Quiero que abra su Biblia al capítulo 13 de Juan. Juan capítulo 13. Juan 13. Solo un poco de trasfondo para llevarlo al punto en el que de hecho podemos ver ese versículo. Todo esto se lleva a cabo, lo que comienza en el capítulo 13, todo se lleva a cabo el jueves por la noche de la semana final de la vida de nuestro Señor, la cual es llamada la semana de la pasión.
Recordará que el lunes Él llegó a la ciudad, cientos de miles de personas lo reconocieron como el Mesías, el martes Él atacó el templo, expulsó a los cambistas, a los compradores, a los vendedores y se apoderó del templo el martes. El martes, miércoles y jueves Él estuvo ahí en ese templo enseñando, dando parábolas, comunicándole al pueblo e interactuando con los líderes desde que los abrumó y los venció en su conflicto verbal. Eso ha estado pasando ya ahora martes y miércoles y el jueves, pero el jueves por la noche es el momento para que los galileos celebren la Pascua. Los galileos celebraban el jueves por la noche, los de Judea el viernes.
Entonces las celebraciones comenzaban el jueves por la noche. Nos encontramos en Juan 13 en ese jueves por la noche. Puede ver la manera en la que el primer versículo comienza, que estamos ahí a punto de celebrar la fiesta de la Pascua, que se celebraría ese jueves por la noche. No sabemos la fecha en la que Jesús nació, no conocemos la fecha en la que Él fue bautizado, conocemos la fecha exacta en la que Él fue crucificado, el 15 de Nissan del año 30 d.C. en la pascua, en el momento mismo cuando los corderos estaban siendo matados para ser ofrecidos por el pueblo como sacrificios. Conocemos esa fecha.
Entonces, cuando celebramos el Viernes Santo y el Domingo de Pascuas estamos en una zona coherente con el calendario judío de la muerte de nuestro Señor. Estamos en ese jueves por la noche, se va a reunir con sus discípulos en ese Aposento Alto, Él se va a ir, va a caminar por las calles oscuras de Jerusalén con ellos siguiéndole, Judas habiendo sido despedido, se van a detener a lo largo del camino para un acontecimiento increíble. Después van a proceder al huerto de Getsemaní, y Él va a orar en agonía después de la medianoche el jueves, ya llegando al viernes por la mañana será arrestado, será juzgado a la mitad de la noche en juicios falsos. Terminará siendo crucificado el viernes en el tiempo exacto en el que los corderos están siendo ofrecidos.
Estamos el jueves por la noche de esa semana. Los textos narrativos de Mateo, Marcos y Lucas, estas escenas todas se mueven a un paso más bien constante, pero en Juan llegamos a un alto en este momento, el jueves por la noche. Los siguientes cinco capítulos incluyen lo que sucede con Jesús y los discípulos en esa noche. Cinco capítulos completos. Vamos a entrar a esos cinco capítulos, en el versículo 1. En ciertas maneras este es un punto elevado de todos los cuatro evangelios, desde el punto de vista del creyente, porque aquí hay verdad tan sorprendente que simplemente va más allá de nuestra compresión. Si hay algún lugar en dónde detenerse y descansar por un tiempo prolongado en la narrativa que avanza rápidamente en la semana de la pasión, es aquí, el jueves por la noche. Y eso es exactamente lo que Juan nos fuerza a hacer.
Ahora, otra cosa que considerar. El corazón del judaísmo, el templo, el cual básicamente había sido diseñado por Dios, y revelado al hombre y fue construido de una manera que siguió la instrucción que Dios dio ahí atrás en el libro de Éxodo. En el templo había un lugar santo, la gente podía estar afuera en patios, pero únicamente los sacerdotes podían entrar al lugar santo. Entraban al lugar santo para tener comunión con Dios mediante sus ofrendas. Adentro del lugar santo estaba el lugar santísimo, o el lugar más santo.
En ese lugar únicamente una persona podía ir, y ese era el sumo sacerdote. Era solo para él, y únicamente para él, una visita muy breve una vez al año. Ese era el centro de la adoración de Israel, por diseño de Dios. Pero cuando llegamos a este momento en la historia judía, el templo no es de Dios. Ha sido convertido en una cueva de ladrones, desde un punto de vista humano, inclusive se ha apoderado de él Satanás. Está lleno de un sacerdocio falso y apóstata, líderes corruptos, cuyo padre, Jesús dijo, es el diablo.
Entonces, es el edificio del diablo, ahora. Todavía tiene un lugar llamado el lugar santo, pero es inmundo. Todavía tiene un lugar llamado el lugar santísimo, pero también es inmundo. Pero mantenga eso en su mente. Jesús atacó ese templo por su corrupción. Todavía tiene un sacerdocio, el sacerdocio aarónico todavía está en su lugar, pero son un sacerdocio impío, inepto, descalificado, inmundo. No obstante, al entrar a Juan 13, vamos a entrar al verdadero lugar santo, no el templo en Jerusalén, porque ese es un lugar inmundo, sino un lugar genuinamente santo. Vamos a entrar al lugar santo genuino, dónde los sacerdotes verdaderos tienen comunión con el Señor vivo.
Aquí en este lugar santo hemos llegado a la comunión más espiritual, más personal, más íntima, más gloriosa entre el Señor y su sacerdocio autentico. Aquí en este lugar santo, literalmente se nos da acceso al lugar secreto del Dios Altísimo, disponible únicamente para los sacerdotes verdaderos, disponible únicamente para aquellos a quienes Pedro llama ‘real sacerdocio,’ ‘nación santa,’ ‘el pueblo adquirido por Dios,’ aquellos llamados a anunciar las virtudes de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. Los sacerdotes falsos y apóstatas del judaísmo, quedan completamente excluidos, quedan afuera de este lugar santo, son eliminados de todas sus promesas y compromisos sorprendentes.
Lo que nuestro Señor hace en este lugar santo es comunicar a sus sacerdotes verdaderos, todo lo que Él ha preparado para aquellos que le aman. Este lugar santo es un lugar en dónde tienen comunión con el Señor viviente, y Él explica para ellos la provisión del cielo para poder, protección, paz, todas las promesas de triunfo eterno. Esta comunicación de promesa divina para el sacerdote verdadero no podría suceder en el templo físico en Jerusalén, se había apoderado de él el diablo. Éste es un lugar verdaderamente santo, no es un edificio, no es un edificio. Pero es el lugar en dónde el Santo está, Él lo santifica. Aquel quien es el Santo de Dios, el Señor Jesús, crea en torno a Él Su propio lugar santo. ¿Y quiénes son los verdaderos sacerdotes? Son sus apóstoles, son sus apóstoles. Ellos son los sacerdotes verdaderos. Son el real sacerdocio, la nación santa, el pueblo adquirido por Dios.
Ahora, la presencia del Santo hace del lugar santo, santo. Y, por cierto, es móvil. El lugar santo comienza en un aposento alto, en dónde Jesús se reúne con sus discípulos, y tiene la Pascua. Y habla con ellos y explica promesas y compromisos que van más allá de la comprensión. Pero no se queda en el lugar santo, este lugar santo se mueve. Al final del capítulo 14, leemos esto, Jesús dice: “Levantaos, salgamos de aquí,” y Jesús se levanta de la mesa en la que estaba reclinado en el aposento alto junto con los once discípulos que todavía estaban con Él. Judas, habiendo sido despedido y Él lleva ese sacerdocio real de la puerta de ese aposento alto, y camina por las calles oscuras de Jerusalén, esa noche de jueves, tarde. El lugar santo entonces se está moviendo por la oscuridad de Jerusalén. A lo largo del camino, el lugar santo se detiene y un acontecimiento sorprendente se lleva a cabo, descrito en el capítulo 17, y los discípulos son parte de eso también.
Después finalmente el lugar santo llega al huerto de Getsemaní, adónde nuestro Señor va a orar. Ese es el lugar santo. Y a lo largo de ese movimiento, de ese lugar santo que se mueve, del aposento alto al huerto, el Señor está hablando y dando promesas, promesas sorprendentes para Su real sacerdocio verdadero. Y cómo Pedro nos dice, no es solo los apóstoles. Pedro le escribe a los creyentes y dice: “Más vosotros sois real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios.” Juan nos permite a todos nosotros estar ahí en ese aposento alto. Todas las promesas que nuestro Señor Santo le da a Sus sacerdotes reales, los apóstoles, se extienden a todos los creyentes, a todo cristiano verdadero.
De hecho, conforme todo llega a un fin en el capítulo 17, versículo 20, Jesús dice: “No pido por estos únicamente, refiriéndose a los once, sino por aquellos también que creen en mi mediante su palabra.” Y extiende todas estas promesas a todos los creyentes hasta nosotros y hasta el fin del siglo. Las promesas gloriosas, sorprendentes del Señor para sus sacerdotes reales, Su pueblo santo, Su pueblo adquirido por Él, son registradas perfectamente por Juan por inspiración del Espíritu Santo, en los capítulos 13 al 16. Este es territorio verdaderamente monumental. Usted va a ser llevado a un lugar en dónde únicamente el real sacerdocio verdadero puede ir.
Simplemente como una nota a pie de página, algunos se preguntan porque Juan omite tantos de los detalles de la semana de la pasión, esta semana final de nuestro Señor que Mateo, Marcos y Lucas registran, algunos de los detalles más históricos. ¿Por qué es que Juan omite eso? Creo que la respuesta es bastante simple, porque Mateo los dio, Marcos los dio, y Lucas los dio. Y eso cumple Deuteronomio, lo cual dice que la verdad debe ser establecida por la boca de dos o tres testigos. No necesitamos otra repetición del testimonio de los dos o tres testigos.
No me molesta el hecho de que Juan deja fuera cosas, únicamente estoy agradecido porque él incluyó lo que él incluyó porque los otros dejaron eso afuera. Me encanta el aspecto narrativo histórico, pero nada se compara a esto. Estoy tan profundamente agradecido y también usted lo estará conforme avanzamos por esto que Juan, por la inspiración del Espíritu Santo incluyó esta sección. Tenemos la historia en tres relatos, tenemos esto únicamente aquí. Y es un tesoro más allá de los tesoros. Se nos permite entrar al lugar santo, se nos dan entonces todas las promesas que le pertenecen únicamente a los sacerdotes verdaderos de Dios.
Y después, después, somos llevados al lugar santísimo. Únicamente el sumo sacerdote podía ir ahí, en este caso el sumo sacerdote entra al lugar santísimo para tener comunión con el Padre, pero Él nos lleva con Él. Él nos lleva al santuario interior, adónde nadie jamás podía ir, adónde solo el sumo sacerdote podía ir, y ese es el capítulo 17. Los capítulos 3 al 16, el lugar santo, capítulo 17 el lugar santísimo, en dónde nadie habla, más que el Sumo Sacerdote, y Él ora a Su Padre. Y todos estamos ahí. Nosotros de hecho somos real sacerdocio, somos un sacerdocio privilegiado, llevados a lugar santo, llevados al lugar santísimo, a quienes se nos da acceso a todo esto inclusive a la comunión personal intima entre nuestro gran sumo sacerdote, y Su Padre.
De nuevo, esto no es en el templo en Jerusalén, es el templo del diablo, esto es el en el santuario de la oración. No sé en dónde fue en la noche, no sé en dónde fue a lo largo del camino de que llegaran a Getsemaní, pero en algún punto a lo largo del camino Jesús se detuvo y creó un lugar santísimo que realmente era santo, un santuario en dónde Él es el gran Sumo Sacerdote que tuvo comunión con Su Padre a favor de nosotros. Y nosotros estamos ahí, porque lo que Él dijo está registrado en el capítulo 17, y sin duda alguna los discípulos lo oyeron.
Y no pudieron haber distinguido entre lo que estaba en el 13 al 16 y el 17, y le voy a decir porque, porque la oración en el capítulo 17 es lo que Dios hará, es que Dios hará, cumplirá todo lo que Jesús ha prometido en el 13 al 16. Él hace todas las promesas y después Él ora porque el Padre cumpla esas promesas. Usted entiende eso. Él intercede por nosotros, al Padre, rogándole al Padre que nos conceda todo lo que Él nos ha prometido. Si usted tuvo alguna pregunta acerca de la importancia de la oración, eso debería terminarlo. Inclusive en la comunicación dentro de la trinidad, la oración tiene una función en el cumplimiento de la voluntad de Dios.
Ahora, ¿qué es lo que pudo haber motivado al Señor a hacer esto? Lo que Él promete en los capítulos 13 al 16, y lo que Él ora, por lo que Él ora en el capítulo 17 son realidades que son la esencia de lo que significa ser un creyente y tener vida eterna. Son promesas vastas, infinitas que tienen un alcance inmenso. Pero la pregunta es, ¿por qué? ¿por qué? ¿qué motiva a esto? ¿qué impulsa esto? Para ahora, habiendo llegado al capítulo 13, estamos bien familiarizados con los apóstoles, ¿no es cierto? Usted podría haber esperado que en este punto el Señor le habría dicho al Padre, ¿podrías darme un grupo diferente?
Estos hombres son ignorantes, duros de corazón, débiles, egoístas, soberbios, ambiciosos, cobardes, van a terminar huyendo, negando. Realmente no hay nada en este punto porque felicitarlos. No han predicado un sermón, no han tenido un impacto, han seguido ahí tratando de entender lo que estaba pasando, recibiendo lo que el Señor estaba diciendo y filtrándolo por su entendimiento propio, predispuesto de la manera en las que las cosas deben ser, dejándolos confundidos.
Este pudo haber sido el momento cuando el Señor dijo: “Vayamos por el plan b, Padre.” Pero, no, a estos hombres egoístas, centrados en sí mismos que estaban discutiendo acerca de quién iba a ser el más grande en el reino, estos hombres que están dudando inclusive lo van a negar y huir cuando las cosas se pongan difíciles, Él hace promesas que van más allá de la comprensión. Todo esto es gracia. Todo esto es gracia para los inmerecedores, en eso consiste la salvación. Pero, ¿por qué? ¿por qué esta gracia? ¿por qué estas promesas?
Muy bien, ahora usted llega al versículo 1. “Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre,” aquí está el motivo, “como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.” ¿Qué lo motivó? ¿Qué lo motivó? Amor. No amor que surgió en este momento. “Habiéndolos amado,” ya amado, los amó a lo largo de todo el proceso, los amó antes de que lo conocieran. Amor. Amor. Esto se vuelve, por cierto, la palabra más común en los siguientes cinco capítulos, amor, amor, amor, amor, amor, amor, una y otra vez.
Comienza con amor en el capítulo 13, versículo 1, termina con amor en el capítulo 17, versículo 26, “para que el amor con que me has amado, pueda estar en ellos y ellos en ellos.” Comienza con amor, termina con amor, tiene que ver con amor. Toda esta sección es acerca de lo que el Señor hace por aquellos a quienes Él ama. Esta se vuelve la palabra más común en estos cinco capítulos, el tema más común. Toda la gracia, toda la misericordia, todas las bendiciones sin límites, todos los dones, todos los regalos abundantes que son derramados para siempre en aquellos que le pertenecen, son el producto de este amor infinito divino.
Y con conocimiento pleno de su ignorancia, con el entendimiento pleno de su egoísmo, debilidad, fracaso, cobardía, duda, negación, todas las cosas que Él sabe, no solo de lo que han hecho sino de lo que harán, frente a todo eso, todas esas promesas son derramadas, y todas son motivadas por amor inmerecido. Es gracia. Hay más referencias al amor del Salvador por los suyos aquí, que en cualquier otro lugar en la Biblia. Muchas cosas en la Biblia acerca del amor de Dios usted puede regresar a los escritos de Moisés, Deuteronomio 6, y leer acerca del amor de Dios. Usted puede regresar a los profetas, como Jeremías 31, y leer acerca del amor de Dios.
Usted puede encontrar el amor de Dios en el Antiguo Testamento y ciertamente puede encontrar muchos lugares en el Nuevo Testamento que hablan del amor de Dios. Él ama al mundo, Juan 3. Él ama a sus enemigos, Mateo 5. Pero cuando llegamos a hablar de que Él ama a los suyos, éste es el punto alto. Hay más aquí que refleja el amor del Señor hacia los suyos, que en ningún otro lugar de la Escritura. Esto es lo que quiero que vea, conforme avanzamos a lo largo de esto. Estos son los regalos de amor que el Salvador le da a pecadores inmerecedores como nosotros, por mera gracia. Y simplemente es sorprendente. Y están esparcidos a lo largo de los cinco capítulos.
Regresemos al versículo 1, unos cuantos detalles. “Ahora, antes de la fiesta de la Pascua”. Esto es crítico, esto es crítico. Esto está ascendiendo hasta llegar a la fiesta de la Pascua, la cual sucedió el jueves por la noche, como dije, los judíos galileos celebran la Pascua el jueves por la noche, los judíos de Judea el viernes. Entonces, es apenas antes de la tarde para celebrar la Pascua. El tiempo es crítico. ¿Por qué es tan crítico? Porque todo en la vida de Jesús estaba llevando a la Pascua final. Y esto por cierto fue la Pascua final legítima en la historia de Israel. Pero permítame explicarle como llegamos aquí, ¿muy bien?
Consulté en el libro Una Vida Perfecta, en el cual yo en cierta manera armonicé los relatos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y éste es el párrafo que nos llevaría a este momento. “Después vino el primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando mataban el cordero de la Pascua. Y envió a dos de sus discípulos,” esto es jueves temprano por el día, “envió a dos de sus discípulos, Pedro y Juan, diciendo: Id y preparad la pascua para nosotros para que comamos. Entonces les dijeron: ¿Adónde quieres que vayamos y preparemos para que comas la pascua?”
“Y él les dijo: He aquí, id a la ciudad y cuando hayáis entrado a la ciudad, cierto hombre os encontrará cargando un contenedor de agua. Seguidlo a la casa a la cual entre y adónde quiera que él vaya, decidle al dueño de la casa: El maestro os dice, mi tiempo se acerca. ¿Dónde está el aposento en dónde pueda comer la pascua con mis discípulos en tu casa? Y entonces, él os mostrará un aposento alto grande, preparado. Y ahí preparad para nosotros. Entonces, los discípulos hicieron como Jesús les había dicho. Salieron y llegaron a la ciudad, y encontraron tal como Él les había dicho y prepararon la Pascua. En la tarde cuando la hora había llegado a él, Jesús vino y sentó y los doce apóstoles con él. Entonces, él les dijo, con mucho gusto he deseado comer esta pascua con vosotros antes de que sufra, porque os digo, ya no la comeré hasta que sea cumplida en el reino de Dios.” Ésta es la última pascua.
Entonces, todo estaba preparado. Durante el día Pedro y Juan fueron, se reunieron con el hombre, se halló el lugar más adelante, el resto de ellos vinieron. Cada escritor del evangelio, Mateo, Marcos, Lucas, Juan, se concentra en el tiempo preciso y acontecimiento en el que nuestro Señor Jesús fue crucificado. Fue la pascua, fue la pascua. Los mejores cálculos serían en el año 30 d.C. fue en el mes de Nissan, fue en el día 14 y 15, y el moriría el viernes. Él moriría en la fiesta de la Pascua. ¿Qué era la fiesta de la Pascua? Era una matanza, era una matanza, todo mundo venía de todo el mundo conocido, todos los judíos regresaban a la fiesta, era la fiesta a la que más gente asistía, y traían corderos, o compraban corderos, y los mataban por dos días.
Y era un recordatorio de la matanza de los corderos en Egipto y la sangre siendo colocada en la puerta para que fueran librados del ángel de la muerte, y rescatados de Egipto. Dios ordenó eso para que fuera recordado cada año, para demostrar que Dios era un Libertador, para que siempre miraran hacia atrás y vieran que Dios liberó a Su pueblo mediante la muerte de un Cordero inocente. No solo miraba hacia atrás, miraba hacia adelante al día en el que Dios liberaría a Su pueblo, no de Egipto, no de una entidad política, o una entidad nacional, sino que Dios liberaría a Su pueblo de sus pecados mediante la muerte de un Cordero sacrificial.
La fiesta era un memorial de la salvación de Dios de Israel de la esclavitud egipcia, una salvación que fue disparada por la muerte de un cordero. Los corderos de la pascua, a lo largo de toda la historia de Israel se convirtieron en el símbolo más claro de salvación, un símbolo claro de rescate, liberación, y como tales eran retratos y tipos del Cordero de Dios que un sacrificio quitaría los pecados del mundo, como Juan el Bautista lo dijo. El propósito de todo cordero de la pascua, que jamás fue matado estaba calculado para comunicar la redención de Dios de Su pueblo, no solo en el pasado de Egipto, sino en el futuro de Su pecado.
Entonces, mientras que la pascua miraba hacia atrás, también miraba hacia adelante, al tiempo de que el verdadero Cordero vendría, porque nadie podía ser justificado por la sangre de cabras y de bueyes. Además, la pascua traía al mayor número de peregrinos judíos que estaban dispersos, regresaban, lo cual significaba que la realidad maravillosa de la crucifixión de Jesucristo y Su resurrección estaría en la boca de la mayoría de la gente regresando, a la mayoría de los lugares para ser heraldos del evangelio. Tenía que suceder en la pascua porque Él era el cumplimiento de la pascua en el Nuevo Testamento, Él es llamado Cristo nuestra Pascua, y tenía que haber sucedido en esta fiesta, y esto garantizaba también que la mayoría de la gente estaría hablando de esto cuando regresaran a sus hogares. Y Jesús sabía esto, dice en el versículo 1: “Jesús sabiendo que su hora había llegado.”
De hecho, en Juan 18:4 dice: “Él sabía todo lo que le sucedería.” Piénselo, piénselo. Sé que la gente está fascinada con conocer el futuro. Permítame decirle algo, nunca he tenido interés alguno en conocer el futuro, baste a cada día su propio afán. No necesito saber lo que está por venir, es suficiente tratar de enfrentar lo que es. Es un regalo de Dios que usted no conoce el futuro. La ignorancia del dolor futuro, la ignorancia del sufrimiento futuro es una bendición.
Entonces, usted solo sufre cuando sufre. Mire, es suficiente expectativa simplemente vivir en un mundo en el que usted sabe que algo va a salir mal, simplemente no sabe lo que es. O peor aún, si usted conociera todo lo que está por venir, eso era verdad de Cristo. Él debió haber muerto un millón de veces. Él debió haber sido crucificado en Su mente un millón de veces. Él debió haber estado agonizando durante toda Su vida consciente, sabiendo lo que estaba por venir. Él sabía exactamente, específicamente, precisamente, perfectamente todo lo que le iba a suceder. No es sorprendente que Su cuerpo se vino abajo, Sus capilares estallaron, y Él comenzó a tener sangre que salía por Sus poros en la agonía de la expectativa acumulada. No solo era la expectativa de ese jueves, ya tarde en el huerto, era la expectativa de una vida entera de saber lo que estaba por venir.
Y en medio de eso Él dijo: Pero no sea mi voluntad sino la tuya. Voluntariamente. ¿Por qué? ¿Por qué es que Él hizo eso? ¿Por qué es que Él vino y pasó por eso? Como Hebreos 12:2 dice: “Él soportó menospreciando el oprobio, por el gozo que fue puesto delante de Él. Por el gozo que fue puesto delante de Él. ¿Cuál fue ese gozo? Ese gozo era estar sentado a la diestra del trono de Dios, y tener congregado en torno a Él a todos los redimidos, para adorarlo y alabarlo para siempre. Habiendo hecho la voluntad del Padre en la cruz, Él aseguró la salvación eterna de todos aquellos sobre quienes su amor divino había sido fijado, Él sabía lo que estaba por venir, Él conocía todo detalle. Él inclusive habló de los detalles, Él conocía todo perfectamente.
Usted podría preguntarse porque había una tristeza en Su vida, si usted no sabía eso. Después dice en el versículo 1, “Él sabía que su hora había venido, pero sabía que Él partiría de este mundo al Padre.” En el capítulo 17 Él comienza Su oración al decir: “Padre, devuélveme la gloria que tuvo contigo antes de que el mundo comenzara.” Él sabía exactamente adónde iba, Él sabía que era muerte, resurrección, ascensión, exaltación. Por cierto, ese es el plan para nosotros, para todo creyente, muerte, resurrección, ascensión, exaltación.
Bueno, dice usted: “Bueno, ¿por qué es que Él haría todo esto si va a terminar en dónde comenzó? Él vino del trono del Padre, Él va a regresar al trono del Padre. ¿Por qué haría Él esto? La diferencia es que Él regresa y congrega en torno a Él a todos aquellos sobre quienes Dios ha fijado su amor eterno, salvador. Él redimió una humanidad para adorarlo y alabarlo para siempre, ¿por qué es que Él hace esto? ¿Por qué es que Él viene a salvarnos? Él nos ama. Él ha establecido Su amor sobre nosotros, ese es el fin del versículo. Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Es un amor inquebrantable, si Él comenzó a amar, Él los va a amar hasta el fin. No tiene desviación. Hasta el fin es eis telos, eis telos, significa completamente, perfectamente, plenamente, absolutamente, hasta el máximo, hasta el fin, tanto en términos de capacidad como de eternidad. Él ama tanto como Él puede amar, tanto como Dios puede amar así Él ama, y por el tiempo que Dios ama así ama Él, lo cual significa que Él ama infinitamente tanto en capacidad como en tiempo. Se nos presenta entonces en este punto en el versículo 1 a este tema dominante, y el tema dominante de todos estos capítulos, es este amor sorprendente que tiene por los suyos.
Dice, habiendo amado a los suyos, implícito el ya, habiendo amado a los suyos ya, Él ha estado amando a los suyos desde antes, incluso de que lo conocieran, mientras que éramos enemigos Él nos amó. Habiendo ya amado a los suyos, nada puede cambiar eso, Él los ama al máximo hasta el fin, infinitamente, absolutamente, completamente, perfectamente. ¿Cómo se mide ese amor? Bueno, la Biblia está llena de afirmaciones acerca del amor de Dios, pero usted ni siquiera necesita ir más allá de estos capítulos que están frente a nosotros en este momento, el amor de Dios por los suyos mencionado ahí en el versículo 1 es entonces explicado en los siguientes cinco capítulos.
Permítame ayudarle con tan solo un pequeño resumen, no es amor romántico, no es amor sentimental, no es amor emocional, no es amor débil, es amor fijo, eterno, que provee salvación eterna, bendición eterna, y gloria eterna. Lo que vamos a aprender en estos capítulos es esto, le voy a dar una lista, es amor de gracia, no lo merecemos. Es amor soberano, Él nos amó primero. Nosotros le amamos a Él porque Él nos amó primero. Es amor redentor, es amor que se extendió y nos buscó y nos compró. Es amor incondicional, no depende de nada que hemos hecho, y en conciencia plena de nuestra condición miserable.
Es amor fiel, hasta el fin mismo. Nada puede separarnos de este amor. Nada. Romanos 8. Es amor intercesor, Él nos ama tanto que Él intercede por nosotros en todo momento. Viviendo siempre para interceder por nosotros ante el trono de Dios, de tal manera que todo lo que Él prometió y se comprometió a darnos, es cumplido. Es amor sacrificial, ninguno tiene mayor amor que este, Juan 15:13, que un hombre ponga su vida por sus amigos. Es un amor que demandó el sacrificio más grande. Es amor generoso, Él nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo Jesús. Es este amor generoso e incomprensible.
Entonces, permítame volverlo a decir. Es amor de gracia, amor soberano, amor redentor, amor incondicional, amor fiel, amor intercesor, amor sacrificial, y amor generoso. ¿Cuánto nos ama Él? Observe cuán generoso es Él. Éste amor eterno, infinito, está detrás de todo lo que Él promete en esta sección. Ahora no tengo tiempo para mostrarle los versículos específicos, pero aquí está lo que vamos a ver, ¿cuánto nos ama Él? ¿qué nos da? Lo primero que nos da, ahí al principio en el capítulo 3, es un ejemplo de humildad. Un ejemplo de humildad cuando Él lava los pies de los discípulos. ¿Por qué es eso importante? Porque necesitamos saber lo que es la humildad, porque la humildad es el camino a la gracia. Porque Dios da gracia a los humildes. Dios da gracia a los humildes. Dios exalta a aquellos que se humillan a sí mismos.
Entonces, la virtud espiritual más grande es la humildad, aquí hay un tesoro, tenemos un ejemplo de humildad. La virtud más pura, y el camino al evangelismo eficaz. Sí, si, la humildad es el camino al evangelismo porque la humildad está detrás del amor. Y nos van a conocer por nuestro amor. Él no solo nos da un ejemplo de humildad, Él nos da un nuevo mandamiento, amad. Y después nos da la capacidad de amar. Nos da la capacidad de amar de una manera que no podemos amar antes de que viniéramos a Cristo. Un nuevo mandamiento amar, como yo os he amado, y una nueva capacidad para hacer eso.
En el capítulo 14 Él nos da un lugar en el cielo y después una promesa de venir y llevarnos allá. En el capítulo 14 y 15 Él nos da una promesa de proveer todo lo que necesitamos, todo lo que Él sabe que necesitamos, Él va a proveer y no retener nada. Él promete darnos y tiene al Espíritu Santo como nuestro ayudador, nuestro consolador, y nuestro maestro de la verdad, capítulo 14, capítulo 15. Él promete darnos paz, una paz perfecta.
Él promete darnos productividad espiritual, darnos vida que se expresa mediante nosotros para que demos mucho fruto para Su gloria. Él promete hacernos familia intima, no solo esclavos, amigos, hijos. Él promete darnos gozo, gozo interminable sin límites. Él promete, en el capítulo 15 y 16, darnos triunfo frente a la persecución. En el capítulo 15, Él se compromete con darnos poder para proclamar el evangelio. Y después promete que Él nos concederá el poder del Espíritu Santo para llevar a cabo el convencimiento de pecado del pecador, para que el pecador pueda responder al evangelio, capítulo 16.
Entonces, ¿qué estamos diciendo? Él nos da el camino de la humildad, el cual es el camino al evangelismo eficaz, amor y gracia. Él nos da la capacidad de amar, un hogar en el cielo, una promesa para llevarnos ahí, un compromiso con proveer todo lo que necesitamos al ayudante, al Espíritu Santo quién también es el Maestro de verdad. Nos promete una resurrección, paz perfecta, fruto espiritual, gozo, triunfo en la persecución, poder para proclamar el evangelio, y ayuda divina para convencer del pecado al pecador.
Después, como si eso no fuera suficiente, le voy a pedir que vea el capítulo 16, versículo 15, “Todas las cosas que el Padre tiene son mías, todas las cosas que el Padre tiene son mías.” Simplemente piense en eso. Todo lo que el Padre tiene es mío. “Por tanto dije, Él toma de lo mío, y se los dará a vosotros.” Él le da a usted todo lo que pueda haber quedado afuera hasta este punto, todas las cosas que le pertenecen a Dios, todas las cosas que le pertenecen a Cristo, Él nos las da. Es simplemente sorprendente.
Versículo 23, Juan 16:23, “En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, si pidiereis al Padre algo en mi nombre Él os dará.” Cualquier cosa, en mi nombre. Versículo 24. “Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre, pedid y recibiréis para que vuestro gozo sea completo.” Todo, todas las cosas, cualquier cosa, todo lo que le pertenece a Dios. Toda bendición espiritual en los lugares celestiales, tomando el lenguaje de Pablo, están disponibles y se nos han dado. Esta es la naturaleza generosa del amor del Señor hacia Su real sacerdocio.
Y oh, por cierto, por cierto, a lo largo de todo este proceso Él continúa dándonos más y más y más, y más amor. Capítulo 14, versículo 21, “El que tiene mis mandamientos los guarda,” ese es un creyente, “es el que me ama, el que me ama será amado por mi Padre, y yo le amaré y me revelaré a él.” Mas amor, versículo 23, “Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos nuestra morada con él.” Capítulo 15, versículo 9, “Así como el Padre me ha amado, yo también los he amado, permaneced en mi amor.” Versículo 10, “Si guardad mis mandamientos permaneceréis en mi amor, así como he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.”
Versículo 12, “Este es mi mandamiento, que os améis unos a otros, así como yo os he amado.” Versículo 13, “Ninguno tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” Versículo 17, “Esto os mando, que os améis unos a otros.” Amor, amor, amor, amor. Más amor del Padre, más amor del Hijo, más amor de aquellos que nos rodean, y hacia aquellos que nos rodean. Amor, amor, amor. Realmente la realidad dominante en la experiencia cristiana es ¿qué? amor. ¿Por qué todo esto? ¿Por qué todo esto? Versículo 27, capítulo 16, “Porque el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado a mí.”
Todos estamos involucrados en una relación de amor sorprendente, incomprensible. Después de todas esas promesas que llegan hasta el fin del capítulo 16, Jesús entonces va al lugar santísimo del 17, y ora al Padre porque cumpla todo lo que Él ha prometido. Y eso es lo que Él hace. Estas no son cosas que estamos esperando, estas son realidades que poseemos. Estas no son cosas por las que usted necesita orar, estas son cosas que usted tiene. Ni siquiera entendemos la riqueza de Su amor hacia nosotros, pero lo entenderemos conforme estudiamos esto, sección por sección.
Padre, estamos agradecidos, más allá de la comprensión por tu amor hacia nosotros. Nunca podríamos devolverte este tipo de amor generoso, pero podemos ofrecer humildemente lo mejor que tenemos, y regresarte un corazón amoroso, obediente.
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