Juan 14 está frente a nosotros. Estamos en el discurso del aposento alto. Así es como se llama Juan 13 al 16. Todas las palabras de Jesús esencialmente con unas cuantas preguntas presentadas por los discípulos. Esta es la descripción larga que las promesas que nuestro Señor les da a Sus hijos, a todo creyente.
Desde el capítulo 13 hasta el final del capítulo 16, simplemente una promesa tras otra, tras otra, tras otra. Comienza con amor, “habiendo amado a los Suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el máximo,” capítulo 13, versículo 1, así es como comienza. Y simplemente, va a partir de ahí con promesa, tras promesa, tras promesa. No hay otro pasaje como este en la Biblia. No aparece en Mateo, Marcos o Lucas. Esto es único en Juan. Se estira, es profundo y alto. Es la sección más rica de las Escrituras que resume lo que el Señor promete a aquellos que le pertenecen a Él. Es un pasaje poderoso, poderoso.
Estamos en el capítulo 14 y estamos viendo el capítulo 15 en adelante. Y lo leeré en tan sólo un momento. Pero antes de que lleguemos a ese pasaje, unos cuantos comentarios. Fue hace unos cuantos años atrás, probablemente unos 20 años atrás, cuando me sorprendió ver una ola que llegó a la Iglesia titulada “mi experiencia con Dios”. Mi experiencia con Dios. Si usted va a cualquier librería cristiana en los últimos 20 años, usted encontrará libros acerca de mi experiencia con Dios. Hubo un par de pastores bautistas del Sur que desarrollaron, no sólo los libros, la perspectiva, sino que comenzaron a desarrollar el currículum y más currículum y más materiales y más libros. Y esto literalmente se convirtió en un movimiento en la Iglesia evangélica de “mi experiencia con Dios”.
Siempre me molestó porque parece estar demasiado cercano a lo que es una noción conocida entre las religiones paganas. De hecho, hay algunos que de hecho creen que usted puede tener una experiencia con Dios al tener un estado inducido por las drogas. Esa es la razón por la que los indios nativos fuman peyote. Porque ellos creen que, de alguna manera, en su estado de adicción o control de las drogas, literalmente estaban ascendiendo para tener comunión con las deidades. Esto se estaba llevando a cabo por todo el globo en virtualmente cada área donde había tribus, en donde podían encontrar alguna planta que alterara la mente, podrían usar eso como algún tipo de inducción a alguna conciencia más elevada y ascender a las deidades.
Eso se remonta, claro, a las religiones de misterio que salieron de Babilonia. Eso se remonta a las religiones que existieron en el mundo pagano en el cual el apóstol Pablo ministró. Pensaban que la embriaguez, las orgías, experiencias de tipo sexual, todo esto estaba, en cierta manera, creando una euforia que elevaba a la gente a la conciencia de Dios. Claro que todo esto fue ridículo.
El misticismo cristiano, lo largo de la Edad Media e inclusive hasta la fecha, siempre ha buscado encontrar a Dios en alguna experiencia, algún sentimiento, alguna emoción, algún medio mediante el cual piensan que los sentidos perciben la presencia de Dios.
Esto se ha vuelto una noción popular en las iglesias evangélicas pensando que hay maneras en las que usted puede sentir a Dios, en la que usted puede sentir la presencia de Dios. Quizás, la más popular es la música. Si usted tiene la música correcta, la música, en cierta manera, es lo suficientemente seductora y si tiene la suficiente energía emocional, la gente dirá: “acabo de sentir la presencia de Dios. ¿No sientes la presencia de Dios?”
Bueno claro, eso es absolutamente ridículo. Usted no puede sentir la presencia de Dios. Usted no tiene ningún mecanismo para sentir la presencia de Dios. Yo nunca he sentido la presencia de Dios, ni siquiera sé lo que eso significa. Pero esto es lo que sé: Él está aquí. Y más que eso, Él no sólo habita la alabanza de Su pueblo; está unido a Su pueblo, a los Suyos en unión todo el tiempo, de tal manera que la Iglesia misma, literalmente está en comunión constante con Dios colectivamente. No sólo es verdad que en donde dos o tres están congregados, Él está en medio de ellos. Pero esto es verdad.
Y escuche: la Trinidad vive en todo cristiano - la Trinidad, tres en uno, en todo cristiano. No hay alguna experiencia que usted pueda tener que lo lleve a alguna comunión con Dios que de otra manera no tiene. No hay alguna fórmula musical que pueda inducir a algún tipo de comunión con Dios que sin la música no puede pasar. Ciertamente, no hay una droga que va a hacer algo diferente de alterar su mente y va a hacerlo pensar que está pasando algo que no está pasando.
Todo creyente está en comunión constante, interminable, eterna, con la Trinidad. Y no estoy hablando de cuando usted viene aquí. Estoy hablando de cuando usted se va de aquí. Estoy hablando de cuando usted está totalmente solo y está en su auto sólo. Usted está en la presencia de la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Comunión completa y total.
Creo que esto, de alguna manera, no lo entienden muchos evangélicos. Hay tantas ideas necias que corregir en la Iglesia, pero esta es una grande. La idea de que de alguna manera esta noción de sentir a Dios o percibir a Dios o tener comunión con Dios tiene que ser inducida mediante algún medio mecánico. Necio.
Ahora, ¿por qué estoy diciendo eso? Porque eso es de lo que realmente nuestro texto está hablando. De eso está hablando Juan 14:15 al 24, de todas las promesas que nuestro Señor da en esta sección. Y después, recuerde que en el capítulo 17 Él ora una oración y le pide al Padre que cumpla las promesas, que haga lo que Él ha orado. Y claro que Él lo hará, porque Él siempre ora según la voluntad del Padre.
Pero de todas las promesas que nuestro Señor ha dado, aquí en estos versículos está el corazón de todo, porque lo que leemos aquí es que Jesús les dice a Sus discípulos y se extiende a nosotros: “cuando Yo me vaya, ustedes van a recibir a la Trinidad. Van a recibir a la Trinidad.” Esto es algo asombroso. Todo cristiano, en todo momento, y para siempre, por los siglos de los siglos está en una unión vital de vida con la Trinidad.
Permítame decirlo de otra manera: su vida espiritual es la vida de Dios. El hecho de que usted está vivo espiritualmente, que ha muerto con Cristo, como usted lo lee en Colosenses y que ahora está vivo es porque la vida de Dios está en su alma. Usted no puede separar la vida eterna de la fuente de vida eterna. Usted no puede tener vida eterna como algo que Dios da sin tener a Dios porque es Su vida, la vida de Él.
Ahora, estoy esperando guiarlo a lo largo de esta sección profunda y gloriosa entendiendo que es muy difícil entender la Trinidad. Y quiero decirle, antes de que comencemos, que usted no va a poder entenderlo, nadie puede. La infinidad está más allá de nosotros y la naturaleza divina está más allá de nosotros. Pero podemos entender lo que Juan está diciendo lo suficiente como para ser responsable por ello y ver las implicaciones de esto. Por desafiante que sean entender la verdad profunda de la Trinidad, va más allá de nuestra capacidad y esa es la razón por la que está en la categoría de Deuteronomio 29:29: “las cosas secretas, pertenecen al Señor”.
Hay algunas cosas que sólo él entiende y conoce. “Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios,” estas cosas son inescrutables, son incomprensibles. Este es ese tipo de realidad, la Trinidad. Y, sin embargo, tenemos esta revelación cuidadosa de la Trinidad porque tiene un impacto tan vital para nosotros. Inicialmente, es por causa del consuelo, ¿qué tan confortante es saber que usted está en unión constante con el Dios trino, el Dios del universo en todas las tres personas? ¿Qué tan confortante es eso?
Es un pecado de proporciones masivas negar a la Trinidad. Es blasfemia negar a la Trinidad, porque usted está negando a Dios. Usted está negando la naturaleza de Dios. Pero no es suficiente decir: “creo que Dios es trino, creo en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Creo en una deidad trinitaria y creo que Él existe en el cielo.” Eso no es suficiente. Usted necesita entender que Él existe en usted si usted es un creyente. Y eso es lo que nuestro Señor nos presenta en este pasaje increíble. Para entender nuestra propia identidad como creyente, para entender mi vida, para entender su vida como un cristiano, usted tiene que entender que el Dios trino está en nosotros.
Entonces, permítame recordarle a usted lo que Juan escribe a medida que registra las palabras de Jesús. Todo aquí es afirmado por Jesús excepto por la pregunta en el versículo 22 hecha por uno de los discípulos. Permítame comenzar leyendo en el versículo 15.
“Si Me amáis, guardad Mis mandamientos. Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque Yo vivo, vosotros también viviréis.
En aquel día vosotros conoceréis que Yo estoy en Mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros. El que tiene Mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por Mi Padre, y Yo le amaré, y Me manifestaré a él. Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no Me ama, no guarda Mis palabras; y la palabra que habéis oído no es Mía, sino del Padre que me envió.”
No hay pasaje en toda la Biblia que presente de manera más clara a la Trinidad que este. Usted tiene a nuestro Señor hablando de sí mismo acerca de Su Padre y acerca del Espíritu. Todos están aquí. Él habla de la unidad de la Trinidad y Él habla de la diversidad de la Trinidad -uno en esencia, uno en naturaleza, tres en persona. Sí, entiendo que estas con realidades profundas, pero tienen una importancia tan grande para nuestras vidas. Permítame recordarle por qué.
En primer lugar, la ocasión es el jueves por la noche cuando esta enseñanza es dada por nuestro Señor, esta revelación que Juan registró. La noche del jueves de la semana de la pasión. Y el viernes, Él morirá. Él les ha estado diciendo una y otra vez: “voy a ser arrestado, voy a ser matado, voy a resucitar de los muertos.” Y ellos están teniendo dificultad con aceptarlo.
Usted recuerda a Pedro: “Señor; no, no, no, no. Eso no va a pasar; eso no va a pasar.” Y Jesús dijo: “Quítate de delante de Mí, Satanás, porque esto tiene que pasar.” Dios tiene un plan para Su muerte y resurrección. Entonces, Él ha estado hablando de ser arrestado, ser golpeado, ser maltratado y ser matado y resucitar. Esto está en el aire. Creo que, de manera rutinaria, Él les estaba hablando de esto, pero ellos no querían oírlo. No le gustaba la noción de esto.
De regreso en el capítulo 7, versículo 33, nuestro Señor dice: “ya no voy a estar aquí con ustedes mucho tiempo. Me voy, me voy al Padre. Me voy. Ya me voy a ir y no me veréis más.” Capítulo 8, Él está hablando a algunos fariseos y a algunos líderes judíos: “me van a buscar y no me van a encontrar. Ya me voy. Me voy.”
Vimos lo mismo en el capítulo 13, regresando un poco al capítulo 13, versículo 33: “hijitos, estoy con ustedes un poco de tiempo más. Me buscaréis y como le dije a los judíos ahí atrás en el capítulo 8, ahora les voy a decir ‘me voy’ y no pueden venir.” Él lo volvió a decir en el versículo 36. Simón Pedro le dijo a Él: “Señor, ¿adónde vas?” Jesús respondió: “a donde Yo voy, no me pueden seguir ahora, pero seguirás después.”
Él ha sido muy claro: “me voy, me voy.” Esto llena de pánico sus corazones. Recuerden, han dejado todo para seguirlo. Han dejado sus redes, por así decirlo. Han dejado sus empresas. Han seguido a Jesús durante un período de tres años de ciudad en ciudad, de villa en villa. Él ha sido la fuente de todo para ellos. Él ha sido todo; y ahora, Él se va. ¿Dónde está el Reino mesiánico? ¿Dónde están los cumplimientos de todas las promesas dadas a los profetas? Nada de eso ha sucedido. Nada ha pasado. ¿Y ahora te vas? ¿Qué está pasando? No sólo te vas, sino que no has cumplido todo lo que supusimos que ibas a cumplir. Establecer el Reino con todas las promesas a Abraham y a David. Y a través de los profetas cumplidos. ¿Dónde está el Reino? ¿Cómo puedes ser Tú el Mesías? Esto es tan abrumador que están desconsolados. De hecho, capítulo 14, versículo 1 dice literalmente: “dejen de dejar que su corazón esté turbado.” Esto es turbación como nunca antes habían conocido. Este es un tipo de pánico en el que han entrado porque Jesús se va.
Si usted va al versículo 27 del capítulo 14, Él dice: “Mi paz os dejo, Mi paz os doy. No como el mundo la da. Dejen de dejar que su corazón se turbe. Dejen de dejar que se atemorice.” Esta es simplemente la emoción dominante que se está manifestando, que se está llevando a cabo esta noche.
Capítulo 16, versículo 5, Él le dice al mismo grupo en la misma ocasión: “ahora me voy al que me envió, me voy al cielo. Me voy al Padre. Ninguno de ustedes me pregunta ¿dónde vas? Pero debido a que os he dicho estas cosas a ustedes, la tristeza ha llenado su corazón.”
Dejaron de hacer preguntas y simplemente estaban llenos de tristeza porque se iba. La trama ya se está cumpliendo en este momento. Sólo hay once discípulos que quedan ahí en el aposento alto ya ahora en esa comida, en esa cena de la Pascua de la noche del jueves. Judas ya salió para encargarse del arresto de Jesús a la mitad de la noche en el huerto, en donde él sabría que estaría. Y después, ya para la mañana, antes del amanecer, hay un juicio falso. Y después, ya para el viernes, Él es colocado en la cruz. Estos son momentos oscuros, profundamente oscuros para los discípulos y realmente, no pueden superarlo.
En el versículo 16 del capítulo 16, Él: “dice un poco de tiempo y no me veréis más, un poco de tiempo y me veréis. Y algunos de Sus discípulos se dijeron uno al otro: ¿qué es esto que nos está diciendo ‘un poco de tiempo y no me veréis; un poco de tiempo, y me veréis y porque Yo voy al Padre? ¿De qué está hablando? ¿Qué está pasando?
Este es el colapso literal de toda la expectativa mesiánica. Él se va. Él se va sin que el Reino sea establecido. Él los está dejando. Y sabemos cómo el mundo se siente acerca de Él. Y se van a sentir igual acerca de nosotros. Ahora, estamos aquí sin nada, por así decirlo. ¿Qué nos va a pasar porque nos hemos identificado con Él? ¿Quién nos va a proteger? ¿Quién nos va a enseñar? ¿Quién nos va a explicar las cosas a nosotros? ¿Quién nos va a proveer? ¿Quién nos va a asegurar? ¿Quién nos va a mostrar el futuro, nos va a dar una esperanza? ¿Quién nos va a proteger?
Este es un tiempo serio en sus vidas cuando todos sus sueños literalmente se han desmoronado frente a ellos. Y entonces, nuestro Señor los consuela con las promesas que están en esta sección entera. Promesa, tras promesa, tras promesa. Pero la promesa primordial viene aquí frente a nosotros y después, es explicada aún más conforme entramos a los capítulos 15 y 16. Pero la promesa primordial es esta: “les estoy garantizando que van a tener la presencia completa del Dios trino en todo momento de cada día, para siempre. Esa es la garantía.” Todo lo demás que Él promete sale de esa promesa.
Ahora, dice usted, ¿es esta promesa sólo para los discípulos? No, es para los once. Pero también es para toda persona que jamás creerá en Cristo. Esta es una promesa que se estira más allá de ellos y vemos eso en la oración en Juan 17.
Después de que Él ha dado todas las promesas en el 13 al 16, Él hace esta oración y Él dice: “Padre, cumple todas estas promesas, cumple todas estas promesas.” Pero no sólo para estos hombres. Ahí en el versículo 20: “no pido sólo por estos, sino también por aquellos que creerán en Mí mediante la palabra de ellos. Ellos van a escribir las Escrituras y para toda persona que jamás lee y cree en las Escrituras, estoy orando porque lo mismo sea cumplido.”
Esta es una promesa que se extiende a nosotros. Y entonces, a todo creyente se le da la promesa del Dios trino estando presente siempre. Usted no tiene que hacer nada. Nada tiene que ser inducido. Usted nunca es separado de Dios -el Padre, Hijo, Espíritu Santo. Nunca. Si usted posee vida eterna, esa vida eterna es Dios. Dios en Su plenitud -Padre, Hijo y Espíritu Santo.
El mundo realmente no nos ve por quienes en realidad somos. Ellos piensan que simplemente somos gente como el resto de la gente. No lo somos. Somos seres de otro mundo en un sentido muy real. Pero debido a que esa naturaleza es espiritual y no física, es invisible para ellos. Pero lo entendemos.
¿Recuerda usted lo que dijo el apóstol Pablo? Gran afirmación en 2 de Corintios 5, él dijo esto: “no conocemos a ningún hombre según la carne. No conocemos a ningún hombre según la carne. ¿Qué significa eso? Significa que no evaluamos a la gente a nivel físico. Cuando yo conozco a una persona que no es creyente, lo que me preocupa acerca de este incrédulo no es nada físico. Me preocupa acerca de ese incrédulo es que ese incrédulo es un hijo de Satanás. Es hijo del diablo. Su padre es el diablo. Él es parte del Reino de las tinieblas. Necesita desesperadamente el perdón y la liberación, ¿verdad? No vemos a la gente simplemente a nivel humano. No vemos a la gente en base a su estatus social. No vemos a la gente en base a su educación. No vemos a la gente en base a su guardarropa o a su sentido de moda. No vemos a la gente en base a sus relaciones familiares, en base a su historia. Realmente, no vemos a la gente simplemente por la profesión que tiene en la vida. Vemos más allá de eso.
Vemos a los santos de la misma manera. No nos vemos unos a otros simplemente físicamente. No nos vemos unos a otros de esa manera. No conocemos a ningún hombre según la carne; eso es lo que él quiere decir. Vemos espiritualmente con ojos espirituales porque entendemos la condición verdadera de aquellos que pertenecen a Cristo y aquellos que pertenecen a Satanás.
El mundo no conoce eso; y aún no hemos sido manifestados. Habrá un día cuando la gloria plena será revelada. Romanos 8, Pablo dice: “es la manifestación gloriosa de los hijos de Dios.” Primera de Juan: “amados, ahora son los hijos de Dios. Pero todavía no se ha manifestado lo que serán. Y no aparecerá hasta que vean a Cristo y sean como Él.”
Entonces, estamos velados de una manera como Cristo estuvo velado. En Su encarnación, Su gloria estuvo velada. Hubo un vistazo dado en la transfiguración. Entonces, aquí vivimos en este mundo, y literalmente somos el templo mismo de la Trinidad, pero está velado en nuestra carne humana. Pero necesitamos entender la realidad de esa presencia y eso es lo que Juan ha registrado para nosotros de los labios de nuestro Señor preciado.
Ahora, de regreso en el capítulo 14. Y estoy viendo en cierta manera el cimiento de todo esto. ¿A quién son dadas estas promesas? Bueno, es bastante claro. Sólo son dadas a los creyentes. Son dadas a los discípulos y a todos los que vendrán después de Él creyendo en Su Palabra, la cual será Su Escritura de las Escrituras, el Evangelio, a todos los presentes en el Evangelio. Pero eso tiene que ser definido aún más porque hay muchas personas que creen en Jesús. Hay muchas personas que creen en la cruz y en la resurrección, quizás. Y hay personas que tienen un apego emocional a esas cosas.
Entonces, ¿cómo sabemos quiénes son los destinatarios verdaderos de estas promesas? Bueno, está en el versículo 15: “si me amáis, guardad Mis mandamientos.” Los verdaderos amantes de Cristo son conocidos por su obediencia. Entonces, dijimos esto. ¿Qué es un verdadero creyente? No alguien que cree los hechos del Evangelio. No alguien que cree los hechos acerca de Jesús, sino alguien que ama al Señor y cuyo amor se manifiesta en una vida de obediencia, amor y obediencia, amor y obediencia -amor por el Señor, obediencia al Señor.
Y simplemente, para que no nos confundamos en esto, ahí en el versículo 21 Él lo vuelve a decir: “el que tiene Mis mandamientos y los obedece es el que me ama.” Y después, en el versículo 23 lo vuelve a decir: “si alguien me ama, él guardará Mi palabra.” Así es como usted distingue a un cristiano verdadero.
Y nosotros tenemos un ejemplo de ese tipo de amor y obediencia en el capítulo 15, versículo 10. Y es ningún otro que Cristo: “Yo,” dice Él, “he guardado los mandamientos de Mi Padre y permanezco en Su amor.” Yo amo al Padre y es manifiesto en mi obediencia al Padre. Ese es el modelo de lo que un cristiano es. Alguien que ama a Dios y obedece Su palabra.
A todos aquellos que aman al Señor y obedecen, las promesas son hechas. No es suficiente conocer los hechos, inclusive creer los hechos. “Si alguno no ama al Señor Jesucristo,” 1 Corintios 16:22, “sea anatema.” Y el punto es la obediencia. “El que oye Mi palabra y la hace es Mi discípulo verdadero,” Juan 8:31 y 32. A los cristianos verdaderos se les dan estas promesas inmensas y en el corazón de estas promesas, la Trinidad es prometida a todo creyente.
Ahora, permítame ver esto desde otro ángulo. ¿Qué estamos esperando en el cielo? Y le dije esto, pero quiero expandir un poco. Cuando vamos al cielo, ¿qué es lo que recibimos? ¿Qué es lo que recibimos? Pase a Apocalipsis 2 y 3. Le dije la semana pasada que todo tiene que ver con Dios. Todo está centrado en Dios. Tiene que ver con reunirse con Dios, tener comunión con Dios, conocer a Dios, amar a Dios perfectamente, obedecer a Dios perfectamente. Ningún pecado interrumpirá esa obediencia. Ningún pecado interrumpirá ese amor o lo disminuirá. Pero el cielo es Dios; es Dios. Es Dios, el Dios trino.
En el libro de Apocalipsis, usted tiene siete cartas a Iglesias en los capítulos 2 y 3. Estas son escritas por el Señor mismo. Él es el autor de estas. El Señor mismo. Y Él promete el cielo. En el capítulo 2, versículo 7, el cielo es llamado el paraíso de Dios. El paraíso de Dios. El paraíso de Dios, el lugar donde Dios mora.
Ahora, como creyentes, nos dirigimos al paraíso de Dios. Nos dirigimos al cielo. A lo largo de estas cartas, los creyentes son identificados por una frase: “el que venciere. El que venciere.” Y Juan en sus epístolas habla de la realidad vencedora de la fe. Fe en el Señor Jesucristo. Por fe, vencemos. El vencedor es el que ha confiado en Cristo.
Entonces, somos los vencedores. ¿Qué recibimos cuando llegamos al cielo? ¿Qué hay ahí para nosotros? Observe el capítulo 2, versículo 17: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere,” esto es aún creyente, a él “daré a comer del maná escondido.” ¿Qué es el maná escondido? Ese es Cristo mismo. Él es el pan verdadero. Él inclusive dijo eso en Juan 6, ¿no es cierto? Había maná y el pueblo de Israel fue alimentado en el desierto, “pero Yo soy el pan verdadero. El que come de este pan, nunca tendrá hambre.” Juan, capítulo 6.
Entonces, ¿qué es lo que recibe usted cuando va al cielo? “Te daré de a Cristo. Te daré a Cristo.” Eso es el cielo. Te daré a Cristo; y también daré con Cristo, al creyente… “le daré una piedrecita blanca,” alguna indicación de identidad y recompensa, “y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”
En otras palabras, piense en el cielo de esta manera -Y quizás esta es una nueva manera de pensar en él. No vamos a estar todos volando en el cielo, aterrizando en el cielo y vamos a ser un coro enorme de gente que no tiene identificación o gente que no se distingue entre sí. Vamos a tener comunión individual con la Trinidad, a tal grado que las promesas, “te daré a Cristo y Él te dará un nombre que nadie más tiene, un nombre que nadie más tiene para identificarte personalmente en una comunión y en una relación con Él.”
El cielo no es una experiencia de grupo, es una comunión personal con el Cristo perfecto, en amor perfecto, obediencia perfecta y adoración perfecta. Y nadie tendrá el nombre que usted tenga en su piedrecilla más que usted. Usted recibirá a Cristo en comunión íntima y personal.
Y al final del capítulo 2, versículo 26, Él habla de lo que va a pasarle al vencedor. Simplemente, pase al versículo 28 y vamos a comenzar ahí, porque se relaciona con el cielo. “Al que venciere, le daré la estrella de la mañana.” Usted dice: “¡Guau! ¿Qué quiere decir eso? ¿Recibo mi propia estrella? ¿Puedo ir a sentarme ahí, a la orilla de mi propia estrella y tocar mi arpa? ¿Recibo la estrella de la mañana?” ¿Qué es eso?
Capítulo 22, versículo 16, Jesús: “Jesús, Yo, Jesús soy la estrella brillante de la mañana.” Oh, te doy a Jesús. De nuevo. Te doy el maná escondido, eso es Él. Te doy la estrella brillante de la mañana, la estrella brillante, eso es Él. ¿Qué le sucede al cristiano en el cielo? Él recibe a Jesús. Él recibe a Jesús, personalmente.
Capítulo 3, versículo 12: “Al que venciere,” de nuevo, “Yo lo haré columna en el templo de Mi Dios.” Usted va a estar en el templo divino en la casa del Padre. Usted va a ser como una columna, una parte inamovible del edificio mismo que contiene a Dios. Y usted no saldrá jamás de ahí. Usted va a estar con Dios en el lugar donde Él mora, nunca estará fuera de comunión con Dios. Ahora, estamos hablando del Padre. “Y escribiré sobre él el nombre de Mi Dios.”
Este es Jesús hablando. Entonces, vamos a tener un nombre que Cristo nos da. Vamos a tener un nombre mediante el cual somos conocidos por Dios y después, vamos a ser identificados con nuestra ciudad, “y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.” Del que hablé antes. Usted tendrá un nuevo nombre que Cristo le da, que es entre usted y Él. Usted va a tener un nombre que Dios Padre le da que es entre usted y Él. Usted no va a estar perdido en una masa de perfección justa y de alabanza que está adorando. ¿Qué es lo que usted va a recibir en el cielo? Usted va a recibir a Dios.
Vaya al versículo 21, se vuelve aún más sorprendente: “Al que venciere,” usted ya se ha convertido en una columna del templo de Dios. “Pero al que venciere,” a un creyente verdadero, “Le daré que se siente conmigo en Mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con Mi Padre en Su trono.” ¡Guau!
Ese es un trono muy grande. Ese es un trono metafórico. Pero lo que significa es que en donde Dios está, en donde Cristo está, ahí estará usted, en comunión constante, íntima, personalizada con el Padre y el Hijo.
Y claro, también podemos añadir al Espíritu. Eso es el cielo. Esto es el cielo. ¿Qué es lo que usted recibe cuando va al cielo? Dios. ¿Qué es lo que los discípulos querían? Ellos querían a Jesús. Lo más horrible que podían pensar era que Él los dejara. Pero Él dice en el capítulo 16, versículo 7: “es mejor para vosotros que me vaya porque es mejor que Yo me vaya para que el Espíritu Santo pueda venir y eso es para siempre.” Muy bien.
Entonces, esa introducción toma tanto tiempo. Lo siento por eso. Pero yo creo que usted entiende el panorama del pasaje. La semana pasada vimos la presencia del Espíritu Santo en los versículos 16 y 17. No voy a repasar esto. Vimos la presencia del Espíritu Santo. “Pediré al Padre, Él os dará otro consolador,” paraklētos, o alguien, otro que les ayude. “Él estará con vosotros para siempre.”
Y la parte realmente importante de eso está al final del versículo 17, Jesús dice: “Él esta con vosotros y estará en vosotros. Él ha estado con ustedes en Mí. Es mejor estar en ustedes que con ustedes en mí.” ¿Verdad? Ha sido maravilloso. Han tenido al Espíritu Santo con ustedes porque Él ha estado operando a través de Mí. Y ahora cuando Yo me vaya, Él va a pasar de estar con ustedes en Mí a estar en ustedes. El Espíritu divino de Dios, el Espíritu de Cristo.
Él también dice en el versículo 17 que el mundo no puede recibir esto. El mundo no lo puede entender, no lo ven. No conocen al Espíritu Santo, no lo ven. Están espiritualmente muertos y ciegos. Creo que es muy importante que Él dijera esto porque Él acababa de decir en el versículo 12 que “van a hacer obras mayores que las que me han visto hacer y todo lo que pidiereis en Mi nombre, eso lo haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis citando Mi nombre o en Mi nombre, lo haré.” ¡Guau! Van a hacer cosas mayores de las que Jesús hizo. Y cualquier cosa que pidiéremos en Su nombre, lo va a hacer. Debieron haber pensado que estaban a otro nivel pensando que el mundo simplemente se iba a caer a sus pies. Entonces, Él les tiene que decir a ellos: “Oh, por cierto, el Espíritu va a venir sobre vosotros, pero el mundo no va a responder de manera positiva.”
De hecho, en el capítulo 15, versículo 18, Él dice: “si el mundo os aborrece, sabéis que el mundo me ha aborrecido antes de que os aborrecieran a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo. Pero debido a que no sois del mundo, sino que os escogí del mundo, debido a esto, el mundo los aborrece.” Entonces, harán obras mayores, responderé a toda oración en Mi nombre. Saldrán con poder, Hechos 1:8, cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes. Pero no esperéis nada más que persecución.
Juan 16:33, “en este mundo tendréis tribulación, tribulación”. Vino la persecución, vino fuerte, vino rápido. Vino a principios, a principios en el libro de Hechos. Los líderes judíos persiguieron a los apóstoles y después, comenzaron a perseguir a la Iglesia y apedrearon a Esteban hasta la muerte. Y bajo Saulo, la persecución, el baño de sangre fue iniciado. Esparció a la Iglesia.
De vez en cuando, algunas personas en los medios masivos de comunicación en las noticias me llaman y quieren que haga algún comentario acerca de la persecución de los cristianos en la actualidad. Y me encanta cuando preguntan eso y mi respuesta es: “¿qué más podemos esperar? Mataron a Jesús, lo odiaron. Él dijo que nos odiarían a nosotros. Odian la verdad, odian la Biblia. Odian la Palabra de Dios. Odian el Evangelio.” Esa es la antipatía natural en el corazón del pecador que sólo puede ser quebrantada por el poder de Dios. No es sorprendente en absoluto. “Pero tendrán al Espíritu Santo y a pesar del odio del mundo, cosas más grandes sucederán, no más grandes en tipo, sino más grande en extensión.” Y ya ha pasado. El Evangelio ha cubierto al globo, no es cierto, a lo largo de la historia.
Ahora, eso nos lleva al segundo de los tres miembros de la Trinidad, la presencia del Espíritu Santo, versículos 16 y 17. La presencia del Hijo, versículo 18 en adelante. “No os dejaré huérfanos. Vendré a vosotros.” ¡Guau!, Él acaba de decir que Él enviaría al Espíritu Santo. Ahora, Él dice: “vendré a vosotros”. Ese es el Hijo de Dios hablando. “Todavía un poco y el mundo no me verá más, pero vosotros me veréis; porque Yo vivo, vosotros también viviréis.”
¿De qué está hablando? ¿Está hablando de Su resurrección? Claro. Él está hablando de Su resurrección, esto es parte de eso. Pero esa no es la idea primordial. Él va a atravesar la tumba y va a salir del otro lado y vivir para siempre. Y debido a que yo tengo vida eterna, ustedes también, ustedes tienen vida eterna -eso es lo que les está diciendo. “En aquel día, en aquel día, cuando todo sea dicho y hecho, creo que, en aquel día, a partir de Pentecostés y en adelante, cuando vino el Espíritu, sabrán que Yo estoy en el Padre y ustedes en Mí y Yo en ustedes. El que tiene Mis mandamientos y los guarda, es el que me ama. Y el que me ama, será amado por Mi Padre y Yo lo amaré y me manifestaré a él.”
Ahí, Él simplemente está diciendo “voy a regresar. Estoy enviando al Espíritu, pero también Yo voy a regresar a ustedes.” De hecho, ¿qué es lo que Él dijo en Mateo 28:20 en la gran Comisión? “Nunca,” ¿qué?, “os dejaré o desampararé. No los voy a dejar como huérfanos. Regresaré. Sí, después de tres días en la resurrección.”
Pero eso no es lo que Él está diciendo. “Regresaré como el Dios eternamente vivo en quien ustedes vivirán.” Es como Gálatas 2:20. Gálatas 2:20 no podría decirlo de manera más profunda. Usted se acuerda de estas palabras: “con Cristo estoy juntamente crucificado. Mas ya no vivo yo, mas Cristo,” ¿qué?, Vive en mí.”
De eso Él está hablando: estaré de regreso para vivir en ustedes para siempre. Para vivir en ustedes para siempre. Y en aquel día, cuando el Espíritu venga y Yo venga, cuando el Espíritu venga y Yo venga, ustedes entenderán la verdad y entenderán la Trinidad. Ustedes entenderán que Yo estoy en Mi Padre y Mi Padre está en Mí. Ustedes están en Mí y Yo en ustedes.” Una realidad asombrosa. Y les está recordando de nuevo en el versículo 21 que esto es sólo para aquellos que aman y obedecen: “para aquellos que aman y obedecen, son amados por Mi Padre y amados por Mí. Y Yo me manifestaré a esa persona.” Realmente, simplemente, va más allá de la comprensión.
Algunas personas creen que ser un cristiano significa que usted cree en cierto conjunto de hechos o cierta parte de la historia. Algunas personas creen que ser un cristiano significa que usted se ha unido a una asociación, a un grupo de personas porque le gusta a usted su posición moral. No. Convertirse en cristiano es estar en unión viviente con el Dios trino en Su esencia. Eso es lo que es. Es vida eterna.
¿Qué significa tener vida eterna? Significa tener la vida eterna en usted, la vida eterna en usted; y la vida eterna no es ningún otro que Dios mismo, lo cual entonces nos lleva al tercer miembro de la Trinidad. Y vamos a pasar al versículo 24: “Jesús dijo: “el que me ama, Mi palabra guardará.””
Ahí está de nuevo. De nuevo, la aclaración: esto es únicamente una promesa a aquellos que aman al Señor y lo demuestran por patrones de obediencia: “el que me ama, Mi palabra guardará y Mi Padre le amará.” Y observe esto: “y vendremos,” esto es Mi Padre y Yo, “vendremos a él.” ¿Cómo que vendremos? ¿Quiénes? “Yo y Mi Padre vendremos a él y haremos morada con él.”
Ahora, este es el tercer miembro de la Trinidad, el Padre, la presencia del Padre. Es correcto decir que usted es el templo del Dios vivo -Padre, Hijo y Espíritu Santo. Usted necesita reconocer eso. Y usted necesita reconocer a cada persona de la Trinidad.
Algunas veces, oramos: “Padre nuestro que estás en el cielo,” porque esa es la manera en la que el Señor nos enseñó a orar. Pero del otro lado de la cruz podríamos decir fácilmente: “bendito Padre que moras en mí. Bendito Espíritu.” Usted puede comunicarse con cada miembro de la Trinidad -hablarle al Hijo, hablarle al Padre, hablarle al Espíritu. Comunicarse con el Dios trino.
Pero Judas dice: “¿por qué vas a manifestarte a nosotros y no al mundo?” ¿Por qué es que él hace esa pregunta? Porque ellos todavía asimilaban la idea de que Él iba a ser el Salvador del mundo y traer el Reino. Porque todavía están tropezando con la idea de que Él supuestamente va a ser el Salvador del mundo y traer el Reino. ¿Por qué es esto tan estrecho? ¿Por qué, después de tres años, sólo somos nosotros escondiéndonos en un aposento alto? Porque nos preocupa que nos van a arrestar y nos van a llevar. Ya salió un traidor de nuestras filas.
¿Qué está pasando? ¿Dónde está el Reino? ¿Dónde está el poder? No estás derrocando a Roma. Nada bueno está pasando. La élite religiosa judía se ha vuelto en contra de Ti. ¿Qué está pasando? ¿No debes ser Tú el Salvador del mundo? A lo cual nuestro Señor responde y dice: “si alguno me ama, lo vuelve a decir, guardará Mi palabra.” Esa es la persona que Mi Padre amará y vendremos a él y haremos nuestra morada con él.” La Trinidad vive en todo creyente.
Por un lado, versículo 24, “el que no me ama no guarda Mis palabras.” En otras palabras, si usted no obedece la Palabra de Dios, no ama a Dios sin importar lo que usted diga. “Y la Palabra que oís no es mía sino del Padre que me envió.” De nuevo, la condición para ser un verdadero creyente que Jesús establece aquí, Él la recibió del Padre. Todos están de acuerdo.
Esta es una manera de ver su propia identidad como cristiano y no creo que la mayoría de los cristianos jamás piensen en esto. Jamás. No es sorprendente que Jesús dice en Lucas 6: “¿por qué me llamáis Señor y no hacéis lo que Yo digo?” ¿Qué es eso? Si me llamas Señor y me amas y me obedeces, entonces, das evidencia de ser el templo del Dios trino eterno -Padre, Hijo, Espíritu Santo.”
Esto es lo que somos. Y de nuevo, no se ha manifestado. La gente nos ve únicamente como seres humanos. No lo somos. Tenemos vida sobrenatural; y debido a que usted es el templo del Dios trino.
Regrese conmigo adonde estuvimos antes en el servicio, Colosenses 3. Debido a que esto es verdad -y esta es la razón por la que leí esto hace un momento en el servicio. Debido a que esto es verdad, debido a que el versículo 3 es verdad, debido a que habéis muerto y su vida antigua escondida con Cristo en Dios, debido a que Cristo es nuestra vida, debido a que usted literalmente está en unión constante con la eternidad, debido a que el que está unido en el Señor es un espíritu –usted es uno en Cristo- debido a que eso es verdad, versículo 5, ¿acaso no tiene sentido rechazar la inmoralidad, impureza, pasión, malos deseos y la avaricia que es idolatría?
Si usted no tiene que ir a algún lugar a adorar a Dios, usted es el templo. ¿Va usted a meter la idolatría a nivel personal? Pablo lo dice en Primera de Corintios 6, “el que está unido con el Señor un Espíritu es con Él.” Y después, él dice esto: “si se unen a sí mismos a una ramera, han unido a Cristo a una prostituta.”
¿Va usted a hacer eso? Además, usted no debe ser caracterizado por el enojo, ira, malicia, calumnia, palabras pecaminosas. Usted debe hacer a un lado, versículo 9, toda la mentira, con todas sus prácticas antiguas, prácticas malignas. Usted debe caracterizarse por la renovación. Usted debe vivir como alguien que -versículo 10- está en la imagen del que lo creó. Usted debe vivir como el que fue recreado por el Creador, escogido por Dios, santo y amado, versículo 12, usted debe caracterizarse por compasión, amabilidad, humildad, gentileza, paciencia, perdón. Y claro, el amor, el cual es el vínculo perfecto de unidad.
En serio, realmente es quiénes somos lo que determina como actuamos, ¿no es cierto? Quién usted es; usted es el templo del Dios vivo -Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¿Adorna usted esa realidad? ¿Deja usted que su luz brille delante de los hombres de tal manera que ellos pueden glorificar a su Padre que está en el cielo? ¿Trae usted honra a Cristo, honra al Espíritu, honra al Padre? La Trinidad está en unión completa, íntima, dándonos vida con todo cristiano verdadero. Esa realidad poderosa debe ser una realidad purificadora. Oremos juntos.
Todo esto es tan asombroso porque no somos más que polvo. Somos lo más pequeño de todas las cosas porque somos criaturas caídas con propensiones tan fuertes hacia el pecado y la iniquidad y la trasgresión. Somos tan absolutamente indignos. No tenemos nada con qué recomendarnos a Ti. No podemos ganarnos nuestra salvación. No hay ninguno de nosotros que sea justo, ni aun uno. Todos somos malos; todos nos hemos desviado a una.
Pero Señor, sería una cosa que Tú simplemente nos rescataras. Pero has hecho mucho más que eso. No sólo nos has rescatado del pecado y la muerte y el infierno, sino que has establecido Tu morada en nosotros. Y Tú nos conoces personalmente por nombre. Tú sabes esto, oh Dios. Que la única razón por la que Te amamos es porque Tú nos amaste primero. Tu escogiste amarnos a los elegidos y Tú nos recreaste para amarte en obediencia correspondiendo a Tu amor. Queremos ser el tipo de personas que traigan honra a Tu presencia en nuestras vidas.
Verdaderamente, Tú nunca nos dejas. Nunca, jamás nos desamparas. Esto es lo que Jesús dijo en la gran Comisión. Pero esto es lo que Tú dijiste, nuestro Padre, Dios, mucho tiempo antes de en Deuteronomio: “nunca te dejaré ni te desampararé.” Y Jesús dijo que el Espíritu Santo sería nuestro para siempre. Esta es la seguridad de nuestra salvación, esta es la esperanza del cielo y esta es la salvación amorosa que nos motiva a una vida de pureza y fidelidad.
Cumple eso. Usa Tu palabra, morando en abundancia en nosotros, para que sea la barrera en contra del pecado que Te deshonra y guíanos en caminos de justicia y más y más conformados a la imagen de Cristo, en cuyo nombre oramos. Amén.
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