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Juan 14 es nuestro texto. Juan 14. Quiero decir brevemente, porque no quiero entrar en mucho repaso, en los capítulos 13 al 16, son los que básicamente son llamados el discurso del aposento alto. El discurso del aposento alto es único en los Evangelios. Nadie más registra esto. Ninguno de los otros escritores. Pero Juan lo hace; y lo hace a detalle.

Este es el jueves por la noche. Esta es la noche cuando Judas se fue, cuando Jesús se reúne con los discípulos. Y después de que se reunieron y cantaron un himno, luego se fueron al monte de los olivos y Él se va a orar. Y después, Él es arrestado. Y después, el viernes, Él es crucificado. Y el domingo, resucitará de los muertos.

Entonces, esta es Su última noche con Sus discípulos. Y Él provee para ellos la lista más maravillosa, emocionante, sorprendente de mandatos, advertencias, promesas, compromisos que jamás han sido dadas. Éste es el legado de Jesús. Este es Su testamento final para con Sus propios apóstoles. Es un momento como ningún otro momento en la vida desde los discípulos, así como también en la vida de nuestro Señor. Palabras asombrosas de los labios del Salvador. Son sorprendentes. Nos sacuden, son maravillosas. Tiene aplicación inmediata para estos once hombres y tienen una aplicación extendida para todos Sus discípulos a lo largo de toda la historia. Sabemos eso porque Él sella cada una de estas promesas en el 13 al 16 con una oración en el capítulo 17. Esa misma noche, Él ofrece esa gran oración y Él dice “oro no sólo por esto, sino por todos los que creerán en Mí,” lo cual significa que Él está extendiendo estas promesas a todos nosotros.

Entonces, del 13 al 16, la lista de todas las promesas. En el 17, Él ora porque el Padre cumpla todas las promesas que Él les ha dado. Aquellos que se aplican directamente a los apóstoles y aquellas que son extendidas a todos Sus seguidores a lo largo de toda la historia humana. Es una porción sin paralelos de las Escrituras. En cierta manera, queremos escuchar las últimas palabras de la gente antes de que muera. Esas son cosas muy importantes, las que están en Su mente al final.

Bueno, esta es la plática final de nuestro Señor con aquellos a los que Él ama. Vimos el capítulo 13. Y el capítulo 13 es cómo Él comenzó. Y es el capítulo del amor. Cuando Él los amaba a ellos. Cuánto Él quería que se amaran unos a otros. Eso fue muy, muy importante. Él amó a los Suyos que estaban en el mundo hasta el fin. Así es como comienza el 13. Y termina con diciéndoles qué hacer. “Amaos los unos a los otros para que los hombres sepan que sois Mis discípulos.” Es un capítulo del amor. Él demuestra lo que el amor hace al lavar pies sucios, algo que ellos no querían hacer, pero Él se humilla a sí mismo. El amor es humilde, el amor no sólo hace las tareas más humildes, eso es lo que es el amor. Es una acción, no es nada más un sentimiento.

Ahora, en medio de ese capítulo del amor hay dos momentos oscuros. Ese capítulo 13 tiene dos momentos oscuros. En uno de esos, Él exhibe y confronta a Judas. Él está a punto de traicionarlo y Él envía a Judas para que termine con su traición. El otro momento oscuro viene al final del capítulo, cuando a Pedro se le dice que él será un negador de Cristo. Él va a negar a Cristo tres veces.

Entonces, hay algunos momentos oscuros en ese capítulo 13. Pero es acerca del amor y acerca de la humildad. Y después, esos dos pequeños momentos, uno con Judas, crítico; uno con Pedro, igualmente crítico. Judas, nunca restaurado, se ahorcó a sí mismo y se fue a su propio lugar al infierno eterno. Pedro fue restaurado y se volvió el predicador más grande apostólico que dio lugar a la Iglesia en el día de Pentecostés.

Pero al llegar al capítulo 14, la sección del amor y la humildad se encuentra en el trasfondo. Y ahora es el momento para confortar a estos discípulos. Ellos ahora saben que Él se va. Él va a morir. Él les ha dicho eso de manera repetida, aunque ellos han tenido dificultades en asimilar esto. Él les describió los detalles. ‘Seré arrestado por los principales sacerdotes y aquellos que están a cargo en Israel. Seré golpeado, le van a escupir. Seré objeto de abuso e inclusive seré levantado, seré crucificado.’

Y después, procedió a decirles, claro, que en tres días Él resucitaría de los muertos. Entonces, ellos saben que se va, están teniendo dificultad en asimilar esto. En unas cuantas horas, antes de esto, les había dicho que el sistema entero del templo sería destruido totalmente. Ninguna piedra quedaría una encima de la otra. El juicio divino vendría contra Israel, contra el judaísmo. Ellos pensaban que el Mesías vendría y que traería juicio divino contra el resto del mundo. Él dice ‘está por venir contra los judíos por su religión apóstata. Su desvío de la adoración verdadera de Dios.’

Entonces, las cosas realmente están desmoronándose rápidamente. El lunes se veía bien. Él llegó a la ciudad, Su entrada triunfal, los espíritus de todo el mundo estaban elevados, estaban gritando sus hosannas al que viene en el nombre del Señor, el Hijo de David. Las masas de decenas de miles de personas estaban reconociéndolo como el Mesías potencial. Pero ahora es jueves y eso ya se ha echado a perder. Se han vuelto en contra de Él, los líderes se han vuelto en contra de Él. Las multitudes se han vuelto en contra de Él. Y ahora Él anuncia Su muerte. Y Él llama a ellos en medio de todo esto, inclusive enfrentando una negación de un apóstol y la traición de otro, que se aseguren de ser fieles a Él y fieles en amarse el uno al otro.

En las realidades que se desmoronaban de sus sueños y ambiciones, Él comienza en el capítulo 14, versículo 1, para animarlos con algunas palabras muy importantes y confortantes. Permítame comenzar leyendo el versículo 1, capítulo 14. Ya hemos estudiado la sección de apertura, pero quiero leerlo simplemente para darle el contexto.

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en Mí.” Quiero detenerme aquí y decir esto: hay una transición que va a suceder ahora. Y estas palabras hablan de esa transición. Y voy a hablar de esto. “En la casa de Mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, Yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a Mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí. Si Me conocieseis, también a Mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.”

“Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que Yo soy en el Padre, y el Padre en Mí? Las palabras que Yo os hablo, no las hablo por Mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en Mí, Él hace las obras. Creedme que Yo soy en el Padre, y el Padre en Mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. De cierto, de cierto os digo: El que en Mí cree, las obras que Yo hago, Él las hará también; y aun mayores hará, porque Yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en Mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en Mi nombre, Yo lo haré.”

Ahora, esto es muy profundo. Y usted puede ver cuál es el tema. Es Cristo y el Padre, el Señor Jesús y el Padre a lo largo de este pasaje. El Padre está en Mí. Yo en el Padre. El Padre hará esto. Yo haré esto.

Él está mostrando Su conexión íntima, esencial con Dios Padre. Eso es absolutamente crítico. ¿Por qué? Es presentado en el versículo 1: “no se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios, creed también en Mí.” Ustedes creen en Dios, crean también en Mí.

En otras palabras, lo que Él está diciendo es una transición que está a punto de llevarse a cabo. Estoy entregándolos a Dios. Estoy entregándolos a Dios. Yo me voy. Y Él les dijo varias veces antes, y ya lo hemos visto, “voy a Mi Padre.” Voy a Mi Padre. Él ha dicho eso. Ellos entendieron a Dios como el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Ellos sabían que Él era el Hijo de Dios. Y ahora, Él está diciendo: “voy al Padre.” Y ellos están turbados por esto, profundamente turbados por esto. Entonces, Él está diciendo: ‘necesitan llegar al punto en donde ustedes creen en Mí y ustedes creen en Dios. Tienen que confiar en el Padre.”

Ahora, lo que hace eso desafiante es esto: ustedes me han visto a mí. Yo he estado aquí. Yo, por así decirlo, he sosteniendo su mano durante tres años, les he provisto su alimento, les he provistos en ocasiones su dinero de impuestos. Les he provisto su abrigo, les he provisto su protección. Les he enseñado la verdad del Reino de Dios. He respondido toda pregunta que jamás han tenido acerca de la vida y la doctrina. He hecho todo lo que puedo hacer para que entiendan la Verdad. He sido su fuente de instrucción, su fuente de esa sabiduría, su fuente de fortaleza, su fuente de protección. He sido su esperanza para el futuro. Yo me voy. Los estoy entregando, Yo me voy. Ellos tienen que tener la capacidad de confiar en Aquel a quien Él los está entregando.

¿Se acuerda cuando Él oró en Juan 17? Él oró de esta manera: “Padre, Yo he cumplido Tu voluntad. He cuidado de los míos. Ahora, Padre, te los entrego a Ti. Cuídalos.” Esa es la oración en el capítulo 17. Esa es Su petición con respecto a este compromiso, esta transición.

En un sentido, es bastante fácil vivir por vista, ¿verdad? Usted se despierta cada mañana y Jesús está ahí. En donde quiera que está, en el grupo con el que está viajando durante tres años, usted se despierta cada mañana y Jesús probablemente se despierta antes que usted y Él está ahí. Y algunas veces, quizás, pueda temer que conforme las cosas estaban saliendo mal, Él quizás no estuviera ahí. Pero Él parece tener la capacidad de escapar toda dificultad.

Él se va a la sinagoga en Nazaret y ellos están listos para apedrearlo. Y Él simplemente desaparece de en medio de ellos. Él parece tener la capacidad de evitar la muerte inminente, cuando Él dice claramente: “están tramando quitarme la vida.” Y Él hasta ahora, lo ha evitado.

Entonces, usted está muy acostumbrado al hecho de que sin importar cuán difícil estén las cosas, y también usted está acostumbrado al hecho de que va a ciertos lugares y lo rechazan y en cierta manera, se sacude el polvo de sus pies y va a la siguiente ciudad y Él sobrevive a eso. Y cada día, usted se despierta y Él está ahí. Él está ahí para todo lo que usted necesita. Yo ni siquiera me puedo imaginar si usted estuviera en el medio de los discípulos que usted estuviera haciendo una pregunta seria a otro discípulo cuando lo tenía a Él ahí. ¿Por qué querría ir a algún tipo de respuesta de mediación, cuando usted podía ir a la fuente de toda la verdad y sabiduría? Él es todo para ellos. Absolutamente todo. Y han vivido hasta este mundo por vista.  

Nadie realmente en el Nuevo Testamento podía decir: “vivimos en la presencia de Dios físicamente.” Hubo personas en el Antiguo Testamento que tuvieron visiones de Dios, claro. Estuvo Jacob, quien en Génesis 32 lucha con un ángel. Estuvo Moisés en Éxodo 33 y 34, quien recibió un vistazo del tipo de la gloria velada de Dios. Ésta Manoa, el padre de Sansón quien ve a Dios. Está Moisés y Aarón y Nadab y Abiú, quienes ven la gloria de Dios. Y después, está Isaías, quien habla de la visión de la gloria de Dios en el capítulo 6. Está Ezequiel, quien vio la gloria de Dios en el capítulo 1.

Pero fuera de estas visiones excepcionales y únicas y veladas de Dios, no hay una presencia física en sí de Dios. Sí hay una nube mientras que están ahí caminando por el desierto. Una nube de día y una columna de fuego de noche. Pero nada como Dios en carne humana.

Entonces, esta es una experiencia increíblemente asombrosa para unas cuantas personas. Doce, para ser precisos. En base a veinticuatro horas siete días a la semana. Y después, las mujeres que estaban rodeándolos y con frecuencia, estaban con Jesús. Y después, otros de Sus seguidores que estaban caminando en algún punto del viaje de tres años.

Pero fue una experiencia rara, singular el que Dios se manifestase a sí mismo en forma humana de esta manera. Entonces, el hecho de que ellos tuvieran esto y ahora se les dijera “voy al Padre y voy a ir ahí y voy a preparar un lugar para ustedes, voy a hacer algo de trabajo para preparar todo y voy a regresar,” como lo dijo en los versículos de apertura, “y los voy a llevar para estar ahí,” es algo aterrador porque han estado viviendo por vista.

Entonces, Tomás no está seguro de esto y el versículo 4, Jesús dice: “Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.” Y Tomás, hablando por el resto… “Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas;” él está hablando colectivamente, “¿cómo, pues, podemos saber el camino?” Él no es el único que se siente así. No tenemos idea de a dónde vas y no conocemos el camino.

Y después, Él dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí.” Pero están teniendo dificultades por asegurarse de que Dios los va a recibir como Cristo los ha recibido. Que Dios cuidará de ellos como Cristo ha cuidado de ellos. Que Dios satisfará sus necesidades como Cristo lo ha hecho. Que Dios será su protector y su fuente de verdad y sabiduría como Cristo lo ha hecho. Es un cambio enorme. Un cambio enorme.

Eso prepara el punto entero de los versículos 7 al 14, que vamos a ver, porque aquí nuestro Señor tiene una meta en mente. Y eso es asegurarles que ser entregados al cuidado de Dios es mejor. No sólo está bien, ni siquiera es una transición equivalente. Si usted ve el capítulo 16, versículo 7, capítulo 16, versículo 7, el mismo aposento alto, la misma tarde, un poco más tarde: “os digo la verdad, les estoy diciendo la verdad, es para vuestro provecho que Yo me vaya. Es para su beneficio que Yo me vaya.”

Eso habría sido muy difícil de comprender para ellos. ¿Cómo podría haber algo mejor que tener al Señor Jesús, el Hijo de Dios contigo todo el tiempo? Es para vuestro provecho -y vamos a hablar más de eso en un momento. Él quiere que entiendan que ser entregados al cuidado del Padre es mejor para ellos, porque Cristo en Su encarnación tuvo ciertos límites. Él estuvo limitado físicamente.

Aunque estuvo con ellos durante esos tres años, Él no siempre estuvo en Su presencia inmediata, pero lo estaría después de que Él se fuera. Su poder siempre estuvo cerca de ellos. Y ellos vieron ese poder y experimentaron ese poder, pero estaban a punto de experimentarlo de una manera que iba más allá de lo que habían visto en Él. Él proveyó recurso para ellos. Recursos físicos, las cosas que necesitaron en la vida. Pero Él estaba a punto de abrir las puertas del cielo y derramar bendición que ellos ni siquiera podían comprender. Entonces, para confortarlos, nuestro Señor revela tres cosas: Él revela Su persona, Su poder y Su provisión. Su persona, Su poder y Su provisión.

Y todo tiene que ver con esta idea de que ellos tengan la capacidad de enfrentar la transición, de ser encomendados al cuidado del Padre. Veamos en primer lugar la revelación de Su persona en los versículos 7 al 11. “Si Me conocieseis,” deténgase ahí por un momento. Espera un momento, ellos sabían que Él era el Cristo, el Hijo de Dios. Ellos habían dicho eso. Ellos sabían que Él era el Mesías, el Ungido; ellos habían dicho eso. Ellos sabían que Él era el Hijo de David; ellos sabían todo eso. ¿Qué es lo que Él quiere decir, “si Me conocieseis”?

Si bien ellos conocían mucho, no era la historia completa. Sí, ellos sabían que era el Hijo de Dios, pero, ¿qué significa eso en su plenitud? Sí, ellos sabían que Él era el Mesías, pero, ¿qué era lo que eso significaba en su totalidad? Sí, ellos sabían que Él era el Santo de Dios, como lo confesaron en el capítulo de seis ahí atrás, pero ¿qué significaba eso en su totalidad? Obviamente, estaba corto de saber esto. Si Me hubieran conocido a Mí, habrían conocido a Mi Padre también. Entonces, lo que ellos realmente no comprendieron es que Él era en verdad Dios encarnado.

¿Era Él Deidad? Sí. Pero ¿qué significaba eso? Lo que ellos realmente no comprendían es lo que le leí a usted en Colosenses, que Él era la plenitud de la Deidad corporalmente. Que Él era la representación exacta de Dios, Hebreos 1:3, que Él era la imagen visible del Padre invisible.

En otras palabras, su cristología era precisa, pero completa. No estaba completa. Ellos no tenían todo el panorama. Y, además, ellos no entendieron la relación entre Él y el Espíritu Santo. Él les dijo que Él hizo lo que hizo por el poder del Espíritu Santo y blasfemarlo a Él era blasfemar al Espíritu que estaba haciendo la obra a través de Él. Pero ellos no entendieron de manera completa. Ellos estaban un poco cortos en su teología trinitaria.

Ahora, podemos darle un poco de gracia en eso porque esa es una doctrina muy difícil. Tratar de entender las cosas inescrutables es tratar de explicar la Trinidad. Entonces, están un poco cortos en un sentido y es algo triste.

Jesús les dijo: “voy a Mi Padre y voy a la casa de Mi Padre y en la casa de Mi Padre muchas moradas hay. Entonces, voy a comenzar a preparar las habitaciones para ustedes, las moradas. Y voy a regresar y voy a venir y llevarlos ahí. Y, por cierto, Yo soy el camino ahí. No tienen que preocuparse por eso, porque Yo soy el camino, no hay otro camino. Yo soy el camino, por Mí, a través de Mí, Yo voy a recogerlos, voy a llevarlos a la casa del Padre y llevarlos a la habitación que les he preparado. Si realmente Me conocieran, sabrían que no hay nada que temer al entregarlos por ahora al cuidado del Padre, porque si supieran de manera plena quién soy Yo, ustedes sabrían que el Padre y Yo somos uno. Entonces, Mi cuidado no es diferente del cuidado del Padre por ustedes. Ése es el mensaje.

A partir de ahora, ustedes lo conocen. Tiempo presente. A partir de ahora, podría decir que lo están conociendo y lo han visto. ¿Qué quiere decir con eso? A partir de este momento en adelante, su conocimiento del Padre va a crecer. Su conocimiento del Padre y Mi relación con el Padre va a crecer mediante Mi muerte y Mi resurrección en particular. ¿Se acuerda usted de lo que sucedió cuando todos los discípulos finalmente estaban reunidos ocho días después de la resurrección? Y Tomás entró en donde estaban y Tomás vio a Jesús. ¿Se acuerda de lo que él dijo? Escuche Juan 20:28: “Tomás respondió y le dijo “Señor mío,” ¿y qué? “Y Dios mío.” Lo entendieron, pero no fue sino hasta después de la resurrección.

Señor mío y Dios mío. Hijo de Dios, sí. Santo, sí. Señor mío y Dios mío. La resurrección. La resurrección fue el punto de exclamación en Su deidad que certificó su afirmación de ser uno con el Padre. Ellos lo entendieron. Ellos lo entendieron.

Después, cuando entendieron que Él y Dios eran uno, ellos entonces podrían confiar en ese mismo cuidado que Él les dio, la misma provisión que Él les dio, el mismo poder que Él había desplegado ante ellos. Y eso sería lo que Dios proveería para ellos porque eran uno. De ahora, a partir de este punto, el fin de Su resurrección, ellos entienden que Él es Dios.

Pero hay mucho más que eso. Ése no es el final de la lección a partir de ahora. Permítame mostrarle lo que quiero decir con eso. Pase al capítulo 14 y vaya al versículo 16. “Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre.” ¿Quién es el otro consolador? ¿Quién va a tomar Mi lugar? El Padre, quien me dio a ustedes, les va a dar el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.”

Él les va a dar el Espíritu Santo. El Espíritu Santo ha estado con ustedes. Ustedes han sabido esto a lo largo de este tiempo. Ahora, Él va a estar en ustedes. Esta es una dimensión mucho más grande de la presencia del Espíritu. Entonces, van a conocer al Padre. Ustedes van a conocer al Padre porque le voy a pedir al Padre y el Padre se preocupa por ustedes. Y el Padre les va dar a alguien que tome Mi lugar. Y ese alguien va a ser el Espíritu Santo. Y Él es el Espíritu de verdad. Ustedes no van a perder el contacto con la verdad. Ustedes no van a estar ausentes de la clase. Ustedes no van a perder a su maestro. Es ustedes van a tener al Espíritu de verdad como su instructor.

Vaya al versículo 26. Ahí de nuevo Él es identificado como el Consolador. El Consolador, el paraklētos, el que es llamado a un lado para ayudar. “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre…”

Nuevamente, Él está diciendo: “miren, el Padre no los va a dejar sin ayuda. El Padre me dio a ustedes y ahora, el Padre va a darles el Espíritu a ustedes. Y Él será su maestro nuevo. Y Él será su consolador. Él será su ayudante. Él será para ustedes todo lo que Yo he sido. Y el Padre lo enviará en Mi nombre. Estamos de acuerdo en esto, trabajamos juntos, somos uno. Él les enseñará todas las cosas. Él les va a traer a su memoria todo lo que les he dicho. Ustedes no van a perder nada. El Espíritu de Dios viene del Padre.”

Capítulo 15, versículo 26: “Y cuando venga el Consolador,” o cuando el ayudante venga, “a quien Yo enviaré,” en el capítulo 14, Él dijo: “el Padre lo enviará.” Aquí Él dice: “Yo lo enviaré.” Porque están en acuerdo perfecto, actúan juntos. “Él es el Espíritu de verdad a quien Yo enviaré del Padre. El procede del Padre.” En otras palabras, Él es parte de la Trinidad. Él es de la misma naturaleza que Dios.

Lo que está pasando aquí es que nuestro Señor está instruyéndolos acerca de la esencia de la Trinidad, acerca de la naturaleza de la Trinidad. No se va a perder nada con la partida de Jesús. Es el mismo Dios quien en Cristo está satisfaciendo sus necesidades, quien estará de regreso satisfaciendo sus necesidades mediante el envío del Espíritu Santo que procede del Padre, así como Yo procedo del Padre, quien es uno como el Padre, así como Yo soy uno con el Padre.

Después, en el capítulo 16, usted puede ver el versículo 13, “cuando el Espíritu de verdad venga, Él los guiará a toda la verdad.” De nuevo, el énfasis aquí se encuentra en la instrucción, la verdad. “Y Él no hablará de suyo, sino que todo lo que Él oye lo hablará.” Él habla por la Trinidad, Él habla por el Padre, Él habla por el Hijo. Y Él revelará a ustedes lo que está por venir. Él me glorificará a Mí. Él tomará lo que es Mío y se los revelará. Todas las cosas que el Padre tiene son mías. Y, por lo tanto, Yo dije que Él toma de lo Mío y se los revelará. El Padre a través del Hijo, a través del Espíritu, todo llega a ustedes. El Espíritu viene a ustedes para tomar lo que es Mío y dárselos a ustedes. Y lo que Yo tengo que darles es lo que el Padre me ha dado a Mí.” Esta es teología Trinitaria en su máximo nivel de pureza. En su nivel más alto de pureza. Entonces, no tiene nada que temer. No tienen nada por qué preocuparse.

Ahora, regrese al capítulo 14 por un momento. Él está haciendo esta promesa y claro, ellos no habían oído todo lo que le acabo de leer, porque está por venir más adelante. Pero Él dice: “si me hubieran conocido a Mí, también habrían conocido a mi Padre. A partir de ahora, ustedes lo conocen y lo han visto. Van a comenzar ahora a conocerlo.” Aunque el conocimiento no vino sino hasta después de la resurrección, cuando Tomás dice, en nombre de todo mundo, “Señor mío y Dios mío”.

Y después, el Espíritu Santo viene en Pentecostés. Y todo lo que es del Padre y todo lo que vino a través del Hijo ahora viene mediante el Espíritu Santo. Y tienen la plenitud de todo. Y después, es claro para ellos. Y el día de Pentecostés, salen y salen con una teología Trinitaria completamente desarrollada. Pero ahora, aunque Jesús dice ‘a partir de ahora, esto será conocimiento para ustedes,’ Felipe muestra en este momento que ellos todavía son ignorantes.

Felipe le dijo “Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Lo siento, Señor, tenemos que verlo. Queremos ver a Dios.” Esto es una decepción. Esta es una gran decepción. Una pregunta superficial, sin fe. Por cierto, es ‘nosotros’. No culpen a Felipe nada más. Él está hablando en nombre del resto de estos hombres que están enfrentando el mismo problema: “muéstranos al Padre. Muéstranos al Padre.” Se oye algo así como una especie de un carismático pre carismático. ‘Necesito una visión.’

Muy bien, él está quizás pensando en Jacob luchando con un ángel de Dios. Quizás él está pensando en Dios visitando a Abraham, antes en Génesis. Quizás él está pensando de la visión mosaica de Dios o Isaías o Ezequiel. Pero no sé si él realmente está atravesando por la lista entera de las revelaciones del Antiguo Testamento de Dios. Todas esas fueron visiones raras de Dios. Creo que él está diciendo más que eso. Creo que él simplemente está diciendo: ‘mira, no creo que podemos hacer esto por fe. Realmente no creo que podamos hacer esto por fe. Dios va a tener que aparecerse. Dios va a tener que aparecerse. Tú nos estás dejando aquí y nos estás entregando y nosotros estamos acostumbrados a que Tú nos cuides.’

Yo dudo que sea un erudito bíblico y que él simplemente le dijo este tipo de cosas a nuestro Señor; esto es simplemente fe débil. Sabemos que ellos tenían fe débil, porque Jesús continuamente les dijo: “hombres de poca fe.” “Queremos una visión de Dios, queremos un Dios visible. Queremos un Dios que podemos tocar, que podemos palpar. O vamos a tener problemas creyendo.”

Este es un adelanto de Tomás: “si no veo, no voy a creer.” Esa es la mentalidad de ellos. Y Jesús les dice con algo de phatos en el versículo 9: “tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido, Felipe. Por favor, has estado conmigo tres años. ¿Todavía no lo entiendes? Has estado conmigo, has estado con el Padre. El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decir muéstranos al Padre?” Ellos deberían haber sabido. Ellos deberían haber sabido.

Y les recuerda de las dos categorías de evidencia. Versículo 10: “¿No crees que Yo soy en el Padre, y el Padre en Mí? Las palabras que Yo os hablo, no las hablo por Mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en Mí, Él hace las obras.” Creedme que Yo soy en el Padre y el Padre en Mí, de otra manera, creedme por las mismas obras.

Entonces, al principio del versículo 10, “créeme por las palabras y créeme por las obras. Mis palabras son las palabras de Dios.” Juan 7:46: “nunca nadie jamás habló como este hombre.” Nadie. ¿Por qué están diciendo “muéstranos al Padre”? Yo espero que nuestro Señor esperara eso porque en el capítulo 8, versículo 19, cuando él estaba hablándole a los fariseos, los fariseos le dijeron -esto es Juan 8:19- “¿En dónde está Tu Padre? ¿En dónde está Tu Padre?” Jesús había dicho: “el Padre que me envió, da testimonio de Mí.”

Entonces, ellos dicen “¿en dónde está Tu Padre? Muéstranos a Tu Padre.” Jesús dijo: “ustedes no me conocen a Mí ni a Mi Padre.” Pero ellos dijeron: “Muéstranos a Tu Padre. ¿Dios es tu Padre? Muéstranos a Dios.”

Esperamos eso de líderes judíos cínicos, escépticos, incrédulos. ¿Pero de Felipe? Por favor, ¿no puedes vivir por fe? Ningún hombre ha visto a Dios en ningún momento en su totalidad. Dios no es visible. Dios es el Dios invisible. Algunas veces, Él se manifiesta a sí mismo en una nube o en una columna de fuego o en una visión. Pero nunca se ha manifestado a sí mismo con tanta claridad como lo hizo en la persona de Jesucristo. Ellos quieren una visión de Dios. Realmente, es un momento, creo yo, que rompe el corazón.

Digo, simplemente para que quede claro, si usted vino aquí para ver un milagro, lo siento, usted no va a ver uno. Si usted vino aquí a oír la voz de Dios o si está pensando en algún punto del proceso que va a oír a Dios hablarle usted, no va a pasar. Si usted vino aquí a ver a Dios en alguna visión o en alguna forma, no sucederá. Si usted vino aquí a experimentar alguna revelación sobrenatural o algún fenómeno, lo siento, no está disponible. Si usted vino aquí para ser rodeado por ángeles o para hablar con su tío muerto, no va a pasar. Sería mejor que se fuera a otro lugar porque Satanás puede falsificar todo eso. Él puede falsificar todo eso.

Aquí, nosotros vivimos en fe. Yo nunca he visto a Jesús, nunca como eso discípulos. Nunca he tenido una visión de Jesús. Nunca he conocido a un ángel. Nunca he sabido si un ángel estuvo cerca de mí. Nunca he oído a Dios hablar. Nunca he sentido la presencia de Dios. Nunca he oído voces celestiales. Nunca tenido una conversación con mis padres muertos. Nunca he visto a Dios. Pero creo con todo mi corazón que Dios es, Cristo es y que el Espíritu Santo es.

¿Por qué creo? ¿Tengo algún tipo de perspectiva espiritual, gnóstica, esotérica, elevada? No. Tengo este libro y esa es toda la evidencia que necesito. Obviamente, es la revelación de Dios y la única que necesito.

Veo a Jesús en este libro. Conozco a ángeles en este libro. Oigo la voz del cielo aquí. Entiendo dónde están mis padres muertos al leer este libro. Veo a Dios revelado a lo largo de las páginas de este libro. Y este libro ha soportado y pasado las pruebas de escrutinio y las pruebas de todos los creyentes verdaderos y todos los escépticos y los que lo odian a lo largo de toda la historia. Y ha permanecido irrefutable. No tiene error, no tiene fallas, es la verdad y la creo.

Pero vivimos por esa fe. Fe en el Dios de las Escrituras santas. Entonces, no estamos aquí ofreciendo milagros. No estamos aquí ofreciendo experiencias sobrenaturales. El milagro que nosotros vemos todo el tiempo es el milagro de la salvación, cuando Dios transfiere a alguien del Reino de las tinieblas al Reino de Su amado Hijo. Esa es una transformación total de una vida humana entera llamada regeneración, nueva vida, nuevo nacimiento.

Pero no vivimos por vista, vivimos por fe. Somos los bendecidos quienes, sin haber visto, sin embargo, creemos. Y no es que creemos simplemente a la ligera, que creemos en cualquier cosa, sino que creemos lo que dice la Escritura. Aquí yace nuestra evidencia.

Entonces, mi oración no es: “muéstrame a Dios, muéstrame a Jesús, muéstrame a los ángeles, haz un milagro, dame algún tipo de experiencia mística.” Mi oración es la oración de los apóstoles en Lucas 17:5: “Señor aumenta mi fe. Aumenta mi fe.” Y le voy a dar una pista, su fe se incrementa proporcionalmente a su conocimiento. Su fe se incrementa proporcionalmente al entendimiento de las Escrituras. Las Escrituras revelan a Dios, y entre más usted ve a Dios revelado en las Escrituras, mayor se vuelve su fe. Usted se vuelve más fuerte. Usted sabe eso. Ustedes se han sentado aquí durante bastante tiempo como para saber que su fe estaba anclada.

Tres años no parecían ser suficientes para Felipe y sus amigos. Todavía no tuvieron fe suficiente para calmar sus corazones turbados ante el prospecto de que Jesús desapareciera de su escena físicamente. Él dice “han tenido lo suficiente, han tenido las palabras. ¿No creen?” Ése es el punto. “¿Dónde está su fe? ¿No creen que Yo soy en el Padre y el Padre en Mí? Ustedes han oído las palabras. Ustedes han visto las obras. Créanme.”

Él dice: “¿no creen?” en el versículo 10. “Creed en Mí,” en el versículo 11. El punto es creer, versículo 12, “el que cree.” Es un asunto de creer. “Van a tener que pasar,” Él les dice a estos hombres, “de la vista a la fe. Han oído Mis palabras. Saben que nadie jamás ha hablado como Yo hablo. Han visto mis obras. Saben que nadie puede hacer estas obras a menos de que el poder de Dios esté en él. Ustedes deberían saber quién soy.” Entonces, esta es la revelación de Su persona que tiene la intención de confortarlos al saber que Él es uno con el Padre. Y va a tener un tipo de realidad que se desarrolla que eventualmente va a cautivar sus corazones y los va a anclar.

Rápidamente, hay una segunda revelación, la revelación de Su poder. No sólo Su persona, sino Su poder. Observe el versículo 12: “De cierto, de cierto os digo: El que en Mí cree,” nuevamente, es acerca de creer, “las obras que Yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque Yo voy al Padre.” ¿Qué es eso? ¿Qué es eso? En primer lugar, la interpretación primordial es a los apóstoles. Once apóstoles. Ustedes que creen en Mí. Ustedes van a hacer lo que Yo he hecho. Ustedes también van a hacer lo que Yo he hecho. ¿Qué quiere decir eso? Van a hacer milagros. Lea el libro de los Hechos. Lea el comienzo del libro de Hechos. Los apóstoles, los asociados de los apóstoles tuvieron ese poder milagroso. Ellos usaron su poder milagroso para hacer los mismos milagros que Jesús hizo -milagros sobre la enfermedad, milagros sobre demonios, milagros sobre la muerte. Ese poder fue extendido más allá de Jesús, entonces, en un sentido, es mayor en extensión.

Fue Jesús, y usted recordará, que les delegó esos poderes a los apóstoles. Pero no vemos ilustraciones de los apóstoles haciendo milagros, de hecho, algunas veces regresan y reportan: ‘tratamos, pero no pudimos hacerlo’. Y ahora, de pronto, eso va a cambiar. Y no mayores en tipo, porque usted no podría hacer algo mayor en tipo naturaleza de milagros. Usted no podría hacer milagros más grandes en términos de lo que en hecho fueron, pero mayores en extensión. Esto se va a esparcir a los once de ustedes y a aquellos asociados con ustedes.

Inclusive como Felipe. Entonces, él dice: “mayores cosas que esta sucederán.” Conforme esto es multiplicado, el poder de milagros es multiplicado a través de ustedes, comenzando en el día de Pentecostés. En Hechos 12, usted ve cómo fluye a lo largo de la época apostólica. Ese es el poder dado a los apóstoles. Es definido claramente en 2 Corintios 12:12, las señales y maravillas y los milagros de un apóstol. Y está en Hebreos 2:4 en donde dice que el mensaje de los apóstoles fue predicado y confirmado por señales y maravillas y obras poderosas hechas por los apóstoles.

Antes de que las Escrituras fueran escritas, la manera en la que Dios certificó a esos predicadores fue mediante milagros. No van a ser mayores en tipo. ¿Qué es mayor que una curación, una resurrección, echar fuera demonios? Nada. Pero mayores en extensión. Mayores en extensión. Esto es primordialmente para los apóstoles.

Pero cuando esa época apostólica terminó, por cierto, todavía hay un sentido en el cual obras mayores están siendo hechas. Compare, por ejemplo, el hecho de que el ministerio entero de Jesús fue en un pequeño país de unos cuantos kilómetros de largo y unos cuantos de ancho. De hecho, me parece siempre asombroso que la fuerza aérea israelita sólo puede volar en dos minutos y medio de este a oeste sin cruzar una frontera o llegar al océano. Es un lugar tan pequeño. Él nunca salió de ese lugar. Él cruzó la frontera al norte, la frontera del lado oeste; realmente, unos cuantos pasos.

Y ahora, observe lo que ha pasado. A través de los discípulos de Jesús, el Evangelio arrodillado, ha rodeado, ha dado la vuelta al mundo entero. Y lo está haciendo todo el tiempo. Está vivo ahora en este momento en el aire, en Internet y a través de la radio, los medios de comunicación masivos, constantemente, a través de la página impresa. Todo medio posible.

“Una de las razones por la que es mejor que yo me vaya, es que cuando yo me vaya van a tener el Espíritu Santo. El Espíritu Santo va a venir y va a llenar su entendimiento Trinitario de Mí. Otra razón por la que es bueno que yo me vaya es que cuando yo me vaya, el Espíritu Santo para a venir y ustedes van a hacer obras mayores y las obras que van a salir de este pequeño país van a cubrir al globo. Inclusive van a hacer más milagros que Yo. Y esto va a suceder debido al Espíritu Santo. Y Él los va a guiar a toda la Verdad.”

“Pero el Espíritu Santo vendrá sobre vosotros,” Hechos 1:8, “y seréis Mis testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra. El Espíritu los va a capacitar para el ministerio global. Todo eso porque Yo voy al Padre; porque Yo voy al Padre.

Hay un tercer punto, quizás tenemos tiempo suficiente para terminar y dejar algunas cuantas cosas afuera. Nuestro Señor les revela Su provisión. Su provisión. Versículos 13 y 14: “por cierto, ¿creen que el hecho de que Yo me vaya va a crear algunos problemas serios en que reciban lo que ustedes necesitan? Permítame decirles esto: de cierto, de cierto os digo.”

Esto es difícil de creer, esa es la razón por la que está ahí. Es énfasis. “De cierto, de cierto os digo, el que cree en Mí.” Aquí estamos hablando nuevamente de creer. Él dice “no creen,” en el versículo 10. “Crean,” en el versículo 11. “El que cree,” en el versículo 12. Y luego, en el versículo 13: “Y todo lo que pidiereis al Padre en Mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en Mi nombre, Yo lo haré.“

De nuevo, Él está conectándose a sí mismo con el Padre de tal manera que el Padre sea glorificado. “Yo y el Padre uno somos. El Padre quiere lo que Yo quiero, Yo quiero lo que el Padre quiere. Yo quiero para ustedes lo que el Padre quiere para ustedes.” Esa es la razón por la que el Padre está enviando al Espíritu Santo para que tome Mi lugar. Y eso es inclusive mejor. Van a tener una revelación más clara de Mi persona. Una expresión más grande de Mi poder. Y van a tener una oportunidad sin paralelos de tener Mi provisión.

“Todo lo que pidan en Mi nombre.” Bueno, ¿qué quiere decir eso? ¿Acaso quiere decir que si usted pide cualquier cosa y dice: “en el nombre de Jesús, Amén” eso lo confirma? No. Es agradable decir eso. Creo que es bueno decir eso. Pero, ¿qué significa ‘Su nombre’? Coherente con Su identidad. Coherente con Su persona.

Es como si usted estuviera en Su lugar, en el lugar de Él. Es como cuando Él dice ‘estoy enviando al Espíritu en el nombre del Padre. Estoy enviando el Espíritu porque esa es la voluntad del Padre.’ Si Él dice el Padre envía el Espíritu en Mi nombre, significa que el Padre está enviando al Espíritu porque esa es Mi voluntad. Entonces Él dice ‘si me piden cualquier cosa en Mi nombre, eso significa de manera coherente con Mi voluntad.’

Primera de Juan 5:14: “Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” De manera coherente con Su persona. Su voluntad, Sus propósitos y lo que Él está intentando hacer en el mundo cuando oramos por lo que es coherente con Su naturaleza, coherente con Su propósito, coherente con Sus perfecciones, coherente con Su gloria.

Se nos ha enseñado a orar: “Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea Tu nombre, venga Tu Reino, hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo.” Le pedimos a Dios cualquier cosa que sea coherente con Su persona, Su propósito y Su perfección.” Y lo haré. Lo haré. Promesa personal. Lo haré.

Él no dice “sucederá” como si fuera una forma pasiva. “Lo haré.” “Y yo voy a estar haciéndolo por ustedes a través del Espíritu Santo. El Padre está haciéndolo por ustedes a través del Espíritu Santo. La Trinidad entera está del lado de ustedes proveyendo todo lo que jamás lleguen a necesitar.” Y lo que necesitamos orar, lo que necesitaban orar: “Muy bien, te oigo Señor. Aumenta mi,” ¿qué?, “Mi fe. Déjame creer eso. Déjame creer eso.” Inclinémonos en oración.

Una gracia, misericordia y bondad tan, tan sorprendentes, extendida hacia estos hombres que parecían luchar tanto con las cosas que eran las más obvias. Y, sin embargo, Señor, ¡cuánta gracia les mostraste, finalmente llevándolos a un entendimiento completo de quién Tú eres después de Tu resurrección! Y mediante la venida del Espíritu de verdad, les enseñaste todo. Y les mostraste todas las cosas que tenían que ver contigo; tomaste lo que era del Padre, que Te fue dado a Ti a través del Espíritu Santo, y se los diste a ellos.

Qué cosa tan increíble que Tú te preocuparas tanto como para depositar la Verdad acerca de Ti con nosotros. Y después, no sólo eso, no sólo eso a través del Espíritu de verdad y la palabra de verdad, sino que Tú implantaras en nosotros al Espíritu Santo. Y debido a que tenemos el Espíritu Santo, recibimos poder. “Y podemos hacer mucho más abundantemente de lo que podemos pedir o entender,” Efesios 3:20, “de acuerdo al poder que opera en nosotros,” extender el Evangelio hasta los fines de la tierra y la provisión. Y todo lo que pide es oración. Oración. Simplemente debemos pedir lo que es coherente con Tu persona, Tu propósito, Tu perfección. Lo que es para Tu gloria y la gloria del Padre. Señor, Te damos gracias por esta revelación de Ti mismo. Que seamos confortados en ella.

Sí, sería maravilloso haber estado ahí y haber caminado con Jesús durante tres años. Pero en un sentido, ese es un paso atrás, porque tenemos mucho más de lo que ellos tuvieron. Inclusive después de esos tres años, ellos no entendieron. Pero a través de la venida del Espíritu Santo, quien ha establecido Su residencia en nosotros, tenemos un entendimiento verdadero de Tu persona, tenemos una expresión verdadera de Tu poder y tenemos un acceso verdadero a Tu provisión. Estamos tan bendecidos y tan agradecidos; y Te damos gracias. Somos indignos. Pero haznos fieles y úsanos para Tu gloria, oramos. Amén.

 

 

 

 

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