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Bueno, en esta noche tenemos el gran privilegio de embarcarnos en un estudio maravilloso en un texto muy especial de la Escritura, 2 Pedro capítulo 1, versículo 5 en adelante. Entonces abra su Biblia si es tan amable. Esta noche realmente no vamos a tener un sermón, sino que más bien esto va a ser una lección. Quiero enseñarle algunas cosas que espero le van a ser útiles. Y lo que digamos esta noche, en un sentido, será preliminar para el texto. Pero para que usted pueda entender lo que Pedro está diciendo, permítame comenzar leyendo en el versículo 5.

2 Pedro capítulo 1, versículo 5, “Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud conocimiento; al conocimiento dominio propio;  al dominio propio paciencia; a la paciencia piedad; a la piedad afecto fraternal. Y al afecto fraternal amor. Porque si estas cosas están en vosotros y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas no caerás jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.”

Ahora, a partir de esos versículos quiero llevarlo a una frase en el versículo 10, “Tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección.” Supongo que todos nosotros como cristianos, tenemos momentos en algún punto de nuestra experiencia cristiana en donde no estamos seguros si somos salvos. Hay esos momentos cuando las dudas entran en nuestras mentes. Algunas veces no son más que momentos pasajeros. Algunas veces duran mucho tiempo. Algunas veces parecen casi un estilo de vida. Algunas veces pueden hundir a alguien en la desesperanza, de la cual les parece imposible levantarse.

Hay muchas personas que han confesado públicamente a Jesucristo, que carecen de la certeza del amor de Dios, que carecen de la certeza en la confianza de la vida eterna, que no están seguros si han sido llamados, y no están seguros que han sido escogidos, no están seguros que son salvos.

Uno de los deberes pastorales que ha pertenecido a los pastores por mucho tiempo, desde los tiempos del Nuevo testamento, ha sido este asunto de tratar de ayudarle a la gente a entender la verdad acerca de su condición espiritual. Cada mes de mi ministerio en Grace, ahora ya estamos en el año 22, he tratado de una u otra manera con el asunto de la duda en la vida de alguien. Alguien preguntándose, si murieran irían o no al cielo. Alguien careciendo de la confianza de que Dios los ama. Alguien sintiendo de que no pueden amar a Cristo lo suficiente como para indicar la salvación verdadera. Alguien pensando que no cree lo suficiente. Las dudas acerca de la salvación de uno son comunes en la vida de muchos cristianos. Y eso a pesar de todo lo que Dios ha dicho.

Ahora, hay un versículo sorprendente que podría tomar del Antiguo Testamento, quizás lo quiera escribir, probablemente quiera verlo, Isaías 32:17. E Isaías 32:17 dice esto, “La obra de justicia será paz y el efecto de la justicia, quietud y certeza para siempre.” Permítame leerlo otra vez, “La obra de justicia será paz y el efecto de la justicia, quietud y certeza para siempre.” Lo que Isaías está diciendo es que en donde Dios concede justicia, con ella viene paz y certeza.

De hecho, los escritores del Nuevo testamento hablan de la certeza en términos más bien superlativos. Colosenses 2:2 habla de certeza plena. 1 tesalonicenses 1:5 habla de mucha certeza. Hebreos 6:11 habla de certeza plena de esperanza. Y Hebreos 10:22 dice certeza plena de fe. Certeza plena tres veces. Mucha certeza. Y Dios, quien nos concede justicia, con ella concede certeza. Y aunque el Nuevo Testamento y el Antiguo Testamento hablan de la certeza, y aunque la certeza está asociada con nuestra esperanza en Cristo y nuestra fe en Cristo y con la justicia, y aunque la certeza nos es dada por Dios, no obstante, hay muchas personas cristianas que carecen de ella.

Ahora, antes de que hablemos de nuestro texto, y esa es la solución para aquellos que carecen de certeza. Y antes de que incluso hablemos de asuntos previos al texto, las cuales son las razones por las que la gente carece de certeza, hay dos otros asuntos a los que debo dirigirme si realmente vamos a entender este tema de la certeza. El primero es este. Algunas personas tienen certeza, pero no tienen derecho de tenerla. Algunas personas tienen certeza, pero no tienen derecho de tenerla. Es certeza falsa. Es paz falsa. Es una seguridad falsa. Dicha certeza falsa es peligrosa, engañosa, mortal y condenadora porque confunde la condición espiritual verdadera de uno. La canción espiritual antigua lo dijo de manera simple, todo mundo está hablando del cielo, pero no va ahí. Eso es verdad.

Hay algunas personas que tienen un sentimiento de que todo está bien entre ellos y Dios, y no lo está. Usted puede estar seguro de que los religiosos falsos, los profetas falsos, los maestros falsos, a ellos les gustaría darle a la gente ese sentimiento, y también Satanás y sus emisarios. Y si dichas personas que tienen una certeza falsa que no son salvas, pero piensan que lo son, van a llegar a ser salvas, y si la certeza falsa fuera a ser quitada de ellos, entonces deben ser forzados a examinar dos cosas, la verdad acerca de la salvación y la verdad acerca de su condición espiritual.

La gente con frecuencia me pregunta por qué hablo frecuentemente del asunto de la salvación y por qué hablo con frecuencia de este asunto de su condición espiritual y de examinarse a sí misma, y la razón es porque hay personas con certeza falsa. Jesús lo supo. Esa es la razón por la que en Mateo 7 Él dijo, “Muchos me dirán en aquel día del Señor, Señor.” Mateo 7:21, “Y entonces les declararé apartaos de mí, nunca os conocí.” Lo cual será una gran sacudida para ellos debido a que probablemente tienen certeza falsa.

Esa es la razón por la que el Apóstol Pablo dijo en 1 corintios 11, “Cada vez que vengan a la mesa del Señor examínense.” Esa es la razón por la que él lo repitió otra vez en 2 corintios 13:5, “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe.” Porque hay personas que tienen certeza, pero no tienen derecho de tenerla.

Dice usted, ¿cómo la obtuvieron? Bueno, alguien les dio alguna información acerca de la salvación que no era verdad, y creyeron eso. Y debido a que creyeron lo que piensan que es verdad, se sienten seguros. Hay otras personas que juzgan de manera equivocada su condición espiritual, conocen la verdad y piensan que realmente han creído la verdad, pero no la han creído. De hecho, gran parte de nuestro evangelismo moderno contribuye a esta esperanza falsa, al usar una técnica que me gusta llamar, la certeza silogista.

Ahora, no quiero perderlos a todos en ese término. Un silogismo es simplemente una forma de lógica. Tiene una premisa principal y una premisa no tan importante que lleva a una conclusión. Y los evangélicos estadounidenses modernos le han estado dando a la gente una certeza silogística durante muchos, muchos años. Y va así, Juan 1:12 podría ser un lugar para comenzar, simplemente para entrar con un versículo específico, “Más a todos los que le recibieron les dio potestad de ser hechos hijos de Dios a los que creen en su nombre.”

Entonces usted le dice alguien, “¿Lo recibiste?” “Sí.” Premisa importante, cualquier persona que lo recibe se vuelve su hijo. “¿Hiciste eso?” “Sí.” La premisa menor, acabas de hacer eso, conclusión, eres su hijo. La premisa principal dice si recibes a Cristo serás su hijo. La premisa menor dice acabas de hacer eso, conclusión, dice, eres su hijo. Dice usted, “Bueno, eso es lógico.” Lo es. Lo es. El problema es que usted no sabe si la premisa menor es verdad. Usted no sabe si acaban de hacer eso. Dice usted, “Bueno, acaban de decir que lo hicieron.” Eso es diferente. Usted no sabe si hicieron eso. Los puritanos decían, “Probado, después confiable.” Usted no sabe si hicieron eso hasta que sean probados. Esta es una apelación a un silogismo lógico.

Si usted conoce los hechos del Evangelio y la primicia menor, usted cree los hechos del Evangelio, por lo tanto, usted es un cristiano. Esto, por cierto, es un componente muy importante del evangelismo contemporáneo. Una apelación a un silogismo lógico basado en una profesión no probada, lo cual es una premisa menor fallida. Estamos basando la certeza en una mera inferencia no confirmada por el Espíritu Santo, no tenemos confirmación del Espíritu Santo, y no confirmada por ninguna prueba. La verdad de la certeza es la recompensa de la fe probada. El Espíritu Santo la da, no un consejero humano. Algunas personas tienen certeza cuando no deberían tenerla. Entonces porque alguien les dio un Evangelio falso. Lo creyeron y después creyeron que son salvos. Algunas personas tienen una certeza falsa porque alguien les dijo que su fe era real cuando de hecho no pudo haber sido.

Entonces, necesitamos entender en primer lugar en este asunto de la certeza, que algunas personas la tienen que no tienen ningún derecho de tenerla. En segundo lugar, hay otro asunto preliminar que quiero compartirle, y es este, algunas personas piensan que nadie tiene el derecho de tener certeza, ni siquiera un cristiano verdadero. De hecho, algunas personas creen que es presuntuoso imaginar que usted está seguro. Es presuntuoso tener la certeza de su seguridad en Cristo. Dicen que llevará a la indiferencia, llevará al descuido, lo llevará a usted al pecado, lo llevará a usted a la impiedad.

Esta es la postura arminiana histórica, la cual básicamente y dice, “Si yo pensara que estuviera seguro para siempre, entonces saldría y haría lo que yo quisiera.” ¿Ha oído usted eso? Bueno, esa es una antigua. Usted de ninguna manera puede hacerle pensar a alguien que su salvación está segura porque van a abusar de los privilegios, porque después de todo no pueden perder su salvación, ¿entonces por qué no vivir como quiere?

Esa no es solo una postura arminiana, por cierto, es una postura católica romana. Eso es lo que el catolicismo romano siempre ha enseñado. Los cánones y decretos del Concilio de Trento dicen esto, y cito, “Nadie puede saber con certeza de fe que no pueda estar sujeta al error que él ha obtenido la gracia de Dios. Además, nadie, mientras que él esté en esta vida mortal, debería llegar a presumir con respecto al misterio secreto de la predestinación divina como para determinar con certeza que él con toda seguridad esté en el número de los predestinados, porque excepto por la revelación especial, no puede conocerse a quien Dios ha escogido para sí mismo. Si alguien dijera que un hombre que ha nacido de nuevo y es justificado está obligado por la fe a creer que ciertamente está en el número de los predestinados, que sea anatema.” Así dice la Iglesia Católica. Maldición para esas personas que se sienten seguros.

Aunque el Concilio de Trento se sostuvo en el siglo XVI, la enseñanza de la iglesia en este punto no ha cambiado. Como evidencia cito lo siguiente de un diccionario católico romano reciente de teología, esto es lo que dice, “La certeza de la salvación, titular, o título. Un concepto de la teología protestante que significa una creencia en la justificación tan firme que esta creencia es incoherente con cualquier duda de la salvación definitiva de un hombre. Dicha certeza de salvación, la cual la teología católica describe como absoluta, fue repudiada por el Concilio de Trento, porque mientras que al cristiano se le prohíbe de manera absoluta a dudar lo que Dios ha hecho en Jesucristo, o dudar de su voluntad salvífica universal, esto no excluye toda duda posible de la salvación eterna de uno.” Fin de la cita. Qué afirmación tan torpe. Usted no puede dudar nada más que su propia salvación.

G. C. Berkouwer en su libro Conflicto con Roma se esfuerza para mostrar que la negación de Roma de la certeza de la salvación es coherente con su concepción de la naturaleza de la salvación. “Es precisamente,” dice él, “debido a que la Iglesia Católica Romana concibe la salvación como un esfuerzo conjunto entre el hombre y Dios, y como una bendición que solo puede ser mantenida mediante el hacer buenas obras, que debe decirle al creyente nunca puedes estar absolutamente seguro de tu salvación, porque si la certeza de uno de salvación debe estar basada en el desempeño de uno de buenas obras, lo más que él o ella pueda alcanzar es el tipo de certeza de conjeturas que Roma permite.” ¿Por qué? Porque si mi salvación depende de Dios y de mí, podría yo echarla a perder.

Entonces en donde usted tiene en la teología católica romana al hombre involucrado en la salvación, o en donde usted tiene en la teología arminiana al hombre involucrado en la salvación, usted tiene la ausencia de seguridad porque el hombre puede fallar. Pero en donde usted tiene en la teología bíblica histórica, en donde la salvación todo es la obra de Dios, y usted tiene la doctrina resultante de la seguridad, lo cual lleva a la certeza.

La pregunta básica involucrada aquí es si uno es salvo por gracia únicamente o si la salvación de uno depende en parte de él, de sus obras buenas de mérito. Si lo último es verdad, uno nunca podría estar seguro de la salvación. No obstante, si lo anterior es verdad, como los reformadores enseñaron, entonces uno puede estar seguro de la salvación, aunque él o ella no siempre pueda poseer de manera plena esa certeza.

Entonces algunos pensarán que nunca podremos estar seguros si lo dejan así. Y dicen que eso les ayuda a vivir una vida buena porque tienen que seguir viviendo una vida buena o podrían perder su salvación. Básicamente niegan la certeza en su totalidad. Ahora, presentamos esos dos puntos de manera clara. Algunas personas tienen certeza que no tienen derecho de tenerla. Algunas personas niegan que alguien puede tener certeza. Pero concentrémonos en la verdad acerca de la certeza. Muy bien.

La certeza verdadera, como la Escritura la enseña. No una creencia falsa sino certeza verdadera. Lo que queremos hacer es exactamente lo que dice en el versículo 10. Cuando nuestra serie termine, queremos que usted esté seguro acerca de su llamado y elección de usted. Queremos que usted sin lugar a dudas diga, “Yo estoy entre los predestinados. Yo estoy entre los escogidos. Yo soy escogido. Yo soy llamado. Yo estoy eternamente seguro y disfruto mi certeza.”

Pero antes de que podamos resolver el problema tenemos que presentarlo. Entonces quiero hacer simplemente una pregunta básica, ¿por qué es que la gente carece de certeza? ¿Por qué la gente carece de certeza? Bueno, obviamente podríamos responder eso al decir, “Bueno, algunos de ellos no tienen salvación. Esa es la razón por la que no se sienten seguros.” Tiene razón, pero vayamos más allá de eso.

¿Por qué razón es que la gente que es cristiana carece de certeza? Le voy a dar varias razones. Muy bien. Número uno. Y, por cierto, esta no es una lista inspirada. Esto es simplemente mi propia mente conforme he estado pensando en estas Escrituras durante los últimos 6 meses preparándome para esta serie. ¿Por qué razón es que la gente carece de certeza? Razón número uno, y podría haber más, podrían ser mejor dichas, pero esto nos va a ayudar.

Número uno. Algunos podrían carecer de certeza por estar bajo la predicación fuerte acerca del estándar santo de Dios. Algunos podrían carecer de certeza debido a que están bajo predicación fuerte acerca del estándar santo de Dios. ¿Qué quieres decir con eso? Bueno, lo que quiero decir es, predicación demandante, predicación que confronta, predicación que convence de pecado, que sostiene en alto un estándar alto de santidad, el tipo de predicación que fuerza a la gente a ver su pecaminosidad, que los fuerza a reconocer la santidad de Dios, que los llama a un estándar sublime de vida cristiana. Podría llevar a algunos a una falta de certeza.

Dice usted, “Bueno, ¿es malo eso?” No. Realmente no. El púlpito apropiadamente es el creador de corazones ansiosos. Ese es uno de sus deberes, porque debe convencer de pecado a aquellos que tienen una certeza falsa, ¿verdad? Debe confrontar el pecado. Debe llamar al estándar más alto y más santo. Y debido a todos esos mandatos, podría tener el efecto de desestabilizar a algunas personas y hacerlos titubear acerca de la realidad de su condición espiritual, porque se comparan a sí mismos con ese estándar y dicen, “Quedo tan terriblemente corto de eso. Quizás ni siquiera soy cristiano.”

Predicación demandante. Predicación que convence de pecado. Predicación fuerte que establece un estándar alto y santo para los salvos. Trae junto con esto una convicción fuerte de pecado, lo cual puede producir duda, particularmente en un cristiano que está pecando, particularmente en un cristiano que está pecando.

Ahora, puedo decirle a usted que habiendo dicho todo eso, esto rara vez pasa el día de hoy, ¿por qué? porque rara vez hay una predicación que convence de pecado. Las iglesias por todo nuestro país están llenas de personas soberbias que no se sienten en particular inseguras porque nada en su vida jamás es confrontado. Rara vez sucede, porque la predicación ni convence de pecado ni es fuerte, ni la predicación necesariamente establece un estándar particularmente alto.

De hecho, si usted fuera a preguntarle al grupo de predicadores digamos promedio, si han predicado mensajes acerca de la certeza de la salvación, podría ser algo raro encontrar alguno que lo hiciera. Y si usted encontrara uno que dijera, “Sí. He predicado de la certeza.” Él probablemente le diría, “De lo que he predicado ha sido un mensaje para hacer que todo mundo se sienta seguro.”

Y lo que probablemente hizo fue darles un poco más que una certeza de silogismo. Probablemente la única vez que el tema surge me parece es para discutir con personas que no están dispuestas a dar una certeza de silogismo. La única ocasión en la que llego a meterme en una discusión de esto, es cuando la gente quiere discutir conmigo, porque quieren darle a la gente una certeza psicológica para que se sientan tan cómodos acerca de sí mismos, que jamás cuestionen su condición espiritual.

La idea entera cuando usted lleva a alguien a Cristo durante muchos años en Estados Unidos es – ahora, la primera responsabilidad que tienes una vez que han hecho la oración, es asegurarte de que los haga a usted sentirse seguro. Entonces usted les dice, “¿No dice que si creemos en el Señor Jesucristo sabemos que tenemos vida eterna? ¿Crees en el Señor Jesucristo?” Premisa más importante dice eso. La premisa menor dice, crees, conclusión, eres salvo. Ahora, siéntete seguro. Siéntete con certeza. No te preocupes de eso.

Probablemente la única ocasión en la que alguien habla de certeza es para hacer que la gente se sienta segura, no para hacerlos cuestionar si su certeza es falsa. De hecho, supongo que debido a eso, menos personas hoy día luchan con la certeza porque la enseñanza carece de un llamado fuerte a la santidad. Y los predicadores piensan que su deber consiste en hacer que todo mundo se sienta bien. Pero, por otro lado, la predicación que convence de pecado puede crear duda.

Recibí una carta de alguien en la iglesia y pensé que la compartiría con usted. “Querido John. He estado asistiendo a Grace durante varios años como resultado de una convicción creciente en mi corazón, resultado de tu predicación, y pareciendo ser impotente contra las tentaciones que hay en mi corazón, y constantemente sucumbiendo a ellas. En pláticas con pastores y hombres piadosos acerca de mis dudas crecientes, me han llevado a pensar que no soy salvo. Cuán triste es, John, para mí no poder entrar debido al pecado que se aferra a mí y del cual anhelo estar libre. Cuán raro para alguien que enseña en una escuela dominical con una convicción de corazón, alguien que prepara el evangelismo de discipulado, un seminarista, un discipulador.”

“Tantas veces he determinado en mi corazón arrepentirme, sacudirme mi deseo de pecar, dejar todo únicamente por Jesús para encontrarme haciendo el pecado que no quiero hacer, y no hacer el bien que quiero hacer. Después de que mi prometida y yo terminamos, memoricé Efesios como un esfuerzo intenso en contra el pecado, solo para encontrarme más débil y con una consciencia más dolorosa de mi pecaminosidad, con más tendencia a pecar que jamás, aferrándome a emociones baratas para contener el dolor del amor perdido. Primordialmente en el corazón, John, pero ahí es en donde cuenta y ahí es en donde vives. Peco porque eso soy un pecador.”

“Soy como un soldado sin mi armadura. Estoy cruzando un campo de batalla siendo disparado por los dardos de fuego del enemigo. No podría dejar la iglesia si quisiera. Amo a la gente. Me emociona el Evangelio del Mesías hermoso. Soy un montón de estiércol que está sobre el piso de mármol blanco de Cristo, un perro que se metió por la puerta de atrás para entrar al banquete del rey, para lamer las migajas del piso. Y al estar cerca de cristianos que son ricos en las bendiciones de Cristo, recibo algo de la bondad. Y te pido que ores por mí como mejor lo consideres.”

La predicación demandante crea dudas. Dice usted, “Bueno, ¿realmente él es cristiano?” Bueno, una cosa me cautivó en esta carta. Él dijo, “Tantas veces he determinado en mi corazón arrepentirme, sacudirme de mi deseo de pecar, dejar todo por Jesús, solo para encontrarme haciendo el pecado que no quiero hacer y no haciendo el bien que quiero hacer.” Eso se oyó más para mí como un cristiano en Romanos 7 que un incrédulo. Pero la predicación demandante puede producir dudas, particularmente en un cristiano que está pecando. No hay duda al respecto.

Entonces el púlpito, si tiene lujo de ser el creador de ansiedad, de corazones ansiosos, el púlpito también debe ser el creador de consuelo, debe ser el lugar de certeza. J.I. Parker dijo, “Y creo de manera apropiada la predicación de la palabra es el medio supremo de la gracia.” La predicación de la palabra es el medio supremo de la gracia. Y espero que podamos ser un medio de gracia para usted, en esta serie especial acerca de la certeza.

Hay una segunda razón por la que la gente carece de certeza. Algunos podrían carecer de certeza porque no pueden aceptar el perdón. Se vuelven objeto de la tiranía de sus emociones y sienten que son demasiado malos para ser salvos. Algunas personas simplemente no pueden aceptar el perdón. Ahora, hay algunas razones para esto, se las voy a dar, estas son bastante prácticas. Permítame sugerir esto.

Hay tres razones, únicamente se las voy a dar usted de manera separada. La razón por la que algunas personas piensan que no pueden aceptar el perdón, piensan que son demasiado malos para ser salvos, demasiado pecaminosos para ser perdonados, es número uno, porque la conciencia habla en contra del perdón. ¿Entendió eso? Su conciencia no conoce nada acerca del perdón. ¿Lo entiende?

Lo único que su conciencia conoce es, qué, la culpabilidad, la convicción de pecado. Su conciencia no conoce nada acerca de la gracia. Su conciencia no conoce nada acerca de la misericordia. Su conciencia no conoce nada acerca del perdón. De hecho, su conciencia habla en contra del perdón. Es su conciencia la que le dice a usted eres demasiado malo como para ser perdonado.

Hay un segundo impulso más bien contundente que hace que algunas personas no puedan aceptar el perdón, y es este, la santidad y la ley de Dios hablan en contra del perdón, y hablan de en contra del pecado con tanta fuerza. Escuche, la santidad no conoce nada del perdón. La ley de Dios, nada del perdón. La santidad habla en contra el pecado y no conoce nada de justificarlo. La justicia habla en contra del pecado y no conoce nada de justificarlo. La ley de Dios habla en contra el pecado y no conoce nada de justificarlo.

Hay un tercer asunto más bien contundente, eso es la justicia. La justicia habla en contra del pecado, y la justicia no conoce nada del perdón tampoco. Están atacándolos en grupo. Si usted lucha con la duda acerca de su salvación y usted dice simplemente no puedo aceptar el perdón, simplemente soy demasiado malo para ser perdonado, soy demasiado impío para ser salvo. Yo soy como ese caballero dijo en la carta, un montón de estiércol que está sobre el suelo blanco de mármol de Cristo. Soy demasiado sucio, demasiado vil.

Es debido a que la conciencia le va a negar a usted el perdón, la santidad le va a negar a usted el perdón, la justicia le va a negar a usted el perdón, la ley le va a negar a usted el perdón, la justicia le va a negar a usted el perdón. Y mientras que usted esté cerca de ese grupo, usted va a tener problemas con el perdón. El corazón de una persona con una consciencia fuerte que lo presiona, el corazón de una persona con un entendimiento fuerte de la santidad, la justicia y la ley de Dios, el corazón de una persona que entiende la justicia puede hallar que es difícil el aceptar el perdón.

Por cierto, quiero sugerirle como un comentario al margen, que la gente que se siente de esa manera, han coronado deliberadamente al diablo como rey, es correcto. Usted ha coronado al diablo como rey, porque el diablo es el acusador, ¿de quiénes? de los hermanos. El diablo habla de culpabilidad. Él habla de violación de un estándar santo. Él habla de violación de la ley de Dios. Él habla de justicia. Y él le va a decir usted que usted es demasiado malo como para ser perdonado. Me perteneces a mí. Y si usted lo cree, usted lo corona como rey y usted dice, “La culpabilidad reina. La condenación reina. El pecado reina. Cristo no es rey. La gracia no reina. La misericordia no reina. El perdón no reina.”

Créame, Satanás quiere hacer esto. Satanás quiere que usted dude de su salvación. Esa es la razón por la que usted tiene que ponerse el yelmo, el casco de la salvación para proteger su cabeza de los golpes fuertes, aplastantes de Satanás, quien quiere que usted dude.

Un escritor puritano escribió esto, “Sí. Además, aquel que carece de certeza del amor de Dios conversa demasiado con Satanás. Como aquel que tiene la certeza del amor de Dios conversa con Cristo, el Espíritu dando testimonio a él de que él es hijo de Dios, así también el que carece de certeza conversa con Satanás, y Satanás, aunque de manera falsa, da testimonio a su espíritu de que él no es un hijo de Dios. ¿Y no es una miseria estar en estas conversaciones con Satanás, estar bajo sus comentarios infernales? ¿O qué dolor es entonces estar abrumado por un corazón incrédulo? El diablo siempre está siguiendo y tentándome a sospechar del amor de Cristo, y lo hace para que él pueda imponer su mente en mí, porque el diablo sabe bien que entre más sospecho del amor de Cristo, más abrazaré el amor de Satanás.”

La verdad es, amados, que esta ausencia de certeza del amor de Dios e interés en Cristo da lugar a muchos pecados y miserias, porque primero un hombre duda de su propia salvación. Después él tiene dudas continuas. Después él se levanta hasta una conclusión completa diciendo, “Ahora sé que Cristo no me ama. Lo dudaba antes, pero ahora sé que Él no me ama.” Y después de que él ha llegado a esta conclusión, poco después él se eleva aún más y él va más adelante y dice, “Si Cristo no me ama ahora, Él nunca me amará. Y si no tengo un interés en Cristo ahora, después de toda la predicación que he oído y ordenanzas que he disfrutado, nunca lo tendré. Y entonces entre más vivo más agravo mi condenación.” Fin de la cita.

Si usted corona a Satanás como rey y deja que aplaste su cabeza con la ley y su culpabilidad y la justicia, usted dudará, usted dudará. Tanto la predicación fuerte de un estándar santo y alto y el rehusarse a aceptar el perdón causan que la gente dude.

Hay una tercera razón por la que la gente no tiene certeza, y es esta. Algunos carecen de certeza porque no comprenden el Evangelio y el plan de salvación. No comprenden el Evangelio y el plan de salvación. Les dije que hay personas que dicen que nadie debería tener certeza. ¿Recuerda eso? Y eso encaja con su teología. Porque dicen, “La salvación es una combinación de Dios y el hombre, ¿y entonces cómo puedo tener certeza? Podría tener certeza acerca de Dios, pero no tengo certeza acerca de mí. Entonces no puedo tener certeza. Y entonces no puedo tener certeza acerca de mi salvación, lo cual demanda mi cooperación.” Simplemente le recuerdo que, si usted tiene una doctrina equivocada del Evangelio y un entendimiento equivocado el plan de salvación, usted invita a la duda.

Hay muchas personas que no entienden en primer lugar que la salvación es una operación totalmente divina, soberana, por parte de Dios sobre el hombre, la cual depende de manera total de Dios. Algunas personas no entienden la gracia. Algunas personas piensan que cuando Dios lo perdonó a usted, Él solo le perdonó a usted los pecados que cometió hasta el punto en el que usted fue salvo, y a partir de ahí esos no son perdonados. Hay confusión acerca de la gracia. Hay confusión acerca de la misericordia. Hay confusión acerca del grado y la extensión del perdón en Cristo. Y mientras que usted esté confundido acerca de eso, usted tiene razón para dudar de su salvación.

La gente así que está confundida por el Evangelio tiene momentos de certeza que son inducidos por un sentimiento de bienestar, se sienten bien acerca de su condición espiritual. Es el mismo tipo de sentimiento que usted tiene cuando usted acaba de tener una buena comida. Es puramente un sentimiento emocional. Por cierto, sus sentimientos, sin importar cuán poderoso sean, cuán vividos sean, no son almacenes seguros para guardar su certeza. Sus sentimientos no pueden guardar su certeza. Su certeza tiene que estar arraigada en un entendimiento apropiado del Evangelio y de la obra salvadora de Cristo.

Escuche, nunca tendrá sentimientos subjetivos de certeza hasta que usted comprenda la verdad objetiva del Evangelio. Esto que le estoy diciendo es algo muy profundo. Usted nunca tendrá sentimientos subjetivos de certeza hasta que usted entienda los hechos objetivos del Evangelio. Eso es tan elemental. El Dr. Harry Ironside muchos años atrás dijo, “Nunca podrás olvidar los años de estar perdido, los muchos pecados de los que has sido culpable y continúas cometiendo. Pero aquello que da paz es el conocimiento de que Dios nunca los volverá a repetir. Él los ha borrado del libro de su memoria. Y Él lo ha hecho en justicia porque la cuenta está completamente saldada. La deuda está pagada.” Fin de la cita.

Ahora, si usted entiende eso, eso es seguridad, y eso es seguridad objetivamente que da lugar a la certeza subjetivamente. Como puede ver, tiene que entender el Evangelio, tiene que entender que Dios supo que usted era un pecador, que Dios envió a Jesucristo al mundo para pagar el precio para todos sus pecados de manera total y completa, pasados, presentes y futuros, y quitarlos tan lejos como esté el este del oeste, y sepultarlos en las profundidades del mar y no acordarse de ellos jamás. Y eternamente no es solo un problema. Usted tiene que entender que la salvación que Jesús ofreció fue asegurada por el poder omnipotente de Dios para siempre, y es irreversible. Como Romanos 11 dice, “Irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.” Usted tiene que entender lo que tiene un comienzo antiguo, antiguo.

Allá atrás en el Antiguo Testamento Isaías dijo, “Venid, pongámonos a cuenta.” Dijo Jehová, “Si vuestros pecados sean como la grana, serán blancos como la nieve. Aunque sean rojos, serán como la lana.” En otras palabras, cuando Dios lo perdona a usted es completo. Usted está lavado de manera total. En Isaías de nuevo el capítulo 43 y versículo 25, me encanta esto, Dios dice, “Yo, Yo, soy Yo el que borra tus transgresiones – ¿por qué? – por mi propia causa. Y no me acordaré de vuestros pecados.” ¿Acaso eso se oye como buenas noticias para usted? Lo que usted no puede olvidar Dios no puede recordar.

Entonces cuando usted está por todos lados preocupado porque usted es demasiado malo para ser perdonado, Dios no sabe de qué se está preocupando usted. En Isaías 44:22 Él vuelve a decirlo, “He borrado tus transgresiones como una nube espesa y tus pecados como un rocío pesado. Podía verlos, y después vino una nube espesa y un rocío espeso, y simplemente los bloqueó todos.” Capítulo 53, y ahora entramos a la muerte del Señor Jesucristo y cómo es que Dios pudo hacer eso, cómo Dios podía dejar de ver nuestro pecado, olvidar nuestro pecado, borrarlos debido a Cristo.

Observé Isaías 53 versículo 5, “Él fue perforado por vuestras transgresiones y las mías. Él fue aplastado por nuestras iniquidades. El castigo de nuestra paz fue sobre él. Y por su llaga fuimos nosotros sanados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada uno por su camino. Más Jehová cargó en Él el pecado de todos nosotros.” Y en el versículo 8 dice que, “Él murió por la transgresión de mi pueblo.” “Él llevó nuestras iniquidades.” Dice el versículo 11. Capítulo 61 de Isaías y versículo 10, “Me regocijaré grandemente en Jehová. Mi alma se exaltará en mi Dios porque Él me ha vestido con vestimentas de salvación.” Me encanta esto. “Él me ha envuelto con una túnica de justicia.” ¿No es eso maravilloso?

En el nombre de Jesucristo en la cruz sus pecados fueron quitados de manera total, completa, para siempre, para siempre, para no ser recordados jamás. Si usted entiende el Evangelio, que Jesús pagó el castigo para todos sus pecados pasados, presentes y futuros. Y claro, cuando lo hizo, fue todo futuro porque usted ni siquiera había nacido. Y Él pagó el castigo de manera completa al grado que Dios los borra, no se acuerda más de ellos. ¿Usted entiende porque Miqueas dice, “¿Quién es un Dios perdonador como tú?”

Cuando el Israel de la antigüedad estaba a punto de dejar Egipto, y la última plaga terrible estaba a punto de caer sobre la tierra y todo su pueblo, la muerte de los primogénitos. ¿Se acuerda usted de que Dios proveyó una manera para que escapara Su pueblo? Debían matar un cordero y después debían tomar la sangre del cordero y rociarla en el marco de la puerta. Y cuando el ángel de la muerte, el ángel destructor pasó en esa noche, no se le permitió entrar en ninguna de esas casas que tenían sangre rociada, ¿por qué? porque Dios había dicho, “Cuando vea la sangre, yo pasaré.”

Eso es lo que la Pascua significa, Yo pasaré. Adentro de la casa pudieron haber algunas familias regocijándose. Pudieron haber algunas familias que estaban temblando preocupadas porque habían cometido pecados, porque habían sido inicuos, porque habían engañado a sus vecinos judíos incluso en el exilio, porque habían cometido adulterio, fornicación, porque habían robado, porque eran hipócritas. Pero su seguridad dependía no en su estado mental, no en sus sentimientos, no en el registro de sus obras pasadas, sino en el hecho de que Dios vio, ¿qué? la sangre. Y cuando Él vio la sangre fueron protegidos.

Así es hoy día. No podemos ver la sangre derramada hace tanto tiempo por nuestra redención en el calvario, pero Dios puede verla. Y Él lo ve a usted y Él no dice, “Oye, él engañó. Oye, ella mintió. Oye, cometieron adulterio. Oye, eran hipócritas. Oye, les faltó bondad. Oye, se emborracharon.” El momento en el que un pecador coloca su fe en Jesucristo, la sangre es esparcida en ellos, son protegidos por la sangre. Y, por lo tanto, nuestra seguridad del juicio divino no depende de mi vida perfecta ni la de usted, sino del hecho bendito que yo estoy protegido por la sangre de Cristo. Amén.

Y entonces algunas personas carecen de certeza porque no entienden el Evangelio. Y usted no puede entender la certeza si no puede entender la seguridad. Escuche esto, la seguridad es el hecho, el hecho objetivo de que todos los que son perdonados por gracia en Cristo Jesús están perdonados para siempre, es irrevocable. Eso es seguridad. Permítame repetirlo, la seguridad es el hecho de que todos los que son perdonados, son perdonados para siempre. Y usted puede tener seguridad y no tener certeza, ¿verdad?

Muchas personas están así. Le digo a personas que no creen que usted no puede tener certeza, y dicen, “No. No sé si mi salvación está segura.” Bueno, muy bien, tienes seguridad. Lo siento porque no la puedes disfrutar. Puedes negarla todo lo que quieres, todavía la tienes. Puedes vivir en duda todo lo que quieras, todavía estás seguro. La seguridad es el hecho objetivo de que todos los que son perdonados por gracia en Cristo, están perdonados para siempre, es irrevocable. La certeza es la confianza de que yo soy uno de esos que son perdonados.

Entonces, si Dios me ha dado una salvación que está segura, ciertamente debería disfrutar de esa certeza. La certeza es una convicción, entonces, en primer lugar, que es racional. Quiero mostrarle esto, y probablemente voy a tener que detenerme aquí, no llegué ni a la mitad. Romanos 8, y quiero mostrarle esto porque este es un buen lugar para concluir, versículo 38, esto es tan bueno. Dice usted, “Pablo, eh, ¿tienes certeza, Pablo?” “Sí. Tengo certeza.” “Bueno, Pablo, eh, ¿cómo, cómo sabes? ¿Cómo sabes que vas al cielo, Pablo? ¿Cómo es que realmente sabes?” “Oh, simplemente lo siento. Simplemente, simplemente se siente como que voy a llegar.” “¿En serio? ¿Y no es que nada más resulta que estás teniendo un buen día, comiste bien, alguien te dijo que te ama, el sol está brillando? ¿De dónde sacaste ese sentimiento?” “Bueno, simplemente lo siento. Simplemente se siente como que la tengo.”

No. Con Pablo no era subjetivo, era objetivo, era racional. Versículo 38, esto es tan directo, “Por lo cual estoy – cuál es la siguiente palabra – seguro.” Oh, esa es una palabra racional. No es una palabra de sentimiento. Él no dice, “Sabes, yo siento que ni la muerte ni la vida ni ángeles ni principados ni potestades ni lo presente ni lo por venir ni lo alto ni lo profundo ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios. Simplemente lo siento.” Él no dice eso.

Él dice, “Estoy seguro. Estoy persuadido – ¿por qué? – por la razón.” ¿Por la razón de qué? Y él dice, “Comenzaste el libro en este versículo. ¿No has leído el capítulo 3, 4, 5, 6, y 7 y 8? Estoy seguro porque entiendo – ¿qué? – el Evangelio que él comenzó a explicar en el capítulo 3. Él dice, “Estoy seguro que es así.” Y digo, es la afirmación más fuerte acerca de la seguridad en toda la Biblia. Estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni ángeles ni principados, seres demoníacos, ni potestades ni lo presente, todo lo que existe en la actualidad, ni lo por venir, todo lo que podría existir, poderes de algún tipo, ni lo alto ni lo profundo ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro. Estoy seguro. Esa es la base de la certeza.

Usted debe entender el Evangelio. Es convincente. Ahora, sí Pablo fuera un arminiano, él habría dicho, “Sabes una cosa, no estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida.” Pero él estaba convencido. Ahora, ¿cómo es que llegó a estar convencido? Bueno, si comienza usted en el capítulo 3, usted encuentra el Evangelio salvador entero, y él llega a su clímax en el capítulo 8. Simplemente le puedo dar una perspectiva rápida. Él llega corriendo al capítulo 8 después de explicar el perdón eterno en la misericordia y la gracia de Jesucristo. Y él aterriza en el capítulo 8, versículo 1 y dice, “Así que ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.” Eso es exactamente lo que él dijo en el versículo 38. Nada jamás lo va a condenar a usted. No hay nada, nada.

Bueno, ¿cómo puedes decir eso, Pablo? ¿Cómo lo puedo decir? Versículo 2, “Porque la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús os ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.” Usted tiene a Cristo, usted tiene el Espíritu. La ley no tiene obligación, y su castigo no tiene derecho. Usted nunca será condenado. Guau. Y después, en el versículo 5 él comienza a hablar del Espíritu Santo. Él no deja de hablar del Espíritu Santo hasta el versículo 17. Este tema es singular. Y a lo largo aquí él dice, “Cuando recibimos el Espíritu Santo recibimos al Espíritu Santo que vive en nosotros para sellarnos, para garantizar nuestra gloria futura, para garantizar nuestra justicia actual.”

Versículo 14, “Estamos siendo guiados por el espíritu.” Versículo 16, “El espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos los hijos de Dios.” Después comenzando en el versículo 18 hasta el versículo 25 él dice, “Ahora, vivimos en la esperanza de la gloria futura.” Y en los versículos del 26 al 28 él dice, “El Espíritu Santo está operando en nosotros. Dios está operando para nosotros. Y sin importar lo que suceda, opera en conjunto – para nuestro qué – nuestro bien.”

¿Ve usted lo que él está haciendo aquí? Él está diciendo, “La salvación nos eliminó en Cristo de la paga del pecado, ninguna condenación. La salvación nos concedió al Espíritu Santo para asegurarnos y guiarnos y confirmar que somos hijos de Dios. La salvación nos ha dado una esperanza eterna que esperamos. Dios sobre nosotros y el Espíritu en nosotros están tomando todo en nuestras vidas y haciendo que sea para nuestro bien.”

Después él se vuelve muy teológico en el versículo 29 y va desde el pre-conocimiento a la glorificación en el versículo 30 y dice, “Todos aquellos a los que el Señor conoció de antemano y escogió para salvación vendrán a la gloria.” Y después, él llega al versículo 31 y dice, “Miren, si Dios es por nosotros, ¿quién es posible que en el mundo sea una corte más alta que eso? Si el propósito predestinado de Dios de conformarnos a la imagen de Jesucristo no puede ser estorbado. Si Dios no nos condena. Si Cristo no nos condena, ¿entonces quién nos va a condenar?” Versículo 35 él dice, “¿Quién nos va a separar del amor de Cristo, tribulación, aflicción, persecución, hambre, desnudez, peligro de espada?”

Dice usted de dónde sacó esa lista. Él la vivió. Él vivió esa lista. Tribulación, la tuvo. Aflicción, la tuvo. Persecución, la tuvo. Hambre, la tuvo. Desnudez, la tuvo. Peligro, lo tuvo. Espada, lo tuvo. De hecho, él siempre estaba sometido a la muerte todo el día. Pero en todas estas cosas, de manera abrumadora, qué, conquistamos. ¿Sabe usted por qué este hombre dice en el versículo 38 estoy seguro? Oiga, lo vivió.

“Estoy seguro de que mi salvación está segura. Y estoy convencido, ¿por qué? porque yo lo viví todo. Enfrenté todo, la tribulación, la aflicción, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada. Y cuando todo se acabó, fui un conquistador, no una víctima. Estoy seguro. Estoy seguro. No hay condenación. El Espíritu Santo que vive en nosotros nos mueve en el camino de la justicia. Tenemos una esperanza futura de gloria que esperamos. Todas las cosas están operando en nuestras vidas para bien. Toda persona a la que Él salvó llevará a la gloria plena. Y lo he vivido todo, y nada me separó del amor de Cristo. Y ahora, estoy seguro.”

Si usted está convencido de que la salvación es eterna y que nada puede romperla, esa es la base de su certeza, ¿verdad? La seguridad, entonces, es la verdad relevada por el Espíritu Santo de que la salvación es para siempre. La certeza, es la confianza de que poseo esa salvación. ¿Entiende la diferencia? La seguridad es la verdad relevada por el Espíritu Santo de que la salvación en Cristo es para siempre. Entiendo eso. La certeza es la realidad de que poseo esa salvación. Pablo está diciendo aquí, “Tengo ambas. Conozco la salvación en Cristo por revelación. Acabo de escribirla. Yo sé que estoy en Cristo mediante prueba, ¿verdad? Lo he enfrentado todo y nada me separó de su amor.” Bueno, tenemos que dejarlo ahí. Verdad rica, ¿verdad?

Padre, gracias por nuestro tiempo en esta noche, por la contemplación de las cosas profundas de Dios, sin embargo, las cosas tan preciadas para nuestros corazones. Estoy emocionado porque todavía hay mucho por venir. Padre, gracias por nuestra salvación eterna. En el nombre de Jesús. Amén.

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