pablo nuevamente se presenta a sí mismo al principio de su epístola y esto con mucha frecuencia está al principio de las epístolas porque identifica a los creyentes a quien él escribe. Él está preocupado por las iglesias en Galacia, porque hay concesiones serias ahí en sus vidas. Ellos han caído en confusión y entonces, en el versículo 6, él dice: “estoy maravillado de qué tan rápidamente habéis dejado a aquel que os llamo por la gracia de Cristo.” Este es un llamado salvador, de nuevo, aquel que os llamo por la gracia de Cristo. De nuevo, Dios los ha llamado, no se desvíen de la obediencia a todo lo que ese llamado implica.
En la maravillosa carta a los Efesios, capítulo 4, versículo 1, Pablo identificándose nuevamente a sí mismo como el prisionero del Señor, dice: “os ruego que andéis como es digno de la vocación o llamado con el que habéis sido llamados.” El llamamiento con el que habéis sido llamados. En el versículo 4, él lo identifica de nuevo, hay un solo cuerpo, un Espíritu y fuisteis llamado en una esperanza de vuestro llamado.
En Colosenses capítulo 3, de nuevo el lenguaje no se desvía de este verbo singular. Colosenses 3, hablando de lo que es haber sido resucitado en Cristo y estar sentado a la diestra de Dios y haber muerto y nuestra vida siendo escondida con Cristo en Dios, Cristo ahora es nuestra vida. Hemos sido regenerados. Ése es el lenguaje de la regeneración. Pero ahí en el versículo 15, y la paz de Cristo gobierne vuestros corazones a la cual de hecho habéis sido llamados en un cuerpo y sed agradecidos.
Primera de Tesalonicenses, capítulo 2, usted puede ver que este lenguaje en cada una de estas epístolas. No le estoy dando cada vez que aparece, simplemente algunas muestras. Ahora, le estaba hablando a los Tesalonicenses en el capítulo 2, versículo 12, “para que andéis de una manera digna del Dios que os llama a su Reino y gloria.” No hay confusión absoluta en este lenguaje. No hay intento alguno por retroceder. No hay intento alguno por causar alguna confusión o evitar la ofensa que este tipo de lenguaje pueda provocar. Es directo, es lenguaje glorioso, es celebrado y es para producir obediencia y adoración.
Segunda de Tesalonicenses, capítulo 2, este es uno de los grandes duetos de versículos en el Nuevo Testamento, 2 Tesalonicenses 2:13 y 14, “debemos siempre estar agradecidos a Dios por vosotros, gracias a Dios por vosotros. Porque la razón por la que ustedes son lo que son es por lo que Dios ha hecho, hermanos amados por el Señor.” Y ahí es donde comienza, el Señor decidió amarlos, porque Dios os ha elegido desde el principio para salvación. Él os ha escogido para vosotros desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y fe en la verdad. Fue para esto que Él os llamó mediante nuestro Evangelio, para que tengáis la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Usted tiene toda la obra de la redención resumida en dos versículos. Comienza con amor y después, la elección y después, llamado y después, salvación y después, glorificación. Y en la salvación, viene la obra del Espíritu para producir fe en la verdad. Esta es la razón por la que Él lo llamó a usted, para llevarlo a la gloria eterna. Esto nos lleva de regreso a Romanos 8. Predestinado, llamado, justificado, glorificado, irrevocable y ninguno se pierde.
Escuchemos una palabra del escritor de Hebreos. El escritor de Hebreos, capítulo 3, versículo 1, esta es una afirmación maravillosa. Hebreos 3:1, por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial. Hermanos santos, participantes de un llamamiento celestial. ¿Cómo es que llegamos a ser santos? ¿Cómo es que nos deshicimos de nuestra corrupción? Nuestra condición miserable, nuestra condición caída, nuestra depravación. ¿Cómo nos convertimos en hermanos santos? Recibimos un llamamiento celestial. El cielo nos llamó para salir de la muerte, para salir de la oscuridad, para salir de la ignorancia, para salir de la ceguera y entrar a la vida y la luz y la verdad.
Pedro, 1 Pedro 2, de nuevo, todos los escritores del Nuevo Testamento celebran nuestro llamado. Este realmente es uno de los textos más ricos de todos acerca de este tema. Primera de Pedro 2:9, “más vosotros sois linaje escogido,” hablándole a la ekklesia, los llamados, “vosotros sois linaje escogido, nación santa, pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.” Eso es totalmente claro. ¿Cómo es que llegamos a ser un grupo de personas especiales, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios que pudieran anunciar sus virtudes? ¿Cómo es que eso sucedió? Él nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable porque vosotros antes no erais pueblo. Ahora, sois el pueblo de Dios. “Vosotros no habíais recibido misericordia, pero ahora, habéis recibido misericordia.” Este es el llamado de Dios. Versículo 21: “porque para esto habéis sido llamados.” Y él acaba de hablar del sufrimiento - llamados a sufrir por Cristo para ser glorificados con Cristo.
Cuando usted piensa en quién usted es como cristiano, quizás cristiano ciertamente es una manera de definir a sí mismo y quizás, está bien en pensar acerca de usted mismo como una parte de la Iglesia de Jesucristo. Pero creo que para hacer eso aún más estrecho, saber que usted ha sido llamado por Dios a la vida de los muertos, porque Él escogió colocar Su amor sobre usted antes de que el mundo comenzara, da un entendimiento fresco a eso. Nuevamente, en 1 Pedro capítulo 3, Pedro nos alienta bendecir a la gente no devolviendo maldición por maldición, insulto por insulto, sino bendecir y ¿por qué? Porque habéis sido llamado por el propósito mismo, para que podáis heredar una bendición. Eso ve la gloria eterna. Fuisteis llamados a la gloria eterna. Fueron llamados a recibir una bendición de Dios. Mientras que están aquí, den bendición. No den mal por mal, no se venguen, no den insulto por insulto. Bendecidos, Dios los llamó para darles bendición eterna.
Y después, en el último capítulo de 1 Pedro, capítulo 5, versículo 10, Pedro dice: “después de que habéis padecido por un poco de tiempo.” Así es en esta vida. El Dios de toda gracia, que os llamó a su gloria eterna en Cristo, el mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos, amén. Esa es una doxología. Y hombre, nos da toda razón para que sea una doxología porque acaba de leer ahí que Su llamado, de Dios, está seguro para siempre. Seguro para siempre. Él lo escogió a usted porque Él colocó Su amor sobre usted. Él lo llamó a usted, lo justificó y promete glorificarlo.
Sí, usted sufrirá en este mundo. Pero el Dios de toda gracia simplemente es para recordarle que esto no tiene que ver con usted, esto tiene que ver con Él. Esto no tiene que ver con que usted merezca el recibir la salvación o mantener la salvación. Esto consiste en gracia pura por parte de Aquel que lo llamó a usted y Él lo llamó a usted no a una salvación temporal, sino que lo llamó a usted a Su gloria eterna en Cristo. Y ahí es en donde usted va a estar. Ahí es en donde usted va a estar. Él lo llamó a eso.
Segunda de Pedro, no puedo resistir esto, Pedro se presenta a sí mismo como un esclavo, un apóstol de Jesucristo. Y después, dice en el versículo 1, bastante interesante, “aquellos que han recibido una fe igual de preciosa que la nuestra por la justicia en nuestro Dios y Salvador, Jesucristo.” ¿De dónde obtuvo usted su fe? ¿De dónde consiguió usted su fe? Usted la recibió. Estuvo en el paquete cuando Él lo llamó a usted. Usted recibió su fe, usted recibió fe por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo. Es un regalo de la gracia de Dios. “Gracia y paz sean multiplicadas a vosotros en el conocimiento de Dios y de Jesús, nuestro Señor.”
Después, observe el versículo 3: “viendo que Su poder divino nos ha concedido todo lo que pertenece a la vida y a la piedad.” Ahora, escuche eso, por Su poder Divino, Él nos dio todo lo que pertenece a la vida ya la piedad. ¿Qué significa eso? Elección, llamado, regeneración, justificación, santificación, glorificación, todo - Él nos concedió todo mediante el conocimiento verdadero de Aquel que nos llamó por Su propia gloria y excelencia.
De nuevo, ahí está otra vez esa obra unilateral, monergista de Dios mediante la cual Él nos llama y nos da todo lo que pertenece a la vida y a la piedad. Ahora, ¿entiende usted que esta no es alguna designación oscura del pueblo de Dios? Así es como los escritores de las epístolas del Nuevo Testamento se refieren a nosotros.
Ahora, este no es un llamado general. Este no es un llamado externo. Este no es un llamado que un predicador o evangelista hace. Este es un llamado interno de Dios que no puede ser resistido. Hay un llamado externo, cuando yo predico el Evangelio, cuando un evangelista predica el Evangelio, cuando usted le da el Evangelio a un amigo. Cuando usted le testifica a alguien y los llama a venir a Cristo y a responder a Él y a abrazarlo a Él y a entregarse a Él y a Su Evangelio, éste es un llamado externo que los humanos hacen. Y en ese sentido, usted puede tomar el lenguaje de Mateo 22:14 y la parábola que Jesús dio, en donde Él dijo: “muchos son llamados, pero pocos escogidos.” Usted recuerda que los que inicialmente fueron llamados al banquete, no vinieron. Ese es un llamado externo. El llamado del Evangelio externamente sale y la gente rechaza ese llamado. Muchos son llamados, pocos escogidos. Eso se refiere al llamado general, al llamado externo.
Pero cuando usted llega al Nuevo Testamento y usted comienza con Romanos, y usted sigue en el resto del Nuevo Testamento, cada vez que la palabra llamado o llamamiento o vocación, traducido así en ciertas versiones, aparece en la categoría del Evangelio, es un llamado interno, eficaz, de Dios que lleva al pecador muerto a la vida. Así es como los escritores del Nuevo Testamento se refieren a este. Es un citatorio por parte de Dios a venir a Su corte para recibir vida, para ser traído a Su corte, para que no sea condenado, para que no sea juzgado, sino para que sea declarado perdonado y justo y liberado. Y después, para ser adoptado como un hijo y reconciliarse de manera plena con Él. Es un llamado soberano de Dios, salvador, conforme Él ejerce Su propia voluntad y mediante Su propia gracia magnífica toma al pecador elegido y lo lleva a su presencia para declarar su perdón de ese pecador y concederle a ese pecador la justicia misma de Cristo, hacerlo un hijo y prometerle riquezas eternas en gloria.
Por maravilloso que es este, molesta a algunas personas. Así es. Ellos dicen: “por favor, Dios no va a traer a pecadores a sí mismo. No los va a traer mientras que están gritando y pateando. Él no se va a sobreponer a ellos contra la voluntad de ellos y violar la decisión de ellos.” Algunos dicen que Dios no puede hacer eso. Él no lo puede hacer porque Él nos ha dado libertad y tenemos libertad y libre albedrío y Dios no puede violar eso. Oh, ellos dicen, Dios puede romper la tapa del ataúd para que la persona muerta pueda tener un pequeño vistazo de luz y verdad suficientes para creer. Dios, en cierta manera puede abrir la mente un poco. Pero Él no puede forzarlos. Ellos tienen que tener la oportunidad, esto es todo, simplemente, la oportunidad.
Hay un libro escrito, un libro popular escrito en tiempos recientes por un teólogo bien conocido llamado Elegido pero Libre. Y presenta la realidad del llamado de Dios realmente como una doctrina inaceptable. Él dice que hace que Dios sea un dictador con poder para aplastar nuestra libertad y nos arrastra a Su Reino. ¿Así es como usted se sintió cuando usted fue salvo? No creo. Creo que usted no pudo apresurarse lo suficiente como para llegar ahí. No creo que usted ahora se sienta como que lo peor que jamás le sucedió a usted fue su salvación. Porque, ¿es posible que Dios lo arrastró a usted pateando y gritando en esto? Esa es una idea totalmente ajena a esto. Usted está tan completamente agradecido cada día de su vida por la salvación que Dios le dio. Ese es el tipo de pensamiento que no es bíblico, verdadero y que no es una representación apropiada de lo que la Biblia enseña. Nadie jamás es salvo en contra de su voluntad. Nadie. Usted no fue salvo en contra de su voluntad. Yo no fui salvo en contra de mi voluntad. Nadie jamás ha sido salvo en contra de su voluntad. Cualquier persona que ha sido salva, ha querido ser salva. Cualquier persona que se ha arrepentido y creído en el Evangelio, ha querido arrepentirse y creer en el Evangelio. De hecho, cualquier persona que ha sido salva, ha tenido un deseo tan poderoso y contundente por ser salvo que literalmente se esforzaron por entrar al Reino. Jesús dijo: “Se ven cautivados a hacer esto.” Vienen con lágrimas, vienen golpeándose el pecho. Dios, sé propicio a mi pecador. Están dispuestos a esto.
¿Porque están dispuestos a hacer esto? Porque Dios los hace estar dispuestos. Salmo 110:3: “Tu pueblo se ofrecerá libremente en el día de Tu poder.” Tu pueblo se ofrecerá libremente en el día de Tu poder. Cuando el Señor emite el llamado, “Sal,” y la vida entra en su alma muerta, esa vida activa su voluntad. Esa vida produce arrepentimiento. Esa vida produce fe. Y usted no viene pateando y gritando, sino que viene llorando con gozo.
Entonces, la pregunta es cómo es que el pecador tuvo la de disposición de venir. Ningún pecador tiene lo que se necesita para estar dispuesto a venir. Cuando enseño la doctrina de la depravación total, la naturaleza del hombre caído, hablo del problema del hombre en dos maneras: él es incapaz de ser salvo por sí mismo y no está dispuesto a ser salvo. ¿Muy bien? Incapaz e indispuesto. Esa es la esencia de la depravación. No sólo es que no puede, sino que no quiere. Eso es Romanos 3. No hay quien busque a Dios, no es justo ni aún uno. Efesios 2, muertos en delitos y pecados, viviendo según el curso de este mundo, según el príncipe de la potestad del aire, el Espíritu que opera en los hijos de desobediencia. Romanos 5:6, débiles, inútiles es la palabra usada. Inútiles, sin esperanza. No pueden entender las cosas de Dios. Son locura para él, como vimos en 1Corintios 1 y 2. Segunda de Corintios 4, “cegados por Satanás, el Dios de este siglo, ha cegado sus mentes.”
Ningún pecador dejado a sí mismo tienen ni el deseo ni la capacidad de venir a Dios. La corrupción es demasiado profunda, demasiado amplia. Dios, entonces, debe venir en Su poder soberano y citarnos a creer. Él debe, en el día de Su poder, hacernos estar dispuestos. No es una obra en la que pateamos y gritamos resistiéndonos, es una regeneración de gracia poderosa, sobrenatural, celestial de nuestro ser interior entero que nos hace estar dispuestos en el día de ese poder.
Bueno, ¿qué hay acerca de la libertad y la voluntad? ¿Qué hay acerca de eso? ¿Acaso no somos libres? Seguro. Usted tiene el libre albedrío. Todo el mundo en el mundo tiene libre albedrío. Usted sabe, usted toma decisiones todo el tiempo. Usted tomó la decisión de estar aquí. Usted toma decisiones a lo largo del día. No creo que usted viva bajo algún tipo de sentido horrible de estar bajo algo que lo obliga a usted a hacer algo en contra de su voluntad, a menos de que usted sea adicto a algo. Pero simplemente en general en la vida, usted tiene libertad.
Pero aquí está el problema: si usted no ha nacido de nuevo, si usted no es regenerado, esta es la extensión de su libertad. Usted puede escoger cualquier conducta, actitud que usted quiera que deshonra a Dios. Escójala. Pero usted no puede agradarlo. Usted no puede. Usted puede escoger su pecado. Y la gente lo hace todo el tiempo. Usted puede escoger su pecado, usted tiene libertad. La gente habla de que quiero mi libertad. La tiene. Usted puede escoger su pecado. Bueno, usted podría estar restringido un poco porque usted no quiere terminar en la cárcel de por vida. O podría estar un poco restringido porque usted no quiere chocar su auto, entonces usted limita cuánto usted bebe. O usted puede refrenarse un poco porque usted no quiere perder a su esposa y a sus hijos. Y entonces, usted escoge su inmoralidad. Pero usted puede escoger su pecado. Nada más que usted no puede escoger nada más. Usted no puede escoger no pecar. Usted no puede escoger lo que agrada a Dios.
Jonathan Edwards escarbó con mayor profundidad en esta área y Jonathan Edwards, ciertamente en mi mente, el teólogo más grande de Estados Unidos jamás ha conocido y quizás, el pensador más brillante. Él escribió esto: “lo que escogemos realmente no está determinado por la voluntad.” Lo que escogemos realmente no está determinado por la voluntad. Está determinado por la mente. Lo que la mente piensa es lo que toma la decisión. Y la mente no es neutral. La mente no es neutral. La mente, y estoy parafraseando a Edwards en este punto, la mente es corrupta, la mente, tomando la palabra de Jeremías, la mente del hombre es engañosa sobre todas las cosas y perversa.
Entonces, la mente no es neutral. Piensa en algunas cosas que son lo mejor y tiene la libertad de escoger. “Cuando es confrontada con Dios, Edwards continúa, la mente del pecador nunca piensa que seguir u obedecer a Dios es una buena opción.” Nunca piensa en eso. Su voluntad está libre para escoger a Dios. Nada lo detiene de escoger a Dios, pero su mente no le permitirá someterse a Dios porque eso no es deseable para él. Por lo tanto, dice Edwards, a menos de que Dios cambie la manera en la que pensamos, nuestras mentes siempre nos dirán que nos volvamos de Dios, lo cual es precisamente lo que hacemos.
El pecador está en una posición en la que él no puede hacer nada más. Entonces, si él va a querer arrepentirse y va a querer creer, Dios tiene que cambiar su mente. Cambiar cómo el piensa. Cambiar lo que él desea, lo que él ama, lo que él odia. Lo que él anhela. Esto con frecuencia es llamado gracia irresistible. Y está bien. Funciona bien con el pequeño acróstico tulip en inglés, gracia irresistible. Pero no sé si me gusta eso, porque irresistible es negativo y no pienso en eso como una experiencia negativa, ¿usted sí? Digo, si usted llama a esto Su gracia irresistible, yo fui salvo por la gracia irresistible de Dios, en cierta manera, nos da la idea de que tuve algo que yo necesariamente no quise. Además, decir gracia irresistible es redundante porque francamente la gracia irresistible es irresistible debido a que es soberana. Y entonces, decir gracia irresistible en cierta manera da una descripción de gracia y en cierta manera, lo hace de manera excesiva y la subestima. Gracia es más que algo que resistir. Y es por naturaleza un regalo de Dios que es irresistible.
Podemos explicarlo de una mejor manera. Podríamos llamarlo gracia salvadora, gracia que da vida. Un pecador no puede cambiar su voluntad porque su mente es corrupta. Él no puede mover su voluntad hacia Dios no por la lógica, no por una persuasión, no por predicación inteligente y no por música emocional. Dios tiene que ir a la tumba y decir, “sal” y darle un llamado soberano sobrenatural que cita al pecador de los muertos y en ese punto, todas sus facultades reciben una nueva vida, una mente nueva, una voluntad nueva conforme el Dios poderoso lleva a cabo una obra de regeneración.
En el año 1996, hubo una junta de algunos de mis amigos y algunos de los más nobles y los mejores que sirven al Señor y piensan en cosas bíblicas, llamada La Alianza de los Evangélicos que Confiesan. Se reunieron en Boston y produjeron lo que se llama la Declaración de Cambridge. Uno de los párrafos en esa declaración de Cambridge dice esto: “la gracia de Dios en Cristo no es meramente necesaria, sino que es la única causa eficiente de salvación. Confesamos que los seres humanos nacen espiritualmente muertos y que son incapaces inclusive de cooperar con la gracia regeneradora.” Gran afirmación. Son incapaces inclusive de cooperar con la gracia regeneradora. Digo eso porque no quiero que piensen que yo inventé eso. Sé que no lo saben porque se lo mostré en las Escrituras, y simplemente están viendo exactamente lo que vieron ustedes hoy.
La salvación de ninguna manera es una obra humana. Los métodos humanos, las técnicas humanas, las estrategias humanas no pueden llevar a cabo la regeneración. La fe no es producida en nuestra naturaleza humana no regenerada. Recibimos fe, recibimos una mente nueva. Recibimos una voluntad nueva.
Una de mis partes favoritas de la historia de la Iglesia es regresar a Charles Wesley. Charles Wesley negó su doctrina esencialmente. Él fue un arminiano en teología. Esto es, siguiendo a un teólogo de hace años atrás llamado Arminio, quien negó que la salvación en su totalidad es una obra de Dios. Él la vio como una obra sinergista entre Dios y el hombre. No solo, claro, esa postura tiene problemas con Juan 3 y el resto del Nuevo Testamento y la idea entera del llamado, pero, no obstante, llegó a desarrollarse en una teología amplia que todavía existe.
Charles Wesley tuvo algunos problemas con la teología, aunque él la promovió y la afirmó junto con su hermano Juan. Pero, como usted sabe, cuando usted llega al corazón de Charles Wesley, creo que él encontró algo diferente. Escuche usted lo que Charles Wesley escribió. Y usted conoce estas palabras, escuche esto: “por mucho tiempo, mi espíritu estuvo encarcelado, esclavizado en pecado y la noche de la naturaleza. Tu ojo disipó un rayo, me desperté en el calabozo lleno de luz, cayeron mis cadenas, mi corazón fue liberado. Me levanté para seguirte a Ti.” El hombre es un calvinista de clóset. ¿Estás bromeando conmigo? No puedes decirlo mejor que eso.
Jim Boice, un buen amigo, quien ahora está con el Señor, escribió una pequeña historia acerca de John Newton. Voy a cerrar con esto. Newton fue criado en un hogar cristiano en el cual se le enseñaron versículos de la Biblia, pero su madre murió cuando él tenía tan sólo seis años de edad. Y él fue enviado a vivir con un pariente que odiaba a la Biblia y que se burlaba del cristianismo. Entonces, John Newton huyó al mar. En esos años, era muy desobediente y era conocido por poder decir palabras vulgares durante dos horas sin repetir una sola. Él se vio forzado a enlistarse en la marina británica. Pero el desertó, fue capturado y fue golpeado públicamente como un castigo.
Eventualmente, Newton se metió en la marina como un comerciante y se fue a África. En sus memorias, él escribió que él fue a África por una razón, únicamente una y cito: “para que pudiera pecar sin límite.” Newton terminó con un comerciante de esclavos portugués, en cuyo un hogar él fue tratado de manera cruel. Este hombre, con frecuencia salía en expediciones de esclavos; y cuando él no estaba, él le dejaba su autoridad a su esposa africana, la mujer primordial del harén. Ella odiaba a todos los hombres blancos y descargaba su odio en Newton. Él dice que durante meses él se vio forzado a comer su alimento del piso como un perro. Él fue golpeado sin misericordia si tocaba la comida.
Con el tiempo, habiendo perdido peso y demacrado, Newton se fue al mar en donde fue recogido por un barco británico que iba a la costa de Inglaterra. Con el capitán del barco supo que el joven sabía algo de navegar, como resultado de haber estado en la marina británica, él lo incorporó a la tripulación. Pero inclusive entonces Newton se metió en problemas. Un día, cuando el capitán estaba en la costa, Newton abrió la bodega de ron del barco y emborrachó a la tripulación. Él mismo estaba tan borracho que cuando el capitán regresó y le pegó en la cabeza, Newton se cayó y se habría ahogado si uno de los marineros no lo hubiera sacado rápidamente.
Cerca del final de un viaje, conforme se acercaban a Escocia, el barco estuvo en mal clima y se desvió. Cayó tanta agua que el barco comenzó a hundirse. El joven rebelde fue enviado al casco para bombear agua. La tormenta duró por días. Newton estaba aterrado. Él estaba seguro de que el barco se hundiría y que él se ahogaría. En el casco del barco, conforme él bombeaba agua de manera desesperada, el Dios de toda gracia a quien él trató de olvidar, pero quien nunca se olvidó de Newton, trajo a su mente versículos de la Biblia que él había aprendido en su hogar como niño. El camino de la salvación le fue abierto. Él nació de nuevo y fue transformado totalmente.
Más tarde, cuando él volvió a estar en Inglaterra, él comenzó a estudiar teología y eventualmente, se convirtió en un predicador en una pequeña ciudad llamada Olney y más tarde, en Londres. Su historia está contenida en estas palabras: “sublime gracia, cuán dulce el sonido que salvó a un miserable como yo.”
Padre, Te damos gracias por la verdad. Gracias por la obra de salvación, la obra poderosa de salvación que has llevado a cabo en nosotros. Somos indignos. Cuando hemos hecho todo lo que deberíamos haber hecho, tenemos que decir, “siervos inútiles somos, toda la gloria es para Ti, toda la alabanza es para Ti.
Para la alabanza de tu gloria está escogido, nos has redimido. Tu nos has justificado, nos has regenerado, nos has adoptado, nos han santificado. Tú nos has colocado en la comunión de los santos y nos has prometido gloria eterna. Y todo esto es Tu obra poderosa por la cual te alabamos. ¿Cómo no Te vamos a adorar, cómo no te vamos a amar? ¿Cómo no te vamos a obedecer? ¿Cómo no vamos a encontrar gozos interminables en lo que has provisto para nosotros? Que nunca nos estanquemos en nuestras mentes y corazones. Te damos gracias, Te damos la alabanza.
Padre, gracias por el tiempo que hemos podido apartar del mundo que nos rodea y hemos podido venir a este lugar maravilloso para congregarnos con Tus santos a adorarte y para que nos hables de manera tan poderosa mediante Tu verdad. Sella todas estas cosas en nuestros corazones y llénanos de gratitud, oramos. Lleva a cabo Tu obra en toda vida y Te daremos toda la alabanza y toda la gloria. Amén.
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