Bueno, no sé cómo están ustedes, pero estoy disfrutando mucho 2 Corintios, capítulo 3. De hecho, esto es tan rico que podríamos estar aquí hasta el rapto. Capítulo 3 de 2 Corintios es nuestro estudio en esta mañana; y quiero animarlo a que abra su Biblia, si es tan amable. Esta es la cuarta parte en una serie de los versículos 6 al 18 llamada La gloria del nuevo pacto. No sé cuantas más partes habrán. Habrá más, obviamente. Esta es una sección atesorada de las Escrituras, una que no queremos tomar a la ligera. Queremos entender todas las riquezas lo más que podamos.
Segunda de Corintios 3:6-18 es casi como una versión reducida del libro de Hebreos. Toma el libro de Hebreos, el gran concepto de la superioridad del nuevo pacto y simplemente, lo reduce a este pequeño pasaje. Y cuando usted entra al pasaje, no nada más tiene que estudiarlo, se ve forzado a expandirlo y salir de él y estudiar muchas otras cosas que, como ya hemos señalado, se encuentran en el libro de Hebreos, así como también en otras partes de las Escrituras.
A partir el versículo 6, hasta el final del capítulo, Pablo quiere explicar claramente que el nuevo pacto es superior al antiguo pacto. La razón por la que es importante es porque en la ciudad de Corinto, en donde él laboró de manera tan fiel y plantó una Iglesia tan grande habían llegado falsos maestros y falsos apóstoles que querían afirmar que el antiguo pacto es igual al nuevo pacto. Ellos quieren afirmar que las ceremonias mosaicas y los rituales mosaicos y ritos deben ser mantenidos, que el antiguo pacto es tan permanente como el nuevo pacto. Es tan eterno, por así decirlo, como el nuevo pacto. Es tan importante como el nuevo pacto. Es igual al nuevo pacto.
Y entonces, están imponiendo en la simplicidad que es en Cristo todas las prescripciones mosaicas, desde la circunscripción en adelante; y confundiendo a la gente y engañando la simplicidad del Evangelio.
Y hablamos de cómo el ministerio sacramental y sacerdotal, lo cual es otra palabra para un tipo de ministerio sacerdotal, el tipo de cosas ritualistas, ceremoniales, rutinarias tienden a oscurecer la realidad espiritual. Obviamente, Pablo está defendiéndose a sí mismo en 2 Corintios. La carta entera es una defensa de su propio ministerio, su propia integridad.
Y una de las cosas que él utiliza para defenderse a sí mismo es que era un ministro del nuevo pacto. Él dice en el versículo 6 que Dios “nos ha hecho competentes, ministros de un nuevo pacto”. Y esto es a manera de contraste con los falsos maestros que todavía son ministros del antiguo pacto. Pablo está diciendo que el nuevo pacto es mucho mejor y cualquier verdadero ministro de Dios ministra el Evangelio del nuevo pacto. Verdad del nuevo pacto, no ritual y el legalismo del antiguo pacto. El nuevo pacto es el Evangelio que Pablo predica. El nuevo pacto es predicado por todos los predicadores fieles a lo largo de toda la historia de la vida de la Iglesia.
Y entonces, como parte de su defensa de sí mismo y de su ministerio, él trata con este tema del nuevo pacto. “¿Por qué se vuelven de mí, un predicador fiel del nuevo pacto, a falsos predicadores del antiguo pacto? ¿Por qué van a hacer eso cuando el nuevo pacto es tan superior al antiguo?”
Y entonces, mientras que se está defendiendo a sí mismo como un pastor verdadero, un apóstol verdadero, un predicador verdadero y un maestro verdadero, debido a que él enseña el nuevo pacto, él nos ayuda a entender las riquezas de este nuevo pacto. Entonces, él va más allá en su defensa y entra a la teología del nuevo pacto, inclusive a lo que es brevemente, pero ciertamente rico.
Él rechaza la salvación por obras. Él rechaza la salvación por circuncisión, por ritual, por ceremonia. Él rechaza esas cosas de manera completa. Y él quiere que nosotros las rechacemos también. La salvación no es cuestión de ceremonia, de ningún tipo de ceremonia. No es cuestión de ritual, no es cuestión de liturgia; sin importar qué ritual o qué liturgia. La salvación se encuentra en el nuevo pacto.
¿Qué es el nuevo pacto? El nuevo pacto es simplemente una promesa. Pacto significa promesa. El nuevo pacto es una promesa de salvación, lo cual significa el perdón total de todo su pecado hecho posible mediante la muerte y resurrección de Jesucristo. Esa es la promesa de Dios. Dios prometió quitar su pecado, ya no acordarse de sus pecados, alejarlos tan lejos como el oriente está del occidente, de manera completa y total perdonarlos debido a lo que Jesucristo ha hecho en la cruz. Esa es la nueva promesa. Ese es el nuevo pacto y ese es el nuevo Evangelio. El nuevo pacto y el Evangelio son lo mismo. Pablo dice: “yo soy predicador del Evangelio. Yo soy predicador de nuevo pacto; y así lo es cada predicador fiel.”
Usted pregunta: “bueno, ¿cuál fue el propósito del antiguo pacto?” Lo cubrimos ya en tres semanas y no voy a entrar a todo fuera de decir que el antiguo pacto tenía tres componentes: uno civil, uno ceremonial y un componente moral. El componente civil era prescribir la vida en Israel de una manera tan excepcional que fueran una nación aislada de las naciones paganas, politeístas de su día. Les permitía vivir una vida tan excepcional que llamaríamos un estilo de vida kosher en el día de hoy. Los mantenía separados de las naciones que contaminarían la vida de Israel y destruirían su testimonio.
La parte ceremonial de la ley, todos los símbolos y el sistema sacrificial y de la circuncisión en adelante, los días de reposo y todos los festivales, se relacionaban todos al propósito redentor. Siempre fueron para mostrar el plan redentor de Dios, la necesidad del hombre de ser redimido y cómo Dios iba a llevarlo a cabo. Entonces, todo eso era simbólico. Todo eso eran retratos.
La parte civil que identificaba a Israel como una nación excepcional única es apartada, es hecha a un lado debido a que tenemos un pueblo judío y gentil en la Iglesia. La parte ceremonial fue hecha a un lado debido a que los retratos o sombras se desvanecen cuando viene la realidad. Y la realidad está aquí en Cristo.
La tercera parte de la ley era la parte moral. Esa es la parte permanente y eterna porque en la ley moral Dios reveló Su naturaleza y Su voluntad para el hombre. Pero la ley moral no puede salvarlo, así como la ley ceremonial no podía salvarlo. Sólo eran sombras, retratos. La ley civil no podía salvarlo, era sólo un estilo de vida externo. La ley moral no puede salvarlo tampoco. Lo único que hace es llevarlo al punto en el que ve su pecado por lo que es. Y en su desesperanza, corre a Dios y ruega por misericordia y gracia. Y eso es lo que un santo del Antiguo Testamento hacía. Eso es lo que hizo el remanente. Esto es lo que un verdadero judío hizo. Él veía a la ley y veía a su vida y decía “no puedo guardar la ley”. Y él clamaba por misericordia.
Pero el resto de los judíos, triste y trágicamente, vieron la ley moral y dijeron: “bueno, no puedo guardar ley moral muy bien. Yo sé que la salvación está en la ley ceremonial porque no puedo guardar la ley moral. Voy a usar la ley ceremonial como un medio de salvación.” Y eso fue aún peor, porque no sólo la ley moral los mataba, sino que entonces tomaron la letra de la ley ceremonial y la impusieron encima de la ley moral como si fuera un componente salvador. Y después, realmente los mató. La letra de la ley realmente fue mortal. Por letra, queremos decir el aspecto ceremonial externo de la misma.
Dios dio la parte ceremonial de la ley para mostrarle al hombre su necesidad de redención mediante símbolos y retratos. Dios dio la parte civil de la ley para aislar a su pueblo, por propósitos que le mencioné, para ser un testimonio en el mundo y para que no se contaminaran por la interacción fácil con otras naciones. Dios les dio la ley moral para quebrantar la espalda del hombre, para mostrarle la voluntad de Dios, para mostrarle Su voluntad para el hombre y para mostrarle a un hombre que no podía vivir a ese nivel. Y todo eso, entonces, lo debía llevar a arrojarse a la misericordia de Dios. Y Dios, en Su gracia y misericordia, lo perdonaría mediante la obra de Jesucristo simbolizado en el sistema sacrificial.
Ahora, ya hemos estudiado todo esto. No quiero entrar a más detalles fuera de eso. Veamos ahora nuestro texto. Pablo está señalando el pacto mejor, el cual es el nuevo pacto; el pacto superior, el cual es el nuevo pacto. Y al mostrar que el nuevo pacto es mejor, presenta ocho puntos para mostrar la excelencia del nuevo pacto que sobrepasa al antiguo pacto. Y al hacer eso, rechaza el antiguo pacto.
En primer lugar, él dice que el nuevo pacto da vida. Y entramos a eso en el versículo 6. No lo volveremos a hacer. Él dice: “… un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.” El nuevo pacto es un pacto que da vida. El antiguo pacto no podía hacer eso. Todo lo que podía hacer la ley era matarlo, no le podía dar a usted vida. De hecho, en el versículo 7, él lo llama el ministerio de la muerte. El antiguo pacto mata. La ley mata.
Cuando usted lee la ley de Dios, y ve a su propia vida, usted está muerto. Bueno, ¿qué significa eso? Cuando usted muere a un tipo de muerte en vida de vergüenza y culpabilidad y remordimiento e incapacidad y frustración porque no puede vivir al nivel de la ley de Dios. Y también lo mata eternamente porque ahora ha violado la ley de Dios. Según Gálatas 3:10, usted está maldecido. Gálatas 3:13, está maldecido. Esa maldición significa condenación eterna. Y entonces, la ley es un asesino en serie. Es el asesino en serie más grande de todos los tiempos. Hace que todos los hombres estén condenados y juzgados. La ley mata, pero el nuevo pacto da vida.
En segundo lugar, comenzando en el versículo 7, el nuevo pacto produce justicia. Ahora, permítame leerle ese versículo 7: “Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación.”
Ahora, él hace otro contraste muy vívido entre la ley como un ministerio de condenación y el nuevo pacto como un ministerio de justicia. El nuevo pacto trae justicia. Provee justicia. Y ese es un punto muy, muy importante. Porque por las obras de la ley, ningún ser humano será justificado, ¿verdad? Romanos 3. Ninguna carne fue justificada delante de Dios. Usted no puede alcanzar la justicia. Usted no puede satisfacer a Dios como si usted fuera virtuoso, santo y justo por su desempeño. Si usted quebranta, como dije en Gálatas 3, si usted quebranta una parte de la ley, usted es condenado por la ley. Simplemente, se necesita una violación una vez y está condenado. Entonces, fue un ministerio de muerte. Lo fue y él lo llama en el versículo 9 un ministerio “de condenación.” Pero es presentado en contraste al nuevo pacto, el cual es un ministerio de justicia. Un ministerio de justicia.
Ahora, para ilustrar la superioridad del nuevo pacto, el apóstol Pablo va al Antiguo Testamento, a uno de los relatos más extraños y fascinantes en todo el Antiguo Testamento que se encuentra en Éxodo, capítulo 34. Regresemos a Éxodo, capítulo 34. Y en particular, comenzaremos viendo el texto en el versículo 29. Esta es la experiencia de Moisés en el monte Sinaí y es un relato fascinante. Moisés, como ustedes bien saben, fue llevado ahí, al monte Sinaí, por el mandato de Dios para recibir la ley. Él llegó ahí arriba y él conversó con Dios y Dios le dio a él la ley. Dios le dio la descripción que reflejaba Su propia naturaleza como Santa y reflejaba Su voluntad para el hombre. La ley misma en contra de la cual el hombre sería quebrantado y tendría que regresar a Dios y rogarle gracia y misericordia, lo cual Dios daría en base a lo que Jesucristo algún día lograría a favor del pecador arrepentido.
Pero en el versículo 29, comencemos a leer: “Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí,” y usted ve en el versículo 28 que Dios “escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos,” lo cual es un resumen del antiguo pacto, “…Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios.”
Ahora, él había estado ahí arriba hablando con Dios. Ahora, Dios es Espíritu y usted sabe que un Espíritu no tiene carne y sangre. Entonces, un espíritu es invisible. Pero Dios se hizo a sí mismo visible y Dios se haría a sí mismo visible al manifestar la gloria de Su naturaleza en luz. Lo llamamos la gloria “Shekhiná,” lo cual significa presencia. La gloria Shekhiná de Dios aparece varias veces en el libro de Éxodo. De hecho, creo que es un aspecto de la gloria Shekhiná de Dios que es designado como la nube y el pilar de fuego por día y por noche que estaba guiando al pueblo de Israel. Usted se acuerda cuando el tabernáculo es finalizado y al final del libro de Éxodo, la gloria de Dios, la nube de gloria, esta nube de gran luz refulgente representando a Dios, desciende y se establece en el lugar del tabernáculo.
Entonces, cuando Dios se manifestó a sí mismo, Él manifestó Su presencia espiritual al reducir todos Sus atributos a luz visible. En un milagro, de una manera milagrosa, Dios se manifestó a sí mismo a Moisés. Entonces, Moisés, usted recordará, había subido al monte. Se acuerda que él le dijo a Dios en el capítulo 33: “muéstrame Tu gloria,” y Dios le dijo: “te voy a dejar ver un poco de Mi gloria.” Y lo metió en una roca y Su gloria pasó. Bueno, fue esa luz brillante que hizo que Dios fuera visible. Moisés había estado con Dios. Y él había estado en la presencia de Dios. Y cuando él descendió del monte, él no sabía, claro, porque él no podía ver su propio rostro, que la piel de su rostro brillaba porque él estuvo hablando con Dios. Él descendió y él era como un foco de luz incandescente. Él estaba encendido. Brillando. Y cuando hablo de brillante, quiero decir brillante.
Versículo 30: “Y Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y he aquí la piel de su rostro era resplandeciente; y tuvieron miedo de acercarse a él.” Mantuvieron su distancia porque estaba brillando. No era un brillo que se desvanecía, sino que era refulgente. Refulgiendo al grado que en el versículo 31: “Entonces Moisés los llamó; y Aarón y todos los príncipes de la congregación volvieron a él, y Moisés les habló.” En otras palabras, les dijo vengan, vengan. No les de miedo.
“Después se acercaron todos los hijos de Israel, a los cuales mandó todo lo que Jehová le había dicho en el monte Sinaí. Y cuando acabó Moisés de hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro. Cuando venía Moisés delante de Jehová para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía,” esto era para que pudiera tener más gloria en su rostro. “Y saliendo, decía a los hijos de Israel lo que le era mandado. Y al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel de su rostro era resplandeciente; y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba a hablar con Dios.”
Así es como lo hacía. Él hablaba con Dios. Él salía, su rostro era como el sol refulgente. Era como un pequeño sol. Estaba brillando. De hecho, estaba brillando al grado que la gente no podía verlo. Podían ver a su alrededor, y en cierta manera sentir el resplandor y oír la voz, pero no podían verlo de manera directa. Y después, cuando Moisés dejaba de hablar las palabras directas de Dios, él coloca un velo sobre su rostro para que no continuara cegando a la gente. Gloria enceguecedora. Después, él regresaba para hablar con Dios, él se quitaba el velo. Y después, cuando él regresaba, él hablaba sin velo, y después, cuando él acababa de hablar, él se volvía a colocar el velo.
Ahora, ¿qué está pasando aquí? Bueno, la analogía que Pablo quiere extraer de esto, la ilustración que Pablo ve aquí es una ilustración de la gloria de la ley. Regresemos a nuestro texto y veremos eso.
Versículo 7: “y si el ministerio de muerte,” el antiguo pacto, la ley, “grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro,” deténgase ahí. Ahí está el punto. Cuando Moisés descendió del monte, en donde él se había reunido con Dios y recibió la ley, él llevaba en su rostro el brillo mismo de Dios, la gloria misma de Dios, la Shekhiná. Lo más cercano que usted encuentra en las Escrituras como paralelo a esto sería en Mateo 17, ¿se acuerda cuando el Señor fue transfigurado? Nada más que cuando el Señor fue transfigurado y estaba brillando tanto, Él asustó a la gente que estaba ahí. ¿Se acuerda que los discípulos que estaban ahí se cayeron como muertos, desmayados? La diferencia fue que el Señor Jesús hizo a un lado Su carne y la gloria vino desde adentro. En el caso de Moisés, la gloria fue reflejada por fuera. Moisés era como la luna en ese sentido, él había reflejado gloria.
Pero notará en el versículo 7 que la ley vino con gloria. La gloria de Dios estaba en el rostro de Moisés cuando él entregó la ley. Lo que él está diciendo es que “la ley es gloriosa, refleja a Dios”. Como puede ver, el apóstol Pablo había sido acusado por los judaizantes y el grupo de la circuncisión de estar en contra de la ley, de hablar en contra de la ley, de denigrar la ley, de despreciar la ley, de ignorar la ley, de descartar la ley o rebajar la ley. Él nunca hizo esto. El reconoció que la ley, el antiguo pacto, vino en gloria. Vino con gloria.
Cuando Dios dio la ley, Moisés descendió llevándola, fue con gloria. De hecho, tanta gloria que los hijos de Israel no podían ver fijamente al rostro de Moisés debido a la gloria en su rostro. Él estaba brillando con tanto brillo y Shekhiná era tan grande que no podían verlo fijamente. Este verbo significa fijamente o quedarse viviendo.
Ahora, usted puede salir en un día como hoy, en un día cálido, cuando el sol está brillando y usted sabe que está ahí, puede sentirlo y su brillo es muy claro para usted. Y alguien viene a su casa esta tarde y le dice que quiere tomar su foto. Se queda ahí de pie y usted cierra un poco los ojos y entiende todo esto. Sin embargo, usted no está viendo al sol, porque si usted mira al sol, usted no ve. Entonces, usted mira a su alrededor, hacia abajo, alrededor, pero usted siente ese resplandor.
Y eso es exactamente lo que está pasando aquí. No podían mirar fijamente al rostro de Moisés. Y este es Moisés. Conocían a este hombre. Nunca antes se había visto así. Le había pasado algo muy glorioso, algo muy trascendente había pasado. Esto es que la ley se dio en la presencia de Dios. La gloria era tan brillante, era tan grande, que era como si estuvieran viendo al sol. No podían ni siquiera ver su rostro. Esa es la razón por la que cuando él dejaba de hablar, las palabras del Señor y simplemente querían tener algo de comunión normal con la gente, él se colocaba un velo sobre su rostro, porque de otro modo, el los habría enceguecido.
El punto de Pablo es que la ley vino con gloria de Dios y esa gloria fue aparente a todo el mundo que vio a Moisés descendiendo del monte y a toda persona que lee el registro. El ministerio de muerte fue glorioso porque reflejaba la voluntad de Dios, la naturaleza de Dios, la gloria de Dios, pero, aunque tuvo gloria, tuvo una gloria limitada porque fue de Dios, sí. Pero mataba. Vino de Dios. Por favor, note el versículo 9, como un ministerio de condenación, no como un ministerio de salvación. Fue un matón, un homicida. Fue diseñado para atraer a los pecadores al conocimiento de su pecado. Fue un ayo, un tutor para llevarnos a Cristo. Fue esclavitud que nos encerró. Gálatas 3, Pablo dice eso.
El antiguo pacto, con sus leyes civiles y morales y ceremoniales sólo podía mandar; sólo podía ilustrar, sólo podía simbolizar. No podía dar vida y no podía producir justicia. Era mortal. Y particularmente, cuando se redujo a la letra, lo cual es diferente, no es un sinónimo con la ley. Usted puede ver eso en Romanos 2:27 al 29. Fue un matón, un homicida, pero tuvo una gloria. Fue diseñado por Dios. Vino del cielo. Fue la voluntad de Dios.
Ahora, si eso fue verdad, que el antiguo pacto tuvo gloria, observe el versículo 8: “¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?” El término ministerio del Espíritu es un término descriptivo de Pablo para el nuevo pacto. Él llama al nuevo pacto el ministerio del Espíritu. La ley, escrita en piedra, fue un homicida. Pero escrita en el corazón por medio del Espíritu Santo, es un dador de vida y produce justicia. La ley escrita en piedra condena. La ley escrita en el corazón por el Espíritu Santo, salva.
Entonces, este pacto es mucho mejor que el antiguo pacto, “…como,” dice él, “como es que este será más bien con gloria en ministerio del Espíritu.” Esa es una conclusión obvia. Y como he estado diciendo a lo largo de este estudio, no quiero que se confunda. Varias personas han hecho esa pregunta.
Como he dicho a lo largo de este estudio, el santo del Antiguo Testamento, la persona quien fue un individuo genuinamente salvo en el Antiguo Testamento, fue salvado porque él estaba quebrantado por la ley y él había que no podía guardar la ley. Y sabía que él era un pecador. Y vino a Dios y rogó por misericordia y gracia y perdón de Dios. Él vino penitente, teniendo hambre y sed de justicia, manso y llorando por su propia iniquidad, así como la actitud de bienaventuranza de Mateo, capítulo 5. Y él le rogaba a Dios que tuviera misericordia de él, pecador. Así como el publicano golpeándose el pecho porque él sabía que Dios era un Dios de gracia y misericordia. Y Dios fue misericordioso y mostró gracia a un pecador penitente y le perdonó todo su pecado en base a lo que Cristo haría a favor de ese pecador en el futuro.
Y así es como la salvación operaba, nunca ha sido diferente. Siempre ha sido por gracia mediante la fe en base a la obra de Cristo: fuera antes de la obra de Cristo o después, cuando un judío del Antiguo Testamento era salvado por gracia mediante la fe, de pronto esa ley, esa ley moral que llegó a ser en un punto un homicida para él, se volvió en un camino de bendición. Y él tenía una actitud como el escritor en el Salmo 119 que dice: “¡oh!, ¡cuánto amo yo Tu ley!, me delito en ella, medito en ella todo el tiempo.” De pronto, en lugar de que la ley fuera un homicida, la ley era un camino de bendición. Era más dulce para él que la miel. Y la que le destila del panal y más preciada que el oro. No era que su actitud hacia la ley lo salvaba, sino que era ¿qué? Su salvación. Cambiaba su actitud hacia la ley.
Después, en el versículo 9, el argumento de lo menor a lo mayor. “Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria en ministerio de justificación.” Aquí, el ministerio de muerte recibe otro nombre: el ministerio de juicio, el ministerio de condenación, el ministerio de condenación. El antiguo pacto tuvo una gloria, tuvo una gloria, fue de Dios. Y cuando Moisés descendió del monte, hubo una gloria en su rostro.
Ahora, si ese pacto mortal, homicida, ordenador, tuvo una gloria, mucho más el ministerio de justicia abunda en gloria. ¿Cuál es el ministerio de justicia? Eso es simplemente el nuevo pacto. El nuevo pacto. Tiene una gloria abundante porque produce justicia.
Regrese a Romanos 3:21. En el versículo 20, Pablo dice: “por las obras de la ley, ningún ser humano será justificado delante de Él. Porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” Pero observe el versículo 21: “pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas, conforme vieron que el nuevo pacto venía.” “Se ha manifestado la justicia de Dios,” versículo 22, “la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo para todos los que creen en Él.”
La ley nunca pudo proveer justicia. La justicia vino mediante la fe en Jesucristo para todos los que creen. ¿Qué es lo que trae el nuevo pacto? El nuevo pacto trae justicia. El nuevo pacto cambia la perspectiva de Dios del pecador. Cambia su actitud. Lo ve vestido en la justicia de Cristo. Vestido con una túnica de justicia, lo llama Isaías. Cubierto con la justicia de Cristo. Teniendo la justicia de Cristo imputada a él, colocada en su cuenta.
Permítame darle una buena ilustración de esto. Pase a Filipenses, capítulo 3. Y usemos a Pablo como la ilustración. Uno de mis capítulos favoritos en todas las Escrituras. Pablo sabía que el antiguo pacto vino con gloria. Pero cualquier persona que venía y predicaba el antiguo pacto como medio de salvación, era enemigo del Evangelio. ¿Escuchó eso? Cualquier persona que predicara al antiguo pacto como medio de salvación es enemigo del Evangelio. De hecho, en el versículo 12 Filipenses 3, Pablo llama a este tipo de predicadores “perros, malos obreros, guardaos de la circuncisión falsa.” Cualquier persona que dice que la circuncisión o la ceremonia mosaica o cualquier cosa de ese tipo o inclusive de alcanzar cierto nivel de moralidad según la ley diciendo que salva, es un perro y un mal obrero. Perros, por cierto, eran sucios y se comían la basura.
Se hablaba de los perros con menosprecio en tiempos antiguos. “Como perros,” dice Pedro, “que regresan y lamen su propio vómito.” Eran perros salvajes que estaban en la calle. Y eso es lo que él dice de aquellos que predican el antiguo pacto como medio de salvación o como un elemento que coopera en la salvación.
Pero veamos a Pablo. Y si hubo en algún punto un hombre que estuvo bajo el antiguo pacto fue Pablo antes de su conversión. Y no sólo estuvo el bajo el antiguo pacto, sino que él fue alguien que seguía la letra. Él estaba tratando de ser salvo al mantener la letra de la ley. Lo externo.
Veámoslo. Él dice: “miren,” versículo 4, “aunque yo también tengo de qué confiar en la carne, si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más.” Yo voy a apilar mis méritos carnales con cualquier persona. Si vamos a ser salvos por la carne, si vamos a ser salvos por las obras de la ley, si vamos a ser salvos por esfuerzo humano, según el ritual y rutina y todo eso, voy a colocar mis credenciales al lado de quien sea. Aquí están: Circuncidado al octavo día. Esa fue la prescripción y lo hice. Mis padres me hicieron atravesar por eso. Nací de la nación de Israel, el pueblo escogido. Fui de la tribu de Benjamín, una de las dos tribus más nobles que fueron fieles, Benjamín y Judá, cuando el Reino fue dividido. Yo soy hebreo de hebreos.
¿Qué significa eso? Nunca violé mi tradición. Aguanté ahí. Hoy en día podríamos decir que él era un hasídico ortodoxo. Nunca hizo concesiones en su tradición. Él fue tradicional. Él siguió la tradición hasta la letra misma. “En cuanto a la ley, no sólo estaba comprometido con la ley, sino que fui fariseo.” Unos 6000 de ellos en el mundo en ese entonces eran fanáticos, eran raros en su trato con los detalles triviales de la ley. Él escogió estar lo más profundo posible bajo la letra del pacto mosaico como él podía estarlo.
Y él llega al punto de decir: “cualquier persona que violaba algo en ese pacto, cualquier persona que llegara y dijera que había algo mejor que el antiguo pacto, a esas personas llamadas cristianas, yo las perseguí. Así de celoso fui por el antiguo pacto. En cuanto a la justicia que podía ser alcanzada al guardar la ley, yo fui irreprensible. Todo lo que yo podía hacer según la ley, lo hice. Y no hay nadie que podía venir en contra de mí y decirme: “tú eres culpable de esto.” Él era alguien quisquilloso.
Aquí tiene a alguien que está bajo la letra. Yo no creo que él ni siquiera fuera salvo. Yo no creo siquiera que él fuera redimido porque él estaba dependiendo de todo eso. Y no creo que ni siquiera había llegado al punto de Romanos 7 en donde la ley revivió. Él vio a la realidad, de lo que eso significaba y lo mató. Eso sucedió en algún punto en la experiencia del camino a Damasco cuando se vio a si mismo por lo que realmente era.
Pero observe esto, cuando sucedió. Versículo 7: “todas estas cosas eran para mí ganancia, yo había acumulado todo eso en las columnas de ganancias, eso era mi salvación, amigos. Yo iba a obtener la justicia por la ley. Y entonces vi a Cristo e inmediatamente, cuando vine a Cristo, tuve todo eso por” ¿qué? “Por pérdida.” “Más que eso,” versículo 8, “todo lo tengo por basura, por pérdida a la luz del valor que sobrepasa todo, el conocer a Cristo Jesús, mi Señor por el cual he sufrido la pérdida de todas las cosas. Y les voy a decir lo que pueden hacer con todo el antiguo pacto, simplemente lo pueden colocar en el montón de basura. Ahora, él no está menospreciando la ley moral de Dios, él simplemente está viendo al antiguo pacto como medio de salvación.
¿Sabe usted lo que significa ser circuncidado al octavo día con referencia a la salvación? Nada. ¿Sabe usted lo que significa ser de la nación de Israel en referencia a la salvación? Nada. La salvación no es por ritual y no es por raza. ¿Sabe usted lo que significa estar de la tribu de Benjamín? Nada, la salvación no es por privilegio. ¿Sabe usted lo que significa ser un hebreo de hebreos? Nada. La salvación no es por tradición. ¿Sabe usted lo que significa ser un fariseo, que guarda la ley? La salvación no es por observancia religiosa. ¿Sabe usted lo que significa ser un perseguidor celoso de la Iglesia? Nada, no es por celo; y no es por moralidad externa. Nada de esto es nada, todo eso es skubalon. Por cierto, esa es una palabra para referirse a excremento humano o a cualquier excremento. Lo más vil. Él dijo: ‘vi todo eso y era basura.’ Suciedad.
Usted pregunta: “¿por qué eres tan rápido a tirar todo eso?” Versículo 9: “porque cuando vi a Cristo y fui hallado en Él, no con una justicia mía derivada de la ley, sino una justicia que es mediante la fe en Cristo, la justicia que viene de Dios por la fe.” Hombre, qué afirmación tan clara. “Vi lo que siempre quise, justicia, pero estaba en Cristo. Y fue por fe, no en la ley por obras. Y entonces, eso es basura. Es basura.”
Si, el antiguo pacto tiene una gloria. Regrese a 2 Corintios 3. El antiguo pacto tiene una gloria, pero nada como la gloria del nuevo pacto. De hecho, observe el versículo 10: “porque aun lo que fue glorioso, esto es el antiguo pacto, no es glorioso en este respecto en comparación con la gloria más eminente. Entonces, cuando usted ve al antiguo pacto en comparación con el nuevo pacto, es como si el antiguo pacto no tuviera gloria. Esa es su afirmación. Aquello que tenía gloria en el antiguo pacto, cuando lo compara con el nuevo pacto, el cual tiene una gloria tan inmensa, que parece no tener gloria. Y usted lo ve y usted dice ‘basura’.
Pablo dice ‘no se atrevan a aceptar algún tipo de religión judaica de la circuncisión, esotérica. No se atrevan a buscar un ceremonialismo que corrompe la simplicidad que está en el Evangelio de Jesucristo.’ Hay tanta gloria en el nuevo pacto que el antiguo pacto parece como nada. Nada.
Usted pregunta entonces si acaso la ley de moral de Dios todavía es importante. Claro que lo es. Porque la ley moral de Dios todavía es la roca que tiene que quebrantar la espalda del pecador. Y tenemos que predicar esa ley y exaltar esa ley. Y, por cierto, la ley moral es repetida en el Nuevo Testamento, ¿verdad? La ley civil es hecha a un lado. Ya no hay más Israel. Gentiles y judíos son hechos uno. La ley ceremonial es hecha a un lado. Ya no hay más días de reposo, ni lunas nuevas y festividades y sistema sacrificial. El templo está destruido. No hay más sacrificios, no hay más días de reposo, eso se acabó. Pero la ley moral es repetida y recitada y reiterada del Nuevo Testamento y de nuevo, es reiterada y traída al rostro del pecador para mostrarle su pecado.
Pero el antiguo pacto, si fuera por sí mismo, sería absolutamente inútil. Inclusive el reflejo virtuoso de la Santidad de Dios es inútil para salvar. El nuevo pacto viene y por gracia, mediante la fe, provee lo que el antiguo pacto no podía dar.
Y de nuevo, le repito, como puede ver, esa es la razón por la que la raza religión sacramental, sacerdotal, lo cual significa de sacerdote, como la religión católica romana o la ortodoxia griega o el protestantismo litúrgico, con el ponerse de pie, sentarse, encender las velas, postrarse a hacer esto o aquello; todo ese externalismo, todo ese ceremonialismo es una corrupción. Y como le dije la semana pasada, ni siquiera es bíblico para comenzar. Por lo menos, los judaizantes tenían un pacto que tenía algo de gloria, a pesar de que era una gloria que se desvanecía. Los evangélicos, o más bien debo decir el tipo de ceremonialismo inventado por el cristiano, ni siquiera tiene un precedente bíblico, nunca lo tuvo. No tuvo ninguna gloria. Entonces, es un enfoque no glorioso. Manténgase alejado de eso. Lo único que necesita es gracia y fe en Cristo. La simplicidad de Cristo y una relación personal hecha posible por el poder del Espíritu Santo operando en el corazón.
Ahora, el apóstol presenta un tercer punto, ¿muy bien? Únicamente vamos a entrar a este tercer punto y en terminaremos para esta mañana. La superioridad del pacto está basada sobre el hecho de que da vida y produce justicia. En tercer lugar, es permanente. Observe el final del versículo 7. El nuevo pacto es permanente. Notará que este es un punto fascinante que presenta. Al final del versículo 7, él dice: “los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés.”
Y después, él incluye esto: “A causa de la gloria de su rostro, la cual habría de parecer.” El punto es que la gloria que estaba en el rostro de Moisés era temporal. Después de ese encuentro y esa experiencia, se acabó. Se desvaneció. De hecho, se desvaneció inclusive mientras que él estaba ahí, hablándole a la gente. Cuando él se colocaba el velo sobre su rostro, se desvanecía. Era una gloria que se desvanecía.
El mismo verbo que es usado en 1 Corintios 2:6 traducido “está pasando”. La gloria de la ley de esta manera es ilustrada por eso en la mente de Pablo. Él ve una analogía en la gloria de la ley. Él ve un propósito de Dios en esa historia maravillosa para mostrarnos que, aunque tenía una gloria, fue una gloria pasajera. Fue una gloria que se desvanecía. La ley no fue una respuesta permanente. La ley no fue una solución final. La ley nunca tuvo la intención de ser la última palabra para el problema de los pecadores. La ley nunca pudo salvar. No podía ser la última palabra.
Me acuerdo en una ocasión cuando estuve hace muchos años atrás en Israel y me quedé en un hotel al lado de una sinagoga. Mi habitación estaba tan cerca de esta sinagoga que podía tocar la misma con mi brazo. Y fue el día de reposo y estaban teniendo esta adoración y lo oí hora, tras hora, tras hora. Claro, reconociendo que estas personas están encerradas en el antiguo pacto, no permiten el nuevo pacto, no lo toleran. Y si usted se los presenta, se vuelven violentos y se turban en su rechazo.
Y usted les quiere decir, pero la ley nunca fue la última palabra para resolver el problema de los pecadores, no puede salvar, nunca fue la revelación final completa del propósito redentor de Dios y el medio por el cual la justicia podía ser provista. Sólo señalaba algo mayor. No era adecuada, no era permanente. Podía prescribir los que los hombres debían hacer, pero no podía capacitarlos a hacerlo. El antiguo pacto podía proveer una base de condenación, pero no de salvación. Una base de condenación, pero no de justificación. Una base de culpabilidad, pero no de pureza. Algo tenía que ser añadido.
Usted pregunta si acaso los judíos sabían que venía. ¿Se les dijo? Claro, Jeremías lo dice de manera tan clara como podía ser dicho. Jeremías 31:31: “he aquí, días están por venir, declara a Jehová, cuando haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres en el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto. Mi pacto que quebrantaron. No como ese. Este es un pacto que haré con la casa de Israel después de esos días. Colocaré Mi ley dentro de ellos y en su corazón la escribiré y seré su Dios y serán mi pueblo y perdonaré su iniquidad y no me acordaré más de su pecado.” Ellos deberían haber sabido que el antiguo pacto no era el último.
El contraste es entre lo que es temporal y pasajero y lo que es duradero y eterno. Lo que Moisés representó era glorioso, pero era pasajero. El día llegaría cuando ese resplandor se desvanecería. El nuevo pacto, no obstante, viene con una garantía de eterno. El nuevo pacto no se desvanece.
Observe lo que el texto dice en el versículo 10: “porque aun lo que fue glorioso no es glorioso en este respecto en comparación con la gloria más eminente. Porque, si lo que parece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece.” ¿Quiere oír una buena noticia? Hubo un antiguo pacto y un nuevo pacto y no estamos esperando un nuevo, nuevo pacto. Este es el fin, este es permanente. El nuevo pacto es la última palabra. La salvación por la gracia mediante la fe. El ministerio de muerte y condenación tuvo una gloria. Fue diseñado por Dios, fue santo, justo y bueno. Estableció el estándar de justicia. Y para los creyentes, para aquellos perdonados por Dios y salvados, fue un camino de bendición. Pero el Nuevo Testamento tiene una gloria mayor, el nuevo pacto tiene una gloria mayor. Y sin el nuevo pacto, el antiguo pacto simplemente habría llevado a la raza humana entera al infierno.
El ministerio de los profetas del Antiguo Testamento, y no tenemos tiempo para entrar en esto, el ministerio de los profetas del Antiguo Testamento fue llamar al pueblo a arrepentirse. Una y otra y otra vez hasta Juan el Bautista ‘arrepiéntanse, arrepiéntanse, arrepiéntanse, arrepiéntanse, arrepiéntanse.’ Ése fue el punto entero. Son traídos contra la ley. La ley revela su pecado.
Usted es llamado a arrepentirse. Y como puede ver, lo que pasó es que la mayoría de los judíos sabían que no podía guardar la ley moral y entonces, inventaron una manera de ser salvos. ‘Oh, no podemos guardar la ley moral, pero lo que haremos, es guardar la ley ceremonial. Y la ley moral nos salvará.’
Entonces, impusieron la ley ceremonial por encima de la ley moral como el salvador. Y eso es lo que significa que adoraban según la letra de la ley. Y eso era condenador. Pero tomemos a un judío verdadero que realmente creía. ¿Qué hacía? Llegaba a Dios arrepentido, rogando por misericordia, rogando por gracia. Y él veía a la ley ceremonial como simbólica de la provisión de Dios para él en algún punto a lo largo del futuro. Él sabía que Dios proveería. Él sabía que Dios mostraría gracia. Y Dios sería misericordioso porque ese es el tipo de Dios que era; y él se arrojaba, dependía de la misericordia de Dios y era redimido en base a lo que Cristo haría a favor de él.
Pero para la mayoría de los judíos, la mayoría de ellos, fuera de ese remanente, desobedecieron la ley, no ofrecieron arrepentimiento genuino, no ejercieron fe salvadora en Dios. No dependieron de la gracia de Dios, sino en sus propias obras, guardando la religión ceremonial externa. Y eso realmente fue un homicida. Y vinieron los profetas y los llamaron al arrepentimiento. Y los llamaron al arrepentimiento y los llamaron al arrepentimiento. Ése siempre ha sido el mensaje. Me sorprende cómo la gente puede decir en la actualidad que no tenemos que predicar arrepentimiento. Ha sido el mensaje siempre. Entonces, de hecho, lo que tuvo gloria, el antiguo pacto, en este caso parece no tener gloria cuando es comparado con este pacto nuevo.
Ahora, versículo 11 y cerraremos con esto: “porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece.” Moisés tuvo la gloria en su rostro y se desvanecía porque no venía desde adentro, era simplemente un reflejo. Mientras él estaba en la presencia de Dios, estaba reflejando, pero se desvanecía. Pero aquello que permanece, tiene una gloria permanente. El nuevo pacto permanece porque es la consumación del plan de Dios y es el más glorioso. Es la palabra final. El Evangelio es la palabra final. No hay otra palabra. Eso es todo. Esto es todo. No es el antiguo pacto, el nuevo pacto más la tradición, más Mary Baker, Eddy Patterson, Glover Frye, más el libro del mormón, más, más, más. El ministerio del nuevo pacto es todo lo que se necesita. El Evangelio es todo lo que necesita claramente en el Nuevo Testamento. Esa es la razón por la que al final del libro de Apocalipsis dice: “si añades algo a esto, se te añadirán las plagas que están escritas aquí.”
El ministerio del nuevo pacto continuará y nunca será reemplazado porque no hay nada más que hacer; no hay nada más que decir. Todo ha sido hecho en Cristo. Él ha logrado una vez y para siempre la redención de Su pueblo. No hay una verdad más elevada; eso es todo. Oh, obtendremos entendimiento nuevo de las riquezas del Evangelio conforme crecemos, pero nunca iremos más allá del Evangelio. Nunca iremos más allá del nuevo pacto. No hay nada más allá de esto. No estamos sentados esperando que el testamento número tres caiga.
Los falsos apóstoles y los falsos maestros en Corinto se jactaban de la antigüedad de sus enseñanzas y se jactaban de que tenían la ventaja de la ceremonia mosaica. Y Pablo destruye su fachada de templo brillante y prueba que no es nada más que un calabozo disfrazado. Y el ministro o el predicador o el nuevo pacto trae el mensaje correcto, un mensaje de esperanza y un mensaje de justicia, no un mensaje de condenación. No necesitamos algún tipo de religión mística. No necesitamos algún tipo de ceremonias exóticas que comunican una realidad espiritual. Tenemos la realidad en Cristo en el poder del Espíritu Santo. Pablo clama porque los hombres no lleven el mensaje de piedra, sino el mensaje de la cruz; no el mensaje del Sinaí, sino el mensaje del calvario. Él está advirtiéndole a los corintios que se deshagan de los ceremonialistas judíos, aquellos que están dedicando religión esotérica, los maestros enseñando Sinaí, la ley externa y símbolos -la raíz seca de la religiosidad.
A. T. Robertson tiene un comentario interesante en esta sección. Él dice: “el amor de lo externo mató la vida interna y crucificó a Jesús de Nazaret por Su énfasis en la vida espiritual y la reprensión del mero ceremonialismo de los escribas y fariseos.”
“Esteban siguió los pasos de Jesús cuando él reprendió a los fariseos por su perversión de la religión real y buscó dar la interpretación espiritual del Reino de Dios como fue expuesta por Jesús. Pablo se volvió de ser un fariseo perseguidor a un intérprete espiritual de Jesús y tomó el lugar de Esteban, en cuya muerte él se había regocijado.”
“Jesús y Esteban pelearon contra el fariseísmo oficial en el judaísmo actual. Pablo enfrentó la batalla con el fariseísmo dentro del rebaño cristiano que estaba buscando colocar las cadenas de su judaísmo pervertido sobre el cristianismo de Jesús. La esperanza de rescate, escribe él, para el alma del hombre estaba en juego. El alma de Pablo fue agitada hasta sus profundidades y él enfrentó el problema con toda la fuerza de su naturaleza. Él está en el meollo de la batalla con estos cristianos judaizantes que están intentando destruir el cristianismo espiritual, cuando él traza aquí el contraste entre el judaísmo y el cristianismo. La batalla entre la esclavitud de legalismo y el cristianismo espiritual nunca ha cesado. Pablo estableció el estándar en 2 Corintios, Gálatas y Romanos. Martín Lutero lo retomó cientos de años después y el peligro siempre es real.” Fin de la cita.
La superioridad del nuevo pacto entonces: da vida, produce justicia, es permanente. Más por venir la próxima vez. Oremos.
Padre, Te damos gracias otra vez por Tu verdad que es tan clara y tan potente. Nos habla de manera tan poderosa a nuestros corazones. Padre, simplemente pedimos que Tú alcances toda vida aquí con Tu Espíritu y traigas vida, produzcas justicia. Salva, Señor. Salva a pecadores. Produce arrepentimiento, genera contrición. Que toda persona aquí que no conoce verdaderamente al Salvador venga con un corazón dispuesto, penitente, buscando perdón por gracia mediante la provisión de Cristo en la cruz.
Te damos gracias porque Jesús murió para pagar el castigo por nuestros pecados, para que Tú pudieras extender gracia a los que creemos. Concede fe, concede gracia, concede salvación. Padre, oramos por todo corazón necesitado. Y, oh Dios, cuánto Te agradecemos porque no necesitamos estar atrapados a la esclavitud de legalismo, sino que podemos disfrutar la libertad de la fe, la bendición de la gracia mediante Cristo. Amén.
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