Abramos nuestras Biblias en esta noche, la siguiente parte de nuestro estudio con respecto a la anatomía de la iglesia, una de las actitudes esenciales, una de las motivaciones esenciales, realidades espirituales esenciales en la vida de la iglesia mediante la cual su vida fluye, es la gratitud. Y hemos estado hablando de la iglesia y hemos estado disfrutando de un tiempo maravilloso en los últimos meses conforme hemos estado hablando de la iglesia, hemos estado hablando de sus diferentes sistemas internos, esas actitudes, esos conceptos, esas realidades espirituales, esas motivaciones que llevan la vida de la iglesia, que llevan su vida espiritual, su vida real.
Hablamos de la fe y la obediencia, y actitudes de amor, y humildad, y unidad y perdón. Y esta mañana hablamos del gozo. Fue un estudio maravilloso, maravilloso, creo yo para todos nosotros, y en cierta manera estos estudios van y vienen demasiado rápido; difícilmente podemos contemplar uno. Y realmente, nunca he hecho esto en los años del ministerio aquí, esto es hacer una serie el domingo por la mañana y el domingo por la noche. En cierta manera, le doy una semana para pensar en esto, y que se establezca en su corazón.
Pero estamos avanzando bastante rápido, pero ustedes están manteniéndose al mismo paso, y pueden llevar dos mensajes a lo largo de la semana, y dejar que Dios los use en su corazón. Pero queremos hablar de esta actitud espiritual de la gratitud, la gratitud. Puedo recordarme hace muchos, muchos años atrás que leí una historia fascinante en el Evangelio de Lucas que se ha quedado conmigo como uno de esos pasajes que se queda en mi mente, y el Espíritu de Dios lo trae de regreso a mi mente.
Viene en el capítulo 17 de Lucas, versículo 11. “Y sucedió que mientras que iba de camino a Jerusalén, que iba pasando entre Samaria y Galilea”, en la parte de arriba, arriba de Jerusalén, en el norte, “y entró a cierta ciudad. Y conforme lo hizo, diez leprosos que estaban a distancia y se reunieron con él”. Los leprosos siempre estaban a distancia porque se creía, y probablemente era verdad, que su enfermedad en particular tenía la capacidad de infectar otros, y entonces básicamente estaban en cuarentena y aislados en colonias de leprosos, y se mantenían aislados, lejos de cualquier interacción con personas saludables.
Y entonces estos diez leprosos estaban a distancia de Jesús, “y levantaron sus voces”, tenían que gritarle a la distancia — versículo 13, “diciendo: 'Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros'. Y cuando Él los vio, les dijo: 'Id y muéstrense a los sacerdotes'”. Podría parecer como un mandato extraño, pero no lo fue porque cuando un leproso creyó que de hecho se había recuperado de su enfermedad y estaba bien, él tenía que ir con el sacerdote, y debía pasar por una ceremonia de purificación para asegurar que, de hecho, ese era el caso, y lo más que podían certificarlo en tiempos antiguos. Y después él podía reintegrarse a la sociedad. Y entonces Jesús les dijo: “Id y preséntense a los sacerdotes”. Y conforme fueron, “fueron limpiados”.
Ahora, comenzaron en un acto de fe dirigiéndose a ver a los sacerdotes. Nada había pasado antes de que comenzaran a ir en esa dirección; sucedió conforme iban avanzando. Diez de ellos: esta es la parte sorprendente de la historia. “Uno de ellos, cuando vio que había sido sanado, se dio la vuelta glorificando a Dios a gran voz, y cayó sobre su rostro a sus pies, dándole gracias. Y él era un samaritano".
Es casi inconcebible que uno pudiera ser curado de algo tan terrible como la lepra; algo que hacía que una persona fuera socialmente inmunda y ceremonialmente inmunda, y lo colocaba a usted en un aislamiento de otros, debido a esa misma enfermedad aterradora. Lo aislaba a usted de la familia y seres queridos, y la sinagoga y todos los eventos sociales, toda la interacción que constituye la vida. Y después, ser limpiado de manera total, usted pensaría que diez de ellos habrían regresado y habrían caído a los pies de Jesús y le habrían agradecido.
El único que lo hizo, lo que es interesante es que es un samaritano. Y la parte interesante de eso es que no había un amor entre el judío y el samaritano. Había un odio mutuo que había sido motivado por el hecho de que los samaritanos eran una raza mixta. Esa raza de personas vino de los lomos de los judíos que se casaron con gentiles, algo despreciable para la mayoría de los judíos en el mundo antiguo. Y entonces, esto, de hecho, fue sorprendente, porque vino un samaritano, cayendo sobre su rostro a los pies de un judío, y le agradeció.
“Y Jesús respondió y dijo: '¿No fueron diez limpiados? Pero los nueve, ¿dónde están? ¿Nadie se halló que regresara a darle gloria a Dios excepto este extranjero? Y le dijo: Levántate, ve por tu camino; tu fe” —literalmente en griego— “tu fe te ha salvado”. Diez fueron sanados, uno fue salvado. Es una historia maravillosa para uno; una tragedia para los nueve. Ilustra cuán horrenda es la ingratitud, no estar agradecido; cuán difícil es entender que estas personas pudieran olvidar tan rápidamente al que fue la fuente de su limpieza.
En Romanos, capítulo 1, conforme pensamos en este asunto de la gratitud, cuando el apóstol Pablo condena a la sociedad, a la sociedad pecaminosa, cuando él condena a las naciones del mundo, la condenación es muy específica. Él dice en el versículo 21 de Romanos 1: "Pues habiendo conocido a Dios" – toda persona que viene al mundo conoce a Dios, no lo conocen personalmente, no lo conocen de manera salvadora, pero lo conocen. Lo conocen mediante la razón; pueden observar la creación y razonar hasta llegar a una primera causa, y conocer mucho acerca de esa primera causa por la naturaleza de la creación, en todas sus manifestaciones. Y pueden conocer a Dios como juez, al entender la ley moral que está escrita en la médula de su vida; Romanos 2 habla de eso. Los gentiles que no tienen ley tienen una ley escrita en sus corazones y una conciencia que va con ella, que activa la ley en respuesta a su conducta.
Entonces conocen a Dios mediante la razón y conocen a Dios mediante de la ley moral en sus corazones. Pero observen en el versículo 21, "que habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias". Se encuentra en la parte de arriba de la lista de Dios de pecados condenadores: la ingratitud, la ingratitud. Caracteriza a los hombres caídos, ciertamente no debería caracterizar al pueblo de Dios. Podemos entender que nueve leprosos que no conocían a Dios podrían ser ingratos. Podemos entender un mundo de personas ingratas. No puedo entender a un cristiano ingrato cuando entendemos lo que el Señor ha hecho por nosotros.
Ni Dios puede entender a un cristiano ingrato. Pase a 1ª de Tesalonicenses, de nuevo al capítulo 5, en donde estuvimos esta mañana, y regresemos a otro mandamiento ahí; versículo 18, y de nuevo, un mandato muy breve. El versículo 18 dice: "Dad gracias en todo". Y eso es lo único que necesitamos ver. Obviamente, "porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús". Dad gracias en todo. Dios desea esto. Esa pequeña frase al final del versículo 18, de hecho, sigue a los tres mandatos: "Estad siempre gozosos, orad sin cesar y dad gracias en todo".
Esos tres, resumen la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. En el sistema sacrificial del Antiguo Testamento había ofrendas por el pecado, y las ofrendas por el pecado debían ser recordatorios constantes para el pueblo de su pecaminosidad. Y simplemente entraban y las ofrecían una y otra, y otra y otra vez; y no era solo la ofrenda para el día de la expiación, sino a lo largo del año habían ofrendas por el pecado que se presentaban de manera necesaria, y el pueblo de Israel estaban ofreciéndolas en todo momento.
De hecho, había veinticuatro grupos de sacerdotes que venían a Jerusalén, y cada grupo servía durante dos semanas, y eso constituía el año completo. Y pasaban esas dos semanas viniendo de sus diferentes ciudades y aldeas en donde vivían, venían al templo, y pasaban esas dos semanas con sangre hasta sus codos, matando de manera incesante a los animales que venían a ser ofrecidos como sacrificio. Ninguno de esos animales podía quitar el pecado, pero eran recordatorios constantes al pueblo de su pecaminosidad y el requisito de la pecaminosidad que es la muerte, la necesidad desesperada de perdón, expiación, limpieza y justicia ante Dios.
Pero hubo otro tipo de ofrenda que era dada en el Antiguo Testamento; eran llamadas ofrendas de gratitud —ustedes las recuerdan— también llamadas en Levítico ofrendas de paz.
Y esas estaban diseñadas no para recordarle a la gente del pecado, sino para recordarle a la gente su necesidad de estar agradecidos con Dios por todas sus provisiones misericordiosas de gracia por sus necesidades. Traían grano como ofrenda de gratitud. Traían aceite y vino como ofrenda de gratitud. Y esos eran símbolos de toda la provisión de Dios, y recordatorios de que necesitaban estar agradecidos con Dios, quien proveía todo.
Inclusive en la actualidad como iglesia, debido a que nuestro Señor mismo lo ordenó, tenemos una ceremonia como cristianos. Lo llamamos comunión, o la Mesa del Señor, o la Cena del Señor, y combina ambos elementos de la ofrenda por el pecado, en términos de su naturaleza conmemorial, y elementos de la ofrenda de gratitud en una. Recordamos a Cristo, el sacrificio por nuestros pecados, y ofrecemos gratitud por todo lo que ese sacrificio ha logrado por nosotros. Entonces, cuando usted viene a la Mesa del Señor, usted viene a lo que es una mesa de gratitud.
Ahora, regresemos a este texto, aun si es tan breve, y recordemos este mandato simple: "Dad gracias en todo". Es muy parecido a estar "siempre gozosos", porque tiene ese requisito ilimitado: en todo, en panti en el griego. Tiene la idea de estar en conexión a todo lo que ocurre en la vida, sin importar lo que es. Y como señalé esta mañana, excepto por el pecado personal, excepto por el pecado personal. Dad gracias en todo, no importa cuál sea la situación, no importa cuál sea la dificultad, no importa cuál sea la prueba, debemos encontrar razón para agradecerle al Señor.
Y como le señalé, la ingratitud es un pecado que caracteriza a los no regenerados, aquellos que no conocen a Dios. De hecho, simplemente para expandir eso un poco, recuerde 2ª de Timoteo 3. En ese texto dice: “También debes saber esto, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos”.
Y lo que Pablo está diciendo ahí es que, en los postreros días, la ingratitud va a caracterizar a la gente. Ahí en el mismo capítulo, en el versículo 13, dice, "los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor". Entre más nos acercamos a la venida de Cristo, los hombres impíos se van a volver más impíos, más ingratos. De esta manera no nos sorprende, pero la gente no salva viviendo la vida quejándose, amargada, enojada, sin gratitud, esperando que disfruten de todo lo que es bueno, y mucho más.
El hombre no regenerado en nuestra sociedad, en nuestro tiempo, ve la vida como un camino de manipulación y suerte combinadas. Él manipula lo más que puede y espera que la suerte entre y le ayude. O podría ver la vida de manera fatalista, como alguna fuerza inevitable que él debe aceptar de manera resistente, y él no puede hacer nada al respecto. O podría ver la vida como el producto final de su genio puro, o su gran esfuerzo, su gran capacidad. Inclusive oímos de gente en la actualidad que es tan atrevida como para agradecerse a sí misma por lo son.
Entonces, existen esas personas que simplemente se quejan y esperan alguna ayuda de suerte. Hay personas que de manera fatalista piensan que no pueden cambiar nada, y entonces aceptan a regañadientes lo que enfrentan con un corazón ingrato, creyendo que dependen del destino que está en manos del azar puro. O existen personas, personas egoístas, que creen que todo el bien que disfrutan en la vida es puramente el producto de su propio genio humano. Pero para los creyentes, sabemos que Dios está operando. Y sabemos que Dios está desarrollando un plan divino y un propósito divino. Cada componente determinado por Él para nuestro beneficio, y nuestro bien y Su gloria.
Él nos está llevando a una meta diseñada soberanamente. Citamos ese versículo maravilloso esta mañana: "Y a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, a los que conforme a su propósito son llamados". Dios está desarrollando un propósito, y el fin de ese propósito es bien para los suyos. De hecho, en 1ª de Pedro 4, en el versículo 12, dice: “Amados, no os sorprendáis de fuego de prueba que viene a vosotros para probaros como si alguna cosa extraña les estuviera pasando”. No es extraño pasar por una prueba ardiente. No es extraño pasar por prueba cuando Dios conoce el resultado final. Entonces, como dijimos esta mañana, lo que pueda enfrentar en su vida debe ser tratado con gozo, y ahora queremos añadir con gratitud, con gratitud.
Como cristianos, pecamos con frecuencia, creo, con nuestra ingratitud. No solo es la falta de gozo que es un pecado; es la falta de gratitud. Debemos estarle agradeciendo a Dios por toda bendición, toda bendición pequeña, toda bondad pequeña, toda bondad grande, todo lo pequeño que Dios provee para nosotros. Y creo que esa es la razón por la que en 1ª de Timoteo 4, el apóstol Pablo dijo que usted puede comer cualquier cosa, mientras que usted la reciba con gratitud. Algunas veces cuando inclino mi cabeza en algunos círculos para agradecer al Señor por mi comida, lo cual siempre hago en toda comida, alguien me va a decir: "Sabes, eso es un poco legalista". Y mi respuesta a eso es: "No, no es legalista, simplemente me recuerda de dónde viene cada cosa".
Y necesito eso, necesito eso para que no dé por sentado la bondad de Dios. La primera iglesia hizo de la gratitud una parte de su comunión, y no es una mala idea, créame. En 1ª de Corintios, capítulo 14, por cierto, un capítulo muy interesante, con muchos asuntos interesantes, pero una de las cosas que se pasa por alto en este capítulo maravilloso está en los versículos 16 y 17. Él está hablando de bendición. En el versículo 16, él dice: "Si bendices en el espíritu únicamente, ¿cómo es que el que llena el lugar de los no dotados va a decir el amén ante tu acción de gracias?". Él está hablando aquí de hablar en lenguas, o si está usted hablando con el espíritu, esto es de una manera que no es un idioma que puede ser entendido; si estás cantando con el espíritu, la gente no sabe lo que estás cantando.
Si estás bendiciendo con el espíritu, en el versículo 16, y no pueden entender lo que estás diciendo, ¿cómo pueden decir "amén" ante tu acción de gracias? Ahora, lo que quiero señalar aquí es que debió haber sido una parte común de la adoración cuando la gente en la asamblea corintia se congregaba para dar gracias de manera pública. Estaban cantando, estaban orando, y hacemos eso, y estaban dando gracias. Versículo 17, "Estás dando gracias muy bien, pero cuando lo haces de una manera en que la gente no puede entender, la otra persona no es edificada".
Entonces, el punto que extraemos aquí es que parte de la celebración de adoración de la iglesia involucraba un tiempo de gratitud. Trato de hacer eso en la oración que hago. Tratamos de hacer eso en los himnos que cantamos, pero queremos que haga eso de corazón. Sería imposible, como puede imaginarse, en una iglesia de este tamaño, que todo mundo se pusiera de pie y diera gracias, pero esa actitud de gratitud debe estar emanando dentro de usted. Y con qué frecuencia este tipo de actitud está ausente en la falta de contentamiento de esta época, cuando tenemos tanto, tanto, pero no lo suficiente como para estar agradecidos.
Sería mucho más fácil si estuviéramos privados de casi todo, y estaríamos llenos de gratitud intensa simplemente con el pedazo de pan más pequeño. En 2ª de Corintios, capítulo 4 —de nuevo, este es un versículo tan maravilloso— 2ª de Corintios 4; lo estudiamos hace unos meses atrás, versículo 15. Pablo aquí está definiendo su ministerio en términos de su propósito, y él dice: "Porque todo es por causa de vosotros". Digo, él no hizo lo que hizo para sí mismo; si él hubiera hecho lo que quería, se hubiera ido al cielo, él dijo eso: "Es mucho mejor partir y estar con Cristo". Él no hizo lo que hacía porque disfrutaba de la persecución, y el sufrimiento y el dolor. Fue todo por causa de ellos. Él lo soportó todo, recibió el dolor, el sufrimiento, por causa de ellos, “para que la gracia que se está esparciendo”, esto es la gracia salvadora, “que se está esparciendo a más y más personas, cause la acción de gracias que redunde para la gloria de Dios ".
Los cristianos en la actualidad, enojados y quejándose, y afanados, y decepcionados, y deprimidos por todo asunto insignificante en su vida que no sale bien, y ese es un pecado bastante desagradable. Su corazón debería estar rebozando de gratitud a tal grado que debería redundar, como dice al final del versículo, o abundar para la gloria de Dios. Eso es lo que pasa, como puede ver, cuando la gracia salvadora viene y se esparce entre la gente; simplemente causa que haya más gratitud.
Pablo está diciendo, es como cuando alguien se convierte, los añadimos al "Coro de Aleluyas". Debería ser el patrón normal para los cristianos el estar agradecidos y estar abrumados de gratitud. Estoy muy decepcionado al ver a personas que no están contentas, y están insatisfechas y son infelices, y no les gustan sus circunstancias, y no les gusta esto, y no les gusta aquello, y quieren cambiar su ambiente y cambiar esto, en lugar de estar abrumados de gratitud por la gracia enorme de Dios.
En el noveno capítulo de 2ª de Corintios, Pablo nos recuerda a todos nosotros de cuán grande Dios es, y cuán rico es Él, y cómo Él derrama esas riquezas en aquellos que dan. Se acuerda, esta sección en los capítulos 8 y 9, habla de la ofrenda. Pero veamos en el versículo 11, en donde él dice: "Para que seáis enriquecidos en todo para toda liberalidad". En otras palabras, cuando dan, y usted trae su dinero, y lo da al Señor, y entrega sus recursos, y da todo lo que usted es y tiene a Él, dice que será enriquecido.
En otras palabras, usted no puede dar en exceso a Dios. Recuerde, “Dad y se os dará, medida buena, comprimida, sacudida y rebozando”, dice en Lucas. “Siembra escasamente y cosecha escasamente; siembra generosamente y cosecharás generosamente”, decía antes. “Dios” —en el versículo 8— “poderoso es para hacer que toda gracia sobreabunde para vosotros para que siempre en todo, teniendo toda suficiencia, tengáis una abundancia para toda buena obra”. El principio entero aquí es que cuando usted da, Dios derrama de regreso; usted está invirtiendo y Él derrama un dividendo; usted está sembrando y Él trae la cosecha; usted está colocando algo en la copa y Él lo llena hasta que se derrama. Usted está invirtiendo con Dios y Él derrama de regreso. ¿Por qué? Versículo 11: “Va a ser enriquecido en todo para toda liberalidad lo cual produce a través de nosotros” —qué— “gratitud a Dios”.
Dios quiere que le agradezcamos. Y cuando Él condena a toda la raza humana caída, Él dice: “No están agradecidos, no están agradecidos. No me reconocen como la fuente de todo”. Dios es digno de ser agradecido, y esa es una de las razones por las que Él lo salvó a usted, para añadirlo a usted al “Coro Aleluya”, y usted va a pasar la eternidad agradeciéndole por ello. Usted debería comenzar ahora. Y esa es la razón por la que cuando usted da, Él da de regreso, porque Él quiere oír su gratitud, la de usted. De hecho, el versículo 12 continúa: “Porque el ministerio de este servicio”, en otras palabras, cuando usted da, cuando usted da su dinero, no está únicamente proveyendo de manera plena para las necesidades de los santos, no es solo que usted está dando para que necesidades puedan ser satisfechas y el ministerio pueda seguir, sino también está rebozando mediante mucha gratitud a Dios.
Ahora, mire, este es el panorama general. Usted da generosamente. Dios devuelve y usted dice gracias. La iglesia toma su dinero, la traduce en ministerio a otras personas y ellos dicen “gracias”. Y la gratitud se multiplica y Dios es glorificado. Como puede ver en el versículo 13 él dice —recuerde el escenario aquí. Los corintios estaban dando dinero, el dinero iba a ser llevado a los santos pobres en Jerusalén, les iba a ser dado para satisfacer sus necesidades, y en el versículo 13 él dice: “Debido a la prueba,” la prueba de su amor, “dado por este ministerio,” este dinero, “glorificarán a Dios por su obediencia a su confesión del Evangelio de Cristo.” Van a alabar a Dios porque su salvación es real, van a alabar a Dios por cómo Él ha cambiado su vida, como se manifiesta en la liberalidad de su contribución”.
Y después, versículo 14, “Mientras que ellos también al orar por ustedes, anhelan por vosotros debido a la gracia excesiva de Dios en vosotros”, y después todo mundo va a decir, “gracias sean dadas a Dios por su don inefable”. Dios quiere nuestra gratitud en todo. Él lo quiere en todo. Vaya a Efesios, capítulo 5. La gratitud debería ser parte de nuestras palabras normales. Supongo que, si empezamos con este nuevo saludo, “regocijaos”; de lo que hablamos esta mañana, y alguien dice: “Regocíjate, buenos días. Buenas tardes, regocíjate”. Podría decir usted: “Estoy regocijándome porque tengo tanto”, ¿por qué?, “por qué estar agradecido”.
Observe Efesios 5: “No dejen que inmoralidad, —porneia, pecado sexual— o ninguna impureza —esa es una palabra que significaría cualquier otra forma de pecado sexual— o avaricia, ni siquiera sea nombrada entre vosotros como conviene a santos”. “Y —versículo 4— no debe haber suciedad” —palabras sucias—, y la siguiente palabra se refiere a obscenidades, “no pláticas sucias, no pláticas necias, no obscenidades que no convienen, sino que más bien”, ¿qué?, “acciones de gracias”.
Hombre, esas dos están distantes, ¿no es cierto? Cuando usted abre su boca, dé gracias, dé gracias. Estuve en la casa del pastor Constantino en Belarus, él había estado en la cárcel por muchos años, y era un hombre piadoso, santo, pastor por muchos, muchos años. He predicado en su iglesia muchas veces, muchas, muchas horas, enseñé todo el Nuevo Testamento ahí, me invitaron durante seis días y le dije: “¿De qué quieres que hable?”, ellos dijeron: “Queremos que enseñes todo el Nuevo Testamento”. En seis días, a 125 pastores jóvenes que estaban siendo preparados en Minsk, en Belarus, y yo dije: “Eso es muy difícil cubrir todo en seis días, especialmente con traductores”.
Y tuvieron que usar a tres traductores porque es muy cansador traducir. Y entonces, cambiaban y cambiaban, y yo seguía y seguía durante seis días. Mire, me gustan más las papas y tienen papas, entonces no sé quién les dijo eso. Y me sentía terrible cuando esta querida señora dijo que tenía arroz, porque sabía que a mí me gustaba el arroz. Digo, ¿a quién le gusta el arroz? El arroz es arroz, pero eso es todo. Pónganle algo que me guste, usted sabe, pero bueno. Ese es el tipo de personas que son.
Y entonces, nos sentamos en la mesa y disfrutamos de esta deliciosa comida, y hablamos de las cosas de Cristo usando al intérprete y él es un gran, gran hombre de Dios. Entonces, le dije: “¿Sabes Constantino?”, le dije, “has sufrido y has pasado por todo esto, y viviste bajo el régimen comunista y todo esto. ¿Cómo era? Digo, ¿qué tipo de cosas sufriste? ¿Qué necesitamos saber de ese tiempo? ¿Qué es lo que los cristianos necesitan conocer de ese tiempo? Y él me vio y dijo: “Oh, no”, él dijo, “no, no”. Él dijo: “Solo le agradeceré al Señor. No hablaré de esas cosas”. Él no quería hablar de ellas. Él solo quería agradecerle al Señor. Eso era de lo único que quería hablar. Eso es algo maravilloso. Cuando usted abre su boca y eso es lo único que sale de ahí, gratitud.
La vida cristiana no es tan complicada como algunas personas piensan que es. Simplemente son estas actitudes de la que hemos estado hablando practicadas. En el 5º capítulo de Efesios usted tiene un mandato extendido que realmente dice lo mismo que 1ª de Tesalonicenses 5:18. Dice en el versículo 18: “No os embriaguéis con vino en lo cual hay disolución, antes bien, sed llenos del Espíritu”. Existía esta idea ridícula en las religiones paganas que, si usted se emborrachaba, su embriaguez inducía a un estado más elevado de consciencia en la que usted tenía comunión con las deidades. Era esa misma teoría. Por cierto, que Timothy Leary tomó de las religiones antiguas y la tradujo en la cultura de la droga de los cincuentas.
Si usted realmente quiere trascender y tocar lo infinito, dróguese. ¿Se acuerda? Eso realmente salió de las religiones paganas antiguas. Y en lugar de eso, Pablo dice: “No van a tener comunión con Dios de esa manera, simplemente sean llenos del Espíritu”. Y el resultado de eso es, “Hablando entre vosotros con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones”. Podríamos resumir eso en una pequeña palabra, el tema de esta mañana, ¿qué es? Gozo. Y después, en el versículo 20, “Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”. Constantemente, siempre dando gracias. Eso es lo que una persona llena del Espíritu hace, se caracterizan por el gozo y se caracterizan por la gratitud.
Ahora, la gratitud es el patrón normal y deberíamos estar en el “Coro Aleluya” agradeciéndole al Señor por Su misericordia al salvarnos. Debemos estarle agradeciendo por todas las bendiciones que derrama sobre nosotros; por la manera en la que podemos dar y extender esas bendiciones a las vidas de otros y causar más gratitud. La gratitud debería salir de nuestras bocas cada vez que la abrimos. Deberíamos estar agradecidos en todo, constantemente, de manera incesante, porque el Espíritu está controlando nuestras vidas, y si lo está haciendo, estaremos haciéndolo. Y cuando usted no está agradecido, el Espíritu no está en control. Dice usted: "Bueno, ¿quieres decir que debemos estar agradecidos incluso por las dificultades?". Claro. Porque como vimos esta mañana, esas son las cosas que son usadas para nuestro bien; aquellas cosas que nos están perfeccionando.
"Después de que hayáis padecido por un poco de tiempo", 1ª de Pedro 5:10, "el Señor os perfeccione". Como vimos en Santiago 1:2, esta mañana, “Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, porque tienen una obra perfeccionadora”. Vaya a Filipenses, capítulo 4, conforme continuamos este pequeño peregrinaje de este tema maravilloso. Dice en el versículo 6: "Por nada estéis afanosos; sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego con acción de gracias". Simplemente esté agradecido, incluso cuando está trayendo sus peticiones, incluso cuando está orando y sus súplicas delante del Señor debe ser en una actitud de gratitud total. No puedo resistir Colosenses 2. “Conforme vosotros” —versículo 6— “habéis recibido a Cristo Jesús el Señor, así andéis en Él”, sean como Cristo. “Así andad en Él”, sean como Cristo.
“Estando firmemente arraigados” —versículo 7— “ahora edificados en Él y establecidos en vuestra fe, así como fuisteis instruidos” —y escuche esto— “y con gratitud que sobreabunda”. Hombre, le digo, esto es algo tan esencial. Deberías estar abundando de gratitud. ¿Sabe una cosa? Thomas Hardy tuvo razón. ¿Sabe una cosa? Él dijo: "Hay algunas personas que pueden encontrar el montón de estiércol en cualquier planicie". Digo, no importa lo que está pasando, pueden ser negativas. ¿Por qué? ¿No tienen nada por qué estar agradecido? Deberías estar sobreabundando de gratitud todo el tiempo. Debería ser, para todos nosotros, un estilo de vida absolutamente constante. Ahora, si lo que leímos no es suficiente, vaya a un capítulo más en Colosenses, capítulo 3, versículo 15. Y él dice: "Y la paz de Cristo gobierne en vuestros corazones".
No esté estresado, no esté afanado. “Y la paz de Cristo gobierne en vuestros corazones, a la cual, de hecho, habéis sido llamados en un cuerpo; y estad agradecidos". Esté agradecido. Ahora, algunos de estos cristianos a quienes Pablo escribió realmente estaban estresados. Pero le voy a decir, Pablo mismo era un prisionero cuando él escribió todo esto. “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros”, dice él, “enseñándoos unos a otros y amonestándose unos a otros en toda sabiduría con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando con gratitud en vuestros corazones al Señor, a Dios. Y todo lo que hagáis, en palabra o en hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de Él a Dios Padre”. Digo, está volviéndose bastante repetitivo, ¿no es cierto? Simplemente esté agradecido.
Y como si eso no fuera suficiente, vaya al capítulo 4. "Amos, amos, jefes, concédanle a sus empleados, esclavos, siervos, justicia y equidad" —tengan cuidado en cómo tratan a la gente que trabajan para ustedes— "sabiendo que ustedes también tienen un Amo en el cielo. Dedíquense a la oración, manteniéndose alerta en una actitud de gratitud”. Tan maravilloso: somos llamados a la gratitud incesante, a la gratitud constante. Señalamos esta mañana, en Hechos 16, cómo Pablo y Silas estaban en la cárcel, cantando alabanza y agradeciendo a Dios; el apóstol Pablo —siempre agradecido. Dice usted: "Bueno, hay muchas cosas en la vida por la que usted no puede estar agradecido".
Bueno, mire, si yo fuera Pablo, habría una cosa por la que no estaría agradecido, y esa sería una iglesia bastante problemática que tuviera muchos problemas. Y la que viene inmediatamente a mi mente es Corinto, ¿verdad? Escuche lo que él dijo: “Gracia y paz a vosotros de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Doy gracias a mi Dios siempre por vosotros”, y eso fue apenas antes de que los confrontara. Como puede ver, digo, usted tiene que hacer lo que tiene que hacer, pero no debe afectar su gratitud. Dice usted: "¿Por qué estaba agradecido?". Eran salvos. Eran de Dios. Mucho por qué estar agradecidos, aunque quebrantaron su corazón.
Entonces esto es muy importante, somos llamados a un gozo interno, incesante y a una gratitud constante. El modelo para esto: no puedo resistir tomar un minuto simplemente para mostrarle esto. El modelo sobresaliente de esto, que trasciende a todos los demás, claro, es nuestro Señor. En Mateo 11:25, simplemente escuche: “Jesús respondió y dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque Tú escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me han sido entregadas por Mi Padre; y nadie conoce al Hijo sino el Padre; y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Venid a Mí todos los que estáis cansados y cargados, y Yo os haré descansar. Tomad Mi yugo sobre vosotros y aprended de Mí, porque soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga".
Jesús está acercándose a la cruz, y esto es lo que dice: "Yo te alabo, Padre". O mejor traducido, de hecho: “Te agradezco Padre, oh Padre. Te agradezco por el privilegio de servirte". Él tuvo un corazón agradecido. No fue fácil, obviamente; Él iba a pasar por agonías que nunca podríamos comprender, pero Él tuvo un corazón agradecido. Usted lo ve repetidamente, derramando gratitud a Dios. No podemos ver todos esos momentos, pero quizás uno más, Juan 11. En Juan 11, usted sabe, Él está tratando con la muerte de Lázaro, María y Marta, y Jesús le dice a Marta, que está preocupada porque Lázaro ha estado muerto por cuatro días: "Ya para ahora apesta", como dice una versión.
Entonces, versículo 40, "Jesús le dijo: ¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios? Y entonces quitaron la piedra", de donde había sido puesto el muerto. Tenían miedo que el olor saliera. “Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído”, y Él dijo: “Lázaro, ven fuera”, y salió. ¿Sabe una cosa? Usted realmente no pensaría que Jesús necesitaría agradecer al Padre por nada, debido a que Él era Dios, y debido a que el plan realmente era de Él por igual. Pero qué ejemplo tan maravilloso es. Él agradeció al Padre por el privilegio del ministerio. Él le agradeció al Padre por oír su oración por poder a favor de Lázaro. Él incluso podría agradecerle al Padre por la muerte que Él iba a morir para redimir a pecadores. De hecho, en todo lo que fue tan terrible acerca de Su humillación, Él estuvo agradecido con el Padre.
Pablo nos dice, entonces, de regreso a nuestro texto, lo que necesitamos oír una y otra vez. Dad gracias en todo; porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros. Ésta es su voluntad. Ahora, como dije esta mañana, hay algunas cosas que vienen a nuestras vidas que tienden a hacer que seamos estorbados en estas actitudes correctas. Permítanme presentarle algunas sugerencias y van a ser muy parecidas a lo que dije esta mañana. Y si usted tiene problemas con estar agradecido, permítame decirte quizás por qué.
Y voy a comenzar donde comencé esta mañana. Quizás usted no eres cristiano. Quizás estás engañado. Quizás usted simplemente piensa que ha sido regenerado. Quizás tuvo alguna experiencia emocional y nada más. Si usted no puede encontrar en su corazón causa interminable para estar agradecido, entonces quizás no tiene una vida nueva. Y quizás debería hacer lo que dice 2ª de Corintios 13:5, dice: “Examínese para ver si está en la fe”.
Y yendo más allá de eso, permítame darle una segunda cosa que puede estorbar su gratitud: duda acerca del poder soberano de Dios. O digamos, duda acerca de Dios. Si usted no piensa que Dios está realmente a cargo, o si usted es ignorante y por eso no lo cree, si usted no está seguro que Dios realmente es sabio, si usted no está seguro de que Él conoce todo acerca de todo, si usted no está seguro de que Él realmente lo ama a usted como de Él, si usted no está seguro de que Él realmente tiene sus mejores intereses en mente, si usted no está seguro de que Él está tratando de perfeccionarlo a la imagen de Su Hijo, si usted no entiende a su Dios y Sus propósitos, entonces quizás no esté agradecido. O, podría añadir, si usted lo entiende, pero tiende a olvidarlo.
¿Por qué no estar agradecido por algo, si usted sabe que el poder de Dios está operando en ello, la sabiduría de Dios está operando en eso, el propósito de Dios está operando en eso, el amor de Dios es expresado a través de eso? Pero si usted duda de eso, usted va a tener un problema con estar agradecido. Hay un consejero bien conocido en nuestro país que le dice a la gente que hay ocasiones cuando usted necesita estar enojado con Dios. No debería ser una sorpresa para alguien que él viene de un trasfondo arminiano, en donde no están muy seguros exactamente qué tan involucrado está Dios. ¿Hay ocasiones cuando usted necesita enojarse con Dios; es bueno expresar eso? Es un pecado hacer eso, y podría venir de la ignorancia de un Dios soberano, siempre con un propósito bueno para tu bien y Su gloria, y siempre en control.
Una tercera cosa que quizás es la causa para estorbar la gratitud es el egoísmo. Y esto va de la mano tanto con el gozo, esa es la razón por la que quería cubrir ambas hoy. Es la actitud que dice: "No importa lo que tenga, no tengo lo que realmente quiero; no tengo suficiente. Yo simplemente quiero más, y mi voluntad es más importante que la voluntad de Dios. No sé lo que Dios tiene para mí, pero sé lo que yo quiero para mí y Dios debería dármelo". Hombre, eso realmente va a destruir la gratitud. “Quiero que mis circunstancias sean diferentes. Quiero que mis hijos sean diferentes. Quiero mi vida sea diferente. Quiero que mi ministerio sea diferente. Quiero que mi cónyuge sea diferente. Quiero que mi trabajo sea diferente. Quiero muchas cosas que sean diferentes. Quiero más de esto y menos de aquello".
Y si eso es lo que lo motiva a usted, y usted ha establecido sus propias metas, usted entonces va a tener problemas. Por un lado, si usted dice: "Solo quiero lo que Dios quiere, y creo que Dios me va a dar lo que Él quiere que tenga", entonces usted puedes estar agradecido, ¿verdad?
En cuarto lugar: la mundanalidad. Es difícil salirse de eso en esta sociedad. Si usted está metido en los placeres, y la gente, y los lugares, y las posesiones, y la búsqueda, y la popularidad, y las metas, el prestigio, usted simplemente quiere todas las cosas que el mundo dice que hacen que la gente esté satisfecha y feliz, usted va a tener problemas con estar agradecido, porque usted nunca va a tener todo eso; y cuando usted pueda obtener algo de eso, usted no va a tener suficiente de eso.
Una quinta cosa que podría mencionar es un espíritu crítico. Si usted es alguien que está amargado o es negativo, si usted simplemente tiene una actitud amarga sobre la vida, ¿y sabe usted cómo llega a eso? Usted tiene eso al tener expectativas no realistas de lo que usted merece. Usted tiene eso porque usted piensa que debería controlar todo, y hay algunas cosas que no puede controlar y eso lo molesta a usted. Y usted, claro, esta es la parte triste, usted entonces lo alimenta como un monstruo, hasta que llega a ser tan grande como un dinosaurio. Y cada vez que usted habla, o la mayoría de las veces, el dinosaurio ruge porque usted lo ha cultivado. No se permita ser crítico dos días seguidos, o dos horas seguidas, o dos medias horas seguidas. No inculque ese tipo de hábito.
Si no lo controla, simplemente va a destruir un corazón agradecido. Esta actitud va a destruir su amor, va a destruir su gozo, va a destruir su paz, va a destruir su espiritualidad — un espíritu crítico que siempre critica, ve lo que está mal con el resto de la gente, lo que es negativo, no es lo que usted quiere, no es lo que está bajo su control. Siempre viendo las cosas desde el lado negativo es algo terrible, terrible. Y cuando usted cultiva ese hábito, usted se mete en ese hábito, se vuelve un monstruo que debe matar.
Un sexto estorbo para la gratitud es la impaciencia, impaciencia. Dios no se está moviendo lo suficientemente rápido. No es tanto que quieran esto o aquello; es que lo quieren ahora. Tienen su propio plan de tiempo. Y la percepción es que Dios no está siguiendo el tiempo que ellos establecieron, lo tienen en su agenda y Él no está siguiendo las citas. Quieren que Dios haga para ellos lo que ellos quieren: impaciencia.
Usted necesita simplemente ser paciente. Que Dios desarrolle Sus propósitos en Su tiempo, y esté agradecido porque Él conoce mejor el tiempo que usted. Le voy a dar dos más: frialdad. Y con ello me refiero a tibieza espiritual, falta de celo por Dios, falta de diligencia en las Escrituras, falta de pasión en la oración, falta de interés en la adoración, descuido de la Biblia, desperdiciar su tiempo en cosas triviales, indiferencia espiritual, eso produce una frialdad y una tibieza que simplemente mata la gratitud. Cuando usted pasa tiempo en la Palabra, y pasa tiempo en oración, y pasa tiempo en adoración, y pasa tiempo en servicio al Rey y el reino, motiva la gratitud, incita la gratitud.
Y un último punto, me imagino que este sería el número ocho si los está escribiendo: rebelión, rebelión. Y esta es la actitud más fuerte, creo yo, que mitiga la gratitud, y esto es cuando usted está en un estado establecido, permanente de enojo abierto en contra de Dios porque las cosas no salen como usted quiere que salga, y se vuelve un estado permanente de rebelión. Usted está enojado con Dios. Recibí un email, email le digo, no es suficiente recibir correo normal, ahora esto que es nuevo. Pilas y pilas de esto que usted tiene que responder.
Y recibí esta carta por correo electrónico, y sobresale. Simplemente, leí el montón, y esta carta de una querida señora ahí en algún lugar en el este. Y ella dice: “Gracias por su ministerio en la radio, y mi marido y yo escuchamos, y nos encanta Gracia a Vosotros. Y mi marido tuvo un trabajo, y él pensó que quería escuchar, y el desarrollo del ministerio comenzó a crecer en su corazón, y él decidió que Dios quería que él predicara, y entonces se fue a una pequeña iglesia”, y usted sabe, estoy leyendo y estoy diciendo: “Esto es maravilloso, y esta es una gran historia. Y después, "Algo no salió como él quería", ella dijo, "en la pequeña iglesia, e hizo que se amargara en contra de Dios, y durante catorce años él no ha entrado a una iglesia".
Catorce años, él está enojado. Y ella dijo: "Como una esposa amorosa, he orado por él catorce años". Ella dijo: "Estoy llegando al fin. ¿Podría por favor orar por él y, si está en su corazón, escribirle una carta?". Bueno, lo voy a hacer. ¿Catorce años de rebelión en contra de Dios? ¿Le gustaría vivir con una persona ingrata, así como esa, en un estado constante de rebelión? Esa mujer debe ser una mujer única. Ella es paciente. Le tomó catorce años escribirme. Pensé en la segunda mitad de — algunos de ustedes habrán escrito esa carta tres días después de que la rebelión comenzó.
Ahora, todo eso, toda esa duda, egoísmo, mundanalidad, espíritu crítico, impaciencia, frialdad, rebelión, todo eso es pecado, pecado. Ese hombre debería haber dicho: “¿Qué me estaba diciendo Dios? ¿Qué es lo que Él estaba tratando de mostrarme? ¿Qué podría haber aprendido y cómo puedo alabarlo y agradecerle?" Y la razón por la que él ha estado en esa condición durante catorce años es la razón por la que él se va a quedar ahí; y es porque tiene una actitud tan amarga en contra de Dios, hasta que él enfrente ese pecado, él no puede ser usado.
Todo este tipo de cosas, la ingratitud, simplemente destruye la iglesia. Si usted quiere tener una iglesia llena de gozo, y bendición, y felicidad y paz en donde la gente se aman entre sí, y la iglesia crece y florece, entonces tiene una iglesia llena de personas agradecidas. Y si usted realmente quiere echar a perder una fiesta, simplemente traiga a alguien que es negativo y que no está agradecido. Cuidado con esos estorbos. No deje que sean cultivados en su vida.
Tenemos tanto por qué estar agradecidos, amados. La santidad de Dios que lo hace perfecto, y Él nunca comete un error. La bondad y misericordia de Dios, lo cual siempre está disponible; lo cual es abundante y sobreabunda hacia nosotros el regalo de Jesucristo; ese don inefable, por el cual estamos agradecidos. Todas las buenas cosas que fluyen del Padre de las luces: la victoria sobre el pecado y la muerte, guía divina, provisión completa para todas nuestras necesidades, la esperanza del cielo, el poder de la Palabra, y más, y más, y más, podríamos seguir. Muchas razones para dar gracias. Y si la iglesia va a ser la iglesia de Jesucristo, y Su vida es el flujo mediante esa iglesia, van a ser personas que están llenas de gratitud, incluso por las pruebas, incluso por el dolor, incluso por el sufrimiento.
Y mi oración es que Dios llene el corazón de usted de gozo sin importar qué pasa, y que usted siempre se regocije y dé gracias en todo; eso es crucial para la vida de la iglesia. Y usted puede hacerlo en base a este pequeño versículo en Filipenses 2:13: "Porque Dios es el que en vosotros produce". ¿No es eso maravilloso? ¿Y qué está haciendo? "El querer y el hacer por su buena voluntad". Y debido a que Él está operando en usted, usando todas estas cosas para, que operen para el beneplácito de Él — el siguiente versículo dice: "Pueden hacer todas las cosas sin quejas". Usted puede hacer todas las cosas con gozo y gratitud.
Padre, te agradecemos tanto por tu misericordia y bondad hacia nosotros. Te agradecemos por la manera en la que de manera constante has demostrado Tu bondad. Y, Señor, llénanos de gratitud. Tenemos tanto porqué estar agradecidos, incluso las dificultades, por ellas te agradecemos; es fácil en los tiempos buenos. Debería ser fácil en los tiempos difíciles, si entendemos el propósito.
Señor, oramos porque incluso uses la fortaleza de Tu Espíritu para romper patrones de espíritu crítico, rebelión, mundanalidad, egoísmo, impaciencia, todas esas cosas que estorban la gratitud. Y que comencemos todo día, sin importar cuán desafiante pueda ser, al agradecerte por ser fiel, por hacer que tus misericordias sean nuevas cada mañana. Grande es tu fidelidad. Al agradecerte por todo lo que es nuestro en Cristo, al agradecerte por la vida eterna, la esperanza del cielo, guía, dirección, verdad, pruebas que nos humillan, pruebas que nos moldean. Danos corazones agradecidos.
Tú eres digno de ser alabado. Tú eres digno de ser agradecido. Es un pecado no hacerlo; perdónanos por ese pecado y colócanos en un camino de justicia en el que estemos en todo dándote gracias. Y que contagie a aquellos que nos rodean, para que la gratitud redunde para Tu gloria, en el nombre de Cristo. Amén.
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