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Abramos nuestras Biblias en esta mañana para nuestro estudio continuo de la carta de Pablo a los filipenses. Filipenses 2. Y llegamos en esta mañana a los versículos 9, 10 y 11, a continuar con esta gran epístola. Filipenses 2, voy a leer los versículos 9, 10 y 11, para que pueda usted concentrar su mente en la Palabra de Dios, acerca de la cual deseamos hacer comentarios en esta mañana. “9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”. Un texto conocido por mí, y por la mayoría de los estudiantes de la Palabra de Dios; habla de la exaltación de Jesucristo. De hecho, es la gran respuesta de Dios a la humillación de Cristo.

Regrese conmigo por un momento a los versículos 5 al 8. Recordará la gran sección que hemos estudiado acerca de la humillación de Cristo, cómo Cristo existió en forma de Dios, “pero no estimó al ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual –dice el versículo 9– Dios también le exaltó hasta lo sumo […]”. Pablo entonces nos lleva de la humillación de Cristo a la exaltación de Cristo; esta es la gran declaración por parte de Pablo acerca de cómo Dios respondió a la encarnación y humillación de Cristo. Y permítame recordarle que es muy probable que los versículos 6 al 11 fueron un himno de la primera iglesia; la forma le indica a la mayoría de los comentaristas, todo lo que es necesario para llegar a esa conclusión; es muy probable que fue un himno; ciertamente el tema de toda la fe cristiana, se encuentra encerrado en este maravilloso himno.

Y básicamente tiene dos partes: la humillación de Cristo, y la exaltación de Cristo; su humillación señalada en los versículos 6, 7 y 8; su exaltación señalada en los versículos 9, 10 y 11; esos son los dos temas que siempre constituyen la vida y ministerio de Cristo. Los sufrimientos de Cristo y la gloria venidera: humillación, exaltación. El escritor de Hebreos dice que Cristo soportó la cruz, menospreciando el oprobio por el gozo que fue puesto delante de Él (Hebreos 12:2). Cristo entendió sus sufrimientos a la luz de su exaltación; Él soportó el dolor porque podía ver el gozo. Y entonces, el Apóstol Pablo nos está mostrando aquí tanto la humillación como la exaltación de Cristo; pero usted también recordará que su propósito aquí no es simplemente el detallar la humillación y la exaltación de Cristo, sino usar esta sección como una ilustración de un punto práctico. Versículo 5 lo señala: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”, y después él procede a describir su humillación y exaltación; en otras palabras, tiene aplicación para nosotros.

Usted debe tener esta misma actitud. ¿Cuál es la actitud? La actitud es de humillarse a uno mismo, para que uno sea exaltado por Dios, esa es la actitud, y ese es el mensaje aquí de una naturaleza pragmática, moral y ética. Recordará usted que la idea primordial en esta sección es la unidad. De regreso, ahí en el versículo 2, Pablo dice: “Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa”. Después él dice en los versículos 3 y 4, su unidad es un producto de su humildad, conforme ustedes no hacen nada ‘por contienda o por vanagloria, antes bien con humildad, estiman cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros’; después él dice: “Si ustedes necesitan un ejemplo de dicha unidad, tómenlo de Cristo. Cristo se humilló a sí mismo, y esa es la manera en la que deben humillarse a sí mismos”; después él se vuelve y dice: “Y Cristo fue exaltado, y la implicación es que así también ustedes serán exaltados los que se han humillado”; éste, entonces, es un principio para aplicación práctica.

El principio es el siguiente: El que se humilla a sí mismo es ¿qué?, exaltado, es exaltado. Entonces: “5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”, simplemente eso está diciendo que cuando usted se humilla a sí mismo de manera dispuesta, Dios lo exaltará; y esto, obviamente, es un principio, no solo que Pablo quiere reiterar, sino uno que nuestro Señor enseñó en varias ocasiones. Escuche sus palabras en Mateo 23:12: “Porque el que se exalte a sí mismo será humillado, y el que se humilla a sí mismo será exaltado”; realmente es un principio con dos lados: usted se exalta, Dios lo abate; usted se abate, Dios lo exaltará. Es la promesa de una recompensa por la humildad fiel, es una promesa de bendición por el sacrificio. En Lucas 14 de nuevo leemos las palabras de Jesús, en el versículo 11 dice: “Porque todo el que se exalte a sí mismo será humillado, y el que se humilla a sí mismo será exaltado”, ese es un truismo. Lucas 18:14: “Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro (este es el publicano en lugar del fariseo); porque todo el que se que exalte a sí mismo, será humillado; y el que se humilla a sí mismo será exaltado”; un principio muy simple. Jesús lo digo por lo menos en tres ocasiones.

Santiago lo reitera, en Santiago 4:10: “Humillaos delante del Señor, y él os exaltará”. Pedro lo dijo en 1ª de Pedro 5:6: “Humillaos bajo la poderosa mano de Dios para que Él los exalte cuando fuere tiempo”. Ahora, usted tiene un truismo aquí, en la boca de nuestro Señor, en la boca de Pedro, en la boca de Pablo, en la boca de Santiago; el truismo simplemente es que el que se humilla a sí mismo es el que Dios exalta; el que se exalta a sí mismo es aquel a quien Dios humillará; esto es un truismo, esto es un principio. En la economía divina de cosas, es mediante dar que una persona recibe, es mediante servir que una persona es servida, es mediante perder la vida de uno que uno la encuentra, es mediante morir a uno mismo que uno vive, es mediante humillarse uno mismo que es exaltado; y uno sigue al otro, con la misma seguridad que la noche sigue al día. El sacrificio personal y la humildad son recompensados por Dios.

Entonces, Jesús fue exaltado, y Jesús se convierte entonces en un ejemplo del tipo de exaltación que Dios concederá a todo creyente humillado; esto entonces, en gran medida, es la promesa apegada a nuestra humillación. Cuando Dios dice, a través del Apóstol Pablo: “Considera a otros como superiores a ti mismo; no te preocupes por tus propias cosas, sino por las de otros”; en otras palabras, cuando él dice: “Humíllense a ustedes mismos”, no carece de promesa; la promesa es vista en la ilustración, así como Cristo se humilló a sí mismo, y el Padre lo exaltó de manera maravillosa, así también a aquellos que nos humillemos a nosotros mismos, también seremos exaltados. Entonces, quiero que usted vea en este pasaje las implicaciones éticas. Éste no solo es un retrato de la humillación y exaltación de Cristo, sino que es una ilustración profunda de un principio divino que beneficiará también nuestras vidas. Ahora, conforme vemos el pasaje, nos concentraremos en la maravillosa exaltación de Jesucristo llevada a cabo por Dios. Estaremos viendo cuatro puntos. Comencemos por el primero, y veremos los primeros dos en esta mañana, y los siguientes dos, el próximo día del Señor.

En primer lugar, conforme examinamos la exaltación de Cristo, el primer punto es la fuente de su exaltación, la fuente; el versículo 9 indica que la fuente es Dios, la fuente es Dios; “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio […]”, y nos vamos a detener en ese punto. Sea lo que sea que le fue dado a Cristo, vino de Dios; Dios lo exaltó, y Dios literalmente le dio algo. La palabra ‘le dio’ es ‘dado’, le regaló, ‘ekarisato’, Dios lo exaltó y Dios le regaló algo, lo dotó. Observe la frase ‘por lo cual’ al principio del versículo 9. Indica… por lo cual, también indica que está relacionado con los versículos 5 al 8: “Debido a su humillación, por lo tanto, Dios también lo exaltó”, los dos son inseparables; me encantaría poder sepultar esto en nuestros corazones profundamente; la exaltación está conectada con la humillación, no hay atajo; ese es un truismo, ese es un principio. Si usted desea ser exaltado por Dios, se humillará a sí mismo; y así es en el caso de Cristo. Aquél que se rebajó de manera tan magnífica hasta la muerte, y muerte de cruz, de manera igualmente magnífica fue levantado y exaltado por Dios.

Observe la frase ‘Dios le exaltó hasta lo sumo’. Ahí está el principio divino en operación, y ese principio se aplica a su vida y a mi vida, a la vida de todo creyente; la palabra ‘le exaltó hasta lo sumo’ es una palabra maravillosa en el griego, significa ‘súper-exaltó’, ‘hiper-exaltó”, usa la preposición ‘uper’ como un prefijo de lo cual obtenemos ‘hiper’, ‘súper-exaltado’, ‘hiper-exaltado’, y tiene la idea de que en un momento de la historia redentora, Dios exaltó hasta lo sumo, hasta lo más alto levantó a Cristo. Hay mucho en eso. Permítame tratar de enriquecer su entendimiento de la súper-exaltación de Cristo al leer algunas Escrituras. En Hechos 2:32 Pedro predicando en Pentecostés dijo: “A este Jesús, Dios lo resucitó […]”, versículo 33: “Por tanto, habiéndolo exaltado a la diestra de Dios […]”. Entonces, la exaltación de Cristo incluye la resurrección, e incluye la coronación; Él fue resucitado y fue exaltado a la diestra de Dios; Él fue a sentarse al trono del Padre, a su diestra, es su resurrección y coronación; esos dos elementos son parte de la exaltación de Cristo.

En el quinto capítulo de Hechos de nuevo leemos, Pedro y los apóstoles están hablando y dicen: “El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús”; de nuevo, Dios lo exaltó a través de la resurrección, eso fue parte de la exaltación de Dios hacia Cristo. Versículo 31: “Él es a quien Dios lo exaltó a su diestra como Príncipe y Salvador para conceder arrepentimiento a Israel,  y perdón de pecados”. Ahora, vemos resurrección, vemos coronación, y vemos un tercer término: perdón de pecado; incluyendo intercesión. La exaltación de Jesucristo involucró su resurrección, su coronación, y su intercesión. Él intercede como aquel a quien Dios ha ordenado para perdonar pecados. En Efesios leemos aún más acerca de esto, acerca de la exaltación de Cristo; dice que Cristo fue resucitado de los muertos, –eso es resurrección– sentado a la diestra en los lugares celestiales, –eso es coronación– y después describe esa coronación: por encima de todo dominio, autoridad, y potestad, y poder, y dominio, y todo nombre que es nombrado, no solo en este siglo sino en el siglo venidero, eso nos da aún más detalle acerca de su coronación; Él está por encima de todo gobierno, autoridad, poder, dominio, y todo nombre que es nombrado en este siglo y en el venidero.

Resurrección, coronación, e intercesión, fueron elementos de su exaltación. Hay otro elemento que encontramos en Hebreos 4: “Dios concedió a Jesucristo que cuando fue al cielo –versículo 14– se volvió un sumo sacerdote que ha traspasado los cielos”, ¿a qué se refiere eso?, a ascensión. Entonces, usted tiene un factor cuádruple en la exaltación de Cristo: resurrección, ascensión, coronación, e intercesión; esas cuatro cosas constituyen la exaltación cuádruple de Cristo: resucitado de los muertos, ascendido al cielo sentado en el trono de Dios, para interceder como el sumo sacerdote por los pecados de su pueblo; y claro, tenemos un sumo sacerdote, tenemos un sumo sacerdote que ha traspasado los cielos: Jesús, el Hijo de Dios. Y no un sumo sacerdote que no puede compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Capítulo 7, versículo 26 de Hebreos, dice que Él es un sumo sacerdote, santo, inocente, sin mancha, puro, separado o apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; y el versículo 25 dice que siempre vive para hacer intercesión por ellos: “Por lo cual vive perpetuamente para hacer intercesión por ellos”.

Resurrección, ascensión, coronación, intercesión, esa es la exaltación de Cristo, los pasos ascendentes. Vimos los pasos descendentes, ¿no es cierto?, vimos que Él estando en la forma de Dios, estuvo dispuesto a dejarla, a rendirla; se humilló a sí mismo, se hizo siervo, hecho en la semejanza de hombres, tomando forma de siervo semejante a los hombres, estando en la condición de hombre fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz; todos los pasos hacia abajo. Los pasos hacia arriba: Resurrección, ascensión, coronación, intercesión. Hay un sentido, amados, en el cual inclusive vamos a seguir eso parcialmente, va a venir el día cuando experimentaremos la resurrección, ¿verdad?, y cuando experimentemos la resurrección, también experimentaremos ascensión; eso en el rapto, pero también para los cuerpos de todos los creyentes; y cuando lleguemos al cielo, experimentaremos coronación porque nos sentaremos con Cristo en su trono, en el trono de Dios; y ya no necesitaremos intercesión porque la obra será completada.

Pero el camino a la gloria que Jesús siguió de la resurrección, a la ascensión, a la coronación, es el camino de gloria que los creyentes también seguiremos; esa es la promesa de Dios. ¿Quién es la fuente de todo esto? Dios. Dios lo resucitó de los muertos, Dios lo levantó a la gloria, Dios lo coronó y lo sentó a su diestra, y Dios le dio el ministerio de intercesión como el sumo sacerdote de su pueblo. Ahora, necesitamos pensar con un poco más de profundidad acerca de esto. En un sentido diría: ¿Cómo podría Jesús ser exaltado? ¿Cómo Jesús, quien ya es Dios, podría ser exaltado? ¿Cómo puede usted levantar a alguien que es Dios? Jesús oró en la oración sumo-sacerdotal de Juan 17: “Restáurame la gloria que tuve contigo antes de que el mundo comenzara”. Entonces, ahí hay una indicación de que Él rindió algo que Dios le devolvió: “Devuélveme la gloria que tuve contigo antes de que el mundo comenzara”; hubo algo que fue rendido –vimos eso–, algo que realmente fue rendido en su encarnación; y hay algo que le es devuelto en su glorificación, pero quiero señalar esto, quiero que observe esto: Yo creo que en su coronación y su exaltación, Él recibió más de lo que Él tenía antes. Usted dice: “Pero Dios es todo en todos”, sí, pero hubieron más privilegios, y más derechos concedidos a Jesús, después de su encarnación, más de los que Él tenía antes.

No era más Dios, no era más perfecto, Jesús como Dios nunca podría haber recibido más; Jesús como Dios, nunca podía ser elevado más allá del Dios que Él era, y Él ya era el Dios altísimo, Él ya era el Rey de Reyes, el Potentado, el Señor de Señores; pero escuche esto: Él sufrió cosas, y recibió cosas que no habría experimentado si Él no se hubiera convertido en el Dios hombre. Por ejemplo, Él nunca hubiera tenido el privilegio de ser el sumo sacerdote intercesor, si Él nunca hubiera sido tocado con los sentimientos de nuestras debilidades, si Él nunca hubiera sido tentado en todo según nuestra semejanza, si Él nunca se hubiera convertido en el sustituto por nuestro pecado al llevar nuestros cuerpos en su propio cuerpo en la cruz. Como Dios, Él era incapaz de ser elevado, pero como el Dios hombre Él podía ser levantado del nivel más bajo de degradación al nivel más alto de gloria; y hay un sentido en el cual Él recibió por parte del Padre, privilegios que Él no tenía antes que Él ganó debido a su encarnación: el privilegio de ser el sumo sacerdote intercesor por su pueblo. Él fue declarado como el que fue el Hijo de Dios con poder; en la ascensión Él fue rodeado con muchos ángeles santos, y fue a tomar posesión del trono de su Padre y fue sentado ahí; Él fue elevado ahí como el Dios hombre, y eso fue solo suyo desde la encarnación.

Y entonces, Él entró en todos los derechos y privilegios no solo de Dios como Dios, sino de Dios como el Dios hombre que había logrado todo lo que logró en su encarnación. Entonces, su exaltación no es con respecto a su naturaleza o lugar eterno dentro de la trinidad, sino que más bien es con respecto a su sumisión y sacrificio como el Dios hombre que Él fue levantado. Ahora, no podemos entender de manera plena todo eso, pero creo que a partir de esa humillación vino una exaltación que fue una nueva experiencia con derechos nuevos, y privilegios nuevos, concedidos al Dios hombre, Jesucristo. La exaltación fue la inversión de la humillación. El que fue pobre se volvió rico, el que fue rechazado se volvió aceptado, el que aprendió la obediencia había entrado el a administración de poder que llamó a todos los otros hombres a obedecerle.

William Hendriksen escribe, y cito: “Como el Rey, habiendo mediante su muerte, resurrección y ascensión, habiendo logrado y desplegado su triunfo sobre sus enemigos, Él ahora tiene en sus manos las riendas del universo, y gobierna todas las cosas a favor de los intereses de la iglesia. Como profeta, Él, a través de su Espíritu, lleva a los suyos a toda verdad; y como Sacerdote, en base a su expiación que logró, Él no solo intercede, sino, de hecho, vive para siempre para hacer intercesión para aquellos que se acercan a Dios a través de Él”, fin de la cita. Entonces, Él ha entrado a una exaltación y gloria, que es la misma gloria que Él tuvo antes de que el mundo comenzara; sin embargo, con derechos y privilegios nuevos porque Él ahora es el Dios hombre que ha logrado la obra de su encarnación. Y Dios hizo todo esto, Dios es la fuente de todo esto; Dios le dio a Jesús este derecho, este privilegio y esta exaltación. De hecho, la Biblia presenta esto de una manera tan, tan clara, mostrando que esta es la obra de Dios, de tal manera que nadie podría errar, nadie podría malentender esto.

En Romanos 14:9 dice: “Para este fin Cristo murió y volvió a vivir, para que Él fuera el Señor de los muertos y de los vivos”; Él hizo eso para que Dios pudiera ordenarlo a un lugar único, para que Dios pudiera levantarlo y exaltarlo. Pablo escribe acerca de esto en 1ª de Corintios 15:24: “Después viene el fin, cuando Él entregue el reino al Dios y Padre, cuando Él haya abolido todo gobierno, toda autoridad y poder, porque Él debe reinar hasta que Él haya colocado a todos sus enemigos debajo de sus pies”; la implicación ahí es que Él está funcionando bajo autoridad que es dada a Él de parte de Dios, y Dios le ha levantado a lugar en donde Él es el soberano de todo; esa es la función que Dios le ha dado. Juan 5 dice que Dios encomienda todo juicio al Hijo; este es el regalo de Dios al Hijo. Dios es la fuente de la exaltación de Cristo. La palabra ahí en Filipenses que mencionamos brevemente dice: “Y le dio”; quiero llevarlos ahí. Es una palabra muy interesante; dice que Él también le dio el nombre y demás.

La palabra ‘dio’ significa dar de gracia, o quizá mejor en esta connotación ‘de todo corazón’; en otras palabras, Cristo satisfizo de manera tan total y absoluta el deseo de Dios para la obra de su encarnación, Él cumplió la redención de una manera total y completa, al grado que Dios de todo corazón y de manera generosa, y llena de gracia, y benéfica, le derramó, le entregó regalos, los regalos de la exaltación. Entonces, vemos a Cristo quien fue muy bajo y es hecho muy alto; y en un sentido, aunque Él no puede ser más Dios, Él es hecho más alto de lo que Él jamás había sido, porque Él ahora no solo tiene todos los privilegios de Dios, sino todos los privilegios del Dios hombre quien Él ahora es; y entonces, Él entra a una exaltación gloriosa y majestuosa. Ahora, quiero que vea un segundo punto, y éste es el punto clave en este texto; la fuente de su exaltación es Dios, y el título de su exaltación es ‘Señor’, el título de su exaltación es ‘Señor’.

Y usted sabe que esto es algo que está muy cercano a mi corazón. Quiero que escuche cuidadosamente conforme lo vemos juntos. El versículo 9 dice que Dios le exaltó hasta lo sumo, y le dio a Él esta frase clave: El nombre, el nombre; artículo definido, el nombre que es sobre todo nombre. Ahora, permítame hacerle una pregunta: ¿Cuál es el nombre que es sobre todo nombre? Solo puede ser un nombre, y quiero que piense en esto, solo puede ser un nombre; sea cual sea el nombre, Hebreos 1:4 dice que es más… es un nombre más excelente que el que tienen los ángeles; sea cual sea el nombre, es coherente con las Escrituras, Antiguo y Nuevo Testamento; implicará no solo un medio de distinguir una persona de otra, como usamos la palabra ‘Bob’ y ‘Juan’, sino que implicará algo de la naturaleza de Cristo, algo de su persona revelando algo de su ser interior. No solo será un título para distinguirlo de los otros seres, sino que será un título que literalmente haga que Él esté por encima de cualquier otro ser; será un título que es característico de su esencia, que lo identificará como superior a todos los otros seres, porque es el nombre que es sobre todo nombre.

No hay un comparativo aquí, este no es un comparativo, es un superlativo; no es un nombre comparativo para efectos de distinción, es un nombre superlativo, uno que va más allá de los demás. Dice usted: “Bueno, ¿por qué Dios le va a dar un nombre?”, Dios lo exaltó hasta lo sumo y le dio un nombre, le dio El nombre. Bueno, permítame darle un poco de historia. ¿Se acuerda de un hombre en el Antiguo Testamento llamado Abraham? Abram se reunió con Dios, Dios hizo un pacto con él, Dios entró en una relación única con Abram, ¿y qué hizo Dios con su nombre? Lo cambió y lo llamó ¿qué? Abraham, en hebreo. Abraham, con ‘h’ intermedia. Recuerdo un hombre llamado Jacob, Dios entró en una relación única con Jacob, y le dio su nombre: Israel. ¿Se acuerda en el Nuevo Testamento un hombre llamado Simón? Jesús lo llamó a seguirlo, y Jesús le dio a ese hombre un nuevo nombre, y su nuevo nombre fue Pedro, cuando entró en una relación única con él. ¿Se acuerda que con la iglesia en Pérgamo, la iglesia en Filadelfia, en Apocalipsis 2:17, y Apocalipsis 3:12, el Señor prometió que aquellos que vencieran, Él les daría un nuevo nombre?

Bueno, si usted se acuerda de todo eso, y esos son unos cuántos recordatorios, usted recordará que los nuevos nombres son dados de manera única para señalar o enfatizar una etapa definitiva en la vida de una persona; y Dios ha hecho eso de manera única a lo largo de la historia de redención. Y aquí Él lo hace inclusive en el caso de Cristo, y es sorprendente; Él literalmente le da a Cristo un nombre, Él le da un nombre a Cristo; no es un nombre que nos sorprenderá o nos asombrará, Él ha tenido muchos nombres; Él ha sido llamado Jesús, Cristo, Hijo del Hombre, Hijo de Dios, Mesías; pero Él aquí recibe un nuevo nombre. Ahora, algunos dicen: “Sí, es el nombre Jesús”, porque en el versículo 10 dice: “Para que en el nombre de Jesús, toda rodilla se doble”. Algunos han dicho que el nuevo nombre es Jesús; ¿ese es un nuevo nombre para Jesús?, no, no puede ser el nombre Jesús, porque Dios no puede darle el nombre Jesús en su exaltación; Dios le dio el nombre Jesús en su ¿qué?, en su nacimiento: “Llamarás su nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo”. No puede ser el nombre Jesús, porque Jesús no es un nombre que es sobre todo nombre; de hecho, hay muchas personas que se llaman Jesús; y no puede ser el nombre Jesús porque esa no es la implicación aquí en el contexto.

Ahí en el versículo 11 dice que toda lengua confiese que Jesucristo es ¿qué?, el Señor. Entonces, ¿cuál es el nombre? Señor, ese es el nombre. Dios le dio el nombre que es sobre todo nombre, y el nombre que es sobre todo nombre es Señor; el que es señor está a cargo, ¿no es cierto? Ese es el nombre que es sobre todo nombre, ese es el nombre supremo; ese, por cierto, es un equivalente en el Nuevo Testamento al nombre en el Antiguo Testamento de Dios, Yahweh, el nombre de Dios, Jehová, el cual significa Gobernante Soberano; significa liderazgo en base a poder y autoridad. Y a partir de su humillación Él se convierte en el Gobernante, Él se vuelve Señor. Escuche: Él ya había dado pistas de que éste iba a ser su nombre. Pilatos lo vio y se preguntó si era un rey, se preguntó si realmente era un amo, y él reconoció que Él era Señor; Tomás lo vio, y él dijo: “Señor mío, y mi Dios”; fue evidente a lo largo de su vida que Él era el Señor vivo; pero aquí en su exaltación, Él, de manera formal y oficial, recibe el nombre Señor. Él ahora lo tiene como el Dios hombre. Él fue el Hijo del Hombre en la tierra.

Algunas veces, unas cuantas veces Hijo de Dios; Él fue Jesús, nombre común; Él fue Cristo, Mesías; ahora el Padre dice: “A partir de ahora debes confesar a Jesucristo como (¿qué?) Señor”, ese es el nombre que es sobre todo nombre. Ahora, sabemos eso porque notarán en el versículo 10 que dice: “[…] le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor [...]”. Permítame darle una pequeña pista. ¿Ve el versículo 10? “Para que en el nombre de Jesús”, no dice esto, no dice: “Para que en el nombre Jesús toda rodilla se doble”, dice: “Para que en el nombre de Jesús”, “Para que en el nombre de Jesús”; ¿y cuál es el nombre de Jesús que el Padre le acaba de dar? ¡Señor! El nombre Jesús no hace que la gente se postre, ese es el nombre de su encarnación; el nombre del Señor hace que la gente se postre, y es el nombre Señor el que los hombres deben confesar para ser salvos. Esto es claramente indicado cuando usted considera lo que está en la mente de Pablo aquí cuando él dice: “Para que en el nombre de Jesús (el cual por cierto es Señor) toda rodilla se doble –versículo 11– y toda lengua confiese”, eso es tomado de Isaías 45.

Entonces, si queremos saber el significado de eso, regresamos a Isaías 45 y podemos descubrirlo. Isaías 45:22 en adelante, versículo 21 él dice: “Declaren y presenten su caso, de hecho déjenlos consultar juntos. ¿Quién ha anunciado esto desde la antigüedad? ¿Quién lo ha declarado desde hace mucho? ¿No soy yo el Señor? (Y aquí está), y no hay otro Dios fuera de Mí. Yo soy el Señor –él dice– y no hay otro Dios. Yo Soy un Dios Justo y Salvador, y ninguno hay fuera de Mí. Volveos a Mí, y sed salvos todos los fines de la tierra, porque yo soy Dios y no hay otro. Por Mí mismo he jurado, la palabra ha salido de mi boca en justicia, y no regresará a Mí”, “Toda rodilla se doblará y toda lengua confesará”, toda lengua jurará lealtad.

Ahora, eso está hablando de soberanía, ¿no es cierto? Señorío. Y ahí es de donde él obtuvo “Toda rodilla se doblará y toda lengua confesará”, y Dios está diciendo: “Yo soy el Señor, yo soy el Señor y no hay nadie más que Yo; Yo Soy Justo, Yo Soy Salvador. Vuélvanse a Mí y sean salvos, porque Yo Soy Dios, no hay otro. Yo he jurado por Mí mismo”; en otras palabras: “Yo estoy a cargo, no pido nada, no necesito otra autoridad. La palabra que sale de mi boca es todo lo que hay, y nunca regresa; y se van a postrar ante Mí, y se van a postrar ante mi Señorío”. Y entonces, cuando él dice que Él tiene un nombre, un nombre ante el cual toda rodilla se doblará, un nombre ante el cual toda lengua debe confesar, ese nombre no puede ser Jesús, ese nombre debe ser, ¿qué?: Señor. Ese es el contexto de Isaías 45; ese es el único nombre que tiene sentido en el contexto, que debemos confesar a Jesucristo como Señor, como Señor. Ahora, escúcheme cuidadosamente: ¿Es Jesucristo, Señor? Sí. ¿Quién lo declaró como Señor? El Padre. El Padre lo exaltó y le dio un nombre, y el nombre que le dio fue el nombre ‘Señor’, y ‘Señor’ está sobre todo otro nombre. Si usted es señor, usted está sobre cualquier otro nombre; ¿implica deidad?, sí; pero lleva el poder de soberanía. No es solo decir: “Tú eres Dios”, es decir que: ‘Tú, como Dios, gobiernas’, tiene que significar eso.

Hay algunos que nos dicen: “Bueno, simplemente significa que Él es Dios”, sí, bueno, podría simplemente significar que Él es Dios, pero una vez que has dicho que Él es Dios, Él ahora está a cargo, Él es soberano. La fuente de la exaltación de Cristo es Dios, y el título de la exaltación de Cristo es Señor. Amado, no podemos conocer a Cristo de ninguna otra manera, más que como Señor. Esta es la razón por la que la confesión básica, el primer credo cristiano en la historia de la iglesia es dado en el versículo 11: “Jesucristo es (¿qué?) Señor”. Todo cristiano debe decir eso. Ese es el meollo de nuestra fe, ese es el primer credo cristiano básico jamás expresado: Jesucristo es Señor; esa es la sustancia del cristianismo. ‘Señor’ está por encima de cualquier otro nombre; usted no lo hace ‘Señor’. Cada vez que oigo a alguien decir eso, es como uñas que están rasguñando un pizarrón; la gente dice: “Bueno, necesitas hacer de Jesús, Señor”; usted no tiene nada que ver con eso; entiendo lo que la gente quiere decir, pero esa no es la manera en la que debe decir eso.

Algunas veces quieren decir que necesita someterte a su liderazgo y autoridad; está bien, dilo de esa manera; no hables de hacerlo Señor, Dios ya lo hizo, Él es Señor. En las palabras de Juan Flavel, un puritano inglés del siglo XVII, y cito: “La oferta del Evangelio de Cristo incluye todos sus oficios, y la fe en el Evangelio simplemente lo recibe. Someterse a Él, como también ser redimido por Él; imitarlo en la santidad de su vida, como también el cosechar lo que Él logró, y los frutos de su muerte debe ser un recibimiento entero del Señor Jesucristo”, fin de la cita. Toser dijo, y cito: “Instar a los hombres y mujeres a creer en un Cristo dividido, es enseñanza mala”. La gente que le llama a recibirlo como Salvador y no como Señor, él dice, y cito: “Nadie puede recibir una mitad de Cristo, o un tercio de Cristo, o un cuarto de la persona de Cristo. No somos salvos al creer en un oficio o en una obra. Él es Señor, y aquellos que se reúsan a recibirlo como Señor, no pueden recibirlo como Salvador, no pueden tenerlo como Salvador”, fin de la cita.

Y toda persona que lo recibe se rinde a su autoridad, Él es Señor. Eso es todo, eso es todo. Ahora, amados, esta verdad resuena a lo largo del Nuevo Testamento; literalmente resuena a lo largo del Nuevo Testamento que Jesucristo es Señor, aunque el Padre no se lo dio sino hasta la exaltación, ya venía, y podíamos sentir que venía. Usted puede remontarse hasta Lucas 2:11: “Hoy, en la ciudad de David, ha nacido un Salvador, quien es Cristo el Señor”; aún en su nacimiento se afirmó que Él era Señor; y que el nombre que Él recibiría no sería sorpresa para nadie; eso era lo que Él era, y de manera apropiada Él llevó el nombre. Dios esperó a darle el nombramiento oficial hasta que su obra fuera hecha; hasta Jesús lo dijo. Juan 13:13: “Vosotros me llamáis Maestro, y Señor –y Él dice–; y están en lo correcto, están en lo correcto, Yo lo Soy, Yo Soy”, y después, claro, después de su obra maravillosa, y después de que fue levantado y exaltado en el cielo; Pedro predica en el día de Pentecostés: “Sepa, pues, ciertísimamente, toda la casa de Israel, que Dios lo ha hecho Señor”. Oh, me encanta eso.

Hechos 2:36 Dios lo hizo Señor, Dios le dio el nombre que es sobre todo nombre; “Dios lo hizo Señor, ¿quién?, este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios lo hizo Señor”. Capítulo 10, conforme avanza a lo largo del libro de los Hechos, usted oye tanto acerca de que Cristo es Señor; por cierto, se hace referencia a Cristo como Señor 92 veces en el libro de los Hechos, 2 veces como Salvador, 92 veces como Señor. Hechos 10:36 dice: “La palabra que Él envió a los hijos de Israel (aquí está el mensaje de los Apóstoles), predicando paz a través de Jesucristo, Él es Señor de todos”. ¿Predica usted a Cristo? Predíquelo como Señor. ¿Predica usted a Cristo? ¡Predíquelo como Señor!

Y así lo hizo la primera iglesia, 92 veces en el libro de los Hechos conforme predicaban el Evangelio, se refirieron a Él como Señor. Romanos, ¿se acuerda usted de esto? Capítulo 10, versículo 9, que: “Si confesares con tu boca que Jesús es (¿quién?) el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón el hombre cree (resultando en justicia), y con la boca confiesa (resultando en salvación). 11 Porque la Escritura dice: Porque todo aquel que cree en Él, no será decepcionado. 12 Porque no hay distinción entre judío y griego, porque el mismo Señor, es Señor de todos”, ¡eso es lo que Él es! Si usted lo confiesa, no solo como Señor Deidad, sino Señor de todos, Él es Señor sobre todos abundando en riquezas; dice: “13 Y todo aquél que invocare el nombre del Señor, será salvo”.

A mucha gente le gusta hablar de Jesús, pero no le gusta hablar de Señor, Él es Señor. Romanos 14: “Como está escrito –versículo 11–: Mientras vivo, dice el Señor, toda rodilla se postrará ante Mí, y toda lengua dará alabanza a Dios”. ¿De quién está hablando? De regreso al versículo 9: “Porque para esto Cristo murió y volvió a vivir, para que Él sea Señor tanto de los muertos como de los vivos”, y doblarán sus rodillas a su Señorío. Por cierto, Romanos 14: 9 al 11, también es una cita de Isaías 45:23, el mismo pasaje usado en Filipenses 2; y de nuevo enfatiza que Cristo es Señor, y es ante el Señor que toda rodilla se doblará; “Conforme vivo, dice el Señor, toda rodilla se doblará ante Mí”. En 1ª de Corintios 8:6 leemos esto: “Porque para nosotros no hay más que un Dios el Padre, de quien son todas las cosas, y existimos para Él, y un Señor Jesucristo”, ese es su nuevo nombre después de su exaltación, después de que Él subió al cielo, y las epístolas fueron escritas, Él era el Señor Jesucristo, siempre el Señor, siempre el Señor. 1ª de Corintios 12:3 dice: “Ninguno puede llamar a Jesús, Señor; excepto por el poder del Espíritu Santo”. El Espíritu moviéndose en el corazón capacita a uno a llamar a Jesús, Señor.

Pablo, al final de 1ª de Corintios 15 dice: “Mas gracias sean dadas a Dios quien nos da la victoria a través de nuestro Señor Jesucristo”; siempre Señor, siempre Señor. 2ª de Corintios 4:5: “No nos predicamos a nosotros mismos, sino predicamos –me encanta esto– a Cristo Jesús como Señor”, Cristo Jesús como Señor. Apocalipsis 17:14, 19:16: “Rey de Reyes, Señor de Señores”. Ahora, escúcheme: Las Escrituras nunca hablan de ninguna persona haciendo a Jesús, Señor; nunca. Dios lo hizo Señor, ¡Dios lo hizo Señor! (Hechos 2:36). Sin embargo, usted lee cosas como éstas de una publicación cristiana bien conocida, y cito: “Es imperativo confiar en Cristo como Salvador personal, y nacer de nuevo, pero esta es solo la primera decisión. La decisión de confiar en Cristo como Salvador, y después hacerlo Señor, son dos decisiones distintas separadas. Las dos decisiones pueden ser cercanas o distantes en el tiempo”, fin de la cita. En otras palabras, él está diciendo: “Usted puede recibir a Cristo como Salvador por aquí, y un tiempo después hacerlo Señor”; pero la salvación siempre debe preceder al Señorío.

Él escribe: “Es posible ser salvo, sin nunca hacer de Cristo el Señor de su vida”, fin de la cita. Esa es una declaración absolutamente absurda, ¿¡qué está diciendo usted!? ¿Está diciendo que Cristo no es Señor, a menos de que usted le dé permiso? ¿¡Qué tipo de declaración es esa!? ¡Eso es absurdo! Ni siquiera sé si esta persona lo cree. ¿Es posible ser salvo sin que nunca haga de Cristo Señor de su vida? No lo creo. No entiendo mi Biblia si eso es verdad, porque para ser salvo, usted debe confesar a Jesús como Señor, ¡qué tan claro es eso! ¡Aún yo lo puedo entender! ¡De qué está hablando la gente! Por cierto, Él es llamado Señor no menos de 747 veces en el Nuevo Testamento; eso me parece significativo, ¿747 veces? No sé lo que usted va a hacer con invitaciones a la salvación si usted elimina el liderazgo. Hechos 2:21: “Todo el que invocare el nombre del Señor será salvo”; Hechos 16:31, el carcelero en Filipos, Pablo dice: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”. La centralidad del Señorío de Cristo es muy clara en el Evangelio del Nuevo Testamento. Usted no puede separar al Salvador del Señor.

Ahora, algunos han dicho: “Bueno, bueno, pero la palabra ‘Señor’ simplemente significa deidad. Simplemente significa deidad; no significa amo, soberano; no significa gobernante”. Bueno, eso es totalmente la opinión de alguien, no lleva ningún peso. ¿Cómo puede usted decir que Señor significa deidad, pero la deidad no significa soberanía? Si usted es Dios, usted está a cargo, eso es fútil, ese argumento no se mantiene en pie, esa es una separación imposible porque algo inherente al ser de Dios es la autoridad, el dominio, el gobierno, el derecho de mandar, todo está ahí; si usted dice: “Es Dios”, lo ha dicho todo. Aún desde un punto de vista lingüista, la palabra ‘Señor’ es ‘Kurios’, y ‘Kurios’ de manera abrumadora se refiere a la idea de gobernante, de gobierno, de gobernar; de hecho, la palabra es usada para referirse a personas que ni siquiera son dios porque son gobernantes. Entonces, su significado inherente no es deidad, su significado inherente es gobierno.

La palabra ‘Kurios’, para darles un poco de trasfondo acerca de la misma, comenzó a significar amo o dueño, siempre era un título de respeto, se volvió en el título oficial de los emperadores romanos; el emperador romano en el griego era el ‘Kurios’, en el latín era el ‘Dominos’ el cual significa amo y señor; se volvió un título de las deidades paganas; fue la palabra griega de la cual el hebreo fue traducido, la palabra hebrea ‘Yahweh’ o Jehová. Entonces, tenían la idea de deidad, claro, en la misma; pero la clave, el pensamiento clave, era de gobierno. Cuando dice que Jesús era ‘Kurios’ , claro, ‘Yahweh’ está implícito ahí, pero eso solo significa Dios, y Dios significa autoridad; pero inclusive la palabra misma ‘Kurios’ significa amo y dueño. Entonces, sea que usted lo vea desde el punto de vista del término ‘Kurios’, el cual significa uno que gobierna, uno que guía, uno que es amo; o desde el concepto, desde el punto de vista del concepto que significa ‘Dios’, usted tiene el mismo problema: Dios está a cargo.

Ahora, ¿qué estamos diciendo? Esto se encuentra en el centro mismo de la confesión cristiana que Jesús es Señor, en el centro mismo de un mensaje del Evangelio que Jesús es Señor, eso es lo que usted debe afirmar para ser salvo; y eso es lo que Pablo dice, que toda lengua confesará en últimas que Jesucristo es Señor; la fuente de esa exaltación es Dios, el título de su exaltación es Señor. Y Pablo dice: “Toda persona va a reconocerlo tarde o temprano”. Esa sería mi oración por usted, que usted reconozca que Él es Señor, por voluntad personal y no por fuerza.

 

 

 

 

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