Tome su Biblia ahora si es tan amable. Espero que la tenga con usted. Si no, puede encontrar una ahí en la banca, pero toma una, y vea 1 Timoteo capítulo 4. Estamos en una serie en 1 Timoteo 4:6-16. Es parte de nuestra serie continua en esta epístola entera.
Nos encontramos en el cuarto capítulo, viendo esta sección de los versículos 6 al 16, la cual trata con las cualidades de un ministro excelente de Jesucristo, y como dije al comienzo, esto es predicado de manera particular al predicador. Y esto es para mi propio corazón y para todos aquellos que sirven al Señor Jesucristo en un ministerio de predicación y enseñanza, porque primordialmente, la instrucción de Pablo a Timoteo acerca de su ministerio. Pero, tiene implicaciones tremendas secundarias para todo creyente, porque sea lo que sea que debe ser el predicador de la Palabra de Dios, él debe ser eso, para que él pueda ser un ejemplo, de lo que todo creyente debe ser y entonces nadie realmente puede evadir lo que está en este pasaje.
Simplemente, tenemos la responsabilidad más grande de vivir estos principios para establecer el patrón para el resto de la gente. Ahora hemos dicho muchas cosas a manera de introducción y no quiero excederme en este punto, quiero avanzar a los siguientes dos puntos al ver el texto, pero permítame tan solo repasar la estructura básica con la que estamos trabajando en esa sección.
En todo pasaje de la escritura normalmente hay un énfasis primordial, normalmente hay un tema primordial en torno al cual ese párrafo o esa sección está diseñado y no es diferente, aquí si usted va al versículo 6 recordará que a la mitad del versículo 6 está esta pequeña frase “serás buen ministro de Jesucristo”. Puede subrayar eso, colocar un pequeño asterisco a su lado, esta es una frase importante en todo ese texto porque el texto está diseñado en torno a esa frase. ¿Qué significa ser un ministro excelente de Jesucristo? ¿Cuáles son las marcas, las cualidades, las características de alguien que ministra en nombre de Cristo con excelencia?
Esto, como dije, es para aquellos que están en la función de un Timoteo, enseñando, predicando y guiando en la iglesia, y también se filtra de manera secundaria a toda persona que nombra el nombre de Cristo y quien lo sirve de alguna manera. Pero permítame recordarle por un momento, hemos visto 7 de 11 principios que encontré en este pasaje, que tienen que ver con ser un buen ministro de Jesucristo.
Simplemente, a manera de repaso, el primero es en el versículo 6: un ministro excelente advierte a su congregación del error, advierte a su congregación del error. Si tú enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo. ¿Qué cosas? Las cosas a las que se hacen referencia en los versículos 1 al 5 que tienen que ver con la enseñanza falsa.
Entonces, un ministro excelente advierte a su congregación del error. En segundo lugar, un ministro excelente es un estudiante de la Escritura. Al final del versículo 6, nutrido con las palabras de la fe, eso es la Escritura y de la buena doctrina. Eso es lo que la Escritura enseña. Entonces, no solo debemos estar advirtiendo del error, sino que debemos estar alimentándonos de la palabra de Dios. Bebemos estar nutriéndonos en la fe y la buena doctrina.
En tercer lugar, un ministro excelente evita la influencia de la enseñanza impía, se mantiene alejado del error y esas cosas que solo confunden. Dice en el versículo 7: “Desecha las fábulas profanas y de viejas”. Mantente alejado de mentiras y herejías y cosas que se desvían de la verdad y solo producen preguntas y no edifican. Un ministro excelente evita la influencia de la enseñanza impía.
Después, en el versículo del 7 al 9, un ministro excelente es disciplinado en la piedad personal. Ejercítate para la piedad. El versículo 8 dice: “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad tiene provecho para esta vida y para la venidera,” y “palabra fiel o verdadera es esta, es digna de ser aceptada por todos”. Todo el mundo estará de acuerdo con esto, que aquello que pertenece a la eternidad, es mucho más importante que lo que pertenece al tiempo, por lo tanto, pasa tus horas en una búsqueda piadosa en lugar de pasarlos en el ejercicio corporal.
Entonces, un ministro excelente, advierte a su congregación del error, es un estudiante de la Escritura, se mantiene alejado de la influencia de enseñanza impía, y es disciplinado en la piedad personal.
En quinto lugar, un ministro excelente está comprometido con el trabajo duro. Versículo 10, por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, nos esforzamos, lo hacemos porque confiamos en el Dios viviente, el que está vivo, quién es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen.
Debido a la obra salvadora de Dios, debido a que es un trabajo eternamente impactante, trabajamos con la eternidad en mente y con la eternidad en mente trabajamos duro. Un ministro excelente trabaja duro. Él está comprometido con el trabajo excelente porque sabe que lo que hace tiene consecuencias eternas.
Número 6, un ministro excelente, enseña con autoridad práctica. Versículo 11, esto manda y enseña. La enseñanza tiene que ver con transmitir la verdad. Mandar tiene que ver con el modo en el que lo hace usted, transmitimos la verdad divina no como si fuera aquello que usted puede escoger hacer o no hacer, sino como algo obligatorio que se manda.
Entonces, la instrucción viene en un modo de comando de mando. Le estamos diciendo: “Esta es la ley de Dios”. Entonces, debemos de tener autoridad. Debe haber un poder en la predicación y enseñanza que la coloca sobre corazón con un gran sentido de obligación.
Después,número 7, señalamos la última vez que un ministro excelente debe ser un modelo de virtud espiritual. Debido a que Timoteo era joven siguiendo los estándares de liderazgo espiritual en su época, Pablo dice: “Ninguno tenga en poco tu juventud”. Gánate su respeto al ser un tupos, un modelo, un ejemplo, un tipo de creyente en palabra. Esas son las palabras. Conducta, eso es estilo de vida. Amor, eso tiene que ver con su Espíritu, su actitud. Fe, eso tiene que ver con ser digno de confianza y leal y por eso tiene que ver con ser moralmente limpio. Debe ser un ejemplo a los creyentes en toda dimensión de la vida.
Estas entonces, son las cualidades de un ministro excelente de Jesucristo. Podríamos resumir esas primeras siete en siete palabras. Permítame dárselas.
En primer lugar, cuando dice que un ministro excelente advierte a su congregación del error, diríamos que es la cualidad del discernimiento. Esa es la cualidad del discernimiento. Debemos tener discernimiento con respecto a la verdad y el error.
Un ministro excelente es un estudiante de la escritura. Eso es erudición, o conocimiento. Debemos tener un conocimiento de la Palabra de Dios.
En tercer lugar, evitando la enseñanza impía, podríamos incluir la palabra separado. Debemos estar separados. Debemos estar apartados de asociaciones con esas cosas que nos influencian hacia la impiedad.
Y después, de la misma manera, la cuarta palabra, buscando la piedad, debemos ser santos, santos. Debemos tener discernimiento, conocimiento, separación y santidad. En la cuestión del trabajo duro, la palabra diligencia. En la cuestión de la autoridad, enseñando con autoridad, poder y en la cuestión de ejemplo, la palabra es integridad.
Entonces, si usted quiere siete palabras para estos siete puntos, discernimiento, erudición, separación, santidad, diligencia, poder, integridad. Esas son el tipo de características se deben caracterizar al hombre que sirve en excelencia en el servicio de Jesucristo. También deben ser lo que caracteriza nuestras vidas.
Ahora, vayamos al número ocho y nueve para esta ocasión y el próximo día del Señor terminaremos con el 10 y el 11. Números 8 y 9, un ministro excelente tiene un ministerio totalmente bíblico. Un ministro excelente tiene un ministerio totalmente bíblico. Observe el versículo 13. Me encanta este versículo.
He estado leyendo este versículo.
De hecho, si quiere saber algo, he hecho mi mejor esfuerzo por edificar a mi propio ministerio de predicación sobre este versículo durante todos los años que he estado aquí en Grace. Este ha estado realmente tras bambalinas. Este es el versículo más crucial para mi propio entendimiento de mi ministerio de predicación. Dice en el versículo 13: “Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza”. Ahora, usted debe entender lo que esto significa. Es tan importante.
La pequeña frase “entre tanto que voy” implica que Pablo, iba a regresar a Éfeso y volverse a encontrar ahí con Timoteo en el capítulo 3, versículo 14, él dijo eso. “Esto describo teniendo la esperanza de ir pronto a verte para que, si tardo,” y él procede a decir, “Entonces, necesitas saber lo que tienes que hacer”. Entonces, aquí dice: “Entre tanto que voy hasta que recibas más órdenes. Esto es lo que quiero que hagas.”
Quiero que prestes tu atención a la lectura, a la exhortación, y a la doctrina o a la enseñanza. Ahora esto es muy importante, el verbo “ocúpate,” proceso, es un imperativo, presente activo. Eso significa que es un mandato continuo. “Te mando a que continuamente estés concentrando tu atención a esto. Debe volverse tu estilo de vida. Guthrie, ayudándonos a entender la indicación de este verbo, dice, “El verbo implica todo lo que está ligado en la preparación necesaria previa a estas cosas.”.
No solo es “entre tanto que voy, lee, exhorta, y enseña” es “entre tanto que voy, entrega tu atención entera a la lectura, la exhortación y la enseñanza. En otras palabras, no es solo el acto mismo, sino que el verbo incorpora todo lo que está detrás de él. Asume todo el compromiso y toda la preparación necesaria.
De hecho, el mismo verbo es usado en Hebreos 7:13, “Del sacerdote que va al altar y está inmerso de manera plena en el altar”, todo su pensamiento y toda su energía está entregada al trabajo del altar y eso es lo que él está diciendo aquí. Tu atención entera, centro y circunferencia de ministerio es estar involucrado en la lectura, la exhortación y la enseñanza. Esa es la encarnación de tu ministerio.
Ahora, ¿qué significan estas palabras? Veámoslas un poco más de cerca. Le van a parecer interesantes. En primer lugar, él dice: “Ocúpate continuamente a la lectura”. Hay un artículo definido ahí en el griego. No está ahí en español. Debería estar ahí a la lectura. Sí, está en algunas versiones. Ahora, ¿qué quiere decir con eso? Bueno, esa es una referencia a la lectura de la escritura, pero es más que eso. El artículo definido aísla esto. Esto no solo es leer la escritura, esta es la lectura, entre comillas.
¿Qué era la lectura? Durante todo servicio en la primera iglesia, había un tiempo para la lectura y la lectura era una lectura de la escritura con una exposición de lo que se había leído. En otras palabras, incluía una lectura y una explicación de la escritura. Esa era la lectura.
Implica, cuando es usada, con el verbo “ocúpate” que, si usted le va a dar la atención a la lectura, significa que usted va a ser muy cuidadoso en el texto que escoge. Va a ser muy, muy cuidadoso en lo correcto que sea su exposición. Va a ser muy, muy cauteloso en todo asunto que tenga que ver con su preparación. Usted presta toda su atención al asunto de leer y explicar la escritura.
Para mostrarle un poco de una idea de cómo funcionaba esto en la primera iglesia, acompáñame de regreso al patrón que la iglesia básicamente usó como su base. Lucas capítulo 4 es una buena ilustración, el patrón de la sinagoga. En la sinagoga la Escritura era leída y después la Escritura era explicada y aquí usted tiene una ilustración perfecta de eso en Lucas 4:16. Jesús había estado enseñando en las sinagogas y dice en el versículo 15, eso era lo que Él de manera típica hacía. Él entraba, leía la Escritura y después la exponía o la enseñaba.
En el versículo 16, dice que Él vino a Nazaret y esta era su costumbre. Según el versículo 15 lo había estado haciendo en todos lados. Él tenía la costumbre de ir a la sinagoga en el día de reposo y lo hizo, y Él se puso de pie a leer. Él, como un rabino que visitaba, se le invitó a leer la escritura. Entonces, Él se puso de pie. Siempre se ponían de pie para leer y eso se remontaba a lo que leímos la última vez acerca de Nehemías capítulo 8. Recordará cuando encontraron el Libro de la Ley después de reedificar el muro de la ciudad de Jerusalén.
La gente estaba emocionada. Fue sacado el libro para ser leído y toda la congregación del pueblo de Israel se puso de pie todo el día para oír la lectura de la Palabra de Dios, y entonces, de manera típica, se ponían de pie para la lectura.
Y entonces, Jesús se puso de pie y leyó, y el libro se le dio del profeta Isaías, y cuando lo había abierto el libro, encontró el lugar donde estaba escrito el Espíritu. Esto es Isaías 61: “El Señor está sobre mí, porque me ha ungido para predicar las nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a predicar liberación a los cautivos y a dar vista a los ciegos, a libertar a los que están oprimidos, a predicar el año aceptable del Señor”. Ese es un pasaje mesiánico. Entonces, se puso de pie y leyó la escritura.
Todo servicio de la sinagoga tenía la lectura, el tiempo para la lectura de la palabra de Dios. Versículo 20, observe esto, “Y Él cerró el libro. Se lo devolvió al ciervo y se sentó.” ¿Por qué se sentó? Porque la postura de enseñanza en todas las sinagogas era una postura sentado. Él se puso de pie a leer. Se sentó a exponer lo que acababa de leer. Esta era la manera típica de expresar la verdad de Dios.
Día de reposo, tras día de reposo en la sinagoga. Él era el expositor invitado. Él se sentó y los ojos de todos los que estaban en la sinagoga estaban fijos en Él, y Él comenzó a decirles.
Entonces, Él comenzó a exponer lo que acababa de leer de Isaías y el resumen fue, “Este día, esta escritura es cumplida en vuestros oídos”. Ahora, eso es algo que no todo predicador tiene el privilegio de decir. Predicamos mucho acerca de profecía futura. Jamás he dicho: “Este día esta profecía es cumplida en sus oídos”.
Esa fue una sacudida para estas personas porque Él estaba diciendo: “Yo soy el Mesías”. Ahora, Él dijo más que eso. Ese fue el resumen. Dice usted, “¿Cómo sabes que dijo más?” Bueno, porque en el versículo 22 todos daban testimonio de Él y se maravillaba ante las palabras que salían de su boca. Entonces, Él debió haber dicho más que eso. Él dio una exposición de esa porción, en particular de Isaías 61:1-2 y el resumen de la exposición fue “Soy Yo,” “Soy Yo”. Ahora, eso es un formato típico para el lugar de la enseñanza.
Ahora, acompáñame al capítulo 15 de Hechos por un momento, y permítame darle otra ilustración de este tipo de modelo expositivo que fue usado en la sinagoga y también en la primera iglesia. En Hechos 15, recuerda usted el concilio de Jerusalén, se estaba reuniendo y discutiendo cómo pueden asegurarse de no ofender a los judíos en su evangelismo a los gentiles.
Conforme entraron al mundo gentil querían tener cuidado para no causar que los judíos tropezaran y se ofendían por cosas ofrecidas a ídolos y fornicación. Cosas que era de sangre y ahorcado y demás. Tengan cuidado con eso. Versículo 21 entonces dice: “Debido a que Moisés en la antigüedad en toda ciudad tiene aquellos que le predican, siendo leído en las sinagogas todo día de reposo”.
¿Y qué hacían en las sinagogas? Se reunían. Sacaban el Antiguo Testamento, el libro de Moisés. Lo leían y después lo predicaban y lo proclamaban. Lo exponían. Lo explicaban. Como dije, esto básicamente se remonta al octavo capítulo de Nehemías, en donde usted tiene el comienzo de un modelo de predicación expositiva.
Dice en Nehemías 8:8, “Leyeron en el Libro de la Ley de Dios distintivamente y le dieron el significado e hicieron que entendieran—observe esto—la lectura”. Ahí está esa frase. Hicieron que entendieran la lectura, la exposición, la explicación de la Escritura.
Ahora, regresamos a 1 Timoteo capítulo 4, y cuando oímos a Pablo diciéndole a Timoteo, “Ocúpate a la lectura” sabemos lo que él tiene en mente y es la lectura y la exposición de la Palabra de Dios. Es la lectura y la exposición. Dice usted, “¿Qué quieres decir con la exposición?” Simplemente explicación, explicación.
Ahora, las epístolas del Nuevo Testamento ciertamente debían ser incluidas en dicha exposición. Recordará en Hechos 2:42, dice: “Cuando la iglesia se fundó en el día de Pentecostés, perseveraban—” ¿en la que?, doctrina de los apóstoles— Entonces, había una exposición de pasajes del Antiguo Testamento, quizás había una exposición de pasajes del Nuevo Testamento, la enseñanza de los apóstoles. Eso también fue entendido obviamente como la Palabra de Dios y necesitaba ser expuesto.
En Colosenses 4:16 Pablo dice: “Y cuando esta epístola sea leída entre vosotros, también sea leída en la iglesia de la odisea y también lean la epístola de la odisea”. Hubo un tiempo y un lugar para la lectura del Nuevo Testamento, del Antiguo Testamento, incluso una carta de los apóstoles de importancia para la iglesia.
En referencia a la Escritura, necesitaba entonces ser explicada para la gente tuviera el sentido de Ella. Obviamente, entre más nos alejamos culturalmente, geográficamente, lingüísticamente, filosóficamente, históricamente del texto original de la Escritura, es más necesario recrear la dinámica del idioma, la historia, la cultura que existían en torno a la Escritura cuando fue escrita para que podamos entenderla, y ese era el desafío de la enseñanza bíblica. Es tomar la Escritura, leerla y después explicarla. De ahí viene el esfuerzo.
Si usted va a ocuparse en eso, va a entregar gran parte de su vida a reconstruir el idioma, la filosofía, la teología, geografía, cultura, contexto, todo eso para hacer que la palabra de Dios sea comprensible.
Pablo dice: “Timoteo, ocúpate en eso”. Y entonces lo repito, nuestro punto, es que un ministro excelente, tiene un ministerio que es totalmente bíblico. Realmente creo que ese es el centro y la circunferencia de todo lo que hacemos. En segundo lugar, observe lo que dice, si la exposición o la lectura—es decir, lo que la Escritura significa, por lo que dice, entonces, ¿qué es la exhortación? Eso es llamar a la gente a aplicarla. Entonces, él dice: “Primera dimensión, explícala. Segunda dimensión, aplícala. Aplícala.
La tercera, por cierto, exhortación simplemente significa eso. Significa advertirle a la gente a obedecer con miras al juicio, si no obedecen, ese tipo de idea y venir al lado al entrar esas personas para que respondan apropiadamente y hablarles de la bendición, si lo hacen y la consecuencia, si no lo hacen. Entonces, usted explica la Biblia y usted lo aplica a sus corazones y amarra su conciencia a responder a exhortación. Algunas veces la exhortación es aconsejar. Algunas veces es consuelo, pero siempre es aplicarlo a la conciencia.
Cuando enseño clase de predicación, lo cual estoy haciendo ahora en el seminario, una de las cosas que enfatizo tanto con los estudiantes y siempre enfatizamos es que siempre predica con miras a una decisión, un veredicto. Usted no quiere que nadie salga diciendo, “No entendí lo que él estaba diciendo”.
¿Lo ve? Cualquier persona puede ser difícil de entender. Es muy fácil ser difícil de comprender. Usted simplemente no sabe de qué está hablando y nadie lo va a entender. Si usted no tiene idea de lo que está diciendo o a dónde va, no van a saber tampoco. Es muy fácil. Simplemente, no haga nada, si no aparézcase y nadie tendrá idea alguna.
Es muy difícil ser fácil de ser comprendido, porque para poder ser fácil de ser entendido necesita haber dominado su tema. Entonces, una vez que lo ha dominado lo suficiente para digerirlo y presentarlo en proporciones digeribles para que la gente lo pueda entender.
Pero ni siquiera es suficiente ser entendido. No estoy contento con que usted salga de aquí y diga: “Entendí eso”. No quiero que usted se vaya y diga: “No entendí eso”. No quiero que se vaya y diga: “Entendí eso”. Quiero que usted se vaya y diga: “Voy a asegurarme de que mi vida cambie para conformarme a eso”. ¿Me entiende?
Entonces, usted siempre está acorralando a la gente en el punto que dicen: “Voy a hacer eso. No voy a hacer eso”. Pero, saben que dijeron. Entonces, si usted piensa que estoy tratando de forzarlo. Entonces, si usted piensa que lo estoy acorralando, es correcto. Eso es exhortación.
Después él dice en tercer lugar, y aquí él amplía un poco su concepto: “Entrégate continuamente a la lectura y a alentar a la gente a que se comprometa, a lo que la lectura demanda y también a la enseñanza” y aquí él realmente, se concentra en una palabra grande didascalia, que básicamente significa enseñar.
La idea aquí es entregarte al proceso entero de enseñar sistemáticamente la palabra de Dios. No solo en un sermón expositivo, sino en toda dimensión del ministerio. Esto podría incluir la idea de teología, desarrollar un sistema de teología. Incluye la idea de enseñar sistemáticamente a la gente de manera individual, de uno a uno en grupos pequeños. Realmente es un mandato para aquello en lo que consiste la iglesia, y como dije, aquí es en donde he vivido y respirado y he tenido mi ser, por así decirlo, por muchos años.
La iglesia, simplemente, es definida en manera muy simple en términos de su ministerio. Debo leer y explicar y aplicar la palabra de Dios y entregar mi vida entera al proceso entero de enseñar la palabra de Dios, para que en todo nivel de la iglesia, en toda dimensión de la vida de la iglesia, en todo punto de contacto de la iglesia, siempre estamos ministrando la Palabra de Dios. Eso es todo. Eso es todo.
Debemos diseminar la enseñanza sana. Toda la gente en todo momento, mediante todo medio, mediante todo medio, y ese es el ministerio. La iglesia se desvía de eso en todo tipo de cosas, pero este es el corazón y alma del ministerio en donde la iglesia debe concentrarse.
Por cierto, el término enseñanza doctrina aparece quince veces en las epístolas pastorales y eso debería darnos alguna idea de su importancia para la vida de la iglesia, quince veces. No es sorprendente que el pastor, sobre cualquier otra cosa—capítulo 3 versículo 2—debe ser apto para enseñar.
¿Cómo podría llegar a esperar guiar a la Iglesia si usted no es un maestro apto, cuando el todo del ministerio de la iglesia gira en torno a la enseñanza de la Palabra de Dios, la predicación de la Palabra de Dios? La Escritura leída, la Escritura explicada, la Escritura aplicada, y la Escritura sacada al nivel de raíz en el proceso de enseñanza en todo nivel, convertido en doctrina por la que la gente puede vivir.
¿Sabe una cosa? Desde los primeros años la iglesia ha estado comprometida con esto. Me imagino que solo ha sido en tiempos modernos que la iglesia tiende a alejarse más y más, en todo tipo de otras cosas. Y la Palabra de Dios comienza a estar en un nivel más y más bajo en la lista de prioridades.
Justino Mártir, llevándolo a usted hasta la mitad del siglo segundo, cien años después de que la iglesia nació, Justino Mártir ha escrito para nosotros, cómo era un servicio de oración típico de los primeros años, cien años después de que la iglesia nació, y esto es lo que él dice, “En el día llamado el domingo todos los que viven en ciudades en el país se reúnen en un lugar y los escritos de los apóstoles o los escritos de los profetas son leídos por el tiempo que el tiempo lo permita. Después, cuando el lector ha cesado, el que preside instruye de manera verbal y exhorta a imitar estas buenas cosas.”
Eso era todo. Se reunían todos y alguien leía o del Nuevo Testamento, de los apóstoles o los escritos de los profetas, Antiguo Testamento y leían por el tiempo que podían y cuando el lector terminaba, un hombre venía y explicaba verbalmente lo que eso significaba y exhortaba a todo mundo a hacer lo que habían dicho. Eso era todo. Era la exposición de la palabra de Dios.
Después, Justino Mártir escribió esto, está registrado en el Volumen 1 de los Padres Anti-Niceos. “Después, cuando todos nos levantamos juntos y oramos y cuando nuestra oración termina, el pan y el vino y el agua son traídos y el que preside de la misma manera ofrece oración y gratitud conforme a su capacidad y la gente afirma diciendo Amén”. Tenían una especie de servicio de amén después, pero el centro de todo era la exposición de la palabra de Dios.
Usted avanza un poco en la historia de la iglesia, Juan Crisóstomo, llamado el Orador de la Boca de Oro, reconocido por la mayoría de la gente como el mejor orador y predicador de los tiempos antiguos. Él predicó durante doce años en la catedral en Antioquia, y después en el 398 después de Cristo se volvió el obispo de Constantinopla, por lo cual es bien conocido presidiendo sobre la iglesia ahí.
Su biógrafo escribe acerca de él que él es un modelo, hasta el día de hoy, para los predicadores y aquí está la razón. Cuatro características de su predicación deben ser mencionadas.
En primer lugar, este es el 398 después de Cristo, él fue bíblico. No solo predicó sistemáticamente a lo largo de libros, sino que sus sermones están llenos de citas y referencias bíblicas.
En segundo lugar, su interpretación de la escritura siempre fue simple y directa. Él siguió la escuela de Antioquía de exegesis literal en contraste a las alegorizaciones imaginarias alejandrinas.
En tercer lugar, sus aplicaciones morales eran prácticas. De hecho, si usted lee sus sermones en la actualidad, uno puede imaginarse sin dificultad la pompa de la corte imperial, los lujos de la aristocracia, la manera en la que vivían de manera salvaje, ahí en el, las carreras salvajes en el hipódromo. De hecho, la vida entera de una ciudad oriental al final del siglo cuarto.
Y en cuarto lugar, él no tuvo miedo en sus condenaciones. De hecho, él fue un mártir del púlpito. Fue su predicación fiel lo que le llevo al exilio.
Remontándonos hasta el 398 y viendo el tipo de predicación que él realizó, fue bíblico, fue simple y directa en su explicación de la escritura, sin fantasía, sin nada de misticismo, en un enfoque alegórico, nada de eso. Era práctica y tuvo aplicación moral. No hizo concesiones, sin temor y ese es el modelo que todavía debería ser mantenido.
Así fue. Así debería ser. Usted llega a la reforma, por ejemplo, y usted descubre que cuando llega a la reforma, los grandes predicadores de la reforma. Los grandes ministros de la reforma estaban profundamente metidos en la exposición de la Palabra de Dios.
Lutero expuso la Palabra de Dios a lo largo de todo su ministerio. Él habló con frecuencia cuatro veces el domingo. Cada cuarta parte del año él tomaba una serie de dos semanas y cubría pasando la semana enseñando doctrina con el uso de un catecismo. La suma de sus sermones existentes que son tan ricos en información bíblica en la actualidad creo que son unos dos mil trescientos. Tenemos dos mil trescientas de las exposiciones bíblicas de Lutero.
Juan Calvino, quien predicó en Ginebra, Suiza, predicaba dos veces por domingo y después alternaba en las semanas predicando cada noche de la semana. Él trató con el Antiguo Testamento a lo largo de la semana, él trató con el Nuevo Testamento y los Salmos en el día del Señor, y un estenógrafo, a quien se le pagaba, escribía sus sermones conforme predicaba a lo largo de todos esos años y se volvieron sus escritos.
Pero hasta la muerte de Juan Calvino, él realizó exposiciones de Génesis, Deuteronomio, Jueces, Job, Salmos, todos los profetas, mayores y menores, y en el Nuevo Testamento, armonía de los Evangelios, Hechos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Efesios, 1 y 2 de Tesalonicenses, 1 y 2 de Timoteo y Tito. Él pasó la vida de su ministerio exponiendo la palabra de Dios.
José Parkerpastoreó el templo en la ciudad de Londres por 33 años y él es recordado como un gran, gran hombre de Dios, comenzando ahí por el 1869. Él predicó todo el día del Señor a unas tres mil personas. Él predicaba dos veces por domingo y él predicaba una vez al medio día, y él predicó ahí durante 33 años, y en esos 33 años, él cubrió la Biblia entera exponiendo las escrituras 7 veces.
Ahora, él era mucho más rápido que yo, pero él adoptó un enfoqué un poco diferente, y el producto de esos 33 años es un juego de libro llamado la Biblia de la gente, el cual es las exposiciones de José Parker de las Escrituras. Son 25 volúmenes, una contribución duradera.
Alejandro Maclaren, de 1858 a 1903, él estaba administrando de manera eficaz en la cúspide de su ministerio, en la capilla de la Unión Bautista en Mánchester Inglaterra. Predicó a lo largo de toda Biblia y como resultado, él dejó exposiciones de las Sagradas Escrituras, llegando a 32 volúmenes, 32 volúmenes de exposiciones.
Algunos de los expositores de los tiempos antiguos, de los tiempos antiguos—no deberían ser antiguos, sino de tiempos más antiguos—eran muy profundos. Leí esta semana acerca de un expositor alemán, que después de dar clases o lecciones del libro de Isaías por más de 20 años, finalmente llegó a la mitad del segundo capítulo. Entonces, no tiene razón para quejarse.
El Dr. Martyn Lloyd-Jones, estuvo en Romanos durante 12 años y no terminó el capítulo 14. Él estuvo en Efesios durante cuatro volúmenes, y el sermón del monte por años, y años, y años.
Ahora, estos son los grandes hombres del pasado. Digo, estos son los hombres que dejan una marca en la historia y los estudiantes bíblicos a lo largo de todos los años, regresan a todo su material, porque hicieron lo que yo creo, es el deber más elevado de todo ministro de Dios, y es exponer la Palabra de Dios. Esto significa una vida de estudio.
Juan Huxtable escribió, “Un hombre no califica para ser un predicador de la palabra al hacer estudios superficiales en el Buen Libro, para descubrir algún gancho en el cual pueda colgar alguna observación dispersa acerca de hombres y asuntos”. Si puedo tomar de sus palabras, un hombre califica como predicador de la Palabra de Dios mediante la exégesis y exposición de las Escrituras, que es amplia y objetiva.
José Parker, quien se levantaba temprano diariamente en su vida, para estudiar la palabra de Dios, se le preguntó en una ocasión por qué no estaba más disponible para la gente y él dijo, “Si hablara toda la semana, no podría predicar el domingo. Eso es todo. Si hubiera asistido a reuniones de comité, me hubiera sumergido en la política, mi fuerza se habría consumido. Eso es todo. Misterio no hay ninguno.” No hay misterio.
Nuestra esfera de trabajo se identifica dentro de los confines de la Palabra de Dios revelada. Vea el capítulo 5 versículo 17, “Los pastores, los ancianos, los supervisores, aquellos que están en liderazgo espiritual, que gobiernan, sean tenidos por dignos de doble honor”.
Vamos a entrar a eso. Eso significa doble paga, en un sentido hombres dignos deben recibir, aquellos hombres que gobiernan bien, mayormente, los que trabajan duro en predicar y enseñar. Entre más duro trabaja un hombre en la Palabra y la enseñanza, más honorable él es. Eso es lo que dice. Predicar y enseñar la Palabra de Dios es el llamado de la vida. Es algo triste pensar que muchos hombres en el ministerio se han desviado a otras cosas agradables, pero no cosas necesarias.
Permítame tan solo darle un pequeño pensamiento. Necesitamos ser en un sentido maestros imparables. Usted simplemente no puede darse por vencido. Aprendí eso de Juan Flavel. He leído mucho de él. También fue un puritano. Él dijo esto: “No es así con nosotros como con otros trabajadores—hablando de ministros—no es así con nosotros ministros como con otros trabajadores. Encuentran su trabajo conforme lo dejan.”
En otras palabras, si usted está trabajando en un gabinete, a las 5:00 de la tarde se va a casa y regresa al otro día. El gabinete está donde lo dejó. Así es con los otros trabajadores. Encuentran su trabajo como lo dejaron. “No es así con nosotros,” dijo él. El pecado y Satanás deshacen casi todo lo que hacemos.
Las impresiones que dejamos en las almas de nuestras congregaciones en un sermón, se desvanecen antes del siguiente. Enfrentamos un proceso de desaparición. Estamos peleando en contra de eso todo el tiempo. Esa es la razón por la que debe haber cierta parte imparable en el ministerio y esa es la razón por la que tiene que repetir cosas. Tengo que repetirlas para mi beneficio. Me olvido.
Todo buen expositor y maestro y pastor recuerda que la congregación olvida. A usted no le gusta admitir eso, pero lo olvida. Entonces, tiene que repetir, repetir, repetir, repetir, repetir, repetir, pero tiene que recordar también algo. Usted recuerda que son olvidadizos y la segunda cosa que recuerda es la familiaridad. Tiene que repetir, repetir, repetir, pero no puede decirlo de la misma manera o van a pensar que lo han oído, van a pensar que lo saben y se van a aburrir.
Entonces, lo que tiene que hacer es repetir las mismas cosas en maneras que la gente no cree que es lo mismo y piensan que están recibiendo algo nuevo. Ese es el desafío. El desafío es regresar a la Palabra de Dios y las mismas verdades, decirlas de tal manera que la gente diga: “Oye, nunca había oído eso antes. No sabía eso.” Sí, lo sabía, nada más que lo olvidó. Pero vino fresco para usted porque vino en un paquete nuevo. Ese es el desafío del ministerio. Será muy fácil empacar doscientos sermones y simplemente salir ahí por el camino de viaje y repetir los mismos.
El desafío es quedarse en el mismo lugar, decir las mismas cosas una, y otra y otra vez. Sin embargo, hacer que la gente piense que usted está diciendo algo, que nunca antes han oído porque viene de una manera fresca. Si usted estudia la Biblia va a descubrir que eso es lo que hace la escritura, repite los mismos principios una y otra y otra vez en contextos diferentes y mediante diferentes narrativas y en maneras diferentes.
Entonces, el versículo 3 es tan vital, la circunferencia del ministerio y la medula del ministerio es entregarnos a la lectura y a la exhortación y a la cuestión de la enseñanza. Para eso vivimos, predicación, enseñanza, implementar la escritura es lo que hacemos, nada más, nada menos.
Y después, número nueve para esta mañana. Vamos a terminar con este y no vamos a terminarlo. Voy a retomarlo ahí la próxima vez, pero número nueve es este, y este es un punto realmente muy muy maravilloso el que presenta en el versículo 14.
Un ministro excelente cumple su llamado. Un ministro excelente cumple su llamado. Ahora, esto es difícil. Hay personas que entran al ministerio y abandonan. Quizás porque no fueron llamados ahí, en primer lugar, pero eso es comprensible. Pero hay personas que fueron llamadas al ministerio que abandonan, y esa es una deserción del lugar en donde Dios quería que estuvieran.
Observe, por favor, el versículo 14 conforme vemos cómo el ministro excelente debe cumplir su llamado. Pablo le dice a Timoteo: “No descuides” o podría ser también traducido, deja de estar descuidando el don que está en ti, que te fue dado, o mediante el medio de la imposición mediante profecía, por la imposición de las manos de los ancianos.
Ahora, permítame darle un poco de trasfondo aquí. El hecho de que Pablo dice “No descuides el don” o “Deja de estar descuidando el don” indica o que, Timoteo estaba a punto de descuidar el don, o ya había comenzado a descuidar el don. De cualquier manera, Timoteo está en un lugar peligroso. Timoteo está, en donde muchas personas en el ministerio han estado, en un punto de partida.
El lugar en donde usted dice, “Se acabó. Me voy a ir. No puedo enfrentar la presión externamente. No puedo enfrentar la presión internamente. No necesito esto. No lo voy a hacer. No va a pasar. No me está satisfaciendo. No es lo que quiero.” Y Timoteo está ahí al borde de ese tipo de situación. Está a punto de comenzar a descuidar. De hecho, ya comenzó a descuidar. Está a punto de comenzar a descuidar. Él está cerca de eso, por lo tanto, viene la advertencia.
Permítame darle algo de una idea, de lo que Timoteo estaba atravesando. Si usted ve 2 Timoteo capítulo 1, Pablo en el versículo 3 dice: “No dejo de acordarme de ti en mis oraciones noche y día. Ahora, él sabía que Timoteo estaba en un ministerio muy difícil. Él estaba en un ambiente hostil. La iglesia efesia se había desviado doctrinalmente y se habían desviado en conducta. Ambos eran tanto inmorales como aberrantes en la teología. Timoteo fue colocado en esa iglesia y Pablo le dijo, “Corrige las cosas en esa iglesia. Corrige a esa iglesia.”
Esa es una tarea muy difícil. Timoteo es joven. Timoteo está luchando en su propio corazón con su propio desarrollo espiritual. Él tiene un grupo de enemigos fuerte ahí, en los que están propagando el error en Éfeso, que tienen teología de alto poder, sofisticado. Una cuasi-teología, que realmente es filosofía.
Timoteo no lo puede enfrentar. Él no puede discutir. No es muy bueno, quizás en la apologética. Él está enfrentando algunas batallas reales. La gente no quiere oír lo que él dice. Hay personas que propagan el error ahí en el liderazgo y entonces, Pablo dice: “Estoy orando por ti día y noche. Quiero verte—versículo 4—y me acuerdo de tus lágrimas”.
Timoteo está llorando. ¿Acaso Pablo tiene una palabra de que el corazón de Timoteo está quebrantado, que la tristeza lo está abrumando, que es más de lo que él pueda enfrentar? Y me acuerdo, él dice, de tu fe verdadera. Sin hipocresía, me acuerdo. Entonces—versículo 6—te recuerdo, aviva el fuego del don de Dios.
Ahora, ¿qué dice eso? Podría ser que el don que Dios le había dado a Timoteo no estaba siendo usado. ¿Acaso Timoteo está dejando su ministerio? Y Pablo dice: “Aviva ese don que está en ti, por la imposición de mis manos”. Usted comparece con la escritura que acabamos de leer en 1 Timoteo 4:14, y usted sabrá que Pablo era uno de esos ancianos cuyas manos fueron colocadas sobre Timoteo. Oye, estuvimos ahí cuando todo comenzó. Estuvimos ahí cuando el Espíritu de Dios, por revelación mediante profecía, confirmó tu ministerio, tu don. Colocamos nuestras manos sobre ti. ¿Se te olvidó eso? Aviva ese don.
Digo, era tan difícil para Timoteo y la presión era tan grande y el antagonismo era tan grande y enfrentémoslo. Lo que en últimas le pasó a la iglesia de Éfeso, ¿qué fue? Dejó su primer amor ¿y qué? Y dejó de existir.
Entonces, fuera cual fue el esfuerzo que Timoteo había hecho ahí, fue un esfuerzo que vivió por poco tiempo. La oposición era muy fuerte y él es como un hombre en una iglesia que está muriendo y él dice: “Estoy tratando y estoy haciendo todo lo que puedo” y él era el mejor hombre que estaba disponible, pero él se iba a morir, y él estaba peleando como podía.
Finalmente, él estaba comenzando a decir: “No lo puedo enfrentar. Tengo que rendirme. No puedo. No puedo pelear.” Y él se volvió tímido, temeroso. Perdió su valentía. Versículo 7, Dios no nos ha dado espíritu de cobardía. Él no recibió eso de Dios, sino de poder. Timoteo, ¿dónde está tu poder?
Versículo 8—por tanto, no te avergüences del testimonio de Nuestro Señor. ¿Quieres decirme que Timoteo ha llegado al punto en el que está avergonzado de identificarse con Cristo y conmigo, su prisionero, de Pablo? Él ni siquiera quiere estar asociado con Pablo ni con el Señor. Timoteo, él realmente tiene tantas ganas de salirse.
Él dice: “Mira, tienes que ser participante de las aflicciones del Evangelio. Tienes que esperar hostilidad. Tiene que ser así.” Versículo 12, Pablo dice: “Yo sufro y no me avergüenzo. Timoteo, no me avergüenzo. ¿Y por qué tú sí?”.
Versículo 13—Aférrate Timoteo. Guarda la forma de las sanas palabras. Aférrate a lo bueno. Esa es la verdad, la doctrina. Aquello que te fue encomendado. Guárdalo mediante el poder del espíritu que mora en nosotros y después, él dice en el versículo 15: “Por favor, no te vayas”. El resto de la gente se ha ido. No te vayas. El resto de la gente me ha abandonado.
¿Entiende usted lo que está pasando? La presión venía de afuera. El ministerio era difícil y Timoteo dijo: “No necesito esto. No puedo enfrentar esto. No va a ningún lugar. No me están escuchando. La Iglesia no está cambiando. No está funcionando.” Y después, añada a eso el hecho de que en el capítulo 2 versículo 1, él dice: “Esfuérzate en la gracia” y usted sabe que Timoteo está siendo muy débil. Él está tratando de fortalecerlo. En el versículo 2, él dice: “Debes enseñar a hombres fieles que puedan también enseñar a otros. Tienes que hacerlo como un soldado que está en la batalla.” Versículo 5—“como un atleta que está en la carrera”—versículo 6—“como un granjero que está plantando en el campo, no puedes renunciar”.
Y después, Timoteo probablemente tuvo algo de presión, indicado en el capítulo 2 versículo 22, huye de las pasiones juveniles. Aquí está Timoteo, él está siendo golpeado. Por fuera la gente no está escuchando lo que él está diciendo. Él está peleando y parece que está perdiendo la batalla.
La iglesia se está desintegrando y él está haciendo su mejor esfuerzo por levantarla y después, él está viendo el interior de sí mismo y él ve deseos juveniles y deseos y anhelos en su corazón y él probablemente está en una situación en donde quizás se está diciendo a sí mismo: “¿Quién soy yo para ministrar por la causa de Cristo? Quizás la razón por la que esto no puede salir adelante es porque tengo tantas batallas espirituales en mi propia vida, y ¿qué derecho tengo yo de hacer esto?”
Y él está peleando contra esos deseos y Pablo le dice: “Huye de esas cosas. Huye de esas cosas. Sepárate de esos deseos pecaminosos. Sepárate de la enseñanza falsa, falsa doctrina que come como gangrena. Aléjate de esa basura y busca la justicia, la fe, el amor y la paz. Ve con gente que invoca a Dios de un corazón puro. Mantente alejado de las preguntas necias y que son ignorantes”. Realmente está tratando de reorientar a Timoteo, reorientarlo.
Ahora, con eso en mente, regresamos al capítulo 4 y traté de entender mejor lo que esta exhortación significa. Versículo 14—no descuides el don que hay en ti. Esto es tan importante. ¿Qué es lo que Pablo le está diciendo a Timoteo? Escuche con cuidado. Él le está diciendo: “Timoteo, este ministerio en el que estás involucrado no es por tu decisión”. ¿Entiende eso? Tú fuiste dotado para esto por el Espíritu Santo. Fuiste dotado para esto por el Espíritu Santo. Tú no escogiste esto.
Entonces, al tratar de llamar a Timoteo a cumplir con su llamado, él comienza al decir: “Has recibido un don espiritual para esto”. Esa es la razón por la que usted no puede darle crédito a un hombre por su don, porque no es algo que él escogió o que él buscó. Es de él por gracia soberana.
No descuides el don que hay en ti. Deja de descuidar lo que el espíritu de Dios te ha dado. Deja de descuidarlo. Por cierto, es un imperativo presente activo. Es un mandato y es una idea continua que nos lleva a decir que bien podría ser: “Deja de estar descuidando” porque él ya está en el proceso de descuidarlo.
El don, carisma, ¿qué es eso? Ese es el don de gracia. ¿Qué es eso? Sabemos eso. Lo hemos estudiado muchas veces. A todo creyente se le ha dado un don. ¿Cuál es ese don? Es simplemente un medio o un canal mediante el cual el Espíritu de Dios ministra a través de usted a otros.
Para mí, es el don de enseñanza o predicación. Para usted podría ser el don de ayuda o dar, oración, don de liderazgo, lo que sea. Sabemos que esos dones son presentados en listas en Romanos 12, 1 Corintios 12, Efesios 4 se refiere a ellos, y también 1 Pedro 4:10-11.
Entonces, a todos se nos dan dones. Me gusta llamarlos, capacidades divinas mediante las cuales el Espíritu ministra. Son dados soberanamente. El Espíritu de Dios da esos dones a nosotros conforme Él soberanamente los diseña.
La iglesia, toda esta pluralidad de personas, es como un cuerpo. Toda parte del cuerpo, como un cuerpo humano, tiene una función. Algunos son dedos y algunos son dedos de los pies y algunos son piernas y algunos son brazos y ojos y orejas y demás. Toda persona encaja en el cuerpo y todos tenemos dones para mezclarnos, para constituir un cuerpo que pueda crecer y nutrirse apropiadamente y alcanzar a otros.
Entonces, Pablo le dice a Timoteo: “Primera razón por la que debes cumplir tu llamado, es porque fuiste dotado para esto, fuiste dotado para esto”. El don de Timoteo fue un don para la propagación directa de la Palabra. Esa es la razón por la que el Señor es tan claro en mandarlo a través de Pablo: “Enseña la Palabra. Predica la Palabra. Manda y enseña. Manda y exhorta.” Él lo dice una y otra vez, 1 Timoteo, 2 Timoteo.
Continuamente le está diciendo a Timoteo que enseñe, enseñe, enseñe. Que haga la obra de evangelista. Cumple tu ministerio. A él se le dieron dones en el área de evangelismo, predicación, enseñanza, liderazgo. Todos mezclados para ser el don que él había recibido.
Cada uno de nosotros tiene un don y ese don es la mezcla de todas estas áreas que el Espíritu une y nos la da. Es como un pintor, que tiene 10 colores en una paleta, y él quiere pintar algo y él puede pintar un número infinito de colores usando su paleta solo con 10 diferentes colores y lo hace sobre su lienzo solo con 10 colores en su paleta porque él mezcla.
Entonces, el Espíritu de Dios toma un poco de este don y un poco de aquel don y un poco de aquel don y lo pinta como él quiere pintarlo con esa combinación perfecta, para que usted encaje en el cuerpo, para hacer lo que usted y nadie más puede hacer. Entonces, Timoteo, se te ha dado este don para ministerio directo de la palabra de Dios y debes hacer eso. Entiendo eso.
Nadie jamás me ha tenido que decir cuál es mi don. Nunca jamás hice la pregunta. Lo he sabido desde que era joven y entregué mi vida a Cristo. Sabía lo que Dios quería que hiciera. Yo creo que usted recibe su don en la salvación. Ese don puede estar latente antes de que realmente florezca y puedo mirar hacia atrás a mi vida y saber que Dios me había llamado a predicar y enseñar. Eso siempre estuvo en mi corazón, siempre en mi mente. No sabía cómo lo iba a hacer. No sabía si iba a poder hacerlo eficazmente, pero sabía que ese era el deseo de mi corazón, enseñar y predicar la palabra.
Eso, estoy seguro, también fue el deseo de Timoteo, y cuando primero conoció a Pablo, como se registra en Hechos 16, él probablemente estaba tan emocionado por la posibilidad de viajar con este, el más grande de todos los predicadores vivos, que él difícilmente podía contenerse, porque él tenía el deseo de corazón de hacer lo mismo. Yo creo que cuando Dios da el don viene con él la medida de la fe para operar el don. Ese es el deseo de corazón.
Entonces, de manera subjetiva, él dice, “Timoteo, estás dotado para esto”. Objetivamente, vea lo que dice, “objetivamente Timoteo, ese don te fue dado públicamente mediante una profecía”. No creo que él recibió el don mediante la profecía, sino que creo que hubo una afirmación pública de ese don, mediante revelación directa de Dios. ¿Cuándo pasó eso? Pon el capítulo 16 de Hechos, Pablo estaba viajando por Listra, Iconio, y Derbe, en el área de Galacia, y él llegó a esta área.
Se reunió con este joven maravilloso llamado Timoteo, quien se hablaba bien de él, por todo mundo debido a su fe en el Señor, un hombre joven, muy dotado. Él tuvo un legado maravilloso con su madre y abuela, siendo buenas cristianas. Él vino de un trasfondo judío-gentil, lo cual lo hacía capaz de alcanzar ambas culturas. Él era un hombre ideal para que Pablo se lo llevara, y yo creo que fue en ese momento, aunque no lo dice así en Hechos 16, lo dice aquí, que se dio una profecía, una profecía directa de Dios vino y el Espíritu de Dios habló que Timoteo fue apartado para la predicación y enseñanza de la Palabra.
Será muy parecido a lo que pasó en Hechos 13 cuando el Espíritu Santo dijo, “Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra que tengo para ellos,” y hubo una revelación directa para la iglesia en Antioquía de que Bernabé y Saulo fueron apartados para el ministerio. Yo creo que Timoteo pasó por el mismo tipo de situación, en donde Pablo se reunió con el ahí en Hechos 16, muy probable que la iglesia se reunió y el Espíritu de Dios habló a través de uno de los profetas, una profecía directa, una revelación directa diciendo: “Este hombre tiene el don”.
Entonces, él tuvo una confirmación subjetiva, el don interno y el deseo de su corazón. Él tuvo una confirmación objetiva, la voz de Dios hablando directamente, una profecía que esto era lo que debía ser.
Ahora, permítame decir que esto no es normativo. No estoy en el ministerio hoy día porque Dios me dio una revelación. Esto es extraordinario. Esto fue en la era apostólica y esto no es normativo. Hoy día, esa confirmación objetiva externa vendría de la providencia, no de revelación directa. En otras palabras, cómo Dios ordena sus circunstancias, cómo ordena sus oportunidades, cómo ordena su situación, cómo Él guía y dirige y la gente con la que usted se reúne y la oportunidad que usted tiene.
Le dije a un joven, él dijo, “No sé, debo ir al seminario”. Él dijo: “Tengo un deseo tan fuerte por predicar, pero no sé si debo ir al seminario”. Yo le dije: “¿Tienes la oportunidad de ir al seminario?” “Realmente la tengo” “¿Puedes pagar el seminario?” “Sí” “¿Tienes un seminario a cuál ir?” “Sí”. Yo dije, “Bueno, ¿qué te parece? El Señor puede estar ordenando las circunstancias providencialmente, y él dijo, “Oh, quizás tiene razón”. Entonces, ¿qué hace usted si el deseo está ahí y lo subjetivo se conecta con lo objetivo, porque la oportunidad está ahí? Entonces, sabe que bien podría ser la voz de Dios.
La tercera cosa viene al final del versículo 14. Esto también es mencionado. No solo él tuvo el deseo por ministrar a partir del don que estaba en él y se vio empujado a ministrar a partir de la revelación que estaba fuera de él, sino que también la imposición de las manos de los ancianos. Aquí está la confirmación de la iglesia. Si el primero es objetivo y el segundo es objetivo, el tercero es colectivo. La iglesia lo afirma y dice “Sí” y eso pasó en Hechos 16. Ciertamente, la iglesia dijo “Sí, él es un buen joven”. El Espíritu Santo dijo “Sí” mediante la voz de un profeta. Este es el joven. El corazón de Timoteo dijo: “Sí, esto es lo que quiero” y todavía es así, creo yo.
Creo que está el corazón del que desea el ministerio. Está la confirmación de la providencia de Dios en las circunstancias en torno a esto de una manera ordinaria, no una manera extraordinaria, como Timoteo, y en tercer lugar está la afirmación de una asamblea colectiva de líderes espirituales que imponen sus manos y dicen: “Este es un hombre calificado”.
Ahora, lo que él le está diciendo Timoteo es, “Mira, Timoteo, no me importa cuán difícil sea, no puedes renunciar o vas a ir en contra de tu don al llamado directo de Dios y la confirmación de la iglesia”. Digo, esto no es caprichoso. Estás ahí debido a toda esta dinámica espiritual. Ahora cúmplelo. No lo descuides. Cúmplelo hasta el fin.
Ahora, vamos a hablar un poco más la próxima vez de este evento de imponer manos y eso, pero solo quiero que tenga el sentimiento general. ¿Sabe una cosa? Hay tantas personas en el ministerio que entran por un rato, y en cierta manera son como cometas, y fuuuu y se van, velas pequeñas. ¿Se da cuenta? Realmente me sorprende la gente. Me imagino que hay más de lo que pienso, pero algunas veces, creo que solo hay unos cuantos.
Realmente me sorprende la gente que es fiel en ministrar la palabra de Dios hasta el fin de su vida. Son los ministros espirituales de maratón, podrían tener una congregación pequeña, pueden ser desconocidos, pero se quedan ahí. Son fieles y están ahí hasta el final. ¿Sabe una cosa? En el sentido espiritual, mueren con las botas puestas. Todavía están ahí. Me sorprende gente así, porque he visto a tantos que se desvían, tantos abandonan. Algunas deberían hacerlo porque no fueron llamados, en primer lugar. Quizás tenían buenas intenciones. Quizás pensaban que iban a servir al Señor y quizás sirvieron por un tiempo bien, pero el Señor los quería en otra área. No estoy discutiendo con eso, pero los que fueron llamados a estar ahí, dotados para estar ahí, confinados para estar ahí, necesitan quedarse ahí.
Pablo dice en Hechos 20, “No me molesten con encarcelamientos y cadenas. Tengo que terminar mi ministerio. No me digan que evite eso. Tengo que hacer lo que tengo que hacer.”. Y él dijo, “Mi temor más grande es que al predicar a otros”—1 Corintios 9:27—
“yo mismo se ha descalificado”. Ese es mi temor más grande. “Que habiendo hecho eso no esté firme” Efesios 6:11, quiero estar ahí cuando el fin venga.
Usted nunca va a poder evaluar el ministerio de John MacArthur hasta que John MacArthur esté en el cielo. Nunca va a poder evaluar mi fidelidad hasta que Dios… Hasta que vea mi ataúd, porque la verdadera marca del ciervo excelente de Jesucristo, es que Él cumple con su llamado hasta el fin. Porque Él está obligado subjetivamente por la pasión que empuja su corazón, porque ese es su don. Él está motivado externamente, porque Dios le ha dado la oportunidad, el privilegio y ha presentado el ministerio, y él también está motivado, porque está la afirmación y confirmación de los hombres piadosos que colocan sus manos sobre él y dicen: “Realiza el trabajo, hermano mío. Dios te preparó para él.”
Puedo mirar hacia atrás y ver todas esas cosas en mi propia vida. Puedo acordarme muy bien el día cuando me arrodillé y hombres colocaron sus manos sobre mí para apartarme para el ministerio. Puedo acordarme de toda esa afirmación. Tengo el certificado en mi oficina en este momento con todos los nombres de todos esos hombres que dijeron: “Para ti es realizar la obra del ministerio hasta que Jesús venga o tú lo veas” y estoy obligado a eso.
Entonces, cumplir el llamado es una parte vital del ministerio. Eso es parte de ser el tipo de siervo que Dios quiere que usted sea. Bueno, ¿qué le hemos dicho a usted hoy? Permítame tan solo cerrar al decir esto. Dos puntos principales. El ministerio debe ser bíblico y el ministro debe ser un corredor de maratón hasta el final, fiel.
¿Por qué? Amados, el punto es este. Debemos establecer un ejemplo para el tipo de vida que todos debemos vivir. Todos debemos vivir una vida bíblica. Todos debemos ser estudiantes de la palabra de Dios y, escuche esto. Todos, cada uno de nosotros, debemos cumplir el don que Dios nos ha dado y llamado, ¿verdad?
Hay tantas personas en la iglesia que no estudian la palabra de Dios. Simplemente, son muy superficiales y no están sirviendo a Dios. No saben cuál es su don porque nunca han tenido la ocasión, la oportunidad de servir de tal manera que se pueda revelar ese don.
Espero que usted se dé cuenta de que cuando viene aquí al día del Señor realmente es combustible para que usted pueda salir y ministrar, ¿verdad? Este no es el fin. Este es el medio para el fin. Entonces, tiene que preguntarse, ¿dónde está mi ministerio? ¿Cuál es mi llamado? ¿Y lo estoy haciendo? ¿Lo estoy haciendo? Bueno, inclinémonos juntos en oración.
Señor, sabemos que Tú deseas que todo lo que hagamos refleje tu palabra y te damos gracias por esta verdad maravillosa de ser bíblicos en nuestro ministerio, y cuan emocionante es ver lo que pasa en la vida de la gente cuando entienden Tu Palabra preciada.
Señor, nunca queremos tener nada más que un ministerio bíblico, porque hemos visto su poder, impacto. Oramos que tú levantes a más y más hombres, que puedan entregar su vida a la palabra, más y más hombres y mujeres que obedezcan esa palabra y te agradecemos también por el llamado que tienes para cada uno de nosotros, no mejor o peor, no más alto o más bajo, simplemente diferente.
Algunos de nosotros somos llamados a predicar y enseñar, algunos a servir y guiar, algunos a ayudar y dar y orar. Lo que sea, Señor, ayúdanos a hacerlo. Ayúdanos a hacer la pregunta honesta, ¿estoy usando mis sones?, y ¿cuál es mi ministerio? Y Señor, si no conocemos la respuesta, ayúdanos a involucrarnos, a cumplir con el llamado que nos has dado, a conocer el gozo de una vida de servicio.
Entonces, que sus cabezas estén inclinadas por tan solo un momento. Creo que estamos escuchando este pasaje en pedazos. Sin embargo, es tan, tan importante. Esta mañana quizás usted puede estar enfrentando el hecho de que no ha estado sirviendo al Señor. En cierta manera, solo ha estado recibiendo y no dando, un receptor y no alguien que da, un oidor y no un hacedor.
Entonces, quizá solo necesita pedirle a Dios que le ayude a trabajar en un ministerio, usar sus dones. No tiene que ser uno formal. Simplemente, comience a verse a sí mismo como un ministro, como alguien llamado a usar un don que Dios le ha dado a usted y usarlo.
Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org
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