Quiero compartir algunos aspectos muy prácticos de mi vida a manera de tornar en fáciles las decisiones difíciles. Voy a agrupar aspectos prácticos de la Palabra de Dios, pero antes de hacerlo les propongo una pequeña introducción.
La Biblia es bien explícita en lo referente al pecado. No hay razón para cuestionar lo que Dios prohíbe. Podemos recorrer el Decálogo, los Diez Mandamientos, donde Dios presenta aquello que Él no permite. Hay otras cosas que Dios nos manda a hacer y a no hacer. Nosotros no estamos en oscuridad acerca del pecado. Los mandamientos expresamente explicados en las Escrituras son muy claros. Sabemos lo que es malo. Sabemos lo que es bueno con relación a muchas cosas, porque Dios nos ha dado una palabra muy clara. Entonces, no trataré de hablar acerca de lo que está en la Escritura explícitamente como bueno y explícitamente como malo, más bien quiero hablar sobre lo que cae en el centro de ambos extremos, porque estos son los temas que realmente plantean los problemas difíciles cuando enfrentamos la toma de decisiones.
Si alguien les propusiera la posibilidad de mentir, estafar, robar, matar, cometer adulterio o codiciar es obvio que no es aceptable. Si alguien le propone leer la Biblia, orar, testificar o predicar al Señor Jesucristo y Su Palabra a alguno que necesita escucharla, obviamente esto es bien aceptado. ¿Pero qué hay de esos temas de los cuáles la Biblia no habla explícitamente que no se consideran claramente como buenos o malos? Es una categoría larga. Por ejemplo, algunas personas dicen que hay ciertos alimentos que debemos comer y ciertos alimentos que no debemos comer. Hay algunos hoy día que quieren atar a los creyentes a una ley dietética veterotestamentaria. Ellos afirman que la espiritualidad verdadera es primordial para lo que usted come. Ellos dirían que si usted come carne de cerdo o cualquier otra cosa que no está autorizada por la ley del Antiguo Testamento, usted comete pecado. Otras personas afirman que los cristianos pueden tomar ciertas bebidas y otras no. Si toma de las bebidas prohibidas, es pecaminoso; pero otras bebidas no lo son. Las Escrituras abordan estos temas muy ampliamente, pero no proveen una prohibición específica acerca de qué debemos o no debemos tomar. Algunas personas piensan que el deporte es pecaminoso. Algunos de ustedes no consideran que es pecado, lo consideran un dios. Lo
reverencian y veneran...cada vez que pueden. Algunos piensan que la televisión es pecado. Si tienes un televisor, tú no eres espiritual. Bueno, es cierto que algunas personas que ven televisión están como zombis ¡clavan los ojos en el televisor! No importa qué pasa, aun un patrón de prueba despierta sus fantasías y estarían mirándolo hasta que se gasten los fusibles. Hay algunos que creen que si usted va a un cine ha cometido pecado. Si usted entra a un teatro está participando en la inmoralidad. Está aportando dinero a la impía industria cinematográfica. Otros afirman que el cine es sólo una diversión. Es entretenido y relajante; usted puede ver la belleza en la visión del cineasta. Muchos creen que si usted el domingo hace algo diferente de ir a la iglesia o leer la Biblia, ha caído en pecado.
Pero no es así. Cuando yo era un chico joven creciendo en la costa este de Filadelfia, los domingos no me permitían hacer nada que se pareciera siquiera a la recreación. Llegábamos a casa vestidos con nuestros pequeños trajes Lord Fauntleroy, con cuellos duros pequeños y corbatas pequeñas y nos sentábamos en el sofá todo el día. Usted no podía leer historietas, no podía leer la página deportiva, no podía ver televisión, no podía salir al patio y jugar a las atrapadas, no podía dar un paseo. Era algo triste para nosotros. El único pecado que podíamos cometer, y podíamos cometerlo todo lo que quisiéramos, era el pecado de la gula. Podíamos darnos una panzada los domingos. La mayoría de las mujeres pasaba toda la mañana cocinando estas comidas tremendas por las que pecábamos toda la tarde pero que luego no podíamos rebajar. Teníamos que aguantar las consecuencias de nuestro pecado. Pero ese pecado era tolerable. En muchos círculos evangélicos hoy día, todavía lo es.
Recuerdo que cuando era pequeño me permitían jugar cartas, siempre y cuando las cartas no tuvieran impresos el comodín, las espadas, el trébol y el diamante. Si tenían cualquier otra cosa menos esos símbolos no había problema, pero si alguno de esos símbolos estaba en ellas, eran pecaminosas. Ninguna persona digna tomaría alguna vez una carta y vería alguno de aquellos símbolos en ellas, sin dejarlas inmediatamente por miedo a cometer pecado. Entonces podía jugar al «Pit» y gritar, vociferar y lanzar cosas; todo eso estaba bien, menos mirar lo que estaba en las cartas. Además de las cartas, algunos creen que ciertos juegos son pecaminosos. Juegos como el «Monopolio» enseñan el materialismo. Debió haber existido un juego llamado «Humildad y Pobreza» para aquellos que realmente querían aplicar la espiritualidad a su vida recreativa. Muchas personas creen que es pecaminoso poner pitillos de tabaco en su boca, prenderles fuego y echar humo a través de su nariz. En el sur donde se cultiva el tabaco, es común ver a diáconos de las iglesias fumando. Por supuesto, no estoy hablando de los daños a la salud inherentes al tabaco, sino que no está prohibido en las Escrituras. Otros dicen que si su cabello está muy largo es pecado. Si está muy corto, no es pecado, a menos que este realmente muy corto, porque podría aparentar que es homosexual. Así que usted necesita encontrar un punto intermedio en el que no esté pecando con ninguno de estos dos largos. Hay personas que consideran que algunos estilos de ropa son básicamente el reflejo de una sociedad pecaminosa. Yo no entiendo las modas de hoy. Personalmente creo que Dios es simétrico. A Él le gusta el balance. Veo ropas hoy día que no siguen la simetría. Pero esa es mi opinión, como que me gusta tener un bolsillo en ambos lados de mi camisa ¿qué puedo decir? Algunas personas sienten que ciertos estilos de música son pecaminosos. La música rock es pecaminosa y yo incluso puedo estar de acuerdo con eso. Para muchos, la música country y la música occidental son definitivamente sagradas. Ellos no deben estar escuchando las letras. Algunos no tienen problemas con que chicos y chicas naden juntos. Hay algunos, muchos del sur, que creen que es pecado. Ellos lo llaman «baño mixto» y está prohibido.
Hay muchos temas como estos que sólo he mencionado acerca de los cuales Escritura no dice nada en particular. Esto quiere decir que nosotros tenemos que tomar algunas decisiones. La manera más fácil es confeccionar una lista de reglas. Eso es muy sencillo. Nosotros decidiremos. Formaremos un comité y diremos ‘esto está mal, esto está mal, esto está bien’. Viviremos siguiendo esas reglas. Y si las obedece, usted es espiritual. Si usted no guarda las reglas, usted es de la carne. Esta es la solución fácil.
Como cristianos, necesitamos conocer cómo tomar decisiones sobre este tipo de asuntos. Nos enfrentamos a estos dilemas cada día de nuestras vidas. ¿Cómo debemos decidir? Yo les voy a proveer de unos cuántos principios. Los principios que uso en mi propia vida. Me senté un día y los escribí, son el producto de mi experiencia propia. Esto es lo que me pregunto a mí mismo periódicamente siempre que tengo que tomar una decisión que no aparece en blanco o negro en la Escritura. Mientras más pronto aprenda a aplicar estos principios, más disfrutará su experiencia espiritual y comprenderá lo que es ser libre en Cristo y a la vez, sometido a Su propósito perfecto.
Veamos el primero: conveniencia. Conveniencia. ¿Esto será espiritualmente provechoso? En 1 Corintios 6:12 dice: «Todas las cosas me son lícitas». Permítanme hacer la distinción diciendo esto: todo lo que no es ilícito es lícito. Hay algunos temas en la Escritura de los que ya se dice que son ilícitos o lícitos. Él no está hablando de estos. Se refiere a que todas las cosas que no son ilícitas son lícitas. Todas las cosas en ese terreno neutro, que no incluyen el área moral, son lícitas para mí. El verso 12 continúa: «mas no todas convienen». El término griego para «convienen» significa «para mi ventaja». Si determinadas conductas no son para mi ventaja espiritual, ellas no me convienen. Yo me hago a mí mismo la pregunta que Pablo presenta justo aquí: ¿El hacer estas cosas, reforzará mi vida espiritual? ¿Fomentará la santidad? Esa es una pregunta justa. Esa es una pregunta fundamental. ¿Será provechoso para mí? ¿Será bueno para mí?
Hay muchas cosas que usted hace que no son malas. Por ejemplo: dormir no es malo; dormir es bueno. Yo trato de hacerlo de vez en cuando y me gustaría hacerlo más de lo que puedo. No hay nada malo en dormir; no hay nada malo en dormir hasta tarde. ¿Alguna vez esperó con ansias una mañana en la que pudiera dormir hasta tarde? Seguro que lo hizo. A veces podría ser la mañana del domingo y el Señor podría castigarlo por ello. Todos nosotros buscamos esos momentos en los cuales queremos quedarnos durmiendo hasta más tarde. Pero ese asunto bueno de quedarse en la cama y obtener fuerza física, si se hace con mucha frecuencia, no será de su provecho espiritual, porque cultivará la pereza. El hecho de quedarse durmiendo hasta más tarde en la cama no es malo; pero crea un hábito de letargo. Entonces, si lo hace en exceso, no es para su beneficio.
En la vida, muchos temas son similares. Cualquiera que sea, usted necesita preguntarse a sí mismo ¿esto será de beneficio espiritual? ¿Será para mi provecho? ¿Fomentará la santidad? Usted no desea analizar su vida con una actitud de «lo puedo hacer y me saldré con la mía». Usted desea la perspectiva de vida que pregunta: «¿Puedo hacer esto e incrementar mi santidad?» ¿Será esto espiritualmente provechoso? Llamemos a este principio conveniencia. ¿Es conveniente para mi beneficio espiritual?
Veamos otro principio: edificación. Edificación: ¿Esto me edificará? El primer principio analiza el tema por separado: ¿esto será conveniente para mi espiritualidad? La segunda pregunta es: ¿esto me pondrá en el camino a una mayor madurez espiritual? En 1 Corintios 10:23 dice: «Todo me es lícito, pero no todo conviene». Este es el mismo pensamiento que el anterior: todo lo que no es ilícito es lícito. Todas las cosas que no son malas en sí mismas son lícitas para mí. Entonces, Pablo dice: «todo me es lícito, pero no todo edifica» (v. 23).
Por tanto, me pregunto a mí mismo: ¿Esto me edificará? La palabra griega traducida como «edifica» es oikodoméō, que significa «construir una casa». ¿Hacer esto añadirá a mi vida aquello que incrementará mi estabilidad espiritual, fuerza y madurez? En 1 Corintios 14:26 dice: «Hágase todo para edificación». Pablo dice en 2 Corintios 12:19: «Delante de Dios en Cristo hablamos; y todo, muy amados, para vuestra edificación». En 1 Corintios 9 Pablo dice: «¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene… golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre» (vv. 24-25, 27). El idioma griego que Pablo utiliza indica que él mantendrá su cuerpo subyugado, que golpeará su cuerpo duramente y a sí mismo se hará un moretón en un ojo (si así lo prefiere) con el propósito de mantener su cuerpo bajo control de manera que todo lo hecho sea para la edificación propia.
Francamente, muchos de nosotros somos esclavos de los deseos de nuestro cuerpo. Básicamente respondemos a cualquier impulso físico que hay en él. En cuestión de control propio y autodisciplina hay varios elementos clave. Para ser una persona autodisciplinada usted tiene que ejercitarse a sí mismo en la disciplina. Yo utilizo un montón de ideas pequeñas y prácticas para ayudar. Entre otras cosas, siempre hago las tareas más difíciles primero. Esto le ayuda a aprender la autodisciplina. Otra idea que siempre me ayuda es ser siempre puntual. Para hacer esto, usted tiene que ordenar los diferentes elementos de su vida de manera que pueda estar en el sitio correcto en el momento correcto. Eso es el control e indica que usted puede tirar diversas piezas juntas e ingeniárselas. Otra idea que me ayuda es aprender a decir no cuando usted tiene todo el derecho a decir sí. Cuando usted tiene todo el derecho de salir a comer fuera, de disfrutar una suculenta comida y finalizar con un rico postre helado y sencillamente dice ‘no’ para informar a su cuerpo que usted aún está en control. Cultive el autocontrol. Cuando usted controla sus deseos con su mente espiritual, usted ejercita los músculos correctos al entrenarse usted mismo para la santidad.
Entonces, me pregunto a mí mismo ¿si hago esto, servirá para mi edificación? ¿Me fortalecerá? ¿Me moverá en semejanza a Cristo y a una mayor madurez espiritual? Llamemos a este el principio de la edificación. Por tanto primero vimos el principio de la conveniencia y ahora el de la edificación.
Veamos otro principio: exceso. Exceso: ¿Esto me atrasará en la carrera? Si estoy corriendo para ganar el premio, entonces tengo que preguntarme a mí mismo: ¿Este acto me atrasará? Hebreos12:1 dice que estamos en la carrera de la fe. Hebreos11 describe una gran cantidad de personas que vivieron por fe y son testimonio vivo de la validez de vivir por fe. Ellos son la nube de testigos que nos insta a vivir por fe (12:1). Cada uno se presenta de esta manera: «Por la fe Abel», «Por la fe Enoc», «Por la fe Noé», «Por la fe Abraham», «Por la fe la misma Sara», «Por la fe Jacob», y así continua con Isaac, José y Moisés (11:4, 5, 7, 8, 11, 20, 21, 22, 23). El capítulo continua diciendo «Por la fe cayeron los muros de Jericó», «Por la fe Rahab la ramera», seguido por Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas (vv. 30-32). Todos estos hombres y mujeres vivieron por fe.
Con tantas personas testificando de la importancia de la vida de fe, nosotros también tenemos que vivir por fe, para correr la carrera de la fe. Para hacerlo exitosamente: «despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios» (12:1-2). Lo que quiero que noten es: «despojémonos de todo peso y del pecado».
Entonces ¿a qué conclusión llega a partir de esto? El peso es diferente del pecado. Tenemos que dejar atrás el pecado y tenemos que dejas atrás el peso. ¿Cuál es la diferencia? Participar en esta carrera (gr. agōn, de la que tenemos la palabra «agonía»), esto demanda; la vida dura de fe requiere determinación, perseverancia y autodisciplina. Para hacerlo así, debemos dejar a un lado todo peso y también el pecado.
La pregunta es: ¿A qué se refiere «todo peso», toda carga? La palabra griega es onkos significa sencillamente «bulto». No es el pecado; son sencillamente bultos inútiles, cosas que nos agobian, nos distraen de nuestras prioridades, captan nuestra atención, absorben nuestra energía y hacen decaer nuestro entusiasmo por las cosas de Dios. Por ejemplo, utilicemos a un atleta que va a competir en los cien metros planos en un evento de categoría mundial. Déjeme decirle que antes de correr en la carrera de cien metros, él salió y se emborrachó y cometió pecado de disipación y entonces, trató de correr. Él estaría corriendo sin rechazar su pecado. Él pecó contra su propio cuerpo y acabó sus fuerzas. Ahora, vamos a asumir que él entrenó perfectamente, hizo todo lo que se suponía que debía hacer durante la preparación, estaba en su óptima forma física, en su entrenamiento todo estaba como debía, su vida moral estaba limpia, él no disipó su cuerpo, sin embargo, decidió competir en botas de combate y con un abrigo de lana. Esto no sería pecaminoso, pero sí sería bastante estúpido. Esto sería un bulto innecesario.
Permítame explicarlo de manera más simple. ¿Es pecaminoso salir con su esposa la noche del sábado, cenar tarde, comer una deliciosa comida abundante y luego pasear y sentarse en la playa frente a la luna y decirle a su esposa lo mucho que la ama y regresar a casa a la dos de la madrugada? ¿Es pecaminoso? No. Esposas, algunas de ustedes están diciendo: «Desearía que mi esposo hiciera eso». Déjeme añadir otra faceta. Usted tiene una reunión de oración a las 8 en la mañana del domingo y usted tiene que enseñar la Palabra de Dios a las 8.30. Su cena no fue una actividad pecaminosa, pero hay unos cuántos bultos innecesarios que impactarán lo que usted puede hacer la mañana próxima.
Hay algunas cosas en nuestras vidas que nosotros restringimos simplemente porque ellas nos atrasan en la carrera. Es por esto que para mí la noche del sábado es un tiempo sagrado. Es un tiempo de «hacer nada». Puedo recordar cuando mis hijos jugaban fútbol. Recuerdo los juegos de fútbol en la noche del sábado. Yo iba y me involucraba en el tema. De hecho, lo hago de todos modos, considerando que jugué mucho y me encanta el juego. Así que uno ve jugar a su hijo y las emociones están al rojo vivo. Y uno regresa al hogar y continúa jugando el partido una y otra vez en la mente. Especialmente si su hijo se ha lesionado y se ha roto una pierna y está en el hospital, como le sucedió a Mark en una ocasión. Su fémur se rompió en la placa de crecimiento. Así que ahí estábamos con la familia en el hospital durante la mitad de la noche y yo tenía que levantarme al día siguiente y predicar la Palabra de Dios y demás. Uno deja que sus emociones y sus pensamientos se encaucen en el canal equivocado. Por supuesto que no es pecado ver a su hijo jugar fútbol, a menos que usted piense que el fútbol es un pecado. Pero el punto es que usted no quiere añadir a su vida bultos innecesarios. No necesita cargarse a sí mismo con estas cosas, usted quiere deshacerse de ellas. Hay bastantes tipos de bultos: el legalismo, el ceremonialismo y la pérdida inútil de tiempo que absorbe su energía y desordena sus prioridades. Entonces necesita hacerse una pregunta simple: ¿esto me atrasará en la carrera espiritual? Cualquier cosa que afecte mi efectividad en el servicio a Cristo, no lo haré. Llamemos a este el principio del exceso.
Veamos otro principio: esclavitud. Esclavitud: ¿Esto me pondrá en esclavitud? En 1 Corintios 6:12 dice: «Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen. Todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna». En otras palabras, no me someteré al poder de ninguna, no permitiré que nada me domine. No debemos permitir nunca que un aspecto no moral nos domine. Especialmente cuando consideramos lo que dice el Salmo 8: «¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria…? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de Tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas y bueyes, todo ello, Y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar» (vv. 4-8). Sin embargo, ¿no es asombroso cómo el hombre cede su soberanía a cosas pequeñas? ¿Cuántos hombres se han convertido en herramientas completas porque no pueden controlar el producto de su viña? ¿Cuántos terminan muertos porque no pueden hacerle frente al tabaco? ¿Cuántos dejan que un televisor, lo cual no es más que un puñado de cables conectados a una caja que el hombre -el rey de la tierra- inventó, dirija sus vidas totalmente? Entonces, de pronto la televisión es un monarca, es soberana y el hombre no es nada más que un esclavo de ella. Las drogas, descubiertas por el hombre para el beneficio de aquellos que las necesitan, se han convertido en las dueñas de muchos hombres y mujeres.
Hay muchas cosas que vienen de la creación que pueden esclavizarnos, las cuales Dios diseñó para que nosotros las gobernáramos. Entonces me pregunto: ¿me pone esto a mí en esclavitud? Recuerdo particularmente a un predicador que ejercía como evangelista, quien finalmente tuvo que dejar el evangelismo porque estaba tan involucrado en perder dinero en el golf que literalmente se llevó a sí mismo a la bancarrota. Él llegó al punto de jugar por trescientos o cuatrocientos dólares el hoyo, en un partido de golf. Hay muchas personas en este mundo controladas por una pelota pequeña y redonda.
Hay ciertas cosas que tienen inherentes a ellas la posibilidad de tomar el control de las personas. Yo veo que esto ocurre con ciertos tipos de música. Algunos jóvenes están dominados por cierta música. Hay personas que se quedan paralizadas si no pueden llegar a casa y ver la última telenovela. ¡Hay tantas cosas que nos pueden llevar a la esclavitud! Llamémosle el principio de esclavitud. Por tanto, usted debe preguntarse: ¿Esto me esclavizará? ¿Tiene esto potencial para convertirme en su esclavo?
Veamos otro principio: evasivas. Evasivas: ¿Esto encubrirá hipócritamente mi pecado? ¿Estoy haciendo algo en nombre de la libertad cuando la verdad es que estoy complaciendo realmente mi propio pecado? Usted quiere decir: «Yo soy libre en Cristo, por lo tanto soy libre para disfrutar estas cosas». Usted es libre, pero usted está encubriendo avidez o su deseo pecaminoso. Un hombre que va al cine y justifica su participación argumentando que él es libre en Cristo para ir, es ciertamente libre para hacerlo. Pero si él va con el propósito en su corazón de consentir sus propios deseos pecaminosos a través de lo que ve, está utilizando la libertad solamente como una manera de consentir su pecado. En 1 Pedro 2:16 dice: «no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo». En otras palabras, no cubras con un velo tus intenciones pecaminosas, se honesto contigo mismo. Pregúntate a ti mismo: ¿esto es algo que realmente beneficia mi espiritualidad y que es para mi provecho espiritual? ¿Esto es algo que me edifica? ¿Es algo que útil? ¿Es algo que no me llevará a la esclavitud o acaso estoy encubriendo mi deseo pecaminoso?
Los jóvenes dicen frecuentemente: «La Biblia no dice que no puedes bailar. David danzó ante el Señor». Bueno, él no danzó lo que la gente baila hoy día. ¿Qué tiene de malo el baile? Pregúntate a ti mismo: ¿estoy apoyando el baile porque sé que me edificará espiritualmente, porque sé que no es un bulto innecesario, es muy importante para mi progreso espiritual y no hay manera de que pueda esclavizarme? O ¿quiero bailar por mi propio deseo sensual?
Usted tiene que tratar con el motivo e inquirir con la cuestión real. Gálatas 5:13 dice que es muy común cambiar la libertad por el libertinaje. Llamemos a este el principio de evasivas. Significa «mentir o falsificar». Muchas personas falsifican sus motivos para encubrir sus intenciones pecaminosas. El hombre que dice: «Dios hizo los caballos, así que soy libre para ir al hipódromo Santa Anita. Yo sólo voy allá y disfruto la creación de Dios. Los caballos corren y yo alabo al Señor». No obstante, él está todo el día malgastando dinero en las apuestas. Lo que hay aquí es una capa de libertad puesta sobre una intención pecaminosa que es apostar, lo cual no es más que tomar la mayordomía que Dios le ha dado y arrojarla al azar. Por tanto necesitamos preguntarnos a nosotros mismos ¿esto hipócritamente encubre mi pecado? Este es el principio de evasivas. ¿Estoy falsificando un motivo real?
Veamos otro principio, llamémosle extralimitación. Extralimitación: ¿Esto violará el Señorío de Cristo en mi vida? Ahora, tomen este pensamiento básico: cada cristiano debe vivir en sumisión al Señorío de Cristo. ¿Usted comprende esto? ¿Entonces, entiende el segundo punto: no todos nosotros concordamos al cien por ciento acerca de lo que el Señor quiere que hagamos? Algunos piensan que el Señor dice que no debemos hacer algo en particular, mientras otros piensan que el Señor dice que está bien. Lo que algunos piensan que el Señor ve como pecado, otros piensan que Él lo ve bien. No todos coincidimos acerca de aquello que el Señor quiere que hagamos.
Algunos piensan que el Señor quiere que leas tu Biblia todas las mañanas de tu vida y si no lo haces, has pecado contra Dios. Hay personas que piensan que si usted no va a la iglesia el domingo en la mañana, el domingo en la noche y los miércoles en la noche a la reunión de oración, usted ha decaído espiritualmente. Otras personas no tienen ataduras en su conciencia para hacer esto. Ellos irán el domingo en la mañana, el domingo en la noche pero ya sea que van el miércoles en la noche o no, será un asunto de conveniencia. Hay algunas personas que quieren leer la Palabra cada vez que pueden, pero no tienen sus conciencias atadas a leerla cada mañana de su vida.
Hay quienes siguen el Señorío de Cristo de diferentes maneras. En Romanos 14:2 dice: «Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres». Algunas personas son vegetarianas. Ellas creen que el Señor sólo quiere que coman hierbas. Pero alguien más dice: «Usted puede comer cualquier cosa que quiera». «El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. Uno hace diferencia entre día y día» (vv. 3-5). Esta es una persona que quiere guardar el Sabbat; quiere hacer algo especial fuera del domingo. Él es lo que llamamos un «sabbatiano». «Otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor» (vv. 5-6). Aquel que no guarda el día, también lo hace para el Señor porque él cree que el Señor es el Señor de cada día. «El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos» (vv. 6-8). En otras palabras, cualesquiera que sean las restricciones en la vida cristiana, él voluntariamente las cumple porque cree que eso es lo que el Señor quiere. Siempre y cuando usted lo crea, entonces hágalo o no lo haga.
Pregúntese a sí mismo ¿esto es algo que yo creo que el Señor querría? Este es un problema de conciencia. Usted dice: «Bueno ¿qué pasa si su conciencia está mal?» Sencillamente, no viole su conciencia. Su conciencia sólo reacciona a la mente y si en su mente usted cree que algo es correcto, su conciencia lo impulsará o lo detendrá. Su conciencia es sólo el volante, la mente es el motor. El motor produce la acción, el volante conduce el comportamiento. La conciencia toma lo que está en la mente, conduce el volante como si fuera él y genera la conducta. Si usted viola su conciencia, usted mismo se va a entrenar para hacer el mal. A medida que su mente crece para entender mejor lo correcto, usted madurará en el Señor.
Pero si usted mismo se ha entrenado para violar su conciencia, su conciencia no le ayudará. Así que no se entrene a sí mismo para violar su conciencia. Hágase la pregunta: ¿violará esto mi comprensión del Señorío de Cristo? Quizá algún hermano venga a usted y le diga: «Sigue adelante, tú puedes hacer esto. Tú eres libre. Esto no es malo». Pero si esto viola su conciencia, no lo haga. No se entrene a sí mismo para ignorar su conciencia. Pablo dijo que él nunca haría algo contrario a su conciencia. Él no quiso marcar su conciencia con cicatrices de modo que ya no tuviera sensibilidad (cf. 2 Co. 1:12; 4:2; 1 Ti. 4:2). Si una persona quiere sentarse en un sofá y ésa es su manera de guardar el Sabbat, no lo molesten por ello. No lo reprendan.
Nunca olvidaré la ilustración clásica sobre esto que mi padre compartió conmigo. Él estaba en Michigan en una campaña de avivamiento. En la noche del domingo, la primera de esta semana de reavivamiento, el pastor le preguntó a mi padre después de la reunión: «¿Qué vas a hacer mañana?» Mi padre le dijo: «Pensé que podríamos levantarnos en la mañana para jugar golf y luego en la tarde podemos hacer algunas visitas». El pastor dijo: «¿Golf? ¿Durante una campaña de avivamiento? ¿No estás comprometido con el trabajo del Dios? ¿Vienes aquí a jugar o a ministrar?» Mi padre dijo: «Un poco de las dos cosas. En realidad, me gustaría que vinieras y que pudiéramos compartir un tiempo de comunión en la mañana y conocernos». El pastor dijo: «Nunca. Me comprometí conmigo mismo a la oración y al avivamiento durante toda la semana». Entonces mi padre le dijo: «No; me parece que sería fantástico si vinieras. El director de música va a ir y sería bueno si vinieras». «No, yo nunca haría eso. Nunca haría eso».
Bueno, el lunes por la mañana mi padre y el director de música estaban en el campo de golf y adivinen quién apareció. El reacio pastor quien, según me contaron la historia, dijo: «Voy a hacer esto, pero sé que no debo hacerlo. Lo hago por hospitalidad, pero sé que no es correcto». Entonces, ellos dieron el primer golpe al primer hoyo y cuando están a medio camino, alguien grita: «¡Cuidado!» El pastor miró hacia arriba y perdió dos dientes. Dice mi padre que cayó cerca de un árbol diciendo: «Lo sabía. Lo sabía». Si antes de lo ocurrido, este pastor creía que jugar golf un lunes por la mañana durante una campaña de avivamiento no era correcto, usted puede estar seguro de que después de este hecho, él aún creía lo mismo. Así que lo que usted le hace a ese hombre es empujarlo más profundamente a su falta de libertad, a su esclavitud. No lo haga. No haga eso.
Él interpretó su accidente como el juicio de Dios y para él, pudo haberlo sido. Dios no quiere que ningún hombre viole su conciencia. Por tanto, no necesitamos hacer cosas que potencialmente puedan conducir a las personas a ignorar el señorío de Cristo, lo cual se hace evidente para ellos a través de sus conciencias. Llamemos a este el principio de extralimitación. Esto significa que usted se está apropiando de la soberanía de Cristo en la vida de alguien. Si yo elijo hacer algo, esto debe adecuarse a aquello que creo es la voluntad de Cristo, mi Señor. No debo violar esto. Violarlo, significa tomar el control de mi vida, usurpar el señorío de Cristo. Yo no quiero hacer eso. Eso es extralimitarse.
Veamos otro principio: ejemplo. Ejemplo. ¿Este ejemplo será de ayuda a otros cristianos? Nosotros ciertamente debemos gobernar nuestras vidas a partir de cómo se sienten otros cristianos con lo que hacemos. En 1 Corintios 8:9-11 dice: «Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió». Por seguir el ejemplo suyo, él viola y daña su conciencia que es débil. Por tanto, usted ha pecado contra él y ha pecado contra Cristo. No lo haga. En 1 Corintios 9:1-18 Pablo dice que aunque tiene el derecho de recibir el pago por su ministerio, él escoge no recibir el pago porque no quiere ofender a nadie. Romanos 14:13-18 nos enseña básicamente a no poner piedra de tropiezo u ocasión de caer en el camino del hermano. Si tu hermano se aflige a causa de lo que escoges comer, cambia tu comida. «Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. No destruyas la obra de Dios por causa de la comida… Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece» (Ro. 14:19-21).
En una ocasión en que volaba desde Charlotte en Carolina del Norte hacia mi casa, la aeromoza se acercó por el pasillo y me preguntó si deseaba champaña con mi desayuno. A mí, personalmente, me gusta el jugo de naranja y nunca había tenido champaña. Pero el pensamiento vino a mi mente: ¿Me pregunto cómo sabrá esto? Pero dije: «No, no quiero champaña». Entonces, ella continuó por el pasillo.
Un poco después, me paré para estirar las piernas y mientras estaba parado en el pasillo, un hombre que estaba unos dos asientos detrás vino y me dijo: «Yo lo conozco a usted. Usted es John MacArthur». Yo dije: «Así es». Él dijo: «Oh, es maravilloso conocerlo. Yo estoy estudiando para el ministerio y tengo sus grabaciones». Entonces, continuó sin parar con su maravilloso testimonio. Él era de Samoa y estaba viajando para llevar todas nuestras grabaciones a Samoa. Justo momentos antes de este encuentro, estaban ofreciéndome champaña con el desayuno. Esto me recordó que usted puede saber cuándo lo están observando y usted puede no saber cuándo lo están observando. La norma para su vida es lo que marca el ejemplo.
Es tan maravilloso ser capaz de limitar su libertad y conocer que esto puede fortalecer a alguien más. De hecho, él comentó que me había estado observando durante todo el vuelo y esperando con ansias la oportunidad de hablar conmigo. Así que esto fue para mí un recordatorio excelente del hecho de que las personas siempre están observando. Tenemos que hacernos la pregunta: ¿Este ejemplo será de ayuda a otros cristianos? ¿Estoy haciendo algo que marca un ejemplo para ellos? Aun esos asuntos insignificantes en su vida: la disciplina de su vida, el hecho de usted cuide su dieta o que usted aparte un tiempo en particular para estudiar, expresa una medida a aquellos que examinan modelos a seguir. ¿Quiero que los cristianos más débiles sigan mi modelo? Llamemos a este el principio del ejemplo. ¿Hasta dónde hemos llegado? Hemos visto el principio de conveniencia, edificación, exceso, esclavitud, equivocación, extralimitación y ejemplo.
Vayamos al número ocho. Evangelismo: ¿Esto conducirá a otros a Cristo? ¿Verán ellos la diferencia en mi vida? Permítame mostrarles una ilustración clásica tomada de 1 Corintios 10 es muy práctica. Esta es la ilustración: hay dos cristianos, uno es un cristiano muy fuerte y maduro. Él puede comer la carne ofrecida a los ídolos sin violar de este modo su conciencia porque él sabe que lo que dice 1 Corintios 8:4 es verdad, que un ídolo no es nada. ¿Cuál es el problema? Aquellos que adoraban ídolos debían ir a un gran templo y llevar su ofrenda, que era alimento, y ponerlo en el altar. Ahora bien, ellos saben que ningún dios va a comer esa ofrenda, así que sólo se queda ahí. Por tanto, después de que está ahí por un tiempo, mientras que cientos y cientos de personas continúan poniendo alimentos, los sacerdotes toman estas ofrendas y se quedan con lo que quieren comer. Pero no pueden comerlo todo porque la cantidad de sacerdotes es menor que la de aquellos que llevan ofrendas. Por lo que en la parte trasera del templo, ponen a funcionar un negocio anexo: la carnicería del templo. Lo que no quieren, lo venden en la calle a buen precio, pues no imponen sobreprecio para ellos; el producto lo obtuvieron gratis. Así que si usted quiere comprar carne a un precio económico, la compra en la carnicería del templo. Es lógico. Su esposa compraría ahí y la mía también.
Ahora, un creyente maduro que se da cuenta que un ídolo no es nada, no se va a sentir perturbado porque esta comida en un momento se había ofrecido a un ídolo muerto. Sin embargo, imaginen que él sale a comprar comida con un cristiano nuevo que recién se convirtió de esa misma idolatría. Él tiene en su mente la idolatría pagana, el ritual de adoración, las orgías, las prostitutas del templo, toda la escena desagradable, grosera e inmoral. Si le dijeron que algo que iba a comer era carne ofrecida a aquel ídolo, le provocará nauseas. No puede hacerlo. Él es un hermano más débil que no entiende su libertad, pero nosotros entendemos lo que él acaba de dejar.
Ahora bien, imaginemos que ellos dos, el débil y el fuerte, tienen un amigo en común que no es creyente. Ellos quieren ganarlo para el Señor. Así que el amigo incrédulo los invita a ambos para una cena. Esa es la idea del versículo 27: «Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia». Sin embargo ¿qué ocurre cuando el anfitrión les informa a ambos que la carne servida se sacrificó en el templo de ídolos? Supongamos que el anfitrión salió de la habitación a buscar el resto de la comida ¿qué pasará en la conversación? El cristiano fuerte está en una disyuntiva. El hermano débil le dice: «Yo no puedo comer eso». El hermano fuerte le responde: «Pero si no lo comes, ofenderemos al hombre que estamos tratando de evangelizar». Mas si lo hacen y comen la carne y no ofenden a aquel que tratan de evangelizar, el hermano fuerte habrá ofendido a su hermano débil y le causará el tropiezo. Entonces el dilema es: ¿ofendes a un hermano débil en Cristo u ofendes a un incrédulo? ¿Qué dice el versículo 28? «Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia». ¿Significa que cuando estás tratando de evangelizar a un incrédulo es preferible ofender al incrédulo que a tu hermano creyente? Absolutamente. Si ofendes a tu hermano cristiano, el incrédulo puede decir: «Es mejor ser incrédulo que ser cristiano. Se ofenden entre ellos. A mí no me ofenden, así que me quedo donde estoy».
Cuando usted ofenda a un incrédulo, asegúrese de explicarle el por qué. «Esta carne ofrecida a ídolos ofendería a tal grado a mi hermano que sencillamente, no puedo comerla por su causa». El incrédulo va a pensar más de una vez acerca de lo que ha visto: «Hay una hermandad que me gustaría experimentar». La atracción de su amor será el testimonio mayor que usted tiene en el evangelismo. Entonces, me pregunto a mí mismo ¿esto conducirá a alguien más a Cristo? Cuando limito mi libertad ¿lo hago con la visión de ganar a alguien para Cristo? ¿Le estoy mostrando a esa persona una vida diferente, algo que él no ve en su mundo: pureza, honestidad, amor e integridad? Romanos 14:18 dice: «Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres». Ese es el principio del evangelismo. A medida que lo pongo en práctica, ¿incrementa mi oportunidad para el evangelismo?
Veamos otro principio: imitación. ¿Esto será coherente con la imagen de Cristo? Dicho de otra manera ¿Jesús lo haría? ¿Jesús diría esto? Muchas veces, nos damos cuenta de que Jesús no hubiera dicho algo que ahora mismo dije o que Jesús no hubiera hecho lo que ahora mismo hice. Si me pregunto esto a mí mismo antes de hacer o decir algo y no después, evito cosas que de otra manera no serían prevenidas. ¿Jesús lo haría? Esta pregunta le ayudará con muchas decisiones. Llamemos a este el principio de imitación. Queremos imitar a Cristo. En 1 Juan 2:6 dice: «El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo». Si usted dice que pertenece a Cristo, entonces tiene el deber de vivir como Cristo vivió. Entonces, me hago la pregunta: ¿Jesús haría esto? ¿Es esto consecuente con Él, con la imagen de Cristo? Es una pregunta que hace reflexionar.
Veamos un último principio: exaltación. ¿Glorificará esto a Dios? En 1 Corintios 10:31 dice: «Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios». Este es el principio de la exaltación. ¿Glorificará esto a Dios? Llamémoslo el principio de la exaltación. ¿Mi vida va a darle la gloria a Él? ¿Exaltará a Dios lo que yo hago? ¿Elevará esto Su nombre santo? ¿Le dará honor a Él? ¿Embellecerá esto la doctrina de Dios en mi vida? ¿Él será glorificado, honrado y alabado como resultado de esto? Este es el principio de la exaltación.
Entonces ¿está listo para hacer el resumen? ¿Se dio cuenta de algo? No puede haberlo pasado por alto: Casi todos los principios comienzan con una «E», del «Es fácil» de la toma de decisiones, porque toman algo muy difícil y lo transforman en fácil. El punto es: Podemos tornar en fáciles las decisiones difíciles si utilizamos estos principios. ¿Esto será provechoso para mí espiritualmente? ¿Esto me edificará? ¿Esto me atrasará en la carrera? ¿Esto me pondrá en esclavitud? ¿Esto encubrirá sencillamente mi pecado? ¿Esto violará el Señorío de Cristo en mi vida? ¿Este ejemplo será de ayuda para otros? ¿Esto conducirá a otros a Cristo? ¿Esto me hará semejante a Cristo? Y por último, ¿Esto glorificará a Dios?
Inclinémonos juntos en oración. Padre, Te agradecemos por los principios que rigen nuestra conducta y porque no sólo nos has dado los principios, sino también nos has dado a Tu Espíritu Santo, que vive para activar estos principios, de manera que hagamos lo que Te agrada. Señor ayúdanos a tener sabiduría para tomar decisiones correctas y para saber que las decisiones correctas se basan en estos principios. Permítenos experimentar la aplicación de estas verdades en nuestras propias vidas y Te agradecemos por lo que eres para nosotros, por lo que nos has provisto a través de Tu Palabra y a través de Tu Espíritu. En el nombre de Cristo oramos. Amén.
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