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Vamos a estar viendo este asunto de certeza, la certeza de la salvación. En cierta manera, estamos iniciando nuestro estudio de 2ª de Pedro, podría abrir su Biblia en 2ª de Pedro, capítulo 1, y vamos a tener una especie de estudio bíblico pequeño esta noche juntos, realmente no en 2ª de Pedro, pero vamos a usar eso como un punto inicial de cualquier manera.

En 2ª de Pedro, capítulo 1, los versículos 10 y 11 en cierta manera presentan el tema en su lugar: “Por lo tanto, hermanos, sed diligentes en estar ciertos acerca de su llamado y elección de vosotros; porque mientras que practiquéis estas cosas, nunca tropezaréis. Porque de esta manera la entrada al reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo será provista abundantemente a vosotros”. El versículo 10 dice: "Sed diligentes, entonces, en estar ciertos acerca de su llamado y elección de vosotros ".

El tema aquí, entonces, es la certeza de la salvación, y hemos señalado que hay básicamente dos preguntas que hacer. Pregunta número uno: ¿Es la salvación para siempre? ¿Es la salvación para siempre? ¿Está segura? Pregunta número dos: ¿Puedo sentir esa seguridad? Una es un hecho, y la otra es una confianza personal. Son inseparables. Y hemos señalado en nuestro estudio que, si la salvación no fuera eterna, si la salvación no estuviera segura, entonces no habría discusión acerca de la certeza, porque, ¿cómo podría estar seguro de una salvación insegura? Pero si la salvación es para siempre, y si está segura, entonces usted puede experimentar la certeza.

Regresemos a la pregunta número uno por un momento: ¿Es nuestra salvación para siempre? En otras palabras, una vez que usted ha venido al conocimiento de Jesucristo, ¿es eso eterno? La respuesta, claro, es sí. Y hay muchos lugares en la Palabra de Dios en donde eso es señalado de manera muy clara. Escuche tan solo unos cuantos. Juan 5:24: "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi Palabra, y cree en el que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida". Si usted cree, usted tiene vida eterna. Usted nunca vendrá al juicio, usted ha pasado de la muerte a la vida, y se dará cuenta usted de que no hay letras pequeñas.

En Juan, capítulo 6 y versículo 27, y estamos regresando de manera deliberada al comienzo mismo del registro del Evangelio, viendo los evangelios mismos en el Nuevo Testamento para ver cómo esta enseñanza es básica. Juan 6:27: "No trabajéis por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, la cual el Hijo del Hombre os dará, porque en Él, el Padre, esto es Dios, ha colocado su sello". En otras palabras, no estamos tratando con algo que viene y se va; estamos tratando con algo que viene y se queda para siempre. No perece, permanece para vida eterna. Nuestra salvación es para siempre.

En el versículo 35 de Juan 6, Jesús dijo: “Yo soy el pan de la vida; el que a mí viene no tendrá hambre, el que en mí cree nunca tendrá sed”. En el versículo 51, “Yo soy el pan de vida que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan también que yo daré para la vida del mundo es mi carne”. Usted vive para siempre, de nuevo no hay letra pequeña. La salvación es para siempre, de manera muy clara.

Retrocediendo en ese capítulo, versículo 37, “Todo lo que el Padre me da vendrá a mí, y el que a mí viene ciertamente no le echaré fuera. Porque he descendido del cielo, no para hacer mi propia voluntad, sino la voluntad de la que me envió. Y esta es la voluntad del que me envió, que de todo lo que Él me ha dado, no pierda nada, sino que lo resucite en el día postrero. Porque esta es la voluntad de mi Padre, que todo el que vea al Hijo y cree en Él pueda tener vida eterna, y yo mismo lo resucitaré en el día postrero”. Ahora, sabemos aquí, entonces, a partir de la enseñanza de Jesús, que la salvación es eterna.

Efesios, capítulo 1, nos lleva a la enseñanza de Pablo, y el versículo 11 dice: “Hemos obtenido una herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas conforme el designio de Su voluntad”. Dios lo predestinó, Él lo lleva a cabo conforme a Su propia voluntad, y hemos obtenido una herencia garantizada; nada puede quitarlo. 1a de Pedro, capítulo 1, versículo 5: “Somos guardados por el poder de Dios mediante la fe, para una salvación que está lista para ser revelada en el tiempo postrero”. Tenemos una herencia, por cierto, que es imperecedera, incontaminada, inmarcesible, guardada en los cielos para nosotros, y estamos protegidos para recibir esa herencia. La mano protectora de Dios asegura nuestra salvación para siempre.

En Judas 24, otro versículo, y les estoy dando tan solo unos cuantos selectos, “Y a Aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y para presentaros delante de Su gloria sin mancha con gran alegría, al único Dios nuestro Salvador, por Jesucristo nuestro Salvador, sea gloria, majestad, dominio y potestad, ahora y por todos los siglos. Amén." Él es el que puede guardarlo a usted y hacer que usted esté de pie en Su presencia. Él nos guarda, nos asegura, Él nos ha dado una herencia eterna, la cual recibiremos. No habrá pérdida. “No hay condenación”, Romanos 8:1, “para los que están en Cristo Jesús”.

“Nada puede separarnos del amor de Dios en Cristo. Nadie puede acusar a los escogidos de Dios”, dice Romanos capítulo 8. Y entonces estamos seguros en una salvación permanente y eterna. Escuche el final de 1ª de Tesalonicenses 5, versículo 23: “Y el Dios de paz mismo os santifique por completo; y que vuestro espíritu, alma y cuerpo sean guardados irreprensibles hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo”. Dice usted: "Bueno, ciertamente quiero eso". Versículo 24: “Fiel es el que os llama, el cual también lo hará”. ¿Hará qué? Preservar su alma y cuerpo completos, irreprensibles, hasta la venida del Señor Jesucristo.

Ahora, estos pasajes simplemente nos recuerdan que nuestra salvación es para siempre. Entonces, una vez que es salvo, usted es salvo para siempre. La segunda pregunta, y la que nos preocupa, es: ¿puedo sentirme seguro? Y reconocemos que es posible estar seguro y no sentirlo. Es posible tener la salvación eterna y no disfrutarla. Pero la pregunta es: ¿puedo tener certeza? Ahora, hemos pasado tres semanas hablando del por qué personas que genuinamente son salvas se sienten inseguras, y dijimos que hay varias razones. Una, predicación fuerte y estándares altos de santidad pueden hacer que la gente se sienta insegura, especialmente si están pecando.

Otra razón, algunas personas no pueden aceptar el perdón. Algunos no comprenden apropiadamente la plenitud del Evangelio. Algunos no recuerdan el tiempo de su salvación, entonces se sienten inseguros. Algunos sienten la atracción fuerte de la carne, y se preguntan si tienen una nueva naturaleza. Algunos no reconocen la mano de Dios en todas sus pruebas, y entonces piensan que sus pruebas son evidencia de que no son los hijos de Dios. Algunos no andan en el Espíritu y algunos desobedecen la Palabra de Dios. Esas son las razones primordiales por las que la gente carece de seguridad, aunque estén eternamente salvados.

Ahora, esta noche quiero pasar al lado positivo, si es posible. Antes de que entremos al texto del mensaje de Pedro, lo cual haremos en unas cuantas semanas, quiero que vayamos a 1ª de Juan, porque en 1ª de Juan tenemos una presentación muy positiva. Estas son pruebas objetivas para ver si soy un cristiano verdadero, y si paso estas pruebas, puedo disfrutar de mi salvación eterna con certeza.

El apóstol Juan, por cierto, con esta epístola está preocupado por el mismo asunto; está preocupado por la salvación verdadera, está preocupado por la certeza. Y entonces, en su primera epístola, él da varias pruebas que usted puede aplicar a su propia vida, y usted puede saber que es genuinamente salvo. Algunas de ellas, por cierto, paralelas a lo que aprendemos en 2ª de Pedro 1, pero son lo suficientemente distintivas y demandan nuestra atención como un trasfondo sustancial para entender el texto de la carta de Pedro. Entonces, veamos 1ª de Juan, y las pruebas de la certeza.

Y voy a presentarlas en una serie de preguntas, ¿muy bien? Y se las voy a dar, si el tiempo lo permite, y vamos a ir muy rápido, once de ellas. Una serie de preguntas que nos llevan al libro rico, y nos llevan al gozo de la certeza en base a la realidad de que somos salvos. O podrían convencernos de que no somos salvos. De cualquier manera, ha cumplido su propósito ordenado por Dios. Pregunta número uno: y estas son, creo, lo que están en el corazón de Juan conforme escribe. Pregunta número uno que debe hacerse si usted quiere saber cuál es la realidad de su condición espiritual: ¿ha disfrutado usted de comunión con Cristo y el Padre? ¿Ha disfrutado usted de comunión con Cristo y el Padre? Ese es un elemento esencial en la salvación verdadera.

Vea conmigo el capítulo 1, versículo 2. Juan aquí, escribiendo acerca del Verbo de vida, la revelación de Dios, dice: “Porque la vida fue manifestada, y la hemos visto y testificamos, y os anunciamos la vida eterna” – ahí quiere decir Cristo – “la cual estaba con el Padre y se nos manifestó –lo que hemos visto y oído esto os anunciamos para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo”.

Ahora, obviamente, él va más allá de una familiaridad simple a nivel terrenal que él tuvo con Jesús, porque él no tuvo una familiaridad terrenal así con el Padre. Entonces, al final del versículo 3, cuando él dice “nuestra comunión no fue, es con el Padre y Su Hijo Jesucristo”, él está diciendo: “Yo actualmente, en este momento, estoy disfrutando de comunión con el Cristo viviente y el Dios viviente”. Ese es un elemento en la experiencia de los que verdaderamente son salvos.

Capítulo 5, versículo 1, nos señala otra referencia que habla del mismo asunto. Dice en el versículo 1: “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios, y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por Él”. Aquí Juan está diciendo es característico de un creyente amar a Dios y amar a Cristo. Eso de nuevo habla de relación. Tenemos comunión con Cristo. Tenemos comunión con Dios. Amamos a Dios. Amamos a Cristo. Ahí en el versículo 4, “Porque todo lo que es nacido de Dios,” esto es, regenerado, renacido, redimido, salvo, “vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. ¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?”.

Cuando usted cree que Jesús es el Hijo de Dios, usted coloca su fe en Él, su fe en Dios. Usted vence al mundo en el sentido de que usted entra en un nuevo nivel de comunión; usted ya no tiene comunión como su prioridad de comunión con el mundo, sino que usted tiene comunión con el Dios viviente en una relación de amor. Y realmente creo que Juan aquí está señalándonos que es característico, de manera típica, de los creyentes verdaderos tener una comunión continua, amorosa con Cristo y Dios. Eso es esencial. Eso es básico. Eso es elemental para la salvación. De hecho, en 1ª de Corintios 1:9, Pablo escribe: “Dios es fiel, mediante el cual habéis sido llamados a la comunión con su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor”. Y Gálatas 2:20 dice que Cristo vive en mí, en una unión muy íntima de vida en común.

Ahora, el pensamiento aquí es que, si usted es un cristiano, usted comparte vida con Cristo, usted comparte vida con Dios. Usted tiene comunión con ellos. Usted tiene una relación con ellos. Pero hay algo muy empírico en esto; no es solo un hecho que tenemos vida divina viviendo en nosotros. Hay una experiencia que debe ser disfrutada aquí. Permítame recordarle un versículo. ¿Se acuerda de Juan 10:10, en donde Jesús dijo: “Yo he venido para que tengáis vida, y para que la tengáis” –¿qué– “en abundancia”? ¿Qué quiso decir con eso? Si Él tan solo hubiera dicho: “He venido para que tengan vida”, podríamos haber dicho: “Bueno, Él ha colocado Su vida eterna en nosotros”. En otras palabras, hay una nueva criatura, una nueva naturaleza, poseemos la vida de Dios en el alma del hombre, y ese es un hecho.

Pero cuando Él añadió: “Para que la tengáis en abundancia”, Él comenzó a hablar de un tipo de vida sobreabundante, y creo que Él entró en la dimensión de la experiencia; una vida rica, una vida que hace que experimentemos gozo, y paz, y amor y propósito. Cada vez que usted oye a alguien en las aguas del bautismo dar testimonio de que vino al conocimiento de Jesucristo, no se quedan cortos y dicen: "Bueno, el hecho es que soy salvo, y simplemente estoy aquí para anunciar el hecho". Invariablemente, le describen a usted el sentimiento. Le describen a usted la experiencia del amor, y gozo, y paz, y perdón, y propósito, y dirección en la vida. Ese es el elemento superabundante de esa vida eterna.

El Dios de toda consolación, el Dios de toda gracia. El Dios que provee todo lo que a usted le falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. El Dios en cuya comunión hablamos entre nosotros en salmos, e himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando en nuestros corazones, al Dios al que acudimos y clamamos “Abba Padre”, como un niño pequeño le dice al que adora, el Dios a quien nos acercamos en el tiempo de aflicción para buscar misericordia. El Cristo en quien encontramos nuestra consolación y nuestro consuelo, y en cuyo amor nos deleitamos, el Cristo cuya paz poseemos y disfrutamos; estas son las experiencias de la vida abundante. Estos son los elementos de la comunión. Y estas son las cosas que nos enriquecen tanto.

¿Las has experimentado usted? ¿Ha experimentado comunión con Cristo en toda su riqueza? ¿Ha experimentado comunión con Dios? ¿Ha percibido Su presencia? ¿Ha experimentado aquello que Él ministra mediante Su Espíritu? ¿Tienes en su corazón un amor hacia Cristo y un amor hacia Dios que lo lleva a usted a la presencia de ellos? Esa es la pregunta con qué comenzar. ¿Ha experimentado su poder para dar testimonio? ¿Ha experimentado la comunión dulce de la oración de rodillas, el gozo inefable de hablarle al Dios viviente?

¿Ha experimentado el sentido refrescante, casi abrumador, de la gracia que viene sobre usted cuando usted descubre alguna verdad rica y nueva en la Palabra? ¿Ha experimentado la bendición de ayunar en la presencia de Dios? Esto es comunión. Si usted ha experimentado esas cosas, entonces usted tiene comunión con Cristo, y usted tiene comunión con Dios. Y esa es la comunión de la salvación. Y debido a que la salvación verdadera está segura, usted puede disfrutar de su certeza.

Segunda pregunta, y creo que vamos a llegar a la mitad, está bien. Segunda pregunta: ¿es usted sensible al pecado? ¿Es usted sensible al pecado? Regrese al capítulo 1 por un momento. Esta es una porción muy importante de la Escritura; versículo 5, capítulo 1, 1ª de Juan: “Este es el mensaje que hemos oído de Él y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en Él”. Ahora, el punto aquí es que el mensaje que el Señor nos ha enviado es acerca de Sí mismo. El mensaje es que Dios es absolutamente sin pecado, absolutamente santo, absolutamente perfecto, no tiene mancha, no tiene pecado, no tiene ignorancia, literalmente, en el griego, no hay ni un pequeño pedazo de tinieblas en Él. Ahora ahí está la verdad básica de la sección.

E inmediatamente llegamos al versículo 6; siga conforme leo. “Si decimos que tenemos comunión en Él y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad”. En otras palabras, si Dios es luz, toda luz y nada más que luz, y estamos caminando en tinieblas, entonces eso no es comunión con Él. Versículo 7: “Pero si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo Su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y Su Palabra no está en nosotros”.

Ahora, usted tiene aquí un contraste muy claro, y quiero que lo siga. Es una verdad básica que Dios es luz, y en Él no hay ni siquiera un poquito de tinieblas. Sin embargo, hay algunas personas que dicen estar en comunión con Dios; dicen estar en comunión con Dios, pero su afirmación no es genuina. En el versículo 6, por favor observe, dicen "tenemos comunión con él". Dicen tener esa comunión con Dios. Versículo 8, también dicen no tener pecado. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros”. Hay algunas personas que dicen que no tienen pecado. Después, versículo 10, esto es increíble, dicen que nunca han pecado. “Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso y Su Palabra no está en nosotros”.

Entonces, aquí hay algunas personas que dicen, sí, conocemos a Dios, tenemos comunión con Dios, caminamos con Dios; pero la verdad es que caminan en pecado, y de manera abierta, ¿qué?, lo niegan. Hay muchas personas que piensan que están caminando en la luz cuando están caminando en las tinieblas, y caminar en las tinieblas, decir que no tienen pecado o no haber pecado en lo absoluto, es característico de una persona no regenerada e incrédula, no estar consciente de la condición de pecado que hay en su vida. Eso es lo que es el punto de Juan.

El hombre en el versículo 6, no está confesando pecado porque no cree que es necesario, él ni siquiera lo reconoce; él simplemente camina por las tinieblas pensando que tiene comunión con Dios. El hombre en el versículo 8, no está confesando pecado porque él piensa que ha llegado a un estado en donde no tiene pecado. El hombre en el versículo 10, no está confesando pecado porque nunca lo ha confesado, ni siquiera ha reconocido el pecado.

Tres palabras describen estos tres puntos de vista. La primera palabra, en el versículo 6, es tinieblas, la segunda palabra, en el versículo 8, es engaño, y la tercera palabra, en el versículo 10, la vamos a llamar difamación porque usted hace a Dios mentiroso porque Dios dice que usted ha pecado. Entonces, hay personas que dicen ser cristianos, pero son totalmente insensibles a la realidad de su pecado.

Por un lado, piensan que pueden seguir pecando y caminan en tinieblas todo lo que quieran, y ni siquiera reconocen, y todavía tienen comunión con Dios. Por otro lado, pueden negarlo en su totalidad y piensan que pueden caminar y tienen comunión con Dios. Son totalmente insensibles a la realidad de su condición. Y la verdad es que no conocen a Dios, no practican la verdad, se engañan a sí mismos, la verdad no está en ellos, hacen de Dios un mentiroso, y su Palabra no está en ellos.

Ahí hay un incrédulo, una persona que no es sensible a su condición pecaminosa. Esa es la razón por la que siempre decimos cuando usted predique el Evangelio, ¿qué es lo que usted tiene que predicar primero? La pecaminosidad del hombre. Ahora, por otro lado, regresemos y veamos los otros versículos. Versículo 7: “Pero si andamos en luz como Él está en la luz” –en otras palabras, si caminamos de una manera virtuosa– “tenemos comunión unos con otros” –ese “unos a otros”, por cierto, se refiere a Dios, no a otros creyentes– “y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. Los verdaderamente salvos como patrón de vida caminan en la luz; los verdaderamente salvos –vea el versículo 9– no niegan su pecado, ¿sino qué? Lo confiesan. Y Dios es fiel y justo para continuar perdonando y continuar limpiándolo.

Entonces podemos decir que el creyente verdadero siempre está caminando en la luz, y siempre está confesando las obras de las tinieblas que él hace en la luz. Él tiene un sentido correcto del pecado. Él sabe que, si va a tener comunión con Dios, él tiene que ser santo, él tiene que caminar en la luz. Él sabe que cuando el pecado ocurre en su vida, debe ser confesado. Después, en el capítulo 2, versículo 1, Juan dice: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis. Y si alguno hubiere pecado, Abogado tenemos para con el Padre, Jesucristo el justo.” El versículo 1 del capítulo 2 dice, “no tienen que pecar”, hay una nueva libertad aquí. Él dice: “Les estoy escribiendo para decirles no tienen que pecar. No quiero que pequen. No tienen que hacer esto. Pero si pecan, hay perdón”.

El creyente verdadero, uno, reconoce que él debe caminar en pureza si va a tener comunión con Dios. Él reconoce, dos, que cuando él peca necesita confesarlo. Él reconoce, tres, que él no tiene que pecar. Pero cuando peca, él sabe a quién acudir: al abogado Jesucristo. El punto es este: que la persona que verdaderamente es salva, es sensible a las realidades pecaminosas en su vida. Romanos 7, Pablo dice: “Yo sé lo que hay en mí; hay una ley operando en mí y es llamada la ley o el principio del pecado, y estoy muy, muy consciente de esto”. ¿Acaso esto lo describe a usted? ¿Es usted sensible al pecado? ¿Está muy consciente de la batalla espiritual?

¿Se da cuenta con mucha, mucha claridad que, para tener comunión verdadera con Dios, tiene que vivir una vida santa y caminar en la luz, no puede caminar en las tinieblas y decir que tiene comunión con Él? ¿Está dispuesto a reconocer la pecaminosidad como una realidad en su vida y confesarla? ¿Se da cuenta de que no tiene que pecar, pero si peca, usted acude al abogado Jesucristo? ¿Es sensible a eso? Como Pablo en Romanos, ¿algunas veces clama: “Oh, miserable de mí, quién me librará de este cuerpo de muerte”, porque usted está tan cansado de la carga de pecado en su carne? Si eso lo describe a usted, entonces tiene una salvación que es para siempre. Y si usted tiene una salvación que es para siempre, usted está seguro, entonces más vale que la disfrute y tenga certeza.

Pregunta número tres: ¿Es usted obediente a la Palabra de Dios? ¿Es usted obediente a la Palabra de Dios? Capítulo 2, versículo 3: “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos si guardamos” –¿si qué? – “si guardamos Sus mandamientos”. Ahora, eso no podría ser más claro. En esto sabemos, percibimos por experiencia, esta parece ser la fuerza de guinosko, el verbo. Por esto, de manera experimental sabemos. ¿Sabemos qué? “Que hemos llegado a conocerlo”. ¿Qué es eso? Salvación. ¿Cómo sabemos que somos salvos? “Por esto” –¿por qué? – “Si guardamos Sus mandamientos”. Si quiere saber si usted es cristiano verdadero o no, pregúntese si obedece los mandamientos de la Palabra de Dios. Cuando los discípulos fueron enviados con la Gran Comisión: “Id por todo el mundo y haced discípulos”, Jesús les dijo: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”.

La obediencia a los mandamientos de Dios produce certeza. La palabra “guardamos” aquí es una palabra de obediencia cuidadosa, una obediencia deliberada. Involucra no solo el acto de obediencia, sino de lo que me gusta llamar el espíritu de obediencia, la disposición, la protección habitual de la Palabra, no en letra, sino en espíritu. Los mandamientos aquí, por cierto, no son nomos, no es la palabra típica para ley. Juan usa esa palabra 15 veces en su Evangelio. Pero aquí la palabra entolē, la cual él usa 14 veces para los preceptos de Cristo. Y entonces, “mandamientos” aquí son realmente son preceptos, órdenes, estándares de Cristo. Y él está llamando a más que obediencia legal a partir de un pacto de obras; él está llamando a una obediencia de gracia a partir de un pacto de gracia.

La obediencia legal, por cierto, demandaba perfección o castigo. La obediencia de gracia acepta el fracaso sin castigo, debido a Jesucristo. ¿Lo entiende? Entonces, eso es obediencia de gracia que él está llamando a practicar. ¿Quiere saber usted si es cristiano? Vea su vida. ¿Usted protege, guarda los mandamientos de tal manera que usted los pueda obedecer? Siga el versículo 4: “El que dice: 'Yo le conozco” –es una afirmación– así lo dices, ¿verdad? Pero el que dice eso, “Yo he llegado a conocerle', y no guarda Sus mandamientos, el tal es mentiroso y la verdad no está en Él”. Es una afirmación falsa. Es una afirmación falsa. Versículo 5: “Pero el que guarda Su Palabra, en este verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. Por esto, sabemos que estamos en Él”. ¿Por qué? Al guardar Su Palabra –de nuevo–, obediencia habitual; significa que el amor de Dios se ha movido en él, y lo ha llevado hacia la obediencia.

¿Cómo puede identificar usted a un cristiano verdadero? No por sentimientos, no por sentimientos místicos, sino por obediencia. Si usted desea obedecer la Palabra de Dios, si cuando usted la lee es el anhelo de su corazón hacerla, y si su deseo no es solo un deseo legal motivado por el temor, sino un deseo amoroso debido a Cristo, y si usted ve ese deseo mostrándose en un patrón de obediencia, no perfección, sino un patrón de obediencia, entonces usted es salvo. Y si usted es salvo, usted es salvo para siempre, y usted tiene una salvación eterna segura, más vale que la disfrute.

Una cuarta pregunta. Hágase esta pregunta: ¿rechaza usted al mundo? ¿Rechaza usted al mundo, el sistema? Capítulo 2, versículo 15: “No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. Ahora, cuando él usa el término “ama” aquí, él está hablando de nuestras motivaciones más profundas, de nuestra emoción y propósito más profundas, que se encuentra en las profundidades de nuestro ser, que nos cautiva. Y él francamente dice, los cristianos no sienten eso hacia el sistema de Satanás, el cosmos. Es imposible para un cristiano amar el sistema de Satanás. Es tan imposible como es para la luz habitar con las tinieblas. Es imposible que el amor de Dios coexista con el amor por el mundo.

Ahora, hablamos del mundo, y estamos hablando de toda su maldad, todas las cosas que están en él. Regrese al versículo 13. “Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la Palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno”. Dos veces ahí se refiere al maligno.

El maligno ha diseñado un sistema que la Biblia llama el mundo, el cosmos, el orden, el sistema de Satanás. Incluye religión falsa. Incluye crimen. Incluye filosofías impías. Incluye vida impía, pecado sexual, borrachera, materialismo, y demás. Y cuando usted se vuelve cristiano, usted no ama eso. Usted realmente aborrece eso. Algunas veces usted es atraído y seducido en eso, pero no es lo que usted ama, es lo que usted aborrece. Esa es la razón por la que es tan sorprendente que un cristiano puede hacer lo que aborrece y no lo que él ama. Eso es Romanos 7 de nuevo, ¿verdad? Lo que aborrezco hago. La nueva vida en Cristo implanta dentro de nosotros el amor por Dios.

“Todo lo que hay en el mundo”, él dice en el versículo 16, “puede ser resumido como los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, que no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. El mundo está ahí, pero el verdadero creyente, que tiene vida eterna y va a permanecer para siempre, no está involucrado en él. Él puede verse atraído de vez en cuando, pero su amor es hacia Dios. ¿Rechaza usted el mundo? ¿Lo rechaza? ¿Rechaza sus religiones falsas, sus crímenes, sus filosofías impías, su vida impía, su pecado sexual, su borrachera, su materialismo, todas sus ideologías falsas y condenadoras? ¿Rechaza usted todas esas cosas?  

¿Y ama usted a Dios, y ama Su verdad, y ama Su Reino, y ama lo que Él representa? Usted no hace eso normalmente, usted no hace eso naturalmente. Naturalmente, los hombres aman las tinieblas y siguen a su padre, el diablo. Entonces, pregúntese, ¿rechaza usted al mundo? Si usted rechaza al mundo, eso es indicación de nueva vida en Cristo. Y debido a que la nueva vida en Cristo es para siempre, si usted tiene salvación, usted tiene una salvación para siempre; más vale que la disfrute.

Número cinco, y esta es una pregunta igual de importante: ¿ama usted a Cristo de tal manera que usted espera de manera expectante Su venida? ¿Ama usted a Cristo de tal manera que usted espera Su venida de manera expectante? Capítulo 3, versículo 2, “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser. Pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en Él, se purifica a sí mismo, así como Él es puro”. Entonces, por otro lado, están las personas que practican pecado e impiedad. Entonces, ¿qué está diciendo Juan? Él está diciendo, si usted es un cristiano verdadero, usted tendrá una esperanza en su corazón, y su esperanza estará fijada en Cristo. Y esa esperanza en la venida de Cristo purificará su vida.

¿Ama usted a Cristo de tal manera que espera con expectativa Su venida, para que cuando Él aparezca, usted pueda ser como Él? Esta es la esperanza bienaventurada, este es nuestro gozo supremo. Pablo dice, en Romanos 8, “la creación entera gime esperando esta manifestación gloriosa de los hijos de Dios”. Tres cosas, dice Juan: Él aparece, lo vemos, somos como Él. ¿Es esa su esperanza? ¿Es usted como el apóstol Pablo? ¿Dice usted, "Estoy esperando de manera expectante", Filipenses 3:20? “Estoy esperando de manera expectante para un Salvador, el Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de nuestra humillación en semejanza al cuerpo de Su gloria”. ¿Está esperando usted eso? ¿Menosprecia el pecado y la carne caída, y anhela ser como Jesucristo?

¿Puede usted sentir la emoción de lo que Pablo dice, en 1ª de Corintios 15:49: “¿Así como hemos llevado la imagen del terrenal, también llevaremos la imagen del celestial?”. ¿Puede usted identificar y esperar con las palabras de Pablo a Tito, “esperando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo?”. ¿Ama usted a Cristo de tal manera que espera con gusto Su venida y que esa esperanza gozosa tiene un poder ético que lo purifica a usted? Si usted se encuentra, y no quiero decir una especie de expectativa desordenada, en donde usted es irresponsable, sino que cuando se encuentra anhelando la venida de Jesucristo, eso es evidencia de salvación. Eso es evidencia de una naturaleza nueva. Cuando usted se encuentra anhelando ser librado del cuerpo de pecado y hecho en semejanza al Cristo perfecto, esa es la evidencia de salvación, y si usted tiene la salvación, usted la tiene para siempre; entonces más vale que la disfrute.

Permítame repasar lo que he dicho. Pregunta número uno: ¿ha disfrutado de la comunión con Cristo y el Padre? Pregunta número dos: ¿es usted sensible al pecado en su vida? Tres: ¿Es usted como patrón de vida obediente a la Palabra de Dios? Pregunta número cuatro: ¿rechaza usted el sistema del mundo? Pregunta número cinco: ¿Ama usted a Cristo de tal manera que anhela con expectativa Su venida? Si usted pasa esas pruebas, eso es evidencia de que usted tiene salvación; y debido a que la salvación es segura, usted debe poseer certeza. Juan escribió estas cosas para darnos confianza. Observe el capítulo 3, versículo 21. Juan dice: “Amados, si nuestro corazón no nos reprende, tenemos” –¿qué? – “confianza tenemos en Dios”.

Juan quiere que hagamos un inventario. Y si usted se ha hecho estas cinco preguntas, sin ni siquiera hacer las seis que quedan, y su corazón no lo condena a usted, usted puede tener confianza delante de Dios. Si usted puede decir: “Sí, he disfrutado de comunión dulce con Cristo; sí, he disfrutado de comunión con Dios; sí, estoy muy consciente de que no puedo caminar con Dios y tener pecado en mi vida; sí, reconozco y confieso mi pecado; sí, me vuelvo al abogado Jesucristo el Justo.” Si puede decir: “Sí, tengo un deseo profundo dentro de mi corazón por obedecer la Palabra de Dios; no siempre hago lo que debo hacer, pero esa es la pasión de mi corazón; sí, rechazo el sistema del mundo. Odio lo que el mundo representa, resiento lo que representa, y sí, amo a Cristo y anhelo el día cuando lo vea y pueda ser hecho como Él”. 

Si usted pasa esas pruebas, su corazón no lo condena a usted, usted puede tener confianza delante Dios. Y que gozo es saber que Dios quiere que tengamos eso. Dios quiere, como dice el versículo 19 de ese mismo capítulo, que estemos ciertos delante de Él. Él quiere que tengamos certeza en nuestros corazones, que tengamos confianza, porque eso nos trae tal gozo, tal paz, y de esta manera Él nos da preguntas muy claras para examinarnos, para que podamos discernir nuestra condición espiritual. Y le digo a usted, también, si su corazón lo condena y usted no tiene confianza, y usted no tiene certeza, entonces entregue su vida verdaderamente a Jesucristo para que lo pueda conocer de manera genuina. Bueno, inclinémonos en oración.

Padre, te damos gracias de nuevo por una instrucción tan clara. Continuamos, Señor, siendo expuestos a la Palabra que es tan clara, para que podamos conocer nuestra condición espiritual. Señor, nunca querríamos que hubiera ninguna duda al respecto, y asumiríamos que Tú lo presentas de manera clara. Gracias por la instrucción que da confianza a los salvos y da temor a los no salvos, que nosotros, que verdaderamente somos salvos, que pasamos la prueba, nos podemos regocijar, y aquellos que fallan la prueba puedan arrepentirse y abrazar al Salvador. Oramos en su nombre. Amén.

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