Esta mañana, vamos a regresar a nuestro estudio de la epístola de Pablo a la iglesia tesalonicense, 1 Tesalonicenses, capítulo 5. Y vamos a comenzar un estudio de los versículos 4 al 11, y el título de nuestro mensaje es: “Gente de la noche/Gente del día”. Y todos sabemos que algunas personas son gente de la noche, simplemente en el sentido normal humano, y algunas personas son gente del día. Algunas personas prefieren hacer su trabajo y sus actividades en el día, y algunas prefieren hacerlas en la noche. A algunas personas les gusta dormir de noche y levantarse temprano al amanecer, acostarse temprano cuando la oscuridad viene, y a otras les gusta la noche. Y así como es verdad en cierto sentido, en términos de nuestra vida humana, también es verdad, espiritualmente hablando. De hecho, casi podríamos decir que solo hay dos tipos de personas en el mundo, y sería correcto bíblicamente: hay gente de la noche y gente del día.
Permítame leer de ellos, 1 Tesalonicenses 5, comenzando en el versículo 4: “Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, si no velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros, para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él. Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.”
La raza humana entera, dice Pablo, está dividida en dos grupos: gente de la noche y gente del día. La gente de la noche, aprendemos aquí, están asociados con la oscuridad, el sueño y la embriaguez. La gente del día, está asociada con la luz, el estar alerta y la sobriedad. Ahora, Pablo realmente no está mostrando la diferencia entre un cristiano y un no cristiano. Un creyente y un incrédulo. Uno que posee salvación y uno que no la posee.
Ahora, el propósito en este texto, la meta que él tiene en mente primordialmente, es satisfacer la necesidad de los creyentes tesalonicenses, que están turbados, están preocupados y ansiosos y nerviosos por su futuro. Por alguna razón, se ha preocupado por el hecho de que están seguros o no en el futuro. Habiendo sido instruidos por el apóstol Pablo algo de la venida de Cristo, y habiéndoseles dado algo de información acerca del día del Señor, han llegado a preocuparse. Algunos han venido y los han confundido hasta cierto grado. Y entonces, hay varias preguntas en su mente, que Pablo quiere responder conforme él escribe esta epístola. Sin duda alguna, preguntas traídas a él por Timoteo, cuando él visitó la iglesia tesalonicense.
Están muy afanados y algo temerosos acerca de lo que está por venir. Tienen preguntas en esta área: “Acaso, aquellos de nosotros que muramos, ¿nos vamos a perder el rapto? Y, ¿por qué el Señor no ha regresado ya? ¿Por qué está retrasando su venida? ¿Acaso no debería de haber pasado? Y, por cierto, ¿cuándo es que el rapto va a llevarse a cabo? Y, ¿cuándo es que el día del Señor va a venir? Y, ¿es posible que quizás podamos perdernos el rapto y terminar en el día del Señor? O, peor aun, ¿ya nos lo perdimos, y ya el día del Señor ha venido? Tienen varias preguntas acerca del futuro y acerca de su parte en él y cuándo es que va a pasar.
A la luz de estas preocupaciones que tienen, el apóstol amado ha colocado en el texto inspirado las respuestas a sus preguntas. En primer lugar, estaban preocupados por los cristianos que murieron, se perderían el rapto, y entonces, en el capítulo 4, versículo 13 al 18, él responde esa pregunta al decir: “No. Van a resucitar primero en el rapto, y estarán ahí para unirse a ellos”. Y después, él respondió su pregunta acerca del tiempo de la venida del Señor, cuándo sucedería, en el capítulo 5, versículos 1 al 3, al decir: “No pueden saber, nadie puede saber, va a ser inesperado”.
Y ahora, él responde a la pregunta: ¿se perderán el rapto y hay alguna posibilidad de que pudieran terminar teniendo que pasar por el día del Señor? Y aquí en los versículos 4 al 11, él dice: “Eso es imposible. No, no experimentarán el día del Señor, no van a experimentar la ira de Dios”.
El propósito por el que escribe, es para calmar sus temores. Esa es la razón por la que al final del capítulo 4, usted ve en el versículo 18 que dice: “Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”. Y ahí en el capítulo 5, versículo 11: “Por lo cual, animaos”, y, por cierto, ese es exactamente el mismo verbo en la misma forma que es traducida “alentaos” al final del capítulo 4. Aquí es traducida “animaos”. “Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis”. Entonces, él realmente está escribiendo todo esto para consolar, animar y fortalecerlos. Su futuro está seguro, les está diciendo. Sean consolados, sean alentados, sean fortalecidos.
La manera en la que él se dirige a la seguridad del futuro del creyente es por medio de una serie de contrastes. Él hace un contraste, claro, entre el rapto y el día del Señor. Él hace un contraste entre la salvación y la ira, vida y la muerte, bendición y maldición, esperanza y falta de esperanza, día y noche, oscuridad y luz, estar dormido y estar despierto, estar borracho y estar sobrio, estar separado de Dios para siempre y estar para siempre con el Señor. Toda esta serie de contrastes se presentan en este pasaje entero. Es una descripción multifacética de la división completa y total entre creyentes e incrédulos, y las implicaciones de esa división en las vidas de ambos.
La sección entera realmente hace un contraste entre los salvos y los condenados, y cualquier cristiano temeroso, preocupado, o que esté inquieto, nervioso, o no está consolado, que está preocupado acerca de su futuro; puede ver este texto y calmar sus temores. No tenemos nada que temer en el futuro si pertenecemos a Cristo, porque somos tan absolutamente distintos, porque hay un contraste tan tremendo y total entre los cristianos y los no cristianos, los creyentes y los incrédulos, no tenemos nada que temer.
Habiendo hablado del rapto, él cual es nuestro acontecimiento, reuniéndonos con el Señor, y el día del Señor, él cual es el acontecimiento de los incrédulos que les trae condenación eterna. Él ahora pasa en los versículos 4 al 10, para mostrarnos por qué necesitamos no temer acerca de nuestro futuro, debido a que somos distintos, somos distintos. Y da varios contrastes para que esto sea muy aparente.
Permítame tan solo presentarle 3 de ellas que veremos, 3 perspectivas de la naturaleza distinta de un creyente, que lo protege de cualquier juicio futuro. Somos distintos, en primer lugar, en términos de nuestra naturaleza. Somos distintos, en segundo lugar, en términos de nuestra conducta. Y somos distintos, en tercer lugar, en términos de nuestro destino. Debido a que tenemos una naturaleza distinta, que se manifiesta a sí misma en una conducta distinta que lleva a un destino distinto, no tenemos nada que temer.
Comencemos a ver lo distinto que es nuestra naturaleza, o la esencia misma de nuestro ser, nuestra virtud. Versículo 4: “Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas”. Ahí hay un contraste que se presenta de manera muy simple y muy directa. No vamos a tener parte alguna en el día del Señor. No vamos a tener parte alguna en los juicios futuros de Dios y Su ira, porque somos personas únicas, nuestra naturaleza es diferente. En el versículo 3, él dice que el día del Señor va a venir con destrucción repentina y no escaparán. Observe que se refiere a ellos, eso es muy importante para su contraste, porque en el versículo 4 él dice: “Mas vosotros, hermanos”. En contraste a ellos, ustedes no están en tinieblas. No van a estar en la noche cuando el ladrón venga, no son parte de la oscuridad.
El término “hermanos” aquí es un énfasis, sugiriendo que pertenecemos a la familia de Dios. “Hermanos”, nos identifica como cristianos, que nunca experimentarán el día del Señor. El contraste es enfático, y Pablo lo lleva hasta el versículo 7, incluso hasta el versículo 8. Los creyentes nunca experimentarán la ira de Dios, nunca experimentarán esta destrucción repentina, nunca experimentarán el día del Señor, la furia de Dios. ¿Por qué? Porque son diferentes en naturaleza. Vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas. No pertenecen a las tinieblas. No pertenecen a la noche. No pertenecen al dominio de Satanás. No están en tinieblas.
La gente que acaba de describir, que son el objetivo de la ira de Dios en el día del Señor, están en tinieblas, pero ustedes no. ¿A qué se refiere eso? Bueno, obviamente él está hablando de tinieblas espirituales que caracterizan y marcan la naturaleza de los incrédulos y realmente, es doble. Varios años atrás, al estudiar 1 Juan, cubrí la Escritura entera para delinear la esencia de estas tinieblas, y dicho de manera simple, se divide en dos categorías: una es tinieblas mentales, la otra es tinieblas morales. Las tinieblas de la ignorancia, por un lado, las tinieblas del pecado, por otro. Las tinieblas de la incredulidad, por un lado, las tinieblas de la rebelión, por otro. Unas son las tinieblas de no saber, la otra son las tinieblas de no hacer. No saber lo que es verdad, no hacer lo que es correcto. El corazón de una persona no regenerada, no salva, es oscuro. Aquello que genera su conducta es oscuro y entonces, su conducta refleja la oscuridad.
En el evangelio de Juan, usted recuerda estas palabras conocidas, “En Él estaba la vida” capítulo 1, versículo 4, “y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron”. Para abrir el evangelio de Juan, Juan le recuerda al lector que el mundo está en tinieblas. Cristo, la luz, vino, pero las tinieblas no entendieron la luz. ¿Por qué? Capítulo 3 del evangelio de Juan, “Esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron las tinieblas más que la luz, porque sus obras eran malas”. No quisieron ver la luz, amaron las tinieblas.
El versículo 20 dice: “Aborrecieron la luz y no vinieron a la luz, para que sus obras no fueran expuestas”. Y Jesús en Juan, capítulo 8, confrontó a la gente en el patio exterior del templo en la ciudad de Jerusalén con estas palabras: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de vida”. Y entonces, el mundo no regenerado se caracteriza como oscuro, incluso los profetas dijeron que él vendría como una luz a las naciones. Son las tinieblas las que vienen a la mente que no conocen la verdad. Son las tinieblas que son características de la conducta del que no tiene capacidad para hacer lo que es correcto.
En Efesios, Pablo también explica lo mismo en el capítulo 4 versículo 17. Él dice que la gente opera en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios debido a la ignorancia que hay en ellos, debido a la dureza de su corazón. Entonces son, tinieblas ignorantes y tinieblas inmorales. Están en la oscuridad, porque no conocen la verdad, están en la oscuridad porque aman la impiedad.
Toda persona que en la actualidad es cristiano, anduvo en las tinieblas en una ocasión. Efesios 2 dice que estábamos muertos en delitos y pecados, y nada es más oscuro que la muerte. Y andábamos según el curso de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. Operábamos en los deseos de nuestra carne, los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, así como los demás. El mundo está en tinieblas. El que controla esas tinieblas es Satanás, cuyos hijos son ellos. A Satanás mismo, Jesús lo llamó “el poder de las tinieblas” en Lucas 22:53. Él identificó a Satanás como el poder de las tinieblas. En Efesios 6:12, él llamó a los demonios de Satanás las fuerzas de las tinieblas; y todos ocupan el reino de las tinieblas, según Colosenses 1:13. Y se dirigen todos hacia las tinieblas eternas.
Entonces, el dominio de los perdidos, el dominio de aquellos sin Dios, sin Cristo, es el dominio de las tinieblas, el dominio del pecado ignorante, impiedad y rebelión. La esfera de la naturaleza pecaminosa caída en Adán y los no redimidos. Pero vosotros, dice él, hermanos, no están en esas tinieblas. Ustedes por naturaleza no son tinieblas. “Yo soy la luz del mundo, y él que a mí viene, no andará en tinieblas”, Jesús dijo, “sino que tendrá la luz de la vida”.
Y ustedes recuerdan esas palabras maravillosas de nuestro Señor en Mateo 5, en donde él dijo que “vosotros sois la luz del mundo, así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro padre que está en los cielos”. Y usted se acuerda de la verdad maravillosa, maravillosa, de 1 Juan, capítulo 1, que nos habla de nuestra naturaleza, dice que Dios es luz y en Él no hay tinieblas, y si decimos que tenemos comunión con Él, sin embargo, andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. Pero, si andamos en la luz, así como Él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, Su Hijo, nos limpia de todo pecado. Si dices que conoces a Dios, pero vives tinieblas, no conoces a Dios. Si conoces a Dios, vives en la luz.
Entonces, no estamos en tinieblas. No somos gente de la noche. No somos gente de la noche. No vivimos en tinieblas mentales, conocemos la verdad, no vivimos en tinieblas morales, vivimos la verdad. Debido a esta naturaleza distintiva del creyente como una persona del día, un hijo de luz, hay gran alivio. De regreso al versículo 4. No tenemos miedo de que el día nos vaya a sorprender como un ladrón. ¿Qué día? El día del Señor. Ese día pertenece a las tinieblas. El profeta Amós, viendo hacia adelante al día del Señor, en revelación profética, escribió en el capítulo 5, versículo 20, “¿Acaso el día del Señor no será tinieblas, en lugar de luz?” Incluso, ¿será sombrío sin brillo en él? El día del Señor es tinieblas, el día del Señor es para la gente de las tinieblas, la gente de la noche.
Y entonces, él dice, el día del Señor no los va a sorprender, no los va a arrebatar, no los va a capturar, como alguna persona que no está preparada durmiendo en la casa cuando el ladrón viene. El día del Señor es el día de tinieblas, y no tenemos parte en las tinieblas, no somos la gente de las tinieblas; no somos la gente de la noche. No estaremos ahí cuando el día del Señor venga. Cuando venga repentina e inesperadamente como un ladrón. Aquellos que están en la oscuridad serán llevados cautivos por sus terrores. Y según el versículo 3, van a ser sorprendidos, van a estar diciendo: “Paz y seguridad” cuando llegue, pero no tenemos nada que temer, y no estaremos ahí. Es un acontecimiento para la gente de la noche, no para la gente del día. El versículo 5 dice: “Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas”, y sigue repitiéndolo una y otra vez, para que se incruste profundamente en nuestra confianza. Todos son hijos de luz. No son gente de la noche. Son gente del día.
Por cierto, regresé a los evangelios, recordando qué expresiones parecidas que pensé que había leído ahí de los labios de nuestro Señor, y encontré, de hecho, que ese es el caso; que Pablo ciertamente estaba edificando sobre la enseñanza misma de Jesús. En el capítulo 16 de Lucas y versículo 8, nuestro Señor hablando dijo: “Y su amo alabó al mayordomo injusto, por él había actuado de manera inteligente, porque los hijos de este siglo son más inteligentes en relación a los suyos que los hijos de luz”. Y ahí, él identificó a los creyentes como hijos de luz. Incluso en su debilidad, no obstante, son hijos de luz. Y también recordé el evangelio de Juan, una afirmación maravillosa en el capítulo 12, versículo 36, Jesús dijo: “Mientras que tengáis la luz, creed en luz, para que os volváis hijos de luz”. Una invitación evangelista para venir a la luz, ver la luz, creer en la luz, vivir la luz, volverse hijos de luz.
Ahora, eso puede oírse como un término extraño, “hijos de luz”. Y quizás para nosotros en el idioma español, es un poco raro. Pero, permítame llevarlo de regreso a la expresión hebrea que realmente está detrás de este concepto griego. Es una expresión hebrea. Los hebreos solían decir que hombre es el hijo de… Fuera cual fuera la influencia que domina quién es él, sea cual sea la influencia que domina su manera de pensar, sea cual sea la influencia que caracteriza su naturaleza. Podríamos incluso decir eso en la actualidad. Podríamos ver alguna persona que vive de manera disipada, que vive de manera pecaminosa, sin refreno, descuidada y decir de manera expresiva: “Él es un hijo del diablo”. Y eso estaría capturando el mismo sentido de esta expresión.
De regreso en Jueces, por ejemplo, el capítulo 19, versículo 22, aquellos que son impíos de manera característica, son llamados hijos de Belial, o hijos del diablo. Hubo dos de los discípulos, Jacobo y Juan, que tuvieron un apodo, su apodo fue: “Hijos del trueno”. ¿Por qué? Porque parecía como si habían nacido a través de un relámpago, volátiles, agresivos. Y después, estuvo ese hombre tan maravilloso en los primeros capítulos del libro de los Hechos, Bernabé, que en el capítulo 4, versículo 36, fue llamado: “El hijo de consolación”. Fue como si él hubiera nacido o fuera engendrado por el consuelo, la consolación, ternura, gentileza. Y entonces, entendemos que decir que alguien es el hijo de esto, es meramente decir que su naturaleza, o su virtud, obviamente, parece haber nacido de eso. Decir que somos hijos de luz, significa que la influencia dominante en nuestras vidas es la luz. La influencia que caracteriza nuestra naturaleza, o quiénes somos, es luz. Luz en el lado mental que conocemos verdad. Luz en el lado moral que vivimos de manera correcta.
Vivimos en la esfera de la luz, estamos destinados para la luz eterna. Cuando usted me ve, puede ver en mí, las características de mi padre. Usted puede ver algunas de las características físicas de mi padre, algunas de las características intelectuales y emocionales de mi padre, llevo la marca del que me dio vida. Y entonces, aquellos de nosotros que hemos recibido la luz, de manera característica seremos los hijos de luz. Vivimos en la esfera de la luz. Nos conducimos como gente del día. Nos dirigimos a la luz eterna, en la luz gloriosa del cielo, incluso el Cordero mismo.
Entonces, somos hijos de luz. Llevamos la naturaleza de la luz, la cual es la verdad y la virtud. Y después, como si pudiéramos no entenderlo, él añade duplicando el punto: “Vosotros sois hijos de luz e hijos del día”. La luz pertenece al día, así como la oscuridad pertenece a la noche. Si fuera a hacer un pequeño juego de asociación de palabras, y alguien dijera: “día”, usted podrá decir “luz”, si alguien dijera “noche”, usted podrá decir “oscuro”.
Y entonces, Pablo sigue con su contraste. El día de esfera en la que la luz domina. La noche es la esfera en la que la oscuridad domina. Y entonces, no solo somos hijos de luz, sino, por lo tanto, hijos del día. Esa es nuestra naturaleza. No es nuestra naturaleza estar en las tinieblas. No es nuestra naturaleza ser atrapados en el día del Señor. Es totalmente incoherente con quienes somos. No vamos a estar en la noche que venga el ladrón.
Y después, Pablo lo dice de otra manera, como si no lo entendiéramos aún. Al final del versículo 5 él dice: “No somos de la noche, ni de las tinieblas”. Eso explica exactamente lo que él ha estado diciendo. Vivimos en una esfera completamente diferente de vida, de aquellos que serán llevados por el día del Señor y conocerán la ira de Dios. El pecado no tiene dominio sobre nosotros. Conocemos la verdad del evangelio y la verdad santificadora, tenemos la luz en nosotros, el Espíritu Santo quien vive en nosotros. No enfrentaremos condenación jamás. Jamás experimentaremos la furia completa de la ira de Dios, y el día del Señor no tiene que ver con nosotros. Somos diferentes.
Hemos resucitado, Pablo dice en Romanos 6, para andar en vida nueva. Somos nuevas criaturas, él dice en 2 Corintios 5:17, las cosas viejas pasaron, todas han sido hechas nuevas. Somos una nueva criatura, de nuevo él dice en Gálatas 6:15. Hemos sido creados en Cristo Jesús para buenas obras las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas, nuestra vida está escondida con Cristo en Dios y, por lo tanto, nuestra vida es diferente. No hay necesidad de temer el perdernos del rapto, amigos. No hay necesidad de temer que pueda ser atrapado en el día del Señor, no necesita temer la ira, no necesita temer la condenación, no tenemos nada que ver con las tinieblas. Tenemos que ver todo con la luz. Somos gente del día.
Se lo puedo decir de manera simple, pertenecemos al día, vivimos en el día, y el futuro para nosotros es el amanecer de un día eterno. Entonces, no necesitamos estar preocupado por nuestro futuro, debido a que nuestra naturaleza es distinta.
Segundo punto, debido a que nuestra conducta es distinta, coherente con nuestra naturaleza, es la conducta manifiesta que debe ser para nosotros una evidencia confirmadora de confianza de nuestro futuro que está seguro. Y esto sigue al primer tema y está ligado por las palabras en el versículo 6: “Por tanto”, “por tanto”. Este es un buen recordatorio de la relación entre la identidad del cristiano y su conducta. Entre su naturaleza y su conducta. Esas están ligadas de manera inseparable a lo largo del Nuevo Testamento. Lo que somos dicta cómo actuamos. Somos gente del día, entones actuamos como gente del día. Esa es nuestra naturaleza. Por lo tanto, es nuestra conducta, esa es nuestra manera de comportarnos. Versículo 6: “Por tanto, no durmamos como los demás”, los “demás” se refiere a incrédulos, “sino velemos y seamos sobrios”, seamos diferentes, seamos quienes somos.
Ahora, mientras que queremos celebrar el hecho de que somos diferentes, también debemos admitir que esta es una exhortación. Y el hecho de que es una exhortación es muy importante. Él no dice en los versículos anteriores: “Por favor, sean gente del día”, él dice: “Ustedes son gente del día”. Nuestra naturaleza está fija por el poder regenerador, transformador del evangelio. Pero, aunque somos gente del día, todavía tenemos la carne caída. Y entonces, incluso como gente del día, es posible para nosotros tener algo de vida nocturna. ¿No es cierto? Y entonces, necesitamos ser exhortados a dejar que ese patrón de justicia, lo cual es normal para nuestra naturaleza, sea ininterrumpido.
Entonces, él dice en el versículo 6: “Por tanto, no durmamos como los demás”, y él añade otro componente aquí. Hemos estado hablando de la noche, y hablamos de tinieblas, y ahora añadimos otro componente: dormir. Los no regenerados están en la noche, la noche está totalmente oscura y están dormidos. Eso multiplica su insensibilidad, ¿no es cierto? Es noche. Eso es suficiente. Está totalmente oscuro. Eso es doblemente malo. Y están en un coma, absolutamente insensibles, insensibles a la realidad espiritual.
La cuarta dimensión es añadida en el versículo 7 cuando él habla de la embriaguez. Si quiere ver la profundidad de insensibilidad de una persona no regenerada, vea la multiplicación de esos 4 conceptos: es noche para ellos, está totalmente oscuro, están dormidos en un estado de embriaguez. No tenemos nada que ver con ese tipo de vida. Somos gente del día. ¿Y no sería absolutamente ridículo para nosotros conducirnos como si fuéramos gente de la noche? Esa es su exhortación entera aquí. La gente del día no debe actuar como gente de la noche. No es el patrón de su vida, entonces por qué interrumpir el patrón normal justo con la vida de noche. No hay lugar para la vida nocturna en la gente del día.
Hay un pasaje comparativo que lo aborda desde un ángulo un poco diferente. Y solo quiero señalar los paralelos, no las diferencias. Romanos 13. Romanos 13, y aquí hay otra exhortación para la gente del día, para qué actúe como gente del día. Ahí en el versículo 12, a la mitad del versículo, como dije, él lo aborda de un ángulo un poco diferente, pero hay un tipo de exhortación parecida. A la mitad del versículo 12, por tanto, refiriéndose a los creyentes: “Desechemos, las obras de las tinieblas”, la vida nocturna, no tenemos ninguna parte con eso, eso no pertenece a nosotros. “Vistámonos las armas de la luz, y conduzcámonos de manera apropiada como gente del día. No en el pecado y embriaguez y promiscuidad sexual y sensualidad. No en contiendas y envidias. Vistámonos las armas de la luz” ¿Qué es la armadura de la luz? Versículo 14, es el Señor Jesucristo. Comencemos a actuar como Él actúa, no hagamos provisión para la carne. Por cierto, la gente de la noche está en la oscuridad total, en un coma, borrachos, pero están totalmente despiertos a la carne y totalmente dormidos a la realidad espiritual.
Él dice, no sean como ellos. No se conduzcan como la gente de la noche. Ustedes son gente del día. Para mí es tan maravilloso, cómo esta exhortación está edificada sobre nuestra esencia y no sobre el temor. Dios podría haber dicho, pudo haber cambiado el plan entero y haber dicho: “Miren o actúan como gente del día o van a terminar en el día del Señor”, “O actúan como gente del día o van a sentir mi ira, van a sentir mi condenación, van a sentir mi juicio”. Digo, Él pudo haber hecho que el plan fuera en esa dirección, y habernos motivado por el temor. O Él pudo, incluso, haber dicho: “Bueno, no se van a ir al infierno eternamente, pero les voy a decir, si se meten con las actividades de la noche, van a pasar por el día del Señor y van a ser golpeados en el día del Señor”. Él pudo haber dicho eso y haber tratado de movernos por el temor, pero no lo hace. Él trata de movernos por un sentido de dignidad espiritual. Él dice: “No deben hacer eso, ustedes no quieren hacer eso ¿Verdad? Después de todo, son gente del día. Pertenecen a Dios”. Y él nos levanta por encima del motivo del temor al punto de la dignidad y el honor en donde decimos: “Mira, pertenezco a Dios, soy un hijo del día, soy un hijo de la luz, no actúo así”.
No hay lugar para la vida nocturna entre la gente del día. Estamos por encima de eso. Por la gracia de Dios, y el poder del Espíritu de Dios, digo “no” a los deseos de mi carne, su sensualidad, su promiscuidad sexual, sus envidias y contiendas, y digo “sí” al día, a la virtud, a la pureza. Me voy a vestir de la armadura de la luz, lo cual significa, vestirme de la virtud de Cristo y vestirme de la conducta de Cristo.
Su conducta, entonces, debe mostrar su condición, su virtud, quién es usted. Entonces, no durmamos como los demás. “Demás” se refiere a los no-creyentes, que están dormidos de manera necia, no conscientes, ingenuos de lo que está por venir. Usted recuerda la parábola en Mateo 24, en donde Jesús dijo, si el jefe de la casa supiera en qué momento de la noche el ladrón está por venir, él habría estado alerta. Pero, van a estar dormidos. No debemos dormir, no debemos ser ingenuos espiritualmente, no debemos de estar no alertas espiritualmente, debemos estar verdaderamente despiertos a la realidad espiritual. Ése es el punto. Estemos, versículo 6, alerta. Esa es su primera afirmación: velemos.
Ahora, el sueño es natural para la gente de la noche, pero no para la gente del día. Por cierto, la palabra dormir aquí es diferente de la palabra dormir que él usa ahí atrás en el capítulo 4. Ahí atrás, en capítulo 4:13, 14 y 15, él usa la palabra dormir varias veces para referirse a la muerte de los creyentes, que los creyentes que han muerto solo están dormidos porque es temporal y van a despertar en el rapto. Aquí él usa una palabra diferente, que normalmente no significa muerte, hay unos cuantos lugares en donde puede ser usado para referirse a la muerte, pero normalmente significa simplemente dormir. Y entonces, él dice, éste es el sueño de la indiferencia espiritual, viviendo como si no hay juicio. Están dormidos, no pueden ver la verdad, no pueden vivir la virtud. Y ni siquiera están conscientes de que el juicio está por venir. Están absolutamente fuera de sintonía, viviendo sus vidas como si nunca vendrá un juicio de Dios. Viviendo sus vidas como si nunca hubiera un Dios. Esperamos que la gente de la noche haga eso, la gente que es insensible, inútil. Pero no los cristianos.
Ahora, esto es parte de nuestro consuelo también. Aunque sea una persona del día, si estoy viviendo la vida nocturna, voy a perder mi confianza de que soy una persona del día. Y cuando mi vida se caracteriza por justicia, mi confianza es elevada. Cuando mi vida se caracteriza por injusticia comienzo a cuestionar si soy o no una persona del día. Y podría preguntarme si escaparé del día del Señor. No es posible para los cristianos ser arrastrados en el día del Señor. Es posible pensar para los que pecan, pensar que podrían estar ahí, porque la confianza puede ser perdida.
Entonces, si voy a ser consolado, alentado y fortalecido con esperanza, tengo que vivir como una persona del día. Tito 2, es un buen paralelo donde Pablo dice: “La gracia de Dios”, en el versículo 11, “se ha manifestado trayendo salvación a todos los hombres”. Y esa salvación conlleva instrucción acerca de negar la impiedad y los deseos mundanos y vivir de manera sensata, justa y piadosa en este siglo presente, esperando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y salvador Jesucristo. Como puede ver, parte de nuestra capacidad para ver esa esperanza y esa esperanza bendita, y esa aparición gloriosa es estar viviendo vidas santas.
Entonces, el apóstol Pablo dice: “No duerman como los incrédulos, velemos y seamos sobrios”. “Velemos”, simplemente, de manera muy simple, estén despiertos. La palabra griega es γρηγορέω (grégoreó), de la cual el nombre Gregorio viene. Estén despiertos. Estén alertas a lo que está pasando en la dimensión espiritual, verdad y virtud. Vean lo que está pasando. No estén durmiendo y quedándose dormidos y sean ingenuos. Primera de Pedro 1:13 dice: “Ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios y esperad completamente la gracia que os será traída en la revelación de Jesucristo”. Ése es el mismo tipo de exhortación. Que su mente esté clara. Vean la verdad, perciban la verdad, sean sobrios en su espíritu y después, tendrán esperanza para la venida de Cristo sin temor. Conforme usted ve el futuro, Pedro dice de nuevo en 2 Pedro, capítulo 3, y se da cuenta de lo que va a pasar al final. Usted ve que el día del Señor viene, usted debería ser hallado en paz, irreprensible y sin mancha, esperando al Señor paciente, porque revele su salvación final.
Entonces, debo estar alerta y despierto a la verdad y a la justicia y a la realidad, no viviendo en algún tipo de condición de embriaguez, o algún tipo de sueño en el que he sido inducido al involucrarme en la vida nocturna, el mundo. Después, él añade “sobrios”. Y estoy seguro de que estas palabras podrían ser volteadas al derecho y al revés, a manera de sinónimo; no creo que él busca presentar una diferencia entre las dos. Pero simplemente señalaría que la palabra “sobrio” significa libre de la influencia de algo intoxicante. Y entonces, él simplemente está extendiendo su ilustración. Él habló de que los impíos están dormidos y borrachos. Y entonces ahora, al recoger esas dos cosas, él dice: “Estén despiertos y sean sobrios”. Y realmente, está hablando de la misma condición conforme ellos están dormidos y están en embriaguez, simplemente son dos maneras para definir su insensibilidad.
Así también, estar despierto y sobrio, son dos maneras de definir nuestra sensibilidad a la realidad espiritual. Ser sobrios significa lo que estar alerta significa: bajo control, domino propio, tener un equilibro apropiado, mantener una confianza estable, que sus prioridades estén cuidadosamente establecidas, estar lleno de seriedad espiritual y moral, ser celoso por lo que es verdad y lo que es correcto; no sobre emocionado, no indiferente, sino sensato, equilibrado y coherente y calmado, y estable espiritualmente. Debemos ser así, conforme vivimos como gente del día.
William Hendriksen tiene un párrafo excelente en el que él escribe: “La persona sobria vive profundamente. Sus placeres no son primordialmente los de los sentidos, como los placeres del borracho, por ejemplo, sino los del alma. Él de ninguna manera es un estoico, por el contrario, con una medida completa de expectativa gozosa, él espera el regreso del Señor, pero no huye de su tarea”. Él escribe: “La exhortación del apóstol entonces, se reduce a esto”, y aquí está su traducción: “No seamos relajados sino estemos preparados, sino estemos preparados, estando espiritualmente alerta, firmes en la fe, valientes, fuertes, con calma, pero con una expectativa contenta, mirando y esperando el día futuro. De esta manera, hagamos esto porque pertenecemos al día y no a la noche” fin de la cita.
Tenemos que vivir como gente del día: alerta, despiertos, equilibrados, de manera piadosa, bajo el control de la verdad, no como la gente borracha que está durmiendo de la noche oscura, que van a ser sacudidos de su coma autoinducido por el día del Señor. Y, por cierto, todos los tiempos en los verbos aquí son presentes. A los tesalonicenses se les está diciendo que vivan de manera continua este tipo de vida, porque no van a experimentar el día del Señor. ¡Qué motivo tan elevado es este! Este es el llamado más alto. Esto es llamarnos, como Pablo en Efesios 4, a andar de manera digna de nuestra vocación. No motivados por el temor, sino por la nobleza de la identidad espiritual. Somos diferentes. Somos diferentes, y por eso vivimos de una manera completamente diferente. Estos son patrones de conducta que deben caracterizarnos.
Y como si todavía no entendiéramos, Pablo nos enseña más en el versículo 7: “Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan”. Él simplemente ve una observación simple, común, diaria. La gente duerme de noche. La gente se emborracha de noche. Entonces, él está diciendo: “El dormir y el embriagarse van con la noche”. Entonces, esperamos que la gente de la noche, la gente no salva, duerma y se emborrache, porque eso va con la noche. Es su naturaleza estar en la oscuridad y, por lo tanto, su conducta sigue. Dormirán; eso es indiferencia pasiva. Se van a emborrachar; eso es pecado activo. Entonces, de manera pasiva y activa, van a actuar como gente de la noche, porque son gente de la noche.
En Lucas 12:45, Jesús contando una parábola y quizás Pablo también tenía esto en mente cuando él estaba escribiendo. Jesús dijo: “Si es el esclavo, dice en su corazón, ‘Mi amo se tardará mucho en venir y comienza a golpear a los esclavos, tanto hombres y mujeres, y a comer y beber y a emborracharse. El amo de ese esclavo vendrá en un día cuando no lo espera, en una hora que no sabe y lo va a cortar en pedazos, y le asignará un lugar con los incrédulos”. Esperamos que la gente de la noche duerma. Esperamos que la gente de la noche se emborrache. Esperamos que sean indiferentes de manera pasiva a la verdad y a moralidad. Esperamos que estén involucrados de manera activa en cultivar pecado. Pero, versículo 8, vamos a detenernos con esta primera frase: “Pero, nosotros que somos del día seamos sobrios”. Somos del día. Lo mismo que él dijo en el versículo 5, hijos de luz, hijos del día. Estemos alerta. Seamos vigilantes.
Observe usted, ¿cuán repetitivo es esto? Probablemente, es una indicación de que éste fue un asunto muy serio para los tesalonicenses. De hecho, tan serio, que incluso después de que él dijo todo esto, aparentemente él tiene que escribir la 2ª epístola, en parte para decirles otra vez que no están en el día del Señor. Alguien realmente estaba tras ellos buscando confundirlos acerca de este asunto.
Somos gente del día. Como gente del día, no tenemos nada que ver con las tinieblas. El ladrón no vendrá en la noche de nuestra ignorancia, porque no somos ignorantes. El día del Señor no vendrá en la noche de nuestra inmoralidad e injusticia, impiedad, porque somos marcados por la justicia y la piedad. Eso es lo que somos. Y la esencia distintiva de nuestra naturaleza, nos aparta de las tinieblas y la esencia distintiva de nuestra conducta, también. Porque el patrón de nuestras vidas es justicia, de manera necia lo inyectamos con la vida nocturna. No debemos hacer eso, porque cuando hacemos eso los hombres no pueden ver nuestras buenas obras y glorificar a nuestro Padre que está en los cielos, ¿verdad? Y de esta manera, no solo deshonramos al Señor y traemos sobre nosotros disciplina, sino que ciertamente, quitamos de lo atractivo del poder transformador del evangelio a los ojos de aquellos que ven nuestras vidas.
Somos gente del día. Debemos actuar como tales. En nuestra naturaleza. En nuestra conducta. Y solo lo voy a mencionar en esta ocasión, es nuestro destino. Por favor, observe el versículo 9: “No nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Nuestro futuro es todo brillante. Nuestro futuro es todo luz. Nuestro futuro es todo día. Y cuando la estrella del día venga, y el amanecer de nuestro día eterno llegue, alcanzaremos el destino para el que fuimos redimidos en el pasado y somos mantenidos en el presente. Nos volvimos hijos del día. Debemos vivir como hijos del día hasta que entremos al día eterno. No tenemos nada que temer, amados. Somos gente del día, no gente de la noche. Inclinémonos juntos en oración.
Padre, esta es una porción alentadora de la Escritura para nosotros. Reconocemos que somos indignos de una bondad tan inconcebible, que tú nos has concedido hacernos gente del día, hijos de luz, hijos del día. Para hacernos la habitación misma de la luz conforme la luz de Cristo ha venido a vivir dentro de nosotros. Estamos abrumados porque hemos sido sacados del reino de las tinieblas y transferidos al reino del Hijo amado de Dios. Estamos abrumados porque nunca andaremos en tinieblas, sino que siempre tendremos la luz de la vida. Y tenemos esperanza en nuestros corazones de que algún día entraremos a esa luz eterna en la que ninguna de las obras de la vida nocturna jamás existirá.
Padre, ayúdanos a actuar como hijos del día, particularmente conforme vivimos en el mundo de tinieblas que nos rodea, para que los hombres puedan ver la luz, como una ciudad puesta en un monte que no puede ser escondida. Y Padre, también pedimos, por aquellos aquí que son gente de la noche y han oído este mensaje. Están en la noche y está totalmente oscura, y están dormidos en un estado de embriaguez, totalmente insensibles a la verdad y la virtud y al juicio venidero. Que la luz amanezca en sus corazones, que el espíritu de Dios los ilumine, los convenza de pecado, los lleve al conocimiento de Jesucristo, para que se vuelvan de sus pecados y lo sigan, para que odien las tinieblas y amen la luz, para que ellos también se vuelvan gente del día, para esperar el día glorioso de gozo celestial. Y estas cosas pedimos en el nombre de Cristo. Amén.
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