Abramos nuestras biblias esta mañana, al llegar al estudio de la Palabra de Dios en Filipenses capítulo 3, y vamos a recoger el texto en dónde lo dejamos hace unas semanas atrás en nuestro estudio continuo de esta epístola que se ha vuelto tan amada por todos nosotros, la gran carta a la iglesia en Filipos. Continuamos a lo largo del mismo tema que comenzamos en nuestro último mensaje de los versículos 12 al 16, ese es el tema “Alcanzando el premio,” o buscando la meta.
Permítame leerle los versículos 17 al 21. Filipenses, capítulo 3, versículos 17 al 21. “Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros. Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que solo piensan en lo terrenal. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”
Ahora, este gran y emocionante pasaje como dije, continúa el tema de buscar el premio. Nos concentra de regreso en aquello que explicamos a detalle en nuestro último mensaje, y eso es que la meta de la vida cristiana es ser como Jesucristo. Y quiero en esta mañana recordarle esa verdad tan simple y básica. Podría decirse a sí mismo, “parece lo suficientemente básico, ¿es necesario incluso que se nos recuerde esto?” Y mi respuesta a eso es, “lo creo.”
En esta cultura cristiana tan compleja en la que vivimos, en dónde hay tantos puntos de vista y tantas teologías y tantos seminarios y tantas fórmulas, y tantos ejercicios “en crecimiento cristiano”. Algunas veces creo que podemos nublar de manera total lo que realmente importa. Y quiero hacer una afirmación más bien simple que es esencial para la vida cristiana, y después ver si puedo reforzarla con usted esta mañana. La vida espiritual, la vida cristiana, es un proceso de buscar la semejanza a Cristo. La vida cristiana es un proceso de buscar la semejanza a Cristo.
Eso en términos simples es la dirección del asunto entero de la santificación. Debemos volvernos más y más como Jesucristo. Dicho de manera simple, esa es la vida cristiana. Como dije, hay tantos libros, y tantas cintas y tantas fórmulas y tantos diferentes puntos de vista de cosas que algunas veces la realidad en su simplicidad se pierde de manera total. Quiero llamarnos de regreso, como lo hice hace unas cuantas semanas atrás, a este asunto de buscar simplemente la semejanza a Cristo.
Usted recuerda, cuando Jesús vino y llamó a Sus discípulos, Él dijo, “Síganme.” Y ese mandato en particular no ha sido reemplazado o mejorado. El asunto entero de la vida cristiana y el cristianismo, es este asunto de seguir a Cristo, de volverse más y más como Él. El apóstol Juan dijo, “Si perteneces a Cristo, si permaneces en Cristo, entonces debes andar como Él anduvo.” El apóstol Pablo escribiéndole a los gálatas dijo: “Sufro dolores de parto hasta que Cristo sea formado de manera completa en vosotros.” Y al escribir a los corintios, él dijo un par de veces, “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.”
Pero de manera más significativa, quizás para nosotros, es la palabra de Dios Padre. Romanos 8 registra para nosotros que el propósito del Padre la salvarnos fue para que fuéramos conformados a la imagen de Su Hijo. Cristo nos llamó a ser como Él, Juan nos recuerda a ser como Él, Pablo está en dolor hasta que seamos como Él, y eso es porque ese fue el propósito de Dios en el comienzo, que fuéramos hechos como Jesucristo.
Ahora, la meta entonces, de la vida de todo cristiano es ser como Cristo. Esa es la meta. Ese es aquello que buscamos. Ese es el propósito de nuestro tiempo aquí, y esa es la vida de nuestra santificación. Se vuelve entonces el objetivo de por vida, de todo cristiano, volverse más y más y más como Jesucristo. Eso es tan básico como puede ser afirmado. Simplemente para recordarnos que este es el tema general del texto, regrese al versículo 12, por un momento, en dónde comenzamos la última vez.
Pablo dice, “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto, sino que prosigo por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.” Pablo dice, “No he llegado a la perfección. No soy como Cristo. Pero esa es la razón por la que Dios se asió de mí. Y eso es lo que deseo. No he llegado. No lo he obtenido, pero prosigo.” Después él lo vuelve a decir en el versículo 13, “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado.”
Ahora, ¿por qué lo diría dos veces? ¿Por qué lo repite? Bueno, creo que hay una especie de polémica aquí. Bien pudo haber sido que los judaizantes que estaban confundiendo a la iglesia filipense, estaban diciendo que mediante la circuncisión y el guardar la Ley, habrían alcanzado algún tipo de perfección. Parece como si Pablo estuviera discutiendo en contra de algo, como también simplemente afirmando un punto. No obstante, el punto que él presenta es que él no ha llegado. “Pero una cosa hago.” Me encanta eso.
Ahora, con esa afirmación, Pablo ha reducido la vida cristiana a su común denominador más reducido. ¿Qué haces Pablo? “Una cosa.” ¿Qué es esa cosa? “Olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está adelante, prosigo a la meta.” ¿Cuál es la meta? “Semejanza a Cristo, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Por cierto, señalamos la última vez que la meta y el premio son lo mismo. La meta es la semejanza a Cristo, la buscamos. Nunca la alcanzamos en esta vida, pero se vuelve el premio que Dios nos da en la vida por venir. Lo que es nuestra meta aquí es nuestro premio allá. Algún día seremos hechos como Cristo, hasta ese día cuando recibamos el premio, buscamos eso como la meta.
Entonces Pablo está diciendo, “Mira, no he llegado. No hay perfección aquí.” Él no es un perfeccionista. Él no cree que usted puede alcanzar un punto en dónde su pecado es erradicado, en dónde usted ya no peca o transgrede en contra de Dios. Esa no fue su experiencia, ni fue hallado eso en cualquier cosa que él había recibido a manera de revelación del Espíritu de Dios.
Entonces, él está diciendo, “Estoy en una búsqueda. Y mi vida se reduce a una cosa, ser como Cristo.” Dice usted, “Bueno, ahora, espere un minuto. ¿No tenemos más cosas que hacer que eso? ¿Supuestamente, no debemos estar glorificando a Dios?” Sí, y entre más glorifica a Dios usted, más es usted como Cristo. ¿No debemos estar evangelizando a los perdidos? Si, y entre más hace usted eso, más es semejante a Cristo, porque Él dijo que vino a buscar y salvar lo que se había perdido. La meta de la vida cristiana, y la búsqueda de la santificación, simplemente se reduce a la semejanza a Cristo.
Ahora eso nos deja con una necesidad de entender dos cosas, ¿cómo es que eso va a pasar? Bueno, hay un elemento objetivo y uno subjetivo. El elemento objetivo es la Palabra de Dios. Si vamos a volvernos como Cristo tenemos que saber cómo fue Cristo. Si queremos saber cómo es Cristo entonces, ¿adónde vamos? Vamos a la Biblia, ¿verdad? Porque esta es la revelación de Cristo. Este es el descubrimiento de Cristo. El Antiguo Testamento prepara la escena para Él, crea la necesidad para Él, anuncia que Él viene. Los evangelios registran Su llegada. El libro de los Hechos registra el impacto inmediato de eso. Las epístolas delinean la importancia de Su vida y ministerio. Y el Apocalipsis habla de la consumación. Pero Cristo es el enfoque de todo.
Entonces, conforme estudiamos la Palabra de Dios, la estudiamos para que sepamos cómo es Cristo. Amados, quiero alentarlos en esta área. Esa es una verdad tan básica en la vida cristiana, pero con frecuencia se pierde. Estudiamos la Biblia para efectos de teología, estudiamos la Biblia para efectos de responder las preguntas de alguien, estudiamos la Biblia para efectos de argumento, estudiamos la Biblia pensando que de alguna manera al absorber algo de información bíblica va a impactar nuestra vida espiritual. En algunos casos, claro, contribuye a ese fin, pero el producto que Dios busca al darnos la revelación, es que al entender más acerca de Cristo, por lo tanto, conozcamos mejor la meta de nuestra propia vida. Y si usted estudia la Biblia, por algo menos que entender más acerca del Cristo, como quien debe ser usted, usted ha perdido de vista el objetivo.
El segundo elemento que es subjetivo en este asunto, es la obra del Espíritu Santo. Si vamos a ser como Cristo, dependemos de conocer como es Cristo, y eso significa que debemos estudiar la Palabra de Dios. También dependemos de la obra espiritual de cambiarnos a la imagen de Cristo, la cual es la obra del Espíritu Santo. 2 Corintios 3:18 dice que conforme vemos la gloria que es revelada, la gloria de nuestro Señor, el Espíritu nos cambia a Su imagen.
Entonces, objetivamente estamos comprometidos con el estudio profundo de la Palabra, subjetivamente estamos comprometidos con la sumisión al Espíritu de Dios. Un creyente lleno del Espíritu, que deja que la Palabra acerca de Cristo more en abundancia en él, es uno que progresa hacia la meta. ¿Queda claro? Y esa es la afirmación simple, el meollo de la vida cristiana. Y lo enfatizo porque tengo la confianza de que ha sido nublado en nuestro día, y puede ser perdido en términos de su importancia simple y muy esencial. Debemos ser como Cristo. Eso debe consumirnos.
Pablo dice, “Una cosa hago, prosigo hacia esa meta de semejanza a Cristo. Eso es lo que hago.” ¿Acaso eso simplifica el enfoque de su vida espiritual? Dice usted, ¿cómo puede reducir la vida eso? Regrese al versículo 7. Pablo tuvo una vida muy compleja antes de que fue cristiano, él estaba tratando de guardar todas las leyes y tradiciones y fórmulas del judaísmo, tanto divinas como humanas. Él estaba tratando de seguir todos los privilegios y todo lo que depositaban en su cuenta. Y en todo eso, él no encontró lo que buscó.
Y después recuerde en el camino a Damasco, él fue confrontado con el Cristo viviente. E inmediatamente al llegar al entendimiento del hecho de que Cristo era todo, versículo 7 dice, “Cuántas cosas eran para mí antes ganancia, las he estimado como pérdida, por amor de Cristo. Una vez que conocí a Cristo, me di cuenta de que todo en mi columna de bienes era una deuda. Aunque pensé que era deuda, lo tuve por pérdida, encontré todo lo que necesitaba en Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida, por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido y lo tengo por basura, por estiércol, para ganar a Cristo.”
Como puede ver, Cristo es todo para él, y en Cristo está todo. ¿Necesita recordar sus grandes afirmaciones en Colosenses capítulo 2, en dónde dice que, en Cristo, versículo 3, están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento? Eso es sorprendente. Esa es una afirmación amplia. ¿En dónde están los tesoros de la sabiduría y del conocimiento? Están en Cristo. Todos están en Cristo. Entre más conozco acerca de Cristo, entre más conozco acerca de la sabiduría y del conocimiento.
Esa es la razón por la que en el versículo 6 dice, “como habéis recibido a Cristo Jesús el Señor, así andad en él.” Imiten la vida de Él, versículo 9. “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad. Y vosotros estáis completos en él.” Pablo lo entendió, todo está en Cristo. Amados, de alguna manera recuérdese a sí mismo de despojarse de cualquier cosa que nuble eso, o cubra eso, y regrese a esa realidad gloriosa, básica, de que estamos buscando la semejanza a Cristo.
Entonces, cuando usted estudia los evangelios, estúdielos para que usted pueda conocer a Cristo mejor. Por cierto, yo en todos los años que he estado en Grace, nunca he querido estar en un momento en mi ministerio de predicación en dónde fuera domingo por la mañana, domingo por la noche, que no estuviera predicando una serie u otra, de la persona de Cristo, porque Él debe ser nuestro enfoque. Una de las razones por las que escogí estudiar Filipenses, fue porque quería pasar mucho tiempo en el capítulo 2, hablando de Cristo y las glorias de Su encarnación. Debemos estar enfocados en la Persona de Cristo. Y cuando usted lee la Palabra de Dios, deje que le hable a usted de Cristo, deje que le revele las glorias de Cristo a usted. Y conforme usted cede al Espíritu de Dios en obediencia, que sea con el deseo de que Él lo moldee y lo forje de un nivel de gloria al siguiente, hasta que sea más y más hecho como Jesucristo.
Ahora, en los versículos 12 al 16, Pablo exhortó a los lectores a eso. Él exhortó a todos nosotros a avanzar en esa dirección, a proseguir hacia esa marca, ese premio, esa meta. De hecho, en el versículo 15, él dijo, “Si otra cosa sentís, y no están dispuestos a hacer eso, Dios va a tener que tratar con ustedes.” Podría haber algo de disciplina. Y después en el versículo 16 él dice, “pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla. Sigan buscando la semejanza a Cristo.”
¿Alguna vez alguien le ha dicho a usted, “sabes una cosa, realmente deberías leer la Biblia a diario, realmente deberías estudiar la Biblia a diario”? Y algunas veces usted se dice a sí mismo, “Bueno, estoy haciendo eso, pero no estoy seguro de lo que debo estar aprendiendo o lo que debo estar entendiendo.” Mantenga esto en mente. El propósito de todo eso es moldearlo a la imagen de Jesucristo, es dejar que la Palabra de Cristo more en abundancia en usted, es dejar que el Espíritu de Dios lo llene para que se lleve a cabo un moldeo en semejanza a Cristo.
Ahora, conforme usted llega al versículo 17, Pablo quiere ser práctico. Y él nos sugiere que hay tres elementos necesarios en esta búsqueda, que van a ayudarnos conforme buscamos. Tres cosas que son necesarias para buscar la semejanza a Cristo. Número uno, siguiendo ejemplos. Número dos, huyendo de enemigos. Y número tres, fijándose en expectativas. Esas son las tres cosas con las que él trata en los versículos 17 al 21. Siguiendo ejemplos, huyendo de enemigos, y fijándose en expectativas. Esto es muy práctico. Y únicamente le voy a dar el número uno esta mañana, porque las otras dos demandan mucho de nuestros pensamientos.
Veamos la número uno. Si voy a buscar esta meta de la semejanza a Cristo, entonces necesito seguir algún ejemplo para que me enseñe como. Observe, el versículo 17, “Hermanos,” esa, por cierto, es la tercera vez que él ha usado esa palabra en este capítulo, él se está sintiendo muy cálido de corazón hacia ellos, muy conciliador. “Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen, según el ejemplo que tenéis en nosotros.”
Ahora, ese versículo entero simplemente trata de seguir a otros que están buscando este premio. Ahora, permítame hablarle de eso por tan solo un momento. Quiero que lo entienda. En primer lugar, Pablo no se está colocando en un pedestal, no un pedestal de perfección. Pablo no está diciendo, “Soy perfecto, sean como yo.” Lo que Pablo está diciendo es, “Soy imperfecto, sigan la manera en la que me muevo hacia esa perfección.” Él quiere que entendamos, en los versículos 12 al 16, que él no lo ha obtenido, que todavía no es perfecto, que él no ha llegado aún.
Y si usted lee el Nuevo Testamento usted está muy consciente de eso. Dios tuvo que darle un aguijón en la carne para evitar que él fuera demasiado soberbio, porque él estaba inclinado a la soberbia. Él tenía que ser reprendido de manera significativa por dejar que su boca hablara en contra del sumo sacerdote, al final del libro de los Hechos, y decir cosas que él nunca debería haber dicho. No, él no era un hombre perfecto. Y en eso se encuentra la importancia de su ejemplo. De hecho, en 1 Timoteo 1:15, él dijo: “Yo soy el primero de los pecadores.” No fui, sino, soy.
Y ciertamente él entendió el principio de 1 Juan 1:7-9, que si usted dice que no tiene pecado usted hace que Dios sea un mentiroso. Entonces, él no es alguien que está ausente de pecado, él no ha alcanzado la perfección, su naturaleza de pecado no ha sido erradicada, no hay una segunda obra de gracia que lo ha colocado aquí en una categoría diferente del resto de la gente. Él está diciendo, soy un pecador, tengo problemas con mi carne, pero estoy buscando la meta, sigan mi ejemplo.
Si fuera a escalar una montaña alta, una expedición peligrosa de ascenso, solo, lo cual es una posibilidad muy remota, pero si ocurriera hay una pequeña aventura ahí para mí. Y si decidiera escalar esta montaña y si me preparara con todo el equipo necesario para subir por este precipicio peligroso, ¿de qué me serviría que un helicóptero volara por encima de la cumbre de eso, y dejara caer a un hombre sobre la cima y ese hombre desde ahí arriba me gritara, aquí estoy arriba? ¿aquí es adónde quieres venir? Si tan solo puedes llegar aquí, aquí está la cima. Y estoy viendo hacia arriba y estoy aquí abajo y él está ahí arriba.
El problema es que él llegó ahí con un helicóptero y él no conoce tampoco como llegar ahí arriba. Él no ha pasado por esa ruta. Él no me ayuda mucho. De hecho, entre más me grita desde arriba, más frustrante se volverá. Lo que yo preferiría tener es que un hombre subiera delante de mí, que está ascendiendo por el camino y me diga, “Sígame, yo sé cómo llegar allí arriba.”
Lo que necesito es a alguien quien me dé un ejemplo de cómo llegar hacia arriba, que me muestre el proceso. ¿Cómo enfrento mi carne caída? ¿Cómo enfrento las luchas de la vida? ¿Cómo enfrento la decepción? ¿Cómo enfrento las pruebas? ¿Cómo enfrento la soberbia? ¿Cómo enfrento la tentación? ¿Cómo enfrento el pecado? Alguien tiene que mostrarme ese camino, porque es solo en la superación de mi pecaminosidad que me muevo hacia ser como Cristo.
Entonces, tengo que seguir a alguien que está luchando por vencer al pecado. Si voy a subir por este precipicio, quiero que alguien que conoce el camino con una cuerda amarrada a su cintura, esté amarrada a la mía, quién me jale por el camino correcto. Ese es Pablo. Pablo se colocó en esa posición en varias ocasiones. Y él está diciendo, “No soy el modelo perfecto. Ese es Cristo. Simplemente soy alguien que pueden seguir en el camino a la victoria.”
Entonces, él dice, versículo 17, “Acompáñenme al seguir mi ejemplo.” Literalmente el griego dice, “sean colegas, imitadores de mí. O sigan siendo colegas imitadores. Sum mimētēs, de la cual obtenemos la palabra mimo. Sum, significa ‘junto con’. Es una especie de llamado colectivo. Él está diciendo, “todos ustedes, todos ustedes, sean colegas, imitadores de mí. Sean mimos míos, sigan la manera en la que vivo mi vida. De regreso al versículo 14, “estoy prosiguiendo hacia la meta, vean como lo hago.”
Sabe una cosa, creo que no hay un mejor ejemplo histórico que Pablo, y esa es una de las razones ciertamente por la que el Espíritu Santo llenó el Nuevo Testamento con ese hombre, él domina todo, después de los Evangelios. Él domina el libro de los Hechos, a partir del capítulo 13. Trece de las epístolas salieron de su pluma y de su corazón y de su mente, y de su vida. Él es un personaje dominante, y ¿por qué? Porque podemos imitarlo.
Podemos ver como luchó como la carne. Él es un modelo para nosotros de virtud. Él es un modelo para nosotros de moralidad, él es un modelo de victoria y tentación. Él es un modelo para nosotros de adoración, él es un modelo para nosotros de servicio, él es un modelo para nosotros de paciencia y soportar y sufrimiento. Es un modelo de cómo manejar el temperamento. Él es un modelo de cómo manejar las posesiones. Él es un modelo de cómo manejar las relaciones. En tantas maneras nos muestra como la piedad enfrenta la condición caída, algo que Cristo nunca pudo mostrarnos, porque Él nunca estuvo caído.
Y creo que una de las razones por las que el Espíritu Santo ha cargado el Nuevo Testamento con este hombre, es porque él es un patrón tan maravilloso. Esa es la razón por la que él les dijo a los corintios dos veces, “sed imitadores de mí.” Esa es la razón por la que le escribió a los tesalonicenses, capítulo 1, versículo 6, “os volvisteis imitadores de nosotros y del Señor, a quien imitamos.”
Entonces, conforme usted estudia el Nuevo Testamento y yo también, podemos ver mediante la vida de Pablo, tanto que nos ayuda. Y les confieso amados, que, mediante la vida de este hombre en mi ministerio, el modelo número uno ha sido Pablo. Él es el patrón del camino, la búsqueda; él es el alpinista que quiero seguir. Trato de ver como enfrentó situaciones, trato de oír como late su corazón. Puedo regresar y leer y leer y leer las mismas cosas una y otra, y otra, y otra vez acerca de Pablo como recordatorios de cómo debo responder, cómo debo vivir, cómo debo actuar, cómo debo ordenar mis prioridades, cómo debo enfrentar las pruebas y el sufrimiento y el problema. Él es un patrón constante para mí. Constante.
Pero va más allá de eso. Y quiero que vea que él sabe eso. Regrese al versículo 17, él dice, “acompáñenme al seguir mi ejemplo, y mirad,” y esa por cierto es skopeite, es la misma raíz de la palabra cómo skopos que es traducida mente, en el versículo 14. Y cuándo dice, “mirad,” quiere decir, ‘fija tu mirada en’. Es como ver una meta y fijarse en ella.
Entonces, él está diciendo, “Fija tu mirada en aquellos que se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros.” Por cierto, prefiero la idea de que el ‘nosotros’ ahí se refiere a Pablo, es lo que llamo, me imagino que usted lo llamaría un plural literario, diseñado para manifestar humildad. Podría referirse a Pablo, Timoteo, Epafrodito, y no estaría mal asumir eso, pero Pablo usa eso en un par de lugares que creo que en cierta manera es una herramienta literaria que en cierta manera quiere evitar decir, “síganme, síganme, soy el perfecto.” Él simplemente dice ‘nosotros’, lo cual en cierta manera evade un poco ese engrandecimiento personal del cual alguien lo podría acusar. No obstante, lo que él está diciendo es no solo síganme, sino “observen a otros que caminan conforme al patrón que yo manifiesto.”
Entonces, siga esto, él probablemente tiene en mente a Timoteo y Epafrodito, pero más allá de ellos que han sido mencionados en la epístola, eran conocidos por los filipenses, él está diciendo, “sigan a otras personas que me siguen a mí.” Ahora, escuche con cuidado, todos podemos seguir a Pablo, porque él está impreso. Pero eso tiene sus limitaciones, y entonces lo que él está diciendo es, “vayan más allá de eso y sigan carne y sangre.” Timoteo y Epafrodito y los otros nunca escribieron libros del Nuevo Testamento. No tenemos registro histórico de eso.
Entonces, si podemos resumirlo, la idea aquí sería esto. Cristo es la meta, Cristo es el estándar, Cristo es el modelo, debemos ser como Cristo. Para saber cómo es Cristo estudiamos la Palabra de Dios, la estudiamos hasta que la palabra acerca de Cristo mora en abundancia en nosotros profundamente, entonces tenemos un entendimiento profundo de Cristo, y sabemos cómo es Él, entonces sabemos cómo debemos ser. En segundo lugar, cedemos al Espíritu de Dios quien sigue moldeándonos a esa semejanza que entendemos.
Ahora, para ir por ese camino y seguir a alguien, seguimos a Pablo quien literalmente está revelado a nosotros de una manera repleta en el Nuevo Testamento. Entonces, tenemos suficiente información para saber cómo él vivió y como el actuó, pero más allá de eso, necesitamos algo de sangre y carne, tangible, personas vivas que respiran, que también podamos seguir.
Entonces, Pablo lo lleva un paso más adelante y dice, “observen aquellos que andan,” eso es conducta diaria, “que viven diariamente su vida conforme al patrón que tienen en mí, o en nosotros,” es la idea. Ahora, ¿cómo es que esto llega a nosotros prácticamente? Amados, tenemos la misma situación hoy día, la meta es Cristo, tenemos un patrón maravilloso para buscar la meta en Pablo, pero necesitamos algunos ejemplos en carne y sangre, ¿no es cierto? No tenemos a Timoteo, no tenemos a Epafrodito, no escribieron nada, entonces no tenemos nada que seguir a manera de material escrito, pero tenemos pastores piadosos y ancianos.
Y yo creo que las responsabilidades de los Timoteos y los Epafroditos de esa época, son las responsabilidades de los pastores, maestros, ancianos de esta época. Y tenemos esa gran responsabilidad de seguir a Pablo hacia Cristo, de tal manera que nos volvemos la sangre y carne que otros siguen. Esta es nuestra responsabilidad. Esta es la responsabilidad de esos ancianos y sobreveedores y pastores maestros y maestros que guían, debemos establecer el patrón. Esto es tan importante, tan importante.
Pablo al escribirle a Timoteo dice, “Sé un ejemplo, sé un ejemplo.” Y él incluso delinea las categorías en las que esa vida ejemplar debe llevarse a cabo. Sé un ejemplo en palabra, conducta, amor, fidelidad, y pureza. Vive una vida ejemplar. ¿Por qué? Estás mostrándole a la gente el camino. Sí, ven la perfección de Cristo. Sí, pueden leer acerca del camino de Pablo, pero necesitan alguien a quien puedan tocar, a quien puedan ver, alguien a quien puedan sentir, alguien con quien pueden hablar, a alguien que pueden conocer, alguien en su mundo, en su tiempo, en su lugar que puedan seguir.
Pablo no está diciendo, “Imita mis dones.” Él no está diciendo, “Imita mi llamado, mis privilegios, mis méritos.” No. Él está diciendo, “Imiten a mí y a otros que también están imitando mis virtudes, nuestra humildad, nuestro servicio abnegado, nuestra disposición a sufrir, nuestra devoción a Cristo, nuestra valentía, nuestro esfuerzo en el crecimiento espiritual. Eso es lo que él quiere que imitemos. Pero amados, me carga mucho en el corazón, que tengo esa responsabilidad como los ancianos de esta iglesia y de toda iglesia y de todo pastor, y maestro, de ser personas que ustedes pueden seguir.
Ese es un mandato ordenado por Dios. Es importante lo que digo, es importante lo que cualquier maestro de la Palabra de Dios dice, es esencial que enseñemos la verdad, que seamos fieles a la Palabra de Dios, pero debe ser respaldada, apoyada, rodeada, por una vida virtuosa. Usted está subiendo por esa misma montaña. Y usted puede ver la meta en la cima, pero necesita a alguien de cuya cuerda usted pueda sostenerse, a alguien a quien usted pueda tocar y abrazar para que pueda seguir el camino.
En términos personales creo que esta es una de las fallas más serias de la iglesia en la actualidad. No sé todo lo que la historia de la iglesia va a registrar en el futuro, pero creo que va a registrar el colapso desastroso de tantos “líderes espirituales,” que el estándar de la expectativa fue rebajado y muchos, muchos miles, sino millones de personas perdieron su camino en el camino a la semejanza a Cristo. Esa es la tragedia. Esa es la tragedia.
Digo, ¿adónde va usted para encontrar a los Timoteos y a los Epafroditos? ¿Dónde están los hombres santos? ¿Dónde están los hombres veraces? ¿Dónde están los amables y aquellos que manifiestan la mansedumbre y la gentileza de Cristo? ¿Dónde están los poderosos? ¿Dónde están los humildes? ¿Dónde están los modelos de virtud abnegada? ¿Dónde están aquellos que nos muestran el camino de la victoria sobre la tentación? ¿Dónde están aquellos que caminan en ese andar santo? ¿Dónde están aquellos que no muestran el camino de la oración en la adversidad? ¿Dónde están aquellos que nos muestran cómo enfrentar la prueba y la dificultad? ¿A quién podemos observar? ¿A quién podemos aferrarnos? ¿La cuerda de quién nos va a ayudar a subir? ¿Quién vive la verdad? ¿Quiénes son los líderes que pueden decir, “imítenme, no solo escúchenme, imítenme? Ese es el mandato. Ese es el mandato.
Otra razón por la que el proceso entero de crecimiento espiritual hacia la semejanza a Cristo está tan manchado y tan distorsionado hoy día, es porque el liderazgo a nublado el punto. El patrón es muy simple, Cristo es la meta, la Escritura revela como es Él, el Espíritu de Dios es el poder que lo mueve a Su imagen, Pablo le ha dado a usted un camino que seguir, la iglesia debe colocar un liderazgo de carne y sangre frente a usted, que usted pueda observar muy de cerca, para ver como caminar.
Pero tanto ha afectado esa estructura tan simple, la meta y el patrón todavía es Cristo. La interpretación de la Biblia ha sido distorsionada sin esperanza en esta época en particular, la cual tolera la perspectiva de cualquier persona acerca de cualquier cosa, en cualquier cosa, y es muy vago en términos de la interpretación. De hecho, conforme usted la interpreta de manera distintiva y clara, normalmente pierde a más personas, si es que usted no los ofende.
Además, un mal entendido y mala representación del ministerio del Espíritu Santo ha distorsionado el proceso mediante el cual Él produce la semejanza a Cristo. Y después usted desciende el nivel del apóstol Pablo y ni siquiera pueden estar de acuerdo en la naturaleza de su enseñanza. Después usted desciende al nivel del liderazgo espiritual, y todo tipo de personas están en lugares de liderazgo espiritual, que son todo menos que patrones que seguir. Y el efecto neto de toda esta desintegración es el distorsionar el asunto entero de la semejanza a Cristo. La gente se pierde en el proceso, distraídos, desviados de la meta real.
Tenemos una iglesia enferma y distorsionada, porque hemos perdido nuestro camino, hemos perdido nuestro camino simplemente porque hemos perdido de vista a Cristo, hemos perdido de vista la Palabra y el Espíritu, hemos perdido de vista los patrones claramente definidos de enseñanza en la revelación del apóstol Pablo. Y no tenemos el liderazgo que necesitamos desesperadamente seguir. Y toleramos un estándar más bajo de liderazgo que la Biblia jamás permitiría.
La simplicidad de la vida cristiana, amados, es ser como Cristo. Eso cubre toda área. Eso va a cubrir el vivir para la gloria de Dios. Eso va a cubrir todas las relaciones en su vida, porque la semejanza a Cristo produce relaciones correctas. Eso va a cubrir los asuntos del servicio cristiano. Eso va a cubrir los asuntos de evangelismo. ¿Cómo es que llegamos a disiparnos en tantas cosas y perder de vista la simplicidad de volvernos como Jesucristo?
Inclinémonos juntos en oración. Padre, es difícil para nosotros imaginar porque Tú llegarías a querer permitirnos buscar una meta así. Oro porque Tú me hagas más como Cristo, para que pueda conocerlo tan profundamente, para que pueda conocer lo más que sea posible cómo es Él, para que pueda saber cómo debo ser.
Ayúdame a seguir el patrón que Pablo estableció, quién luchó tanto con su debilidad, con su soberbia, con su carne, quien luchó tanto con pruebas y tentaciones, sin embargo, en todas las cosas fue tan paciente y soportó. Quien en medio de situaciones difíciles podía hablar de manera apropiada y ministrar gracia. Quien fue tan valiente y mostró tanto denuedo, así como Cristo. Quien vivió para una gran causa, y esa fue eterna. Ayúdanos Señor, a verlo como el que abrió la brecha por este camino que busca la semejanza a Cristo.
Gracias Señor también por los otros en mi vida, los Timoteos y Epafroditos del día de hoy, que me mostraron el camino, que continúan mostrándome el camino, que me han tomado de la mano y ellos al seguir a Pablo hacia Cristo, me han guiado. Y Señor, oro por toda esta congregación, que todos nosotros nos demos cuenta de que la única razón real por la que los pastores y ancianos deben tener esa función, tomar esa responsabilidad, es para que puedan enseñarle a la congregación a hacer eso el uno por el otro. Y ayúdanos a saber que la carne llega a cada uno de nosotros, al ser ejemplos que alguien más pueda seguir. Así como Pablo le dijo a los filipenses, “Soy un patrón, Timoteo y Epafrodito son un patrón. Ahora síganlos a ellos para que ustedes puedan ser un patrón.”
Señor Dios, nada podría emocionar mi corazón más que saber que toda esta iglesia, toda esta congregación estuviera buscando la semejanza a Cristo. Danos una nueva hambre por Tu Palabra para que conozcamos a Cristo mejor, como es revelado ahí. Danos una nueva devoción al Espíritu de Dios quien puede moldearnos a Su imagen. Danos un nuevo deseo para seguir a nuestro liderazgo de cerca, para que podamos ser el líder para alguien más, para moverlos para que sean más como Tú. ¡Que privilegio!
Y Padre, llena nuestros corazones de ese conocimiento maravilloso, de que aquello que es una meta inalcanzable en esta vida, se vuelve el premio en la vida venidera, que cuando el supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús viene y somos llamados a la gloria, entonces instantáneamente recibiremos el premio de ser como Aquel a quien hemos buscado toda nuestra vida. ¡Que privilegio tan inimaginable por el cuál te agradecemos en el nombre de Jesús! Amén.
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