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Entonces, veamos 1 Pedro capítulo 1, versículos 3 al 5. Permítame leérselos. “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada, inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros.” Esta promesa maravillosa, “Que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.”

Ahora, ahí hay una gran afirmación, una afirmación muy amplia por parte del apóstol Pedro, con respecto a la maravilla de la salvación. La palabra clave en esta porción de la Escritura está en el versículo 4, es la palabra ‘herencia.’ La herencia es definida en el versículo 5 como una salvación lista para ser manifestada. La sección entonces nos llama a bendecir a Dios por nuestra salvación eterna. Y eso se encuentra en el corazón de la adoración, bendecir a Dios, adorar a Dios, por nuestra herencia eterna. Esa es realmente la razón por la que nos congregamos. Esa es la razón por la que estamos aquí el día del Señor. Esa es la razón por la que adoramos. Estamos alabando y agradeciendo a Dios por nuestra salvación eterna.

Fue importante que Pedro comenzara de esta manera a describir esta epístola, porque él está escribiendo a cristianos dispersos, perseguidos. Han sido culpados por incendiar Roma, hay un rechazo tremendo del cristianismo, hostilidad tremenda hacia los creyentes como individuos, y están siendo culpados por un holocausto masivo en la ciudad de Roma, es un tiempo muy difícil entonces, para ellos. Sin embargo, en medio de esto Pedro dice, su enfoque tiene que quitarse del problema y colocarse en Dios. Dejen de ver lo que está pasando a su alrededor, y comiencen a ver quién está a cargo arriba, esto es Dios.

Entonces, al escribirle a estos cristianos que están perseguidos, algo golpeados, tratados de manera hostil, él llama a la alabanza, él llama a la adoración para que se le dé a Dios en lugar de comenzar diciendo, “quiero mostrarles empatía, entiendo su situación, y una especie de enfoque ‘ay de mí,’ él comienza de inmediato a llamar a los creyentes a alabar a Dios, que cosa tan importante, tan tremenda esa, en medio de la adversidad, en medio de las pruebas, en medio de la tribulación, los problemas, la persecución, la hostilidad, en la decepción, la ansiedad, aprender a alabar a Dios, adorar a Dios. Y si las cosas aquí abajo se están desmoronando, tened la confianza que las cosas ahí arriba están absolutamente seguras.

Entonces, mientras que usted no sea el amigo del mundo, usted es el hijo de Dios. Mientras que el mundo pueda rechazarlo, Dios nunca lo rechazará. Mientras que usted pueda estar perdiendo su herencia terrenal, su herencia eterna está absolutamente segura. Entonces, concentre su enfoque en dónde debe estar. Ese es su mensaje. La idea entera de este himno de alabanza es elevar sus almas de la dificultad del presente, a la adoración de la grandeza de su Dios. Y en lo que él los enfoca, es en la salvación eterna que tienen, lo cual él llama su herencia. Es esa salvación, dice él en el versículo 5, que está lista para ser manifestada en el tiempo postrero.

En otras palabras, la plenitud de la salvación final de cuerpo y alma en la presencia del Señor Jesucristo, de cuya salvación tienen, y ahora lo que tienen es solo una probada. Él dice, “Coloquen su enfoque en la gloria eterna que está por venir cuando Jesús sea visto por nosotros.” Esa es la causa de su alabanza. Y eso es lo que lo hace decir, “Bendito el Dios y Padre.” Ese es un llamado a la alabanza, un llamado a la adoración a Dios, quien nos ha concedido salvación.

Ahora amados, en la iglesia de Jesucristo esto debería estar continuamente siendo nuestro tema resonante. Y tengo que confesarle que derramé mi corazón en oración en esta mañana, en el servicio de la mañana, que me sorprende conforme veo mi propio corazón y los corazones del pueblo de Dios, ver cuán indiferente somos acerca de esta realidad de la salvación, cuan casual se puede volver, cuan indiferentes podemos volvernos. Y, ¿se dio cuenta usted de que usted pasará toda la eternidad por los siglos de los siglos de manera interminable ocupando toda esa eternidad alabando a Dios por su salvación eterna?

Usted lo hará, y los ángeles lo harán debido a lo que Dios ha hecho por usted. Todos los redimidos de todas las edades, por los siglos de los siglos, de los siglos exaltarán y se regocijarán y estarán contentos y alabarán al Dios viviente por las glorias y maravillas de la salvación que ocuparán su vida por los siglos de los siglos, de los siglos, nunca se cansará de esto, su regocijo nunca se disminuirá.

Sin embargo, aquí en la tierra pensamos que es algo aburrido porque estamos tan familiarizados con esto. Qué comentario es esto acerca de la condición caída de nuestras almas, ¿no es cierto? Que comentario es esto acerca de nuestra pecaminosidad, que incluso necesitemos ser exhortados a glorificar a Dios por nuestra salvación, que necesitemos ser instruidos en bendecir a Dios por una herencia eterna. Nos habla de lo feo que es nuestra condición caída, que no es la ocupación de nuestro corazón de manera incesante.

¿Cómo es que podemos llegar al lugar que damos esto por sentado? ¿Cómo es que podemos llegar al lugar en dónde ya no nos ocupamos en una alabanza constante y continua a Dios por redimirnos como lo solíamos hacer en las primeras horas después de nuestra conversión? ¿Cómo es que podemos llegar a ser tan indiferentes hacia algo que haremos por los siglos de los siglos, y nunca nos cansaremos de hacerlo en un estado perfecto? Y la respuesta es que es debido a que todavía estamos en un estado imperfecto y es nuestra condición caída que nos hace tratar esta realidad impresionante con apatía, con indiferencia.

Entonces, que Pedro, de alguna manera esta mañana nos llame en esta hora de adoración a un poco de la probada de lo que vamos a pasar haciendo toda la eternidad, bendiciendo a Dios por su salvación eterna dada a nosotros Sus hijos como una herencia. Ahora, conforme pensamos en adorar a Dios con nuestra herencia eterna, Pedro bosqueja para nosotros en esta doxología los elementos de esa herencia que motivan la alabanza. En primer lugar, la fuente de nuestra herencia, el motivo de nuestra herencia, el medio de nuestra herencia, la naturaleza de nuestra herencia, y la seguridad de nuestra herencia. Cada uno de estos y todos de manera colectiva deben producir alabanza de nuestros corazones.

En primer lugar, veamos la fuente de nuestra herencia. “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.” El hecho mismo de que estamos bendiciendo a Dios quien es el Padre de nuestro Señor Jesucristo, el hecho mismo de que estamos adorándolo y alabándolo nos indica que Él es la fuente. El Dios, quien es el Padre del Señor Jesucristo, el único Dios verdadero, el Dios Todopoderoso, el Dios del Antiguo Testamento, el Dios Vivo y Verdadero, el único Dios, el Dios que dijo: Yo Soy. El Dios que dijo: No hay otro Dios fuera de mí. El único Dios verdadero, quien vino al mundo en la forma del Señor Jesucristo, y quien por lo tanto es uno con Su propio Hijo, ese es el Dios verdadero, quien es la fuente de nuestra herencia. La belleza de ese nombre, el Señor Jesucristo es que resume toda la verdad redentora, toda la plenitud redentora, el Dios quien es la fuente de nuestra salvación es el Dios quien es uno en esencia con el Señor, el Jesús soberano, el humano, el encarnado, Cristo el Rey ungido, el que vino para redimirnos.

Entonces, la fuente de nuestra herencia no es ningún otro que el Dios verdadero, el Dios quien es revelado en Su Hijo el Señor Jesucristo. Él es la fuente. Y eso quiere decir que esa salvación que hemos recibido, Él nos la dio. Observe si es tan amable de regreso en el versículo 1, Pedro dice: “Aquellos que residen en los diferentes países como expatriados son los elegidos,” versículo 2, “según la presencia de Dios Padre.” Y Pedro le recuerda a sus lectores y a nosotros que somos lo que somos en Cristo debido a que Dios como la fuente nos ha escogido, disfrutamos de una serie maravillosa en esas noches de domingo, hablando de ser escogidos por Dios, Él es la fuente de nuestra herencia. Dios en Su gracia, Dios en Su bondad, Dios en Su amor, Dios en Su soberanía lo ha escogido a usted y me ha escogido a mí para ser destinatarios de la salvación eterna.

¿No puedo yo ofrecerle a Él una vida de alabanza en respuesta a eso? ¿Cuál fue el motivo? ¿Por qué lo hizo? La segunda cosa que quiero que vea es ese motivo. Y nos dice en el versículo 3, “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo que según su grande misericordia nos hizo renacer y demás…y obtener una herencia y una salvación lista para ser manifestada en el día postrero.” Fue misericordia lo que lo hizo, salió del corazón de Dios porque Dios tiene un atributo llamado misericordia. Tito 3:5 dice básicamente lo mismo que fue por su misericordia que nos redimió, nos lavó, que nos regeneró.

Efesios 2 dice lo mismo, Dios quien es rico en misericordia aun cuando estábamos muertos en delitos y pecados, vino y nos salvó. Y podemos estar agradecidos porque el Dios eterno tiene un atributo de misericordia. ¿Qué es misericordia? Bueno, misericordia es una palabra que hace referencia a la condición de una persona, la condición miserable de conmiseración de una persona. Se enfoca en la condición de un individuo. Esa es la razón, por ejemplo, por la que en Marcos 10 usted tiene una persona que viene a Jesús y dice en medio de una situación de miseria, de miseria física, Señor ten, ¿qué? misericordia de mí, porque la misericordia fue un reflejo y una condición miserable de conmiseración.

Y esa es precisamente la condición de los pecadores, necesitamos misericordia, necesitamos que alguien muestre compasión hacia nuestra condición como pecadores desesperada, miserable. El evangelio es todo acerca de la misericordia, todo es acerca de la compasión de Dios hacia personas en una condición miserable. ¿Y cuál es esa condición miserable? Es estar muertos en delitos y pecados, es ser maldecidos, es estar caídos, es estar privados de la vida de Dios en el alma, es estar desnudos en términos de alguna cosa buena. Es esa condición miserable del pecador condenado al infierno y incapaz de hacer una cosa buena, incapaz de cambiar la dirección de su vida por sí mismo. Es una lepra que va mucho más allá en términos de su consecuencia terrible, cualquier enfermedad física o lepra física.

Aquí estamos en una condición miserable de estar perdidos en pecados, condenados al infierno, cautivos al pecado, esclavos al pecado. Nuestras mentes están corruptas, nuestros corazones son corruptos y engañosos. Nuestros deseos son impíos y miserables, y en esa condición miserable necesitamos misericordia. Esa es la preocupación gentil, compasiva, paciente de Dios hacia nosotros. Usted podría verlo en contraste a la gracia. La misericordia tiene que ver con la condición miserable del hombre, la gracia tiene que ver con la culpabilidad del hombre que ha causado esa condición.

Cuando Dios nos da misericordia es para cambiar nuestra condición, cuando Dios nos da gracia es para cambiar nuestra posición. Uno nos lleva de la culpabilidad a ser declarados inocentes, la otra nos lleva de la miseria a la gloria. Y eso es lo que está detrás de la salvación. Dios lo vio a usted y tuvo compasión. ¿No es eso maravilloso? No hubo nada de usted que fue deseable en sí mismo, es simplemente que Dios es compasivo, Dios es misericordioso. El corazón de Dios se entristece por la miseria de la gente. Esa es la razón por la que cuando Jesús vino al mundo Él sanó a personas con enfermedades, como una expresión de la compasión de Dios. Jesús pudo haber probado Su deidad en muchas maneras fuera de esa, hay muchos tipos de milagro que Él pudo haber hecho, pero eso demostró el corazón compasivo de Dios. Dios es misericordioso.

Éxodo 34:6 dice: “Jehová es misericordioso,” casi como si fuera Su nombre. Salmo 108:4 dice: “La misericordia de Dios está muy por encima de los cielos.” En otras palabras, es voluminosa y suficiente para toda condición. Miqueas 7:18, me encanta, él dice: “Se deleite en misericordia.” Lamentaciones 3:22 dice que es por la misericordia de Jehová que no hemos sido consumidos. El hecho mismo de que estamos vivos es misericordia hacia nuestra condición miserable. Y después para aquellos que lo conocen y lo aman, sus misericordias son nuevas cada mañana.

Thomas Watson dijo: “Es la misericordia de Dios que endulza el resto de los atributos.” Él escribió: “La santidad de Dios sin misericordia, y su justicia sin misericordia, eran terribles. Cuando el agua era amarga Israel no podía beber, Moisés arrojó un árbol en las aguas y después se endulzaron. ¡Cuán amargos y terribles eran los otros atributos de Dios si la misericordia no los endulzara!” La misericordia de Dios, Él la da a quien Él quiere. Romanos 9, Él dijo: “Tendré misericordia del que yo tenga misericordia.” A partir de su compasión Él ha escogido ser misericordioso hacia usted y hacia mí, y concedernos salvación eterna. Él es la fuente, y Él lo hizo a partir de Su misericordia, no por algo que hicimos o merecíamos.

Es sorprendente que Pablo, en 2 Corintios 1:3 llama a Dios el Padre de misericordias. Y esta gran misericordia salvadora de Dios es libre, es abundante, es gratuita, es eterna. La misericordia del Señor es de la eternidad hasta la eternidad. Es misericordia que causó que le diera a usted una herencia. ¿Puede usted estar agradecido con Él? ¿Puede usted estar lo suficientemente agradecido como para vivir para traerle gloria a Su querido y bendito nombre? La grandeza de esa misericordia es vista en la diferencia entre lo que éramos y lo que nos hemos vuelto en Cristo. La fuente de nuestra herencia eterna es Dios y el motivo es misericordia. ¿Cuál es el medio?

Tercer punto. ¿Cómo nos apropiamos de esto? Dice usted, Dios es la fuente, y la misericordia es el motivo, ¿cómo la recibimos? ¿cómo nos apropiamos de esto? ¿cómo lo hacemos nuestra? ¿cómo es que esa misericordia nos toca? Dice: “según su grande misericordia,” versículo 3, “nos hizo renacer” la misericordia tuvo que tener un medio para efectuar lo que anhelaba llevar a cabo. La misericordia tiene que tener un medio para efectuar lo que anhelaba llevar a cabo. La misericordia tenía que tener un medio para disipar la condición miserable. La misericordia tenía que tener un medio para eliminar la miseria. Y el medio que esa misericordia escogió fue el nuevo nacimiento.

Entonces, Dios debido a su misericordia nos hizo nacer de nuevo. Para cambiar nuestra condición Él tuvo que darnos un nuevo nacimiento, porque nacimos en pecado, nacimos muertos en pecado, nacimos en delitos y pecados, no teníamos vida en nosotros, estábamos separados de la vida de Dios. Esa condición de miseria simplemente no podía ser retocada, teníamos que ser renacidos, volver a nacer, y entonces nos hizo renacer. El profeta Jeremías dijo: “El leopardo no puede cambiar sus manchas y el etíope no puede cambiar su piel, y tampoco ustedes pueden hacer bien estando habituados a hacer mal.”

Entonces tiene que haber un cambio en su naturaleza, y esa es la razón por la que la Biblia dice que si usted está en Cristo usted es una nueva criatura. Ustedes se vuelven herederos de Dios por nacimiento. El nuevo nacimiento, nacimiento espiritual. Usted ya es un heredero, por cierto, incluso antes de que fuera un cristiano. Ustedes eran herederos de ira, Efesios 2:3, herederos de flamas eternas. Esa es una herencia y esa es una herencia eterna, y esa también es una herencia eterna inescapable, pero esa no es una deseable.

Cuándo usted viene a Cristo y coloca su fe en Él, hay una transformación total, hay un nuevo nacimiento, un nuevo nacimiento sobrenatural. Hay nueva vida que reemplaza a la vida antigua, hay una nueva naturaleza, hay un nuevo amor, hay una nueva motivación, un nuevo deseo. Dios recrea, regenera, da nuevo nacimiento. ¡Una verdad maravillosa! En el versículo 23 del mismo capítulo, Pedro escribe, “Porque habéis renacido, no de simiente corruptible, no como el nacimiento humano, no como un nacimiento humano que tiene la muerte incorporada, sino que habéis renacido de simiente que es incorruptible, esto es mediante la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.”

Y el versículo 25, la Palabra fue predicada a ustedes, por la gracia de Dios, la Palabra fue predicada, oyeron la Palabra, Dios activó fe en su fe, usted creyó y renacieron mediante una simiente incorruptible que nunca morirá. Ese es el nuevo nacimiento, usted tiene vida nueva, la discusión de esto viene de manera tan clara para nosotros en Juan capítulo 3. ¿Podría pasar ahí por un momento? Cuándo Jesús se encuentra con Nicodemo, un líder de los judíos, un hombre de los fariseos de mucha estima, un miembro de mucha estima del Sanedrín, un rabino respetado, un erudito de los principales, un legalista farisaico que sin duda alguna tenía religión externa y estaba viviendo mediante un código externo.

Él había llegado lo más lejos que usted podía llegar en un sistema judaico. Él había llegado lo más lejos que usted podía llegar en una orientación religiosa. Él era un hombre muy religioso, eminentemente prominente, como un maestro de esa religión, maduro, podía presentar sus verdades y sus tradiciones a otros. Y él viene a Jesús, y Jesús le dice en el versículo 3, “Si uno no naciere de nuevo no puede ver el reino de Dios.” ¿Sabe usted lo que Él le dijo a Nicodemo? Nicodemo, por muy lejos que has llegado, por muy grande que seas, por mucho que sepas tienes que comenzar desde el comienzo. Y estoy seguro de que, en la mente de Nicodemo, el pensamiento era: “Sí, bueno, se tanto, he experimentado tanto, estoy tan metido en la religión y mi comprensión es tan amplia, sin embargo, algo falta, me pregunto que Él me dirá que añada a mi vida.”

Y Jesús de hecho le dice: “No añadas nada. Tíralo todo y comienza de nuevo.” Increíble. Despójate de todo, desaste de todo. De hecho, Jesús dijo que las prostitutas que no era religiosas y que eran inmorales estaban más cerca del reino que los fariseos. Sorprendente. Las prostitutas no tenían ninguna religión que desechar, Nicodemo sí. Él estaba en un grupo que creía que usted era salvo por obras. Esa es una maldición. Y Jesús le estaba diciendo, de hecho, vuelve a comenzar, vuelve a nacer. Eso es lo que Dios quiere hacer en la vida del pecador cuando Él coloca Su misericordia en ese pecador. Eso es la salvación, es el nuevo nacimiento. Y usted obtiene una nueva naturaleza, y un nuevo corazón y un nuevo espíritu, y un nuevo amor, y un nuevo poder que resulta en un nuevo andar y una nueva obediencia.

Eso es lo que es, pero, ¿cómo? ¿Cómo oyó Nicodemo que usted debía recibir eso? ¿Cómo es que ese nuevo nacimiento se lleva a cabo? Bueno, el énfasis entero del registro del evangelio obviamente no fue dado en su totalidad a Nicodemo, pero se dijo lo suficiente, observe el versículo 14, Jesús partiendo de Números 21 usó una ilustración que Nicodemo abría conocido muy bien. “Porque como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así el Hijo del Hombre debe ser levantado, para que todo aquel que en él cree, tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda más tenga vida eterna.”

Él dijo: Nicodemo, así es como recibes este nuevo nacimiento, ves al Hijo de Dios quien es levantado, y crees en Él. Y al creer en Él, el nuevo nacimiento ocurre. Y Él usó una ilustración que Nicodemo entendería, es como sucedió en el desierto en Números 21, se acuerda usted de que, debido a la rebelión y debido a la impiedad, la infidelidad de los israelitas Dios envió serpientes para morderlos, serpientes venenosas. Las serpientes venenosas estaban mordiéndolos, y se acuerda usted de que en Número 21:7 comenzaron a clamar: Hemos pecado, hemos pecado, hemos pecado. En gran vergüenza reconocieron que ésta era el juicio de Dios, juicio justificado en contra del pecado de ellos.

Después Dios dijo: Muy bien, levanta un palo con una serpiente en el palo, y diles a esas personas que si ven esa serpiente serán curados. Ver a esa serpiente reconocía su pecado, reconocía la desesperación de su condición, y reconocía que Dios había provisto un medio para librarlos de las serpientes. Era un volverse del pecado, y reconocer que Dios había levantado un medio de liberación. Y Jesús le está diciendo a Nicodemo: “Si quieres nuevo nacimiento vuélvete de tu pecado, y tu corazón diciendo hemos pecado, hemos pecado, hemos pecado. Y ve el medio que Dios ha levantado para traerte liberación. En esta ocasión, no un palo de madera, no ningún tipo de palo, sino una cruz. Y no una serpiente, sino el Hijo de Dios.”

Era un volverse del pecado para ver al Salvador. Y la liberación no fue una liberación física de serpientes, sino una liberación espiritual de la serpiente Satanás, la serpiente. Nicodemo tenía que reconocer que la religión que había constituido su vida, no era nada más que una mordida de serpiente de la cual él necesitaba ser curado. ¿Cómo es que uno llega a conocer el nuevo nacimiento? Al ver al Hijo de Dios levantado en una cruz y creen en Él. Entonces Jesús traspasó la justicia personal de Nicodemo, y dijo de hecho, lo que necesitamos oír, que somos renacidos mediante la fe en Cristo. Ese es el nuevo nacimiento, ese es el nuevo nacimiento.

Ahora, regresemos a 1 Pedro. Pedro dice que el medio mediante el cual recibimos la misericordia de Dios por la que Él nos da la herencia eterna, es el nuevo nacimiento. Y el nuevo nacimiento se vuelve nuestro mediante la fe en Cristo. Él dice eso, “Somos renacidos para una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de los muertos.” Me encantaría amados que tuviéramos tiempo para entrar en el nuevo nacimiento en más detalle, la Biblia tiene mucho que decir de esto. En Juan 1:13 dice que es la voluntad de Dios, no la voluntad del hombre. El nuevo nacimiento viene por la voluntad y el poder de Dios.

Como vimos en Juan 3 es la obra del Espíritu Santo, nacemos del Espíritu. También es la obra de la Palabra, el lavamiento de la regeneración por la Palabra cambia al nuevo hombre al darle una nueva naturaleza, lo hace una nueva criatura de manera total. Santiago dice que nos volvemos las primicias entre sus criaturas. Una nueva criatura. El nuevo nacimiento es irreversible, el nuevo nacimiento es eternamente triunfal, glorioso, incambiable, eso es aquello que Dios quiere hacer en la vida de uno en quien Él coloca Su misericordia compasiva.

Esteban Charnock escribiendo en ese gran clásico de La Existencia y Atributos de Dios, dijo: “La regeneración es un cambio universal del hombre entero. Es tan grande en renovarnos como el pecado fue en afectarnos.” Regeneración. ¿Cuál es el resultado de la regeneración? Regrese a ese tercer versículo. El resultado es que fuimos renacidos para una esperanza viva, una esperanza viva. ¿Qué quiere decir con esto? Bueno, una esperanza que está perpetuamente viva, una esperanza que tiene una calidad de vida. Dice usted: Bueno, ¿por qué dice eso? En contraste a la esperanza de los hombres, la cual siempre es una esperanza que está muriendo, o está muerta.

¿Se da cuenta, no es cierto, de que toda la esperanza que los hombres y mujeres tienen fuera de Jesucristo es una esperanza que está muriendo o está muerta? El mundo solo conoce esperanzas que están muriendo. En el mejor de los casos todas las esperanzas y sueños de los hombres morirá cuando ellos mueran, sino han muerto mucho antes. Esa es la razón por lo que la Escritura dice, si tan solo en este mundo tenemos esperanza somos de todos los hombres, ¿qué? más dignos de conmiseración. Usted es una persona miserable si su única esperanza está en este mundo porque todos morirán. Todos mueren.

La muerte corta el nervio de toda esperanza, pero tenemos una esperanza inmortal, tenemos una esperanza viva, una esperanza que nunca muere, una esperanza que llega a un cumplimiento total, final, glorioso, eterno. Esa es nuestra esperanza. Una esperanza, como dice Pedro, en 2 Pedro 3:13, “de nuevos cielos y nueva tierra, en dónde mora la justicia.” Esa es nuestra esperanza, una esperanza eterna. Esa es la esperanza que nos sustenta. Esa es la esperanza que Dios, en Su gracia maravillosa, y mediante Su promesa maravillosa cumplirá. Y eso es lo que hace que Pablo diga, “Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es,” ¿qué? “ganancia.”

¿Cómo puede ser ganancia el morir? ¿Cómo puede ser eso posible? Porque entonces su esperanza se vuelve realidad. Morir es ganancia, ganar la vista gloriosa de Dios, ganar la presencia glorificada de Jesucristo, ganar la comunión y gozo pleno de Dios, Cristo, el Espíritu Santo, ángeles, los santos, de manera completa, sin estorbos, sin interrupciones, la muerte es ganancia porque ganamos un lugar en el esplendor glorioso del cielo. Y la muerte es ganancia porque ganamos la comunión y servicio plenos y sin reservas que Dios diseñó para nosotros.

Morir es ganancia porque ganamos la perfección de la santidad eterna, la perfección eterna, la justicia eterna, la libertad del pecado. Ganar es ganancia porque ganamos la realeza, el honor, la gloria del cielo. Ganamos las delicias que están a Tu diestra para siempre.

Y entonces, William Gardner dice: “La muerte no es algo que un cristiano teme. De hecho – él dice – la esperanza es el abrigo del santo, con la cual él se arropa cuando coloca su cuerpo al dormir en la muerte.” Esperanza, esperanza para la resurrección del espíritu, esperanza para la resurrección del cuerpo.  ¿Y que nos ha dado esa esperanza? De regreso al versículo 3, “es por la resurrección de los muertos.”

El medio entonces de que nosotros recibamos esta herencia, es el nuevo nacimiento que nos da esta esperanza viva en la venida de esa herencia, y esa esperanza depende de la resurrección de Jesucristo de los muertos. Juan 14:19, Jesús dijo: “Porque yo vivo, vosotros también viviréis.” Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida.” Y que cosa tan maravillosa, Él después lo probó al resucitar a Lázaro de los muertos, para demostrar que de hecho lo era, y Él dijo: “Todo aquel que cree en mí, no morirá jamás.” En 1 Corintios, capítulo 15, versículo 17, el gran capítulo de la resurrección dice: “Si Cristo no ha sido resucitado vuestra fe es vana, todavía estáis en vuestros pecados.”

Ahí está. Y aun si usted esperara en Cristo en esta vida y eso fuera todo, usted está condenado. Pero Cristo vino mediante la tumba, y tomó la llave y abrió la puerta de la casa de tesoros de esperanza. La resurrección de Cristo entonces es la corona de su obra expiatoria, Él nos muestra que Él en su muerte ha cancelado los pecados del mundo, satisfecho la justicia de Dios, conquistado la muerte, y de esta manera nuestra esperanza es una esperanza viva. Él salió de los muertos para darnos la misma incorruptible, para que tengamos una esperanza viva, una esperanza que nunca muere. Y todo eso es nuestro, mediante el nuevo nacimiento, mediante la regeneración, el poder transformador de Dios.

Entonces la herencia tiene como su fuente a Dios, como su motivo la misericordia, como su medio el nuevo nacimiento, veamos su naturaleza. Esto es tan maravilloso. El versículo 4 dice que mediante el nuevo nacimiento obtendremos una herencia que es incorruptible, incontaminada e inmarcesible. Tres cosas. Esto nos trae gran gozo, el saber que tenemos una herencia que en primer lugar es incorruptible, incorruptible. Aphthartos significa básicamente, no corruptible, no sujeta a pasar o no sujeta a la putrefacción, o a que pase. Pero más allá de eso, ha sido usado en el idioma secular, el griego secular, para hablar de un concepto muy interesante y este es referirse a algo que no había sido atacado por un ejercito invasor. No despojado por un ejército invasor.

Ese es un pensamiento interesante. Si usted lleva de regreso ese pensamiento al Antiguo Testamento, usted recordará que cuando Dios le dio a Israel su herencia, su herencia era la tierra de Canaán, ¿se acuerda de eso? La tierra de Canaán era la herencia de Israel. Les voy a dar esta tierra, la tierra que fluye con leche y miel y demás. Tenían entonces una herencia terrenal, pero muchas, muchas veces esa herencia terrenal, Canaán, fue saqueada por ejércitos invasores, saqueada por enemigos, destrozada por enemigos. Únicamente en la ciudad santa Jerusalén, fue devastada y dejada en las ruinas diecisiete veces en ocasiones diferentes a lo largo de la historia.

Y puede haber un sentido en el que esa palabra, es enriquecida para nosotros, si usted entiende ese tipo de conexión, esa herencia del Antiguo Testamento. La tierra de Canaán, una tierra terrenal dada a Israel fue saqueada, fue aplastada, devastada, destruida, pero ustedes tienen una herencia que nunca será saqueada, devastada, es incorruptible, una fortuna que no puede ser gastada, entonces no puede disminuir. Un tesoro que nunca puede ser quitado, robado, saqueado. Como puede ver, eso es exactamente lo que Jesús tuvo en mente en Mateo 6 cuando dijo: “Haceos tesoros en el cielo, en dónde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.” Coloque el tesoro en dónde está seguro, donde es incorruptible.

Escuche, no hay lugar en este mundo en dónde usted puede hacer eso. Creo que usted, usted piensa que está cubierto, tiene su tesoro aquí y allá, y allá, y tiene sus bienes y sus cuentas de banco, y sus acciones, certificados y lo que usted esté guardando, todo es perecedero, y si resulta que sobrevive a este mundo hasta que usted muera, todo va a perecer cuando usted muera, porque usted no va a poder reclamar nada de eso.

Toda la gente a la que usted ama se va a pelear por eso, y después cuando se vaya lo van a dejar para el siguiente grupo, pero el tesoro que Dios nos ha dado en la herencia eterna de salvación que está por ser revelada en el tiempo postrero, como nuestra salvación completa, final, gloriosa, es un tesoro que nunca será atacado por un enemigo, nunca será tocado por un ejército invasor, nunca será llevado por un ladrón, nunca será comido por la polilla ni el orín. No puede ser tocado.

La segunda palabra es “incontaminada.” Amiantos, significa “sin contaminación,” “sin mancha.” Sin contaminación, sin mancha por el pecado, la maldad, la putrefacción, todo en este mundo está contaminado, todo en este mundo está manchado, todo en este mundo ha sido tocado por el pecado, todo en este mundo, escuche esto, está defectuoso, todo. Toda falla, esa es la razón por la que la Biblia dice en Romanos 8, “La creación entera gime esperando su adopción, esperando la manifestación gloriosa de los hijos de Dios.”

La creación está manchada, está contaminada, hay lepra moral que ha corrompido todo en este mundo, digo, todo. Vivimos en un mundo contaminado. Respiramos aire infestado e infectado, y lo transmitimos a todo lo que tocamos. Y la contaminación no es smog, y la infección no es Sida, es pecado, es pecado. Toda herencia terrenal está contaminada, pero hay una herencia que no lo está, lo mejor de esta tierra es estiércol, basura, para Pablo, pero no es el tesoro que es la justicia de Jesucristo, él dice en Filipenses 3:7-9. Esa es una herencia que no está manchada, y no está contaminada en manera alguna. Cuán maravilloso.

Todo lo que usted tiene en esta vida está corrompido. Su nuevo auto se va a oxidar, su nueva casa se va a hacer vieja. Incluso el dinero que usted guarda en algún lugar será víctima de una economía cambiante. O su tesoro más grande podría ser robado de usted. Todo va en descendencia. Todo está en putrefacción. Todo se corrompe, pero no aquello que usted coloca en el cielo. ¿Dónde está su enfoque? ¿Dónde está su tesoro? ¿Está usted almacenándolo ahí arriba para añadir al gozo de esa salvación eterna? O, ¿usted es tan torpe como para estar invirtiéndola en aquello que está contaminado? 

El tercer término que él usa es una palabra, “Inmarcesible.” Básicamente, es usado de flores que se secan y mueren. Y nos sugiere aquí, que tenemos una herencia que nunca perderá su belleza sobrenatural, nunca se desvanecerá, nunca envejecerá. Como puede ver, el reino del cielo no tiene elementos de putrefacción, no tiene pecado. Nada perece, nada está contaminado, y nada se desgasta. Todos los golpes del tiempo no lo pueden tocar porque está en un lugar atemporal.

Toda la mancha del pecado no lo puede tocar porque está en un lugar sin pecado, pero dice que cuando el príncipe de los pastores aparezca, recibirá no solo una corona de gloria que es inmarcesible, inmarcesible. ¡Oh, cuán maravilloso! ¡Cuán maravilloso! Y debido a que nuestra herencia, que nunca puede ser corrompida y nunca puede ser contaminada, y nunca puede desvanecerse, Pedro dice que deberíamos regocijarnos, deberíamos bendecir a Dios, deberíamos adorar a Dios.

El último punto que Pedro presenta, y uno rico, es la seguridad de nuestra herencia. Sabe una cosa, usted se diría a sí mismo: Bueno, sería maravilloso si pudiéramos disfrutar esta herencia, si realmente pudiéramos regocijarnos en Dios y bendecirlo, pero me temo que podríamos perderlo, ¿cómo sabemos de qué no lo vamos a perder? ¿cómo sabemos que alguien no va a venir y quitarlo? ¿cómo sabemos que no puede ser saqueado o robado? Pedro quiere responder eso, él quiere que disfrutemos la herencia sin ese temor.

Entonces, en el versículo 4, al final del versículo, él dice: “reservada en los cielos para vosotros.” ¿Escuchó eso? Alguien podría decir: Sabes, alguien más podría recibir esto. ¿Qué pasa si bajo esta persecución y bajo esta hostilidad, y bajo este rechazo, y bajo las dificultades del tiempo en el que estoy viviendo, que pasa si de alguna manera caigo en pecado y pierdo esto y alguien más lo recibe? Y entonces Pedro dice: está reservada en los cielos para vosotros. ¡Maravilloso!

La palabra “reservada,” significa “guardar,” está guardada en el cielo. Y la idea, de hecho, es un perfecto pasivo participio aquí, significa la herencia que ya está existiendo en la actualidad, que está bajo protección en el cielo. En la actualidad, y continuamente está siendo guardada para ustedes. ¡Wow! ¿Y dónde está siendo guardada? En el cielo. ¿Es ese un lugar seguro? Ese es el lugar más seguro que hay, el lugar más seguro que hay. Ese es el lugar en dónde la polilla y el orín no corrompen, y dónde ladrones no minan ni hurtan, Jesús dijo. Ese es el lugar más seguro que hay.

Se acuerda usted en Apocalipsis capítulo 21, versículo 27, dice del cielo: “Nada inmundo y nadie que practique la abominación y la mentira jamás entrará, sino solo aquellos cuyos nombres están en escritos en el libro de la vida del Cordero.” Oiga, nadie va a ir ahí y le va a quitar su tesoro. Ni Satanás, ni los demonios, ni nadie. Aquellos que lavan sus ropas para que puedan tener derecho al libro de la vida y puedan entrar por las puertas de la ciudad, ese es el cielo, esa es la Nueva Jerusalén. Afuera están los perros y los hechiceros y los inmorales, y los homicidas y los idolatras y aquellos que aman y practican la mentira.

No están ahí arriba, están afuera de ese reino, de ese dominio. El cielo nunca conocerá invasión alguna. El cielo nunca conocerá ningún despojo de su tesoro. El cielo nunca conocerá algún desperdicio, algún tipo de alteración en su belleza. El cielo nunca tendrá ejércitos que van a entrar ahí para pelear contra sus habitantes. El cielo nunca experimentará a alguien que venga y se lleve sus glorias como botín. No en el cielo. El tesoro está seguro.

Amados, quiero decirle que, por la misericordia de Dios, Dios, nuestro Dios de gracia, quien lo salvó a usted y a mí cuando no lo merecíamos, que nos ha concedido a nosotros por el nuevo nacimiento, una salvación eterna que está reservada en el cielo y no puede bajo ninguna condición jamás ser saqueada. Está segura. Y conforme usted sirve al Señor Jesucristo aquí, y vive una vida de adoración y alabanza, usted continúa añadiendo la realidad de ese tesoro y el gozo del cielo eterno conforme usted invierte en la eternidad. El tesoro está seguro. Y alguien va a decir: Sí, pero sé que el tesoro está seguro, pero, ¿qué tan seguro estoy yo? Quizás yo podría echarlo a perder.

Hay algunos, como usted sabe que enseñan que usted puede perder su salvación y alguien más recibe todo. Quizás yo lo puedo perder. Entonces, él dice, “Está reservado en los cielos para nosotros que sois guardados por el poder de Dios.” No solo el tesoro está protegido, sino que usted está protegido. ¿No es eso maravilloso? Usted está protegido. ¿Estoy protegido? Sí. ¿Por qué soy protegido? Por el poder de Dios, la omnipotencia de Dios, el poder todo poderoso soberano de Dios, protección divina militar continua.

Usted está en el proceso de estar siendo protegido por el poder de Dios, dice el texto. Satanás no puede atacar el cielo. Satanás no puede subir ahí y condenarlo a usted. Es Dios que lo ha declarado a usted justo, ¿cómo puede Satanás condenarlo a usted con éxito? Romanos 8 dice. “Si Dios es por nosotros, ¿quién puede con éxito estar en contra de nosotros? Si Dios, el Dios infinitamente justo y santo dice que todo está bien con nosotros, y le pertenecemos a Él, ¿quién es una corte más elevada que eso?

El que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo, Él puede guardarlo a usted sin caída, y presentarlo irreprensible, Judas 24 dice. Poder supremo, omnisciencia suprema, omnipotencia suprema, soberanía suprema, no solo protege el tesoro, sino protege al creyente. Es un pensamiento maravilloso.

Usted no tiene que temer. Amados, más vale que nos regocijemos. ¿Entiende usted eso? Más vale que se regocije, nadie puede robar su tesoro, y nadie puede descalificarlo de recibirlo. Dice usted: ¿No tengo alguna parte en esto? ¿Qué tal si yo tan solo le doy la espalda y maldigo a Dios y me aparto? Bueno, veamos lo que dice el versículo. “Que sois protegidos por el poder de Dios mediante la fe.” Esa es su parte. Dios opera eso en usted. Su fe continua en Dios y Cristo, es la evidencia de la obra protectora de Dios. Dios no lo salvó a usted aparte de la fe, y Dios no lo protege a usted aparte de la fe. Cuando Dios lo salvó a usted, Él activó esa fe en usted, y conforme Él lo guarda a usted Él activa esa fe.

Entonces, somos guardados por el poder de Dios. Y el poder de Dios opera mediante nuestra fe. Es un pensamiento maravilloso. “La fe es alimentada,” dice Lenski, el comentarista luterano, “la fe es alimentada y preservada, y fortalecida únicamente por la gracia. Incluso la fe es por gracia.” “La gracia,” dice él “alcanza el corazón y el alma, y lleva a cabo efectos espirituales.” Hombre, eso es maravilloso.

Entonces, mientras que usted por un lado tiene a Dios en su poder, cerrando las bocas de los leones protegiendo a Daniel, usted tiene la fe de Daniel a su máximo. Los dos siempre van de la mano. Los dos siempre van de la mano. La protección del poder omnipotente y la perseverancia de la fe. Pero no es aparte de la fe, es mediante la fe. De tal manera que el creyente verdadero no solo es protegido por Dios, sino que se le da una fe sustentadora, perseverante.

Y como dije antes, usted no fue salvado de manera independiente de la fe, usted no es guardado de manera independiente de la fe. Usted es salvo mediante la fe, y usted es guardado mediante la fe. Esa es la razón por la que es tan ridículo que la gente diga que usted puede ser un cristiano aun si usted no cree. No es así. Dios no lo protege a usted mediante un acto soberano, independiente de algo que usted hace. Él lo salva a usted mediante un acto soberano al activar por la gracia su fe, para que usted continúe creyendo.

Amados, ¿qué nos ha dado Dios por lo que deberemos adorarlo? Pedro dice que Él nos ha dado una herencia eterna. Nos ha dado una salvación que está lista para ser revelada en el día postrero. Lo que Él quiere decir con eso es que todavía no hemos entrado a la plenitud de esto, todavía no hemos experimentado todo lo que hay de esto, eso todavía espera. La revelación, la revelación obviamente de Cristo en toda Su gloria que viene en el último tiempo. Tenemos una prueba de esto ahora pero no la plenitud, pero Dios nos lo ha concedido.

Ahora es una herencia, es una herencia que poseemos en cierta medida, pero todavía no en toda su plenitud, pero que nos es garantizada a nosotros, Dios es la fuente, la misericordia fue el motivo, y eso es tan maravilloso porque Él nos la dio, no porque la merecíamos, de tal manera que no tenemos que seguir mereciéndola para guardarla, Él nos la dio, porque éramos tan miserables que Él tuvo compasión de nosotros. Y sin importar cuán miserables seamos después de eso, nunca seremos tan miserables como éramos antes de eso.

Entonces, Él continuará teniendo esa misma compasión y su misericordia será nueva cada mañana. Y el medio por el cual la herencia vino a nosotros, el nuevo nacimiento que nos ha dado ésta esperanza viva en base a la resurrección de Jesucristo de los muertos, y esta herencia nunca puede perecer, nunca puede ser manchada, nunca desvanecerse, y está asegurada para nosotros y nosotros para ella. Y Pedro dice: No me importa cuál sea su circunstancia física, no me importa cuál sea su condición terrenal, debería alabar a Dios por eso, deberían bendecir a Dios por eso. Que nuestros corazones hagan eso mismo.

Oremos juntos. Perdónanos Señor por tomar a la ligera esa realidad por la cual pasaremos la eternidad en alabanza constante, oh como eso habla de nuestra condición caída, lo feo que son nuestros corazones pecaminosos, que podamos llegar a ser tan indiferentes hacia esa gran salvación que nos has dado. Y podemos estar tan preocupados con asuntos inútiles, triviales, que podemos perder nuestro gozo, que podemos quitar nuestro enfoque de ti, y de la eternidad y del cielo, y concentrarnos en esta tierra pasajera que está pereciendo, que está contaminada.

Dios, ayúdanos. Ayúdanos a trascender y vivir en los lugares celestiales. Oh, cómo nos habla de lo horrendo que es nuestro pecado. Por un lado, queremos justificarnos y decir que no hemos cometido este pecado, y nunca hemos cometido ese pecado y no hemos cometido este pecado, y no hemos cometido este otro y decirnos que somos nobles, y después vemos la indiferencia de nuestros corazones hacia nuestra salvación eterna, la ausencia de gratitud nauseabunda, el egoísmo, la satisfacción horrenda de nuestra propia voluntad y hacer lo que queremos que buscamos con tanta pasión, el desperdicio de tiempo y dinero y recursos, en este mundo corruptor, que no es nada más que cenizas. Y cuando el sarcófago finalmente se abre en el último momento, todo se desmorona.

Señor Dios, como esto nos muestra la pecaminosidad de nuestros propios corazones. Gracias por desenmascarar eso, danos una nueva motivación para vivir en los lugares celestiales, para invertir en la eternidad, para anhelar estar contigo, y soportar cualquier cosa en esta vida porque los sufrimientos aquí ciertamente no son dignos de compararse con la gloria que será nuestra en ese día cuando veamos a Cristo cara a cara. En el nombre de Jesús. Amén.

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