Le invitaría a volver en su Biblia al capítulo 15 de Marcos. Hay tantos elementos en la historia de la crucifixión contada por los escritores de los cuatro evangelios. Pero quiero llamar su atención, en particular, de regreso al versículo 33. Marcos 15:33, “Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?'” Esa es una declaración profunda que generalmente no se entiende.
¿Dios no apareció en el Calvario? Sabemos que la muerte de Cristo fue el acto más eficaz a favor de los pecadores condenados, el acto más eficaz jamás realizado porque fue la expiación por nuestros pecados lo que satisfizo a Dios. Sabemos que la crucifixión fue el evento principal en el plan de redención. Cada animal jamás sacrificado desde la institución de las ofrendas de sacrificio, en la historia del Antiguo Testamento hasta el sacrificio de Cristo, era solo una imagen de Su muerte. Todos los sacrificios del Antiguo Testamento que se ofrecieron como ofrendas por el pecado no alcanzaron a expiar el pecado. Pero apuntaron a un sacrificio final verdadero y aceptable que lograría lo que todos esos sacrificios simbólicos nunca podrían lograr.
Sabemos que vendría un Cordero diferente a cualquier otro cordero. Juan dijo que Él era el Cordero de Dios. Él era el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. El Hijo del Hombre vino a dar su vida en rescate por muchos. Y así predicamos a Cristo y a éste crucificado, como dice Pablo en 1 Corintios 2. Y al mirar a la cruz nos quedamos con lo que parecen ser dos realidades profundamente contradictorias.
La Crucifixión es, sin duda alguna, el acto más malvado, más traicionero, más vil que jamás haya perpetrado la humanidad contra alguien, por no decir nada de la violación de la justicia al ejecutar a un hombre perfectamente recto. La muerte de Jesucristo, desde el punto de vista humano, es la injusticia más atroz de la historia porque Jesús no tenía pecado. No nos equivocamos en eso. Fue el mayor acto de blasfemia en toda la historia de la humanidad.
Pero, por otro lado, la crucifixión del Señor Jesús fue el acto de justicia más necesario requerido por la santidad divina. Jesús fue víctima de la injusticia. Fue víctima del odio y la blasfemia de los humanos. Aunque murió voluntariamente, Él fue asesinado ilegalmente, después de que un juicio ilegal lo condenara a una ejecución ilegal. Y algunos han preguntado: “¿Dónde estaba Dios exactamente? ¿Acaso Dios lo abandonó Dios en esa hora? Parece ser lo que está diciendo ahí en el versículo 34; ¿Acaso este acto de injusticia más atroz sucedió porque Dios estaba ausente?”
Este pasaje que estamos viendo responde esa pregunta y la responde de una manera sorprendentemente profunda. Regresemos al versículo 33: “Vino la hora sexta". El día judío comenzaba a las 6:00 de la mañana, o por ahí, por lo que sería mediodía o más o menos; no tenían relojes. Este es el mediodía, cuando el sol está esencialmente en su cenit. “A la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena”. Tres horas de oscuridad total. Esencialmente en la cúspide del sol, todo se vuelve negro durante tres horas.
Jesús ya había hablado tres veces. Él dijo: “Padre, perdónalos; No saben lo que hacen.” Dijo con respecto al apóstol Juan y María, dijo: “He ahí tu madre. He ahí tu hijo". Le dijo al ladrón arrepentido: "Hoy estarás conmigo en el paraíso". Pero cuando llega el mediodía, se oscurece durante tres horas. ¿Acaso esto simboliza la ausencia de Dios? Y si Dios lo abandonó, ¿de qué manera lo abandonó?
Ahora los judíos estaban muy conscientes de la naturaleza de Dios por lo que les decía el Antiguo Testamento, y una cosa que sabían con certeza era que Dios era luz. Dios era luz. Ellos saben que el Salmo 27: 1 dice: "Jehová es mi luz y mi salvación". Salmo 18, versículo 28, “Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas". O Salmo 36: 9, "En tu luz veremos la luz". O en las palabras del capítulo 2 de Isaías, versículo 5, "Venid, caminaremos a la luz de Jehová”.
Otro pasaje que habla de Dios como luz, al comienzo del capítulo 60 de Isaías, escuche: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento”. Dios es luz, y Dios vendría y brillaría Su gloria algún día en el futuro para que el mundo entero estuviera disfrutando de esa luz. Entonces, tal vez la oscuridad nos esté diciendo que Dios no estaba allí. Pero los judíos lo sabrían mejor, lo sabrían mejor.
No había duda de que Dios era luz. En el jardín, Él era luz, la shekinah, Su propia gloria. Pero los judíos también sabían que Dios apareció en varias ocasiones como oscuridad. Si usted está leyendo en Éxodo capítulo 10, y llega a los versículos 21 y 22, llega a la novena plaga en Egipto. Y la novena plaga en Egipto fue tres días de oscuridad, y esta oscuridad fue una de las plagas que Dios envió personalmente para castigar a los egipcios. Dios apareció en Egipto como tinieblas, tinieblas densas e impenetrables.
Un poco más adelante en el libro de Éxodo, el capítulo 19, se encuentran los hijos de Israel. Al tercer día están al pie del monte Sinaí, y Dios vuelve a aparecerse; y cuando se aparece, se aparece, dice la Escritura, en un humo espeso, una nube espesa. El próximo capítulo, el vigésimo capítulo o Éxodo, Dios da los Diez Mandamientos. Y después de dar los Diez Mandamientos, todo alrededor de esa montaña era densa oscuridad. Dice que era densa oscuridad donde estaba Dios.
A veces, Dios se aparece como luz, a veces se aparece como oscuridad. Cuando se aparece como luz, es revelación y salvación; cuando se aparece como tinieblas, es condenación y juicio. Isaías dice en el capítulo 5, versículo 30, que vendrá el juicio de Dios; y él dice: “He aquí tinieblas de tribulación, y en sus cielos se oscurecerá la luz". En el capítulo octavo de Isaías y el versículo 22, nuevamente tenemos una imagen de la ira divina, cuando Dios viene a castigar a su pueblo desobediente. Y leemos: “He aquí tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia; y serán sumidos en las tinieblas.”
El profeta Joel esperaba el juicio final al final de la historia humana llamado el Día del Señor; y dijo que ese día, en el capítulo 1, versículo 15, es el día de la destrucción, la destrucción final del Todopoderoso. Y él dice en el capítulo 2 acerca de ese día en el versículo 10, "El sol y la luna se oscurecerán y las estrellas retraerán su resplandor". En el siguiente versículo dice porque ha llegado el Día del Señor. En ese día, dice nuevamente en el capítulo 2, las tinieblas marcan el Día del Señor “grande y muy terrible”. El juicio final y terminal de Dios se representa con Su llegada en oscuridad.
El profeta Amós escribió en el capítulo 5, versículo 20: “¿No será el día de Jehová tinieblas, y no luz?” Y más adelante en su profecía, capítulo 8, "En aquel día haré que se ponga el sol a mediodía, y cubriré de tinieblas la tierra en el día claro”. Nuevamente, el profeta Sofonías dice en el capítulo 1: “El día grande de Jehová, es un día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, y de entenebrecimiento”.
Sí, es cierto, y los judíos lo sabrían, que Dios apareció como luz: "Jehová es mi luz y mi salvación". Pero el Señor también se aparece en las tinieblas; y la oscuridad o tinieblas siempre simboliza a Dios en juicio, Dios en ira. Dios apareció en la cruz en la oscuridad, no en un sentido escatológico, sino en un sentido soteriológico. Y, por cierto, y por cierto, el infierno es descrito por nuestro Señor como "tinieblas de afuera", lo cual lo define como el juicio de Dios.
Durante tres horas, Dios trajo el infierno a la tierra. Esta era la copa que Jesús sabía que tenía que beber, y de la cual retrocedió en el jardín y dijo: "Si hay alguna manera, pase de mí esta copa". Era Dios viniendo en tinieblas y juicio. Durante esas tres horas se silenció la burla. No se registra burla alguna. De hecho, nadie habla. No hay registro de que nadie hable, ni siquiera Jesucristo. En esas tres horas Jesús sufrió el infierno eterno por todos los que creerían.
Así que la oscuridad no es la ausencia de Dios, la oscuridad es la presencia de Dios en el juicio: juicio completo, venganza completa, furia completa, ira infinita, movida por la justicia infinita, liberando castigo infinito sobre el Hijo infinito, que absorbe todas las torturas del infierno para todos los que creen en tres horas. Esto es lo que Pablo quiso decir cuando dijo: “Por nosotros fue hecho pecado,” 2 Corintios. O en Gálatas, "Él fue hecho maldición por nosotros". De esto está hablando Isaías 53 cuando le agradó a Dios quebrantar a su Hijo.
Durante tres horas, Dios gastó Su ira en Su Hijo. Los pecadores que mueren pasan la eternidad en el infierno. Usted hace la pregunta: “¿Cómo pudo Cristo absorber el castigo eterno para todos los creyentes que creen a lo largo de toda la historia de la humanidad? ¿Cómo pudo hacer eso en tres horas? La única respuesta que conozco es que era una persona infinita; es una persona infinita con una capacidad infinita para cualquier cosa que fuera liberada sobre Él.
Después de la oscuridad, versículo 34, a la hora novena la oscuridad termina, y “Jesús clamó a gran voz, 'Eloi, Eloi, ¿lama sabactani?' que traducido es: 'Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” ¿Cómo debemos entender esto? Porque está claro que Dios estaba allí, castigándolo a Él en la oscuridad, tanta oscuridad que prácticamente no pasó nada más. ¿Acaso viene esta expresión después de que la ira se ha terminado? Dios estaba allí en plena presencia, derramando furia.
Entonces, cuando el juicio terminó y las tinieblas se disiparon, ¿dónde estaba Dios? Parece que fue solo después de la oscuridad que nuestro Señor percibió separación de Dios. Él estaba allí en la oscuridad castigando a Su Hijo. Saliendo de la oscuridad, piénselo de esta manera. Su Hijo habría estado buscando algo de consuelo, algo de compasión, algo de comunión dulce. No puedo empezar a comprender cómo sería llevar la furia de Dios sobre su Hijo.
No puedo entender cómo se habría sentido el Hijo al llevar todo el castigo por todos los pecados de todas las personas que creerían a lo largo de toda la historia de la humanidad. Pero en el momento en el que las tinieblas se desvanecen, percibe que Dios se ha ido. Él estaba allí en juicio, y ahora se ha ido. En un momento en el que Él estaba exhausto con un agotamiento que es incomprensible para nosotros, nunca lo podríamos comprender.
¿Dónde está Dios? "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" Y usted tiene una profecía de esa misma declaración en el Salmo 22. ¿Qué está pasando aquí? Esto parece ser el sufrimiento final y un recordatorio a todos los pecadores de que mientras el infierno esté lleno de furia divina, nunca habrá consuelo. Este es el sabor final del infierno. Jesús probó el infierno. Y el infierno es la furia de Dios, pero también es la ausencia de Dios. Él nunca estará allí. Nunca se aparecerá para consolar, para confortar, para amar, para aliviar. Así que todo lo que el infierno es, es lo que Jesús experimenta: la furia completa de Dios y Su ausencia.
Pero, ¿qué significa al decir dos veces, “Dios mío, Dios mío" Esta es la única vez en todo el Nuevo Testamento que Jesús no se dirigió a Dios como "Padre", pero esta es la única vez que Él estuvo separado. Pero, ¿cuál es el significado de la doble expresión, "Dios mío, Dios mío" Creo que podemos responder a esa pregunta si vemos lugares donde eso aparece a nivel humano. Génesis 22, el ángel dice: "Abraham, Abraham". Éxodo 3, Dios dice: "Moisés, Moisés". Segunda de Samuel 18 y 19, David dice: "Absalón, Absalón". Lucas 10, Jesús dice: "Marta, Marta". Lucas 22, Jesús dice: "Simón, Simón". Hechos 9, Jesús dice: "Saulo, Saulo". Lucas 13, Jesús dice: "Jerusalén, Jerusalén". Aquí, "Dios mío, Dios mío”.
¿Qué es esto? Esto es patetismo; esto es afecto. Esta es una expresión de afecto íntimo, amor personal. Y esa es la razón por la que Jesús dijo: "Dios mío, Dios mío". Un clamor profundo, divino, agonizante de los labios del Hijo al Padre, tan profundo que no debería haber producido nada más que silencio. Pero los espectadores torpes estaban muy alejados de la realidad de lo que estaba pasando, y entonces activaron más de su sarcasmo y más de su burla, que había estado ocurriendo antes de la oscuridad. Versículo 35: “Y algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: Mirad, llama a Elías'”. ¿Cómo lo escucharon? Porque dice en el versículo 34 que lo dijo en voz alta. ¿Acaso lo confundieron realmente con llamar a Elías? Dudo que fue así. Pero así es como se burlaron de Él. Extendieron su farsa sarcástica diciendo que estaba llamando a Elías.
Ahora, el Antiguo Testamento sí enseñó que Elías vendría en el tiempo del Mesías, Malaquías 4 nos dice eso. Y Elías había ido al cielo sin morir, lo sabemos por 2 Reyes. Entonces, la tradición enseñaba que Elías regresaría en tiempos de crisis para proteger y preservar a los justos. Entonces, "¿Acaso Jesús está llamando a Elías para que venga y lo proteja?" Así que intensifican su burla una vez más cuando la oscuridad desaparece. ¿No habría pensado usted que tres horas de tinieblas negras al mediodía podrían haber acabado con la blasfemia? Pero comenzaron a decir: “Oh, está llamando a Elías", burlándose de Él.
Versículo 36: “Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si viene Elías a bajarle'”. ¿De qué se trata esto? Bueno, este es un vino de vinagre barato mezclado con agua que beben los soldados, con un estimulante suave. "Démosle eso, y tal vez lo mantendrá vivo un poco más hasta que Elías aparezca. Veamos si Elías vendrá a quitarlo, quizás si aguanta un poco más ". Y luego se acabó.
Versículo 37: “Mas Jesús, dando una gran voz, expiró”. Él entregó su vida. Si usted se queda sin aliento, usted no puede gritar de manera fuerte. La vida de Él no le fue quitada, ni siquiera en las atroces realidades de la crucifixión, lo cual era simplemente una forma de asfixia. El grito fuerte, por cierto, fue: “¡Consumado es! ¡Tetelestai! " Sorprendente, ya que estaría muriendo normalmente de asfixia, sin aliento, sin fuerzas y apenas capaz de susurrar. Pero Él es fuerte, como dijo: “Nadie me quita la vida; La pongo por Mí mismo ".
Y luego una declaración más registrada en Lucas 23:46, y profetizada en el Salmo 31: "En tus manos encomiendo mi espíritu". Con esas palabras, Jesús debió haber sentido la reconexión, ¿verdad? "En tus manos encomiendo mi espíritu". Volvió a sentir la presencia del Padre.
Dios no había terminado, versículo 38: “Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo". Si usted las cuenta todas, creo que eran unas doce cortinas pesadas en el templo. Esta era la que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo. Y cuando Jesús había llevado los pecados de todos los que creerían y satisfizo la justicia de Dios, llegó el momento de que terminara el juicio. Comenzó al mediodía, terminó a las tres, y a las tres en punto, o por ahí, en un mundo sin relojes, la cortina del Templo que separa el Lugar Santísimo, donde nadie puede ir excepto el sumo sacerdote una vez al año, se rasga de arriba a abajo. Y Dios, de un golpe, terminó las formas de adoración del Antiguo Pacto.
El camino a Dios estaba oficialmente abierto. Por la muerte de Jesucristo, los pecados de todos los que pertenecen a Dios fueron pagados. Este es el final de ese sistema. No más Lugar Santo, no más Lugar Santísimo, no más sumos sacerdotes, no más sacerdotes, no más sacrificios, no más Templo. Todo el sistema es abolido en el acto de Dios. Dios rasga la cortina enorme y pesada, y Mateo dice en el capítulo 27, de arriba a abajo. Precisamente —piénselo— en el momento en que los sacerdotes iban a comenzar a sacrificar decenas de miles de corderos de la pascua, el único y verdadero Cordero de la pascua había hecho que todo el sistema quedara obsoleto.
A principios de la semana, Jesús había dicho: "Este templo va a ser destruido". Aquí, Dios mismo pronuncia su juicio. No hay explicación humana para el rasgado de esa cortina enorme de arriba a abajo; eso fue una obra, ese fue un milagro de Dios. La cruz, expiación. La cortina, acceso. La expiación habiendo sido ofrecida y recibida, el acceso se abre. Eso es lo que el escritor de Hebreos nos está diciendo.
Primero estaba el capítulo 9 de Hebreos, “Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición,” este es el lugar santo. “Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle.
Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; pero en la segunda parte, el lugar santísimo, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo; dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie”.
Mientras haya una barrera entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo, el acceso no está disponible. Pero el versículo 11 de Hebreos 9 dice: “Estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención". Él entró en ese Lugar Santo y, por primera vez en la historia, trajo sangre que satisfizo la justicia de Dios. Y Dios rasgó la cortina y abrió Su presencia a cualquiera que viene por la fe en Cristo.
Pero Dios no había acabado. Se apareció en el Calvario con toda certeza. En el evangelio de Mateo, versículo 51 del capítulo 27: El mismo punto exacto en la muerte de Cristo; se están burlando de Él acerca de Elías. Él habla en voz alta, entrega su espíritu. Versículo 51, “el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos”.
¿Crees que Dios estuvo ausente? No creo. Un terremoto poderoso, lo suficientemente fuerte como para partir rocas: una experiencia aterradora, aterradora. Recuerda usted cuando Dios apareció en el Sinaí en Éxodo 19, versículo 18, "Todo el monte se sacudió y tembló". El salmista en el Salmo 18 se refiere a eso; Salmo 68 se refiere a eso. Cuando Dios aparece, la tierra tiembla. El profeta Nahúm escribe: “Los montes tiemblan delante de él, y los collados se derriten; la tierra se conmueve a su presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan”.
El libro de Apocalipsis nos dice que, en el futuro, cuando Dios comience a juzgar al mundo, el mundo será sacudido por un terremoto global más poderoso que cualquier cosa en la historia de la humanidad. El terremoto significó que Dios había derramado Su ira sobre Su Hijo. Pero el terremoto fue seguido inmediatamente por el milagro de la Resurrección. "Se abrieron tumbas, cuerpos de los santos que habían dormido fueron resucitados y salieron de las tumbas después de Su resurrección, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos". ¿Qué es esto? Este es un adelanto de lo que Jesús logró al morir. Logró la satisfacción por nuestros pecados, mediante lo cual tenemos la promesa de la resurrección.
Esta fue un adelanto de Su resurrección. Observen que no salieron hasta después de Su resurrección, porque Él era las primicias. Pero para mostrar el poder de la cruz, Dios da un adelanto de la resurrección final, y la gente en realidad está dando vueltas en la ciudad, en Jerusalén, que ha resucitado de entre los muertos. Salieron de las tumbas y se le aparecieron a mucha gente. Mateo no nos dice qué fue de ellos, así que no lo sabemos realmente. ¿Tenían que morir de nuevo? No lo sé. Pero fueron un adelanto de las palabras maravillas de Juan 5: "Todos los que están en los sepulcros oirán su voz", la voz de Cristo, "y saldrán".
¿Acaso Dios abandonó a Jesús en la cruz? Realmente no. Realmente no. Estaba allí en la oscuridad. Él estaba allí cuando fue rasgada la cortina. Él estuvo allí en el terremoto. Él estuvo allí en la Resurrección. Y fue muy, muy evidente, al menos para un hombre; versículo 39 de Marcos 15: “Y el centurión que estaba frente a él”, ¿qué le dice eso a usted? Un centurión es un comandante de cien. Este es un soldado de carrera, familiarizado con la muerte, asesino con experiencia, que guarda a Jesús; supervisando la crucifixión; supervisando el arresto, el encarcelamiento, la flagelación.
Es testigo ocular de todo. Él es un testigo ocular del abuso: escupir, golpear, burlarse, menosprecio. Él es un testigo ocular de Jesús orando por el ladrón y orando por cualquier otra persona, la oración de perdón. Él fue un testigo ocular seguro de todas las declaraciones de inocencia que hizo Pilato. Pero había algo más aquí, porque él dice: "¡Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios!" Y Lucas agrega esto: "Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo’".
Así que el primer convertido a Cristo después de Su crucifixión fue un centurión. Pero había habido un convertido antes que él: un ladrón. Ambos blasfemos, perdonados. Pero, ¿cómo reaccionó el resto de la gente a esto? Lucas nos ayuda con eso. En Lucas 23:48, escuche esto: Después de que el centurión dijo: "Verdaderamente este hombre era justo", Lucas 23:48, “Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho". ¿De qué es eso una señal? Esa era una señal judía... ¿de qué? de arrepentimiento, dolor. Creo que esto pudo haberlos preparado para el día de Pentecostés, cuando Pedro dijo:
“‘Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el hombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el Espíritu Santo…y se añadieron aquel día como tres mil personas”. ¿Fue la cruz lo que produjo los golpes de pecho lo que los preparó para arrepentirse cuando Pedro predicó ese gran sermón?
Dios estaba allí en juicio; Dios estaba allí para rasgar la cortina; Dios estaba allí para traer un terremoto; Dios estaba allí para resucitar a los muertos; Dios estaba allí para convertir a un centurión; y Dios estaba allí para preparar los corazones para el día de Pentecostés. Dios se apareció. Y cuando usted piensa en todo esto que está sucediendo y se da cuenta de que usted fue escogido desde antes de la fundación del mundo para estar en Cristo cuando Él murió, ¿no es esa la realidad más gloriosa de todas las realidades?
Padre, te pedimos ahora que prepares nuestros corazones para Tu Mesa. Estas imágenes son tan vívidas en nuestras mentes; y nuestros corazones están tan llenos de gozo, inefable y lleno de gloria. Estamos más que abrumados de que Tú nos has redimido, que Tú nos tenías en mente, que Tú conocías nuestros nombres, que Tú los habías escrito en tu libro antes de la fundación del mundo, y que cuando Cristo murió, nosotros morimos en él. Su muerte fue en nuestro lugar.
Estuvimos allí cuando viniste en tinieblas y juicio. Estuvimos allí cuando se abrió el camino a Tu santa presencia cuando Tú rompiste la barrera. Estuvimos ahí cuando la tierra tembló bajo el poder de Tu juicio. Estuvimos allí cuando se abrieron las tumbas. Y un día nuestra tumba también se abrirá, porque no solo morimos en Cristo, sino que resucitaremos en Él. Este regalo de salvación no tiene paralelo.
Solo hay un evangelio, un Salvador, un sacrificio, un camino de salvación. Bendecimos Tu nombre por atraernos a esa verdad y salvarnos.
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