De vez en cuando, conforme veo periódicos aquí y allá, mi atención se ve atraída a la columna de Ann Landers, no sé por qué, pero así es. Recientemente leí esto en su columna, “Querida Ann Landers, nuestro Cocker Spaniel, Rags, murió ayer. Tenía 15 años de edad y todo mundo lo adoraba. Hay recordatorios de esa querida mascota por todos lados, un plato para darle de comer, un juguete, y la pelota que le encantaba perseguir. Nuestro hijo Terry, de 9 años de edad preguntó, ¿Está en el cielo Rags? ¿lo veré cuando muera? Le pregunté a nuestro ministro como responder. Él dijo, “Dile, No, los animales no van al cielo.” Creo que esta es una respuesta desconsiderada para un niño de 9 años. ¿Puedes darme una mejor?” Firma, San Juan.
“Querido San Juan, revisé con varias autoridades, y la mejor respuesta vino de Andrés McKenna, que no es un teólogo sino el vicepresidente del consejo directivo de la Universidad de Notre Dame. Y él dijo, “Dile al niño que el cielo es lo que tú quieres que sea. Asegúrale de que él verá a toda persona que él quiere ver, en el cielo, incluyendo sus mascotas.”” El cielo es lo que tú quieres que sea y puedes ver a cualquier persona ahí, a quien quieras ver, incluyendo tus mascotas. Les digo con toda certeza que ese hombre no es un teólogo. El cielo no es cualquier cosa que tú quieres que sea. El cielo es exactamente lo que Dios lo hizo que fuera.
Y hemos estado viendo el cielo, esto es, el cielo verdadero, el cielo preparado por Dios para Su pueblo. Y hemos estado haciendo una serie de preguntas, y hemos hecho la pregunta, ¿Qué es el cielo? Y tratamos de responder eso a partir de las Escrituras. Hemos preguntado, ¿Dónde está el cielo?, y tratamos de responder eso. Y después hemos estado viendo el tema, ¿Cómo es el cielo? Y nos ha emocionado tremendamente el ver la realidad de cómo es el cielo, y lo que tiene para nosotros.
Ahora, quiero seguir en esta noche y ver otra pregunta. Hay unas cuantas más que están por venir en el futuro, pero para esta noche quiero que veamos la pregunta, ¿Cómo seremos en el cielo? ¿Cómo seremos nosotros en el cielo? Para darle una respuesta general, y después escarbaremos en un poco más de profundidad, la Biblia enseña que experimentaremos la perfección eterna de cuerpo y alma. Experimentaremos la perfección eterna de cuerpo y alma. Esto quiere decir la perfección de la persona entera. El cielo es un lugar perfecto, para personas hechas perfectas. Y debido a que nosotros como seres humanos somos hombre interior y hombre exterior, alma y cuerpo, o por así decirlo, espíritu y cuerpo, seremos espíritu y cuerpo perfecto, por los siglos de los siglos.
Quiero hablar de eso un poco en esta noche, para que usted tenga una perspectiva. La idea entera de la redención de Dios, es hacernos perfectos. La idea entera es prepararnos para vivir para siempre en la presencia de Dios. Ese es el propósito entero de la salvación. Ahora, la salvación, quiero que me entienda, es un proceso. Usted viene a Cristo en fe y nació de nuevo, pero eso es solo comenzó el proceso, porque usted todavía no ha sido completado. Esa es la razón por la que el apóstol Pablo dice, en Romanos 13, “Ahora nuestra salvación está más cerca de que cuando creímos.” Estamos en el proceso de ser salvos, nos dirigimos a la expresión definitiva de la salvación cuando seamos hechos perfectos. Esa obra de salvación ya comenzó en la salvación de nuestras almas, en la transformación del hombre interior que conocemos como el nuevo nacimiento. Pero ese no es el final, ese es únicamente el principio.
Cuando usted creyó en Jesucristo, usted fue hecho una nueva criatura, 2 Corintios 5:17 dice, Colosenses 2:10, dice que usted fue hecho perfecto en Cristo. Y Pedro dice que ahora usted tiene todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad, 2 Pedro 1:3 y 4. Entonces, usted es una nueva criatura, completo en Cristo, con todo lo que pertenece a la vida y a la piedad. La vida de Dios vive en su alma, usted es una nueva persona en su interior. Hay una naturaleza nueva en usted.
Para entender esto, simplemente de manera breve y no quiero pasar mucho tiempo, porque usted puede escuchar la serie de Romanos 6 y 7, pero simplemente para tocarlo ligeramente, abra su Biblia en Romanos 6 y veamos si podemos comenzar a construir un entendimiento de lo que el cielo realmente va a ser para todos nosotros, en términos de la perfección de nuestra persona. Ahora, hemos sido hechos nuevas criaturas en Cristo. Por así decirlo, se nos da dado una nueva vida en Cristo, se nos ha dado un nuevo corazón, la Biblia dice. Se nos ha dado un nuevo espíritu, eso es parte de lo que significa nacer de nuevo, ser convertido, regenerado, redimido, hecho nuevo en Cristo. Tenemos dice, en el capítulo 6, si usted ve el versículo 18, nos hemos vuelto esclavos de justicia, tenemos vida nueva. En lugar de ser esclavos del pecado, ahora somos siervos de la justicia. En lugar de experimentar, versículo 23, la paga del pecado, la cual es muerte, hemos recibido la dádiva de Dios la cual es vida eterna. De hecho, el versículo 22 dice que hemos sido liberados del pecado y esclavizados para Dios. El resultado es santificación y el resultado definitivo es la vida eterna.
Ahora, todas esas son maneras de decir que ha habido un cambio dramático en nosotros. Ya no somos esclavos del pecado, somos esclavos de Dios. Ya no somos siervos de la impiedad, somos siervos de la justicia. Ya no somos poseedores de un principio que lleva a la muerte, somos poseedores de un principio que lleva a la vida. Somos una nueva criatura. Él presenta eso de manera muy clara. De hecho, la creación antigua ha muerto. La creación antigua ha muerto, versículo 11, “Consideraos muertos al pecado.” Algo murió, y algo nuevo vive. Esa es la vida nueva. Esa es la parte regenerada de usted que Dios ha recreado.
Ahora, me permite escarbar su entendimiento, y recordarle que cuando vimos esta parte de la Biblia, le recuerdo que el problema que usted tiene es que usted tiene un hombre interior nuevo, creado, encarcelado en esta carne, encarcelado en la carne. En el capítulo 7, por favor observe como Pablo señala esto, comenzando en el versículo 15, él dice, “Porque lo que hago no lo entiendo.” Y la razón que él no lo entiende es porque en su corazón, este nuevo hombre interior él ama las cosas correctas, el anhela las cosas correctas. Pero él dice, hay algo que no entiendo, no estoy practicando lo que me gustaría hacer. Estoy haciendo exactamente lo que odio. Pero si hago lo que no quiero hacer, estoy de acuerdo con la ley confesando de que es buena. El mismo hecho de que no quiero hacerlo, dice que reconozco la ley de Dios.
Después él dice en el versículo 17, “Entonces, ya no soy yo el que lo hago, sino el pecado que mora en mí.” Ahora, aquí hay un principio muy importante, Pablo dice, “Soy una nueva criatura, tengo un nuevo principio de vida en mí. Estoy en el proceso de ser santificado, soy un esclavo de Dios y un siervo de la justicia, tengo un nuevo principio de vida dentro de mí, pero no está libre,” observe esto, “para expresarse de manera completa a sí mismo, por la presencia de” ¿qué? “del pecado, del pecado.” “Estoy inhibido, estoy debilitado, estoy restringido en mi capacidad de vivir según la ley de Dios en la que yo me deleito, debido al pecado.”
Ahora, sigamos su pensamiento en el versículo 18, “Porque yo sé que en mí no mora el bien.” Ahora, aquí está, esto en ¿qué? en mi carne. Esa es otra palabra para humanidad. En mi humanidad o en mi naturaleza humana caída. Él se refiere a no solo su cuerpo físico, sino al todo de su estado caído. Él tiene una mente caída, él tiene emociones caídas, él tiene una voluntad caída. Entonces, aquí está este nuevo principio de vida, vida eterna, la vida de Dios en el alma del hombre, está ahí, pero está encarcelado en una condición caída. ¿Puede usted entender eso? Está encarcelado en una condición caída, en un cuerpo caído, en una mente caída, en emociones caídas, en una voluntad caída. La carne significa más que tan solo piel y tejidos y huesos. Significa mi humanidad.
Entonces, aquí está el punto que quiero que entienda. Escuchen amados, sus almas han sido redimidas y en la profundidad de su alma humana o espíritu, Dios ha implantado vida nueva, la vida de Dios está en usted en la forma de Su Espíritu que vive en usted. Pero no puede expresar de manera completa, escuche esto, a uno que está en su alma, porque es estorbado por el pecado. Él lo vuelve a decir en el versículo 19, “El bien que quiero, no lo hago, sino que practico la maldad misma que no deseo. Pero si estoy haciendo la cosa misma que no deseo, no soy ya yo él que lo hace sino el pecado que mora en mí.”
Reconozco que todavía está ese principio, que está en mi humanidad. Entonces, él dice, versículo 21, “Hallo el principio de la maldad presente en mí.” Y, por otro lado, versículo 22, “Gozosamente estoy de acuerdo con la ley de Dios, en el hombre interior, pero veo una ley diferente en los miembros de mi cuerpo, librando una batalla en contra de la ley de mi mente, y haciéndome un prisionero de la ley del pecado, la cual está en mis miembros.” Una y otra vez, él dice, en mi cuerpo, está en mi carne, está en mis miembros. Él la llama en el versículo 24, “El cuerpo de esta muerte.” Versículo 25, “Con mi carne sirvo a la ley del pecado.” Carne, cuerpo, partes corporales, miembros corporales, todo se refiere a su humanidad no redimida. Muy bien. Ahora, simplemente mantenga eso en mente.
Dios ha implantado una nueva creación dentro de usted. El Espíritu Santo que mora en usted es perfecto, y esa transformación se ha llevado a cabo. Y los anhelos del Espíritu Santo se vuelven los anhelos de usted, y usted ama la justicia, y usted ama la bondad, y usted ama la verdad, y usted ama la justicia, y usted ama a Dios, y usted ama la Biblia, pero todo eso es inhibido debido a que su alma y su cuerpo todavía están luchando con su condición caída en el que el pecado mora. Ahora, estoy de acuerdo en que la autoridad del pecado en su vida está quebrantada, el dominio del pecado está quebrantado, pero la presencia del pecado no ha sido eliminada, ¿verdad? De hecho 1 Juan dice, “Si alguno dice que no tiene pecado,” el ¿qué? “es un mentiroso.”
Entonces, en la parte más profunda, y no entiendo el misterio de esto, pero en la parte más profunda de su alma eterna, Dios ha implantado la simiente incorruptible de vida eterna. Y usted tiene un nuevo poder para hacer lo que es correcto. Usted tiene un nuevo corazón y un nuevo espíritu. Y todo eso, escuche esto, es un enganche, es un primer pago de la totalidad de lo que usted va a recibir en el futuro, pero esa una nueva criatura, ese nuevo corazón, ese nuevo principio, ese nuevo espíritu, esa nueva vida está encarcelada en la cárcel. Está luchando en la carne, conforme se esfuerza por traer el alma y el cuerpo en conformidad con los estándares justos de Dios, tiene una guerra real en sus manos porque está peleando en contra de nuestra condición caída. La simiente de perfección eterna está ahí, la simiente de vida eterna incorruptible está ahí, está implantada, subraye esto, pero no ha florecido de manera completa aún. Entonces, anhelamos el día en que esa perfección venga, anhelamos ser lo que seremos.
Observe el capítulo 8, versículo 23. Y Pablo, llevando ese mismo pensamiento al capítulo 8 dice, “Y nosotros mismos,” segunda frase ahí, “nosotros mismos, teniendo las primicias del Espíritu,” en otras palabras, habiendo recibido el enganche, habiendo recibido el primer pago, habiendo recibido ese nuevo corazón, esa nueva vida, ese nuevo principio, ese nuevo espíritu en nosotros, habiendo probado eso, “nosotros mismos gemimos dentro de nosotros mismos.” Y, ¿por qué estamos gimiendo? “Esperando la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo.” En otras palabras, hemos probado lo que un alma redimida es, y queremos recibir el todo redimido. ¿Entiende usted eso? Y entonces, vivimos en esperanza. Vivimos en esperanza. Gemimos esperando ser lo que seremos.
El pecado ha afectado nuestra alma, ha distorsionado nuestro espíritu, ha dejado cicatrices en las facultades de pensamiento y voluntad y sentimiento, y entonces, anhelamos el día en el que esa simiente eterna dentro de nosotros florecerá hasta llegar a su plenitud. Y seremos redimidos, de pies a cabeza, de afuera hacia adentro. El tiempo vendrá y con un pensamiento tremendo cuando Dios mismo con sus ojos penetrantes discernirá todo en la existencia. Va a verlo a usted, y va a verme a mí con esos ojos de fuego penetrante, e irá hasta la parte más pequeña de nuestro ser y va a encontrar ni siquiera el rastro más pequeño de pecado. ¿No será eso increíble? Pero eso es lo que está por venir. Dios va a percibirnos en toda dimensión de nuestra existencia, cómo absolutamente perfectos, y eternamente santos y justos, y sin falla.
Entonces, el cielo, es el lugar de la perfección, la perfección eterna del alma y el cuerpo. Perdemos toda nuestra condición caída. Llegamos a toda la perfección planeada por Dios, entramos al cielo, perfectos. De hecho, queridos amigos, nadie jamás entra al cielo quien no es absolutamente perfecto. Nunca nadie va ahí a quedarse a vivir, quien no es absolutamente perfecto. En Apocalipsis 6:11, “Les fue dada a cada uno de ellos, una túnica blanca,” estos son los mártires. “Se les dijo que debían reposar por un poco más de tiempo hasta que el número de sus consiervos y sus hermanos que fueran matados, así como ellos, también fuera completado.” La túnica blanca es el símbolo de su perfección absoluta y total. La túnica blanca es el símbolo de su santidad y su pureza. Están vestidos de acuerdo con su nueva naturaleza, teniendo su expresión completa.
En Apocalipsis 7, y versículo 14, dice que los que salen de la gran tribulación han lavado sus túnicas y las han hecho blancas en la sangre del Cordero. Y de nuevo, el énfasis ahí, en lo blanco, en la limpieza, en la perfección de los santos que entran al cielo de cielos, en dónde Dios vive con aquellos que son perfectos, que son perfectos.
Ahora, escúcheme, todavía necesitamos un alma perfeccionada, tenemos dentro de nuestras almas, dentro de nuestro hombre interior, la simiente o semilla de perfección. Pero el alma, o toda la persona interior completa, todavía no es perfecta. Escuche, no es solo mi cuerpo que peca, es mi mente y mis pensamientos, y mi voluntad y mis emociones. Mi alma no es perfecta. Pero el momento en el que un creyente muere, el alma de ese creyente entra inmediatamente a la presencia de Dios, y es perfeccionada instantáneamente y hecha santa. El cuerpo va a la tumba, el alma va inmediatamente al cielo, así es. Ausente del cuerpo, presente con el Señor. Mucho mejor partir y estar con Cristo, Filipenses 1:23 dice. Pablo dice, no estoy aquí, estoy con Cristo. Entonces, cuando un creyente muere, esa alma que aún no ha sido perfeccionada, instantáneamente es perfeccionada en la presencia de Dios. El cuerpo va a la tumba.
Entonces, la primera cosa que necesita saber es que vamos al cielo sin un cuerpo. Muy bien. Los cristianos van al cielo sin un cuerpo. De hecho, en lo que a la iglesia de Jesucristo concierne, los cuerpos, todos están todavía en la tierra. Todos los santos que han muerto y ahora están en el cielo, únicamente están en el cielo en su espíritu, en su alma, sin su cuerpo. Eso es presentado en manera clara, si no hay otros lugares, ciertamente es presentado de manera clara en Hebreos capítulo 12. El versículo 22 dice, “Habéis llegado al monte Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a miles de ángeles,” escuche, “a la congregación general y la iglesia de los primogénitos que están registrados en el cielo.” Usted llega al cielo, usted al lugar en dónde está la iglesia, “y Dios el Juez de todos,” ahora escuche esto, “y a los espíritus de los hombres justos hechos perfectos.” Lo que usted tiene en el cielo en este momento son espíritus perfeccionados. Dice usted, “¿En dónde están los cuerpos? En la tumba en varios grados de descomposición.
Pero ahora hagamos la pregunta. Muy bien, vamos al cielo como alma en primer lugar, si yo fuera a morir el día de hoy mi alma iría al cielo, mi cuerpo iría al cementerio Forest Lawn probablemente. Mi alma o mi espíritu, la misma cosa, estaría con el Señor. Ahora, ¿cómo sería mi alma perfeccionada? Bueno, la única cosa que le puedo decir es que Dios podría analizar hasta el punto más profundo mi alma entera perfeccionada, y Él no encontraría imperfección, y no encontraría pecado en absoluto. Sería absolutamente perfecto. No conozco otra manera de explicar eso.
Entonces, lo único que puedo decir acerca de eso es que la perfección que esperamos y experimentamos cuando nuestras almas vayan a estar con el Señor, es simplemente eso, libertad perfecta de toda maldad para siempre. Imagínese eso, imagínese eso. Nunca un pensamiento pecaminoso, nunca un pensamiento egoísta, nunca una palabra mala, nunca una palabra inútil, nunca una obra no amable. Perfección absoluta eterna. Nunca contaminada, nunca sucia, nunca imperfecta, nunca haciendo nada más que aquello que es absolutamente justo, santo y perfecto delante de Dios. ¿Puede usted imaginarse conduciéndose a sí mismo de una manera tan increíble? A mí me parece casi increíble. Sin imperfección, en absoluto.
El libro de Apocalipsis llega a su fin y presenta esto de manera abundantemente clara en el capítulo 21, versículo 27, él dice, “Nada inmundo y nadie que practica abominación, ni mentira, jamás entrará en ella.” Nadie que tiene alguna mancha en ellos en absoluto, jamás entrará a la ciudad celestial, a la morada de Dios, el cielo de cielos.
Capítulo 22, también presenta el mismo tipo de información. Dice en el versículo 14, “Bienaventurados son aquellos que lavan su ropa, para que tengan derecho al árbol de la vida, y puedan entrar por las puertas a la ciudad. Afuera están los perros y los hechiceros y las personas inmorales, los homicidas, los idolatras, y toda persona que ama y practica la mentira.” Nadie va a estar ahí que no sea perfecto. De ninguna manera entrará en esa ciudad algo que contamina. Piénselo. No hay pecado, no hay sufrimiento, no hay tristeza, no hay dolor. ¿Quiere saber algo? Usted nunca dudará a Dios de ninguna manera. No habrá dudas ahí. No habrá temor del desagrado de Dios, porque Dios nunca va a ser desagradado. Porque usted nunca hará nada que lo desagrade a Él.
Ninguna tentación jamás vendrá sobre usted. Satanás no estará ahí. El mundo no estará ahí. La carne no estará ahí. No habrá persecución ahí, no habrá abuso ahí, no habrá división ahí, no habrá discordia, ni división, ni odio. No habrán luchas ahí, ni argumentos, ni desacuerdos, todo mundo será perfecto, y todo mundo en el cielo estará de acuerdo con lo que he estado yo enseñando a lo largo de todos estos años. No habrá decepciones, no habrá enojo, no habrá esfuerzo, no habrá más ayuno, porque no habrá nada porque ayunar. No habrá arrepentimiento, porque no habrá nada de que arrepentirse. No habrá confesión de pecado, porque no habrá ningún pecado que confesar. No habrá lloro porque no habrá nada que lo haga a usted estar triste. No habrá necesidad de estar vigilantes porque no habrá peligro, y no habrán tentaciones, y ninguna prueba de ningún tipo. No habrá más enseñanza, no habrá más predicación, no habrá más aprendizaje, no habrá más evangelismo. No habrá que testificar más, habrá placer perfecto en Tu presencia. Hay gozo. El Salmo 16 habla de eso. Habrá conocimiento perfecto, conoceremos como somos conocidos, conoceremos como somos conocidos, conoceremos de manera amplia y seremos conocidos de manera amplia. Habrá consuelo perfecto, usted estará de manera absoluta en la cima del consuelo en todo momento a lo largo de toda la eternidad. Usted nunca tendrá ni siquiera por una milésima de segundo un momento incómodo. No es eso increíble. Alguna esposa está diciendo, “No conoces a mi esposo.” Bueno, él no será incómodo.
Lucas 16:25, “Hijo, recuerda que, durante tu vida,” Abraham está hablando, “recibisteis tus buenas cosas, y de la misma manera Lázaro cosas malas. Y él ahora está siendo consolado aquí, y tú estás en agonía.” El infierno es agonía, el cielo es consuelo eterno, amor perfecto. “Y ahora, permanece el amor, el mayor de estos,” en 1 Corintios 13:13, amará usted de manera perfecta, usted será amado perfectamente, usted amará a todo mundo de manera perfecta, todo mundo lo amará a usted perfectamente, usted amará a Dios perfectamente, él lo amará a usted perfectamente. Usted amará como Jesús amó, Juan 13:1 dice que él amó a sus discípulos hasta la perfección. Esa es exactamente la manera en la que usted amará. Usted será amado por Dios, su alma será abrazada por Dios. El amor que estuvo cansado y tuvo hambre y fue tentado y fue objeto de burla, y odiado, y fue azotado, y le escupieron, ese amor que fue golpeado y crucificado y perforado. Ese amor que lloró y sangró y sudó y murió, ese amor por usted lo abrazará para siempre, y será abrazado por usted. Y usted y yo seremos absorbidos en amor eterno.
Ahora, todo eso se resume en gozo perfecto. Y simplemente podríamos decir, que el cielo es el lugar de gozo no mezclado e interminable, gozo no mezclado e interminable. Sea lo que sea el gozo aquí en esta vida, está mezclado con tristeza, ¿no es cierto? Usted disfruta de un poco de gozo, y no puede disfrutar de manera plena porque hay muchos otros problemas. El gozo está mezclado en esta vida. En el mejor de los casos, está mezclado con tristeza, y desánimo y decepción y preocupación y ansiedad y expectativa. Y si no hay un problema ahora, no puedo estar demasiado feliz, porque tan pronto como el día cambia, habrá un día con problemas. Usted nunca puede disfrutar el día por lo que el día de mañana pueda traer.
Todos nuestros gozos están mitigados por el pecado. Todos nuestros gozos están mitigados e inhibidos por la tristeza. Todos nuestros gozos son mitigados e inhibidos por la tristeza, y esta vida son lágrimas, lágrimas, lágrimas, y más lágrimas, y lloro conforme vemos lo que realmente sucede. Pero cuando usted llegue al cielo, gozo, gozo, gozo, gozo absolutamente no mezclado. Observe Mateo 25, únicamente el estoy diciendo como va a ser su espíritu ahí arriba. Y todo se resume en este gozo no mezclado, interminable. Mateo 25, se acuerda usted de la parábola de nuestro Señor, es cómo un hombre que está por salir en un viaje. Llamó a sus esclavos, versículo 14, Mateo 25, les encomendó sus posesiones a ellos, a uno le dio cinco talentos, a otro dos, y a otro uno. A cada uno conforme a su capacidad y él salió en su viaje.
Inmediatamente el que había recibido los cinco talentos salió e hizo negocios con ellos, ganó cinco talentos más. De la misma manera, el que había recibido los dos talentos, ganó dos más. El que recibió ese talento, salió y lo enterró en el suelo y escondió el dinero de su amo. Esto está hablando de privilegio espiritual. Algunos hombres usaron su privilegio espiritual y ganaron bendición. Algunos hombres tomaron su privilegio espiritual y lo desperdiciaron. El amo del esclavo viene, a hacer cuentas con ellos, versículo 20. El que había recibido los cinco talentos vino, trajo cinco talentos más, diciendo: “Amo, me encomendaste cinco talentos, he ganado cinco talentos más.” Su amo le dijo, “Bien, buen siervo y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en” ¿qué? “en el gozo de tu Señor.”
En eso consiste el cielo. Te voy a poner a cargo de muchas cosas. Entra en el gozo de tu Señor. Vas a tener gozo no mezclado en el cielo. Usted va a entrar al gozo del Señor. Usted también va a estar a cargo de algunas cosas. Vamos a hablar de eso en nuestro próximo estudio. El que recibió dos, su privilegio espiritual, no fue tan magnánimo como el privilegio espiritual del primero, pero lo tomó e hizo algo de eso. Y él dice, versículo 23, “Bien, buen siervo y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor.
Y usted se acuerda de lo que le pasó al que no hizo nada con su privilegio espiritual. El Señor le quitó lo que tenía, y en lugar de estar en un lugar de gozo, versículo 30 dice, “Echad al siervo inútil a las tinieblas de afuera. En ese lugar, no gozo, sino lloro y crujir de dientes.
Ahora, el cielo entonces, es un lugar de gozo, un lugar de gozo. La característica dominante del cielo es gozo. Gozo que nace a partir de todas las cosas maravillosas que le he mencionado a usted. Gozo. Y cualquier gozo que usted tiene ahora, es simplemente una pequeña probada del gozo que le está esperando a usted. El cielo es definido de manera absoluta en sus términos más simples y puros, como un lugar de gozo no mezclado e interminable. Ahora, ¿Por qué decimos interminable? Tiene que ser interminable debido a las condiciones que hacen posible el tener gozo no mezclado que nunca cambia. ¿Escucho eso? Debido a que las condiciones del cielo nunca cambiarán, sea lo que sea que produce el gozo para comenzar, producirá gozo por los siglos de los siglos, porque las condiciones nunca cambian. La perfección celestial nunca es alterada, nunca jamás alterada.
Por cierto, el infierno es lo opuesto. El infierno es un lugar de dolor no mezclado y de tormento interminable. En el cielo usted tiene una vida eterna de satisfacción para todos los anhelos del alma redimida. Entonces, es un lugar en dónde el espíritu y el alma serán perfeccionados para siempre, para siempre. Pero permítame dar un paso más hacia adelante, nunca fuimos diseñados para ser espíritus desmembrados, y simplemente flotar por todos lados en alguna forma espiritual. Podemos funcionar afuera de un cuerpo, yo puedo llamar a alguien por teléfono y hablar con la persona y no sé lo que su cuerpo está haciendo, y todavía comunicarme con esa persona. Puedo escribir una carta o recibir una carta de alguien y estoy comunicándome con su espíritu, su persona interior, sin tener contacto alguno con su cuerpo.
Podríamos comunicarnos, Dios podría quitar nuestros cuerpos, cómo lo hace, colocarnos en el cielo como espíritus, y todavía ser una entidad como Dios es una entidad espiritual. Pero no fuimos hechos para eso. Cuando Dios hizo al hombre, Él lo hizo alma y cuerpo. Él lo hizo un hombre interior y un hombre exterior. Y cuando Él lo perfecciona, Él va a perfeccionarlo como un hombre interior y también como un hombre exterior. Somos diseñados por Dios para ser un cuerpo y un alma. Y en nuestra perfección definitiva demanda que seamos un cuerpo y un alma. Y en la creación de un nuevo cielo, y de hecho una nueva tierra, también demandan que tengamos cuerpos que puedan caminar sobre una tierra real. Una nueva tierra entonces, demanda que sus habitantes tengan cuerpos reales.
Ahora, la muerte, escuche esto, la muerte significa la separación. Los cuerpos van a la tumba, el espíritu va a estar con el Señor. Bueno, ¿cuánto dura eso? Bueno, únicamente hasta la resurrección. Jesús dijo en Juan capítulo 5, que todo mundo va a resucitar de los muertos. Todo mundo. En Juan 5, no os maravilléis, versículo 28, la hora vendrá en la que todos los que están en los sepulcros oirán su voz y saldrán. Aquellos que hicieron obras buenas a una vida de resurrección. Aquellos que cometieron obras malas, a una resurrección de juicio.
Ahora, escuche esto, en el tiempo actual, la gente en la iglesia que ha muerto están en el cielo, en espíritu. En el tiempo actual los incrédulos que han muerto están en el infierno, en el espíritu. Pero viene una gran resurrección, y en el momento de la resurrección los cuerpos de los redimidos se unirán a sus espíritus, y estarán en la perfección eterna de cuerpo y alma. En el momento de la gran resurrección los cuerpos de los impíos serán resucitados de las tumbas también, y se unirán a sus espíritus desmembrados, para qué, cuerpo y alma puedan soportar los tormentos del infierno para siempre. Dios creo a los hombres y mujeres para que fueran alma y cuerpo, o espíritu y cuerpo. Lo mismo.
Entonces, hacia eso se está moviendo Dios. Inclusive después que nuestras almas son perfeccionadas, ese no es el final. Ese no es el final. Habrá una resurrección de cuerpo y se unirá a ese espíritu, ese es el plan de Dios. Usted puede leer acerca de la resurrección de los impíos en Apocalipsis capítulo 20, comenzando en el versículo 11. El mar entrega a los muertos, la muerte y el Hades entregan a los muertos y todos son juzgados según sus obras. Y después, claro, son arrojados al lago de fuego. Habrá una resurrección para condenación, una resurrección para juicio.
¿Pero que hay acerca de nuestra resurrección? ¿Qué hay acerca de la redención de nuestros cuerpos? Y se acuerda que Romanos 8 hace un momento dije, que estamos esperando la redención de nuestros cuerpos. Estamos esperando lo que 2 Corintios 5:2 llama nuestra casa que es del cielo, una casa no hecha con manos, eterna en los cielos.
Observe 1 Tesalonicenses capítulo 4, un texto muy conocido, 1 Tesalonicenses capítulo 4, versículo 13, “No queremos que ignoréis hermanos, acerca de los que duermen.” Y eso se refiere a los cuerpos de santos, sus espíritus se han ido para estar con el Señor, sus cuerpos están en la tumba. “No os entristezcáis porque si creemos que Jesús murió y resucitó, también Dios traerá con él a aquellos que han dormido.” Cuando Jesús regrese, él va a traer con él, los espíritus de los santos que están muertos. Cuando el rapto venga y Jesús salga del cielo, los espíritus de los santos vienen con él. “Porque esto decimos,” versículo 15, “por palabra del Señor, que nosotros que vivimos,” todavía estamos aquí en cuerpo y espíritu, todavía no glorificados, “aquellos de nosotros que permanezcamos hasta la venida del Señor, no precederemos a los que hayan dormido.” En otras palabras, van a recibir sus cuerpos antes de que subamos, ¿por qué? Porque han estado esperando por mucho tiempo, algunos de ellos, siglos, flotando como espíritus desmembrados sin tener una humanidad perfeccionada aún, porque todavía no tienen sus cuerpos.
Entonces cuando Jesús viene en el rapto, la iglesia, el primer grupo que va a ser cubierto, son aquellos que han sido desmembrados, van a recibir sus nuevos cuerpos, y después subiremos después de ellos. Dice en el versículo 16, “El Señor mismo descenderá del cielo, con grito, con voz de arcángel, con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero, y después lo que estemos vivos, y permanecemos, seremos arrebatados juntos con ellos en las nubes, para encontrarnos con el Señor en el aire. Y estaremos para siempre con el Señor.”
Esa es otra característica del cielo, usted siempre está con el Señor por los siglos de los siglos, de los siglos, de los siglos. Pero los muertos van primero, porque han estado esperando por mucho tiempo sus cuerpos. Sus cuerpos van a salir de las tumbas, unirse a sus espíritus desmembrados, serán perfeccionados instantáneamente para todo lo que el cielo tiene para ellos, después vamos a seguirlos y vamos a ser transformados en el camino, Y seremos perfeccionados cuando dejemos este mundo en el rapto, si estamos aquí cuando Jesús venga.
Ahora, esa es la promesa de Dios que tenemos que esperar. Un cuerpo nuevo glorificado, que vaya con un espíritu glorificado. “Este tabernáculo terrenal,” Pablo dice en 2 Corintios 5:1, “será derribado y recibiremos un edificio de Dios.” Ahora, eso presenta la pregunta en la que quiero concentrarme conforme llegamos a una conclusión en esta noche. ¿Cómo serán estos cuerpos? ¿Cómo van a ser? El alma en su estado perfeccionado, escuche esto, tiene que tener un cuerpo en un estado perfeccionado para expresarse de manera completa, a sí mismo. El alma humana está limitada en su expresión sin un cuerpo, porque somos esa combinación perfecta. ¿Pero cómo será el cuerpo?
Vayamos a 1 Corintios 15. Hay tanto que podría ser dicho de esto. Voy a tratar de morderme la lengua y tratar de cubrirlo rápidamente. El versículo 35, alguien dirá, y puedo oírlo, usted ya lo ha pensado, ¿cómo resucitarán los ¿muertos? ¿Y con qué tipo de cuerpo vendrán? Como puede ver alguien dice, “Ah, estás bromeando. ¿Resurrección corporal? La gente habrá estado en la tumba por siglos y siglos, no va a haber nada más que un montón de polvo. ¿Y que acerca de personas que se incineraron? ¿Y que acerca de personas que se quemaron? ¿Y que acerca de personas que explotaron? ¿Acaso el Señor va a estar por todos lados recogiendo los pedazos? ¿Y qué acerca de personas que se ahogaron en el océano, y se han estado desintegrando en el océano por siglos, y siglos, y siglos? ¿Cómo resucitarán los muertos?
Un escritor, Carlos Ball dice, “La limitación de nuestro conocimiento actual, lo hace casi imposible comprender la resurrección de un cuerpo. Presentamos preguntas acerca de carne que es sepultada en una tumba y reducida a los elementos, o los quemados, o a cenizas, o disueltos en el mar. ¿Puede ser posible que estos elementos dispersos serán reorganizados con la misma estructura molecular como en el momento de la muerte? Algunos han ridiculizado esto al retratar un cuerpo en la tumba, disolviéndolo en la acción de la lluvia, y el calor del sol, y con tiempo fertilizando el pasto de arriba. Y cuando una vaca está pastando, la vaca produce leche que ahora es consumida en la mesa del desayuno, y nutre a otra generación. Después mueren, y van a la tumba, y se descomponen, y hacer crecer el pasto y otra vaca come el pasto, y esa vaca produce leche, y esa leche es consumida en la mesa del desayuno, y esa leche sustenta a otra generación. ¿Y quién jamás podrá saber, que molécula van con que persona?” Bueno, es ese tipo de razonamiento con el que está tratando. Y Dios, dicen, tiene un problema imposible que enfrentar para poder identificar que molécula son de quien.
Bueno, ni siquiera quiero meterme en ese tipo de necedad. Si Dios pudo hacernos, Él puede rehacernos. No tenemos que pensar así. El cambio constante se está llevando a cabo en las células de nuestros cuerpos en esta vida. Ni siquiera somos los mismos que fuimos tres años atrás. Las células de nuestro cuerpo están siendo desechadas cada día, nuevas células están tomando sus lugares. Odio decir esto, pero es verdad, la mayor parte del polvo en su casa es piel humana que se está desgastando alrededor de 75 por ciento del polvo, de lo que leí. ¿Acaso eso le sorprende? Sí, está siendo reemplazado. Va más allá de nuestra comprensión. Pero de alguna manera un cuerpo nuevo, será hecho para acomodar a un alma eternamente perfeccionada. Es una casa no hecha con manos, es una casa eterna. Los griegos solían decir, el cuerpo es una cárcel para inhibir al alma. No, no lo es. El cuerpo es un vehículo para expresar el alma. Esa es la idea. Es un vehículo para expresar el alma, un medio para expresar el alma.
Ahora, ¿cómo es? Bueno, regresemos al versículo 36 y descubrámoslo. ¿Cómo es? “Necio,” él dice, eso es ser amable, ni siquiera deberías discutir así, “aquello que siembras no llega a vivir a menos de que muera.” El griego es, ‘insensato’, una reprensión severa, por cierto, lo cual asume que el que se opuso se enorgullecía de su inteligencia. Ni siquiera sabes de lo que estás hablando. Permíteme darte la analogía de una semilla, dice él. “Aquello que siembras no vive al menos de que muera. Y aquello que siembras no siembras el cuerpo que va a hacer, sino un grano desnudo, quizás de trigo o de algo más, pero Dios le da un cuerpo, así como él quiso, y a cada una de las semillas un cuerpo propio.”
Él dice, simplemente ve esta analogía. Tienes una pequeña semilla en tu mano, la colocas en el suelo. ¿Acaso esa semilla de alguna manera se parece a lo que va a producir? Claro que no. Digo, hay una diferencia tremenda. El principio de vida está en la semilla, pero no hay manera de saber, sino supieras porque hubieras tenido una experiencia pasada, que ese tipo de semilla resultaría ser ese tipo de planta. La semilla muere, esa es la primera cosa que una semilla hace. Ahora, me explicas esto a mí de manera perfecta, y entonces yo también dependeré de tu explicación de la resurrección. ¿Cómo puede ser que algo puede morir para dar vida? ¿Cómo puede hacer eso? ¿Cómo puede una semilla entrar al suelo, descomponerse y dar vida? No lo sé. No entiendo eso.
Y, ¿cómo es posible que un árbol monstruoso salga de esa cosa pequeña? Hay una diferencia vasta. Pero Pablo está diciendo, “Tu cuerpo va a morir, va a irse a la tumba, y va a salir de ahí, y es como una semilla y muere, en un sentido de la analogía, y produce alguna planta que nunca habrías visto en la semilla. Nunca.” Jesús inclusive dijo eso al ver su propia resurrección, Juan 12:24, “Al menos que un grano de trigo caiga al suelo y muera, permanece solo. Pero si muere, produce fruto.” Y él estaba diciendo, voy a morir y voy a hacer la misma cosa, voy a producir fruto. Voy a salir en un cuerpo de resurrección glorioso que va a producir fruto. El misterio del cuerpo de resurrección, queridos amigos, no es diferente que el misterio de la semilla. No es diferente.
Y si usted va a decir, “Bueno, no creo en la resurrección porque no entiendo el proceso.” Entonces, más vale que no crea en la cosecha tampoco, porque no entiende ese proceso. Pero sucede. Y también sucederá con la resurrección. Ese es el argumento de Pablo. Los cuerpos tendrán alguna conexión al que fue sepultado, pero serán diferentes. No se de manera completa como. Serán el mismo organismo, de alguna manera. Yo seré yo, y usted será usted. Nada más que todos seremos perfectos, todos seremos iguales, y al mismo tiempo seremos diferentes. Increíble. La descomposición del cuerpo en la tumba no es un obstáculo para la resurrección. Así como una semilla que muere y produce vida, así la resurrección saldrá de la muerte del cuerpo.
Observe el versículo 39. Y después él toma otra ilustración. De la semilla, él da la vuelta a la esquina y comienza a hablar del cuerpo. “Toda carne no es la misma carne. Hay una carne de hombre, es otra carne de bestia, es otra carne de ave, es otra de peces.” Ahora, ¿cómo explicas eso? Digo, por toda esta tierra hay todo tipo diferente de carne, diferentes tipos. Las diferencias en las carnes de animales son determinadas por aminoácidos. ¿Sabe usted lo que son aminoácidos? Leí que hay 600 octodecillones de combinaciones de aminoácidos. Eso es mucho. Y eso es lo que produce carne. Eso es lo que produce cierto tipo de carne. Usted produce carne, usted produce su propia carne. Yo produzco la mía. No importa lo que yo como, produzco carne. Y si yo como pollo todo el tiempo, no me salen plumas, ¿por qué? ¿por qué? porque los aminoácidos en mi cuerpo únicamente se reproducen en combinación con mi propia carne. Entonces, no importa lo que yo coma, sino como nada más que hamburguesas, no voy a hacer ruidos de vaca, no me va a salir una cola, no voy a actuar como vaca. ¿Por qué? porque la estructura de aminoácidos que Dios ha colocado en la carne, mantiene la carne distinta. Dios no fue restringido a un tipo de carne en la creación. Entonces, ¿Por qué es que Él va a hacer restringido a un tipo de carne en la resurrección? Quizás no podemos ni siquiera entender qué tipo de humanidad nueva, es esa más de lo que pudiéramos entender si lo único que conociéramos fueran aves, y su tipo de carne, y no podemos entender un caballo.
Después, él dice en el versículo 40, “Hay cuerpos celestiales, y hay cuerpos terrenales. La gloria del celestial es una, la gloria del terrenal es otra.” Esto es, hay terrestre y celestial. Hay organismos terrenales, y hay cuerpos que ocupan el espacio, sol, luna, estrella, es increíble. Dios ha hecho todo desde el pequeño insecto que se arrastra, a un sol que gira, y todo en medio de estos dos polos. Y desde la perspectiva humana vemos esto, y ¿porque decimos? Bueno, ¿no entiendo cómo es que Él pueda llegar a hacer un cuerpo de resurrección?” Bueno, mira, Él puede llegar a hacer cualquier tipo de cuerpo que Él quiera. Hay una gloria del sol, versículo 41, y otra gloria de la luna. Hay otra gloria de las estrellas, y las estrellas difieren de otras estrellas en gloria.
Entonces, así es la resurrección de los muertos. Es simplemente así. Hay todo tipo de cuerpos que Dios ha hecho, cuerpos animales, cuerpos de plantas, cuerpos celestes, soles y estrellas, y lunas y cometas y más, y más, y más. No sé si usted ha llegado a pensarlo.
He estado leyendo en Reader’s Digest algunos años atrás, un artículo escrito por Donald Peady, y él dijo esto, “Cómo las flores, las estrellas tienen sus propios colores. Cuando usted mira por primera vez hacia arriba, todas parecen verse blancas como cristales congelados. Pero concéntrese en esta y en aquella para observarla, y descubrirá un espectro sutil en las estrellas. La calidad de sus luces es determinada por sus temperaturas. En el cielo de diciembre usted verá a Aldebarán como un rosa pálido, un blanco real azulado. Otra estrella, de un naranja a un amarillo.”
En otras palabras, inclusive las estrellas son diferentes, temperaturas diferentes, colores diferentes, todos los cuerpos celestiales varían, todas las semillas. ¿Se da cuenta que no hay dos árboles sobre la faz de la tierra que son iguales? No hay dos semillas que sean iguales, no hay dos animales iguales, no hay dos personas que sean exactamente iguales. No hay dos cuerpos celestes que sean iguales. Y alguien dice, “Bueno, ¿cómo es posible que Dios pueda llegar a crear un cuerpo de resurrección?” No es difícil para Él. Él tiene suficiente poder creador mostrado, como para que no debamos cuestionar eso. Versículo 42, “Así también es la resurrección de los muertos.”
Las ilustraciones de la naturaleza, las ilustraciones de la astronomía nos ilustran que Dios puede hacer cualquier tipo de cuerpo que Él quiera. Así como un cuerpo difiere de otro, así el cuerpo de resurrección puede diferir del cuerpo que conocemos ahora. Existe la posibilidad que Dios va a crear un cuerpo único, un cuerpo que no entendemos. De alguna manera va a relacionarse a nosotros, tendrá nuestra personalidad humana en él, pero será preservado para siempre con todas sus distinciones, con todos sus aspectos únicos, en perfección absoluta y eterna. Y entonces, las tumbas de hombres, se convierten en semilleros de resurrección. Y los cementerios del pueblo de Dios, se convierten en el rocío celestial en los campos de resurrección de la perfección prometida.
Después, en el versículo 42, “Es sembrado un cuerpo perecedero, es resucitado un cuerpo imperecedero.” Y aquí vienen los contrastes, “Es sembrado en corrupción, es resucitado en incorrupción.” Esa es la diferencia. Después, él dice, “es sembrado en deshonra,” debido al pecado, “es resucitado en gloria.” “Es sembrado en debilidad, es resucitado en poder.” “Es sembrado un cuerpo natural, es resucitado un cuerpo espiritual.” Ahora, ¿qué quiere decir por eso, un cuerpo espiritual? No quiere decir eso un espíritu, es un cuerpo. Pero es un cuerpo que puede contener y expresarse a sí mismo en maneras espirituales. Dicho de manera simple, es un cuerpo que expresa el espíritu, las necesidades de un espíritu perfeccionado.
Ahora, observe eso, ¿cómo será su cuerpo? Va a ser imperecedero. Esto es, nunca se descompone, nunca perderá usted parte alguna de ese cuerpo, su piel no estará cambiando cada siete años. No habrá un proceso de eliminación en su cuerpo. Es un cuerpo imperecedero. Será perfecto, permanente, y eternamente nunca cambiando. Nunca. Usted nunca verá su mano y dirá, ¿qué es eso? nunca antes había visto yo eso. Nunca sentirá en algún lugar, ¿y de dónde está saliendo esa bolita? No habrán rayos x para cáncer en el cielo, nunca nadie va a desarrollar nada ahí. Perfección absoluta, imperecedera. No sólo eso, será glorioso, glorioso. Será un reflejo de la gloria de Dios. Será resucitado en poder, tendrá poder más allá de cualquier cosa que usted se puede imaginar. Poder para volar, poder para hacer cualquier cosa y todo lo que desee. Será un cuerpo espiritual en el sentido de que le da expresión a un espíritu renovado, un espíritu perfecto. Es increíble pensar en esto. Está adaptado para la existencia de los redimidos en un orden del cielo del que no conocemos nada en este punto. Es absolutamente increíble.
Y después en el versículo 45, él nos lleva un paso más hacia adelante y dice, “Entonces, también está escrito el primer Adán, se convirtió un alma viviente; así el postrero Adán, esto es Cristo, se convirtió en un espíritu que da vida.” El hace un contraste entre las cabezas de dos familias. Él apela a la Escritura aquí, para su argumento. Y él dice que el postrer Adán es un espíritu que da vida. Jesucristo es el postrer Adán. Él dará vida en dónde Adán dio muerte. Adán, el hombre natural, pecó y trajo muerte sobre la raza humana. El postrer Adán trae vida. “Lo espiritual no es primero, sino lo natural, después lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, ese es Adán, terrenal; el segundo Adán es del cielo. Y así como lo terrenal así son también los que son terrenales y también el celestial, así son también los que son celestiales.”
Deténgase en ese punto. Usted acaba de recibir un principio tremendo. Así como en esta tierra somos como Adán, en el cielo seremos como, ¿quién? como Cristo. Y el versículo 49 lo dice, “Así como hemos llevado la imagen del terrenal, también llevaremos la imagen de,” ¿qué? “el celestial.” Es increíble. Vamos a ser como Jesucristo. Vamos a ser exactamente como Jesucristo. Bueno, ¿cómo fue él? Bueno, él fue incorruptible, y eterno. Él está glorificado y también lo seremos nosotros. Él es espiritual, esto es, es la expresión a un espíritu perfeccionado mediante Su humanidad glorificada. Y también nosotros. Poseeremos según Filipenses 3:21, una gran afirmación, “el cuerpo de su gloria.” Simplemente no me puedo imaginar eso. Pero como puede ver, hemos sido salvados para ser conformados a la imagen del Hijo de Dios. Somos predestinados para ser conformados a la imagen de Su Hijo. Romanos 8 dice. Vamos a ser como Él, 1 Juan 3:2, ¿por qué? porque le veremos tal como Él es. Vamos a ser como él. ¿Cómo fue él?
Es increíble pensar en esto, él voló al cielo. Estuvo de pie en el monte en Hechos capítulo 1, y una nube lo llevó al cielo. Él podía volar, él se movió, él apareció repentinamente después de su resurrección en esa humanidad glorificada. Él atravesó paredes. Con los discípulos nos dice que él se sentó, Lucas 24 dice, y comió. En una ocasión él partió pan. En otra ocasión él comió pescado. Él pidió que le dieran algo de comer, se lo dieron y lo comió. Y Apocalipsis 22 dice, que habrán estos árboles que dan fruto en el cielo, para el bienestar y la salud de todos los pueblos. Así como Cristo comió después de su resurrección, nosotros comeremos. Y él no necesitaba comer, él comió por el mero gozo y el placer de comer. Entonces, pasaremos la eternidad comiendo del fruto de los árboles celestiales, no porque lo necesitamos sino porque lo disfrutamos.
No sé cómo eso va a funcionar. No sé cómo usted puede comer fruto eterno y que no lo cambie a usted de ninguna manera. No entiendo todo eso, pero seguramente va a ser emocionante. Vamos a ser como Cristo. Él podía moverse a donde quiera que fuera. Él tenía el poder de aparecer y desaparecer. Él tuvo el poder de infundirle a los hombres su fuerza. Él tuvo el poder inclusive en su resurrección, claro, de hacer cosas milagrosas que hizo mediante sus apóstoles. Él caminó. Él habló. Lo podían tocar, lo podían sentir. Él habló. Él comió. Haremos todo eso, únicamente en una humanidad glorificada que es inexplicable para nosotros ahora.
Bueno, hay mucho más que decir, pero cuando usted piensa en Jesús, después de la resurrección, ese es el mejor retrato de cómo seremos. Un cuerpo apto para la vida plena de Dios para morar, y expresarse a sí mismo para siempre. Un cuerpo que puede comer, pero no necesita hacerlo. Un cuerpo que puede volar por el espacio, y atravesar paredes. Un cuerpo sin limitación de tiempo, sin edad. Un cuerpo exaltado a todo lo que Dios tiene en mente, el potencial de la creación. Un cuerpo que está satisfecho en ultimas, que no conoce dolor, ni lágrimas, ni tristeza, ni enfermedad, ni muerte. Un cuerpo de esplendor. Un cuerpo que brilla como la luna y las estrellas, según Daniel 12. La promesa para los santos del Antiguo Testamento en su resurrección. Un cuerpo que es tan brillante como el brillo del sol de mediodía, un cuerpo que brilla como el sol y su fuerza. Que cosa tan increíble en que pensar. Que cosa tan increíble.
Quiero que escuche esto al cerrar. Voy a cerrar en unos dos minutos. ¿Qué es lo que todo esto le dice a usted? permítame decirle lo que esto me dice a mí. Dice que nuestro anhelo para el cielo debe ser intenso, debe ser intenso. Permítame decírselo de una manera realmente práctica. Si usted encuentra su gozo y su consuelo en esta vida, si usted encuentra sus deleites en esta vida de tal manera que el cielo no le apela a usted, no le atrae a usted, eso es irracional, eso es irracional. Permítame decirle por qué. En primer lugar, usted está idolizando un mundo pasajero y lleno de pecado que está en proceso de descomposición. En segundo lugar, usted está contradiciendo la meta de Dios, la meta de Dios es hacerlo a usted como Cristo, y ahí es adónde usted tiene que ir para ser hecho de esa manera.
Entonces, si usted está anhelando aferrarse a este mundo, y usted se aferra a quedarse aquí, y usted no se quiere ir, y aquí es en dónde usted busca su consuelo, y aquí es en dónde usted acumula su tesoro, usted es irracional como también pecaminoso. Y, también yo lo soy si pienso así, porque estamos idolizando a un mundo que está en estado de descomposición, impío, que está rechazando a Cristo. Estamos contradiciendo la meta de Dios. Además, estamos buscando lo que nunca encontraremos. Y, después, por lo tanto, estamos agravando nuestra miseria, porque nunca estaremos satisfechos.
¿Cuánto mejor anhelar el cielo? Debemos gemir por el cielo como la libertad es un gemido para un prisionero. Cómo la salud es gemida por un hombre enfermo, cómo el alimento es anhelado por uno que tiene hambre, como el agua, por uno que tiene sed. Debemos anhelar el cielo como el granjero anhela la cosecha, como el trabajador anhela el día cuando le pagan, como el corredor lo hace por ganar. Y si no lo hacemos, algo está mal. Si no estamos diciendo con Juan, “Ven Señor Jesús,” algo está mal. Cuando pensamos en lo que Dios tiene para nosotros, si usted no es cristiano, no tenga compasión de los cristianos, no tenga compasión de nosotros.
Conozco algunas personas que piensan que tenemos una especia de vida aburrida y que toda nuestra diversión ha sido echada a perder, porque le hemos dado la espalda a las cosas del mundo. Pero quiero que sepan, no tengan compasión de nosotros, tengan compasión de ustedes. Hemos disfrutado lo mejor de la vida en el gozo del Señor, y vamos a pasar la eternidad con las glorias de su promesa. Mientras que aquellos que se quedan de pie y se mantienen alejados, y tienen compasión de los cristianos que se pierden de la fiesta, para pasar la eternidad sin Dios en el tormento del infierno.
Todo lo que es glorioso, todo lo que es noble, todo lo que es bendito y todo lo que es emocionante nos espera en el cielo. Espero que usted vaya a estar ahí. Y espero que, si usted se dirige al cielo, usted anhele en su corazón, esa reunión con Cristo.
Oremos juntos. Padre, gracias por nuestro tiempo en esta noche. Que gran tiempo en Tu Palabra, y cuan emocionados estamos por lo que has planeado para nosotros. Y aunque ojo no ha visto, ni oído, oído, y ni han entrado en el corazón del hombre las cosas que has preparado para nosotros, nunca podremos comprenderlo. Simplemente este pequeño vistazo, es suficiente para llenar nuestros corazones de gozo. Oro por toda alma aquí, para que esté preparada para el día inevitable de la muerte, que en ese día puedan entrar al cielo de cielos, y no experimenten la ira de Dios que conozcan el gozo, por los siglos de los siglos, y no el lloro y el crujir de dientes.
Y Padre, para aquellos de nosotros que nos dirigimos al cielo, llénanos de expectativa. Ayúdanos a no aferrarnos a las cosas del mundo, y anhelar estar contigo. Ayúdanos a estar cansados por el pecado, a ver que no vale este mundo, a invertir todo lo que tenemos en anhelar el cielo. Ayúdanos, como Pablo le dijo a los colosenses, a poner la mira en las cosas de arriba y no en las cosas de la tierra. Ayúdanos a anhelar ese día cuando intercambiaremos estos cuerpos viles, como Pablo les dijo a los filipenses, por el cuerpo glorioso que es como el cuerpo de Jesucristo, esa perfección de cuerpo y alma que nos espera a los que somos ciudadanos del cielo. Ayúdanos a anhelar esa transformación.
Te damos gracias por esta esperanza maravillosa, que es implantada en nuestros corazones porque nos has dicho lo suficiente acerca del cielo, para darnos un anhelo como ese. Te agradecemos por Tu gracia, por los que nos das en esta vida, por lo que has preparado para nosotros en la vida venidera. Amén.
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