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Ha sido bastante obvio para mí en los últimos meses que la iglesia de Jesucristo, por lo menos hasta lo que puedo discernir a un nivel público, se ha preocupado por asuntos que tenemos en la vida diaria y ha permitido que sea arrastrada en el vórtice de los problemas del mundo y está haciendo un esfuerzo por ser amiga del mundo, lo cual como leímos en Santiago es algo muy peligroso. Conforme evalúo algunas de las razones de esto, una razón evidente para que la iglesia está preocupada por el mundo es la ausencia de alguna expectativa vibrante por el regreso de Jesucristo.

Una escatología débil contribuye a una iglesia débil, cuando la gente pierde de vista el hecho de que este es un mundo caído, que se está entregando más y más en profundidad al pecado, desintegrándose continuamente hacia una maldad mayor y mayor. Y cuando la iglesia piensa que su función en el mundo es detener eso, está viviendo en un engaño. Nuestra esperanza no se encuentra en arreglar el mundo, nuestra esperanza está en el regreso de Jesucristo. Quiero hablarle de nuevo esta mañana de ese tema, incluso durante las siguientes semanas, y quiero llevarlo al capítulo 19 de Apocalipsis. Apocalipsis capítulo 19. Aquí es realmente en dónde necesitamos colocar nuestros ojos y nuestras mentes, y nuestros corazones, y encontrar nuestra esperanza. Apocalipsis 19, y voy a leer los versículos de apertura hasta el versículo 16.

“Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: !!Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro; porque sus juicios son verdaderos y justos; porque ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido la tierra con su fornicación y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella. Otra vez dijeron: !!Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos. Y los veinticuatro ancianos y los cuatros seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: !!Amén! !!Aleluya! Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes.”

“Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: !!Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios. Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas, yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.”

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre, y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.” Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él la regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEŇOR DE SEŇORES.”  

Esa es una visión sorprendente, marca el fin del día del hombre. ¿Acaso las cosas en el mundo problemático mejorarán? ¿Habrá en algún punto un fin para la guerra y la hostilidad y la iniquidad y el crimen y el caos? La respuesta es un sí resonante, cuando Jesucristo venga a reinar, cuando Él regrese para ser Rey. Hemos estado esperando este acontecimiento durante toda nuestra vida y toda la historia de la iglesia ha esperado esto. Y entre más ha brillado esta esperanza en cualquier generación de la iglesia, mayor el gozo de la iglesia y su capacidad de enfrentar y soportar las dificultades en el mundo. Jesús viene. Esta es la culminación de toda la historia humana.

Y conforme aprendemos a lo largo del libro de Apocalipsis, este acontecimiento glorioso no sucede sin que haya un juicio grande y preliminar, una hostilidad grande y preliminar. El anticristo para este momento habrá congregado a todas sus fuerzas, inspirado por Satanás y los demonios del infierno. Se habrán reunido juntos para pelear en contra del Cristo que regresa, van a involucrarse en una furia final de batalla en el Armagedón, conforme las tinieblas tratan de detener al Rey de la luz de establecer Su reino. Encabezando esa fuerza unificada, ese ejercito mundial será el anticristo, quien marcha en hostilidad en contra del Ungido de Dios.  

En el capítulo 16 del libro de Apocalipsis, la escena es descrita con estas palabras, versículo 17: “El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. Entonces, hubo relámpagos y voces y truenos y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra. Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira. Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados. Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como el peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande.”

¿En dónde sucedieron los horrores de eso? De regreso en el versículo 16: “Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.” En el valle de Meguido, la bestia, como el capítulo 19:19 dice: “Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército.” Este es el conflicto final conforme el Anticristo y sus fuerzas terrenales y demoniacas, pelean en contra del Cristo que regresa. El pasaje previo, como lo leímos en los versículos 7 al 10, describen las maravillosas bodas del Cordero. Es un acontecimiento que se lleva a cabo en el cielo.

La iglesia es arrebatada al cielo antes de estos acontecimientos, se reúne con el Cordero, el Novio, establece el matrimonio. Un tiempo maravilloso de bendición y gozo y recompensa, pero antes de que el novio tome a su novia a la nueva tierra para que more ahí, como su lugar de morada con todos los santos de todas las edades, tiene que haber una gran batalla. El Novio se vuelve el Rey guerrero, Él no puede cumplir Su promesa de matrimonio hasta que regrese en victoria y enfrente el campo de batalla más grande jamás conocido. El desafío del Anticristo es aceptado conforme se abren los cielos y Cristo en llama refulgente viene para vengarse.  

Babilonia para este punto ha sido destruida. Babilonia es un término que habla de la forma final del sistema del mundo, descrita en el capítulo 17 en su naturaleza religiosa; en el capítulo 18 en su naturaleza económica. Babilonia ha sido destruida, el sistema económico y religioso ha sido devastado. Los siete sellos han sido abiertos, y de los siete sellos, siete juicios de trompeta han sido desatados y han delineado básicamente muerte horrenda por todo el planeta. En la séptima trompeta siete copas de ira rápidamente han sido derramadas, y la final se la acabo de leer en el capítulo 16. Todo comienza a desintegrarse, todo comienza a desintegrarse bajo la fuerza de este juicio.

Después de la fuerza de la ira divina hay un esfuerzo final por parte del mundo blasfemo en contra de Cristo. El día del hombre está a punto de terminar, por cierto, siempre ha sido este el plan desde el comienzo. Este ha sido el plan de Dios a lo largo de la historia redentora, que Él trajera de regreso a Su Hijo, al gran Rey, Rey de reyes, Señor de señores, para tomar de regreso a esta tierra. No sea que, esto sea algo que encuentra un lugar únicamente su lugar en el libro de Apocalipsis, permítame llevarlo de regreso a Isaías, capítulo 11.

El profeta Isaías, setecientos años antes de Cristo vino, de antes de que Cristo viniera por primera vez, escuche el capítulo 11 de Isaías, una profecía de la venida del Mesías. “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces.” Isaí fue el padre de David, y el Mesías sería un descendiente de David. “Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová, el espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y de poder. Espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y le haré entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos.”

No habrá un juicio superficial, “sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura. Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará.  La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.”

“Y acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí la cual estará ahí puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa. Asimismo, acontecerá en aquel tiempo, que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo…” Suficiente dicho, y esto para decir que Isaías vio la venida del Mesías, en juicio y estableciendo Su reino. Y Su reino revertiría la maldición de tal manera que los niños podrán jugar en nidos de serpientes, nadie necesitará temer a los animales salvajes. La naturaleza de la vida en esta tierra va a ser cambiada de manera dramática.

De nuevo Isaías en el capítulo 63, versículo 1: “¿Quién es éste que viene de Edom?” Edom representa al mundo. Bosra fue en una ocasión la capital de Edom. Edom, un símbolo de paganismo. “¿Quién es este que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos? ¿éste hermoso en su vestido, que marcha en la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar. ¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado en lagar? He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas. Porque el día de la venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado. Miré, y no había quien ayudara, y me maravillé que no hubiera quien sustentase; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira. Y con mi ira hollé los pueblos, y los embriagué en mi furor, y derramé en tierra su sangre.”

Este es un retrato de lo que leímos exactamente, de lo que leímos en Apocalipsis capítulo 19, el juicio sangriento en juicio, en el regreso de nuestro Señor Jesucristo. Un profeta más que ver en Zacarías, en el Antiguo Testamento. Zacarías profetizó la primera venida de nuestro Señor, en el capítulo 9, versículo 9, él dijo esto: “Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.” Y así es como Él vino, la primera vez, la primera vez. La próxima vez que venga será muy diferente.

En el capítulo 10, en el versículo 6: “Porque yo fortaleceré la casa de Judá, y guardaré la casa de José, y los haré volver; porque de ellos tendré piedad, y serán como si no los hubiera desechado; porque yo soy Jehová su Dios, y los oiré. Y será Efraín como valiente, y se alegrará su corazón como a causa del vino; sus hijos también verán, y se alegrarán; su corazón se gozará en Jehová. Yo los llamaré con un silbido, y los reuniré, porque los he redimido; y serán multiplicados tanto como fueron antes. Bien que los esparciré entre los pueblos, aun en lejanos países se acordarán de mí; y vivirán con sus hijos, y volverán. Porque yo los traeré de la tierra de Egipto, y los recogeré de Asiria; y los traeré a la tierra de Galaad y del Líbano, y no les bastará. Y la tribulación pasará por el mar, y herirá en el mar las ondas, y se secarán todas las profundidades del río; y la soberbia de Asiria será derribada, y se perderá el cetro de Egipto. Y yo los fortaleceré en Jehová, y caminarán en su nombre, dice Jehová.”

Dios dice: “Algún día en el futuro, Yo voy a traer a Israel de regreso a la tierra. Yo voy a ser su Salvador.” Vaya al capítulo 12, versículo 1: “Profecía de la palabra de Jehová acerca de Israel, Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho: He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén. Y en aquel día pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella.” Eso es Armagedón.

“En aquel día, dice Jehová, heriré con pánico a todo caballo, y con locura al jinete; mas sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera.” Esto es juicio. Vaya al versículo 8: “En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que entre ellos fue débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, y como el ángel de Jehová delante de ellos. Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén. Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido. Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Leví por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por sí; todos los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres por sí.”

Capítulo 13. “En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.” Al final, cuando el mundo venga a pelear contra Jerusalén, Dios va a redimir a su pueblo Israel, va a derrotar a las naciones y va a establecer Su reino sobre la tierra. Observe el capítulo 14. Zacarías capítulo 14: “He aquí el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, más el resto del pueblo no será cortado de la ciudad.”

“Después saldrá Jehová y peleará contra aquellas naciones como peleó en el día de la batalla. Y se afirmarán…” y aquí está la Segunda Venida, “…y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está enfrente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacía el norte y la otra mitad hacia el sur.”

Literalmente, se partirá ese monte. “Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías, rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos. Y acontecerá que en ese día no habrá luz clara, ni oscura.” Eso lo vemos en el libro de Apocalipsis cuando todas las estrellas y la luna y el sol se apagan. “Será un día, el cual es conocido de Jehová, que no será ni día ni noche, pero sucederá que al caer la tarde habrá luz. Acontecerá también en aquel día que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno.”

Versículo 9: “Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre.” Sorprendentes profecías. Isaías lo dijo en el capítulo 9, “El principado, el gobierno del mundo será sobre sus hombros.” Antes de que el Señor establezca Su reino, Él habrá redimido a Israel, y Él habrá de manera necesaria derrotado las fuerzas del infierno en Meguido. La batalla es identificada en Meguido, pero también incluye a Jerusalén, y esencialmente abarca la tierra de Israel. ¿Cómo llegamos a este punto? El Anticristo se ha establecido en Jerusalén, y él se esfuerza por volverse el dictador del mundo, y él hace eso al hacer un pacto con Israel que él viola, y rompe, y al hacer él una alianza con Satanás y los demonios que le dan control sobre el mundo.

Eso quiere decir que el estado del mundo ahora está mal, pero no está tan mal como estará. Estará en su peor momento en ese entonces, el conflicto está establecido, para cuando usted llegue a esta hora, todas las eras doradas de la historia humana se han acabado, se han acabado. El Anticristo se ha establecido de manera plena a sí mismo, es descrito ahí atrás en el capítulo 13, “Me paré sobre la arena del mar,” versículo 1, “y vi subir del mar una bestia,” este es el Anticristo, “que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cuernos diez diademas y en sus cabezas un nombre blasfemo.”

Es multiplicado como blasfemo y como rey. Él es un rey blasfemo, y no ha tenido paralelo en la historia humana. Es descrito al ser como un leopardo, como un oso, como un león. El dragón, quien es Satanás le dio su poder y su trono, y grande autoridad. Y una de sus cabezas, como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia.” Aparentemente él lleva a cabo una resurrección falsa.

“Y adoraron al dragón Satanás que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia diciendo: Quien es como la bestia, quien podrá luchar contra ella.” Entonces el mundo entero se postra ante Satanás y ante su Anticristo. “También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias, y se le dio autoridad para actuar por cuarenta y dos meses.” Esa es la mitad de la tribulación de siete años, tres y medio años. “Y abrió su boca en blasfemias contra Dios para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo y se le permitió hacer guerra contra los santos y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.” 

Entonces, este Anticristo es el gobernante final, mundial. Y tiene éxito debido a su poder demoniaco, versículo 8, “Y le adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.” Si tu nombre no está escrito en ese libro, vas a seguirlo, vas a adorarlo. El Anticristo va a operar en poder pleno de manera abierta, blasfemando y desafiando abiertamente a Dios y el mundo entero va a estar adorando a Satanás y a él. Y todos los hombres y todas las mujeres habrán sobrevivido una carnicería increíble durante cuarenta y dos meses, tres y medio años, conforme los juicios de Dios destrozan la tierra encima de los horrores de Satanás y sus demonios.

Pero en el proceso de todo eso habrá personas salvas de toda tribu, lengua y nación; Israel será congregado otra vez para la salvación. Todo eso lleva al fin definitivo. En el Salmo 83 vemos esto. Y quizás es el salmo mismo que la gente en Israel puedan citar en este momento futuro de la historia. “Oh Dios, no guardes silencio; no calles, oh Dios, ni estés quieto. Porque he aquí que rugen tus enemigos, y los que te aborrecen alzan cabeza. Contra tu pueblo han consultado astuta y secretamente. Y han entrado en consejo contra tus protegidos. Han dicho: Venid, destruyámoslos para que no sean nación, y no haya más memoria del nombre de Israel porque se confabulan de corazón a una, contra ti han hecho alianza.” 

Esa sería una descripción del pacto final que el mundo hace bajo el Anticristo, para blasfemar a Dios y para ganar la victoria sobre el Hijo de Dios que regresa. Los santos martirizados son presentados en el libro de Apocalipsis en el capítulo 6, versículo 10: “Y clamaban a gran voz diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?” ¿Hasta cuándo vas a permitir esto? ¿Por cuánto tiempo vas a permitir la blasfemia, los esfuerzos en contra del Rey?

En la pequeña epístola de Judas, versículo 14: “He aquí vino el Señor, con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías, que han hecho impíamente y todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él.” Impíos, impíos, impíos, personas impías van a sentir la furia plena de la ira final.

Bueno, todo eso nos lleva al versículo 11 en dónde la escena se abre. “Entonces vi el           cielo abierto.” Este es ese momento. Rápidamente, de manera triunfal las puertas del cielo se abren y el Señor aparece, la colisión catastrófica está a punto de ocurrir cuando Él llega a la tierra. Escuche esto, la historia, escuche, no de manera silenciosa y gradual se funde en algún tipo de fundición ambiental. La historia, no de manera silenciosa ni gradual se funde en el reino de Cristo como los post-tribulacionistas, y los recontrucionistas y los teonomistas, y los teólogos del reino le gustaría que creyéramos.  

El reino viene con furia e intensidad en una intervención por parte del cielo cataclísmica, que sucede en una milésima de segundo. El fin de la historia humana va a venir con violencia, juicio ardiente, toda la historia bañada en sangre en ese gran día del Dios Todopoderoso. Los profetas lo llaman el día del Señor. El último golpe en contra de un mundo que ya está experimentando matanza, homicidio, derramamiento de sangre, violencia, presencia satánica, el pecado se ha desbordado. Y los profetas están de acuerdo en que la batalla primordial será en Palestina, aunque ciertamente se puede extender más allá de eso porque el Señor va a matar a sus enemigos en toda la tierra. Pero la batalla final, la batalla primordial se concentra en Palestina, la tierra de Israel. Y en particular de Jerusalén al norte, a Meguido.

Meguido tiene una historia muy significativa. Ahí Barac y Débora pelearon en contra de Sisara. Ahí Gedeón peleó contra los madianitas. Ahí Saúl fue matado por los filisteos. Ahí Faraón Necao mató a Josías, etc. Es un valle lleno de sangre en la historia, a lo largo de los años toda batalla peleada ahí, incluso desde el tiempo bíblico, fue peleada ahí por los ejércitos de Napoleón o los turcos, solo es una preparación para la batalla final el día del Dios Todopoderoso. Este es el fin del día del hombre. El regreso glorioso de Cristo. Este es por cierto el mismo Jesús quien ascendió en Hechos 1. Este mismo Jesús dice Hechos 1:11, “A quien habéis visto ascender a la gloria, regresará de la misma manera como lo habéis visto irse.” Rechazado, ridiculizado, objeto de menosprecio, de esa manera de tratarlo ascendió, pero regresa a reinar.

Ahora, quiero que vea este pasaje frente a nosotros, versículos 11 al 16, todo el panorama parece como si hubiera sido basado en Isaías 11, particularmente en los versículos 3 al 5, Isaías 63 que le leí antes. Esta no es la primera mención, no obstante, de la segunda venida en el libro de Apocalipsis, o en el Nuevo Testamento. En el discurso del monte de los Olivos nuestro Señor dijo mucho de Su Segunda Venida, Mateo 24:25. Pero en el libro de Apocalipsis quiero que se dé cuenta de que hay textos de que se adelantan al capítulo 19. Regrese al capítulo 11, el séptimo ángel toca la séptima trompeta. Y hubo grandes voces en el cielo que decían,” y aquí están los aleluyas que esperan, que vemos cumplidos en el capítulo 19. Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor Jesucristo y Él reinará por los siglos de los siglos.

“Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos se postraron sobre sus rostros y adoraron a Dios diciendo: Te damos gracias Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que de has venir, porque has tomado tu gran poder y has reinado. Y se airaron las naciones y su ira ha venido. Y el tiempo de juzgar a los muertos y de dar el galardón a tu siervo los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra. Y el templo de Dios que fue abierto en el cielo y el arca de su pacto se veía en el templo, y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto, y grande granizo.”

Hay un adelanto para el regreso de Cristo. La máquina de guerra de Dios en el cielo se está preparando ahí en el capítulo 11. Si usted va al capítulo 14, usted ve en el versículo 14: “Miré y aquí una nube blanca, y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del hombre que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.” Está listo para cosechar.

Vaya al versículo 18: “Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda y vendimia los racimos de la tierra porque sus uvas están maduras. Y el ángel arrojó su hoz en la tierra y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.” Y después en el capítulo 16, versículo 13: “Y vi salir de la boca del dragón y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta tres espíritus inmundos a manera de ranas,” son espíritus de demonios. Pues son espíritus de demonios que hacen señales y van a los reyes de la tierra en todo el mundo para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. En el versículo 16, los reunió en el lugar que en el hebreo se llama Armagedón.

Entonces, incluso en el libro de Apocalipsis vemos adelantos de esto, y finalmente en el capítulo 19 llegamos a la visión de Juan de este acontecimiento futuro. Solo quiero señalar tres cosas aquí. Número uno, el regreso del Conquistador. El regreso del Conquistador, versículo 11. “Entonces, vi el cielo abierto y he aquí un caballo blanco y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.” Entonces, las puertas del cielo se han abierto, esta es la última vez para la revelación final, gloriosa, plena de Jesucristo sobre esta tierra. El punto mismo del libro de Apocalipsis ha llegado a dónde debe estar. El juicio ha llegado a su acto final, y el Señor va a juzgar y después Él va a establecer Su gobierno eterno, soberano, en Su reino terrenal.

Escuche lo que nuestro Señor dijo de esto ahí atrás en Mateo capítulo 24, versículo 27: “Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre.” Cuando se abre el cielo, así de rápido viene como un relámpago. Versículo 29, “Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.”

Entonces, este es el panorama, todo se está oscureciendo en la séptima copa final. La oscuridad cubre la tierra. Entonces habrá un relámpago y en ese relámpago el versículo 30 dice: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo. Y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria, y enviará a sus ángeles con gran voz de trompeta y juntarán a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo para entrar al reino desde un extremo del cielo hasta el otro.” Él viene, Él viene primero para reunir o congregar a los suyos.

Ahí en el versículo 42 nuestro Señor dijo: “Estad alertas porque no sabéis en que día vuestro Señor viene.” Estén listos. Si no está listo, tiene una descripción de eso, “Vendrá el Señor de aquel siervo el día que no espera y a la hora que no sabe,” versículo 50, versículo 51, “Y lo castigará duramente y pondrá su parte con los hipócritas, allí será el lloro y el crujir de dientes.” Si usted es un creyente, usted espera esta esperanza gloriosa. Si usted es un incrédulo, usted ha sido advertido.

Entonces, como creyentes colocamos nuestros ojos en este jinete real, majestuoso, y veamos algunos detalles de él. El cielo se abre. Jesús ascendió al cielo, se sentó a la diestra del Padre para recibir el reino que se le prometió, pero tiene que regresar. Ya tuvo la boda con su novia, los santos redimidos están con Él, Él ahora está casado, y Él deja la casa de Su Padre para descender y establecer Su dominio legítimo y Su reino. Atrás en el capítulo 5, recuerda, ¿no es cierto? que fuimos llevados al cielo. Y cuando llegamos al cielo oímos esto, oímos que hubo alabanza, alabanza ofrecida al Cordero, versículo 9: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque tú fuiste inmolado. Y con tu sangre nos has redimido para Dios de todo linaje, lengua y pueblo y nación. Y nos has hecho para nuestro Dios, reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”

Ahí atrás en el capítulo 5, las huestes del cielo estaban listas para este momento cuando el Señor regrese. Realmente esta es una oración que fue hecha por primera vez en Isaías 64. Isaías 64, 1 y 2 dice: “Oh, que tú rasgues los cielos y desciendas para que los montes tiemblen ante tu presencia, para que naciones tiemblen ante tu presencia.” Esa fue la oración de Isaías 64, y será cumplida cuando el acontecimiento de Apocalipsis 19 se lleve a cabo. Lo muestra de manera sorprendente, esa es la razón por la que la frase aquí está ahí, en un caballo blanco, no es un cordero, Él no está montado sobre un asno, Él no viene en humildad, Él viene como un general victorioso, y el caballo blanco era un símbolo de un general victorioso romano. Un general victorioso cabalgaba en su corcel de guerra guiando a sus legiones por la Vía Sacra, hasta llegar al templo de Júpiter en la colina capitolina, en dónde todo mundo lo reconocía como el héroe conquistador, siendo seguido por todas sus tropas.

Entonces, vemos al Señor que viene montado sobre un caballo blanco. El blanco no solo es el color de los que están en la guerra, sino que es un símbolo de pureza. Y la palabra para blanco es leucos aquí, lo cual significa era un blanco refulgente como luz. No es blanco pálido. Él viene a destruir lo que queda de la impiedad del mundo. El caballo es simbólico, la venida es real. Cómo el salmista escribió de su regreso en el Salmo 45: “Ciñe tu espada sobre tu muslo, oh valiente. Con tu gloria y con tu majestad tus saetas agudas con que caerán pueblos debajo de ti, penetrarán en el corazón de los enemigos del rey. Tu trono Dios es eterno y para siempre.” Salmo 45 incluso se adelantaba a esto, “Viene en gloria. El Hijo del hombre en gloria.”

Él viene de manera visible, Apocalipsis 1:7 “Y todo ojo lo verá.” Viene de manera poderosa. Aquí viene a juzgar y para hacer guerra. Simplemente una observación breve. Hay un acontecimiento que se les promete a los creyentes que es el rapto de la iglesia, leemos del él en 1 Corintios y en 1 Tesalonicenses, Juan 14. Es diferente que este acontecimiento. Esa es la razón por la que creemos que la iglesia ya habrá sido quitada para este momento. ¿Por qué? Porque en el rapto Cristo se reúne con los suyos en el aire. Aquí, Él los trae con Él a la tierra. En el rapto no hay juicio; aquí todo es juicio. El rapto es un tiempo de bendición; este es un tiempo de maldición. El rapto toma a los suyos al cielo; este acontecimiento trae los suyos a la tierra. El rapto no tiene señales preliminares; este acontecimiento es precedido por señales cuidadosamente reveladas del capítulo 6 al 19.

Entonces creemos que la iglesia habrá sido sacada, y esto es lo que quedará para el mundo. Muchas serán salvos durante ese período también, que entonces entrarán a Su reino, de Israel y de las naciones. El rey venidero es identificado como Fiel y Verdadero, porque guarda Su Palabra y siempre habla la verdad. Su nombre, por cierto, se presenta en un contraste vívido con Satanás, el mentiroso, el engañador; y con los demonios, y con los que lo siguen a ellos. Jesús dice la verdad, Él es Dios quien no puede mentir, Él es Fiel y Verdad, el dragón es un engañador, la bestia es un cristo falso, la segunda bestia es un profeta falso. La tierra está llena de adoradores falsos, pero Jesús es fiel y verdadero; y Él viene en justicia, una reacción justa contra el pecado. Esto quiere decir que Él reacciona de manera apropiada y correcta contra el pecado y el pecado se ha apoderado del mundo, de tal manera que va más allá de cualquier cosa, más allá de la historia humana antes de esto.

Y entonces, Su justicia lleva a este juicio final, y Juan escribe que Él juzga. Él fue antes un salvador, Él ahora es un Juez. Cuándo Él estuvo aquí la gente impía lo juzgó a Él, después Él los va a juzgar a ellos. La gente fueron el juez, y el ejecutor, pero cuando Él regrese Él va a ser el que juzga y el Ejecutor. Los apóstoles advirtieron de esto en su predicación. Una ilustración de eso se encuentra en el capítulo 17 del libro de los Hechos. Y en el versículo 31: “Dios ha establecido un día en el cuál juzgará al mundo con justicia, por aquel varón y quién designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.” ¿Quién es el juez? Aquel a quien Dios levantó de los muertos. Y ahí atrás en el versículo 2, en este capítulo, sus juicios son verdaderos y justos, verdaderos y justos. Demasiado tarde para los que lo han rechazado, quien llegaron a una blasfemia.

En segundo lugar, dice que Él viene a pelear, Él viene a hacer guerra – poleimei – presente activo, “ir a la guerra”. Una vez vino Él a alimentar a los hambrientos, sanar a los enfermos, echar fuera demonios de los oprimidos, dar paz a los corazones turbados, no en esta ocasión. En el Mar Rojo recuerda usted cuando Jehová destruyó a Faraón y a sus huestes, Moisés e Israel cantaron en Éxodo 15:3. Y lo que cantaron fue esto: “Jehová es varón de guerra. Jehová es un guerrero.” Me encanta lo que [John Phillips] escribió: “Jehová es varón de guerra. En rectitud Él juzga y hace la guerra. El juicio ha estado cumpliéndose a través de la ruptura de los sellos, el sonido de las trompetas y el derramamiento de las copas.

Ahora, Él hace la guerra. Él quien por muchos siglos ha soportado pacientemente las burlas, los insultos y la mala actitud de los hombres, quien por generaciones ha contemplado el Calvario y todo lo que Él mostraba de obvio y desprecio de la humanidad, y quien a través de los milenios ha hecho la paz mediante la sangre de esa cruz, ahora hace la guerra por esa sangre porque el pecado humano ha llegado a su límite y ahora tiene que ser derribado por fuerza. Y no habrá mucha pelea cuando venga la guerra todo se va a acabar en un instante.”

El cielo no puede ser apaciguado por el pecado, la iniquidad no puede ser tolerada. ¿Cree usted que porque Dios no ha actuado para este momento va a ser tolerante? No. Él simplemente es paciente. No quiere que ninguno de los suyos perezca, sino que todos a quienes Él ha escogido vengan al arrepentimiento, como Pedro lo expresó. Él está esperando hasta que Él haya reunido a sus redimidos. Cuándo el pecado alcance el momento incorregible, todos los que participen en él serán destruidos. La misericordia abusada trae al ejecutor.

Aquí viene la espada de majestad insultada, la ira de la gracia rechazada. Y este conquistador no viene como otros conquistadores motivado por la lujuria, la ambición, el poder, sino que en justicia y en línea total con todo interés recto para hacer lo correcto. Sus ojos, eran como llama de fuego, como lo fueron ahí atrás en el capítulo 1, capítulo 2, vimos sus ojos como llama de fuego conforme ve a Su iglesia, y discierne la realidad de la condición de Su iglesia. Habla de Su omnisciencia. Y cuando Él venga, Él va a ver las cosas como realmente son. Sus ojos como llamas de fuego penetrantes, ardientes. Para juzgar con justicia Él debe ver todo. Nada se le escapa.

Él también viene con muchas coronas, muchas diademas, rango real y autoridad real. Este es el símbolo de Su soberanía: Él es guerrero, Él es un juez, Él es un ejecutor, y Él es el Rey soberano. Antes vimos coronas en la cabeza del anticristo, coronas en la cabeza del dragón. Ahora, han sido destruidas. Como David, cuando él conquistó a los amonitas, ahí en 2 Samuel, colocó la corona del rey derrotado en su cabeza, además de su propia corona. O cuándo Tolomeo conquistó Antioquía, él colocó dos coronas sobre su cabeza, una de Asia y una de Egipto, para mostrar que él había conquistado ambos. El dragón tenía siete coronas en Apocalipsis, la bestia tenía diez.

Cuando Jesús venga, Él tiene todas las coronas, todas las coronas. Un cambio apropiado por una corona de espinas. Esto es algo que el profeta Ezequiel vio, ahí atrás en Ezequiel. Y únicamente le estoy dando muestras de lo que los profetas dicen de este acontecimiento. Ahí atrás en Ezequiel, capítulo 21, un par de versículos, versículos 26 y 27. “Así ha dicho Jehová el Señor: Depón la tiara, quita la corona, esto no será más así. Sea exaltado lo bajo y humillado lo alto. A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré.” Quítense sus coronas, todas les pertenecen a Cristo. Ezequiel incluso se anticipa a ese día.

Escuche el Salmo 45, versículos 3 y 4: “Ciñe tu espada sobre el muslo, valiente, con tu gloria y tu majestad. En tu gloria sé prosperado; cabalga sobre la palabra de verdad, de humildad y de justicia y tu diestra te mostrará cosas terribles. Tus saetas agudas, con que caerán pueblos debajo de ti, penetrarán en el corazón de los enemigos del rey. Tu trono, oh Dios es eterno y para siempre, cetro de justicia es el cetro de tu reino.” Una soberanía invencible. No hay más reyes.

Ahora dice, que: “Tenía un nombre escrito que ninguno conocía, sino Él mismo.” No le puedo decir cuántas veces la gente me ha preguntado qué nombre es ese. Es un nombre que ningún hombre conocía. Ahora, ¿qué nos está diciendo eso? Pensamos que conocemos todo lo que se puede conocer de Cristo, pensamos que debido a que conocemos lo que se nos dice de Él en el Antiguo Testamento y lo que se nos dice de manera clara en el Nuevo Testamento que entendemos de manera plena quien es Él, pero eso está muy lejos de la realidad. Decir que tiene un nombre que ningún hombre conoció es decir que en Él hay un aspecto incomprensible de lo que no sabemos absolutamente nada. Lo cual quiere decir que Él va mucho más allá de lo que nos imaginamos que Él es.

Hay realidades que no conocemos de Su naturaleza. Nunca podríamos entender el misterio de manera completa. Versículo 13: “Estaba vestido de una ropa teñida en sangre,” la sangre de sus enemigos, la sangre de sus enemigos, la sangre que vimos en Isaías 63. Esta es ropa de batalla, y están manchadas de sangre. Esta no es su primera batalla. ¿Quién sino Él cortó a Rahab, e hirió al dragón? ¿Quién peleó por Israel en los días de Josué? ¿Quién peleó contra los reyes de Canaán en Tanac junto a las aguas de Meguido? ¿Quién destruyó a todas las potencias mundiales en el pasado, y a todas las naciones que han caído? Es el mismo Conquistador Todopoderoso que peleó contra el pecado en la cruz, quien derramó su sangre en esa cruz, quien de nuevo será manchado por sangre, pero en esta ocasión no será con Su sangre sino por la sangre de Sus enemigos, mancharán Su ropa de batalla.

De regreso en el capítulo 14, versículo 20: “Cuándo él pisó el lagar, del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos por mil seiscientos estadios.” Cuándo Jesús regrese la matanza va a alcanzar hasta unos doscientos noventa kilómetros, al este y al oeste, un baño de sangre de juicio eterno. Él dice que “vendrá del cielo,” 2 Tesalonicenses 1:7, “con sus ángeles de poder en llama de fuego, para dar retribución a aquellos que no conocen a Dios, y aquellos que no creen en el evangelio de nuestro Señor Jesús y pagarán el castigo de destrucción eterna.” El juicio final es un baño de sangre. Veremos más de eso la próxima semana, cuando lleguemos a los versículos 17 en adelante.

“Su nombre,” versículo 13, “es el Verbo de Dios, el Verbo de Dios.” Sabemos quién es, Juan 1: “El Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros.” Juan 1:14 “Y vimos su gloria, gloria como el unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” Su nombre es llamado el Verbo de Dios, quiere decir que Él es el Verbo, y Juan nos lo presenta. Él es El Divino. Entonces, Él tiene un nombre que ninguna conocía. Eso habla de que Él es incomprensible. Tiene un nombre que podemos conocer; Verbo de Dios, habla de que Él es comprensible porque se ha revelado a sí mismo en Su Palabra. Y de manera consumada Él recibe el nombre, al final del versículo 17, “Rey de reyes, y Señor de señores.”

Y entonces, vemos el regreso del conquistador. El versículo 14, vemos los que acompañan al conquistador. “Y los ejércitos celestiales vestidos de lino finísimo, blanco y limpio les seguían en caballos blancos.” ¿Quiénes son? Las huestes del cielo, la iglesia, porque dice que estaban vestidos de lino finísimo. Regrese al versículo 8. Las bodas del Cordero, la novia es la iglesia en el Nuevo Testamento, y en el 8 a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, símbolo de justicia perfecta.

Entonces, sabemos que la iglesia está ahí, vestida de lino fino, limpio y resplandeciente. Sabemos que los santos de la tribulación están ahí, porque los que murieron en la tribulación han sido glorificados. Sabemos que los santos del Antiguo Testamento están ahí porque ellos también han sido reunidos y llevados a la presencia del Señor. Y sabemos que los sangres están ahí, Mateo 25:31, regresa con Sus ángeles, regresa con santos y ángeles. Todos los ejércitos del cielo descienden a la tierra en el momento del juicio y para establecer su reino, para reinar con Él en la tierra por mil años. Todos están en caballos blancos, todos son parte de Su triunfo. El gran guerrero está montado y también todos sus ejércitos.

Entonces, todos los ejércitos del cielo descienden para Su reinado glorioso. Salmo 149:5, “Regocíjense los santos por su gloria, y canten aun sobre sus camas. Exalten a Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos, para ejecutar venganza entre las naciones y castigo entre los pueblos, para aprisionar a sus reyes con grillos y a sus nobles con cadenas de hierro, para ejecutar en ellos el juicio decretado. Gloria será esto para todos sus santos. ¡Aleluya!” ¿Qué está diciendo eso? Vamos a estar ahí. Todos los piadosos van a estar ahí. Vamos a venir a reinar con Él. Vamos a venir a reinar con Él. Vamos a ver más detalles de eso en el capítulo 20.

Entonces, vemos el regreso del conquistador, vemos los que vienen con Él, y finalmente el gobierno del conquistador. Versículos 15 y 16, “De su boca sale una espada aguda para herir con ella a las naciones y él las regirá con vara de hierro. Y él pisa el lagar del vino del furor y la ira del Dios Todopoderoso.” Esto es vívido, de su boca sale una espada aguda. Vimos eso ahí atrás en el capítulo 1, capítulo 2, esta espada defiende a Su iglesia y ahora es la espada de juicio. Él viene con una espada para herir con ella a las naciones. Juan escribió que el Hijo del hombre fue manifestado para destruir las obras del diablo. Y eso es lo que Él hará.

Recuerda lo que leí en Isaías 11: “Él va a juzgar la tierra con la vara de su boca y con el aliento de sus labios va a matar al impío.” Los va a gobernar con vara de hierro en Su reino, con justicia precisa. Salmo 2; hemos llegado a conocer este Salmo, nos dice lo que Él va a hacer con las naciones. “Porque se amotinan las gentes y los pueblos piensan cosas vanas. Se levantan los reyes de la tierra y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido diciendo: El que mora en los cielos se reirá. El Señor se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en su furor y los turbará con su ira, pero yo he puesto mi rey sobre Sion mi santo monte.” Cuándo Dios establezca a Cristo sobre el santo monte, Él se va a burlar de las naciones que lo desafían.

“Yo publicaré el decreto, Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú, yo te engendré hoy. Pídeme y te daré por herencia a las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro, como vasija de alfarero los desmenuzarás.” Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso, eso fue descrito, y no voy a tomar tiempo en este momento, en el capítulo 14, Él aplasta las uvas de la ira para producir la copa de la ira que los pecadores deben beber, y establece Su gobierno. Él los va a regir con vara de hierro habiéndolos aplastado bajo su ira.

Pero, si después finalmente, en Su vestidura, y en Su muslo tiene escrito este nombre, ¿cuál es? “REY DE REYES Y SEŇOR DE SEŇORES”. Todos los enemigos son derrotados, una matanza global, masiva. Gracia abusada, gracia rechazada. Un homicida preferido sobre el Príncipe de la vida. Y Satanás preferido por encima del Hijo de Dios a lo largo de la historia humana. Dios abiertamente blasfemado, incluso después de juicio, tras juicio, tras juicio, y después de la predicación del evangelio a lo largo del tiempo de la tribulación, aun después
de esto el mundo termina blasfemando Su nombre. Y entonces, Él viene.

Creo que una manera apropiada de terminar esto es terminar dónde comenzamos. Regrese a Isaías capítulo 32. Isaías capítulo 32 versículo 1: “He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio.” ¿Quiénes son los príncipes? Esos son los creyentes. 1 Corintios nos dice eso. Regresamos a reinar con Él. Y también Apocalipsis 20, como lo veremos. “Y príncipes presidirán en juicio. He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio. Y cada uno que gobierne será como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión, como arroyos de agua en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa.”

Observe el capítulo 33: “!!Ay de ti que saqueas y nunca fuisteis saqueado; que haces deslealtad, bien que nadie contra ti la hizo! Cuándo acabes de saquear serás tú saqueado. Y cuando acabes de hacer deslealtad, se hará contra ti. Oh, Jehová, ten misericordia de nosotros, a ti hemos esperado; tú, brazo de ellos en la mañana, sé también nuestra salvación en tiempo de la tribulación. Los pueblos huyeron a la voz del estruendo; las naciones fueron esparcidas al levantarte tú. Sus despojos serán recogidos como cuando recogen orugas, correrán sobre ellos como de una u otra parte corren las langostas. Será exaltado Jehová, el cual mora en las alturas; llenó a Sion de juicio y de justicia.”

“Y reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y abundancia de salvación, el temor de Jehová será su tesoro. He aquí que sus embajadores darán voces afuera; los mensajeros de paz llorarán amargamente. Las calzadas están desechas, cesarán, cesaron los caminantes; ha anulado el pacto, aborreció las ciudades, tuvo en nada a los hombres. Se enlutó, enfermó la tierra; el Líbano se avergonzó y fue cortado; Sarón se ha vuelto como desierto, y Basán y el Carmelo fueron sacudidos. Ahora me levantaré, dice Jehová; ahora seré exaltado, ahora seré engrandecido. Concebisteis hojarascas, rastrojos daréis a luz; el soplo de vuestro fuego os consumirá.”

Esa es la profecía que se relaciona de manera tan hermosa con el capítulo 19 de Apocalipsis. Simplemente un par de versículos para terminar. Al final de ese capítulo, cerca del final, versículo 21: “Porque ciertamente allí será Jehová,” me encanta esto, “para con nosotros fuerte. Lugar de ríos, de arroyos muy anchos, por el cual no andará galera de remos, ni por él pasará gran nave, porque Jehová es nuestro juez. Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro rey, Él mismo nos salvará.” Esa es la esperanza del creyente. Esa es la promesa de la Palabra de Dios.

Padre nuestro, Tu Palabra excede todo lo que podríamos esperar, en su coherencia, claridad, y poder conforme revela la verdad absoluta, no solo cuando habla de lo que ha pasado en el pasado, sino habla con respecto a lo que sucederá en el futuro. Queremos vivir a la luz de tu regreso. No queremos colocar nuestra esperanza en este mundo. No queremos ser seducidos al tratar de arreglar el mundo que va descendiendo a toda velocidad para llegar hasta el juicio divino. Solo queremos ser fieles en predicar el evangelio a todos aquellos con los que nos encontramos, para que ellos puedan escapar de la ira venidera. Como la iglesia esperamos y nos apresuramos para el regreso glorioso de Jesucristo, estamos esperando a Tu Hijo del cielo, el cual nos libra de la ira venidera.

Que el mundo sea el mundo que siga en su clavado hacia la muerte, que mantengamos nuestro enfoque en la promesa gloriosa de que nuestro Señor regresará y nosotros con Él, para reinar en verdad y justicia. Que hagamos todo lo que podamos por proclamar el evangelio, para que muchos mediante nuestra influencia y fidelidad sean parte de la gloria de ese regreso. Pedimos estas cosas en Su nombre, y para Su honra. Amén.

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