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Esta mañana, llegamos finalmente al gran texto de 1 Tesalonicenses 4:13-18. Por favor, abra su Biblia en ese pasaje en particular de la Escritura. Esto, claro, es conocido para la mayoría de nosotros como creyentes. Lo conocemos como el pasaje del rapto; el pasaje que describe el arrebatamiento de la iglesia. Es, en muchas maneras, el texto favorito en esta epístola maravillosa que hemos estado estudiando durante aquí, meses, y meses y meses. Y finalmente, hemos llegado al tiempo que hemos esperado por mucho tiempo para hablar de este acontecimiento grande.

Conforme abordamos el texto lo he titulado ¿Qué les pasa a los cristianos que mueren? ¿Qué les pasa a los cristianos que mueren? Con frecuencia, se me pregunta eso, incluso por parte de cristianos. De hecho, normalmente por parte de cristianos; preguntas como: “¿después de que morimos, vamos directamente al cielo?” O, “¿qué les pasa a nuestros cuerpos?”

Los detalles de ese tipo de preguntas son muy, muy importantes para nosotros, y pueden turbarnos si no conocemos la respuesta. Queremos saber qué pasa después de que morimos y nos gustaría saber, qué les pasa a los cuerpos de aquellos que amamos cuando se van a la tumba. Esos son asuntos importantes y eran asuntos igualmente importantes para los creyentes jóvenes en Tesalónica.

Recuerde ahora a aquellos a los que Pablo escribió esta carta. Habían estado en Cristo por unos cuantos meses. Habían estado expuestos realmente unas cuantas semanas al ministerio de Pablo; y entonces, realmente eran bebés, y estaban muy preocupados por este asunto, de lo que les pasa a los cristianos cuando mueren. Creían, ciertamente, en la vida después de la muerte, porque dice en el capítulo 1, versículo 3, que tenían esperanza. No hay duda de que Pablo les había hablado de la vida eterna, porque les predicó el Evangelio y lo creyeron y se volvieron de los ídolos. Y entonces, sabemos que sabían de la vida eterna. Sabían que la salvación era sinónima con vivir para siempre con Dios en el cielo. Y también sabían de la venida de Jesús, que Jesús algún día iba a regresar y congregar a todo su pueblo juntos y llevárselos para estar con Él. Sabían de ese gran acontecimiento en el que el Señor iba a congregar a los suyos.

Entonces, había algunas preguntas en sus mentes de cómo todo eso en cierta manera iba a funcionar, como… Si mueres ahora, ¿te pierdes de la reunión? Aparentemente, Pablo había presentado ese acontecimiento de reunión tan glorioso. Él había hecho ese acontecimiento de reunión tan maravilloso que estaban muy preocupados que algunos de ellos se pudieran perder ese acontecimiento. Aunque estarían viviendo en la vida eterna, todavía estaban muy preocupados si se perdían de esa reunión juntos.

De hecho, estaba tanto en sus mentes que cuando usted regresa al capítulo 1, si se da cuenta, en los versículos 9 y 10, conforme Pablo los describe, él dice que se volvieron a Dios de los ídolos, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar a su Hijo de los cielos. Ahora, ahí usted tiene las tres dimensiones de su salvación. El pasado, volviéndose de los ídolos del pasado, el presente sirviendo a un Dios vivo y verdadero; y el futuro, esperando a Su Hijo del cielo. Éste era un grupo que esperaba.  

Capítulo 2, versículo 19, Pablo se refiere a ellos como su esperanza y gozo y corona en la presencia de Nuestro Señor Jesús en su venida. Entonces, debieron haber sabido que la venida era algo muy especial. En primer lugar, se reunirían con Jesús y estaban esperándolo. En segundo lugar, serían la corona y el gozo, y el gozo del apóstol, y estaban emocionados por eso. Más allá de eso, sabían unas cuantas otras cosas.

Vea el capítulo 5, versículos 1 y 2, Pablo dice: “Ahora, acerca de los tiempos y las épocas”, o temporadas, “hermanos, no tenéis necesidad de que nada se os escriba porque vosotros mismos sabéis bien que el día del Señor vendrá como ladrón en la noche”. También sabían del día del Señor. Sabían de un tiempo de juicio venidero sobre los impíos. Sabían entonces, que cuando Jesús viniera, Él los reuniría para estar con Él y también Él juzgaría a los impíos. Estaban esperando que Jesús viniera. Estaban esperando el tiempo de reunión.

Ahora, en su espera, en cierta manera, estaban algo turbados. Algunos de ellos, probablemente, temían que se lo habían perdido, que había sucedido sin ellos. ¿Cómo es posible? Bueno, estaban entrando en la persecución y las aflicciones y algunos de ellos probablemente pensaron que iban a ser reunidos antes de que eso sucediera. Entonces, en el capítulo 3, versículos 3 y 4, Pablo les tiene que decir “para que ninguno se turbe por estas aflicciones, porque vosotros mismos sabéis que hemos sido destinados para esto; porque, de hecho, cuando estuvimos con ustedes, les estuvimos diciendo por adelantado que íbamos a sufrir aflicción y entonces, sucedió como vosotros sabéis”. Él les recuerda, ahora, esperen un minuto, no les debe sorprender la dificultad ni la persecución. Les dije que iba a venir, pero quizás había algunos de ellos que pensaban que iban a ser reunidos antes de que eso realmente pasara.

Ciertamente, estaban viviendo en una expectativa inmensa y temían que pudieran perderse de un acontecimiento tan grande. De hecho, en el capítulo 2 de 2 Tesalonicenses, Pablo dice: “Os rogamos hermanos, con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con Él, que no seáis turbados rápidamente de vuestra compostura, ni seáis molestados ni por un espíritu, mensaje o carta como si fuera de nosotros o con respecto a que el día del Señor ha venido”.

Alguien había estado corriendo la voz. Sea supuestamente por un mensajero angelical o espíritu o alguna carta inventada de Pablo que el gran acontecimiento ya había pasado y el Día del Señor ya había llegado. Entonces, había mucha preocupación y habían perdido su estabilidad y estaban turbados. ¿Acaso ya había comenzado el día del Señor? ¿De alguna manera se habían perdido la reunión? Y después, la pregunta más inminente ¿qué hay acerca de los cristianos que mueren? ¿Se lo perderán?

No es que no creían que se iban a ir al cielo. Era, que, ¿se van a perder de este gran acontecimiento? ¿Acaso se van a volver de alguna manera ciudadanos de segunda clase en el futuro? ¿Vamos a conocerlo solo eternamente como una especie de espíritus glorificados desmembrados, mientras que entramos en nuestros cuerpos glorificados de tal manera que ellos van a ser algo así como secundarios? O quizás ni siquiera tendremos una comunión con ellos en absoluto y ni siquiera habrá una reunión con estos dos tipos de seres.

Todas estas preguntas estaban en sus mentes. No podemos identificar nada más específico que eso, pero estaban viviendo a la luz de la expectativa del regreso de Cristo. Estaban tan emocionados acerca de esto, que la mejor manera de describir su esperanza era que estaban esperando a su hijo. Querían que el Señor viniera. Sabían que era el clímax, la culminación, el gran acontecimiento que señalaba el pináculo de la historia redentora y no se lo querían perder. También es interesante señalar que se amaban tanto los unos a los otros, que no querían que ninguno de los otros se lo perdiera.

Y entonces, aparentemente, se sentían tristes conforme los creyentes se estaban muriendo por temor de que, por lo tanto, se perderían de este gran acontecimiento. Es con su tristeza y su confusión que Pablo intenta lidiar. Si usted ve el texto en el versículo 13, él menciona, el no estar informados o ser ignorantes y el hecho de que ahora están entristecidos por esto; y después, en el versículo 18, él menciona la palabra “consuelo”. Su propósito fue eliminar su ignorancia y de esta manera, eliminar su tristeza y de esta manera, traerles consuelo.

Ahora, resumiendo eso, permítame decir esto. El pasaje es más pastoral de lo que es teológico. Tienen una mayor intención de aliviar confusión, tristeza, aflicción y traer consuelo de lo que está diseñado para dar una delineación teológica, escatológica de todo factor en la reunión.

Estaban agitados. Estaban molestos. Estaban confundidos. Estaban preocupados. Estaban temerosos. Después todo, son cristianos bebés. No conocen mucho. Están viviendo diariamente, esperando que el hijo venga, y conforme algunos de ellos morían en los meses desde que Pablo se había ido, su pregunta es, ¿qué les pasa a esas personas? ¿Se lo pierden?

Y su amor entre sí es tan fuerte, capítulo 4, versículo 9 dice: “En cuanto al amor de los hermanos, no necesitáis que nadie os escriba porque vosotros mismos habéis sido enseñados por Dios, a amarse unos a otros, porque, de hecho, lo practican hacia todos los hermanos”. Se amaban el uno al otro tanto que estaban tristes porque algunos podrían perderse este gran acontecimiento.

Entonces, Pablo escribe para aliviar su tristeza, para traerles una gran medida de consuelo. Su expectativa era muy, muy elevada acerca del regreso de Cristo y yo creo que es apropiado decir que Pablo les ha comunicado que Jesús podía venir en su vida, mientras que ellos estaban vivos.

Si eso no era lo que ellos creían, entonces toda la pregunta no tiene sentido. Su preocupación era… Estaban creyendo que Jesús vendría en cualquier momento y conforme algunos se estaban muriendo, su temor era que se lo iban a perder. La única razón por la que tendrían ese temor, que tendrían esa expectativa, es porque creían que podía suceder pronto.

La pregunta primordial entonces es: ¿Qué les pasa a los cristianos que mueren antes de que el Señor regrese? Y debido a que tenían la impresión de que Él podría venir en cualquier momento, estaban profundamente preocupados por este asunto.

Bien podría haber sido que alguien pudo haber sugerido: “bueno, según el principio en 1 Corintios 11:30, si algunos cristianos caen en pecado, algunos están débiles y algunos enfermos y algunos están dormidos o muertos, podría ser que estas personas se están muriendo debido a pecado en su vida que no conocemos. Y Dios simplemente los está colocando en la tumba debido a su pecado; y solo los que viven una vida pura, van a llegar a la venida de Jesús, y quizás, si son resucitados en el futuro, va a ser algún tiempo después. Si alguna circunstancia menor y todo eso”.

Y entonces, Pablo escribe estos versículos. Comencemos en el versículo 13, “Tampoco queremos, hermanos que ignoréis acerca de los que duermen para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza”. Ahí dice, no quiero que sean ignorantes y como resultado de ser ignorantes, estén tristes. No quiero que se preocupen por aquellos que murieron y que se pierdan el regreso del Señor. Dice usted, “Bueno, ¿cómo es que Pablo llegó a saber que estaban pensando así?” Allá atrás, en el capítulo 3, versículo 1, recordará, que él menciona cómo él ya no podía soportar más no saber de ellos. Y entonce,s en el versículo 2 dice que, enviamos a Timoteo y después, en el versículo 6 dice que Timoteo ha regresado. Y cuando Timoteo regresó, dice que “nos trajo buenas noticias de vuestra fe y amor”. Me gusta eso, porque de regreso en el capítulo 1, Pablo lo reconoció por su fe, y su amor y su esperanza.

Pero cuando Timoteo regresó, aparentemente él solo les trajo buenas noticias acerca de su fe y su amor, porque su esperanza estaba un poco afectada y necesitaba ser corregida un poco, porque estaban tan confundidos. Entonces, Pablo necesita tratar, enfrentar esa confusión y su consecuencia, la tristeza.

Ahora, observe al principio del versículo 13, vamos a tomar nuestro tiempo con esto. Vamos a continuar la siguiente semana y quizás incluso terminarlo, pero quiero hacerlo con mucho cuidado, porque éste es un pasaje muy, muy importante y un tema muy importante. Observará usted al comienzo que él dice: “No queremos hermanos, que ignoréis”. Esa afirmación de apertura es una manera favorita de Pablo de cambiar el tema. Esa es su manera favorita. Sea en un formato positivo o negativo de cambiar el tema. Algunas veces él dice: “No quiero que sean ignorantes” como aquí y en Romanos 1:13, 1 Corintios 10:1, etc.

Algunas veces él también dice: “Quiero que entiendan, quiero que sepan” como en 1 Corintios 11:3, Filipenses 1:12 y otros lugares. Pero sea que él diga, “Quiero que sepan” de un lado positivo o “no quiero que sean ignorantes” marca un cambio en el tema a un nuevo tema sin ninguna conexión directa al previo, y es más bien enfático. Pero, en griego, marca un cambio en curso. Hermanos, es un llamado a que pongan atención, lo cual señala algo a lo que necesitan prestar su atención.

Ya acabamos con eso y los llama de regreso a una nueva explicación. “Hermanos”, es un término de afecto, obviamente y él tenía un afecto inmenso hacia ellos, como el final del capítulo 2 indica cuando dice que él estuvo cargado, realmente despojado debido al gran deseo que él tenía por ver el rostro de ellos. Y entonces, él da la vuelta en la esquina con la palabra “pero” en griego. Él captura su atención para el nuevo tema con la palabra “hermanos” y después, él dice: “No queremos que no estén informados o que sean ignorantes”. Esto, entonces, nos lleva a un nuevo tema.

Esto presenta no solo un nuevo tema, sino en este caso, nueva enseñanza, nueva revelación indicada por el versículo 15 por la palabra del Señor, una revelación que él ha recibido. Entonces, aquí, él va a tratar con su ignorancia, la cual ha llevado a su confusión y tristeza, turbación y falta de consuelo. Y ¿de qué va a hablar él? “No queremos que ignoréis acerca de los que duermen”.

Ahora, ¿por qué usa la palabra “duermen”? ¿Por qué no simplemente dice “muertos”? Porque “duermen” es la manera única para hablar de cristianos en reposo, en un reposo temporal. Por cierto, la palabra “duermen” koimao, causar dormir, es la palabra de la cual obtenemos nuestra palabra “cementerio”, el cual era el nombre optimista de los primeros cristianos para un cementerio. Realmente, significaba un lugar para dormir. Realmente, era sinónimo de un dormitorio, un lugar en donde la gente duerme.

Ahora, ¿cómo es que se habla de los cristianos como durmiendo? Se dará cuenta conforme respondo esa pregunta. En primer lugar, que está en tiempo presente este participio aquí y tiene la idea de, “aquellos que están continuamente quedándose dormidos”. Esto es, creyentes que se quedan dormidos de vez en cuando como un curso regular de la vida en la iglesia. Están diciendo, “¿Qué hay acerca de estos cristianos que simplemente continúan muriendo?” Digo, la vida es así. Termina, ¿verdad? Y siguen muriendo. Y él dice: “No quiero que sean ignorantes de lo que le pasa a la gente después de que muere”.

Ahora, la palabra “duermen” en la Biblia es usada de dormir en el sentido normal, un proceso de recuperación, mediante el cual el cuerpo entra en un estado de descanso temporalmente. Juan 11:12, lo usa en su sentido normal, pero la palabra “duerme” también es usada de manera única de cristianos y es usada en varias ocasiones para cristianos, ahora, escuche con cuidado, y siempre se refiere a sus cuerpos. Siempre se refiere a sus cuerpos.

La única parte de nosotros que entra en algún estado de inconsciencia en la muerte es el cuerpo. En Juan, recuerde usted en el capítulo 11 y versículo 11, nuestro amigo Lázaro “se ha quedado dormido” Jesús dijo, “Pero voy para que lo despierte de su sueño”. Ahora, todo mundo sabía que Lázaro estaba, ¿qué? Él estaba muerto. Él había estado muerto durante tres días. Su hermana dijo, “Ya para ahora su cuerpo apesta”. La putrefacción estaba en operación. Él había ya sido colocado en la tumba. Él estaba muerto. Desde el punto de vista de Jesús, él sólo estaba dormido. Su alma estaba viva, pero no estaba encerrada en la tumba. No sabemos dónde estaba o qué experimentó, porque la Escritura no nos dice, pero no deja de existir debido a que es eterna y está eternamente consciente, pero su cuerpo estaba descansando y Jesús vio eso como temporal. Esa es la razón por la que lo llama dormir.

El dormir es algo de lo que usted se despierta. Si usted no se despierta, usted está muerto o eventualmente va a morir. Y entonces, Jesús ve la muerte de Lázaro como un reposo temporal de su cuerpo. Observe Hechos, capítulo 7, simplemente para darle un entendimiento pleno de esto. Usted recuerda cuando Esteban estaba siendo apedreado. Dice en el versículo 60: “Cayendo de rodillas clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió”. Durmió. Fue muerte desde el punto de vista humano. Fue muerte desde el punto de vista clínico. Fue dormir porque sólo era un reposo temporal para su cuerpo. Su espíritu no entró en la inconsciencia. Si usted no lo piensa—vea el versículo 59, él dijo: “Señor, Jesús—¿qué? —recibe mi espíritu”. Fue sólo su cuerpo el que debía estar en reposo. Dormir.

Y estar dormido, por cierto, del cual incluso su cuerpo se despertaría, y ése es el punto primordial que quiero que entienda. Cuando en 1 Corintios 11:30 Pablo dice de los cristianos: “Hay muchos entre vosotros que están débiles y enfermos y varios duermen” él de nuevo se refiere a la muerte para un cristiano como dormir, porque es el reposo temporal del cuerpo físico.

En el capítulo 15 de 1 Corintios, versículo 6, habla de cristianos que vieron al Cristo resucitado. Muchos de ellos quedan hasta ahora. Esto es, en el momento de escritura de esta epístola, pero algunos han dormido. Ahí está ese mismo concepto conocido. Versículo 18: “Aquellos que han dormido en Cristo”. Y después, en el versículo 51, “Os muestro un misterio. No todos dormiremos”. De nuevo refiriéndose a los cristianos en la muerte.

Segunda de Pedro 3:4 lo menciona, “¿Dónde está la promesa de su venida? Porque desde que los padres durmieron, todo sigue igual como fue desde el comienzo de la creación”. Ahí está la expectativa de los incrédulos. El deseo que manifiesta que aquellos que han muerto, sólo han muerto una muerte temporal, pero para los cristianos el término es exacto, porque es algo temporal. Incluso para los paganos habrá una resurrección.

Hay un sentido en el que los cuerpos de los paganos solo duermen, porque ellos también serán resucitados. No obstante, serán resucitados a la condenación y muerte eternas. Y entonces, no es apropiado hablar de su muerte como algo temporal, por lo tanto, dormir, sino como una muerte permanente y no dormir en absoluto. Ahora, permítame dar un paso más hacia adelante. El término dormir o el concepto de dormir no se refiere al alma. No existe algo tal como las almas durmiendo.

Cuando Esteban estaba durmiendo, él dijo: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Y él tenía la expectativa de entrar a la presencia consciente de Jesucristo. En ningún lugar la Escritura jamás enseña que en ningún momento para siempre el espíritu de una persona jamás está inconsciente. Eso es lo que hace que el infierno sea tan terrible. Es conciencia en la ausencia de Dios para siempre.

Eso es lo que hace que el cielo sea tan maravilloso. Es conciencia de la presencia de Dios para siempre. Y usted recuerda en Lucas 16, conforme Jesús contó la historia de Lázaro, el mendigo y el hombre rico, que cuando Lázaro murió, de manera inmediata y consciente estaba en el seno de Abraham y fue consolado. Y usted recuerda que cuando el hombre rico murió, él, de manera inmediata y consciente estuvo en tormento y clamó porque alguien le diera agua para tocar su lengua atormentada. Usted recuerda que, en 2 Corintios, capítulo 5, el apóstol Pablo ve la muerte para el creyente y en el versículo 8, él dice: “Estar ausente del cuerpo y presente al Señor”. No hay purgatorio. No hay condición intermedia. No hay estado de inconsciencia o semi conciencia. No hay coma espiritual. Estar ausente del cuerpo es estar presente al Señor. Y en Filipenses 1:23, el apóstol Pablo dice: “Mucho mejor partir y estar con Cristo”. O usted está aquí o con Cristo, no hay condición intermedia para los salvos. Van para ser recibidos a la presencia de Jesucristo. No hay lugar intermedio para los condenados. Van al castigo y tormento conscientes.

Pero mientras que el espíritu del cristiano muerto va inmediatamente a la presencia de Cristo, ese cuerpo está durmiendo. Está en reposo. Está en descanso. Está en un dormitorio, por así decirlo y un cristiano en un cementerio simplemente está durmiendo en el dormitorio. Nada más.

Ahora, la pregunta surge. Bueno, ¿por qué razón es que Pablo está tan preocupado por hablarles de estos cristianos que han muerto? Versículo 13 dice, “Para que no os entristezcáis”. Estaban tristes por esto. Dice usted: “Bueno, ahora espera un minuto, cualquiera se entristece cuando un cristiano muere. Lo conocen. Lo aman. Se preocupan por él. ¿Acaso los cristianos no se entristecen, y no tienen tristeza, y no se lamentan y no derraman lágrimas cuando los seres queridos mueren? Eso es normal, ¿no es cierto?” Sí, muy normal. Y ciertamente, el Espíritu de Dios nos instruye en Romanos 12:15, “a llorar con los que lloran”.

Hay una tristeza normal, razonable, una liberación sensata del dolor de la separación y la soledad que Dios ha diseñado para nuestro beneficio. Él no está hablando de eso. Siga en el versículo, él dice: “No quiero que os entristezcáis como los que—¿qué? —no tienen esperanza”. No quiero que su tristeza sea esa tristeza final, esa tristeza que viene a la gente porque no contemplan una reunión. No quiero que piensen que los cristianos llegan a decir un adiós final, porque no es así. Ese es un gran pensamiento. ¿No es cierto? Usted nunca le dice adiós a un creyente por última vez. Siempre habrá otra vez. “No quiero que se entristezcan como se entristecen los paganos sin esperanza”.

En Efesios, capítulo 2, conforme Pablo, delinea la situación de estar perdido, la esencia de estar así. Él dice: “Están separados de Cristo”. Excluidos de la riqueza de Israel, ajenos a los pactos de la promesa. No tienen esperanza y sin Dios en el mundo. Entre esas características de los perdidos está esa afirmación: No tienen esperanza. No tienen esperanza en la vida después de la muerte. No tienen esperanza en la reunión.

A lo largo de los años que he estado en funerales, continuamos teniendo funerales de personas incrédulas o funerales de personas creyentes en donde incrédulos están ahí en la familia; y la falta de esperanza es aterradora. El sentido terrible de que es algo final, sin expectativa de que hay una reunión, ni futuro. Nunca más el toque de la mano, el sonido de la voz. Nunca más. Es final. Estar tan consumido en la vida con una persona y después, que caiga el telón de manera tan total, absoluta y final es una causa de desesperanza profunda. Entre mayor el amor, mayor el dolor, y es el dolor de la falta de esperanza.

Dice usted: “Bueno, ahora, espera un minuto. ¿Acaso no había algunos paganos que podían ser contados entre el resto ahí, que enseñaban vida después de la muerte?” Sí, hubo algunas de las religiones de misterio que pudieron haber promovido eso. Algunas de las sectas antiguas habrían promovido eso. Había algunos filósofos en tiempos antiguos que enseñaban que había una vida después de la muerte. No obstante, la enseñanza común era que esto era lo único que existía. Esto era todo. Catulo, en cierta manera, escribió de la perspectiva común cuando él escribió: “El sol puede salir y volverse a poner, pero una vez que nuestra luz breve se pone, hay una noche interminable en la que tenemos que dormir”. Fin de la cita.

La gente vive sin esperanza en la mayoría de los casos, y podría añadir que, incluso la gente que eran filósofos creyentes, que enseñaban una vida después de la muerte o que estaban metidos en las religiones de misterio, que enseñaban una vida después de la muerte, nunca podrían tener confianza acerca de su deseo por una vida después de la muerte, porque no tenían al Espíritu Santo viviendo en ellos para afirmar de manera segura esa realidad para ellos. Y entonces, su esperanza estaba sujeta a los deseos de su carne y un tipo de esperanza caprichosa que dependía de la carne, sin ninguna esperanza firme, sin esperanza sólida. Y entonces, es seguro decir que están sin esperanza. La gente no creyente, pero religiosa, que se les enseña que hay una vida después de la muerte puede aferrarse al deseo sin tener la afirmación de Dios de que eso es verdad.

Y entonces, en algunos casos, pudo haber sido peor que no tener esperanza, porque es esperanza y no hay esperanza. Esperanza y después, no hay esperanza; y esperanza, y después, no hay esperanza, y vacila. Mejor llegar al punto final acerca de que no hay esperanza y seguir con la vida.

Entonces, la gente vive sin esperanza y la falta de esperanza, el temor de nunca jamás volver a estar juntos sin reunión. Pablo dice: “Miren, sé que están preocupados acerca de esos cristianos que mueren de vez en cuando, y sé que están preocupados porque quizás se van a perder la reunión y los aman, y quieren volverlos a ver, y quieren que estén ahí, y no van a estar ahí y se están preguntando: “¿A dónde van? ¿En dónde están? ¿Y cómo podemos reconocerlos si no están ahí en forma corporal? Y no va a ser como era. Y va a suceder la reunión”. Y él dice: “Miren, no quiero que se entristezcan como los paganos sin esperanza que no tienen consuelo en la promesa de una reunión. La reunión está aquí, amados. Lo está”.

También está en la terminología misma de 2 Tesalonicenses, capítulo 2, versículo 1, cuando es llamada “nuestra reunión a Él”. Conforme somos llevados a Él, somos congregados el uno al otro. Habrá reunión. Habrá una reunión, otra vez, y él dice: “No necesitan temer y no necesitan entristecerse como la gente que lo ve como el final”. Necesitamos que de alguna manera eso esté profundamente incrustado en nuestros corazones. ¿No es cierto? Esa es nuestra esperanza con confianza.

Las despedidas aquí son sólo breves. Ahora, él dice: “No quiero que ignoren—acerca de los cristianos que están muriendo—no quiero que se entristezcan como el resto que no tiene esperanza. Ahora, para eliminar eso y para consolarlos, les voy a contar de la reunión”. Y esto es lo que motiva su explicación de este gran acontecimiento.

Por cierto, éste es uno de los tres pasajes en el Nuevo Testamento que son los pasajes clave al delinear este acontecimiento: Juan 14, 1 Corintios 15 y 1 Tesalonicenses 4. Y vamos a estar entretejiendo los tres, conforme avanzamos a lo largo de este gran texto. Por cierto, cada vez que nuestro Señor dio enseñanza mediante el Espíritu Santo, cada vez que esta enseñanza viene acerca de este acontecimiento de reunión en la venida de Cristo, fue en respuesta a cierta aflicción.

En Juan 14, “Los discípulos estaban afligidos y confundidos y necesitaban ser consolados”. ¿Por qué? Porque Jesús ¿qué? Se iba. Y en medio de su aflicción se estaban preguntando, ¿qué nos va a pasar? Entonces, Jesús dijo: “Permítanme consolarlos. Voy a regresar”. En el caso de Corinto, algunos estaban negando de manera abierta y en su totalidad la resurrección y negando que llegarían a volverse a reunir, y los corintios estaban confundidos. ¿Habrá una? ¿Vas a volver a reunirnos? ¿Va a haber una resurrección?

Y entonces, él escribe 1 Corintios 15, acerca de la resurrección; y en los versículos 51 y 58, acerca de esta reunión en sí. Y aquí usted tiene lo mismo. Los tesalonicenses están afligidos y turbados. Quizás por su falta de información y también debido a alguna mala información que se les estaba dando. Y entonces, en cada caso, aflicción, duda, confusión, incluso negación, ha causado que el Espíritu de Dios escriba esto.

Ahora, tengo que decir que, en los tres casos, viene primordialmente como consuelo. Viene como un mensaje pastoral, en lugar de que sea un tratado escatológico. Lo que es muy interesante acerca de esto, es que, si usted ve los grandes pasajes escatológicos del Nuevo Testamento, Mateo 24 y 25 y el libro de Apocalipsis, usted no encuentra una reunión, este acontecimiento específico, en ninguno de los dos. Es casi como si esto estuviera reservado como un punto de contacto de consuelo. Encaja dentro del esquema entero, pero esos libros que le dan una especie de flujo cronológico de acontecimientos escatológicos no se concentran en este acontecimiento específico.

Aquí viene de una manera pastoral. Es casi un ministerio muy especial, muy privado, muy personal del espíritu de Dios para consolar a creyentes turbados acerca de su futuro. Entonces, esto lleva a Pablo a explicar este acontecimiento que llamamos el rapto. Dice usted: “Ahora, ¿de dónde sacamos ese concepto “rapto”? Vaya al versículo 17. El verbo ahí: “Seremos arrebatados”. Es el verbo harpazó, arrebatado. Arrebatado. Significa arrebatar, tomar. Significa llevar a la fuerza y tiene la idea de una llegada de una fuerza irresistible que simplemente, lleva. De una palabra en latín conectada a esta palabra viene nuestra palabra “violar” para darle la idea de la fuerza, el tomar, el concepto de arrebatar.

Y entonces, viene un arrebatamiento, un tomar a la fuerza, el llevarnos arrebatándonos, reuniéndonos juntos con el Señor en el futuro. Y Pablo dice: “Para eliminar su ignorancia y su tristeza consecuente y traerles consuelo, les voy a contar de esto”. Muy bien, ahora, él planea decirnos cuatro cosas acerca de esto: los pilares del rapto, los participantes en el rapto, el plan del rapto y el beneficio del rapto.

Veamos por lo menos la primera en esta mañana. Los pilares del rapto. ¿Sobre qué está edificado? Tenemos que tener un cimiento para esto. No es especulación filosófica. No es mitología religiosa. No es algún tipo de invento, una fábula inventada por personas bien intencionadas, que quieren hacer que la gente se sienta bien debido a su tristeza. ¿Sobre qué está edificada esta gran promesa de que Jesús viene a reunirnos?

Él nos da tres elementos, tres pilares realmente: la muerte de Cristo, la resurrección de Cristo, la revelación de Cristo. Veamos la muerte de Cristo. Versículo 14: “Porque si creemos que Jesús murió…” Deténgase ahí. En este caso, el “si” podría confundirnos. No sugiere duda alguna. Solo está ahí para indicar secuencia lógica. La secuencia lógica de creer. Si usted cree y en este caso, la condición es cumplida de tal manera que podría decir “Debido a que creyeron que Jesús murió…” o “En base al hecho de que Jesús murió…” Eso es simplemente establecer una premisa. Debido a que creen en la muerte de Cristo, así, y así, y así y así… Y él sigue con esta afirmación.

Entonces, “si creen o si creemos que Jesús murió”… Ahí es en donde todo comienza. Para creer en el rapto, y para entender la venida de Jesús para arrebatar a su iglesia, tiene que creer en la muerte de Cristo. Pero, ¿qué quiere decir con eso? Bueno, fue la muerte de Cristo que pagó la paga por nuestro —¿qué? —nuestros pecados. Entonces, fue la muerte de Cristo que nos llevó a la posesión de la vida eterna. Es debido a que Jesús llevó nuestros pecados en su propio cuerpo. Es debido a que se volvió pecado por nosotros. Es debido a que, en Su muerte, Él cumplió todas las condiciones que Dios demandaba para pagar la paga por el pecado. Es debido a eso, que podemos ser reunidos por Cristo a la presencia de Dios, ¿verdad? Entonces, tenemos que comenzar en ese punto. Fue en su muerte que Él cumplió todas las condiciones. Entonces, cuando Pablo dice si creemos que Jesús murió, él no simplemente está hablando de la muerte de Jesús. En algún tipo de mentalidad de mártir plana, unidimensional, él está resumiéndolo en toda la obra expiatoria. Si creemos, por así decirlo, en las implicaciones completas de la muerte de Cristo. Entonces, sabemos que el juicio por el pecado ha sido satisfecho, ¿verdad?

Sabemos entonces que nosotros, debido a eso, hemos sido hechos aceptables a Dios. Y si hemos sido hechos aceptables a Dios, entonces, hay un pilar sobre el cual la reunión puede ocurrir. Si no somos aceptables para Dios, Él no nos va a reunir para sí mismo. Si no le pertenecemos a Su Hijo, mediante la muerte sustitutiva y fe en esa persona y obra, entonces, Él no nos va a reunir. Pero debido a que en Su muerte somos salvados de la muerte, creemos en la reunión.

De hecho, Jesús murió. Y usted se dará cuenta que él no se refiere a Jesús usando la palabra durmió. Jesús murió sintiendo la furia completa de la muerte en todas sus dimensiones, conforme Él llevó en su cuerpo nuestros pecados, para que Él convirtiera la muerte para nosotros en dormir. Un escritor lo dice de esta manera: “La muerte ha sido cambiada a dormir por la muerte de Cristo. Es una metáfora apta, en la cual el concepto entero de la muerte es transformado. Cristo hizo dormir el nombre para la muerte en el dialecto de la iglesia”. Fin de la cita.

Cristo hizo el dormir, el nombre para la muerte en el dialecto de la iglesia. ¿Por qué? Porque Él pagó por nuestros pecados. Dice usted: “¿Qué tiene que ver eso con eso?” La paga del pecado es muerte. Si la paga es pagada, entonces ya no enfrentamos la muerte, solo dormir de manera temporal. El aguijón de la muerte -¿es qué?- el pecado, 1 Corintios 15:56. Es como una abeja. Cuando la abeja le picó a Jesús y murió, el aguijón estuvo ahí. Y ya no queda aguijón y entonces, no hay muerte.

Necesitamos decir, no “tal y tal murió”, sino “tal y tal, el espíritu está vivo con Jesucristo y su cuerpo está dormido esperando para la reunión”. Eso es lo que les pasa a los cristianos cuando mueren. Su espíritu inmediatamente va a estar con el Señor, comunión. Su cuerpo entra en un estado de reposo, durmiendo. Ese es el primer gran pilar. Esa esperanza es provista para nosotros en su muerte.

La segunda, versículo 14: “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó”. Ahí está el segundo pilar. Cuando Jesús fue resucitado de los muertos por el Padre, indicó que el Padre aprobó el sacrificio de Cristo, y que, al resucitar a Jesús, Él resucitaría a aquellos que estuvieran en Él. Cuando Dios Padre resucitó a Cristo de los muertos, Él indicó que Jesucristo había triunfado sobre la muerte y no solo para sí mismo, sino para todo cristiano. Y esa es la razón por la que Pablo procede a decir que si creemos que Jesús murió y resucitó, “así también”… Ahora, ahí está el puente; esas dos palabras, “traerá Dios con Jesús a los que durmieron en Él”. Como puede ver, nuestra resurrección y nuestra reunión en su venida depende de su resurrección.

Me gusta lo que I. Howard Marshall en Aberdeen, Escocia escribió. Él dijo esto: “Dios tratará a aquellos que murieron, confiando en Jesús de la misma manera en la que Él trató a Jesús mismo”. Esto es al resucitarlos. Él nos va a tratar de la misma manera en la que trató a Jesús. Y cuando Jesús murió, ¿en dónde estuvo su alma? Bueno, estaba viva. Estaba proclamando victoria y triunfo. Y su cuerpo estaba reposando. Pero Dios resucitó ese cuerpo y lo unió a esa alma eterna del segundo miembro de la Trinidad; y eso es exactamente lo que va a hacer para usted.

Cuando usted muera, su espíritu va para estar con el Padre y con el Hijo y su cuerpo va a la tumba, pero Dios va a sacar ese cuerpo de la tumba de la misma manera en la que Él resucitó a Jesús. Él lo va a resucitar a usted para estar unido con ese espíritu eterno en esa forma final como Cristo. “Usted será como Él porque le verá como Él es” dice Juan.

Entonces, así también es el eslabón entre la muerte y la resurrección de Cristo, y lo que les pasa a los cristianos cuando Él viene. La resurrección de todos nosotros está enlazada a la resurrección de Cristo. Primera de Corintios 15:23 dice que Cristo es las primicias y después, los que son de Cristo en su venida. Así como Dios lo resucitó, como dice en Hebreos 13:20 “Dios también nos va a resucitar”.

Recuerde usted Juan 14:19, Jesús dijo, “Porque Yo vivo, vosotros también viviréis”. Primera de Corintios 6:14 lo dice directamente: “Dios no solo ha resucitado al Señor, sino que también nos resucitará mediante Su poder”. Segunda de Corintios, capítulo 4 versículo 14 dice lo mismo: “El que resucitó al Señor Jesús también nos resucitará con Jesús y nos presentará con ustedes”. Esa es nuestra esperanza. El pilar de la reunión, la muerte de Cristo, la paga del pecado es pagada y Dios está satisfecho porque somos justos en Cristo y puede recibirnos para Sí mismo. La resurrección, la cual es la garantía de Dios del mérito perfecto de Cristo y la garantía de nuestra resurrección que estamos en Cristo, porque Él nos va a tratar de la misma manera en la que Él trató a Cristo. Esto es: Él nos va a resucitar de los muertos.

Y después, Pablo específicamente dice en el versículo 14, Dios traerá con Jesús a los que durmieron en Él. ¿Qué está diciendo? Él está diciendo, “Miren, queridos amigos, no van a perderse de nada. Incluso la gente que muera no se lo va a perder”. En base a la muerte de Cristo y Su obra perfecta, en base a la resurrección de Cristo y la voluntad del Padre, Dios va a traer con Él a aquellos que han dormido en Jesús. “Con Él”, quiere decir, “con Cristo”. Cuando Cristo venga en Su Gloria para reunir a los suyos, aquellos que han dormido van a estar ahí. Esa es la respuesta a la pregunta.

Ahora, ¿qué es esta pequeña frase “traerá Dios con Él”? Quiere decir “con Cristo” pero, ¿qué quieres decir con que “traerá Dios”? Algunos dicen que significa que Dios va a traer con Cristo desde el cielo los espíritus de cristianos muertos para unirse a sus cuerpos. Usted sabe, dice más adelante que nos encontraremos en el aire. Entonces, que Dios va a hacer que desciendan del cielo sus almas para encontrarse con los cuerpos resucitados saliendo y habrá una unión en ese punto.

Algunas personas dicen significa, no, Dios va a traer con Cristo de regreso a la Gloria a todos aquellos que están congregados, vivos y muertos, una vez que estén reunidos, Dios los va a llevar de regreso a la Gloria. Dice usted: ¿Cuál es verdad? Bueno, probablemente las dos. No creo que necesitamos meternos en demasiados detalles técnicos. Algunos, incluso han dicho que significa que Dios va a traer los espíritus de estos creyentes del cielo hasta la tierra y se quedan en la tierra. Esa es una postura. Esa postura no tiene sentido. Si usted va a llegar hasta la tierra, ¿por qué reunirse en el aire? Ese es un viaje innecesario si vamos a regresar.

En segundo lugar, eso no encaja con lo que la Biblia dice. Dice usted: “Bueno, ¿qué quieres decir?” Vean Juan 14 por un momento, versículo 1, “No se turbe vuestro corazón. ¿Creéis en Dios? Creed también en mí.” Los discípulos de nuevo estaban turbados porque Jesús se iba y no sabían lo que les iba a pasar. Él dice, “Me voy. Es correcto. En la casa de mi Padre muchas moradas hay, si así no fuera, Yo os lo hubiera dicho. Voy pues—¿qué? —a preparar lugar—¿dónde? —en el cielo para vosotros en la casa del Padre, y si me fuere y os preparare lugar…” Hay una conclusión lógica. Vendré otra vez y os tomaré a Mí mismo. ¿Tiene sentido? Tiene sentido para mí. “Y os tomaré a mí mismo para que donde Yo estoy, vosotros también estéis”. Yo voy allá arriba, a la casa del Padre y voy a preparar un lugar para ustedes y después voy a venir, recogerlos y los voy a llevar al lugar que tengo preparado en donde Yo estoy.

Ese tiene que ser el cielo. Entonces, concluimos que cuando Jesús reúne a los creyentes, ¿a dónde vamos? Hacia arriba. Nos reunimos en el aire y continuamos en el movimiento hacia el cielo. Sí, es correcto decir que nuestros espíritus, los espíritus de los cristianos que han muerto, descienden para encontrarse con los cuerpos, pero una vez que la reunión se lleve a cabo, somos reunidos a Cristo. Él nos reúne para Sí mismo y Él nos lleva a dónde Él está. Lo cual, de manera clara, es en la casa del Padre, en el cielo en donde Él ha estado preparando un lugar para nosotros.

Tiene que haber, entonces, algún intervalo de tiempo antes del regreso a la tierra para el establecimiento del reino. Entonces, cuando Jesús venga, Él dice que Dios va a traer a todos los reunidos, incluyendo aquellos que han dormido. Dios los va a traer a todos a Sí mismo junto con Jesucristo. Esa es la reunión. Ese es el acontecimiento, y Él dice que aquellos que han dormido no se lo van a perder. Entonces, no estén tristes por aquellos que están muriendo y por usted mismo si muere. De nuevo le recuerdo, realmente es claro que tenían razón para esperar que Jesús pudiera venir en su vida, ¿verdad? O todas estas preguntas no habrían existido si pensaran que estaba a miles y miles de años de distancia. Pablo, habiéndoles dado la impresión de que podría venir durante su vida.

Otra nota que solo le menciono. Al final del versículo 14, “Aquellos que han dormido en Jesús…” La mejor manera de entender esa frase es una especie de frase que usted podría llamarla circunstancia marginal. El uso de “día” aquí, puede reflejar la idea de que murieron en una circunstancia de estar relacionados con Jesucristo. Murieron en una situación en la que estaban relacionados con Jesucristo. Entonces, todos los que han entrado temporalmente en reposo en la tumba en términos de sus cuerpos físicos en relación a Jesucristo van a estar ahí en la reunión. Solo quiero que sepa que, si usted llega a estar en Cristo, siempre está en Cristo, y se puede hablar de usted como estar en Cristo, aunque usted esté dormido, su cuerpo está dormido. Es una designación permanente.

“Hemos dormido en Jesús” dice en 1 Corintios 15:18. Aquellos que murieron en Cristo permanecen en Cristo por los siglos de los siglos y serán resucitados en Cristo y recogidos con el resto que están vivos. Ahora, eso es tan solo la primera parte. La buena parte está aún por venir, cuando veamos uno más de los pilares y después el plan, los participantes, y el beneficio de esto, pero eso será para la próxima vez. Inclinémonos en oración.

Mientras que sus cabezas están inclinadas por tan solo un momento, estaba leyendo esta semana acerca de una pequeña niña de 5 años que estaba viendo a su hermano morir de una enfermedad muy, muy dolorosa. Él era mucho mayor que ella y ella lo amaba mucho. Y después de que él murió y se acabó el funeral, ella le dijo a su madre, ella dijo: “Mami, ¿adónde? ¿Adónde se fue mi hermano?” A lo cual su madre respondió, “Bueno, se fue al cielo para estar con Jesús”. Ella dijo: “Oh…” y eso satisfizo su pequeña mente.

No mucho tiempo después de eso, ella oyó a su madre teniendo una plática con una amiga y su mamá estaba llorando y diciendo, “He perdido a mi hijo. Perdí a mi hijo. Perdí a mi hijo”. Más tarde en el día, la pequeña de cinco años se acercó a su mamá y le dijo, “Mami, ¿alguien se pierde cuando sabemos dónde están?” Bueno, la respuesta a esa pregunta es no. Nadie está perdido cuando sabemos dónde están. No nos entristecemos como aquellos que no tienen esperanza, aquellos que han muerto en Cristo. Su espíritu está en su presencia. Su cuerpo está dormido y no se van a perder el gran acontecimiento de la reunión de la iglesia cuando Jesús venga. Ésa es la promesa de la Escritura.

Gracias, Padre por esa promesa y esa esperanza. Oramos este día porque no haya nadie que esté oyendo este mensaje que no viva en esa esperanza.

Padre, oramos por aquellos que no tienen esperanza, que ven la muerte como un callejón ciego, un pasillo oscuro, una calle sin salida, que no tienen esperanza de reunión, que no tienen esperanza de resurrección, que no tienen esperanza de gozo eterno.

Dios, tráelos al Salvador el día de hoy. Sálvalos, Señor. Sálvalos con tu gracia para que puedan tener la esperanza de aquellos que están en Cristo viviendo y que han dormido, para que algún día estemos reunidos todos juntos, para estar para siempre con Cristo, para ir al lugar preparado para nosotros en la casa del Padre, para estar en donde nuestro Salvador está. Cómo te agradecemos, Padre, porque esa esperanza está disponible para todo aquellos que colocan su fe en Jesucristo. Oramos en su nombre. Amén.

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