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Esta noche regresamos a un tema que comenzamos en el mensaje esta mañana cerca de ser fuerte en el Señor. Si es tan amable de abrir su biblia en el 6º capítulo de Efesios, vamos a ver juntos la palabra de Dios. La Biblia tiene tanto que decirnos de gran importancia para nuestras vidas, y este pasaje está entre los más importantes en la vida de un creyente.

Como dijimos en esta mañana, una de las actitudes que la iglesia debe tener es valentía, fortaleza. Fortaleza espiritual. La capacidad de permanecer firme en medio de los desafíos y dificultades que vienen en contra de nosotros. La fortaleza espiritual es crucial para la vida de la iglesia. Y conforme continuamos en nuestro estudio de la anatomía de la iglesia, es crucial que entendamos la función que la fortaleza tiene, y lo que significa ser un creyente fuerte.

El domingo pasado, hablamos del asunto de ser fuerte en medio de nuestra debilidad humana. Y esta semana, estamos viendo el ser fuerte en medio de los ataques de Satanás y el reino de las tinieblas. Permítame leerle los primeros versículos de nuestro texto. Efesios 6:10 al 13: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en el poder de Su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.”

Eso nos presenta este asunto de la fortaleza espiritual en el contexto de los esfuerzos de Satanás en contra de nosotros. Debemos ser fuertes. Para ser fuertes contra los principados y las potestades como son llamadas con frecuencia contra los gobernadores, contra las potencias de el mundo demoniaco, tenemos que estar armados con la armadura de Dios.

Esta mañana hablamos del hecho de que Satanás desarrolla estrategias, y desarrolla, implementa sus estrategias mediante una fuerza de demonios que implementan su voluntad en el sistema del mundo no regenerado. El sistema del mundo, como nos dice 1 Juan 5:19, está bajo el control de Satanás. “El mundo entero está bajo el control del maligno.” Satanás es el Dios de este mundo, el príncipe de este mundo, y él ha diseñado una campaña engañosa, anti-Dios, anti-Cristo a través del sistema del mundo humano. Nosotros como cristianos estamos bajo el ataque de ese sistema.

Y señalo esta mañana que no es que estamos siendo atacados tanto de manera directa por parte de demonios que vienen y viven en nosotros o vienen y desempeñan su trabajo de alguna manera en nuestras mentes, sino más bien que el sistema demoniaco nos ataca a través del mundo que nos rodea, a través de las tentaciones de los deseos de los ojos, los deseos de la carne, la vanagloria de la vida que viene a nosotros a través de cómo es el mundo en el que vivimos. Para nosotros, nos parece, a nivel superficial, ser un problema muy humano. Estamos lidiando con filosofías y ecologías y moralidades, o la ausencia de las mismas. Estamos enfrentando tolerancias y actitudes que vienen a nosotros a nivel humano porque vienen a nosotros a través de seres humanos y sistemas humanos, gobiernos y sistemas morales y educación y demás. Pero la realidad es que son las estrategias de Satanás, desarrolladas por él en el consejo de su propia mente contaminada, y también implementadas a través de su red masiva de demonios, e implementadas en contra del hombre como sistemas humanos solo al final. Y están establecidas para destruir la obra de Dios.

Y le dije esta mañana y lo vuelvo a repetir que el esfuerzo entero de este sistema mundano es en contra de Cristo, en contra del pueblo de Dios. La maldad del sistema y la obra de Satanás no es en contra de la gente impía. Satanás no está atacando a la gente no regenerada. Ya está de su lado. El sistema entero ha sido desarrollado para atacarnos aquellos de nosotros que conocemos y amamos a Jesucristo.

Entonces aquí estamos en medio de un mundo que ha sido diseñado de tal manera por parte de Satanás para hacer lo que puede por destruirnos. Llama a una fortaleza tremenda para poder resistir en contra de las asechanzas del diablo. Poder resistir en contra de su estrategia sutil. Su estrategia. Y esto demanda una cantidad tremenda de preparación. ¿Y cuál es esa preparación? Pues de acuerdo con este pasaje, esto es la armadura de Dios. Permítame leerle lo que se incluye en esa armadura, comenzando en el versículo 14: “Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del Evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu.” Vamos a detenernos en ese punto. Ahí está la armadura del cristiano.

Y les recuerdo de nuevo que el versículo 11 dice: “Vestíos de toda la armadura de Dios,” y el versículo 13 dice: “Tomad toda la armadura de Dios.” Dos veces se nos manda a defendernos en contra de este ataque al estar preparados con la armadura de Dios. Nos capacitará, dice el versículo 11, a estar firmes. Nos va a capacitar, versículo 13, a: “resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.” Y de nuevo en el versículo 14, por tercera vez, a “Estad, pues, firmes,” tan solo en esos pocos versículos.

La idea entera es poder estar firmes en medio de este ataque. Para poder hacer eso de manera eficaz, debe ponerse toda la armadura de Dios. Y como le sugerí esta mañana, este asunto no debe ser resuelto inclusive por alguna estrategia corporativa. No debe ser resuelto por algún ataque en contra de los demonios o en contra de Satanás mismo, sino que más bien, si vamos a enfrentar los ataques tremendos de Satanás que vienen a través del sistema del mundo, tenemos que lidiar con nuestras propias vidas al asegurarnos de que estamos armados para la guerra.

Hablemos de la armadura. Es muy práctico. Como le mencioné esta mañana, Pablo tiene en mente el soldado romano. Y lo que tiene usted aquí de manera típica es, el atuendo básico que un soldado romano involucrado en la batalla habría tenido. Él habría tenido un cinto que se ponía en su cintura. Él habría tenido una coraza, una pechera, para proteger su área del pecho, que es vulnerable. Él habría tenido el tipo correcto de calzado para involucrarse en un combate mano a mano. Él habría tenido un escudo y habría tenido un casco para proteger su cabeza, y habría tenido un espada para involucrarse en la batalla. Ese es la imagen en la mente de Pablo. Las implicaciones espirituales son profundas para todos nosotros. Comencemos, en primer lugar, en donde Pablo comienza en el versículo 14.

Lo primero que necesita saber, si va a estar en esta batalla, y poder permanecer firme, es que tiene tener sus lomos ceñidos con la verdad. Este es el cinto, el cinturón. Sus lomos. Su sección de la parte de en medio del cuerpo. Y un soldado romano comenzaba en el asunto de armarse a sí mismo para la batalla colocándose un cinturón – el cinturón del soldado – en el cual se podía colocar su pechera, la cual estaba sobre sus hombros. Y conectada a ese cinturón, un cinturón al cual se conectaba una funda para colocar su espada. Y más que eso, el cinturón le ayudaba para otro propósito. El cinturón se apretaba, y las esquinas de su túnica eran metidas en ese cinturón. Recordará usted en tiempos antiguos, básicamente usaban lo que en la actualidad se considera un vestido una pieza de material con un hoyo para la cabeza, y dos hoyos para los brazos, y ciertamente usted se la ponía. Y cuando usted salía la batalla, ciertamente no quería salir a la batalla con su vestido volando por todos lados. Alguien podía jalarlo, colocarlo sobre su cabeza y decir, “Ahí está la cortina.” Y usted entiende. Y ciertamente, no quería que sus brazos se enredaran en su vestido, su túnica. Y usted debía asegurarse que conforme entraba en la batalla, que tenía todo muy cerca del cuerpo, muy apretado. Y de manera típica, jalaban las esquinas de esa túnica y la hacía en una especie de mini túnica para que pudieran moverse con cierta libertad y agilidad en el combate mano a mano en el cual estaban involucrados. Y si era necesario, podían agacharse, correr, y moverse. Ver el cinturón es entender algo muy básico para la batalla. Y en la imagen de Pablo él lo llama el cinto, o el cinturón de la verdad. Inclusive, será mejor traducir la palabra veracidad.

Y no creo que aquí está hablando tanto acerca de contenido. No creo que está hablando de doctrina bíblica. Él habla de eso cuando llega ¿a qué arma? A la espada. De lo que está hablando es veracidad en el sentido de dedicación. Realmente la idea de sinceridad. Es la idea de entrar en la batalla con miras a la seriedad de lo que usted está haciendo, aquello en lo que esté involucrado, y hacer un compromiso verdadero con ello. Un deseo sincero de contender. Un deseo sincero de jalar todos los extremos que están sueltos en su vida. Pedro tiene eso en mente.

Pedro habla de ceñir sus lomos. En otras palabras, jale los extremos que están sueltos en su vida si realmente se va a involucrar seriamente en la batalla. En el versículo 13 del 1 Pedro 1: “Ceñid los lomos de vuestro entendimiento.” Manténganse sobrio, o mantengan sus prioridades correctas. Jale los extremos que están sueltos en su vida, y haga un compromiso verdadero con la batalla. Y cualquier persona en cualquier esfuerzo como este sabe que la victoria comienza con un compromiso, con ganar. Un compromiso total de corazón, alma y mente con la victoria. 

Y supongo que será apropiado decir que la mayoría de los cristianos pierden la batalla espiritual en este punto, y es simplemente porque ganar no les es tan importante para ellos. Están contentos con perder. Cuando usted quiere ganar por encima de cualquier otra cosa, usted tiene una oportunidad de pelear. Cualquier menos que eso, es probable que sea pisado. Tiene que haber una actitud de corazón de un campeón. Un ganador que dice, “He fijado mi esperanza en el futuro. He fijado mi esperanza en la recompensa eterna. Quiero que Cristo sea glorificado en mi vida. Quiero que la justicia prevalezca. Quiero ser útil a Dios. Quiero ser tan útil como sea posible. Ese es el tipo de compromiso del que estamos hablando. Ese es el tipo de compromiso criollo en otro contexto del que Pablo habla en Romanos 12 cuando él habla acerca de presentar su cuerpo como un sacrificio vivo, llegando al punto en el que usted hace el sacrificio definitivo de todos sus deseos y de sus propios deseos, y de su propia voluntad, y en el propio plan que usted ha establecido para su propia vida, y lo somete todo a Dios.

Es un especie de abandonarse a sí mismo y a asegurarse de que todas sus prioridades están en el lugar correcto, comprometiéndose al Señor. Ahí es donde todo comienza. Y le puedo prometer que usted no va a ganar en esta batalla espiritual hasta que ganar sea realmente importante para usted. ¿Y cómo se vuelve importante para usted? Cuando usted entiende lo que está en juego. Cuando usted entiende que la recompensa eterna está en juego. Cuando usted entiende que la gloria eterna del Señor Jesús está en juego. Cuando usted entiende que la utilidad en el Reino está en juego para usted. Cuando usted entiende que las almas de la gente están en juego. Pablo le dice eso a Timoteo, cuando le dice a Timoteo, “Mira, ¿por qué estoy golpeando mi cuerpo? ¿Por qué estoy ejerciendo disciplina personal?” Porque él dice en el capítulo 4 del 1 Timoteo, estamos lidiando con algo que tiene consecuencias eternas. Esto no es algo trivial. Esto es una batalla con consecuencias inmensas. Las almas de la gente están en juego aquí. Recompensas eternas están en juego. La gloria de Cristo, la honra de Cristo. Son asuntos muy importantes.

Algunas personas se entregan a sí mismas por amor a su país. Hubo una época, creo yo, en Estados Unidos, cuando eso fue el caso. De alguna manera, eso se destruyó en la guerra de Vietnam. Me pregunto ahora cómo podríamos, en años por venir, un ejército de personas que estuviera dispuesto a entregar su vida por su país. Supongo que en ciertas maneras, es bueno que podemos disparar armamento en contra de personas y no tener que involucrarlos en combate. Porque me pregunto si la gente estará dispuesto a entregar su vida como lo hicieron en el pasado. Pero hubo una época cuando la gente tomó el camino noble y estuvo dispuesto a morir por su país, y usted y yo y muchas personas que no lo valoran, vivimos en las libertades que esas personas compraron para nosotros. Hay personas que entregarían su vida por lo correcto, porque es una causa noble. Hay personas que se sacrificarían mucho por algo menos que una causa noble, pero algo en lo que creen.

Siempre pienso en eso cuando veo a los jugadores de futbol en la Liga Nacional de Futbol pegándose de manera fuerte y se vuelven cuadripléjicos y me pregunto, “¿Es así de importante?” Para algunas personas, me imagino que sí es. Me es sorprendente el ver el grado caso ilimitado al cual la gente puede llegar por algo que piensa que es importante. Y esa es la pregunta que comienza con todo el asunto de victoria espiritual en su vida.

Me acuerdo cuando fui un alumno en la universidad y tuve un amigo. Estábamos en una competencia de atletismo, en una competencia de Orange County, 35 universidades y universidades estaban participando, y yo básicamente era un jugador de béisbol en la primavera, y un jugador de futbol en el semestre de invierno. Pero querían que yo corriera porque podía correr bastante rápido. Y entonces tuvimos esta gran competencia de atletismo y estaba involucrado ahí en la carrera y corría las carreras de sprint, y tuve que correr ahí en la carrera de relevos de la milla, los 400 lo llaman, y correr un circuito y pasar la estafeta. Y tuve un amigo que corrió en ese equipo conmigo y estaba teniendo un mal día. Ambos estuvimos involucrados en el salto largo, y él había saltado seis veces, esos son los intentos que a usted le dan, y lo que significa es que él perdió. Y él estuvo por encima de la medida 6 veces. Eso es bastante difícil hacerlo. Significa que usted realmente no está muy enfocado. Y entonces estaba un poco preocupado por su concentración en ese día. Y bueno, entramos, llegamos a la final de esta competencia de Orange County, con todas estas universidades, y teníamos la oportunidad de ganar porque teníamos un equipo muy bueno, un muy buen equipo de relevos. Y yo era el segundo, y porque funciona así, el primero es el que sale, el segundo pierde, y usted tiene a dos que pueden recuperarse. Entonces yo fui el segundo. Y nuestro primer hombre salió y él corrió muy bien, y entró y me entregó la estafeta de manera perfecta ahí en el carril, entre las líneas, y salí ahí, francamente corrí lo mejor que jamás había corrido en mi vida, y llegué en primer lugar, y realmente estábamos donde necesitábamos estar porque tuvimos una muy buena tercer etapa porque mi amigo Ted realmente hizo un buen trabajo. Y si tan solo podíamos mantenerlo, podíamos ganar. Y le pasé la estafeta a Ted, un pase perfecto, y todavía íbamos ganando cuando salimos, cuando él dejó el carril de pase. Y realmente estábamos muy emocionados. El lugar estaba gritando y todas estas personas que estaban llenando ahí las bancas. Y Ted entró, dio la vuelta a la curva, y lo que hizo es que salió ahí a la recta y se detuvo y se salió del carril y se sentó en el pasto. Se acabó la carrera. Terminamos. Nuestro último corredor nunca recibió la estafeta. Nunca corrió. Estaba tan sorprendido, y como siempre usted sabe en cierta manera el líder siempre expresivo, simplemente corrí, llegué al pasto a la mitad del campo donde él estaba sentado, y le dije, “¿Qué pasó?” Pensé que probablemente se había roto el ligamento o algo así. Nunca olvidaré lo que dijo. Me vio y dijo, “No sé, simplemente no tuve ganas de correr.” ¿Sabe? Una cosa difícilmente puede contenerse a sí mismo en un momento como ese. Usted entiende. Su primera reacción es quitarse su taco y enterrarlo usted sabe en su espalda o – absolutamente inconcebible. Perdimos.

Es algo terrible cuando algo que le importa a la gente no le importa a usted. Y si usted es parte de un equipo, el hecho de que no le importa a usted puede afectar a muchas personas. Si usted cree que eso es malo en una carrera de atletismo, entienda lo malo que es en un combate mano a mano. Si usted estuviera rodeado de personas que no tienen compromiso con la victoria, y como consecuencia, su vulnerabilidad se ve multiplicada. Digo, todo esto de la guerra espiritual comienza con compromiso. Y no estoy tratando de darle una plática motivacional, simplemente estoy tratando de decirle el hecho de que hasta que entiendan las cosas eternas, hasta que pongan su mente en las cosas de arriba y no las cosas de la tierra, hasta que ofrezcan su cuerpo en sacrificio vivo, hasta que los propósitos de Dios le importen más a usted que sus propias metas y ambiciones, hasta que la gloria eterna sea lo más importante en su vida, y no la comodidad mundana, usted no se va a poner el cinto. Usted no va a jalar los extremos que están sueltos en su vida y usted no va a hacer un compromiso con la batalla que se puede convertir en victoria. Ahí comienza todo.

En segundo lugar, en el versículo 14, Pablo ve este imagen del soldado romano quien está tan preparado para la guerra, y ve la coraza de justicia. Ahora, la coraza o la pechera en tiempos antiguos era hecha de piel gruesa. Podrían ser hechas de alguna configuración de piel con metal como quizás lo han visto. Algunas veces usted ha visto retratos de soldados romanos que tenían una águila grande en un escudo de bronce, y estaba colocado sobre su pecho. Un especie de protección muy fuerte. Han habido todo tipo de corazas que se han usado. Pero esas corazas eran absolutamente cruciales porque lo que hacía era que cubrían los órganos vitales. Y si usted se involucraba en un combate mano a mano y de alguna manera alguien le pegaba en el brazo, de alguna manera alguien le perforaba el hombre, alguien podía dispararle a su pierna en algún lugar y podrá sobrevivir. Pero si comenzaban a picarle por aquí, usted estaba en problemas serios. La parte vital necesitaba protección. Algunas veces inclusive usaban lino muy pesado, y lo cubrían de hierro. Algunas veces colocaban partes de cuerno de animal ahí para actuar como barrera. Y ningún soldado salía al combate mano a mano sin la protección que se necesitaba en esa área.

Ahora, ¿cuál es la imagen que Pablo ve aquí, traduciéndolo en términos de la dimensión espiritual? Pues, es algo muy simple. Es cuestión de proteger las áreas vitales de su vida con la coraza de ¿qué? De justicia. ¿Qué es eso? Eso es simplemente hacer lo que es correcto. Hacer lo correcto. Es el mismo tipo de justicia del cual Pablo le habló a Timoteo en 1 Timoteo 6:11 cuando le dijo: “Huye de estas cosas.” Cosas pecaminosas, todas las cosas involucradas con el amor al dinero. Huye de esas cosas, hombre de Dios, y sigue la justicia y la piedad.

Si usted no está viviendo de manera justa, tiene una vulnerabilidad inmensa. Usted realmente es vulnerable, está expuesto. Si hay un patrón de impiedad en su vida, si hay un patrón de pecado en las palabras de   2 de Corintios 2:11, le ha dado usted una ventaja a Satanás. Él tiene la ventaja si hay pecado en su vida. Y con eso, no estoy diciendo que necesita ser perfecto. Pero estoy diciendo que necesita enfrentar el pecado. Esa es la razón por la que en el 2 de Corintios, capítulo 7, versículo 1, Pablo dice teniendo pues estas promesas: “limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.” Y si usted no está enfrentando el pecado en su vida, y esforzándose a caminar de una manera piadosa y justa, está expuesto, y su área vital está abierta a los ataques del enemigo.

Si usted no está viviendo una vida justa, y Satanás viene a usted con esta inmensa multitud de tentaciones que ha diseñado en el sistema humano y pueden cruzar por esos puentes, por una puerta abierta, pues deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, no tenga usted ninguna comunión, dice 2 de Corintios, 6:14, con la injusticia, no tenga ninguna comunión con la impiedad. No tenga ninguna comunión con las tinieblas. Simplemente crea una vulnerabilidad terrible. Dice usted, “Bueno, ¿qué si hay pecado en mi vida?” Bueno, lo que debe hacer es confesar su pecado, y el Señor es fiel y justo ¿para qué? Para perdonarlo. Confróntelo. Enfréntelo de manera honesta, abierta. Déjelo.

2 de Timoteo 2:22: “Huye de las pasiones juveniles, y sigue la justicia.” Invoque al Señor de un corazón puro. Como puede ver, lo que eleva su vulnerabilidad en la guerra espiritual es el pecado. Y si hay un patrón de pecado en su vida, usted no va a tener la victoria. Usted es débil, usted no es fuerte. Por otro lado, por muy fuerte que es Satanás, por muy inteligente que es, por sofisticado que sea la impiedad del sistema del mundo, por abrumador que sea, si usted está caminando en un patrón justo y enfrentando los pecados que surgen en su vida, y buscando la santidad con todas sus fuerzas, Satanás no puede darle un golpe fatal. Él no puede darle un golpe fatal.

Viva una vida pura, o va a ser un soldado derrotado y va a dejar de ser útil. Va a dejar de ser bendecido. Va a dejar de ser una gloria al Señor, y va usted a perder una recompensa eterna. Busque la justicia. Eso es lo que protege sus áreas vitales.

Ahora hay un tercer componente aquí. Creo que es uno muy, muy vívido también en el versículo 15. Él dice: “y calzados los pies.” Pónganse zapatos. ¿Cómo son llamados estos zapatos? Bueno, son llamados el apresto a la preparación del Evangelio de la paz. ¿Y qué significa eso? Bueno, la palabra apresto a preparación simplemente significa, “Prepare sus pies. Prepare sus pies con los – con el calzado apropiado.” ¿Y qué son? Son el calzado, los zapatos llamados el Evangelio de la paz. Ese es una parte importante de la armadura.

Yo puedo recordar en mi carrera atlética lo importante que era tener en tipo correcto de zapatos. Si usted iba de un deporte al otro, y cuando estaba involucrado en algún tipo de deporte activo, usted tenía que tener el tipo correcto de zapatos para que pudiera pararse bien. Para que pudiera tener control total de su cuerpo cuando estaba en movimiento. Si estaba en beisbol, necesitaba cierto tipo de tacos ahí en el calzado. Cierto tipo de taco para poder ayudarle hacer lo que podía hacer, y mantener su equilibrio. Si estaba en basquetbol, necesitaba cierto tipo de calzado. Si estaba en tenis, lo que fuera. Estaba diseñado para ayudarle a permanecer firme y poder flexionarse, moverse y tener control total de su cuerpo, y no perder su equilibrio, y de esa manera evitar el resbalarse y caerse. Y claro, nunca fue más necesario como lo fue en futbol.

Me acuerdo, no sé por qué pienso en todas estas partes antiguas de mi vida, pero me acuerdo un día cuando estábamos jugando un juego de futbol, cuando estaba en mis días de universidad. Estábamos jugando un partido de futbol en el Rose Bowl. Jugamos varias veces ahí. Yo regresaba las patadas para comenzar. Y yo estaba ahí de regreso y estaba devolviendo la patada, y realmente el campo estaba en una condición muy pobre. Había llovido mucho. Y claro, cuando llueve mucho – Son más sofisticados en la actualidad, pero en esas épocas, simplemente lo que hacían es que rociaban de pintura verde el polvo. Entonces el campo estaba desgastado y había sido pintado de verde, pero no había mucho césped. No había mucho pasto. Y yo había salido ahí en mis zapatos de futbol con tacos pequeños en lugar de usar los que son para lodo, porque los que de lodo me hacían perder velocidad. Y pensé que iba usar los pequeños, sin pensar lo que podía suceder. Y recibí la patada, di un paso, y aterricé en mi hemisferio sur, en frente de todo mundo en una posición perfecta de asiento. Por alguna razón, fue un momento inolvidable conforme vi hacia arriba, rodeado por 21 jugadores, y lleno de gente viéndome como si me sentara solo, sin que nadie me pegara. Y veo a esto a partir de ese entonces, claro, inmediatamente salí del campo, fui con el hombre del equipo, y le puse tacos largos a mis zapatos.

Creo que lo irónico de esto fue que ese fue el último juego. Creo que fue el último juego de futbol que jugué. Fue un tazón al final del año y fue un momento tan monumental que esos zapatos, los cuales terminaron raspados después de una temporada entera de futbol, y lo más notable es que tenían estos tacos largos. Le pedí al hombre que le pusiera los más largos que tenía por ahí. Y por alguna razón extraña, en cierta manera se convirtieron en un artículo de colección en mi familia. Y mi mamá y solo con ellos, algo que solo una madre haría, ella hizo que los bañaran de bronce. ¿Puede creer eso? Y en mi casa, tengo esos zapatos de bronce con esos tacos largos, como un recordatorio de que usted no entra a la batalla sin tener los zapatos apropiados. Supongo que si ella le preguntara a mi papá si esto podía servir como una ilustración espiritual, eso podría haberme ayudado en mi vida futura.

Y entonces están ahí en mi chimenea como un recordatorio de asegurarme que sus pies están preparados de manera apropiada. Y hay una lección espiritual ahí, y es exactamente el caso aquí. De hecho, lo que los soldados romanos solían hacer era que desarrollaron lo que era llamado una bota especial. Muy simple, usted colocaba una suela de piel y usted clavaba clavos ahí en las suelas de piel de tal manera que los clavos salían por abajo, y usted terminaba con unos pequeños clavos así. ¿Por qué? Porque estaban en el suelo. Estaban en la tierra o en algún tipo de césped o en algún campo en algún lugar, y era una muy buen idea tener un tipo de calzado que le ayudara a ponerse de pie porque literalmente estaba en un combate mano a mano. Tenían sus pies preparados para entrar en esta guerra, para entrar en este combate. Y si no era así, se podían haber estado resbalando de una manera muy ineficaz y ser muy vulnerables.

Y me encanta lo que dice en el versículo 15, y esto es lo que hace sus zapatos, “el Evangelio de la paz.” El Evangelio de la paz. Ahora, yo he oído muchos predicadores hablar de esto, pero no creo que con frecuencia lo explica bien, porque casi cada vez que oigo un predicador referirse a esto, dicen que tomamos nuestros pies y predicamos el Evangelio. Bendito son los pies de los que publican las buenas nuevas. De eso no estoy hablando aquí. No estoy hablando de pies que van a algún lugar. Estoy hablando de pies haciendo qué? Estando firmes. Estos no son pies evangelísticos. Estos no son los pies hermosos de los que predican las buenas nuevas. Estos son los pies de los que están bajo ataque en la guerra espiritual. Y con estos pies, usted permanece firme, y está en contra de Satanás y no corre. Y estar en un equilibrio perfecto conforme él viene en contra de ustedes, sus pies están colocados sobre tierra sólida, y están anclados. ¿Y qué es lo que los ancla? Es el Evangelio de la paz. Ahora, ¿qué significa eso? Significa esto. Significa que el Evangelio es que hemos hecho la paz ¿con quién? Con Dios. Esas son las buenas noticias, ¿no es cierto? Las buenas nuevas es que tenemos paz con Dios. Y entonces yo estoy firme, ¿por qué? Porque he hecho la paz con Dios, lo cual significa que Dios está de mi lado y esa es la razón por la que puedo estar firme. Y cuando Satanás viene en contra de mí, yo simplemente digo, “Dios contra él.” Cuando las tentaciones vienen, cuando el mundo ataca, Dios ha hecho la paz contigo a través del Evangelio. Tú estás de mi lado, necesito Tu fortaleza.

Eso es esencialmente lo que usted tiene en el versículo 10. Fortaleceos. ¿en quién? En el Señor y en el poder de Su fuerza. Una ilustración de esto, también la tomo de mi juventud. Yo era un alumno de secundaria. Estaba en la secundaria de North Downey, un lugar difícil. Una secundaria algo difícil. Cuando yo fui un alumno de secundaria, esa fue una secundaria difícil, teníamos un estacionamiento para los jóvenes que llegaban a la escuela. Algunos de ellos tenían 20 años de edad. Todavía estamos en el 8º grado, en 2º de secundaria, era un lugar difícil. Esa fue la primera vez que conocí la mariguana. Solían colocarla en la caja de fusibles en el baño de los hombres, y los niños entraban y la tomaban. Digo, eso fue hace mucho tiempo atrás, pero estaba ahí. Habían algunas pandillas en el área, inclusive – Era una secundaria con un ambiente bastante pesado. Y esto se puede oír como algo raro pero por alguna razón, esta pandilla se enojó contra mi en una ocasión. Yo estaba ahí, trabajando en mi taller de carpintería. Estaba de pie en algo, y uno de ellos aventó un pedazo de madera y  me abrió la cabeza, y tuvieron que meter puntadas. Me la tuvieron que cocer.

Tenía un pequeño amigo que se llamaba Roger, se veía como el muñequito de la harina Pillsbury. En cierta manera se veía como alguien que era demasiado joven para estar en secundaria. Y Roger y yo éramos amigos, y por alguna razón, les gustaba molestarnos a los dos. Yo era algo más pequeño en mi época de secundaria y Roger era mi amiguito, íbamos a la iglesia juntos. Mi papá era pastor en la primera iglesia de Downey en ese entonces, y estos jóvenes nos molestaban. Y les gustaba mucho molestarnos. Ellos nos tiraban los libros del brazo o algo así, y un día en los vestidores en el gimnasio, nos empujaron con la banca ahí en los vestidores y nos pegamos con la cabeza ahí en los vestidores en una ocasión de hecho golpearon a Roger. Bueno, Roger tenía un hermano que se llamaba Steve, nunca lo olvidaré. Él era el linebacker de en medio de la Universidad de Long Beach. Entonces Roger me dijo un día, “Le voy a decir a mi hermano.” Y así fue. Y había un hombre que en cierta manera era el líder de la pandilla. Su nombre era John Elverey, nunca lo olvidaré. Y Roger estaba cansado, y le dijo a su hermano. Su hermano era un hombre enorme. Y vino a la escuela un día, temprano en la mañana antes de las clases, y él estaba ahí a la vuelta de la esquina del gimnasio donde este grupo de personas se congregaban, y Roger – y de un cierta manera estaba ahí junto a Roger, y Roger dijo eso, “Oigan, ustedes.” Y simplemente comenzaron a reírse y a reírse. Y mientras que se estaban riendo, su hermano Steve salió por atrás del esquina del gimnasio y simplemente se puso de pie, y le dijo, “¿Cuál, Roger?” Y Roger dijo, “Ese.” Nunca lo olvidaré. Nunca lo olvidaré. Steve se acercó a este joven que estaba temblando, y simplemente le sacó los dientes, lo levantó, lo aventó contra la pared del edificio y se cayó. Y después Steve dijo, “Nunca más vuelvan a tocar a estos niños.” ¿Y sabe una cosa? En ese campus, Roger era el jefe. Él podía ir a cualquier lugar y hacer lo que quisiera. Y yo me quedé atrás de él todo el tiempo. Es una historia simpática en un sentido. Terminó de manera triste. Ese muchacho John, recuerdo leer en el periódico en mis días de preparatoria, fue matado en una pelea en un bar. Pero miro hacia atrás y digo, ”Es realmente bueno tener a alguien que es bastante grande y fuerte para que le ayude a usted en la batalla. Y eso es lo que significa que sus pies estén calzados con el apresto del Evangelio de la paz. Usted ha hecho la paz con Dios. Él está de su lado. Él está ahí como su gran defensor. Y todo lo que tiene que hacer es clamar a él en el momento de la batalla, y él estará ahí para entregar Su fortaleza. No trate de pelear por sí sólo. Clame a Él, y Él vendrá a su rescate.

Escuche 1 de Juan, 4:4: “Vosotros sois de Dios,” hijitos. ¿No es eso maravilloso? “Vosotros sois de Dios,” hijitos, ”y los habéis vencido;” ¿Por qué? “Porque el mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” Aproveche Su recurso divino. La victoria es de usted si usted simplemente clama a Dios y Su fortaleza. Dice usted, “¿Qué significa eso?” Simplemente clame en medio del ataque. “Fortaléceme, o, Señor. Ven a mi rescate” Así como el salmista lo hizo muchas, muchas veces.

Bueno, sigamos avanzando. Versículo 16. “Además de todo eso, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.” Tome el escudo de la fe porque va a extinguir los misiles. Este escudo, en el tiempo romano, era de unos cuatro pies por dos y medio pies. Cuatro pies de alto, y dos y medio pies de ancho. Y los soldados se colocaban detrás de estos escudos, literalmente. Algunas veces cuando un ejército se movía como una falange – ese es una especie de grupo largo que se extendía por el campo, moviéndose así de lado, como una serpiente moviéndose de lado, una falange. Algunas veces cuando hacía eso, las tropas frontales tenían las corazas, los escudos y conforme el enemigo disparaba, esta falange larga de escudos extinguía las flechas que volaban. El escudo normalmente era de madera, cubierto con una piel gruesa, saturado de aceite para que cuando las flechas ardiente entraban al aceite, inmediatamente se extinguían. Era un aceite que apagaba la flama en lugar de darle energía. Conforme Satanás dispara sus misiles en contra de nosotros, conforme dispara sus tentaciones en contra de nosotros, tenemos un escudo. ¿Y cuál es ese escudo? Es el escudo de la fe.

Permítame explicárselo de la manera más simple que puedo. Toda tentación que Satanás envíe en contra de usted y en contra de mí, es una tentación a desconfiar de Dios. Es una tentación a creer una mentira. Y la mentira puede ser, “Haz esto y serás satisfecho. Haz esto y encontrarás satisfacción. Haz esto y tendrás más dinero. Haz esto y ganarás más popularidad. Haz esto y te sentirás más cómodo. Haz esto y tendrás lo que quieres.” Ese es la mentira. Y Dios dice, “Obedéceme y te bendeciré,” ¿no es cierto?

Cada vez que usted peca, usted ha creído en la mentira de Satanás y no la palabra de Dios. Si se da cuenta, lo que realmente lo protege es la fe. Si una prueba viene a mi vida y las cosas no están saliendo como yo quiero que salgan, y enfrento a la tentación de enojarme con Dios y me enojo con Dios, yo no he confiado en Él. Yo debo saber que Dios permite que estas pruebas sean enfrentadas por mí para hacerme fuerte. Debo saber que en medio de estas pruebas, Él puede cumplir Su voluntad. Yo debo saber que Dios tiene un propósito positivo en todo esto. Yo debo saber que Él esté enseñándome algo. Yo debo decir, “Dios, gracias por esta prueba y por lo que quieres para mí.” Y cuando yo hago eso, le digo no a las dudas y al enojo y a la hostilidad hacia Dios que Satanás quiere que yo muestre. Si yo creo en Dios, yo estorbo la tentación. Y si Satanás me tienta a cometer algún pecado, porque me va a traer alguna satisfacción personal y lo hago, he creído en la mentira de Satanás y no he creído a Dios quien dice, “Si me obedeces, conocerás el gozo y la bendición.” El pecado es simplemente cuestión de en quién cree usted. Y mantenga esto en mente. Satanás es un mentiroso y el padre de mentiras. Su operación entera está basada en el engaño y él miente constantemente. Todo su sistema mundano es una mentira enorme.

Alguien me preguntó, no hace mucho tiempo atrás, “¿Cuál es el problema número uno en Estados Unidos de Norteamérica? Si pudiera reducirlo, ¿cuál es el problema número uno?” Y yo le dije, “El problema número uno en Estados Unidos es el engaño. El engaño. Mentiras en todos lados. Las mentiras en todo punto en esta sociedad. Desde la presidencia hacia abajo. Hasta todo detalle de nuestra cultura, hay mentiras y mentiras y mentiras y mentiras por todos lados.” Ese es el problema principal. Y no sabemos que son mentiras porque hemos abandonado el único estándar para la verdad, y eso es, ¿qué? La palabra de Dios. Entonces no tenemos nada con que medir la situación, la vida, y por eso somos engañados si esperanza alguna.

Satanás ha desarrollado un sistema de engaño y la única manera en la que usted puede extinguir las flechas de engaño que vienen, es creer en Dios. Realmente creer en Dios. La fe apaga la tentación. Porque cuando la tentación viene a usted, usted dice, “No voy a hacer eso. Hay demasiado en juego, voy a deshonrar al Señor. Voy a enfrentar retribución y disciplina, y voy a desacreditar el nombre de Jesucristo. Yo voy a perder mi gozo, yo voy a perder mi bendición. Y mi utilidad.” Todas esas cosas que son lo más importante. Si usted quiere permanecer firme en el día malo cuando Satanás viene y dispara sus tentaciones a través del sistema del mundo, usted tiene que tener un compromiso con la batalla, justicia de vida, confianza en la presencia y el poder de Dios, quien ha hecho Su paz con usted y está de su lado, y tiene que sostener en alto el escudo de creer en Dios. Eso es lo que extingue los misiles de la tentación. “Yo no creo en Satanás. Él es un mentiroso. Y su sistema es básicamente un reflejo, una réplica de su engaño.”

Y podemos añadir el siguiente, versículo 17: “Y tomad el yelmo de la salvación.” Ahora, los soldados romanos usaban yelmos. Esto es, cascos. ¿Por qué? Bueno, porque usted no quería volverse una personalidad partida, dividida. Usted no quería que alguien le partiera la cabeza. Las flechas podían pegar en la cabeza. Había una espada llamada la ronfalla. Podía ser tan larga como cuatro pies de largo, con doble filo, y se usaba con dos manos. Necesitaba un casco para protegerlo de un golpe de ese espada. ¿Cuál es el yelmo o el casco de la salvación? ¿Quieres decir salvación? ¿Quieres decir que tienes que ser salvo? No, ya somos salvos. ¿Qué quiere decir con esto? Bueno, para ayudarnos en esto, Pablo se refiere también a esto en su carta a los Tesalonicenses. 1 de Tesalonicenses, capítulo 5, versículo 8, lo llama el yelmo de la esperanza de la salvación. Escucha ahora, es el yelmo o el casco de la esperanza de la salvación, “porque Dios no nos ha destinado para ira, sino para obtener salvación a través del Señor Jesucristo, quien murió por nosotros.” ¿Qué es esto? Es el casco de la esperanza de la salvación que está todavía por venir.

Dice usted, “Bueno, ¿cuál es el punto?” El punto es este. Una de las grandes armas que Satanás quiere usar para aplastar el cristiano es la duda. Duda. Él quiere aplastarlo con golpes de inseguridad. “Tú nunca lo vas a hacer, tú nunca vas a poder, tú no eres un cristiano. Observe ese tipo de conducta, ve este tipo de conducta, ve lo que hiciste por allá, ve lo que no puedes hacer. Ve todo lo que pasa por tu mente, ve todas las veces que fracasas. Tú no eres cristiano.” Y el ataque continuo en contra de la certeza de la salvación. O, podría venir de esta manera. “Puedes perder tu salvación. Un paso en falso y habrás perdido tu salvación. El Señor te va a quitar esa salvación. Vas a perder ese salvación.” ¿Sabe usted que en el cristianismo evangélico por todo el mundo, hay muchas personas que creen eso, y viven en un temor constante que de alguna manera van a perder su salvación? Es un temor debilitante. Crea ansiedad. Satanás quiere robar su gozo. Y robar su utilidad. Y simplemente llevarlo a un alto con dudas. Entonces tiene que tener el yelmo o el casco de la esperanza de salvación. ¿Qué es eso? Confianza en la salvación eterna de Dios.

Ahora, ¿se acuerda de lo que le dije esta mañana? Satanás día y noche está delante del trono de Dios ¿haciendo qué? Acusando a los hermanos. Y me gustaría decirle que él no sólo está en el cielo acusando a los hermanos, sino que también está haciéndolo en la tierra. Haciendo su mejor esfuerzo por hacer que la gente sienta el peso de su pecado y se sienta indigna y sienta que Dios los ha abandonado y los ha dejado, y no son dignos de ser salvos, y probablemente no son cristianos en absoluto, y demás, y demás, y demás. Y eso simplemente les quita la fortaleza. Es como enviar un soldado a la batalla que dice, “Yo no puedo ganar, no puedo pelear. Ay de mí.” Bueno, sería mejor que lo envíes de regreso. No quieres enviar a un atleta en un gran conflicto atlético que está ahí lamentándose, diciendo, “Oh, no creo que puedo manejar esto. No creo que puedo enfrentar esto.” Él no puede. Y usted no va a querer enviar un cristiano a la batalla en contra del enemigo que es menos que una persona que tiene la confianza en la victoria definitiva.

Digo, ¿no será maravilloso? ¿No será maravilloso si pudiéramos entrar en todo certamen atlético como atletas sabiendo, conociendo el resultado? ¿Ya habiendo visto la cinta y sabiendo quién va a ganar? Nosotros como cristianos lo sabemos, ¿no es cierto? Yo le digo a la gente todo el tiempo. Yo leo el final del libro y ganamos. Ganamos. Satanás pierde. Llegamos a los cielos, los nuevos cielos y la nueva tierra, y él va al lago de fuego junto con todos sus demonios. Ganamos. ¿Somos más que qué? Más que vencedores, por medio de aquél que nos amó, 2 de Corintios 2, Dios siempre hace que triunfemos en Cristo. Hay una invencibilidad allá afuera, y necesitamos tener la esperanza de nuestra salvación eterna. Esto quiere decir la esperanza del aspecto eterno de la misma. Sé que soy salvo. Sé que he sido salvado del pecado. Sé que estoy siendo salvado del poder del pecado, y algún día, seré salvo de la presencia del pecado cuando Dios me lleve al cielo y me conformo al imagen de Su amado Hijo. Es en esa confianza que puedo entrar en la batalla y saber que el enemigo ya está derrotado.

Romanos 16:20, se lo leí esta mañana. Algún día Dios va a colocar a Satanás debajo de nuestros pies. Su cabeza _____ en la cruz. Él ideó el calcañal de Cristo. Cristo ideó Su cabeza. Él es un enemigo derrotado. Hebreos 2:14 dice el Señor ya le ha quitado el poder de la muerte mediante el cual Él mantiene esclavizados a los hombres toda la vida y algún día lo va a encadenar con una cadena durante mil años, y después lo va a enviar al lago de fuego para siempre. Él es un enemigo derrotado. No deje que Satanás lo abrume con dudas. Él es un enemigo derrotado. Él no va a triunfar. Y si usted le ha entregado su corazón a Jesucristo y en confianza simple se ha vuelto a Él, dejando su pecado y se ha entregado a Él como Señor y Salvador, no deje que lo abrume con dudas y lo haga inútil en la batalla espiritual. Confíe en la promesa de Dios de que a quien Él predestinó, justificó; y a quien Él justificó, glorificó.

Confíe en las palabras de Jesús, quien dijo, “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí, y al que a mí viene, no le echaré fuera sino que lo resucitaré en el día postrero.” No hay nadie que se va a perder y se va a caer por en medio de las grietas.

Un componente final en esta batalla. Al final del versículo 17: “Y tomad el yelmo de la salvación,” y el verbo eso implica, “y la espada del Espíritu.” Y tomad, “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.” Ah, esto es maravilloso. Palabra, aquí no ronfalla no es una espada grande de cuatro pies que está usted usando por todos lados, no es un arma que usa de manera indiscriminada. Pablo es muy selectivo. La palabra para espada aquí es makhaira. Y makhaira se refería a una daga. Quizás una daga de 8 a 12 pulgadas de largo, muy filosa. Pero usted no simplemente se ponía de pie ahí en un algún lugar y la movía, no servía de nada. Tenía que ser usada con precisión tremenda. No podía usted simplemente moverla en contra de alguien como lo hacía con una ronfalla. Tenía que colocarla en el lugar correcto. Tenía que entrar en el área vulnerable. Tenía que ser usada con gran precisión. Tenía que ser usted muy capaz de colocarse en una posición para meterla y dar el golpe mortal. La palabra de Dios es una daga corta. La palabra de Dios no es algo que usted simplemente mueve por todos lados. Usted no nada más va pegándole a la gente la cabeza con su Biblia grande. El punto es este. No es algún tipo de movimiento impreciso por todos lados; es un instrumento muy preciso. Tiene que ser usada con gran precisión, y uno tiene que tener mucha agilidad y precisión en el uso de esta daga para colocarle exactamente en donde debe estar en el momento mismo en el que debe estar. ¿Y cuál es esta espada? Es la palabra de Dios.

Usted, si conoce algo de griego, podría haber pensado que Pablo usaría la palabra logos, traducida palabra aquí, pero no es así. Logos es un término general para la palabra. Él usa una palabra que es diferente. Rema. Y rema significa una declaración específica. No es una palabra genérica para las Escrituras, es una palabra para una afirmación específica. Ahora, escuche. La espada del Espíritu no es solo una Biblia, la espada del Espíritu es la afirmación específica de la palabra de Dios, usada en el momento preciso. Permítame decirle, usted puede ser dueño de una Biblia. Usted puede ser dueño de una bodega de Biblias, y no tener la espada del Espíritu. No es poseer una Biblia, es conocerla lo suficientemente bien como para usarla con precisión. Cuando Jesús fue tentado por Satanás, ¿con qué respondió Jesús en cada tentación? Él no nada más dijo, “Bueno, la Biblia dice no debes hacer eso, Satanás.” Él citó un versículo específico, ¿no es cierto? De hecho, en las tres, la saco de Deuteronomio. Él citó tres versículos específicos que metió la daga en el corazón del enemigo en el momento exacto en el lugar exacto. Es la capacidad de usar la palabra de Dios de manera precisa que lo defiende en contra de las sutilezas de la tentación de Satanás.

Si usted no sabe lo que la Biblia enseña acerca de algo específico, usted es vulnerable. Hay gente que me ha dicho, “Bueno, sabes, si supiera lo que la Biblia dice acerca de eso, nunca lo habría hecho.” Bueno, más vale que sepa lo que la Biblia dice acerca de eso. Una de las razones por las que le enseñamos la palabra de Dios constantemente es porque queremos que tenga la capacidad de usarlo en la batalla. No queremos que sea como un bebé espiritual que es echado por ____ por todo viento de doctrina porque no se puede defender a sí mismo. “No os ha sobrevenido tentación que no sea humana; pero Dios es fiel, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que juntamente con la tentación, dará la salida para que podáis soportar.” Y permítame decirle, no toda persona conoce ese camino de escape de toda tentación, debe conocer la palabra. ¿Qué dice la Biblia acerca de esto y aquello y esto y aquello? Y conforme comienza a aprender la palabra de Dios, se convierte alguien que tiene la capacidad de usar la daga de manera precisa, que es metida en el corazón del sistema del enemigo conforme viene en contra de usted. Ese es la razón por la que le enseñamos la palabra de Dios.

Lo que usted no conoce, hace que usted sea tremendamente vulnerable. Entonces queremos que sea un buen soldado. Queremos que tenga la capacidad y la agilidad en el uso de la daga en contra del enemigo. Y esta es la razón por la que le enseñamos la palabra de Dios con tanto cuidado. ¿Quiere ser fuerte contra el ataque espiritual tremendo que viene a través del sistema del mundo? ¿Quiere tener la capacidad de defenderse a sí mismo cuando las tentaciones vienen? Pónganse la armadura completa y será capaz de permanecer firme en el día malo, y permanecerá firme porque sus lomos están ceñidos con la veracidad, compromiso, sinceridad. Está comprometido con la batalla y a ganarla. Sus áreas vitales están protegidas por la justicia y la piedad que está buscando. Usted permanece firme contra todo lo que Satanás aviente en contra de usted porque ha hecho su paz con Dios, y Él es su gran defensor. Usted ha levantado el escudo de la fe, usted cree en Dios y no en las mentiras de Satanás. Y cuando él trata de aplastarlo con preguntas de inseguridad y dudas y temores, usted se ha colocado el yelmo o el casco de la esperanza de la salvación. Usted sabe que su salvación está eternamente segura. El fin de la batalla ya ha sido escrito. La guerra ha sido determinado. Y Dios es el victorioso, y usted está con Él. Y usted usa la palabra con precisión tremenda. Y después encima de todo eso, versículo 18: “Con toda oración y súplica, usted ora en todo tiempo de manera coherente con el Espíritu Santo,” usted baña toda esta operación en oración constante, coherente, lo cual refleja su dependencia en el Señor. Ese es el resumen de todo. Y si usted está equipado así, usted será fuerte en el Señor, y en el poder de Su fuerza.

Inclinémonos en oración. Padre, te damos tantas gracias por esta gran verdad. Cómo nos regocijamos, porque nos has llamado, porque nos has salvado, y porque nos has equipado para la victoria. Haznos fuertes en Tu fuerza, para que podamos vivir para Tu gloria. En el nombre de Cristo, amen.

Para más información sobre los mensajes y libros del pastor John MacArthur, y de los derechos legales de los mismo, puede acceder a la página en gracia.org.

 

 

 

 

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