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Nuestro texto esta mañana, es un versículo. Capítulo 5, versículo 17. 1 Tesalonicense 5:17 dice: “Orar sin cesar.” El apóstol Pablo en este mandato simple y específico llama a los cristianos a orar, básicamente, como un estilo de vida. Yo solía decir que: “el orar es como respirar”. Simplemente es normal, simplemente es natural, simplemente es la vida para nosotros. Inhalamos, exhalamos la atmósfera de la presencia y el poder de Dios. Y, mientras que eso es verdad, también es verdad que nosotros, quienes dependemos de Dios y quienes si -somos cristianos genuinamente-, tenemos comunión con Dios no oramos de manera tan incesante como deberíamos orar.

Somos culpables, creo yo, de contener nuestra respiración espiritualmente mientras que suponemos que la presión del ambiente mismo de la presencia de Dios nos forzaría a orar así como la presencia del aire nos fuerza a respirar. Eso no es necesariamente el caso. Y nosotros, como cristianos, restringimos nuestra inhalación, la presencia misma de Dios debido a nuestra propia pecaminosidad. Entonces, viene el mandato del apóstol Pablo a orar sin cesar, orar en todo tiempo, a oración continua, persistente, incesante. Es una parte esencial de la vida cristiana y fluye de la dependencia de Dios.

Quiero que entendamos este principio de orar sin cesar y mientras que, tan solo leerlo, le da cierto entendimiento claro, hay mucho más para entender la importancia de esa afirmación encontrada en las Escrituras y quiero ver si puedo darle algo de la riqueza de lo que la Palabra tiene que decir. Un buen punto inicial es ver dos parábolas que Nuestro Señor dio. De hecho, entre las muchas parábolas de Nuestro Señor, estas dos, sobresalen como algo único. Son únicas por una razón muy simple e interesante. Todas las otras parábolas se relacionan a Dios, a manera de comparación. En cierta manera, son como Dios. Son como el Reino de Dios. Son como la manera en la que Dios opera.

Estas dos parábolas se relacionan con Dios a manera de contraste. No son como Dios. Únicamente, son la únicas dos parábolas que Jesús jamás dio que se relacionen a Dios a manera de contraste. Estas dos parábolas nos dan ilustraciones de alguien quien es totalmente diferente de Dios y, al hacer eso, presentan un punto muy, muy fuerte acerca de este asunto de orar persistentemente sin cesar. Vayamos a estas dos parábolas.

La primera la encontramos en Lucas, capítulo 11. Es llamada La Parábola del amigo que se rehusaba, Lucas, capítulo 11. Nuestro Señor la dio en un contexto de oración. De hecho, los discípulos se habían acercado a Él y le habían dicho, en Lucas 11:1: “Enséñanos a orar, así como Juan le enseñó a sus discípulos.” Y Jesús les respondió con las palabras conocidas: “Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea Tu Nombre. Venga Tu Reino. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestros pecados, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Y no nos metas en tentación.” La conocida oración del Señor o la oración de los discípulos. Entonces, en los versículos 2-4 Jesús les enseñó que decir. Él les enseñó, básicamente, el contenido de la oración. Cuando usted ora debe honrar a Dios y santificar Su Nombre. Debe orar por esas cosas que se relacionan con Su Reino. Debe buscar la provisión diaria que solo Él da. Debe confesar sus pecados y buscar Su Perdón. Debe pedir Su Sabiduría para no ser guiado a la tentación. Esos son los componentes de la oración. Así es como debemos orar, lo que debe decir cuando usted ora.

Pero, más allá de eso, ÉL les dijo: “Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo y va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido de un viaje y no tengo nada que darle; y desde adentro, él le responderá y le dirá: no me molestes; la puerta ya ha sido cerrada, y mis niños y yo ya estamos en cama; no puedo levantarme y darte nada.”  Usted tiene que acordarse que en esos días cuando hacía frío, la familia entera se metía en la misma cama para poder calentarse y todos ya estaban metidos y calientes a medianoche y este no era el momento para salirse de la cama y darle algo de pan a su amigo. Versículo 8: “Os digo” Jesús dijo “que aunque él no se levante y le dé a su amigo nada porque él es su amigo, sin embargo, debido a su persistencia él se levantará y le dará todo lo que él necesita. En otras palabras, lo que él no haría por amistad él lo hará por dormir, porque el hombre no se va a ir hasta que reciba su pan.

Entonces, Jesús te está diciendo: “Aquí hay un hombre cuya amistad no le permite darle este gesto de sacrificio y, entonces, el hombre, simplemente, lo irrita hasta que, finalmente, no tiene alternativa. Esto –Nuestro Señor está diciendo-, debe instruirnos acerca de los beneficios de la persistencia. Pero, el punto que Él, realmente, está presentando aquí, es que cuando usted considera lo diferente que es de Dios el amigo que se rehusó a ayudar al otro amigo, la parábola se vuelve aún más asombrosa. La parábola tiene aún más impacto. Si un amigo que se rehúsa a ayudar a otro amigo va a hacer algo por usted –porque usted es persistente-, imagínese lo que un Dios que no se rehúsa a ayudarlo va a hacer por usted, si usted es persistente. Ahí está el contraste.

Y Jesús procede a hablar acerca de un Padre a quien le pide su hijo, versículo 11, un pescado, no le dan una serpiente, o ¿sí?, en lugar de un pescado. O si le pide un huevo no le dan un escorpión, o ¿sí? En otras palabras, un padre terrenal no va a darle algo que dañe a su hijo. Un padre terrenal va a oír el clamor de su hijo. Entonces, en el versículo 13: “Si vosotros siendo malos” -ese es el punto-, “sabéis cómo dar buenas dádivas a vuestros hijos, cuanto más vuestro Padre Celestial” –implícito que no es malo-, “dará el Espíritu Santo a los que le pidan.” Dios es tan diferente. Pero Dios responde a la persistencia. Si un amigo infiel, un amigo que se rehúsa a ayudar a otro amigo, un amigo no compasivo, un amigo que carece de compasión, un amigo que no tiene misericordia y no expresa gracia va a ayudar debido a que otro amigo le pide de manera persistente algo. Si va a responder debido a peticiones persistentes, ¿qué cree usted que un Dios, quien es amoroso, lleno de gracia, misericordioso, compasivo y tierno de corazón hará si usted es persistente?

El orar sin cesar mueve la Mano de Dios. Entonces, primero Él les dijo qué decir y después, Jesús les dijo: “Ahora quiero recordarles que lo sigan diciendo.” Decirlo con persistencia porque Dios -quien es bueno-, oirá y responderá. En Lucas 18 hay otra parábola que sigue el mismo estilo de contraste. En el versículo 1 de Lucas 18 Jesús, de nuevo, ha estado enseñando acerca de la oración y Él les estaba dando una parábola para mostrarles que debían orar en todo tiempo y no desmayar. Si no recibes una respuesta inmediata, si las cosas no son exactamente cómo quieres que sean, si las cosas no cambian tan rápidamente como tú podrías haber planeado, no desmayes, no te desanimes, necesitas continuar orando. Necesitas orar en todo tiempo, incesantemente, continuamente, sin cesar.

Y después, para ilustrar esto Él dice: “Había, en cierta ciudad, un juez que no temía ni a Dios ni respetaba a los hombres.” Ahora, usted tiene que entender cómo es que llegó a ser juez, pero llegó a ser juez. “Y había una viuda en esa ciudad” -por lo menos en esta historia-, y ella continuaba acudiendo a él, a este juez, repetidamente diciéndole: “dame protección legal de mi adversario.” Aparentemente, alguien estaba haciendo todo lo posible por quitarle el sustento mínimo en la vida y estaba rogando por justicia en la corte de este juez. Y, por un tiempo, versículo 4, él no quería pero después, él se dijo a sí mismo: “Aunque no temo a Dios ni respeto al hombre, sin embargo, debido a que esta viuda me molesta le daré protección legal no sea que por venir a mí continuamente me agote la paciencia. Esta mujer es un dolor. Lo que no hago por amor a Dios, lo que no hago por amor a la humanidad lo voy a hacer por estar en paz.” Él está diciendo: “Ya no puedo soportar esta molestia continua.” Y después, versículo 6, el Señor dijo: “Oíd lo que el juez injusto dijo: ¿Acaso Dios no traerá justicia para sus elegidos que claman a Él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que Él traerá justicia para ellos rápidamente”.

Como puede ver Dios es muy diferente de un juez injusto. Dios es diferente de un amigo que se rehúsa a ayudar a otro amigo. Pero, si un amigo que se rehúsa a ayudar a otro amigo y un juez injusto van a hacer lo que se les pide debido al ruego continuo, entonces, ciertamente, un Dios compasivo, amoroso, lleno de Gracia, amable, tierno de corazón hará más. Ese es su punto. Entonces, Jesús está diciendo de hecho: “Oren. Oren así. Oren persistentemente, oren constantemente, oren en todo tiempo. No se rindan, no se desanimen. Sigan tocando, sigan pidiendo, sigan buscando, y Jehová, su Dios, bueno, compasivo, fiel, amoroso, lleno de Gracia, misericordioso, oirá y responderá.

Ahora, algunos han imaginado que parábolas como estas contradicen otras cosas que Jesús enseño. Por ejemplo, allá atrás en Mateo, capítulo 6, Él dijo algo: “A primera vista, en la superficie, podría parecer contradictorio y necesita ser entendido”. En Mateo 6, versículo 7, Jesús dijo: “Y cuando oréis no hagáis repeticiones vanas, como los gentiles, porque creen que por sus muchas palabras serán oídos. Por lo tanto, no seáis como ellos porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes de que le pidáis. Dice usted: “Acaso, ¿esto no es contradictorio?  ¿Acaso no está diciendo que no repitamos nuestras oraciones?” No. Él está diciendo: “No repitan de manera vana”. Esa es la clave.

¿Qué quieres decir con “repeticiones vanas”? Bueno, el tipo de oraciones que los paganos oran. Suponen que serán oídos por sus muchas palabras. En otras palabras, no es que la Deidad se preocupa por Su Corazón. No es que el Dios entiende la compasión, la pasión, el dolor, el anhelo, el deseo del corazón, es que haya alguna fórmula, algún ritual religioso, alguna ceremonia, algún mantra, algún canto, algo u otro, alguna secuencia de cuentas, alguna fórmula repetitiva que de alguna manera va a hacer que ese Dios haga algo que de otra manera no haría. Jesús simplemente estaba diciéndoles: “No oren de esa manera”. Él no está prohibiendo la repetición significativa. Él no está prohibiendo el ruego del corazón, lo que Él está prohibiendo es el ritual vacío, el balbuceo sin pensar que fluye solo de la boca y supone que Dios responderá debido a las palabras en lugar del corazón. Entonces, cuando Pablo dice: “Orad sin cesar”, él no está en desacuerdo con Jesús, él, simplemente está apoyando el principio enseñado en Lucas 11 y Lucas 18 de que la oración debe ser incesante. No somos oídos, simplemente, por nuestras muchas palabras sino que somos oídos por el clamor de nuestro corazón.

El hombre que vino a la casa de su amigo y necesitaba pan no oró una fórmula de oración de ritual, él rogó por algo que necesitaba. La viuda que vino al juez no ofreció al juez algún mantra o algún canto o alguna recitación de oración ritual. La mujer le presentó el clamor de su corazón por protección de alguien que tenía el poder para hacer eso. Y una oración así, que clama desde el corazón, que repite, es aquello que mueve el corazón de un Dios amoroso y compasivo. De hecho, inclusive podemos comenzar a entender el orar sin cesar al ver la vida de Nuestro Señor mismo debido a que Él hizo eso. Él, obviamente, estuvo en comunión constante con el Padre y lo vemos en las Escrituras levantándose temprano a orar. Lo vemos paseando toda la noche en oración. Debe haber sido una comunión interminable e incesante entre Él mismo y el Padre.

Hebrón nos dice que él ofreció oraciones y súplicas con clamor fuerte y lágrimas. Ese es un principio fascinante. Hubo una intensidad en las oraciones de Jesús que es absolutamente única. Eso es absolutamente sorprendente. Cuando Él oró, en varias ocasiones, hubo una gran agonía. Y podemos suponer que, aunque las Escrituras no nos relatan todos los detalles de todas sus oraciones, tuvo mucho del mismo tipo de intensidad como esas oraciones que vemos y nos son reveladas en el texto. Cuando la Biblia nos dice que Él fue al monte de los Olivos y oró toda la noche, sin duda alguna, hubo una intensidad en ese tipo de oración que conocemos muy poco -si es que llegamos a conocer-.

La gran ilustración clásica que tenemos de la intensidad de Su oración viene en el huerto previo a Su Muerte en donde lo vemos orando ahí, en sudor y en una agonía de sangre. Él está postrado orando y Lucas escribe en el capítulo 22 diciendo: “Padre, si Tú quieres, pase de Mí esta copa más no será Mi Voluntad sino la Tuya.” Lucas escribe: “Y, estando en agonía, Él oró con mayor fervor y Su sudor se volvió como gotas de sangre que cayeron al suelo.” Hay un tipo de experiencia agonizante intensa aquí que hace que el Señor Jesucristo sude y después comienza a sangrar en ese mismo ambiente de oración. Eso me impacta. También me impacta que en Mateo capítulo 26, versículos 38-46 nos dice que Jesús repitió el proceso de su ruego en el huerto durante tres veces consecutivas. Esta fue una experiencia de oración prolongada. De hecho, sabemos que fue prolongada por tanto tiempo que los discípulos se quedaron dormidos en varias ocasiones y, entonces, en esta agonía prolongada de oración podemos tener una idea de la vida de Nuestro Señor Jesucristo, que es excepcional.

Permítame decirle lo que quiero decir con eso. El Señor Jesucristo llevó a cabo muchas obras poderosas cuando estuvo en la Tierra. En ninguna de ellas hay un esfuerzo aparente de energía, aunque las Escrituras dicen que Virtud salió de Él, no hay nada que Él hace en todas las Sagradas Escrituras, en términos de registro del Nuevo Testamento que indicaría que hubo algún tipo de agonía, esfuerzo en el proceso de llevar a cabo ese milagro. Fuera que Él estuviera dando vista a los ciegos, o dando sentido de oído a los sordos, o haciendo que pudieran hablar los mudos, o dando salud al cuerpo enfermo, o dando la capacidad de caminar a una persona que no podía caminar. O fuera que Él estuviera resucitando a alguien de los muertos, o fuera que Él estuviera alimentando a cinco mil hombres más mujeres, niños, veinte mil personas ahí en la costa, o fuera que Él estuviera calmando una tormenta, o fuera que Él estuviera caminando en agua. No importaba lo que fuera. No hay registro de que hubo algún esfuerzo aparente de energía, algún tipo de esfuerzo, algún sudor, alguna gota de sangre en algún tipo de esfuerzo agonizante para hacer que eso sucediera.

Parece que no se involucró cansancio alguno, no hubo esfuerzo alguno. No le costó trabajo alguno hasta que llegamos a la oración. Y cuando Él oró hubo una agonía, hubo una carga en Su Corazón, en Su Ser mismo, que se manifestó en Su Cuerpo físico. Él oró en una agonía hasta la sangre, un nivel de intensidad que, ciertamente, habla de la persistencia que Jesús indicó en Lucas 11:18 y que Pablo tenía en mente cuando dijo: “Orad sin cesar.” La Primera Iglesia se caracterizó por este tipo de oración continua, apasionada, incesante, desde el comienzo, inclusive antes del día de Pentecostés, en Hechos 1:14: “Todos los creyentes eran uno.” Dice: “Eran de una mente y estaban entregándose continuamente a la oración”. Oración incesante. Oración constante. Oración persistente. Es lo que marcó a la Primera Iglesia. Cuando los apóstoles estaban estructurando la iglesia para que todo el Ministerio pudiera llevarse a cabo, ellos mismos dijeron: “No podemos hacer todas estas cosas rutinarias pero nos entregaremos a la oración. Nos entregaremos a la oración y al Ministerio de la Palabra.

En Hechos, capítulo 12, de nuevo, vemos a la Primera Iglesia. Pedro estaba siendo mantenido en la prisión pero se estaba elevando oración por él de manera apasionada por la Iglesia de Dios. La oración apasionada, incesante, la oración persistente, marcó a la Primera Iglesia. Cuando usted llega a las Epístolas, sea que usted esté leyendo Romanos, Efesios, Filipenses, Colosenses o sea que esté leyendo  Primera de Tesalonicenses, usted oye a Pablo exhortando a los creyentes a orar. De hecho, quizás, la más significativa de todas esas epístolas es Efesios al señalar la importancia de la oración. Él dice en Efesios 6:18: “Con toda oración y ruego, orad en todo tiempo.” Es la misma idea, orando en todo tiempo.

En la misma epístola que estamos estudiando en este momento 1 Tesalonicenses 3 versículo 10, él da su propio ejemplo: “Nosotros noche y día oramos.” Es, simplemente, un estilo de vida. Oración incesante, interminable. Colosenses -me encanta el testimonio de Epafras-,  siervo de Jesucristo, siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones. Un hombre de oración. En el capítulo 4, versículo 2 de Colosenses él dice: “Orad, manteniéndose alerta con una actitud de gratitud.” La oración incesante, prevaleciente, persistente, insistente, es tan esencial que Isaac Colrich tuvo razón cuando dijo: “La oración es la energía más elevada de la cual el corazón humano es capaz de presentar y el mérito más grande del cristiano sobre la tierra.”

Pero me temo que si concebimos a la oración como algún tipo de mérito que demanda mucha energía, que es noble y glorioso, la aislamos a algunos cuantos momentos grandiosos en la vida. Es eso. Pero también es un tipo de comunión incesante que debe constituir la médula misma de nuestra existencia diaria. Involucra intensidad -esa es la esencia de la oración-, Dios es hallado -usted recordará-, por aquellos que le buscan con todo su corazón. Luchar en oración, prevalece con Dios. “La oración eficaz del hombre justo puede mucho”, dijo Santiago.

Entonces, mientras existen todos esos momentos grandes, nobles, de oración agonizante que demanda mucha energía. La oración, también, para nosotros, es un estilo de vida diario muy, muy evidente. Algunas veces, simplemente, se vuelve más intenso que otras ocasiones. Orar sin cesar, entonces, es el mandato de Dios para nosotros. La palabra orada aquí es, simplemente, la palabra general, proseuchomai, la palabra más común del Nuevo Testamento para orar. Podría ser alabanza, podría ser gratitud, podría ser confesión, podría ser petición, podría ser intercesión, podría ser sumisión. Es, simplemente, orar, en general. Sin cesar es una palabra que, básicamente, significa recurrente, no significa hablar continuamente, significa oración recurrente. Como dije, simplemente, un estilo de vida.

Debemos estar continuamente en oración, continuamente en una actitud de oración. Probablemente ustedes, como yo -yo rara vez me quedo dormido en la noche fuera de estar en medio de una oración-, rara vez me despierto en la oración sin orar. Es a tal grado parte de mi vida el estar en un estado de comunión abierta con Dios. Algunas veces es más intensa que otras veces pero siempre consciente de su presencia me encuentro que me quedo dormido a la mitad de mis oraciones y vuelvo a despertar a la mitad de mis oraciones. Las Escrituras nos dan ejemplos de personas que oraron en la mañana, personas que oraron en la tarde, personas que oraron en la noche, personas que oran siete horas al día, personas que oran a medianoche, personas que oran toda la noche, personas que oran antes del atardecer, personas que oran por días, personas que oran por semanas, algunas que oraron por mucho tiempo, algunas oraron por poco tiempo, algunas oraron de rodillas, algunas oraron de pie, algunas oraron acostadas sobre una cama, algunas oraron postrados en el suelo, algunas oraron con sus manos arriba, algunas oraron con sus manos abajo, algunas oraron con sus manos hacia fuera, algunas oraron con el rostro hacia abajo, algunas oraron con el rostro hacia arriba, etc., etc. En toda manera, en todo lugar, la oración, orar sin cesar.

Ahora, si usted ve nuestro texto, una vez más, usted va a ver que es un tipo de compañero del versículo 16. El versículo 16 dice: “Orad, estad siempre gozosos.” El versículo 17 dice: “Orad sin cesar.” Realmente, son compañeros en la vida espiritual y tienen un equilibrio hermoso. El creyente, a lo largo de su vida cristiana siente su insuficiencia y por ello vive en dependencia total de Dios. Mientras que usted siente su insuficiencia y usted siente su dependencia, usted va a orar sin cesar. Al mismo tiempo, mientras se siente insuficiente y dependiente usted también sabe que es beneficiario de bendición estupenda por parte de Dios. Entonces, por un lado, usted está orando en dependencia. Por otro lado, usted está regocijándose en la recepción de la bendición multiforme de Dios. Entonces, estamos siempre gozosos porque Dios está derramando bendición en respuesta a nuestra oración sin cesar.

Si yo como cristiano vivo en un estado perpetúo de insuficiencia personal, un estado perpetuo de reconocer mi dependencia de Dios. Si vivo continuamente agradecido por todo lo que Él hace por mí, continuamente arrepentido por mi pecado, continuamente expresando mi amor hacia otros, eso va a fluir en oración no expresada en voz alta  a Dios y eso también va a causar que Dios abra las puertas de bendición, las cuales van a resultar en mi respuesta gozosa. Y, entonces, no solo debemos estar siempre gozosos sino que debemos tomar el camino a ese gozo el cual es el camino de la oración incesante que resulta en bendición, lo cual resulta en gozo.

Ahora, ¿Cómo es que este versículo 17 encaja en el contexto entero aquí? Pablo según cierra esta carta a la Iglesia Tesalonicense quiere ayudarles a dirigir a la iglesia en el camino correcto para el futuro. Es una buena iglesia, una gran iglesia, una iglesia noble, una iglesia espiritual, pero quiere recordarles como crecer y ser un rebaño saludable, maduro. Es una iglesia joven, una iglesia bebé, solo tiene unos cuantos meses de haber nacido y él tiene un plan de crecimiento para ellos. En los versículos 12 y 13: “Cultivar un rebaño saludable involucró la relación correcta entre pastores y ovejas y las ovejas y los pastores.” En los versículos 14 y 15: “Cultivar a un rebaño saludable demandó la relación correcta entre las ovejas y las ovejas.” Y aquí del versículo 16 al versículo 22: “Un rebaño saludable demanda una relación correcta entre las ovejas y el Gran Pastor.”

Entonces, la iglesia está constituida por esas relaciones. Liderazgo a la congregación, congregación al liderazgo. Congregación a congregación, congregación a Dios. Y ninguna iglesia puede elevarse por encima dela vida espiritual de su propia congregación. Entonces, su relación con el Gran Pastor es crucial. Y lo primero que usted necesita hacer es ser gozoso y, lo segundo, estar orando a Él siempre. Así es como usted mantiene esa relación –como debe ser-, y eso es esencial para una iglesia que crece, para una iglesia saludable. Si vamos a ser una iglesia saludable debemos estar orando sin cesar. Debemos estar buscando el recurso divino, debemos estar tocando la puerta buscando los panes. Debemos estar doblando la rodilla ante el pie de la justicia divina, rogando por nuestro caso para que sea resuelto con equidad y justicia. Debemos estar acudiendo a Dios a favor de nosotros mismos y otros orando sin cesar porque ahí es donde liberamos la grandeza del poder y de la bendición de Dios.

Ahora, realmente no hay nada más que decir acerca del versículo. Usted entiende lo que significa. Pero quiero ir detrás del versículo un poco. Y quiero darle una pequeña lista de cosas que voy a llamar “motivos para orar” porque sé que algo es realidad en su vida, porque es verdad en mi vida. No importa cuánto oro, siempre me siento como que no oro lo suficiente.  ¿Se siente usted de esa manera? En cierta manera tengo un estado continuo de culpabilidad por falta de oración. No importa cuánto oro siempre me siento como que no he orado lo suficiente. Y esto es, en parte, debido al hecho de que no he orado lo suficiente y parte, debido al hecho de que estoy en una posición con la que soy inundado con tantas peticiones de oración que es imposible para mí, como ser humano, inclusive intentar mantenerme al día con todas ellas. Lo cual hace que mi carga sea más pesada. Tengo que regresar, entonces, y preguntarme si, realmente, estoy motivado para orar cuando no oro como debiera.

Y quiero ayudarle a entender algunos motivos para orar. Quiero darle diez de ellos, simplemente una pequeña lista a manera de despensa. Diez motivos para orar que creo que producen una vida de oración incesante. Número 1 es un deseo para la Gloria del Señor. Un deseo para la Gloria del Señor. La oración, Jesús dijo, debe comenzar de esta manera: “Padre Nuestro que estás en los Cielos, santificado sea Tu Nombre, venga Tu Reino, hágase Tu Voluntad […]” Ahora, lo que usted está orando cuando usted ora ahí es que Dios sea glorificado, que los propósitos de Dios sean cumplido, que el nombre de Dios sea exaltado, que la voluntad de Dios sea hecha. Eso es lo que usted está orando. Usted no está orando por usted mismo, usted está orando por Él.

Cuando Daniel preparó su corazón para orar, en el capítulo 9 de Daniel, en ese gran modelo de oración en el Antiguo Testamento, fue el anhelo por la Gloria de Dios que lo hizo orar. Él oró porque Dios perdonara al pueblo, que Dios perdonara su pecado. Y él oró porque Dios cumpliera Su Promesa. Dios había dicho: “Voy a mantenerlos en la cautividad por tantos años y después los voy a liberar.” Y él estaba leyendo Jeremías –Daniel estaba leyéndolo-, y él encontró eso y él dijo: “Dios, quiero que hagas esto, quiero que Tu Reino venga, que Tu Voluntad se haga, que Tu Promesa sea cumplida y quiero que Tú perdones a Tu Pueblo. Quiero que lo hagas.” Dice él en el versículo 19: “Por causa de Ti, oh Dios mío, por Tu Ciudad y Tu pueblo, que son llamados por Tu Nombre.” Y lo que él está diciendo es: “Dios, si Tú haces esto va a contribuir a Tu Reputación, va a exaltar Tu Nombre, te va a glorificar. Hazlo por causa de Ti.” Y yo creo que ese podría ser el motivo supremo de todos los motivos en la oración, el cual es un deseo por la Gloria del Señor. Y cuando usted ora porque Jesús sea levantado y que Dios sea exaltado y glorificado usted lo está haciendo porque eso es una carga en su corazón, porque a usted le preocupa. Usted es como David quien dijo: “El celo por Tu Casa me consume. Los de nuestros-  que están cayendo sobre Ti me están lastimando. Y él clamó porque el Señor fuera levantado, sí. El primer motivo para la oración es un deseo por la Gloria de Dios, la Gloria del Señor. Cuando su corazón anhela porque Dios sea glorificado, usted se va a encontrar orando con ese fin en mente. Usted se va a encontrar a sí mismo en un clamor incesante a Dios. Se ha exaltado, se ha glorificado, se ha levantado. Cumple Tu Propósito, edifica Tú Reino, haz Tu Voluntad.

En segundo lugar, un segundo motivo para orar es un deseo por tener comunión con Dios. Un deseo por tener comunión con Dios. El salmista dio palabras tan hermosas a esta verdad en el salmo 42, versículo 1: “Como el siervo brama por las corrientes de las aguas, así te anhelo, Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, por el Dios vivo. ¿Cuándo vendrá y me presentaré delante de Dios? Mis lágrimas han sido mi comida día y noche.” Ahora, ahí hay un anhelo por Dios. Ahí hay un corazón clamando por comunión. El sentimiento de estar alejado de Dios. El sentimiento de estar aislado, el sentimiento de soledad que alcanza y dice: “Dios, quiero Tu Comunión, quiero Tu Compañía, quiero Tu Presencia. El Salmo 63, palabras más magníficas: “Oh Dios, Tú eres mi Dios, te buscaré apasionadamente y mi alma tiene sed de Ti. Mi carne te anhela en una tierra seca y árida donde no hay agua. Porque te he visto en el santuario, para ver Tu Poder y Tu Gloria. Solo quiero verte, solo quiero estar contigo, solo quiero experimentar Tu Asombro. En el Salmo 84, los primeros dos versículos, ahí, de nuevo: “Cuán hermosas son Tus Moradas, oh Jehová, de los Ejércitos. Mi alma anheló, inclusive, tuvo deseo por los patios de Jehová. Mi corazón y mi carne cantan por gozo al Dios vivo. Cuan bienaventurados son los que moran en Tu Casa.” El anhelo por estar ante la presencia de Dios y quizás, el más magnífico de todos, Salmo 27, simplemente escuche estas palabras maravillosas: “Jehová es mi luz y mi salvación a quién temeré. Jehová es la fortaleza de mi vida de quién tendré miedo. Una cosa he pedido de Jehová y esta buscaré. Que more en la casa de Jehová todos los días de mi vida para contemplar la belleza de Jehová y meditar en Su Templo. Solo quiero estar donde Él está.” ¿Tiene usted eso? ¿Tiene usted ese anhelo por comunión? ¿Por comunión dulce?

Hay un tercer motivador a la oración, a la oración incesante y ese es un deseo por que se satisfagan necesidades. Un deseo por que se satisfagan necesidades, no solo las nuestras sino las de aquellos que nos rodean. “El pan nuestro de cada día dánoslo hoy.” Jesús nos enseñó a decir en Mateo 6:11. ¿Es correcto orar porque nuestras necesidades sean satisfechas? ¿Es correcto pedirle a Dios por las cosas básicas de la vida? Esa es una motivación para orar. No obstante, pocos de nosotros somos motivados en esa manera porque tenemos tanto, tanto. Pero por todo este mundo hay muchas personas que oran porque Dios de manera regular, simplemente, les de sus necesidades diarias. No entendemos eso en esta cultura con tanta riqueza pero es el estilo de vida para muchos de nuestros hermanos y hermanas en Cristo. De hecho, tenemos a un querido hermano quien ha venido de África, Sam y su esposa Nora, estuvieron en nuestra iglesia durante seis años quizás, antes de que regresaran a administrar en África. Él ha venido de África porque él no puede alimentar a su familia. El resto del mundo no es como aquí, porque él no puede encontrar medicina para su diabetes. Vivimos en un ambiente donde pedirle a Dios por nuestras necesidades diarias es bastante raro. Pero no debemos ser tan necios para asumir que Dios en Su Gracia ha provisto nuestras necesidades diarias sin pedirle. ¿Debemos volvernos indiferentes a Él para que nos sean quitadas a nosotros?

Un cuarto motivo para la oración persistente es un deseo por tener sabiduría. Un deseo por sabiduría. Santiago lo dijo de esta manera, dice: “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría pídala a Dios el cual da a todos abundantemente y sin reproche.” Si usted vive engañándose pensando que no necesita la sabiduría de Dios, realmente, está engañado, ¿no es cierto? Cuando Jesús nos enseñó a orar, Él dijo esto: Vosotros, pues, oraréis así: Y no nos metas en tentación más líbranos del mal.” Realmente creo que esa es una oración para el discernimiento espiritual. Que esa es una oración para la sabiduría espiritual: “Señor, por favor, por Tu Espíritu, dame la capacidad de discernir cuando estoy enfrentando una tentación. Dame la sabiduría para discernir cuando estoy siendo llevado a algo que es malo.” Necesitamos estar orando de manera incesante eso. Necesitamos estar orando todos los días de nuestras vidas. “Señor, por favor, líbrame de la tentación y no me lleves en un camino malo. Dame la sabiduría, y el discernimiento, y el entendimiento, y la sensibilidad espiritual, y la guía del Espíritu de Dios para que no caiga en las trampas de Satanás y las trampas de la carne y del mundo.

¿Qué motiva a la oración? ¿La oración incesante? Un deseo por la Gloria de Dios, un deseo por tener comunión con Él, un deseo porque las necesidades sean satisfechas y un deseo por sabiduría al caminar en medio de este campo minado que es este mundo.

Número 5, la oración es motivada por un deseo de ser liberado de los problemas. Un deseo de ser liberado de los problemas. Hay tantos textos en los Salmos que hablan de esto. Permítanme resumirlo en uno que lo dice todo. Salmo 20, versículo 1: “Que Jehová te responda en el día de la aflicción.” Y, ciertamente, Él responderá. Ciertamente, Él responderá. Cuando llegamos a esos momentos de gran aflicción, tienden a motivar nuestra oración incesante, ¿no es cierto? Mientras más grande sea el problema y más grande es la aflicción en la que nos encontramos con mucha frecuencia es porque no hemos pedido sabiduría y, entonces, caemos en la trampa de nuestra ignorancia y, ahora, necesitamos ser librados de ella y no hay salida humana, clamamos porque Dios nos libre. Nos recuerda Jonás –quien, por cierto, tuvo una vida de oración muy específica-, él se encontró en el estómago de un gran pez y dice en Jonás 2:1: “Jonás oró a Jehová, su Dios, desde el estómago del pez.” Y les voy a decir una cosa, el no oró por todos los misioneros primero. Él dijo: “Sácame” en breve. Y el Señor lo sacó, el Señor lo libró y él dijo: “Clamé a Jehová en mi aflicción, al Señor, y Tú me has sacado del foso, Jehová, mi Dios.” Él dijo: “Estuve allá abajo y me acordé del Señor y clamé y Él me libró.” Acudimos a Dios en esos momentos de problemas tremendos, de presión, de estrés, de dolor, de aflicción y necesitamos su liberación. Eso motiva nuestra oración incesante.

Número 6. Un deseo de alivio del temor y la preocupación. Un deseo de alivio del temor y la preocupación. Eso nos va a hacer orar si somos sabios y tenemos una perspectiva espiritual. En Filipenses, capítulo 4 -necesitamos recordar esto con tanta frecuencia-, dice: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones en toda oración y ruego con acción de gracias, y la Paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Cuando usted esté en temor y ansiedad y preocupación, esté en depresión, esté en aflicción, ¿qué debe hacer? Simplemente dicho, deje de afanarse, deje de estar ansioso y vaya a orar y ore con un corazón agradecido y la Paz de Dios, que sobrepasa toda la comprensión humana protegerá su corazón y mente. ¿Qué significa eso?  La guardará de ansiedad, la guardará de depresión, aflicción, temor, preocupación. Si usted quiere una solución humanamente comprensible acuda a una persona. Si usted quiere una solución humanamente incomprensible acuda a Dios. En el momento de temor, en el temor de la preocupación, en el temor de ansiedad, en el tiempo de aflicción emocional y dolor la fórmula es simple. Simplemente vaya al Señor en oración persistente, continua, incesante, con gratitud y la Paz de Dios prometida guardará su corazón y mente.

¿Por qué es que la gente acude a otras fuentes diferentes de esa? Cuando usted quiere ese alivio del temor y la preocupación Nuestro Dios ha prometido que es Suyo mediante la oración. El salmista escribió en el Salmo 4: “Cuando clamo, Dios de mi justicia, me has aliviado en mi aflicción. Ten misericordia de mí y oye mi oración. Lo hiciste en el pasado, ¿podrías volver a aliviarme?”

Número 7. Otro motivo para orar es el deseo de ofrecer gratitud por bendición pasada. Un deseo de ofrecer gratitud por bendición pasada. Si usted tiene un corazón agradecido, si usted es una persona agradecida y si usted se acuerda de todo lo que Dios ha hecho en toda Su Bondad, lo va a hacer orar a usted. Si no es por ninguna otra razón y, simplemente, decir “gracias”. En el Salmo 44 leemos, el salmista dice: “Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado la obra que Tú hiciste en sus días, en los días de la Antigüedad. Tú con Tu propia Mano sacaste a las naciones, después los plantaste, después Tú  afligiste a los pueblos, después Tú los esparciste porque por su propia espada no poseyeron la tierra y su propio brazo no los salvó sino Tu Diestra y Tu Brazo y la Luz de Tu Presencia. Porque Tú los favoreciste, Tú eres mi Rey, oh Dios.” Esto es, simplemente, alabanza y eso no es alabanza por algo que Dios no había hecho por él. Eso es alabanza por lo que Dios había hecho por otros, el pasado. Aprender a estar agradecido con Dios por todo lo que Él ha hecho a lo largo de la Historia Redentora. Tener un corazón agradecido por todas las cosas buenas que Dios ha hecho no solo por usted. El apóstol Pablo escribe en Filipenses y Él dice: “Agradezco a mi Dios acordándome de vosotros. La oración es siempre ofrecida con gozo por su participación en el Evangelio desde el Primer Día hasta ahora.” Simplemente no puedo evitar más que orar todo el tiempo agradeciéndole a Dios por lo que Él está haciendo en su vida y lo que Él ha hecho y está haciendo si usted, realmente, está agradecido con Dios por todo lo que Él ha hecho, va a motivarlo a orar una oración de gratitud.

Número 8. Aquí hay un motivo muy importante para orar y ese es un deseo por ser liberado de la culpabilidad del pecado. Un deseo por ser liberado de la culpabilidad del pecado. Es el salmo clásico penitencial, el Salmo 32 habla de esto y solo le estoy dando Escrituras seleccionadas de muchas que podrían ser usadas en estos puntos. Pero escuche el Salmo 32 y escuche esto. Comenzando en el versículo 3 simplemente para darle el flujo: “Cuando estuve en silencio” David dice “mi cuerpo se desgastó. Tuve enfermedad psicosomática como resultado de la culpabilidad. En mi gemir todo el día, día y noche Tu Mano estuvo sobre mí. Mi vitalidad, mis jugos, la vida, se secaron como el calor del verano. Yo era un desastre. Un desastre.” Los jugos de la vida tienen que ver con el sistema del flujo sanguíneo, el sistema de la saliva, el sistema nervioso -el cual es conducido por fluido-. “Todos los jugos de mi vida se secaron. La saliva se secó, el flujo de sangre no estaba bien, por lo tanto, tuve problemas fisiológicos. Mi sistema nervioso era un desastre, era un desastre. Tuve una fiebre, estaba gimiendo.” En el versículo 5 él dice: “Después reconocí mi pecado a Ti. Mi iniquidad no te escondí, dije, confesaré mis transgresiones a Jehová y Tú perdonaste la maldad de mi pecado. Confesé y perdonaste.” Después, de regreso al principio del salmo él dice esto: “Bienaventurado el varón cuya transgresión ha sido perdonada y cubierto su pecado.” Bienaventurado el varón a quien Jehová no imputa iniquidad y en cuyo espíritu no hay engaño. El engaño se acabó. Usted no está cubriendo el pecado, usted lo ha abierto, usted lo ha confesado y ahora es perdonado y ahora es bendecido. Sí, la oración incesante, la confesión penitencial es motivada por un deseo de ser liberado de la culpabilidad del pecado.

Número 9. Otro motivo para orar es el deseo por la salvación de los perdidos. Un deseo por la salvación de los perdidos. Usted se verá motivado a la oración persistente cuando usted está motivado de manera compasiva por la gente perdida. Están por todos lados y si usted se preocupa por su salvación va a haber un compromiso casi incesante con orar conforme se cruzan por su camino y su mente. Escuche Hermanos 10:1: “Hermanos” dice Pablo “el deseo de mi corazón y mi oración a Dios por ellos es por su salvación.” Pablo dice: “Estoy orando por su salvación.” No puedo ver a personas no salvas y no orar por su salvación. Timoteo en 1 Timoteo, capítulo 2 es mandado por Pablo. Ahí Pablo le dice que Dios quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad y después él dice: “Ahora quiero que los hombres levanten manos santas, orando siempre.” Y, ¿por qué están orando? Por la salvación de la gente perdida por quienes Dios ha provisto una salvación. Un deseo por la salvación de los perdidos motiva a la oración. Si usted no ora incesantemente, entonces, algo está mal con su compasión por los perdidos.

Y, número 10. La oración incesante es motivada por un deseo por el crecimiento espiritual de los creyentes. Un deseo por el crecimiento espiritual de los creyentes. En Efesios, por ejemplo, capítulo 1, versículo 15, Pablo les dice a los efesios, versículo 15: “Por esta razón, yo también, habiendo ido a la razón en la Fe de Jesucristo que existe entre vosotros y vuestro amor por todos los santos, no dejo de dar gracias por vosotros haciendo mención de vosotros en mis oraciones.” Ahora, ¿por qué estás orando, Pablo?: “Para que el Dios de Nuestro Señor Jesucristo, el Padre de Gloria, os de espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él. Oro porque los ojos de vuestro corazón sean alumbrados para que sepáis cuál es la esperanza de Su Llamado y cuáles son las riquezas de la Gloria de Su Herencia en los santos y cuál es la súper eminente grandeza de Su Poder hacia aquellos de nosotros que creemos. Estoy orando por ustedes.” “Bueno, ¿por qué estás orando?” “Por su sabiduría, su conocimiento, su alumbramiento, su iluminación, su esperanza. Estoy orando porque el Poder de Dios sea liberado en sus vidas. Estoy orando por su crecimiento espiritual. En el capítulo 3, versículo 14, él dice: “Por esta causa doble mis rodillas ante el Padre y estoy orando por ustedes.” “¿Por qué estás orando?” Versículo 16: “Para que los conceda, según las riquezas de Su Gloria, el ser fortalecidos con poder en el espíritu del hombre interior. Estoy orando por poder espiritual.” Versículo 17: “Estoy orando porque Cristo se establezca en sus corazones y que sean arraigados y cimentados en amor.” Y, para que entendáis el amor que sobrepasa todo conocimiento, versículo 19: “Y para que seáis llenos de la Plenitud de Dios.” Y, versículo 20: “Para que hagáis mucho más abundantemente de lo que podáis pedir o entender. Estoy orando por su crecimiento espiritual.”

Tenemos mucho por qué orar, ¿no es cierto? ¿Qué lo motiva a orar? Cuando usted desea la Gloria de Dios, cuando usted desea la comunión con Él, cuando usted desea que necesidades sean satisfechas por el Único que tiene los recursos, cuando usted desea sabiduría y discernimiento, cuando usted desea liberación de los problemas de la vida, cuando usted desea estar libre del temor y la ansiedad y la preocupación, cuando usted desea ofrecer gratitud por todas sus bendiciones pasadas y presentes, cuando usted desea ser liberado de la culpabilidad y del pecado, cuando usted desea la salvación de otros y cuando usted desea el desarrollo y crecimiento de los creyentes.

En su vida debe haber suficientes recordatorios de estas cosas para mantenerlo orando todo el tiempo, ¿verdad? Entonces, realice un pequeño inventario espiritual. Si usted no está orando sin cesar es porque algo está mal a nivel de deseo. Algo está mal en el nivel subyacente de la motivación. ¿Cómo motivarse usted para mi propia vida en los años de experiencia que tengo? Solo le puedo decir que mi vida de oración es motivada por la Palabra de Dios. Es mi tiempo en la disciplina de la Palabra de Dios y el estudio de la Palabra de Dios que motiva mi vida de oración. O, hay otras ocasiones, cuando el Espíritu de Dios se mueve en mí –conforme estoy viviendo en obediencia al Señor-, que me motiva a orar, claro. Pero si quiero desarrollar un anhelo real porque Dios sea glorificado, después encuentro que ese anhelo es desarrollado a partir de un estudio de Su Palabra. Y, conforme veo Su Palabra ser abierta y Su Plan, maravilloso -como Daniel-, una vez leo lo que Dios ha planeado para mi propia gloria futura, después el anhelo comienza a incrementarse, a subir en mi corazón porque Él se ha glorificado. Es como Juan, quien al final del Libro del Apocalipsis acaba de contar todas las glorias que van a venir con Cristo y él no puede evitar más que clamar: “Oh, Señor, ven rápido y no es por causa mía, sino por Tu Causa.” Entonces, conforme veo el Plan Glorioso de Dios bosquejado en la Palabra de Dios, me consume Su Reino y su Gloria, me  motivan a orar. Con ese fin en mente, conforme estudio la Palabra de Dios y es en esa comunión con Dios, conforme Él se revela a Sí Mismo en la Palabra, conforme aprendo más de Su Persona y Su Naturaleza y la Majestad de quién es Él, tengo un mayor deseo de tener comunión con Él. Conforme estudio mi Biblia y encuentro todo en Sus Promesas y todas las cosas que Él anhela hacer por Sus Hijos y cómo Él va a satisfacer todas nuestras necesidades, y cómo Él va a proveer todo. Por lo tanto, me veo motivado a orar con ese fin en mente. Y conforme leo las Escrituras y las estudio y encuentro Su Majestad revelada en Su Sabiduría, Su Discernimiento sorprendente, Su Entendimiento perfecto de todo, hace que yo anhele el tener esa misma sabiduría para que sea mi sabiduría, para que pueda, entonces, vivir en medio de este mundo difícil.

Conforme leo las Escrituras y veo la Crónica de los Tiempos en los que Él ha liberado a Su Pueblo una y otra y otra vez, y las promesas que Él les ha dado y qué Él siempre hará lo mismo por Su Pueblo me motiva a orar por liberación de los problemas de mi propia vida y de las vidas de aquellos que me rodean. Y cuando veo las Escrituras y encuentro cuántos de Sus siervos amados especiales fueron liberados de temor y preocupación y ansiedad, cuántos de ellos cantaron himnos en la cárcel y cuántos de ellos podían soportar un horno ardiente, y alabo al Dios que les permitió llegar ahí porque ellos confiaron de manera total en Él. Me permite ser aliviado de mi propio temor, de mi propia preocupación. Conforme reconozco que puedo echar toda mi ansiedad en Él, sabiendo que Él cuida de mí de manera perfecta y soy liberado de la ansiedad.

Y, también, en cuanto estudio mi Biblia y encuentro el registro de todas Sus Bendiciones pasadas y sus obras pasadas y la gloria de toda la Historia Redentora. Todo lo que Él ha hecho para llevar la Historia Redentora donde está ahora, para que pueda experimentar las Glorias de Cristo, y las Bendiciones de Su Espíritu que mora en mí, y el Tesoro de Su Palabra y me motiva darle gracias por Sus Bendiciones.  Y, conforme veo las Escrituras y veo el perdón perfecto provisto en Jesucristo, la Majestad del Plan de la Expiación y cómo fue cumplido por gracia, por medio de la fe en mi propia vida, y cómo tengo acceso al perdón completo y limpieza en todo momento de mi vida me lleva a confesar mis pecados. Y, conforme veo la lágrimas de Dios, en Jeremías 13, y las lágrimas de Jesús, en el Evangelio de Mateo, en el capítulo 23, lágrimas que son derramadas por aquellos que rechazan la Salvación y rechazan  la Bondad de Dios, me hace desear la Salvación de los perdidos, así, como Dios la desea. Y, conforme veo el anhelo, revelado en las Escrituras, del Corazón de Dios porque Su Pueblo crezca porque los Suyos crezcan espiritualmente, ese llamado continuo de principio a fin de las Escrituras, para que los que son Suyos vivan en obediencia y santidad, me recuerdo orar por el crecimiento espiritual de los creyentes.

Entonces, si quiero tener una vida de oración persistente, constante, voy a tener que tener ciertos deseos en mi corazón que van a generar eso, que van a motivar eso. Esos deseos se vuelven en mi vida el fruto de mi estudio fiel e intenso de la Palabra de Dios, el cual me revela estas cosas de maneras frescas y nuevas cada vez que le estudio y, por lo tanto, motiva mi propia vida de oración. Rara vez yo salgo de un tiempo de estudio en la Palabra de Dios sin tener un nuevo tipo de compromiso con la oración. En una u otra dimensión, con mayor fidelidad de lo que tengo. “Orad sin cesar.” Dijo Pablo, y al decirlo, él dijo mucho. Debe ser nuestro estilo de vida.

Inclinémonos juntos en oración. Te damos gracias, Padre, por la promesa primera en Juan 22, que todo lo que pidiéramos de Ti lo recibiremos. Porque guardamos Tus Mandamientos y hacemos las cosas que son agradables a Ti. Entonces, sabemos que nuestras oraciones son eficaces y poderosas y que si oramos a partir del contexto de guardar Tus Mandamientos y hacer lo que es agradable a Ti, Tú vas a oír y a responder nuestras oraciones, y conforme Tú haces eso vamos a ser bendecidos, y después Tú vas a recibir toda la Gloria. Sabemos que ese es el Plan. Con ese fin en mente, oramos, por causa de Jesús. Amén.

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