Primera de Tesalonicenses, capítulo 5; y nos encontramos en el versículo 19. Estamos estudiando estos mandatos del apóstol Pablo conforme él concluye esta epístola, conforme él la lleva a su conclusión. De manera muy rápida, él da algunos elementos muy básicos para la vida cristiana en forma de mandato a los cristianos muy jóvenes en Tesalónica.
Parece que estos mandatos comenzando en el versículo 16 y hasta el versículo 22 son más bien simples e inclusive algo simplistas. Nosotros necesitamos recordar que mientras que son simples, por un lado, por otro lado, son profundos. Y también necesitamos recordar que esta es una congregación de creyentes relativamente nuevos. La Iglesia tiene unos cuantos meses de edad, ninguno de los creyentes ahí tiene más edad que esa en términos espirituales. Y, por lo tanto, tienen la necesidad de un recordatorio y resumen de los elementos básicos de la vida cristiana.
Todo esto, usted recordará, está en un contexto aquí en la parte de conclusión de la epístola, en donde Pablo está hablando de cómo los cristianos en la Iglesia deben relacionarse con el Señor. Él ha estado hablando de cómo crece un rebaño saludable. Y usando la metáfora del rebaño, hemos señalado que él estaba enseñando acerca de cómo las ovejas deben relacionarse con sus pastores, cómo los pastores deben relacionarse con sus ovejas. Esto es pastores y sus ovejas, la congregación. Después, él habló acerca de cómo la congregación debe relacionarse entre sí. Y ahora, él está hablando acerca de cómo la congregación o las ovejas deben relacionarse con el gran pastor, el Señor mismo.
Comenzando en el versículo 16, algunos mandatos con respecto a nuestra propia relación espiritual con el Señor. Llegamos al mandato número cuatro en el versículo 19. Ya hemos explicado “estad siempre gozosos, orad sin cesar y dad gracias en todo.” Tres mandatos que son la voluntad de Dios en Cristo Jesús.
Ahora, llegamos al mandato número cuatro: no apaguéis al Espíritu. Éste es muy directo, no difícil, realmente de interpretar. Pero necesita un entendimiento claro, si lo vamos a aplicar, viviendo en el tiempo en el que vivimos. Permítame decir en primer lugar que hay algunos comentaristas, de hecho, un buen número de ellos, que piensan que el versículo 19 realmente está conectado a los siguientes tres versículos. Que esta es una referencia a algunos abusos que se estaban llevando a cabo en la Iglesia tesalonicense con respecto a los dones carismáticos. Y que cuando Pablo dice: “No apaguéis al Espíritu y no menospreciéis las profecías, sino examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal,” él realmente está ofreciendo un correctivo, porque estaban abusando los dones carismáticos.
Aquellos que se aferran a la postura de que él aquí está hablando de estos dones carismáticos dirían que cuando él dice “no apaguéis al Espíritu,” él quiere decir “no detengan el ejercicio de ciertos dones carismáticos en la asamblea, en la congregación de la Iglesia.” Particularmente entonces, en el versículo 20, “No menospreciéis las profecías que vienen por el Espíritu Santo.” Y después, en el versículo 21 y 22 lo interpretarían como si dijera “sin importar lo que se diga, necesitan examinarlo y si es bueno, aferrarse a él y si es malo, abstenerse de él.”
Y entonces, ellos envuelven este pasaje entero en torno a los dones carismáticos, los dones de profecía que ocurrían en la Iglesia o la palabra de conocimiento, palabra de sabiduría quizás, inclusive el hablar en lenguas e interpretación de lenguas. Por lo tanto, concluyen que en la Iglesia tesalonicense hubo un cierto abuso y que esto de hecho es la manera en la que Pablo trata de corregir eso.
Todos los comentaristas que se aferran a esta postura lo conectan con 1 Corintios 12 al 14 y sugieren que los tesalonicenses no estaban entendiendo las verdades de 1 Corintios 12, 13 y 14, en donde usted tiene a detalle un bosquejo de los abusos de los dones carismáticos en la Iglesia corintia. Y entonces, claro, Pablo corrige eso en términos muy, muy cuidadosos. Cómo deben ser usados esos dones. Cómo no deben ser usados. Cómo reconocer el don verdadero, cómo identificar el don falso, cómo debe ser usado en el servicio, cómo debe ser usado en el servicio y demás. Hay un detalle tremendo acerca de esto. Él inclusive da una lista de prioridad de esos dones. Y lo que es más importante que todos esos dones, esto es el amor, conforme a hablar de él en el capítulo 13 de esa sección.
Entonces, dirían que habría problemas en el tema de los dones espirituales en Tesalónica, que la gente no estaba siguiendo la instrucción de digamos de 1 Corintios 12, 13 y 14 y no entendían esos principios que son dados ahí. Entonces, él aquí está corrigiendo ese problema. No obstante, habiendo leído unos 10 o 12 comentadores que adoptan esa postura, tengo que confesar que permanezco sin ser convencido. A pesar de todos los argumentos que ellos presentan, aun así, no me convence por varias razones.
No hay una razón contundente, en primer lugar, para ver este pasaje de esa manera. No hay una razón contundente para ver en el versículo 19 que él está diciendo algo más que “no apaguéis al Espíritu,” punto, en general. No hay una razón contundente para ver que él no está simplemente diciendo en el versículo 20: “no menospreciéis las profecías.” Esa palabra es usada de revelación hablada del Espíritu y de revelación escrita del Espíritu. Y él simplemente está diciendo: “cuando el Espíritu habla, no lo menosprecien.” Simplemente, una afirmación muy general.
En el versículo 21, de nuevo una afirmación muy general. Necesitan discernir todo, examinar todo. “Examinadlo todo; retened lo bueno”. Lo que sea bueno, aférrense a eso. Lo que es malo, aléjense de él. Si él estuviera hablando de profetizar y si él estuviera hablando de cosas que se estaban diciendo, él diría “aférrense a lo que es verdad y absténganse de lo que es falso.” Pero aquí, él dice: “aférrense a lo que es bueno y absténganse de toda forma o toda especie de mal.” Tiene que trascender la especificidad simplemente de algún tipo de afirmación profética.
Entonces, veo simplemente estos como mandatos diferentes. No apaguéis al Espíritu. Ese es un punto. No menospreciéis las revelaciones que vienen mediante la profecía, sea escrita o hablada. Examinen todo en su vida. Y cuando encuentren que algo es bueno, aférrense a él. Y cuando se encuentren con algo que es malo, aléjense de él. Principios básicos para la vida espiritual.
Entonces, realmente no hay una razón contundente para pensar que hay algún tipo de abuso en el texto. Además, me parecería que, si hubiera algún tipo de abuso que estuviera suscitándose ahí en la Iglesia tesalonicense, con una Iglesia tan joven, Pablo literalmente habría sido muy apasionado por resolverlo, porque él habría visto el potencial para el daño y él no habría sido tan simple como se presenta aquí, tan general como esto, si él estuviera buscando atacar algún asunto de la Iglesia. De hecho, él habría escrito a la Iglesia tesalonicense lo que él escribió a la Iglesia corintia, si el abuso se hubiera manifestado ahí primero.
Por cierto, también era verdad que los tesalonicenses no habrían sabido que lo que estaba en 1 Corintios 12 al 14 porque todavía no habría sido escrito. Y la razón por la que no habría sido escrito aún era porque la Iglesia en Corinto todavía no había sido fundada. Y ni siquiera había cristianos en esa ciudad aún.
Entonces, tenemos que suponer que, si hubiera un problema en esta área, ésta habría sido la primera vez que habría surgido. En la Iglesia tesalonicense, antes que la Iglesia corintia hubiera sido fundada. Y él se habría dirigido al problema con la misma seriedad y la misma extensión y la misma preocupación con la que lo hizo en el caso de los corintios.
Por lo tanto, concluimos que no hubo un problema así aquí. No se necesitó un correctivo como ese y no hay razones contundentes por las que tengamos que tomar esta lista como si se dirigiera a ese problema. Dicho de una manera simple, él le da a usted varios mandatos aquí en el mismo flujo que vimos comenzando en el versículo 16, que están resumiendo los elementos básicos de la relación del cristiano con su Señor.
Aquí, el versículo 19 permanece sólo como un mandato general. “No apaguéis al Espíritu.” Ahora, obviamente, la siguiente afirmación da por sentado o supone que el Espíritu está detrás de las afirmaciones proféticas, pero también permanece por sí solo. Entonces, simplemente tomemos esta afirmación en sí misma: no apaguéis al Espíritu. Un mandato general. La metáfora aquí es muy vívida. La palabra apaguéis significa extinguir. Significa apagar, retardar -o como es traducida, apagar. Es usada en Marcos 9:48 para extinguir un fuego. Es usada en Mateo 25, versículo 8 para apagar una lámpara. Eso es lo que significa, extinguir, apagar, echar agua sobre un fuego.
Usted, estoy seguro de que está muy consciente de que el Espíritu Santo, a lo largo de las Escrituras es presentado como un fuego. Usted encuentra que, en el libro de los Hechos, capítulo 2, cuando el Espíritu de Dios vino sobre la Iglesia, ahí aparecieron lenguas como de fuego. El Espíritu de Dios es visto en varios lugares como un fuego. De hecho, usted recordará que, en la carta de Pablo a Timoteo, él le dijo “aviva el fuego del don de Dios que está en ti.” En otras palabras, el fuego está ahí, arrójale más leña, échalo a andar, que se prenda más, está tan bajo. Entonces, el Espíritu es visto en varias ocasiones como un fuego, una llama de fuego. Y el apóstol está diciendo: “no le echen agua a ese fuego. No extingan ese fuego. No apaguen la obra del Espíritu.”
Ahora, el Espíritu Santo puede ser apagado, obviamente, o de lo contrario, no nos habría mandado de esta manera. No nos debe sorprender mucho eso. El Espíritu Santo también puede ser entristecido. En Efesios 4:30 él dice: “no entristezcáis al Espíritu Santo.” El Espíritu Santo puede ser resistido. En Hechos 7:51, nosotros leímos acerca de resistir al Espíritu Santo. El Espíritu Santo también puede ser blasfemado. Mateo 12:24 al 32, Jesús condena a los líderes fariseos de Jerusalén porque blasfemaron al Espíritu Santo.
Ahora, simplemente dividiendo eso, los incrédulos pueden blasfemar y los incrédulos pueden resistir al Espíritu Santo. Los creyentes pueden apagar al Espíritu Santo y entristecer al Espíritu Santo.
Usted pregunta entonces cuál es la diferencia entre apagar y entristecer. Apagar es lo que usted hace al Espíritu. Y entristecer es como Él responde a lo que usted hizo. Entristecer habla de la angustia personal del Espíritu Santo cuando un creyente apaga el fuego santo que Él ha encendido en el corazón. Usted no apaga al Espíritu Santo sin entristecer al Espíritu Santo. Y usted no va a entristecer al Espíritu Santo a menos de que apague al Espíritu Santo. Simplemente, son dos lados del mismo problema. Uno describe lo que usted hace y el otro describe lo que Él hace. Usted apaga, Él se entristece. Él se entristece porque usted lo apaga.
Entonces, como ovejas queriendo estar relacionadas de manera apropiada con el gran Pastor, nosotros no debemos apagar al Espíritu Santo.
Ahora, para entender esto necesitamos entender por un minuto o dos acerca de cuál es la obra del Espíritu Santo y cómo lo apagamos. Tenemos que ser muy prácticos en esto y creo que podemos hacer eso. Usted se acordará que cuando nuestro Señor se acercaba a Su muerte, y Su crucifixión era inminente, Él prometió enviar a otro ayudante, el Espíritu Santo, el Espíritu de verdad, quien era exactamente como Él.
Su promesa fue que “el Espíritu Santo va a venir después de que Yo ascienda al Padre”. Voy a enviar al Espíritu Santo y Él va a asumir la función con ustedes que Yo tuve. Él, el Espíritu Santo, siendo otro miembro de la Trinidad, Dios mismo, Él vendrá y cumplirá con la función que Yo he cumplido en las vidas de los discípulos.” De hecho, Él está diciendo: “Yo he sido su maestro, Él será su maestro en el futuro. Yo he sido su amigo; Él será su amigo. Yo he sido su guía; Él será su guía. Yo he sido su recurso; Él será su recurso. Yo he sido su ayudador; Él será su ayudador. Yo he sido su consolador; Él será su consolador.”
En otras palabras, “el Espíritu Santo va a entrar en la función que Yo tuve. Yo he sido, por así decirlo, el fuego a su alrededor. Él será el fuego en ustedes.” Y entonces, el Señor Jesús prometió y envió en el día de Pentecostés y como consecuencia, a todo creyente que jamás viene a Cristo, al Espíritu Santo para que viva dentro de ese creyente. Todos los cristianos son morados por el Espíritu de Dios y Él está ahí como un fuego que no debe ser apagado, sino que debe ser avivado para que tenga una llama completa. Es, creo yo, común, no sólo en las vidas de los creyentes, sino a nivel general en la Iglesia de Jesucristo, el apagar el fuego del Espíritu.
Permítame hablar de manera general, en primer lugar. Como lo acabo de señalar recientemente en mi libro Nuestra Suficiencia en Cristo, creo que el Espíritu Santo está siendo apagado de manera seria y significativa. Y, por lo tanto, está siendo entristecido profundamente por lo que está pasando en la Iglesia.
En primer lugar, yo creo que el misticismo del movimiento carismático, mientras que promete exaltar y promueve exaltar la obra del Espíritu Santo, realmente apaga Sus propósitos santificadores. Y eso es algo muy difícil de decir, yo lo sé. Y oírlo. Y quizás, inclusive creerlo, porque si hay algo que supondríamos que es verdad del movimiento carismático sería que ellos, sobre cualquier otra persona, exaltan al Espíritu Santo. Siempre están hablando del Espíritu Santo. Siempre están hablando de los dones del Espíritu Santo. Siempre están hablando del poder del Espíritu Santo, están muy metidos en ese tipo de teología del Espíritu Santo que ellos han desarrollado mucho. Pero la realidad del asunto es que no importa cuánto hablen de la obra del Espíritu Santo, de hecho, están apagando la verdadera obra santificadora del Espíritu Santo al representarlo de manera equivocada y ofrecer un sustituto falso de lo real. Es apagar al Espíritu Santo en proporciones severas.
Los carismáticos han reducido al Espíritu Santo a algún tipo de genio divino, quien sólo hace cosas que son vistas, sentidas o escuchadas. Si no son oídas, sentidas o escuchadas, Él no las hizo y Él las hace a demanda. Y entonces, mientras que el movimiento carismático tiene una obsesión con el Espíritu Santo, al mismo tiempo está apagando la verdadera obra santificadora del Espíritu. Y cuando usted establece un estándar falso de santificación, o un estándar falso de espiritualidad, usted apaga al Espíritu.
También señalo en el libro que la obsesión actual con la psicología también apaga la obra del Espíritu. De nuevo, al sustituir una operación falsa por lo real. Por la operación real. Ellos sustituyen la sabiduría humana, recursos humanos, poder humano empacado en técnicas humanas como el camino para resolver problemas espirituales. Ellos rechazan el único poder verdadero, el único que realmente puede resolver problemas, al Espíritu Santo, el único que puede curar los pecados de nuestras vidas y hacernos santos. Y tenemos que hacer la pregunta: ¿necesitamos un terapeuta o necesitamos al Espíritu Santo? Gran parte de la Iglesia contemporánea, mientras que afirma su creencia en el Espíritu Santo, diría que necesitamos a un terapeuta.
En mi libro, digo: “la santificación psicológica se ha convertido en un sustituto para la vida llena del Espíritu. ¿Qué sentido tiene el buscar el consuelo del Espíritu Santo si después de todo, los problemas emocionales profundamente arraigados pueden ser enfrentados sólo por un psicólogo preparado; o si la gente puede entender sus vidas sólo al entrar en algún punto de vida con su niñez o si las respuestas a nuestras heridas más profundas están sepultadas profundamente dentro de nosotros? Si estas cosas son verdad, no necesitamos un abogado, necesitamos un terapeuta. Y esa es precisamente la ruta que muchos en la Iglesia han escogido. Y es una manera de apagar al Espíritu Santo.
Recientemente, recibí una carta de un oyente del programa de radio. E incluí esta carta en el libro. Pero se la voy a leer simplemente para recordarle la actitud que existe ahí afuera. Esta mujer, claro, ha sido influenciada por la masa de psicología cristiana y psicología secular que ha enfrentado en su vida. Y esto es lo que ella escribió. Piense en esto. Ella dijo: “yo nunca he estado de acuerdo con su perspectiva de los psicólogos y cómo usted los une a todos en un grupo, cristianos y seculares. Una conciencia reciente de acontecimientos pasados ha hecho que todo esto sea aún más molesto. Me pregunto si usted se da cuenta del daño que está haciendo, conforme usted hace que la gente que tiene problemas emocionales profundos se alejen de buscar la ayuda que necesitan. Si usted viene de una situación familiar ideal, usted podría tener dificultad en entender con qué profundidad los espíritus de algunas personas han sido heridos y cómo ha afectado la médula misma de su ser.
Con frecuencia, los incidentes han sido relegados por los jóvenes sólo para terminar saliendo ya en la edad adolescente o adulta. Recomendar sólo el estudio bíblico y la oración puede ser como colocar un parche cuando usted necesita cirugía. Simplemente, convertirse en cristiano no resuelve tampoco el dilema. Solía pensar que sí lo hacía. Porque la persona turbada simplemente podría considerar sus experiencias de la vida pasada bastantes normales habiéndolas relegado a la herida profunda de su Espíritu. Después, debido a que estos asuntos nunca han sido enfrentados, los arrastran a sus matrimonios y entonces, comienza otro ciclo.”
Ahora, permítame detenerme ahí y decir esto: la tesis de esta dama es que el estudio bíblico, la oración, el ministerio del Espíritu, es un parche. La psicología es cirugía profunda. ¿Ve usted lo que esto está diciendo? Lo que de hecho está diciendo es lo opuesto a la verdad. El extremo opuesto de la verdad. La psicología es el parche y la palabra, la oración y el poder del Espíritu es la cirugía profunda. Pero esa es la manera de pensar que ahoga a la Iglesia. Además, la carta dice: “la respuesta simplista es que es debido al pecado.” ¿Es eso simplista o es eso verdad? Ella dice: “pídele a Dios que te perdone, perdona a otros, lee tu Biblia y ora, pídele a Dios que te ayude a mejorar, pero también tienes que hablar de lo que el pecado ha hecho. Y si la persona no está consciente del problema, que se ha vuelto algo que está tan profundamente sepultado en su subconsciente, ¿cómo es que van a corregir la situación?
Un hombre con una pierna rota no es ayudado porque se le unte algún tipo de pomada en el área que le duele. Hasta que usted descubre la causa del dolor, usted no puede traerle curación. De nuevo, aparece la tesis. La Biblia, la oración, el ministerio del Espíritu Santo, simplemente unta pomada en el problema. No lo corrige. Para corregirlo, usted necesita ir más profundo del lugar al que los recursos espirituales lo pueden llevar. Eso es algo sorprendente.
Además, no refleja nada más que una manera de pensar evolucionista, freudiana de ateísmo, el cual dice que la gente es como es porque han sido afectados por mucha basura en su ‘ello’. Todo está un escondido debajo de la superficie y de alguna manera, tiene que ser sacado y tienen que ser curados, lo cual de nuevo no es lo que dice la información bíblica y no tiene correlación en absoluto con la obra del Espíritu. La dama continúa: “el psicólogo cristiano ha sido preparado y está mejor capacitado para llegar a la raíz de estos problemas serios. Un amigo o alguien que escucha amablemente no ayuda mucho, porque el asunto es demasiado profundo. Y el ministro tiene una congregación entera a quien ministrar. ¿Cómo es posible que él pueda justificar el tiempo que le tomaría ayudar a unos cuantos en su congregación”? La vida se está volviendo más compleja, las relaciones son más frágiles debido a esto y usted no cree que los cristianos deben buscar consejería profesional” -pregunta, pregunta, pregunta, pregunta.
“Me pregunto cuántas otras personas en necesidad han sido persuadidas a no buscar ayuda profesional que necesitan de manera desesperada. Me estremezco por pensar en la responsabilidad que usted tiene conforme su voz viaja en las ondas de la radio, desanimando a la gente de buscar la ayuda que necesitan. Sinceramente, espero que hayamos entendido de manera equivocada el significado real de lo que quiso decir. Para que sea claro mi punto, yo no estoy de acuerdo con usted en que los cristianos no deben buscar consejería psicológica profesional. Si la necesidad está ahí, deben buscarla.” Y en verdad, hay algunas otras cosas en la carta que no valen la pena repetir. Pero el punto que quiero que vea es que esta es una perspectiva común, que la Biblia enfrenta con cosas superficialmente y hasta que usted pueda levantar la tapa psicológicamente y de manera terapéutica, para ver lo que está escondido debajo de todo, usted no va a recibir la curación profunda que alguien necesita.
Y simplemente, yo le diría a una mujer como esta o al resto de la gente que sigue en este patrón, ¿acaso ella está buscando respuestas de la fuente correcta? ¿Realmente está sintonizada con la respuesta real? De hecho, ¿hay alguien mejor equipado que el Espíritu Santo? ¿Estamos diciendo que, si Dios hubiera conocido lo que ahora conocemos, en lugar de implantar el Espíritu Santo en nosotros para guiarnos al camino de la perfección, Él nos habría dado nuestro propio psiquiatra personal? ¿Acaso Dios de alguna manera sufrió mucho porque Él resultó estar en la tierra encarnado antes de que Freud estuviera aquí en la tierra?
Tantas personas han creído esto. Y esto no es nuevo. Esto se remonta a Gálatas, capítulo 3. En Gálatas, capítulo 3, versículo 3, él dice: “sois tan necios, habiendo comenzado por el Espíritu ¿ahora estáis siendo perfeccionado por la carne?” ¿Han encontrado alguna técnica humana, metodología o terapia humana o lo que sea que va a hacer lo que realmente es profundo, real, porque el Espíritu no lo puede hacer? Digo, ¿es así de ridículo? ¿Comienzan en el Espíritu y piensan que van a ser perfeccionados por la carne? Digo, ¿qué quiere decir con eso? Piénselo.
¿Cree que el Espíritu Santo puede llevar a cabo la obra salvadora, la obra transformadora, la obra justificadora? El Espíritu Santo vino a su vida y en el poder del Evangelio, lo llevó de la muerte a la vida, de la oscuridad a la luz, del infierno al cielo, del pecado a la santidad, de ser hijo de Satanás a ser hijo de Dios. El Espíritu Santo hizo todo esto, ¿pero no puede llevar a cabo la obra santificadora? ¿Cree usted que el Espíritu Santo tuvo el suficiente poder como para convencerlo de su pecado, incluyendo el que usted estuviera cansado de su propio esfuerzo personal, de agradar a Dios por sí solo, que el Espíritu Santo tuvo el suficiente poder como para hacerlo arrepentirse de un sentido de vergüenza por su pecado y un temor de la ira de Dios para volverse de su pecado y seguir a Cristo? ¿Está diciendo que el Espíritu Santo tuvo el suficiente poder para activar el Evangelio, para que usted pudiera entender la verdad en su condición de muerte espiritual y que el Espíritu de Dios tuvo el suficiente poder para regenerarlo y hacer que usted fuera totalmente nuevo, implantar la simiente misma de la vida de Dios dentro de usted y Él hizo todo eso, pero Él ahora no puede enfrentar los problemas que usted enfrenta?
Me parece que el trabajo duro ya se hizo. Y cuando usted fue salvo, en el momento de su conversión, el Espíritu de Dios llevó a cabo una renovación completa y total de su corazón. Hubo una transformación radical, milagrosa y sobrenatural. Y lo apartó a usted del pecado a Dios. Lo colocó en el cuerpo de Cristo. El Espíritu Santo estableció Su residencia permanente dentro de usted. Él lo dotó para el servicio espiritual. Él lo aseguró y lo selló para la gloria eterna. Él derramó el amor de Dios el su corazón. Él lo hizo un verdadero adorador de Dios y amante de los hombres. Él hizo todo eso en el momento de su salvación y Pablo le dice a los gálatas y a cualquier otra persona que viene con este mismo tipo de necedad: ¿me están diciendo que Él hizo todo eso y ahora ustedes no pueden confiar en Él para lo demás? Y ahora, ¿están buscando algún tipo de recurso humano y ahora creen que, para los problemas de la vida, el Espíritu Santo es un parche y la psicología es cirugía profunda? Eso es necedad absoluta. Necedad total. Observe cuál es la obra del Espíritu. Considerémosla.
Ahora, hemos hablado del hecho de que en la cultura cristiana en la que vivimos en la actualidad, hay una manera de apagar al Espíritu mediante la psicología, mediante el misticismo y el movimiento carismático. Y añadí en el libro otra sección acerca del pragmatismo. Hay personas que están apagando al Espíritu Santo, están reemplazando la exposición poderosa de las Escrituras con entretenimiento. Que creen que la Iglesia crece no poder el poder del Espíritu, sino por la inteligencia o la actividad empresarial creativa.
Ahora, ¿qué hay acerca de la vida personal? Alejémonos de ese panorama general y concentrémonos en usted y en mí. ¿Qué es lo que el Espíritu Santo quiere hacer en mí y en usted que podemos apagarlo? Dicho de manera muy simple, Él quiere hacer que usted se mueva a lo largo de un camino en el que su santidad se vaya incrementando más y más. ¿Entiende eso? Él quiere llevarlo a lo largo de un camino en la vida en el cual su santidad se incrementa más y más.
¿Qué quiere decir santo? Separado. Él quiere separarlo a usted más y más del pecado. Y entre más usted se aleja del pecado, usted más se acerca a Dios. Simplemente, es un proceso de separación. Él quiere producir en usted una frecuencia decreciente de pecado, la frecuencia decreciente de pecado. El poder decreciente de la tentación. La preocupación decreciente con el mundo, el ser de manera decreciente víctima de la carne e incrementar su anhelo por Dios. Ese es el progreso de la santificación. Ese es un movimiento hacia la santidad. Ésa es su obra.
Y la meta de eso, claro, la meta perfecta de eso es Jesucristo. Prosigo a la meta, ¿verdad? Al premio. Y es Cristo Jesús. Quiero ser como Cristo, dijo David, el salmista: “yo estaré contento, estaré feliz, estaré satisfecho cuando despierte a Tu semejanza.” Esa es mi meta. Pablo dijo: “sufro dolores de parto hasta que Cristo sea completamente formado en ustedes,” Gálatas 4:19. Y Colosenses dice: “trabajamos predicando, enseñando, amonestando a todo hombre a fin de presentar perfecto a todo hombre en Cristo. Queremos que sean como Cristo, queremos que sean semejantes a Cristo ustedes. Queremos que lleguen a la plenitud de la estatura de Cristo,” Efesios 4:13.
Entonces, el Espíritu Santo quiere moverlo de donde usted está para que sea como Cristo, a lo largo de un camino en el que la santidad se incrementa cada vez más. Eso es la santificación. Simplemente, es un proceso de separación. Más y más separado. Eso es lo que Él quiere hacer. La santidad fue como una semilla plantada en el momento de su salvación que crece. Y conforme crece, da más y más y más y más fruto. Y esa es la obra del Espíritu Santo.
John Owen, el gran escritor puritano, habló de algunas verdades ricas. Él dijo esto, y cito: “la santificación es una obra inmediata del Espíritu de Dios en las almas de los creyentes purificando y limpiando sus naturalezas de la contaminación e inmundicia del pecado renovándolos a la imagen de Dios y de esta manera, capacitándolos a partir de un principio de gracia espiritual y habitual a ceder a la obediencia a Dios según el tenor y términos de un nuevo pacto, en virtud de la vida y muerte de Jesucristo.” Fin de la cita.
Es una obra del Espíritu Santo en su alma limpiando, purificando, limpiándolo de la contaminación del pecado, conforme usted se mueve más y más hacia la imagen de Dios. O de manera más breve, él lo dijo de esta manera: es la renovación universal de nuestras naturalezas mediante el Espíritu Santo a la imagen de Jesucristo.
Ahora, eso es lo que el Espíritu desea hacer. La psicología no puede hacer eso. La sabiduría humana no puede hacer eso. Nada puede hacer eso, más que el Espíritu Santo. El único agente que puede hacerlo es el Espíritu Santo. Usted puede apagar al Espíritu en el progreso de esa santificación al sustituir las experiencias extáticas, las emociones, los sentimientos, la metodología, la metodología de la terapia, las fórmulas técnicas humanas, lo que sea, pragmatismo, misticismo, a través de lo intuitivo, la experiencia que se valida por si sola en términos humanos, la psicología, las emociones, los sentimientos. Todo eso nunca hará lo que el Espíritu hace y sólo Él puede hacer. Ahora, en este proceso santo, hay varias cosas que el Espíritu está haciendo en usted y usted necesita saberlo. Son los componentes de este proceso. Constituyen este proceso.
Número uno, Él ilumina la Palabra. Él ilumina la Palabra. Primera de Pedro 2:2 dice: “desead como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada para que por ella crezcáis.” Usted crece mediante la Palabra. Ahora, si usted va a avanzar en este camino de la santificación, separado más y más del pecado a Dios, ese proceso de crecimiento, ese proceso en el que usted avanza es generado por la Palabra y usted recibe la Verdad. “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Usted se alimenta de la palabra y conforme usted lo hace, usted crece.
Ahora, el Espíritu es el agente de la palabra. El Espíritu, recordará usted, es el autor de la palabra. Segunda de Pedro 1:20 y 21 dice: “hombres santos de Dios escribieron conforme fueron movidos por el Espíritu Santo.” El Espíritu es el autor de las Escrituras. Y entonces, Él escribió la Escritura. No sólo esto, Primera de Juan 2:20 y 27 dice que esa unción que está en nosotros, Él, al morar en nosotros, Él es una unción de tal manera que no necesitamos maestros humanos.
En otras palabras, el Espíritu no sólo escribió la Palabra, sino que Él mora en nosotros como el iluminador de la Palabra, como el intérprete de la Palabra. Eso es tan esencial. Él nos la abre a nosotros. Esta es la razón por la que Juan 14:26, Juan 16:13, Jesús dijo: “Yo les voy a enviar el Espíritu; Él es el Espíritu de verdad. Él los va a guiar a la verdad. Él les va a mostrar la verdad. Él les va a dar testimonio de las cosas que vienen del Padre acerca de Mí.”
Regrese por un momento a 1 Corintios, y le acabo de mostrar el versículo 9 del capítulo 2 y un par de versículos más. Primera de Corintios 2:9, una afirmación muy importante es hecha aquí. “Como está escrito,” dice el versículo 9, y él está citando de Isaías 64 y 65, “cosas que ojo no vio, y oído no oyó y que no han entrado al corazón del hombre, todo eso Dios ha preparado para los que lo aman.” Deténganse en este punto.
Para aquellos que aman a Dios y conocen a Dios, Dios ha preparado algunas cosas maravillosas. Todas se relacionan con ese proceso de santificación, bendición y gloria. Dios ha preparado estas cosas. Pero note, si es tan amable, que hay dos maneras en las que no pueden ser conocidas. Usted no las puede ver, ni la puede oír. Esa es la primera manera. Entonces, concluimos que la gran verdad espiritual no es conocida empíricamente. El empirismo es simplemente la metodología de la observación. Observación objetiva. Usted no las puede encontrar en su mundo. Usted no las puede ver. Usted no las puede oír. Estas grandes realidades espirituales no se pueden descubrir por la mente humana mediante algún método científico. Ningún método objetivo calculado científico sensato puede llevar a descubrir estas cosas. ¿Oyó eso? No están disponibles al intelecto humano mediante el proceso científico humano. No son descubiertas empíricamente.
En segundo lugar, tampoco han entrado a su corazón. Por lo tanto, no están disponibles objetivamente y no están disponible subjetivamente. Usted no las puede conocer de manera empírica y usted no las puede conocer de manera intuitiva. Usted no llega a la verdad de Dios al tener un sentimiento. Usted no llega a la verdad de Dios al tener una emoción. Usted no dice, como tantas personas dicen: “bueno, yo simplemente sé lo que creo.” Eso no tiene correlación necesariamente con la verdad. Usted no puede conocer la verdad de Dios, la cual lo hace a usted crecer, la cual es el alimento mismo de su vida, la cual lo santifica a usted, la cual lo mueve en este proceso de separación más cerca de la santidad, más como Cristo. Usted no lo puede conocer mediante la observación externa y no lo puede conocer mediante la intuición interna. No está disponible.
La única manera en la que usted lo puede conocer, versículo 10, es porque Dios nos la reveló por el ¿qué? El Espíritu. El Espíritu de Dios no sólo escribió las Escrituras, sino que Él ilumina las Escrituras y Él hace que las entendamos. No hay experiencia legítima. Una experiencia espiritual. No hay una experiencia espiritual cristiana legítima que no sea una respuesta emocional en un extremo del espectro o del otro, a la verdad revelada en la Palabra y activada en el corazón por el Espíritu.
Por ejemplo, si usted está en un momento de lo que yo llamaría un gozo trascendente, anormal, usted está abrumado de gozo, está emocionado, está cantando salmos, himnos y quizás derramando lágrimas de gozo. Usted está abrumado por un sentido de bienestar, sus emociones han llegado al máximo nivel, por así decirlo, a regocijarse porque usted es salvo, la razón de esto no es por algo intuitivo que fluyó desde el interior de usted, sino debido a que usted conoce la verdad y eso se relaciona con sus respuestas. Y el Espíritu de Dios ha avivado esas verdades en su mente y eso ha motivado sus emociones. Eso no sucede en un vacío. Y el tipo de experiencia emocional que no es nada más que emociones en un vacío no es una verdadera experiencia cristiana espiritual.
Por otro lado, viendo el otro extremo del espectro, si usted enfrenta momentos de tristeza profunda y lágrimas, es porque usted sabe que hay algo en su vida que no está bien. Y el Espíritu ha hecho que usted esté consciente de eso y sus emociones han llegado a sus límites al tratar de enfrentar eso por la obra del Espíritu de Dios en esa área de convicción. Y entonces, el Espíritu de Dios escribió la Palabra. El Espíritu de Dios, como la unción, interpreta la Palabra conforme la estudiamos de manera fiel y el Espíritu de Dios activa la Palabra, la cual produce en nosotros todo, desde angustia profunda por el pecado hasta el gozo trascendente y la alabanza debido a la emoción de la verdad. Esta es Su obra y así es como Él nos hace avanzar. Y es la Palabra la que está en el corazón de todo esto.
En el Salmo 19 dice que la Palabra transforma la persona entera. La Palabra hace de la persona simple, sabia. La palabra regocija el corazón. La palabra ilumina los ojos. La Palabra permanece para siempre. La Palabra produce justicia amplia. Lo hace todo. Nos es dada para enseñarnos, instruirnos, corregirnos, prepararnos para que seamos enteramente preparados para toda buena obra. El Espíritu entonces se mueve en la Palabra como el autor, se mueve en la Palabra como el intérprete, se mueve mediante la palabra como el que la aplica y aviva y mueve nuestro corazón. Eso es lo que Él está haciendo para alejarnos del pecado hacia la santidad, al activar la Palabra en nosotros. Esa es Su obra.
Pero usted lo puede apagar. ¿Cómo? Al no estudiar la Palabra, al no esforzarse por presentarse con diligencia a Dios aprobado. Al manejar mal la Palabra de Dios, al no interpretarla correctamente. Al no recibirla con humildad, como dice Santiago 1:21. Usted puede apagar al Espíritu al no aplicarlo en su vida, de tal manera que usted se convierte en un oidor y no en un hacedor. Usted puede apagarlo al no esconderla en su corazón, al no escudriñarla diligentemente, al no desearla. Y usted puede apagarlo al no dejar que la Palabra more en abundancia en usted, como dijo Pablo en Colosenses 3.
Hay una segunda cosa que el Espíritu Santo hace. Al hacernos avanzar por este camino de separación a la santidad, Él nos lleva a la intimidad con Dios. Este es un componente esencial en nuestro crecimiento espiritual. Necesitamos tiempo con Dios. Ahora, necesito, si yo me voy a acercar más y más a Dios, si la relación va a ser más y más dulce y más y más rica y más llena y más plena, entonces tengo que pasar tiempo con Dios. Y entonces, la obra del Espíritu de Dios consiste en llevarme por ese camino. Es el Espíritu Santo, dice Romanos 8, quien nos lleva a clamar: “Abba, Padre.” Es el Espíritu Santo que nos lleva a la convicción de que somos los hijos de Dios. Pablo dice de nuevo en Gálatas 4:6, “es el Espíritu Santo que nos hace clamar Abba, padre.” Esto significa papá o papito. Ese es un término de cariño, un término de afinidad, un término de intimidad. El Espíritu quiere eso. El Espíritu quiere que oremos, que tengamos comunión, que tengamos comunión con Dios, a correr como niños amorosos a un padre amoroso.
De hecho, los dos textos que nos enseñan acerca de Abba, padre son interesantes. En el texto de Romanos, el Espíritu quiere llevarnos a la intimidad con Dios para efectos de certeza. Para que estemos seguros en nuestra salvación, para que podamos disfrutar de la confianza maravillosa, emocionante de que somos hijos de Dios y que Él nos ama tanto.
El texto de Gálatas no enfatiza la certeza. En Gálatas, el Espíritu quiere acercarnos a la intimidad con el Padre, no para efectos de certeza, sino para efectos de recursos. Necesitamos entrar ahí, no sólo para que podamos disfrutar de Su compañía, sino también para que podamos tener acceso a lo que necesitamos. Clamamos ‘Abba, Padre,’ por un lado, porque sólo queremos celebrar la relación. Clamamos ‘Abba, Padre’ por otro lado, porque tenemos necesidades tan desesperadas. Eso no es diferente de nuestros hijos. Algunas veces, vienen a usted por ninguna otra razón que simplemente para disfrutar de su afecto. Y habrá esos momentos en los cuales ellos vienen a usted pidiéndole lo que ellos necesitan de manera tan desesperada. Y clamamos ‘Abba, Padre’ en cualquiera de esos dos casos.
¿Y qué es lo que el Espíritu quiere que nosotros hagamos? Es el Espíritu quien, al moverse en nuestros corazones, dice Pablo, nos hace clamar “Abba, Padre.” Es el Espíritu quien nos da ese afecto, ese deseo por la comunión en la intimidad con Dios, quien toma a Dios de ser un Dios distante como Él lo sería en las religiones del mundo, a hacerlo un Dios de amor y compasión y preocupación y entendimiento. Un Dios que quiere envolvernos en Su amor. La intimidad con Dios, es una parte esencial de nuestro crecimiento.
¿Cómo es que podríamos llegar a ser un padre espiritual? Tres niveles de crecimiento espiritual: bebés espirituales, jóvenes espirituales, padres espirituales. Los bebés espirituales conocen lo elemental. Los jóvenes espirituales conocen la doctrina. Primera de Juan 2:12 y 13 explica esto. Y los padres espirituales conocen a Aquel que desde el principio. Yo no puedo tener un conocimiento profundo del Dios eterno a menos de que haya pasado tiempo con Él, ¿verdad?
Entonces, en este proceso de crecimiento espiritual y santificación, conforme progreso a la santidad tengo un conocimiento de Dios que se incrementa. Pablo clamó por eso, “a fin de conocerle.” Ese es el anhelo de mi corazón. Quiero conocerlo mejor, conocerlo más. Y el Espíritu nos mueve en esa dirección. Él desea, Él opera, Él nos lleva a esa comunión más rica, más íntima con Dios. Esa es la razón por la que Él permite la dificultad en su vida, porque es la dificultad la que nos lleva a esa comunión, ¿verdad? Es tan esencial.
Usted lo puede apagar al no aceptar las dificultades de la vida, al amargarse y enojarse, al no estar en oración, al no disfrutar la comunión de Dios. Usted puede apagar la obra del Espíritu al no tener una actitud de adoración, al no estar dispuesto a echar toda su ansiedad sobre Él. Usted puede apagar la obra del Espíritu al operar en su poder carnal, al apegarse a sus recursos humanos, al decir: “yo no voy a acudir a Dios para nada, yo tengo todo lo que necesito, yo lo puedo enfrentar solo.” Usted lo apaga al sentirse inadecuado, al no confiar en el amor de Dios y decir “si voy, Él no me ama.” O no confiar en Su provisión. “Él no tiene lo que yo necesito.” Cualquiera de esas cosas y más harían que usted apagara la obra del Espíritu.
Hay una tercera cosa que Él hace. Al movernos hacia la semejanza a Cristo, Él glorifica a Cristo para nosotros. Él glorifica a Cristo para nosotros. Usted pregunta por qué Él hace eso. Porque la meta de nuestra santidad es ser como Cristo, ¿verdad? Como dije, en Gálatas 4:19, Pablo dice: “sufro dolores de parto hasta que Cristo sea totalmente formado ustedes.” Ser como Cristo es el punto. Cuando despertemos a Su semejanza. Cuando lo veamos como Él es, seremos como Él es. Ese es el premio. Esa es la meta de Filipenses 3 hacia la que se dirigía Pablo. Y si voy a ser como Cristo, tengo que saber cómo es Cristo. Si decimos que andamos en Él, 1 Juan 2:6, debemos andar como Él anduvo. Si decimos que permanecemos en Él, le pertenecemos a Él, somos de Él, entonces debemos andar como Él anduvo. Y entonces, y si vamos a hacer eso, necesitamos ver cómo Él anduvo.
Entonces, ¿qué es lo que hace el Espíritu? Él nos muestra a Cristo. Él hace que Cristo sea glorioso para nosotros. En Juan 15:26 y en Juan 16:14 y 15, Jesús dijo: “cuando el Espíritu venga, Él dará testimonio de Mí. Él les mostrará cosas de Mí a ustedes. Eso es lo que Él hará.” Él les va mostrar cosas de Mí a ustedes. Eso es lo que Él va a hacer. Él va a mostrarme a Mí. Él va a revelarme a ustedes.
Jesús dijo: “he venido a revelar al Padre.” Jesús dijo: “el Espíritu viene para revelarme a Mí. Él va a mostrarme a Mí a ustedes.” Él siempre guía a la gente a darle gloria a Jesucristo. Ningún hombre, 1 Corintios 12:3, “jamás maldice a Jesús por el Espíritu Santo y ningún hombre jamás llama a Jesús Señor excepto por el Espíritu Santo.” Él siempre está reconociendo el Señorío de Cristo. Él siempre está dándole gloria de Cristo. Y entonces, Él quiere que veamos la gloria de Cristo. Él quiere que veamos al que es la meta de nuestro progreso espiritual.
Vea 2 Corintios 3:18, un versículo absolutamente magnífico, con frecuencia, pasado por alto. Y yo lo escribo bajo mi nombre algunas veces cuando firmo el libro de alguien. Segunda de Corintios 3:18 dice: “por tanto, nosotros todos,” esto es los creyentes, los cristianos, “mirando a cara descubierta,” él ha estado hablando de Moisés y cuando Moisés tenía la gloria de Dios en su rostro. Se acuerda de cuando él subió al monte, él vio la gloria de Dios y él estaba reflejando en su rostro la gloria de Dios. Y él la veló. Y él dice: “no tenemos ningún velo. No tenemos nada que esté entre nosotros y la gloria. No tenemos nada que nos estorbe.” El velo es quitado en Cristo y estamos viendo como en un espejo la gloria del Señor. Esa es una gran afirmación. ¿Cuál es el espejo que refleja la gloria del Señor? Es esto, aquí es donde lo vemos. Entonces, conforme usted estudia la Palabra de Dios, el reflejo de la gloria de Jesucristo irradia de las páginas de las Escrituras. No me importa si usted está hablando del Antiguo Testamento o del Nuevo Testamento, Cristo es el tema en todos lados. Conforme usted ve la Palabra de Dios, con el velo quitado, porque usted está en Cristo y usted ve este espejo, el cual refleja la gloria del Señor en su rostro, en el de usted, conforme usted hace esto, vea esto, usted está siendo transformado en la misma imagen.
Como puede ver, conforme estudiamos la Palabra de Dios, y la gloria del Señor, nuestro Señor Jesucristo nos es expuesta, emana, por así decirlo, del espejo de la Palabra, casi cegándonos en ocasiones. Como Moisés, quien fue a la roca y fue expuesto a toda la gloria que Dios le mostró, conforme vemos la gloria de Cristo revelada en la Palabra, somos transformados por esa gloria.
Después, él dice: “de un nivel de gloria al siguiente nivel de gloria.” De gloria en gloria, de gloria en gloria. ¿Quién está haciendo esto? Al final del versículo, como por el Señor, el Espíritu. Es la obra del Espíritu. Es Su obra. ¿Queremos apagar eso? ¿Queremos retrasar eso? El Espíritu esta transfigurándonos. La palabra transformados es de hecho la misma palabra traducida en Mateo 17 transfiguró. Y describe a Jesús cuando estuvo en el monte. Usted recordará, y Él fue transfigurado delante de ellos. Eso fue bastante asombroso.
La gloria del Señor que apareció en el rostro de Moisés, eso era por fuera. Pero Jesús mostró Su gloria que estaba por dentro. Y lo que Pablo está diciendo aquí es bastante asombroso. Él está diciendo ‘ustedes, como creyentes, son más como Jesús de lo que son como Moisés porque la gloria no está por fuera, sino que la gloria está por dentro. Ustedes, literalmente están siendo transformado por dentro, transfigurados por dentro en el interior, al mismo tipo de gloria que Jesús mostró por la obra del Espíritu Santo.’
Entonces, en este proceso del Espíritu haciéndolo avanzar a usted en el camino de la santificación, Él quiere iluminar la Palabra, lo cual lo hace crecer a usted. Él quiere acercarlo a usted a la intimidad con el Padre, lo cual lo hace avanzar por el camino de la intimidad, lo cual lo hace crecer. Y después, Él quiere revelar a Cristo a usted en una gloria tan refulgente que usted vea claramente la imagen de la meta a la que usted se dirige. Y conforme usted se enfoca en esa imagen está perdido en asombro, amor y alabanza, usted hallará que el Espíritu de Dios lo está haciendo progresar a usted a lo largo del camino de la semejanza a Cristo. ¡Qué pensamiento!
Y usted también puede retrasar eso. Usted también puede apagarlo. Simplemente, no se moleste por estudiar la Palabra. No vea la belleza de Cristo. No use la Biblia como un medio para resolver todos sus problemas y no deje que la Biblia simplemente revele a Cristo a usted, no sea humilde y admita que queda tan corto de la gloria de Cristo que usted necesita desesperadamente ver Su gloria y estarse moviendo a un nuevo nivel de gloria. El orgullo espiritual lo va a contener a usted, la falta de humildad lo va a contener a usted -todas esas cosas van a apagar, retrasar, estorbar la obra del Espíritu; y van a entristecer el corazón de Él.
En cuarto lugar, en el proceso de este movimiento en su vida, Él quiere guiarlo a usted a la voluntad de Dios. Él quiere moverlo hacia la voluntad de Dios. ¿Qué quieres decir con eso? Dos cosas -en primer lugar, significa obediencia a la voluntad de Dios revelada. Obediencia a la voluntad de Dios revelada, la cual está en las Escrituras. Él quiere moverlo para que usted sea obediente. Él quiere motivar el corazón de usted, motivar su conciencia, convencer su mente. En Jeremías 10:23 dice: “conozco, oh Jehová, que el camino de un hombre no está en sí mismo ni está en un hombre que camina el dirigir sus pasos.” Jeremías dice: de una cosa estoy seguro, no puedo estar a cargo de mi vida. Y él estaba en lo correcto. Él estaba diciendo: no puedo dirigir mi propia vida, no puedo dirigir mis propios pasos. Y él entonces clamó al Señor y le dijo: “Señor, tú tienes que hacerlo. Tú tienes que guiarme por el camino de mi voluntad. No puedo hacerlo por mí mismo.”
Ezequiel 36:27 habla de la primera dimensión de eso, la promesa de Dios en el nuevo pacto, “pondré Mi Espíritu dentro de vosotros y haré que caminéis en Mis estatutos y tendréis cuidado de observar Mis ordenanzas.” Ahí está la respuesta. Les voy a dar Mi Espíritu en el nuevo pacto mediante Cristo, les voy a dar Mi Espíritu y Él va a guiarlos para obedecerme a Mí. Eso es lo que Él dijo. Él va a guiarlos en obediencia. Él va a motivarlos a obedecer lo que la Palabra dice.
Salmo 143:10, esto es fascinante. “Enséñame a hacer Tu voluntad porque Tú eres mi Dios.” Después, esto: “que Tu buen Espíritu me guíe.” Por un lado, entonces, el Espíritu nos enseña a obedecer la Palabra. Por otro lado, el Espíritu nos lleva por el camino que Él quiere. Usted pregunta qué quiere decir eso. Esa es la obra subjetiva del Espíritu. Esto no necesariamente está relacionado con las Escrituras. El Espíritu nos guía, nos motiva, nos convence para obedecer lo que conocemos de las Escrituras. Pero el Espíritu también va más allá de eso y nos guía a través de las circunstancias de la vida en áreas que no están reveladas en las Escrituras.
La Biblia no me dices dónde ministrar. La Biblia no me dice en dónde predicar. No me dice qué decir cuando predico en cierto lugar. Hay muchas cosas en las que el Espíritu me tiene que guiar. Él provee un camino por el que debo caminar. Entonces, está la guía objetiva del Espíritu, conforme nos motiva a obedecer la Palabra y ésta la guía subjetiva del Espíritu conforme Él, mediante las circunstancias y la providencia, y conforme Él, hablándonos en nuestros corazones nos desafía y nos mueve a lo largo de un camino de circunstancias, oportunidades, responsabilidades.
Eso está firmado de manera hermosa. Y me encantan las palabras de esta afirmación en particular en Isaías 30 -permítame leerle dos versículos, 20 y 21. “Aunque Jehová le ha dado pan de privación y agua de opresión,” en otras palabras, aunque ha sido difícil lo que han enfrentado, “Él, vuestro maestro, ya no os esconderá a sí mismo, sino que vuestros ojos verán a vuestro Maestro.”
Después, esto: “vuestros oídos oirán una palabra detrás de vosotros: este es el camino, andad en él, cuando den vuelta a la derecha o a la izquierda.” Esta es una guía subjetiva del Espíritu. Van a oír una voz diciendo: “haz esto, no hagas aquello.” No una voz audible, sino una motivación fuerte. Conforme usted está en la Palabra y es fiel en oración, el Espíritu de Dios está, por así decirlo, hablando en un murmullo a su conciencia, hablando en un murmullo a su mente: “Haz esto, no hagas aquello. Haz esto, ve por este camino, esto es lo que quiero.” Y Él lo hace mediante sus deseos, sus deseos espirituales, sus deseos puros. Él ilumina su mente, Él motiva su corazón, encomienda a Jehová tu camino y Él ¿qué? Él hará, Él dirigirá tu camino. Él lo va a mover alrededor de los obstáculos y va a abrir el camino.
El proceso de santificación, entonces, involucra progreso, significa que tengo que hacer la voluntad de Dios. Esto es, en primer lugar, el Espíritu me motiva a obedecer la Palabra de Dios al convencer y a veces a disciplinarme, sino lo hago. Y después, el Espíritu de Dios ordena las providencias de mi vida, los acontecimientos y circunstancias y en un murmullo, habla a mi conciencia mediante mi deseo y me envía por la decisión que Él quiere que yo vaya. Todo eso me está moviendo en el proceso de la santificación.
Usted también puede pagar eso. Egoísmo. “Quiero hacer lo que quiero hacer y quiero hacerlo en la manera en la que yo quiero hacerlo. No quiero obedecer ese mandato. No estoy interesado en hacer este ministerio.” Ser voluntarioso, obstinado, el orgullo, la apatía, indiferencia y la insensibilidad a Su guía. Y ni siquiera reviso con Él lo que tengo que hacer. Realmente, no estoy interesado en eso. Esas cosas apagan al Espíritu.
Finalmente, Él nos fortalece internamente. Todo este progreso demanda fortaleza interna. Como acabamos de señalarlo, no es el camino del hombre ordenar sus propios pasos. No tengo la fortaleza, como dice Zacarías, no por fuerza ni por poder, sino por mi Espíritu, dice el Señor. No lo puedo hacer por mí mismo. Y esa es la razón por la que Pablo en Efesios 3 oró esto: “oro porque sean fortalecidos en el hombre interior por el Espíritu,” Efesios 3:16. La única manera en la que usted va a hacer la voluntad de Dios, la única manera en la que usted va a experimentar el amor de Dios, la única manera en la que usted va a ver más allá de lo que usted puede pedir o entender, la única manera en la que usted va a estar glorificando a Cristo en la Iglesia es cuando su poder está viniendo del Espíritu Santo. Esa es la razón por la que en 2 Corintios 12, Pablo dice: “cuando soy débil en mi fortaleza humana, me vuelvo poderoso porque cuando se me han acabado los recursos humanos, puedo arrojarme a Dios.” La fortaleza viene del Espíritu.
Y entonces, Él está infundiéndonos con fortaleza conforme estamos en la Palabra, conforme estamos orando, conforme estamos obedeciendo. Inclusive cuando estamos atravesando por pruebas, dependemos totalmente de Él porque Él es todo lo que queda, la fortaleza está ahí.
Usted no podría dar testimonio sin Su fortaleza. Jesús dijo: “pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros y Me seréis testigos.” Usted no puede tener victoria sobre el pecado sin Su fortaleza, porque usted no lo puede hacer en la carne. La carne no puede superar la carne, solo el Espíritu puede superarla. Usted nunca podría tener victoria sobre Satanás porque las armas de nuestra milicia en esa batalla en no son carnales, sino poderosas por las armas que hay en el Espíritu, dadas por el Espíritu. Usted no podría tener seguridad, porque la salvación sólo le es garantizada a usted mediante el sello del Espíritu. Usted no podría servir eficazmente fuera del poder del Espíritu. Usted no puede alabar a Dios en salmos, himnos y cánticos espirituales y cantar y hacer melodía en vuestro corazón al Señor, a menos de que sea lleno del Espíritu. Y usted no puede tener relaciones correctas en un matrimonio, en una familia o en ningún lugar o en ningún otro lugar, a menos de que esté tan lleno del Espíritu. Es el poder del Espíritu que nos capacita para hacerlo todo.
Usted también puede apagar eso al ser orgulloso, al no ser humilde, al no reconocer su debilidad, al no reconocer su necesidad, al no reconocer su dependencia. Usted puede apagar esta obra del Espíritu al tener confianza en su propia carne, en su propia capacidad. Cualquier tipo de pecado retrasa todo esto. Ahora, ¿por qué es que usted debe enfrentar el pecado en su vida? Porque la alternativa es apagar al Espíritu de Dios. Retrasar su proceso espiritual de santificación y entristecer el corazón del Espíritu, trayendo así disciplina y la pérdida de bendición en su propia vida.
El Espíritu está haciendo una gran obra iluminando la Palabra, llevándolo a usted a una intimidad con Dios, mostrándole la gloria de Jesucristo, la meta de su vida, guiándolo a la voluntad de Dios, fortaleciéndolo para el ministerio espiritual y el servicio y la batalla. Él hace todo esto. Él es un Espíritu poderoso. Y creo que el resumen de Su ministerio no se presenta de una manera más hermosa como en Isaías 11. Simplemente, escuche esto, Isaías 11:2. El profeta describe al Espíritu Santo de esta manera: “Él es el Espíritu de Jehová, Él es del Espíritu de sabiduría y entendimiento. El Espíritu de consejo y fortaleza, el Espíritu de conocimiento y del temor de Jehová. Este Espíritu Santo va a traerles sabiduría, entendimiento, concejo, fortaleza, conocimiento y va a hacer que usted tema y adore a Dios. Es el Espíritu Santo quien hace todo lo que usted necesita que sea hecho. ¿Que más necesita usted más allá de sabiduría, entendimiento, concejo, fortaleza, conocimiento y el temor de Jehová, del Señor? Usted no necesita más que eso. Esa es Su obra. Eso es lo que Él quiere hacer en su vida.
Pero usted va a estorbar eso si usted no está lleno del Espíritu. Efesios 5:18, si usted no está andando en el Espíritu. Gálatas 5:25 simplemente describe lo mismo. Ser lleno del Espíritu significa que Él me llena, controla todo. Andar en el Espíritu significa simplemente que he colocado mis pies en el camino de lo que Él establece. Y cuando usted anda en el Espíritu, el Espíritu hará Su obra santificadora.
No debemos apagar al Espíritu en la Iglesia hoy en día, pero estamos haciéndolo a gran escala. No debemos apagar al Espíritu en nuestras propias vidas individuales, pero estamos haciéndolo si no permitimos que el Espíritu de Dios cumpla estas cinco cosas conforme Él nos hace avanzar a la semejanza a Cristo. Que Dios nos ayude a ser fieles, a no apagar ni entristecer al Espíritu Santo. Oremos.
Sabemos, Padre, que la única manera de superar la pecaminosidad residual que hay en nosotros, nuestros deseos malos y las tentaciones es andar y ser llenos por el Espíritu. Sabemos que no ser llenos del Espíritu es regresar a las obras de la carne, inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicerías, enemistades, celos, contiendas, iras, disputas, disensiones, divisiones, envidias, embriagueces y cosas como esas. Sabemos que ni siquiera tenemos que escoger conscientemente el hacer esas cosas, si no estamos viviendo en el control del Espíritu de Dios, simplemente van a pasar. Y la única defensa en contra del poder negativo de la tentación, el pecado y Satanás es el poder positivo de Tu Espíritu. Señor, ayúdanos a no apagar el Espíritus, sino a darle el poder pleno para operar en nuestras vidas, a moverse en la manera en la que sólo Él puede moverse para cumplir nuestra santificación y hacernos como Cristo, en cuyo nombre oramos. Amén.
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