Nos encontramos en un estudio continuo de Primera de Pedro. Esta noche nos encontramos en el capítulo 4, estudiando por primera vez los versículos 1 al 6; y explicando el tema que está en el corazón de Pedro, esto es una memoria que evita el pecado. John Owen, el gran puritano, a quien he estado leyendo, parece con bastante frecuencia las últimas semanas, dijo lo siguiente: “El pecado en el creyente es una carga que lo aflige en lugar de que sea un placer que lo deleita.”
Todo verdadero creyente vive en una batalla tremenda entre el deseo de la carne no redimida y los deseos del nuevo hombre, la nueva naturaleza. Como el apóstol Pablo en Romanos 7, amamos la ley de Dios. Como el apóstol Pablo en 7, luchamos contra la ley del principio del pecado. Y aunque hay algo en la profundidad de nuestra vida que ha sido plantado ahí por Dios mismo, en el maravilloso milagro de la regeneración, hay un principio de vida nueva que anhela lo que es correcto, y lo que es verdadero, y lo que es bueno, y lo que es honorable , y noble y santo y puro, también está esa carne no redimida en la cual esa nueva naturaleza está encarcelada; y de esta manera tenemos una batalla.
Y la pregunta que hacemos en esta noche al ver este texto es ¿cómo debemos enfrentar esa batalla? ¿Cómo debemos enfrentar la realidad de ese conflicto y conocer el camino de la victoria? Permítame sugerirle a usted que un factor que es muy importante es tener una perspectiva triple con respecto al pecado. En primer lugar, debemos tener una perspectiva hacia adelante. Debemos tener una especie de orientación futura. En la que estamos haciendo lo que Jesús dijo, estamos velando y orando, no sea que entremos en tentación. Haciendo lo que el apóstol Pablo dijo, caminando de manera circunspecta, estando alertas, sabiendo que frente a nosotros, en cualquier momento, a un respiro de distancia, se encuentra una tentación enorme.
Y entonces, debe haber un sentido en el cual vivimos en espera. Vivimos de manera vigilante, alerta. Pero también no sólo debe haber una dimensión futura en nuestra perspectiva, sino que también debe haber una dimensión presente. No sólo debemos estar en espera, sino también debemos estar enfrentando lo que está aquí en el presente. Debemos odiar lo que es malo. Debemos aferrarnos a lo que es bueno. Como Pablo dijo, debemos vestirnos del Señor Jesucristo y no proveer en el tiempo presente para los deseos de la carne. Y entonces, percibiendo lo que es inminente en el futuro, viviendo en lo que es real en el presente, nos ayudará a enfrentar el pecado.
Pero hay otra perspectiva y es la perspectiva en la que realmente Pedro se enfoca en este texto. Y esa es una perspectiva hacia atrás. Debe haber también una vista del pasado. Y yo creo que cualquier persona que va a enfrentar el pecado debe tener una buena memoria. Pedro nos va a ayudar a entender lo que necesitamos recordar conforme vemos el texto.
Entonces, comencemos en el versículo 1. “Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios. Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías. A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan; pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos. Porque por esto también ha sido predicado el Evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios.”
Ahora recuerde que Pedro está escribiendo a cristianos que están experimentando sufrimiento. Cristianos que están experimentando rechazo. Cristianos que están bajo persecución directa. Y él, ya ha hablado varias veces acerca de la dificultad de una persona piadosa en una situación impía. Y él ha llegado a enfatizar en el capítulo 3, de una manera muy fuerte, el punto que en el mayor sufrimiento puede haber el triunfo más grande. Es claro cuando usted estudia Primera de Pedro que el contexto es el sufrimiento. Y hay un sentido en el que la culminación de ver el sufrimiento llega en ese tercer capítulo, versículos 18 al 22, con el entendimiento de que el mayor sufrimiento puede llevar al mayor triunfo. Y el ejemplo de eso no es ningún otro que Jesucristo. Y recordará a partir de nuestro estudio de Cristo, en el cual señalamos conforme avanzamos a lo largo de ese pasaje, que Jesús en la hora de Su mayor dificultad, en la hora de Su mayor dolor, Su persecución más severa, esto es la hora de Su muerte, estaba ganando la victoria más grande que el mundo jamás ha conocido.
Y el punto de Pedro es este, no importa cuán difícil sea la hostilidad, no importa cuán severa sea la persecución, debe entender que lo que puede ser el momento más difícil, también puede ser el tiempo más triunfal. Ahí estaba Cristo siendo asesinado en una cruz y a través de esa misma muerte, Él estaba triunfando sobre el pecado. Estaba triunfando sobre Satanás. Estaba triunfando sobre los demonios. Estaba triunfando sobre la muerte. Estaba triunfando sobre el infierno. Estaba triunfando, por así decirlo, inclusive sobre el juicio de Dios. Y al final, Él fue exaltado hasta lo sumo por Dios mismo. Y en el versículo 22 dice que Él , habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios y a Él están sujetos ángeles, autoridades y potestades.
Entonces, cristiano, el sufrimiento puede ser triunfal. En base a eso, llegamos al versículo 1. “Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado.” Pedro dice: Cristo sufrió en la carne triunfalmente, ustedes hagan lo mismo. Usted puede tener la victoria que es un paralelo en cierto modo, a la victoria de Cristo.
Ahora, ¿qué es específicamente lo que tiene mente? Permítame recordarle. Cuando él dice que Cristo sufrió en la carne, él quiere decir que Cristo murió. Él está hablando ahí acerca de la crucifixión, como lo vimos en el versículo 18, Cristo también murió. Algunos manuscritos ahí dicen padeció. Suponemos que el intercambio busca señalar por un lado, la muerte y por otro lado, el sufrimiento asociado con la misma. Pero ambos van de la mano, esto es obvio, cuando en el versículo 1 del capítulo 4 dice que Cristo padeció, ha padecido, se implica en ello que murió. Aquí es un sinónimo para muerte. Él dice, armaos del mismo ennoia, armaos con la misma idea, el mismo propósito, el mismo principio, el mismo pensamiento.
¿Y qué pensamiento, y qué idea, y qué propósito es ese? Que estén dispuestos a morir por causa de la justicia porque saben que pueden triunfar en ella. Ahora, si usted está armado contra la persecución con una disposición a morir, si ésta dispuesto a hacer lo que Jesús dijo en Mateo 10:38 y 39 y Mateo 16, de tomar su cruz y seguirlo, lo cual implica también una disposición a morir. Si usted está dispuesto morir por la causa de Cristo, entonces se ha armado con la misma idea que Cristo tuvo cuando murió. Porque Él murió por el gozo que estaba puesto delante de Él. Él sabía lo que eso lograría. Él entendió el triunfo en eso. Y así debe también usted.
¿Y cuál es ese triunfo? Observe el final del versículo 1. “Pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado.” Ése es un aspecto de eso. Señalamos en nuestro último estudio algo de la discusión acerca de la frase y compartí con ustedes la conclusión que yo tengo de este texto, que de lo que él está hablando aquí es muy simple, lo que está diciendo es que ‘si los matan, ustedes dejaran de pecar’. La frase padeció en la carne de nuevo al final del versículo 1 significa lo mismo que significó al principio del versículo 1; y tiene que ver con la muerte de Cristo, tiene que ver con muerte. Lo que él está diciendo es que si mueres, cesarás de pecar. El punto es este, lo peor que sus persecuciones pueden hacerle a usted es matarlo; y si lo matan, la batalla se acabó. ¿Se oye eso invitador? Así debería ser. Ésa es la idea. Y si usted está armado con la idea, no va a darle la espalda. Va a tener valentía, y denuedo, y confianza, y fortaleza en medio de cualquier prueba, cualquier dificultad, cualquier persecución, cualquier amenaza.
Y después, ese tipo de actitud va a producir el tipo de actitud del versículo 2, ‘para no vivir el tiempo que resta en la carne conforme a las concupiscencias de los hombres’. Esa es la clave. Si usted está dispuesto a morir sabiendo que usted dejará de pecar, entonces usted acaba de quitarle la mayor arma que los enemigos tienen contra usted; y ésa es la amenaza de la muerte. Y si ésa no es amenaza para usted, entonces esa no es arma para ellos. Y si usted entiende que la meta de su vida es dejar de pecar y lo único que la muerte puede hacer es hacer que esa meta sea una realidad, si usted entiende que es la meta de su vida, entonces ya va a vivir el resto de su vida en la carne no para la concupiscencia de los hombres.
En otras palabras, Pedro está diciendo ‘una vez que usted se arma con la realidad de que la meta es estar libre del pecado, va a quitar la amenaza de la muerte y va a controlar la manera en la que usted vive su vida’. Usted debe vivir su vida evitando el pecado ya no impulsado por el deseo carnal, nunca haciendo concesiones debido a que la muerte sólo podría ser liberación del pecado. Y entonces, ¿qué amenaza podría hacer que usted hiciera concesiones? Esto entonces se vuelve un estímulo muy importante para generar una evasión del pecado.
Ahora Pedro, entonces, comienza a explorar este concepto de recordar. Y quiero simplemente llevarlo a lo largo de esto. Simplemente hemos visto dos puntos en el bosquejo; y estoy simplemente condensando esto. Recuerde esto, en primer lugar, primero Pedro va a darnos varios puntos. Recuerde lo que el pecado le hizo a Jesucristo, versículo 1. Lo mató. Si vamos a enfrentar el pecado y si vamos a tener victoria sobre el pecado, vamos a tener que odiar el pecado. Parte de odiar el pecado es entender lo que el pecado hace. No hay una ilustración más grande de lo que el pecado hace que ver lo que le hizo Cristo. Cristo sufrió. Cristo murió como dice el versículo 18 del capítulo 3.
En segundo lugar, en nuestro último estudio señalamos que usted debe tener una buena memoria de lo que el pecado le hizo a Cristo y en segundo lugar, una buena memoria de lo que el pecado le hizo los cristianos. La segunda parte del versículo 1. También los mata. No sólo los mata, de vez en cuando hay mártires, aquellos que han muerto por la causa de Cristo. Sino que también causa -y escuche esto- causa que ellos batallen toda su vida hasta que mueren. La implicación al final del versículo 1 es que la única manera de dejar de pecar es morir.
Debemos odiar el pecado porque mata a Cristo. Debemos odiar al pecado porque mantiene a los creyentes de ser lo que Dios ha querido que ellos sean, perfectos, santos, semejantes a Cristo, libres del pecado. Nos restringe de ser lo que debemos ser. Nos hace hacer lo que no queremos hacer y no hacer lo que queremos hacer. Crea una terrible batalla. Provee para nosotros una especie de esclavitud de la cual nunca podremos ser realmente liberados en su totalidad. Y ésa es la razón por la que clamamos por la redención de nuestro cuerpo en el capítulo 8 de Romanos.
Ahora en tercer lugar, y aquí es donde realmente retomamos nuestro estudio en esta noche, debemos recordar que si vamos a evitar el pecado, no sólo lo que le hizo a Cristo y lo que le ha hecho a los cristianos, sino lo que le ha hecho a Dios. Y esto sólo por implicación, pero creo que es un punto que necesita ser mencionado. El versículo 2 dice con respecto al creyente: “no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios.” Y debemos recordar lo que el pecado le hace a Dios. ¿Qué le hace a Dios? Viola Su voluntad. Ésa es la implicación.
Pedro nos llama a darnos cuenta de que vamos a hacer la voluntad de Dios por el resto de nuestro tiempo en la carne porque previo a nuestra salvación, obviamente, hacíamos todo menos la voluntad de Dios. Él hace un contraste entre vivir para las concupiscencias de los hombres y vivir para la voluntad de Dios. Uno o lo otro. Pedro simplemente está diciendo a manera de recordatorio que debemos mirar hacia atrás y entender que el pecado viola la voluntad de Dios. Y cuando nosotros vivimos en pecado, cuando seguimos las concupiscencias de los hombres, violamos la voluntad de Dios.
La Biblia está llena de muchas exhortaciones en este tema de la obediencia; y simplemente quiero llevarlos a unas cuantas que ustedes conocen bastante bien. Mateo, capítulo 7, nos dice esto en el versículo 24: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.” Eso puede ser resumido diciendo que el juicio vendrá al final y vendrá en contra de aquellos que no hicieron la voluntad de Dios, de regreso en el versículo 21, Jesús dijo: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos.’”
Esta entonces es una exhortación a la obediencia de la voluntad de Dios. En Mateo, capítulo 28, a todos se nos recuerda el hecho de que en la gran Comisión, Jesús dijo que debemos enseñarles a que hagan ‘todo lo que os he mandado’. Eso es parte de la médula de hacer discípulos y consiste en traer a los hombres a la obediencia a los mandamientos los que expresan la voluntad de Dios.
Usted bien recuerda, quizás desde su niñez, memorizar Romanos 12:2. Escúchelo: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” En Efesios capítulo 5, versículo 7, la Escritura dice que no debemos ser participantes con aquellos que son engañadores en contra de los cuales viene la ira de Dios, aquellos que son llamados hijos de desobediencia. En Efesios 6:6, dice que debemos ser esclavos de Cristo haciendo la voluntad de Dios desde el corazón. Me encanta Colosenses 4:12: “Os saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere.” Y así sigue, y sigue, y sigue a lo largo del Nuevo Testamento el llamado a la obediencia. El pecado, por otro lado, comenzando con Lucifer y su caída, es una expresión de desobediencia, rehusarse a hacer la voluntad de Dios. El pecado es rebelión, dice la Escritura, el pecado es hostilidad contra Dios.
Ahora amados, este es un punto simple que les presento; y esas Escrituras son para recordarles lo importante que es la obediencia. Pero este es un punto simple. El punto es este: ¿cómo podemos pecar cuando entendemos que viola la voluntad de Dios? Dios, quien ha mostrado tanta gracia para con nosotros. Dios, quien ha sido tan amoroso, misericordioso y amable, cómo podemos vivir -dicho en las palabras de Pedro- el resto de nuestro tiempo en la carne conforme a las concupiscencias de los hombres y no conforme a la voluntad de Dios? No podemos. No podemos. Si usted desea evitar el pecado en su vida, debe tener una perspectiva hacia atrás, usted debe entender lo que el pecado le hizo Cristo. Lo mató. Es algo despreciable, odioso, usted debe entender lo que le ha hecho a los cristianos. Los ha retrasado y ha evitado que ellos sean todo lo que deben ser fuera de él. Usted debe recordar lo que le hace a Dios. Viola Su voluntad santa. Hay un sentido en el cual asesta un golpe en Su bendito rostro. Se rebela contra Él. Véalo por lo que es. Jeremías, capítulo 22, versículo 21, y Jeremías 35:14 dice ‘te he hablado una, y otra, y otra vez, y sin embargo no me has escuchado’. Ésa es la esencia del pecado, la rebelión.
En cuarto lugar, creo que aquí Pedro nos sugiere que si vamos a evitar el pecado, debemos recordar lo que el pecado le ha hecho a la humanidad perdida. No sólo lo que le ha hecho a Cristo, lo que le ha hecho a los cristianos al retrasarlos de ser lo que podrían ser, no sólo lo que le ha hecho a Dios, sino lo que le ha hecho a la humanidad perdida. Y éste es el corazón de los versículos 3 al 5, a los cuales quiero que vayamos.
Lo que usted tiene en los versículos 3, 4 y 5 es más bien una descripción vívida y trágica de los efectos devastadores del pecado sobre la humanidad que debe traerle a su memoria suficientes razones como para evitar el pecado. Él dice: “Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías.” En otras palabras, ya han pasado suficiente tiempo, ya han tenido suficiente oportunidad como para vivir en el pecado. ¿Por qué seguir arrastrándose en ello? Y aquí, él se refiere a su vida de pre conversión, el tiempo antes de que llegara a conocer a Cristo. Y él dice que su experiencia pre cristiana del pecado es suficiente. El sentido de la palabra, por cierto, ‘baste’, el sentido de esa palabra es ‘más que suficiente’. Ya han estado más que suficiente en ese tipo de vida. Ya han vivido más que suficiente en ese tipo de vida. Ya han satisfecho el deseo de los gentiles al punto que ya no necesitan satisfacerlo.
Por cierto, el deseo aquí es boulema, el cual parece tener la idea de un deseo que es de propósito, es un deseo de propósito, deliberado. Y cuando usted no era salvo y cuando usted estaba sin Dios y sin Cristo, su corazón buscaba, tenía el propósito que satisfacer su deseo malo. Es lo que Pedro llama en el capítulo 1, versículo 18, una manera fútil de vivir. Usted ya ha pasado más que suficiente tiempo en eso. Suficiente tiempo como para haberlo vivido, como para haber producido el estilo pagano a su límite. Ahora, déjelo.
Entonces, recuerde lo que le hizo a la humanidad perdida recordando lo que usted era, cómo era antes de ser convertido. Y el resto de tiempo, haga la voluntad de Dios. Usted ya tuvo suficiente de eso. Ahora, Pedro no se detiene en ese punto, sino que más bien recuerda con ellos y se vuelve más específico. Y observe nuevamente el versículo 3. Él describe ese estilo de vida anterior como haber seguido un curso, haber buscado un curso de vida. Eso significa conducir la vida de alguien. Ustedes condujeron su vida lo largo de este curso. Moviéndose a lo largo del curso del pecado -por así decirlo- al ritmo hipnótico del tambor diabólico. Es el diablo que llama a la cadencia de la marcha descendente solemne al pecado. Y ustedes lo estaban haciendo. Y eso es suficiente. Vean su pasado, ¿no es eso suficiente? Hay muchos de ustedes aquí en esta noche que miran a su pasado y dicen ‘sí, es suficiente, más que suficiente’.
Ahora veámoslo un poco más de cerca. ¿Cómo se veía? Seis palabras para describirlo. Ustedes anduvieron en “lascivias,” aselgeia, la palabra es utilizada para describir el espíritu que no conoce restricción. El espíritu que se atreve a pecar con cualquier pecado. Vicio. De hecho, la palabra antigua es disipación. Y esa palabra significaba una búsqueda excesiva de la satisfacción sensual. Él está diciendo ‘así eran antes, antes de que vinieran a Cristo en su condición pérdida. Vivían en una impiedad sin restricciones tal, en un pecado abierto contra Dios, que ustedes desfilaban, desplegaban sin temor alguno su vicio. Y ciertamente eso es verdad en la cultura en la que vivimos, la cual tendría que ser definida como una cultura pornográfica.
La segunda palabra que él usa está asociada muy de cerca con la primera. Él usa la palabra “concupiscencias,” pasión, se refiere a estar dominado por el deseo maligno. Se refiere a ser impulsado el instinto animal. Ser impulsado por la pasión. Es la búsqueda de la satisfacción sin consideración alguna, sin razonamiento, en placeres que la pasión busca. Y después, él usa otra palabra ‘embriagueces’, la palabra literalmente significa vino. Vino que está burbujeando. Y habla de estar intoxicado, de embriaguez habitual y también podría hablar de la embriaguez que viene de las drogas.
La cuarta palabra que usa es traducida ‘orgías’, Kōmos , realmente se refiere a una orgía sin restricciones, una fiesta sin restricciones. El término era utilizado en literatura extra bíblica para referirse a un grupo de personas que estaba en estado de embriaguez, actuando sin restricción alguna, que estaba tambaleándose y cantando ahí por las calles, causando problemas. Es la embriaguez pública. Y por cierto, normalmente estaba asociada con la adoración de dioses falsos, las sectas del tiempo antiguo, como la adoración de Dionisio o Baco.
Y después, él añade una palabra que es muy parecida, disipación. Disipación. Fiestas de embriaguez, potos, simplemente tomar por causa de tomar y emborracharse.
Y después, él añade abominables idolatrías. La adoración de ídolos. Eso es una abominación a Dios. Ahora ahí, queridos amigos, está la caracterización de la persona no regenerada. Y no toda persona, claro, es tan mala como podría ser; pero normalmente, éste es el tipo de vida de una persona no regenerada en nuestra cultura y así también era en la época de Pedro. Él dice que tuvieron suficiente de eso. Suficiente vida vil, suelta, disipada. Ya tuvieron suficiente de vivir motivados, controlados por la pasión. Suficiente borrachera. Suficientes fiestas sin restricciones. Suficientes fiestas de embriaguez. Suficientes idolatrías abominables de adorar a falsos dioses. Suficiente.
Pero de ahora en adelante, no vivan de ese modo. Recuerden cómo vivieron, recuerden lo que el pecado les hizo. Recuerden el dolor de su sensualidad y su concupiscencia. Su embriaguez y sus orgías. El dolor de sus fiestas de borracheras y sus idolatrías abominables. Lo interesante de todo esto es que en tiempos antiguos estuvo empacado y atado con un moño llamado religión. Era justificado como una forma de adoración a una deidad.
Después, en el versículo 4, Pedro añade, y esto es muy interesante, “A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan.” ¡Hombre, eso es una realidad! Les sorprende cuando usted les dice que su vida ha cambiado, que ya no hace eso. Están sorprendidos, en un estado de shock, cuando su vida es diferente. Eso es normal para ellos. Es a tal grado un estilo de vida, que cuando no usted no vive de esa manera, están sorprendidos. El verbo significa estar sorprendido, en un estado de shock. Incluye la idea de ofenderse. Están enojados, molestos, ¿Por qué? Están molestos con usted porque usted no corre con ellos en el mismo desenfreno de disolución. Como puede ver, cuando ellos ven que usted ha sido transformado y ya no vive su vida de ese modo, es cuestión de sorpresa para ellos. Es cuestión de sorpresa.
J.B. Nichols escribe, y cito: “los licenciosos esclavizados por hábitos que no pueden romper, encendidos por lascivias que no pueden extinguir, que están siendo impulsados hacia abajo por una fuerza de gravedad que no pueden por sí mismos resistir, están sorprendidos ante el cambio completo en las vidas de aquellos creyentes cuyo objetivo en la vida es ahora la voluntad de Dios.” Fin de la cita. Y así como M. B. Welch escribió hace años atrás en este hermoso poema, y cito: “Pero el Maestro viene y la multitud necia nunca puede llegar a entender el valor del alma y el cambio que ha sido llevado a cabo por el toque de las manos del Maestro.” Fin de la cita.
Ellos no lo entienden y les molesta mucho que usted ya no corra con ellos. Usted ya no hace lo que ellos hacen. Ya no continúa literalmente corriendo con ellos, enfatizando que en una ocasión lo hicieron y ahora se ofenden porque usted no lo hace. Esa pequeña frase, ‘no corráis con ellos en el mismo desenfreno de desilusiones’ es una frase muy vívida. El retrato es de una gran multitud que está corriendo en una carrera salvaje. Corre sin restricción alguna. William Kelly dice que es una estampida eufórica de buscadores de placer que está en una carrera. El término desenfreno es usado sólo aquí y significa primordialmente que confluyen aguas. Tiene la idea de aguas que se unen para fluir. Algunos sugieren que tiene la idea de una cisterna. Otros sugieren la idea de desechos que están cayendo en una cisterna. Y él aquí retrata la vida de pre conversión como esta carrera loca sin control de idólatras llenos de lujuria, borrachos, que es tan buscando placer, que están corriendo como aguas sucias a una cisterna de disipación. Disolución. Disolución significa el estado de maldad en el cual una persona no piensa en nada más que en maldad. No piensa acerca de la salud, no piensa acerca del dinero, no piensa acerca de la reputación. No piensa acerca de la virtud. Sólo en satisfacer su pasión. Hay una pasión ardiente a tal grado en el pecado que la gente sin pensar está buscando su pasión de manera intensa, irresistible; está corriendo a esa cisterna en disolución. Son atraídos a ella. Y Pedro dice que eso difícilmente es un spa, una tina de hidromasaje para un cristiano. Difícilmente es un lugar para usted. Recuerden cómo eran. Recuerden cómo eran.
Y él dice que os ultrajan. Los blasfeman, los difaman, atacan la reputación de alguien, calumniarlos. Hablan mal de ustedes porque ya no están corriendo a la misma cisterna a la cual ellos van corriendo. Nuevamente, Kelly dice, y cito: “Hay suficiente evidencia a partir de fuentes paganas como también cristianas que fue precisamente el hecho de que los cristianos se rehusaron a participar en la rutina de la vida contemporánea, particularmente el entretenimiento convencionalmente aceptado, las ceremonias cívicas y cualquier función que involucraba contacto con idolatría o lo que ellos consideraban inmoralidad que causó que fueran odiados, menospreciados; y ellos mismos sospechados de prácticas ilícitas.” Fin de la cita.
Fue esa misma razón lo que hizo lo que la gente los odiara. La humanidad caída es un grupo horrendo. Calumnian a los cristianos. Menosprecian a los cristianos. Corren como aguas sucias camino a una cisterna de disolución. Esa es una descripción horrible; y lo que Pedro está diciendo es esto, ‘recuerda que solías correr con ellos a esa misma cisterna de disolución, de perversión sexual, idolatría, de borrachera. Y fueron salvos de eso.’ Y se volvieron el objeto de su hostilidad amarga.
¿Y ahora van a vivir en los pecados que vivían en el pasado? Mejor es ser justo y sufrir triunfalmente que ir a esa cisterna. Y después, él añade una nota en el versículo 5: “Pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.” El verbo ‘darán cuenta’ significa pagar de regreso. Ellos serán pagados. De hecho, la gente que hace eso, que vive así y que calumnia a los cristianos está acumulando una deuda para con Dios a tal grado que van a pasar toda la eternidad pagándola de regreso. Se les demandará el pago. Este verbo es un término de libros de contabilidad. Dios lo tiene en Sus libros; y van a pagar. Las Escrituras describen ese pago. Usted lee en Mateo capítulo 18, versículo 23 en adelante. Usted lee en Apocalipsis, capítulo 20, versículos 11 al 15; vendrá un tiempo cuando ellos pagarán. Y van a dar cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos cuando estén ahí ante el juicio del gran trono blanco. Él dice al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos. Los vivos, aquellos que están vivos en la actualidad en el tiempo de Pedro. Los muertos, los que ya murieron, todos van a ser juzgados, todos ellos. Como dice Romanos 3:19, Pablo escribe “para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios”. No escaparán el juicio. Y van a quedar mudos ante un Dios santo, ante el trono del juicio, sin defensa, sin ningún abogado, sin ninguna excusa; y serán juzgados.
De hecho, la severidad de Su juicio es quizás descrita de manera vívida en 2 Tesalonicenses como ningún otro lugar: “Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de Su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de Su poder.” Su día vendrá.
Una nota en el capítulo 4, versículo 5, “Ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar.” La palabra “al.” ¿Quién es el juez? ¿A quién se identifica como ‘al’? Podríamos decir por un lado, es Dios. Primera de Pedro 1:17: “Y si invocáis por Padre a Aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno…” Eso se refiere a Dios. Pero si leemos Juan 5:22 al 27, ahí nos dice que “todo el juicio dio al Hijo.” Todo juicio ha sido entregado a Jesucristo. Entonces, creemos que Dios los va a juzgar, pero Dios los va a juzgar a través de Su Hijo, el señor Jesucristo a quien le ha entregado todo juicio.
¿Qué le ha hecho el pecado a los no salvos? Ha hecho que su vida sea disoluta. Los ha hundido en una cisterna vil, sucia de disolución. Y los ha hecho enemigos del pueblo de Dios. Y de esta manera, los ha hecho enemigos de Dios mismo. Los enemigos de Cristo y los objetos de un juicio eterno condenador.
Creo que lo que Pedro tiene en su corazón es recordarnos y decirnos ‘miren eso, no lo olviden’. Debe ayudarnos a evitar el pecado. Debe ayudarnos a estar dispuestos a sufrir por causa de la justicia gozosamente. Entonces, evitar el pecado requiere una buena memoria. Una buena memoria de lo que el pecado le ha hecho a Cristo. Lo mató. Lo que el pecado le ha hecho a los cristianos. Nos mantiene alejados de lo que podríamos ser porque la única manera en la que podríamos dejar de pecar es morir. Y entonces, estamos ligados a la carne. Ver de nuevo y ver lo que le ha hecho a Dios. Lo ha ofendido mucho porque el pecado es rebelión contra Su voluntad. Y observa y mira lo que le ha hecho a los perdidos. Los ha hecho sucios y viles; y los ha preparado para la condenación.
Finalmente, Pedro tiene un magnífico recuerdo más al ayudarnos a evitar el pecado y con gusto estar dispuestos a sufrir por causa de la justicia, y es éste. Recuerda, en quinto lugar, lo que Dios te prometió al vencer el pecado. Recuerde lo que Dios le prometió al vencer el pecado, observe el versículo 6. “Porque por esto también ha sido predicado el Evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios.” Éste es un versículo simple y profundo. “Porque por esto también ha sido predicado el Evangelio a los muertos.” Significa el mensaje salvador de Jesucristo a los muertos. Simplemente significa aquellos que ahora están muertos. Él tiene en mente a algunos creyentes que oyeron el Evangelio y están muertos. Quizás algunos de ellos asociados a los que escribió Pedro esta carta, murieron por su fe en Cristo. Y entonces, la idea primordial aquí es que el creyente bajo persecución, bajo cualquier trato injusto, bajo castigo, inclusive muerte, aún muerte, debe estar dispuesto a sufrir sabiendo que hay triunfo porque aunque muera en la carne como hombre, vivirá en el espíritu de acuerdo con la voluntad de Dios.
Lo que Pedro está diciendo es que Dios le ha prometido que a través de la muerte usted vencerá el pecado. Entonces, él recuerda a sus lectores que el Evangelio le fue predicado a aquellos que ahora murieron por este propósito. Que aunque son juzgados en la carne como hombres, literalmente matados por su fe en Cristo, vivirán en el espíritu de acuerdo con Dios. Y entonces, nos lleva de regreso a donde comenzamos. Todo lo que la muerte le puede traer es llevarlo a la vida eterna en la presencia de Dios.
Como puede ver, es un paralelo a todo lo que hemos estado aprendiendo al final del capítulo 3, versículo 18. Cristo murió, pero no se quedó muerto. Él fue vivo en el Espíritu. Su cuerpo estuvo muerto, Su Espíritu estuvo vivo. El mismo punto aquí. Ellos puede matar su cuerpo, pero su espíritu estará vivo. Y entrará a la promesa de la vida eterna.
Entonces, evitar el pecado frente a grandes amenazas, frente a la persecución e inclusive la muerte es posible, noble, justo, es mandado. Y una manera de ayudar a vencer eso es recordar; y recordar lo que el pecado le hizo Cristo, lo que le hace a lo cristianos, lo que le hace a Dios, lo que le hace los perdidos y después recordar lo que Dios le ha prometido a usted en el futuro.
No importa lo que nos hagan, podemos ser victoriosos. Creo que Jesús dijo en gran parte lo mismo cuando dijo “No temáis a los que destruyen el cuerpo, más bien temed a Aquel que destruye tanto el alma y el cuerpo en el infierno.”
Amados, nosotros como todos los que han venido a Cristo, luchamos con el pecado. Y esta ha sido una presentación algo cuidadosa y quizás hasta técnica; no quiero que pierdan el impacto, pero todos luchamos con el pecado. Y lo que le da la victoria no es algún entendimiento místico. No es alguna percepción esotérica, sino simplemente enfocarse en el daño y la devastación del pecado. Si podemos llegar a verlo por lo que es, vamos a odiarlo como Dios lo odia. Ver lo que le hizo a Cristo, ver lo que le hace a Dios. Ver cómo afecta a los creyentes, destruye sus vidas, sus matrimonios, sus familias. Los retrasa de ser lo que Dios quiere que sean. Y comprender cómo lleva a la raza humana a una cisterna de disipación, de disolución y en últimas al juicio, nos debe hacer odiar el pecado. Y después, cuando usted voltea eso y compara el otro lado, que Dios nos ha prometido que al final, no importa lo que nos hagan, viviremos en el Espíritu para Dios para siempre. No debe haber presión de este mundo impío que nos haga caer presos a su estándar de vida, ni siquiera la amenaza de perder la vida.
Bueno, que Dios nos ayude a ser guerreros fieles, contra este enemigo. Inclinémonos en una palabra de oración.
Padre, se nos ha recordado en el siguiente versículo de este pasaje de cómo Pedro habla de lo importante que es estar involucrado en la oración ferviente. Padre, que reconozcamos que aún cuando hemos cultivado la memoria y cuando entendemos los efectos terribles, terribles del pecado, aún así debemos orar y depender de Ti como el recurso para la victoria en nuestras vidas. Padre, haznos santos, justos, puros; continúa conformándonos a la imagen de Cristo, quien es tanto nuestra meta como nuestro destino. Y Te daremos gracias y la alabanza en Su querido nombre. Amén.
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