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Quiero que abra su Biblia en Juan 6, nuevamente, como lo hicimos la semana pasada. Como puede ver, el título del mensaje es el mismo: Deconstrucción cristiana. Durante muchas generaciones de la iglesia, nadie entendería lo que eso significa, pero en este escenario contemporáneo, tal vez durante los últimos 5 o 6 años, se ha convertido en un término muy popular para describir a las personas que una vez profesaron ser cristianas, pero que se alejaron. Ellos deconstruyen su fe cristiana. Principalmente, encuentra su adhesión en Internet, a través de los medios de comunicación social y normales y ubicuos, ya que dan sus testimonios de haber sido liberados de la opresión que el cristianismo alguna vez fue para ellos. Esta es la escena típica, y la mayoría de los que desertan lo hacen por no estar dispuestos a dejar la iniquidad, la transgresión y el pecado, y ser obedientes al Señor. Y todo se reduce a eso, que los cristianos verdaderos obedecen y los cristianos falsos se resienten por eso.
Entonces, tratando de entender eso, y ayudarlos a verlo y entenderlo, he escogido el capítulo 6 de Juan, como un excelente pasaje para explicar esto, porque es un fenómeno generalizado, como dije la semana pasada. Hay tantas formas falsas de cristianismo, tantas iglesias que predican un evangelio inadecuado, que hay una proliferación de discípulos falsos. Hay tanto sembrando. Hay tanta siembra de cizaña en medio del trigo, que no debería de sorprendernos que hay mucha deconstrucción, porque es muy probable que las personas que no son genuinamente cristianas en algún momento abandonen cualquier profesión que hayan hecho sobre el cristianismo para aferrarse a sus transgresiones.
Hay un incidente aquí al cual usted vería y diría: este es un incidente desgarrador y tendría razón. Esto es definido de manera más clara en el versículo 66 de Juan 6: “Por esto muchos de sus discípulos se apartaron y ya no andaban con Él”. Discípulos desertores. Lenguaje muy fuerte en el versículo 66, muy fuerte, expresando finalidad. Esto viene, de manera extraña, usted podría pensar, justo en el punto más alto del ministerio de Nuestro Señor en Galilea. Él estaba haciendo milagros, particularmente en la ciudad de Capernaum, donde ocurre este incidente. Él ha estado levantando a personas de todo tipo de enfermedades, dolencias y posesiones demoníacas. Él ha proclamado su deidad como el Hijo de Dios y Él ha demostrado la validez de la declaración por medio de su poder milagroso.
Y luego, en este capítulo mismo, Él acaba de crear comida para alimentar una multitud, estimamos de 25,000 personas. Él literalmente creó comida de la nada. Un milagro masivo, incomprensible. Y usted pensará que después de ese milagro y todos los demás que Él había hecho en Capernaum, que sus discípulos estarían encerrados en el hecho de que este es ciertamente el Hijo de Dios, este es ciertamente el Mesías.
Pero en lugar de eso, usted tiene esta deserción, esta rebelión, este abandono. Y mientras que parece un momento horrible en la historia humana, no es raro. De hecho, es el patrón incluso en la historia bíblica. Regrese a Deuteronomio, capítulo 6, un capítulo muy conocido. Los hijos de Israel están a punto de entrar en la tierra prometida y Dios les está dando instrucciones.
Ellos han visto su poder. Vieron su poder desatado en las plagas en Egipto. Su protección y liberación en los... en los viajes por el desierto. Él ha mostrado su poder, su poder al crear alimento, maná del cielo, agua de una roca. Ellos han visto el poder de Dios. Y ahora, es el momento para que ellos entren a la tierra. Se les han dado los diez mandamientos y otros mandamientos. Y aquí está lo que el Señor espera de ellos, capítulo 6 de Deuteronomio. Comenzaremos al principio del capítulo.
“Y estos son los mandamientos, los estatutos y los decretos que el Señor tu Dios me ha mandado que te enseñe para que los cumplas en la tierra donde vas a pasar para poseerla, para que tú, tu hijo y tu nieto tema a Jehová tu Dios para guardar todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. Oh Israel, debes escuchar y tener cuidado de hacerlo para que te vaya bien y puedas multiplicarte en gran manera, tal como el Señor, el Dios de tus padres, te lo ha prometido en una tierra que fluye leche y miel.
“Oye Israel, Jehová nuestro Dios, Jehová uno es, amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y estas palabras que yo te mando hoy estarán sobre tu corazón y las enseñarás diligentemente a tus hijos y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes” –en otras palabras todo el tiempo– “átalas como una señal en tu mano para que incluso el trabajo que haces sea interpretado por estos mandamientos, serán como frontales en tu frente, que tus pensamientos incluso sean filtrados por estos mandamientos, incluso escríbelas en los marcos de las puertas de tu casa y en tu puerta para que al entrar y al salir siempre recuerdes estos mandamientos”.
Abajo, en el versículo 18 o en el versículo 17 de ese mismo capítulo: “Guardarás diligentemente los mandamientos de Jehová, vuestro Dios, y sus testimonios y sus estatutos que Él os ha mandado. Haz lo recto y bueno ante los ojos de Jehová, para que te vaya bien y entres y poseas la buena tierra que Jehová juró dar a tus padres”. Y esto continúa si usted baja al versículo 24: “Así que el Señor nos mandó que guardáramos todos estos estatutos, que temamos al Señor nuestro Dios para nuestro bien, siempre para nuestra supervivencia, como lo es hoy”.
El capítulo 6 termina con el versículo 25: “Será justicia para nosotros si cuidamos de guardar todos estos mandamientos delante del Señor nuestro Dios, tal como Él nos lo ordenó”. Usted puede ver que el fundamento de una relación con Dios, un fundamento de la relación de Dios con su pueblo, es cuestión de que sus mandamientos sean obedecidos.
Y esto continúa. Por ejemplo, capítulo 7, versículo 11: “Guarda, pues, los mandamientos, los estatutos y los decretos que yo te mando hoy, para que los cumplas”. Versículo 12: “Entonces acontecerá que, por cuanto escucháis estos juicios y los guardáis y los hacéis, el Señor vuestro Dios guardará con vosotros su pacto y su misericordia que juró a vuestros ancestros”. Incluso, en el capítulo 8, versículo 1: “Cuidarán de cumplir todos los mandamientos que les ordeno hoy, para que vivan y se multipliquen y entren y posean la tierra que el Señor juró dar a sus ancestros”. De nuevo, simplemente repitiendo constantemente la necesidad de la obediencia.
Un par más, capítulo 8, versículo 11: “Mirad que no os olvidéis de qué va vuestro Dios, al no guardar sus mandamientos, sus ordenanzas y sus estatutos que yo os ordeno hoy”. Versículo 19: “Acontecerá que si alguna vez te olvidas del Señor, tu Dios, y vas en pos de dioses ajenos, y los sirves y los adoras, hoy testifico contra ti que ciertamente perecerás, como las naciones que el Señor hace perecer delante de ti. Así perecerás, porque no quisiste escuchar la voz del Señor tu Dios”.
Ahora, me tomé mi tiempo para repasar eso, porque quiero que entienda un tema dominante allí y es que su relación con Dios, ya sea Israel de antaño o el pueblo profeso de Dios en la era moderna, su responsabilidad para con Dios se define por obedecer sus palabras, sus mandamientos. No es una relación sentimental, es una relación de mandatos específicos y de obediencia específica.
Entonces, ¿qué pasó? ¿Entraron en la tierra prometida? ¿Obedeció la nación de Israel? No. ¿Amaron al Señor, su Dios, con todo su corazón, alma y fuerzas? No. ¿Guardaron sus mandamientos? No. Y entonces, el resto de la historia que atraviesa el Antiguo Testamento incluye la reacción de Dios a su desobediencia.
Una buena ilustración de su deserción se encuentra en Jeremías, capítulo 2. Jeremías, capítulo 2, donde Jeremías, acusando obviamente al pueblo infiel. En el versículo 11, simplemente seleccionando algunos de los aspectos más destacados de este mensaje, en el capítulo 2, versículo 11: “Ha cambiado alguna nación de dioses cuando no eran dioses, pero mi pueblo ha cambiado su gloria, por lo que no aprovecha”. Su gloria era Dios. Cambiaron a Dios por ídolos.
Versículo 12: “Espantados por esto, cielos por esto y estremeceos, sed muy desolados, dice el Señor”. Versículo 13: “Porque dos males ha hecho mi pueblo. Me han dejado a mí, fuente de aguas vivas, para cavarse cisternas para sí mismos, cisternas rotas que no retienen agua”, una forma de describir ídolos.
Versículo 17: “No te has hecho esto a ti mismo, al dejar al Señor tu Dios”. Versículo 19: “Tu propia maldad te corregirá y tus apostasías te reprenderán”. Versículo 21, Él dice: “Te convertiste delante de mí en un sarmiento degenerado de una vid extraña”. En el versículo 22, Él añade: “La mancha de vuestra iniquidad está delante de mí”, declara el Señor Dios.
Versículo 29: “¿Por qué contendéis conmigo? Todos ustedes transgredieron contra mí”. Versículo 32: “Puede olvidar una virgen sus atavíos y la novia de su atavío. Sin embargo, mi pueblo se ha olvidado de mí, día sin número”. En Deuteronomio, el Señor dice: “Si te olvidas de mí, perecerás”. Y Jeremías los acusa, diciendo: “Eso es exactamente lo que han hecho, se han olvidado de Dios”, han desertado, es apostasía, es rebelión. Esto no es nuevo, esto es esencialmente lo que usted ve a lo largo de la historia del Antiguo Testamento, una historia del pueblo de Dios, el pueblo judío.
Entonces, la idea de desertar no es para nada nueva. Y en el Nuevo Testamento, también se aborda, y vimos algunos de los pasajes, la semana pasada. Sólo para agregar algunos que creo que serían útiles. Segunda de Timoteo 1:15. Este es un pasaje contundente, siempre me ha hecho preguntarme exactamente cómo esto se veía desde el punto de vista del apóstol Pablo en ese entonces, tan fiel, listo para entregar la estafeta del ministerio a Timoteo, habiendo servido al Señor tan fielmente, particularmente en la provincia de Asia Menor.
Pero él le dice a Timoteo, conforme le instruye: “Tú estás consciente del hecho de que todos” —no algunos, no pocos, no muchos— “todos los que están en Asia, me han dado la espalda, entre los cuales están Figelo y Hermógenes”. “Todos… se alejaron”. Es una palabra fuerte, apostrefó, “girar e ir en la dirección opuesta”. Los desertores eran parte de la vida y el ministerio del apóstol Pablo. Y no sólo unos cuantos, sino “todos en Asia Menor”. Una declaración impactante.
En 2 Pedro capítulo 2, hay una descripción más detallada de la apostasía en el versículo 20, 2 Pedro 2:20: “Porque si, después de haber escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo”. ¿Qué significa eso? Eso significa que “ellos se han escapado de las impurezas del mundo”, en el sentido de que han entrado en alguna relación con el cristianismo, con la religión cristiana. Y entonces, como consecuencia de eso, han disminuido su contaminación moral de lo que era en su vida pasada. Estas son personas que se conectaron a sí mismas con la iglesia, con el pueblo de Dios. Ellos “se escaparon”, en alguna medida, de la corrupción que era omnipresente en sus vidas anteriores. Y “por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo”, llegaron a entender algo del evangelio. Fueron influenciados por él.
No obstante, sí “se enredan de nuevo en ellas”, es decir, “las contaminaciones del mundo”, y “son vencidos, el postrer estado les ha llegado a ser peor para ellos que el primero”. Y se vuelve específico: “Será mejor para ellos no haber conocido el camino de la justicia, que habiéndolo conocido, se apartaran del santo mandamiento que les fue dado”. Y observe nuevamente cómo el evangelio mismo es llamado “un mandamiento santo”, porque siempre se reduce a las palabras que Dios ha revelado en términos de lo que Él desea que nosotros hagamos al obedecerle. Y Él da dos ilustraciones de esto: Es como “un perro que vuelve a su propio vómito”, o “una puerca, después de lavarse, vuelve a revolcarse en el lodo”.
Hay personas que superficial y externamente, por su asociación con el pueblo cristiano, con la religión, escapan de cierta medida de contaminación moral. Sin embargo, no dura. “Están enredados de nuevo” con esas mismas cosas. “Son superados”, son vencidos por ellas. “Su postrer estado es peor que el primero. Hubiera sido mejor que nunca hubieran conocido la verdad”. ¿Por qué? Porque usted va a recibir un castigo más grande si conoce la verdad y la rechaza, que si no la conociera. Eso es Hebreos, no es así, capítulo 10, ¿cuánto más severo castigo caerá sobre aquellos que conocieron el evangelio y rechazaron el evangelio?
Usted puede sentir tristeza por las personas que nunca escucharon el evangelio y perecen sin el conocimiento de Cristo, pero debe entender que un castigo eterno mucho más severo les espera a las personas que conocieron el evangelio, estuvieron cerca del evangelio, expuestas al evangelio y se alejaron de él. Eso es mucho más severo. Hubiera sido mejor para ellos si nunca hubieran escuchado el evangelio. Así que usted tiene que declararle a esta tendencia actual de personas que están fascinadas por la deconstrucción cristiana, que les hubiera sido mejor si nunca hubieran escuchado el evangelio, porque su castigo eterno será más severo, más severo. En ese mismo capítulo décimo del libro de Hebreos, dice que no queda, por tanto, para ellos ningún sacrificio por el pecado una vez que se apartan, y todo lo que queda es la furia, y la ira y la venganza de Dios. Nada con qué jugar, a pesar de que está de moda y es popular.
La tendencia actual en la deserción cristiana, o la deconstrucción, o la rebelión, o la traición, o el retrocedero, como quiera llamarlo, es tratado tan a la ligera que la gente se llama a sí misma “exvangélicos”, #exvangélicos, y lo usan como una insignia de liberación. Ellos son un grupo nuevo de personas que han salido de la opresión. La mayoría de los que opinan sobre esta deconstrucción cristiana, y hay cientos de miles de ellos, hablan de la liberación que sintieron cuando se desvincularon de la Palabra de Dios. Del cristianismo. Y hay en internet testimonios innumerables y supuestos “espacios seguros” y programas de terapia, todo tipo de consejería y enfoques motivacionales para ayudar a otros a deconstruir y liberarse de la opresión de Cristo y el evangelio. Ellos observan el cristianismo e identifican iglesias tóxicas. Ellos hablan sobre el patriarcado opresor, hablan de la estrechez de la moralidad bíblica, la misoginia, el racismo, la supremacía blanca, la homofobia, todo lo que hay en la biblioteca racial. Ellos lo sostienen como razones para abandonar el cristianismo.
Pero nunca es el resultado, como dije la semana pasada, del estudio de las escrituras. Nunca es porque vieron la palabra de Dios y el evangelio no se mantuvo de pie ante su escrutinio. No. Es porque ellos aman su pecado y no están dispuestos a dejarlo. Y se reduce a no sólo Jesús, sino que se reduce a que, si obedecerán o no sus mandamientos. La gran comisión es: “Id por todo el mundo y enseñarle a la gente a obedecer todo lo que se ha mandado”. El cristianismo es una afirmación de un pacto de obedecer a Dios, de obedecer a Cristo. Y eso significa en toda área, en todo asunto.
Pero lo que la Biblia tiene que decir sobre la moralidad, lo que la Biblia tiene que decir sobre las mujeres, lo que la Biblia tiene que decir sobre tantas cosas, es una ofensa a la cultura contemporánea y a la mente no regenerada. Esa gente medio convertida, muy propensa a abandonarlo y encontrarse a sí misma en el estado de una apóstata. Y habrá muchos de ellos, porque hay tantas iglesias que están predicando un evangelio inadecuado, que están llenas de no-cristianos que se creen cristianos, muchos de los cuales en algún momento van a deconstruirse porque no hubo satisfacción real en el tipo de cristianismo al que fueron expuestos.
Yo encontré una carta sólo para darle una ilustración, realmente una carta típica. Leí muchas de ellas, pero esta es una carta de una joven que se deconstruye felizmente y esto le da una especie de idea de lo que es muy, muy típico. Ella se identifica a sí misma de esta manera: “Me identifico a mí misma como la hija de un pastor, una niña misionera que pasó por una crisis de sexualidad, una crisis de fe. Soy exvangélica, y ahora soy lesbiana con la pareja más increíble”. Ella cuenta su historia en pocas palabras.
“Mi propio viaje de deconstrucción comenzó mucho antes de que me diera cuenta. Como estudiante de secundaria en varios sitios de redes sociales como Tumblr y Myspace… y rodeada de compañeros que provenían de entornos y estilos de vida completamente extraños para mí. Comencé a ver que mi visión del mundo era demasiado estrecha para abarcar tanto de la vida.
“Lo que realmente me llamó la atención fueron los amigos y conocidos múltiples a lo largo de esos cuatro años en la escuela, que adoptaron identidades de género y sexualidades muy diferentes de lo que me habían enseñado conforme me criaron. Incluso, mientras pronunciaba las frases familiares (‘Ama al pecador, odia al pecado y Jesús ama a todos’), vi que mi intención y mi impacto eran increíblemente diferentes. Mis palabras estaban destinadas a calmar y consolar a las almas perdidas en busca de sanidad. En cambio, alejaron a aquellos a quienes amaba y me elevaron a un círculo más elevado e iluminado en el que no eran bienvenidos.
“En el 2014, Leelah Alcorn, una adolescente transgénero, se suicidó en Ohio. Me enteré de su muerte porque ella había dejado una última publicación en Tumblr en la que ella decía: ‘No se gana. No hay salida’. Su familia la había obligado a entrar en una terapia de conversión basada en la fe en vida y la enterró con el nombre equivocado en la muerte. La muerte de Leelah me impactó y me despertó una realidad más amarga de la que había vivido anteriormente. Las vidas de los jóvenes LGBTQ estaban en peligro por las mismas personas en las que confiaba para protegerlos y brindarles la verdad”. Esta es una nota a pie de página: “Las vidas LGBTQ son puestas en peligro por los cristianos”, ese es el mensaje.
“Mientras pensaba y hablaba sobre esta tragedia, me di cuenta de que la mayoría de los cristianos en mi vida cotidiana no sabían o no estaban interesados en este tema. Aquellos que lo discutían conmigo tenían una perspectiva muy diferente, que aquellos en la comunidad LGBTQ se estaban poniendo en peligro debido a sus estilos de vida” —en otras palabras, mientras vivan un estilo de vida homosexual, están a salvo. Tan pronto como se acercan a un cristiano, se ponen en peligro a sí mismos.
“No podía creerlo. Vi las formas en las que los cristianos [activa o pasivamente] jugaron un papel en la muerte de Leelah y yo sabía que algo estaba mal. Mi interés en los temas LGBTQ me permitió admitir que no experimentaba atracción por los hombres de la misma manera en la que muchas amigas a mi alrededor lo experimentaban. Me tomó algunos años más de desaprender mucha homofobia para entender que me atraen las mujeres y que esto no me deja aislada del amor de Dios.
“… Parecía que nadie nos quería, a menos que estuviéramos dispuestos a cambiarnos a nosotros mismos hasta el fondo de nuestras almas para reflejar las mismas identidades heterosexuales blanqueadas que los líderes cristianos presentaban al mundo”. Y ese es el punto: No quieren renunciar a su pecado.
Ella continúa: “Aprendí sobre la teología de la liberación, la teología de la mujer y las otras docenas de perspectivas que se pueden utilizar al ver la Biblia, así como la historia y la teología cristianas… Ya no estoy en una carrera contra el tiempo para salvar a toda persona no cristiana que conozco. Tengo una visión más amplia y expansiva de mí misma, de mis semejantes y de Dios. Estoy en comunidad con otros buscadores fantásticos de Cristo”. Esa es una rebelión a gran escala, absoluta y completa, de modo que el cristianismo es ahora el enemigo. El enemigo. Eso es muy típico del tipo de cosas que usted lee una y otra vez.
Y de nuevo, solo lo digo para que usted lo entienda: La gente no está desechando el cristianismo porque la Biblia no tiene sentido, están desechando el cristianismo porque no quieren renunciar a sus transgresiones. No quieren renunciar a su estilo de vida miserable. Y si hay un estilo de vida dominante, que aparece más que cualquier otro, es la homosexualidad. Digo, obviamente está en todas partes en esta cultura. Y es un factor importante en la deconstrucción cristiana. Y si ahí es donde usted deconstruye, esa iniquidad disfuncional más severa, usted puede imaginar que los pecados menores harían que la deconstrucción fuera aún más fácil.
Así que esto es a lo que nos enfrentamos. Entonces, ¿cómo debemos entender esto? Y con eso regresamos a Juan 6. Volvamos a Juan 6. ¿Cómo debemos entender esto? Bueno, aquí hay un incidente, en Juan 6, que nos da una idea de esa pregunta. Voy a leerlo muy rápido y hacer algunos comentarios.
Versículo 60. Jesús está enseñando en Capernaum. Versículo 60, Él acaba de alimentar a 25.000 personas en este milagro masivo y les enseñó acerca de Él mismo. “Por tanto” —versículo 60— “Muchos de sus discípulos al oír esto dijeron, dura es esta palabra. ¿Quién puede oírla? Pero Jesús, sabiendo que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: ¿Esto os hace tropezar? ¿Qué, pues, si vieres al hijo del hombre, subir donde estaba antes? El espíritu da vida, la carne para nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida, pero hay algunos de ustedes que no creen, porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo traicionaría. Y Él decía, por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si no me fuere dado por el Padre.
“Como resultado de esto, muchos de sus discípulos se apartaron y ya no caminaban con Él”. Y hay una finalidad en la construcción griega de esa declaración. “Entonces Jesús dijo a los doce: ¿Acaso queréis iros también vosotros? Simón Pedro le respondió: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna y hemos creído y hemos llegado a saber que tú eres el Santo de Dios. Jesús le respondió: No os elegí yo mismo a vosotros los doce, sin embargo, uno de vosotros es diablo. Ahora bien, se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, porque él era uno de los doce que iba a traicionarlo”.
Este es un momento impactante y dramático en el ministerio galileo de Jesús, cuando no unos cuantos, sino “muchos”. Versículo 66. Versículos 60, “Muchos” dijeron: “Esto es demasiado difícil de aceptar, esto no es algo en lo que podemos creer”. Muchos dijeron eso y en el versículo 66: “Muchos… se apartaron”, en un acto final de deserción y ya no caminaron con Jesús.
¿Qué está pasando aquí? Bueno, vemos hacia atrás, al comienzo del capítulo 6, en la alimentación de la multitud aquí, y recuerda que dijimos que estos discípulos fueron atraídos por la multitud. Eso es cierto de los discípulos, la multitud masiva había atraído a estas personas y así es, en cierta manera, como los discípulos falsos a veces encuentran su conexión con el cristianismo, hay una multitud, hay una media iglesia, hay un concierto, hay lo que sea y la multitud, basándose únicamente en el hecho de la multitud, atrae a la gente y entonces hubieron miles atraídos a la multitud en Galilea.
En segundo lugar, estaban fascinados por el prospecto de lo sobrenatural. Una vez que descubrieron que Jesús estaba allí y que Él era el que había estado sanando, expulsando demonios, quedaron fascinados por lo sobrenatural. Esto es típico incluso en el patrón del discipulado falso de hoy. La multitud atrae a la gente y hay una especie de anhelo en sus corazones mundanos por saborear lo sobrenatural, que muy a menudo es creado artificialmente por la luz, los sonidos y la música.
La multitud estaba junta, junta sobre la base de lo sobrenatural y lo vieron, los alimentó después de que se juntaron con alimentos que Él creó ahí mismo. Resulta que ellos querían beneficios mundanos, querían más comida, querían que Jesús se convirtiera en su rey para que ellos pudieran hacer que Él creara su comida todo el tiempo. Qué vida sería esa, en un tiempo antiguo, cuando usted tenía que trabajar tan duro para conseguir su comida. Imagine a alguien que pudiera crear su comida. Querían beneficios mundanos, y de nuevo, esto es cierto para los discípulos falsos de hoy. Se sienten atraídos por la multitud, están fascinados por el prospecto de lo sobrenatural y piensan que de alguna manera los va a beneficiar de una manera mundana.
Lo siguiente que sucedió fue que exigieron que se cumplieran sus peticiones. Querían más de Jesús, querían más comida de Jesús y eso es lo que sucede con los discípulos falsos incluso hoy. Quieren que sus necesidades sean satisfechas, quieren que usted les entregue el evangelio de la prosperidad que usted les prometió, quieren que usted les cumpla la satisfacción, la paz y la tranquilidad del alma, la tranquilidad que se ofrece a tanta gente como si eso fuera lo que da el evangelio. Y cuando no sucede, se desilusionan.
Y luego, por supuesto, Jesús comenzó a hablarles sobre el hecho de que Él iba a morir. Él dijo: “Tienen que comer mi carne y beber mi sangre”, esto es: “me tienen que aceptar ante todo como hijo de Dios venido del Padre bajado del cielo” —todo esto está en ese sexto capítulo— “y tienen que entender que tengo que morir, tengo que entregar mi carne por la vida del mundo”. Y ellos no estaban interesados en eso, no estaban interesados en Jesús como persona, no estaban interesados en el hecho de que Él había bajado del cielo, no estaban interesados en su expiación, el hecho de que Él iba a ser un sacrificio por el pecado. Ellos no necesitaban eso, ellos rechazan su expiación.
Entonces, la multitud los atrae fascinada por el prospecto de lo sobrenatural. Cuando ven lo sobrenatural, quieren beneficios personales que se ajusten a sus deseos carnales, ellos colocan las demandas para que se les cumplan y cuando no son cumplidas, van a desertar porque no tienen ningún interés real en la persona de Cristo, y ciertamente ningún, ningún interés en Su sacrificio expiatorio.
Y, entonces, los encontramos en el versículo 60, allí los muchos discípulos, quienes cuando Jesús hubo dado este mensaje dijeron: “Palabra dura es esta, ¿quién puede escucharla?”. “Palabra”, podría traducirse “enseñanza”. Enseñanza. “Es dura”, es una palabra interesante. “Dura” es eskléros, de ahí obtenemos cirrosis del hígado. En inglés, se refiere a un endurecimiento, quiere decir “seco, áspero, rígido”, puede extenderse a ser “desagradable, objetable, ofensivo, inaceptable, violento, feroz, repulsivo, desafiante, irritante para la mente”, dice un léxico.
Este discurso de Jesús acerca de que Él es del cielo, es del Padre, es el pan de vida —“esto no nos es aceptable” —que Él vino del cielo, que Él es el verdadero alimento para el alma, que Él es el que puede dar vida eterna, que Él iba a morir como expiación o sustituto sacrificial por pecadores. Esto no es posible para ellos, no puede ser posible.
Si usted regresa al versículo 41: “Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. Y decían: ¿No es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice este: Del cielo he descendido? Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros”. Ellos estaban murmurando por lo que Él dijo, estaban murmurando acerca de su descripción de su sacrificio, lo que usted puede decir es que estaban fascinados por la persona sobrenatural de Jesús, no estaban interesados en sus palabras, las palabras que expresaban quién era Él y por qué Él vino. Era la “declaración”, era el mensaje, lo que no podían tolerar.
Seguro, la gente le da la bienvenida con gusto a alguien que les va a mostrar compasión, bondad, misericordia, sanidad, restauración, pero todo eso es superficial. La pregunta es: ¿va a aceptar usted Sus palabras?, ¿va usted a aceptar lo que dijo acerca de Sí mismo, de Su ministerio y de todo lo demás?
Ahí, en el octavo capítulo de Juan, versículo 30: “Mientras Él hablaba estas cosas muchos llegaron a creer en Él”. Versículo 31: “Entonces Jesús le estaba diciendo a aquellos judíos que habían creído en Él, si permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos”. ¿Cómo define usted a un discípulo verdadero? Es aquel que continúa en la palabra, amando la palabra y obedeciendo la palabra. No se trata de un apego sentimental a Jesús, que muchas veces es un Jesús imaginario que no tiene nada que ver con el real.
En el capítulo 5, versículo 24, Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo, el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna”. Es así de simple: Usted escucha Su palabra, usted la cree y cree en el Dios que lo envió, usted tiene vida eterna, usted no viene a juicio, sino que pasa de muerte a vida. Por eso, Romanos 10:17, dice que la fe viene por oír el mensaje acerca de Cristo, oír y creer la verdad.
Bueno, se ofendieron por eso; se ofendieron. Versículo 61: “Jesús, consciente de que sus discípulos”, es interesante que Él los llama “Sus discípulos”, aunque eran falsos, ellos eran externamente parte del grupo, “consciente de que sus discípulos murmuraban” —se quejaban— “ante esto les dijo: ¿Esto os hace tropezar, eskandalizó?”. “¿Están ofendidos por mis palabras?” ¿Están ofendidos por mis palabras? Y, claro que se ofendieron.
En el capítulo 7, versículo 7: “El mundo me aborrece porque doy testimonio de él que sus obras son malas”. Seguro, ellos pueden recibir todos los milagros que Él puede darles, toda la comida gratis que Él puede crear. Fueron las palabras las que no les gustaron. Fueron las palabras las que les ofendieron. Fueron las palabras las que fueron demasiado duras e inaceptables.
En el versículo 62, el Señor ofrece un ruego: “¿Pues qué si viereis al hijo del hombre subir adonde estaba antes?”, “¿por qué no simplemente se quedan hasta la ascensión y me ven regresar al cielo para probar que vengo del cielo?” Pero los discípulos falsos no tienen intención de quedarse, porque no tienen interés en Jesús ni en su sacrificio. Y Él les dice en el versículo 63: “El Espíritu es el que da vida, la carne para nada aprovecha”. “Todo lo que quieren, es lo que satisface su carne —¿Con qué fin? Las palabras, las palabras, las palabras que les he hablado son espíritu y son vida”. Y nuevamente, permítanme decir esto, las personas que desertan del cristianismo, no lo hacen porque la Biblia no pueda defender la validez de la fe cristiana, lo hacen porque no les gustan las palabras que la Biblia habla.
Ayer vi que otro consejo directivo de una escuela ha quitado todas las Biblias de la biblioteca de una escuela pública. Odian la Biblia, las palabras. Usted puede tener un Jesús sentimental, pero usted no puede dejar que Él diga lo que dicen las escrituras, son las palabras las que dan vida.
Versículo 64: “Pero hay algunos de vosotros que no creen”, “no están dispuestos a aceptar las palabras”. En Juan 8:51, leemos: “El que guarda mi palabra nunca verá la muerte”. Y le leo el versículo 31: “Si continúas en mi palabra, entonces eres mi mathetes alethos, mi verdadero discípulo”. Es lo que usted hace con las escrituras. Juan 14, Juan 15, “Si me amáis, guardan —¿qué?, ¿mis qué?— “mis mandamientos”. Todos se enfocan en escuchar, creer y obedecer las palabras, las palabras, las palabras. Ellos no creyeron, ellos no creyeron.
Versículo 64: “Algunos de ustedes no creen, porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que le iba a entregar”. Claro que Él sabía, Él sabía todo.
Juan capítulo 2, dice que Él sabía lo que había en el corazón del hombre. Él conocía a Judas, Él sabía que estos discípulos falsos eran falsos. Entonces, fue su incredulidad lo que hizo que se alejaran. Versículo 66: “Por esto, esta incredulidad con respecto a las palabras que Él habló, muchos de sus discípulos se apartaron y ya no andaban con Él”.
Y recuerde, 1 Juan 2:19 dice: “Salieron de nosotros porque no eran de nosotros. Porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros, pero salieron de nosotros para que se manifestara que nunca fueron de nosotros”. No pidieron su salvación, no la tuvieron. Se alejaron, no porque no vieron el poder milagroso, lo vieron. No porque no fuera el maestro más profundo que jamás habían escuchado, lo oyeron. Se alejaron porque no querían obedecer sus mandamientos. No querían reconocer su origen celestial. Porque si ese es el caso, entonces tienen que obedecer su mandato. Así que no querían aceptar quién era o lo que Él decía.
Usted tiene que negar ambos. Usted no puede aceptar quién era Él y luego negar Su palabra. Usted no puede decir: “Jesús es el Hijo de Dios, pero no creo que lo que dijo sea verdad”. Si usted dice que Él es el Hijo de Dios, entonces sus palabras son del cielo.
Así que usted ve la deserción de los falsos discípulos. Se reduce a la ofensa de las palabras. La Biblia es muy clara sobre lo que Dios odia, lo que Dios ama y lo que Dios tolera, lo que no tolera. Y si usted está incómodo con esas palabras, incluso su interés sentimental en Jesús se desvanecerá, porque usted está reteniendo sus transgresiones con tanta fuerza.
Así que esa es la deserción de los discípulos falsos. El texto cierra con el afecto de los discípulos verdaderos. Es una diferencia obvia. Versículo 67: “Entonces, Jesús les dijo a los doce. ¿Acaso queréis iros también vosotros?”. Y luego Simón Pedro lo resume perfectamente: “Simón Pedro le respondió. Señor, ¿a quién iremos? Tú puedes crear comida” —no. “No estamos aquí porque tú creas alimento. Estamos aquí por las palabras. Estamos aquí por las palabras”. “Tú tienes palabras de vida eterna”. Como Jesús dijo atrás en el versículo 63: “El espíritu es el que da vida. La carne para nada aprovecha. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”. Pedro entendió exactamente lo que dominaba el corazón de un discípulo verdadero. Ellos querían las palabras de la boca del hijo de Dios.
Y Pedro agrega en el versículo 69: “Hemos creído. Nosotros hemos creído y hemos llegado a conocer que tú eres el santo de Dios”. Y el nombre favorito de Isaías para Dios es ese, por cierto. “Sabemos quién eres. Tú eres el santo de Dios. Tú has venido del cielo. Tus palabras tienen vida eterna. Y entonces, creemos”. Si usted es un discípulo falso, usted rechaza las palabras. Si usted es un discípulo verdadero, usted ama las palabras porque son vida eterna. Y esa es la diferencia.
Y luego, al final de esta sección pequeña, Jesús le responde y dice: “¿No os escogí yo mismo a vosotros los doce, sin embargo, uno de vosotros es diablo? Ahora, se refería a Judas, el hijo de Simón Iscariote, porque él, uno de los doce, iba a traicionarlo”. Realmente, no se nos permite detenernos mucho en la confesión de Pedro. Solo una pausa breve antes de enfrentar el patetismo que domina este momento. Judas, el discípulo falso arquetípico, es expuesto.
Judas no creyó las palabras que Jesús habló. No tenía interés en Jesús, ni en obedecer sus mandamientos. Judas quería cosas temporales. Y cuando Jesús no cumplió, él quería salirse. Y como había desperdiciado tres años de su vida, quería salir con algo de dinero, al menos, así que comenzó a robar del almacén de tesoro pequeño. El materialista, sin interés en las palabras, aunque vio quién era Él, tan hábil en la hipocresía que incluso los otros discípulos no lo supieron. Hasta que él fue expuesto en el aposento alto unos seis meses después de esto.
Y esta es la forma en la que Jesús cierra esta narración y dice: “Vas a enfrentar esto. Y vendrá a niveles muy altos: Un discípulo, uno de los doce, un pastor de una iglesia, la cabeza de una institución cristiana. Pero entiende, sé quiénes son. Sé quiénes son”.
Hay una tristeza en esto que se resuelve realmente teológicamente. ¿Por qué digo eso? RegresE al versículo 65. Aquí es donde Jesús descansa en esta realidad triste de la deserción: “Él decía: Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí si no le fuere dado del Padre”. Esa es una declaración poderosa. Esta salvación es toda una obra de Dios.
Regrese al versículo 37 de Juan 6: “Todo lo que el Padre me da vendrá a mí”. Versículo 44: “Ninguno puede venir a mí si el Padre que me envió no le trajere”. Y aquí por tercera vez, dice lo mismo. Nadie puede venir a mí si no le fuere dado del Padre”. Aquí es donde usted resuelve esto: En la voluntad soberana de Dios. En la voluntad soberana de Dios.
El resultado final para usted y para todos nosotros es: ¿cree usted? ¿Verdad? Algunos de ustedes no han creído. Ustedes no creen las palabras, las palabras del evangelio, las palabras de santificación, las palabras de verdad. Pero otros de ustedes creen. Y para ustedes la palabra es vida. Pero al final, lo dejamos todo en la voluntad del Padre, para que Cristo cumpla la redención, el verificar su iglesia, porque ese es el diseño divino y va a suceder.
Padre nuestro, estamos agradecidos de nuevo por la palabra que da vida y hemos experimentado esa vida. Sabemos que es una vida de transformación profunda, de modo que somos criaturas nuevas en Cristo cuando recibimos esa vida eterna. Señor oro para que te muevas en los corazones de todos los que están aquí que han llegado a Cristo en parte, pero no del todo. Que no endurezcan sus corazones, como lo hicieron en el Antiguo Testamento. Que lleguen hasta Cristo, que tú los atraigas, oh Padre, para Tu gloria. Y ayúdanos a saber que la marca del discipulado es la obediencia. Y no es una obediencia por miedo, es una obediencia por amor. Es una obediencia que valoramos y que disfrutamos y que amamos. Con David decimos: “Oh, cuánto amo yo tu ley”.
Te amamos. Y ese amor obliga nuestra obediencia. Amamos tu ley, que es una manifestación justa de tu naturaleza, la cual también amamos. Que todos nosotros examinemos nuestro corazón para ver si estamos en la fe. Y sabemos eso, si te amamos. Eso es lo que dijiste a Pedro tres veces: “¿Me amas?”. Y si te amamos, lo manifestamos por la obediencia. No por la obediencia perfecta, sino por la obediencia de corazón continua y fiel bajo el poder de tu Espíritu.
Estamos agradecidos por el llamado del cielo que el Padre nos extendió a los que creímos. Que seamos fieles en seguir y que seamos fieles en proclamar el evangelio glorioso, que es el único que puede salvar. Y Señor, te pido en esta cultura, en esta generación, que hagas que tus palabras sean conocidas y escuchadas.
No permitas que esta sociedad silencie tu Palabra, que tu Palabra salga con fuerza contra los mensajes satánicos que ahogan todo. Y que tu verdad prevalezca. Oramos en el nombre de Cristo. Amén.
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