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Durante las semanas y meses hemos predicado la Palabra de Dios sobre todo tipo de asuntos relacionados con las condiciones en las que vivimos, aquí en este país y en nuestro mundo. Pero este Domingo, conforme nos reunimos para celebrar la muerte del Señor, quiero que nos enfoquemos en la cruz de Cristo. Quiero que todos los que están aquí comprendan el evangelio en profundidad. Sé que podemos asumir que usted tiene cierto conocimiento del evangelio; por eso está aquí.

Si usted es un creyente, tiene suficiente conocimiento del evangelio para haber sido redimido. Pero también sé que hay profundidades y riquezas en el evangelio que con mucha frecuencia se pasan por alto. Es una realidad profunda que Cristo vino a morir y resucitar para nuestra salvación; y esta mañana quiero abordar esa realidad a partir del tercer capítulo de Romanos, Romanos capítulo 3. Y voy a leer comenzando en el versículo 21, hasta el final del capítulo, y después nos vamos a enfocar particularmente en los versículos 25 en adelante.

Versículo 21, “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.”

“¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. ¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles. Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión. ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley”.

La mayoría de la gente piensa en la salvación en términos de cómo se relaciona con ellos; la mayoría de nosotros pensamos en la salvación desde nuestra propia perspectiva personal. Vemos la salvación, y creemos que es para nosotros que Cristo murió; es para nosotros que resucitó; es para nosotros que Él hizo posible una salvación sin obras, porque de otra manera nunca podríamos ser salvos porque nunca podríamos realizar obras que satisfarían la justicia perfecta de Dios. Entonces vemos la salvación desde nuestro lado. Y hay razón para hacer eso, y nos regocijamos en eso, damos testimonio de eso en nuestros himnos de alabanza.

Pero las Escrituras, sin embargo, enseñan que primordialmente la salvación no se trata de nosotros, se trata de Dios. La salvación no es en última instancia para nosotros, sino para Dios. De hecho, todo, al final, es para Dios y para la gloria de Dios. La gloria de Dios es el tema dominante en toda la Sagradas Escrituras, desde el principio hasta el final y a lo largo en cada punto. Todo es para la gloria de Dios.

Un poco más adelante en el libro de Romanos, en el capítulo 11, vemos eso resumido — versículos 33 y hasta el 36 del capítulo 11: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!

Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?

¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?

Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.”

Eso llega a la culminación de once capítulos sobre la salvación. Y la salvación es de Él y por Él y para Él, para Él. El Salmo 115:1 dice: "No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad". Leemos tanto acerca de Su misericordia en el Salmo 107, y se nos recuerda la liberación que Él nos da en Colosenses capítulo 1. Pero al final, en el sentido final, último, todo eso es para la gloria de Dios. La salvación de usted no es el fin; la gloria de Dios es el fin y la meta.

Otra forma de ver eso en el libro de Romanos es en el capítulo 1, versículo 5, donde leemos, después de la revelación acerca del Hijo de Dios y Su resurrección, el versículo 5: “por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre”, “por amor de su nombre”. Tercera de Juan 7, Juan escribe que la gente es enviada con el evangelio “por amor del nombre”, “el nombre” es el nombre de Dios.

Entonces quiero mostrarle en Romanos capítulo 3 cómo Cristo murió para Dios. Sabemos que Cristo murió para los pecadores; pero al final, en últimas Cristo murió para Dios. Todo se resuelve en el acorde final y principal de la gloria a Dios; eso es lo que usted ve cuando en un vistazo al cielo en el libro de Apocalipsis. Solo rápidamente, imágenes muy familiares en el capítulo 4 de Apocalipsis y el capítulo 5.

Capítulo 4, versículo 11, las huestes del cielo dicen: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas". Dios recibe toda la gloria por la creación. Y luego, en el capítulo 5 Él recibe toda la gloria por la salvación, versículo 9, “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido PARA DIOS, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho PARA NUESTRO DIOS reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”. La salvación es para Dios, para Dios, para Su gloria.

Justo antes del libro de Apocalipsis está la maravillosa pequeña epístola de Judas. Y al final de ese capítulo leemos esto en el versículo 24: “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría,” y después esto, “al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén”. Todo en el cielo se resuelve en la gloria de Dios. Este es el tema dominante a lo largo de toda la Escritura y la historia redentora.

La salvación se enfoca en Dios incluso en el Antiguo Testamento. Una ilustración maravillosa de esto se encuentra en la profecía de Isaías, capítulo 45. Solo unos pocos versículos de ese capítulo asombroso. Versículo 5, “Yo soy Jehová”, dice Dios, “y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo,

que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto. Rociad, cielos, de arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase la tierra, y prodúzcanse la salvación y la justicia; háganse brotar juntamente. Yo Jehová lo he creado”.

Ahí en el versículo 18 de Isaías 45, “Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro. No hablé en secreto, en un lugar oscuro de la tierra; no dije a la descendencia de Jacob: En vano me buscáis. Yo soy Jehová que hablo justicia, que anuncio rectitud. Reuníos, y venid; juntaos todos los sobrevivientes de entre las naciones. No tienen conocimiento aquellos que erigen el madero de su ídolo, y los que ruegan a un dios que no salva. Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí. Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más”.

Todo es para Dios. Todo es para Su honor y Su gloria. Cuando el Señor estaba llegando al final de Su vida, en Juan 17 ofreció esa gran oración al Padre, y en el versículo 4 de ese capítulo dijo: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese”. Incluso el Hijo hizo lo que hizo para traer gloria al Padre. En Filipenses, capítulo 2, versículo 5, se habla de “Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres”.

Esto es la encarnación. “Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre”—el nombre Señor—“para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor,” —y después esto—“para gloria de Dios Padre. Ahí es donde termina todo: "para gloria de Dios Padre". Pedro dice en 1 Pedro 4:11: "Para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo”. Es a Dios a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén, escribe el apóstol Pedro. El propósito eterno de la salvación es para Dios. Y eso es lo que quiero que vea, tal vez de una manera en la que no la ha visto antes.

Bajemos al versículo 25. "Cristo Jesús" es el antecedente al final del versículo 24, "a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre". Dios mostró públicamente al Señor Jesucristo como propiciación. “Propiciación” es una palabra que significa satisfacción. Dios encontró satisfacción en el sacrificio de Cristo; el sacrificio de Cristo satisfizo a Dios. La muerte de Cristo, eso es a lo que se refiere Su sangre allí, Su muerte, fue la satisfacción de Dios, y Dios mostró públicamente eso.

Usted recuerda que Jesús es llamado "el Cordero de Dios", el Cordero de Dios. El pueblo judío escogía un cordero para ser ofrecido en la Pascua. Dios escogió Su propio Hijo para que fuera Su Cordero. La muerte de Cristo fue para Dios en el sentido de que Dios era el que tenía que ser satisfecho. Él era el que tenía que ser propiciado. La muerte de Cristo fue para Dios en el sentido de que Él fue el ofendido, Él fue el violado, Él es el deshonrado, como dice David, "Contra ti, contra ti solo he pecado". Todo pecado es primordialmente contra Dios. La salvación, sea lo que sea, entonces tiene que satisfacer a Dios. Tiene que satisfacer Su rectitud, Su justicia, Su misericordia y Su gracia. Él debe quedar satisfecho. Y Dios determinó que encontraría Su satisfacción en la muerte de Jesucristo.

En el Antiguo Testamento habían animales que eran matados todo el tiempo, como usted sabe. Ninguno de esos animales podía quitar el pecado. Hebreos 9 dice eso, Hebreos 10 dice que, "La sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados"; eran simbólicos. Y en el simbolismo estaba integrada una terrible frustración. Era obvio que ninguno de esos sacrificios jamás quitó el pecado; si lo hubiera hecho, no habrían tenido más sacrificios. Pero todos los días, sacrificios, todos los días, todos los días, todos los días.

Y después todo eso se intensificaba en las fiestas, el Día de la Expiación, la Pascua. Ninguno de esos sacrificios satisfizo jamás a Dios, ninguno de ellos. Y el libro de Hebreos dice que por eso los sacerdotes siguieron ofreciendo y ofreciendo y ofreciendo y ofreciendo y ofreciendo; nunca una satisfacción. Es como si Dios estaba diciendo: "Ninguno de esos sacrificios Me satisface. Cada uno de ellos es inadecuado como satisfacción. No satisfacen Mi justicia y Mi santidad. No satisfacen el requisito de muerte requerido por Mi ley ". Solo hay un sacrificio que satisfizo a Dios, y ese fue el sacrificio de Jesucristo. Él es la propiciación, la satisfacción para Dios.

La pregunta real en la salvación no es: ¿Cómo puede usted hacer que los hombres acepten a Dios? La pregunta real es: ¿Cómo puede usted hacer que Dios acepte a los hombres? No es qué puede hacer usted para que Dios lo acepte a usted; no está basado en algo que usted hace. Es qué tipo de transacción es necesaria para compensar el hecho de que usted no puede hacer nada para satisfacer a Dios. El hecho de que Cristo fue una satisfacción, o una propiciación, declara que la salvación es primordialmente para Dios. Cristo murió para Dios, Cristo murió para Dios. La muerte de Cristo fue para la satisfacción de Él.

Ahora ¿cuál es la manera exacta en la que la muerte de Cristo satisface a Dios? ¿Cómo glorifica a Dios? Le voy a dar cuatro principios que Pablo establece aquí; son extremadamente importantes. Número uno: la cruz fue para declarar la justicia de Dios. Cristo murió para Dios en el sentido de que la cruz era para declarar la justicia de Dios. De regreso al versículo 25 otra vez: "Esto fue para manifestar Su justicia". Y es dicho otra vez en el versículo 26: “con la mira de manifestar en este tiempo su justicia". Dios mostró públicamente a Cristo Jesús como una satisfacción para demostrar Su justicia.

Ahora ¿por qué necesitaba ser demostrada? ¿Acaso el Antiguo Testamento no dice lo suficiente de la justicia de Dios? Por supuesto. Usted puede regresar a Éxodo, por ejemplo, una de muchas ilustraciones. Pero en Éxodo capítulo 34 usted encuentra que, desde el principio de la revelación divina, es claro que el Señor es justo. Escuche el 34:6, “Entonces Jehová. . . Jehová fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado”. Dios muestra gracia y es misericordioso, pero Él es tan justo que no puede tener por inocente al malvado. Esa es solo una ilustración de cómo el Antiguo Testamento habla de la justicia de Dios.

Dios necesitaba demostrar Su justicia. Dice usted: “Bueno, espera un minuto. ¿Acaso no está declarada en el Antiguo Testamento?" Esa es solo una de docenas de ilustraciones. Pero aquí está el problema: los paganos tenían sus dioses, tenían sus ídolos y sus ídolos eran una mezcla loca de bien y mal. Por supuesto que son mezclas del infierno, por lo que reflejarán quién es Satanás y su reino. Los paganos tenían sus deidades. Eran caprichosas. Eran, eran inconsistentes, por decirlo suavemente. Eran predominantemente malas. Debían ser temidas y dar pánico. No hay medida de gracia o misericordia disponible en ellas. Si quiere ver la demostración moderna de eso, vea el islam. Por un lado, esperaban obediencia, estas deidades. Esperaban que la gente se inclinara ante ellas. Esperaban que reconocieran alguna medida de bondad o justicia en ellos, y pasar por alto la injusticia; y vivían con miedo de violar a esos dioses.

¿Qué hay acerca de Jehová? ¿Qué hay de Yahweh, el Dios verdadero? Bueno, honestamente, el Dios verdadero, el único Dios vivo y verdadero, también podría ser acusado de ser una mezcla de justo e injusto. "¿Por qué dices eso? ¿Por qué la gente acusaría al Dios verdadero de llegar a ser injusto?” La respuesta: porque Dios toleró el pecado. Oh, Él no lo toleró eternamente, pero temporalmente Él toleró el pecado. Dios toleró el pecado a lo largo de la historia del hombre. Mucha gente injusta vivió, floreció. Mucha, mucha gente injusta prosperó, alcanzó posiciones de poder. Y lo que es más importante, para toda la gente que creía en el Dios verdadero, Dios pasó por alto su pecado. Aquellos que creyeron en él fueron perdonados; su pecado fue pasado por alto.

No había duda de que Dios era amoroso, misericordioso, lleno de gracia y amable. La gran pregunta es, ¿Cómo podría Dios ser justo cuando los pecadores que lo odian sobreviven por tanto tiempo y con tanta prosperidad, y aquellos que creen en Él se les pasa por alto su pecado? Y eso es exactamente lo que dice Pablo. Regrese al versículo 25. Aquí está la razón: Dios necesitaba “manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”. Él los pasó por alto—esa no es una palabra para perdón, es una palabra para pasar por alto. ¿Por qué hizo Él eso? “en paciencia". ¿Qué es eso? Eso es paciencia. Eso es tolerancia.

Atrás en el capítulo 2 y el versículo 4, leemos: “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios”. El justo juicio vendrá, pero Dios es paciente, dándole a usted una oportunidad de arrepentirse. Es la paciencia lo que hace que Dios no haga caer el juicio merecido cuando es merecido. Cristo es la satisfacción que demuestra la justicia de Dios frente a Su tolerancia de los pecados en el pasado: “en el pasado” significa antes de Cristo, antes de Cristo.

A lo largo de toda la historia redentora, desde la caída de Adán, dondequiera que la gente creía en Él, dondequiera que la gente creía en el Dios vivo y verdadero, Él pasaba por alto su pecado. Él contuvo el juicio en paciencia tolerante. Una de las razones por las que leí el Salmo 107 es porque repite la antigua palabra hebrea hesed, que significa "misericordia". En su misericordia para los que creían en Él, Él pasó por alto el pecado de ellos.

En el libro de Hechos en el capítulo 17 y el versículo 30, leemos esto: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia”. Dios pasó por alto los tiempos de esta ignorancia. La era del Antiguo Testamento fue un tiempo de ignorancia sin la revelación completa en Cristo y el Nuevo Testamento. Dios "pasó por alto los tiempos de esta ignorancia", pero "Dios ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia”.

Esa frase, “pasado por alto”, en Hechos 17:30 es una palabra rara que solo se usa allí. Significa que Él no interfirió con juicio especial. Es parte de su paciencia. El juicio era solo ocasional, solo ocasional. Hubieron muchos juicios, pero nos parecieron aleatorios, con la excepción del Diluvio. Después de eso hubieron juicios — usted puede leer sobre ellos en el Antiguo Testamento — pero fueron la excepción y no la regla. Digo, Dios le dijo a Adán: "El día que comas, morirás", y Adán vivió cientos de años después de eso. Las semillas de la muerte fueron plantadas.

Y entonces surge la pregunta: ¿Cómo puede Dios ser justo y ser tan paciente con el pecado y pasar por alto el pecado por tanto tiempo y dejar que el pecado no sea castigado por tanto tiempo? Y habiendo muerto hace mucho tiempo incluso las personas que creían en Él en el Antiguo Testamento, enterradas hace mucho tiempo en la tumba; y sin embargo, la justicia y la rectitud de Dios no han quedado satisfechas; pero a esas personas las ha llevado al cielo. Los creyentes del Antiguo Testamento fueron a la presencia del Señor, aunque pecaron, aunque no hubo un sustituto satisfactorio para ellos, no hubo expiación, no hubo propiciación real. Nada satisfizo a Dios.

Pero aun, así como dice en el Salmo 78, “Él, misericordioso, perdonaba la maldad, y no los destruía; y apartó muchas veces su ira y no despertó todo su enojo”. Esa palabra “perdonaba” significa que Él los cubría. Él de alguna manera simplemente los cubría; los protegió de la ira a pesar de que Él no había quedado satisfecho. ¿Acaso los sacrificios del Antiguo Testamento quitaron el pecado? Obviamente no.

Entonces, una mirada al Antiguo Testamento hizo que Dios pareciera tan caprichoso como el resto de las deidades paganas. El Señor, quien aparentemente no era consistentemente justo, de vez en cuando descendía en ira y furia. Pero, ¿cómo podríamos considerarlo perfectamente justo cuando Él parecía ser tan tolerante con el pecado? Lo toleraba entre los no creyentes. Él ha dejado, dice Hechos 14, “a todas las gentes andar en sus propios caminos". Ellos progresaron por un camino de iniquidad, y Él no intervino.

Ahora obviamente alguien que lee el Antiguo Testamento podría ver a Dios como un Dios de justicia porque Él dio la ley. Ellos incluso podían ver a Dios como un Dios de amor. El profeta Miqueas nos deja con una conclusión increíble que estoy seguro que fue el testimonio de muchos en Israel. Escuche lo que dijo, capítulo 7, versículo 18: “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad?” "¿Quién es un Dios como tú?" No hay deidad que vaya a pasar por alto las transgresiones blasfemas de la gente contra Él. No hay ninguna deidad pagana que lo permita.

“¿Qué Dios. . .que no retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia?” “¿Quién es un Dios que tiene misericordia? ¿Quién es un Dios que “sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados? ¿Qué clase de Dios tan ofendido, tan ofendido constantemente, pasa por alto todo este pecado y deja que los incrédulos vivan y prosperen, y deja que los creyentes tengan la promesa de vida en Su presencia sin una satisfacción para Su justicia recta? La pregunta se resume en esas conocidas palabras al final del versículo 26: ¿Cómo puede Dios “ser justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús”?

¿Cómo puede Dios ser justo y un justificador? ¿Es esto una especie de perdón barato? Dios en el Antiguo Testamento es presentado como misericordioso y lleno de gracia, lleno de misericordia. Se le presenta como un Dios justo: “El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?" Él es santo, Él es justo. Entonces, ¿por qué ser tan tolerante con el pecado?

Entonces, en el Antiguo Testamento hay un velo grueso sobre la justicia de Dios, y esta pregunta amenazadora ha existido a lo largo de toda la historia, hasta que Cristo venga: ¿Cómo puede Dios ser justo y el justificador de los pecadores? Los sacrificios no llevaban el castigo. Solo simbolizaban el sacrificio que vendría en el futuro y que podría llevarlo. Durante más de cuatro mil años hubo este espectáculo presentado a la humanidad en lo que debería ser un universo moral, y fue una especie de cosa escandalosa. La justicia divina parecía dormir.

Uno podría haber preguntado si la justicia divina realmente existía, o si no era simplemente caprichosa. Los hombres pecaron a salvo durante siglos, milenios, hasta Cristo. Cuando Cristo vino, murió para Dios. Él murió para proveer esa satisfacción de la justicia de Dios. Gálatas 3 dice que Él llevó la maldición. “Maldito todo el que” quebranta “la ley”; Él llevó la maldición. Primera de Pedro 2 dice que llevó “en su cuerpo” nuestros pecados y el juicio por ellos. Segunda de Corintios 5 dice que se hizo pecado por nosotros, "para que fuésemos hechos justicia de Dios en él”.

Entonces, en la muerte de Cristo, Dios está declarando Su gloria en este sentido: Él está diciendo, “Yo soy justo, y el pecado será castigado. Pero también soy misericordioso; y el pecado será castigado en su totalidad, pero para Mi pueblo, Mi Hijo será el sacrificio sustitutivo”. La muerte de Cristo declara pública y abiertamente que Dios es justo, tan justo que Él hace algo que es incomprensible. El Hijo eterno de Su amor, el segundo miembro de la Trinidad, eternamente santo, es hecho pecado.

La condescendencia que le leí, Filipenses 2, está más allá de nuestra capacidad de siquiera entender. ¿Cómo puede el eternamente Santo asumir la ira de Dios por todos los pecados de todas las personas que alguna vez creerían en la historia del mundo? Dios está tan comprometido con Su justicia, tan necesariamente comprometido con Su justicia, pero también tan comprometido con Su amor, misericordia y gracia y queriendo mostrar esos elementos de Su naturaleza, que Él hace de Su Hijo un sacrificio satisfactorio.

¿Cómo pudo Jesús, una persona, cargar con todos los pecados de todas las personas que creerían? La única respuesta a eso que puedo dar es que Él es una persona infinita y tiene una capacidad infinita para cualquier cosa y todo, incluyendo absorber la ira divina.

Entonces Pablo responde a esta pregunta muy, muy importante. Deja las cosas claras. La cruz se extiende hacia atrás, ¿muy bien? La cruz se extiende hacia atrás. Pero recuerde, Apocalipsis 13:8 dice que el Cordero fue inmolado desde antes de la fundación del mundo. En la mente del Dios eterno no hay tiempo; y, por lo tanto, en el sentido eterno, Cristo siempre fue el Cordero, siempre la provisión, incluso antes de que realmente viniera a la historia y muriera. Entonces, en el Antiguo Testamento, Dios pasó por alto el pecado, perdonó el pecado, basado en lo que ya había sido determinado que Su Hijo iba a hacer. Entonces, la muerte de Jesucristo se extiende hacia atrás y cubre a todos los creyentes antes de la cruz.

Entonces Dios puede ser justo si Su justicia se satisface con el castigo apropiado para aquellos a quienes Él perdona; y ese es el castigo que le colocó a Cristo. Eso cubre el pasado. Ya sean personajes en Génesis (patriarcas), ya sean creyentes durante el período de los jueces y los reyes (los profetas), a lo largo de la historia de Israel desde el principio hasta el Nuevo Testamento, a los creyentes que fueron justificados por la fe se les concedió esa justificación porque sus pecados serían llevados a la cruz por Cristo. Solo había un camino posible de salvación, y era la muerte de Cristo; y se extendió hacia atrás.

Vea el versículo 26. Él lo vuelve a decir: “con la mira de manifestar en este tiempo su justicia". Es decir, no solo se remonta hacia atrás a los pecados cometidos anteriormente, sino que también se extiende hacia “este tiempo" hacia adelante. Zacarías dice del Mesías: "Él es justo y está dotado de salvación”.

La cruz no solo se extiende hacia atrás, sino hacia adelante. Dios perdonó a los santos del Antiguo Testamento porque Cristo pagaría el castigo de los pecados de ellos. Dios perdona a los santos del Nuevo Testamento y más allá porque Cristo ha pagado el castigo de sus pecados. Él pagó el castigo después de que sus vidas se habían acabado mucho tiempo antes; Él pagó el castigo por nosotros incluso antes de que comenzaran nuestras vidas. ¿Entiende usted eso? Una realidad masiva. Y, por lo tanto, el Cordero inmolado desde antes de la fundación del mundo es “el que justifica al que es de la fe de Jesús”, así como Él fue el que justificó al que tenía fe en Dios antes de que Jesús viniera. Versículo 26, Dios es "justo y [todavía es] el que justifica al que es de la fe de Jesús”.

La justicia y la misericordia se encuentran en la cruz. Entendemos la misericordia; hablamos de la misericordia; entendemos la compasión de alguien que muere en nuestro lugar. Entendemos la muerte de Cristo en relación con nosotros. Pero lo que debemos entender es la muerte de Cristo en relación con Dios. Nos permite glorificar a Dios por los siglos de los siglos, como un Dios no solo de misericordia, compasión, perdón y amor, sino un Dios de justicia y rectitud y santidad. El Salmo 85:10 dice: “La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron”, y nada cumple eso como la cruz.

Entonces para aquellos en el Antiguo Testamento que creyeron en Dios, la cruz los cubrió como una expiación satisfactoria. Para aquellos desde la cruz, cuando Cristo murió en la cruz todos los pecados de todos los que creerían en el futuro, así como todos los pecados de todos los que habían creído en el pasado, fueron recogidos en Cristo. Porque ahora, hay un elemento agregado. No es suficiente creer en Dios, ¿qué dice al final del versículo 26? Él es “el que justifica al que" - ¿qué? - “es de la fe de Jesús". No hay salvación en ningún otro nombre, ¿verdad?

La cruz glorifica a Dios porque declara Su justicia. Pero, en segundo lugar, la cruz también fue para exaltar la gracia de Dios. Versículo 27: "¿Dónde, pues, está la jactancia?" "¿Dónde, pues, está la jactancia?" Piénselo: si Cristo llevó en Su cuerpo los pecados de todos los que creerían, y el sacrificio ya se hizo en el Calvario hace dos mil años, ¿qué contribución hizo usted que pudiera hacer que usted se jactara? Usted estaba a dos mil años en el futuro cuando Cristo murió por los pecados de usted. Cuando Él de hecho cargó con los pecados de usted en Su cuerpo, usted estaba a dos mil años de existir. ¿Qué clase de gracia es esta? ¿Qué contribución podría usted haber hecho a eso como una persona inexistente conocida solo por el Dios Todopoderoso, eterno, soberano y omnisciente? “Queda excluida". Cualquier jactancia se excluye. Si Cristo murió por usted antes de que usted llegara a este mundo, ¿cómo puede usted jactarse?

¿Qué tipo de principio es este? Él usa la palabra "ley" ahí en el versículo 27. "¿Por cuál ley?" - ¿qué tipo de principio, qué tipo de método es este? “¿De las obras? No, por una ley de fe ". La cruz literalmente elimina cualquier posibilidad de obras humanas. Usted no coopera en su salvación. Cristo murió por usted hace dos mil años atrás y llevó sus pecados en Su propio cuerpo en la cruz y satisfizo la justicia de Dios. No hay lugar para la auto felicitación; solo Dios puede hacer tal provisión. Y esto glorifica la gracia de Dios. Él lo escogió a usted antes de la fundación del mundo.

En Efesios 2, esto es tan importante, 2:8 y 9, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús”. Eso es impresionante. Somos la obra de Dios creados en Cristo Jesús. Es un don de gracia a través de la fe, que en sí misma es un don, no de obras. Y no solo hemos sido salvados por gracia, sino que el versículo 10 dice: “Creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.

Escuche esto, esa es una declaración ignorada: Dios no solo escogió su salvación, Él escogió su santificación. Usted fue escogido para ser santificado. No existe algo tal como un creyente justificado que no esté santificado. Así como Dios ordenó su salvación, ahí dice que Él determinó sus buenas obras de antemano. Usted fue salvo "para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Todo se resolvió en la eternidad pasada, y todo en ese maravilloso pacto de salvación fue ratificado en la muerte de Cristo, y usted realmente estaba allí. Su muerte no es algo potencial; es una expiación real por aquellos a los que Dios escogió.

¿Qué tipo de principio es este? No es por obras, sino que es un principio que opera por fe. Las obras no añaden nada a su salvación; e incluso su santificación está capacitada por Dios. Dios ha ordenado su justificación antes de que el mundo comenzara y ha ordenado su santificación junto con ella.

Así es como la fe se apropia, sin las obras. "¿Qué quieres decir con eso?" Es solo cuestión de creer. Versículo 28: “Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley”. ¿Cómo podrían las obras de usted tener algo que ver con algo determinado en la eternidad pasada? ¿Cómo podrían las obras de usted tener algo que ver con la muerte de Jesucristo como un cordero inmolado antes de la fundación del mundo en la atemporalidad de Dios? ¿Cómo podrían sus obras tener algo que ver con una salvación que le fue concedida a usted, asegurada para usted miles de años antes de que usted naciera? Entonces, ¿qué se muestra aquí? No solo la justicia de Dios, sino la gracia de Dios, la gracia de Dios.

Y hay más. La cruz revela no solo la justicia y la gracia de Dios, sino también la consistencia de Dios. Ahora piense en esto. Algunas veces la gente ha dicho, “Bueno, hay una manera de ser salvo en el Antiguo Testamento; los judíos fueron salvos de cierta manera ". Esto es popular entre los evangélicos de hoy: “Los judíos se salvaron de una manera; nosotros somos salvos de una manera”.

Ahora espere un minuto. La salvación que Dios concedió a los creyentes del Antiguo Testamento que realmente creían en Él, les fue asegurada por la muerte de Cristo en el futuro. Nuestra salvación es asegurada para nosotros por la muerte de Cristo en el pasado. Pero es la muerte de Cristo la que retrocede y la muerte de Cristo la que avanza. Entonces, obviamente, solo hay una forma posible de salvación, y esa es la muerte de Cristo. Eso muestra la consistencia de Dios.

Y aquí estaba gran parte del problema: ¿Qué clase de Dios es este, que pasa por alto el pecado de alguien? ¿Qué clase de Dios es este, que parece ser caprichoso, que parece ser tolerante, que a veces parece ser amoroso y otras veces crítico? Y si vemos al Dios del Antiguo Testamento, como usted sabe, los escolásticos han dicho durante décadas que, “Bueno, el Dios del Antiguo Testamento no puede ser el Dios del Nuevo Testamento. Tiene que haber una diferencia”.

Pero observe el versículo 29, “¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles, porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión”. Me encanta eso. Estamos tratando con un Dios y un camino de salvación. Dios no tiene dos estándares, no tiene dos medios para salvar a la gente. Él es un Dios; y hay un camino de salvación.

Isaías 54: 5 dice: “Dios de toda la tierra será llamado”. Jeremías 16:19, “A ti vendrán naciones desde los extremos de la tierra". Zacarías 2:11, “Y se unirán muchas naciones a Jehová…y me serán por pueblo”. Efesios 2, Dios ha derribado la pared intermedia entre judíos y gentiles.

Dios es el Dios de todos, ya que Dios es uno. Un Dios, un plan de salvación, un camino de salvación. Dios es el único Dios verdadero y un camino de salvación, significa que Él es el Dios de todos los hombres, judíos o gentiles.

Él salva a todos los hombres. Él “justificará” —es el término ahí— Él justificará a todos los hombres basándose en la muerte de Su Hijo. Él no puede ser diferente. Es fe. Era fe para los judíos, no ley. Era fe para los gentiles. Él es el único Dios con el único camino de salvación para Su gloria eterna. Él es glorificado en Su consistencia absoluta.

Noé halló gracia ante los ojos del Señor. Moisés halló gracia ante los ojos del Señor. Abraham fue salvo por fe. Dios salvó a las personas en la era del Antiguo Testamento por fe a través del sacrificio venidero de Cristo como la satisfacción. Él salva a la gente desde ese entonces por la fe en Jesús; y su salvación fue comprada en la misma cruz. Nadie jamás, nadie jamás será salvo de otra manera. Recuerde eso, por favor. Nadie se salvará jamás por las obras.

Regrese al capítulo 3, versículo 20: "Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él". Eso nunca sucederá. Las obras nunca salvarán a nadie, ni las obras de los gentiles paganos que tienen cierto grado de entendimiento acerca de Dios, ni las obras de judíos muy religiosos, ni las obras de nadie. Qué Dios tan glorioso tenemos, que declara en la cruz de Cristo Su justicia perfecta y Su gracia incomparable y Su consistencia.

Y luego, finalmente, la cruz era para declarar la ley de Dios. Saliendo de este tratamiento de la gracia, Pablo hace una pregunta muy importante en el versículo 31: “¿Luego por la fe invalidamos la ley?” Si la ley no nos salvó, ¿eso cancela la ley? Mē genoito en griego, “No, no, no, no”: un negativo fuerte, fuerte. “En ninguna manera, sino que confirmamos la ley”.

Espera un minuto. ¿Cómo es que la cruz de Cristo en la gracia de la salvación, obtenida para nosotros, confirmó la ley? En primer lugar, la ley se confirma en que le costó al Hijo de Dios la vida pagar el castigo que exigía la ley. Nunca ha habido nada que haya sucedido en toda la historia del mundo que sea una declaración tan clara de la perfección absoluta de la ley de Dios, como la cruz de Jesucristo. Dios literalmente tuvo que matar a Su propio Hijo encarnado para satisfacer Su justicia. La cruz no anula la ley; todo lo contrario, muestra la ley. Es la ley la que está quedando satisfecha.

En segundo lugar, la cruz es para tratar con el pecado. Y el pecado es una violación de la ley, lo cual significa que la ley, como Dios, es santa. La definición misma de impiedad es una violación de la ley de Dios. La ley no se anula, la ley se eleva porque todo mal es una violación de esa santa ley. Entonces la cruz establece la ley al mostrar cuán horrendo, y destructivo y mortal es el pecado, y al requerir el sacrificio del Hijo de Dios.

La ley es confirmada por la cruz. Y cuando dice en Efesios 2:10 que somos salvos "para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas", aunque somos salvos por gracia mediante la fe, ¿qué le dice eso? ¿Qué son las buenas obras? ¿A dónde va para una definición de lo que es bueno? ¿A qué? A la ley. Entonces, la ley se convierte en nuestra amiga, así como la Palabra de Dios. “Oh, ¡cuánto amo yo tu ley!” - lea el Salmo 119.

La gloria de Dios se muestra en la cruz. Vemos su justicia allí, vemos su gracia allí, vemos su consistencia allí y vemos la elevación de su ley santa, que no es más que una manifestación de su persona santa. Dios es glorificado en la cruz. Usted no comprende la cruz hasta que comprende que Cristo murió para Dios.

Padre, te agradecemos por la verdad que nos hace libres. Te agradecemos por el privilegio de Tu Palabra que nos es revelada y el Espíritu Santo en nosotros para ayudarnos a entender y comprender sus verdades. Te damos gloria; todas las cosas son para Ti, por Ti, de Ti, para Ti. En todo Tú debes ser glorificado. Incluso ahora, en todo lo que hacemos, debemos hacerlo para Tu gloria. Estamos hechos para glorificarte; por eso nos redimiste para tu propia gloria, para tu propio bien. Anhelamos estar con los santos en reposo en Tu presencia en esa perfección, lo cual nos permite darte gloria, ilimitada y sin obstáculos para siempre. Te damos toda la gloria por nuestra salvación, que fue comprada para nosotros mucho antes de que siquiera viviéramos, lo cual muestra tus perfecciones gloriosas.

Ahora conforme llegamos a la cruz en este tiempo simple de Comunión, te pedimos que nos des un entendimiento fresco de la muerte de nuestro Salvador por nosotros. La Palabra de Dios dice que no debemos venir de una manera apresurada, frívola, superficial, para celebrar Tu muerte. Trivializarlo en cualquier sentido, tanto en nuestros pensamientos al respecto como al aferrarnos al pecado, sería un acto feo de hipocresía.

No queremos participar de una manera hipócrita, por eso te pedimos que nos ayudes a examinarnos a nosotros mismos y a dejar el pecado, y que vengas y nos limpies y nos prepares para hacer esto de una manera que realmente te honra. Ayúdanos a ver de nuevo en el pan y la copa la muerte de nuestro Salvador, pero de una manera grandiosa más allá quizás de lo que hemos visto antes, y darte la gloria, la gloria que Tú mereces y la respuesta de santidad y obediencia que Tú también mereces.

Que esa sea la dirección, tal vez de una manera nueva, que establezcamos como un curso para traerte honor. Esa es nuestra oración. Amén.

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