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Bueno, abramos nuestras biblias de regreso al Salmo 107, quería redirigir nuestros pensamientos y dejar de concentrarnos en nuestro estudio continuo de 2 Corintios porque éste es un fin de semana tan especial, conforme celebramos nuestro tiempo de Día de Gracias. Y quería concentrarme en la Palabra de Dios ésta mañana, y a un Salmo, éste es de manera notable un Salmo que nos llama a la gratitud. Éste es un Salmo así.

Ahora, éste Salmo tiene un lugar muy especial en mi corazón, por una razón muy interesante. Un domingo, no hace muchos años atrás, leí éste Salmo como lo hice ésta mañana. No me di cuenta de cómo la lectura de ése Salmo impactaría a un joven, quien estaba sentado ahí atrás en esa sección a mi izquierda, hacia atrás. Más tarde, entendí que éste Salmo simplemente siendo leído sin comentario fue el punto de giro en su vida. Éste fue un joven muy alto, y apuesto, un joven llamado Roberto. Algunos de ustedes llegaron a conocerlo de manera eventual, aunque estuvo con nosotros tan solo un tiempo corto.

Él había sido por muchos años parte del grupo activista de homosexuales en Los Ángeles. Él fue un homosexual, había vivido ese estilo de vida por muchos años. Él inclusive estuvo involucrado con personas que planeaban el desfile de homosexuales, entonces él era muy agresivo en su promoción, él había llegado a ser diagnosticado con el virus VIH y se le dijo que tenía sida y tenía muy poco tiempo, muy poco tiempo para vivir. Lo que fue interesante y reiteró éste testimonio entero, no solo para mí, sino para nuestra congregación cuando él fue bautizado unas cuantas semanas después del domingo que leí el Salmo.

Pero él dijo que lo que fue interesante es que le preguntó a un amigo, “¿Sabes dónde puedo ir para conseguir ayuda? Me voy a morir y tengo miedo de morir. No quiero morir sin tener una relación con Dios y tengo miedo”. Y uno de sus amigos homosexuales le dijo, “Necesitas ir a un lugar llamado Grace Community Church”. Ahora, ese es el tipo de reputación que queremos. Y entonces él vino, debido al consejo de este amigo, sin haber sabido nada de nuestra iglesia, sin haber estado aquí. Y se sentó ahí atrás y comencé a leer el Salmo 107, y leí el versículo 6, “Clamaron a Jehová en su aflicción; los libró de sus aflicciones, los guio también por un camino derecho.” Y derecho, claro, tiene una connotación muy fuerte en terminología homosexual.

Y después continué leyendo y llegué al versículo 13, “Clamaron a Jehová en su aflicción, los salvó de sus aflicciones, los sacó de la oscuridad, de la sombra de muerte, rompió sus ataduras,” y después versículo 16, “despedazó las puertas de bronce, y cortó las barras de hierro.” Y él me dijo, “Cuando leíste eso, supe que estaba en el lugar correcto.” Y dijo, “Irrumpí en lágrimas y quise clamar a Dios, y quería que Dios me guiara por el camino derecho y rompiera las ataduras que me habían retenido.” Pero él dijo, “Después cantaron canciones, y después el coro cantó, y seguiste predicando y predicando, y lo único que yo pensaba era, ¿por qué no es que el hombre se calla, para que pueda acercarme y saber cómo hacer esto?” Él dijo, “No me acuerdo de nada de lo que dijiste fuera de que, simplemente me irritó porque era un problema yo, y estaba llorando, y simplemente quería que alguien me dijera como clamar a Dios.”

Y entonces, él vino y ese domingo por la mañana clamó a Dios, Dios lo oyó y fue librado de su aflicción. Él fue salvado de manera maravillosa. Él se convirtió en un testigo brillante en esa comunidad, y en toda oportunidad posible proclamó el evangelio de Jesucristo a las personas que eran parte de su vida anterior. Él se volvió parte de nuestra iglesia, dio un testimonio maravilloso en las aguas del bautismo y en cuestión de meses estuvo en el cielo.

Éste Salmo tiene un lugar muy especial en mi corazón debido a Robert Lagerstrom, un testimonio bastante sorprendente del poder de la Palabra de Dios simplemente leída a oídos de alguien que estaba desesperadamente necesitado. Éste es un Salmo de desesperación. Éste es un Salmo de gratitud por parte de personas que han experimentado esa desesperación. No creo que Roberto tendría problema alguno respondiendo, él ciertamente no lo hizo inmediatamente después de su conversión. Con el llamado en el versículo 1, “Oh dar gracias a Jehová.” O la repetición de esa exhortación en el versículo 8, “Agradezcan a Jehová.” O su repetición en el versículo 21, “Agradezcan a Jehová”, o en el versículo 31, “Agradezcan a Jehová”. Éste es un llamado a agradecer. ¿De quién es que debe venir esta gratitud? Versículo 2, “Díganlo así los redimidos de Jehová”. Aquí está un llamado para nosotros, que hemos experimentado la redención, que hemos experimentado el rescate, la renovación, restauración, a dar gracias.

En los últimos días todos hemos oído a muchas personas expresando gratitud, normalmente en la esfera pública esa gratitud en cierta manera es algo vaga, porque no está dirigida a nadie en particular. La gente dice, “Bueno, realmente estoy agradecido por mi familia, estoy muy agradecido por mi hogar, estoy muy agradecido por mi trabajo, estoy agradecido por la familia, amigos, amor, las provisiones, gozos, las buenas circunstancias, pero lo que es obvio que está ausente es a quién o con quién estás agradecido. ¿Al azar ciego, a la suerte, a las circunstancias, al azar, o quizás a alguien que vino y en cierta manera manipuló las fuerzas coincidentales de la vida para traer tus buenas circunstancias?

El elemento obvio que está ausente es a quién se dirige toda ésta gratitud. Y el Salmo es muy claro, en el versículo 1, “Alabad a Jehová”, o agradezcan a Jehová y cada vez que eso es repetido a lo largo del Salmo es agradezcan al Señor. Es característico de los no regenerados que no están agradecidos. No le dan gracias a Dios. Romanos 1:21 presenta eso de manera muy clara. Pero como cristianos, no presentamos una gratitud tan vaga y confusa, por todo lo que somos y todo lo que tenemos y todo lo que jamás esperamos tener, damos gratitud de manera directa a Dios. Él es la fuente de todo lo que es absolutamente bueno. Como Santiago 1 dice, “Él es el Padre de las luces, en quien no hay mudanza, ni sombra de variación. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de Él”. Entendemos eso.

Y entonces, entenderemos el llamado del Salmo 107, en los versículos 1 al 32. Permítame leerle los primeros tres versículos de apertura. “Alabad a Jehová porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia.” Lo cual es una palabra del Antiguo Testamento que en cierta manera combina la gracia y la misericordia. “Díganlo los redimidos de Jehová, los que ha redimido del poder del enemigo, y los ha congregado de las tierras, del oriente, del occidente, del norte y del sur.” Ahí está ese llamado de apertura directa a darle gracias a Dios.

Ahora, éste Salmo maravilloso, éste llamado a la gratitud, era cantado por los judíos. Especialmente cantado para agradecerle a Dios por redimir a Su pueblo, por redimir a la nación del desastre, la cautividad y la muerte. Y el Salmo provee un retrato rico de la naturaleza de la obra divina de Dios de la redención, al redimir y al restaurar a Israel debido a su misericordia y su bondad. Como nación, Israel fue librada, redimida, rescatada y restaurada por Dios a lo largo de los siglos.

Usted puede regresar a Éxodo capítulo 12 al 14, y usted puede leer acerca de cómo Israel fue redimida de Egipto al sur. O usted podría ir a 2 Reyes 19, y leer como Israel fue redimida de Siria, y Asiria al norte. O usted podría ir a 2 Samuel 8, o 2 Reyes 18, y leer como Israel fue redimida de los filisteos al Oeste. O usted podría ir al libro de Esdras, y leer como Israel fue redimida de Babilonia al este, cuando fue traída de regreso del cautiverio babilónico.

Entonces, literalmente el versículo 3 fue la experiencia de Israel. fueron congregados de tierras en el este, el oeste, el norte, y el sur. Dios ha redimido a su pueblo de la mano del adversario y los ha congregado de tierras en toda dirección. Y toda Israel había experimentado eso. Fuera de Egipto, de Asiria, y Siria, o del Imperio Filisteo, el cual básicamente ocupaba la costa de Israel. Y cuando entraron a l tierra de Canaán, o de Babilonia al este. Este entonces es un llamado para que toda Israel agradezcan a Dios en general por todas sus liberaciones buenas y de misericordia de esa nación.

Pero por muy importante que fueron esas liberaciones a nivel nacional y temporal, eran meramente señales de la capacidad de Dios de liberar a los hombres a nivel personal y espiritual del pecado. Así como Dios demostró su gran poder liberador al liberarlos de Egipto y de los asirios, de los sirios, de los filisteos, y de los babilonios. Él dio evidencia del hecho de que él podía liberar a los hombres, no solo de los enemigos terrenales y temporales, sino de los enemigos espirituales, enemigos del alma. Esto es el gran adversario, el gran adversario siendo Satanás, quien quiere capturar a todos los hombres para sus propósitos malignos y su reino de las tinieblas.

Lo más probable es que el Salmo fue cantado por la congregación de Israel para celebrar todas estas liberaciones históricas, y para recordarles de la capacidad de Dios de liberarlos individualmente del pecado. Lo más probable es que fue escrito después de la cautividad babilónica había terminado, y entonces podían recitar toda la historia pasada, de estas liberaciones maravillosas. La liberación de Babilonia realmente fue la última de esas liberaciones antiguas, y éste Salmo, creo yo, específicamente vio la liberación babilónica, no de manera exclusiva, pero ciertamente es obvio como lo veremos conforme lo vemos, que podría ser aplicado a sus 70 años en Babilonia. Pero de nuevo le recuerdo, provee retratos generales de la liberación de Dios aplicable a todos nosotros que hemos sido liberados del pecado. 

Es probable que el Salmo fue usado en adoración, en cierta manera litúrgica, cuando los judíos se reunieron después de que regresaron de Babilonia, y tuvieron su primera fiesta de los tabernáculos registrada en Esdras capítulo 3, es muy probable que cantaron este gran himno, ¿por qué> porque acababan de experimentar rescate, restauración y liberación. Acababan de ser redimidos de Babilonia, y esto habría sido apropiado, cantar este Salmo. Entonces, quizás fue escrito muy poco después de su liberación. Es clave de nuevo señalar que en el versículo 2, son los redimidos del Señor los que están diciendo gracias por la bondad de Dios expresada en el versículo 1, en gracia eterna. Una gracia eterna es la gracia de la salvación.

Entonces, aunque trata a nivel histórico, es esa gracia eterna lo que es el punto de enfoque aquí. Entonces, aquellos de nosotros que somos también redimidos por la gracia eterna, podemos unirnos con la Israel antigua y cantar de manera genuina esta canción. Hemos sido tocados con misericordia eterna. Hemos gustado de su dulzura y entonces también a nosotros se nos invita a cantar este gran Salmo. No solo Israel, sino cualquier pecado librado de la muerte y el infierno. De hecho, Jesús dijo que nosotros también vendríamos del este y del oeste, en Mateo 8:11, y nos reclinaríamos a la mesa con Abraham, con Isaac, con Jacob, en el reino.

Entonces, Él nos habrá redimido a la iglesia del este y oeste, y norte y sur. Y después usted lee Apocalipsis 7:9-10, del tiempo de la tribulación antes de que venga el Señor a establecer su reino, Él redimirá a un pueblo de toda tribu, lengua, y pueblo y nación. Y eso también sería el norte, sur, este y oeste. Y ellos también serán congregados para cantar para siempre salvaciones de nuestro Dios. Todos los creyentes, entonces, redimidos por Dios en todo momento, sea Israel de la antigüedad, o sea la iglesia en la actualidad, o sea en el futuro aquellos que sean congregados de la tribulación, todos nosotros debemos cantar las canciones de redención y expresar nuestra gratitud a Dios.

Entonces, nosotros quienes hemos recibido la misericordia y gracia redentora de Dios, nos unimos a Israel para cantar este Salmo de gratitud por nuestra redención. Después, entonces, de ese llamado de apertura de esos tres versículos, el Salmo se pone muy interesante. Hay cuatro ilustraciones de la redención de Dios. Cuatro ilustraciones que van desde el versículo 4 hasta el 32, y vamos a cubrirlas a todas, esta mañana. Eso le sorprende a usted, pero puede ser hecho y lo haremos.

Cuatro ilustraciones de la redención de Dios. En primer lugar, la redención de Dios es como una caravana perdida que está siendo guiada a una ciudad segura. La redención de Dios es como un prisionero cautivo en un calabozo que está esperando la ejecución y que es liberado. La redención de Dios es como una persona enferma, sin apetito alguno, al borde de la muerte, recuperando la salud plena. Y la redención de Dios es como un navegante condenado, siendo rescatado de una tormenta que amenaza su vida. Esos son los cuatro retratos magníficos que son dados aquí para ilustrar la redención de Dios. Cada uno de ellos es incisivo, cada uno de ellos es vivido, cada uno de ellos es una analogía ilustrando la bendición de la redención de Dios, como el rescata a pecadores de circunstancias sin esperanza.

Y uno solo puede imaginar que cuando el templo estaba lleno, y su patio estaba lleno de adoradores, y estaban allí a reventar de muro a muro en ése templo edificado por Zorobabel, en la tierra restaurada después de que la ciudad fue reedificada, cuando regresaron de Babilonia, conforme llenaban ese templo para la adoración, uno solo puede imaginarse que en preparación para cantar el Salmo 107, versículos 1 al 32, que algún sacerdote se puso de pie, y quizás apuntó a algunas personas en esa gran multitud, que se habían perdido en el desierto en alguna caravana del desierto, y que se les había acabado el agua, y se les había acabado el alimento y estaban al borde de la muerte, y estaban perdidos en el desierto sin capacidad alguna de encontrar la seguridad de una ciudad y el agua y alimento que estaría ahí.

Habrían algunos que habían conocido esa experiencia y la habían conocido bien. Y sin duda alguna él podía ver esa gran multitud, y podía identificar algunos que habían sido prisioneros, quienes en su cautividad en algún lugar habrían estado en un calabozo en la oscuridad de ese agujero, en la suciedad y miseria de ese tipo de encarcelamiento, en cadenas esperando ejecución, pero habían sido liberados.

Habían otros en esa gran multitud que sabían lo que era estar al borde de la muerte, con la vida desvaneciéndose, habiendo perdido su apetito sin esperanza en absoluto, y habían sido curados de manera maravillosa y milagrosa. Ciertamente habrían habido algunos que habían viajado por los mares, y habrían estado en algún navío en medio de una tormenta que había amenazado su vida, y la tormenta había irrumpido y las nubes se habían dividido y el cielo azul había sido visto y el mar había sido calmado y habrían podido encontrar su camino de regreso a un puerto, vivos. Todos ellos habrían estado viviendo la ilustración que el Salmo presenta, de la gracia redentora de Dios. Es un retrato hermoso, hermoso, conforme el sacerdote se ponía de pie ante esta gran multitud, y le recitaba este Salmo para que lo cantaran. Y lo podían cantar con gozo porque entendían estas ilustraciones también.

Ahora, cada una de las cuatro ilustraciones tiene cuatro partes. Y vamos a tomar el mismo bosquejo pequeño de cuatro partes para desarrollar cada una de ellas. En primer lugar, está el predicamento, y eso describe la situación terrible en la que estaban. En segundo lugar, la petición, ese es el clamor por la liberación que salió de ellos. En tercer lugar, el perdón, la redención misericordiosa que Dios concedió. Y, en cuarto lugar, la alabanza. Predicamento, petición, perdón, alabanza. Simplemente esos cuatro, y vamos a desarrollar cada ilustración.

Nuestra redención del pecado es entonces representada en estas analogías. Nuestra redención es cómo personas perdidas siendo encontradas; personas encerradas en una prisión, siendo liberadas; personas que están a punto de morir con una enfermedad fatal, siendo curadas; y personas con la vida amenazada en el mar, siendo llevadas a un puerto seguro. Cada una de estas provee una mirada a la bondad y misericordia de Dios, de una manera muy simple, sin embargo, con términos muy hermosos.

Veamos la primera: perdidos en un desierto. Perdidos en un desierto. Y aquí encontramos al alma sin reposo. Aquí encontramos a la persona que no tiene dirección, que está perdida, sin una dirección en particular en mente, habiendo perdido toda esperanza sin saber adónde va, sin reposo, sin dirección, pecadores perdidos a quienes se les está acabando el alimento, muriendo de hambre y de sed, dando vueltas sin esperanza, en un desierto, tratando de encontrar una ciudad que no pueden encontrar. Una ciudad que proveería alimento, y agua y reposo, y gozo, y comunión, y seguridad.

Veamos su predicamento en los versículos 4 y 5. “Anduvieron perdidos por el desierto, por la soledad, sin camino, sin hallar ciudad en dónde vivir; hambrientos y sedientos, su alma desfallecía en ellos.” Esto bien podría representar a Israel en el desierto durante 40 años después del éxodo de Egipto, conforme daban vueltas en el desierto en círculos, sin dirección, sin reposo. Usted puede leer de eso desde Números 14 hasta Josué capítulo 2. Y los judíos estuvieron dando vueltas por el desierto entre Egipto y Canaán como resultado del juicio divino.

Y claro, la mayoría de ellos murieron en ese desierto, nunca habiendo sido guiados a una ciudad habitada. También es verdad, no obstante, que el retrato podría describir a Israel en Babilonia, porque Babilonia, claro, es un lugar desierto. Es un desierto con una nación, fue un desierto cultural, fue un desierto social, fue un desierto religioso de paganismo, y como nación estuvieron a punto de perecer. Israel en Babilonia estuvo al borde de dejar de existir. Pero más allá de eso, este retrato también podría describir a cualquier pecador turbado, perdido, cualquier pecador que está dando vueltas, sin dirección, luchando por encontrar su camino en la esterilidad del pecado, sin ningún pan espiritual que alimente el alma, ningún agua espiritual que satisface la sed del alma, y sin esperanza alguna más que perecer en el desierto.

Entonces, los pecadores están perdidos. Están perdidos buscando un lugar de seguridad, están perdidos buscando un lugar de refugio, un lugar de seguridad, un lugar de comunión, un lugar de gozo, un lugar de provisión, y no lo encuentran. Y entonces, el pecador perdido está en un predicamento. En el versículo 6 encontramos que éste pecador llega a una petición. “Entonces clamaron a Jehová en su angustia.” Israel clamó a Jehová en Egipto y Él los oyó y los liberó. Israel clamó al Señor en Babilonia y Él los oyó, Él los liberó. Ciro emitió un decreto que los envió de regreso a la tierra para reconstruir su ciudad. Le dijeron a Dios de su condición terrible, le dijeron a Dios de su opresión, le dijeron a Dios que estaban perdidos en un desierto, en un desierto, y Dios respondió.

Ilustran entonces a pecadores, pecadores de toda época, de cualquier tiempo, inclusive en la actualidad, que reconocen que no tienen dirección en su vida, y llegan al fin de su falta de reposo, que se dan cuenta que reconocen su hambre y su sed, que conocen su privación, que entienden el peligro de su condición, están perdidos en el desierto del pecado del lugar al lugar, de emoción a emoción, de trabajo a trabajo, de matrimonio a matrimonio, de relación a relación, de experiencia a experiencia, sin encontrar jamás alimento para el alma, sin encontrar alguna satisfacción duradera. Están tratando de encontrar el camino a una ciudad habitada que los va a satisfacer y les va a dar seguridad, pero no la pueden encontrar.

Están buscando como Abraham en Hebreos 11, versículo 10, “una ciudad cuyo arquitecto y fabricante es Dios.” En medio de su desesperación, finalmente reconocen que es Él a quien necesitan, que solo Dios puede proveer ese refugio. Y entonces, claman a Él como todos nosotros lo hicimos en nuestra condición perdida. El mundo entero es un desierto vasto y estéril, un lugar que es un desierto, vacío, lleno de peligros mortales, amenazador. Y aquellos que están lo suficientemente desesperados y hambrientos y sedientos y perdidos, finalmente llegan al punto en el que claman a Dios. Claman a Él como el Rey de una ciudad eterna, en el cual hay recursos ilimitados, provisiones, reposo, seguridad, y satisfacciones. ¿Y cómo responde Dios? El tercer punto es el perdón.

El predicamento, la petición, y después el perdón. Esto es tan maravilloso, versículo 6. “Y los libró de sus aflicciones. Los dirigió por camino derecho para que viniesen a ciudad habitable.” Cuando el pecador clama a Dios, Él responde. Cuando Israel clamó a Dios, Él respondió. Él oyó a Israel. Él sacó a Israel de Egipto, Él oyó a Israel. Él sacó a Israel de Babilonia. Y cuando toda esperanza no parecía existir, fueron redimidos, y Dios los sacó de Babilonia por camino derecho. Ciro emitió un decreto, Él abrió el camino, Él proveyó todo lo que necesitaban, los envió camino de regreso, les dio a Nehemías para que fuera su líder, les dio a alguien para asegurarse de que estuvieran seguros. El viaje fue un camino derecho, que los llevó exactamente a una ciudad habitada, la ciudad de Jerusalén, la cual reedificaron y restauraron.

Y así es con Dios, cuando el pecador viene a Él, y clama, eso es lo único que se necesita, no hay obra alguna aquí. Todo tiene que ver con misericordia, la cual es la palabra en el Antiguo Testamento, hesed, lo cual significa gracia, o misericordia. Esto es todo acerca de gracia. No dice que hicieron unas cuantas cosas, no es que corrigieron su vida, dice que clamaron al Señor en sus problemas, y ahí es en dónde el pecador tiene que venir, él no ofrece nada, él no trae nada, él no tiene nada que ofrecer. No hay obra, no hay méritos, no hay logros, él simplemente dice, “Me estoy muriendo”, y clama a Dios. Y Dios respondió con un perdón. Los libró de sus aflicciones, los guio por camino derecho de regreso a una ciudad habitada. Eso es gracia. Amigo mío, eso es gracia.

Y un camino derecho, todo lo que eso significa es que es directo, y no da la vuelta y no va de arriba a abajo y no es difícil viajar por ahí. Es un recordatorio de lo que Jesús dijo cuándo dijo, “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os daré”, ¿qué? “descanso.” “Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, porque mi yugo es fácil y mi carga es ligera.” El camino es el camino de la gracia, no el camino de las obras. Y cuando el pecador viene y clama a Dios, Dios perdona al pecador. Y eso lleva al cuarto punto, ese tipo de bondad, ese tipo de gracia, ese tipo de misericordia conlleva una obligación.

¿Y cuál es la obligación? Versículos 8 y 9, “Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres, porque sacia el alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta.” Aquellos de ustedes que estaban sedientos y hambrientos, ahí afuera en ése desierto estéril, perdidos, sin ningún lugar adonde ir, sin mapa, ni dirección, ni camino hacia una ciudad habitada, sin esperanza de recursos, clamaron a Dios, Él les dio todo lo que necesitaban, ciertamente tienen la obligación de darle gracias por esa gracia. ¿Qué podría merecer más la gratitud del pueblo de Dios, que fuimos guiados de manera segura esa ciudad habitada? ¿Cuál es esa ciudad habitada? Es el cielo, la ciudad celestial. Y tenemos un camino derecho, y estamos en él dirigidos a esa ciudad.  

Apocalipsis 7, versículo 15 lo expresa de esta manera, cuando lleguemos ahí ante el trono de Dios, le serviremos día u noche en su templo, y el que está sentado sobre el trono, esparcirá su tabernáculo sobre ellos y no tendrán más hambre, ni tendrán más sed, ni el sol les quemará más, ni calor alguno.” Salimos de ese desierto, estaremos en la ciudad habitada y maravillosa del cielo. El cordero en el centro del trono será su pastor, y los guiará a las fuentes del agua de la vida, y Dios enjugará toda lagrima de sus ojos.” Ese es el cielo, no es un desierto. No es estéril, es un lugar rico y maravilloso.

En Apocalipsis capítulo 22 tiene el río del agua de la vida, tiene arboles a ambos lados dando fruto, no hay maldición ahí. Y veremos su rostro, y su nombre estará sobre nuestras frentes. En el capítulo 21, él enjugará toda lagrima, no habrá más muerte, no habrá más lloro ni duelo, ni dolor, todo se acabará. Esa es la ciudad habitada hacia la que nos dirigimos. Y los redimidos del Señor son llamados a decir gracias. Perdidos en un desierto, hemos sido rescatados; y vamos en nuestro camino estrecho, derecho a esa ciudad habitada. Aunque no hemos llegado a la ciudad aun, el Rey quien está a cargo de esa ciudad ha enviado recursos a nosotros para ayudarnos en nuestro viaje, para enriquecernos en nuestro viaje, para que no nos falte nada.

La segunda ilustración es: encerrado en una cárcel. Perdido en un desierto y encerrado en una prisión, versículos 10 al 16. Si la palabra “inquieto” marca la primera ilustración, la palabra “miserable” marca ésta. Esto es miseria. El predicamento en los versículos 10 al 12, “Algunos moraban en tinieblas y sombra de muerte.” Aprisionados en aflicción, en hierros. Lo que usted tiene aquí es un calabozo esperando la ejecución inminente, está oscuro, están en la sombra misma de la muerte, lo cual significa que su ejecución se acerca. Están en cadenas, y la miseria y la inmundicia consecuente de esa condición es representada. Las personas en tiempos antiguos sabían bien cuáles eran los horrores que producía ese tipo de encarcelamiento. ¿Porque están ahí? Versículo 11, “Por cuanto fueron rebeldes a las palabras de Jehová y aborrecieron el consejo del Altísimo. Por eso quebrantó con el trabajo sus corazones. Cayeron y no hubo quién los ayudase. 

El predicamento podría hablar de Israel estando en Egipto, tropezaron, tuvieron que hacer ladrillos, tuvieron que hacer ladrillos sin paja, fue difícil, trabajo duro. Fue un tipo de oscuridad, definitivamente fue la sombra de la muerte. Inclusive en ángel de muerte vino.  Fueron prisioneros en una tierra extranjera, tuvieron un tipo miserable de existencia, como esclavos en Egipto. No obstante, recientemente también podría representar la experiencia babilónica. Ese también fue como un encarcelamiento sin esperanza de libertad. Estuvieron cautivos en ese calabozo de paganismo. No había de luz de día para ellos. Y estuvieron en trabajo duro, trabajando para existir como un pueblo en una tierra extranjera. Estuvieron esperando la muerte, existía la posibilidad de la extinción nacional, o la ejecución nacional.

Su situación de calamidad fue producida por su rebelión en contra de Dios, y claro, todos los profetas les habían dicho eso. Los profetas les habían advertido, “Van a hacia el cautiverio”. Isaías les dijo, Jeremías les dio, Ezequiel claro, fue en la primera deportación y reiteró la destrucción de Jerusalén, “Va a venir”, y la rebelión contra Dios fue el pecado de raíz que llevó a Israel a su encarcelamiento en Babilonia. Y la condición triste del encarcelamiento de Israel es presentado de manera inclusive más incisiva cuando usted piensa en lo que le pasó a su rey. El rey, de hecho, era de la tierra de Judá, pero decimos Israel, porque eso era lo único que había de la nación de Israel después de que el reino del Norte ya se había en el 722. Más de 100 años después lo único que queda de Israel es el reino del Sur, Judá.

Fueron llevados a la cautividad y junto con ellos su rey malo, quien también se había revelado contra el Señor. Como Isaías nos dice claramente, también se dice en 2 Reyes 25, su nombre era Sedequías. Y Sedequías fue llevado con el resto de los judíos a este cautiverio, y él se vuelve como una ilustración de su encarcelamiento. Lo que sucedió fue que se llevaron a Sedequías ahí, se llevaron a sus hijos ahí, y se llevaron a todos los nobles de su corte ahí. Después, ante los ojos de Sedequías, usted puede leer esto en 2 Reyes 25, Jeremías 39, y después ahí en Jeremías 52.

Ante los ojos de Sedequías masacraron a sus hijos. Y después mataron a todos los nobles de su tierra, frente a sus ojos. Inmediatamente después de que masacraron a todas esas personas frente a él, le sacaron los ojos. Esa iba a ser su tortura permanente, de que lo único que vio fue esta masacre de los nobles y de sus propios hijos. Y después se lo llevaron en cadenas. Él es una especie de microcosmos de la cautividad babilónica entera, de la nación desobediente de Israel, porque él era parte medular de su desobediencia, como un rey impío y malo. Habían escogido desobedecer a Dios. Él había escogido desobedecer a Dios, y entonces fueron llevados al calabozo de Babilonia.

Pero más allá de eso, está la ilustración de cualquier pecador que está en la miseria, del calabozo que él ha hecho, quien se ha revelado contra Dios, ha desobedecido la palabra de Dios, ha menospreciado la palabra de Dios, ha descubierto que la vida es difícil, se ha encontrado tropezando y cayendo, y no tiene ayuda, y está en la oscuridad, toda esa esclavitud, servicio y existencia de calabozo que experimenta el pecador a nivel espiritual, está encadenado a sus propias iniquidades. En cierta manera está sentado y revolcándose en su propia inmundicia, él está en la oscuridad sin la esperanza de luz, y la vida es muy, muy difícil.

Cuando él trabaja, simplemente es trabajo duro sin ayuda. Cualquier hombre que rechaza a Dios va a descubrir que así es la vida. E inclusive, aunque trate superar su miseria, en cierta manera al apretar sus dientes y determinar en la vida que va a hacer lo que puede y tratar de dominar su vida, y llenarla de experiencias que anestesien y en cierta manera quitan el dolor de su dificultad y fracaso, no puede hacerlo. No puede ser hecho. Adán y toda su posteridad se ha revelado contra Dios y su palabra, la raza entera está encarcelada en el calabozo de la oscuridad, sentada en su propia inmundicia. La vida es dura, la vida está llena de insatisfacción, todas las promesas y compromisos de Satanás únicamente son mentiras y solo afligen al pecador con más crueldad y dolor. El alma de los pecadores entonces, está confinada a la prisión de la iniquidad, la culpabilidad y la insatisfacción, atado por cadenas que son demasiado fuertes como para ser quebrantadas, y viviendo en la oscuridad total, los pecadores están confinados entonces a la miseria profunda de su propia lujuria, y su propia pasión la cual se vuelve como tantos atormentadores que están atormentándoles aun más.

Y lo único que pueden esperar es su propia ejecución, en esa condición llegamos al versículo 13, a la petición, y aquí es adonde todos tuvimos que llegar. “Luego que clamaron a Jehová en su angustia.” Alguien podría decir, “Bueno, probablemente es un clamor sin esperanza, ¿Si has vivido así, si has sido un rebelde contra Dios, si has estado perdido en el desierto de pecado, de que sirve clamar a Dios? Pero Israel clamó a Dios por liberación y vino. Y regresaron y reconstruyeron su tierra. Y cuando el pecador encarcelado es humillado así, y reconoce de esta manera su propia inmundicia, que él le ruega a Dios que lo libre porque no hay ningún otro lugar adonde acudir, entonces viene el número tres, el perdón, versículo 13 de nuevo.

“Los libró de sus aflicciones, los sacó de las tinieblas, y de la sombra de muerte, y rompió sus prisiones. Esto es gracia, esto es gracia absoluta, pura. No hay nada que se ganó aquí, no hay nada ofrecido aquí fuera de una vida miserable. Esto es gracia de la manera más vívida. Esto es misericordia lo cual es gracia. Las cadenas del pecador, como las de Pedro, se cayeron ante la palabra del redentor y él es llevado a la luz, no debido a algo que él ha hecho sino a pesar de todo lo que él ha hecho.

Carlos Wesley dijo, “Él rompe el poder del pecado cancelado, y libera al prisionero”. De pronto, y de manera instantánea él es liberado. Isaías vio esto, Isaías 42, Isaías capítulo 42, es Jehová, el Dios que creó los cielos y los extendió, el que extendió la tierra y su descendencia, el que le da aliento a los que caminan sobre ella, y espíritu a los que andan sobre ella, Yo soy Jehová. Te he llamado en justicia, y también te llevaré de la mano, y te cuidaré. Te designaré como pacto al pueblo, luz a las naciones”, versículo 7, Isaías 42, “para abrir los ojos de los ciegos, para sacar a los prisioneros del calabozo, y aquellos que viven en la oscuridad de la prisión.” Dios se deleita en liberar a las personas en los calabozos.

Isaías 45:1, “Es Dios quien abre puertas,” versículo 2, “es Dios quién va adelante y suaviza los lugares difíciles. Es Dios quien rompe las puertas de bronce y rompe las barras de hierro.” A Dios le encanta liberar a pecadores de sus prisiones. Y lo hace de manera repentina, e instantánea, simplemente porque ellos lo piden. ¿Qué le dice usted a un pecador quien está en este punto? Clama a Dios, y pide redención. Pide que perdone tu pecado. Jesús dijo, “El que a mí viene, en ningún modo le hecho fuera.” El oye el clamor del pecador desesperado.

Eso nos lleva al cuarto punto, en la segunda ilustración, y significa que dicha liberación traer una obligación, la obligación es la alabanza, versículos 15 y 16, “Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres, porque quebrantó las puertas de bronce y desmenuzó los cerrojos de hierro.” La única respuesta apropiada a la gracia, a la redención de gracia, es gratitud.

La tercera ilustración. Perdido en un desierto, encerrado en una prisión, en tercer lugar, muriendo en una enfermedad, muriendo en una enfermedad, versículos 17 al 22. Otro retrato de una condición de perdida. Es el retrato de una persona que está enferma y deprimida. El predicamento, versículos 17 y 18, fueron afligidos los insensatos a causa del camino de su rebelión. De nuevo, siempre hay culpabilidad, hay una razón por la que la gente está en esta condición, es porque se rebelan en contra de Dios. “Fueron afligidos, insensatos, a causa del camino de su rebelión, y a causa de sus maldades.” Esa es la consecuencia del pecado. Fueron afligidos a este grado, aquí está la severidad, su alma abominó todo alimento, y llegaron hasta la puerta de la muerte.

He estado en el lecho de la muerte de varias personas, recientemente, que han muerto de cáncer, y una de las características de estar cerca de la muerte es el despreciar cualquier alimento. Comienzan a no tener apetito y quizás por días y ciertamente por horas, y algunas veces inclusive semanas, se rehúsan a comer. Esta es la severidad de su enfermedad, la enfermedad severa, cercana a la muerte resulta en una pérdida del apetito, y eso es lo que él está retratando aquí. El predicamento es que Israel es como una persona enferma con una enfermedad fatal, en su cautividad babilónica y la redención será como una especie de curación, pero han perdido toda esperanza, han perdido todo apetito, no quieren comer, ni siquiera quieren el alimento mismo que le daría vida y los sustentaría.

La enfermedad entonces es retratada como algo tan severo, que hay una pérdida de apetito y están cerca de la muerte. Israel en Babilonia fue así, muriendo en enfermedad, casi cerca de la extinción, cerca de dejar de existir, sin apetito en absoluto por las cosas piadosas mismas en las que algunas maneras podían haberlos rescatados. Nos recuerda a Números 21, usted lo puede leer, versículos 4 al 9, la historia de la serpiente. Moisés haciendo una serpiente de bronce, y las personas que estaban enfermas podían ver la serpiente y ser curadas. Claro, es un retrato de Jesucristo. Éste es el mismo tipo de enfermedad desesperada que habían experimentado ahí atrás en Números 21.

El retrato también tiene claro una aplicación más allá de Israel. Los pecadores están enfermos, y los pecadores tienen una enfermedad mortal incurable. Y algunos de ellos han perdido todo interés en lo que es verdadero en lo que es correcto, en lo que es bueno, lo que podría ser el alimento para sustentar su vida. No tienen esperanza, y están al borde de la muerte. Hay una perdida consecuente de apetito por la vida, por cualquier otra cosa, hay una depresión consecuente, probablemente la razón por la que tantas personas cometen suicidio, están carentes de algún aprecio de algo, la vida se vuelve algo raro. Usted lo ve en la cultura de la juventud en la actualidad, en tantas de estas personas que se matan a sí mismas, como este hombre esta semana, éste músico de rock que se ahorcó. Están tan deprimidos, son tan neuróticos, están tan insatisfechos, tan incapaces de enfrentar la vida con sus ansiedades y su culpabilidad que simplemente no hay paz para el impío, Isaías 48:22, y odian el único alimento que puede salvarlos. Y una vez que han denunciado a toda la gente, a gente que les ayuda, a todos los médicos, y todos los psiquiatras y todos los psicólogos, no tienen esperanza.

Entonces, los pecadores son como personas perdidas, sin reposo y sin dirección. Son como prisioneros encadenados, encerrados en calabozos esperando la muerte. Son como neuróticos deprimidos que no pueden enfrentar la vida, y en cada caso la muerte es inminente. Pero algunos pecadores, en medio de los horrores de esta enfermedad hacen una petición, versículo 19, “Pero clamaron a Jehová en su angustia.” Recuerde, eran rebeldes, eran inicuos, eran insensatos, y ahora están en una condición desesperada, y clamaron al Señor en su aflicción.

Alguien podría decir, “Eso no es justo.” Tiene razón, eso no es justo, eso es gracia. Eso es gracia. Clamaron. Y el tercer punto, vino el perdón, versículo 19: “Y los libró de sus aflicciones.” Lo dice en cada ocasión, no da ningún requisito simplemente dice que los libró de sus aflicciones. Él los salvó de sus aflicciones. ¿Por qué? porque ellos, ¿qué? pidieron. ¿Entiende usted eso? Eso es gracia, porque pidieron, no porque hicieron algo más. Simplemente pidieron. Clamaron en desesperación. Y cuando el pecador se da cuenta de que está perdido y muriéndose de hambre, y cuando el pecador se da cuenta de que está encadenado en un calabozo, y condenado a la ejecución.

Y cuando el pecador se da cuenta de que tiene una enfermedad fatal para la cual no hay cura, ese nivel de desesperación produce la petición que trae el perdón. Pecadores enfermos con su culpabilidad, enfermos con su ansiedad, sin reposo, reprimidos y afligidos, sin apetito por el alimento divino, sin inclinación alguna inclusive hacia la virtud, con nauseas hacia la Escritura, con nauseas hacia el pan de vida, todavía pueden clamar al gran Médico, el Restaurador y al Redentor que va a venir a ellos y va a intervenir con curación plena. Todos estos pecadores están enfermos, pero fueron curados por gracia. Y eso lleva al punto 4, la obligación, versículo 21, “Alaben la misericordia de Jehová y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Ofrezcan sacrificio de alabanza y publiquen sus obras con júbilo.”

Eso es lo que hacemos cuando nos congregamos para adorar, entiende usted eso. Algunas personas no entienden lo que es la iglesia. Es un grupo de pecadores redimidos que se congregan para agradecerle a Dios por su redención. Eso es lo que somos, eso es lo que hacemos para alabarlo, para ofrecer sacrificios de gratitud, para anunciar sus obras con cantos gozosos, sus maravillas para con los hijos de los hombres.

Entonces, la alabanza es la respuesta correcta a la bondad de Dios. Perdidos en un desierto, encerrados en una prisión, muriendo en una enfermedad, esos somos nosotros, y finalmente la vida amenazada en una tormenta. No solo éramos como personas perdidas en una caravana, y prisioneros en un calabozo, y personas enfermas en el lecho de la muerte, sino que éramos como marineros en medio de una tormenta mortal. Sin reposo, sí; miserables, sí; enfermos, sí; y aquí, aterrados, llenos de temor. Esta última ilustración retrata los terrores de los pecadores conforme realmente entienden su condición. Algunos simplemente se ahogan, pero algunos pecadores entienden su condición, por la misericordia de Dios son llevados a entenderla.

Observe su predicamento en los versículos 23 al 27, “Los que descienden al mar en naves y hacen negocios en las muchas aguas, ellos han visto las obras de Jehová, y sus maravillas en las profundidades, hablando del océano. La gente que conduce sus negocios en el mar, que viajan todo el tiempo en el tipo de navegaciones en el mundo antiguo que eran tan frágiles, conducían sus negocios en grandes aguas, en profundidades, saben cómo es, versículo 24, “Ellos han visto las obras de Jehová”, versículo 25, “Porque habló he hizo levantar un viento tempestuoso, que encrespa sus ondas.” Ellos sabían lo que era estar en un viento de tormenta el cual levantaba las olas del mar. Suben a los cielos, descienden a los abismos, sus almas se derriten con el mal, tiemblan y titubean como ebrios y toda su ciencia es inútil.

Eso simplemente significa que no tenían a dónde ir. No había solución, estaban al fin de cualquier respuesta sabia. Toda su sabiduría literalmente fue tragada. Esto necesita muy pocos comentarios. Esta es una situación en dónde un barco está en una tormenta. La cautividad de Israel era como una tormenta en el mar, como la experiencia de Jonás con los marineros que se dirigía hacia Tarsis. No hay nada que entiendo a partir de mi lectura aquí, nada más aterrador que estar en un barco que se está hundiendo, estar en un avión que se dirige hacia el suelo, que está a punto de chocar. No es tan aterrador.

El tiempo claro es muy breve, los mecanismos de defensa que están incorporados en usted, llamados shock, entiendo en cierta manera entran en ese estado porque es una muerte tan inminente, inmediata. Pero la gente que habla de este tipo de cosas, el temor de la muerte, dicen que el tipo de muerte más aterradora es la muerte en una tormenta, con la posibilidad inminente de ahogarse, y todo el tiempo imaginando como será esa consecuencia, porque usted podría estar en esa tormenta por días o inclusive semanas, como leemos en Hechos 27, que fue la experiencia del apóstol Pablo. Es un trauma tan severo, que dice que causó que sus almas se derritieran. Literalmente, el terror se apoderó de sus corazones. Sin muelle, sin rescates, sin esperanza, simplemente golpes imparables en una tormenta aterradora.

Y ciertamente la cautividad babilónica parecía como una tormenta sin descanso, que arrasó con la nación y amenazó con ahogarlos a todos. Ciertamente para el pecador, todo pecador viviendo separado de Dios, está en un mar de terror, sin esperanza, inmerso en una tormenta. El mundo de hecho es un mar para los pecadores, y es un mar agitado. Las tentaciones, las tristezas y los sufrimientos son sus olas, y el príncipe de la potestad del aire es su viento de tormenta. El cielo es el único muelle seguro, pero no puede ser alcanzado por todos los esfuerzos del marinero. La violencia de la vida, la incertidumbre, de la cual es retratada como las olas que se levantan hasta los cielos, y se hunden hasta las profundidades, el levantamiento y caída tremendos, y éste pequeño barco que es llevado a las alturas, y después se hunde en las profundidades. Las sacudidas de la vida, la elevaciones y depresiones de la mente, la muerte inminente puede producir terror en el pecador.

El pecador puede responder con esa petición, obsérvela en el versículo 28, “Cuando han llegado al fin de su capacidad, cuando toda la sabiduría ha sido tragada y no hay adonde acudir, entonces claman a Jehová en su angustia.” Ahí está de nuevo, no hay rescate que sea posible en términos humanos, “y clamaron al Señor.” Y aquí viene la gracia de nuevo, “Y los libra de sus aflicciones.” Simplemente esa realidad así de repentino, instantánea, inmediato, los sacó. Cambia la tempestad en sosiego, y se apaciguan sus ondas, luego se alegran porque se apaciguaron, y así los guía al puerto que deseaba. Eso retrata el rescate. La gente en la caravana encontró la ciudad, la gente en la prisión, fueron liberados. Los que estaban enfermos fueron curados. La gente en la tormenta, fueron llevados de manera segura, sacados de manera total, de la tormenta hasta llegar a un refugio.

De las vidas sin reposo, miserables, enfermas, llenas de temor que se dirigen a ningún lugar, sin recursos, sin esperanza, sin dirección, vagando hacia la muerte y el infierno, Dios vino. Le invocamos, Él nos rescató, nos restauró, nos redimió, nos guio a una ciudad, a una ciudad celestial. Nos sacó de la prisión a la libertad, de la enfermedad mortal a la salud eterna, del terror a la seguridad, en el muelle de su propia gloria. Y de nuevo, ¿cuál es nuestra obligación? Obsérvela, el último punto, alabanza de nuevo, versículo 31, “Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres.”

La misma respuesta. Somos llamados a la gratitud en este Salmo increíble porque somos estas personas. Somos estas personas. Somos los que estamos perdidos, somos los prisioneros, somos los enfermos, somos los marineros. Hemos sido rescatados, y la única respuesta apropiada es, expresar gratitud. Y el versículo 32 dice esto, “Exáltenlo”, aquí está el resumen, “en la congregación del pueblo, y en la reunión de ancianos lo alaben.” El asiento de los ancianos era el lugar en dónde los ancianos enseñaban. La congregación se congregaba. Lo que está diciendo es hagan eso, cuando se congreguen. Eso es lo que debemos estar haciendo. Nos congregamos hoy y cantamos, “ahora te agradecemos nuestro Dios, con corazón y alma y voces”, ¿verdad? Eso es lo que hacemos, eso es adoración. Eso es adoración.

Este es un llamado a una gratitud incesante, por la gracia de nuestra salvación. Usted ve la desesperación de los pecadores y no tenemos nada que presentar, y lo único que hacemos es clamar y Dios nos libera. ¿Cómo lo puede hacer Él? Él lo puede hacer debido al sacrificio de Jesucristo, quien pagó por los pecados de los pecadores. Y debido a que Él tomó su lugar, y murió su muerte y pagó por sus pecados, Dios le puede dar su perdón y su liberación. Para aquellos de nosotros que hemos recibido esa liberación, éste es un llamado a la gratitud. Pero hay algunos de ustedes que no la han recibido, todavía están perdidos en el desierto, hambrientos y sedientos, y pereciendo. Todavía están en la oscuridad del calabozo, esperando la ejecución, todavía están en su lecho de muerte con una enfermedad fatal, todavía están en una tormenta que amenaza la vida, que los va a ahogar.

Pero tengo buenas noticias para usted, aquí hay una invitación por parte del profeta Isaías, que es una buena manera de terminar nuestro mensaje. Isaías 55:6-7, “Buscad a Jehová, mientras pueda ser hallado. Clamad a Él mientras esté cercano.” Antes de que sea demasiado tarde, antes de que haya terminado usted bajo las olas por última vez, antes de que usted haya perdido su camino por última vez, y no tenga nada conque sustentar su vida, antes de que exhale su ultimo respiro, antes de que sea llevado al ejecutor, invoque al Señor mientras que Él pueda ser hallado, mientras que Él esté cercano. “Deje el impío su camino”, el camino por el que va, “y el hombre inicuo sus pensamientos”. La manera en la que usted ha ordenado su propia vida, “y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”.

Esa es una de las grandes invitaciones de la Escritura. La mayoría de nosotros hemos hecho eso, hemos venido a Dios, y el perdonó todo nuestro pecado debido a lo que Cristo ha hecho por nosotros. Entonces, le digo, que los redimidos del Señor den gracias. Y para aquellos que no son redimidos, invoquen al Señor y sean rescatados y acompáñenos, quienes le agradecemos por su redención.

Oremos juntos. Padre, éste es un testimonio tan rico, tan conmovedor de tu gracia, es tan sorprendente. La simplicidad con la que el salmista expresa que Tú los salvaste de todas sus aflicciones simplemente porque pidieron, y así es todavía. Si un pecador viene, deja su pecado, su camino, sus propios pensamientos y te pide que lo salves de su pecado y su consecuencia, Tú lo harás. Jesús vino para salvar, y salvar a pecadores, para buscar y salvar lo que se había perdido.

Padre, oramos porque pecadores aquí que no han clamado a Ti, vean la desesperación de su condición. Y mientras que Tú todavía estás cercano, mientras que Tú todavía puedes ser hallado, clamen a Ti, por liberación, perdón y salvación. Te damos gracias oh Dios, con todo nuestro ser por Tu gran redención. Gracias sean dadas a Dios. Gracias sean dadas a Dios. Podemos decir eso en todo momento, consciente, y nunca llenar la gratitud que deberías recibir. Señor, no es sorprendente que Tú nos has dicho, “Dar gracias en todo.” ¡Cómo fallamos al no estar agradecidos, cuando tenemos una redención tan grande y tan inmerecida!

Bendecimos Tu nombre, con gratitud. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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