Estamos viendo 1 Pedro capítulo 1. Estamos considerando los primeros dos versículos. Él comienza esta epístola maravillosa con las palabras: “Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.”
Parece que en un comienzo tan pequeño no nos encontraríamos inmersos de manera tan profunda en la teología. Pero tan pronto como Pedro dice: “elegidos conforme la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo,” él nos mete a una arena profunda y de amplias implicaciones de pensamiento. Esto es el asunto de la elección. La elección.
La razón por la que él la menciona desde el principio es por su capacidad de confortar a cristianos perseguidos. Como usted sabe, estos extranjeros, estos extraños en el mundo, que realmente eran ciudadanos del cielo estaban dispersos. Eran considerados por la sociedad en la que vivían de muchas maneras como parias. Como expulsados. Estaban enfrentando una persecución que se estaba incrementando, que realmente comenzó con el hecho de que fueron culpados por el incendio de Roma. Era importante para ellos entender que aunque no eran estimados en el mundo, fueron elegidos por Dios. Y esa es la razón por la que Pedro presenta su epístola como lo hace. Él los conforta con la realidad de que pueden ser rechazados y que pueden ser perseguidos por el mundo, pero son elegidos por Dios.
Ahora, notamos a partir de estos dos versículos varias cosas acerca de la elección. En primer lugar, la última vez señalamos la naturaleza de nuestra elección. La naturaleza de nuestra elección. Al final del versículo 1, elegidos. Y hablamos del hecho de que eso significa que Dios nos ha elegido soberanamente por Su voluntad Divina no afectada, estrictamente en base a Su propia gracia soberana libre. Él predeterminó establecer Su amor en ciertas personas de todo el mundo; y son los elegidos. Esa es la naturaleza de nuestra elección.
Después, hablamos de la condición de nuestra elección. Debido a que somos elegidos, estamos viviendo como extranjeros. Esto quiere decir que somos extranjeros, somos extraños, somos una raza extranjera. Estamos viviendo temporalmente en la tierra, pero somos ciudadanos del cielo. Somos una sociedad dentro de una sociedad. Somos una cultura sobrenatural dentro de una cultura terrenal. Somos gobernados por Dios. Somos gobernados por Dios mediante Su palabra. Somos morados por el Espíritu Santo. Tenemos convicciones y creencias e ideas y credos y ética y hábitos y emociones y estándares de vida y principios y pensamientos y búsquedas y placeres que son totalmente diferentes a los del mundo. No encajamos. Somos totalmente distintos.
No amamos al mundo, Juan nos dice en 1 Juan. No estamos preocupados con el mundo, dice Santiago, de tal manera que podríamos ser llamados amigos del mundo. Somos enemigos del mundo. Somos extranjeros en el mundo por la condición misma porque somos los elegidos. De hecho, no somos elegidos simplemente para existir como personas diferentes, somos elegidos para dar testimonio al mundo en el que somos extraños. Y damos testimonio no sólo por lo que decimos, sino damos testimonio por lo que somos. La plataforma para lo que decimos es lo que somos.
Somos embajadores de Cristo, dice Pablo en 2 Corintios capítulo 5. Y se nos ha encomendado el ministerio de la reconciliación. Esto es, que debemos decirles a los hombres que pueden ser reconciliados con Dios mediante Cristo. Somos enviados al mundo como testigos. Jesús dijo: “vosotros sois Mis testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra.”
Entonces, aquí estamos, esta sociedad extranjera dentro de esta sociedad, esta cultura sobrenatural dentro de una cultura. Somos este grupo de personas desposeídas que viven a la luz de un estándar totalmente distinto. No podemos ser amigos del mundo. No amamos al mundo. Somos enemigos del mundo. Debemos hablarle al mundo y debemos vivir de tal manera que se vean atraídos a escuchar lo que tenemos que decir. Ese es un desafío.
No es fácil ser eficaz al dar testimonio al mundo. En un sentido, tendemos a retirarnos a nuestra pequeña sociedad, ¿no es cierto? Y usted puede imaginarse que en un ambiente de persecución como el de los lectores de esta gran epístola, la tendencia sería retraerse más y más y más por causa de buscar protección, apoyo, amor, compañerismo, comunión, protección, claro, guiando a todo. Y entonces, claro que Pedro, mediante esta epístola, le va a recordar a los creyentes perseguidos que no deben centrarse en sí mismos, retraerse; porque esa es la tendencia. Nos amamos el mundo no al otro mucho. Tenemos tanto en común el uno con el otro. Una de las grandes amenazas en contra del cristianismo es que entre más tiempo usted es cristiano, menos intercambia su vida en absoluto con la gente incrédula. Nos envolvemos tanto en nuestra propia cultura cristiana, en nuestra sociedad cristiana.
Alexander McLaren dijo: “la semilla en una canasta no está en el lugar correcto, pero cuando es sembrada en el campo, estará dando trigo en uno o dos meses.” Y debemos resistir la tentación debido a nuestra condición a volvernos un grupo de personas que están inmersas en sí mismas, de tal manera que nos convertimos en una sociedad de personas hablando entre nosotros en lugar de evangelizar a un mundo perdido. Dios ha ayudado al proceso un poco. Cada vez que Él viene en contra de la Iglesia para perseguir y dispersar a los creyentes, comenzando con Hechos 8, la Iglesia creció. Cada vez que la semilla es vaciada de la canasta y es arrojada en el campo, los resultados son el trigo que se cosecha. Entonces, debemos recordarnos, inclusive conforme pensamos en nuestra condición como extranjeros, que no estamos aquí simplemente para existir, sino que estamos aquí para alcanzar al mundo.
Como puede ver, esa es la razón por la que no pertenecemos a los monasterios. Esa es la razón por la que no pertenecemos a las cuevas, a estar metidos ahí en algún agujero en algún lugar. Esa es la razón por la que no pertenecemos a las torres educativas, aislados de todo el mundo durante toda nuestra vida. Debimos dispersarnos. Somos embajadores extranjeros de Cristo, debemos tomar el mensaje redentor al mundo y resistir la atracción constante interna en donde nos volvemos totalmente inmersos en nosotros.
Entonces, ésa es la condición de nuestra elección. Extranjeros en el mundo. No esperamos ser tratados como los del mundo. No esperamos que los oriundos nos traten como tratan a los otros sólo oriundos. Estamos en el mundo. No somos del mundo. Y deseamos un lugar mucho mejor, un lugar que es nuestro hogar y real.
Hablando de Abraham en Hebreos capítulo 11 dice que él estaba viendo la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Esa es nuestra ciudad. Esee realmente es nuestro hogar. William Barclay llamó a los cristianos los exiliados de la humanidad. Hay una descripción cristiana famosa, realmente una descripción de cristianos, no escrita por un cristiano. Pero en tiempos antiguos, algún escritor describió a los cristianos de esta manera tan interesante. Escuche: “los cristianos no se distinguen del resto de la humanidad por su país o su manera de hablar o sus costumbres. Ellos viven en ciudades tanto griegas como bárbaras, cada uno como su suerte es echada. Siguen las costumbres de la región en ropa y en alimento y en las cosas externas de la vida, generalmente.
Sin embargo, manifiestan la naturaleza maravillosa y abiertamente paradójica de su propio estado. Habitan las tierras de su nacimiento, pero como residentes temporales de la misma. Toman su parte de todas las responsabilidades como ciudadanos y soportan todas las discapacidades como extranjeros. Toda tierra extranjera es su tierra oriunda y toda tierra oriunda es una tierra extranjera. Pasan sus días sobre la tierra, pero su ciudadanía está en el cielo.” Fin de la cita. Y así es. Esos somos nosotros. Eso es precisamente correcto.
Me acuerdo creciendo como un pequeño niño cantando en grupos de jóvenes: “este mundo no es mi hogar. Sólo estoy pasando. Mi tesoro está colocado en algún lugar más allá del cielo azul.” Entonces, ésta es la condición de nuestra elección.
En tercer lugar, necesitamos hablar de la fuente de nuestra elección y eso nos lleva a un pensamiento muy, muy importante. Versículo 2. Aquí está la fuente de nuestra elección. Ahora, sabemos que hemos sido elegidos por Dios y, por lo tanto, hemos entrado en una familia que nos hace extranjeros en este mundo. La fuente de la elección de Dios, dice en el versículo 2, es según la presciencia de Dios Padre.” Fue a partir de la presciencia de Dios que Él nos eligió.
Ahora, ya hemos aprendido que Dios Padre es el que lleva a cabo la elección. Es Dios Padre quien tomó la decisión. Y si necesito recordarle de manera breve esto, simplemente lo llevaría a Romanos 11, versículo 5, de la misma manera entonces ha llegado en la actualidad, dice Pablo, “un remanente según la decisión de gracia de Dios.”
Y Efesios capítulo 1, “bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.” Versículo cuatro: “según nos escogió en Él.” Él nos eligió. Entonces, es Dios quien nos ha escogido para ser salvos. Él tomó la decisión. Él llevó a cabo la elección. Y, por cierto, Dios lo hace de manera independiente de cualquier persona. Él lo hace independientemente, ¿está listo para escuchar esto? De cualquier circunstancia.
Ahora, necesita entender eso. No hay persona que se mueva en la voluntad de Dios para hacerlo a Él tomar la decisión. No hay circunstancia que, de alguna manera, precipite la elección de Dios.
En Daniel 4:35, leemos: “todos los habitantes de la tierra son considerados como nada, pero Él hace según Su voluntad en el ejército del cielo. Y en los habitantes de la tierra. Y no hay quien detenga Su mano y le diga ¿qué has hecho?” Nadie lo puede cuestionar. Nadie está involucrado en el proceso de manera alguna. Dios eligió a ciertas personas en Su propia mente, tanto entre los ángeles, los ángeles santos y elegidos, como son llamados en 1 Timoteo 5:21 y entre los hombres. Y Él los escogió para vida eterna y bendición. Antes de que los creara, Él decidió su destino. Podría decirlo de esta manera: la gente elegida está constituida de la gente elegida. Los elegidos están constituidos por la gente elegida.
Pero, ¿cuál fue la fuente de la elección de Dios? Versículo 2. Ahora sigue esto, “según la presciencia de Dios.” Ahora, algunas personas dicen: “¿lo ves? Ahí está. Nosotros somos elegidos porque Dios supo de antemano lo que haríamos.” ¿Alguna vez ha oído eso? Ese es el tipo de explicación tradicional más común de la elección. Ellos dicen: “bueno, como puedes ver, presciencia significa ver por adelantado.” O significa y lo oído explicado muchas veces de esta manera, “Dios vio hacia adelante a lo largo de las épocas de la historia y vio mediante Su omnisciencia futura lo que usted haría y lo que yo haría y cuando vio que nosotros creeríamos, Él nos escogió. Y cuando vio que no creeríamos, Él no nos eligió.”
Algunas personas creen que eso es lo que significa. Que Dios, en Su omnisciencia sabía lo que usted haría, sabía lo que toda persona haría. Entonces, de alguna manera sobrenatural, el observó a la historia antes de que fuera escrita y por Su observación, eligió a aquellos que Él vio por adelantado que creerían. A los hombres les encanta esa doctrina. Les encanta eso. Quieren creer eso. Algo en mí quiere creer eso. Algo en usted quiere creer esto. Sí, eso se oye mejor. ¿Sabe por qué usted quiere creer eso? Número uno, porque en su condición caída, usted desesperadamente quiere alguna responsabilidad por su salvación.
En segundo lugar, en su condición caída, la otra se oye como si fuera ¿qué? Injusta. Pero debido a que nuestras mentes están contaminadas por el pecado, no estamos en una posición para exaltar nuestro propio orgullo y llamarlo virtud o jalar hacia abajo la justicia de Dios y llamarla algo menos que eso. Eso no es lo que presciencia significa.
¿Sabe lo que está mal con esta postura? Le voy a decir. Le voy a dar unas cuantas razones. Usted las puede anotar. Lo primero, si usted fuera a traducir la idea aquí presciencia, como conocer por adelantado, y asumir que Dios simplemente vio a lo largo de la historia hacia el futuro y vio lo que haría y lo escribió porque vio lo que usted iba a hacer, lo primero que esto hace es hacer del hombre soberano, ¿verdad? Somos soberanos. Lo estamos haciendo y Dios está diciendo: “Yo veo, voy a escribir eso. Él iba a hacer eso.” Entonces, el hombre es soberano.
Ahora, usted va a tener un problema con eso en Juan 15:16, en donde Dios dijo: “no me elegisteis vosotros a Mí, sino ¿Qué? Yo os elegí a vosotros.” Ahora, ¿quién es soberano? ¿Es el hombre soberano? ¿Es usted soberano? ¿Y yo soy soberano? ¿Y todo el mundo es soberano? ¿Todos pueden escoger lo que quieran y Dios simplemente está ahí tratando de mantenerlo todo alineado y de asegurarse de que el hombre correcto esté del lado correcto de la línea? No. Como puede ver, si usted cree eso, entonces usted ha hecho del hombre soberano.
En segundo lugar, esa postura también le da al hombre el crédito por su salvación en alguna manera y le permite compartir la gloria. Y como he dicho, al hombre le encanta eso. He oído a una persona dar un testimonio la otra noche diciendo: “estoy tan contento porque tuve el sentido de recibir a Cristo”. Y quería ponerme de pie y decirle: “no, no lo tuviste. Ni siquiera te conozco. Pero sé que no tuviste el sentido de recibir a Cristo, porque nadie tiene el sentido de recibir a Cristo.” Ese no es un acto de sentido humano.
Me da tanto gusto que tuve el sentido de entregar mi vida a Cristo. No. No lo tuvo. Pero queremos un poco de esa gloria. Dios nos eligió. Primera de Corintios 1:29 dice: “A fin de que nadie se jacte delante de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe.” Efesios 2:9 dice lo mismo. Entonces, si usted toma la presciencia y lo hace significar que Dios supo por adelantado lo que usted haría, entonces usted acaba de hacer al hombre soberano y en segundo lugar, usted le puede dar al hombre crédito por ser lo suficientemente inteligente como para venir a Cristo y por lo tanto, Él comparte la gloria por el regalo de la salvación.
El tercer problema con eso asume que el hombre puede buscar a Dios. Asume que el hombre en su estado caído, puede en cierta manera, analizar la información disponible y buscar a Dios. Romanos 3:11 dice: “no hay quien busque a Dios.” La razón por la que usted es salvo no es porque usted buscó a Dios, sino porque Dios ¿qué? Lo buscó a usted. Y usted nunca respondió buscando hasta que Dios lo buscó primero a usted y movió su corazón hacia Él.
En cuarto lugar, esa perspectiva hace de la salvación el resultado de una obra humana. ¿Y cuál es esa obra? Creer. Si usted puede creer estrictamente en base a su propia capacidad humana, entonces usted se ha apropiado de la salvación mediante una obra humana. Usted dice: “bueno, ahora espera un momento, ¿acaso no tienes que creer para ser salvo?” Sí, pero el hecho de que usted crea para ser salvo también fue un regalo de Dios. Dios le concedió a usted la fe. Si Dios está sentado ahí en la eternidad viendo hacia adelante y simplemente esperando ver lo que usted haría, entonces la fe que usted ejerce es su fe, no de Él. Y, por lo tanto, es una obra humana. Hace de la salvación una obra humana. Una obra de fe, pero aun así, todavía una obra humana. Fe humana.
En quinto lugar, esa perspectiva hace de Dios una víctima de la elección del hombre. Hace de Dios una víctima de la elección del hombre. Dios está sentado ahí en el cielo diciendo: “mmm, eso va a hacer una diferencia en Mi plan. ¡Hombre!, si ese hombre tan sólo hubiera dicho ‘sí’, entonces Yo podría haber hecho esto. Y podría haber hecho esto otro. Pero ahora, simplemente no va a salir así.” Eso difícilmente queda corto de una perspectiva blasfema de Dios. Dios hace todas las cosas según el designio de Su voluntad. Dios hace todo Su beneplácito. Dios, en ninguna manera es frustrado por algo en ningún momento hecho por nadie. Esto es tan vital para que nosotros lo entendamos.
Isaías 46:9: “Yo soy Dios, no hay otro. Yo soy Dios, ninguno hay como Yo que declare el fin desde el principio y desde la antigüedad las cosas que no han sido hechas,” escuche esto, diciendo: “Mi propósito permanecerá y haré lo que Yo quiero.” Dios no es una víctima.
Ahora, si usted adopta la postura de que Dios simplemente mira hacia el futuro y ve quién va a creer, usted ha hecho del hombre soberano, usted le da a el hombre el crédito por una parte de su salvación para que Él reciba algo de la gloria, usted asume que el hombre por sí mismo va a buscar a Dios, no motivado por Dios mismo. Usted ha hecho de la salvación una obra humana de fe y usted acaba de hacer a Dios una víctima de lo que los hombres harán. Eso no es lo que esta palabra significa.
Ahora, esas son razones teológicas por la que eso no puede ser verdad. Permítame entrar al texto y darle una razón que es inherente en la Palabra misma. La palabra aquí, si es tan mal amable, observe, presciencia, es la palabra prognōsis. ¿Ha oído esa palabra? Prognōsis. Es una palabra muy importante. Pedro también la usa una vez en este mismo capítulo. Por favor, véala en el versículo 20. El versículo 19, y hablando de Cristo, dice en el versículo 20: “ya destinado desde antes de la fundación del mundo,” misma palabra, forma de proginōskō, misma palabra. ¿Acaso significa ver por adelantado aquí? Acaso significa que Dios estaba viendo ahí desde el cielo por adelantado y diciendo: “oh, veo lo que Cristo va a hacer. Oh, lo veo. Ah, lo entiendo.” ¿Acaso Dios está mirando hacia adelante en el camino de la historia para ver lo que Cristo hará? Difícilmente.
Bueno, lo que prognōsis significa en el versículo 2, significa también en el versículo 20. Pedro ciertamente no va a tratar de confundirnos. Y si Cristo fue destinado desde antes de la fundación del mundo, y yo fui conocido de antemano desde antes de la fundación del mundo, entonces yo fui conocido de antemano de la misma manera en la que Cristo fue conocido de antemano, ¿verdad? La misma palabra proginōskō, se traduce aquí ‘destinado desde antes’.
¿Cómo debo de entender eso? Observe Hechos capítulo 2. Hechos 2:23, hablando de Cristo, Pedro predicando aquí. A él le gusta esta palabra, este es Pedro en el día de Pentecostés. Habla de Jesús de Nazaret. Y él dice en Hechos 2:23, “este hombre entregado,” escuche esto, “por el determinado consejo y” ¿qué? “Y anticipado conocimiento de Dios.” Ahí está. “Clavasteis una cruz por las manos de hombres impíos y lo matasteis.” Ahora, espera un momento. Cristo fue entregado a morir por el plan predeterminado y anticipado conocimiento de Dios, por la presciencia de Dios.
Amados, ¿lo entienden? La presciencia está ligada al plan predeterminado de Dios. La presciencia o el conocimiento de antemano es una elección deliberada. Una elección deliberada. Es una relación predeterminada, una relación predeterminada en el conocimiento de Dios. No significa que Él observó por adelantado, significa que Él planeó por adelantado. Es conocer no en el sentido de observación, sino que es conocer en el sentido de hacerlo una realidad.
Por ejemplo, permítame darle algunas ilustraciones para que no se confunda. Jeremías 1:5. Dios dice de Jeremías: “ante de que te formarse en el vientre,” ¿qué? “Te conocí.” Ese es el tipo de conocimiento. ¿Qué quieres decir? Predeterminé una relación contigo. Eso es lo que significa. Predeterminé una relación contigo.
Amos 3:2: “A Israel sólo conocí.” ¿Qué es lo que él quiere decir? ¿Acaso Israel es la única nación de la que sé algo? ¿Son los únicos que estoy observando? No. Son los únicos con quienes tengo una relación íntima predeterminada.
Estoy pensando en Isaías. Quiero que usted entienda esto de manera completa porque esto confunde a tantas personas. Isaías 49:1: “escuchadme, oh islas, y poned atención vosotros, pueblos lejanos. Jehová me llamó desde el vientre, desde el cuerpo de madre me nombró y Él ha hecho mi boca como una espada afilada.” Este es el profeta Isaías diciendo que todo sucedió antes de que él siquiera naciera. Antes de que él llegara a hacer. Dios tenía todo planeado. Jehová me conoció. ¿Qué quieres decir? ¿Que él sabía quién era? No. Él predeterminó una relación única de intimidad con ese profeta.
En Éxodo 33, las Escrituras dicen: “te he conocido por nombre y también has hallado favor a Mis ojos.” Dios hablándole a Moisés. El Señor le habló a Moisés en el versículo 17. “También haré esto de lo que has hablado porque tú has hallado gracia en Mis ojos. Te he conocido por nombre.” En otras palabras, ligado en este conocimiento es el vínculo predeterminado de Dios, la relación predeterminada de Dios.
Usted ve lo mismo en Mateo 7. ¿Se acuerda de lo que dice ahí? “Muchos me dirán ‘Señor, Señor,’ y entonces les declararé,” versículo 23, “nunca,” ¿qué?, “’Os conocí.’” ¿No supe quiénes eran ustedes? No. Él sabía quiénes eran. Nunca tuve una relación predeterminada con ustedes.
Juan 10:14: “Yo soy el buen pastor y Yo conozco a Mis ovejas.” ¿Se da cuenta? Yo tengo un vínculo con ellas, más de saber quiénes son, tengo una relación con ellas encerradas en una decisión predeterminada.
Bueno, esta es la idea. Regresemos entonces a Pedro. Entendamos completamente lo que él está diciendo. Cuando él dice: “elegidos según la presciencia de Dios Padre,” él quiere decir la relación predeterminada que Dios estableció en Su propia mente en el plan predeterminado. Eso es exactamente lo que él quiere decir. La fuente de la elección soberana entonces, es el acto previamente determinado por parte de Dios de establecer una relación con nosotros. Todo eso fue parte de Su plan. No es que Dios está viendo hacia adelante en la historia y diciendo “voy a tener que reaccionar a lo que ellos hacen.” Dios lo supo porque Él lo ordenó.
¿Quiere oír algo? Escuche esto, si es tan amable. Todo lo que existe en el universo existe porque Dios lo permitió, quiso que pasara, pensó y quiso que existiera. ¿Escuchó eso? Usted pregunta qué hay acerca del pecado. Él no lo hizo, pero lo permitió. No hay nada que suceda, ha sucedido o sucederá, que no esté sucediendo, que ha sucedido, que sucederá porque Dios supo y quiso que sucediera. ¿Escuchó eso? Usted pregunta cómo encaja el pecado. No lo sé. Pero Él lo permitió y Él tiene un propósito para eso. Si no hay ningún otro propósito, permitió que existiera para destruirlo para siempre para que ya no fuera el potencial que manchara Su Reino Santo.
Esta no es algo fácil de entender. Pero lo que usted tiene que entender es que Dios predeterminó en Su plan establecer Su amor sobre ciertas personas. Esa es presciencia. Él lo conoció de antemano a usted. Cristo ciertamente es un buen modelo. Cristo, 1 Pedro 2:6, la piedra del ángulo escogida, preciosa, así como Él eligió a Cristo mediante presciencia, Él nos elige a nosotros mediante presciencia. Verdad tremenda.
Entonces, la naturaleza de la elección, elegidos por Dios. La condición de la elección, extranjeros en el mundo. La fuente de la elección, vino de una relación predeterminada con Dios que Él ordenó como parte de Su plan.
En cuarto lugar, al considerar a la elección aquí, hay tantas cosas más que decir. Pero vayamos al cuarto pensamiento: la esfera de nuestra elección. La esfera de nuestra elección.
Versículo 2. Esto es tan maravilloso. Ahora, note esto: “en santificación del Espíritu.” En santificación del Espíritu. Ahora escuche, por favor. Ser elegido y ser salvo son dos cosas diferentes. ¿Escuchó eso? Son dos cosas diferentes. ¿Está listo para escuchar esto? Usted puede ser elegido y no ser salvo. ¿Qué quieres decir con eso? Todos nosotros fuimos elegidos y no salvos en algún punto, ¿verdad? No es decir “bueno, soy elegido. Creo que no necesito ser salvo.” No. La esfera en la que la elección va de ser un plan a una realidad es la salvación. La realidad de la elección llega a los elegidos mediante la obra santificadora del Espíritu. Así es como el decreto Divino y eterno se vuelve un hecho de la historia.
¿Desde hace cuánto han sido elegidos los elegidos? ¿Se acuerda? ¿Por cuánto tiempo ha sido usted elegido? Para siempre. ¿Durante cuánto tiempo ha sido usted salvo? Unos cuantos años. Usted ha sido elegido por mucho tiempo antes de que fuera salvo. Y usted fue elegido cuando usted estaba vivo y estaba perdido. Hay una diferencia. La elección, el plan de Dios se vuelve realidad en la vida de los elegidos en la esfera de la obra santificadora del Espíritu Santo.
Este es un pensamiento maravilloso, porque si usted tiene el término santificación usado para referirse al todo de lo que los teólogos llamarían “la obra salvífica”, la obra de la salvación. Y yo creo que lo que Pedro tiene en mente por la obra santificadora del Espíritu es el nuevo nacimiento: la salvación, la regeneración, la fe, el arrepentimiento, todo lo que el Espíritu produce.
Esta obra santificadora, hagiasmos, palabra de la cual obtenemos santo, significa separado, apartado, consagrado, santo, santificado. Y el genitivo subjetivo aquí parece indicar que el Espíritu produce esta santificación. El Espíritu viene, lo hace a usted santo lo cual significa que lo aparta a usted, lo aparta. Lo santifica, lo consagra a Dios en la obra de salvación. Usted ha sido elegido y yo también, desde toda la eternidad. Pero todos nosotros en un punto en el tiempo éramos parte de la masa de la humanidad no redimida. Estábamos viviendo en una condición no redimida, hasta que el Espíritu Santo vino y nos apartó, nos salvó. Santificar significa apartar y puede referirse a la salvación y todo lo que sale de ella. El Espíritu Santo hace esta obra maravillosa.
Capítulo 2, versículo 9 de 1 Pedro. Véalo por un momento. “Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas - ahí está la obra santificadora – a Su ¿qué? Luz admirable.” Ahí es cuando usted es apartado. Esa es su consagración. Esa es su santificación.
Y después, versículo 10: “vosotros que en otro tiempo no erais pueblo,” aunque eran los elegidos, “pero que ahora sois pueblo de Dios,” en un punto implícito, no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia. Y entonces, él está diciendo han sido elegidos por mucho tiempo, pero ustedes fueron salvos desde que la obra santificadora del Espíritu se llevó a cabo cuando Él los apartó del pecado a Dios. Los apartó de las tinieblas a la luz. Los apartó de la incredulidad a la fe. Los apartó del amor a la iniquidad al arrepentimiento. Todo eso es la obra santificadora del Espíritu.
Hechos 15:7. Escuche esto. Mucho debate en el concilio de Jerusalén. Pedro se puso de pie y les dijo: “hermanos, vosotros sabéis que, al principio, Dios escogió que por mi boca los gentiles oyeran la palabra del Evangelio y creyeran.” Dios tomó una decisión. Él eligió a Pedro para predicar y Dios, quien conoce el corazón, les dio el testimonio a ellos, esto es a los gentiles, dándoles el Espíritu Santo, así como lo hizo con nosotros y Él no hizo distinción entre ellos y nosotros. Y escuche esta línea: “limpiando, purificando sus corazones por la fe.” ¿Quién hizo eso? El Espíritu Santo. Limpió sus corazones por medio de la fe. Dios envía a Su Espíritu Santo, esa es la razón por la que la Biblia dice “os es necesario nacer del Espíritu.” Nacer del Espíritu. Es el Espíritu quien viene y nos aparta del pecado y la incredulidad a la fe y a la santidad. Nacemos del Espíritu. Es la obra del Espíritu.
En Tito - usted se va a acordar de esto - vamos a este versículo con tanta frecuencia porque es un versículo tan tremendo. Escuche. “Nos salvó,” Tito 3:5, “no en base a obras que nosotros hubiésemos hecho.” El no vio por adelantado la historia y dijo: “oh, eso es lo que ellos van a hacer y entonces, esto es lo que voy a hacer.” No, Él nos salvó sin considerar lo que habíamos hecho, sino según Su misericordia. Y aquí está cómo nos salvó. “Por el lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo.” Dios planeó la salvación. Cristo compró la salvación. El Espíritu Santo aplica la salvación. Él lleva a cabo la obra regeneradora.
Primera de Tesalonicenses 1:4, él dice: “conociendo, hermanos amados de Dios, Su elección de vosotros. Yo sé que Dios los ha elegido. Porque nuestro Evangelio no vino a vosotros en palabras solamente sino en poder y en el Espíritu Santo.” ¿Cómo sabemos que somos elegidos? Porque vimos al Espíritu venir con poder y cambiar su vida. Esta es la única manera en la que usted puede saber. Ahí es cuando la elección se vuelve una realidad.
En 2 Tesalonicenses 2, de regreso a ese versículo que vimos la última vez, dice, ahora escuche esto, “Dios os ha elegido a vosotros desde el comienzo para salvación.” ¿Como? Segunda de Tesalonicenses 2:13: “mediante la santificación por el Espíritu y fe en la verdad.” El Espíritu produce un cambio, limpia, separa. ¡Oh, qué gran verdad! Dios lo planeó. Cristo lo llevó a cabo. El Espíritu lo hace una realidad.
En Romanos 15:16, Pablo dijo que él “fue hecho un ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando como sacerdote el Evangelio de Dios, para que su ofrenda de los gentiles pudiera ser aceptable, santificada por el Espíritu Santo.” Ahí está la misma frase usada para referirse a la salvación. La obra santificadora del Espíritu es que Él aparta a la gente para Dios.
¿Qué es lo que Pablo le dice a los Corintios? Capítulo 6, versículo 11: “y esto erais algunos de vosotros,” esto es ustedes solían ser fornicarios, idólatras, adúlteros, afeminados, homosexuales, ladrones, avaros, borrachos y todo eso. “Pero ahora habéis sido lavados, fuisteis santificados.” Y entonces, con frecuencia pensamos en la santificación, creo, como algo que sucede después de que usted es un cristiano e incluye todo. Significa que usted es apartado del pecado a Dios. Es un sinónimo aquí para salvación en 1 Pedro. Y es la obra crítica del Espíritu Santo en la conversión. Él nos aparta. Esa es la razón por la que debemos recordar que somos nacidos del Espíritu.
Ahora escuche. Una vez que usted es apartado, Él continúa santificándolo a usted y consagrándolo y haciéndolo más santo; y eso es el proceso de santificación. Y se lleva a cabo toda nuestra vida. La salvación es una obra del Espíritu. Usted es nacido del Espíritu. Usted es nacido del Espíritu. Esa es su obra. El Espíritu le concede fe. La fe es un regalo de Dios. El Espíritu abre su corazón para que usted crea. El Espíritu hace que usted entienda el mensaje del Evangelio. El Espíritu lo convierte de pecado hacia Dios. ¿Por qué? Porque Él está cumpliendo la realidad del propósito electivo de Dios. Es una verdad tremenda. Tremenda. El Espíritu Santo nos hace santos.
Efesios 1:4 nos dice que fuimos elegidos para que fuésemos santos. Hebreos 12:14 dice: “seguid la santidad sin la cual nadie verá al Señor.” Ahora, eso no significa perfección. Eso significa separación. Yo soy santo. ¿Sabía usted eso? Usted es santo si usted es cristiano. No soy tan santo como debiera ser y usted no es tan santo como debiera ser. No soy tan santo como lo voy a ser. Usted no es tan santo como va a ser. Pero hubo una ocasión en la que no era santo en absoluto. No estaba separado del pecado, la incredulidad, las tinieblas. Y ahora, lo estoy. Y ahora estoy creciendo más y más para ser como Cristo. Conforme crezco espiritualmente, la frecuencia decreciente del pecado es la realidad que se incrementa de la santidad. Ese es un proceso. Pero comienza con el acto salvador del Espíritu Santo. Realmente, este es el nuevo pacto en una gran manera.
De hecho, permítame tan sólo hacer un comentario a pie de página por un minuto aquí. Sería una contradicción decir, y necesito explicar este punto, entonces, es bueno que pensé en hacerlo. Sería una contradicción decir que Dios eligió a un hombre para estar en Cristo, pero no lo hizo santo. ¿Entendió eso? Contradicción total. Contradicción total. Si usted ha sido sacado de las tinieblas y colocado en la luz, si usted ha sido sacado de la muerte y colocado en la vida, si usted ha sido sacado de la incredulidad y se la ha dado fe, si usted ha sido separado del pecado, usted es santo. Usted no es tan santo como debiera ser, pero usted es santo. Sería absolutamente imposible para Dios escoger a un hombre para estar en Cristo, enviar al Espíritu Santo para hacer la obra y no separar a ese hombre de alguna manera del pecado.
Digo, dicho simplemente, tome las palabras de Pablo. En Romanos 6:22: “y libertados del pecado y esclavizados a Dios, derivan su beneficio resultando en santificación.” Claro. Claro. Entonces, alguien dice: “bueno, soy cristiano, pero nunca ha habido un cambio en mi vida.” ¡Espera un momento! ¿Qué significa eso? ¿Qué estás diciendo con eso? Si el Espíritu Santo te separó de la incredulidad a la fe, Él te separó del amor al pecado al odio hacia el pecado. Si te separó en todas esas maneras de la muerte a la vida y de las tinieblas a la luz, tú eres santo. Y se manifestará en la manera en la que vives. No entender eso ha creado un malentendido diabólico del Evangelio. Usted no me puede decir que hay gente que han sido santificadas por el Espíritu Santo, apartadas del pecado a Dios, pero no las puede identificar. Espere un minuto. Tiene que haber una diferencia. Tiene que haber. Ustedes solían ser esclavos del pecado. Ahora son los siervos de justicia. Es un cambio total en su naturaleza.
Estaba pensando en Gálatas 4:6, debido a que son hijos, Dios ha enviado al Espíritu de Su Hijo a nuestros corazones. Hombre. Esa es otra cosa que el Espíritu Santo hace. Viene a vivir en nuestros corazones. ¿Cree que eso hace de usted una persona diferente? Espero decirle que sí. ¿Cómo puede alguien decir que una persona puede ser salva por la obra santificadora del Espíritu Santo, y como algunos están diciendo en la actualidad, y no creer? ¿Y no estar separados?
Ciertamente va en contra de lo que enseñan las Escrituras. Bueno, la esfera de la elección. ¿Qué es? El ambiente de su cumplimiento es la salvación. Ocurre en la salvación. La obra santificadora del Espíritu Santo que hace de la persona impía santa. Segunda de Pedro 1:3. Veámoslo. La salutación en esta carta, versículo 2, es parecida. Gracia y paz y demás. Habla de Jesús nuestro Señor, viendo que “Su poder divino nos ha concedido, observe esto, todo lo que pertenece a la vida y a la piedad.” Hombre, pero, ¿cómo lo obtuvimos? Mediante el conocimiento verdadero de Él. Cuando usted llega a conocer verdaderamente a Cristo, usted recibe todo lo que pertenece a la vida y a la piedad.
Usted pregunta qué es eso. El arrepentimiento tiene que ser parte de esto. Ciertamente, el arrepentimiento pertenece a la vida espiritual y a la piedad. Fe, virtud, justicia, amor por Dios, deleite en la obra del Espíritu, todo está ahí.
Bueno, la naturaleza de la elección, Dios nos eligió independientemente de cualquier influencia externa. Usted pregunta por qué. Nosotros no respondemos esas preguntas. Él lo hizo. Eso es todo. ¿La condición de nuestra elección? Somos extranjeros residiendo en un lugar extranjero. Nos amamos unos a otros, vivimos a la luz de un estándar totalmente diferente de vida y tenemos que resistir la tentación de estar enfocados en nosotros a tal grado que perdemos el propósito por el que estamos aquí, el cual es ser sal y luz, esparcir la semilla.
¿La fuente de nuestra elección? Vino de un plan predeterminado, en el cual Dios, desde antes de que el mundo comenzará nos conoció, nos conoció no en el sentido de observación. Él conocía todo en el sentido de observación. Conociéndonos en el sentido de relación predeterminada. Esa es la fuente. Estuvo en su propia mente. Él lo conoció y lo hizo realidad. Él supo y determinó que existiera antes de que jamás sucediera.
¿Y cuál es la esfera en la que la elección se vuelve una realidad? La esfera de la salvación. Teóricamente, si usted fuera a morir sin llegar a abrazar a Cristo, se iría al infierno aún si teóricamente usted fuera elegido. Ahora, esta es una imposibilidad, pero usted entiende lo que yo estoy diciendo. La elección es inválida hasta que es confirmada por la obra santificadora del Espíritu. Y esa es la esfera en la que se lleva a cabo.
Tengo que darle un adelanto, una probada. Número cinco es el propósito de nuestra elección. ¿Está listo para escuchar esto? ¿Cuál es el propósito de nuestra elección? Digo, esto es tan directo. Para que nosotros, ¿qué cosa? Para obedecer a Jesucristo. Ahora, ese es el propósito de nuestra elección. Él lo salvó para que usted pudiera obedecer a Jesucristo. Eso es tan básico. Ese no es un deseo. Ese es un hecho. Efesios 2:10. “Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para” ¿qué? “Para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” Ese no es un deseo, ese es un hecho.
Vamos a hablar del hecho de la obediencia y después, vamos a hablar de lo que significa ser rociado con Su sangre. Esa verdad, por sí sola, es una de las más contundentes que jamás he encontrado en el Nuevo Testamento. Pero quiero guardarla, porque tiene que ser desarrollada en su totalidad. Entonces, esperaremos hasta la próxima vez.
Escuche. No se desconecte. No cierre su mente. La doctrina de la elección es tan práctica. Es tan poderosa. Cuando yo la entiendo, literalmente cambie la vida entera de uno el entender esta doctrina. Cuando usted entiende que usted es elegido, las ramificaciones prácticas de esto cambiarán la manera en la que usted vive diariamente.
La doctrina de la elección va a enfrentar su orgullo. Es correcto. Se encargará del asunto de la adoración en su corazón. Se encargará del asunto del gozo. La doctrina de la elección le va a decir todo lo que necesita saber acerca de beneficios y privilegios espirituales. La doctrina de la elección lo va a motivar a vivir de tal manera como ninguna otra doctrina jamás lo va a motivar. La doctrina de la elección producirá poder en su vida en maneras en que quizás usted nunca habría podido entender si usted no entendiera esta doctrina. No la puede ignorar. Usted no la puede ignorar de manera alguna.
Escuche lo que es Spurgeon dijo, y voy a cerrar. “Antes de que la salvación viniera a este mundo, la elección marchó al frente. Y cumplió la tarea de preparar el camino para la salvación. La elección fue por el mundo y marcó las casas en las que la salvación debería llegar y los corazones en donde el tesoro sería depositado. La elección vio a toda la raza del hombre, desde Adán hasta el último; y marcó con un sello sagrado a aquellos para quienes la salvación fue diseñada. Él necesita ir a Samaria, dijo la elección. Y la salvación debe ir ahí.
Después, vino la predestinación. La predestinación no solamente marcó la casa, sino que marcó el camino por el que la salvación debía viajar a esa casa. La predestinación ordenó todo paso del gran ejército de la salvación. La predestinación ordenó el tiempo cuando el pecador debería ser traído a Cristo. La manera en la que él debería ser salvo, el medio que debía ser empleado, marcó la hora y el momento exacto cuando el Espíritu debía dar vida a los muertos en pecado y cuando la paz y el perdón deberían ser hablados mediante la sangre de Jesús. La predestinación marcó el camino de manera tan completa a la casa que la salvación nunca se sale de ese camino y nunca se pierde del camino. En el decreto eterno de Dios soberano, los pasos de la misericordia fueron ordenados uno por uno.” Fin de la cita.
Es una ilustración hermosa, ¿no es cierto? La elección marcó la casa. La predestinación estableció el camino y el tiempo. Y la salvación siguió ese camino. Un regalo de Dios. Inclinémonos juntos en oración.
Confesamos, Padre, que estamos abrumados. Abrumados por pensar en Tu gracia infinita hacia nosotros. No la entendemos. ¿Por qué nos elegiste? Pero siempre nos regocijaremos. Oh Dios, gracias. ¡Gracias! Te bendecimos. Señor, cómo nuestras vidas deben reflejar nuestra gratitud. Ayúdanos, Señor, a recordar siempre que somos extranjeros aquí. Somos elegidos para otro lugar, un lugar perfecto. No dejes que nos aferremos a lo que está aquí. Mantennos con un enfoque claro en nuestro hogar verdadero, nuestro destino eterno.
Llena nuestros corazones con tal gratitud por la gracia, que estemos motivados y centrados en la dedicación, generosidad, en el servicio incansable, en invertir el tiempo, talento y dinero en la exaltación de Tu nombre bendito. Sálvanos, Señor, de estar jugando con este mundo pasajero con el que no tenemos parentesco. ¡Gracias, oh Dios, por apartarnos! Motívanos por el camino de la santificación para volvernos diariamente más como Cristo. Porque sabemos que esa es la obra continua del Espíritu.
Y Señor, oramos porque haya algunos cuya elección se vuelva realidad en esta hora, quienes, habiendo sido elegidos por Dios, ahora sean los que reciben la misericordia y la gracia salvadora, a quienes se les concede arrepentimiento y fe y los apartes del pecado a Ti. Lleva a cabo esta obra, Señor, para Tu gloria. Amén.
Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org
DERECHOS DE AUTOR © 2017 Gracia a Vosotros
Usted podrá reproducir este contenido de Gracia a Vosotros sin fines comerciales de acuerdo con la política de Derechos de Autor de Gracia a Vosotros.
Este artículo también está disponible y se vende como un folleto.
Esta serie de sermones incluye los siguientes mensajes:
Por favor, contacte a la casa Editorial para obtener copias de este recurso.
Información de la Editorial