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Aquellos de ustedes que me conocen, que han sido parte de nuestra Iglesia por algo de tiempo, saben que amo a la Iglesia. A lo largo de los años del ministerio, he tenido la ocasión y la oportunidad de considerar otro tipo de ministerios, como el ministerio de misiones o el ministerio en el área académica y varios tipos de oportunidades se me han presentado. Pero sin importar cuán maravillosas han sido, no importa cuán atractivas, no importa cuán grande la necesidad, nunca he podido separarme de la Iglesia y del ministerio en la iglesia. Amo a la Iglesia. Es mi vida.

Cuando nací, mi padre era pastor de una iglesia. Crecí en la Iglesia. Es el lugar en donde fui guiado al conocimiento de Dios, es el lugar en donde aprendí acerca de Cristo, un lugar en donde adquirí el conocimiento de la verdad salvadora y santificadora. Fue en la Iglesia en donde aprendí todas las historias de las Escrituras -Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. Fue en la Iglesia en donde aprendí el estándar moral de Dios para la vida. Fue en la Iglesia en donde aprendí a orar. Fue en la Iglesia en donde aprendí a cantar. Fue en la Iglesia en donde aprendí a vivir y a amar y a servir. Fue en la Iglesia en donde establecí los estándares y dirección y metas para mi vida. Fue en la Iglesia en donde experimenté la guía del Espíritu de Dios al dirigirme a una vida de ministerio.

La Iglesia es donde yo conocí a la compañera de mi vida, mi esposa. La Iglesia es donde he criado a mis hijos y ahora, a mis nietos. Y la Iglesia es donde he establecido a mis amigos de por vida. Y la Iglesia es mi vida. Tengo otros títulos y responsabilidades, pero en cierta manera, están en la periferia de la Iglesia, la cual es mi vida. Y francamente, será para siempre, inclusive en la eternidad, seremos la Iglesia congregada, redimida y glorificada. Estoy comprometido con la Iglesia con toda onza de mi ser que tengo. Me he comprometido con ella con todo mi corazón y con toda mi alma. Y hay gente que me pregunta por qué siempre escribo estos libros que tratan de asuntos y por qué estoy siempre tan preocupado por esas cosas que están pasando, si acaso no puedo tan sólo sentarme y disfrutar mi experiencia cristiana en el ministerio. Y la respuesta es que amo tanto a la Iglesia que quiero que sea todo lo que Dios quiere que sea y eso significa que necesito ser un pastor, porque si no fuera un pastor, estaría haciendo que el pastor enloqueciera. El Señor sabía eso.

No entiendo a la gente que no ama a la Iglesia. No entiendo a la gente que no tiene una relación de amor con la Iglesia y no puede esperar a congregarse con la Iglesia. No entiendo a la gente que dice cosas como escuché a una persona decir recientemente: “hombre, nuestra Iglesia tiene un servicio de sábado por la noche y es maravilloso. Puedes terminar con eso en una hora y no echa a perder el domingo.” Eso es inconcebible para mí. No puedo entender eso.

O alguien más que dijo: “me gusta nuestro servicio del domingo por la mañana, se acaba en una hora y no afecta el resto del día.” No puedo esperar a llegar aquí el domingo por la mañana y no puedo esperar regresar el domingo por la noche. Y así ha sido en mi vida durante toda mi vida. Yo me veo ha traído, como ustedes bien saben, a Europa oriental y me veo ha traído al ministerio que Dios nos ha dado por allá. Está limitado, porque no conozco el idioma y les he dicho antes que si lo conociera, probablemente me iría allí y me quedaría.

Pero hay otra razón que me gusta por allí. No es sólo porque hay un aspecto de frescura en él y un gozo en la Iglesia por allá. Me gusta por allá porque tienen servicios de Iglesia el martes por la noche, jueves por la noche, sábado por la noche, domingo por la mañana y domingo por la noche; y se congregan todo el tiempo y todo el mundo está siempre ahí. Es su vida.

Hubo un tiempo cuando venir a Cristo significaba venir a Su Iglesia. Hubo un tiempo cuando la salvación significaba unión con el cuerpo congregado visible de Cristo. Convertirse en cristiano significaba comunión. Esto realmente ha cambiado. El énfasis, el énfasis contemporáneo en los evangélicos es tener una relación personal con Cristo y el proceso de personalizar esto y promover este asunto de la relación personal con Cristo, lo cual se ha convertido en el tema continuo del evangelismo contemporáneo, rara vez es que se presenta una explicación acerca de la Iglesia. Es extremadamente raro leer un folleto del Evangelio o escuchar una presentación del Evangelio que termina con alguna explicación de la relación de un creyente con la Iglesia.

Hay un énfasis muy bajo en el involucramiento en la Iglesia, la membresía en la Iglesia, ser parte de la familia de Dios. La casa congregada visible de santos redimidos. Y en nuestro esfuerzo masivo de hacer que lo importante sea la salvación personal, realmente hemos dejado a la Iglesia atrás afectando a muchas, muchas almas. Muchas iglesias no tienen membresías. No quieren membresías, no quieren que la gente se una a su Iglesia.

De hecho, enseñan en contra de eso. Hay iglesias, acabo de leer de una el día de ayer que no requiere la membresía. No requiere bautismo, no requiere ninguna declaración doctrinal, no requiere nada y se llama a sí misma una Iglesia evangélica.

La realidad de este compromiso bajo con la Iglesia está sobre nosotros. Está evidente por todos lados. Permítame tan sólo resumirlo en tres maneras. Si yo veo este nivel bajo de compromiso, lo veo en varias maneras.

Número uno, lo puedo ver por el patrón mediante el cual los cristianos profesantes se relacionan con la Iglesia. La gente, simplemente no se relaciona con la Iglesia de manera significativa. Tienden a ser, creo que lo podríamos llamar, consumidores eclesiásticos, brincadores de iglesias. Realmente, no tienen ninguna lealtad o ningún compromiso a alguna asamblea dada de santos redimidos y congregados. Sienten poco o ningún apego u obligación o compromiso por asistir regularmente o por involucrarse a una Iglesia. No es una prioridad para ellos. De alguna manera, saltan y flotan y brincan por todos lados. La Iglesia puede congregarse, pero ciertamente no significa que ellos necesitan estar ahí. La Iglesia puede congregarse a estudiar o a orar o a ser preparada o hacer lo que sea, pero eso realmente no se aplica a ellos. Después de todo, ellos están involucrados con una relación personal con Cristo y no entienden su involucramiento, su conexión en su vida con la Iglesia.

Gran parte de su cristianismo existe fuera de la Iglesia y hay bastantes cosas afuera de la Iglesia que están bajo la bandera cristiana que pueden ocupar sus vidas sin que ellos lleguen a comprometerse mucho o a involucrarse en la Iglesia. Eso es trágico. Este compromiso bajo se manifiesta no sólo en el patrón mediante el cual la gente se relaciona con la Iglesia y en cierta manera sólo flotan y no hacen compromiso alguno, sino que, en segundo lugar, por el descuido de las ordenanzas del bautismo y la comunión. Hay muchas personas que se llaman a sí mismas cristianas que nunca han sido bautizadas. Hay muchas más que se llaman a sí mismas cristianas y bien podría ser cristianas y bien podrían ser cristianas que tienen poco o ningún interés en asistir a la mesa del Señor. Y si resulta ser en una noche en donde pueden agendarlo, vendrán. O en una mañana en donde pueden agendarlo, vienen.

Pero, en general, eso realmente no es prioridad para ellos. Esto inclusive es más serio. En muchas iglesias, ahora está quitando la prioridad del bautismo y quitando la prioridad de la comunión. Simplemente, la relegan a algún tipo de ocasión privada porque creen que, si se hace en el servicio público, se vuelve ofensivo. Es algo triste porque el bautismo en sí mismo es el testimonio más grande que la Iglesia tiene que dar del poder cambiador de Jesucristo, ¿verdad? ¿Por qué vas a presentar algún tipo de dramatización en la Iglesia cuando puedes tener un testimonio vivo?

Por otro lado, le quitan la prioridad de la comunión porque creen que la comunión ofendería a un incrédulo que podría estar ahí porque lo aísla y la comunión dice que es como mostramos la muerte del Señor hasta que Él venga y cuál es nuestro mensaje. Algunos ignoran el bautismo en su totalidad y muchas iglesias no lo requieren. No lo requieren después de que usted es salvo. No hablan de él. No lo requieren para la membresía de la Iglesia y no les preocupa la mesa del Señor.

Esto quiere decir que no se requiere para todo el mundo, no es una urgencia en la vida de las personas y, sin embargo, esas son las dos cosas que Jesús dijo que debíamos hacer. Inclusive en donde el bautismo y la comunión son administradas y en la mayoría de los casos son dirigidas a la fe personal en lugar de la Iglesia, no celebran el aspecto común de la Iglesia, todos bautizados en un cuerpo, esto es la Iglesia de Jesucristo y todos congregados al pie de la cruz para compartir en la mesa del Señor en común conforme reconocemos de manera mutua nuestro pecado y nuestro arrepentimiento del mismo. La gente puede asistir a muchas iglesias y nunca experimentar un bautismo. Muchas iglesias y nunca experimentar una comunión.

En tercer lugar, otra dramatización, otra evidencia de esta falta de interés en la Iglesia es el desarrollo enorme del ministerio afuera de la Iglesia. Ha habido un cambio enorme de enfoque entre los evangélicos, si lo puedo llamar así, que se ha desviado de la Iglesia. Ministerios para iglesias se han desarrollado y han proliferado más allá de la imaginación. Y para todo cristiano que parece tener alguna idea de lo que le gustaría hacer, es probable que se comience una organización cristiana.

Y después, esa organización cristiana crea un ambiente en donde pueda existir y levantar dinero y hacer lo que necesita hacer sin ninguna consideración hacia la Iglesia, normalmente, siendo indiferentes hacia la Iglesia y no rindiendo cuentas a la Iglesia. Los mejores de esto, tienen éxito. Los más ineptos, fracasan. Ministerios que se promueven mucho con mucho dinero, guiados por gente con talentos y dones excepcionales apoyados por donadores ricos sobreviven y van a usar métodos de mercadotecnia sofisticados para levantar millones de dólares y pueden desarrollar una operación bastante exitosa, algo de lo que hacen es muy bueno, sólo que no tiene nada que ver con la Iglesia. No es la Iglesia. Está ahí. Tuvo la intención de venir a ayudar a la Iglesia.

Al principio del siglo, la Iglesia liberalizada y eso es lo que causó que iglesias independientes crecieran, porque las denominaciones eran tan corruptas y herejes. Y junto con las denominaciones, vinieron todos estos ministerios independientes y ahora, en la independencia noble típica del espíritu estadounidense, continuamos proliferando ese tipo de organizaciones hasta que hay tantas de ellas que ni siquiera podemos mantenernos al día con cuántas hay. Algunos de ustedes saben cuántas hay porque vienen a su casa en la forma del correo de manera interminable.

Las personalidades cristianas a nivel nacional se han convertido en los héroes de los evangélicos y los pastores locales básicamente no son valorados y con frecuencia, son calumniados o son objeto de que se hable mal de ellos. Recientemente, me pareció interesante leer acerca de una reunión que el Presidente Clinton tuvo con doce líderes evangélicos. Y de los doce líderes evangélicos que iban a reunirse con él, él quería que ellos les presentaran las preocupaciones del cristianismo en Estados Unidos y se identificaran con el gobierno. Y diez de ellos estaban afuera de la Iglesia.

El sistema, inclusive reconoce que la Iglesia no necesariamente es el vocero. Este es el cambio, un cambio significativo en el poder de los evangélicos. Y creo que ese cambio inclusive va a ir más lejos. Ahora que estamos teniendo un cambio de simplemente poder para iglesia organizaciones para iglesias a organizaciones megas para iglesias. Y las organizaciones mega para Iglesia están redefiniendo al cristianismo y están estableciendo quiénes son los héroes. Y la parte triste de esto es que básicamente tienden a ser ateológicas. Adoctrinales, sin importarles la doctrina, la teología.

Inclusive, el lado educativo de los evangélicos ha caído presa a esto en algunas maneras y puedo darle una ilustración de esto. Hay una publicación llamada La Publicación de la Sociedad Teológica Evangélica, de la cual yo soy miembro. Para pertenecer a esa sociedad, usted necesita afirmar la inerrancia de las Escrituras y estar asociado con algún esfuerzo académico en términos de teología. Y en la publicación de la teología evangélica, han estado imprimiendo artículos de investigación original acerca de cosas que son escriturales durante 34 años. En 34 años, han producido un artículo acerca de la naturaleza de la Iglesia. Uno en el año 1969. No antes ni después.

Los evangélicos están desviándose de manera sistemática de la Iglesia. Es una especie de tendencia general. La gente está ocupada ganando gente para Cristo, pero no para la Iglesia. Esto es algo que va totalmente en contra de las Escrituras. Venir a Cristo es venir a la Iglesia. Cualquier idea de experimentar salvación sin pertenecer a una Iglesia local no se encuentra en el Nuevo Testamento. Las epístolas del Nuevo Testamento fueron escritas a iglesias. Y en el caso en donde fueron escritas a individuos como a Filemón y a Timoteo y a Tito, estuvieron en funciones claves de liderazgo en las iglesias. Y las epístolas generales parecen haber sido dirigidas a asambleas de santos, aunque no son identificadas en ningún lugar específico. Algunas veces, como en el caso de Santiago, a creyentes dispersos que se estaban reuniendo en diferentes lugares.

Usted simplemente necesita comenzar a leer las epístolas del Nuevo Testamento para saber que el Señor asumió que los creyentes estarían congregados en asambleas, no corriendo por todos lados sueltos. El Espíritu Santo quiso comunicar un mensaje a los creyentes. El título es 1 de Corintios y esto es lo que dice: “Pablo llamado apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios y Sóstenes, nuestro hermano a la Iglesia,” la Iglesia que está en Corinto. Y cuando el Espíritu Santo quiso enviar otra carta, 2 Corintios, “Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios y Timoteo nuestro hermano a la Iglesia, la cual está en Corinto.”

Y cuando el Señor quiso alcanzar a los santos y darles instrucción acerca de la ley y libertad y gracia, Él inspiró a Pablo para escribir y Pablo escribió el libro de Gálatas. “Pablo apóstol y todos los hermanos que están conmigo a las iglesias.” Primera de Tesalonicenses 1 dice esencialmente lo mismo. “Pablo y Silvano y Timoteo a la Iglesia.” En 2 Tesalonicenses, dice: “Pablo y Silvano y Timoteo a la Iglesia.” La suposición en todo esto es que la gente está congregada en una asamblea local en donde la Palabra de Dios es diseminada y son una comunidad congregada de santos que adoran que pertenecen a la Iglesia no sólo la Iglesia invisible, sino perteneciendo a la Iglesia visible, congregada, militante, como ha sido llamada en el mundo que está en el corazón mismo en el cristianismo. Es la unidad expresa del cuerpo hecha visible.

La Iglesia se congrega para participar en la adoración y el bautismo, la comunión y el ministerio. Expresa su realidad espiritual en su identidad colectiva. El Señor nunca estableció ninguna en institución excepto por la Iglesia. Cristo es la cabeza de la Iglesia y bajo Su cabeza, viene una pluralidad de pastores y ancianos piadosos que guían a aquellos que sirven. Y esa es la definición de la Iglesia. Y no hay nada más allá o fuera de eso.

Actualmente, hay muchas, muchas organizaciones cristianas. Organizaciones para Iglesia que son guiadas por gente que no son calificadas para ser pastores o ancianos, que no rinden cuentas a una asamblea de santos redimidos y congregados, que no consideran cosas como el bautismo o la comunión. Francamente, la idea de un cristiano no bautizado ni siquiera está en el Nuevo Testamento. Inclusive el bautismo se convierte en un término que es un sinónimo de salvación. Un Señor, una fe, un bautismo. Eso está hablando del bautismo que es la expresión externa de una relación interna. Una identificación interna.

El no estar en la Mesa del Señor en un contexto donde el Nuevo Testamento era causa de preocupación seria y quizás, de disciplina en la Iglesia. De hecho, inclusive venir a la Mesa del Señor sin que su corazón estuviera bien podía ser causa de enfermedad o de muerte. Es obvio que la primera Iglesia conoció a su rebaño. En Hechos 20, el apóstol Pablo escribió a los ancianos en Mileto y dijo: “ustedes deben pastorear el rebaño de Dios.” Es muy difícil pastorear si usted no sabe quién es su rebaño. Y los pastores no sobreviven bien simplemente estando sueltos por sí mismos.

En Hechos, simplemente para darle una ilustración de este sentido de pertenencia, en Hechos, capítulo 2, versículo 41 en donde nace la Iglesia dice: “entonces, aquellos que recibieron sus palabras,” las palabras de Pedro, “conforme predicó, fueron bautizados.” Claro, eso fue obvio, inevitablemente, inmediatamente fueron bautizados. “Y fueron añadidos ese día 3000.” ¿Añadidos a qué? Añadidos a los otros. ¿Quiénes fueron los otros? Bueno, por lo menos ciento veinte que estaban congregados en el aposento alto estarían en la lista. Y debieron haber tenido algún secretario o a alguien que podía escribir los nombres de estas personas que fueron bautizadas. Y todas fueron añadidas a la lista.

Y después, en el versículo 47, “Y el Señor añadía cada día a la iglesia a los que habían de ser salvos.” Y la Iglesia se congregaba día tras día celebrando su vida y su gozo en el Mesías. Y el Señor, por el poder del Espíritu Santo estaba convirtiendo a muchos y estaban siendo añadidos a la Iglesia. Usted llega al capítulo 5 del libro de los Hechos, versículo 14 y más creyentes en el Señor, multitudes de hombres y mujeres, se añadían constantemente a su número. Y esto estaba creciendo. Alguien estaba llevando una lista de quién estaba en el rebaño. La indicación de que éstos estaban siendo añadidos implica que hubo un lugar en donde estaban siendo añadidos.

Hay referencias, claro, lo largo de este período en el libro de los Hechos a la Iglesia entera. La Iglesia salva, bautizada, continuando, recuerdan, en Hechos 2:42, en la doctrina de los apóstoles, la oración, la comunión y el partimiento del pan. Todos están juntos. Todos son uno. Así era. Y después, la Iglesia comenzó en Antioquía y se desarrolló a partir de ahí. Y después, la Iglesia se fue al Oeste, en el ministerio de Pablo. Y aquellos que viajaron con él en la Iglesia, estaba viendo a la gente que venía a Cristo y después, eran bautizados. Y después, se congregaban en una asamblea local. Cada vez que alguien se mudaba o que se re ubicaba como lo hace la gente en la actualidad, enviaban cartas.

En Hechos, capítulo 18, creo que es el versículo 27, leemos acerca de eso. Este es un pasaje que está hablando de Apolos. “Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron a los discípulos que le recibiesen.” Esto es típico. Aquí hay un hermano cristiano que va de un lugar al siguiente. Le escriben una carta de recomendación para que la Iglesia que lo está recibiendo sepa que viene con la bendición de la iglesia de la cual vino.

En Romanos, el último capítulo, capítulo 16, hay una recomendación en el versículo 1 de una dama llamada Febe. Aparentemente, quien iba camino a Roma. Y cuando ella llega a Roma, ella va a llegar con una recomendación porque el apóstol Pablo dice en Romanos 16: “Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo.”

Aquí hay una carta típica de recomendación. Aquí hay un miembro de buen testimonio llamada Febe que se están mudando de Cencrea a Roma. La Iglesia romana necesita aceptarla. Ahí está Iglesia manteniendo registros de sus ovejas y también informando a otras de las congregaciones que este individuo debe ser recibido como alguien que es genuino en nombrar el nombre de Cristo. La Iglesia estaba muy preocupada por mantener afuera la cizaña, por mantener su pureza y asegurarse de que aquellos que llegaban no eran personas divisivas, herejes o pecaminosas. Había esta preocupación tremenda por mantener a la Iglesia pura.

En Colosenses, capítulo 4, versículo 10 menciona a Aristarco, mi colaborador, envía sus saludos. Y después, menciona al primo de Bernabé, Marcos y después, hay un comentario de paréntesis de Marcos en Colosenses 4:10 “acerca de quien recibisteis instrucciones. Si él viene a vosotros, recibidle.” Entonces, de nuevo, cuando los cristianos se mueven de lugar en lugar, había una carta que certificaba su conversión y su buen testimonio en la vida de la Iglesia.

Y después, en 2 Corintios capítulo 3, Pablo dice: “¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos?” En otras palabras, ¿necesito comenzar de nuevo con ustedes, corintios, como si no me conocieran? “¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros?” Estaban tratándolo como a un extraño y él dice: ¿necesito comenzar por ese proceso de nuevo? Lo que estoy diciéndoles es que simplemente había un proceso, cartas de recomendación, transferencia en la reubicación de creyentes fue una parte de la vida de la Iglesia.

Entonces, la primera Iglesia no conoció nada más que el bautismo y la asamblea en grupos congregados de creyentes en un área local con el propósito de la adoración, la Mesa del Señor, oración, comunión y testimonio. Mi corazón realmente se entristece ante la naturaleza de la Iglesia evangélica en la actualidad y me siento responsable por confrontarlo, porque sé que el Señor ama a Su Iglesia, Él murió por Su Iglesia, Él derramó Su sangre por Su Iglesia. Y sé que la Iglesia no sólo es el cuerpo de Cristo mediante el cual Él va a cumplir Su voluntad en el mundo, sino que también es la novia de Cristo, el objeto de Su afecto y Su amor. Y Él quiere a una novia pura y casta. Él quiere que la Iglesia sea todo lo que debe ser. Por eso, este mensaje esta mañana.

Ahora, muchos de ustedes son miembros de Grace Community Church. Eso es bíblico. Si usted en cierta manera no es miembro, usted simplemente está flotando ahí en el limbo. Eso es algo que no se encuentra en las Escrituras. Muchos de ustedes son miembros de Grace Community Church. Algunos de ustedes, son miembros fieles. Algunos de ustedes, no son miembros fieles. Algunos de ustedes, no son miembros y algunos de ustedes no miembros, son no miembros fieles. Y algunos de ustedes no miembros, no son fieles. Según Hebreos 13, tengo que dar cuentas a Dios por ustedes.

¿Cómo puede usted pastorear al rebaño por el que usted debe rendir cuentas a Dios, si usted ni siquiera sabe en dónde están las ovejas o quiénes son? Es muy difícil. Es muy difícil. Es muy difícil, por ejemplo, cuando alguien deja la Iglesia, quien no es miembro de la Iglesia, tener alguna manera de saber que siquiera se fueron, quizás, excepto por un grupo pequeño de personas que pudo haberlos conocido. Algunas veces, una persona deja la Iglesia y tratamos de hacer lo que podemos por rastrearlos, porque nos sentimos responsables por su vida espiritual. Y entonces, oímos que terminaron en una Iglesia en otro lugar y quizás, puede terminar en una Iglesia que dice “creemos que esta persona estuvo en nuestra Iglesia hasta tal y tal y ahora, pensamos que se han ido a su Iglesia. No estamos seguros”. Eso es muy difícil. Y podemos recibir una carta de regreso que dice que la persona que creen que estaba en su Iglesia, que creen que está en mi Iglesia, no creo que esté en mi Iglesia. ¿Cómo podemos ser responsables por el pastoreo? ¿Cómo podemos ser responsables de cuidar por la gente a la que tenemos que rendirle cuentas a Dios?

Entonces, si lo quiere hacer como dice Hebreos 13:17, para que podamos hacerlo con gozo y no con tristeza, entonces, usted aprende a someterse y a obedecer y a ser parte del rebaño con el que usted se identifica. La mitad de cualquier congregación dada un domingo en Grace Community Church son no miembros. Digo, algunos de ustedes han estado aquí durante mucho tiempo. Dos queridas personas entregaron su pequeña tarjeta de membresía para unirse a la Iglesia esta mañana y han estado viniendo durante 22 años. Veintidós años. En una de las plásticas, se dijo algo así: “he estado en el coro por 13 años, creo que debería unirme.”

Bueno, podría ser ignorancia. Usted es simplemente ignorante acerca de esto. Podría ser indiferencia. Podría ser temor de ser expuesto por algún pecado en su vida. Podría ser resistencia a que se le dé algún tipo de responsabilidad en el ministerio. Ninguna de esas es aceptable al Señor, ¿verdad?

Ahora, quiero enseñarle algunos asuntos esenciales acerca de la membresía de la Iglesia, ¿muy bien? Y hay cosas que creo que van a ser claras para usted y espero que sean motivadoras. En primer lugar, es un asunto de obediencia. Identificarse con la Iglesia, unirse de manera oficial y ser parte es un tema de obediencia. Acabo de señalar eso.

El Nuevo Testamento indica claramente que los creyentes fueron bautizados y se reunieron en grupos que se congregaban y que eran reconocibles. Sus nombres estaban en una lista. Se identificaban como el rebaño y los pastores sabía quiénes eran. Y cuando se mudaban de un lugar al otro, alguna carta iba con ellos para que se llevara a cabo una transferencia a otra asamblea local de creyentes. Cartas, epístolas del Nuevo Testamento fueron escritas a esos creyentes congregados. Nunca hubo suposición alguna de que algún cristiano estaría flotando, suelto solo. Hubo una unidad espiritual real de almas salvas y esa unidad espiritual real, así como es en la actualidad, se manifestó en grupos locales de creyentes que se congregaban con el propósito de santificación y adoración y testimonio. Es un patrón bíblico.

Y lo que tenemos en la actualidad en este consumismo evangélico no es bíblico. Esto de estar rebotando y brincando de Iglesia en Iglesia, hacemos todo lo que podemos por rastrear a toda persona que llega y se va de nuestra Iglesia. Leí una de nuestras pequeñas listas, alguien había dejado nuestra Iglesia y el pequeño comentario en la parte de abajo después de que fueron llamados y enviamos cartas y tratamos de hacer lo que pudimos para saber a dónde se fueron fue: “ahora estamos asistiendo,” y mencionaron a cierta Iglesia, “y a otras dos iglesias.” Eso para mí muestra su realidad. Lo que eso significa es que probablemente no van a ningún lugar con mucha frecuencia. Y cuando van, saltan al lugar en donde está la acción totalmente desconocido en un patrón bíblico de identificación con un grupo congregado de creyentes con quienes nos comprometemos para la gloria de Cristo. Es un asunto de obediencia.

Y creo que podría ser un asunto de pecado, puede haber cosas en su vida que no quiere que sean expuestas… Permítame alentarlo para decirle que el resto de nosotros también tenemos problemas. No se espere hasta que sea perfecto antes de venir. Una dama dijo: “no quiero unirme a la Iglesia porque hay demasiados hipócritas.” Yo le dije: “muy bien, siempre podemos recibir a uno más.” Sólo es cuestión de grado, ¿verdad? No le dije eso a nadie en esta mañana. Esto fue cuando era joven. Es un asunto de obediencia.

En segundo lugar, es un tema de comunión. Los creyentes fueron incorporados a una Iglesia, la Iglesia del Señor Jesucristo para tener una vida espiritual compartida en común. Somos los que tenemos una fe igualmente preciosa. Hemos entrado en una comunión, en una participación. Pablo le dijo a los Corintios que habían sido llamados a la comunión. La comunión de Su Hijo, el Hijo de Dios. Una comunión era tan maravillosa y tan única y tan mezclada que debían asegurarse de que no hubiera divisiones ni argumentos ni debates en la comunión.

Juan, el apóstol, al escribir 1 Juan 1, versículo 3, “lo que hemos visto y oído, esto os anunciamos para que tengáis comunión con nosotros. Y, de hecho, nuestra comunión es con el Padre y con Su Hijo Jesucristo.” Salvos para entrar a la comunión, la participación. La palabra koinonia significa participación. Gálatas 2:9 dice: “al reconocer la gracia que me había sido dada, Jacobo y Cefas y Juan, Pablo escribiendo, quienes eran reconocidos como columnas, me dieron a Bernabé, y a mí, la diestra de ¿qué? De comunión.” Esa es la razón por la que hicimos eso. Es el Nuevo Testamento. Usted los está tomando de la mano y metiéndolos a la comunión, participación en común en la vida eterna, como se manifiesta en la vida visible de la Iglesia.

En Hebreos, capítulo 10, es una sección maravillosa de las Escrituras. Versículo 23, “mantengamos la confesión de nuestra esperanza sin titubear porque el que lo prometió es fiel. Y considerémonos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos como es el hábito de algunos, sino exhortándonos unos a otros y mucho más conforme veis que el día se acerca.” Entre más nos acercamos al regreso de Jesucristo, mas necesitamos la comunión. No dejen el congregarse, estimúlense unos a otros al amor y a las buenas obras. Es el hábito de algunos, dice él, no congregarse, no estar en la asamblea. Está mal. Es pecaminoso. No puedo entender por qué la gente no está aquí cada vez que los creyentes se congregan. No puedo entender cómo la gente siente que han cumplido con algún tipo de deber el domingo por la mañana y no necesitan regresar el domingo por la noche. ¿Y sabe una cosa? La mayoría de las iglesias están quitando de manera sistemática los domingos por la noche. Digo, somos unas de las pocas que quedan que tienen un servicio de domingo por la noche. No puedo comprender eso. Siempre estoy tratando de pensar en cómo podemos tener más servicios.

Tuve la oportunidad de congregarme con creyentes en otra asamblea local el jueves por la noche. Y disfruto ese privilegio y ese gozo. Y normalmente, me sucede cada semana en algún otro lugar, el compartir nuestra vida en común. El cultivar amistades. El llevar las cargas unos de otros, la preocupación mutua, la oración mutua. Esa es la vida de la Iglesia. Es la vida de compartir amor, es la vida de sacrificio, es la vida de dar sacrificialmente tanto mi dinero como mi tiempo y energía por el bienestar de otros. Es congregarnos por causa de la Mesa del Señor. Es congregarnos para cantar alabanzas a Él; y el coro colectivo, los aleluyas colectivos que se levantan, emanan de una congregación que está congregada. Eso es la comunión, venir a la mesa del Señor. Es en donde venimos para la limpieza y la purificación y el arrepentimiento y la confesión y la devoción renovada. Y ese es un tesoro preciado. Preciado. Y la comunión debería ser más y más profunda conforme nuestras vidas se entrelazan más y más, conforme nos conocemos más y más. Y realmente, tenemos amistades espirituales que son profundas. Y cambian la vida y nos fortalecen. Es un tema de comunión. Ser parte de una Iglesia. Una asamblea local.

En tercer lugar, es un asunto de autoridad. Los creyentes deben ser traídos a la Iglesia bajo gobierno pastoral. Ahora, gobernamos no por poder, sino por la Palabra de Dios. Yo no tengo autoridad alguna sobre su vida. A algunos pastores, les gusta pensar que lo tienen y vienen estos pastores de estas iglesias que de alguna manera abusan y son dictadores en donde le dicen a usted que puede o no casarse con esta persona, que no puede casarse con esa persona, que no puede meterse a ese trabajo, que no puede mudar a su familia por allá, por aquí. No puede hacer esto; y quieren controlar su vida. Esa es una autoridad ilegítima.

 La única autoridad que tenemos es la autoridad que viene de la Palabra de Dios y por el Espíritu operando a través de nuestros dones aplicando la Palabra a su vida. Pero usted necesita colocarse bajo esa autoridad. En 1 Tesalonicenses capítulo 5, versículo 12, “también os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros,” esto es sus ancianos y pastores y maestros, “y os presiden en el Señor y os amonestan.” Usted necesita valorar a aquellos cuya función es guiarlo, cuidar de su vida, instruirlo, enseñarle, prepararlo. Usted debe tenerlos en alta estima en amor debido a su trabajo y como noté antes en Hebreos, capítulo 13, versículo 7, “Acordaos de los que os hablaron la palabra del Señor e imiten su fe”. Y después, en el versículo 17, él les dice: “obedeced a vuestros líderes y someteos a ellos porque ellos guardan de vuestras almas como quienes han de dar cuenta. Y que hagan esto con gozo y no con tristeza porque esto no os es provechoso.”

Y es una tristeza cuando usted es responsable por pastorear a gente que no es fiel a estar en el rebaño. Estamos aquí para preparar y discipular y apoyar y servirle a usted. Estamos aquí para orar y enseñar. Estamos aquí para cuidar de usted. Estamos aquí también para amonestar y advertir y reprender y exhortar, inclusive, para disciplinar en la aplicación de la Palabra de Dios en su vida. Pero todo eso es para su bienestar, ¿no es cierto? Evitar eso lo daña a usted. Estamos aquí para implementar la Palabra de Dios. Ocasionalmente, cuando encontramos a alguien divisivo, lo reprendemos una, dos veces; y después, lo rechazamos. Cuando encontramos a alguien que continúa en pecado, lo disciplinamos y lo sacamos de la Iglesia amonestándolo a arrepentirse, pero no permitiéndole que se asocie con nosotros.

Todo eso es para la pureza de la Iglesia. Todo eso es para la limpieza de la Iglesia, para la virtud y la santidad del rebaño. Estamos aquí para protegerlo de los lobos que quieren despedazarlo a usted, de la gente que quiere robar su corazón y sus recursos, sus energías y confundirlo acerca de la verdad. Usted necesita el cuidado, es un tema de autoridad. Es una autoridad suave, es una autoridad bíblica, no es una personal, no es una áspera. Es para el beneficio de usted.

Es la autoridad de un padre amoroso y una madre tierna, como Pablo lo describió a los tesalonicenses. Usted no se imaginaría, no es cierto, que un niño florecería por sí mismo. Sin embargo, ¡cuántos cristianos tratan de hacer eso! No es sorprendente que estén confundidos y en la batalla con el pecado, están perdiendo.

En cuanto lugar, este tema de membresía en la Iglesia es un asunto de identidad. Es un asunto de identidad. Usted por título es un cristiano. Eso significa un pequeño Cristo. Usted se ha unido con Cristo, no hay manera de identificar en un sentido en donde Él se detiene y usted comienza. Su vida y la de Él están juntas. Su vida está escondida con Cristo. No obstante, usted vive, mas no usted, sino Cristo vive en usted. Gálatas 2:20. Usted es de Él. Usted ha sido comprado por precio, redimidos por la sangre preciosa de Cristo. Usted lleva Su nombre. Eso es lo que usted es, más que usted cualquier otra cosa, usted es de Cristo gracias a Su salvación y usted lleva Su nombre más que cualquier otro nombre. Usted es Su Iglesia, usted es Su cuerpo y usted es Su novia.

Es verdad, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos nosotros, un Espíritu, una Iglesia, una esperanza, todos estamos unidos con el mismo Cristo. ¿Se avergüenza usted de pertenecer? ¿Es usted como Timoteo quizás en la orilla de eso, cuando Pablo le dijo: “no te avergüences del Señor ni de mí, su prisionero”? ¿Se avergüenza usted de llevar esa identificación y de identificarse con otros creyentes de una fe igual de preciosa que la suya? Lo que es sorprendente es que el Señor no se avergüenza de llamarlo a usted de Él y eso podría arruinar la reputación de Él, ciertamente. Identificarse con usted y conmigo. Y aunque Él no se avergüenza de llamarnos de Él, nos avergonzamos de llamarlo a Él nuestro. ¿Nos avergonzamos de identificarnos con Él? Usted debe ser parte de lo que usted cree.

Me sorprende a cuántas cosas la gente se une que reflejan lo que ellos creen. Digo, la gente se une a todo tipo de organizaciones por lo que creen. Y más que cualquier otra cosa, cualquier otra organización sobre la faz de la tierra, si usted quiere hablar de pertenecer en realidad, entonces usted realmente pertenece cuando usted es cristiano, porque usted ni siquiera es ciudadano de este mundo. Usted pertenece a una familia eterna. ¿Acaso no debería estar dispuesto externamente a identificarse con los miembros visibles que se congregan de ese grupo al cual usted pertenece eternamente?

La membresía en la Iglesia es un asunto de obediencia, comunión, autoridad, identidad. En quinto lugar, es un asunto de lealtad. Es un asunto de lealtad. Somos como una familia. Me encanta la lealtad. De hecho, no puedo pensar en algo que me guste más que la lealtad. Me encanta el hecho de que Dios es leal a los Suyos y Cristo es leal a los Suyos. Me encanta el hecho de que los creyentes son leales unos a otros y leales al Señor. La lealtad fue de lo que Jerry estaba cantando esta mañana cuando dijo: “aunque mi enemigo me mate, serviré al Señor.” No hay manera en la que usted pueda quitar mi lealtad. Y los creyentes son llamados a ser leales a Cristo y leales el uno al otro.

Pero así no piensa la gente en la actualidad. La gente no dice: “sabes una cosa, probablemente debería ir a la Iglesia en esta noche porque quizás, hay alguien ahí que me pueda necesitar. Quizás, puede haber alguien por quien pueda orar. Quizás, pueda haber alguien ahí con quien me pueda sentar y cantar himnos, alabar a Dios. Más vale que vaya en esta noche, porque quizás pueda alentar al pastor al estar ahí y más vale que vaya, porque el Espíritu de Dios puede tener algo que decirme que va a hacer que mi vida sea más eficaz como testigo a la gente que me rodea. Sabes, realmente necesito estar ahí porque va a haber gente que probablemente tenga cargas y quizás, me encuentre con una de ellas. Y voy a compartir con ellas mis cargas y necesito conocer las suyas para que pueda orar por ellos.” No pensamos así. Decimos: “bueno, veamos, ¿vamos a cenar por aquí o vamos a la iglesia? Bueno, podríamos visitar a la tía Marta por aquí, usted sabe, ella nos va a meter en el testamento si nos aparecemos lo suficiente,” o lo que sea. Simplemente, nos entristece nuestros corazones los que somos pastores por la deslealtad de tanta gente. Son leales a sus propios intereses, pero ciertamente, no son leales a los intereses de otros. Las necesidades de otros y la Iglesia congregada.

Escuche Efesios 2. Bueno, comenzaré en el versículo 19. “Entonces, ya no sois extranjeros y advenedizos. No nada más estamos flotando ahí afuera, pero son compañeros ciudadanos de los santos y son de la casa de Dios, familia de Dios.” ¡Guau! Parte de una familia. Hemos tratado de criar a nuestra familia para que entiendan la lealtad familiar. Usted nunca haría algo que violara la lealtad familiar. Estas son las personas que Dios le ha dado a usted. Estas son las personas más preciadas en su mundo. Estas son las personas que usted más necesita. Estas son las personas más importantes para usted. Estas son las personas que más le ofrecen a usted.

La familia es algo preciado y usted necesite ser leal. Nunca debería haber rivalidad en la familia o enemistad en la familia, es demasiado preciada. Nos necesitamos unos a otros. Es un mundo difícil. Usted nunca debe aislar a sus hijos de sus abuelos. Usted no debe aislar o separar hermanos y hermanas, porque se necesitan unos a otros. Y en la dimensión espiritual, es tan real.

¡Cuán crucial es reconocer que estamos en la familia de Dios y necesita haber un nivel elevado de lealtad a esa familia! Yo vengo porque quiero la comunión, porque quiero estar con ustedes, quiero estar con el pueblo de Dios. No es nada más que quiero hablarles, es que quiero ser parte de su vida, que sienta una lealtad a la familia. Usted está sentado en casa y quizás, está diciendo: “bueno, sabes una cosa, siempre podremos conseguir la grabación.” Ese es un enfoque egoísta, ¿no es cierto? “Si él dice algo en la cinta que valga la pena oír, lo oiremos y se va a aparecer en algún libro en algún lugar.” Esa no es la idea. Esta es una familia y nos reunimos y usted es parte de la familia. Y usted se entrega en lealtad a las necesidades e intereses y los clamores del corazón de otros.

En sexto lugar, es un asunto de ministerio o un asunto de servicio. Todos los dones espirituales funcionan en la Iglesia. La Iglesia es el lugar en donde los dones espirituales deben hacer ministrados. Es lo que el Nuevo Testamento llama la comunión del servicio. El amor abnegado lo va a hacer a usted servir. Usted viene a servir, usted dice: “quiero ir porque quizás pueda hablar con alguien, quizás pueda aconsejarlos de las Escrituras. He estado leyendo un libro acerca de esto y quizás, alguien va a necesitar las respuestas de lo que he encontrado en este libro. Quizás, voy a poder orar con alguien, quizás voy a poder alentar a alguien o consolar a alguien. Quizás, mis dones espirituales pueden ser usados, sea un don de predicación o enseñanza, un don de ayuda o un don de dar o un don de instrucción, sea cual sea el don espiritual, todo eso se lleva a cabo en la Iglesia.

Como puede ver, estamos aquí como apóstoles, profetas, evangelistas y pastores maestros como dice Efesios 4:11, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio. Estamos aquí simplemente para entregar nuestras vidas a usted para que usted pueda servir a otros. Así es como todo esto funciona. Así es como un cuerpo funciona, ¿verdad? Simplemente, se ministra a sí mismo. Satisface de manera mutua todas las necesidades de todas las partes y así funciona de manera perfecta.

Me entristece que la gente pueda estar involucrada en una Iglesia superficialmente y no tener ministerio. Pueden estar muy ocupados en muchas cosas que van a quemarse, que van a perecer y no tener un corazón en absoluto por lo que va a permanecer para siempre.

Tengo un héroe, un héroe real en mi vida. Su nombre es Epafrodito y Filipenses, capítulo 2, habla de él. Pablo dice en el versículo 25: “pensé que era necesario enviarles a Epafrodito,” escuche esto, “mi hermano y colaborador y compañero de milicia”. Aquí hay un hombre que había venido al lado del apóstol Pablo y sirvió con él. Él es un siervo para mi necesidad, dice él y él dice que la razón por la que lo está enviando es porque, versículo 26, “él anhelaba estar con ustedes y estaba afligido porque ustedes habían oído porque estaba enfermo.” Él estaba preocupado no porque él estaba enfermo, sino porque él pensó que ellos estarían preocupados porque se enteraron de que él estaba enfermo. ¡Qué hombre tan compasivo y abnegado!

De hecho, el versículo 27 dice que él estuvo enfermo a punto de morir. Él casi murió, pero Dios tuvo misericordia de él y no sólo de él, sino también de mí, no sea que tuviera tristeza sobre tristeza. Si hay un hombre que no quería perder, fue él.  

¿Cómo es que él se enfermó? Versículo 30, él se acercó a la muerte por la obra de Cristo, arriesgando su vida por completar lo que faltaba en su servicio por mí. Él casi se mató a sí mismo en el servicio. Hombre, eso está muy lejos de lo que muchas personas o la mayoría de la gente está dispuesta a hacer. Él casi se mató a sí mismo al servir a alguien más. Llegó a predicar, no sé. Ninguno de sus sermones se registra. ¿Estuvo en el frente? No sé, no sé si él llegó a decir algo profundo, significativo o que cambiara la vida de alguien, pero lo que él hizo a nivel personal, digo, a un grupo grande, lo que él hizo a nivel personal cambió la vida de alguien; y Pablo no podía imaginar nada más que tristeza sobre tristeza si él no estaba ahí.

Así es como él había llegado a ser muy querido para Pablo al ser un siervo. Es un asunto de ministerio. Pertenecer a la Iglesia es un asunto de compartir su vida y su don espiritual y entregarse a las necesidades de otros.

Servicio. Este es el lugar para eso. Aquí es donde eso sucede. Y siempre decimos eso cuando usted se convierte en parte de la Iglesia, usted está diciendo: “estoy listo para servir”. Y cuando usted no se convierte en parte de la Iglesia, está diciendo: “no quiero servir”. No me metan en eso, no quiero responsabilidad.” Bueno, escuche, usted se va a perder de privilegio, y bendición, y gozo, y paz, y satisfacción y recompensa eterna.

Y después, un séptimo. Y finalmente, es un asunto de testimonio. Es un asunto evangelístico: ¿sabe una cosa? Yo simplemente, me duele en el corazón algunas veces cuando me pregunto ¿qué es lo que cree la gente en el mundo que somos los cristianos? Simplemente, estas personas que están flotando que en cierta manera se llaman a sí mismas cristianas y simplemente, andan por ahí flotando y dicen: “bueno, soy cristiano. Y alguien dice: “bueno, ¿a qué Iglesia perteneces?” Bueno, yo soy un cristiano libre, yo soy como un pollo que anda corriendo libre, usted sabe, lo que sea eso. Simplemente, floto, y saben, es algo maravilloso. En esta comunidad, después de todos estos años de poder decir: “bueno, sabes, yo voy a Grace Community Church porque ahí hay una plataforma de credibilidad.” En esta comunidad, por los años del ministerio que esta Iglesia ha tenido va a hacer que algunas personas digan: oh, la conozco.

Fue maravilloso el testimonio de Robert Logstrom, quien murió de sida y fue salvo. Él era de la comunidad homosexual y le preguntó a alguien: “¿a dónde puedo ir?, me voy a morir de sida, necesito ayuda, ¿dónde iré? Y ni siquiera sé a quién le preguntó en el mundo homosexual. Y le dijeron: “bueno, si realmente estás hablando en serio, hay un lugar llamado Grace Community Church.”

Tuvimos en nuestro concierto de Navidad a miles de personas y a lo largo de los años, han venido y ellos saben que proclamamos a Cristo, ¿verdad? Ellos no tienen duda al respecto. Ellos saben exactamente dónde estamos parados y cuando usted se identifica con nosotros, usted se identifica con lo que ellos entienden que es nuestro mensaje. Ellos saben.

Juan 13:34 y 35, Jesús dijo: “por esto conocerán todos los hombres que sois Mis discípulos, si os amáis unos a otros.” Su testimonio va a ser creíble en base a sus relaciones. Primera de Corintios 14:24 y 25, un incrédulo viene a la asamblea, a la congregación y él oye la palabra siendo proclamada y él los ve a ustedes adorando y cae sobre su rostro y se arrepiente.

Me acuerdo de una señora que iba a la sinagoga aquí un sábado, no, un domingo. Ella iba a lo que llaman, ellos tienen una especie de clase de preparación el domingo. Y ella iba ahí y vio a esta multitud enorme que venía aquí. Y ella me dijo esto: “pensé que esto debe ser mejor que aquel, porque todas estas personas vienen aquí.” Entonces, ella se metió ahí con la gente y salió del estacionamiento de la sinagoga que está aquí al lado. Estacionó su auto en el estacionamiento de la sinagoga y se metió con el grupo que iba camino a Grace Community Church. Llegó aquí, fue salva y se bautizó.

Ahora, ella me dijo cuando estaba siendo bautizada, antes de que habláramos, ella dijo: “sabes una cosa, nunca oí una palabra de lo que dijiste en ese sermón.” Ella dijo, pero me abrumó el amor y me abrumó la adoración, me abrumaron las canciones, me abrumaron todas estas personas que obviamente conocían a Dios y sabían lo que creían y estaban afirmando todo eso. Y tomó dos o tres semanas y ella se volvió del judaísmo para abrazar a su Mesías; y ella fue salva y se bautizó.

Primera de Pedro, capítulo 2, versículo 9 dice: “más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa.” Me encanta eso. Ustedes son una nación. Ustedes son un grupo, “pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a Su luz admirable.” Aquí estamos congregados, proclamando la realidad de Cristo. Esto es poderoso. Digo, imagínese a un incrédulo que simplemente entra a una especie de pequeña Iglesia muerta que está llena a medias de gente indiferente y lo que él asume que es su relación con su Dios es muy diferente.

Tenemos un impacto tremendo en un testimonio colectivo aquí. Cuando nos congregamos un domingo por la noche y vienen incrédulos, esta Iglesia está llena de gente emocionada por adorar a Dios. Por exaltar a Cristo y ser parte de la comunión que está congregada aquí. Eso habla volúmenes a esa persona. Mucho más que nuestra inteligencia e ingenuidad podrían jamás decir. Mucho más. Hay realidad aquí. No necesitamos dramatizar. Sólo necesitamos mostrarle la realidad. No convertirse en un miembro obediente al estándar escritural, no tener comunión fielmente con otros creyentes, no someterse a la autoridad aplicada de la Palabra enseñada por pastores y maestros, no estar dispuesto a identificarse con Cristo y los de Cristo, no estar dispuesto a aceptar los privilegios ricos de la familia en su lealtad amorosa es pecado.

Y no unirse a la Iglesia es decir: “no quiero servir a la única institución que Cristo jamás edificó. Y no unirse a la Iglesia afecta a nuestro testimonio, porque muestra una falta de compromiso por parte de la gente que nombra el nombre de Dios. ¡Cuán maravilloso puede ser Cristo si ni siquiera estamos comprometidos con asociarnos con Su Iglesia? El compromiso en un día como el día de hoy es tan crucial.

Ahora, usted está diciendo: “¿pero estás hablando de nuestra Iglesia?” Claro, porque usted viene aquí. Si usted es parte de otra iglesia y usted está involucrado y usted es miembro de otra Iglesia y usted es fiel a esa Iglesia, usted sea fiel siempre y cuando ellos sean fieles a la Palabra de Dios. Pero quiero decirle que Grace Community Church es una Iglesia fuera de lo normal y Dios lo ha traído a usted aquí y Dios ha bendecido a esta Iglesia de manera excepcional.

Usted dice: “bueno, el problema con esta Iglesia es que es demasiado grande.” ¿Demasiado grande para qué? ¿Demasiado grande para qué? “Bueno, me gusta una Iglesia pequeña.” Bueno mire, nos dicen que usted sólo puede tener 200 amigos en su círculo más grande de amistad. Lo que es agradable en Grace Community Church es que usted puede escoger a los 200 que usted quiera. Escoja.

¿La Iglesia es demasiado grande para qué? ¿Demasiado grande para alabar? ¿Demasiado grande para una música de adoración colectiva gloriosa? No. ¿Demasiado grande para la predicación y enseñanza de la Palabra de Dios? No. ¿Demasiado grande para la preparación y el discipulado de sus hijos, de sus jóvenes? No. ¿Demasiado grande para alcanzar a los perdidos? No. ¿Demasiado grande para alcanzar a los discapacitados? ¿Demasiado grande para alcanzar al mundo mediante misiones? No. Esta es una Iglesia excepcional. La razón por la que es grande por lo que es y eso es lo que Dios ha hecho.

Esta Iglesia ha tenido y todavía tiene a gente muy bendecida, amorosa, que apoya, fiel, que ora, que es generosa, amable, que está dedicada. Yo podría dejar esta Iglesia e irme a otra, pero nunca he encontrado una Iglesia a la que yo quisiera irme y ser parte de ella.

Usted dice: “bueno, si fueras a otro lugar, serías el predicador.” Sí, pero todavía tendría que lidiar con la gente. Y ustedes son la mejor congregación que jamás he conocido. Además, he tenido todos estos años para que llegaran a donde necesitan estar. Ustedes saben. El pensamiento de volver a comenzar es paralizador. Algunas veces, la gente me dice: “¿alguna vez has tenido un avivamiento en tu Iglesia?” Y yo respondo: “¡no, porque nunca hemos estado muertos!”

Entonces, ¿qué es revivir? Y creo que hemos estado metidos en eso todo el tiempo. Hemos tenido puntos elevados y algunas veces, puntos bajos. Y este no es el trabajo de los hombres. La gente me pregunta cómo lo hacemos y yo digo: “no sé, yo soy un espectador, así como ustedes,” lo que a los cristianos por todo el mundo les encantaría experimentar de la Palabra de Dios y del poder de Dios, lo hemos vivido, no es cierto? Hay millones que intercambiarían lugares con ustedes. Mueren de hambre en lugares muertos orando por algún movimiento del poder de Dios. Han visto únicamente un vistazo de lo que vemos en abundancia. Este es un lugar extraordinario. Dios lo ha hecho en su totalidad.

Y le confieso, a nivel personal, que yo mismo, junto con los otros que cuidamos de esta Iglesia, mientras que deseamos ser sabios y ser hombres piadosos, somos hombres frágiles y débiles. Y lo que ha sido hecho aquí ha sido hecho por Dios. Y simplemente porque nosotros fallamos y porque somos débiles, no lo hace menos la obra de Dios, lo hace más la obra de Dios, no es cierto, porque Su poder es perfeccionado en nuestra debilidad.

Si usted quiere recursos espirituales, están aquí. Toda oportunidad imaginable para el crecimiento espiritual, desarrollo, preparación, ministerio, todo está aquí. Usted simplemente necesita venir a la mesa y ser parte de ello. Realmente, es su Iglesia, no es mi Iglesia. Y yo oigo a la gente decir: “la Iglesia de John MacArthur.” Esta no es mi Iglesia. Es su iglesia yo soy el siervo sirviendo a esta Iglesia, su Iglesia.

Me gustaría poderle decir todas las cosas que los pastores me dieron esta semana. Me las dieron en algunas hojas en donde escribieron su visión y me contaron todas las cosas que veían en el futuro en términos de necesidades de ministerio y oportunidades. Y es simplemente algo tremendo. No tengo el tiempo de hacer eso, pero tenemos un futuro glorioso y maravilloso.

El Señor ha sido fiel a esta Iglesia. Su mano está en esta Iglesia. Él nos ha llevado de Su mano a lo largo de tiempos buenos y tiempos difíciles. Él nos ha llevado al mejor de los tiempos en este momento. Él lo ha llevado a usted a este punto para asociarse con esta Iglesia y es tiempo de pertenecer. Es tiempo de ser parte. Realmente, lo es.

 

 

 

 

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