Como mencioné hace un momento, el próximo domingo por la mañana estaré haciendo un mensaje especial acerca de este asunto de la membresía de la Iglesia y compartiendo mi corazón con ustedes. El domingo después de ese, regresaremos el primer capítulo de 2 Corintios y el texto ahí que sigue, comenzando en el capítulo 1, versículo 15. Pero en esta mañana quiero quedarme un poco más de tiempo en este tema de la conciencia. Pasen, si son tan amables a 2 Corintios capítulo 1 y usted recordará que vimos los versículos 12 al 14 hace varias semanas atrás, inclusive antes de las vacaciones de Navidad. Y analizamos esos versículos de manera cuidadosa y los explicamos.
Pero durante varios mensajes más allá de eso en cierta manera he acampado en la palabra “conciencia.” Permítame leerle el versículo 12 para establecer el contexto, para profundizar un poco más en el tema de la conciencia. Pablo escribe: “Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros.” Ahora, usted recordará que el apóstol Pablo estaba siendo atacado por su integridad, por su justicia, por su autoridad, por su credibilidad, por su eficacia. Él estaba siendo atacado en todo frente. Y en defensa de sí mismo, él apela a la corte más elevada, la corte más elevada que está en la Tierra fuera de Dios mismo y es la conciencia. Él no pide el testimonio de otros hombres que vengan a ayudarle. Él no pide que algún grupo escriba una carta de recomendación. Él simplemente dice esto: “Sea lo que sea que ustedes están diciendo, nuestra confianza es esta: el testimonio de nuestra conciencia.” Y su conciencia estaba afirmando que él era santo y piadoso, que él era sincero, que se había conducido a sí mismo de manera apropiada en la gracia de Dios, en el mundo y hacia los corintios.
La conciencia es entonces la corte más elevada en la Tierra. La conciencia es el sistema de alerta del alma, como lo señalamos en nuestro último mensaje acerca de esto. Es la conciencia, según Romanos 2:15 la cual nos acusa o nos justifica. Esto es, nos afirma como ser buenos y justos y santos o nos condena como alguien que está actuando de manera mala, pecaminosa, impía.
Y francamente, la conciencia es el mejor crítico porque conoce los secretos más profundos de nuestro corazón; y nadie más los conoce fuera de Dios. Si vamos a tener una vida en paz, si vamos a tener una vida tranquila como la llamó Pablo, una vida tranquila y en paz, si vamos a disfrutar de la felicidad y el gozo. Si vamos a tener el tipo de gozo que hace que nuestro corazón se regocije, que nos da la libertad de servir a Dios con gusto y felicidad y sin restricción, entonces tenemos que tener una conciencia limpia. Realmente, esa debe ser la meta y el deseo de todo creyente, el poder decir lo que Pablo dijo: pueden acusarme lo que quieran, pero el testimonio de mi conciencia es este: que estoy viviendo en santidad y en sinceridad piadosa.
Debemos experimentar ese tipo de afirmación por parte de nuestra conciencia; y eso es desafiante, porque el pecado afecta toda nuestra vida. Todo nuestro ser. Lo más profundo de nuestro ser, la pecaminosidad se encuentra en la médula del alma humana. Jesús dijo, por ejemplo, en Mateo 15:19 y 20: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre.” Y luego dijo: “El hombre malo del mal tesoro de su corazón saca lo que es malo porque de la abundancia del corazón habla la boca,” Lucas 6:45. En otras palabras, en la profundidad del corazón humano está la pecaminosidad que permea todo. Y se levanta para crear el tipo de palabras y el tipo de acciones que identificamos como pecaminosas.
Francamente, es la naturaleza humana el amar al pecado y el odiar a Dios. La mente carnal, Romanos 8:7 dice, es enemistad contra Dios. Nacemos amando el pecado, amándonos a nosotros mismos, odiando la justicia y odiando a Dios. Sin embargo, aunque nacemos de esa manera, escuche esto, el pecado no es una debilidad o una falla por la cual no podemos ser hechos responsables. Es un antagonismo energético deliberado en contra de Dios que emana de nuestra voluntad. Los pecadores de manera libre, deliberada y gustosa escogen el pecado. En otras palabras, el pecado que hay en nosotros se manifiesta a sí mismo en una rebelión deliberada, intencional en contra de Dios.
La Biblia dice que los pecadores razonarán en sus corazones de esta manera. Salmo 12:4 dice: “Con nuestra lengua prevaleceremos, nuestros labios son nuestros, ¿quién es Señor sobre nosotros?” Como si dijeran “Dios no tiene derecho alguno sobre mi vida, yo voy a decir lo que quiero y haré lo que yo quiero.” Isaías 57:4 caracteriza a los pecadores como niños rebeldes quienes abren sus pocas y le sacan una lengua Dios. El pecado, anhela derrocar a Dios, quitarlo de Su trono, usurpar Su autoridad y colocarse a sí mismo en el lugar de Dios. Todo el pecado, por lo tanto, se encuentra en su núcleo, un acto de orgullo. El orgullo dice ‘muévete Dios, yo estoy a cargo, voy a hacer lo que yo quiero’. Por lo tanto, todo el pecado en su médula es blasfemia. Todo el pecado en su núcleo es blasfemia, porque ataca a Dios.
Y cuando llegamos a este mundo, amamos el pecado y entonces, amamos nuestra rebelión y amamos nuestro orgullo y amamos nuestra blasfemia. Nos deleitamos en ello y buscamos toda oportunidad que podemos para manifestarlo. Pero tenemos un problema. Tenemos una conciencia. Y una conciencia nos dice que somos culpables. Nos amartilla. Es como un sonido imparable que está sonando en nuestros oídos espirituales. Y entonces, ¿qué hacemos? Tratamos de callar la conciencia al redefinir nuestro pecado, al callar a nuestro pecado o evadir nuestra responsabilidad. Y usted podría resumir cómo hacemos esto quizás en tres maneras. En primer lugar, para poder callar nuestra conciencia de manera típica, tratamos de encubrir el pecado, enmascararlo. Esto no es nuevo. Adán y Eva hicieron esto en el huerto. Dice en Génesis que cuando pecaron los ojos de ambos fueron abiertos y sabían que estaban desnudos y cosieron hojas de higo para cubrirse y escondieron después de la presencia del Señor, trataron de esconderse, trataron de cubrir el pecado.
El rey David en futilidad trató de cubrir su pecado cuando pecó contra Urías. Él cometió adulterio con la esposa de Urías, Betsabé. Cuando ella se embarazó, David primero trató de hacerlo parecer como si Urías era el padre del bebé, de acuerdo con 2 Samuel 11:5 al 13. Eso no funcionó. Y entonces, tuvo que planear el matar a Urías. Y eso simplemente multiplicó su pecado; y durante los meses que David trató de enfrentar el embarazo de Betsabé, él continuamente trató de cubrir su pecado. Más adelante, cuando David fue confrontado con su pecado se arrepintió y dijo: “Cuando guardé silencio por mi pecado mi cuerpo se desgastó a través de mi gemir todo el día porque día y noche Tu mano estuvo sobre mí, mi vitalidad fue secada como el calor de verano,” Salmo 32:3 y 4. David trató de cubrirlo y su conciencia simplemente lo plagó de tal manera que los jugos de su vida se secaron. ¿Qué es eso? La saliva, el fluir de la sangre, los fluidos que conducen al sistema nervioso. Él literalmente se enfermó, un hombre enfermo.
Una segunda manera en la que tratamos de enfrentar nuestro pecado para poder disfrazarlo y ayudar a que nuestra conciencia sobreviva es tratar de justificarnos a nosotros mismos. El pecado siempre es la culpa de alguien más. De nuevo, usted regresa a Adán y a Eva; y Adán no le culpó a Eva sino de hecho a Dios. Y él describió a Eva como a ‘la mujer que Tú me diste’ y por lo tanto él no estaba no sólo culpando a su esposa sino también a Dios. De manera típica, la gente trata de justificar su pecado porque cree que tiene alguna razón válida. Se convencen a sí mismos diciendo que está bien porque realmente son víctimas de algún poder exterior a ellos, alguna otra fuente. En nuestros días, inclusive llamamos al pecado enfermedad, nos llamamos a nosotros mismos víctimas, negamos que hemos hecho algo que realmente está mal. La mente humana es interminablemente creativa en tratar de justificarse a sí misma. Y la manera de pensar pervertida nos hace hacer eso.
En tercer lugar y de manera breve, ignoramos nuestro pecado. Tratamos de disimular nuestro pecado al cubrirlo, intentamos justificarlos como víctimas o somos ignorantes. En otras palabras, podemos pecar en una ignorancia absoluta. Somos tan ignorantes en términos de la ley de Dios que simplemente pecamos de manera ignorante. Y eso es algo característico de nosotros como pecadores. Como el salmista, tenemos que orar “¿quién entenderá sus propios errores? Líbrame de pecados ocultos.” Y eso es lo que David dijo en el Salmo 19. Hay cosas que pasan en mi vida de las que ni siquiera estoy consciente, como también mantenme lejos de pecados presuntuosos. Hay cosas que conocemos y planeamos y premeditamos; hay cosas que simplemente son actividades que son parte de nuestro estado caído. De manera natural tendemos a ser insensibles hacia nuestro propio pecado. Esa es la razón por la que Jesús dijo ‘antes de que andes en la vida de alguien más, en Mateo 7, sácate tu pecado’. ¿Por qué no te quitas primero la viga de tu propio ojo y luego ves el palillo en el ojo de tu hermano?
Como podemos ver, el pecado a menudo es mejor en otros que nosotros mismos. Y el pecado es muy engañoso. Algunas veces, pensamos que debido a que no vemos el acto del pecado no tenemos que enfrentar las actitudes del pecado que hay en nuestros corazones. Entonces, como seres humanos, simplemente hablamos de manera categórica, de manera general, ahora. Como seres humanos, tenemos una conciencia. La conciencia es motivada cuando pecamos. Es motivada por la ley más elevada conocida en nuestros corazones. Y debido a que inclusive la gente pagana tiene la ley de Dios escrita dentro de ellos, de tal manera que ya saben lo que está bien y lo que está mal, su conciencia los aflige con culpabilidad. Tienen que enfrentar eso.
¿Cómo lo hacen? Usualmente lo cubren, lo justifican de alguna manera, o simplemente lo ignoran porque están tan ocupados en sus vidas que no están informados acerca de las cosas que Dios dice acerca de su pecado. E inclusive si en algún momento en el pasado supieron de eso, ya lo han olvidado. Han olvidado lo que alguna vez conocieron. Y entonces el pecado puede llevarse a cabo en las vidas de la gente y ni siquiera son sensibles a ello. Se ha vuelto un patrón tal en su vida que ni siquiera lo identifica como pecado. Ahora, esa es una manera muy peligrosa de vivir porque en definitiva lo va a condenar a usted. En definitiva lo va a enviar al infierno porque usted está encubriendo aquello que tiene que reconocer para venir al Salvador. ¿No es cierto? Y hemos hablado de eso.
Ahora, quiero profundizar un poco en esto porque me preocupa mucho esto en nuestras vidas. Y simplemente quiero hacer algunas preguntas en esta mañana y tratar de responderlas para que podamos profundizar en esto. La primera pregunta es esta: ¿qué es el pecado? Debemos tener alguna idea clara de lo que es el pecado. El pecado, según las Escrituras, en 1 Juan 3:4, es la transgresión de la ley. Esto significa que el pecado es cualquier violación a la ley de Dios. Cualquier persona que practica el pecado también practica la impiedad como lo dice una versión. El pecado es transgresión de la ley. Es una violación de la ley de Dios. Cualquier falta de conformidad al estándar moral perfecto de Dios es pecado.
Ahora, la demanda central de la ley de Dios es esta: ¿cuál es el primer mandamiento? “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón alma mente y fuerzas.” ¿Verdad? Y el segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Entonces, la cúspide de todo pecado es violar esos dos. La cúspide de todo pecado es no amar a Dios. Es la violación primordial. Y manifiesta cuando Juan 16 dice que el Señor va a enviar el Espíritu Santo y va a convencer al mundo de pecado. ¿Cuál es el pecado de pecado? Porque no creen en Mí. En otras palabras, eso va de la mano con no amar al Señor. El no amar al Señor Jesucristo. Por eso Primera Corintios 16:22 dice “si alguno no amare al Señor Jesucristo, sea anatema.”
Entonces, el pecado definitivo, la cúspide del pecado, la suma del pecado es la falta de amor a Dios, la falta de amor hacia Cristo. Esa es la cúspide de todo pecado. Ésa es la suma de toda la pecaminosidad. La mente carnal, nuevamente Romanos 8:7, no se sujeta a la ley de Dios y no puede. Entonces, una persona no regenerada no puede guardar la ley de Dios y por lo tanto peca y peca y peca. Y el pecado que guía el desfile es la falta de amor hacia Dios, la falta de amor hacia Cristo y junto con ello el amor que va de la mano hacia sí mismo que se manifiesta en orgullo. Nuestro odio natural de la ley es tal que inclusive sabiendo lo que la ley demanda, no hace nada sino motivar más desobediencia. Escuche lo que Pablo escribió: “Las pasiones pecaminosas son despertadas por la ley. Y no habría llegado a conocer el pecado fuera de la ley. No habría conocido acerca de la codicia si la ley no hubiera dicho ‘no codiciarás’, pero el pecado, tomando oportunidad a través del mandamiento, produjo en mí la codicia de todo tipo.” Romanos 7:5 al 7. Pablo dijo ‘leí acerca de un pecado; y después, supe lo que era. Y después, me vi a mí mismo haciéndolo’. En lugar de la ley de Dios ayudándome a derrocar el pecado, la ley de Dios simplemente despertó el pecado. Entre más supe del pecado, más cosas en mi corazón quise cometer.
Así es la inclinación del pecador hacia el pecado, entre más aprende acerca de la ley de Dios, más peca él. La ley no le va a ayudar. La ley simplemente va a motivar el pecado. De hecho, Romanos 1, versículo 32 dice, supongo que el resumen de todo, aunque ellos conociendo la ley de Dios, que los que practican esas cosas son dignos de muerte, no sólo hacen lo mismo sino que se deleitan en aquellos que lo practican. Ellos conocen la ley de Dios, saben que lleva a la muerte, pero lo hacen de cualquier manera. Y aplauden a los otros que lo hacen. Sorprendente.
Ahora, nuestra cultura entera en la actualidad refleja esta pasión por el pecado. Vivimos una cultura en donde la pasión es ahora legítima. En algunas culturas no lo es; y entonces hay restricciones sociales en lo mismo. Pero no en la nuestra. Nuestra cultura entera refleja este amor apasionado por el pecado y nadie quiere aparentemente estorbarlo. En ningún lugar esto es más visible que en el mundo de los medios masivos de comunicación. Los medios masivos de comunicación se han convertido en los voceros de los pecados más bajos del hombre. Y en ningún lugar es más vil que en MTV. MTV, transmite imágenes interminables de sexo, drogas y violencia. De manera interminable. Su programación está diseñada de manera deliberada para apelar a los deseos de los ojos, los deseos de la carne y la vanagloria de la vida. No tiene otro propósito. No tiene una virtud redentora. No tiene la intención de hacer que la gente sea moral, hacerlas buenas, ayudarles a pensar de manera profunda. No tiene la intención de educarlos. No tiene ley intención de informarlos. Tiene la intención de liberar su pasión. Ésa es su misión primordial. Ese es todo su propósito. El programa de mayor rating en MTV es una serie animada que tiene dos personajes cuyas vidas enteras son pasadas viendo vídeos musicales, desafiando todo estándar de bondad y moralidad. Beavis y su amigo, cuyo nombre no debe ser mencionado en público, pero ustedes lo conocen, literalmente han llegado a las profundidades de la moralidad en la televisión. El lenguaje, las imágenes que se incluyen en estos programas son deliberadamente ofensivos. Deliberadamente viles. Son anti cristianos, anti moral; y ni siquiera sería apropiado que yo las discutiera en un servicio de adoración.
A pesar de esta realidad sorprendente de MTV, la cual es la escoria de la industria de los medios masivos de comunicación, MTV recientemente realizó un programa especial acerca de la teología del pecado. No lo vi en MTV, que quede claro, porque no tengo eso en mi televisión. Lo vi en PBS, en donde lo repitieron en el sistema de transmisión pública. Francamente me sorprendió ver que MTV llegara a reconocer el concepto del pecado, mucho menos a hacer una serie especial acerca de esto. Entonces, me pareció curioso ver de qué se iba a tratar.
Vi un vídeo del programa. Y fue en gran parte lo que esperaba, una racionalización humanista en su totalidad que presentaba el pecado como algo que no era malo, simplemente lo redefinió. Hubo cierto tipo de conductas que dijeron que no se podían evitar. Digo, algunas cosas eran imprudentes, no se aconsejaba que se hicieran; y a veces, era no amable hacer ciertas cosas; pero no había nada inherentemente impío en nada y nada que ofendiera Dios, porque realmente no había Dios.
Ahora, la serie estaba diseñada en torno a los siete pecados capitales. Y si alguno de ustedes tiene un trasfondo en el catolicismo, probablemente han oído hablar de los siete pecados veniales. No se enlistan así en la Biblia, pero en la época medieval, algunos teólogos medievales elaboraron una lista de lo que pensaban que eran los siete pecados veniales. Es una lista algo familiar, aquí están: el orgullo, la avaricia, la lujuria, la ira, la envidia, la gula y la pereza. No una lista bíblica pero un grupo clásico, probablemente elaborado por algunos teólogos medievales. El propósito no era identificar todo el pecado sino identificar las actitudes de raíz de todo el pecado. Notarán que esos son siete pecados llamados los siete pecados mortales, no acciones. Son actitudes. Orgullo, avaricia, lujuria, ira, envidia, gula y pereza. Esos dan lugar a ciertas palabras, ciertas acciones. Pero esos, pensaron los teólogos que eran las cosas que yacían detrás de toda la conducta humana pecaminosa.
Ahora, en MTV, los siete pecados capitales fueran retratados como todo menos mortales. De hecho, lo que hicieron fue encontrar ahí partes de personajes de caricaturas, extractos de películas muy conocidas y entrevistas con celebridades y algunos rockeros y cantantes de rap y personas en el centro comercial; y todo fue editado para proveer un comentario de estos pecados. Y estas son las respuestas típicas. Queen Latifah, una cantante dijo “¿El orgullo es un pecado? No estaba consciente de eso.” La actriz Kirstie Alley estuvo de acuerdo y dijo: “No creo que el orgullo sea un pecado. Creo que es algo que un idiota inventó.” Fin de la cita. Un rockero del grupo Aerosmith dijo, y cito: “La lujuria es para lo que vivo. Para eso me metí en la banda. Para las niñas que están ahí en la primera fila.” El rapero Ice-T dijo hablando del enojo y cito: “Es necesario. Tienes que liberar esta tensión porque la vida trae tensión. Liberamos nuestro enojo cuando hacemos discos. Cuando hicimos “Mata al policía,” estábamos enojados; y los policías se enojaron.” Un personaje de Michael Douglas en una película la llamada Wall Street dijo “la avaricia es buena.” Y claro, junto con todo esto, hubo una inversión total de la definición del pecado, la apelación inevitable a la psicología popular para definir estos puntos de vista. Y la defensa fue siempre lo largo de la idea de preservar la autoestima. La psicología dice que no podemos estar etiquetando a las personas como pecadores; va a echar a perder su autoestima. Ice-T dijo, y cito: “El orgullo es un mandato. Ese es uno de los problemas de los niños de las ciudades del interior. Los niños no tienen suficiente orgullo. Me metí en una pandilla debido al orgullo.” ¿Ahora, qué tanto desviado es eso?
John Leo escribió una perspectiva de esto en una revista que se llama U. S. News and World Report que resumió el sabor del programa, el cual leí y pensé que era muy interesante. Escuche lo que dijo, y cito: “En lugar del lenguaje de la moderación y el dominio propio todo el mundo parece hablar en el idioma terapéutico de los sentimientos y la autoestima.” El orgullo no es un pecado, usted debe sentirse bien acerca de usted mismo. La envidia lo hace sentir mal acerca de usted mismo. Un rockero dice que cuando uno tiene sexo con una mujer, ella lo hace sentir bien acerca de usted mismo. Pero no sé si eso lo salva al final. Inclusive el homosexual arrepentido está completamente comprometido con hablar acerca de sí mismo. Y cito: “Perdonarme a mí mismo se ha convertido en el desafío de mi vida.” Él escribe: “Hay un sentido vago de aquel pecado, si existe, seguramente es un problema de la psicología.” Fin de la cita. Kurt Loder, un narrador, nos dice que al comienzo del programa estamos lidiando con compulsiones. Él dice: “Los siete pecados capitales no son actos males sino más bien compulsiones humanas universales que pueden ser problemáticas y se pueden disfrutar mucho.” Fin de la cita.
Al hablar de la gula rápidamente se deteriora en hablar de adicciones. Así es como todos los hábitos se presentan en las terapias populares de la generación de MTV en la que creció. “Yo soy adicto a mi novia,” dice un hombre acerca de la gula. Alguien también dice que el programa de ayuda de 12 pasos es el regalo de Dios al siglo XXI. Él simplemente está narrando el caos y la confusión.
Por cierto, el homosexual arrepentido al que se hizo referencia en el artículo era un joven que de hecho había matado a un homosexual y después escribió sus sentimientos de remordimiento. Él se preguntaba si podría ser perdonado en algún momento; y entonces, fue con un capellán - supongo que en su cárcel - y el capellán le dijo que el perdón era posible. Pero el único modo en el que él podía conocer el perdón era si llegaba a sentirlo algún día. Y entonces, él vive cada día para sentirse perdonado. Es triste.
El pecado, de acuerdo con MTV, no está basado en estándares morales absolutos. En lugar de esto, es una cuestión de preferencia de cada persona. En otras palabras, lo que es pecado para mí, puede no ser pecado para usted. El programa de MTV termina con una apelación a la tolerancia universal. Escuche esto. El verdadero peligro del pecado, de acuerdo con MTV es cualquier cosa que daña su ego. Eso es pecado. Y ningún pecado, escuche esto, es tan malo como la actitud que mata el gozo de aquellos que creen que el pecado es un estándar absoluto que ofende a un Dios santo. Pensar eso es el peor pecado.
Así de perversa se ha vuelto la cultura. La producción entera, la defensa entera del pecado me recuerda que vivimos en una cultura que ha sido entregada por Dios a sus propios deseos pecaminosos. La gente ama a su pecado e irá a extremos para justificarlo y racionalizarlo. Y mientras hagan eso, se condenarán a sí mismos, ¿no es cierto? Porque si usted no define a la enfermedad de manera apropiada, usted nunca llegará a la cura apropiada. Usted no puede llegar a la salvación a menos de que comprenda el pecado. Obviamente entonces, este tipo de pensamiento es mortal y condenador para aquellos que son engañados por él. Pero también es verdad, y aquí es donde quiero avanzar y no nos queda mucho tiempo.
Este tipo de manera de pensar, y esto es lo que me preocupa, este tipo de manera de pensar ha invadido el pensamiento de los cristianos. Y así ha sido. Los cristianos han seguido esta redefinición de la cultura de la conducta humana. Así también las iglesias. Las iglesias que antes no toleraban el adulterio, la fornicación y la homosexualidad y la mentira y el engaño y cualquier otra cosa, se han vuelto muy tolerantes en la actualidad. Las iglesias que antes querían confrontar al pecado, ahora no lo confrontan. Hemos caído en el juego psicológico de jugar a la autoestima y la de edificación del ego. Esto es típico en todos los movimientos de la Iglesia cristiana. No en todas las iglesias, pero ciertamente se encuentra en muchas iglesias. Y si usted habla en contra de eso, realmente usted es anatema. Le hemos permitido al mundo redefinir la ley moral de Dios e inclusive redefinir la naturaleza de Dios y hacerlo a Él más tolerante al pecado de lo que Él en realidad es.
La exposición constante a la Palabra de Dios es entonces esencial. Y le voy a decir una cosa, en un tiempo así, lo que las iglesias necesitan más que cualquier otra cosa es estar expuestas de manera constante al estándar divino de Dios. En lugar de eso, tenemos iglesias que están doblando la rodilla ante la mentalidad de MTV y dando más de lo mismo lo cual es inconcebible para mí. Debería haber un enojo tal de hostilidad en contra de esto que literalmente iría en contra de esas iglesias que están diluyendo la Verdad. Digo, deberíamos estar tan enojados por esto que debería comenzar con una revolución espiritual. Digo, me parece sorprendente que en un tiempo en el que la cultura está siendo definida por MTV, las iglesias están tratando de adaptarse a la cultura. Es increíble.
Por otro lado, lo que la gente necesita de manera desesperada, la exposición constante a la Palabra de Dios lo cual es lo único, escuche esto, que lo mantendrá a usted sensible a la moralidad divina semana, tras semana, tras semana conforme usted es atacado por todo lo demás. Cuando necesitamos eso de manera desesperada, el mantener nuestra sensibilidad a al estándar de Dios y a la verdadera santidad y a la verdadera pureza, las iglesias están haciendo eso a un lado a favor de entretener a su congregación. Y es un tiempo sorprendente en el cual vivimos.
Ahora, quiero hacer una segunda pregunta. Veremos hasta donde llegamos. ¿Cuál es el pecado más serio? Sabemos lo que el pecado es. Es cualquier violación a la ley de Dios y nunca vamos a ser sensibles al pecado a menos de que constantemente nos mantengamos sensible a la ley de Dios y usted hace eso mediante la enseñanza de la Palabra. Porque la cultura simplemente está ahogando a la gente, incluyendo a la gente cristiana en esta nueva moralidad y esta nueva explicación psicológica de la iniquidad y esta nueva basura acerca de la autoestima y la necesidad de edificar su ego. Sabemos lo que el pecado es, simplemente conforme somos expuestos a la Palabra de Dios y creo que esto tiene que suceder todo el tiempo. Este no es un momento para sermones breves que son interesantes; este es un momento para sermones largos que son demandantes. Mantener una vida pura es muy, muy desafiante en esta época. Y necesitamos oír la Palabra de Dios.
Pero profundicemos un poco más. ¿Cuál es el pecado más serio? ¿Cuál es el pecado más serio? Y le voy a decir la respuesta, los teólogos medievales lo dijeron de manera correcta: son los pecados de la mente. Son los pecados de la mente. Jesús lo dijo: es a partir del corazón que la boca habla. Es lo que sale del corazón del hombre que es tan contaminante. Y el verdadero desafío en nuestras vidas, amados, es mantener una mente pura. Y esto es muy desafiante. Y creo que el único modo en el que va suceder es ser traído continuamente, por así decirlo, a los pies de la Palabra de Dios y ser proclamada de manera convincente. De hecho, los siete pecados capitales de la teología medieval no eran conductas en absoluto; eran pecados de la mente. Todos ellos. Y ningún pecado es más destructivo para la conciencia que el pecado que se lleva a cabo en la arena de la mente. Los pecados en la mente atacan la conciencia como ningún otro pecado porque, escúcheme, la conciencia es el único freno.
Un amigo cristiano puede ser un freno a un pecado de la lengua, ¿no es cierto? Usted va a tener cuidado con lo que dice si está junto a otro cristiano, ¿no es cierto? Un amigo cristiano, un marido, una esposa, un hijo, va hacer un freno para pecados de acción. Pero el único freno que usted tiene en su vida entera para los pecados de la mente es su conciencia. Y usted necesita alimentarse de la Palabra de Dios constantemente, meterla en su mente para que su conciencia realmente opere a máxima potencia. Su conciencia necesita ser tan sensible a los pecados de su mente, para que usted pueda disfrutar lo que Pablo disfrutó cuando dijo ‘nuestra confianza, el testimonio de una buena conciencia’. Usted tiene que enfrentar los pecados de la mente. Sólo usted y sólo Dios saben de ello. Primera de Corintios 2:11 dice: “¿Por qué quien entre los hombres conoce los pensamientos del hombre excepto el espíritu del hombre que está en él?” ¿Quién sabe? Nadie sabe, sólo usted, en su propio espíritu.
Muchas personas que no hacen obras malas no obstante son atrevidas y son malas en sus pensamientos. Ellas no actúan de manera mala porque hay presión externa y hay razones de peso por no hacerlo. Pero están involucradas en la maldad en sus mentes. Un hombre que, por ejemplo, se abstiene de la fornicación por temor a ser sorprendido, se podrá convencer a sí mismo de que está bien satisfacer en su propia mente fantasías pecaminosas porque él cree que nunca nadie va a descubrir un pecado privado como ese. Pero la realidad es que el pecado que él entretiene de manera deliberada en su mente puede ser 1000 veces más malo que cualquier cosa que jamás llegaría a hacer delante de otros. Y las Escrituras dicen que su culpabilidad es igual delante de Dios como si lo actuara. Esa es la razón por la que su conciencia es tan demandante, tan imparable.
Como puede ver, satisfacer pecados de pensamiento, satisfacer, meterse en ese tipo de cosas es molestar a su conciencia de manera directa. Atacarla de manera directa. Y eso es simplemente tener culpabilidad interminable y la ausencia de gozo. Aquellos cuyos pensamientos son impuros no pueden tener conciencias limpias. Conciencias puras. La culpabilidad es inherente en el pensamiento malo. Cuando los pensamientos están contaminados, la conciencia inmediatamente es contaminada y la conciencia grita. A los puros, dijo Pablo en Tito en el capítulo 1, versículos 15: “Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas.” Cuando la mente está contaminada, la conciencia está contaminada. Nada daña más la conciencia que el hábito de meterse en pensamientos malos. Desafortunadamente, una vez que se ha comenzado la práctica, se vuelve demasiado rápida.
Y por cierto, este es el pecado que no necesita oportunidad alguna. ¿Ha notado eso? No se necesita a nadie ni a nada ni lugar en particular. Los pecados de la mente pueden suceder en cualquier lugar, en cualquier momento, bajo cualquier circunstancia; y esa es la razón por la cual cuando usted comienza a cultivar pecados de la mente, usted se coloca en una situación aterradora, porque no puede escapar. Hay algunos pecados de los cuales puede huir, no de los pecados de la mente.
Entonces, es destructivo más que cualquier otra cosa. Usted cree que está bien porque no está afuera y todo el mundo piensa que está bien; y la realidad es que todo está peor por dentro. Porque no es detectado por otros y por lo tanto, está cultivando iniquidad habitual al involucrar la mente y las emociones y el deseo y la memoria y la imaginación. Pensamientos de pecado. Usted va a volver su alma hacia hábitos pecaminosos en ese tipo de flujo. Siembre usted un pensamiento, coseche un acto; siembre un acto, coseche un hábito; siembre un hábito, coseche carácter; siembre carácter, coseche un destino.
Es algo trágico. Y es por eso que es tan importante que usted escuche constantemente la Palabra de Dios y sea sensible al pecado de manera constante. Y de nuevo, regreso a este tema porque me preocupa tanto. La gente puede ir a muchas iglesias una y otra y otra y otra vez y el pecado nunca es confrontado. Eso puede hacerlos sentirse momentáneamente cómodos. Pero no hace nada para su conciencia a largo plazo. No está ayudando, está estorbando. Y eventualmente, esas cosas por dentro se van a manifestar por fuera. Nunca nadie cae en adulterio. Leemos acerca de eso con pastores y demás. Nunca nadie cae en adulterio. El corazón del adúltero ha sido moldeado por un proceso largo de pensamientos pecaminosos y pensamientos de lujuria. Es moldeado de esa manera. El corazón del ladrón, está inclinado mucho antes de que su acto de robo se lleve a cabo; y ha sido moldeado por la avaricia. Todo pecado es incubado en primer lugar en la mente. Y Santiago lo dice en Santiago 1:13: “Nadie diga cuando es tentado ‘soy tentado por Dios’ porque Dios no puede ser tentado por el mal y Él no tienta a nadie, sino que cada uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces, la concupiscencia, habiendo concebido, da luz al pecado y el pecado, siendo consumado da luz a la muerte.” No os engañéis, hermanos, todo comienza dentro.
Una y otra vez, usted se acuerda que Cristo reprendió a los fariseos porque ellos observaban la ley ceremonial externa y ellos descuidaban la parte moral. Estaban preocupados de manera total con parecer justos y eran como una tumba: blancos por fuera y por dentro apestaban con huesos de cadáveres. Él les dice a ellos: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.” ¿Sabía usted que los fariseos habían llegado a un punto en el cual realmente creían que los pensamientos malos no eran pecaminosos, sólo las obras malas? Y es por eso que Jesús les dijo: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio… Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” No sólo el homicidio es pecado, también el enojo; no sólo el adulterio es pecado sino también la lujuria. Trate de decirle eso a nuestra cultura.
¿Qué debería estar pasando en nuestras mentes? ¿Qué debería estar pasando en las profundidades de nuestras mentes y corazones? ¿Qué debe estar pasando ahí? Le voy a decir qué: adoración y amor a Dios. Adoración y amor a Dios. Cuando fuimos salvos, fuimos salvos para hacer verdaderos adoradores. El Señor nos salvó para que fuéramos hechos verdaderos adoradores. Escuche esto: el pecar en la mente, entonces, es profanar el santuario mismo en donde nuestra mejor y más alta adoración debería estar llevándose a cabo. Entonces, cultivar pecados en la mente no sólo contamina la mente, sino que quita el lugar de la adoración para la cual fuimos salvos. Y ahí nuevamente, puede ser definido como una forma de blasfemia.
Algunas veces, puede ser relativamente fácil confesar actos de pecado, palabras de pecado; pero los pecados de lo que pensamos siguen y no se confiesan más que cualquier otro tipo. Son los pecados que oscurecen el alma. Son los pecados que dañan la virtud. Operan de manera directa en contra de la conciencia y ahí está la conciencia peleando con todo lo que tiene en contra de este ataque. Esa es la razón por la que el Antiguo Testamento dice en Proverbios 4:23: “Sobre toda cosa, guarda tu corazón, porque de él mana la vida.” ¿Pero sabe una cosa?, más allá de la conciencia, tengo que decir que Dios conoce nuestros corazones. Hechos 15:8 dice: “Dios conoce nuestros corazones.” Primera de Juan 3:20 dice: “Dios es mayor que nuestro corazón y conoce todas las cosas.” David escribió: “Tú entiendes mi pensamiento desde lejos y estás íntimamente familiarizado con todos mis caminos.” Entonces Dios sabe si tenemos un corazón lleno de lujuria, de enojo, de avaricia, que es hostil, orgulloso, que está cultivando todos esos pecados de pensamiento o si nuestro corazón está entregado a la adoración a Él. Salmo 44:21 dice: “¿Acaso Dios no sabrá esto? Porque Él conoce los secretos del corazón.” Jesús le dijo a los fariseos en Lucas 16:15: “Vosotros sois los que os justificáis delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones porque aquello que es de alta estima entre los hombres es aborrecible a los ojos de Dios.”
¿Y sabe una cosa? Lo que pasa en su corazón es la prueba de su virtud. Proverbios 23:7: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es el.” Proverbio 6:12: “Un hombre impío, un hombre malo es el que con perversidad en su corazón planea el mal continuamente.” ¿Quiere saber lo que el mal realmente es? Vea su corazón. Mire hacia dentro, porque como el agua refleja el rostro, así el corazón del hombre refleja el hombre, Proverbios 27:19.
La conducta externa no es una medida precisa de su virtud, los pensamientos de su corazón revelan la verdad. Los pensamientos de su corazón sólo son conocidos por Dios y su conciencia. Y, amados, es tan crucial que cultivemos una vida pura para que podamos disfrutar del testimonio de una conciencia limpia. ¿Y sabe una cosa?, entre más tiempo pasa aprendiendo la Palabra y entre más tiempo es expuesto a la Palabra, más está su corazón lleno con la Verdad, mayor será su amor y adoración hacia Dios. Y la limpieza de eso va a llevar a una conciencia limpia. Honestamente no sé cómo los hombres pueden de manera posible alimentar su vida de pensamientos de cosas sucias y obscenidades y cosas impías y cosas que desagradan a Dios, y ponerse de pie y ministrar sin que sean literalmente atacados por su conciencia.
Los consoladores de Job, ¿se acuerda de ellos? Llegaron a él y lo acusaron falsamente. Y no había nada en su vida de lo cual pudieran acusarlo, ¿verdad? Usted se acuerda de Job. Él era más justo que cualquier otro hombre, ¿de qué lo iban a usar? Le voy a decir de qué lo acusaron. Zofar llegó a él y dijo en Job 20, versículos 12 y 13: “Si el mal se endulzó en su boca, Si lo ocultaba debajo de su lengua, Si le parecía bien, y no lo dejaba, Sino que lo detenía en su paladar.”
En otras palabras, él realmente es impío por dentro. Ustedes no lo ven, ustedes no lo oyen, pero él es sucio por dentro. El retrato que él pintó del pensador malo es vívidamente verdadero. Los malos pensamientos son como dulces para él. Para el pensador malo sus iniquidades imaginarias le dan una gran satisfacción. Saborean sus malas fantasías. Lo disfrutan como un bocado de dulzura debajo de su lengua. Le dan vueltas en su imaginación. Regresan a los mismos pensamientos impíos de los cuales pueden derivar placer una y otra vez. Los disfrutan como un animal que está rumiando y traen sus pensamientos malos favoritos una y otra vez para reavivarlos en la mente.
De esto acusaron a Job, pero lo juzgaron mal. Job se había guardado cuidadosamente en contra de esto. Esto es lo que él dijo en Job 31:1: “Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?” Yo no veo a ninguna dirección que va a cultivar un mal pensamiento. Él sabía que Dios era la audiencia de sus pensamientos. Él dice esto: “¿No ve Él mis caminos, Y cuenta todos mis pasos? Si anduve con mentira, Y si mi pie se apresuró a engaño, Péseme Dios en balanzas de justicia, Y conocerá mi integridad.” Y después Job negó que su corazón hubiera seguido sus ojos. Negó que su corazón fuera atraído por otra mujer. Ese habría sido un crimen de lujuria, dice él, e iniquidad para ser juzgada por los jueces. El esconder la iniquidad en el seno, dijo él, sería cubrir la transgresión de uno como Adán. El pensamiento mismo sacudía su corazón justo.
No, Job estaba muy consciente del peligro de los pensamientos pecaminosos. Él de manera deliberada, consciente, guardó su corazón para evitar esas cosas. Y después, ¿sabe que más hizo él? Él incluso ofreció un sacrificio a Dios en caso de que sus hijos hubieran pecado en sus corazones. Cuando los días del banquete se habían completado, Job enviaba y los consagraba y se levantaba temprano por la mañana y ofrecía holocaustos según el número de todos ellos. Porque Job dijo ‘quizás mis hijos han pecado y maldecido Dios en sus corazones’. Esto hacía Job de manera continua. Preocupado no sólo por la vida de sus pensamientos sino por la vida de pensamientos de su propia familia. Esa es la razón por la que el Señor dijo que no hay ningún otro como él en la tierra. Él es un hombre perfecto, un hombre irreprensible y recto que teme a Dios y se vuelve del mal.
Entonces, todo este tema de los pecados de pensamiento tiene que ser enfrentado si vamos a enfrentar la conciencia, si vamos a liberar nuestra conciencia y disfrutar de paz y gozo y felicidad y el gozo de la experiencia cristiana. Si usted quiere callar su conciencia ruidosa, usted tendrá que enfrentar su vida de pensamientos.
Bueno, quizás deba terminar rápidamente en dos minutos. Hay tres maneras en las que la mente se involucra en pecado. Simplemente las voy a mencionar y luego voy a detenerme. Pecados de memoria, en primer lugar. El disfrutar la memoria de pecados pasados, el traer de regreso una memoria de un pecado pasado y repetir el pecado de nuevo. No hace mucho tiempo atrás, bauticé a un hombre que había sido homosexual transformado por Cristo. Su vida fue cambiada. Su círculo de amigos fue cambiado. Él se alejó lo más que pudo de cualquier cosa que le recordaba de la vida pasada. Él no era tentado por amantes antiguos. Él no era tentado por los homosexuales que le rodeaban, pero, ¿sabe qué era lo que le traía una tentación incesantes? Adivine. Su memoria que reciclaba todas las relaciones ilícitas de su pasado. Recuerdos tan vívidos, tan impregnados en su cerebro que él a veces pensaba que nunca podría vencerlas. Todas las relaciones viles del pasado estaban acumuladas ahí. Y si él quería, podía decirle no a esas tentaciones. Y si quería, podía decir sí y podía reciclar la inmundicia del pasado. El pecado tiene una manera de grabarse a sí mismo en nuestras memorias con sensaciones vívidas que no podemos sacudir.
Y le voy a decir una cosa, me entristece cuando sé de personas jóvenes que fácilmente son impresionadas en sus años de adolescencia que van y se sientan en una película y observan a personas que tienen metros de altura en un drama vívido, involucrados en actividades sexuales y suponen que esas imágenes pueden permanecer en la mente de esos jóvenes para siempre, por lo menos en esta vida. No las pueden sacar de ellos. No las pueden hacer a un lado. Y Satanás puede hacer que entre ese ciclo y su carne también puede hacer eso.
Y eso no sólo es característico de los pecados sexuales. A algunas personas les encanta repetir los recuerdos del momento en el que se enojaron y se vengaron en contra de alguien que odiaban. O el momento en el que mintieron y se salieron con la suya o disfrutan el momento en el que mintieron en su declaración de impuestos. Todo tipo de tentaciones vienen de la memoria. Satanás va a tratar de regresarlo y meterlo a través de la basura de su pasado; y una vez que usted implanta una imagen en su mente, no la puede quitar. Está ahí. Entonces, una manera en la que pecamos en nuestra mente es recordando el pecado en el pasado.
En segundo lugar, pecados de planeación. La mente, como vimos en Santiago, comienza a tener un deseo pecaminoso, hace que su deseo gire en la imaginación y desarrolla la fantasía completa. Y planea y trama, el pecado premeditado.
Y después, se vuelve la tercera cosa, el pecado imaginario. La planeación, de hecho, podría terminar en una acción real de pecado. Pero hay pecados de imaginación, de puramente imaginar el pecado. Cometer adulterio en el corazón, asesinar en el corazón, codiciar en el corazón, estar insatisfecho con lo que usted tiene en su vida, soñar estar casado con alguien más, pensar en algún lujo que usted querría en su vida, satisfacer la gula en una comilona imaginaria. Millones de personas literalmente viven en este tipo de fantasía de pecado. ¿Y sabe lo que creo? ¿Ha oído usted acerca de esta teología de la confesión positiva? Yo creo que en la mayoría de los casos no es nada más que pecados de la fantasía. No es piadoso, no es cierto virtuoso, no es fe. Decir ‘quiero un nuevo Rolls Royce, un nuevo Cadillac, una nueva casa, un mejor trabajo, más dinero y voy a creer que Dios lo va a hacer’, no es un acto justo de fe. Es una iniquidad. Es un pecado de fantasía. Es lujuria. Es avaricia.
Entonces, la mente puede pecar al recordar al planear pecados en el futuro y al desarrollar la imaginación. El salmista dijo: “Crea en mí, O Dios, un corazón limpio” para que él pudiera tener una conciencia limpia.
Inclinémonos en oración. Ahora, mientras que sus cabezas están inclinadas en este momento de conclusión, permítame pedirle que escuche y concluiremos en oración. ¿Cómo va a enfrentar el problema de pecados de pensamiento? Primero confiéselo, identifíquelo y déjelo. Sea inmoralidad, enojo o venganza o amargura o avaricia o falta de contentamiento. En segundo lugar, rehúse entretener el pensamiento. Haga un pacto con el Señor a pensar en cosas que son honorables, justas, puras, buenas. Después, aliméntese de la Palabra, la cual cuando es escondida en el corazón previene el pecado. Y después, evite las malas atracciones. No se exponga a cosas que provocan pecados de pensamiento. Y después, cultive el amor de Dios.
Es mi oración y mi deseo por usted que usted glorifique a Dios, honre a su Salvador y disfrute de la bendición triunfal de una conciencia limpia; y que usted pueda decir con Pablo ‘nuestra gloria es esta, el testimonio de nuestra conciencia, que son sencillez y sinceridad de Dios no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios nos hemos conducido en el modo.’ ¡Qué testimonio!
Padre, lleva a cabo eso en cada corazón. Limpia todo corazón y que tengamos una conciencia que nos defiende; el gozo y la paz de una conciencia que nos defiende. Gracias porque el perdón está disponible y que no es sólo un sentimiento, es un hecho dado al que pide. Porque si confesamos, Tú perdonas. Crea en nosotros un corazón limpio, Dios. Por causa de Cristo. Amén.
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