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Bueno, en esta noche regresaremos a Romanos, capítulo 12, para estudiar los versículos 9 al 21. Estamos avanzando a lo largo de este maravilloso pasaje que habla acerca de los deberes del cristianismo práctico. Tenemos que tomarlo poco a poco, porque en estas cosas que el apóstol Pablo tiene que decir, hay muchas cosas esenciales.

De vez en cuanto, me gusta leer biografías de cristianos del pasado. Creo que entiendo bastante bien cómo el cristianismo es en la actualidad. Y realmente, no sé cómo será en el futuro. Pero me encanta regresar al pasado y ver qué paralelos, o comparaciones, o cosas puedo aprender de otros. Y entonces, saco algunos de mis volúmenes antiguos que tengo quizás en párrafos o quizás algún libro biográfico de personas que vivieron en los años que han pasado, para ver qué era lo que los motivaba, cómo caminaban con el Señor, qué aprendieron, cómo vivieron y demás.

Y estaba leyendo acerca de un santo muy preciado y muy amoroso de Dios llamado Robert C. Chapman, quien vivió hace mucho tiempo atrás en Inglaterra. Y, creo que hoy en día casi nadie sabe de él. Pero él fue amigo de un hombre llamado J. N. Darby. J. N. Darby fue uno de los primeros líderes de los Hermanos de Plymouth, o simplemente ‘Los Hermanos.’ De hecho, muchos de ustedes que han salido de ese trasfondo han leído mucho de los escritos de Darby. Él influenció mucho a C. I. Scofield, quien fue responsable de la Biblia Scofield y muchas cosas más - la misión centroamericana, el seminario de Dallas y otras cosas salieron de ese hombre. Pero este hombre, Chapman, fue un hombre interesante, un amigo de Darby.

Él escribió en una ocasión que su meta en la vida, viendo a tantos predicar a Cristo y a tan pocos vivir a Cristo, era ‘vivir a Cristo.’ Y Darby dijo de él: “Él vive lo que yo enseño.” ¡Qué reconocimiento! “Él vive lo que yo enseño.” Otro santo de Dios del que me encanta leer y me encanta leer acerca de sus escritos, particularmente su obra acerca de las parábolas, es un hombre llamado William Arnot, A-R-N-O-T. Y a cerca de él se dijo lo siguiente: “Su predicación es buena. Su escritura es mejor. Y su vida es lo mejor de todo.” Y así debe ser con todos nosotros, ¿no es cierto? Que vivamos lo que aprendemos y que lo mejor de nosotros sea nuestra vida. ¿Por qué? Porque más que cualquier otra cosa, el cristianismo es un modo de vida. El cristianismo es un estilo de vida. Es un patrón de vida. Es un principio de vida. Y nuestra relación con Dios no está bien si ese principio de vida no está presente. No puede ser.

Entonces, venimos a Romanos, capítulo 12, versículos 9 al 21, en una sección muy práctica cerca de vivir correctamente, acerca del estilo de vida cristiano. Es una sección práctica más que cualquier otra sección en Romanos. Es muy simple. Es muy fácil de entender. Hay muy poco que yo pueda hacer para contribuir a su entendimiento, porque es tan absolutamente obvio, es tan evidente lo que él está diciendo. Lo único que puedo hacer es tratar de enriquecerlo y exhortar.

Pero el tipo de vida al que Pablo nos llama aquí es anormal. No es natural. En un sentido, no es humano. No es natural para los no regenerados. No es normal para él no regenerado. Este tipo de vida no es algo que los seres humanos pueden hacer por sí mismos. Es una vida sobrenatural. Es un estilo de vida que sólo puede ocurrir cuando es energizado por el Espíritu divino de Dios. Son sólo las personas que han vivido a través de los primeros 11 capítulos de Romanos que pueden vivir como el capítulo 12 los llama a vivir. Porque hasta que usted haya sido justificado, hasta que haya llegado a conocer a Jesucristo y Su Espíritu sea implantado dentro de usted y el principio de vida de Dios more en su alma, es imposible vivir de esta manera.

Y entonces, todo lo que hemos aprendido en los primeros 11 capítulos y en la primera parte del capítulo 12 acerca de la dedicación, es para prepararnos para poder vivir de esta manera. Y como hemos dicho a lo largo de los años en el ministerio aquí, en Grace Community Church, toda la teología tiene como fin definitivo el que podamos vivir para la gloria de Dios. Toda la doctrina debe resultar en el tipo de deber apropiado, el tipo apropiado de servicio.

Escuche el texto de 2 Corintios, capítulo 7, versículo 1 y vea si no se oye algo familiar en la verdad que expresa. “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.” Ahora, lo que él dice ahí es simplemente lo que Pablo dice en una cápsula. “Teniendo entonces todas estas promesas, amados.” En otras palabras, debido a todo lo que Dios nos ha prometido, esto es lo que debemos hacer en respuesta. “Limpiarnos de toda contaminación de carne y de Espíritu perfeccionando la santidad en el temor de Dios.”

Observe Efesios capítulo 2 por un momento; y usted ahí encuentra lo mismo. Este es un pasaje muy conocido. En el versículo 4 habla de Dios, “…que es rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó.” En el versículo 5, Él “nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos).” Él nos salvó. Versículo 6, “…juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.” Él ha decidido “mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de Su gracia en Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.” “Porque gracia sois salvos por medio de la fe.” “Es don de Dios.” Y demás. Todo esto Dios ha hecho. Y el versículo 10 dice: “Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús” y aquí viene “para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” En otras palabras, nuestra salvación consiste en llevarnos a cierto patrón de vida de justicia, un cierto tipo de vida.

Un joven en la marina estaba visitando nuestro servicio esta mañana y había oído de nuestro ministerio a través de cintas y algunos libros y otras cosas. Y él quería estar aquí y me dijo: “Quiero hacerle una pregunta muy importante: ¿Cómo sabe uno que es verdaderamente cristiano y que no es un tipo de actividad emocional momentánea que sucedió en algún tiempo del pasado? ¿Cómo sabe uno realmente?” Y yo le dije: “La manera en la que uno realmente sabe, y la única manera en la que sabes, es ver tu vida y ver que hay ahí. Esa es la única manera de verlo. Y si has experimentado la justificación, esto es ahora ya estás en una posición correcta ante Dios, entonces, va a haber un flujo, una santificación resultante. Y esto es un patrón de vida de justicia y santidad. Y aunque no ves todo lo que te gustaría ver, lo ves ahí y esa es la expresión del deseo más profundo de tu corazón.”

Entonces, fuimos los destinatarios de toda la gracia de Dios, hemos recibido eso para vivir una vida piadosa, obediente, para apuntar a otros a Él y para mostrar alabanza al Único que puede volvernos, convertirnos de ser hijos de las tinieblas a hijos de la luz, de aquellos que sirven al diablo a aquellos que sirven a Dios. Como puede ver, cuando usted vive una vida piadosa, usted trae honra al que lo transformó y atrae a otros a que lo transformó. Y Él recibe la gloria. Y usted es bendecido por su obediencia. Y entonces, lo glorifica por la bendición que recibe. Entonces, el Señor nos ha redimido para vivir cierto tipo de vida, para vivir un cristianismo práctico.

Ahora, vaya a Filipenses y quiero llevarlo a un texto por un momento que con frecuencia es malentendido y que quizás lo ha confundido o ha confundido a algunos de ustedes conforme lo ha leído. En Filipenses, capítulo 2, versículo 12, leemos esto. “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor.” Ahora, algunos han dicho que eso significa que tenemos que trabajar nuestra propia salvación; en otras palabras, que nosotros tenemos parte en salvarnos a nosotros mismos. Y algunos han sido molestos por lo que dice ese versículo, “ocupados de vuestra salvación” cuando acabamos de leer Efesios 2, donde dice que nuestra salvación no es por obras.

¿Es esto una contradicción? ¿Está diciendo en un lugar que no es por obras y en otro lugar que tienes que ganártela tú? ¿Qué es lo que este versículo problemático realmente está diciendo? Bueno, regresemos a Filipenses para poder saber de qué está hablando. Regrese al capítulo 1, versículo 27. Él dice esto: “Sólo” y esta es una exhortación muy importante “nada más que vuestra conducta sea apropiada al Evangelio de Cristo.” ¿Ve lo que está diciendo ahí? Si usted dice que ha sido redimido por el Evangelio, entonces que su conducta lo muestre. Que su conducta, le dice a los Filipenses, sea apropiada al Evangelio de Cristo para que sea que esté presente y venga a verlos o sea que esté ausente, oiga de ustedes, o, por así decirlo, de su estilo de vida, que permanecen firmes en un sólo Espíritu, con una mente, luchando juntos por la fe del Evangelio y demás. En otras palabras, él dice ‘miren, si verdaderamente son salvos, entonces que su conducta lo muestre, sea que yo esté o no.’ En otras palabras, que sea tan genuino y tan verdadero que usted no necesite de un policía o de mi presencia. Sea que yo esté ahí o no, que todavía se conduzcan de una manera apropiada al Evangelio.

Noten ahí en el versículo 5 del capítulo 2. Pablo dice: “Haya pues en vosotros este mismo sentir que hubo en Cristo Jesús.” Sean como Cristo. Piensen como Cristo. Tengan la actitud de humildad que Cristo tuvo. Y después, él la describe, ¿no es cierto? En los versículos 6 al 11. Fue una actitud de humildad. “El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,” versículo 6. “Sino que se despojó de sí mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Se humilló a sí mismo por nosotros. Y el versículo 9 dice: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” Y entonces, él dice que la mente que hubo en Cristo esté un ustedes. Una mente de humillación. Fue una mente de sumisión. Que esa mente esté también en ustedes.

Ahora, usted llega al versículo 12. Y él dice: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en Mi presencia solamente, sino mucho más ahora en Mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor.” Ahora, en el contexto, creo que es claro lo que él quiere decir con eso. Escuche ahora. Debido a que pertenecen a Cristo a través del Evangelio, como dijo el capítulo 1, versículo 27, debido que pertenecen a Cristo a través del Evangelio; en segundo lugar, debido a que Cristo en Su obediencia humilde a Dios les ha dado el ejemplo de cómo deben vivir, en obediencia humilde a Dios, debido a que Cristo les ha mostrado la recompensa de esa obediencia, versículos 9 al 11, Cristo es obediente en los versículos 6 al 8; y Él fue recompensado los versículos 9 al 11, ¿verdad? Él se humilló a sí mismo ¿y Dios qué? Lo exaltó. Debido a que pertenecen a Cristo, debido a que Él es su ejemplo, debido a que ustedes ven lo que le sucede a alguien que obedece, por tanto, amados míos, como siempre han obedecido, sigan obedeciendo, implícito. Sea que yo esté ahí o no.

Habían sido obedientes en Filipos. Pero, sin duda, su obediencia fue una obediencia que se estaba apoyando mucho en Pablo. Cuando él estaba presente, él establecía el ritmo. Cuando él estaba presente, él enseñaba, él exhortaba. Él desafiaba. Él ayudaba. Él confrontaba. Él contestaba sus preguntas. Él resolvía sus problemas. Él resolvía sus dilemas. Pero lo que él entonces les está diciendo -y lo mismo en el capítulo 1, versículo 27- es ‘ahora que no estoy ahí, no sean menos obedientes. Siempre han obedecido en mi presencia. Ahora, continúen obedeciendo en mi ausencia. Es lo mismo, nada más que es una cuestión de que yo esté siendo policía de ustedes. Que venga desde adentro. Y sea’ -y aquí viene una de las cosas más importantes al final del versículo 12- ‘con temor y temblor.’

En otras palabras, debido a que es algo tan serio el obedecer, háganlo con temor y temblor. No temor de mí, sino temor de Dios; de manera reverente, de todo corazón, humildemente, de manera mansa, obedezcan. Y él dice: ‘continúen ocupándose de vuestra propia salvación.’ Ahora, ¿qué quiere decir? Simplemente significa mediante gran esfuerzo, mediante un deseo constante de serle agradable a Dios. Mediante una dedicación constante al Espíritu de Dios y obediencia a la palabra de Dios, ocúpense de lo que ya está ¿en dónde? adentro. En otras palabras, lo que él está diciendo es que la salvación que está en ustedes debe ser visible por fuera.

Esta es la vida cristiana. Vivir por fuera lo que ya está por dentro. Y es una gran palabra de aliento en el versículo 13, en donde dice: “Porque Dios es el que vosotros produce tanto el querer como el hacer por Su buena voluntad.” Dios está operando por dentro para hacer Su voluntad y cumplir Su buena voluntad y dejen que suceda por fuera. Y entonces, tenemos que vivir por fuera lo que somos por dentro. Es otra manera de decir lo que vimos en 2 Corintios 7:1 y Efesios, capítulo 2, versículos 4 al 10. “Debido que Dios ha hecho todo esto, debido que ustedes han visto el ejemplo de Jesucristo, el que obedece es exaltado, y así como han obedecido mi ausencia, en mi presencia continúen obedeciendo en mi ausencia, continúen y háganlo con temor y temblor porque ustedes consideran la santidad de Dios; y manifiesten por fuera lo que está adentro.” Y ése debe ser el estándar de la vida cristiana. Debemos vivir por fuera lo que tenemos por dentro; para que la gente que no lo tiene, quiera tenerlo, ¿verdad? Y Dios será glorificado. Ahora, ¿qué significa eso? Usted dice muy bien. Estoy dispuesto a limpiarme y vivir de la manera en la que debo vivir. Quiero manifestar por fuera la salvación que está por dentro. ¿Qué necesito hacer?

Bueno, eso nos lleva de regreso a Romanos capítulo 12. Y ahí es donde vamos a encontrar los deberes prácticos que constituyen la vida cristiana. Ahora recuerde, ya nos ha dado una base doctrinal. Ya nos llamó a un compromiso total en los versículos 1 y 2, ya nos animó a usar nuestros dones espirituales en los versículos 3 al 8. Entonces, primero tenemos que ser salvos y después tenemos que estar totalmente comprometidos; y después tenemos que usar el ministerio de nuestros dones espirituales. Y en el flujo de eso, comenzamos a vivir la vida cristiana práctica que él describe comenzando en el capítulo 12, versículo 9. Y llegamos al capítulo 15 -muchas cosas que él tiene que decir acerca de la vida práctica.

Ahora, él simplemente comienza con una lista realmente de despensa, de comida, de cosas, disparando rápidamente del versículo 9 en adelante. Y es como si él hubiera trazado un círculo, como dijimos la última vez y continúa ampliando el círculo para incluir otra categoría u otro grupo de ideas. Círculo número uno, comienza con nosotros. Y vimos esto la semana pasada. Y simplemente lo mencionaré. Versículo 9. El asunto de la vida cristiana comienza con tres actitudes básicas. El amor sea sin fingimiento. La característica dominante de un cristiano debe ser ¿qué? Amor. ¿Qué tipo de amor? Amor genuino. Ésa es la marca del creyente. Juan 13:34. “En esto conocerán todos que sois Mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” Hay fe. Hay esperanza. Hay amor; y el más grande, el mayor de éstos, 1 Corintios 13, dice es amor. Y entonces, el amor es la marca primordial, el amor legítimo, piadoso, sin fingimiento, hipocresía o engaño.

En segundo lugar, dice: “Aborreced lo malo.” Un odio fuerte hacia el pecado. Y en tercer lugar, “seguid lo bueno.” Aférrense como pegamento. Ahora, esa es la primera fase del círculo. Y eso, en cierta manera, está a nuestro alrededor. Esas tres cosas que deben ser una realidad en nuestras vidas. Amamos de manera genuina. Odiamos el mal. Y nos pegamos a lo que es bueno.

Ahora, al llegar al versículo 10, el círculo se amplía un poco para incluir otra dimensión; no sólo yo personalmente, sino la familia de Dios. Y en esta segunda sección, versículos 10 al 13, algo de lo que él dice se va a dirigir a la familia. Algo va a retroceder y dirigirse a mí como individuo. Entonces, cuando el círculo se amplía, no excluye el asunto previo. Simplemente lo incluye de una manera más amplia. Entonces, al ver el círculo en la fase dos, vemos cómo se amplía para incluir a la familia cristiana, como también incluir algunos puntos directos que tienen que ver con mi vida personal.

Observe el versículo 10 y vea dónde comienza. “Amaos los unos a los otros con amor fraternal.” Ésa es la primera de las declaraciones acerca del círculo más amplio que incluye a la familia cristiana. El amor fraternal, uno a otro; y el afecto amable nos habla de la relación dentro del cuerpo de Cristo. Ahora, la palabra “amor fraternal” es una palabra muy interesante en el griego y nos ayuda a entender lo que quiere decir, si entendemos la palabra. Es una combinación de dos palabras. De hecho, ambas palabras significan amor. Podría traducirlo “sean amorosamente amorosos.” Pero para realmente entender la riqueza de lo que significa, las dos palabras son philos o phileō, lo cual significa un amor cálido de afecto. Y la segunda palabra es storgē. La palabra es philostorgē. La segunda palabra storgē básicamente significa un amor natural de familia. Es la palabra, por ejemplo, utilizada en 2 Timoteo, en donde Pablo le dice a Timoteo que en los postreros días, la gente no tendrá afecto natural. Y lo que él quiere decir ahí es que habrá un deterioro en las relaciones de amor normales, dentro de las familias, en las relaciones de amor normales naturales. Ahora, entonces, philostorgē combina dos palabras. Storgē, que significa un amor natural, no un amor inducido por el deseo, no un amor inducido por la belleza, o una personalidad atractiva, sino el amor natural que ocurre dentro de una familia. El tipo de amor natural normal, un amor que es generado por la atracción, la personalidad, la belleza, la lujuria, el deseo, la circunstancia o algo así. Es simplemente amor familiar normal. Y es maravilloso que él lo use aquí porque él dice que en la vida cristiana debemos tener un tipo de amor de familia phileō; y phileō habla del afecto cálido de amor.

Entonces, debemos ser caracterizados por un amor natural que compartimos con todos los creyentes. Y creo que usted ha experimentado eso. Yo sé que muchas, muchas veces puedo entrar en un ambiente en donde no conozco a nadie y si aman al señor Jesucristo, no toma mucho tiempo para que tengamos un sentido único de amor. Hay un vínculo en común que va más allá de la cultura y el tiempo y el lugar y los acontecimientos y las circunstancias. Y aunque no tenemos historia ni conocimiento ni algo en común en términos de estilo de vida o de gustos o disgustos, hay un sentido inmediato de afecto con alguien que pertenece a la familia de Dios. ¿Alguna vez ha sentido eso? ¡Claro que sí! Y ese debe ser un tipo de amor afectuoso que se demuestra. Debemos amar a aquellos que están dentro de la familia. Y lo repito, no es un amor que nace de la atracción. Es un amor que es dado a cualquiera que pertenece al mismo Salvador, al mismo Señor, al mismo Padre. Esa es la razón por la que en Mateo 18 nuestro Señor dice: “Bajo ninguna circunstancia nunca menosprecien o desprecien, kataphroneō, o piensen de alguien de la familia de Dios como menos que ustedes porque todos somos partes de la familia.” Debe haber una atracción natural. Debe haber algo afín de manera natural. Y aunque podamos quizás tener alguna fricción en la familia, cuando hablamos en términos de protegernos unos a otros y salvarnos unos a otros y asegurarnos unos a otros y llegar a rescatarnos unos a otros, es maravilloso cómo hacemos eso. ¿No es cierto? Es maravilloso.

No me gusta usar ilustraciones de la casa; pero voy a usar una, porque encaja muy bien aquí. Mis hijos me dicen que no hable sobre ellos y trato de no hacerlo. Pero éste no está aquí en esta noche. Está por allá. Entonces, está bien. No le digan. La otra noche, en la mitad de la noche, después de que Mark había jugado un partido de fútbol, tenía dolor. Como sucede con frecuencia la noche después de un juego de fútbol. Y en el medio de la noche, salió volando de la cama con un calambre; y llegó con mucho dolor, gritando. Usted sabe. Yo me puedo identificar con eso. He tenido unas cuantas de esas noches en años pasados. Y estaba con mucho dolor. Y el calambre se le quitó. Y al siguiente día, resulta que yo estaba en su recámara, él se había ido a la escuela; y encontré una pequeña tarjeta sobre su escritorio. Fue interesante. La abrí. Adentro había unos dulces pegados con cinta adhesiva y había una nota que le había escrito su pequeña hermana. Y comenzaba diciendo algo así: “Querido Mark, yo sé que a veces me porto mal y te trató mal. Pero cuando te oigo llorar en dolor, me siento mal y quiero que me perdones por todo lo malo que te he hecho; y quiero que sepas que te amo y me da gusto que eres mi hermano. Firma, Melinda.” Bueno, como pueden ver no importa lo que sucede en la parte de atrás del automóvil en los viajes largos; cuando uno realmente se concentra en lo que la relación es y sabe que alguien se lastimó, hay un verdadero sentido de preocupación, ¿no es cierto? Y así debe ser en la familia.

Y en Mateo, capítulo 18 Jesús también dijo: “Y cualquiera que reciba en Mi nombre a un niño como este, a Mí me recibe.” A mí. A mí. Aquí tenemos una maravillosa familia; una familia maravillosa que debemos amar con afecto cálido. Esa es la razón por la que como vimos hace unas semanas atrás, el Nuevo Testamento nos manda en cinco ocasiones diferentes a saludarnos unos a otros con ósculo santo. Con un beso santo, con un beso de amor, porque debemos identificarnos unos a otros de maneras que demuestran en la foto que le pertenece a aquellos que tienen una familia, un sentido de afinidad en la comunión del Señor. Me gustó tanto esta mañana, creo que Dennis Mc Bride me estaba contando de algunos de los hermanos discapacitados que vinieron a la clase de los galileos, algunos de ustedes estuvieron ahí, y un señor ciego entró y estaba contando la historia de cómo necesitaban un duplicador de Braille. Es como una máquina de Xerox, nada más que duplica en Braille para que pudieran difundir, llevar la Palabra a más personas. Y simplemente, compartieron la necesidad. Y dijeron ‘si quieren dar un poco después de que termine la escuela dominical, simplemente deténganse en la puerta.’ Y contaron y terminaron con $2100. Bueno, no sé si alguien en los galileos realmente conocía a ese individuo que compartió la necesidad personalmente; o quizás conocían a otras persianas ciegas, pero tienen un sentido asombroso de afinidad y preocupación y cuidado por las necesidades de alguien más. Y realmente, así debe ser. Ése es el tipo de amor al que nos llama nuestro Señor.

Después, noten también, si son tan amables, que no sólo usa la palabra philostorgē o el tipo de palabra que dice ‘amaos los unos a los otros con amor fraternal’ pero dice ‘sean de esa manera con amor fraternal.’ La primera palabra es entonces amaos de philostorgē; y luego dice amor fraternal. Y esto es asombroso. Esto es Phila-delphia. Entonces, lo que él dice es ‘sean amorosamente amorosos unos con otros con amor amoroso.’ Digo, esto es redundante. Es de nuevo phila de nuevo afecto y adelphos, hermano; nuevamente la misma idea. Ámenlos como si estuvieran íntimamente asociados con ustedes, como si fueran familia. Entonces, él usa dos palabras que expresan amor de familia en la misma frase, lo cual hace una declaración muy fuerte. Ámense unos a otros como familia. Ámense unos a otros como familia, dos veces. Y no sólo es amor teológico. Es un afecto tierno, amable, de cuidado, de preocupación. El amor puro de aquellos que le pertenecen a Jesucristo.

Es de lo que Juan habla en 1 Juan 5, en esa hermosa declaración que hace. “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por Él.” Una declaración maravillosa. Si usted ama a Dios, ama a los que le pertenecen a Él. Y hay un afecto cálido hacia los hermanos y hermanas en Cristo. Y esa la razón por la que en Efesios, Pablo dice: “Siendo misericordiosos, perdonándoos unos a otros así como Dios por causa de Cristo los ha perdonado.” Debemos identificarnos como aquellos que amamos.

El apóstol Pablo le dijo a los corintios en 2 Corintios 12:15: “Los voy a amar más aunque ustedes me amen menos,” él dijo. Ese era el amor que debe caracterizarnos a todos nosotros. Cuando él escribió 1 de Corintios, en el cuarto capítulo, dijo: “Miren, los amo. Ustedes son mis hijos amados; y como mis hijos amados quiero cuidar de ustedes. Ahora, si ustedes siguen desobedeciendo, voy a venir con vara. Pero si ustedes se corrigen, vendré con gentileza. Ustedes tienen la elección. Pero mi amor va a alcanzarlos, sea en la calidez de afecto y gratitud por su obediencia o en la disciplina; porque quiero que ustedes sean todo lo que Dios quiere que sean.” Ése es el tipo de amor del que estamos hablando. Es un amor de confrontación. Es un amor de cuidado, un amor de preocupación, un amor compasivo. Usted preguntará si realmente tenemos ese amor para dar. Sí. Recordamos Romanos 5, “el amor de Cristo ha sido derramado en nuestro corazones.” Pablo, al escribir los tesalonicenses en el capítulo 4, creo que es el versículo 9, dice: “Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros.” Ustedes han sido enseñados por Dios a hacer eso. Y claro que él ora porque ese amor abunde aún más y más. Ellos sabían cómo amar. Ese amor debe abundar más y más. Eso es Filipenses 1:9. Entonces, debemos amar con un afecto tierno, lleno de gracia que le pertenece de manera única a la familia de Dios.

Después noten en segundo lugar, en el versículo 10, “en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.” Ahora, ahí damos un paso más hacia adelante. El amor es el ambiente general. Y en cierta manera, se expresa en este segundo pensamiento; y ése consiste en preferirse los unos a los otros. Y esto nos lleva a otro ingrediente que es esencial en la vida familiar en la Iglesia y esa es la humildad. Si vamos a amar a todos por igual, si vamos a hacer eso, si vamos a tener el tipo correcto de compasión, Filipenses 2:1-4 dice que debemos mostrar misericordia a la gente, debemos mirar por las cosas de otro y no por las propias.

Debemos preferir a otros.

Y la idea de preferir es algo hermoso. Es una idea hermosa. Tiene la idea de que guiar el camino. Tiene la idea de guiar el camino. ¿Escucho eso? Tiene el sentido de guiar el camino. Eso es, ser el ejemplo. En otras palabras, comenzar el desfile, por así decirlo. Están enfrente a favor de otros. No nos vamos a sentar y esperar a que alguien más honre al otro, hasta que alguien más muestre preferencia al otro, hasta que alguien más satisfaga la necesidad del otro, hasta que alguien más ceda a la petición del otro. No vamos a esperar hasta que alguien más le de honor a alguien que se le debe honrar. Amar a quien se le debe amar. No debemos esperar hasta que alguien más cuide de algo que necesita ser hecho y esperar a que sacrifiquen su propio tiempo y talento y recursos. Sino que debemos guiar el desfile, en otras palabras, debemos ser los primeros en hacer eso. Ésa es la esencia del término. No debemos estar esperando sino guiando el camino en la honra a otros. Y eso es lo que significa preferir a otros, guiar en traerles la honra que debemos darle al que debe ser estimado más que nosotros mismos. ¡Qué gran pensamiento! Debemos ser prontos a dar honra, prontos a dar recompensa, pronto a dar respeto, prontos a dar amor, prontos a satisfacer una necesidad. Esta es la prueba más genuina de humildad que yo conozco.

Algunas personas, por otro lado, cuando alguien más es honrado se enfadan mucho y sienten celos, ¿verdad? Tienen envidia. Simplemente lo opuesto debería ser la marca de un creyente. Preferimos a otros y guiamos en el desfile, en traer honra a otros, en satisfacer las necesidades de otros. Entonces, eso nos lleva un círculo más amplio, ¿no es cierto? E incluye actitudes hacia la familia de Dios. Podríamos decir mucho más de eso, pero debemos continuar.

Ahora, en este segundo círculo, el cual incluye a la familia, tenemos esa identificación personal también. Entonces, todavía aquí nos llega de manera directa varias veces. Y aquí encontramos tres asuntos muy esenciales que se relacionan conmigo y usted también en el versículo 11. Y son muy, muy importantes.

La primera, “en lo que requiere diligencia, no perezosos.” El término griego en sí sería mejor traducido de esta manera ‘no perezosos en celo.’ La palabra aquí es spoudē y literalmente significa apúrense, apúrense. Me acuerdo de uno de los sermones clásicos que escuché por parte de un predicador de color en una ocasión, fue un sermón acerca de apurarse. Y éste fue su sermón entero. Tenemos que apurarnos; y él siguió y siguió y siguió así durante 35 minutos y después dijo ‘ahora, eso es apurarse.’

¿Para qué nos estamos apurando? Ése es mi segundo punto. Y ya para cuando terminamos, ya casi casi nos pisamos unos a otros para salir del lugar, porque estamos tan apresurados. No sé si todos supimos por qué estábamos apurados, pero definitivamente estamos apurados. Y aquí esa es la idea. No seas perezoso. Estás apurado. Y su punto en el mensaje fue bien tomado. En general, lo que estaba diciendo era ‘estamos ocupados con las cosas del rey y las cosas del rey tienen que llevarse a cabo mientras que las podemos hacer, mientras que es de día. Tenemos que trabajar, como dijo Jesús, porque viene la noche cuando ningún hombre puede trabajar. Y lo que debe ser hecho tiene que ser hecho y tiene que ser hecho ahora.’ Y entonces, lo que él está diciendo es ‘no pierdan su celo al apurarse.’ No se vuelvan perezosos en la obra. El punto aquí es un asunto espiritual. Con respecto a celo espiritual, no sean perezosos. Con respecto a la necesidad de tener un compromiso total, ir rápido y quedarse ahí, mantenerse apegados, no retrocedan. Dicho de otra manera, dos veces en el Nuevo Testamento, Gálatas 6:9 y creo que la otra es 2 Tesalonicenses 3, versículo 13. Ambas dicen ‘no os canséis de hacer el bien.’ Tiene que haber un sentido de prisa. Tiene que haber intensidad en la vida cristiana. No hay lugar para la pereza. Podríamos pasar mucho tiempo hablando regresando al libro de Proverbios y haciendo un estudio entero de la pereza y lo terrible que es la pereza para Dios. Pero es suficiente decir en este punto que no hay lugar para la pereza la obra del Señor. No hay lugar para la flojera. Demanda prisa, demanda un espíritu que se está moviendo rápido.

En Eclesiastés 9:10, Salomón dio un consejo muy sabio. Él dijo: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.” Lo que hay en tu mano hacer, hazlo con toda tu fuerza. Y en Mateo 25, versículo 26, cuando estudiamos eso no hace mucho tiempo atrás, conocimos a un siervo perezoso a quien se le dio un talento y fue demasiado perezoso como para hacer algo de eso. Lo sepultó en el suelo, lo enterró en la tierra y le costó su eternidad.

En Isaías 56, estaba leyendo esta semana y llegué al versículo 10; y en ese versículo, Isaías condenó a los líderes de Israel con estas palabras: “Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir.” En otras palabras, la gente que supuestamente debía estar velando en términos espirituales en Israel, se quedó dormida y se volvieron perros mudos que no ladraban, cuando debieron haber ladrado. Eran inútiles como perros guardianes, ciegos, ignorantes, durmiendo, acostados y les encantaba dormir. Y lo que Pablo que está diciendo es que aquellos de nosotros que estamos en el ministerio de Cristo, debemos estar ocupados en todo momento dando el máximo esfuerzo haciendo la obra del Señor mientras que la obra puede ser hecha. De hecho, en Proverbios 18:9 dice: “El que es negligente en su trabajo es hermano del hombre disipador.” El que más desperdicia no es el que desperdicia el dinero sino ¿Qué? El que desperdicia el tiempo. No debemos desperdiciar el tiempo.

En Efesios, capítulo 5, Pablo dice: “Aprovechando bien el tiempo.” En Hebreos 6:12, dice: “no os hagáis perezosos.” De nuevo, esa es la idea de pereza, de flojera. Y me temo que muchos cristianos se deterioran cuando deberían estar cansados. No he conocido muchos cristianos que se cansen. Esa es la manera de pensar en nuestro día.

En una ocasión, leí algo interesante. Una encuesta. La intención de la encuesta era demostrar cuántas pocas personas trabajan duro. Y escogieron a supervisores de nivel medio, personas, en cierta manera, que estaban en posiciones de supervisión, que trabajan en el mundo de los negocios. Y la encuesta era para determinar cuántas horas en un día de trabajo, cuántas horas de hecho son horas productivas en el día promedio de una persona en el mundo de los negocios que tiene cierta responsabilidad a nivel administrativo, a nivel de supervisión. Esto es cuando tienen algo de libertad, qué hacen con su tiempo cuando hacen lo que quieren. Si usted está ahí en la línea de montaje, es algo difícil determinar cuánto va a trabajar y cuánto de ese día de ocho horas usted realmente trabaja. Pero si usted tiene una responsabilidad de supervisión, de gerencia o tiene un negocio y controla su propio tiempo, ellos querían descubrir cuánto realmente la gente trabaja y cuánto realmente es tiempo productivo. Y el promedio en Estados Unidos de un día de ocho horas fue de dos horas de tiempo productivo. Dos horas de que realmente produjeran.

Si usted no cree que vivimos en una sociedad orientada a la recreación, está equivocado. Usted dirá ‘pero bueno en esas dos horas yo produzco.’ Bueno, muy bien. Y quizás lo hace, quizás es suficiente para mantener al resto de su gente trabajando ocho. No estoy diciendo que está necesariamente mal. Sólo estoy diciendo que así es. Y algunas veces, creo que nuestra actitud hacia eso se transmite al cristianismo. He notado inclusive con nuestros jóvenes en el seminario y el movimiento que se ve en los seminarios en la actualidad es extender el proceso educativo. Ahora, hay muchas razones para ello; y no quiero culpar a todo el mundo que se toma mucho tiempo para terminar el seminario. Algunas veces, una esposa y muchos niños y la necesidad de un trabajo hacen que así sea. Pero hubo una época en la que usted entraba por la puerta del seminario y tres o cuatro años después, salía por la otra puerta y había terminado. Y lo hacía todo en un bloque de tiempo. Y el beneficio de eso era la preparación de la diligencia y la disciplina. Sé que así fue para mí. Yo llegué a la universidad, terminé la preparatoria a los 17, terminé la universidad a los 21 y me gradué del seminario a los 24. Así, una, tras otra, tras otra y terminé. Realmente creo que ese fue uno de los mejores maestros de disciplina personal. Fue ‘el’ mejor maestro práctico de la disciplina personal que tuve en mi vida. Aprender a cómo hacerlo y quedarme con eso y producir y terminar.

Y lo que sucede en la actualidad con los jóvenes que van al ministerio es que con mucha frecuencia se estira mucho. Trabajan un poquito, van a la escuela con un poquito y salen en sus citas con sus prometidas un poquito, y juegan un poco aquí, tienen un poco de tiempo libre allá. Y cuando salen del seminario y entran a una Iglesia, tienen que hacer una cosa todo el tiempo y no lo pueden hacer. Es casi imposible. Entonces, no es raro verlos cancelar el servicio del domingo por la noche porque no se pueden disciplinar a sí mismos en el proceso de prepararse. Y como les mencioné hace algún tiempo atrás, cuando me preguntan cuál es la clave en el ministerio, les dije que es sentarse en la silla hasta que termine el trabajo. Ellos piensan que eso no es espiritual. Pero en un sentido real, es verdad. Hay una necesidad de tener un verdadero celo entusiasta en la obra del Señor.

El otro día oí acerca de una señora en nuestra Iglesia que ha enseñado una clase en la escuela dominical de niñas durante 18 años. No a las mismas niñas pequeñas, por cierto. Obviamente, entran y salen, como usted sabe. Pero en el mismo grupo. Y no sé si era de tercero o cuarto o lo que fuera, pero fueron 18 años. Eso es un maravilloso. Quedarse ahí y no cansarse en hacer el bien.

Y entonces, eso es lo que él quiere decir cuando dice en lo que requiere a diligencia, no perezosos, fervientes en espíritu. Sigan moviéndose, sigan haciéndolo. Y uno de los secretos es tener responsabilidad. Con frecuencia, alguien me pregunta cómo me fuerzo a mí mismo a estudiar. Yo le digo bueno, no me fuerzo a mí mismo a estudiar. La gente que viene los domingos hace eso. Digo, ¿de qué les serviría si yo viniera aquí los domingos y dijera ‘Bueno,  no he terminado, pero creo que terminaré el sermón el día martes. ¿Podrían regresar?’ No, no, no, no.

De hecho, una vez cuando enseñé un curso, una clase en el seminario, les dije de manera casual que su proyecto tenía que estar listo para el viernes. Les di como tres semanas para escribir un proyecto. Y les dije que lo tenían que entregar el viernes. Entonces lo quiero tener el viernes. Y entonces, llegó el viernes y casi la mitad del grupo entregó sus proyectos. Y la otra mitad dijo ‘se lo entregamos el lunes.’ Yo dije no. Los voy a reprobar. ‘¡Oh!,’ dijeron ‘no pensamos que serías tan duro.’ ‘Oh,’ yo dije ‘no soy duro. Simplemente yo les dije viernes. Eso es todo.’ ‘Pero salió esto y aquello.’ ‘Eso lo que le dije, el viernes.’ Y preguntaron por qué. Y les dije: ‘Porque no pueden aparecerse en su iglesia el domingo y decir ‘bueno si me pueden dar dos días para terminar.’ Más vale que aprendan ahora. Y como uno de mis profesores me dijo, ‘nunca podría ser pastor porque nunca podría decidir qué pasaje voy a predicar el domingo de cada semana.’ Hay cierta tiranía en eso que es muy útil. Y cuando tienes una clase o tienes un ministerio, tienes que rendir cuentas; y por eso es bueno tener eso. Puedes tener en cierta manera un ministerio que flota, y puedes hacerlo cuando quieres. Pero entre más te amarras a un ministerio en donde hay cierta demanda de tu tiempo, más te ves forzado a tener celo y diligencia y a prepararse para eso. Entonces, es un principio muy importante.

Ahora, de la mano con esto en el versículo 11, está el principio de ser ferviente en espíritu. Y esto es muy bueno porque no puede ser perezoso, pero puede tener una actitud mala por ello. Puede decir: “Bueno, lo voy hacer porque tiene que ser hecho, pero ciertamente no me gusta. Me gustaría salir de todo esto.” No. Me gusta esto. La palabra ferviente quiere decir hervir con calor, hirviendo. Y el espíritu es el espíritu humano, tu propio hombre interior. Y lo que está diciendo es esto: “Sé un creyente que está a punto de hervir.” Digo, simplemente tiene que estar hirviendo todo el tiempo. No siendo tibio o frío. La vida cristiana debe estar llena de entusiasmo, debe estar llena de celo, de emoción, de gozo, de un esfuerzo total.

Me acuerdo de leer un artículo, de hecho lo tomé para compartir un par de extractos. El título era ‘Vuélvete entusiasta.’ Y decía: ‘Acabo de hablar con Lorraine y me dejó sintiéndome sin ánimo, desanimando, triste.’ Seguro han conocido gente así, ¿no es cierto? Seguro. Millones de ellos. Son tan comunes, de hecho, amenazan convertirse en una epidemia nacional. ¿Qué pasa con ellos? ¿Están en problemas? No más que el ciudadano promedio. ¿Enfermos? No. ¿Aplastados por la tristeza, por el remordimiento? Difícilmente. ¿Entonces, qué les pasa? Les falta entusiasmo, el problema más antiguo de la tierra.’ Fin de la cita. Y continúa partir de ahí. Y creo que eso puede ser verdad. Podemos cansarnos de hacer el bien. Podemos perder nuestro celo y nuestra emoción y nuestro entusiasmo. Y eso muy malo. La vida cristiana necesita estar llena de esa energía, de esa emoción, de esa dinámica que se mueve no sólo por compromiso por hacer la tarea y no sólo se rehúsa a volverse en alguien perezoso, sino que está hirviendo en Espíritu porque se hagan las cosas, emocionado.

Hubo muchos hombres así en las Escrituras, pero hay uno que viene a mi mente y usa la misma frase para describirlo. Está en el capítulo 18 de Hechos. No lo busquen. Simplemente se loas leo. Nos habla de Apolos, cierto judío que era un hombre elocuente y poderoso las Escrituras, el Antiguo Testamento. Éste había sido instruido en el camino del Señor y estaba hirviendo en Espíritu, lo mismo. Él era fervoroso en Espíritu. Él era un hombre cuyo espíritu nunca se detenía, nunca reducía la velocidad; él era alguien entusiasta, con iniciativa, con un Espíritu emocionado, con fervor espiritual. Henry Martyne, el gran misionero, fue la india y dijo “Ahora, déjame arder para Dios.” El apóstol Pablo nunca se detuvo. Él dijo “corro, prosigo a la meta. Peleo para pegarle mi oponente. Él dijo hago todo lo que puedo, poniendo mi cuerpo en servidumbre, 1 Corintios 9. Él dice ‘yo predico y enseño y amonesto a todo hombre a fin de presentar a todo hombre perfecto en Cristo, Colosenses, capítulo 1. Digo, él simplemente era un trabajador que nunca se fatigaba, lleno de celo. No sólo porque por fuera se vio forzado a hacer eso, sino por dentro él tenía un espíritu fervoroso. Eso es lo que me encanta ver. A cristianos entusiastas, emocionados.

Y eso nos lleva a un tercer principio personal en el versículo 11. No sólo debemos no ser perezosos en nuestro celo, sino estar hirviendo en nuestro espíritu, listos para caminar, emocionados, burbujeando, y Y todo esto sirviendo al Señor. Es como si esas frases modifican ‘sirviendo al Señor.’ No debemos ser perezosos en nuestro celo. Debemos ser fervientes en espíritu conforme servimos al Señor. Veo gente que se emociona por muchas cosas. Veo gente que se emociona por cosas que venden en la tienda. Se emocionan por casas nuevas, coches nuevos, guardarropas nuevos. Veo a gente que se emociona en juegos de fútbol, juegos de béisbol, juegos de basquetbol y actúan como realmente torpes absolutos, entusiastas, emocionados por muchas, muchas cosas. Veo gente que se enamora, como usted sabe, y veo que esas personas se sienten que están en las nubes. Y ¡hombre! tienen todas las marcas y se abandonan a eso. Y simplemente controla todo momento de su día de su vida. Y van a dormir y sueñan acerca del que aman. Y se entusiasman por eso. Ahora, todos aquellos que nos hemos enamorado y experimentado eso sabemos cómo es. ¡Hombre!, todavía estoy enamorado, yo comprendo eso. Ya me he tranquilizado un poco pero no estoy así tan en las nubes como antes, diciéndolo de manera coloquial. Creo que porque se ha vuelto un amor profundo, rico, maravilloso. Pero todos sabemos cómo es eso. Usted sabe, cuando todo es emociones y esas cosas suceden y nos emocionamos por ese tipo de relación. Y en cierta manera, todo en el mundo se desvanece. Y me pregunto si alguna vez hemos experimentado eso en términos de servir a Jesucristo. ¡Qué emoción!, ¡qué cosa tan emocionante! Es difícil no emocionarse por eso. Simplemente debe estar hirviendo. Y sirviendo al Señor; eso es para lo que estamos.

Cuando Pablo comienza esta epístola entera, ¿no dijo eso? En el capítulo 1, versículo 8: “Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo. Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de Su Hijo.” Él amaba el pensamiento de servir al Señor. Me encanta ese pensamiento también. ¡No lo puedo creer, que Dios me haya dado el privilegio que me ha dado! Tengo que pellizcarme de vez en cuando para asegurarme de que realmente está sucediendo. Realmente no sé por qué es que Dios me da este privilegio tan maravilloso, emocionante, glorioso. El sentido de satisfacción en el servicio de Cristo sobrepasa cualquier otra satisfacción que el mundo tenga que ofrecer. Somos llamados a servir al Señor, a servirlo de manera apresurada, servirlo con celo, servirlo con un espíritu fervoroso, entusiasta, lleno de gozo y emoción.

Y si usted no lo puede servir de esa manera, el problema no es en dónde está sirviendo. El problema está en su corazón. El problema no está en que las comodidades no son lo que usted busca. El problema está en usted. Está en usted. Servir al Señor es tan maravilloso.

Y permítame tan sólo enriquecer su entendimiento de eso. En este capítulo, hay tres palabras distintas que se usan para servicio. La primera están el versículo 1, usted actúa su servicio espiritual, al final del versículo 1. La palabra de servicio. La palabra es latreuō, se traduce culto. Latreuō y es la forma del verbo. Significa servicio reverencial de adoración. Es el tipo de servicio de adoración. El tipo de asombro reverencial. El ofrecernos a nosotros mismos a Dios como un sacerdote trae a un animal. Después, notará ahí en el versículo 7. Habla de servicio, servir, y es la palabra diakoneō y es el servicio práctico, tiene que ver con servir las mesas. Servimos al Señor como sacerdotes que traen una ofrenda en un servicio reverencial. Servimos al Señor como siervos que atienden mesas, haciendo tareas insignificantes, simples, lo que necesite ser hecho. Pero aquí en el versículo 11, la palabra es douleuō, lo cual es una tercera palabra en este capítulo y puede ser traducida servicio. Es el servicio intenso de esclavitud. El servicio de esclavo. Y el énfasis aquí es que nos veamos a nosotros mismos como esclavos de Cristo, para darle un servicio total, sin tener ningún otro amo y rendir o prestar ese servicio con entusiasmo y emoción y disposición y celo.

Pablo sabe que este nivel de vida no será fácil. No es fácil porque tenemos oposición. Cuando usted va a servir al Señor con entusiasmo, y va a servir al Señor con celo, y va a servir al Señor con un corazón entregado, totalmente abandonado a eso, y realmente quiere entregar todo lo que usted tiene, tendrá algunos problemas, ¿no es cierto? Porque va a ir en contra de un sistema impío; y será difícil.

Entonces, él añade tres exhortaciones más en el versículo 12. Y las veremos y nos detendremos ahí. En primer lugar, él dice ‘gozosos en la esperanza.’ Escuche, nunca nadie sirvió de manera plena. Nunca nadie sirvió al Señor con todo su corazón quien no estuvo constantemente consciente de la esperanza del futuro. Porque cuando usted sirve al Señor con todo su corazón, las cosas comienzan a pasar que lo hacen esperar el futuro, ¿no es cierto? Eso es simplemente parte de ello. Nos mantiene adelante. Entregamos todo lo que hay en esta vida y enfrentamos oposición, enfrentamos indiferencia. Y enfrentamos apatía; y vemos nuestra propia debilidad y nuestro propio fracaso. Y algunas veces, lo hacemos mal y tenemos que recoger los pedazos.

Y entonces, en medio de todo nuestro servicio al Señor, no importa lo entusiasta o comprometidos que estemos, siempre está la esperanza en nuestros corazones del día cuando todo nuestro servicio será terminado y todo será como debe ser. La esperanza de cosas mejores es la inspiración del gozo en el cristiano que sirve. Yo sirvo porque algún día quiero estar con el Señor y oír ‘bien hecho, buen siervo fiel.’ Yo sirvo porque el día vendrá, usted se acuerda, 1 Corintios 15, dice “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta” seremos cambiados y nosotros diremos ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”” Y habla de victoria y resurrección. Y dice en el versículo 58, después de todo eso, acerca de la resurrección futura: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.”

En otras palabras, servimos en la manera en la que servimos porque sabemos lo que va a suceder en el futuro. Servimos de todo corazón aquí, porque sabemos que habrá una recompensa eterna y un dividendo eterno y anhelamos eso, esperamos eso. Nos estiramos para alcanzar eso. Como Romanos 8, esperamos la redención del cuerpo. Esperamos la manifestación de los hijos de Dios. No importa qué tan oscuro el mundo esté, no importa qué tan dura sea la tarea, y a veces es muy dura, esperamos la gloria futura. Esperamos el momento en el que el Rey venga a tomar a los Suyos para sí mismo y los recompense; y toda Su obra haya terminado y descansen de sus labores. Ésa es nuestra ancla, de que ese día está por venir y esa obra será terminada. Usted sabe, si no tuviéramos esperanza para eso, sería un mundo oscuro para nosotros, servir y servir y servir y servir y siempre pareciera como que estamos derrotados; y nunca teniendo la capacidad de hacer todo lo que se debe hacer porque tiene sus propias debilidades y nunca ve los resultados que usted quiere recibir y no poder ver hacia adelante y decir “Ah… pero algún día será todo como debe ser. Algún día la luz del Reino para resplandecer, la luz del señor Jesucristo, algún día la labor terminará y descansaremos de nuestras labores y disfrutaremos de un descanso eterno en la presencia de Cristo.”

Escuche, tenemos que mirar hacia delante a eso, tenemos que saber que ese día vendrá. Y debido a que lo vemos, nos regocijamos en esa esperanza. Nos regocijamos en esa esperanza. Aquí, en el servicio, no siempre podemos regocijarnos porque estamos abrumados con las derrotas, usted sabe. Para todo lo que veo que es bueno, siempre puedo ver muchas cosas que no lo son. Para todo lo que sucede que me emociona, hay cosas que todavía no han sucedido que me cargan. Pero me regocijo en la esperanza futura. Y debido eso, el versículo 12 dice ‘podemos ser sufridos en la tribulación.’ La palabra sufridos significa permanecer debajo de, permanecer abajo. Podemos permanecer bajo la presión. Podemos permanecer bajo la prueba porque sabemos lo que viene. Podemos sufrir, podemos permanecer en la tribulación, en la thlipsis, la presión, es la palabra presión. Podemos permanecer bajo la presión, sirviendo al Señor, mirando al futuro, estirándonos en esperanza. Y porque vemos lo que viene en el futuro, nos regocijamos. Nos regocijamos. Nosotros tenemos que atravesar por cosas. Tenemos que soportar el dolor. Tenemos que soportar el rechazo. Tenemos que soportar la enemistad. Tenemos que soportar la lucha con Satanás y sus demonios; y todas esas cosas que desafían lo que queremos hacer para la gloria de Dios. Pero ese no es el final. Algún día, va a haber victoria eterna. Esperamos eso. Eso nos da gozo y nos permite permanecer debajo de la presión, permanecer debajo que esa presión.

Y mientras que estamos ahí abajo, dice el versículo 12, estamos siendo constantes en ¿qué? En la oración. Constantes en la oración. Yo creo que una de las razones por las que el Señor mantiene la presión en nosotros es para mantenernos en comunión con Él. ¿Usted cree eso? Si usted no pasa tiempo teniendo comunión con el Señor, puede ser porque no está bajo presión y puede ser que usted no está bajo presión porque no está sirviendo. Y si usted está en el servicio, quizás no lo está haciendo con mucho celo y un espíritu fervoroso. Y le voy a prometer eso. Si usted está sirviendo al Señor Jesucristo como un esclavo de Él, y está haciéndolo con todo su corazón y está haciéndolo con emoción y entusiasmo, va a enfrentar problemas y en medio de la presión y en medio de eso, usted puede permanecer bajo esa presión y regocijarse en la esperanza porque sabe lo que está por venir.

Y le voy a decir algo. En medio de eso, va a pasar tiempo trayendo esas cosas al Señor y siendo sostenido por Él. La idea ahí en la frase “constantes en la oración” es continuar de manera constante, literalmente continuar, siendo constantes, constantemente en oración. Estando constantemente en oración. La vida, en cierta manera, se vuelve una comunión abierta con Dios. Simplemente está abierta todo el tiempo. Me dicen algo, inmediatamente respondo en oración a Dios. Es simplemente una manera de vivir para mí. Conforme me siento aquí durante el servicio y estoy oyendo las canciones, cosas vienen a mi mente. Personas vienen a mi mente. Varias veces, mi propios hijos vienen a mi mente. Y como resultado de lo que pensé, ofrezco a Dios una oración en favor de ellos. El ministerio viene a la mente, el pensamiento de ponerme de pie y enseñarles. Y le pido a Dios que me fortalezca, que me dé la sabiduría y las palabras que decirles. La vida se vuelve una comunión abierta en donde usted se vuelve alguien que está totalmente dependiente de Dios, respirando espiritualmente. Así este es el servicio al Señor.

Entonces, un cristiano que ama de manera pura, versículo 9, que odia el mal, que se apega a lo que es bueno, es un cristiano que va a ser afectuoso, tierno hacia otros creyentes, que va a buscar de manera humilde el honrar a otros en lugar de que él sea honrado. Y, como un cristiano que está sirviendo a Jesucristo, va a ser entusiasta, de todo corazón, en su servicio, siendo obediente, celoso, diligente. Y como resultado, va a enfrentar pruebas y tribulación y presión; pero van a ser vencidas por una fuerte esperanza de gloria futura y una recompensa basada en las promesas de Dios que van a permitirle es a ese tipo de cristiano el soportar todo lo que enfrenta y estar encomendándose constantemente a sí mismo y todo lo que hace al cuidado del Señor. Ahora, esa es la manera de vivir la vida cristiana. Todo se resume aquí en tan sólo éstos cuatro versículos de apertura. Pero hay más; y eso es para la próxima vez. Inclinémonos en una palabra de oración.

En lugar de oírme orar a favor de ustedes, ¿serían tan amables de pasar un momento en oración con el Señor? No quiero que estas cosas simplemente salgan, lleguen a sus oídos y acabar. Quiero que penetren en sus corazones. Entonces, si son tan amables, ahí en su propio corazón de pedirle al Espíritu de Dios que selle estas cosas en su corazón, que las coloque en su memoria, que le ayude a vivirlas en su propia vida para ser el tipo de cristiano que Él quiere que sea. Simplemente pase un momento en oración.

Padre nuestro, te damos gracias por estos momentos y oramos porque haya una dedicación genuina en nuestros corazones para vivir la vida que hay dentro de nosotros, para que se manifieste nuestra salvación con reverencia hacia Aquel que nos salvó, que seamos obedientes a estos patrones de vida para que Cristo sea exaltado nosotros, para que otros lo vean y le demos gloria. Y oramos, Señor, por cada vida individual aquí, no sólo de manera colectiva sino por nuestra Iglesia, para que cada de uno de ellos pueda conocer la plenitud de bendición que viene para aquel que vive la vida cristiana. Que conozcamos esa bendición conforme caminamos en obediencia. Y si hay alguno de nosotros en esta noche que no conocen al Salvador, ¡oh Dios!, que sean traídos a Él en este día. Que encuentren en Él su todo, el perdón de pecados, la vida eterna, la bendición más de lo que jamás soñaron. Abre corazones por Tu Espíritu. Oramos en el nombre de Cristo. Amén.

 

 

 

 

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