Todos entendemos que la Biblia presenta a nuestro Señor Jesucristo en muchas maneras diferentes. Él es presentado como Mesías-Rey. Él es presentado como un profeta. Él es presentado como el gran Sumo Sacerdote. Y cuando las Escrituras hablan de Él como un gran sumo sacerdote, el que intercede por nosotros, dice que Él tiene compasión de nosotros. Que Él siente nuestras debilidades, que Él se identifica con nuestras debilidades. Que Él, habiendo sido tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado, es un Sumo Sacerdote misericordioso y compasivo.
Otro modo de decir eso es decir que Su deseo y Su propósito y Su ministerio consiste en confortarnos. E inclusive cuando Él envió al Espíritu Santo, Él envío al Espíritu Santo quien es el consolador. El consolador. Dios es el Dios de toda consolación. El Espíritu Santo es el Consolador y Cristo es nuestro Sumo Sacerdote compasivo lleno de empatía.
Sabemos esto porque la Biblia dice eso. Entendemos eso teológica y doctrinalmente. Pero, de vez en cuando, en el registro del Evangelio en donde seguimos la vida de Cristo, tenemos la oportunidad de ver una de sus características de una manera más bien fuerte y dramática.
Ese es el caso del texto que tenemos frente a nosotros comenzando en Juan 16, versículo 16. Aquí vemos a nuestro Sumo Sacerdote compasivo, lleno de empatía. El que lleva nuestras preocupaciones, el que siente nuestras cargas y nuestras debilidades. El que busca nuestro consuelo en nuestra paz y nuestro gozo. Y este no es simplemente algún deber para Él. Esto es una pasión en Su corazón divino. El Señor busca el gozo de los Suyos. Y eso es lo que fluye de pretexto más bien sorprendente.
Como usted sabe, la falta de esperanza es la agonía definitiva en el sufrimiento. Todos sufrimos. Todos enfrentamos decepciones, sufrimiento. Tenemos dificultades, cosas que son totalmente diferentes de lo que habíamos esperado, planeado. Vivimos con desafíos que aparentemente son imposibles de superar. Siempre estamos buscando algún tipo de luz al final del túnel. La gente, de hecho, puede tolerar casi cualquier prueba si pueden ver un final que sea bueno. Si no pueden ver un fin que es bueno, la vida se vuelve abrumadora y gris.
El libro de Proverbios lo expresa de esta manera: “la esperanza que tarda hace que el corazón se enferme.” “La esperanza que se tarda enferma el corazón.” La ausencia de esperanza es la agonía definitiva en el sufrimiento. La ausencia de esperanza elimina el gozo. No obstante, nuestro Señor busca nuestro gozo y entonces, siempre nos da esperanza.
Si usted mira atrás, por ejemplo, en el libro de Job, y usted ve a Job sufriendo severamente. Tan severamente como alguien podría imaginárselo. Y en el medio de su sufrimiento, él se lamenta y dice cosas como esta: “mis días son más rápidos si llegan a un final sin esperanza. ¿En dónde está ahora mi esperanza y quién se preocupa por mi esperanza?” Hablando de Dios, Job dice: “Él me derriba por todos lados y estoy acabado; y Él la arrancado mi esperanza como un árbol.”
El salmista en la aflicción severa desafía a su propio corazón con estas palabras en el Salmo 42: “¿por qué estás en tristeza, oh alma mía? ¿Por qué te has turbado dentro de mí? Espera en Dios, porque volveré a alabarlo por la ayuda de Su presencia.” El salmista en medio del sufrimiento severo busca a Dios. Y para encontrar en Él su esperanza.
Todos sabemos que Jeremías es llamado el profeta llorón. Jeremías, el profeta escogido por Dios, gran predicador, siervo fiel de Dios, fue rechazado por los suyos que no oyeron su mensaje, que no tenían nada más que burla hacia él y eventualmente, lo arrojaron en un foso y lo dejaron ahí para que se quedara para morir. Fue Jeremías quien estaba sufriendo los horrores de todo lo que estaba pasando, todo lo que estaba mal en Israel al borde de la cautividad babilónica. Y la gente no lo estaba escuchando. El Señor viene a él en su tristeza y en sus lágrimas y en el capítulo 29 y en el versículo 11, el Señor dice: “porque Yo conozco los planes que tengo para ti… Planes para bien y no para calamidad, para darte un futuro y una esperanza.”
En Lamentaciones, el cual es básicamente el libro del lloro, el lloro de Jeremías, Jeremías dice esto, capítulo 3, versículo 21: “Esto traeré a la mente, por lo tanto, tengo esperanza. Las misericordias de Jehová nunca fallan porque Sus compasiones nunca fallan. Nuevas son cada mañana, grande es Tu fidelidad. Jehová es mi porción, dice mi alma, por lo tanto, tengo esperanza.”
Todos vivimos en tiempos de decepción oscuros, de disolución, en donde no parece que encontramos la luz al final del túnel. O no sabemos si hay manera de salir, en donde todo se ve oscuro y continúa empeorando. Esto es parte de vivir en un mundo caído. Esta sección de las Escrituras que veremos en esta mañana debe ser una fuente de esperanza para nosotros porque aquí encontramos al Señor Jesucristo deseando con todo Su corazón el darles a Sus discípulos una esperanza, inclusive gozo en medio de una prueba horrenda.
Y lo que es tan sorprendente acerca de la preocupación de nuestro Señor aquí, lo que es tan excepcional acerca de esta preocupación es que Él sabe que los once discípulos están turbados. Ellos no pueden ver la luz al final del túnel. Él ha estado hablando ya para este momento durante mucho tiempo acerca de morir. Ellos pueden remontarse hasta más de un año en su ministerio, al punto en el que estuvieron en Galilea en Marcos 9 cuando Jesús dijo que iba a morir e iba a resucitar. Inclusive entonces no entendieron, dice Marcos 9. Y no querían preguntar acerca de eso. No querían más información, ni siquiera querían esa información.
Usted tiene que entender que sus vidas enteras estaban cargadas de cantidades inmensas de expectativas mesiánicas, de lo que el Mesías haría cuando Él viniera. Era parte de su cultura entera, de su vida entera. Y después, fueron escogidos para ser con el que era el Mesías, lo cual simplemente intensificó, incrementó su expectativa de que Él establecería Su Reino. Reinaría en Jerusalén, destruiría a Sus enemigos, traería la salvación a Israel y establecería Su Reino.
Pero Él comenzó a hablar acerca de morir, acerca de la muerte y a detalle les dijo que Él sería arrestado y que sería golpeado y que le escupirían y que inclusive sería levantado, crucificado. Él también les dijo que Él resucitaría. Pero iba en contra de esas expectativas tan fuertes, tan poderosas que ellos no entendieron. Ellos no podían recibirlas y ellos no querían pedir más información, porque no querían más información. Como resultado de esto, entre más se acercaron a la cruz en sí, más profunda se volvió su tristeza.
Ya para cuando llegamos al jueves por la noche, en donde estamos en Juan 16, el jueves por la noche de la semana final de nuestro Señor en Jerusalén. El viernes, Él sería crucificado. Ahora, estamos a un par de horas como mucho de Su arresto en el huerto. E inmediatamente después de eso, el juicio falso en la oscuridad de la mañana. Y después Su crucifixión el viernes. Su tristeza ha llegado a proporciones muy elevadas. Ellos saben lo que está pasando. Esto está adquiriendo forma y nuestro Señor continúa hablando del hecho de que Él va a morir y que esa muerte es inminente. Varias veces en ese aposento alto, el cual toma Juan capítulos 13 al 16, varias veces Él les dice: “dejen de estar turbados. Dejen de estar afligidos.” Él dice un par de veces, está registrado en el capítulo 14, otra vez, Él dice: “quiero que estén en paz.”
Él sabe que Su tristeza profunda está relacionada con los temores y las ansiedades de Su muerte y partida. Y no sólo Él ha dicho que va a morir, sino que Él ha dicho que va a resucitar. Y ellos no necesariamente entienden cómo es eso puede pasar. Y después, Él también añade “los voy a dejar” y todo se ve tan oscuro. Todo está resumido en el capítulo 16, versículo 6, en donde nuestro Señor dice acerca de ellos que debido a que Él ha dicho estas cosas acerca de Su muerte y partida, “tristeza ha llenado vuestro corazón.”
Ahora, la palabra “llenado” es una palabra muy rica. Literalmente, significa la tristeza había empujado hacia afuera a cualquier otra emoción. La tristeza dominaba. Normalmente en la vida, en cierta manera, podemos enfrentar la vida si podemos tener un poco de tristeza mezclada con un poco de gozo. Un poco de tristeza con un poco de esperanza. Pero la tristeza se había apoderado. Los dominaba.
A pesar de la promesa de nuestro Señor, que Él resucitaría; a pesar de la promesa que Él enviaría a Su Espíritu para que tomara Su lugar y que eso sería para beneficio de ellos, porque era mejor tener al Espíritu de Dios en ellos que al Espíritu de Dios con ellos en Él. Ellos oyeron Sus promesas repetidas. Ellos lo oyeron hablando de la muerte. Ellos lo oyeron hablando de la resurrección. Ellos lo oyeron hablando de la venida del Espíritu Santo. Todo eso debía haberles dado esperanza, pero literalmente están inmersos en tristeza personal. Están tan inmersos en su propia tristeza, que cuando nuestro Señor les habla de que “Yo voy al Padre,” lo cual es Su propia gloria, dejando esta tierra maldecida por el pecado, ellos ni siquiera podían responder al decir “realmente, nos da gusto por Ti.” Ellos no podían sobrepasar su propia tristeza.
Entonces, conforme eta noche llega a su cierre en las últimas dos horas, nuestro Señor tiene una carga en Su corazón. Él les ha dicho todo lo que necesitan saber. No lo pueden procesar. No lo pueden asimilar. Entonces, están inmersos en su tristeza. Y aquí vemos una ilustración sorprendente de la compasión y de la empatía de nuestro Señor, quien quiere darles gozo a estos hombres en medio de la tristeza de ellos. Y mantenga esto en mente. Estamos a la mitad de la noche, la medianoche ha pasado. Esto ya es la profundidad de la oscuridad del viernes por la mañana. Ya para el domingo por la noche, el gozo de ellos regresará. Para el domingo por la noche, Él se aparecerá en algún aposento en algún lugar. Él va a atravesar la puerta y ellos van a explotar de gozo.
Entonces, usted podría pensar que nuestro Señor podría esperarse y decir “esperen hasta el domingo por la noche.” Pero tal es la compasión de Cristo por Sus propios hijos amados que inclusive unas cuantas horas de tristeza, Él quiere eliminar.
Es una maravillosa verdad que muestra la naturaleza de Cristo como un sumo sacerdote misericordioso, compasivo. Él pudo haberlos reprendido. Él pudo haberles dicho que aguantaran, que las cosas iban a cambiar. Pero inclusive unas cuantas horas de la tristeza de ellos es una carga que Él lleva. Y entonces, el texto tiene la intención, por el momento, de aliviar su tristeza y darles esperanza y darles gozo.
Comencemos en el versículo 16. “Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; porque Yo voy al Padre. Entonces se dijeron algunos de sus discípulos unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: Todavía un poco y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; y, porque yo voy al Padre? Decían, pues: ¿Qué quiere decir con “todavía un poco”? No entendemos lo que habla. Jesús conoció que querían preguntarle, y les dijo: ¿Preguntáis entre vosotros acerca de esto que dije: Todavía un poco y no me veréis, y de nuevo un poco y me veréis?”
“De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero, aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo. También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo. En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en Mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en Mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.”
El punto de estas palabras sorprendentes es convertir su tristeza en gozo. Un gozo que es completo, pleno, dominante. Estaban llenos de tristeza. Él quería que estuvieran llenos de gozo. Que intercalan enviaran la tristeza dominante por un gozo dominante.
Y Él está preocupado por eso apenas en las próximas horas, porque toda esa tristeza será disipada ya para el domingo por la noche. Una compasión sorprendente por un tiempo breve para aquellos que Él amaba tan profundamente.
Él hace una predicción entonces en el versículo 16 -comenzaremos con eso: “Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis.” Aquí está nuestro Señor compasivo, bendito, aprovechando la oportunidad para dar una esperanza y gozo a estos discípulos tristes. Él es absolutamente abnegado. Filipenses 2, Él es el modelo de abnegación. No mirando por los Suyo propio, sino por lo de los otros.
“Consideren a otros mejores que ustedes mismos. Haya pues en vosotros este mismo sentir que estuvo en Cristo Jesús.” Él es el modelo de abnegación humilde. Él iba a ser glorificado la presencia del Padre. Él iba a resucitar de los muertos y ser exaltado a la diestra de Dios de regreso al lugar del que vino. Él no tenía interés en eso porque lo único que ellos podían ver era la realidad desde el punto de vista desde su perspectiva egoísta. Vemos Su amor abnegado, Su humildad por estos discípulos egoístas. Él les da una esperanza y gozo.
Ahora, ¿qué quiere decir Él al decir “todavía un poco y no me veréis y todavía un poco y me veréis”? Algunas personas dicen que Él está hablando de la resurrección. Él está hablando del hecho de que en unas pocas horas a partir de ahí Él será llevado a un juicio y Él va a salir de su presencia. Ellos, de hecho, huyen. Solo Pedro se queda de cerca para ver las cosas. Y Juan está en la cruz.
Entonces, ¿quiere decir Él que no lo verán hasta la resurrección? Bueno, Juan lo vio, Pedro lo vio; entonces, eso realmente no se aplica a todos ellos. Otros creen que quizás Él no se refiere a la resurrección. Quizás Él se refiere la segunda venida. Ahora, hay todo un argumento que se presenta para el hecho de que nuestro Señor está diciendo “me van a ver cuando regrese en la gloria”. Pero eso realmente no es un poco de tiempo. Cuando Él dice “un poco de tiempo y no me veréis” Él quiere decir un poco de tiempo. Pero si Él dice “un poco de tiempo y me veréis,” entonces ese poco de tiempo tiene que ser muy diferente del primero. Eso lo hace muy extraño. Y, de hecho, no van a estar ellos ahí en la segunda venida.
¿A qué se refiere cuando Él dice “un poco de tiempo y no me veréis y de nuevo poco de tiempo y me veréis”? Y, por cierto, Él había hablado así con mucha frecuencia. Ahí atrás, en el capítulo 7, Él dijo: “estoy con ustedes un poco más de tiempo”. Ahí atrás en el capítulo 2, “estoy con ustedes un poco de tiempo”. Ahí atrás, en el versículo 13: “estoy con ustedes un poco de tiempo”. Fue un tiempo breve Su presencia ahí. Fueron tres años, fueron meses, fueron días. Y ahora, son tan sólo horas.
Pero, ¿de qué está hablando cuando dice “entonces me veréis”? La respuesta viene en el versículo 17. Los discípulos recitan en sus propias mentes, este es un soliloquio o conversación privada. En cierta manera, están cuchicheando el uno al otro “¿qué es esto que nos está diciendo un poco de tiempo y no me veréis y de nuevo un poco de tiempo y me veréis porque voy al Padre,” lo cual significa que Él también dijo eso? Entonces, ahí está la clave. Me veréis porque voy al Padre, no porque resucitó de los muertos, no porque regreso del cielo; sino que me veréis porque voy al Padre. Pero cuando vayas al Padre vas a ser invisible. Cuando vayas al Padre es Tu ascensión. Eso son 40 días después de la resurrección, cuando el Señor, según dice Hechos 1, subió al cielo. ¿Qué quiere decir cuando dice “te veremos cuando vaya al Padre”? Regrese al capítulo 16, versículo 5 y ahí tiene la respuesta.
Antes, Él había dicho: “ahora voy a Él que me envió. Voy al Padre.” Deténgase en ese punto. Voy. Y después, vaya al versículo 7: “pero os digo la verdad, es para vuestro beneficio que Yo me vaya, porque si Yo no me voy, el que os ayuda -el Espíritu Santo, el Consolador- no vendrá a vosotros, pero si me voy, lo enviaré a ustedes.” ¿Está entendiendo eso? Si me voy, enviaré al Espíritu Santo a ustedes.
Entonces, lo que Él quiere decir aquí es “un poco de tiempo y no me verán ya porque ascenderé a Mi Padre. Y un poco después, me verán, porque vendré en la forma del Espíritu Santo.” Esa es la única interpretación posible debido a Sus palabras al final del versículo 17 “porque voy al Padre.”
De regreso en el capítulo 14, versículo 17, la misma afirmación. “El Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir porque no lo ve o no lo conoce, pero vosotros lo conocéis porque Él permanece en vosotros y estará en vosotros.”
Después, esto en el versículo 18 “no os dejaré como huérfanos. Yo vendré a vosotros. Después de un poco de tiempo, el mundo ya no me verá, pero ustedes me verán porque Yo vivo, vosotros también viviréis.” ¿Qué quiere decir cuando Él dice “vendré a vosotros”? Él dice vendré a vosotros en la forma del Espíritu, el Espíritu de verdad. No los dejaré como huérfanos. Es lo mismo. Él dice: “regresaré.” Regresaré y estaré con ustedes y me quedaré con ustedes en la forma del Espíritu Santo. Esta es una gran afirmación Trinitaria: el Hijo, el Padre y el Espíritu. Tres en uno.
Este es el punto central de nuestro Señor en esa sección. Observe de nuevo el capítulo 16 versículo 13. Cuando el Espíritu de verdad venga, ¿qué es lo que Él va a hacer? Versículo 14: “Él me glorificará. Tomará todo lo que es Mío y os lo revelará, todas las cosas que el Padre tiene son Mías. Por lo tanto, dije que Él toma lo Mío y os lo revelará a ustedes.”
Entonces, lo que nuestro Señor quiere decir es un poco de tiempo, considerando inclusive esa noche, no me veréis. Después, me verán. Lo que Él quiere decir con eso es “me verán de una manera en la que no me han visto antes en la venida del Espíritu Santo.” El propósito del Espíritu Santo es hacer que Cristo esté presente y que sea el que reside en la vida de todo creyente. Esta es la razón por la que es llamado el Espíritu de Cristo, dice Romanos 8, “si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él”.
Entonces, Jesús está hablando de la dispensación del Espíritu Santo durante la cual el Espíritu de Cristo despliega las promesas y glorias de Cristo, cumple todas las promesas y dones que Cristo le prometió a los Suyos en sus vidas y en la Iglesia. Nos da, también, como vimos, las Escrituras. Entonces, Él nos muestra a Cristo. No sólo espiritualmente e internamente, sino que nos muestra a Cristo externamente mediante la palabra escrita. El Espíritu dice: “vengo a revelar a Cristo.” Vengo a revelar a Cristo.
Entonces, nuestro Señor está diciendo en el versículo 16, un poco de tiempo y me voy a ir. Viendo más allá de la cruz, más allá de la resurrección, me voy a ir. Pero un poco de tiempo después de eso, un poco de tiempo después de eso, el día de Pentecostés, voy a regresar. Y voy a regresar en la forma del Espíritu. Es para vuestro provecho, capítulo 16, versículo 7, que me vaya. Para que eso pueda suceder, entonces, ésa es la promesa y ése es el compromiso.
Ahora, entendemos eso porque tenemos el texto entero aquí. Lo estamos escuchando aquí con cuidado y atención. Y no estamos cargados de los malos entendidos de los discípulos. Pero ellos no lo entienden. Él está diciendo crucifixión sí. Resurrección sí. Pero más importante que eso, los estoy empujando hacia la venida del Espíritu Santo lo cual sucede cuando regreso al Padre. Si no voy al Padre, el Espíritu no puede venir. Si me voy, Él vendrá. Seré quitado de ustedes, no me verán, pero regresaré en la forma misma del Espíritu Santo, quien vivirá en ustedes.
Predicción increíble, profecía cumplida en el día de Pentecostés, tal como se registra en Hechos, capítulo 2.
Ahora, ellos se quedaron confundidos. Hay perplejidad en sus mentes. Obsérvelo en el versículo 17. Entonces, comienzan a decirse el uno al otro: “¿Qué es esto que nos dice: Todavía un poco y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; y, ¿por qué Yo voy al Padre?” Y todo esto está relacionado con que Él se va al Padre. ¿Qué deben pensar acerca de esto? No lo pueden entender. Entonces, estaban diciendo, no sólo pensando y hablando el uno con el otro, pero están conversando acerca de todo lo que esto significaba. ¿Qué es esto de un poco de tiempo? No sabemos de qué está hablando Él.
Ahora, esta es una especie de conversación escondida ahí en la oscuridad en silencio entre estos hombres. Ellos no quieren preguntarle a Él porque ellos no quieren información que no quieren escuchar, ¿muy bien? No la quieren. Entonces el versículo 19 dice: “Jesús sabía que querían preguntarle.” Esa es una afirmación a interesante, ¿no es cierto? Él sabía lo que ellos querían. Él conocía sus mentes. Él sabe lo que hay en los hombres. Él conoce los pensamientos de usted.
Por primera vez desde el capítulo 14, versículo 22, el silencio de los discípulos que están tristes se rompe y comienzan a hablar. Ellos han estado escuchando por mucho tiempo durante esa noche. No tenemos registro alguno de que dijeran nada, no desde el capítulo 14, versículo 22. Ahora comienzan ahí a hablar en voz baja y a hablar porque no pueden entender que significa este “un poco de tiempo.” Confundidos, perplejos y no queriendo preguntar, lo mismo que pasó ahí atrás en Galilea en Marcos 9, ellos no querían información que no querían oír. Y entonces, ellos están profundamente confundidos y atemorizados.
Y de nuevo, simplemente para recordarle, ya para el domingo por la noche, van a estar llenos de gozo cuando se reúnan con el Cristo resucitado. Y después, tendrán 40 días de instrucción acerca del Reino con Él. Antes de que Él ascienda al cielo y el Espíritu venga, parece como un tiempo tan breve hasta que llegue el domingo por la noche, cuando tendrán gozo.
Pero como dije, inclusive este breve tiempo de tristeza y dolor, nuestro Señor lo ve como una carga que Él no quiere llevar. Y entonces, Él quiere darles razón para tener esperanza y la esperanza, produce gozo. Él es omnisciente, Él conoce la mente de ellos. Él conoce su dolor. Y aunque el gozo de ellos vendrá el domingo por la noche, la tristeza de ellos en ese momento es una carga en Su corazón amoroso.
Sí, Él está preocupado por su conocimiento teológico. Sí, Él está preocupado por su disposición a creer en las cosas que Él dice. Pero Él también está preocupado por la tristeza de ellos. Esa es compasión divina. Usted no va a encontrar ese tipo de compasión divina asociada con ninguna otra deidad en la multiplicidad de religiones del mundo entero a lo largo de toda la historia humana.
Ellos han decidido esencialmente que lo están perdiendo y estaban tratando de aferrarse a algún tipo de esperanza final. Entonces, nuestro Señor les dice en el versículo 19: “¿Preguntáis entre vosotros acerca de esto que dije: Todavía un poco y no me veréis, y de nuevo un poco y me veréis?” Yo sé lo que están pensando. Yo sé lo que están diciendo, aún si no lo puedo oír. ¿Acaso estaban diciendo cómo puedes irte y regresar? ¿Cómo puedes morir y resucitar? Bueno, pasó con Lázaro. Quizás, es como Lázaro. Puedes morir por un poco de tiempo. Y después, había otras personas que Jesús resucitó y que murieron por un tiempo. ¿De qué está hablando aquí?
Entonces, Él pasa a consolarlos. Entonces, usted va de una predicción de Su partida y, sin embargo, lo volverán a ver, refiriéndose a la venida del Espíritu Santo, a la perplejidad de estos hombres tratando de comprender esto en contraste a sus propias expectativas.
Y después, nuestro Señor ofrece una ilustración o una parábola para ayudarles en el versículo 20. “De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero, aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo.” Esto es muy importante. Es muy importante que Él diga esto porque es absolutamente verdad. Si Él tan sólo dijera: “caballeros, van a regocijarse, hombres, va a haber un término glorioso para todo esto. Todo va a salir muy bien, de manera maravillosa.” Y nunca dijera nada acerca de su tristeza y dolor, podrían haber supuesto, o asumido, ellos que Él estaba mal. Que Él no entendía la realidad. Que Él quizás no era tan omnisciente como ellos pensaban que era.
Entonces, Él les dice que van a llorar y se van a lamentar mientras que el mundo se regocija porque eso es exactamente lo que va a pasar. Eso es exactamente lo que se va a llevar a cabo en cuestión de unas cuantas horas. Cuando Él es arrestado, ellos corren, ellos huyen. Y huyen al nivel más elevado de sus tristezas y temores. Ellos lloran, ellos se lamentan. Inclusive María, Juan 20:11, inclusive en la tumba está llorando con las mismas lágrimas que los discípulos de nuestro Señor habían estado derramando. La tristeza es palpable en Lucas 24, en el camino a Emaús, cuando nuestro Señor se encuentra con un par de discípulos que literalmente están despedazados en tristeza y dolor, porque pensaron que Jesús era el Mesías antes de que Él fuera crucificado.
Entonces, nuestro Señor, fortaleciéndolos para los momentos de su tristeza, para que no fueran una sorpresa que los hiciera pensar que Él realmente no sabe lo que está pasando dice: “de cierto, de cierto os digo.” Veinticinco veces usted lo tiene en el Evangelio de Juan en griego, “amén, amén,” traducido “de cierto, de cierto,” “verdaderamente” o “así es, así es” o “con toda certeza, con toda certeza” sería otra manera coloquial de traducirlo. Y Juan usa “de cierto, de cierto,” tantas veces porque Juan está enseñando la verdad en contraste de lo que se les había enseñado. Y entonces, Él enfatiza esto es verdad, esto es verdad en contraste a los errores del judaísmo apóstata. Esto es solemne. Esto es serio. Les estoy diciendo “van a llorar, les va a doler. Van a estar en tristeza, el mundo va a regocijarse. El mundo va a tener una fiesta cuando esté en la cruz.” Ellos van a estar en tristeza.
El cuerpo de Jesús va a yacer muerto, un cadáver ensangrentado. El mundo habrá cumplido su voluntad homicida en contra de Él y se regocija en un gozo impío. Y los discípulos están llorando y están despedazados con el corazón quebrantado. Y nuestro Señor sabe que va a pasar. Pero, Él dice, vuestra tristeza -al final del versículo 20- se convertirá en gozo. En gozo. El gozo es la meta, el gozo es el objetivo.
De hecho, estoy convencido de que así es como todo cristiano debe vivir cada día de su vida. El gozo debe caracterizar nuestras vidas. Es una afirmación maravillosa. Aquello que los había llevado a la profundidad de la tristeza haría que se regocijaran. No es que un acontecimiento le da a usted tristeza y otro acontecimiento a usted le da gozo. Sino que es ese acontecimiento mismo que trajo la tristeza, será el acontecimiento mismo que trae el gozo. Y eso será el caso, mirando hacia adelante, en toda la historia redentora -el acontecimiento, la cruz, que trajo la tristeza. En retrospectiva, después de la resurrección, ellos mirarán hacia atrás y es la fuente de gozo.
Como usted sabe, no tenemos himnos en nuestro himnario de tristeza ciega, sin esperanza, de muerte. Pero tenemos himnos interminables de gozo que se remontan a la cruz. Aquello que fue la causa de la tristeza más grande para los discípulos, se convirtió en la fuente del gozo más elevado. A la luz de la muerte de Cristo, la resurrección de Cristo, la exaltación de Cristo a la diestra del Padre en la ascensión - el descenso del Espíritu Santo - la cruz se convierte en el punto focal del gozo cristiano. El gozo que comenzó en la resurrección, claro. Cuando Jesús fue resucitado de los muertos, ellos fueron abrumados de gozo, obviamente. Ellos estaban regocijándose. Pero cuando el Espíritu de Dios vino, este gozo se convirtió en un gozo permanente, porque el fruto del Espíritu es amor, gozo. Gozo. Es un tipo de gozo que es inexpugnable.
Primera de Tesalonicenses 1:6 dice: “recibieron la palabra en mucha aflicción con el gozo del Espíritu Santo.” Ustedes recibieron la palabra en mucha tribulación con el gozo del Espíritu Santo. El Espíritu Santo viene para traernos gozo. El fruto del Espíritu, de nuevo, es gozo. “El Reino de Dios es gozo en el Espíritu Santo,” Romanos 14 -un versículo maravilloso.
Entonces, nuestro Señor está diciendo: “miren, van a atravesar un tiempo breve de tristeza y dolor; y van a salir del otro lado y su tristeza se convertirá en gozo.” Esa es Su promesa. Ellos están perplejos acerca de cómo todo esto funciona.
Para aclararlo, Él les da una especie de parábola, una ilustración, una analogía en el versículo 21. “La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora;” eso, claro, fue parte de la maldición. Usted recuerda, ahí atrás en Génesis 3, por el pecado de Eva. Las mujeres fueron maldecidas al tener que sufrir dolor al dar a luz a los hijos para recordar la agonía del pecado. La mujer, cuando da a luz tiene dolor, porque ha llegado su hora. Pero después de que ha llegado su niño, ya no se acuerda de su angustia por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo.
Esa es la mejor ilustración. Nuestro Señor siempre escoge la mejor ilustración. Las mujeres sufren mucho al dar a luz. Ciertamente, sufren de maneras en las que los hombres no sufren, me imagino, eso es seguro. He estado ahí para ver el sufrimiento de primera mano. Y usted se preguntaría por qué esperan de eso y pasan por eso, fuera del hecho de que el resultado de ese sufrimiento es el más grande gozo humano posible. El nacimiento de un niño. Tristeza, dolor, angustia, producen gozo abundante.
El mismo acontecimiento que trae dolor, trae el gozo. Esa es la ilustración. Y entonces, nuestro del Señor está diciendo “el acontecimiento mismo que le trae la tristeza más profunda se convertirá en el acontecimiento que les trae el gozo más grande. Porque a partir de ese acontecimiento, dará a luz su salvación,” versículo 22. “Por tanto, ustedes también tienen tristeza ahora, pero los volveré a ver.” Eso es tan maravilloso.
Ahí atrás, antes, dijo en el versículo 19: “me volverán a ver en el Espíritu Santo.” Pero aquí Él dice “Yo los volveré a ver,” lo cual quiere decir que el Espíritu de Cristo, quien viene a nosotros, tiene una comunión con nosotros. Nosotros recibimos Su presencia. Él recibe nuestra presencia. Es otra realidad en la época del Espíritu, la dispensación del Espíritu en la que estamos. En un sentido, somos indivisibles, inseparables de Cristo. El que se une al Señor es un Espíritu. Somos uno con Cristo. Pablo dice en Gálatas 2:20, “con Cristo estoy juntamente crucificado; más no vivo yo, sino Cristo vive ahora en mí.”
Cristo dice “Yo regresaré y me verán en el Espíritu,” en la obra del Espíritu en su vida, subjetivamente. En la obra de la Espíritu en las Escrituras, objetivamente. Las Escrituras me revelarán y el Espíritu me revelará internamente. Las Escrituras son la revelación externa, objetiva de Cristo que el Espíritu trae. Y el Espíritu en nosotros se convierten el maestro, el intérprete de las Escrituras. La unción de Dios que nos enseña lo que las Escrituras significan. Y ese es el ministerio subjetivo del Espíritu en nosotros. Y ese es Cristo en nosotros. Este es el misterio de la Trinidad.
Y cuando Él viene Él dice “no sólo me verán en la Palabra, no sólo me verán subjetivamente, vivo en ustedes dándoles la capacidad e iluminándolos, sino que Yo los veré.” Como si dijera que ‘Yo estaré a cargo de su vida.’ Viéndolos, por así decirlo, desde adentro, sorprendente.
Y cuando eso sucede, cuando Yo regrese, y establezca Mi residencia, su corazón se regocijará. Esa es la característica clave de la salvación cristiana: gozo. Su corazón se regocijará con un gozo que nadie les quitará.” Nadie puede quitarle su salvación, ¿verdad? Nadie. Usted está seguro en Cristo y el Padre, Juan 10: “nadie puede arrebatarlos de la mano de Mi Padre. Nadie puede quitarles su salvación.” Escuche, por lo tanto, nadie puede quitarle su gozo, porque su gozo está conectado a la esperanza que usted tiene en esa promesa final de vida eterna.
Este gozo es gozo permanente. Esa es la razón por la que el apóstol Pablo dice en Filipenses 4: “regocijaos… De nuevo os digo ¡regocijaos!” Regocijaos todo el tiempo. Esa es la voluntad de Dios: regocijaos, regocijaos, regocijaos.
Bueno, obviamente, yo no me puedo regocijar en todo lo que pasa a mi alrededor. No me puedo regocijar en todo en mi vida, pero puedo regocijarme en mi salvación eterna que nunca será quitada. Puedo regocijarme en la presencia de Cristo, quien nunca me dejará o me desamparará. No hay razón entonces en este viaje pasajero breve en este mundo temporal, por la que deba vivir una vida sin gozo, cuando lo que es más preciado para mí nunca me puede ser quitado. El gozo tiene poco que ver con mis circunstancias. Realmente, no tiene nada que ver con mis circunstancias físicas. Y tiene todo que ver con mis circunstancias espirituales, las cuales son incambiables y eternas.
Nuestro Señor, de nuevo, está preocupado por el gozo de ellos. Y el gozo de ellos lo que está en la mente de Él: “quiero que ustedes se regocijen. Quiero que su tristeza se convierta en gozo.”
Entonces, aquí está nuestro Señor diciéndoles: “ustedes van a tener un tipo de tristeza. Voy a venir en la forma del Espíritu y cuando venga, voy a hacer dos cosas: voy a revelarme a mí mismo a ustedes externamente en la Palabra” - y vimos esto la última sección del 16; “y después, voy a revelarme a mí mismo internamente adentro de ustedes morando ahí. Subjetivamente, voy estar en la vida de ustedes moviéndome en sus vidas. Objetivamente, me revelaré en las páginas de las Escrituras. Ustedes van a la Palabra de Dios y ustedes me verán ahí revelado. Y el Espíritu de Dios, quien está en ustedes, los conformará a Mi imagen conforme ven Mi gloria revelada en las Escrituras.” Lo subjetivo y lo objetivo se unen.
Entonces, a partir de esta predicción y la perplejidad a la promesa de que vendré y vuestra tristeza se convertirá en gozo, ilustrada por la parábola, llegamos a los últimos dos versículos. “En aquel día,” ¿qué día? El día en el que el Espíritu venga. Versículo 22: el día que “os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo.” El día en el que el Espíritu de Dios venga. Para ellos, fue el día de Pentecostés. Para nosotros, claro, como creyente en el momento de nuestra salvación, el Espíritu de Cristo viene a vivir en nosotros. “En aquel día no me preguntaréis nada.” Esa es una afirmación interesante. Aquí viene una promesa final. En aquel día, el día en el que se habla en el versículo 22 cuando el Señor lo volverá a ver conforme viene en el Espíritu, “nada me preguntaréis.”
Permítame decirle lo que eso significa. Hasta este punto y hasta ese día, hasta el día de la venida del Espíritu después de Su ascensión, ellos le habían preguntado todo. Él era su Wikipedia personal, por así decirlo. Él era su recurso para todo. Ellos le preguntaban todo. Ellos le hacían toda pregunta, todo asunto. Venían a Él para toda necesidad, todo deseo. Necesitaban explicaciones, venían a Él. “Cuando regrese en el Espíritu, en aquel día, no me preguntaréis nada.” ¿Por qué? No voy a estar ahí. A partir de ahí, en esa era del Espíritu, ya no traerán sus preguntas, sus necesidades, sus deseos a Mí en la carne. Habrán hecho eso hasta ese entonces y continuarán haciendo eso hasta ese entonces. Pero después de eso, ya no me harán preguntas.
Las respuestas vendrán del Espíritu de verdad, a quien se hace referencia a lo largo de este texto. Las respuestas vendrán porque tendrán una unción de Dios, quien les enseñará todas las cosas y tendrán las Escrituras reveladas, escritas. Pero más que eso, más que eso, aquí está la promesa asombrosa: “De cierto, de cierto os digo,” esto es tan excepcional, “que todo cuanto pidiereis al Padre en Mi nombre, os lo dará.” Esa es una promesa asombrosa.
Ellos podían ir directamente a Dios en el nombre de Jesús y pedir lo que fuera. Su promesa es que todas las riquezas del cielo, todos los tesoros del cielo, todos los propósitos divinos y la voluntad de Dios estarán disponibles a ustedes si piden en Mi nombre. ¿Qué quieres decir “en Mi nombre”? “Coherente con quien Yo soy y Mi voluntad.” Estoy pidiendo en el lugar de Jesús porque yo sé que esto lo honraría a Él y lo glorificaría a Él. Y Filipenses 4:19, dice: “Mi Dios suplirá todo lo que os falta conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” Eso es lo que significa en Su nombre.
Versículo 24, nuevamente: “Hasta ahora nada habéis pedido en Mi nombre…” Me piden a Mí, no fueron a Dios en Mi nombre. Vinieron a Mí. Así ha sido y eso está bien, así necesitaba ser. Ahora, continúen pidiendo, sigan pidiendo, continúen pidiendo y ustedes continuarán recibiendo cuando pidan en Mi nombre.
¿Por qué? “Para que vuestro gozo sea cumplido.” Simplemente, preocupación asombrosa por parte del Señor Jesús por nuestro gozo. No sé lo que la gente de afuera piense acerca del cristianismo y estoy seguro de que hay ocasiones en las que los cristianos no representan bien lo que debe ser. Pero lo que nuestro Señor espera que nuestras vidas sean son expresiones simples de gozo interminable, sin importar lo que pase. Sin importar cuáles sean las circunstancias temporales, las circunstancias eternas nunca cambian. Esa es la razón por la que se nos manda a regocijarnos. “Y de nuevo os digo, regocijaos.”
Y el Señor dice “quiero que vuestro gozo sea tan dominante como ha sido vuestra tristeza.” Un gozo relacionado al hecho de que estoy ahí, estoy con ustedes, estoy viviendo en ustedes. Soy revelado en las páginas de las Escrituras externamente y moro en ustedes internamente y tengo un lugar para ustedes en el cielo y estarán ahí y nada jamás podrá cambiar eso.
¿Y qué es el cielo? Es gozo eterno. Y entonces, resumiendo Él dice “miren, la separación va a ser muy breve. Yo regresaré. No los voy a dejar. Yo regresaré en la forma del Espíritu Santo. Y el acontecimiento mismo que les trajo toda esta tristeza, ustedes mirarán hacia atrás y se darán cuenta de que la cruz fue el punto de su salvación y la resurrección selló su redención y su tristeza se convertirá en gozo. Y su gozo será un gozo eterno que nadie jamás podrá quitar de ustedes. Y ese gozo será eterno. Pero inclusive ahora, ese gozo debe dominar su vida, porque tienen acceso a Dios para todas sus necesidades en Mi nombre.” En Mi nombre.
¡Qué Salvador tan glorioso! La cruz y todas sus agonías, están a horas de distancia. Él va a entregar Su vida como rescate; él va a llevar la ira de Dios. Él ya puede comenzar a esperar los clavos en Su carne, las espinas penetrando en Su frente, la lanza penetrando Sus órganos internos. Él puede oír las burlas de los que los odian. Él puede sentir su saliva, la risa infernal de sus homicidas.
Pero, ¿qué está ahora en Su mente? En Su mente en esas horas ésta la tristeza de Sus discípulos. Esto, de hecho, es una maravilla de maravillas. “Quiero que su gozo sea cumplido y quiero que lo tengan ahora. No quiero que ni siquiera pasen unas cuantas horas más sin gozo.” Jesús, cuando Él fue a la cruz, fue a la cruz por el gozo que fue puesto delante de Él. Su gozo es nuestro gozo. Nuestro gozo es Su gozo.
Usted debe regocijarse, no me importa cuáles sean sus circunstancias. No me importa lo que esté sucediendo en su vida, que Cristo viva en usted, subjetivamente. Y usted lo conoce subjetivamente porque Él mora en usted. Y usted lo conoce a Él objetivamente porque Él es revelado en las páginas de las Escrituras y esta es la obra de Su Espíritu. Que Dios nos perdone si no estamos abrumados de gozo todo el tiempo, sin importar cuáles sean las circunstancias que nos rodean.
Señor, Te damos gracias porque Tu Palabra penetra más allá de lo superficial en nuestra manera de pensar y en nuestras vidas. Gracias por el aliento de este pasaje en particular. Gracias por amarnos tanto que Tú deseas nuestro gozo y que Tú nos darás gozo eterno, más allá de la comprensión. Pero inclusive ahora, Tú deseas nuestro gozo - gozo porque Tú moras en nosotros y Te conocemos. Gozo porque Tú estás revelado fuera de nosotros en las páginas de las Escrituras -Nuevo Testamento, Antiguo Testamento.
Te tenemos, no estamos sin Ti. Tenemos el registro completo, inspirado por el cielo de Tu persona y Tu obra; y también Te tenemos a Ti viviendo en nosotros. Podemos ir ahora, oh Dios, directamente a Ti y pedir cualquier cosa -cualquier cosa que sea coherente con el deseo de Cristo y saber que Tu oirás y nosotros recibiremos.
Señor, ¡qué puerta tan abierta! ¡Qué trono de misericordia al cual podemos venir con denuedo en el nombre de Cristo! Cristo ha abierto la puerta y nos ha dado acceso. Ningún sacerdote está entre nosotros, ningún dignatario religioso, ningún ritual. Sólo necesitamos pedir. Y Señor, ciertamente podemos decir “danos gozo, incrementa nuestro gozo.”
Sin importar cómo se vea esta vida, sin importar cuáles sean las circunstancias, que encontremos nuestro gozo en Ti, oh Dios, en Cristo y en el bendito Espíritu de Cristo, quien mora en nosotros y quien nos ha dado las Escrituras. Haznos estar gozosos. Que el mundo esté literalmente sorprendido ante nuestro gozo, particularmente conforme vivimos nuestras vidas cristianas en momentos oscuros y turbulentos, cuando la gente se caracteriza por el temor y la duda y las preguntas y las ansiedades.
Este es un mundo muy turbado en el que vivimos, oh Dios. Tú lo sabes; lo vemos. Está hundiéndose hacia el infierno a una velocidad rápida. Que vivamos, Señor, en medio de esta generación torcida y perversa, con gozo; gozo que nace de una esperanza eterna y un Cristo presente, quien está tanto en nosotros como revelado a nosotros en las Escrituras. Oramos en Su nombre maravilloso. Amén.
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