Esta mañana comenzamos en esta serie acerca de la anatomía de la iglesia, hablando de la fortaleza. Otro de esos sistemas internos, otra de esas actitudes internas. Motivaciones espirituales que existen dentro del cuerpo de Cristo, si va a ser fuerte, es todo este asunto de fortaleza, valentía, poder ser fiel por aquello que usted cree es verdad. Estar dispuesto a enfrentar la prueba y no hacer concesiones, principios, creyentes valientes que no hacen concesiones en base a principios. Eso es realmente lo que el Señor está buscando, y son raros de encontrar. Realmente lo son. Recordará que esta mañana al comenzar nuestra mirada a 2 de Timoteo capítulo 2, puede regresar ahí, para aquellos de ustedes que no estuvieron aquí. Comenzamos a discutir esta actitud de la fortaleza en esta mañana. Y, me disculpo en un sentido – nunca lo he hecho en los veintisiete años que he predicado aquí, nunca en todos los años he tenido una serie en la cual me concentré en la mañana y en la noche, porque me doy cuenta de que muchas de las personas que vienen en la mañana, no vienen en la noche. Y entonces, reciben la primera mitad, y algunas de las personas que vienen en la noche, no estuvieron aquí en la mañana, y reciben la segunda mitad. Quizás es una buena manera de promover las cintas, para que usted pueda escuchar todo eso. Lo puede hacer.
Pero, en este proceso de evaluar esta serie de la anatomía de la iglesia, he decidido que será bueno que en cierta manera mantengamos el fluyo mañana y tarde. Y entonces, en cierta manera lo vamos a hacer. Pero, esta mañana dijimos que la actitud en particular de la que estamos hablando ahora – hablamos mucho de actitudes espirituales que deben existir en la iglesia, como fe y amor, y humildad, y perdón, y gratitud, y gozo, y contentamiento, y ese tipo de actitudes virtuosas. Y, comenzando el día de hoy, comenzamos a hablar de esta actitud de fortaleza, ser una persona fuerte. Comenzamos a partir de 1 de Corintios capítulo 16 versículo 13, en donde dice: “Esforzaos; portaos varonilmente y sed fuertes”. Y, vimos cómo esa instrucción en particular es muy importante en el Antiguo Testamento. Es lo que Dios le dijo a los hijos de Israel. Es lo que Moisés le dijo a Josué. Es lo que Joab le dijo a los israelitas. Es lo que David le dijo a Salomón. Es lo que Ezequías le dijo a los oficiales, a los militares que estaban a punto de involucrarse en la batalla con los asirios. Es una expresión muy familiar en el Antiguo Testamento, usada una sola vez en el Nuevo. Sed valientes, actuar como hombres. Ser fuerte. Ciertamente una parte esencial de la vida espiritual.
En la epístola de Juan, en la primera epístola, 1 de Juan capítulo 2 versículo 14, él habla acerca de jóvenes espirituales que son fuertes. Porque la Palabra de Dios permanece en ellos, y han vencido al maligno. Son fuertes, porque la Palabra de Dios permanece en ellos. Ciertamente la Palabra de Dios, como vimos esta mañana, es esencial para desarrollar la fortaleza espiritual. Es la Palabra de Dios la que moldea sus convicciones y le da su fundamento doctrinal, y le permite ser fiel, y fuerte, y edificar su vida sobre la verdad, con convicción. 1 de Pedro 5:10, dice que: “Después de que habéis sufrido por un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, quien nos llamó a su gloria eterna, él mismo os perfeccionará, confirmará, fortalecerá, y establecerá. Entonces, la fortaleza viene a través del horno de la prueba, y la aflicción, y la dificultad, y la persecución, y la hostilidad. Conforme la Palabra de Dios es aplicada.
Entonces, la idea de fortaleza espiritual, es una idea que fluye a lo largo de las Escrituras. Comenzando en el Pentateuco y desarrollándose hasta el final. Inclusive leemos en el libro de Apocalipsis que los cristianos van a tener que ser fuertes, en contra de la actividad tan fuerte de hostilidad que es generada por el anticristo, al final de la época. Siempre los cristianos son llamados a ser fuertes. De nuevo, se nos recuerda en Efesios 6:10 a ser fuertes en el Señor y en el poder de Su fuerza. Y, de lo cual hablamos brevemente en esta mañana.
Y, a lo largo de esa línea, hemos llegado a 2 de Timoteo capítulo 2 versículo 1, como un pasaje primordial en el que nos vamos a enfocar, en donde Pablo dice: “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia, que es en Cristo Jesús”. El Señor nos llama a ser fuertes, no débiles, si no fuertes. Poder contender con la dificultad, enfrentar desafíos, enfrentar al enemigo, sobrellevar el dolor, sufrir la dificultad, ser fiel a lo que es correcto, proseguir a la meta, nunca hacer concesiones con nuestras convicciones. Nunca hacer a un lado las cosas que son verdaderas y preciadas. No debemos ser débiles y vacilar, y derrotados, y todo eso. Si no más bien asumir el riesgo, enfrentar el ataque, enfrentar la dificultad de manera triunfal, y nunca haciendo a un lado nuestra fe, nuestras convicciones, nuestros deberes o responsabilidades.
Ahora, para descubrir cómo eso en cierta manera se ve prácticamente, estamos viendo aquí en 2 de Timoteo capítulo 2 – si puede pasar a ahí. Y, vamos a pasar el resto de nuestro tiempo viendo estos versículos tan importantes, al principio de este capítulo. Simplemente una palabra breve de introducción. Timoteo estaba en un tiempo de debilidad cuando esta carta fue escrita. Él había estado en Efeso durante un tiempo, ya tratando de arreglar a la iglesia. Era muy difícil hacer eso y Pablo lo había dejado ahí, y le dijo que corrigiera la iglesia. Y, le pareció difícil, porque la iglesia se resistió a eso.
Él también tenía la responsabilidad de predicar el Evangelio en Efeso, y él tenía que hacer obra de evangelista. Pablo le dice, le recuerda que hiciera obra de evangelista. Entonces, cuando él hizo eso, él recibió hostilidad por parte del ambiente, hostilidad por parte de la comunidad no regenerada, hostilidad por parte de los romanos quienes estaban comenzando a incrementar la persecución contra los cristianos. Entonces, él estaba siendo golpeado adentro de la iglesia, él estaba siendo golpeado fuerte afuera de la iglesia, y realmente estaba comenzando a doblar la rodilla. Pablo tiene que recordarle en el primer capítulo, a que no se avergüence del testimonio del Señor, ni avergonzarse de Pablo. Si no que se uniera, versículo 8: “Únete a mí en el sufrimiento por el Evangelio”. Aquí había un hombre que tenía que ser fuerte en medio del sufrimiento. Aparentemente se estaba debilitando. Estaba siendo aspirado. Estaba siendo jalado por la corriente de la espiral descendente de la iglesia efesia, y él estaba comenzando a debilitarse bajo la presión que estaba llevándose a cabo en la iglesia, y por afuera. Pablo habla mucho en el capítulo 1 acerca de la persecución. Recodándole a Timoteo que él también lo tenía que esperar. Él también le recuerda al final del capítulo, que muchas otras personas habían doblado la rodilla y habían abandonado a Pablo.
Cuando usted llega al capítulo 4, y quiero llevarlo ahí, porque también es parte del contexto. Conforme Pablo llega al final de su vida, y esta es la última carta que él jamás escribió. Y, fue a partir de esta experiencia, de este último encarcelamiento que él es llevado a la ejecución. Pero, notará al final del capítulo 4 versículo 16, él dice: “En mi primera defensa nadie estuvo a mi lado, todos me dejaron, no les sea tenido en cuenta”. No solo fue Timoteo quien estaba vacilando. La hostilidad del ambiente romano en contra del cristianismo había hecho que muchas personas doblaran la rodilla ante la presión, y demostraran debilidad, cuando debieron haber demostrado fortaleza. Él dice en el versículo 17: “En medio de esta pérdida de apoyo de toda persona, el Señor estuvo conmigo, y me fortaleció”. El Señor estuvo ahí para infundirle la gracia de la fortaleza a Pablo, para que a través de mí, la proclamación fuera llevada a cabo de manera plena. Simplemente no fue fortaleza para mantenerse debajo de la persecución. No solo fue fortaleza para enfrentar la muerte. Y, el resto, de nuevo, no solo fue fortaleza para recibir la – el sufrimiento, la hostilidad de aquellos que resisten al Evangelio. Fue fortaleza en medio de ese ambiente, para proclamar plenamente la verdad, para que todos los gentiles pudieran oír. Él no estaba pidiendo fortaleza para aguantar. Él estaba pidiendo fortaleza para predicar en ese ambiente. Y, él dice: “Fue librado de la boca del león. El Señor me librará de toda obra mala, y me llevará a salvo a su reino celestial. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
Él estaba tan comprometido con Dios. Él estaba tan comprometido con los propósitos de Dios, que inclusive cuando toda persona lo dejó y estuvo solo, él nunca se rindió. Él es el modelo de fortaleza. Y, Timoteo en esta epístola es llamado a seguir su patrón. Sufre conmigo. En el versículo 5 del capítulo 4, “soporta las aflicciones”. “Veme”, versículo 6. “Ya estoy siendo derramado como libación, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe”. Y, él le recuerda en el versículo 10 del capítulo 4, de Demás, quien se rindió, habiendo amado este mundo presente, habiéndome abandonado, y se fue a Tesalónica. Pablo a su alrededor, Pablo estaba rodeado de muchas personas que estaban quedando como cadáveres a su paso, estaban rindiéndose en momentos donde se demandaba mucha fortaleza, y estaban cediendo ante la presión. No estaban mostrando la fortaleza de convicción, fortaleza de virtud, la fortaleza espiritual que puede resistir la prueba de la hostilidad, tanto de la iglesia como del mundo.
Ahora, Pablo estaba viendo a Timoteo, y percibiendo por parte de él que estaba oyendo que Timoteo estaba siendo atrapado en esta espiral descendente, y es una tendencia triste, pero, verdadera hacia la deserción. Y, él escribe en la segunda epístola, para motivar a Timoteo a ser fuerte. Y, ese es el enfoque del capítulo 2, versículo 1. “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”. Cuando él dice: “Hijo mío”. Claro, está hablando de Timoteo como un hijo espiritual. Timoteo venía de un trasfondo judío y gentil. Él literalmente no era el hijo de Pablo, si no que era un hijo en términos de la fe. Pablo era su discipulador, su mentor, su maestro, su guía espiritual, y su líder. De hecho, él había invertido tanto en Timoteo, que Timoteo era como un clon de Pablo, y él le había dicho a los corintios: “Me preocupan ustedes. Estoy enviando a Timoteo, quien les va a recordar todo mi proceder. Él es tan parecido a mí”. Y, él conforme ve a su hijo comenzar a rendirse ante las presiones que le rodean, él lo llama en el capítulo 2 versículo 1, a ser fuerte.
Y, como señalamos en esta mañana, no es solo una exhortación, no es solo algún tipo de plática motivacional. No solo tiene la intención de elevar sus emociones, si no que hay una sustancia formidable en esta fortaleza, la cual Pablo le define de una manera racional. Esto es, de una manera cognitiva, de una manera que puede ser entendida, comprendida, y él le da varios retratos que se vuelven para nosotros los retratos de un cristiano fuerte. Ellos demuestran cómo se ve un cristiano fuerte. Es casi como si usted tiene estas imágenes mentales en su mente, lo va a entender. Si usted quiere ser fuerte, en primer lugar dice: “Debe ser un maestro. Debe ser un maestro”. Es en el proceso de enseñar, que usted se vuelve fuerte. Y, le dije en esta mañana y brevemente voy a repasar, porque esto es verdad. Número uno, porque si usted va a enseñar la Palabra de Dios a alguien más, tiene que aprenderla usted mismo. Y, ¿cómo es que los creyentes se vuelven fuertes inicialmente? 1 de Juan 2:14: “Vosotros sois fuertes, porque la Palabra de Dios permanece en vosotros”. Usted comienza a edificar un cimiento de fortaleza al ingerir el alimento sólido de la Palabra de Dios. Pablo estaba muy preocupado, recuerde usted, por los corintios, porque él no les podía dar carne, no les podía dar el alimento sólido mediante el cual ellos podían madurar, y volverse fuertes, porque no tenían apetito para eso. Usted comienza a fortalecerse, cuando usted ingiere el alimento sólido. Ahí es cuando usted se vuelve un adulto espiritual y comienza a manifestar fortaleza espiritual.
Entonces, cuando usted enseña, se vuelve fuerte, porque comienza a ingerir la Palabra de Dios para enseñarla. En segundo lugar, señalé esta mañana, que comienza a llegar a un entendimiento claro de esa verdad. Usted para enseñarla, debe entenderla. Entonces, comienza a entenderla, comienza a formularla en su propia mente, comienza a aclararla. Atraviesa por el proceso de comparación y contraste, y síntesis, y análisis, y comienza a destilar los significados, y la importancia de la Palabra de Dios, y la estudia de manera comparativa con otros pasajes. Y, comienza a ser claro en su compresión, y eso es parte de edificar sus convicciones.
Y, en tercer lugar, se adueña de ellas. Comienza usted a procesarla por su propia mente, comienza a adueñarse de ellas. Una parte muy importante de ese proceso. Comienza a formar sus convicciones, y esa es la razón por la que usted quiere transmitirlas. Y, ese cuarto paso del maestro, conforme usted las transmite, se eleva a sí mismo como el maestro, y por lo tanto, lleva la responsabilidad de rendir cuentas por lo que ha enseñado, lo cual también ayuda a fortalecerlo.
Entonces, la función de enseñanza, la función de enseñar en sí misma, es una manera de edificar un cimiento fuerte, para cristalizar su entendimiento de las Escrituras, y por lo tanto, formar sus propias convicciones. Y, cuando las transmite en el ambiente de enseñanza, usted entonces eleva su rendición de cuentas a la gente que está enseñando, y eso es algo muy saludable.
No solo estoy hablando de predicadores y evangelistas, y misioneros, y maestros bíblicos, estoy hablando de todo cristiano que necesita estar enseñando. Cualquier cristiano necesita estar estudiando, necesita estar aprendiendo, necesita estar transmitiéndolo. Quizás hacer una clase de escuela dominical, con niños o con jóvenes, quizás en una relación de discipulado con un individuo. Quizás en un estudio bíblico con su propia familia o amigos. Sea lo que sea, en un campus o en el trabajo, en algún lugar, necesita estar enseñando. Así es como usted se fortalece, porque se forza a venir a la Palabra de Dios, que esté clara en su propia mente, llegar a sus convicciones, y después eleva su nivel de responsabilidad de nivel de cuentas, conforme usted la transmite. Esta es la característica crucial que comienza con el retrato de Pablo, de un cristiano fuerte.
Ahora, veamos la segunda, en los versículos 3 y 4. Si usted va a ser un cristiano fuerte, tiene que verse a sí mismo, no solo como un maestro con una responsabilidad de transmitir la Palabra de Dios, la verdad. Si no que tiene que verse a sí mismo como un soldado. Un soldado. En otras palabras, tiene que entrar en esta operación entera de la vida cristiana, reconociendo que esta es una batalla. Esta es una batalla seria, que está involucrado en una gran batalla ideológica. Entonces, tiene que entender desde el principio, que está involucrándose en un ambiente hostil. El dios de este mundo ha cegado las mentes de aquellos que no creen. No sea que la luz del Evangelio glorioso brille para ellos. Entonces, está enfrentando con gente, está hablando a la gente que no conoce al Señor, que está cegada por Satanás. También está lidiando con el hecho de que los demonios han desarrollado energía y poder en un sistema que conocemos como el cosmos, el sistema del mundo. Y, ese sistema apela a la gente, a los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, y los quiere llevar a mayor, y mayor, y mayor profundidad en el amor de la iniquidad. También está enfrentando con fortalezas ideológicas según 2 Corintios 10, grandes fortalezas ideológicas que han sido edificadas, en las cuales la gente se esconde a sí misma atrás de sus ideologías falsas, religiones falsas, filosofías falsas, etcétera. Estamos enfrentando una batalla formidable. Estamos atacando el reino de las tinieblas, y esforzándonos por rescatar almas, y llevarlas cautivas al reino de la luz. Como Judas lo dijo, estamos arrebatando ramas del fuego. Y, este es un asunto profundamente desafiante, pero, uno profundamente gratificante, de manera maravillosa.
Pero, entienda que es una batalla. Pablo dice, para involucrarte en esto de manera eficaz, tengo que golpear mi cuerpo y ponerlo en servidumbre, tengo que estar en una batalla conmigo mismo, para que mi propia carne y mis propios deseos malignos, no me dominen. Tengo que ser fuerte en el Señor, tengo que ser fuerte en el poder de su fuerza. Tengo que ser determinante en mi convicción y no vacilar. Y, tengo que entender que esta es una guerra.
Y entonces, le dice a Timoteo en los versículos 3 y 4: “Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que tomó por soldado”. Ahora, Pablo simplemente está definiendo la naturaleza de la vida cristiana, que cae en esta especie de paradigma de batalla. Estamos involucrados como soldados. El punto, es que a usted no le debe sorprender si no es fácil. A usted no le debe sorprender y retirarse si hay conflicto. Esto es guerra y usted es un soldado. Ciertamente nosotros que estamos involucrados en la enseñanza de la Palabra de Dios, entendemos algo de la naturaleza formidable de esta guerra. He estado en esto por suficiente tiempo, como para saber que la guerra es intensa, de manera casi incesante. Y, conforme usted comience a enseñar la verdad, en alguna parte de su ministerio, cuando usted es joven y no tiene experiencia, hay cierta euforia, cierta emoción, cierto gozo, cierta emoción, y simplemente está entendiendo la verdad, y la está transmitiendo, la gente está respondiendo. Pero, conforme comienza a ser eficaz en eso, comienza a ver las hostilidades que empiezan a crecer, y las cosas comienzan a cambiar. Podría pensar que entre más tiempo ha enseñado la Palabra de Dios y más eficaz, y más poderosa ha sido, mayor será su popularidad, y de hecho probablemente lo opuesto es la verdad. Conforme usted trae la Palabra de Dios, en contra de una cultura decadente, cada día más decadente, y una iglesia indiferente, usted comienza a volverse en una amenaza más y más seria en contra de su seguridad falsa. Entonces, podría ser que son más hostiles, conforme usted se vuelve más eficaz. Esta es la guerra. No debe pensar que esto es fácil, no lo es, es guerra, y ese es el retrato aquí.
Ahora, hay varias cosas acerca de un soldado que Pablo señala. Lo primero es, sufre penalidades. No va a ser fácil. No es un paseo por el parque, no es un vals en el parque. No es andar brincando por ahí, esto es guerra. Y, la guerra significa dificultad, significa que hay mucho gasto de energía. Significa mucho riesgo. Significa que usted en cierta manera arriesga su vida. Significa que debe establecer sus prioridades. Significa ser sobrio. Significa que está siendo cuidadoso, entendiendo que su enemigo es un león rugiente, andando alrededor mirando a quien puede devorar. Significa entender las estrategias de Satanás. Significa poder ejercer discernimiento, como dice en 1 de Tesalonicenses 5. Hablamos de esto hace unas semanas atrás en la conferencia de NANC. Necesitamos estar expuestos, obviamente, a la profecía, a la predicación. Y, necesitamos escuchar eso y no menospreciarlo. Pero, inmediatamente después de eso él dice: “Ejerce discernimiento. Examinadlo todo. Tienes que ser un vigía. Tienes que ser un atalaya. Estás en una misión de exploración. Estás analizando lo que viene a ti. Todo demanda la vigilancia, y la energía, y el riesgo, y el trauma, y la dificultad de involucrarte en una guerra real.
Ahora, hay algunas cosas acerca de ser un soldado. No solo el versículo 3 dice: “Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo”. Si no que en el versículo 4, él añade otros componentes, un par de componentes más. Hay una cierta medida de sufrimiento, claro, al ser un soldado. Pero, en segundo lugar, hay otro elemento en esto. Él dice: “Ninguno que milita, se enreda en los negocios de la vida”. Otra cosa que es verdad acerca de ser un soldado, es que es un trabajo de tiempo completo. Cuando un soldado es llamado al ejército, tiene que cortar todos los cordones. Esto no es un servicio de medio tiempo. Esto no es estar en la reserva, en donde usted quizás es llamado o no al deber activo. Cuando uno entra al ejército, corta todos los cordones, todas las relaciones. Él va a un lugar diferente, él vive en un ambiente diferente, él se viste de manera diferente, él está bajo la autoridad y control de personas que están a cargo de todo lo que él hace en todo momento que está despierto en su vida. Él recibe órdenes de principio a fin en su deber y debe hacer lo que se le dice que haga. Él no tiene vida personal, él no tiene vida privada de qué hablar, cuando él está involucrado como soldado.
Y, así es en la esfera espiritual. No es algo que es algo de medio tiempo. Es un compromiso de tiempo completo, de toda la vida, y se nos ha llamado a este deber, se nos ha llamado a servir al gran general, al gran rey, al Señor Mismo. Y, es un involucramiento de vida total. Podría llevarnos al sufrimiento extremo, como en el caso el Apóstol Pablo. O, a una carga mucho más ligera de sufrimiento, como en la mayoría de nuestros casos. No obstante, es una guerra que involucra algo de dificultad, involucra compromiso total. No es un trabajo de medio tiempo.
No estoy diciendo que usted no trabaja. Simplemente es que cuando usted trabaja, es un soldado para Cristo. No estoy diciendo que no va a la escuela. Simplemente, es que cuando está en la escuela, usted es un soldado de Jesucristo. En otras palabras, el asunto primordial en su mente, es la batalla espiritual. El asunto primordial es confrontar los asuntos que deben ser confrontados en esa batalla espiritual. Sean ideologías falsas, en las cuales los hombres se sepultan a sí mismos, que deben ser derribadas bajo el poder de la verdad. O, sean cristianos que se han involucrados en enseñanza falsa o pecado, y debe ser confrontados, y deben ser rescatados del enemigo en ese punto. Sea lo que sea, donde sea que estemos, siempre estamos en deber, siempre estamos trabajando. No hay momento en el cual podemos hacer a un lado ese deber.
Hay un tercer componente que él menciona en el versículo 4, que es el caso, que es la verdad acerca de ser un soldado. Y, es que el soldado agrada al que lo enlistó como soldado. El soldado de manera singular es responsable de agradar al mandato. Ahora, nunca he servido en el ejército, en los días que usted sabe, tenía la edad de estar en el ejército como estudiante. Fui un atleta en la universidad y debido a que era un atleta en la universidad, que tenía una beca, en cierta manera se me exentó de eso. Pero, al mismo tiempo, me pareció interesante que no podía pasar un examen físico, porque tenía una rodilla mal. Entonces, se me liberó y me permitieron continuar con mi carrera de fútbol. Era un conjunto extraño de circunstancias, pero, así funcionó en esa época. Y, después cuando me volví un estudiante de teología, fui clasificado 4D, por parte del ejército. Lo cual en ese entonces – no sé si todavía es igual – era una clasificación para homosexuales y estudiantes de ministerio. Y, no sé por qué terminaron con esa combinación en la misma clasificación. Pero, fui clasificado un 4D, aunque no lo dije públicamente, porque no quería que nadie hiciera la pregunta, me imagino, de qué categoría era a la cual yo pertenecía. Pero bueno, me escapé del deber militar.
He leído suficientes libros, he estado expuesto a suficiente información acerca del ejército, para saber cómo funciona en general. He leído algunos de los grandes tomos que han sido escritos acerca de uno de mis ancestros, no uno que está muy distante, llamado El General Douglas MacArthur, y su enfoque de la vida militar. He leído otras cosas a lo largo de los años, que me han expuesto a eso. He sido expuesto a varios documentales militares, y las experiencias de gente. No es como si no entiendo eso, pero, no tengo una experiencia de primera mano. Supongo que lo más cercano, sería mi experiencia atlética y mi responsabilidad para con los entrenadores, quien en mi mente eran los generales, y yo era parte de su ejército. Y, me acuerdo de algunas experiencias muy, muy dolorosas en mi vida deportiva, cuando violé lo que agradaba al comandante, y pagué el precio de manera clara.
Si usted va a ser un soldado, tiene que reconocer que solo hay una verdadera persona que le debe preocupar a usted, y esa persona es el comandante, al que usted le rinde cuentas, al que usted le rinde cuentas. Y, ciertamente es el caso del Apóstol Pablo y todos los siervos fieles que sirven, con miras a ese día cuando enfrentaban a su comandante. Servían con miras al día en el cual podían oír: “Bien, buen siervo y fiel. O bien, buen soldado fiel”. Y, eso es exactamente lo que Pablo le está diciendo a Timoteo y a nosotros. ¿Quiere ser usted un cristiano fuerte? Entienda, esto es una guerra y usted es llamado a sufrir. Y, cuando es difícil, es porque es una guerra. No le debe sorprender, no le debe sorprender. Es un soldado y usted ha sido preparado para esto, usted ha sido preparado para esto. Y, voy a decir mucho más de eso el próximo domingo, cuando entremos a la armadura del cristiano, la cual es parte de nuestra fortaleza espiritual. Usted tiene la preparación, tiene el equipo, tiene las armas, ha sido entrenado para esto, tiene la capacidad de hacer esto. Ahora, salga ahí, involúcrese en el conflicto. Recordando que leímos hoy en el Antiguo Testamento: “Mayor es el que está en vosotros, que el que está en ellos”. O, en términos del Antiguo Testamento: “Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”. Esa es la razón por la que el Apóstol Pablo peleó de manera fuerte, debido a la fortaleza del Espíritu fortaleciéndolo en el hombre interior. Entonces, es claro que el segundo retrato aquí, el segundo paradigma bíblico que quiere que entendamos, es que nos veamos como un soldado.
Veamos el tercero en el versículo 5. Y, también el que lucha como atleta, no s coronado, si no lucha legítimamente. El tercer retrato aquí, es de un atleta. El verbo griego, de hecho es el verbo athleo, del cual obtenemos la transliteración en español atleta. Si usted tomara ese verbo athleo, que es traducido lucha en Reina Valera 1960. Si alguno lucha como atleta, se traduce – simplemente si se tradujera de manera simple diría: “Se esfuerza para llegar a la victoria. Se esfuerza para alcanzar el triunfo. Significa esforzarse”. Y, ahora comenzamos a ver el retrato del atleta aquí, y lo primero que vemos de un atleta, es que compite para ganar. Se esfuerza para alcanzar el triunfo. Así es como lo expresa Reina Valera 1960. Lucha, se esfuerza para la victoria. Y, esa es exactamente la intención que tiene en mente.
Un atleta hace lo que hace, con miras a la victoria. Él compite para ganar. Digo, eso es esencial en el deporte. Cualquier cosa menos que eso, es una deshonra terrible.
Ahora, muchas personas disfrutan de correr. Por ejemplo, simplemente corren. Los veo todo el tiempo. Me cuesta trabajo entender eso. Simplemente se ponen ropa para correr y salen a correr. Y, cuando terminan con lo que quieren hacer, regresan, se limpian, se bañan, y eso es todo. Corren con pequeñas cosas en sus oídos. Y, usted sabe cómo es. Escuchan todo tipo de cosas. Simplemente corren para correr. Supongo que es como jugar básquetbol en una cancha sin aros. Simplemente rebota la pelota un rato y se va. O, quizás es como jugar béisbol sin una pelota. Simplemente se sube ahí y mueve el bat, y corre por las bases hasta que se cansa y se va.
En lo personal, me gustan los juegos con una meta. Me gusta el aro y me gusta la meta, y una pelota. Me imagino que por eso no soy muy bueno en hacer ejercicio, porque nadie gana. Usted entiende lo que estoy diciendo. Hay algo acerca de la competencia. Hay algo acerca de un objetivo, hay algo acerca de una meta. Hay algo acerca de alcanzar un fin. Y, eso es lo que motiva a los atletas. Y, eso es lo que Pablo está diciendo aquí. A él realmente no le interesan los que corren en términos evangélicos. A él realmente no le interesan los que caminan ahí en su banda. O, lo peor de todo, las bicicletas estacionarias. Usted acaba de terminar ocho millas y, ¿sabe una cosa? Está en el mismo lugar que cuando comenzó. No puede llevar nada a casa, porque no ha ido a ningún lugar.
Al Apóstol Pablo no le interesa eso. El Apóstol Pablo está interesado en el tipo de personas que entiende que hay un objetivo, y se está esforzando porque está ese objetivo. Y, el objetivo que lo motiva es una corona de gloria que el Señor, el juez justo dará, y le dará a todos los que han corrido al máximo de su capacidad, porque entienden lo que está del otro lado. Corren por esa recompensa eterna. Corren por esa corona eterna. Corren para oír el bien hecho. Corren para que puedan recibir esa recompensa. Y, ciertamente ese fue el caso del Apóstol Pablo. Él dice: “He peleado la buena batalla, he corrido la carrera”. ¿Por qué corriste? “Porque hay una corona de justicia que está ahí. Y, cuando yo peleo”, dices, “no peleo en box de sombra”. 1 Corintios 9, “yo le pego al adversario lo más fuerte que puedo, en el lugar correcto. Y, cuando corro, corro para obtener una corona corruptible como algunos, no una corona de hojas. No corro para obtener una corona corruptible, si no”, ¿qué? “Una corona incorruptible. Una corona que nunca se desvanece”.
Y, ¿sabe una cosa? Todos los grandes atletas tienen en vista el triunfo. Buscan el triunfo. Todos los grandes atletas ven el fin. Y, viven y trabajan a la luz de ese fin. Y, yo creo que es el caso con los grandes cristianos. Hay algo que va más allá del momento. No es solo para satisfacción personal. Eso no es suficiente. No es solo para reputación personal o satisfacción personal. Hay algo mucho mayor, que hace que la gente viva a ese nivel de dedicación, que hace que se levanten por encima de la multitud. Esos cristianos nobles, esos cristianos que hacen una diferencia, esos cristianos que impactan. Esos cristianos que parecen siempre estar dispuestos a servir, siempre dispuestos a entrar y ayudar, siempre dispuestos a enseñar, o ayudar, o lo que sea. O, fieles en la Palabra o fieles en la oración. Y, siempre parecen estar aferrados en eso, concentrados en eso, de manera continua. Y, la razón es porque hay algo que está allá afuera que es mucho más motivador que esas cosas que motivan a los que andan en caminadoras espirituales, lo cual es satisfacción personal. Hay algo que está mucho más lejano y es mucho mayor que eso. Lo hacen para obtener, inclusive en este mundo, una corona corruptible. Y, lo hacemos para obtener una corona incorruptible. Lo hacemos para que la gloria del Señor sea conocida por esas personas que han venido a Él, a través de nuestros esfuerzos. Lo hacemos para que la iglesia pueda hacer todo lo que sea para Agradarlo y Honrarlo. Trabajamos duro, porque entendemos las metas espirituales que están en juego. Me encanta lo que Pablo dijo en 1 de Timoteo 4. Es simplemente una afirmación tremenda. Él dice: “Mira, el ejercicio corporal para poco es provechoso”. 1 Timoteo 4:8: “El ejercicio corporal para poco es provechoso”. ¿Qué quiere decir con eso? Solo es provechoso de una manera temporal. Solo te beneficia aquí y ahora el ejercicio corporal. Digo, eso es bueno, está bien, no está mal, pero, es mínimo. Pero, la piedad para todo aprovecha, ¿por qué? “Porque tiene promesa para la vida presente y para la venidera. Si vas a buscar algo, busca la piedad. Tiene un impacto eterno”.
Y, después él dice: “Palabra fiel es esta, y digna de ser aceptada”. ¿Por qué es esto tan importante? ¿Por qué? Porque por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios. Ahí está ese mismo término, esa misma idea, sufrimos, trabajamos. ¿Por qué? “Porque esperamos en el Dios viviente”. En otras palabras, nuestro afecto está en el cielo, no en la tierra. Nuestros deseos están en los cielos, no en la tierra. Eso es lo que hace que la gente corra. Tienen una meta en mente.
Siempre respeto al atleta que paga el precio supremo para ser el mejor en el mundo, porque hay un precio. Y, no hay una diferencia en talento. En ese nivel, el talento es muy parecido. Hay algo en los ganadores que los hacen ir más allá del resto de la gente, la pasión de triunfar. Y, ciertamente es el caso en la esfera espiritual.
Si usted va a ser un cristiano fuerte, usted tiene que salir de sí mismo, e ir más allá de sí mismo, a una meta que va más allá de usted. A una meta que es una meta celestial, una recompensa que es una recompensa incorruptible y eterna, y eso va hacer que usted haga los sacrificios necesarios para correr conforme a lo mejor de su capacidad.
Y, después hay otro componente aquí en el versículo 5, con respecto al atleta, que le quiero mencionar. No solo él corre para ganar, si no que él no corre para ganar el premio, a menos de que él compita según las reglas. Debido a los medios masivos de comunicación, que de manera tremenda nos han expuesto a las últimas olimpiadas, todos nos hemos familiarizado con esas personas que hacen trampa. Esas personas que son deshonradas de una manera tan terrible, no solo a sí mismas, si no a su país entero. Llevando la vergüenza, porque rompen las reglas.
Sabíamos ya ha sido confirmado en los últimos tiempos, sabíamos que a lo largo de los años, de la cortina de hierro en Europa, que las mujeres alemanas de Alemania Oriental, estaban ganando una fortaleza inmensa, gracias a los esteroides. Y, ahora en los últimos meses, la prensa ha publicado que de hecho, ese fue exactamente el caso. Estaban violando todas las reglas de permisibilidad, de lo que se permitía en el área de las – de tolerancias de drogas y tolerancia de químicos, violando todas estas reglas, y por las razones que fueran, pudieron escapar. Descubrimos en la última olimpiada, que los atletas chinos se habían involucrado en cosas semejantes. Recordamos a ese atleta que estaba en esgrima, recordamos a Ben Johnson, el gran esprínter canadiense que violó las reglas, y fue desacreditado de manera terrible. Y, junto con él su nación fue avergonzada, por violar las reglas.
Usted no gana el premio, a menos de que guarde las reglas. Hay una disciplina maravillosa en el deporte en ese punto. Hay cierto honor. Hay cierta integridad que tiene que estar ahí. Siempre tengo un gran respeto por el golfista, que se entrega en alguna violación minúscula. Ahora, no todos tenemos que jugar golf así, porque no estamos compitiendo a nivel profesional, pero, solo quiero decir eso, para que no tengan una idea errónea en lo que estoy diciendo. Si usted patea una varita y le cuesta dos golpes, y $125,000 dólares en el tour de los golfistas profesionales, es una cosa. Pero, hay algo que debe ser dicho, por ese tipo de honor, inclusive en la esfera humana. Y, podríamos desear que ese tipo de honor fuera la realidad entre el pueblo de Dios. Nada para mí es más trágico que cuando alguien está corriendo la carrera como atleta, y simplemente viola las reglas.
Creo que hace tres semanas o tres, un querido amigo me llamó de su iglesia en Florida y dijo: “Acabo de tener una experiencia horrible esta mañana en mi iglesia”. Y, le dije: “¿Qué pasó?” Él dijo: “Mi pastor se puso de pie como siempre lo hace y es muy amado por la congregación, y ha tenido un gran ministerio, y anunció que había sido infiel a su esposa”. Y, él dijo: “Estamos todos devastados”. Y, él dijo: “Pensé que debía llamarte y decirte, porque lo conoces”.
De hecho, cuando el comité de púlpito estaba pensando en llamarlo, se pusieron en contacto conmigo, y me preguntaron si lo conocía, y dije que sí. Y, todo lo que sabía de él era bueno. Y, dije: “No tengo ningún contacto personal en la actualidad, pero, ciertamente respeto y admiro su ministerio”. Y, ha habido una, una desacreditación terrible. Terrible.
Esa es la razón por la que en 1 de Corintios 9, Pablo dijo: “Golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre”. ¿Por qué? Eso es parte del deporte, ese tipo de autodisciplina es necesaria. Pablo dice: “Lo tengo que hacer, para que al predicarle a otros, yo mismo no me descalifique por algún abuso pecaminoso”. Si usted va a ser un atleta, usted tiene que correr para ganar. Tiene que tener una meta y que va más allá de usted mismo, y tiene que ser algo, que es lo suficientemente trascendente, y lo suficientemente motivador, como para empujarlo, motivarlo. Cuando usted pone su mira en las cosas de arriba, y cuando la honra del Señor Jesucristo, y la recompensa eterna que espera a aquellos que son fieles, les será dada, y a su vez usted pueda recibirlo y devolvérselo, y arrojarlo a sus pies. Cuando usted es motivado por eso, eso va a sacar de usted lo mejor que tiene que ofrecer.
Bueno, entonces está el versículo 6. Y, aquí tenemos el cuarto retrato que Pablo le da a Timoteo, de un cristiano fuerte. En primer lugar, es un maestro. A él se le da la responsabilidad de transmitir la verdad, mediante la cual él mismo es fortalecido. En segundo lugar, es un soldado, él está armado, y está preparado para esto. Él está dispuesto a sufrir dificultades. Él se desenreda de todos los asuntos de la vida cotidiana, y hace lo que hace para agradar al comandante. Él es un atleta que tiene una meta en mente, una meta trascendente, que lo hace hacer a un lado los pesos y todo el pecado que lo asedia, para que pueda correr rápidamente. Y, siempre guarda las reglas. Y, ahora lo encontramos definido como granjero, como un granjero.
Y, lo primero que dice, es que es un granjero que trabaja duro. ¿Qué hacen los granjeros? Muy simple, ellos siembran semilla y la cosechan. Muy simple. Es un retrato magnífico. Y, es realmente lo que hacemos, sembramos semilla y cosechamos. Eso es trabajo duro, por cierto. El granjero que trabaja duro, está ocupado sembrando semilla, está ocupado sembrando semilla. Ahora, si usted en su mente puede regresar a Mateo capítulo 13, si usted recuerda en Mateo 13, la parábola de las tierras, es una parábola magnífica, y nos dice algo que usted no debe, no puede olvidar. Y, es esto, lección muy simple, hay todo tipo de tierras. Algunas de ellas van a rechazar la verdad, y algunas la van a recibir. Eso es lo que nos dice. Hay seis tierras en esa parábola. Estaba la tierra dura, la cual rechazó de manera inmediata la verdad. Estaba la tierra con arbustos, en la cual la verdad encontró cierta bienvenida, comenzó a crecer, germinó un poco, por lo menos germinó un poco, por lo menos empezó a salir el tallo, y el sol salió y la quemó, y se murió, porque no había profundidad. Más bien la tierra con piedras, no la que tenía arbustos. Esa es la tercera. La tierra con piedra, literalmente significa una cama de roca que está abajo de la tierra, y las raíces no podían descender. Llegaron hasta donde pudieron. No podían encontrar la humedad, el sol salió, la quemó y se murió. La tercera era la tierra con arbustos, con espinos. Cuando el granjero aró la tierra, no sacó los arbustos, y los arbustos crecieron más rápido que el grano, y lo ahogó y lo mató.
Esas son las tres respuestas negativas. Algunas personas son duras, simplemente reaccionan inmediatamente con indiferencia, y no oyen la Palabra de Dios. Algunas personas la oyen y responden con gozo por un poco de tiempo. Cuando viene la tribulación desaparece. Algunas personas responden momentáneamente, pero, el amor del mundo y el engaño de las riquezas, se apodera junto con los arbustos nocivos del materialismo, hacen que la semilla se ahogue.
Pero, después hay tres tierras buenas y algunos producen a ciento, algunos a sesenta, y otros a treinta por uno. Entonces, usted tiene seis tierras. Ahora, todo tiene que ver con tierras. Lo que es maravilloso acerca de esa parábola, es que no dice nada acerca de la capacidad del sembrador. Nada acercad de eso. No es una parábola que dice: “Ahora observa. Si quieres ganar al mundo, tienen que ser eficaces en el evangelismo. Esto es lo que tienen que hacer. Tienen que aprender a cómo aventar la semilla. Sembrador número uno, hizo esto y no fue muy bueno. Sembrador número dos, no dice eso”. Esa no es la historia. No tiene nada que ver con la capacidad del sembrador, porque no es la capacidad del sembrador, es el estado de la tierra.
Muy bien, presentándole la ilustración de una manera vívida y simple. Imagínese a un granjero muy capaz, arrojando semilla y es muy bueno en esto. Tiene muy buena destreza, lo ha hecho toda su vida. Mete la mano en su bolsa y la esparce de una manera casi perfecta, ahí en los surcos. Y, detrás de él viene su hijo que tiene 5 o 6 años de edad, y su papá le ha hecho una pequeña bolsa, y tiene una pequeña mano regordeta, con dedos pequeños como lo tienen los niños pequeños. Y, no lo hace muy bien. Lo avienta al pelo de su papá, lo avienta en la espalda de su papá, por todos lados. Partes aquí, partes allá. El meollo, es que el niño no es muy bueno. Pero, aquí está el principio. En dondequiera que la semilla cae en buena tierra, produce fruto. Sea aventada por el sembrador capaz o por el que es incapaz, el que no es capaz, por el inepto. No es la capacidad del sembrador lo que hace la diferencia, es la condición de la tierra. El Señor prepara la tierra, usted arroja la semilla. La moraleja de la historia es la siguiente: Entre más semilla avienta usted, más probable es que caiga en tierra que es preparada. La moraleja de la historia es esta, entre más semilla aviente usted, es más probable que caiga en tierra que ya está preparada, ¿verdad? Entonces, aviente tanta semilla como pueda, en tantas direcciones como sea posible. Trabaje duro en eso. Nunca pase por alto una oportunidad de hablar una palabra para el Evangelio. Sea tierra dura, sea respuesta temporal, o lo que sea, simplemente siga aventando semilla.
Dice usted: “No soy muy bueno en esto”. La Palabra tiene su propio poder. Simplemente presente el Evangelio, de que los hombres son pecadores, que se dirigen a una eternidad impía de castigo. Solo hay una esperanza para el perdón de pecados y el cielo, y eso fe en el Señor Jesucristo, quien murió en la cruz, y resucitó. Y, dé la verdad simple del Evangelio. Apúntelos a la Palabra de Dios. Deje que la semilla haga su obra. Usted no necesita alterar la semilla, y usted no puede determinar la tierra. Lo único que puede hacer, es aventar la verdad. Entre más lo hace, más probable es que caiga en buena tierra.
Nunca deja de sorprenderme cómo la gente responde. Sentado en un avión, leyendo mi Biblia, un hombre que estaba a mi lado me ve y dice – esto es realmente lo que dijo: “Puedo ver que usted tiene una Biblia”. “Sí, así es”. Él dice: “¿Sabrá usted cómo puedo tener una relación personal con Jesucristo?”
Le dije: “Sí”. Y, entramos a eso. Ahí había buena tierra, tierra buena. Nuestros jóvenes del Master’s College, fueron en un viaje de misiones, durante la semana de misiones a Utah, y conocieron a un joven de una familia mormona polígama. Su padre tiene seis esposas y cincuenta y siete hijos, de los cuales él es uno. Y, los jóvenes de la universidad establecieron una amistad con este joven, simplemente lo amaron en Cristo, y le presentaron la verdad a él. Y, tuvieron un impacto tan fuerte, que vino al Master’s College esta semana a visitarlos. Creo que han pasado ya muchas semanas desde que tuvieron nuestra conferencia de misiones. Él quería venir y volverlos a ver. Y, esta semana él abrió su corazón y se entregó a Jesucristo. Y, él me dijo, después de que hablé en la capilla el viernes, me dijo: “Solo he sido un cristiano creo que dos o tres días”. Él dijo: “No puedo decirle cuántas cosas se han aclarado de manera total para mí, desde que he sido salvo”.
Usted no sabe dónde está la tierra buena. Dios lo sabe y Dios la prepara. Y, algunas veces, es en lugares que son poco probables. Pero, los granjeros que trabajan duro, simplemente continúan sembrando semillas. Si usted quiere ser un cristiano fuerte, trabaje duro en sembrar la semilla. Trabaje duro en cosechar. Trabaje duro – si puedo extender la metáfora – en regar, en edificar a alguien que está sembrando.
Hay un segundo punto contundente acerca de los granjeros. No solo siembran semilla, pero, como dije, la cosechan. Deben ser los primeros en recibir su parte del cultivo. Y, ¿sabe una cosa? Esto es realmente bueno. La buena parte de ser granjero, es que usted recoge la cosecha. Hombre, esto es algo motivador para mí, me encanta eso. Es un gozo tan emocionante, y es una realidad tan hermosa, el estar involucrado en llevar a gente a Cristo. Y, esa es una de las razones por las que me encanta sembrar semilla, porque me gusta la cosecha. ¿No le gusta a usted? ¿Hay algo más emocionante que llevar a alguien a Cristo? ¿Algo más emocionante que descubrir que en un corazón donde usted sembró la semilla, Dios permitió que creciera y se volviera vida eterna?
Eso es lo que hacemos. Somos granjeros. Sembramos semilla. Sembramos semilla. Y, Dios produce vida y probamos la cosecha. Gozo tremendo.
Bueno, se acabó mi tiempo. Simplemente resumiendo, ¿quiere ser un cristiano fuerte? Aquí está el retrato. Aquí está el retrato. Sé un maestro, sé un soldado, sé un atleta, sé un granjero. Ahora, escuche con atención conforme cierro. Cuatro retratos, ¿las escuchó? Permítame encerrarlas en una. Simplemente necesito un retrato, versículo 7: “Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo”. En cierta manera, está diciendo: “Entiende esto. Entiende esto. Permíteme explicarte esto. Tienes que entender esto, como Pablo, acuérdate de Jesucristo”. ¿Por qué dice eso? Usted dígame. ¿Quién es el maestro más grande que jamás caminó sobre la tierra? Jesucristo. ¿Quién es el soldado más grande que peleó la batalla más grande y ganó la victoria más grande? ¿Quién es el atleta más grande que corrió la carrera más grande, que ganó la corona más grande, y nunca violó una regla? ¿Quién es el granjero verdadero, que realmente planta la semilla, y cosecha, y recibe toda la gloria? Jesús.
Pablo dice: “Mira, considera lo que te digo, y el Señor te dé entendimiento. Y, si quieres entendimiento, simplemente toma los cuatro retratos, y enróllalos en uno, y recuérdate de Jesucristo. Él es tu modelo”. ¿Fue Él un maestro, un maestro fiel quien siempre habló la verdad, quien siempre penetró en toda situación con la verdad? ¿La transmitió para que otros pudieran transmitirla? Sí. ¿Fue Él un soldado? ¿Estuvo Él siempre en la batalla? ¿Siempre estuvo en la batalla en contra de las mentiras, y el engaño, y el enemigo? Sí. ¿Él es el atleta que corre la carrera más verdadera, más pura, con la mayor cantidad de esfuerzo, nunca distrayéndose de esa meta final, siempre haciendo lo que hizo para agradar al Padre que lo envió? ¿Nunca violó una regla? Absolutamente. ¿Es Él quien siempre siembra la semilla? ¿Es Él quien capacita a toda siembra que jamás se lleva a cabo, y recibe todo el crédito por toda cosecha, y se regocija en toda cosecha eternamente? Claro que sí.
Entonces, resumiéndolo, regresamos a donde pensaba usted que íbamos a llegar. Si usted es un cristiano fuerte, usted se va a ver mucho como Cristo. Va a ser conformado más y más a su imagen. Esa es la manera en la que la iglesia necesita ser, fuerte en la gracia que es en Cristo Jesús. Y, terminamos en el versículo 8, donde comenzamos en el versículo 1.
Padre, te damos gracias por nuestro tiempo en esta noche. Ha sido tan refrescante el estar con tus santos, el estar con tu pueblo amado. Tan refrescante el cantar canciones de alabanza, y oír canciones de testimonio, y oír las palabras de estos jóvenes que han hablado de tu amor hacia ellos, y tu obra en tus corazones. Ha sido desafiante oír de nuevo que Tú quieres que seamos fuertes. Señor, oro con ese fin en mente, porque la gente de esta congregación sea fuerte en la gracia que es en Cristo Jesús. Y, que no se involucre en la debilidad de la iglesia de la actualidad. Que nunca perdamos el amor que debe ir de la mano con nuestra fortaleza. Podemos actuar como hombres y ser fuertes, siempre manteniendo una actitud de amor. Pero Señor, mantennos fuertes para tu gloria y para tu honra, en el nombre de Cristo. Amén.
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