Mahoma enseñó que los judíos habían sido rechazados por Alá y maldecidos. Mahoma también declaró que era deber de todo musulmán subyugar el mundo entero a Alá, inclusive por medio de la guerra santa si fuere necesario. Evidentemente, a lo largo de los años y siglos, muchas de las personas que han seguido el islamismo no han sido tan militantes como los primeros ejércitos islámicos. Pero Mahoma era una persona muy perversa, agresiva y destructiva. Por lo que aquellas personas que quieren vindicar la violencia en nombre de Alá encuentran justificación más que suficiente en el sistema islámico.
Uno de los líderes islámicos de nuestra nación dijo, y cito: «Estos radicales han literalmente secuestrado a toda la religión para sus propios fines» (James Rudin, «The Vocabulary of Terrorism», Religion News Service [11 de octubre de 2001]). Fin de la cita. Pero ellos pueden encontrar una justificación para lo que hacen porque es inherente al islam que deben convertir a las personas por los medios que sean. La verdad es que el islam es actualmente el sistema más poderoso de la tierra para la destrucción de la verdad bíblica y del cristianismo; y es el principal perseguidor de los cristianos de todo el mundo, especialmente en el Oriente Medio y en África. Miles de cristianos mueren debido a esa persecución.
Para el islam, el mundo está dividido en dos partes: Dar al Salaam, («casa de paz»), donde reina Alá, y Dar al Harb, («casa de guerra»), donde viven los infieles. En 1948, Israel, que es visto por los musulmanes como un pueblo infiel, invadió la casa de paz y la convirtió en una casa de guerra. Es por esto que Arafat, el líder de la Organización para la Liberación de Palestina, dijo, y cito: «Para nosotros, la paz significa la destrucción de Israel» (citado en El Mundo [Caracas, Venezuela, febrero de 1980]). Fin de la cita. La única condición de paz en el pensamiento de la mayoría de los líderes islámicos extremistas es la destrucción total de Israel.
Me remití un poco a la historia, y cito: «Cuando Israel ganó los primeros conflictos armados contra los árabes, fue una gran derrota para Alá. Finalmente, el ayatola Khomeini de Irán explicó que Israel es un juicio de Alá por la condición de regresión de los musulmanes. De ahí que la derrota de Israel se ha convertido en la señal principal de la satisfacción que siente Alá por los musulmanes fieles» Fin de la cita. (Barbara Richmond, «Some facts about Islam», en la Internet: http://www. foryourglory.org/Islam).
Muchos fundamentalistas islámicos radicales creen que para obtener la satisfacción de Alá, deben derrotar a Israel. Un fundamentalista islámico egipcio dijo: «El islam crece sobre las piernas y brazos cercenados y la sangre de los mártires». A ellos no les importa derramar su sangre a fin de lograr sus objetivos. La guerra es un idioma que los radicales islámicos entienden y todas las guerras que libran son santas. Según el Corán: «Abraham no era judío ni tampoco cristiano; era piadoso» (3:67). Los musulmanes insisten en que los discípulos de Cristo eran musulmanes porque Jesús era un profeta de Alá.
En los últimos dos años en Argelia han muerto entre sesenta mil y ochenta mil personas, porque los musulmanes están entablando una guerra para poder convertir a Argelia en un estado musulmán. Decenas de mujeres han resultado muertas por no llevar velo y los fundamentalistas han jurado matar a otras más. A lo largo de la historia, la violencia de la yijad islámica había estado centrada contra los cristianos en muchos territorios. Del año 1894 al 1918, los musulmanes en Turquía persiguieron a los armenios en lo que constituye la mayor atrocidad en la historia contra los cristianos. La ferocidad de los musulmanes superó hasta la brutalidad del Imperio Romano en los tres primeros siglos del cristianismo. Los turcos
musulmanes casi lograron exterminar la raza armenia. Por medio de la hambruna, la deportación, las enfermedades, las golpizas y los asesinatos, un millón de armenios fueron asesinados y un millón y medio huyeron del país. Un escritor señalaba, y cito: «En menos de un año, a cerca de un millón de armenios de Turquía, jóvenes y viejos, ricos y pobres, de ambos sexos, los han ahogado, quemado, matado con bayoneta, privado de comida o torturados hasta morir o, si no, deportados a pie, sin dinero y sin comida a través de los ardientes desiertos árabes». Fin de la cita.
Durante ochocientos años, a partir de la época de Mahoma, el islam ejerció el dominio absoluto en el Oriente Medio. Las cruzadas constituyeron un intento vano de recuperar el control de los católicos en la tierra santa por la fuerza. Hacia los finales de las cruzadas, los ejércitos islámicos recuperaron el control de la tierra santa y mantuvieron el poder unilateral en el Oriente Medio hasta 1948, cuando Israel logró su independencia. El mundo árabe actual está tratando de reafirmar su poder y recuperar el control de Israel, principalmente por medio de actos terroristas. El plan del fundamentalismo islámico es el de conquistar el territorio para el islam, limpiar la tierra de una nación de infieles.
El ascenso contemporáneo de su poder surgió el 26 de mayo de 1908, cuando unos perforadores encontraron petróleo en Irán. No fue hasta 1970 que obtuvieron el poder productor del petróleo y ahora lo tienen. Los consumidores energéticos están a la merced de los productores energéticos. El dinero ha inundado el Oriente Medio y ha suministrado un capital inmenso para financiar la yijad. Llegó con tanta rapidez al Oriente Medio que un artículo del Economist de Londres decía que podrían comprar el Bank of America en seis días, la IBM Corporation en cuarenta y tres días, y todas las compañías principales del mercado de valores del mundo en quince años. Esta inmensa riqueza es el resultado de más de la mitad de los recursos petroleros del mundo, fácil de perforar, cerca de la superficie, cerca del mar para la transportación por tuberías y el transporte marítimo, de excelente calidad y bajo en azufre. Un pozo es capaz de producir ochenta mil barriles al día. Las riquezas del mundo están ahí y el mundo depende de la energía. Ellos tienen el dinero para financiar la yijad.
Para que ustedes se percaten de cuán en serio lo toman los fundamentalistas islámicos, en una entrevista realizada por la CNN a Osama bin Laden, este dijo, y cito: «Declaramos la yijad contra el gobierno de Estados Unidos porque el gobierno de Estados Unidos es injusto, criminal y tiránico. Ha cometido actos que son extremadamente injustos, espantosos y criminales, ya sea directamente o por medio de su apoyo a la ocupación israelí. Por este y otros actos de agresión e injusticia, hemos declarado la yijad contra Estados Unidos porque en nuestra religión, es nuestro deber hacer la yijad para que la palabra dios sea la que se eleve a las alturas y para expulsar a todos los norteamericanos de los países musulmanes» Fin de la cita. (Washington Post, 23 de agosto de 1998).
El 22 de febrero de 1998, bin Laden emitió un edicto pidiendo la muerte de los norteamericanos, incluso los civiles. En aquel momento, anunció la creación del «Frente islámico internacional para la yijad contra los judíos y sus defensores» en asociación con grupos extremistas de Egipto, Pakistán y Bangladesh. Las siguientes citas fueron tomadas de aquel edicto, y cito: «Durante más de siete años, Estados Unidos ha estado ocupando los territorios del islam en el más santo de todos los lugares, la península arábiga, saqueando sus aldeas, dando órdenes a los gobernantes, humillando al pueblo, aterrorizando a los vecinos y convirtiendo las bases que tiene en la península en una punta de lanza para atacar a los pueblos musulmanes vecinos.
A pesar de la gran devastación que la alianza sionista de los partidarios ha ocasionado al pueblo iraquí y a pesar de la inmensa cantidad de personas muertas, que sobrepasa el millón, a pesar de todo esto, una vez más los norteamericanos están tratando de repetir las horrendas masacres como si no estuvieran satisfechos con el prolongado bloqueo impuesto contra la guerra feroz o la fragmentación y devastación.» Otra cita: «Con la ayuda de dios, hacemos un llamamiento a todos los musulmanes que creen en dios y desean ser recompensados a cumplir la orden de dios de matar a los norteamericanos y saquear su dinero cuando quiera y dondequiera que lo encuentren. También hacemos un llamamiento a los ulemas, líderes, jóvenes y soldados musulmanes a lanzar un ataque contra las tropas estadounidenses de Satanás y contra los partidarios del diablo en alianza con ellos, así como desplazar a los que los apoyan para que aprendan una lección.»
Una cita más: «La resolución de matar a los norteamericanos y sus aliados, tanto civiles como militares, es un deber individual de cada musulmán que pueda hacerlo en cualquier país en que sea posible hacerlo a fin de liberar a la mezquita Al-Aqsa y la santa mezquita [La Meca] de su dominio y para expulsar a sus ejércitos de todos los territorios del islam, derrotados e incapaces de amenazar a ningún musulmán» («Jihad Against Jews and Crusaders» World Islamic Front Statement, 23 de febrero de 1998). Fin de la cita. Más claro, imposible.
En una entrevista posterior en la revista Time, dijo: «Miles de millones de musulmanes están furiosos… La hostilidad hacia Estados Unidos es un deber religioso y esperamos que Dios nos recompense por ello… Tengo plena confianza de que los musulmanes podrán ponerle fin a la leyenda de la llamada súper potencia que es Estados Unidos» Fin de la cita. (Time [23 de diciembre de 1998]). Este es el motivo religioso detrás de los ataques terroristas. Cuando las personas perversas son libres de hacer el mal, lo hacen. Y cuando se les dice que al hacer el mal están sirviendo a Dios, se les está dando la mayor justificación posible.
Regresemos a su doctrina. Hay una forma en que los musulmanes pueden estar seguros de ir al cielo y es muriendo en una yijad. He aquí lo que dice el Corán, y cito: «Si morís o si sois matados luchando en la senda de Alá, os alcanzan la indulgencia y la misericordia de Alá. Esto vale más que las riquezas que amontonáis. Que muráis de muerte natural o que seáis matados, Alá os reunirá en el día final» Fin de la cita. (3:151-52). Dice además: «¡Oh creyentes! Cuando halléis al ejército enemigo caminando con orden, no os deis a la fuga. Todo el que vuelva la espalda en el día del combate… será herido por la ira de Dios. Su morada será el infierno» (8:14-15). Si luchas, vas al cielo. Si huyes, vas al infierno. La única manera en que pueden saber que van a ir al cielo es peleando en una guerra santa.
También existe una motivación sensual para estas personas. Esencialmente, el sesenta y cuatro por ciento de los hombres jóvenes entre las edades de 18 y 23 pudieran estar participando en operaciones clandestinas en Estados Unidos. Dan la impresión de que tienen familias, pero están surgiendo pruebas de que es sólo en apariencia. Probablemente, sea su cobertura. ¿Cómo se motiva a un joven? A los terroristas suicidas los reclutan desde los trece años de edad. ¿Cómo se consigue que una persona se haga explotar a sí mismo? ¿Cómo se consigue que una persona impacte un avión contra un edificio? ¿Cuál es la motivación? Si es un musulmán auténtico, quiere saber que va a ir al cielo. Existe una realidad aterradora en el islam acerca del infierno. ¿No sería más fácil simplemente ir a la batalla y matar a un infiel y entonces sabría que iba a ir al cielo? ¿Por qué haría esto? ¿Por qué tiene que inmolarse?
Los terroristas suicidas palestinos empezaron a atacar a Israel en 1994. Ya para el 2001, los atentados terroristas se habían convertido en sucesos corrientes por dondequiera. Entre los líderes islámicos existe una gran controversia acerca de esta práctica. En el islam, el suicidio se considera un pecado y muchos musulmanes opinan que todo acto de suicidio es algo prohibido. Pero muchos clérigos islámicos insisten en que tales atentados son hechos de yijad, no de suicidio. Dicen que los que mueren en la yijad son mártires, aunque se quiten la vida. Algunos han argumentado que es un acto noble y una garantía para ir al cielo. El jeque Youssef el-Kardawi, uno de los clérigos más respetados de Egipto, dijo, y cito: «La misión suicida es la forma más elevada de la yijad» (Albayan [12 de mayo de 2001]) Fin de la cita. Los principales musulmanes de Jerusalén estuvieron de acuerdo en que el suicidio en una guerra santa es un acto noble.
El partido Hamas y el Yijad islámico, dos grupos radicales, han llevado a cabo múltiples atentados terroristas suicidas y dicen que no escasean en absoluto de voluntarios. Son hombres jóvenes; pueden empezar su entrenamiento a los cinco años de edad. Están prácticamente incapacitados para un empleo porque han sido programados y les han lavado el cerebro. Son hombres solteros con un futuro sombrío que buscan una muerte heroica y la entrada al paraíso eterno.
Recientes sondeos indican que hasta un ochenta por ciento de palestinos dicen que apoyan los atentados terroristas suicidas (Associated Press, 28 de agosto de 2001). La opinión popular predominante es que esto no tiene nada de malo. Promete heroísmo. Promete el cielo. De hecho, un psicólogo palestino ha dicho: «Lo sorprendente no es la ocurrencia de los atentados terroristas, sino más bien la poca frecuencia de ellos» (Dr. Eyad Sarraj, «Why We Have Become Suicide Bombers», en la Internet: http://www.missionislam.com/conissues/palestine.htm). Uno de sus voceros dijo, y cito: «No existe una sola persona en Israel a quien no consideramos un usurpador de nuestra tierra». Esa es la cuestión y como nosotros apoyamos a Israel, nos convertimos en el gran Satanás.
El entrenamiento para esto comienza a temprana edad. Mohammed el-Durra, un niño palestino de trece años, resultó muerto en un tiroteo en Israel. La madre dijo, y cito: «Soy feliz de que ha muerto como un mártir». Fin de la cita. Dijo que le había dado una merienda antes de que fuera al tiroteo (Norman Doidge, «“The Palestinians” little bombers: School textbooks
teach children to admire the martyr». National Post [9 de noviembre de 2000]). Enviar a un hijo de trece años de edad a cualquier tipo de batalla invalida los instintos paternos naturales. Norman Doidge escribe en el The National Post: «Los reclutas típicos son muchachos solitarios, entre diecisiete y veintitrés años, atrapados en los conflictos de la adolescencia. A los muchachos los dividen en pequeños grupos reservados donde leen de manera colectiva versos coránicos tales como: “No penséis en los que mueren a la manera de Dios como muertos. No, ellos viven y hallan su sustento en presencia del Señor”. Se crea un sentido de unión casi místico que deshace la soledad de la adolescencia que siente estos muchachos.
Los mismos mecanismos que unen a un equipo de fútbol se usan para crear un grupo terrorista. A la mayoría de estos muchachos se les instruye a suprimir sus impulsos sexuales y a no ver televisión y les prometen una actividad sexual ilimitada en el cielo con las vírgenes si se convierten en mártires» (Ibíd.) A los mártires les prometen que cuando mueran, no sólo irán al cielo, sino que a su llegada allí, serán recibidos por setenta y dos vírgenes de ojos negros que tendrán relaciones sexuales eternas con ellos. Por cierto, el Corán permite el matrimonio con hasta cuatro esposas. Mahoma tuvo trece y por lo menos, veintidós mujeres con las que convivía. Así que este elemento sensual con el que los tientan como una zanahoria en la cara de los terroristas suicidas no es sólo el cielo, sino sexo eterno con setenta y dos vírgenes. «Una revisión oficial de los 140 libros de texto escolares oficiales de la Autoridad Palestina mostró que se usan todas las asignaturas para enseñar a los niños palestinos a admirar al shahid o mártir. El libro de texto de literatura de octavo grado está lleno de canciones y poemas que glorifican a la muerte infantil. “Sacad la espada, la muerte os llama y la espada se volverá desenfrenada. Palestina, los jóvenes salvarán tu tierra”. En un texto de gramática aparece el siguiente ejercicio: “Marque el sujeto y el complemento de la siguiente oración: ‘La yijad es el deber religioso de todo musulmán’. Otra: ‘Amad a los luchadores de la yijad que sacian la tierra de Jerusalén con su sangre’”» (Ibíd.) En un programa de televisión palestino dedicado a los niños, The Children’s Club, inspirado en Plaza Sésamo, entonan esta canción: «Cuando entre en Jerusalén, asombraré a un suicida» (Charles Krauthammer, «Mideast Violence: The Only Way Out», Washington Post [16 de agosto de 2001]).
El jeque Abd Al-Salam Skheidm, principal muftí de la policía de la Autoridad Palestina, describió lo que les espera en la vida después de la muerte a los terroristas suicidas que matan a mujeres y niños judíos en Israel, y cito: «Desde el momento en que derrama la primera gota de sangre, no siente dolor y es absuelto de todos sus pecados; ve su asiento en el cielo; se le evitan las torturas de la tumba; no tiene que sufrir los horrores del día del juicio; se casa con setenta mujeres de ojos negros; puede responder por setenta familiares para que entren al paraíso» (citado en Mona Charen, «Reality check», Jewish World Review [17 de agosto de 2001]). Fin de la cita.
El 25 de mayo de 2001, una semana antes de los atentados terroristas en Tel Aviv, La Voz de Radio Palestina transmitió un sermón de los viernes desde la mezquita de Al-Aqsa en el monte del templo en Jerusalén. En aquel mensaje, el jeque Ikrima Sabri, muftí de la Autoridad Palestina, dijo, y cito: «Los musulmanes aman la muerte y el martirologio, de la misma manera en que otros aman la vida. Existe una gran diferencia entre el que ama la vida después de la muerte y el que ama este mundo. Los musulmanes aman la muerte [y buscan] el martirologio» (Aluma Solnick, «Martyrs and Mothers», en la Internet: http://aish.com/ jewishissues/middleeast/Martyrs_and_Mothers.asp). Qué perspectiva tan perversa: Uno va al cielo y obtiene sexo eterno. Esa es la zanahoria final que cuelga sobre esos hombres solteros, privados de sus derechos civiles, atraídos por la lujuria. El Corán describe a estas mujeres tan bellas como los rubíes, con una tez de diamantes y perlas. Entonces, los mártires se deleitarán, recostados sobre cojines verdes y magníficas alfombras.
En el número del 5 de julio de 2001 de USA Today, Jack Kelly escribió que en las aulas de los preescolares dirigidos por el partido Hamas hay carteles que dicen: «Los niños del preescolar son los shaheeds (santos mártires) del mañana». Empiezan con los alumnos de preescolar. Los carteles en las aulas de la Universidad de Al Najah en la Ribera Occidental y en la Universidad Islámica de Gaza dicen, y cito: «Israel tiene bombas nucleares, nosotros tenemos bombas humanas». Fin de la cita.
En la ciudad de Gaza, en una escuela islámica dirigida por Hamas, el pequeño cuerpo y la sonrisa infantil de Ahmed, un alumno de 11 años de edad, engañan. Ocultan la decisión de matar a cualquier precio. «Convertiré mi cuerpo en una bomba que destruirá la carne de los sionistas, hijos de cerdos y monos». Fin de la cita.
El Corán dice que Alá convirtió a los judíos en cerdos en una ocasión y en otra, en monos. Kelly continúa con el relato. «Ahmed dice: “Despedazaré sus cuerpos en pedacitos y les causaré más dolor que el que se puedan imaginar”. “Allahu Akbar”, gritan sus compañeros de aula en respuesta: “Dios es grande”. “Qué las vírgenes les den placer”, grita el maestro» (Jack Kelly, «Devotion, desire drive youths to “martyrdom”», USA Today [5 de agosto de 2001]).
Ahora bien, al final, ¿el islam vencerá la yijad? No. Yo les puedo decir cómo terminará. ¿No es bueno saberlo? No les puedo decir cómo termina un partido de fútbol, pero sí les puedo decir el final de esta pugna. Veamos Ezequiel 36:1-2: «Tú, Hijo de Hombre, profetiza a los montes de Israel, y di: Montes de Israel, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto el enemigo dijo de vosotros: ¡Ea! también las alturas eternas nos han sido dadas por heredad». En otras palabras, el enemigo (es decir, Israel) es nuestro, lo tenemos; lo único que necesitamos es ese pedacito de Israel. Lo tenían todo menos Israel. Y continúa: «Profetiza, por tanto, y di: Así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto os asolaron y os tragaron de todas partes, para que fueseis heredad de las otras naciones, y se os ha hecho caer en boca de habladores y ser el oprobio de los pueblos, por tanto, montes de Israel, oíd palabra de Jehová el Señor: Así ha dicho Jehová el Señor a los montes y a los collados, a los arroyos y a los valles, a las ruinas y asolamientos y a las ciudades desamparadas, que fueron puestas por botín y escarnio de las otras naciones alrededor; por eso, así ha dicho Jehová el Señor: He hablado por cierto en el fuego de Mi celo contra las demás naciones, y contra todo Edom, que se disputaron Mi tierra por heredad con alegría, de todo corazón y con enconamiento de ánimo, para que sus expulsados fuesen presa suya. Por tanto, profetiza sobre la tierra de Israel, y di a los montes y a los collados, y a los arroyos y a los valles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, en Mi celo y en Mi furor he hablado, por cuanto habéis llevado el oprobio de las naciones. Por lo cual así ha dicho Jehová el Señor: Yo he alzado Mi mano, he jurado que las naciones que están a vuestro alrededor han de llevar su afrenta. Mas vosotros, oh montes de Israel, daréis vuestras ramas, y llevaréis vuestro fruto para Mi pueblo Israel; porque cerca están para venir. Porque he aquí, Yo estoy por vosotros» (vv. 3-9).
¿A favor de quién está Dios en esta batalla? De Israel. Y lo sorprendente de esto es que Israel sigue en la falta de fe. Pero ellos son el pueblo del pacto de Dios y Él los llevará a la salvación. Dios está a favor de Israel. Yo no sé ustedes, pero yo quiero estar a favor de quien Dios esté a favor. Si Dios está a favor de Israel, pues yo también estoy a favor de Israel. Ezequiel sigue cuando dice el Señor: «Yo estoy por vosotros, y a vosotros me volveré, y seréis labrados y sembrados. Y haré multiplicar sobre vosotros hombres, a toda la casa de Israel, toda ella; y las ciudades serán habitadas, y edificadas las ruinas. Multiplicaré sobre vosotros hombres y ganado, y serán multiplicados y crecerán; y os haré morar como solíais antiguamente, y os haré mayor bien que en vuestros principios; y sabréis que Yo soy Jehová. Y haré andar hombres sobre vosotros, a Mi pueblo Israel; y tomarán posesión de ti, y les serás por heredad, y nunca más les matarás los hijos» (vv. 9-12).
Yo diría que está bastante claro, ¿no es verdad? ¿Ustedes tienen alguna duda acerca de quién va a vencer? Miren lo que dice a partir del versículo 22: «Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de Mi santo Nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado. Y santificaré Mi grande Nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que Yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos. Y Yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Y pondré dentro de vosotros Mi Espíritu, y haré que andéis en Mis estatutos, y guardéis Mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y Yo seré a vosotros por Dios. Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre. Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las naciones. Y os acordaréis de vuestros malos caminos, y de vuestras obras que no fueron buenas; y os avergonzaréis de vosotros mismos por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones. No lo hago por vosotros, dice Jehová el Señor, sabedlo bien; avergonzaos y cubríos de confusión por vuestras iniquidades, casa de Israel. Así ha dicho Jehová el Señor: El día que os limpie de todas vuestras iniquidades, haré también que sean habitadas las ciudades, y las ruinas serán reedificadas. Y la tierra asolada será labrada, en lugar de haber permanecido asolada a ojos de todos los que pasaron. Y dirán: Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén; y estas ciudades que eran desiertas y asoladas y arruinadas, están fortificadas y habitadas. Y las naciones que queden en vuestros alrededores sabrán que yo reedifiqué lo que estaba derribado, y planté lo que estaba desolado; Yo Jehová he hablado, y lo haré» (vv. 22-36).
El Señor añade: «multiplicaré los hombres como se multiplican los rebaños» (v. 37). Luego concluye: «y sabrán que Yo soy Jehová» (v. 38). Ese día está llegando. No sé cuándo llegará, pero llegará. Hasta que ese día llegue, habrá una guerra; habrá un enfrentamiento que continuará intensificándose. Aquí estamos, del otro lado del mundo, y nos vemos arrastrados en ella.
¿Cuál debe ser nuestra respuesta? Debemos hacer lo que es justo. Debemos hacer lo que Dios ha destinado que los gobiernos hagan. ¿Qué ha destinado Dios que los gobiernos hagan? Romanos 13:4 dice que un gobierno «no en vano lleva la espada». El gobierno civil no es un espectáculo. ¿Por qué los gobiernos llevan una espada? Deben castigar a los malhechores y proteger a los inocentes. La guerra de protección y la guerra de castigo es una guerra justa. Si yo tengo cuatro niños en mi casa y un hombre entra y mata a dos de ellos, ¿qué hago? ¿Negocio con él? Impido que mate a los demás si me es posible. Hay que hacer sacrificios por el bien supremo. La perversidad tiene que castigarse. Hasta la bondad humana tiene que protegerse. El gobierno civil no existe principalmente para brindar seguro médico y seguro social. Ciertamente, no existe para la redistribución de las riquezas. Existe para amenazar a los malhechores con la muerte y para proteger a las personas que cumplen con las leyes. La soga, la guillotina, el pelotón de fusilamiento, la cámara de gas, la silla eléctrica, así como la espada, la pistola, el fusil, el cañón y el misil apoyan la estabilidad de una civilización porque las personas son asesinas.
Una guerra justa es una guerra requerida por la magnitud de los crímenes. No es venganza personal; es protección nacional por medio del castigo de los que hacen el mal para impedir que continúen haciéndolo permanentemente. Muchas personas se preguntan si este es un marco hipotético del final de los tiempos. No creo que los impactos de los aviones en el Pentágono y en el World Trade Center sean apocalípticos. Sí sabemos que existen señales bíblicas que señalan hacia el final. Una es que Israel está en la tierra. El mundo se mueve hacia una religión de un solo mundo que el anticristo pudiera gobernar. El islam también se mueve en esa dirección.
Me ha fascinado ver cómo en los últimos diez años, la iglesia católica romana ha hecho tentativas de acercamiento con el islam. El libro del Apocalipsis dice que al final de la era, la tercera parte de la población del mundo morirá (Ap. 9:15-18) y que la cuarta parte morirá (Ap. 6:8). Para eso, se necesitarán armas de destrucción masiva. No se puede matar a esa cantidad con cuchillos y arcos y flechas. Daniel 9 indica que habrá tanta confusión en el Oriente Medio al final de los tiempos, que se necesitará un conciliador. Ese conciliador será el anticristo. Ese es un escenario perfecto para que venga un Cristo falso y establezca una paz falsa. Siempre miro con mucha atención a cualquiera que vaya al Oriente Medio a negociar sólo para ver si esa persona pudiera ser el anticristo.
Les he dado una razón natural de por qué ocurrieron los ataques terroristas. Es el resultado de la depravación perversa del corazón asesino de los hombres que quieren controlar por medio del temor y de la retribución.
Les he dado una razón histórica de por qué sucedió: El odio profundamente arraigado del mundo árabe hacia Israel y los milenios de pugna entre esos pueblos por la tierra. Hasta Estados Unidos ha sido arrastrado a ella debido a nuestro estatus como nación aliada de infieles.
Les he dado una razón religiosa de por qué sucedió. La doctrina del islam no ofrece seguridad de salvación del infierno, excepto cuando se muere como mártir en una guerra santa. Por supuesto, Satanás está detrás de esto.
Y también les he dado una razón sensual de por qué sucedió: Los terroristas suicidas obrando para conseguir el sexo eterno.
Les voy a dar una última razón, que es la razón teológica. ¿Por qué murieron todas esas personas? Murieron porque la paga del pecado es muerte (Ro. 6:23). «Está establecido para los hombres que mueran una sola vez» (He. 9:27). A esas personas no les pasó nada el martes que no les iba a pasar en algún momento. Iban a morir, sólo que no pensaban que sería entonces. No tiene nada de extraordinario que las personas mueran.
¿Están preparados para esto? Desde el martes han muerto cincuenta mil norteamericanos. Este año morirán dos millones y medio de personas. Tarde o temprano, todo el mundo morirá. Sólo que nos sentimos más cómodos cuando mueren uno a uno. No nos gusta cuando mueren doscientas cincuenta personas en un accidente aéreo. A veces, mueren varios miles debido a una inundación, un terremoto o una erupción volcánica en un país del tercer mundo. Raramente mueren cinco o diez mil personas y nunca en Estados Unidos. Pero todo el mundo muere. Cincuenta mil norteamericanos mueren cada semana.
¿Están preocupados los norteamericanos? No la mayoría de nosotros; simplemente seguimos viviendo sin pensar en el hecho de que cincuenta mil norteamericanos mueren cada semana. Siempre que nuestro mundo sea cómodo y no tengamos que ver aviones destrozados, trenes destrozados y edificios destrozados, estamos bien. Eso mantiene la muerte a cierta distancia.
Las personas se preguntan: «¿Por qué Dios permitió que esto sucediera?» Le sucede a todo el mundo. La pregunta verdadera no es por qué Dios permitió que esto sucediera, la pregunta verdadera es por qué vivimos. Deberíamos estar todos muertos porque la paga del pecado es muerte. «El alma que pecare, esa morirá» (Ez. 18:4). Vivimos bajo constante misericordia de manera que cuando se revela la justicia, nos horrorizamos. Nos acostumbramos tanto a la gracia que no entendemos la justicia. Alguna que otra vez, Dios retiene Su gracia y sucede un desastre mortal y nos horrorizamos. Nuestro horror debiera ser que nos recuerdan lo que merecemos.
Las personas preguntan: «Entonces, ¿qué está diciendo Dios?» Él está diciendo: «Ustedes van a morir y no tienen control sobre ello. Este es un recordatorio de que les doy vida, les doy amor, les doy felicidad; derramo gracia común y hago que la vida sea rica y gratificante para ustedes. Soy paciente. Soy misericordioso. Soy clemente. Pero de vez en cuando, tengo que darles un crudo ejemplo de hacia dónde se dirigen».
Las personas creen que tienen el derecho a vivir. Piensan que la clave de la vida son los ejercicios y la dieta. Pero no tenemos el derecho a vivir; es la gracia de Dios la que nos da vida. Cuando Dios permite que ocurra una tragedia alarmante y dramática, no cuestionen si es justa o no. Al contrario, agradézcanle Su gracia.
Veamos Lucas 13: «En este mismo tiempo [cuando Jesús enseñaba a una gran muchedumbre] estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos» (v. 1). Pilato era el procurador romano, el gobernador romano de la Israel ocupada. Los romanos ocuparon a Israel. Los galileos eran judíos del norte del territorio y realizaban sacrificios en el templo. Ése era el único lugar en Israel donde podían realizar sacrificios, por lo que algunas personas vinieron de Galilea. Jesús era galileo, así como todos los apóstoles. Iban al templo a ofrecer sacrificios. Eran religiosos y conscientes de sus deberes, hacían lo que Dios les reveló que debían hacer. Pero Pilato mezcló su sangre con el sacrificio. ¿Qué significa eso? Pilato envió a sus hombres al templo a matar a esas personas religiosas. «Jesús les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?» (v. 2). En otras palabras, ¿creen ustedes que Dios hizo esto porque eran peores que nadie? La respuesta en la mente de las personas es la siguiente: Estas personas son religiosas, está haciendo lo que deben hacer.
¿Por qué Dios permitiría que Pilato fuera y los matara de manera que su sangre se mezclara con el sacrificio? La respuesta lógica humana es que deben haber sido peores que todos los demás. Jesús continúa: «Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente» (v. 3). ¿Qué es esto? Es el mensaje. Las personas mueren. Porque mueran no significa que son peores que las demás. Dios no estaba juzgando a las personas que trabajaban en el World Trade Center o en el Pentágono o las que iban en esos aviones porque eran peores que otras personas. No. No son diferentes de las demás. Dios no permitió que Pilato enviara a sus soldados a matar a aquellas personas porque fueran peores que las demás.
La cuestión es la siguiente: Más vale arrepentirse porque si no perecerán cuando mueran. ¿Qué le está diciendo Dios a nuestra nación? Está diciendo que se arrepientan porque uno no sabe cuándo va a morir. Si uno muere sin estar preparado, se perderá. Más adelante, Jesús brinda un ejemplo más gráfico en el versículo 4: «O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén?»
Ahora, ellos tienen otra pregunta que responder. Un día, la torre en Siloé se derrumbó. No la impactó un avión, pero puede haber sido debido a una mala construcción, quizás hasta un terremoto. Dieciocho personas iban caminando por la calle; la torre cae sobre ellas y las mata a todas. Y la pregunta en la mente de las personas es: ¿Por qué les pasó esto a estas personas? ¿Eran estas personas peores que las demás personas que viven en Jerusalén? En el versículo 5, Jesús respondió: «Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente».
Las personas que estaban en el Pentágono, las personas que estaban en las Torres Gemelas perecieron. Estoy seguro de que algunas de ellas eran creyentes, otras no y las que no eran creyentes, perecieron y fueron al infierno por siempre sin Dios, sin esperanza. No eran peores que las demás personas. Y ustedes también perecerán si no se arrepienten. Ése es el mensaje de Dios.
La diferencia que hay entre las personas es una diferencia cuantitativa y no cualitativa. Todos somos pecadores. Y la muerte y el juicio están garantizados a los pecadores. Pero ustedes no están muertos. Ustedes no estaban en aquellos edificios. Ustedes no iban en esos aviones. Ustedes están vivos y el mensaje de Jesús es que se arrepientan de sus pecados y acepten a Cristo de manera que cuando les llegue el día, no perezcan y vayan ante Su presencia.
En los versículos 6 al 9, Jesús narra una historia: «Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después». Este es un ejemplo vívido. Las personas tienen los días contados. Dios pudiera decirles a ustedes: «Córtala». Pero Dios en Su gracia dice que esperemos. Le daré un poco más de tiempo a ver si da fruto. Ése es el corazón de Dios.
El mensaje es arrepentirse de los pecados y aceptar el don del perdón y de la salvación en Cristo. Dos millones y medio de norteamericanos morirán este año y algún día, morirán todos. Estos son momentos de tomar la vida y la muerte más seriamente, ¿no creen? Basta de fiestas y de juegos; es hora de arrepentirse y de pedirle a Dios que los salve del infierno eterno. Ustedes tienen los días contados. Es como si Cristo le dijera al Padre: «Dame otro año más para trabajarla». Es hora de que los predicadores le pongan fin al teatro, al balbuceo psíquico, a los cuentos simpáticos y al entretenimiento banal y hablen de la vida y de la muerte en términos bíblicos y rescaten a los que están pereciendo y cuiden de los moribundos. Es hora de que ustedes hagan valer sus vidas como testigos del Evangelio. ¿Qué otra cosa puede importar?
Aquí es por donde deben comenzar: Muestren un poco de amor y denle el Evangelio a un musulmán. Ellos necesitan a Cristo; ellos no son sus enemigos, sino el campo de su actividad misionera. No deberán asumir una actitud hacia ellos que no sea la de compasión y amor a un pueblo atrapado en una religión de engaño y condenación. Si ustedes conocen a personas que son árabes, si ustedes conocen a personas que son musulmanes, díganles que existe un Salvador. Díganles que hay perdón. Ustedes son misioneros y en estos tiempos, creo que nos damos cuenta de que el mundo que tenemos por delante no va a ser como el mundo que acabamos de dejar. Es hora de tomar en serio las cosas eternas.
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