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Bueno, abramos nuestras Biblias en esta noche al capítulo 13 de Romanos. Romanos, capítulo 13. Y estoy alentado porque todos han venido esta noche a pesar del tema. Vamos a estar hablando de la instrucción bíblica de pagar sus impuestos. Ahí es donde nos encontramos en nuestro estudio continuo de esta gran epístola de Romanos. Romanos, capítulo 13. Vamos a estar viendo los versículos 6 y 7. Y entonces, los voy a leer para prepararnos para nuestro mensaje. “Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.”

Parece una realidad muy elemental de la conducta humana que nadie quiere pagar impuestos. A nadie le gusta. A la gente pobre no le gusta pagar impuestos porque cuando comienzan con poco y tienen que pagar impuestos, terminan aún con menos. Y la gente rica no le gusta pagar impuestos porque entre más tienen, más impuestos tienen que pagar. Mayor es la mordida que el gobierno da en los impuestos. Entonces, toda persona, básicamente, tiene una actitud negativa en contra los impuestos. De hecho, parecería ser algo ridículo ahora, pero este país fue fundado originalmente como una protesta en contra de los impuestos. Si usted recordará la historia americana, usted recordará eso. Nacimos a partir de una revolución en contra de los impuestos sin representación.

Pero pesar de nuestro deseo de estar libres de los impuestos, nosotros, claro, tenemos la obligación de hacerlo. Y la realidad de los impuestos nos enfrenta toda la vida. No sólo el 15 de abril de cada año, sino todo el tiempo. Cada vez que usted compra gasolina, usted paga un impuesto. Cada vez que usted compra un artículo de ropa o cualquier otro artículo que compra en una tienda, cada vez que compra un auto, cada vez que usted compra una propiedad, es algo constante que enfrentamos en nuestra sociedad. Cada día de nuestras vidas prácticamente pagamos algo de dinero que va a los impuestos.

Y claro, hay, mediante la provisión en nuestro gobierno, maneras en las que podemos evitar el pagar impuestos. Y debemos adoptar cada uno de esos medios legítimos cuando el propio gobierno provee deducciones y cuando nos provee algún medio mediante el cual podemos evitar pagar ciertos impuestos; debemos ser buenos administradores de todo lo que tenemos y tomar ventaja de eso. También hay maneras injustas e ilegales de evitar el pagar impuestos. Ésa no es buena administración. Eso es pecado. Y queremos asegurarnos que conozcamos la diferencia y actuemos de manera apropiada.

Supongo que si usted piensa en eso, es obvio, al menos a mí me parece obvio, que hay más crímenes cometidos en nuestro país, más crímenes cometidos en referencia a los impuestos que cualquier otra categoría de crimen. De hecho, el gobierno emplea a miles y miles de personas que no hacen nada más que tratar de capturar a los ciudadanos que están robando en sus impuestos.

Simplemente para describir lo que realmente estaba pasando, esta semana llamé a la oficina de impuestos para hacer algunas preguntas que tenía en mi mente. Y descubrí que la diferencia estimada entre lo que es pagado y lo que debería ser pagado en impuestos es de 93 billones de dólares. Ésa es la cantidad que se le roba al gobierno de Estados Unidos por parte de sus ciudadanos que cometen trampa en los impuestos sobre sus ingresos. Un estimado de 93 billones de dólares.

El veinte por ciento de las personas entrevistadas por la Secretaría de Hacienda admite haber cometido trampa y el cuarenta por ciento de aquellos que son entrevistados dicen que creen que todo el mundo comete trampa. Entonces, vivimos en una sociedad a la que no le gusta pagar impuestos; y francamente, hace lo que puede por evitarlos, tanto legal como ilegalmente. ¿Cuál debería ser la posición de un cristiano? ¿Cuál debería ser el lugar de un cristiano? ¿Cuál debe ser la actitud de un cristiano hacia este asunto de pagar impuestos,   especialmente si estamos en desacuerdo con el uso que el gobierno le da a nuestro dinero de impuestos; especialmente si estamos en desacuerdo con sus políticas o pensamos que sus políticas son injustas? Y especialmente si pensamos que hay muchas cosas que nuestro gobierno hace que personalmente yo no quiero apoyar. Y si les envío mi dinero, les estoy permitiendo que lo tomen y lo usen en maneras con las que no estoy de acuerdo.

Y después, inclusive podríamos decir que sentimos que la estructura actual de impuestos es injusta; que la estructura actual de impuestos, la cual en cierta manera es un porcentaje de impuestos que se incrementa en base al ingreso, debería realmente ser reducida a un porcentaje común que todo el mundo paga sin importar cuánto tiene. Si creemos que la especie de programa de impuestos gradual tiene el efecto final de penalizar a los pobres y de ahogar el incentivo para aquellos que tienen más iniciativa, ¿no deberíamos tener el derecho de no pagar y por lo tanto, protestar en contra del sistema con el que estamos en desacuerdo?

Bueno, inclusive con todas estas críticas y todas las cosas que podrían hacernos sentir ansiedad con pagar nuestros impuestos, la Biblia es explícita. Y lo que básicamente dice, sin lugar a dudas en los dos versículos que leí es ‘pague sus impuestos’. No hace ninguna aclaración. No le dice si está de acuerdo o no con lo que está pasando. No le dice si usan el dinero para lo que usted le gustaría que lo usaran. Simplemente, ‘paguen sus impuestos’. Y si pudiéramos pensar en críticas en la actualidad que podrían causar que no pagáramos nuestro los impuestos, la gente en los tiempos de Pablo también podría haberlo hecho. Francamente, su gobierno era peor que el nuestro en muchas maneras. El gobierno romano, por ejemplo, en el día de Pablo, hacía de César un dios. De hecho, lo veían como un dios. Por lo tanto, cuando pagaba sus impuestos, era un acto de adoración dado al emperador. Entonces, era una forma de idolatría - al menos en un sentido.

Además, el gobierno romano estaba a cargo de un estado de beneficencia social y estaba plagado de millones de personas indigentes que no hacían ningún tipo de contribución económica a su sociedad. El gobierno apoyaba la esclavitud, la cual en muchos casos era muy abusiva. Usaba su dinero para promover la religión pagana, y el ritual, y la adoración. Además, si lo vemos durante la época de Cristo, en la tierra de Israel, el pagar sus impuestos significaba entregar su dinero de impuestos a un extorsionador que había sido contratado por el gobierno romano para recaudar impuestos. Pero para que él pudiera beneficiarse de eso y para beneficiarse bien, él cargaba tasas de impuestos exorbitantes que estaban mucho más arriba de aquello que le debía a Roma; y se enriquecía a partir de esos impuestos.

Entonces, fuera que estuviera usted pagando impuestos a los romanos afuera de Israel o al sistema de impuestos romano dentro de Israel, ciertamente podía quejarse por su iniquidad, por su desigualdad, porque su dinero era utilizado para llenar los bolsillos de aquellos que eran extorsionadores; porque estaba siendo usado para propagar religiones paganas, para apoyar un estado de beneficencia social, para apoyar la esclavitud y quién sabe qué otras atrocidades se llevaban a cabo. Por ese no era el punto. Nunca fue el punto en el tiempo del Señor. Nunca fue el punto en la época de Pablo y tampoco es el punto en nuestro día. Es una declaración simple echa en las Escrituras que dice que ‘paguen sus impuestos’. Y queremos ver de cerca y considerar cuál es la responsabilidad del cristiano en este asunto y por qué es así.

Ahora, al ver estos versículos que hemos visto, estos dos versículos, realmente están ligados a los cinco que vienen anteriormente. Y entonces, vamos a hacer referencia a ellos. Y quiero que noten tres cosas. El principio, el propósito y después, los particulares en el versículo 7. Es un bosquejo muy simple porque es un pasaje muy breve y claro. El principio viene al principio del versículo 6 y dice “pues por esto pagáis también los tributos.” Tributos es la palabra. Es la palabra phoros. Y básicamente se refiere a un impuesto que se recolectaba de los individuos. No es específico. No nos dice qué tipo de impuesto. Está hablando de un impuesto personal, individual. Entonces, está escrito a individuos. Y notará también la palabra “también”. Y eso nos recuerda que hay dos obligaciones que un cristiano tiene hacia el gobierno. La primera obligación se remonta al versículo 1: “Sométase toda persona a las autoridades, al gobierno.”

Ahora, él también dice “pague sus impuestos.” Hemos estado diciendo a lo largo de este estudio que esas son las dos responsabilidades básicas que un cristiano tienen en una sociedad humana: el someterse a su gobierno y el pagar impuestos. Hay varias palabras usadas en el Nuevo Testamento para impuestos. Un par de ellas viene en el versículo 7. Una de ellas no sale en este pasaje, no se presenta aquí, pero sí en el Evangelio de Mateo. Y es la palabra kensas, de la cual obtenemos censo. Y ese era realmente un impuesto por cabeza. Todo individuo que era contado pagaba cierto impuesto por cabeza. Esta palabra en particular phoros parece ser un impuesto por ingresos personales que se relacionaba a la tierra y a las posesiones. Cuánta tierra. Cuánta propiedad poseían. Cuánto ganado tenía. Qué tan productiva era su cosecha y demás. Entonces, realmente parece ligarse con la perspectiva del impuesto por ingreso personal. Y observará que es un mandato sin aclaración alguna. Es muy simple y muy preciso. “Paguen sus impuestos.”

Ahora, simplemente por un momento, quiero desarrollar este tema bíblicamente y regresar a algunas cosas que hemos estudiado en el pasado y quizás algunas cosas nuevas, para que tenga una perspectiva correcta acerca de esto. Los impuestos no son una idea nueva que encontramos en Romanos 13. Es una verdad bíblica muy, muy antigua. Remontándonos hasta Génesis, encontramos sistemas de impuestos personales que se demandaban de los individuos en una nación dada. Los impuestos es un tema importante. Ahora, permítame recordarle algunas cosas acerca de esto bíblicamente. En todos los periodos de la historia bíblica, estamos en contacto con este asunto de los impuestos. Y algunas veces, era opresivo. No hay duda acerca de esto.

Por ejemplo, en Nehemías capítulo 5, versículo 4 leemos esto. El pueblo dijo ‘hemos tomado prestado dinero para el impuesto del rey; y eso sobre nuestras tierras y viñedos’. En otras palabras, el pueblo se estaba quejando de que los impuestos que se demandaban de ellos eran tan abusivos que tenían que hipotecar sus posesiones para pagar sus impuestos. Entonces, hubo ocasiones, definitivamente, en las que el sistema de impuestos era opresivo.

Además, algunas veces la recaudación de impuestos fue un acto de avaricia y un poco más. En Esdras capítulo 4, versículo 13 dice: “Ahora sea notorio al rey, que si aquella ciudad fuere reedificada, y los muros fueren levantados, no pagarán tributo, impuesto y rentas, y el erario de los reyes será menoscabado.” En otras palabras, la gente que no quería que Israel reconstruyera su nación dijo realmente al rey extranjero que iba a dominar que si los deja usted hacer esto, van a fortalecerse. Van a desarrollar su propia nación y van a dejar de pagarles impuestos; y va a dañar sus ingresos. Y eso nos implica que el ingreso que era recaudado de ellos era un acto de avaricia por parte de aquellos que lo estaban haciendo. Y es verdad. Algunas veces, el sistema de impuestos no es nada más que una expresión de avaricia para traer riquezas a un individuo, en lugar de satisfacer necesidades nacionales.

Además, encontramos en las Escrituras que algunas veces los sistemas de impuestos eran muy divisivos. Cuando eran abusivos, cuando eran opresivos, cuando eran expresiones de avaricia, se volvían muy divisivos. Por ejemplo, en 1 Reyes 12, en un punto, usted recuerda, cuando el Reino de Israel se dividió en el Reino del norte y el Reino del sur, las Escrituras nos indican en 1 Reyes 12:3-4 que “tu padre hizo que nuestro yugo fuera pesado. Ahora, por lo tanto, haz que el servicio pesado de tu padre y su yugo pesado que él nos colocó sea más ligero y te serviremos.” El pueblo le dijo a Roboam: “Tu padre nos impuso impuestos en exceso -Salomón- y si tú no reduces los impuestos, no te serviremos.” Él se rehusó y el Reino se dividió.

Entonces, un sistema de impuestos injusto, no realista o inclusive una protesta en contra de eso, puede ser muy divisivo. Además, algunas veces en las Escrituras encontramos que los sistemas de impuestos fueron diseñados para intimidar a la gente. En 2 Reyes 23:35 dice: “Joacim pagó al faraón la plata y el oro, pero tuvo que imponer un impuesto al país para dar el dinero conforme al mandato del faraón.” Era pura intimidación. Faraón tenía el cuello de Joacim en la mano y entonces impuso un impuesto sobre su pueblo para pagar por la protección de faraón. Usted sabe, es como la mafia que viene en la calle y le pide que pague para que lo proteja a usted. No es nada más que intimidación.

Y entonces, dice que Joacim “exigió la plata y el oro al pueblo de la tierra, a cada uno según la estimación de su patrimonio, para darlo al faraón Necao.” Para poder mantener una buena relación con el faraón. Entonces, admitimos que inclusive en la Biblia, en el registro de las Escrituras, hay ocasiones en las que los impuestos eran opresivos, ocasiones en las que eran por avaricia, ocasiones en las que eran divisivos, ocasiones en las que era intimidante. No obstante, y la Biblia reconoce todas estas posibilidades debido a que les acabo de leer lugares en donde son registrados en la historia de las Escrituras. A pesar de todo eso, el mandato viene sin excepciones. No dice que si no son opresivos, que si no son divisivos, que si no son intimidantes y demás. Simplemente dice que pague sus impuestos. Y Dios reconoce que habrá ocasiones en las que van a ser injustos y cuando su uso no va a ser el que usted escogería para el dinero que usted da. El mandato todavía permanece en pie.

Ahora, la enseñanza bíblica de este asunto de los impuestos comienza en el capítulo 41 de Génesis. Tomemos un momento o dos para ver a ese pasaje en particular y avancemos, espero yo, por cierto territorio conocido. Y estoy seguro que terminaremos esto el siguiente Día del Señor, no en esta noche; aunque sólo son dos versículos, porque queremos cubrir este asunto.

Pero en Génesis capítulo 41, versículo 34, encontramos la presentación del primer impuesto nacional básico sobre el ingreso personal, la propiedad personal, los recursos personales. Permítame darle el trasfondo. Faraón tuvo un sueño. Faraón tuvo un sueño en el que había, en su mente, siete vacas flacas. Y después, había siete vacas gordas. Y en ese sueño, las siete vacas flacas ¿qué hicieron? Se comieron a las siete vacas gordas. Y después, en su sueño, había siete espigas delgadas de grano que devoraron a las siete espigas gruesas de grano. Y faraón no podía interpretar su sueño. Pero había un hombre que podía hacerlo. Y el nombre de ese hombre era José. José había sido vendido en esclavitud en Egipto por sus hermanos; y el Señor había preparado todo para que José estuviera ahí cuando se le necesitara. Y era conocido que José era un intérprete de sueños. Y entonces, José interpretó el sueño. Finalmente, el resultado de esa interpretación fue que él fue designado primer ministro de Egipto, lo cual es el lugar donde Dios quería, para que pudiera ayudar a sus hermanos y a su propio pueblo conforme la historia se desarrollaba.

Pero José interpretó el sueño diciendo que las siete vacas flacas comiéndose a las siete gordas y las siete espigas delgadas comiéndose a las gruesas indicaban que habría, en primer lugar, siete años de abundancia seguidos por siete años de hambre. Eso comienza a desarrollarse en el versículo 29. ¿Quiere verlo por un momento? “He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto.” Entonces, ésa es la indicación del sueño.

Y tras ellos, seguirán siete años de hambre. Ahora, para enfrentar a esto ¿qué vamos a hacer? ¿Cómo vamos a enfrentar la preparación para los siete años de hambre? En el versículo 34, se indica el plan. “Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia.” El veinte por ciento del grano de todos, de toda la ganancia agricultural de cada persona, fue recaudada en un sistema de impuestos personal para almacenarse y usarse durante los siete años de hambre. Este fue el inicio del primer sistema de impuestos personales en una nación.

Quiero que sepa que esta era una nación pagana. No era Israel. Este es Egipto. Egipto no adoraba a Dios. Era una nación pagana. Pero, sin embargo, era una institución de Dios traída por el siervo escogido de Dios, José. Y es traído al faraón y en el versículo sus 53 dice: “Así se cumplieron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto. Y comenzaron a venir los siete años de hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra de Egipto había pan.” ¿Por qué?

Porque lo habían recolectado, estaban listos para eso. “Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por pan. Y dijo Faraón a todos los egipcios: ‘Id a José, y haced lo que él os dijere’. Y el hambre estaba por toda la extensión del país. Entonces abrió José todo granero donde había, y vendía a los egipcios; porque había crecido el hambre en la tierra de Egipto. Y de toda la tierra venían a Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra había crecido el hambre.” Cuando el hambre se volvió severo en la tierra, tenían todo lo que necesitaban; y el gobierno recibió una utilidad inmensa porque tenían todo lo necesario para vendérselo de regreso al pueblo.

Y el versículo 57 dice: “Y de toda la tierra venían a Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra había crecido el hambre.” Entonces, aquí tenemos el diseño de un sistema de ingresos por impuestos.

Observe por un momento el capítulo 47 de Génesis. Y ahí tiene una indicación de este comienzo en el versículo 13. “No había pan en toda la tierra, y el hambre era muy grave, por lo que desfalleció de hambre la tierra de Egipto y la tierra de Canaán. Y recogió José todo el dinero que había en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, por los alimentos que de él compraban; y metió José el dinero en casa de Faraón.” Y continúa describiendo todo hasta el versículo 26. Y esto es lo que quiero que vea. “Entonces José lo puso por ley hasta hoy sobre la tierra de Egipto,” aquí se volvió en una ley permanente, “señalando para Faraón el quinto, excepto sólo la tierra de los sacerdotes, que no fue de Faraón.” Aquellos que eran religiosos fueron apartados o fueron hechos a un lado, exentos de estos impuestos. El resto de la gente pagaba el 20%, un impuesto del 20%. Eso se volvió una ley egipcia.

Usted preguntará cómo sé que es una institución de Dios. Porque fue el siervo de Dios, José, quien lo instituyó. Y Dios estaba estableciendo un patrón para los futuros gobiernos mediante el cual ellos podían recibir los recursos de su pueblo, quienes tenían los recursos, y diseminarlos de regreso al pueblo cuando era necesario. Entonces, el gobierno verdaderamente es institución de Dios; y comienza ahí, desde la primera parte del libro de Génesis, e incorpora el concepto de impuestos.

Ahora, cuando Dios estableció la nación de Israel, ¿tuvo Él un sistema de impuestos? Claro. Vaya a Levítico capítulo 27… Levítico, capítulo 27. Y aquí encontramos el sistema de impuestos que se inició en la tierra de Israel. Esto se volvió en una parte esencial de su vida. Y supongo que podríamos comenzar en el versículo 30, de hecho el versículo 26 comienza a discutirlo. Dice: “Pero el primogénito de los animales, que por la primogenitura es de Jehová, nadie lo dedicará; sea buey u oveja, de Jehová es. Mas si fuere de los animales inmundos, lo rescatarán conforme a tu estimación, y añadirán sobre ella la quinta parte de su precio; y si no lo rescataren, se venderá conforme a tu estimación. Pero no se venderá ni se rescatará ninguna cosa consagrada, que alguno hubiere dedicado a Jehová; de todo lo que tuviere, de hombres y animales, y de las tierras de su posesión, todo lo consagrado será cosa santísima para Jehová. Ninguna persona separada como anatema podrá ser rescatada; indefectiblemente ha de ser muerta. Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová. Y si alguno quisiere rescatar algo del diezmo, añadirá la quinta parte de su precio por ello.

En otras palabras, si usted decía ‘no quiero dar el grano, me gustaría dar dinero en lugar de eso’, entonces tenía que añadir una quinta parte a eso. Porque ellos querían el grano en sí. “Y todo diezmo de vacas o de ovejas…” Y continúa describiendo todo esto. Ellos debían dar un décimo de todo cada año. Esto era llamado el diezmo del Señor, en base al versículo 30. “De Jehová es; es cosa dedicada a Jehová.”

Algunas veces llamada inclusive el diezmo de los levitas porque esta décima parte era dada a los levitas. Sabemos eso a partir de Números capítulo 18 en donde se discute más de esto. Y Números 18, en los versículos 21 y 24 nos dice que esto era dado a los levitas. Ahora, ¿quiénes eran los levitas? Leví era una de las 12 tribus, ¿verdad? Y cuando la tierra fue dividida entre las tribus de Israel, los levitas no recibieron tierra porque ellos no debían ser agricultores. Ellos debían ser sacerdotes y debían atender el asunto de la adoración. Entonces, no se apoyaban a sí mismos. Pero, como sacerdotes, eran apoyados por el pueblo. Ese fue inclusive el diseño del sistema de impuestos en la nación pagana de Egipto, en donde los sacerdotes no pagaban impuestos.

Entonces, aquí, en la tierra de Israel, toda persona pagaba impuestos e iba para los levitas. ¿Por qué? Porque ellos eran los sacerdotes; los sacerdotes eran los que funcionaban como gobernadores, jueces y líderes de la nación. Encontramos eso, ¿no es cierto?, en tiempo de Cristo. ¿Quiénes estaban a cargo de la nación? Los principales sacerdotes, ¿no es cierto? Ellos eran los que estaban a cargo. Y esto se remonta inclusive al tiempo del Pentateuco en la época de Moisés. Los sacerdotes eran responsables de mantener al gobierno. Eran los jueces. Eran las autoridades. Eran los gobernantes. Ellos tomaban las decisiones acerca del pueblo.

Entonces, ellos debían ser apoyados en la teocracia mediante el diez por ciento que era dado cada año, conocido como el diezmo del Señor. Ahora, no dar esto era cometer un pecado serio. En el tercer capítulo de Malaquías, el profeta condena al pueblo de Israel porque no lo han hecho. Y él dice en el capítulo 3 de Malaquías, versículo 8: “¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado.” Como puede ver, ellos tenían el mismo problema que la gente tiene en la actualidad. Ellos no pagaban sus impuestos tampoco. No creo que tenían un déficit de 93 billones de dólares, pero tenían un déficit muy grande. Y entonces, Dios dice en el versículo 10: “Traed todos los diezmos al alfolí,” y esa palabra se refiere al tesoro, no a la Iglesia, al tesoro. “y haya alimento en mi casa;” Él les está pidiendo que traigan el diezmo del Señor o el diezmo de los levitas, “Y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.”

Entonces, Dios dice ‘Me han robado, y debido a que Me han robado, ustedes han perdido la bendición.’ Esta era una forma de impuestos. Cuando usted ve al diezmo del Antiguo Testamento, mantenga en mente esto. No tenía nada que ver con la ofrenda voluntaria. No tenía nada que ver con que alguien. de su corazón. Le diera una ofrenda a Dios. Era un factor de impuestos, el diez por ciento.

Ahora, observe Deuteronomio, capítulo 12, quiero mostrarle algo más. Deuteronomio, capítulo 12. El Señor les está dando algunas leyes aquí. Y Él dicen el versículo 10: “Mas pasaréis el Jordán, y habitaréis en la tierra que Jehová vuestro Dios os hace heredar; y Él os dará reposo de todos vuestros enemigos alrededor, y habitaréis seguros. Y al lugar que Jehová vuestro Dios escogiere para poner en él Su nombre,” eso sería el templo, el santuario, “allí llevaréis todas las cosas que Yo os mando: vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, las ofrendas elevadas de vuestras manos, y todo lo escogido de los votos que hubiereis prometido a Jehová.”

Ahora, pase al versículo 17: “Ni comerás en tus poblaciones el diezmo de tu grano, de tu vino o de tu aceite, ni las primicias de tus vacas, ni de tus ovejas, ni los votos que prometieres, ni las ofrendas voluntarias, ni las ofrendas elevadas de tus manos; sino que delante de Jehová tu Dios las comerás, en el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, y el levita que habita en tus poblaciones; te alegrarás delante de Jehová tu Dios de toda la obra de tus manos.”

¿Qué es esto? Esto es lo que es conocido como el diezmo de festivales. Aquí hay otro impuesto anual del diez por ciento. ¿De qué? Grano, vino, aceite, las primicias del rebaño y cualquier otra cosa que entrara en ese amplio espectro. Usted daba otro diezmo. ¿Para qué era? Dice que usted lo llevaba Jerusalén. Lo llevaba al lugar apropiado, a la ciudad de Jerusalén, para que fuera comida por su familia y los levitas. Era una comida a nivel nacional a la que todos llevaban algo. Periódicamente, a lo largo del año, ellos tenían estos grandes festivales, estas grandes festividades. Y debían tomar un décimo de todo lo que tenían para estos grandes festivales. Su intención era para apoyar la adoración nacional. Para perpetuar la religión. Para perpetuar la comunidad de personas. Para atraer la unidad nacional. Para cultivar la vida social y cultural de la nación judía. Un elemento esencial de la unidad nacional y de la riqueza de la vida.

Entonces, el primer diez por ciento, el primer diezmo que un judío pagaba de impuestos era para apoyar al gobierno nacional, para pagar los salarios, por así decirlo; y proveer el alimento y los recursos necesitado por la gente que estaba a cargo de la nación. El segundo diezmo, el segundo diez por ciento era para cultivar la cultura y la vida nacional. No es diferente de nuestros impuestos.

Parte de ellos es para los salarios de aquellos que están en una función oficial. Parte se va para mantener nuestra vida nacional. Todas las cosas que disfrutamos como nación son provistas a través del dinero de los impuestos.

Después, quiero que observe el capítulo 14 de Deuteronomio en el versículo 28. Ahí dice: “Al fin de cada tres años sacarás todo diezmo de tus productos de aquel año y los guardarás en tus ciudades. Tus ciudades. Y vendrá el levita que no tiene parte ni heredad contigo porque no tiene ninguna tierra. Él no tiene otro recurso… Y el extranjero o el peregrino, el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones y comerán y serán saciados para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra de sus manos hicieren.” Cada vez que el Señor les daba un impuesto, Dios prometía que si lo pagaban, Él haría ¿qué? Él los bendeciría. Él los bendeciría. Este es el tercer impuesto. ¿Ellos lo pagaban al final de qué año? Tercero. Entonces, pagaban un diez por ciento, un diez por ciento; digamos un tercio. Entonces, alrededor de un veintitrés por ciento al año la pagaban impuestos. No es diferente de los impuestos originales en Egipto que también eran del veinte por ciento. Muy parecido.

Estos tres diezmos eran importantes. El primero pagaba los sueldos de aquellos que gobernaban, guiaban y juzgaban a la nación. El segundo, cultivaba la vida nacional. Y el tercero, cuidaba de los pobres, los huérfanos, las viudas. Era el diezmo de bienestar social. El diezmo de bienestar social. Y la suma es de poco más de 23%. Esos tres diezmos entonces eran la parte de arriba de la bendición de todos y lo compartían para hacer que la nación fuera lo que debía ser.

Ahora eso no era todo. También se prescribía en la ley de Dios que se debían hacer otras provisiones para compartir y así la nación pudiera disfrutar de su vida juntos. Y los recursos pudieran satisfacer las necesidades. Por ejemplo, el Levítico 19:9: “Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu tierra segada.” En otras palabras, cuando vas caminando por tu campo no trates de recoger toda pieza de toda esquina. Y lo que no recojas o tires, no regreses a recoger. No lo recojas. “Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo Jehová vuestro Dios.”

Entonces, realmente tenían un plan en el cual repartían las utilidades. Cuando venía la época de la cosecha, ellos recogían todo lo que podían recoger en el proceso normal de cosecha. Y cualquier cosa que quedaba, no regresaban para recogerla. Eso se dejaba para la gente que tenía muy poco. Y ellos podían disfrutar de la abundancia de la cosecha de alguien más en la provisión de la ley mosaica. Entonces, en un sentido, ése era otro porcentaje de su grano que debían dejar para alguien más.

Después, en Éxodo 23, versículos 10 y 11, dice que cada séptimo año, ¿qué tenía que hacer? “Seis años sembrarás tu tierra, y recogerás su cosecha; mas el séptimo año la dejarás libre, para que coman los pobres de tu pueblo; y de lo que quedare comerán las bestias del campo.” ¿Han visto alguna vez un campo que ha sido plantado, y plantado, y plantado, y después un año no es plantado? ¿Qué sucede en ese campo? Bueno, con frecuencia, de cualquier manera, nacen cosas. Aquí y allí por todos lados. Y si un campo estaba vacante, un hombre podre podía entrar y plantar algo en esa esquina para sobrevivir. Y lo que los pobres no recogían, los animales podían comérselo. Y de nuevo, era otra manera de compartir la bendición de recursos con aquellos que eran menos privilegiados.

Después, había otra provisión. En Éxodo capítulo 30, versículo 13, tenían la obligación de pagar medio ciclo conforme al ciclo del santuario para el funcionamiento del templo. Era muy caro operar el templo. Toda persona pagaba medio ciclo. Entonces, usted tiene un diezmo, otro diezmo, cada tercer año diezmo, lo cual es 3%, después de usted tiene las esquinas del campo y tiene lo que se queda cuando el campo no es plantado en el séptimo año. Y después, tiene el medio ciclo del impuesto del templo y probablemente está viendo usted un 23, 24% quizás hasta un 25%, dependiendo de qué tan bueno usted era en cosechar su campo. Y eso era lo que usted pagaba cada año.

Esa no era ofrenda voluntaria. Eso no tiene paralelo en absoluto con la ofrenda en la Iglesia. Esos son impuestos. No se relaciona con la ofrenda voluntaria, la ofrenda que se da de corazón. No está relacionado con lo que dice en el Antiguo Testamento acerca de que cada uno dé como dispone en su corazón. Como cuando ellos dieron al tabernáculo o cuando dieron al templo. No está hablando de eso. No está hablando de la ofrenda libre, espontánea, sacrificial, generosa que nos es dada, por ejemplo, en Proverbios 3 en donde dice ‘honra a Jehová con tus bienes y las primicias de todos tus frutos y serán llenos tus graneros con abundancia y tus lagares rebosarán de mosto’. Lo cual simplemente está diciendo dale el Señor lo mejor de lo que tienes y dale al Señor de la parte de arriba de lo que recibes; y serás bendecido. Esa es ofrenda voluntaria. Eso es simplemente ser generoso y ofrecerle a Dios, darle a Dios más allá de esto.

Pero la prescripción del Antiguo Testamento era que tenían que pagar un impuesto por sus ingresos. Tenían que pagarlo. Y si no lo hacían, de acuerdo con Malaquías 3:8 y 10 le robaban a Dios y estaban listos para ser juzgados. Por otro lado, si lo pagaban, serían bendecidos por Dios.

Ahora, cuando usted llega Nuevo Testamento, encontramos que el Señor mantiene el mismo estándar, la misma norma. Observe Mateo 17. Y regresaremos a un pasaje que vimos hace algún tiempo atrás. Mateo 17. Muy útil. Jesús está en proceso de instruir a Sus discípulos y llegaron mientras que estaban en Galilea a la ciudad de Capernaúm, donde Pedro vivía y era un lugar muy conocido. Nuestro Señor mismo residió ahí por un tiempo. Llegaron a Capernaúm, el cual está en el punto norte extremo del mar de Galilea, a los pies de los montes que bajan ahí del Líbano al norte. “Cuando llegaron a Capernaúm, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas, y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?”

Ahora, el contexto es esencial. Jesús le había dicho los discípulos que iba a morir. De hecho, les acababa de decir eso. Obsérvelo en el versículo 22: “Estando ellos en Galilea, Jesús les dijo: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; mas al tercer día resucitará. Y ellos se entristecieron en gran manera.” Él simplemente dice voy a morir, voy a morir. ¿Cómo es que voy a morir? Bueno, ya les había dicho eso en el capítulo 16, versículo 21. Los ancianos y los principales sacerdotes y los escribas lo van a matar. Entonces, ellos ahora saben, por lo menos han oído, que Jesús va a ser matado por manos de los líderes judíos, por las autoridades judías, por los principales sacerdotes. Ellos van a tener que enfrentar el hecho de que Él ha dicho que va a morir de manera violenta en manos de las autoridades judías.

Aquí vienen estas mismas autoridades pidiendo dinero. Y lo que están pidiendo es el impuesto del templo. No le están pidiendo que apoye al gobierno romano, éste no es el sistema de impuestos romano. Este es el impuesto del templo. Sabemos más adelante que se necesitaba una moneda para pagar esto. Y la moneda fue provista de manera maravillosa. “¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?” Es impresionante pensar en esto. Pero aquí hay hombres que están recaudando el dinero para colocarlo en el fondo del templo, 30 piezas de plata de las cuales serían pagadas a Judas para traicionar a Cristo mismo. Entonces, aquí estamos hablando de dar tu dinero para algo que realmente no quieres pagar.

Aquí está Jesús, colocando dinero en un fondo en donde el dinero va a ser tomado para Su propia ejecución. Su propia traición, llevando a Su muerte. Además, Jesús ya una vez en Su vida ha tomado un látigo y ha limpiado todo el templo; y le ha hecho saber a todos los que Él pensaba acerca de esto. Además, antes de que Él muriera, Él lo volvería a hacer e iba a predecir la destrucción del templo y la iba a llamar cueva de ladrones en lugar de que fuera una casa de oración.

Entonces, aquí está un sacerdote judío o alguna persona que está ayudando en esto funcionando en respuesta a los mandatos de aquellos que estaban en autoridad en el templo, que viene y dice ‘Necesitamos su dinero para apoyar a nuestro templo.’ El templo que Cristo mismo había limpiado y había maldecido, que en última sería destruido. El fondo del templo del cual se iba a pagar al traidor. ¿Cuál va a ser Su respuesta?

Todo hombre judío tenía la obligación, como dije, de pagar medio ciclo de impuestos anualmente. Era llamado el impuesto del doble dracma. Era equivalente a dos dracmas griegos o alrededor del sueldo de dos días. El impuesto podía ser hecho obligatorio por parte de las autoridades. Tenían el poder de demandarlo. Y si un hombre no lo pagaba, tenían el poder de buscar la compensación a partir de sus bienes personales para poder pagar la cantidad del impuesto. La moneda que ellos querían no se usaban ese entonces, nos dicen los historiadores; entonces, era común que la gente fuera junta. Sólo era demandada de los hombres en la población; entonces, dos hombres podían ir juntos y pagar una moneda que pudiera cubrir a los dos hombres. Esto fue hecho antes de la Pascua para proveer para las necesidades especiales de preparar al templo para la temporada de Pascua.

En cierta manera, me cautiva que inclusive después del año 70, cuando Tito vino y destruyó el templo y lo aplastó, él vio al impuesto como algo tan bueno que hizo que los judíos lo pagaran de cualquier manera. Y fue al templo de Júpiter Capitolino, de acuerdo con Josefo. Entonces, siguieron pagando este impuesto aún después de que su templo había sido destruido.

Entonces, aquí vienen los recaudadores del impuesto del templo a Pedro y le preguntan si Jesús pagaba los dos dracmas. “¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?” Ahora, usted podría pensar que Pedro va a titubear y que probablemente les va a dar un discurso de por qué Jesús no va a colocar dinero en algo en lo que Él no cree. Pero esa no es su respuesta. En el versículo 25, dice que Pedro ¿qué? ¿Qué dijo? Sí. Jesús paga Sus impuestos. Digo, eso debería terminar el argumento, si es que ahí había un argumento.

Jesús pagó sus impuestos. “Y al entrar él en casa, Jesús le habló primero diciendo ‘¿qué estás pensando, Simón?” Jesús leyó su mente y Pedro ni siquiera dijo lo que había pasado. A él simplemente se le había acercado el recaudador de impuestos en la calle y entra por la puerta y el Señor le pregunta: ‘¿Qué estás pensando Simón?’

Los reyes de la tierra, ¿de quién cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus hijos o los extraños? Entonces, Él lee la mente de Pedro. Pedro está pensando el Señor paga sus impuestos, pero ¿por qué? ¿Por qué hace esto? Entonces, Él le dice ‘mira Pedro, piensa en esto. Los reyes de la tierra, ¿de quién cobran sus tributos? ¿De sus hijos o los extraños? Bueno, la respuesta es obvia. Los reyes en este tiempo en particular de la historia -y estoy seguro que en otros lugares y tiempos- recaudaban los impuestos de toda persona excepto su propia familia. ¿Cuál es el punto de recaudar impuestos de su propia familia? Eso sería imponerse impuestos sobre sí mismos para colocarlos en su propia cuenta de banco. Entonces, no tiene sentido. Pedro le respondió, versículo 26, “de los extraños.” Jesús le dijo: “luego los hijos están exentos de impuestos.”

Ahora, la ilustración es perfecta. Porque el punto es el impuesto del templo. Y el templo supuestamente debía ser la casa de Dios y Jesús era el hijo de Dios. Entonces Dios no recaudaría impuestos de Jesús. Tampoco Dios recaudaría impuestos de ninguno de Sus hijos. Esa es la razón por la cual, queridos amigos, no hay límite, no hay una cantidad establecida para ofrendar en la Iglesia. Dios no recauda impuestos de su propia familia. ¿Entiende usted eso? Damos lo que queremos dar. Damos lo que está en nuestro corazón.

Entonces, Jesús está diciendo: “En el sentido más verdadero, como hijo de Dios, estamos libres. Estamos en su familia. Entonces, realmente no tendríamos que pagar este impuesto. Sin embargo, para no ¿qué? ofenderles, lo pagaremos.” Él dice: “Sin embargo, para que no los escandalicemos, ve al mar, echa el anzuelo, y toma el primer pez que salga; y cuando le abras la boca hallarás un estáter; tómalo y dáselo por ti y por mí.”

Digo, eso no es justo, a nosotros tampoco nos molestaría si pudiéramos sacarlo de la boca de un pez, me imagino. Pero lo que el Señor está demostrando aquí es esto: ‘Mira, no tengo la obligación de pagar este impuesto, Mi Padre no demandaría un impuesto de Mí. Tampoco Él demandaría ninguno de Sus propios hijos. Pero lo hago para no ofenderles.’ El Señor, piense en esto, de hecho estaba dando Su dinero en impuestos a una religión apóstata que en definitiva lo ejecutaría. A un lugar que tenía servicios públicos que eran una burla para Dios. Un lugar que era una cueva de ladrones. Pero debido a que los impuestos fueron diseñados por Dios y Jesús no estaba a punto de comenzar una revuelta de impuestos y ofender a todo el mundo y hacer que todo esto oscureciera el asunto espiritual y se volviera otra cosa, Él lo pago. ¿Entiende usted eso?

Digo, sería algo horrible si los cristianos llegaran al punto en el que comenzaran algún tipo de revuelta por los impuestos y quitaran su enfoque de algo y se concentraran en algo así en lugar de concentrarse en lo que deben concentrarse, lo cual es la dimensión espiritual. Y Jesús dice mira, págalo. Para que no los ofendamos. Y siempre será claro cuál es nuestro propósito, cuál es nuestro enfoque, cuál es nuestro mensaje.

Me encanta el hecho de que Él pagó el impuesto del templo cuando fue correcto. Y Él tomó un látigo y lo limpió cuando fue correcto. Y debido que pagamos el impuesto, no significa que no tenemos un derecho de hablar en indignación santa en contra del abuso de los impuestos. Pero lo pagamos. Y después, decimos lo que necesita ser dicho en el lugar correcto, en el momento correcto. Cuando el asunto es un tema moral y espiritual.

Ahora, observe Mateo 22, versículo 15. Mateo 22, versículo 15. Simplemente, vamos a ver este pasaje por esta noche. Vienen los fariseos. Este es el miércoles de la semana de la Pasión, usted recordará. Jesús está en el templo y lo están confrontando. Todas estas preguntas están surgiendo y entonces están tratando de enredarlo en lo que Él dice, de que tropiece con Sus palabras. Quieren encontrar una manera de atraparlo. Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos. Ahora, los fariseos y los herodianos se odiaban unos a otros de manera apasionada. Los fariseos eran anti Herodes. Herodes era un rey vasallo. Ni siquiera era judío. Los romanos le habían dado el derecho a gobernar. Los herodianos eran aquellos que pertenecían al partido de los Herodes. Ellos lo querían en el poder. Por lo tanto, ellos eran los que acolchonaban el asiento de los romanos. Ellos eran los que buscaban caerle bien a los romanos. Ellos no eran anti romanos en absoluto, eran pro romanos porque favorecían a la monarquía herodiana que quedaba. Y, por lo tanto, tenían que ser muy respetuosos de los romanos. Y debido a que en un tan pro romanos por motivos políticos personales, de ganancia personal, eran enemigos odiados por los fariseos, quienes eran anti romanos de manera violenta. Y aunque los fariseos y los herodianos políticamente estaban a kilómetros de distancia, se unieron en una cosa: ambos querían deshacerse de Jesús. Eran enemigos, pero se volvieron aliados inesperados para eliminar a Jesús.

Y la idea aquí eran meter a los herodianos en esto porque si ellos podían lograr que Jesús afirmara que Él estaba protestando en contra de los impuestos, que no pagaba Sus impuestos, que Él no creía que Roma debía ser reconocida, si ellos podían lograr sacar eso de Su boca, entonces los herodianos podrían correr a los romanos y reportarles. Si los fariseos corrían con los romanos y les reportaban, los romanos habrían pensado que era algún tipo de truco, de engaño. Porque los fariseos no querían decirle a Roma nada que les ayudara. Pero los herodianos lo harían. Y entonces, ellos enlistan a los herodianos para que sean los que vayan con los romanos cuando atrapen a Jesús en Su palabra.

Entonces, vienen a Él con mucha adulación. ‘Maestro, sabemos que eres amante de la verdad y que enseñas con verdad el camino de Dios. Y que no te cuidas de nadie porque no miras la apariencia de los hombres.’ Cuando dice ‘no te cuidas de nadie’, no quiere decir que es indiferente. Simplemente quiere decir que no está involucrado en favoritismo. No haces algo para sacarle provecho a cierto individuo. No te preocupa la persona de los hombres. No te preocupa de qué rango son, cuánto dinero tienen. Simplemente hablas la verdad de manera honesta. Realmente lo están adulando. ‘Debido a que eres tan maravilloso, dinos por lo tanto que piensas. Dinos qué te parece. ¿Es lícito dar tributo al César o no? ¿Debemos pagar nuestro impuestos a Roma?’ Claro, los fariseos decían que absolutamente no. No paguen a Roma sus impuestos. Eso es meter dinero al gobierno romano. Ellos dicen que César es un Dios. Eso es idolatría. Estás apoyando a una religión idólatra, pagana, apóstata. Por cierto, el emperador romano se tomó la libertad de pronunciar absolución sobre los pecados, actuando como un sumo sacerdote y adoptando el título de sumo sacerdote.

Entonces, los fariseos, no pensaban hacer eso en sus corazones. Digo, lo habrían tenido que hacer porque estaban obligados a hacerlo. No lo sé. Pero en algunas ocasiones pudieron no haber tenido otra opción. Pero claro, ellos habrían respondido a esta pregunta diciendo: “No está bien pagar impuestos al César.” No sé si lo dirían de manera pública. Pero eso es lo que ellos sentían. Ellos querían que Jesús dijera eso. Entonces, los herodianos habrían ido y lo habrían reportado. ¿Deben pagar impuestos? Kensas, el impuesto personal, el impuesto por cabeza, el impuesto de un denario que toda persona tenía que pagar… Los judíos, claro, odiaban los impuestos romanos. Lo resistían.

Si usted estudia la historia de Israel de alrededor del año 6 d. C. en adelante, usted encontrará muchas revueltas en contra de estos impuestos. Realmente creo que la destrucción del año 70 vino en parte como resultado de una revuelta por causa de los impuestos en el año 66, cuando este sentimiento en contra del impuesto romano fue revivido en el año 66. Y finalmente, llevó a que los romanos simplemente entraran y mataran a la gente. Básicamente, los revolucionarios que lo guiaron llegaron a ser conocidos como zelotes. ¿Algún alguna vez ha escuchado ese término? Los zelotes estaban a cargo de todas las actividades terroristas en contra de los romanos.

Entonces, le hacen la pregunta y quieren que Él diga que no paguen sus impuestos. Y de esta manera irán a reportarlo a los romanos que lo tratarán como un rebelde y se van a deshacer de él. Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos les dijo: “¿Por qué me tentáis, hipócritas? Son unos farsantes. Ustedes realmente no quieren una respuesta. Mostradme la moneda del tributo.” Y ellos le presentaron un denario porque era el kensas, el impuesto individual, el denario por cabeza que toda persona tenía que pagar. Muéstrenme ese denario, ese sueldo de un día. Y ellos le presentaron un denario, dicen el versículo 19. Y dice que cuando se lo trajeron entonces les dijo en el versículo 20 ¿de quién es esta imagen y la inscripción? ¿De quién es el retrato que está ahí? Y la imagen era la imagen del emperador y estaba designado en la moneda como el sumo sacerdote, entonces era religioso.

Por cierto, Augusto, inclusive se llamó a sí mismo el hijo de Dios. Él quería ser adorado como deidad. Entonces, en un asunto serio de idolatría para los judíos. ¿De quién es esta imagen? Le dijeron ‘de César’. Y Él les dijo ‘dad pues a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios. ¿Sabe usted lo que Él dijo? ‘Paguen sus impuestos al César y denle su adoración a Dios.’ Paguen sus impuestos. Denle su adoración a Dios. Eso es lo que Jesús dijo.

Ese es el principio afirmado a lo largo de las Escrituras. Paguen sus impuestos. Usted dice: “Pero César es apóstata. Pero César se llama a sí mismo el hijo de Dios.” Escuche, Jesús estaba diciendo: “Entréguenle sus impuestos a este hombre, quien es Mi rival, quien está diciendo que es el hijo de Dios. Él es el sumo sacerdote quien es un apóstata.”

Entonces, cuando alguien se me acerca y dice ‘Bueno, no voy a pagar mis impuestos porque están utilizando mis impuestos para abortos’, usted no tiene en qué apoyarse. No queremos eso. No nos gusta eso. Eso no está bien y necesitamos hablar cada vez que tenemos la oportunidad de hacerlo y protestar en contra de esto. Y cualquier otra maldad moral en nuestra sociedad. Por cierto, me dio gusto oír hoy, en una llamada telefónica, que la ciudad de Houston, en una tasa de cuatro a uno, votó en contra de la propuesta que se presentó en la ciudad de tratar de incluir a los homosexuales en lugares de liderazgo dentro de la ciudad. Y votaron en contra de ella cuatro a uno y deben votar en contra de ella. Le doy gracias a Dios porque votaron en contra de ella.

Los homosexuales en esa ciudad, por cierto, amenazaron diciendo que si no pasaban esta ley ellos irían por toda la ciudad donando sangre que contenía sida y habrían traído una epidemia entera sobre la ciudad. De cualquier manera, votaron en contra de ella, cuatro a uno.

Pero ese es el tipo de cosas en contra de las cuales queremos protestar. Y no queremos que nuestro gobierno use nuestro dinero para hacer eso. Pero eso no quita el hecho de que tenemos la obligación para no ofender, de pagar nuestros impuestos, así como Jesús pagó impuestos a un gobierno romano apóstata y alentó a la gente a hacer eso porque un gobierno, cualquier gobierno, no importa cuán malo sea, es mejor que no tener gobierno. Y es instituido por Dios para la protección y preservación de la vida y la propiedad. Inclusive Jesús aún pagó el impuesto del templo el cual en últimas pudo haber sido utilizado para Su propia destrucción.

Entonces, el principio es muy simple. Usted pague sus impuestos. Y yo creo que podemos reclamar las mismas promesas que el Antiguo Testamento dio. Que cuando usted paga sus impuestos, usted puede asegurarse de que Dios ¿qué? bendecirá. Le voy a decir una cosa, yo pago mis impuestos como un acto de obediencia Dios, creyendo que, al hacerlo, Dios me bendecirá. Yo no pago un centavo más de lo que me dicen que tengo que pagar, pero no pago un centavo menos. Y cada vez soy más cuidadoso. Porque quiero más para el Reino. Pero creo que el principio es claro.

Ahora, la próxima vez, veremos los versículos 6 y 7; y veremos el propósito y los particulares. Y esta es una sección realmente interesante conforme desarrolla el resto de la palabra de Pablo para nosotros.

Inclinémonos en oración. Señor, es tan bueno y práctico para nosotros el entender nuestra responsabilidad como ciudadanos. Nos preocupamos tanto por cómo actuamos en la Iglesia, cómo nos conducimos en la familia y a veces olvidamos cómo nos conducimos en el mundo y la sociedad que nos rodea. Que sepamos que nuestra fe puede ser calumniada si no somos buenos ciudadanos. Que nos sometamos de manera dispuesta a las autoridades superiores y paguemos con disposición nuestros impuestos para no ofender y para dar a César lo que es de César. Pero que también sepamos que Jesús dijo “dad a César lo que es de César y a Dios lo que de Dios.”

No adoramos a los hombres, no importa lo elevado que su rango sea. No le damos adoración, eso lo reservamos para Ti. Te damos gracias por el privilegio y te damos gracias Señor, que aun cuando no tenemos control sobre lo que sucede con nuestro dinero de impuestos y cuando nuestros corazones están tristes por lo que sucede con ese dinero en muchas ocasiones, no necesitamos temer porque estamos haciendo algo mal. Porque Tú nos has dicho que lo paguemos. Y Tú nos bendecirás. Porque el gobierno es una institución que Tú has ordenado. Aún con todas sus fallas, preserva y protege nuestra vida. Y Tú entiendes los límites de nuestro control. Pero, Señor, ayúdanos a ser valientes. Cuando podamos decir algo acerca de cómo se usa nuestro dinero de impuesto, que lo digamos. Cuando podamos hacer algo al respecto, que lo hagamos. Que hagamos todo lo que podamos hacer por patrocinar y apoyar esas cosas que extienden Tu Reino. Y no esas cosas que van en contra de Tu Nombre y Tu Verdad. Haznos buenos ciudadanos. Por causa de Cristo. Amén.

 

 

 

 

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