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He estado tratando de hablar de las situaciones, conforme las hemos pasado, en el casi año y medio pasado ya, y tratando de ayudarle a que usted pueda responder a los cambios dramáticos que están pasando en el mundo a nuestro alrededor y entenderlos desde una perspectiva bíblica. Este ha sido, por la mayoría de las medidas, un año muy difícil y de pruebas. Pero en realidad este probablemente ha sido el año de ministerio más emocionante y gozoso que he conocido. Me siento como Moisés—cuarenta años en Egipto, cuarenta años en el desierto, y ahora tengo 80 y apenas estoy empezando. Sé que usted está calculando que no me quiere por otros cuarenta años. 

Este realmente ha sido un año increíble para la vida en Grace, ¿no es cierto? Ha sido un año maravilloso. Y nuestra decepción no se encuentra con nuestro Señor, y nuestra decepción no se encuentra con los redimidos en Su iglesia. Pero conforme veo el panorama semana tras semana y trato de ayudarle a entender cosas desde una perspectiva bíblica, estoy muy consciente de que hay una cantidad enorme de decepción por parte de casi todos los que deseamos el honor de Dios y el honor de Cristo, y que queremos un ambiente que protege la virtud, que queremos un lugar seguro para vivir y para criar a nuestros hijos—seguros del daño físico que puede venir sobre nosotros y seguro del daño mental, que incluso es más grande, que puede venir sobre nosotros mediante el entretenimiento y los medios de comunicación e incluso la educación.

Lo entiendo; Conozco el nivel de decepción. Y sé que, si usted sigue las noticias, las cuales son malas todo el tiempo y nunca buenas, pueden llevarlo a la decepción a un nivel muy alto. Y creo que esto es en parte porque no entendemos lo que debemos estar esperando. Creo que la decepción se relaciona con el hecho de que está esperando demasiado, y quiero ayudarle a entender eso y ver eso de una manera bíblica. Es menos probable que usted se decepcione si no espera nada. Y en un sentido real, verdadero, usted no debe esperar nada del mundo—nada que va a apoyar, facilitar, ayudar, mejorar, y enriquecer el reino de Dios. No son un aliado, son el enemigo.

Entonces quiero que abra su Biblia en 1 Juan capítulo 2, y quiero leerle de los versículos 12 al 17. Sigamos comenzando en 1 de Juan 2:12. “Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno. No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”

Observe el versículo 15, “No améis al mundo”. Ahora entiendo que Dios es un Dios de amor. En 1 de Juan capítulo 4, versículo 7, se nos dice “amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios”. Y el versículo 8 dice, “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”. Entiendo eso. Es repetido en el versículo 11 del capítulo 4: “Si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros”. Es repetido en el versículo 16: “Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él”. Entendemos eso; comprendemos eso. Dios es un Dios de amor, y también debemos ser gente que es definida por el amor. El amor de Dios, el amor de los creyentes, es un tema a lo largo de la Escritura que conocemos muy bien.

Si usted va al Antiguo Testamento, usted también encontrará que Dios es un Dios que aborrece como también ama. El Salmo 97:10 dice, “Los que amáis a Jehová, aborreced el mal”. Eso establece el estándar. Si usted ama al Señor, hay cosas que usted debe odiar, ¿verdad? Digo, el amor define una actitud hacia uno que es única; y cualquier cosa que está en oposición a eso debe ser aborrecido por la naturaleza misma del amor.

Salmo 119:104, “De tus mandamientos”, dice el salmista, “he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira”. Salmo 119:113, “Aborrezco a los hombres hipócritas; mas amo tu ley”. Salmo 119:128: “Estimé rectos todos tus mandamientos”, pero “aborrecí todo camino de mentira”. Y después de nuevo en ese mismo salmo, versículo 163, “La mentira aborrezco y abomino; tu ley amo”.

El amor absoluto de Dios demanda un odio absoluto de las cosas que Dios no puede amar. Dios odia. De hecho, en Proverbios—un par de semanas atrás mencionamos esto, solo lo voy a retomar por un momento—capítulo 6 de Proverbios y versículo 16. Escuche estas palabras: “Seis cosas aborrece Jehová, que aborrece Jehová”, y comienza con los ojos altivos, y después la lengua mentirosa y las manos derramadoras de sangre inocente, y el corazón que maquina pensamientos inicuos, y los pies presurosos para correr al mal y el testigo falso que habla mentiras y el que siembra discordia entre hermanos.

Hay suficientes cosas que Dios odia. Malaquías 2:16 dice que Dios odia el divorcio. Isaías 61:8 dice que Dios odia la impiedad, simplemente de manera categórica. Lo mismo en Oseas 9:15. En Jeremías 44, versículos 3 y 4, Dios odia la idolatría, la adoración de cualquier cosa o cualquier persona que no sea Él mismo. Amós 5:21 Dios dice, “Odio la hipocresía”. Apocalipsis 2, Dios odia la religión falsa.

Dios es un Dios de amor, lo cual demanda que Él odie cualquier cosa que se oponga a esas cosas que Él ama. Entre más ama usted a Dios, más odia usted las cosas que lo deshonran. Entre más ama usted a Dios, más odia usted esas cosas que se oponen a Él. Entre más ama usted a Dios, más odia usted esas cosas que blasfeman Su nombre.

Somos llamados a amar, pero también somos llamados a no amar. Regrese al versículo 15 de 1 de Juan 2: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo”. Este es el amor que Dios odia, que Juan quiere que entendamos. Sí, debemos ser definidos por amar a Dios; regrese al capítulo 2, versículo 5: “el que guarda su palabra—eso es obediencia—en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él”. Entonces debemos amar a Dios. Versículo 10, debemos amarnos unos a otros: “El que ama a su hermano permanece en la luz”.

Sí, debemos amar a Dios; sí, debemos amarnos unos a otros. Pero también hay un negativo: No debemos amar el mundo. Ahí no es donde debe estar nuestro cariño. Si usted regresa a 1 de Juan capítulo 4 y versículo 4, “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”, lo cual quiere decir que hay una Persona en usted, y hay una persona diferente en el mundo. Y sabemos quiénes son estas personas: en usted está el Espíritu Santo; en el mundo está Satanás. 

Los que son del mundo “hablan del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error”. El Espíritu de verdad es el Espíritu Santo; el espíritu de error, Satanás y todos sus sirvientes.

Entonces hay una distinción clara en los reinos—hablamos de esto meses atrás. El reino de las tinieblas y el reino de la luz no comparten una plataforma en común. En el capítulo 5 Juan dice en el versículo 4, “Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. Y ¿quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?”

Hemos vencido al mundo. Somos distintos del mundo. El mundo no nos escucha. No podemos esperar opinar en el mundo y hacer que hagan lo que nosotros pensamos que deben hacer. Con toda la fuerza política que los “cristianos de ala derecha” puedan querer acumular, el mundo por definición pertenece a Satanás y no escucha la verdad. No somos del mundo. Hemos sido librados del mundo, del reino de las tinieblas al reino del amado Hijo de Dios.

Todo eso para decir que, no debemos esperar nada del mundo. Si nos concede ocasionalmente, o incluso por un tiempo en la historia, cierta medida de respeto, cierta medida de respeto a la Palabra de Dios o a lo que llamamos moralidad cristiana, eso es una anomalía; eso no debe ser esperado. Eventualmente el mundo va actuar como el mundo; va a manifestarse lo que es. Entonces regresamos al mandato al principio del versículo 15: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo”.

Ahora quiero darle varias razones por las que se nos manda no amar el mundo. Número uno: Debido a lo que es, debido a lo que es. Es el mundo. Ahora el mundo podría significar varias cosas—kosmos es el término. Podría referirse al mundo físico. Hechos 17:24 sabemos que dice que Dios “hizo el mundo, el kosmos, y todo lo que en él hay”. Y debemos ver esa creación y darle gloria, ¿verdad?

Entonces no es ese mundo el que debemos odiar; ese mundo es una gracia común, eso es un regalo de Dios. Los cielos y el resto de la creación declaran Su gloria. Podemos amar la expresión de Dios en el mundo; y como creyentes, debemos hacer eso. Esa es la razón por la que es tan importante no creer en la evolución—porque usted no puede dar un reconocimiento sin nombre, imposible por la magnificencia de la creación física a una ecuación que dice nadie por nada equivale a todo. Eso es locura. El mundo físico debe ser valorado, y se le debe dar una medida de afecto porque es un testimonio de la grandeza y la gloria de la majestad de Dios. Podemos amar Su creación.

Podemos amar el mundo humano. De hecho, Dios incluso ama el mundo humano. “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito”. En el capítulo 2 de 1 de Juan y versículo 2, “Abogado tenemos”, versículo 1, Jesucristo el justo”, quien es la propiciación o la satisfacción, por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”. “Dios amó de tal manera al mundo, que dio a Su Hijo”. Entonces el mundo que se nos permite amar y debemos amar es el mundo creado, y debemos darle a Dios la gloria por la magnificencia de Su creación.

Nada me molesta más que oír a alguien hablar de la Madre Naturaleza. No hay Madre Naturaleza. Dios merece toda la gloria y todo el reconocimiento. Y si usted quiere saber cómo fue creado todo el universo, lea los primeros dos capítulos de Génesis, y ahí está. Y solo hubo un testigo ocular, y ese fue Dios; y ese es el único relato que tenemos.

Dice usted, “Bueno, ¿qué hay acerca de la ciencia?” La ciencia no tiene nada que decir acerca de la creación, absolutamente nada, porque no fue un acontecimiento científico explicable por reglas que funcionan, que operan continuamente. Fue un milagro. Fue un milagro más allá de cualquier otro milagro porque de la nada Él creó un universo entero. ¿Qué tipo de milagro es ese? Usted no lo puede explicar por la ciencia; eso es ridículo. Pero usted puede darle la gloria a Dios por Su creación. Y cuando usted reconoce a Dios como el Creador, entonces tiene que reconocer a Dios como el dador de la Ley porque parte de esa creación es el sentido de lo que está bien y lo que está mal. Esa es la razón por la que los hombres huyen de Dios como el Creador—no porque no les guste la idea de que un dios creó, sino que no les gusta la idea de que ese Dios es su juez.

Entonces si podemos amar el mundo físico en el sentido de que vemos su belleza y le damos a Dios la gloria por él, y si somos llamados a amar el mundo humano como Dios Mismo lo ama, y fue al grado de que Él de hecho envió a Su Hijo al mundo, Juan 1:10, “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció”. Él vino al mundo que Él amó. Debemos seguir ese patrón. Él vino porque Él amó, y también debemos amar ese mundo de humanidad.

Entonces ¿cuál es el mundo que debemos odiar? No es el mundo creado, no es el mundo humano; es el sistema espiritual de maldad que opera en la esfera física. Es el sistema de maldad que se opone a Dios. Ese es un mundo en sí mismo.

Y usamos el término “mundo” de esa manera aún en español. Podríamos hablar de—podría decir “el mundo”, y usted podría pensar que me refiero al planeta. Yo podría decir “el mundo”, y usted podría pensar que me refiero a la población. O yo podría decir “el mundo”, y usted podría pensar que me refiero al mundo de los deportes o el mundo de la economía o el mundo de la educación. Simplemente significa un sistema, un kosmos a diferencia de un caos. Un caos es desorden, un kosmos es orden—algún tipo de sistema ordenado. Hay un sistema físico, hay un sistema humano, y hay un sistema de maldad pecaminoso, satánicamente dominado.

Escuche las palabras de nuestro Señor en Juan 15:18, “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece”. Entienda eso. Usted está comenzando con la suposición equivocada si usted piensa que puede hacer que el mundo lo ame a usted o que admire las sugerencias que usted hace para cómo deben operar ellos.

En la oración sumo sacerdotal de Jesús en Juan 17, versículo 14, Él dijo, “Yo les he dado tu palabra”—hablando de los apóstoles—“y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”. Entonces lo que Juan nos está diciendo es, “No pueden amar el mundo debido a lo que es. Es un sistema de maldad completamente opuesto a todo lo que Dios desea”.

Usamos la palabra “mundo” de esa manera. Así lo hace Juan. Juan dice en el capítulo 5 de 1 de Juan, versículo 19—realmente una afirmación amplia, sorprendente: “Sabemos que somos de Dios, y el mundo eterno está—literalmente—está en el maligno”. ¿Quién está a cargo del mundo, el sistema? El maligno. La gente no salva es llamada hijos del mundo en Lucas 16:8. Somos hijos de Dios. 

Primera de Juan 4, quizás deba ver eso: “Amados, no creáis, versículo 1, a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido por el mundo”. El sistema está literalmente lleno de mentirosos. “En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”. Esta es una distinción clara y significativa.

Jesús, en Juan 12:31, llamó a Satanás el príncipe de este mundo. Satanás involucra a la raza humana entera de gente no regenerada en su sistema malo. Escuche Efesios 2:2: Antes de que usted fuera salvo, usted estaba operando, versículo 2, “conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”. Usted estaba viviendo en los deseos de su carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y era por naturaleza hijo de ira, lo mismo que los demás.

Cuando usted entiende lo que es el sistema del mundo, debe bajar las expectativas que usted tiene de que ellos hagan algo que agrade a la iglesia de Jesucristo. ¿Por qué lo esperaríamos? El mundo no es nuestro hogar. Filipenses 3:20, “Nuestra ciudadanía está, ¿dónde? En los cielos”. “El espíritu del anticristo,” 1 de Juan 4:3, “ya está en el mundo.” El mundo, capítulo 4, versículo 1, está cargado de mentirosos y falsos profetas. Y el mundo no se puede relacionar con nosotros porque somos los hijos de Dios. El mundo y el pueblo de Dios son dos realidades completamente incompatibles. Primera de Juan 3:13, Juan en cierta manera lo resume: “Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece”.

Entonces ¿a dónde voy con esto? Lo que está comenzando a pasarnos es lo que debemos estar esperando. Es lo que debemos estar esperando. El mundo no va a escuchar la verdad; escucha a mentirosos. Ellos son del mundo, por lo tanto, hablan del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios. Nosotros hemos vencido al mundo, y en ese sentido vivimos en una esfera diferente, un reino diferente. Nuestra ciudadanía está en los cielos.

La naturaleza misma del mundo lo coloca en oposición violenta al reino de Dios. El mundo es hostil a Dios. Simplemente recuérdelo: es hostil por naturaleza a Dios, al Dios verdadero. Es hostil a Cristo. Es hostil a la piedad. Esa es la razón por la que Jesús, en esa afirmación en Juan 17:9, dijo que el mundo está tan definido y está metido tan profundamente en su propia identidad que Él dijo, “No oro por el mundo”. Qué declaración. “No oro por el mundo”. Jesús se entregó a Sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este mundo presente. Pedro habla de la contaminación inherente del mundo.

Entonces el mundo—esa es la sociedad, cómo la gente piensa y funciona, el complejo de sus ideologías, sus puntos de vista, y sus conductas—es hostil hacia Dios, hostil hacia Cristo, hostil hacia el evangelio, hostil hacia la verdad, hostil hacia la piedad. Está dominado, como Juan dice si usted ve el versículo 16, por “los deseos de la carne, los deseos de los ojos, la vanagloria de la vida”. Está dominado por la ambición carnal. Está dominado por la soberbia. Está dominado por la avaricia. Está dominado por el placer personal, el deseo malo. Sus opiniones están equivocadas. Sus objetivos son egoístas. Sus placeres son pecaminosos. Su influencia es desmoralizadora. Su política está corrupta. Sus honores están vacíos. Sus sonrisas son falsas. Y su amor es superficial. Este sistema de rebelión contra Dios está a cargo de Satanás y establecido sobre la tierra como la antítesis misma del reino y la iglesia de Jesucristo.

Entonces cristiano, no ame el mundo. Ahora ¿qué significa la palabra “améis”? Bueno está identificando el amor al nivel más alto. El verbo griego agapao significa el tipo de amor que asciende, el tipo de amor más alto. Amar al mundo es darle al mundo un cariño del que no es digno de recibir. Es dejar que el mundo posea y gobierne el alma de usted, o gobierne sus expectativas, o determine las metas de su vida. Esto no puede ser cierto en un cristiano. Nosotros no, no podemos, no debemos asumir que hay alguna virtud redentora en amar al mundo con respecto a su sistema.

El sistema del mundo está bien definido—y voy a este texto mucho—en 2 de Corintios capítulo 10, en donde creo que esta es una definición muy clara. Versículo 5 de 2 de Corintios 10, conforme salimos con la verdad, “estamos derribando argumentos—esas son ideas, logismos: ideas, pensamientos, filosofías, psicologías, teorías, religiones, cualquier conjunto de ideologías—y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”.

Entonces ¿qué es? ¿qué es el ministerio? Es entrar en todas las mentiras, todos los inventos, todos los engaños que básicamente constituyen el sistema del mundo organizado por Satanás, y traer la verdad para que podamos liberar a la gente y llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. Eso es liberar a la gente de las tinieblas a la luz, del reino de las tinieblas al reino del Hijo amado de Dios.

Entonces no amamos al mundo debido a lo que es. Y al decir, “No améis al mundo”—no le dé el cariño que usted tiene; no lo merece. Y eso significa no le de sus preocupaciones. No espere nada más de lo que usted sabe que el mundo haría; y eso sería, hacer lo que su líder quiere. ¿Y quién es su líder? Satanás. Entonces ¿por qué esperaría usted algo menos? Le confieso que Satanás es sutil. Y Satanás no quiere que todo mundo entienda sus estrategias totalmente, para que él pueda cubrir la impiedad real, vil hasta cierto grado, con cierta medida de conducta civil. Pero debajo de todo está Satanás y la blasfemia.

Entonces no amamos el mundo debido a lo que es. En segundo lugar, no amamos el mundo debido a quiénes somos. Regresemos al versículo 12—a quiénes somos. “Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.”

No amamos al mundo debido a lo que el mundo es y debido a quiénes somos. Hemos vencido al mundo—ya vimos eso—y ahora él dice al vencer al mundo, hemos vencido al maligno. Esta realmente es una porción increíble de la Escritura porque nos dice, atrás en el versículo 12, que todos somos hijos. Todos somos hijos de Dios porque nuestros pecados han sido perdonados. Eso nos fue dado, ese regalo de perdón y redención y justificación, y junto con eso vino la adopción—y nos volvimos los hijos de Dios por adopción como también regeneración. Entonces somos hijos de Dios totalmente; ya no somos hijos del diablo, a los que Jesús se refirió en Juan 8.

Ahora como hijo de Dios estamos en 3 categorías—véanlas ahí—hay padres, hay jóvenes, hay hijitos. Entonces en el versículo 13 él habla de padres al final del versículo. Y después él habla de niños apenas antes de eso, y se refiere a los jóvenes en el versículo 14. En el versículo 14, él habla de padres y jóvenes.

Permítame resumirlo de esta manera; es bastante simple: como cristianos, todos somos hijos de Dios. Algunos de nosotros somos infantes, y ese es el punto que él está presentando al final del versículo 13: “Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre”. Eso es Papi espiritual—algunos de nosotros somos creyentes nuevos, y solo conocemos al Padre. No conocemos mucho más fuera del Padre. Usted sabe que ha sido regenerado, ha nacido de nuevo. Dios es su Padre, Cristo es su Salvador y Redentor. Usted no conoce mucho más que eso. Usted tiene mucha vulnerabilidad. ¿Por qué? Porque los niños tienden a ser “llevados de—¿qué? todo viento de doctrina” porque usted no tiene la fuerza para protegerse. Usted no tiene el discernimiento.

Entonces es fácil para los niños ser arrastrados en alguna forma falsa de cristianismo o alguna forma débil de cristianismo. Y hay estos lugares grandes llamados mega iglesias en donde usted tiene, en muchos casos, a niños muy, muy débiles que han venido a Cristo y que están en la familia de Dios, pero carecen de discernimiento; y entonces son llevados por todo viento de doctrina que sopla, y son como un niño arrastrándose en el suelo que se mete todo a la boca. Usted debe salir de esa etapa lo más rápido posible; y esa es la razón por la que usted está aquí. No sé de donde salió eso. Gracias.

Después él dice, “Os escribo a vosotros, jóvenes”. Cuando usted se vuelve un joven espiritual, en el versículo 13 dice, “usted ha vencido al maligno”. “¿Quieres decir que como creyente puedo llegar a un punto en el que tengo que vencer al maligno?” Sí. ¿Qué significa eso? No significa que usted nunca va a pecar porque el pecado viene de su naturaleza caída. Pero lo que significa es que llega a un punto en el que usted ya no es engañado por doctrina falsa. Eso es lo que dice en el versículo 14: Los jóvenes son fuertes porque la palabra de Dios permanece en vosotros, ¿muy bien?

Conforme usted va de ser un infante—metiéndose todo a la boca—llevado por doquier por todo viento de doctrina—a ser un joven espiritual, significa que ahora usted entiende la verdad, y puede defenderse a sí mismo contra las mentiras de Satanás. Usted repentinamente no va a meterse en una secta porque usted es fuerte en la Palabra; y usted ha vencido al maligno en el sentido de que el maligno opera como un mentiroso, ¿verdad? y un engañador. Y todos sus agentes son mentirosos y engañadores, Pablo dice.

Entonces usted puede alcanzar un punto en su vida espiritual en el que su doctrina es sana, y puede defenderse a sí mismo y protegerse a sí mismo. Y eso es lo que es ser un joven espiritual fuerte. Y después usted ama la doctrina sana, y usted quiere pelear contra las sectas porque usted entiende la verdad; y usted ya no es vulnerable a sus mentiras de ellos. 

Pero ese no es el final del patrón espiritual. Él dice, versículo 14, “Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio”. ¿Qué es eso? Como niño usted es vulnerable debido a su falta de discernimiento. Como joven usted es fuerte, y ha vencido al maligno en el sentido de que usted ya no es tentado por mentiras y engaño porque su doctrina es sólida y sana de la Palabra de Dios. Ese no es el final de su viaje—usted debe ir más allá de la teología a conocer a Dios. Usted conoce al Padre. Esto es madurez espiritual, en donde no solo es la teología que usted tiene, sino que es su caminar con Dios que ha ascendido a un nivel de intimidad y gozo y entendimiento que trasciende incluso la teología que usted tiene. Padre espiritual.  

Entonces esto somos nosotros. Somos hijos de Dios. Algunos de nosotros somos bebés, y algunos de nosotros somos jóvenes espirituales que hemos vencido al maligno, y algunos de nosotros somos padres espirituales—me encanta esta frase—“que habéis conocido al que es desde el principio”. Usted tiene un entendimiento de las realidades del Dios eterno y Su naturaleza. Esto es lo que somos. Eso no tiene nada que ver con el mundo.

Ninguno de los que son definidos en esos versículos como parte de esa familia podría amar al mundo. ¿Cómo podría usted amar el mundo? No es posible. Y esa es la razón por la que dice, de regreso al versículo 15, “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. Si el amor del Padre está en usted, usted no puede amar el mundo. Pero parece como que somos engañados al esperar más del mundo de lo que deberíamos esperar. Ellos simplemente se están conduciendo exactamente de la manera en la que las Escrituras esperan que se conduzcan. Estamos en la familia de Dios; no amamos el mundo ni las cosas en el mundo. “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. Esto es totalmente inconsistente con ser un cristiano.

Entonces usted se pregunta a sí mismo, “¿Cómo sé si soy un creyente verdadero?” Si usted anhela cualquier libro más que la Palabra de Dios, si usted ama cualquier canción más que las que dan honor a Cristo, si usted ama a cierta gente más que a los creyentes, cualquier comunión más que a la iglesia, si usted ama cualquier actividad que la adoración, si usted ama cualquier esfuerzo más que el servicio a Cristo, si usted busca cualquier recompensa más que “Bien, buen siervo y fiel”, entonces usted está siendo engañado. Esa es la razón por la que Pablo dice, “Poned la mira en las cosas de arriba,” ¿verdad? Colosenses 3. No deje que el mundo, Romanos 12:2, no deje que el mundo lo obligue a conformarse a su molde. No sea engañado.

No amamos al mundo debido a lo que es y debido a lo que somos. En tercer lugar, no amamos al mundo debido a lo que hace. Y escarbemos en mayor profundidad. ¿Qué hace? Incita a pecar, está diseñado de esa manera. Está diseñado de esa manera por su líder, Satanás, y el versículo 16 lo presenta de manera clara: “Porque todo lo que hay en el mundo”, esta es una declaración completa, cubre todo—“todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”.

Entonces ¿qué son los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida? Simplemente son las categorías en las que el mundo busca tentarlo a usted. Esto es lo que el mundo hace. El cristiano habitualmente no va a amar al mundo porque se opone a Dios, y está diseñado para tentarlo a usted. Está diseñado para tentarlo hacia la pornografía, la inmoralidad, las mentiras, el engaño, el odio racial, dígalo, lo que sea, división. Simplemente quiere incitarlo a usted. Se opone a Dios; genera pecado. Es tan imposible para el amor del mundo coexistir con el amor a Dios, tan imposible como es para la luz coexistir con la oscuridad.

“Dejen de estar amando al mundo”. Ese es un presente imperativo. Dejen de estar amando al mundo; es totalmente inconsistente. Todos sus tesoros, todos sus placeres, todos sus honores, todos sus poderes, todas sus posiciones, toda su riqueza, toda su sabiduría, toda su educación, toda su filosofía—todo eso es del mundo y está diseñado para seducirlo a usted.

Capítulo 3 de 1 de Juan, versículo 17, “El que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?” Simplemente para mencionar que este mundo tiene sus bienes, y algunos de ellos pueden ser útiles si son usados, obviamente para propósitos del reino. Pero en general no tenemos cariño o alguna razón para pensar que el mundo nos está ofreciendo algo que extenderá nuestra vida cristiana y testimonio. Si usted ama al mundo, el amor del Padre no está en usted. Lo único que el mundo hace es incitar pecado. Su entretenimiento está diseñado para hacer eso. Su educación está diseñada para hacer eso. Su política está diseñada para hacer eso. Sus filosofías están diseñadas para hacer eso. De regreso al versículo 16: “Todo lo que hay en el mundo…no proviene del Padre”. “Todo…no proviene del Padre”.

Ahora cuando Eva fue tentada atrás en Génesis 3, Satanás vino, y ella vio el fruto, y ella vio que era agradable a los ojos, que era bueno para comer, y que la haría como Dios. Esa fue la tentación. Esas son las tres puertas al pecado: los deseos de los ojos, se veía bien, los deseos de la carne, ella pensó que sabría bien, y la haría sabia. Entonces usted tiene los deseos de los ojos, los deseos de la carne, y la vanagloria de la vida. A partir de Génesis 3 sabemos cuál va a ser la puerta.

Hablemos de la vanagloria de la vida por un momento. Esto no necesariamente significa solo su cuerpo, esto significa su condición caída. Los restos básicos de su naturaleza pecaminosa, que estará con usted hasta que seamos transformados, es un frente de batalla para el pecado; y es muy fácil para usted ser torcido y pervertido al nivel de su carne caída. Dios provee alimento y le da a usted un mecanismo llamado hambre para que usted sobreviva. Pero el hambre, cuando es pervertida, se vuelve glotonería. La sed, cuando es pervertida, se vuelve embriaguez. El cansancio, cuando es pervertido, se vuelve flojera. El sexo, cuando es pervertido, se vuelve inmoralidad.

Y las obras de la carne, ¿cuáles son? Podemos verlas en Gálatas 5. Esto es muy instructivo. Gálatas 5:19, “Las obras de la carne, aquí están, adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías”, ¿se oye conocido eso? ¿Se oye eso como lo que usted ha visto en el último año y medio? “envidias—envidia de clases, envidia étnica—borracheras, orgías, escándalo salvaje en las calles, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes; que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”. Usted está viendo, en nuestra descomposición social de esta nación, “adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías”—todo. Así opera el mundo.

Es muy diferente de los siguientes versículos: “El fruto del Espíritu es—¿qué? Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, contra tales cosas no hay ley”. Entonces ahí está el contraste entre el mundo y la iglesia. Cualquier cosa que es impulsada para satisfacer sus deseos carnales, sus deseos pecaminosos, viene del reino de las tinieblas. Usted no puede amar al mundo cuando eso es lo que hace.

En segundo lugar, los deseos de los ojos. “Lo veo, lo quiero”. Si este no es el caso más severo de “Lo veo, lo quiero” en la historia humana. Usted no solo lo puede ver y quererlo, se lo pueden entregar en 24 horas. Estamos hechizados. La esposa de Lot lo vio y lo quiso, y fue convertida en una estatua de sal. Acán lo vio y lo quiso, y fue apedreado hasta la muerte. Sansón lo vio y lo quiso, perdió su vida. David lo vio y lo quiso, inmoralidad desastrosa. El Salmo 119:37 nos da instrucción muy importante: “Aparta mis ojos, que no vean la vanidad. Aparta mis ojos que no vean la vanidad”. El mundo está diseñado, y todos sus mecanismos están diseñados, para atraerlo a usted mediante los impulsos de su carne y mediante sus ojos.

Me acuerdo cuando era niño, una frase que se quedó en mi mente por alguna razón. Un hombre estaba vendiendo un auto por televisión, y él dijo, “Que tus ojos tengan un festín con esa belleza”. No creo que un vendedor de autos diría eso en la actualidad, es un poco anticuado. Pero eso es exactamente lo que son los deseos de los ojos—es que sus ojos tengan un festín en algún placer temporal, apelando a sus deseos más bajos. Los deseos de los ojos podrían ser un poco más aceptables y un poco más sofisticados que los deseos de la carne. Pero usted puede ser seducido por lo que ve, y lo que ve pronto puede ir de ser los deseos de los ojos a ser los deseos de la carne.

En tercer lugar, la vanagloria de la vida—vanagloria, alazonei. Este es el que es pretencioso. Este es el egoísmo que es tanto parte de nuestra cultura a partir de décadas y décadas del culto a la autoestima, y después los educadores diciéndole a los niños que pueden ser lo que quieran ser. Quiero decirles algo: No puede. Si usted es lento, va a morir lento. Si es torpe, va a morir torpe. Si usted no puede con las matemáticas, usted va a morir sin poder con las matemáticas. Usted no puede hacer lo que quiere hacer. Siento decirle eso; sé que es una decepción terrible. Pero ese tipo de mentiras convierten a la gente en dementes tratando de alcanzar algo para su propia exaltación que está en una categoría que no es realista. 

La vanagloria de la vida, toca toda área de la vida. Quiere usted tener una vida que sea vista, quiere presumir su vida. ¿Acaso la Internet alimenta eso? ¿Acaso las redes sociales alimentan eso? La soberbia destruye todo porque menosprecia al resto de la gente. Destruye todas las relaciones porque las relaciones solo sobreviven cuando la gente es abnegada.

Entonces hay tres manantiales de maldad en el sistema del mundo: sensualidad, avaricia, y soberbia. La sensualidad es la corrupción de la parte más baja del ser humano, la gratificación ilícita de sus deseos corporales. La avaricia es la corrupción de una parte más alta, una corrupción de una valoración legítima de la belleza que se vuelve un abuso ilegítimo. La soberbia es la corrupción incluso de la parte más alta, la parte más alta del hombre, su ser mismo. Y la corrupción definitiva es la exaltación personal.

Entonces usted va de lo más bajo, la gratificación de su deseo corporal, lo cual normalmente es algo que usted hace en privado; a la avaricia, lo cual es poseer algo que usted ve con sus ojos que no le molesta compartir con otras personas, en cierta manera ese es el punto; hasta el nivel más alto, en donde lo único que usted quiere hacer es exaltarse a sí mismo. Entonces usted va de la realidad de que Satanás quiere que usted haga cosas que usted tiene que esconder, él quiere que usted haga cosas que usted comparte, y él quiere que usted haga cosas que lo elevan a usted por encima de los demás. Mediante la sensualidad nos hundimos a un nivel más bajo que los animales. Mediante la soberbia nos levantamos a un nivel alto para competir con Dios. Así es cómo cayó el diablo—él fue levantado con soberbia. Escuche, esto es lo que el mundo hace, esto es lo que hace.

Entonces no amamos al mundo debido a lo que es, es el reino de Satanás; debido a quiénes somos, estamos en la familia de Dios; debido a lo que hace, nos seduce a pecar. Y un punto final: No amamos al mundo debido a dónde va, versículo 17. Algunos de ustedes están diciendo, “No puedo esperar para la próxima elección”. Le tengo noticias: no va a ser nada diferente. Todavía es el mundo. Entonces esto es lo que usted debería estar buscando: “El mundo pasa”, y cuando se vaya, “sus deseos” se van también. No enganche su vagón a eso; esa es una estrategia de pérdida. Esa es una estrategia de pérdida. ¿Por qué, porqué desperdiciar su energía cuando el mundo está pasando, paragetai? Se está desintegrando. Se está desmoronando. Está en proceso de disolución porque está podrido de arriba a abajo, de lado a lado, del frente hacia atrás. Se va a autodestruir, porque el principio de muerte está en operación completa en todo punto posible. Conlleva dentro de sí su propia destrucción. Y después usted le añade la destrucción que Dios traerá.

Segunda de Tesalonicenses capítulo 2 describe esa destrucción. Vendrá un tiempo cuando el Señor venga, y Él va a destruir, claro, al Anticristo, “con el espíritu de su boca, capítulo 2, versículo 8, con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por eso Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira”, ¿se oye conocido? “a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia”. El Señor está por venir.

El capítulo 1 describe cómo se va a ver eso. Cuando, versículo 8 del capítulo 1, o versículo 7, “se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron”. Estamos esperando que Él venga. Y este mundo está en proceso de desintegración.

Pedro nos da incluso más detalles. Segunda de Pedro capítulo 3, versículo 10: “El día del Señor vendrá como ladrón en la noche, en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”. No solo será juzgado el sistema debido a que la gente no cree, como Pablo le dijo a los tesalonicenses, sino que la creación misma va a dejar de existir. Va a dejar de—lo que usted tiene en 2 de Pedro 3:10 es una implosión. Usted tiene una de-creación. Usted tiene literalmente un evento atómico por el poder de Dios que termina con el universo dejando de existir completamente. Dice usted, “Bueno, ¿entonces qué?” Versículo 13, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.

Entonces Juan dice, “El mundo pasa, ustedes no”. Versículo 17: El que hace la voluntad de Dios permanece, ¿qué? Para siempre. No espere nada del mundo, y usted no se decepcionará. Primera de Corintios 7:31 Pablo dijo esto: “La schēma, el esquema, el sistema de este mundo se pasa”. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.

Entonces no amamos al mundo—debido a lo que es, debido a lo que somos, debido a lo que hace, y debido a donde va. Pero amamos el reino, ¿verdad? Y amamos al Rey, y nos amamos unos a otros. Nuestra pasión tiene que ser que mientras que no amamos al sistema, como Dios amamos a la gente, ¿verdad? Y ellos son los que necesitan oír el evangelio.

Padre, te agradecemos por Tu Palabra, la cual nos abre la verdad en todo asunto pertinente. Gracias por abrir en términos tan claros, directos, inequívocos, la distinción entre los hijos de Dios y los hijos del diablo, entre el reino de la luz y el reino de las tinieblas, entre aquellos que se dirigen a destrucción eterna y aquellos que se dirigen a bendición eterna, entre el mundo y la iglesia. El mundo es un adelanto del infierno; la iglesia es un adelanto del cielo.

Ayúdanos, Señor, a invertir todo lo que tenemos en la iglesia, a buscar la justicia y la virtud y la piedad y la obediencia, y a mostrar compasión a aquellos que están en el sistema que está pereciendo. Danos la fortaleza para pelear contra sus seducciones. Que crezcamos fuertes en la Palabra para que podamos vencer al maligno. Danos ese tipo de victoria que nos permitirá vivir vidas que hagan el evangelio atractivo, que muestran la gloria y el poder de Cristo.

Gracias por estas personas preciadas, por su fidelidad. Gracias, Señor, por la obra que estás haciendo en sus vidas, milagro tras milagro, miles y miles de milagros de regeneración y santificación llevándose a cabo frente a nosotros incluso en esta mañana. Gracias por todos los pequeños que están aquí que se les está enseñando el evangelio, ensenándoseles a amarte y a no amar al mundo. Gracias por los jóvenes, por el grupo de toda edad, cada persona.

Sabemos que la vida es dura; hay luchas y decepciones enormes. Pero ayúdanos, Señor, a no esperar que el mundo nos dará algo, sino también saber que Tú usas las dificultades, la dureza del mundo, para perfeccionarnos, para profundizar la fortaleza de nuestra fe, para equiparnos a través de las pruebas para poder ayudar a otros.

Entonces que podamos ver Tu buena mano incluso en los tiempos difíciles y sepamos que esto no viene del mundo, esto viene del cielo. Aún un aguijón en la carne es para humillarnos para que podamos ser más útiles y más parecidos a Cristo. Entonces que no amemos al mundo; sino que conforme vivimos en el mundo y sufrimos debido a que estamos en el mundo, pero no somos del mundo, guíanos incluso a través de esos sufrimientos a la paciencia que nos madura para la gloria de Cristo. Y lo oramos en Su nombre. Amén.

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