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Esta mañana vamos a comenzar con un estudio de un nuevo libro en el Nuevo Testamento, el libro de Filemón. Y quiero que abra su Biblia en este libro. Es un libro muy breve. Un capítulo, veinticinco versículos, una lección acerca del perdón. El breve libro de Filemón, para aquellos de ustedes que están ahí buscándolo en el índice de su Biblia, se encuentra entre Tito y Hebreos.

De todas las cualidades humanas que hacen de los hombres en algún sentido como Dios, ninguna es más divina que el perdón. Dios es un Dios de perdón. De hecho, en Éxodo, capítulo 34, Dios se identifica a sí mismo de esa manera. El versículo 6 dice: “Después Jehová pasó frente a él” -éste es el Señor hablando de sí mismo- “Jehová, Jehová Dios, misericordioso y compasivo, tardo para la ira y grande en misericordia y verdad, que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado.” Él dice: “Yo soy el Dios del perdón, ese soy Yo.” Salomón dijo: “Honra del hombre es pasar por alto la ofensa,” Proverbios 19:11. El hombre nunca es más como Dios que cuando él perdona.

Ahora, el tema del perdón es, obviamente, enfatizado a lo largo de las Escrituras. Pero hay algunos puntos enfatizados cuando vemos el perdón de Dios subrayado. Uno de ellos, quizás el más conocido, es la historia del hijo pródigo de Lucas 15. Solo voy a hacer referencia al mismo porque sé que usted conoce bien la historia. Un padre tenía dos hijos; y uno de sus hijos estaba cansado de estar en la casa del padre y quería irse y vivir solo y llevar toda su herencia. Y así lo hizo, se fue de la casa, desperdició todo su dinero en el pecado y después, cuando llegó al punto bajo de la vida, quiso regresar y sólo ser un siervo en la casa de su padre, ya que ser un siervo en la casa de su padre sería mejor que ser aquel en quien se había convertido. Ese hijo no era diferente de muchos hijos: avaro, ansioso por tener sus manos en las riquezas que él no se había ganado, tan insensato en términos humanos en el modo en el que él utilizó el dinero en una vida disoluta con aquellos que lo explotaron y lo dejaron en la miseria cuando se le acabó el dinero. Pero lentamente, llegó a entender lo que había pasado porque estaba muriéndose de hambre en una pocilga que realmente reflejaba su vida. Y después, vino el despertar. Él dijo: “Los siervos de mi padre viven mejor que yo, me levantaré e iré a mi padre.”

Parece en la historia del hijo pródigo que el joven no esperaba ningún tipo de perdón. Él sólo esperaba algún tipo de tolerancia suave. Lo único que quería era la oportunidad de decirle a su padre que había sido un vago y que no era digno ya de ser llamado su hijo; pero, ¿podrías hacerme tu esclavo? Sé que he desperdiciado y he perdido todo para hacer tu hijo, pero, ¿podría ser tan sólo un esclavo? Lo único que quiero es un techo sobre mi cabeza y lo único que quiero es un poco de comida mejor que la de los cerdos. Y entonces, él comenzó a regresar. Y es entonces que Jesús nos enseña cómo perdonar.

El padre ni siquiera esperó a que el hijo llegara allí. Él corrió hacia él dijo cuando lo vio venir en la distancia. Sus palabras no fueron groseras. La Biblia dice que cayó sobre su cuello y lo besó repetidamente. Y entonces, Jesús nos dice cómo es el corazón del perdón. Está dispuesto, es pronto a perdonar, no lento. Ni siquiera espera a que llegue el pecador. De hecho, cuando usted lo ve que se acerca desde lejos, usted corre a encontrarlo y usted lo abraza y lo besa. Y cuando él comienza a decir ‘lo siento’, usted difícilmente escucha eso, ni siquiera le da tiempo para terminar. Usted simplemente lo abraza, lo ama, le da el mejor atuendo, le coloca un anillo en su dedo, saca la mejor comida del congelador, cocina la mejor comida que usted puede preparar, enciende la música, se regocija con sus amigos y orgullosamente, invita a que todo el mundo venga la celebración de su hijo que ha regresado. Así es como Dios perdona. Así es como Él quiere que nosotros perdonemos.

El Señor nos advierte también a partir de esa historia del hijo pródigo, que dicho perdón no será valorado. Un perdón así será malentendido. Usted preguntará cómo eso es posible. Bueno, usted recordará, no es cierto, que el hijo que no fue a ningún lugar no valoró esto y estaba enojado con su padre por ser tan perdonador. Y hay muchos hijos que están, en cierta manera en la casa, quienes se enojan y lo llamarán un necio por un perdón tanto torpe y le dirán que debería mandarlo de regreso a pocilga en donde él pertenece. Pero el padre perdonador sólo puede decir que él ama y siempre amará inclusive al que no merece el perdón.

A partir de esa historia, aprendemos cómo es que Dios perdona - de manera dispuesta, total, generosa. Y es sorprendente que en base de eso, que cuando Jesús nos enseñó a orar, las mejores palabras en las que Él podía pensar para nosotros, que tenemos una necesidad tan grande de ser perdonados, fueran las palabras: “Perdona nuestras deudas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Esas palabras realmente colocan nuestros pies en el fuego. Nos dicen que el perdón de Dios hacia nosotros se basa en nuestro perdón a otros. Santiago lo expresó de esta manera en el capítulo 2, versículo 13: “Habrá juicio sin misericordia para aquellos que no han sido misericordiosos.” O, tomándolo en una nota positiva, las bienaventuranzas dicen: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos obtendrán misericordia.” ¿Quiere misericordia? Extiéndala. ¿Quiere perdón? Extiéndalo y perdone como Dios, porque usted nunca se parece tanto a Dios como cuando usted perdona.

Escuche nuevamente las palabras de Jesús en la oración de Sus discípulos en la oración de Mateo. Mateo lo dice de esta manera: “Y perdona nuestras deudas como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.” Y después, él dice: “Porque si perdonáis a los hombres sus transgresiones, vuestro Padre celestial también os perdonará a vosotros, pero si no perdonáis a los hombres, entonces vuestro Padre no perdonará vuestras transgresiones.” Usted no perdona, usted no es perdonado.

Ahora, cuando Pablo estuvo en su primer encarcelamiento romano, él escribió varias cartas, estas son Efesios, Colosenses y Filipenses. Llamamos a esas ‘las epístolas de la prisión’ porque fueron escritas desde la prisión, un encarcelamiento del cual Pablo fue liberado más tarde y después, otro encarcelamiento en el cual habría sido martirizado. Pero el primer encarcelamiento en Roma fue la ubicación en la que Pablo escribió estas epístolas muy conocidas. Particularmente, Efesios y Colosenses nos interesan porque están relacionadas con esta pequeña carta de Filemón. Tanto en Efesios como en Colosenses hay un fuerte énfasis en el tema del perdón. Quiero mostrarle eso, así que tome su Biblia por tan sólo un momento y acompáñeme a Efesios, capítulo 4, versículo 32. Y aquí, el apóstol Pablo le dice a los creyentes efesios - y claro, ésta fue una carta circular que fue por toda Asia menor. Pero él dice a todos nosotros: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos” - y aquí está el mismo principio – “perdonándoos unos a otros, así como Dios en Cristo también nos ha perdonado.”

En Colosenses, capítulo 3, esta carta escrita a la Iglesia en Colosas y también circulada en la Iglesia en Laodicea, y sin duda otras, capítulo 3, versículo 13 dice: “Debemos estar soportándonos unos a otros y perdonándonos unos a otros. Si alguno tuviere queja contra otro, así como el Señor os ha perdonado, así también vosotros.”

Ahora, si usted une todo esto, usted llega a tener la idea tan clara de que Dios es un Dios perdonador y ustedes tienen que ser personas perdonadoras. Eso es básico. De hecho, Dios lo ha perdonado a usted y así usted también debe perdonar. Ese es un principio. El otro es que Dios lo perdonará usted si usted perdona. Y entonces, por un lado las Escrituras dicen que Dios lo ha perdonado a usted, por lo tanto, perdone. Y por otro lado, las Escrituras dicen que si usted no perdona, Dios no lo perdonará a usted y usted habrá violado la relación, la comunión que usted podría disfrutar con Dios. El Señor ha perdonado todos nuestros pecados y por lo tanto, Pablo dice, debemos perdonarnos unos a otros. Y si no lo hacemos, seremos disciplinados por Dios. Ese es el mensaje simple y claro.

Ahora, este principio es presentado en una perspectiva muy clara en Mateo 18 y quiero llevarlo ahí y vamos a hacer todo esto para llegar a Filemón. Quiero mostrarle en Mateo 18 cómo es que este principio es ilustrado en una parábola. Y usted la conoce, si usted estuvo en nuestro estudio de Mateo. Mateo 18, Pedro le dice el Señor en el versículo 21: “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?” El rabino dijo tres, entonces Pedro pensó que él estaba siendo muy generoso. Versículo 22 de Mateo 18: “Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.” En otras palabras, perdona tantas veces como alguien peca contra ti. Simplemente, continúa perdonando de manera interminable.

Y después, él cuenta una parábola que presenta el punto. Y es una parábola que presenta a Dios y el pecador. El rey en la parábola es Dios. El hombre que le debe la deuda grande es el pecador. Versículo 23: “Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.” Esta es una deuda impagable. Una deuda enorme que él nunca podría haber pagado. “A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda.” La deuda era demasiado grande, pero si vendía a todas estas personas a la esclavitud, al menos el rey podría obtener algo. El hombre obviamente lo había defraudado. Probablemente, era uno de esos siervos quien era un recaudador de impuestos y quien estaba a cargo de grandes cantidades de dinero; y había defraudado al rey y ahora lo había perdido todo y no tenía medio de pagar. Y él dijo: ‘bueno, si no puedo recibir lo que me debe, voy a obtener lo que pueda y entonces, vendan a toda su familia a la esclavitud y por lo menos denme eso.’

Versículo 26: “Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.” El tuvo un corazón correcto, él tenía un espíritu dispuesto. Aunque él no podía haberlo hecho, su intención era correcta. “El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.” Ese es Dios y el pecador. Cuando el pecador viene delante de Dios y está convencido por su deuda impagable, él está convencido de su pecado, Dios le dice que no tiene medios para pagarle, ‘debes ser enviado al infierno, debes pagar lo que puedas aunque nunca podrías pagarme lo que me debes.’ Y eso es lo que es el infierno, por cierto, es pasar la eternidad pagando lo que usted podría pagar, lo cual nunca paga la deuda de lo que usted debe de manera total, porque usted ha afrentado a Dios de una manera tan grande como alguien que rechazó a Su Hijo.

Pero este rey es compasivo y cuando él ve la disposición del hombre, él le perdona la deuda. Ahora, aquí viene el punto. “Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.” No era una deuda grande. Lo aferró y comenzó a ahogarlo y a decirle que le pagara lo que le debía. Y la gente que estaba escuchando a Jesús contar la historia, en este punto, habría estado enojada. “Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.”

Esto es impensable. Aquí está un hombre a quien se le ha pagado una deuda inmensa quien se voltea y no quiere perdonarle a alguien una deuda pequeña. “Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?” Y aquí está ese principio. ¿Quiere misericordia de Dios?, muestre misericordia. ¿Quiere el perdón de Dios?, sea perdonador. “Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.”

Hombre, ¡qué historia! ¡Qué historia! Esa parábola es tan severa que hay muchas personas que concluyen que el principio que Jesús enseña no podría posiblemente aplicarse a un cristiano. Pero se aplica. Porque el hombre que no quería perdonar al esclavo ya era un hombre perdonado. Dios ya lo había perdonado, él es un hijo de Dios. Pero lo que eso nos dice es que el Señor algunas veces trata de manera muy dura con Sus propios hijos que no perdonan a alguien más. Aquel a quien Dios ama, Él disciplina y azota a todo hijo que tiene, dice Hebreos 12. Y una de las razones por las que Él disciplina y nos azota y hace que la vida sea tan difícil y llena de aflicción es porque tenemos un corazón no perdonador hacia alguien. Los cristianos, entonces, deben perdonar. Ese es el principio enseñado en las Escrituras, ese es el principio ilustrando la naturaleza de Dios en la parábola del hijo pródigo y ése es el principio ilustrado en esta parábola que es el caso de todo creyente.

Este es un tema, creo yo, no sólo de bendición y comunión con Dios, sino que es un tema de la seguridad de la salvación. Thomas Watson escribió hace muchos años atrás una declaración muy interesante. Él dijo, y cito: “No necesitamos subir al cielo para ver si nuestros pecados son perdonados. Veamos nuestros propios corazones y veamos si podemos perdonar a otros. Si podemos, no necesitamos dudar de que Dios nos ha perdonado.” Fin de la cita. Thomas Adams escribió, y cito: “El que demanda misericordia y no muestra nada de misericordia, arruina el puente por el cual debe pasar.” Fin de la cita.

Entonces, hay un principio en las Escrituras y es este: Usted nunca se parece tanto a Dios como cuando usted perdona. Y dicho perdón debería ser fácil para usted, porque usted ha sido perdonado. Y si usted no perdona, entonces se coloca a usted mismo en una posición de disciplina por parte de Dios, severa. Ahora, la prioridad del perdón no es sólo dada en las Escrituras, en principio, sino que es dada en las Escrituras en parábola; y también, es dada en las Escrituras en términos personales. Y está en el libro de Filemón. Veámoslo.

Aquí está la carta más corta de los escritos inspirados de Pablo y el tema primordial del perdón se presenta no en principio, no en parábola, sino en un caso personal. El hijo pródigo no es una historia verdadera. El rey y el siervo no es una historia verdadera. Esas simplemente fueron parábolas inventadas por Cristo para presentar un punto. Esta, es una historia verdadera. Ahora, vamos a ver el principio encarnado. Leamos los primeros tres versículos.

“Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro, y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.” Ahora, esta es una introducción paulina muy típica. Comienza con la palabra Pablo. Las cartas antiguas siempre comenzaban con el nombre de la persona que las escribía, lo cual tiene sentido. Usted recibe una larga carta y usted tiene que pasar por varias páginas hasta saber de quién es. Pero nunca en tiempos antiguos, siempre comenzaban con el nombre del hombre o la mujer que la escribió. Señala entonces que esta es del apóstol Pablo. Usted puede imaginar que cuando Filemón recibió esta carta él dijo: ‘¿Pablo?’ Su adrenalina comenzó a fluir. Su corazón comenzó a latir muy rápidamente porque Pablo no sólo era el gran apóstol que todos conocían y Pablo no sólo era el que había, en un sentido, fundado la Iglesia primitiva en Colosas, en donde Filemón vivía, sino que Pablo había, de manera personal, llevado al hombre a Cristo. Y entonces Pablo se identifica a sí mismo y ciertamente, hace que el corazón de Filemón lata a mayor velocidad.

Pablo se identifica a sí mismo como prisionero de Cristo Jesús. Esta es una nota que nos dice que él estaba en prisión. Este es el mismo lugar desde donde escribió Filipenses, Colosenses y Efesios. Esta es la cuarta de las epístolas de la prisión, una breve carta a un individuo y la única de esas cuatro escrita a un individuo. Y Pablo dice: “Yo soy un prisionero de Jesucristo”. Él nunca se identifica a sí mismo de esa manera para comenzar ninguna de sus otras epístolas. Usualmente, él quería identificarse a sí mismo como un apóstol, como alguien que había sido llamado por Dios, como siervo de Jesucristo, para establecer algo de autoridad sobre ellos. Para enfatizar su llamado y enfatizar su autoridad. Por cierto, él inclusive hizo eso, en sus cartas a Timoteo. Aunque eran cartas personales, que él estaba escribiendo a un individuo e inclusive en su carta a Tito. En esas cartas, aunque eran cartas personales como esta, él todavía menciona su apostolado porque tenían que recibir su autoridad e implementarla en la vida de una Iglesia que necesitaba corrección y dirección y necesitaba venir a través de ellos como una palabra con autoridad por parte de Pablo.

No obstante, esta no necesita eso. Él no está estableciendo algún mensaje de autoridad sobre la Iglesia; él está hablando de manera tierna, personal, cálida, compasiva a un amigo. Y esta es una apelación a su corazón, una apelación a su compasión, a su amor. Y entonces, no hay necesidad de referirse a su posición apostólica o su llamado o autoridad. Él dice ‘yo soy prisionero de Cristo Jesús’. Es una nota maravillosa porque es la manera en la que usted esperaría que Pablo reaccionara a los romanos. Los romanos pensaban que él era un prisionero de Roma. Ellos lo habían capturado. Lo habían encarcelado. Él estaba bajo su autoridad. Pero desde su punto de vista, él era un prisionero de Jesucristo. Él estaba en la cárcel porque Cristo lo colocó ahí, no porque Roma lo puso ahí. Y si en algún momento usted tiene dudas acerca de eso, lo único que tiene que hacer es recordarse a sí mismo de algunas de las cosas que él dijo mientras que estuvo en la prisión, específicamente está al final de Filipenses: “Saludad a todo santo en Cristo Jesús, todos los santos os saludan, especialmente los de la casa de César.” El Señor lo tenía en la prisión y mientras que él estuvo ahí, él estaba evangelizando la casa de César.

En varias ocasiones en Efesios, capítulo 4, versículo 1, capítulo 6, versículos 19 y 20, como también Colosenses, capítulo 4, él se refiere a sí mismo como un prisionero. Pero fue debido a predicar a Cristo y fue por causa de Cristo y fue por la voluntad de Cristo que él fue un prisionero. Y él está diciéndole esto a Filemón, y creo que esto es muy sabio porque él realmente está diciendo de manera algo sutil a Filemón: “Mira, Filemón, si puedo hacer esto por Cristo, ¿puedes hacer tú por él lo que yo te pido? Si yo puedo soportar la tarea más dura de estar en esta prisión, ¿puedes hacer la tarea más fácil que te voy a pedir que hagas y esto es perdonar?” Pablo es muy sabio. Él tiene mucho tacto. Porque tan pronto como Filemón escucha la palabra Pablo, su amor comienza a hervir. Y tan pronto como él lee “un prisionero de Cristo Jesús”, sus ojos podrían llenarse de lágrimas conforme piensa en este amado hombre que lo llevó a Cristo, este gran apóstol, llevando el dolor y la agonía del encarcelamiento. Y conforme él piensa acerca de todo lo que Pablo ha sufrido para llevar el Evangelio a personas como en él, esto debe tener un efecto en su disposición de hacer lo que Pablo le pide que haga.

Y después, Pablo incluye: “Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo…” Timoteo no es el coautor. Timoteo es simplemente un compañero que está presente, un hermano en Cristo. Timoteo había estado con Pablo en su tercer viaje misionero - Hechos capítulo 19. Él estaba familiarizado con los creyentes en Colosas, probablemente había conocido a Filemón y entonces, esta sería una palabra de alguien que Filemón conocía. Pero hay otros con Pablo que Filemón pudo haber conocido. Digo, estaba, hasta donde podemos saber, si unimos todo lo que está pasando aquí en Roma, estaba Tíquico, Epafrodito, Aristarco, un compañero de prisiones. Estaba Marcos, estaba Jesús Justo, estaba Epafras, estaba Lucas y estaba Demas. ¿Por qué no habla de estos hombres? ¿Por qué no hace una referencia a ellos? Bueno, lo hace al final de la carta. Pero al principio de la carta, él menciona a Timoteo. Y al resto de ellos, los menciona al final de la carta.

¿Por qué? Yo creo que es porque Timoteo con frecuencia sobresalía en la parte de introducción de la carta porque Pablo sabía que algún día, él le iba a entregar la estafeta del liderazgo espiritual primordialmente a las manos de Timoteo y él quería colocar a Timoteo en el lugar de alguien que tuviera la función de un líder. Y entonces, él se identificó con Timoteo de cerca, muy de cerca, de hecho, consigo mismo.

Y entonces, es de Pablo, junto con el saludo de Timoteo a Filemón. Este es el hombre quien es la cabeza de una familia Colosas. Colosas era una ciudad pequeña. La Iglesia ahí probablemente era muy pequeña. Y la Iglesia se reunía en su casa. Entonces, sabemos que él era un hombre rico. La mayoría de las personas en el Imperio Romano que se convertían en cristianos eran esclavos. Algunos de ellos eran hombres libres, esto es esclavos antes y ahora, eran libres. Había pocos que eran ricos, no muchos nobles, no muchos poderosos. Y cuando usted tenía una persona rica que se convertía, tenían una casa. Los esclavos y los hombres libres no tenían cosas así. La mayoría de los hombres libres vivía en apartamentos o en cuartos y pagaban una suma modesta. La gente rica era dueña de sus propias casas.

Entonces, aquí hay un hombre con cierta capacidad económica que tiene a la Iglesia reuniéndose en su casa. Él lo llama nuestro hermano amado y colaborador. Y eso significa nuestro querido amigo, una descripción familiar que Pablo utiliza tanto acerca de individuos como grupos, agapētos, el amado. Colaborador, simplemente nuevamente un término utilizado por Pablo muchas veces para hablar de personas que trabajaron con él. Entonces, aquí hay un hombre que él amaba y un hombre que había trabajado junto con él.

Ahora, esta amistad probablemente se desarrolló en Éfeso - simplemente como una nota -porque Pablo nunca fue a Colosas. Cuando dije que él fue responsable de haber fundado la Iglesia ahí, fue porque él fundó a Éfeso, se quedó ahí tres años y a partir de Éfeso, todas estas iglesias en Asia Menor fueron plantadas. Sin duda alguna, durante el tiempo que Pablo estuvo en Éfeso, este hombre fue convertido, llegó a conocer a Pablo de un modo personal, aunque él vivió a algo de distancia en la ciudad pequeña de Colosas. Entonces, a partir de ahí habían desarrollado una amistad. Y ahora Pablo va a arriesgar su amistad. Realmente lo hará. Esta es una carta directa. Él va a pedirle Filemón que haga algo en el área del perdón que es crucial.

Además, el versículo 2 dirige la carta a Apia, nuestra hermana. Sin duda alguna, es su esposa. La mejor lectura es “Apia, nuestra hermana, nuestra hermana en Cristo”. Y nuevamente, esta ciertamente es la esposa de Filemón y también una amiga de Pablo. Y después, él dice: “a Arquipo nuestro compañero de milicia”. Lo más probable es que éste era su hijo. Su hijo, Arquipo, un hijo mayor y un cristiano noble quien había estado al lado de Pablo en la batalla espiritual en algún lugar, peleó valientemente en esa guerra y es reconocido por su vida espiritual.

Ahí en Colosenses 4:17 se vuelve a mencionar a Arquipo. Nunca se vuelve a mencionar a Filemón y tampoco a Apia. Pero a Arquipo se lo vuelve a mencionar allí en donde Pablo escribe a la Iglesia colosense. Él le dice Arquipo: “Arquipo, cuida del ministerio que has recibido en el Señor para que lo cumplas.” Entonces, este joven estaba en el ministerio. No sabemos hasta qué punto, o en qué área específica. Pero aquí estaba un padre y una madre con una Iglesia en su casa y un hijo que estaba en el ministerio. Él había servido, sin duda alguna, en Colosas y también había servido en Laodicea, como la nota al final de la carta a los colosenses lo indica. Entonces, esta pequeña familia es muy importante en la vida de Pablo y con el tema del perdón en juego, se vuelve una oportunidad para que Pablo presente un punto muy importante que el Espíritu Santo quiere que enseñe.

Al final del versículo 2, ‘la Iglesia en tu casa’. Ahora, Pablo quería que la carta fuera leída ahí. Era una carta privada, pero él quería que se leyera para que la Iglesia entera hiciera que Filemón le rindiera cuentas a ellos. Por esto que Pablo le escribe, para que todos pudieran aprender la lección del perdón y para que todos supieran cómo tratar al hombre perdonado.

Ahora, necesito señalar para usted que cuando usted regresa en tiempos antiguos, la mayoría de las iglesias se habrían reunido en un hogar, si no es que se estaban reuniendo afuera. Los edificios para las iglesias no comenzaron sino hasta el siglo tercero. Se estaban reuniendo en hogares. Esto era muy típico. Inclusive, todavía hay lugares en el mundo en donde las iglesias todavía en la actualidad, se reúnen en hogares. No hay nada especialmente sagrado acerca de eso, pero los edificios para las iglesias realmente no se desarrollaron sino hasta el siglo tercero. La iglesia más antigua conocida se ha encontrado en la parte este de Siria en un lugar llamado Dura Europos y se cree que se remonta al año 232 d. C. Eso estaría en el siglo tercero. Entonces, en esta época, antes de que los edificios de las iglesias fueran construidos como tales, se estaban reuniendo en hogares. Y había una Iglesia que se reunía en su casa.

En el versículo 3 encontramos nuevamente el saludo estándar. No voy a pasar mucho tiempo en esto. Él dice ‘gracia y paz a vosotros de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo’. Ahí está el saludo cristiano estándar típico. Gracia, el medio de la salvación, paz, el resultado de la salvación. Y también quisiera señalar, no puedo resistir decirlo, que cuando dice de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo, la unión de estos dos nombres sería blasfemia si Jesús fuera un hombre o ángel. ¿Puede entender eso? Esto debe ser entendido como una afirmación de la deidad de Jesucristo. Si Jesús fuera un hombre, hacer este tipo de combinación habría sido blasfema. Si Jesús fuera un ángel, hacer este tipo de combinación habría sido blasfemo. Porque es decir que la gracia que salva y paz, que es el resultado de ella, tiene como su fuente tanto de Dios como el Señor Jesucristo. Y por lo tanto, deben ser divinas ambas. De esta manera, Pablo introduce esta carta, la única de sus cartas desde la prisión a un individuo.

Ahora, mucho se ha escrito acerca del propósito de esta carta. Y no quiero pasar mucho tiempo en esto, pero quiero darle una idea de cómo esta carta ha sido enfocada. Algunos creen que el propósito de esta carta es demostrar la naturaleza del amor cristiano, y ciertamente eso está presente aquí. Algunos sugieren que el propósito es revelar la obra de la providencia de Dios y ciertamente, existe ese elemento. Algunas personas sugieren que es un ejemplo de modales apropiados y cortesía cristiana, no hay mandatos, no hay nada ofensivo, simplemente el ruego de amor y ciertamente, eso es verdad. Algunos creen que su propósito es dar principios para mantener buenas relaciones cristianas. De hecho, estaba hablando recientemente con un hombre que está escribiendo un libro de Filemón y ése es el enfoque que está adoptando. Algunos sugieren que el propósito de la carta es revelar el efecto de la conversión en la cultura y la sociedad. Algunos creen, y muchos creen esto, que es un ataque en contra de la institución de la esclavitud y el propósito de Filemón era derribar la esclavitud. Bueno, ciertamente los principios de Filemón tendrán un efecto en los abusos de las relaciones de esclavos, no hay duda al respecto.

Pero debe ser señalado porque este último es el enfoque más popular, aparentemente, que en ningún lugar en las Escrituras se hace un esfuerzo para abolir la esclavitud. Y en ningún lugar, ninguno de los profetas o predicadores o maestros o apóstoles del Nuevo Testamento jamás atacaron la esclavitud. Pero cualquier llamado a la vida justa, cualquier llamado al amor santo, eliminará los abusos que están en cualquier sistema social. De hecho, por el contrario, a lo largo del Nuevo Testamento, hay muchos, muchos textos en donde la esclavitud se convierte en un modelo de principios cristianos. La esclavitud se convierte en un retrato, por así decirlo, de cómo nos relacionamos con Dios como Sus esclavos y Sus siervos. Y de manera repetida, sea en Efesios 6 o en Colosenses 4 o en 1 Timoteo 6:1 y 2 o en 1 Pedro 2:18, a los esclavos se les manda a ser obedientes, sumisos y leales y fieles a sus amos sin importar cómo actúan y a los amos se les dice que traten a sus esclavos con amor e igualdad y bondad y justicia, sin importar lo que puedan hacer. Entonces, mientras que nada ataca a la institución de la esclavitud, todo en el principio cristiano ataca a los abusos que cualquier sistema social, incluyendo la esclavitud. La esclavitud era parte del Imperio Romano a tal grado que la sociedad entera dependía de ella, estaba edificada sobre ella.

Ya para el tiempo de Cristo, la esclavitud no necesariamente era lo que pensamos que es en la actualidad. Había sido modificada. Se habían promulgado algunas leyes y en muchos casos, los esclavos eran tratados muy bien. De hecho, si usted lee algo de la literatura antigua alrededor del tiempo de Cristo, usted encontrará que la mayoría de los escritores dicen que un hombre estaba mucho mejor como esclavo que como un esclavo que había huido, mucho mejor como un esclavo que inclusive como un hombre libre, porque como esclavo se le aseguraba el cuidado y el alimento y un lugar en donde dormir. Y si él tenía un amo bueno y amable, la vida era muy próspera para él.

Los esclavos para el tiempo de Cristo podían estar totalmente preparados académicamente en toda disciplina, y muchos de ellos, inclusive, entraban en profesiones médicas. Los esclavos podían disfrutar del beneficio de ser dueños de su propia propiedad y de desarrollar su propia economía. Los esclavos podían dejar sus patrimonios a sus propios hijos. Entonces, ya para el tiempo de Cristo, la esclavitud se había alejado de muchos de los primeros abusos, aunque esos abusos todavía ocurrían en algunos casos. Y vemos eso inclusive en el libro de Santiago, en donde algunos cristianos debieron haber sido sus esclavos o siervos y habrían sido tratados de una manera física muy mala y muy grosera y de manera muy abusiva. Pero la esclavitud estaba cambiando y el Evangelio cristiano estaba llegando a ese mundo y los predicadores cristianos no iban a cambiar el enfoque de un enfoque espiritual a uno social. Usted simplemente puede imaginarse si Jesús y los apóstoles hubieran comenzado a atacar la esclavitud, lo que habría sucedido en el Imperio Romano. Sesenta millones de esclavos revelándose habría sido una situación increíble. La sociedad habría caído en un caos y en un problema que usted podría imaginarse cuando una rebelión así hubiera comenzado, los esclavos habrían sido aplastados y habrían sido masacrados de manera salvaje.

Entonces, había algunas razones en la manera cambiante del Imperio Romano de ver algo de esperanza por abolir la esclavitud y esa esperanza habría venido a través de corazones cambiados. Las semillas del fin de la esclavitud fueron sembradas en el Imperio Romano mediante el Evangelio cristiano y eventualmente, la esclavitud murió, así como en todo lugar en el mundo la esclavitud ha muerto cuando vino el Evangelio cristiano. Y ciertamente, fue el caso en Estados Unidos eventualmente. El cristianismo, como puede ver, introduce una nueva relación entre un hombre y otro hombre, una relación en la cual las diferencias externas no importan y somos unos en Cristo, judíos, gentiles, esclavos o libres. No hay ni griego ni judío, dijo Pablo, circuncisión o falta de circuncisión, bárbaro, esclavo libre. Esto no ataca a la institución de la esclavitud. De hecho, hace lo opuesto. Le dice a un esclavo que regrese a su amo y sea el tipo de esclavo que debe ser de un amo amoroso y fiel. Su tema entonces es el perdón. Ése es su mensaje, esa es su intención. La historia detrás de la carta lo presenta de una manera absolutamente clara. Permítame leerle la historia y vamos a hacer algunos cuantos comentarios acerca de ella.

Versículo 4: “Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones, porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos; para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús. Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos. Por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que conviene, más bien te ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo; te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones, el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil, el cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como a mí mismo. Yo quisiera retenerle conmigo, para que en lugar tuyo me sirviese en mis prisiones por el Evangelio; pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuese como de necesidad, sino voluntario. Porque quizá para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre; no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor. Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo. Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta.” Nos detendremos ahí.

Esta es una historia increíble. Filemón fue llevado a Cristo por Pablo. Probablemente, durante los tres años de Pablo en Éfeso, como dije, aunque él vivió en Colosas, él conoció a Pablo. Él tuvo un esclavo y el nombre del esclavo era Onésimo. Y la relación de estas dos personas, Filemón y Onésimo, es realmente el contexto de este llamado al perdón. La historia es fascinante.

Años habían pasado desde la conversión de Filemón. Pablo ahora es un prisionero en Roma. Filemón está activo en el ministerio en su Iglesia. Él tiene a la Iglesia reuniéndose en su casa. Él está ocupado sirviendo, refrescando a los hermanos por su utilidad. Su esclavo, Onésimo, no es un creyente, probablemente sintió el calor de la familia creyente, Apia, su esposa, habiéndose convertido y Arquipo, su hijo. Onésimo decidió que él estaba mejor huyendo, aunque la familia que lo había empleado era una buena familia. Y entonces, huyó. Como lo indica el texto, cuando él huyó, se llevó algo de dinero. Se lo robó a su amo.

Ahora, la esclavitud estaba cambiando, pero no estaba cambiando tanto como para que un esclavo pudiera robar. No estaba cambiando tanto como para que un esclavo pudiera huir. Algunos nos dicen que en algunos lugares, todavía estaba en vigencia la pena de muerte por alguna actividad así. Podían perder su vida. En otros decían que el castigo era un encarcelamiento severo o inclusive castigo corporal físico. Onésimo, había cometido a la luz de la ley romana un crimen, un crimen serio y se había ido y había intentado esconderse. Algunas veces, cuando un esclavo huía y era atrapado, le colocaban una letra F, le quemaban una letra F en su cabeza. F para fugitivus, fugitivo. Algunos de ellos, sabemos en la historia, que eran crucificados. Algunos fueron torturados. El huir era una ofensa seria. Supongo que él habría huido a donde él habría podido huir, él huyó a Roma porque esa era la ciudad más grande. Se estima que la población en ese entonces era de 870,000 personas. Y él pensó que se podría esconder en el mundo de Roma y tratar de sobrevivir. Hablamos acerca de las personas que viven en la calle en la actualidad. Hablamos de las personas que no tienen un hogar. Él sería uno de ellos. Él habría estado viviendo ahí en la calle, durmiendo en los callejones de atrás, en los agujeros en el piso.

Un estudio del tesoro sagrado de los romanos para los años 81 al 49 a. C., incluyó impuestos por manumisión. La manumisión significa la liberación de esclavos. La esclavitud estaba cambiando tan rápido que la gente estaba liberando a sus esclavos. Cada vez que ellos liberaban a un esclavo, 5% del valor de ese esclavo tenía que ser pagado al gobierno. Al encontrar este antiguo estudio de los años 81 al 49 y al usar la cantidad de dinero que se registra en los registros, la conclusión es que en ese período de 30 años, fueron liberados 500,000 esclavos. Simplemente en este período de 30 años. Los registros de César Augusto muestra que cuando los amos morían, los esclavos típicamente eran liberados al por mayor. Si un amo moría, todos sus esclavos eran liberados. Esto se volvió un problema tan serio, usted tenía a 500,000 y todos se están mudando a las ciudades y han sido liberados; y usted tenía personas que se estaba muriendo y liberando a todos sus esclavos y el número era tan grande que el gobierno tuvo que promulgar una ley. Y en el tiempo de César Augusto, la ley era que cuando un hombre moría, él no podía liberar más que cierto porcentaje de sus esclavos. Si él tenía cinco, él podía liberar a uno. Se tenía diez, podía liberar a dos. ¿Por qué? Porque había muchas personas que no tenía empleo y vivían en las calles por todos lados en el Imperio Romano.

Aunque los esclavos habían adquirido la mayoría de sus derechos de los hombres libres, aunque podían ser preparados en todos los campos, aunque tenían mejores condiciones de vida que los hombres libres, cuando se quedaban en el lugar en donde habían sido empleado por sus amos, ellos tenía mejor alimento, mejores ropas, eran tratados mejor, eran parte de una familia, solían enseñar a los hijos, les proveían cuidado médico a los hijos, cuidaban de las finanzas, se les permitía casarse, se les permitía poseer propiedad, podían desarrollar su propia vida, se les permitía estar en toda religión, aun así, muchos de ellos corrían. Huían. El sueño de la libertad. Y terminaban en una situación peor.

¿Quién sabe qué tipo de desastre estaba Onésimo? Y por la providencia impresionante de Dios - piense en esto. En una ciudad de alrededor de 870,000 personas o de casi un millón de personas, él se encontró con el apóstol Pablo. Ahora, usted tiene que imaginarse que él tenía algunas necesidades personales, ¿verdad? Y quizás, él sabía que Pablo estaba predicando ahí y él quería escuchar a este hombre predicar.

Aunque Pablo había sido prisionero, él debió haber tenido algo de acceso. Un encarcelamiento así pudo haber adoptado diferentes formas, lo cual le dio a Pablo no solo acceso a sus amigos, lo cual se manifiesta en que tenían alguna relación con él, pero inclusive con los incrédulos. Pablo persuadió a Onésimo a convertirse en cristiano y se convirtió. Su vida fue transformada. No sólo eso, se convirtió en una ayuda para Pablo. Nos dice, como lo señalamos en el texto, que él se volvió en un siervo muy alentador para Pablo en su confinamiento. Quizás él le cocinó alimentos y se los trajo a él para que lo nutrieran de manera apropiada. Quizás, él le proveyó información. No sabemos. Pero por mucho que Pablo lo amaba, por mucho que Pablo y quería quedarse con él, Pablo sabía que había algo que tenía que ser corregido. Él era un criminal, este hombre. Y la relación entre Onésimo y Filemón no estaba bien. Y usted sabe que Filemón todavía tenía esta amargura contra un amigo muy cercano, ya que Onésimo, aunque era un esclavo, habría sido un esclavo del hogar y un compañero muy cercano. Onésimo estaba mal. Filemón era un buen amo cristiano. Filemón había sido ofendido mucho por Onésimo, porque financieramente le había robado y también, perder a su empleado de esta manera significaba que tenía que contratar a alguien más y tenía que pagar otro precio por alguien más.

Entonces, Pablo sabía que él tenía que regresar. Él tenía que regresar con una actitud de arrepentimiento y él tenía que regresar y pedirle perdón a Filemón. Y la oportunidad se presentó a sí misma para enviarlo de regreso. ¿Por qué? Pablo había terminado Colosenses y había terminado Efesios; e iba a enviarlas de regreso a esas dos iglesias con un hombre llamado Tíquico. Y entonces, era la oportunidad perfecta de enviar a Filemón, a su esclavo que había huido.

En Colosenses, capítulo 4, simplemente una nota: “En cuanto a todos mis asuntos,” dice él, “Tíquico, nuestro amado hermano y siervo fiel y compañero de milicia en el Señor, te traerá la información,” después, versículo 9 “y con él, Onésimo.” Entonces, él está enviando a Tíquico con estas dos cartas y con él a Onésimo. Ahora, eso es arriesgado porque Filemón tendría el derecho de castigar a Onésimo. Pero Pablo decide enviarlo de regreso de cualquier manera, pero no sin una carta; y entonces, él envía esta carta. Y en ella básicamente dice que tiene que perdonar a este hombre. Tiene que estar dispuesto a ser misericordioso. Tiene que tratar a este esclavo del mismo modo que Cristo lo trató a él. El mismo principio que él pone en Efesios 4:32, Colosenses 3:13. Perdónalo como tú has sido perdonado. Y ese es básicamente el trasfondo de esta historia.

¿Qué sucederá cuando él regrese? Bueno, el resto de este libro, desde el versículo 4, se divide en tres partes. Simplemente las voy a mencionar. Se divide en tres partes. La primera parte, versículos 4 al 7, básicamente trata con la virtud espiritual del que perdona. Este es simplemente un mensaje emocionante y eso es de lo que hablaremos la próxima vez. La virtud espiritual del que perdona, ¿qué tipo de persona es una persona que perdona? Vamos a ver eso en los versículos 4 al 7. Después, la segunda parte del libro es la acción espiritual del que perdona. Primero, vemos la virtud de un perdonador y después, vemos la acción de un perdonador, versículos 8 al 18. Y después, de los versículos 19 al 25, está la motivación espiritual del que perdona.

Ahora, ya para cuando terminemos con este libro, sólo vamos a necesitar tres mensajes más para terminarlo. Y usted sabrá cómo es una persona perdonadora en virtud, en acción y en motivación. Y esto es esencial. Vamos a regresar a donde comenzamos, amados, cuando comencé esta mañana diciendo esto: usted nunca se parece tanto a Dios como cuando usted perdona. Y usted ha sido perdonado y por lo tanto, debido al perdón de Dios en Cristo, ustedes deben perdonarse unos a otros y si no se perdonan unos a otros, entonces Dios a nivel de relación, va a mantener Su distancia alejado de usted y va a colocar Su mano de disciplina en usted en lugar de colocar Su mano de bendición.

Hágase usted la pregunta: de todos los temas acerca de los cuales Pablo pudo haber escrito, ¿por qué escogió tema del perdón? Esta pequeña carta rara, fuera de orden, tangencial en medio de estas grandes epístolas, para hablarle a un hombre acerca de perdonar a un esclavo. ¿Por qué tanto problema? De nuevo, le vuelvo a decir, porque nunca un creyente se parece tanto a Dios, tanto a Cristo, como cuando él o ella perdona, porque esa es la naturaleza de Dios y la naturaleza de Cristo, la cual es aplicada de la manera más maravillosa a nosotros en la salvación.

Nosotros leemos a lo largo del Nuevo Testamento, ¿no es cierto?, Sean como Cristo, sean como Cristo, anden como Él anduvo, recuerden a Jesucristo, sean imitadores de mí, así como yo de Cristo. Y haya pues en vosotros este sentir, esta manera de pensar que hubo también en Cristo. Bueno, ¿qué significa eso? Todos debemos ser como Cristo. ¿Qué significa ser como Cristo? Bueno, claro que significa ser ¿Qué? Perdonador. Porque así es como lo conocemos, el que nos perdonó todos nuestros pecados.

La naturaleza del perdón de Dios es vista en la parábola del hijo pródigo. Perdón dispuesto, generoso, amoroso. Y la severidad de la disciplina para uno que no perdona es vista en la parábola del rey y el siervo. Este es un tema central en todas las escrituras.

Padre, Te damos gracias en esta mañana porque hemos tan sólo podido introducir este maravilloso libro pequeño y creemos que en las siguientes semanas, conforme estudiamos sus verdades, Tú vas a transformarnos para que nos volvamos más como Jesucristo, quien perdonó todos nuestros pecados y quien estableció el patrón para que nosotros nos perdonáramos unos a otros.

Señor, estoy seguro de que inclusive conforme estamos aquí en esta mañana, en este momento de oración, viendo a nuestros propios corazones, podemos identificar alguien a quien necesitamos perdonar, alguien que nos ha hecho algo malo, alguien que no ha sido amable, ha sido injusto, alguien que ha hecho que la vida sea difícil, dolorosa, alguien que nos ha engañado, nos ha traicionado, nos ha robado algo preciado - tangible o intangible - alguien que nos ha representado de manera errónea. Pero Señor, necesitamos perdonar. Porque ¿cómo podremos ser como Tú si no perdonamos a aquellas personas necias que pecan en contra de nosotros, así como el hijo pecó contra su padre? ¿Cómo podemos ser como Tú si salimos y ahogamos y sofocarnos a una persona que no nos perdona cuando demandamos perdón de Ti?

Padre, haznos perdonadores. Conforme estudiamos este breve libro, que desarrollemos la virtud, la acción, la motivación de aquellos que perdonan. Oramos en el nombre de Cristo. Amén.

 

 

 

 

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