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Abramos nuestras Biblias de nuevo en el décimo capítulo de Juan. Y esta es una porción de la Escritura realmente maravillosa y rica y preciada, en la que nuestro Señor se identifica a sí mismo como el buen Pastor quien cuida de sus ovejas.

Esa metáfora en particular, ese retrato de palabras, como es llamada en el versículo 6, quizás necesita algo de explicación para nosotros, en términos de contexto, para que sepa usted por qué sucedió aquí. No hay nada en cierta manera aislado en el ministerio de Jesús, dado que todo tuvo un contexto, un contexto histórico. Creo que muchas personas leen la Biblia como algún tipo de libro espiritual, como si estuviera aislado de la historia y acontecimientos y la gente y las consecuencias y secuencias, pero todo esto es historia. Y todo lo que leemos en los evangelios en términos de doctrina y teología y los grandes discursos de nuestro Señor aquí, en un momento y un acontecimiento, en un punto estratégico en donde esto fue hablado en ese momento, y lo que habló en esa hora crucial. Eso es esencialmente verdad de esto.

Nuestro Señor había estado, en el capítulo 8, en una confrontación con los líderes de Israel. Y ellos lo habían rechazado, y ellos habían declarado su odio en contra de Él, y estaban camino a matarlo. De hecho, ya para cuando usted llega al capítulo 10, han tratado por lo menos tres veces de causar su muerte. No hay duda de lo que ellos piensan de Cristo.

En el capítulo 8, hubo este conflicto, esta confrontación. Y hay que reconocer que Él la incrementó al decirles la verdad. Él les dijo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo”. Él es un mentiroso y un homicida, y entonces ustedes también son mentirosos y homicidas. Podríamos decir, que para ellos el incidente en el capítulo 8 terminó en una nota muy severa. Como resultado, el capítulo 8 termina con estas palabras: “Por tanto, recogieron piedras para arrojárselas. Jesús se escondió y salió del templo”.

Entonces, Él escapa de ser apedreado ahí, de un tipo de ejecución en manos de la multitud violenta. Conforme Él sale del templo, Él ve a un hombre ciego. Y para ahora, Él está inmerso en la multitud. Y conforme Él sale de la puerta, Él ve a un hombre ciego, porque eso es lo que los hombres ciegos hacían, se sentaban en la puerta para mendigar. Y ahí es en donde Él encontró a este hombre. El hombre había sido ciego desde nacimiento. Y Jesús se detiene y lo cura.

Para entonces, sus enemigos, los fariseos lo habían alcanzado, habían reducido el esfuerzo por matarlo en el momento. Él estando inmerso en la multitud y habiendo llamado la atención de la multitud por el milagro, ellos de nuevo están profundamente afligidos por el hecho de que Él está teniendo una popularidad tan grande, y Él ha curado a este hombre y ha llamado la atención a este grado a sí mismo. Ellos habían hecho una ley, esa ley es indicada en el capítulo 9, versículo 22, de que, si alguien confesaba que Jesús fuera el Mesías, él debía ser expulsado de la sinagoga. Bueno, Jesús curó al hombre ciego y después el hombre ciego vino a la fe en Cristo.

Conforme termina la historia, ahí en el versículo 38 él dijo: “Señor, creo”. Y lo adoró. Entonces, el hombre fue curado físicamente y él fue curado espiritualmente. Y como resultado de eso, él violó su ley. Él lo ha confesado a Él como Mesías, Señor y Salvador. Lo expulsan de la sinagoga. Y todavía están completamente concentrados en matar a Jesús.

El capítulo 9 entonces, incluye una extensión del capítulo 8 en la hostilidad de los líderes religiosos del judaísmo hacia Jesús. La curación del hombre ciego en un sentido en el escenario panorámico de las cosas, es algo incidental, no es incidental para el hombre ciego, pero el panorama general aquí es que cuando Jesús hace un milagro monumental que no tiene ninguna otra explicación, porque este es un hombre ciego de nacimiento y todo mundo lo sabe, porque él es un personaje conocido ahí que ha estado mendigando por mucho tiempo, no tiene efecto en cómo se sienten acerca de Jesús. Ellos no dan un paso en la dirección de afirmar algo fuera de que Él es satánico. Su hostilidad ha pasado el punto de regreso alguno. Ellos de hecho están demostrando que son líderes falsos, que, en lugar de reconocer a su Mesías, rechazan a su Mesías y quieren ejecutar a su Mesías. Ellos, en una palabra, son los pastores falsos de Israel.

El pastoreo, obviamente, fue una metáfora en el mundo antiguo que la gente entendió en una sociedad agrícola y donde había muchos animales. Fue muy común en el Antiguo Testamento, como leemos en el Salmo 80, Dios fue llamado el Pastor de Israel; Salmo 23: “Jehová es mi Pastor”, y otros lugares. Todos entendían eso, porque la tierra de Israel estaba llena de ovejas y pastores. Los pastores hablaban de cuidado, y alimentación y protección. Estos eran hombres que se habían designado a sí mismos como pastores de Israel, pero eran pastores falsos. La verdad es que eran lobos vestidos de ovejas.

Entonces, en el capítulo 9, después de la curación de este hombre, vuelven a salir a la superficie con el mismo odio y la misma hostilidad. El capítulo cierra, el capítulo 9, con Jesús pronunciando un juicio en contra de ellos debido a su ceguera, debido a que deliberadamente son ciegos hacia la verdad. La conversación específicamente con ellos termina con estas palabras: “Vuestro pecado permanece”. Son todo menos justos. Están en su pecado. Ahora, Él había dicho eso antes cuando les dijo: “En vuestro pecado moriréis. Y a donde Yo voy, ustedes nunca vendrán”. Aquí Él dice un par de capítulos después: “Ustedes permanecen en su pecado. Su pecado permanece”. Entonces, aquí están los líderes ciegos de Israel, los líderes ciegos de los ciegos; aquí están los pastores falsos de Israel.

Conforme llegamos al capítulo 10, él todavía está hablando con ellos, todavía está hablando con ellos. Todavía están ahí. El hombre ciego todavía está ahí. Los discípulos están ahí. La multitud de judíos está ahí, por la ubicación en donde la curación se llevó a cabo. Y los fariseos, escribas, todavía están ahí. Jesús, entonces, entra en una descripción de cómo un buen Pastor conduce su vida. Esa descripción es lo que vimos la semana pasada, versículos 1 al 10. Es, según el versículo 6 una figura de dicción, una analogía, una metáfora. Y vimos algunos de los detalles acerca de eso la semana pasada que nos ayudan a entender el pastoreo.

Un pastor tiene sus propias ovejas, tiene sus ovejas propias. Él conoce sus ovejas propias. Él no solo tiene el derecho de guiar y alimentar a sus propias ovejas, sino que él tiene la responsabilidad de guiar y alimentar a sus propias ovejas. De noche, recordarán ustedes, las ovejas entraban a la aldea, ahí al redil de la aldea, y todo pastor traía a sus ovejas, y todas estaban en el mismo redil. Y en la mañana entonces, el pastor vendría y llamaba a sus propias ovejas y las llamaba por nombre. Él conoce sus ovejas. Él las llama por nombre. Las ovejas conocen la voz de su amo y lo siguen. Las ovejas no van a seguir a un extraño. También aprendimos que mientras que están en el redil de noche, ladrones pueden tratar de subirse y brincarse el muro y llevarse a las ovejas, trasquilarlas, o incluso matar a las ovejas.

Y entonces, tenía que haber un guardia que estuviera ahí en la puerta para proteger a las ovejas porque siempre había ladrones. El pastor está comprometido con protegerlas de noche en el redil, y después en la mañana, venir y sacarlas por nombre una por una, y llevarlas a pastos verdes y a aguas de quietud. El pastor es incluso la puerta, porque tienen que pasar por él para ser identificados como las suyas. Un retrato hermoso del cuidado animal, pero esa no es su intención, esa es la figura.

La realidad viene de manera clara cuando usted ve el lenguaje en el versículo 9: “Yo soy la puerta; si alguno entra por Mí, él será salvo”. Oh, ahora veo de qué estamos hablando. Este es un retrato de la salvación provista por el Pastor verdadero, la salvación. Todo esto son retratos de la doctrina de la salvación. El Pastor divino tiene sus propias ovejas, le han sido dadas a Él por el Padre. Han sido escogidas desde antes de la fundación del mundo. Él las conoce a todas por nombre. Él tiene el derecho de llamarlas. Él las llama por nombre. Ellas conocen su voz, lo siguen, no van a seguir a un extraño. Eso es salvación. Los elegidos están en el redil del mundo, pero el tiempo viene para llamarlos a que salgan de ahí.

La voz del Pastor llama y ellos oyen esa voz y siguen esa voz. Esto es gracia irresistible. Este es el llamado eficaz y el llamado divino a la salvación. No van a seguir a un extraño. No van a seguir una voz que no es conocida por ellos. Sí, hay ladrones, falsos maestros que tratan de entrar al redil, brincarse el muro y explotar y destruir a las ovejas. Pueden venir para destruir y matar, pero el Pastor les provee protección de los falsos maestros. El Pastor las guía, va delante de ellas y ellas lo siguen. Él las lleva por un camino seguro a pastos verdes, refiriéndose a bendición espiritual, aguas de quietud, refiriéndose bendiciones espirituales, a lo largo del tiempo y hasta la eternidad. Es una lección de la salvación. Esa es la figura. En contraste a los pastores falsos, que son los extraños, los ladrones, y a quienes vemos en los versículos 11 al 21, son los contratados. El Pastor verdadero cuida de sus ovejas.

Entonces, este retrato, todo mundo lo afirmaría. Todos dirían eso es exactamente lo que un pastor hace. Él tiene sus propias ovejas. Él tiene la responsabilidad de cuidar de esas ovejas. Él las coloca en un lugar seguro. Él las saca del redil, las llama por nombre, las nombra, conocen su voz, lo siguen, no siguen a un extraño. Tienen que ser protegidas del peligro de ladrones. Son guiadas por el Pastor a lugares en donde pueden comer y beber. Ese es un buen Pastor. Ese es un retrato de la salvación.

¿Quién es el Pastor? Jesús está comenzando a darnos una buena idea cuando en el versículo 9, como vimos la semana pasada, Él dice: “Yo soy la puerta”. Los pastores eran la puerta. De noche, las ovejas entraban y el pastor dejaba caer su vara y detenía toda oveja, toda oveja, toda oveja, para revisarlas, para ver si tenía algún tipo de herida, algún tipo de problema, después levantaba la vara y dejaba que entraran. Y en la mañana él las llamaba por nombre a todas y tenían que pasar por él para que él cuidara de ellas.

El pastor era la puerta. Jesús está diciendo: “Este Pastor. Este Pastor fiel. Así es como el pastoreo debe ser realizado. Así es como lo hago. Yo soy la puerta”. Eso nos da una buena pista. Sabemos que Él está hablando de manera metafórica porque es una figura de dicción y porque en el mismo versículo Él dice que está hablando de salvación. Pero después, en el versículo 11, Él dice específicamente: “Yo soy el buen Pastor”. Ese buen Pastor que acabo de describir, ese buen Pastor que acabo de identificar, la manera en la que Él se conduce a sí mismo y conduce su vida con las ovejas.

“Yo soy el buen Pastor; el buen Pastor pone su vida por las ovejas. El asalariado, y no es pastor, de quien no son las ovejas, ve al lobo venir, deja a las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Él huye porque es un asalariado. Y él no está preocupado por las ovejas. Yo soy el buen Pastor, y Yo conozco mis ovejas, y mis ovejas me conocen. Así como el Padre me conoce, Yo conozco al Padre, y pongo Mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este redil, también a estas debo traer y oirán Mi voz y se volverán un rebaño con un pastor. Por esta razón, el Padre me ama, porque pongo Mi vida para que la vuelva a tomar. Nadie me la ha quitado, sino que yo la pongo de Mi propia iniciativa. Tengo autoridad de ponerla y tengo autoridad de volverla a tomar. Este mandamiento he recibido de mi Padre.

“Una división ocurrió otra vez entre los judíos debido a estas palabras. Muchos de ellos estaban diciendo: Él tiene un demonio y está loco. ¿Por qué lo escucháis?” Otros estaban diciendo: Estos no son los dichos de uno poseído por demonios. Un demonio no puede abrir los ojos del ciego, ¿o sí?”

Entonces, aquí en los versículos 11 al 21, nuestro Señor explica cómo es que Él cumple la identidad del buen Pastor. Él es el buen Pastor. Él es de quien se profetizó, como vimos la semana pasada en Ezequiel 34, el buen pastor que Dios mismo enviaría. Y como le dije la última vez, y lo vuelvo a reiterar, Él entra en esta figura de dicción en particular porque los líderes religiosos de Israel eran conocidos como los pastores de Israel, pero eran pastores falsos. Y entonces, Él distingue a los líderes falsos de sí mismo.

Él es el Pastor verdadero de las ovejas. Ellos eran ciegos. Así es cómo la conversación con ellos terminó en el capítulo 9, versículos 39 al 41. Estaban espiritualmente ciegos a la verdad de Dios. No podían guiar a nadie a ningún lugar porque no podían ver a donde iban. Son líderes falsos. De hecho, son extraños, no pastores. Son asalariados, manos contratadas que hacen lo que hacen por dinero y no se preocupan por las ovejas. Son ladrones que quieren explotar y matar. Jesús estaba hablando de ellos en contraste a sí mismo.

¿Lo entendieron? No. Versículo 6, ellos no entendieron qué cosas Él había estado diciendo de ellos, lo cual es prueba de lo que Él había dicho en los versículos 39 al 41 en el capítulo 9: “Están ciegos, no entienden”. Él lo había dicho antes: “Lo que yo digo no le entienden”. Él, de hecho, llegó al punto de decir: “Porque yo les digo la verdad, no entienden, porque son de su padre diablo, quien es un mentiroso. Si mintiera, lo entenderían. Pero cuando les digo la verdad no lo entienden”.

Entonces, esta paroimia misma o metáfora o símil, está diseñada como una ilustración no solo del buen Pastor, sino como una ilustración de la ceguera de los falsos pastores, porque ni siquiera lo entendían. Los líderes falsos, ladrones, extraños, asalariados, no tienen nada en mente más que protegerse a sí mismos. No van a arriesgar sus vidas por las ovejas, como leímos. Quieren el dinero, y si es necesario, se van a volver ladrones para conseguirlo. Son extraños, no pastores.

No obstante, el Pastor verdadero es descrito aquí como uno que ama, y se preocupa, y sustenta, y vive por y muere por las ovejas. Y eso, claro, no es ningún otro que nuestro Señor Jesucristo. Entonces, veamos estos versículos 11 al 21 y simplemente avancemos. Este es por cierto el cuarto “Yo Soy” en el Evangelio de Juan, hay toda una serie de “Yo Soy” que nuestro Señor da. Y “Yo Soy” es el tetragramaton en hebreo, el ἐγώ εἰμι (ego eimi) en griego. El “Yo Soy” significa el nombre de Dios. Entonces, son declaraciones de deidad, como también en el contexto de cada una. “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. “Yo soy la resurrección y la vida”. “Yo soy la puerta”. “Yo soy el buen Pastor”. Todas afirmaciones de su deidad encerradas en la afirmación “Yo Soy”.

Pero aquí, Él es el buen Pastor. Veamos eso un poco. Yo soy el buen Pastor. Después, Él lo repite inmediatamente el buen Pastor de nuevo. Ahora, esta es una construcción importante que debemos entender. El énfasis aquí es esto: “Yo soy el Pastor, el bueno”. Un orden muy importante ahí. “Yo soy el Pastor, el bueno”. Como si dijera en contraste a todos los malos; Yo soy el Pastor, el bueno. Pero hay dos palabras en el griego para bueno, una es ἀγαθός (agathos), de la cual usted consigue u obtiene la palabra ágata o el nombre Agatha. Aγαθός, nombre antiguo, ἀγαθός significa en cierta manera moralmente bueno, bueno y en cierta manera confinado a bondad moral, es una palabra maravillosa, palabra magnífica conocida en el Nuevo Testamento.

Pero la otra palabra es καλός (kalos), καλός, lo opuesto de κακός (kakos), lo cual es ser malo. Kαλός es ser bueno, no solo en el sentido de calidad moral, sino que es una palabra más amplia, significa ser hermoso, ser magnífico, ser atractivo, ser excelente a todo nivel, no solo en aquello que no es visto en términos de virtud, sino en todo aspecto. Yo soy el Pastor, el excelente. Yo soy el Pastor, el hermoso, el bello. En contraste a los feos, a los peligrosos. Él no solo es otro pastor, Él es el Pastor, el bueno, el que es excelente de manera preeminente. Él está por encima de todos los pastores, el bueno.

Ahora, los judíos tenían una idea acerca de quién era el mejor pastor. Para ellos, históricamente era David, era David. David el pastor, el niño pastor, quien cuidó de los rebaños de su padre y derrotó a Goliat; y se volvió el rey de Israel. David fue su gran pastor históricamente. Pero recuerde usted en el capítulo 5, Jesús afirmó ser más grande que Moisés, y en el capítulo 8, Él afirmó ser más grande que Abraham: “Antes de que Abraham fuese, Yo soy”. Y aquí Él es el Pastor que es mucho mayor que cualquier otro pastor, incluyendo a David. Incluyendo a David.

Él es el Pastor, quien es el bueno, el primordial. Esa es una afirmación bastante fuerte, decir que tú eres mejor que Moisés, mejor que Abraham, mejor que David, y decir que eres Dios, no es sorprendente que Él tuviera que respaldar eso con milagros, ¿verdad? Él estaba diciendo a esos judíos que Él era Dios, porque ellos conocían el Salmo 23: “Jehová es mi Pastor”. Ellos conocían el Salmo 80: “el Pastor de Israel”. Ellos sabían lo que Isaías el profeta dijo acerca de Dios pastoreando a su pueblo. Él está diciendo: “Yo soy el Pastor, el bueno”. De nuevo, otra afirmación de deidad.

Ahora, su bondad verdadera como Pastor es vista en tres maneras aquí en este pasaje. No le voy a decir nada que usted no sepa, pero le voy a decir lo que está aquí. Debería estar agradecido porque usted sabe esto, porque ver esto otra vez es tan rico y maravilloso para nosotros. Este Pastor, este Pastor el bueno, es marcado por tres ministerios en particular hacia sus ovejas. Uno, Él, muere por ellas. Dos, Él las ama. Tres, Él las une. Él muere por ellas. Él las ama. Él las une.

De regreso al versículo 11: “El Pastor, el bueno, pone su vida por las ovejas”. Los pastores eran absolutamente responsables por las ovejas, era un asunto serio, era el trabajo de un hombre, y realmente era un tipo de trabajo bajo y humilde también porque no se necesitaba mucha aptitud y tenía un riesgo alto, era sucio. Pero un pastor era absolutamente responsable por las ovejas. Si le pasaba algo a las ovejas, él tenía que producir prueba de que no era su culpa por descuidar su deber, o por ser negligente con cuidar a las ovejas que estaban bajo su cuidado, o dejar que un amigo se llevara una o lo que sea.

Amós, el profeta, habla del pastor rescatando dos piernas o un pedazo de un oído de la boca del león, Amós 3:12. Estaban en batallas con bestias, había lobos, había leones de montaña, incluso había osos. David le cuenta Saúl cómo cuando él estaba cuidando las ovejas de su padre, ahí atrás en 1 Samuel 17, David peleó contra un león y él peleó contra un oso. Por cierto, eso es lo que hizo que David fuera un pastor tan heroico. En Isaías 31, Isaías habla de la multitud de pastores siendo llamados cuando un león atacaba. Llamaban a los pastores para que fueran a pelear contra el león. La ley lo establecía, Éxodo 22:13: “Si la oveja fuera despedazada, entonces trae un pedazo como testigo”. Si no tienes una oveja, si pierdes una oveja, tienes que rendir cuentas por esa oveja al dueño definitivo. Tienes que traer un pedazo para probar que fue un animal.

Para el pastor, era lo más natural entonces, arriesgar su vida, era lo que los pastores hacían, era lo que hacían. Usted simplemente podía llevarlas al pasto y dejarlas ahí, me imagino. Pero ¿por qué entonces se quedaban los pastores? ¿Por qué esas largas, largas, largas horas de quedarse ahí? Porque él tenía que ser un protector. Hay un libro antiguo llamado La Tierra Del Libro, y el autor de ese libro histórico en Israel dijo: “He escuchado con interés intenso las descripciones vívidas de peleas desesperadas con bestias salvajes. Y cuando el ladrón viene, el pastor fiel con frecuencia tiene que arriesgar su vida para defender a su rebaño. He conocido más de un caso en donde él literalmente tuvo que poner su vida ahí peleando”.

Bueno, digo, si usted está peleando contra una bestia salvaje, usted podía perder. Entonces, había riesgo y no podía de pronto detener el riesgo, podía llegar hasta la muerte. Él procede a decir: “Un hombre pobre en la primavera pasada entre Tiberios y Tabor, en lugar de huir, de hecho, peleó contra tres ladrones beduinos hasta que fue despedazado y murió entre las ovejas que él estaba defendiendo”. Sucedía, pero eso era lo que hacía un pastor. Habla usted un hombre varonil, un trabajo difícil, con paga baja, con aptitud baja.

Un pastor que estaba haciendo lo que debía ser nunca titubeaba en arriesgarse, y quizás incluso ponía su vida, y era voluntario porque él no tenía que involucrarse en eso. Esa es la razón por la que Jesús dice: “Yo soy el buen Pastor. El Pastor, quien es el bueno, pone su vida; Él pone su vida”. Vaya al versículo 18: “Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar”. De manera libre y voluntaria, Jesús entregó su vida por las ovejas. Algunos dirán: “Bueno, eso no es algo serio. Él es Dios. Entonces, Él tenía un cuerpo, y Él entregó el cuerpo, y tú sabes, no es nada serio”. Es más que eso. Es extraño que los comentaristas incluso digan algo así.

Hubo mucho más que eso, y está encerrado en la palabra vida. Él pone su vida, no es la palabra βίος (bios) o ζωή (zoe), esas son las dos palabras para vida en griego. βίος, vida biológica, ζωή, eso se translitera zoología, el estudio de la vida. No era ninguna de esas dos palabras en cierta manera científicas. Es la palabra ψυχή (psuché), ψυχή, la cual es la palabra para alma, lo cual habla de toda la persona, no lo de afuera, sino lo de adentro. El ψυχή es el interior, Él entregó su alma, su persona entera. Él no solo sintió el dolor de los clavos en su cuerpo y el dolor de las espinas en su cuerpo y el dolor del azote en su cuerpo, su alma entera fue torturada con la angustia de llevar el pecado, el sufrimiento.

En Mateo 20:28 Jesús dijo: “El Hijo del Hombre entrega su alma en rescate por muchos”. Se traduce vida, pero es ψυχή, de nuevo. Él entrega su alma, su persona entera. Y Él lo sintió en cada parte de su ser. ¿Por qué hizo Él eso? ¿Por qué puso Él de manera voluntaria Su alma? Él dice: “Por las ovejas”, ὑπέρ (huper), a favor de, por el beneficio de. Eso es exactamente lo que dice en 2 Corintios 5:21 en donde Pablo explica: “Al que no conoció pecado, por nosotros”. Por nosotros, por nosotros. ὑπέρ aparece en muchos pasajes que hablan de la expiación sustitutiva de Cristo, que Él tomó nuestro lugar, Él murió por nosotros, una expiación real. Él puso su alma por las ovejas. Eso es bastante estrecho, por las ovejas. Fue una expiación real. Fue una expiación completa por las ovejas a quienes Él conocía, y a quienes cuando llamadas, lo conocerían. Él lo hizo por el beneficio de las ovejas.

Desde un punto de vista natural, si esto le pasaba al pastor, ese era el fin de las ovejas. Si algo viene tras las ovejas y mata al pastor, las ovejas van a ser vulnerables, están abiertas a ser matadas, están abiertas a dispersarse. Si un animal o ladrón, la muerte del pastor realmente podía terminar con las ovejas. Pero este Pastor no, porque él puso su vida. Versículo 18 dice: “Él tenía potestad – ¿de qué? – de volverla a tomar”. Y en el tercer día Él salió de la tumba, y volvió a reunir a sus ovejas dispersas. ¿Fueron dispersas? Sí, sí lo fueron. Y era el pastor, y – ¿qué? – y las ovejas serán dispersas. Zacarías lo prometió y así fue. Pero Él regresó de la tumba y las volvió a reunir y Él dijo esto: “Todo lo que el Padre me da vendrá a Mí y no he perdido ni una de ellas”.

Entonces, la muerte del pastor normalmente significaba la muerte de las ovejas en algunos casos, pero no en este caso. ¿Por qué murió? Isaías 53:8: “Por la transgresión de mi pueblo”. Mateo 1:21: “Llamarás su nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados, sus ovejas”. Es una expiación real. No es una potencial que en cierta manera usted puede convertirla en una real al creer. Él de hecho pagó de manera plena el castigo por sus ovejas a quienes él conoció, y a lo largo de la historia humana está llamando a sí mismo.

Es muy diferente una mano contratada, versículo 12, al que es asalariado y no un pastor. Quien no es el dueño de las ovejas ve al lobo venir, deja las ovejas y huye. Y el lobo las arrebata y las dispersa. Él huye porque él es una mano asalariada y no está preocupado por las ovejas. El pastor verdadero o el dueño, y algunas veces era en la misma persona, él se preocupa por las ovejas, no es un trabajo para él, es su vida misma. Él ha desarrollado relaciones con esas ovejas, son conocidas por él, son amadas por él.

Eso no es verdad de las manos contratadas. Me gusta la traducción antigua, contratados, contratados. Una característica de un contratado, según Zacarías 11:6, es que él no intentar reunir a las ovejas dispersas. El mundo siempre ha estado lleno de gente contratada. Esta es otra palabra para los líderes de Israel, extraños, ladrones, ahora manos contratadas. Supongo que es mejor ser alguien contratado que huye que ser un ladrón, pero el fin es el mismo, el fin es el mismo, las ovejas se vuelven víctimas de cualquiera de estos. Y el mundo siempre ha estado lleno de esto, y el rebaño de Dios siempre está siendo atacado, y el mundo siempre está siendo atacado por estos líderes falsos que explotan y destruyen a las ovejas y que huyen cuando el problema real viene.

¿Y quién es el lobo? El lobo es cualquier cosa que ataca a las ovejas, cualquier cosa. Cualquier cosa satánica, cualquier cosa dirigida de manera satánica mediante el mundo, cualquier cosa, cualquier cosa que viene en contra de las ovejas. Hay muchos pastores falsos, maestros falsos, como los ha habido a lo largo de la historia. Pueden decir: “Señor, Señor, hicimos esto, hicimos aquello”. Y Él va a decirles: “Apartaos de Mí, nunca os conocí”. Hay hombres perversos, Hechos 20, que se levantan dentro de la iglesia para desviar a personas, como también lobos de afuera. Pero Jesús es el que va a arriesgar su vida y la va a entregar por sus ovejas.

Un asalariado es un mercenario. Ningún otro impulso más que ganancia personal, y un cobarde en una crisis. Y cuando la crisis viene, sea un ataque de afuera, un ataque de adentro, el asalariado se va a proteger a sí mismo, él se va. Hay peligro afuera, el peligro exterior, ataque de los lobos, también están los lobos vestidos como ovejas. Jesús dijo en Mateo 7. Hay peligro interno, los maestros falsos que en lugar de proteger al rebaño huyen cuando el peligro viene. Pero el pastor verdadero, él, entrega su vida por las ovejas. Y después él la vuelve a tomar y las reúne debido a que han sido dispersas.

Entonces, el primer esencial de la iglesia realmente en el liderazgo es pastoreo semejante al de Cristo, en donde usted incluso se juega la vida, incluso arriesga su vida por las ovejas. Usted arriesga su vida, para ser aquel mediante el cual Dios en Cristo puede llamarlas, para que salgan a protegerlas. Cuando el peligro viene, usted no huye. Cuando el peligro viene, ustedes se mantiene de pie.

Estaba hablando con uno de los misioneros en la conferencia ayer y le estaba diciendo: “¿En dónde está la gente que se va a poner de pie y va a hablar la verdad para proteger al pueblo de Dios? ¿Dónde están?” Es tan difícil encontrar alguno. Todos estamos bajo el príncipe de los pastores, 1 Pedro 5, el buen Pastor. Todos tenemos que estar dispuestos a arriesgar nuestras vidas por las ovejas.

Entonces, la primera característica de la relación del Pastor con las ovejas es que él entrega su vida. En segundo lugar, él ama sus ovejas. Esto, claro, es lo que está detrás del entregar su vida, versículo 14: “Yo soy el Pastor, el bueno. Y conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen, así como el Padre me conoce, Yo conozco al Padre. Y pongo mi vida por las ovejas”. Esto explica porque Él pone su vida de manera voluntaria por las ovejas: porque Él las conoce. Dice usted: “Bueno, ¿de dónde saca a ese amor?” No haya amor ahí. Todo es conocer cuatro veces, el verbo γινώσκω (ginosko), conocer.

Bueno, permítame mostrarle algo aquí, una especie de pista: “Mi Padre me conoce a Mí”. Versículo 15: “Mi Padre me conoce a Mí”. Versículo 17: “El Padre me ama”. Esa es la clave de interpretación. La palabra a conocer aquí, tiene la idea de relación amorosa. Y esto se remonta a Génesis 4:1, en donde Adán conoció a su esposa y ella tuvo un hijo. Caín conoció a su esposa y ella tuvo un hijo. Adán vuelve a conocer a Eva y otro hijo, Seth. Dios de hecho dice en Amós: “A Israel solo he conocido”. No significa que los judíos son las únicas personas con las que Él está familiarizado. ¿De qué está hablando? Dice acerca de José que él estaba tan molesto porque María estaba embarazada y él nunca la había conocido. ¿De qué está hablando eso? Ese es un eufemismo para intimidad. No trata de información. No trata de información. Trata de amor, y cuatro veces da esa palabra conocer aquí, implica esta relación íntima, esta comunión íntima, dulce, amorosa. Esta especie de relación consumada.

En el capítulo 14 de Juan, en el versículo 21: “El que tiene mis mandamientos y los guarda es el que me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre, y Yo le amaré y me manifestaré a él”. Entonces, ahí, el lenguaje es amor, en lugar de conocer. Versículo 23: “Si alguno me ama guardará mi palabra, mi Padre le amará. Y vendremos a él y haremos nuestra morada con él”. Y entonces, cuando usted ve la palabra a conocer en este contexto es la idea de relación amorosa, íntima, Él ama a sus ovejas. Él las conoce más que conocer su nombre, más que saber quiénes son. Él tiene una relación íntima con ellas. Él las conoce íntimamente.

En el Sermón del Monte Jesús dijo: “Apartaos de mí – ¿nunca qué? – nunca os conocí”, pero sé quiénes son. No es de información, sé quiénes son. No tengo ninguna relación íntima con ustedes, ninguna relación de amor. Él quería entregar su vida por sus ovejas porque Él las conocía, las amaba. Como Juan 3:16: “De tal manera amó Dios al mundo – ¿que qué? – que dio a su Hijo unigénito”. Esa es la razón por la que el Padre dio al Hijo, y esa es la razón por la que el Hijo dio su vida. Él ama a sus ovejas. Él ama a sus ovejas. Esto también es un contraste fuerte con los pastores falsos que no tienen amor hacia las ovejas, no tienen afecto hacia las ovejas que dicen pastorear. Él ama a los suyos.

Ese amor lleva a un tercer aspecto de la relación. Él une a las ovejas, primero consigo mismo y después, unas con otras. Versículo 16: “También tengo otras ovejas que no son de este redil. Aquellas también debo traer. Y oirán mi voz y habrá un rebaño y un pastor”. Ahora, ¿qué le dije del redil en el versículo 1 la semana pasada? Le dije del redil en el versículo 1 que este es Israel, ¿verdad? El Pastor viene al redil, llama a sus ovejas. El Señor es el Pastor. Él viene a Israel, al judío primero, y después llama a sus ovejas por nombre, y lo siguen. Pero Él también tiene ovejas que no son del redil de Israel: “A estas también las tengo que traer”. ¿Quiénes son? No judíos. Cualquier persona fuera de Israel. Los gentiles, las naciones.

Esto es sorprendente. Esto es inaceptable para los judíos. Esto es más combustible para su enemistad porque resienten a los gentiles. Creen que los gentiles de manera permanente están afuera de la salvación, el pacto y las promesas de Dios. Sin embargo, en Isaías 42, un capítulo mesiánico, una profecía mesiánica, leemos versículo 6: “Yo soy Jehová. Te he llamado en justicia”. Este es Dios hablándole al Mesías: “También te sostendré por tu mano y te cuidaré. Te designaré como pacto para el pueblo, como luz a las naciones para abrir ojos ciegos y traer prisioneros del calabozo y aquellos que moran en tinieblas de la prisión”. Esa es una promesa mesiánica de que el Mesías llevaría a la salvación a las naciones.

Otra de esas están el 49 de Isaías, versículo 6: “Es algo demasiado pequeño que tú seas Mi siervo, el Mesías, para levantar las tribus de Jacob, para restaurar a los preservados de Israel. También te haré luz a las naciones para que Mi salvación pueda llegar hasta el fin de la tierra”. ¿Qué tal eso? Él los está sacudiendo al decirles: “Miren, tengo ovejas que no están en su redil”. Esa es la razón por la que hay gran comisión, id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura; id y haced discípulos de todas las naciones. Y Él las va a unir a todas como un rebaño con un pastor. Y esa es la razón por la que Pablo en Gálatas 3 dice: “En Cristo no hay ni judío ni griego, ni judío ni gentil”. Esa es la razón por la que en Efesios Pablo dice: “La pared de separación intermedia ha sido derribada. Todos somos uno en Cristo, judío o gentil”.

En el capítulo 11, versículo 49, Caifás está presentando su profecía sin darse cuenta, él era sumo sacerdote, él le dijo al pueblo que estaba conspirando para matar a Jesús, él dijo: “Ustedes no saben nada, ni consideran que para ustedes conviene que un hombre muera por el pueblo para que la nación entera no perezca”. Ahora, él no dijo esto de su propia iniciativa, sino que siendo sumo sacerdote ese año, él profetizó que Jesús iba a morir por la nación, y no por la nación únicamente, sino para que Él también reuniera en uno, a los hijos de Dios que estaban dispersos. Esa fue siempre su intención, Él une a sus ovejas, Él las trae para unirlas a sí mismo y entre sí mismas. Entonces, esa es la relación del buen Pastor con las ovejas. Él da su vida porque Él las ama, y Él las trae a una unidad íntima consigo mismo y entre sí. El que se une al Señor en espíritu es con Él, y uno con los demás en un cuerpo de Cristo.

En segundo lugar, y de manera muy breve, la relación del buen Pastor con el Padre está en los versículos 17 al 18: “Por eso me ama el Padre, porque Yo pongo Mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que Yo de Mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar. Y este mandamiento recibí de Mi Padre”. Permítame darle un entendimiento simple de eso. El Padre dio un mandamiento. El mandamiento a Jesús fue: “Pon Tu vida y vuélvela a tomar. Tienes autoridad de hacer eso. Te mando que lo hagas”. “Fue un mandamiento, pero nadie me la ha quitado. Yo lo pongo de mi propia iniciativa. Esa es la razón por la que el Padre me ama, debido a mi obediencia”. Esto es bastante profundo.

Sí, el Padre escogió que Jesús fuera el cordero, el sacrificio aceptable. Sí, el Padre es el que mató al Hijo por el consejo predeterminado y conocimiento anticipado de Dios. Él fue el sacrificio. Pero esto no es fatalismo. Esto no es algo en lo que Jesús no tuvo alternativa. “Yo pongo Mi vida. Nadie me la quita”. Incluyendo a Dios. Jesús nos está diciendo que este fue un acto perfecto de obediencia dispuesta. Esto es un misterio. Él no podía pecar. Él no tenía capacidad de pecar. Sin embargo, hay una lucha real. Porque en el huerto Él dice: “Padre, si es posible – ¿haz qué? – detén esto. Pasa de Mí esta copa. Más no se haga Mi voluntad sino la tuya”.

Él de manera voluntaria hizo lo que el Padre le mandó que hiciera, y así es cómo Él demostró su amor hacia el Padre, y esa es la razón por la que el Padre lo ama. “El Padre me ama porque Yo pongo mi vida para volverla a tomar”. Eso es lo que el Padre quería que Él hiciera. Eso fue crítico para el plan de salvación, reunir a los redimidos para la gloria eterna. Lo hizo voluntariamente. Esto no fue fatalista. Esto no fue algo sobre lo que no tuvo opción. Él no podía tomar una mala decisión, pero Él de manera voluntaria tomó la decisión correcta. “Se me dio un mandamiento y Yo, de manera voluntaria, dispuesto obedecí ese mandamiento, y de esta manera, aseguré el amor del Padre”.

“Si me amáis”, Jesús dijo: ¿Hagan qué? “Guarden mis mandamientos”. Así es como usted afirma su amor. Hay tanto de esto en la sección a la que estamos llegando Juan 14 y 15 que no voy a entrar en eso ahora. Pero su relación con el Padre fue una de amor y obediencia, amor y obediencia, dos lados de lo mismo. Entonces, eso es un modelo para nosotros. “Haya, pues, en nosotros este mismo sentir que hubo en Cristo Jesús, quién fue obediente hasta la muerte, muerte de cruz”. El Padre eternamente ama al Hijo. Claro, el Hijo eternamente ama al Padre. Pero de cierta manera única en la encarnación, el Hijo de manera voluntaria, dispuesta, obedeció el mandamiento del Padre de entregar su vida por amor al Padre, y al hacer eso, mantuvo el amor del Padre para siempre. Amor y obediencia.

Hay una relación final aquí, la relación del buen Pastor con el mundo. La relación del buen Pastor con el mundo. ¿Qué es? Bueno, está en los versículos 19 al 21: “Volvió a haber disensión entre los judíos por estas palabras”, y, por cierto, si usted regresa al capítulo 7, versículo 43, de regreso al capítulo 9, creo que es el versículo 16, hay divisiones. Jesús dividió a la multitud. Las divisiones, no obstante, no necesariamente son entre creyentes y no creyentes. Hay divisiones entre incrédulos, y eso es lo que usted tiene aquí, una división ocurrió entre los judíos por lo que Jesús había dicho. Muchos de ellos, muchos de ellos, quizás la mayoría de ellos, decían: “Demonio tiene y está fuera de sí. ¿Por qué le oís?” Ese habría sido el mantra, claro, de los líderes, y el pueblo lo habría aceptado. Usted sabe, Él hace lo que hace por el poder de Beelzebú, y Satanás, como leemos en Mateo 12.

Entonces, en un extremo de la división, estaban las personas que decían que Jesús es un loco: “Él es un loco, él es un lunático poseído por demonios”. Tenemos a gente así, gente a quien no le importa maldecir a Jesús diciendo cosas blasfemas de Él. Pero después, estaban los otros, versículo 21, diciendo: “Estas palabras no son de endemoniado”. Eso es bastante racional, ¿no es cierto? Eso es bastante racional. Un demonio no puede abrir los ojos de los ciegos. La gente poseída por demonios no habla así, no son coherentes y no hacen eso. No hacen esos milagros. Entonces, sea lo que sea la falsificación que hacen los demonios, no se ven así.

Entonces, estas son las personas más racionales. Creo que usted podría decir que los primeros son los blasfemos irracionales, los segundos son las personas más racionales. Ambas terminan en el mismo infierno para siempre, porque realmente no importa si usted maldice a Jesús o si usted piensa que necesita tratarlo de manera más razonable. Ese tipo de titubeo no le consigue nada. O usted confiesa a Jesús como Señor o muere en sus pecados y ocupa el mismo infierno con los blasfemos extremos.

Entonces, conocemos al buen Pastor. En relación a sus ovejas, Él entrega su vida por sus ovejas. Él ama a sus ovejas. Él une a sus ovejas. Su relación con el Padre. Él ama y obedece al Padre. Su relación con el mundo. Él es rechazado, o por aquellos que lo blasfeman en un tipo de manera irracional, o por aquellos que de manera racional lo toleran. Pero para nosotros nos vamos a colocar entre los discípulos ahí que estaban en ese día. Y diremos con ellos: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. ¿No es cierto?

Y vamos a decir esto para nuestra bendición. Hebreos 13:20: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”. Declaramos que Él es el gran Pastor de las ovejas que salió de la tumba. Él es nuestro Pastor. Oremos.

Padre, te agradecemos de nuevo por amarnos, por entregar Tu vida por nosotros, por unirnos, por amar y obedecer al Padre, y de manera dispuesta hacer el sacrificio por nuestros pecados, resucitando para resucitarnos en justificación y gloria. Literalmente estaríamos abrumados si tan solo pudiéramos entender lo que has preparado para nosotros en el futuro, pero reconocemos la emoción incluso de lo que nos has concedido ahora. Llénanos de gratitud y de bendición conforme continuamos sirviéndote. Oramos en el nombre de Cristo. Amén.

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