Esta mañana en nuestro estudio de la Palabra de Dios junto, regresamos a la carta de Pablo a Filemón, la epístola a Filemón. Esta epístola de desde 25 versículos cortos, un capítulo, es una lección viva del perdón. Y este es nuestro tercer estudio de cuatro de esta pequeña epístola. Y de nuevo, en esta mañana, nos sentamos a los pies de Pablo y aprendemos a cómo perdonar. Usted recordará que los primeros tres versículos nos dan la introducción. Después, los versículos 4 al 7 nos mostraron las características de alguien que perdona. Y ahora, en los versículos 8 al 18, llegamos a la acción del perdón mismo. Vamos a estar viendo el asunto mismo del perdón.
Para colocar en su mente un pequeño repaso en caso de que lo haya olvidado o que sea nuevo, Filemón fue un cristiano laico que vivió en la ciudad de Colosas. Y en su hogar, la Iglesia de Colosas se reunía. Él había sido llevado a Cristo por Pablo, su esposa fue Apia, su hijo, Arquipo. Ellos tuvieron un esclavo llamado Onésimo. Onésimo huyó. Él fue un fugitivo, un esclavo que huyó. Él quería su libertad. Terminó en Roma.
Y cuando él estuvo en Roma, de alguna manera, por la providencia de Dios, él se encontró con el apóstol Pablo. Pablo estuvo como prisionero en una casa, en una casa rentada y pudo llevar a cabo algo de ministerio. Y de alguna manera, este esclavo que huyó, Onésimo, fue llevado a Pablo; y Pablo lo llevó a Cristo. Ahora, él lo envía de regreso su dueño, Filemón, con esta carta pidiendo a Filemón que le perdone por su abandono, por haber huido, por lo que pudiera haberle debido a Filemón habiéndole robado cosas cuando se fue. Entonces, es un llamado a un hombre a perdonar a alguien que ha pecado contra él, esto es este esclavo Onésimo que huyó.
El tema de este pequeño libro es el perdón. Lo que es interesante es que la palabra nunca es mencionada aquí, es casi como si el Espíritu Santo la hubiera hecho una epístola en donde se “llenan los espacios en blanco”. Está por todos lados, sin embargo, nunca se presenta como perdón. Y, sin embargo, es tan claro para el lector de lo que trata.
Otra curiosidad de este libro es el hecho de que no hay principios doctrinales dados que provean el cimiento para el perdón. Usted asumiría que alguien como el apóstol Pablo, siendo un teólogo, al llamar a un hombre al perdón, le hubiera querido dar la teología del perdón o los principios bíblicos que constituyen el perdón como un mandato, un requisito, un mandamiento. Pero usted no los encuentra aquí. De hecho, conforme usted avanza a lo largo de esta epístola, no se dice nada acerca de principios acerca del perdón.
La apelación, por el contrario, no es una ley o principio o teología o textos bíblicos, sino que la apelación es a amar. Él adopta la postura más elevada. Él sabe que Filemón es un hombre piadoso, él sabe que es un hombre espiritual, él sabe que es un hombre cuyo corazón hacia Dios está bien. Entonces, él no hace apelación alguna la ley, sino que él hace una apelación al amor, lo cual, como dije, es la postura elevada.
Ahora, debemos asumir que Filemón conoció la teología del perdón. Debemos asumir que Filemón conocía los principios sobre los cuales el perdón está edificado. Las doctrinas bíblicas que nos llevan al perdón. Él debió haberlas conocido. Es obvio que él estaba cimentado en el conocimiento de la Palabra.
No obstante, por más que quisiera hacer esa misma suposición de todos ustedes, no puedo. Podría apelar a la postura elevada del amor, pero no estoy seguro de que todos ustedes entienden la teología del perdón que se encuentra detrás de esta apelación. Y entonces, creo que sería bueno que nosotros tomáramos una parte breve de nuestra discusión en esta mañana para establecer algunos elementos básicos del perdón que emanan de las Escrituras que nos motivan a perdonar desde el punto de vista de la Palabra de Dios que tiene autoridad. Permítame darle siete claves o siete elementos o siete características de una defensa bíblica doctrinal teológica del perdón.
Número uno: no es sólo el homicidio el que se prohíbe en el sexto mandamiento, sino una ausencia de perdón. No sólo es el homicidio en sí mismo que es prohibido por el sexto mandamiento, sino una ausencia de perdón. El sexto mandamiento, no matarás. Sino que es una afirmación muy delgada que necesita mucho más contenido para completarla. Y para ese contenido, tenemos únicamente que recordar Mateo, capítulo 5, las palabras de Jesús mismo quien dijo esto: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.”
En otras palabras, Jesús dijo: cuando Dios dijo “no matarás”, Él también quiso decir no odiarás, no tendrás malicia, no te enojarás, no cargarás ira, no tendrás deseo de venganza, no buscarás venganza, no mostrarás una falta de perdón. Dios también prohíbe eso. La teología del perdón, entonces, comienza con el decálogo o con los diez mandamientos. No sólo no debemos matar, sino que no debemos entretener ningún tipo de emoción que, en últimas, termina quitándole la vida de alguien como fin extremo.
Ahora, ¿cómo puedo deshacerme de algunas de estas actitudes de enojo, y hostilidad y falta de perdón y venganza? Bueno, en primer lugar, vea al que usted no quiere perdonar como la creación de Dios. En otras palabras, ame a esa persona y perdónela por aquello que hay de Dios en él. Para cada uno de nosotros que ha sido creado a la imagen de Dios, aunque esa imagen está distorsionada, si yo veo a un creyente quien es un cristiano, él por lo tanto es santo. Y él lleva algo de la imagen moral de Dios. Y puedo perdonarlo por aquello que hay de Dios en él. Si veo a un incrédulo que no es santo, él todavía lleva la imagen natural de Dios. Y puedo perdonarlo por aquello que hay de Dios en él. Si puedo reemplazar mi enojo y mi ausencia de perdón con reverencia, si puedo ver la imagen de Dios en alguien.
Además, Jesús dijo amarás a tu prójimo como a ti mismo. Ciertamente, usted busca ver la imagen de Dios en usted, ¿no es cierto? ¿Acaso no se halla a sí mismo eminentemente digno de perdón? ¿Acaso no le parece difícil entender por qué alguien más no lo perdonaría usted? Ciertamente, usted es pronto para perdonarse a usted mismo en contra de usted mismo. Y usted no lleva amargura contra sí mismo. Usted no busca vengarse contra usted mismo. Y si usted no peca contra usted mismo y usted no desea destruirse a sí mismo, sino desea bendición, usted busca recuperar lo que usted busca. Y entonces, en primer lugar, usted debe reconocer que cualquier odio, cualquier ausencia de perdón es una violación del mandamiento a no matar porque detrás de eso está esa actitud de homicidio que, si pudiera, le quitaría la vida a alguien o lo dañaría, si pudiera.
Además, si usted va a tratar con esta actitud, usted debe reconocer que su ausencia de perdón es simplemente egoísta. Usted tiene que enfrentar su egoísmo. Es exactamente ese afecto inmerecido hacia usted mismo que lo hace engrandecer las fallas de otros que lo ofenden a usted. Lo vuelvo a decir: es un afecto inmerecido hacia usted mismo lo que hace que usted haga más grave las fallas de otros que lo ofenden a usted.
Por otro lado, si usted es humilde y no es egoísta y se niega a sí mismo, usted se verá así mismo como una persona tan baja que ninguna ofensa en contra de usted será considerada importante. Un ego orgulloso, que se estima a sí mismo, se enoja fácilmente y normalmente no perdona porque piensa de una manera tan elevada de sí mismo y después, odia tanto a alguien que lo ofende, que ofende a esta entidad gloriosa. Entonces, usted no nada mas no debe matar, dice Dios. Usted no debe odiar, no debe enojarse y no debe ser alguien que no perdona. Y si usted no perdona, usted manifiesta egoísmo y usted no ve en otros la imagen de Dios. Y usted, de hecho, viola el sexto mandamiento.
Permítame darle un segundo principio básico teológico para el perdón. La persona que lo ha ofendido a usted, ha ofendido a Dios más. La persona que lo ha ofendido a usted, ha ofendido a Dios más. Y si Dios, el más Santo, lo ha perdonado a él del pecado más grande, ¿puede usted, el que es menos santo, perdonarlo a él el pecado menor? ¿Entiende eso? David, quien pecó contra Betsabé, quien pecó contra su marido Urías, quien pecó contra su propia esposa, sus propios hijos, su propia nación. David, quien pecó contra todas esas personas, dijo en el Salmo 51: “contra Ti, contra Ti sólo he pecado.”
En otras palabras, él sabía que sin importar cómo él había ofendido a los hombres, él había ofendido más a Dios. Y si Dios puede perdonar la ofensa más grande, entonces, ¿por qué usted no puede perdonar la ofensa menor? Este es el punto. Ese es el asunto inexplicable en la parábola de Mateo 18 en donde el rey perdona al hombre con la deuda imposible de pagar y después, el hombre no quiere perdonar a otro hombre que le debe una deuda muy simple, sino que lo estrangula y lo arroja a la prisión.
Y el punto es: ¿cómo es posible que puede usted ver a Dios perdonar la ofensa más grande y usted no perdonar la que es menor? Cualquier crimen contra usted es un crimen mayor en contra de Dios. Cada vez que alguien peca contra usted, quizás lo ofenden a usted, pero lo ofenden más a Dios. ¿Por qué? Porque Él es más Santo de lo que usted es. El pecado es más pecaminoso para Él. Es más ofensivo para Él. La misma ofensa puede ser algo serio para usted, pero es mucho más serio para un Dios infinitamente Santo. Sin embargo, Dios perdona de manera misericordiosa. ¿Es usted más justo, es usted más Santo, es usted una corte más elevada, con una ley más elevada?
La verdad es que, si usted no perdona, usted no es como Dios en absoluto, usted es más como el diablo. No olvide esto. Dios le tiene que perdonar mucho para usted. Y no hay comparación entre las ofensas de otro hombre en contra de usted y las ofensas de usted en contra de Dios. Sea en números o en seriedad o en consecuencias, ningún hombre jamás podría ofenderlo a usted en la manera en la que usted ofende a Dios. Y Dios lo perdona a usted.
¿Acaso usted no puede perdonar a otros? Usted merece condenación por parte de Dios y yo también. Pero Él nos da misericordia para todas nuestras trasgresiones. ¿Va a pasar usted toda su vida buscando venganza por las heridas insignificantes que vienen en contra de usted? ¿Qué es la teología del perdón? Recuerde esto: Dios perdona el enojo, el odio y la ausencia de perdón, no sólo el homicidio. Recuerde esto: Él es el más ofendido y Él perdona. Usted, siendo el menos ofendido, debe perdonar.
Principio número tres, muy importante, usted no disfrutará del perdón de Dios si usted no perdona a otros. Hemos señalado eso en Mateo, capítulo 6, versículos 14 y 15, en donde Dios dice que, si usted perdona a otros sus pecados, vuestro Padre perdonará los suyos. Si usted no perdona a otros, Él no lo perdonará a usted. En otras palabras, en el sentido de nuestra relación con Dios, estamos delante de Dios con pecado no perdonado bajo Su disciplina si no perdonamos a otros. Ese es un precio elevado que pagar por una ausencia de perdón. Si usted se rehúsa a perdonar a alguien más, entonces Dios se rehúsa a perdonarlo a usted. Y usted queda aislado de la comunión significativa con Dios si usted es disciplinado.
Número cuatro, usted no disfrutará del amor de los hermanos si usted no perdona. Usted no disfrutará del amor de los hermanos si usted no perdona. En otras palabras, usted nunca podrá participar en comunión gozosa y amor de creyentes cristianos si usted no perdona. ¿Se acuerda usted de la parábola de Mateo 18? ¿Se acuerda usted del hombre que salió y estranguló a este hombre y le dijo “quiero que me des todo lo que me debes”? Y él no le pagó. Entonces, lo arrojó a la prisión hasta que le pagara todo lo que le debía.
Entonces, aquí había un hombre a quien Dios había perdonado, pero él no quiso perdonar a un amigo. En el versículo 31 de Mateo 18 dice: “y todos los amigos de ese hombre fueron al amo, al señor y le dijeron al señor lo que ese hombre había hecho, “Señor, tienes que tratar con este hombre.” ¿Qué es eso? Le voy a decir lo que es: sus amigos cristianos, viéndolo con una actitud que no perdona, van a acudir a Dios y van a decirles: “Dios, tiene que disciplinar a esa persona.” Realmente, allí un retrato de la disciplina de la Iglesia. Los santos reuniéndose delante de Dios y diciendo: “Dios, implementa algo de disciplina en la vida de esa persona.”
Usted va a destruir sus propias relaciones con otros cristianos, quienes entonces van a tener que acudir a Dios y pedirle que lo enfrente a usted en términos de disciplina si usted no perdona. Si usted no perdona, ellos no van a perdonar y van a pedirle a Dios que trate con usted. Entonces, no sólo para usted a perder su comunión con Dios, sino que va a perder el apoyo dulce, alentador y amoroso afirmador de otros creyentes que lo ven a usted como una amenaza para la pureza de la Iglesia. Y acudirán a Dios para que Él cambie la vida de usted o los saque a usted.
Escuche, la teología del perdón es así: “Dios prohíbe la actitud de la ausencia de perdón tanto como el homicidio. Él es más ofendido y, sin embargo, Él perdona. Y entonces, usted, que es menos ofendido, debe perdonar. Usted no disfrutará de comunión con Dios fluyendo del perdón si usted no perdona a otros ni disfrutará de la comunión dulce y el amor de los cristianos.
Número cinco, un elemento muy importante en entender el perdón. Si usted no quiere perdonar, sino que más bien busca la venganza, usted habrá usurpado la autoridad de Dios. Usted habrá usurpado la autoridad de Dios. En la carta de Pablo a los romanos, en ese maravilloso capítulo 12 práctico, escuche lo que él dice en los versículos 14 y 19: “bendecid a los que os persiguen, bendecid y no maldecid.” Y después, esto en el versículo 19: “nunca os venguéis, amados, sino dejad lugar para la ira de Dios porque escrito está, “la venganza es Mía, Yo daré el pago,” dice el Señor.” Deje la venganza a Dios.
Cuando usted no quiere perdonar a alguien, cuando usted se aferra a esa actitud de enojo y amargura y hostilidad, usted literalmente está presumiendo de tomar la espada del juicio divino sacándola de la mano de Dios y usarla por usted mismo. Usted está diciendo: “Dios, dame esa espada, yo estoy a cargo.” Una actitud así dice: “yo debo ser el vengador porque Dios es injusto, Dios es lento.” O Dios es indiferente. O Dios simplemente no entiende, Él es ignorante. O Dios es incapaz de juzgar y todo eso es blasfemia.
Dios está mucho mejor capacitado para enfrentar cualquier ofensa en contra de usted que usted mismo. Él es capaz de enfrentar la consecuencia del pecado mucho mejor que usted. Él tiene el entendimiento más verdadero, más puro del asunto. Usted está limitado en su entendimiento. Él es la autoridad más elevada. Usted no tiene autoridad alguna. Él es imparcial y justo, usted es parcial, egoísta. Él es omnisciente y eterno. Él ve el fin de todo. Usted es miope, ignorante y no ve nada más allá del momento. Él es sabio y bueno y todo lo que Él hace tiene propósitos perfectamente justos. Usted es ignorante y está cegado por su enojo y sus propósitos pueden ser malos. No tiene sentido que alguna persona sean tan blasfema como para quitarle la espada de la mano de Dios y usarla por sí mismo o sí misma.
Número seis, un punto muy importante. La ausencia del perdón hace que usted no sea apto para la adoración. La ausencia de perdón lo hace a usted no apto para la adoración. De nuevo, en el sermón del monte de Mateo, capítulo 5, nuestro Señor dijo: “por tanto, si traes tu ofrenda ante el altar y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda delante del altar y ve y primero reconcíliate con tu hermano y después, ven y presenta tu ofrenda.” No te atrevas a adorarme a Mí si no estás completamente reconciliado con tu hermano cristiano. Usted no puede acercarse a Dios cuando usted tiene esa manera de pensar con ausencia de perdón. Usted no es apto para la comunión con la gente de Dios. Usted no es apto para la comunión con Dios. Usted está en una situación de pecado agravado, usted no puede ser una bendición a otros. Y usted no puede ser aceptable a Dios.
Como puede ver, la teología bíblica del perdón entonces involucra entender que Dios prohíbe la ausencia del perdón, así como el homicidio. Que Él, aunque Él es el más ofendido, aun así, perdona y usted también debe perdonar. Que, si usted no perdona, usted pierde esa comunión con Él y pierde el amor de los hermanos. Si usted no perdona y siente que tiene que vengarse, entonces usted usurpa la venganza de Dios, un acto de blasfemia y usted no es apto para adorar.
Finalmente, muy importante: sus heridas y ofensas, las heridas y ofensas en contra de usted son sus pruebas y tentaciones. Eso es tan importante. Usted tiene que reconocer que cuando algo le sucede a usted que es una ofensa o pecado contra usted, esa es una prueba y/o tentación y usted tiene que enfrentarlo como tal. De nuevo, de regreso en Mateo 5:44, Jesús dijo: “os digo, amad a vuestros enemigos y orad por aquellos que os persiguen para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos.”
Si usted quiere ser verdaderamente cristiano, si usted quiere manifestar verdaderamente el hecho de que usted es hijo de Dios, si usted quiere manifestar de manera verdadera y distintiva que es cristiano, entonces, sin importar lo que alguien le haga a usted, usted debe perdonarlos y amarlos. Cada vez que alguien lo ofenden a usted, esa es una prueba o tentación. Si usted la pasa y los perdona, esa es una prueba que produce fortaleza. Si usted fracasa y usted no perdona, es una tentación que produce pecado. Sus acontecimientos, los acontecimientos que enfrenta usted en la vida van en una u otra dirección. Una respuesta correcta, la hace una prueba que produce justicia. Una respuesta incorrecta, la hace una tentación que produce injusticia.
La única preocupación que usted debe tener acerca de la acción de alguien en contra de usted es asegurarse de que usted no caiga en pecado al verse tentado por esa ofensa. Usted debe estar poco preocupado por las acciones de otros en contra de usted, sean las que sean, y estar muy preocupado porque se conviertan en pruebas que lo hagan a usted fuerte o a las tentaciones que lo hagan a usted pecaminoso.
Ahora, asumimos que Filemón sabía todo esto porque Pablo no se lo da. Ciertamente, la teología del perdón era conocida por Filemón. Y entonces, Pablo no lo dice y lo he dicho para que todos aquellos de ustedes que necesitaban oírlo. Ahora, regresemos al texto.
Habiendo entendido todo eso, Pablo, en lugar de presentar un argumento o reafirmación de esa postura teológica, adopta la postura elevada noble y apela al amor sabiendo que Filemón sabe que ese es el cimiento, doctrinalmente. Versículos 8 y 9: “Por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que conviene, más bien te ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo.” Él dice mira: podría mandarte, tengo suficiente confianza en mí comisión en Cristo, es lo que quiere decir. Tengo suficiente valentía, tengo suficiente denuedo como un apóstol directamente comisionado por el Cristo resucitado para mandarte a perdonar en base a la teología del perdón que es mandada por Dios. Tengo el derecho divino de mandarte, no tengo falta de valentía en usar ese derecho divino porque es en Cristo dado a mí en mi comisión; y entonces, podría demandarte que hicieras lo que es apropiado o literalmente, lo que es apropiado en el Señor, lo que distintivamente cristiano, esto es que perdones. En el versículo 9, él dice: “mas bien te ruego por amor,” estoy adoptando la postura más elevada.
Pablo amaba a Filemón. De regreso en el versículo 1, él lo llama agapētos, amado. En el versículo 7, él dice: “Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor.” Hubo un vínculo de amor entre estos dos hombres, no había necesidad de mandar. Recuerda usted que Jesús dijo que, si quieres guardar la ley, haz esto, “ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, alma mente y fuerzas y alma a tu prójimo como a ti mismo; de esto depende toda la ley y los profetas.” Pablo dijo: “en esto la ley entera es cumplida. El amor cumple la ley entera.” El amor es el cumplimiento de la ley. Él dice en Romanos 13. El amor es la postura elevada cuando alguien posee el amor verdadero, piadoso, virtuosos dado por el Espíritu. Ésa es la postura elevada: más allá de la ley y la demanda y el mandato, motiva a uno a hacer lo que es correcto. Y mientras que el perdón se manda en las Escrituras, y mientras que pudo haber sido mandado con autoridad apostólica, Pablo conoce al hombre a quien le habla y sabe que es un hombre motivado por amor. Él no está hablándole a un hermano que está pecando, que está en la carne. Él está hablándole a un hombre piadoso, maduro, con una mente espiritual y el amor moverá su corazón.
Entonces, la referencia a la autoridad de Pablo es colocada ahí simplemente para que Filemón la vea y tenga un vistazo. Y después, es quitada. Un pequeño recordatorio de que él podría usarla si él quisiera. Pero después él dice, simplemente te lo ruego por causa del amor. Y después, para enternecer el corazón de Filemón debido a que esta es una escena difícil, él incluye dos afirmaciones acerca de sí mismo. “Te ruego por amor,” él dice, “siendo como soy, Pablo, ya anciano y ahora, además, prisionero de Jesucristo.”
Para llegar al corazón de Filemón, Pablo quiere usar términos que motiven la compasión. Él dice: “¿harías esto por mí, pobre de mí?” Él realmente simplemente está buscando influenciarlo. Y él habla de sí mismo en una especie de dos maneras que lo presentan como a una persona necesitada. Con la intención de enternecer a Filemón. Después de esto, esta es una posición bastante interesante en la que encontramos a Filemón. Y él aquí está leyendo, como usted y yo estamos leyendo en la actualidad. Él está leyendo ahí a lo largo del versículo 8, está en su casa leyendo esta carta breve. Y ahí enfrente de él, puede ver a Onésimo, el esclavo que huyó, que lo defraudó. Y toda la emoción que él ha estado sintiendo desde el momento en el que Onésimo se fue por primera vez y todo el tiempo que ha pasado, está hirviendo en su corazón.
Él realmente no sabe lo que está pasando. Aquí está Tíquico, a quien él conoce. Él tiene la epístola a los colosenses en sus manos, lista para leérsela a la Iglesia entera, pero aquí está Onésimo, este hombre que ha motivado en el corazón de Filemón todo tipo de hostilidad y tentaciones y enojo que tiene que enfrentar y él está de regreso y él le está viendo al ojo y él realmente no entiende lo que está pasando. Y él está sintiendo emoción que quizás pueda hacer que quiera tomar a Onésimo y lo golpee y lo encarcele. Y entonces, el apóstol Pablo simplemente le dice: “simplemente, te voy a pedir que los perdones por causa del amor. ¿Y serías tan amable de hacer eso porque la petición viene de Pablo, el anciano que es un prisionero?” Pablo simplemente quiere que él muestre compasión. La palabra anciano simplemente significa eso, presbutēs, ya de edad. Él no era tan viejo, digo. Sesenta. Pero en esos días, la gente no vivía más allá de eso con mucha frecuencia. Juan, el apóstol, vivió más allá de eso. Pero eso fue raro. La expectativa de vida de la gente era más corta en ese entonces. De hecho, él quizás no fue mucho más viejo que Filemón porque Filemón ya tenía la suficiente edad como para tener un hijo en el ministerio.
Pero, la palabra anciano conlleva más que tan sólo años, en el caso de Pablo. Conlleva la idea de un proceso de edad que sin duda había sido acelerado por las experiencias de Pablo. Usted puede estar seguro de que los años que se habían acumulado, por así decirlo, en la espalda de Pablo, eran más pesados que los años que se habían acumulado en la espalda de Filemón. Quizás, no eran muchos, pero eran muchos en el proceso de envejecimiento.
Pablo era más viejo que su edad. Ahí atrás, en Hechos 7, cuando él estuvo de pie viendo a la gente apedreando a Esteban, dice que él era un hombre joven. Él ya no era un hombre joven. Él ya es mayor y él es mayor que sus años porque él ha soportado tantos encarcelamientos, comida terrible, enfermedades, viajes, persecuciones, trabajo, heridas corporales. Él dijo: “llevo en mi cuerpo las marcas de las cicatrices de Cristo,” por las piedras que le habían arrojado y porque le habían golpeado con varas y con látigos y todo lo demás. Y él había estado en cepos como prisionero. Toda la experiencia dolorosa, debilitante que había sido comprimida en esos años, hacían que Pablo, el anciano y este vistazo tierno tienen la idea de conmover el corazón de Filemón y hacerlo sentir compasión hacia este guerrero de edad. Y de esta manera, motivar amor hacia el apóstol sacrificial que lo llevó a Cristo.
Y si eso no fuera suficiente como para motivar la compasión, Pablo vuelve a sacudir las cadenas y dice: “también soy prisionero de Cristo Jesús.” Nunca un prisionero en Roma en su mente, siempre de Cristo Jesús, cautivo por Cristo. Hechos 28 dice que él fue un prisionero de una casa rentada. Él tiene gente que va y viene, él está encadenado probablemente a un soldado romano. Y él está diciendo: “Filemón, ¿podrías atreverte a rechazar una petición de mí, pobre de mí, ya mayor?” ¿Y cuál es la petición? ¿Qué acción es la que él debe tomar?
Comenzando en el versículo 10, entramos en la médula, por así decirlo, del perdón. Y hay tres acciones que uno que perdona debe tomar. Tres cosas están involucradas en el perdón. En primer lugar, recepción. Recepción. ¿Qué quiero decir con eso? Bueno, el primer elemento en el perdón es simplemente abrir su vida y recibir a la persona. Permítale entrar a su vida. Versículo 10: “te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones, el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil, el cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como a mí mismo. Yo quisiera retenerle conmigo, para que en lugar tuyo me sirviese en mis prisiones por el Evangelio; pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuese como de necesidad, sino voluntario.” Simplemente, recíbelo, dice él. Simplemente, te estoy apelando, vuélvelo a recibir.
Y esto debe ser hecho inmediatamente porque hay tres cosas que ahora son verdad acerca de Onésimo. ¿Está listo para escucharlas? Él está arrepentido, él está transformado y él ha mostrado ser fiel. Él está arrepentido, él ha sido transformado y él ha mostrado ser fiel. Se desarrollan en estos simples versículos.
Él está diciendo que “necesitas recibirlo de regreso porque él está listo para ser recibido de regreso”. Y el perdón comienza con la recepción personal. Cierra el espacio. Cierra el valle. Cubre la herida. Deja que Onésimo regrese a tu vida. Apelo a ti, dice él, por mi hijo. Como tú, Filemón, lo llevé a Cristo. Él es mi hijo en la fe como Timoteo, como Tito, como otros. Y la escena es muy dramática, porque ahí está de pie Onésimo. Este es un shock para Filemón, porque él ha regresado con Tíquico y él ha regresado con esta experiencia increíble con el apóstol Pablo. Y Pablo dice: “recíbelo de regreso. Él ha venido en arrepentimiento.”
Usted pregunta dónde está al arrepentimiento. Versículo 10: “te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones.” Es implícito. ¿Cómo sabe usted que se arrepintió? Porque él está ahí. Él está ahí. Él regresó. Él hizo lo más peligroso, él regresó en humillación, arrepentido para enfrentar al hombre a quien él había defraudado, el hombre que tenía el poder sobre su vida para demandar castigo. Él regresó. Eso es arrepentimiento. Usted no tiene que decir la palabra. Usted simplemente tiene que hacer la obra. Recuerde lo que Juan el Bautista le dijo a los fariseos y los escribas. Él dice: “¿por qué no me muestran los frutos de arrepentimiento?” No sólo hablen de eso. Aquí está el fruto. Él regresó. Muy peligroso, le podría haber costado su vida. Pero él hizo lo que era correcto. Él dice: “apelo a ti por éste que está delante de ti, a quien he engendrado. Yo soy el instrumento humano de su salvación por la gracia de Dios, él ahora es mi hijo. Él vino a Cristo aquí en mi encarcelamiento y lo estoy enviando de regreso. Abre tus brazos. Él está arrepentido.” Obviamente, o de lo contrario, no estaría ahí. Él es humilde, él busca tener una relación restaurada con este hombre a quien él ha ofendido. Ese es el primer elemento del perdón, la recepción de la persona de regreso en la vida de uno. Ábrase, mate la hostilidad, abrace a la persona.
En segundo lugar, no sólo él estaba arrepentido, sino que él había sido transformado. Observe el versículo 11. Él dice: “no estás recibiendo al mismo que perdiste, el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil.” Él no es el mismo hombre.
Por cierto, este es un juego de palabras. Onésimo significa útil. Fue un nombre común para los esclavos, probablemente comenzó como un apodo. Simplemente, apodaban a sus esclavos útiles. Y probablemente, les habían dado apodos a algunos esclavos como inútiles, porque esas dos palabras en el griego son muy parecidas. Entonces, dependiendo de qué tan buenos eran ellos, les daban apodos, ‘útiles’ o ‘inútiles’. Onésimo significa útil.
Entonces, Pablo, aquí presenta un juego de palabras en el versículo 11. Él dice: “Útil, antes era inútil pero ahora es útil, tanto para ti como para mí.” ¿Por qué? Dios lo ha cambiado. Él no es el mismo hombre. Él es diferente. Se ha llevado a cabo un cambio radical. Él te va a servir como Colosenses 3:22 y 23, la carta que él leerá más adelante, dirá: “no sirviendo al ojo como los que agradan al hombre, sino sirviendo el Señor de corazón. Él está regresando como un siervo diferente. Él no es sólo te va a servir simplemente viendo, si lo estás viendo, y viendo si va a trabajar, él te va a servir como si estuviera sirviendo el Señor. Él es un hombre transformado. Y él ahora es útil, él está viviendo al nivel de su nombre para ti y para mí. He visto su utilidad. Y tú también la verás.”
Hay un tercer elemento que indica que él era digno de ser recibido en la relación y eso es que no sólo estaba arrepentido y transformado, sino que él había probado ser fiel. Versículo 12, Pablo dice, te lo he enviado de regreso en persona, esto es, enviándote mi corazón mismo. Este hombre está aprobado. Digo, el hecho de que yo te lo envío es muy doloroso. Te lo envíe con Tíquico de regreso porque sabía que estaba bien. Él tenía que ser restaurado, tenía que haber la reconciliación de la relación, él tenía que ser recibido por ti, tenía que ser corregido esto, pero simplemente tengo que decirte que lo estoy enviando de regreso y está lastimándome hasta el corazón.
Este hombre, puede ser amado. El apóstol Pablo tuvo una capacidad inmensa para amar y él había llegado al punto en donde él amaba a este hombre. Enviándote mi corazón, la palabra corazón, de hecho, son entrañas. La parte más baja en donde sentimos. Los hebreos siempre se referían a eso como el lugar de la emoción y el sentimiento. Y él dice: “mi sentimiento es profundo hacia este fugitivo, este criminal, este esclavo se ha vuelto amado por mí. Le he abierto mis brazos, lo he recibido y te estoy diciendo que él es un gran hombre, a quien debes conocer y amar. Y te lo estoy enviando. Y está cortando mi corazón.”
Y entonces, él le dice: “recíbelo de regreso, él está arrepentido. Recíbelo de regreso. Él ha cambiado. Recíbelo de regreso. Él es digno, él es un hombre de valor, él es un amigo maravilloso. Abre tu corazón, recíbelo de regreso. Él dice en el versículo 13: “A quien yo quiero mantener conmigo.” Me gustaría que se quedara conmigo. Esa es la razón por la que me está cortando el corazón enviártelo.
Y escuche esta nota de subtítulo: “para que, en lugar tuyo, me sirviese en mis prisiones por el Evangelio.” ¿Qué quiere decir con eso? Esa es otra manera de afirmar la virtud amorosa de gracia de Filemón. Él dice: “oh, Filemón, te lo estoy enviando de regreso y está cortándome el corazón. Quería que se quedara conmigo para que pudiera ministrarme a mí en mi encarcelamiento por el Evangelio en tu lugar. Yo sé que a ti te gustaría estar aquí para ministrar. Yo conozco tu corazón de amor. Yo sé cuánto te gustaría estar aquí y pensé que, si tan sólo me quedara con Onésimo, él sería como si tú estuvieras aquí y él me ministraría a mí si tú no pudieras hacerlo. Sé que a ti te hubiera encantado tener algún ministerio hacia mí. Sé que a ti te habría encantado hacerlo por ti mismo si hubieras podido. Entonces, pensé, simplemente, se va a quedar aquí y él va a poder ministrarme en tu lugar porque sé que a ti te encantaría hacer eso.”
Pero él dice: “mira,” versículo 14, “pero nada quise hacer sin tu consentimiento. No quise hacer nada. Sé que a ti te hubiera encantado dejarlo aquí para ayudarme en mi encarcelamiento.” Y él vuelve a sacudir sus cadenas por cuarta vez simplemente para mantener el corazón de Filemón tierno. “Sé que a ti te hubiera encantado que él se quedara, pero yo no quise hacer eso sin tu consentimiento. Para que tu favor no fuese como de necesidad, sino voluntario.” No quise que tú hicieras el bien porque no te quedó otra opción. Quise que tú hicieras el bien porque tu tuviste una opción. No quise hacer nada en contra de tu voluntad. No quise imponerte nada. Sé que eres un hombre maravilloso y sé que te hubiera encantado servirme y sé que lo hubieras hecho tú mismo y probablemente me habrías dado a Onésimo para hacerlo, pero no quise presumir de tu amor y quise que tú tomaras la decisión para hacer el bien de tu propia voluntad.
Más que eso, Pablo quería que él viera la transformación, el arrepentimiento y el valor de Onésimo. Amados, aquí es donde el perdón comienza. Comienza al abrir mi vida y dejar que la persona regrese. Comienza con perdonar la amargura y perdonar las ofensas y simplemente, abrir mi vida y dejarlos entrar y decir: “sí, si lo lamentas, te recibo de regreso. Sí, puedo ver que no es la misma persona que eras cuando hiciste eso. Sí, tienes valor y lo reconozco.” La persona a quien usted perdona que no está arrepentido, usted nunca puede traerla de regreso a esta relación. Y entonces, el perdón es unidimensional. Pero en donde hay arrepentimiento y cambio y valor, usted lo recibe de regreso.
Ahora, eso lleva a un segundo elemento. El primero es la recepción, el segundo es restauración. Pablo sugiere que usted no sólo debe abrir sus brazos y recibirlo de regreso porque él es digno de amar, sino que usted lo coloca de regreso en el servicio. Usted necesita colocarlo para que esté funcionando en el ministerio.
Versículo 15, esto es fascinante, “Porque quizás,” y aquí él apela a la providencia de Dios, “para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre, no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado…” ¡Que afirmación! Pablo dice: “mira, no voy a mitigar la culpabilidad de Onésimo, obviamente, lo que Onésimo hizo estuvo mal. Pero simplemente quiero que consideres que quizás Dios tuvo un propósito.” Y Pablo dice quizás porque ningún hombre puede ver la providencia secreta de Dios operando.
¿Pero no crees, Filemón, que quizás Dios estaba usando esta maldad para producir bien? ¿Se acuerda usted de Génesis 50:20? “Vosotros hicisteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien.” Romanos 8:28, “a los que aman a Dios, todas las cosas que les ayudan a bien, a los que son llamados según Su propósito.” Salmo 76:10: “Dios hace que la ira de los hombres lo alaben.” Dios puede sobrepasar, sobreponerse a cualquier maldad. Dios siempre está triunfando sobre el pecado mediante Su poder providencial y Su gracia providencial. Él toma las contingencias y decisiones infinitas de toda la humanidad y las usa para cumplir Sus propios propósitos.
Y entonces, Pablo dice, ¿no crees que quizás Dios ha planeado todo esto cuando este hombre te dejó, que él regresara de otra manera? Él partió de ti por un tiempo para que lo tuvieras de regreso para siempre. Perdiste a un esclavo y ganaste a un hermano. Perdiste a un esclavo y ganaste a un hermano. Dios lo permitió. Dios se sobrepuso. Una separación temporal para llevar a una relación eterna.
Lo que Onésimo hizo, pudo haber tenido un daño irreparable en términos de la confianza de Filemón. Pero él necesitaba ver que Dios estaba operando en esto. Y Dios había llevado a ese hombre a Pablo. Lo convirtió y lo envío de regreso. Y ahora, en el versículo 16, él dice: “no meramente como esclavo,” no significa que él no debe ser un esclavo. Esta no es una proclamación de emancipación. Él está diciendo que ya no meramente un esclavo, él es más que un esclavo, él regresa como un hermano amado.
Entonces, recíbelo de regreso, sí, para ser un siervo de nuevo, sí para ser un esclavo, pero no tan sólo eso, más que eso, le dice: “él ya ha sido eso,” versículo 16, “especialmente para mí. Pero cuánto más para ti, tanto en la carne,” esto es como un esclavo físico, “como en el Señor, como un hermano en Cristo.” Tú lo tienes a dos niveles. Pablo no está aboliendo la esclavitud. Él dice que él regresa como un siervo. Él regresa como un esclavo, pero él no es tan sólo un esclavo. Tú meramente perdiste a un esclavo. Recibiste de regreso a un esclavo más fiel que operará para la gloria del Señor y recibiste de regreso a un hermano amado en Cristo. Cuanto más él será para ti, Pablo dice, de lo que fue para mí. Para mí, él únicamente en el Señor, un hermano. Para ti, él en la carne es un siervo y en el Señor, un hermano. Tú recibes su servicio físico y recibes su servicio espiritual de manera completa.
El perdón significa: abro mi corazón; recibo a la persona a nivel de relación. Significa que lo recibo en términos de restauración al servicio. Recepción, eso es personal. Restauración, a la utilidad y al servicio.
En tercer lugar, el tercer componente en una relación perdonadora es restitución. Restitución. Se ha cometido un mal y ese mal tiene que ser enfrentado. ¿Cómo será enfrentado? Obviamente, cuando Onésimo huyó del lugar, defraudó a Filemón. Si el precio de un siervo bueno era 500 denarios, él habría tenido que tomar los 500 denarios, los cuales habrían sido un sueldo común, 500 días de sueldo y haberse comprado otros siervo, lo cual significa que le habría costado mucho.
No sólo eso, parece que cuando Onésimo se fue, se llevó algunas de las posesiones y dinero de Filemón para poder financiar su vida como fugitivo. Y entonces, él definitivamente lo ha defraudado. La Biblia tiene principios muy directos de restitución. Usted puede leer acerca de ellos, por ejemplo, en Números capítulo 5, versículos 6 al 8, se habla acerca de esto. Tenía que ser pagado, devuelto. Y entonces, tenía que haber restitución. ¿Cómo es que Pablo va a enfrentar esto? Onésimo no tienennada. Como el hijo pródigo, se gastó todo lo que tenía en una vida disoluta, disipada y él no tenía un trabajo. Él simplemente sirvió al apóstol Pablo, lo cual es comprensible porque, debido a su nueva fe y el anhelo de su corazón por estar con este hombre piadoso, él probablemente regresa con los bolsillos vacíos.
Y entonces, ¿cómo es que él va a enfrentar la restitución? Versículo 17 y18, “Así que, si me tienes por compañero,” un koinōnon, un colega de vida espiritual, “recíbele como a mí mismo.” Él dice: simplemente, trátalo, me tratarías a mí. Quiero que Onésimo tenga mi justicia en sus ojos. Darle la bienvenida a él como me darías la bienvenida a mí. Perdónalo a él como me perdonarías a mí. Trata lo que te debe como si tu tratarías lo que yo te debiera. Simplemente, recíbelo de la misma manera que me recibiría esa mí.
Y después, en el versículo 18, Pablo añade: “Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta.” La restitución siempre es un componente esencial del perdón. Sería correcto por parte de Filemón que dijera: “me vas a devolver lo que me costó reemplazarte. Lo voy a retener de su sueldo. Vas a trabajar tiempo adicional y vas a restaurarme lo que me robaste cuando te fuiste.” Eso sería justicia. Eso no estaría mal. Pero tampoco está mal mostrar gracia.
Tampoco está mal decir: “sé que fuiste un hombre impío, pecaminoso y entiendo la conducta que era apta, apropiada para ese tipo de naturaleza. Ahora sé que eres una persona transformada y ya no te voy a hacer responsable por aquello que hiciste en tu estatus no redimido. En gracia, te perdono.” Eso habría sido algo maravilloso que hacer. Y ciertamente, habría mostrado un enfoque noble elevado, cristiano ante el asunto. Pero simplemente, para quitar cualquier prisión de Filemón, de forzarlo en un acto de gracia de perdón total, Pablo dice: “lo que él te debe, yo te lo pagaré, porque no tiene dinero.”
Obviamente, él no tenía nada con qué pagar. Entonces, Pablo dice que él lo pagará. Usted pregunta si Pablo acaso tenía dinero. Debió haber tenido un poco, él estaba rentando la casa en donde se estaba quedando y desde el tiempo que él había trabajado, él habría acumulado dinero. Entonces, él podría apoyar a la gente que estaba con él. Y Pablo dice: “simplemente, ponlo a mi cuenta.” Y después, en el versículo 22 él dice: “Prepárame también alojamiento.” La suposición sería: “cuando llegue ahí, voy a saldar su cuenta.” Necesita haber restitución. Algunas veces, la restitución es devolver - si la persona puede hacer eso. Pero, algunas veces, el mejor tipo de restitución es simplemente solo perdón. Y simplemente, la gracia de Dios.
En este caso, hay un componente maravilloso añadido porque quiero que siga el pensamiento aquí. Pablo está teniendo una parte muy, muy personal en la vida de Filemón y Onésimo. Es una parte que él conocía bien. Es la misma parte que Jesucristo juega o tiene en la relación entre el pecador y Dios. Filemón es como Dios. Él ha sido objeto de violación. Él ha sido defraudado. Onésimo es como el pecador que huyó de Dios, que defraudó a Dios, que desperdició su vida. Y si el pecador va a ser reconciliado con Dios, alguien debe pagar el precio, ¿verdad? Fue Cristo. Pablo conoce muy bien esa muerte sustitutiva de Jesucristo. Él la ha predicado por años. Lo que Pablo está diciendo aquí es magnífico.
Está diciendo: yo quiero ser como Cristo. Yo quiero tomar la deuda y el pecado de Onésimo para que él pueda reconciliarse contigo. ¿Acaso esto le ayuda a entender algo de Pablo? ¿Se acuerda cuando él dijo en varias ocasiones “sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”? Aquí usted lo ve como la sustitución para la reconciliación, muy parecido a Cristo.
Nunca nos parecemos tanto a Dios como cuando perdonamos. Nunca nos parecemos tanto a Cristo como cuando llevamos la deuda para que el perdón pueda llevarse a cabo. Pablo está actuando como Cristo. Él dice: “yo, tomaré la consecuencia de su pecado. Tú nada más recíbelo de regreso.” Una perspectiva hermosa, hermosa en este tema de la restitución. No nos dice lo que hizo Filemón, pero tengo la confianza de que él perdonó y que él no le cobró nada al apóstol Pablo.
¿Cómo perdonamos? Recepción, abrimos nuestros brazos, recibimos a la persona de regreso de manera personal al amor. En segundo lugar, restauración. Lo recibimos para que sirva de manera útil. En tercer lugar, nos auguramos de que la deuda haya sido saldada de manera total y completa. Si pueden pagar, y es justo, y es su deseo, recibimos el pago. Si no pueden, ofrecemos perdón y quizás, usted al mismo tiempo puede ser el sustituto para esa reconciliación inclusive para usted mismo. Así es la naturaleza del perdón y así es el perdón que Dios nos pide que le extendamos el uno al otro. Inclinémonos en oración.
Padre, somos tan afectados por esta lección tremenda del perdón. Si hay algo, Señor, en mi corazón o en los corazones de los Tuyos aquí, que de alguna manera pueda ser vista como una actitud que no perdona a alguien, por favor, perdónanos y quítala, porque sabemos que Tú prohíbes un corazón no perdonador tanto como Tú perdonas el homicidio. Sabemos que Tú, aquel contra quien hemos pecado más, nos perdona. Y demandas que perdonemos el pecado menor, nosotros, que somos menos santos.
También sabemos, Señor, que una ausencia de perdón nos hace perder la comunión, la comunión contigo y deja nuestros propios pecados no perdonados, una ausencia de perdón nos roba del amor de otros cristianos y nos coloca bajo disciplina. Y después, sabemos, con temor, que una ausencia de perdón quita la espada de Tu mano y de manera blasfema, afirma ser un mejor juez, nos hace no estar aptos para la adoración y nos hace caer víctima de la tentación. Señor, que no seamos no perdonadores, sino que seamos como Pablo, quien fue perdonador como Cristo y quien busco que otros fueran iguales. Y de esta manera, que conozcamos Tu bendición y el gozo que viene a los creyentes obedientes por causa de nuestro Salvador. Amén.
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