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Estamos, como usted sabe, viendo el libro de Romanos. Y esta noche llegamos al capítulo 3, en el versículo 21. Romanos, capítulo 3, versículo 21. Permítame leer los versículos 21, hasta la primera parte del versículo 25. Romanos 3:21-25, por lo menos la primera parte del versículo 25: “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre”.

Ahora, conforme abordamos esto a manera de introducción breve. Job, ese libro tan antiguo sin duda, describiendo a un hombre que vivió en el período patriarcal, el período del Pentateuco.  Job, ese hombre justo, ese hombre que fue reconocido por Dios por su fe, hizo la pregunta más importante que cualquier persona puede hacer. Es presentada en el capítulo 9 de Job y versículo 2. Y esta es la pregunta que Job, hizo: “¿Cómo puede el hombre justificarse con Dios?”. Esa es la pregunta más contundente. ¿Cómo puede un hombre estar bien, o estar en la posición correcta delante de Dios?

Y después él procede a mostrar por qué este es un dilema tan serio. Versículo 3, “Si uno quisiera disputar con Él, Él no le podría responder una vez en mil veces. Sabio en corazón, y fuerte en fortaleza; ¿Quién lo ha desafiado, sin daño? Es Dios quien mueve los montes, no saben cuándo Él los vuelve en su enojo; quien sacude la tierra de su lugar, y sus columnas tiemblan; quién manda al sol no brillar y establece un sello en las estrellas; el único que extiende los cielos y pisa las olas del mar; quien hace del Oso, Orión, y la Pléyades, y las cámaras del sur; quien hace grandes cosas, inescrutables, obras maravillosas sin número. Si Él fuera a pasar junto a mí, yo no lo vería; si Él fuera a moverse pasando junto a mí, yo no lo percibiría. Si Él fuera a arrebatar, ¿Quién podría refrenarlo? Quién podría decirle: “¿Qué estás haciendo?”

Dios no va a volver su enojo detrás de Él. Se agachan los que ayudan a Rahab. ¿Cómo puedo yo responderle, y escoger mis palabras delante de Él? Porque, aunque yo tuviera razón, no podría responder; yo tendría que implorar la misericordia de mi juez. Si llamara y Él me respondiera, yo no podría creer que escuchara mi voz. Porque Él me azota con una tempestad, y multiplica mis heridas sin causa. Él no me permitirá obtener mi aliento, sino que me satura de amargura. Si es una cuestión de poder, he aquí, Él es el fuerte; si es una cuestión de justicia, ¿quién puede convocarlo? Aunque yo soy justo, mi boca me condenará; aunque soy inocente, Él me declarará culpable”. Esto es como Pablo diciendo: "Aun cuando no sé nada en contra de mí mismo, por esto no soy justificado. No puedo traer mi caso delante de Dios".

Aquí está un hombre, esto es, Job, con un sentido de su condición perdida; con un sentido de su insignificancia; con un sentido de su culpabilidad, su vaciedad; temiendo la muerte, estando aterrado del castigo en manos de un Dios santo que no puede con éxito presentar su defensa aun cuando él dice: "He escudriñado mi vida y no puedo ver nada pecado continuo. Sé que, no soy por mi propia percepción, justificado así, debido a que mi percepción es tan limitada”. ¿Cómo puede un hombre estar en una posición correcta con Dios? ¿Cómo es que usted llega a estar bien con Dios?

Dios es santo, Dios es un juez, y Dios castiga a los pecadores, y Dios castiga a los culpables que son pecadores. ¿Cómo puede eso cambiar? ¿Cómo puede un hombre estar bien con Dios y particularmente un Dios como éste, un Dios quien va mucho más allá de mí? Y, claro, como usted o yo, Job pasa por toda una lista de las cosas que son verdad acerca de la inmensidad de Dios. ¿Cómo yo, este individuo frágil, débil, no importante, puedo establecer justicia delante de un Dios tan grande, y glorioso y santo? ¿Cómo puedo yo, por lo tanto, escapar de su juicio?

Ésa, por cierto, es la pregunta básica de toda religión intenta responder. Esa es la pregunta básica que toda religión intenta responder. Toda religión está tratando de responder a la pregunta: "¿Cómo puedo escapar del juicio de Dios y estar en el lugar del favor de Dios —sea cual sea el dios de esa religión— y terminar en el lugar correcto cuando muera?". Esa es la pregunta universal que la religión de manera universal intenta responder. Y tantas sugerencias se presentan. Pero todas las religiones, de todos los tipos, y de todos los géneros, básicamente da la misma respuesta. Usted puede alcanzar ese estado de estar bien. Usted lo obtiene mediante su atención al ser una buena persona y cumplir con los rituales religiosos necesarios, y derechos y prácticas y ceremonias.

En todo caso, usted llega a estar en la posición correcta con Dios por algo que usted hace. Ahora, todos van a admitir que Dios es amable, hasta cierto punto. Por lo menos Él le va a permitir a usted la oportunidad de tratar de hacer eso. Y en diferentes religiones, la voluntad de Dios es más o menos una gran parte de nuestros esfuerzos. Pero al final, todas las religiones humanas inventan lo mismo: usted hace el esfuerzo por entrar. Pero la Biblia demuestra de manera clara y confirma que nadie jamás estará en una posición correcta con Dios así. Nadie. Nadie va a escapar del juicio y entrar en la bendición. Nadie va pasar de estar bajo el juicio de Dios y pasar al favor de Dios mediante sus propios esfuerzos, mediante su propio esfuerzo.

Entonces, si vamos a encontrar un camino para estar bien con Dios, no va a ser hallado en nosotros. No va a ser hallado en las religiones que inventamos. Si hay una manera de estar bien con Dios, entonces Dios va a tener que determinar ese camino, porque él es el que ha sido ofendido. Y ahí está el dilema que toda religión intenta responder. Pablo ha mostrado claramente, comenzando en el capítulo 1 hasta el capítulo 3, versículo 20, en donde terminamos la última vez, que nadie puede estar bien con Dios en base al esfuerzo humano. Así es como el versículo 20 termina esa sección entera al decir: "Por las obras de la ley, ninguno será justificado delante de Él”. Nadie estará bien con Dios mediante las obras de la carne. Eso es guardar la ley moral de Dios o algún tipo de ceremonia.

De hecho, toda la raza humana se queda corta. Todos están bajo pecado. Capítulo 3, versículo 9, "judíos y griegos todos están bajo pecado". Y Romanos 1:18, "La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda injusticia". Entonces, todos son injustos, todos están bajo pecado y, por lo tanto, todos están bajo juicio, y nadie tiene la capacidad en sí mismo de cambiar esa situación, sin importar cuán moral él intente ser o cuán religioso sea. Esa es la condenación de los capítulos de apertura.

Entonces, no hay manera, en la que un hombre alcance la justicia por sí mismo. Esto en particular es devastador para la gente religiosa. Y los judíos eran los más religiosos de los religiosos. Y creían que podían alcanzar un lugar correcto con Dios, una posición correcta con Dios, aceptación de Dios, favor de Dios, incluyendo vida eterna en el cielo al guardar la ley de manera meticulosa. Bueno, eso es exactamente lo que Pablo quiere disipar. Bueno, pregunta usted: "Bueno, ¿de qué sirve la ley, entonces, si usted no puede, por la ley, ser hecho justo, recto?”. Bueno, Pablo ya ha respondido eso, ¿no es cierto? No somos hechos justos por la ley. De regreso el capítulo 3, versículo 20, sino que más bien, "Porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado".

Entonces, el propósito de la ley no es salvar a alguien; es condenar a todo mundo. El propósito de la ley no es mostrarle cuán bueno es usted, sino mostrarle cuán malo es usted. Y, claro, la ley presenta demandas máximas: "Sed santos, porque yo soy santo”. “Sed pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. El estándar de la ley nunca es rebajado. Siempre es igual; demanda perfección. Gálatas 3, dice: "Si violas una parte de la ley, eres culpable de todo".

Entonces, Miqueas hace la pregunta penetrante, en el sexto capítulo de su profecía, versículo 6 y 7, "¿Con que vendré al señor y me postraré ante el Dios que está en lo alto? ¿Vendré a Él con holocaustos, con animales? ¿Acaso el Señor se deleita en miles de carneros, en decenas de miles de ríos de aceite? ¿Presentaré mi primogénito por mis actos rebeldes, todo de mi cuerpo por el pecado de mi alma? ¿Dios quiere animales? ¿Debo entregar mi bebé? ¿Acaso eso satisfacerá a Dios? ¿Acaso eso va a ganarme una relación con Él? El camino a Dios no es mediante el sacrificio humano religioso más extremo el sacrificio animal, hasta el sacrificio humano, ofrecer el fruto de su cuerpo, su propio hijo, como si eso de alguna manera apaciguara a Dios, como se decía, usted recordará por aquellos que adoraban a Moloc.

Entonces, todos los pecadores, y eso significa todos los humanos, están bajo juicio. Todos los pecadores son incapaces por igual, por sus propios esfuerzos, moral y religiosamente, de ganarse el favor con Dios. Los estándares de la religión verdadera son perfección divina. Esa es la única cosa que Dios acepta, y no podemos alcanzar eso. Esa es la razón por la que hemos estado aprendiendo que en la apertura del capítulo 3 tiene la intención de callar al mundo entero. De regreso el versículo 19, "Porque todo lo que la ley dice, se lo dice aquellos que están bajo la ley, para que toda boca sea callada (toda boca sea callada; no hay defensa; no tienes nada que decir) y todo el mundo sea responsable (o culpable) delante de Dios".

Antes en ese capítulo, Pablo, citando el Antiguo Testamento, dijo: "No hay justo, ni aún uno". Entonces, la situación del hombre es oscura, es de desesperanza. En sí mismo no tiene esperanza. En su religión no tiene respuesta real. Él va camino al juicio divino, y no hay remedio. La ley únicamente lo condenará, la ley no le ayudará; la ley lo maldecirá; la ley va pronunciar una sentencia de muerte sobre él. ¿Qué esperanza tiene él? Y después usted llega al versículo 21, y las primeras dos palabras son una transición de esperanza a la que le damos la bienvenida, "Pero ahora", pero ahora. Hemos tenido suficiente de lo horrendo de los tres capítulos de apertura.

Ahora necesitamos algo de esperanza. "Pero ahora", literalmente en estos tiempos actuales, un momento muy crucial en la historia redentora. Esta es la plenitud del tiempo. Y en este tiempo, fuera de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado. Exactamente cuando el hombre necesitaba justicia, apareció en la plenitud del tiempo — en este tiempo actual, ahora— hablando de la era del Nuevo Testamento y la llegada, claro, del Señor Jesucristo — una justicia— "La justicia (literalmente) de Dios ha sido manifestada". La justicia del hombre es inepta. Si vamos a estar bien con Dios, necesitamos otra justicia que no sea la nuestra.

Debido a que no podemos ser justos por algo hecho del lado humano, la única manera en la que podemos ser justos es por algo que se nos dé del lado divino. Necesitamos una justicia igual a la justicia de Dios. La única justicia que es igual a la justicia de Dios es la justicia de Dios. Buenas noticias: "Aparte de la ley, (la cual únicamente puede condenarlo a usted) la justicia de Dios se ha manifestado". Esta es la única solución. Una justicia tiene que descender a nosotros. Una justicia que está fuera de nosotros. Dios mismo tiene que venir a rescatarnos. Dios tiene que darnos una justicia que está fuera de nosotros, por encima de nosotros y que va más allá de nosotros.

El mismo que dio la ley para condenarnos, también deben darnos la justicia para salvarnos. Esta es la ley del Evangelio glorioso de Jesucristo brillando en nosotros. La justicia que usted necesita y que yo necesito para ser salvo, Pablo dice, viene de Dios. Es la justicia de Dios mismo. Me acuerdo de Isaías 45:8, que dice: "Desciendan, ustedes cielos, de arriba, que los cielos derramen justicia (el versículo sigue) que la tierra se abra, que produzca salvación, que la justicia brote junta. (Y después cierra) Yo el Señor, la he creado". Esta es la justicia de Dios que desciende a nosotros. Es, como dije, una justicia que está fuera de nosotros.

Se acuerda del testimonio del apóstol Pablo en Filipenses capítulo 3, el cual, claro es, algo así, en el versículo 8: "Todo lo tengo por basura comparado al valor de conocer a Jesucristo mi Señor, por quien he padecido la pérdida de todas las cosas, las tengo por basura para que pueda ganar a Cristo y ser hallado en Él, no teniendo una justicia mía derivada de la ley, sino aquella que es mediante la fe en Cristo, la justicia que viene de Dios en base a la fe". Esta es la enseñanza simple, clara del Nuevo Testamento acerca de la justicia necesaria para salvación que estuvo perdida literalmente por un milenio más, en la historia, y que fue recuperada por la reforma. No desapareció de manera completa.

Hubieron personas fieles, creyentes que entendieron esto a lo largo de esa era, pero la Iglesia romana dominante fue edificada y todavía opera en base a que los hombres tienen, en ellos, suficiente bondad, junto con la gracia de Dios, para alcanzar una justicia satisfactoria con Dios que los salva. No obstante, esto, no es eso. Esta es la justicia que le pertenece a Dios, que desciende de Dios y nos es dada. Es descrita aún más, en Daniel 9:24 y el Salmo 119:142, como una justicia eterna. Es, Isaías 61 que dice: “Mi justicia será para siempre”. Es una justicia eterna que trasciende todo en el mundo de la experiencia humana. Es el tipo de justicia que cumple la ley. Y en la vida de Jesús, es manifiesta. Jesús, siendo Dios, fue perfectamente justo. Él manifestó esa justicia perfecta en su obediencia activa. En su obediencia activa. Él fue perfectamente obediente a la ley. Él nunca violó la ley. Él estuvo sin pecado.

Entonces, Él fue el modelo viviente de perfección justa en su obediencia activa. Él también cumplió de manera perfecta la paga de la ley en la cruz en su obediencia pasiva, en donde Él pudo pagar el precio infinito, sufrir muerte y sufrir la experiencia del infierno y resucitar de los muertos. Entonces, Jesús es el modelo perfecto de justicia en el sentido de que Él vivió una vida perfectamente justa. E inclusive modela la justicia, conforme demanda un castigo y Él cumplió ese castigo al morir en la cruz. El tipo de justicia, entonces, que es mostrado en la justicia activa de Cristo, en su perfección, es el tipo de justicia que es requerida. Y debido a que no podemos alcanzarla, tiene que descender del cielo.

Esa la razón por lo que es tan asombroso pensar en Hebreos 10:14, el cual dice que cuando usted coloca su vida en las manos de Dios mediante la fe en el Señor Jesucristo, cuando usted regenerado, nacido de nuevo, usted es perfeccionado para siempre. Usted es perfeccionado para siempre. La santificación es, pensamos únicamente en ella en su sentido progresivo, pero la santificación es una palabra más grande que esa. El versículo dice: "Siendo perfeccionados". Somos perfeccionados para siempre los que estamos siendo santificados. Entonces, santificación es una palabra que tiene un aspecto progresivo, pero también significa algo que va más allá de eso, llevándonos hasta la perfección.

Entonces, cuando pensamos en justicia, estamos pensando en una justicia perfecta, justicia divina, aquello que es verdad de Dios, y aquello que fue manifiesto en Jesucristo, un tipo de justicia que es perfección misma, el tipo de justicia que es eterna. Se nos dice, en el Nuevo Testamento, que en el nuevo cielo y en la nueva tierra mora la justicia. Es esa justicia misma que le pertenece a Dios que es eterna. Esto es lo que se requiere; esto es lo que necesitamos tener. No podemos alcanzarla; se nos tiene que dar, y se nos tiene que dar mediante la gracia. ¿Verdad?

Si usted no se la puede ganar, es un regalo de gracia. Y esa es la gloria del Evangelio. Esa es la razón por la que fue tan emocionante en el capítulo 1, versículo 16, para Pablo, bueno, en el versículo 15, decir: "Estoy pronto a predicar el Evangelio; porque no me avergüenzo del Evangelio; porque es poder de Dios para salvación para todo aquel que cree, al judío primeramente y también al griego. Porque en Él la justicia de Dios se revela”. Es el Evangelio que trae la justicia de Dios a nosotros.

Ahora, hemos estado hablando en este capítulo, la semana pasada, del hecho de que hay una escena de corte. El hombre está siendo juzgado; no hay defensa. En el juicio delante de Dios, somos declarados culpables. Sin embargo, Dios es amoroso y lleno de gracia y desea justificar al pecador, declarar al pecador culpable, justo. Pablo inclusive dice, y llegaremos a esto más adelante, capítulo 4, versículo 5, que Dios justifica a los impíos. ¿Cómo puede hacerlo Él? ¿Cómo puede hacerlo? ¿Cómo puede Él justificar al impío o hacer que el impío esté bien con Él? ¿Cómo puede el hacer eso? Eso es impresionante para el legalista. Eso sería impresionante para el judío porque Proverbios 17:15 dice que: "El que justifica al impío es abominación a Jehová". Éxodo 23:7, dice, citando a Dios, "No justificare al impío".

Pablo, volteando la mesa y diciendo: "Dios justifica al impío. Él justifica al impío. Él manifiesta su justicia aparte de la ley. Eso quiere decir, que estar bien con Dios depende no de usted sino de Dios. No en lo que usted se ganó, sino en lo que Dios da. Esta es la majestad del Evangelio. Todo depende de Dios. Todo depende de Dios. Ahora, conforme vemos la justicia de Dios, únicamente quiero en cierta manera desglosarla un poco y darle algunas maneras para avanzar a lo largo del pasaje, porque este es el corazón de nuestro Evangelio cristiano. Usted necesita saber esto por la riqueza que trae a su propio corazón. Como creyente, necesita conocerlo para que pueda declarárselo a otros con claridad y exactitud.

Entonces, dividámoslo un poco. Varios elementos aparecen. La justicia de Dios, en primer lugar, es aparte del legalismo. ¿Muy bien? Número uno, es aparte del legalismo. Es el principio mismo del versículo 21, "Ahora, aparte de la ley", aparte de la ley. Eso está en la posición enfática, sea lo que sea que viene primero en el orden de la oración griega es enfático: "Pero ahora, a parte de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado". Mientras que el tema principal es la justicia de Dios, la posición enfática es aparte de la ley.

Esto necesita estar en la posición enfática porque es característico de todas las religiones falsas, sea judaísmo o cualquier otra religión, que usted es hecho recto con Dios al guardar alguna ley. Esta justicia no tiene nada que ver con guardar la ley. Como leímos de regreso en el capítulo 3, versículo 20, ya que por medio de la ley viene únicamente el conocimiento del pecado, no la justicia. Ahí en el capítulo 5, versículo 20, "La ley vino para que la transgresión incrementara"—incrementara. No ayuda; inflama el pecado incita el pecado; trae una maldición. La ley no le ayuda a usted.

Entonces, esta justicia es aparte de la ley, sin la cooperación de algún esfuerzo legalista. Capítulo 4, versículo 15, "La ley trae ira". Lo único que hace es producir ira. En el capítulo 2, él dijo: "Mientras que los hombres viven, continúan amontonando ira para el día de la ira". Continúa empeorando, y empeorando, y empeorando, entre más viven, y Dios mantiene un registro de cada pecado. Entonces, si alguien va a estar bien con Dios, va a ser de manera total, independiente de cualquier cosa que algún hombre pueda hacer. No puede pasar. Robert Haldane escribió: "A esa justicia el ojo del creyente siempre debe estar dirigido".

Esa justicia que es la justicia de Dios. En esa justicia debemos descansar. En esa justicia debe estar la vida. En esa justicia debemos morir. En esa justicia debemos aparecer ante el juicio. En esa justicia debemos estar para siempre en la presencia de un Dios justo. Tenemos que alejarnos de manera total de cualquier tipo de justicia humana. El error más grande sobre el planeta es cometido por personas religiosas al seguir la salvación y el cielo en base a su propia justicia. Esta justicia, la cual es requerida, es aparte de la ley.

En segundo lugar, está construida sobre la revelación. No es algo que hasta este entonces se había desconocido. Versículo 21, "Testificada por la ley y los profetas”. La ley y los profetas es un eufemismo para el Antiguo Testamento. La ley y los profetas simplemente significan el Antiguo Testamento. El Antiguo Testamento nunca prometió que la salvación vendría al guardar la ley. Ese no fue el mensaje del Antiguo Testamento. Pase al capítulo 4, versículo 3, por un momento. "Porque si Abraham fue justificado por las obras —versículo 2— él tiene que gloriarse, pero no delante de Dios". Versículo 3: "Pero ¿qué dice la Escritura?" ¿Qué dice? Esto está citando Génesis 15:6, "Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia”. Se le dio una justicia por parte de Dios en base a la fe. Versículo 7, más bien, versículo 6, “David habla de la bienaventuranza del hombre a quien el Señor acredita justicia aparte de las obras: Bienaventurados aquellos cuyas transgresiones han sido perdonadas, y cuyos pecados han sido cubiertos. Bienaventurado a quien el Señor no toma en cuenta su pecado”.

Entonces, esta no es una desviación del Nuevo Testamento de lo que el Antiguo Testamento enseñó, como si el Antiguo Testamento enseñara salvación al guardar la ley, usted sabe, si cumples con suficientes requisitos morales de la ley, y si haces suficientes ceremonias las veces necesarias, te vas a ganar el favor con Dios. Eso nunca fue lo que el Antiguo Testamento enseñó. Las ceremonias y las prácticas del Antiguo Testamento no podían dar vida. 2 Corintios 3, dice: "La letra de la ley, (¿hace qué?) mata, pero él Espíritu da vida".

Entonces, el testimonio del Antiguo Testamento fue de una justicia que viene por la fe y no por obras. Y eso nos lleva al tercer punto. La justicia de Dios es aparte del legalismo, está construida sobre la revelación y es adquirida por la fe. Adquirida por la fe. Versículo 22, "Esto es la justicia de Dios (él lo dice otra vez, repitiendo del versículo 21) mediante la fe en Jesucristo para todos aquellos que creen, porque no hay diferencia". De nuevo, la justicia no es la justicia del hombre, sino que es la justicia que le pertenece a Dios. No puede ser alcanzada mediante las obras porque ningún hombre tiene la capacidad de desempeñar, de cumplir la justicia de Dios. No puede venir mediante las obras; si es la justicia de Dios, no puede ser por algo que hacemos.

Y esto es reafirmado aquí. Viene mediante la fe. Mediante la fe. Pase al capítulo 4, versículo 5, "Al que no obra, sino que cree en el que justifica al impío, su fe le es contada por justicia". Capítulo 5, versículo 1, "Por tanto, siendo justificados por la fe". Efesios 2:8 y 9, "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros". La fe es el instrumento mediante el cual recibimos el regalo de la justicia de Dios. Es simplemente al creer. Al creer.

Hablando de Abraham, en el capítulo 4, versículo 20, dice: "Y no titubeó en incredulidad, sino que se fortaleció en la fe, dando gloria a Dios estando plenamente convencido de lo que Dios había prometido, que Él podía cumplirlo. Eso le fue contado por justicia”.

Eso define la fe para nosotros. ¿Qué es la fe? No es incredulidad, sino que es una creencia fuerte que da gloria a Dios. ¿Y cómo es que usted hace eso? Al creer que lo que Dios promete Él lo hace. Lo que Dios promete esta revelado en la Escritura, revelado en el Evangelio. Cuando usted cree en el Evangelio, usted está creyendo en la promesa de Dios. ¿Cómo recibe usted la justicia de Dios? Al creer en la promesa del Evangelio de que él le dará a usted su justicia si usted coloca su confianza en Cristo. Simplemente creer. Fue verdad de Abraham; fue verdad de David; es verdad de toda persona. Esa es la razón por la que la salvación es llamada el regalo de Dios, no de obras, Efesios 2:9.

Habiendo creído, recibimos como un regalo la justicia de Dios dada a nosotros. ¿Creído qué? Creído en la promesa de Dios. La promesa de Dios en el Evangelio es una promesa en Cristo. Esa es la razón por la que Romanos 10 dice que la fe que salva viene al oír el mensaje acerca de Cristo. Y después Romanos 10, dice, que si confesares con tu boca a Jesús como Señor y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Esa es la razón por la que, como protestantes, siempre decimos: "La salvación es mediante la gracia únicamente, mediante la fe únicamente, en Cristo únicamente". Sola fide, solo Christus, sola gratia; esas son las solas de la Reforma. Sola Scriptura: la Biblia siendo la única fuente de la verdad del Evangelio.

Y también sabemos que existe la fe falsa, ¿no es cierto? Lo hemos repetido en el bautizo esta noche. La gente tiene una fe falsa. Es mostrada en el Nuevo Testamento en personas que tienen un interés superficial en Jesús y eventualmente se alejan. Los discípulos, por ejemplo, en Juan 6, ya no andaban más con él. O sus palabras en Juan 8: "Si continúas en mis palabras, entonces eres mi discípulo real". O 1 Juan 2:19, “Salieron de nosotros porque no eran de nosotros. Porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros.

Pero salieron de nosotros para que se manifestara que no son de nosotros”. O la parábola de las tierras. La parábola de las tierras tan conocida por nosotros en el capítulo 13 de Mateo, en donde vemos que la semilla es arrojada suelo, y entra al suelo, y comienza germinar un poco, y se aparece en la tierra y después muere. Hay fe falsa. Eso no es verdad en la fe salvadora. La fe salvadora y verdadera permanece. La fe salvadora verdadera crece y florece y se manifiesta a sí misma en evidencias de una vida transformada.

Creo que la fe salvadora probablemente es definida de la manera más clara en su sentido puro allí en el capítulo 6 de Romanos y en el versículo 17: “Más gracias sean dadas a Dios, que, aunque erais esclavos del pecado, os volvisteis obedientes del corazón aquella forma de enseñanza, —de doctrina— a la que fuisteis entregados; y habiendo sido liberados del pecado, os volvisteis esclavos de justicia”. Ahí está la evidencia de la salvación real. Esa es la sustancia real. Ustedes, ustedes fueron esclavos del pecado. El versículo 16, dice eso, el pecado resultando en la muerte. "Más gracias sean dadas a Dios que, aunque antes erais esclavos del pecado, ahora, habéis sido obedientes del corazón". Entonces, aquí tiene usted la obediencia emanando de un corazón transformado, demostrado no sólo en conocer la enseñanza, sino en estar comprometido con esa e enseñanza y ser obediente a ella.

Ahora, regrese a Romanos 3, por un momento, y recuerde que ésta no esté en algo nebuloso, sino que la justicia de Dios mediante la fe en Jesucristo, fe dirigida a Él, quien es Él. Esa es la razón por la que dijimos: La fe vienen por el oír la verdad acerca de Cristo. Usted no puede colocar su fe en aquel de quien no conoce usted. ¿Cómo oirán sin un predicador? ¿Cómo predicarán a menos de que sean enviados? Entonces, cada uno construye sobre el otro.

Es esencial, entonces, que proclamaremos que la justicia está disponible para aquellos que creen en las promesas de Dios en Cristo, y, por lo tanto, creyendo en las promesas de Dios en Cristo, coloquen su confianza en Cristo. Y para todos aquellos que creen, porque no hay diferencia. Judío, gentil; religioso, no religioso; sea cual sea trasfondo, hombre, mujer; esclavo, libre, no hay diferencia. Pablo presenta esto de manera clara y repetida, ciertamente Romanos y también en el libro maravilloso de Gálatas.

Entonces, la justicia de Dios, es aparte del legalismo, aparte de mérito personal en guardar la ley. Está construida sobre la revelación. No es algo nuevo; es el mismo mensaje antiguo remontándonos a Génesis 15:6. Es adquirida por la fe, y después vimos aquí que es provista para todos, para todos los que creen. No hay distinción porque todos están en la misma situación. Versículo 23: "Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios". Es para todos los que creen, porque todos están en la misma situación trágica.

No toda persona es tan mala como el resto de la gente. Pero toda persona está en la misma situación de incapacidad total. Solía ilustrarlo muchos años atrás, cuando estaba hablándole a jóvenes, al decir: "No todos saltamos igual de bien, ni tan alto, ni tan lejos". Solía estar en el salto a distancia y en el salto de altura cuando estaba en la preparatoria y la universidad, y podía saltar más lejos que algunas personas y no tan lejos como otras personas. Esa es la razón por la que no fue una carrera muy larga para mí. Podría saltar más alto que algunas personas y no tan alto como otras personas. Pero si todos nos alineáramos en cierta manera en la costa del Océano Pacífico y saltáramos, ninguno de nosotros terminaría en Japón. Ninguno de nosotros terminaría en Hawái. Nadie inclusive llegaría a Catalina.

Esto simplemente va más allá de nuestra capacidad. O si, quizás, inclusive de manera más dramática, todos decidiéramos estar de pie al borde del Gran Cañón, y el objetivo fuera saltar al otro lado, todos estaríamos en lugares diferentes en el fondo. Pero todos igualmente muertos. O si usted quisiera ser la misma analogía desde el punto de vista de altura, no todos nosotros tenemos la misma altura; algunos de nosotros somos más bajo de estatura, y otros más altos. Pero en relación a la estrella más cercana, estamos a una distancia relativamente infinita.

No todos han pecado al mismo grado, pero todos no tienen la capacidad de llegar algún lugar, algún punto que estuviera cercano del estándar que Dios ha establecido, y eso ya ha sido delineado claramente en este libro. Versículo 23: "Por cuanto todos pecaron y están destituidos". Todos caemos en diferentes niveles, en diferentes alturas, pero todos quedamos cortos. Quedamos cortos de la gloria de Dios. La gloria de Dios simplemente es una manera de definir justicia de Dios, la perfección de Dios, la santidad absoluta de Dios. No nos acercamos, ni siquiera nos acercamos.

Entonces, todos estamos en el mismo predicamento, tenemos una provisión que todos necesitamos. Entonces, estar bien con Dios es aparte del legalismo, está construido sobre la revelación, es adquirido por la fe, provisto para todos, y después, en quinto lugar, dado gratuitamente mediante la gracia. Dado gratuitamente mediante la gracia. Versículo 24, "Siendo justificados", esa es la misma palabra como la palabra "justicia/justo” de “dikaios” o “dikaioō”, el verbo. "Siendo justificados (o declarados justos) como un regalo por su gracia”. Ese, es el corazón del Evangelio aquí. No hay manera de darle la vuelta a esto.

Cualquier religión que dice que usted hace alguna contribución a su salvación es un Evangelio falso, y cualquier persona que lo predica, Gálatas 1, dice, debe ser condenado. Que sea anatema. Lo que Pablo quiere decir al usar el verbo “dikaioō” aquí es simplemente que alguien sea justo delante de Dios. Y la única manera en la que puede llegar a pasar es como un regalo. Y “un regalo” es usado, la palabra es usada para distinguirlo de algo que usted se gana. No es un sueldo; es un regalo para establecernos como justos delante de Dios, es algo que es de manera pura un regalo. Es un regalo de gracia.

¿Y qué es gracia? Favor inmerecido, bondad que no nos hemos ganado. Significa que, aunque no lo merecemos, aunque no nos lo hemos ganado, Dios nos trata como si somos justos. ¿Cómo es que Él hace esto? Al concedernos su propia justicia. Esta es una realidad sorprendente; éste es el distintivo del Evangelio cristiano. Cualquier error en esta área y usted le ha quitado el corazón al cristianismo. Y es realizado como un regalo por su gracia. Algunas de las traducciones más antiguas dicen, "gratuitamente por su gracia". De hecho, literalmente es un regalo, sin pago, sin mérito humano. Y de nuevo, si usted quiere un testimonio del Antiguo Testamento, recuerde Isaías 55:1, "Vengan, compren salvación, (en la metáfora de alimento y bebida) sin dinero y sin precio". Es un regalo. “No de obras —Efesios 2:9— para que nadie se gloríe". Gratuitamente como un regalo.

Esta misma palabra “regalo” o don, o dádiva, es usada en el Evangelio de Juan, hablando de Cristo de ser castigado, sin causa. Es usada en Gálatas 2:21 para referirse a Cristo muriendo sin una razón. Eso es exactamente lo que significa. Se nos es dada la justicia sin una causa en nosotros mismos, sin una razón en nosotros mismos. Puramente por su gracia. Pablo usa el término “charis”, cien, más de cien veces en sus epístolas, y es por gracia. Pero no fue barata. Mientras que esta salvación, esta rectitud con Dios es aparte de la ley, está construida sobre la revelación, es adquirida por la fe, es provista para todos, es dada gratuitamente mediante la gracia. Requirió un gran precio; ese es el sexto punto. Requirió un gran, gran precio.

Observe el versículo 24, "Mediante la redención es en Cristo Jesús; a quien Dios mostró públicamente como una propiciación en su sangre mediante la fe". Redención significa rescatar mediante el pago de un precio. Nosotros no pagamos es un regalo. Pero alguien paga. Alguien compra el regalo. Cuando usted recibe un regalo, usted no paga. Sabe una cosa, yo podría ser una de las personas más dotadas, no en el sentido de que estoy hablando de mí mismo como ser dotado, sino en el sentido de que estoy hablando de que otras personas me den un regalo a mí. Yo recibo tantos regalos. Digo, recibo todo tipo de regalos. Simplemente esta mañana se me dieron varios regalos, lo cual es un domingo típico para mí.

Recibí una hermosa chamarra, una especie de saco, o algo. Éste es el emblema de las fuerzas militares que operan en Guantánamo, en la costa de Guantánamo, debido a que uno de los hombres estuvo en nuestro servicio esta mañana y escucha, y me escucha predicar todo el tiempo a través de su computadora, lo que sea, él quería agradecerme al darme abrigo, su saco. Alguien más se me acercó esta mañana y me dijo: "Observe esto, —él dijo— este es un vertebrado de 70 millones de años de antigüedad". Y después ese rio y dijo: "Por lo menos eso es lo que me dijo, y me gustaría que lo tengas". Se veía de manera clara como un vertebrado. ¿70 millones de años de antigüedad? No.

Entonces, lo añadí a mi colección de colmillos. Tengo colmillos de mastodontes que fueron extraídos de la parte norte de Rusia en la tundra, ahí en el Círculo Ártico. Y cuando desenterraron los mastodontes que estaban ahí, los abrieron, y en su estómago hay plantas tropicales. ¿Por qué? Porque ese fue un paraíso tropical como el resto del mundo antes del diluvio. Y se ahogaron en el diluvio, y en la tundra congelada, ahí por el Círculo Ártico, lo que estaba en su estómago todavía está ahí. Eso es algo interesante. Tengo un colmillo de un animal que existió alrededor del tiempo de Noé. Por cierto, un hombre ahí quería que lo tuviera, y él grabó en el colmillo la forma de un mastodonte.

Entonces, es un mastodonte que está grabado en un colmillo de mastodonte antes del diluvio. Es un regalo bastante interesante. Recibo muchos regalos bastante interesantes. También tengo muchos regalos que realmente son inútiles. Pero, recibo arte y todo tipo de cosas que la gente me da, y todas son expresiones de amor. Alguien paga por esto. El amigo que me dio el colmillo lo consiguió de un hombre en una choza en el Círculo Ártico. Sé que alguien paga un precio por el regalo.

Ahora, podemos entender eso, ¿verdad? Es gratis para mí. Pero la historia de cómo llegó a mí algunas veces es mucho más interesante que el regalo mismo. Mucho más interesante. Algunas veces el precio es muy elevado. Recibí un regalo durante la conferencia de pastores que era una caja grande y larga, y la abrí, y había ahí un palo. Digo, un palo bastante grande y pesado. Tan ancho y pesado como un bate de béisbol de más de un metro ochenta de longitud. Y estaba grabado en todos lados, en todos lados, todo tipo de versículos bíblicos grabados y mi nombre y grabado, y grabado, y grabado. Una cantidad increíble de trabajo como una expresión de amor.

Ahora la pregunta contundente es, ¿qué hago con este palo grande? Podría caminar de manera lenta y cargarlo. Pero decidí que, si me lo llevaba para caminar, acabaría agotado en cinco minutos simplemente al cargar eso. Pero usted entiende. Todos recibimos la gracia de muchos, muchos regalos, pero alguien paga un precio profundo por lo regalos. Y aquí encontramos cuál es el precio. Tuvo que haber una redención. Tuvimos que ser rescatados. Tuvimos que ser comprados porque, de hecho, recibimos un regalo y nos volvemos un regalo del Padre para el Hijo. Redención es una palabra tan hermosa, “apolutrōsis”. Aparece unas 10 veces en el Nuevo Testamento. Siempre expresa la idea de liberación mediante el pago de un rescate.

En este caso, somos librados de Dios. Es un concepto interesante. Dios literalmente paga un precio para redimirnos de sí mismo en el sentido de que Él nos redime de su ira a su misericordia. ¿Quién va a pagar por nosotros? ¿Quién va a pagar el precio por nosotros? Bueno, Él nos dice: "La redención que es en Cristo Jesús". El griego inclusive podría permitir, "la cual es por" Cristo Jesús. Entonces, fue el precio que fue pagado por Cristo en la cruz lo que nos redimió. ¿Cómo podía hacer eso? Versículo 25: "A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre”. ¿Qué significa eso? ¿Qué significa "propiciación"? Propiciar a alguien significa satisfacerlo.

Cuando decimos que Dios es propiciado, queremos decir que Dios queda satisfecho. Su justicia es satisfecha. Es una palabra hermosa, “hilasterion”. Y realmente es la idea de que el pecado puede ser borrado porque la justicia es satisfecha. Su uso común era referirse al el cual era el propiciatorio, la tapa que cubría el Arca del Pacto en el Lugar Santísimo en donde la sangre era rociada en el día de la expiación. Y entonces, Dios pagó un precio. ¿El precio? Sangre sacrificial. La sangre sería la sangre de su propio Hijo, el Señor Jesús. Eso es lo que Él requería.

Entonces, Jesús va a la cruz, según 2 Corintios 5:21, "Él fue hecho pecado por nosotros". Esto es, Dios lo trató como si hubiera cometido nuestros pecados y lo castigó de manera plena con toda su ira. Hablamos de eso, ¿no es cierto? En el Evangelio de Lucas en cuestión de horas, Jesús, debido a que Él es un ser infinito, puede tomar una cantidad infinita de castigo. Y él llevó toda la ira de Dios por todos los pecados de todos los que jamás creerían en unas cuantas horas en la cruz. Y Dios quedó propiciado. Dios fue satisfecho. Dios mostró públicamente a Cristo como su propiciación. Y nosotros recibimos el regalo, él lo vuelve a decir, "mediante la fe".

Y este es el Evangelio cristiano. Esto es lo que inició la reforma. Esta es la verdad que salva. Usted recibe el regalo por la fe. No se lo puede ganar. No tenemos que esperar hasta que muramos para saber si vamos a llegar al cielo. Los católicos romanos creen que es presuntuoso pensar usted va a ir al cielo; no sabremos hasta que muramos. Y el 90% de nosotros no vamos a entrar directamente al cielo de cualquier manera; vamos al purgatorio. Y después, todo en el purgatorio depende en qué tan bien nos portamos aquí y que tan bien la gente ora aquí por nosotros para sacarnos de ahí, y de cuánto tesoro de mérito puede ser transferido a su cuenta.

Eso no es lo que la Escritura enseña, que usted tiene que ganarse su camino al cielo en esta vida y después quizás ganarse su camino al cielo en la vida después de la muerte. Usted no se gana su camino al cielo en absoluto, usted coloca su fe en Jesucristo, y Dios es satisfecho con el sacrificio de Cristo a favor de usted y a favor de mí. Horacio Bonar, el predicador escocés, escribió: "No lo que mis manos han hecho pueden salvar mi alma culpable / No lo que mi carne cansada ha hecho  puede hacer que mi espíritu quede completo / No lo que yo siento o lo que hago puede darme paz con Dios / No todas mis oraciones, y el tamaño de mis lágrimas pueden llevar mi carga terrible / Tu gracia únicamente, oh Dios, para mí puede hablar perdón / Tu poder únicamente, Oh Hijo de Dios, puede romper esta esclavitud / Ninguna otra obra puede salvar más que la Tuya, ninguna otra sangre lo hará / Ninguna fortaleza, más que aquella que es divina, puede llevarme con seguridad ".

Y esas son las buenas noticias que siguen a las malas noticias en los capítulos de apertura. Hay tanto más que puede ser dicho acerca de la gloria de este Evangelio, y será abierto para nosotros conforme continuamos la próxima vez.

Señor, gracias de nuevo por tu Palabra; simplemente es tan alentadora para nosotros. Entendemos estas cosas, muchos de nosotros las entendemos. Hay algunos que no. Para muchos, esta noche es la primera vez que realmente entienden esto, y estamos tan agradecidos por eso, la claridad de la Escritura que nos habla con una pureza tan magnífica.

Gracias por el entendimiento incorporado en la Escritura y el doble entendimiento que viene mediante el ministerio de enseñanza del Espíritu Santo. Gracias por la gloria del Evangelio; este Evangelio en el que permanecemos firmes, mediante el cual somos salvos, al cual nos aferramos con esperanza eterna.

Salva pecadores esta noche, Señor, que han pensado, quizás que su bondad puede ganarles lugar en Tu reino. Únicamente van a descubrir que lo único que su bondad les ganó fue un infierno eterno porque quedaron tan cortos. Tráeles gracia y salvación por la fe, oramos en el nombre de Cristo, amén.

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