Como saben, a partir de esta mañana, sí estuvieron aquí, comenzamos esta mañana una serie de cómo obtener lo máximo de la Biblia, cómo estudiar la Biblia. Y vamos a continuar esa serie en esta noche, darle algunas partes conforme avanzamos a lo largo de los siguientes tres domingos, tanto en la mañana como en la noche. Trataremos de cada uno sea en cierta manera un mensaje independiente, separado, sin embargo, van a solaparse un poco conforme avanzamos. Realmente creo que el ministerio que tengo en esta iglesia en el púlpito, no es solo para enseñarle a usted lo que la Biblia dice, no solo predicar el evangelio, predicarle la Palabra de Dios a usted, sino estimularlo al estudio personal de las Escrituras.
Y si he fracasado en hacer eso en gran medida, he fracasado en hacer lo que debía haber hecho. Si usted tan solo ha disfrutado del sermón, si usted tan solo se fue y dijo, “Bueno, voy a regresar a estar en contacto con la Palabra de Dios la semana que próxima, cuando la vuelva a escuchar, entonces usted no ha respondido en diligencia personal, y de alguna manera yo he fracasado en cumplir lo que debió haber sido alcanzado en su propia vida. La meta de la predicación ciertamente es hacer que la Palabra de Dios, sea clara y proclamarle la verdad, y enseñarle la verdad a usted. Pero también al mismo tiempo debe estimularlo a usted a tomar la espada por usted mismo, aprovechar la oportunidad tremenda que usted tiene de entender la gran verdad de las Escrituras.
Un versículo para comenzar, que apoya ese pensamiento es 2 Timoteo 2:15, “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de que avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.” Ahí hay una afirmación que se hace a un pastor joven llamado Timoteo, a él se le dice que él debe ser responsable, con diligencia, presentarse a sí mismo aprobado a Dios. ¿Cómo él puede hacer eso? Al ser un obrero que no tiene de que avergonzarse, ¿cómo puede él lograr eso? al usar bien la palabra de verdad. Es esencial que él como un ministro de la Palabra de Dios, la use con cuidado, la proclame con exactitud.
Pero no es solo el ministro quien es responsable de estudiar la Palabra de Dios, no solo el ministro quien debe discernir sus verdades. En el libro de los Hechos, hay un gran testimonio que se da con respecto a un grupo de personas, son llamados los Bereanos. Eso es porque vivían en una ciudad llamada Berea. Y cuando el apóstol Pablo fue ahí, él les predicó la verdad. Y dice en el versículo 11 de Hechos 17, “Y estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con solicitud, examinando cada día las Escrituras, para ver si estas cosas eran así.”
Aquí había un grupo de personas que son llamados nobles, porque hicieron lo que esencialmente Josué 1:8 dice, “Meditaban día y noche en la palabra de Dios,” para que pudieran discernir su verdad, y a la luz de esa verdad, medir al predicador. Son nobles porque escudriñaron diligentemente las Escrituras, y lo hicieron diariamente, con gran deseo, para que pudieran discernir quien estaba hablando la verdad. Estudiar la Palabra de Dios es algo que demanda diligencia. Es un trabajo que demanda una labor artesanal, pero comienza con conocimiento básico. Con cualquier otra cosa, cualquier aprendiz en un nuevo trabajo, en un nuevo oficio comienza con el conocimiento de lo básico. Y ciertamente como estudiantes de la Biblia, ahí es donde tenemos que comenzar.
Comenzamos con conocer el contenido de las Escrituras. Y eso demanda una lectura fiel, y cuidadosa y coherente de la Palabra de Dios. quiero decirle que, si usted va a ser un estudiante de la Biblia, como dijimos esta mañana, todo comenzará con un concepto elevado de las Escrituras, tratamos de ayudarle con eso en esta mañana. Y después pasará al segundo aspecto de ser eficaz en el estudio bíblico, y eso es conocimiento básico del texto. Usted tiene que saber lo que dice para comenzar. Eso se convierte en una cuestión de leer las Escrituras.
Yo le confieso que no soy en particular un buen lector de las Escrituras. Y eso es porque tengo un sentido de curiosidad altamente desarrollado, me imagino. Se me hace muy difícil leer las Escrituras por mucho tiempo, antes de que mi curiosidad me gane, y tengo que detenerme y descubrir lo que significa. Pero en sus primeros años de comenzar a estudiar la Palabra de Dios, debe resistir algo de esa curiosidad de lo contrario se va a meter en tantos detalles que nunca va a cubrir el contenido básico. Es importante leer las Escrituras, para que usted pueda saber lo que dice. Después puede comenzar a investigar lo que significa por lo que dice. Pero todo comienza con un conocimiento de las Escrituras.
Acompáñeme de regreso a Proverbios capítulo 1, Proverbios capítulo 1. En el versículo 20 leemos esto, “La sabiduría clama en las calles, alza su voz en las plazas, clama en los principales lugares de reunión. En las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones.” La idea aquí es que la sabiduría divina está disponible. No está escondida, no está metida en una cueva en algún lugar, no está sepultada en el piso, en el suelo, no está escondida detrás de unos códigos misteriosos. No se necesita a alguien que conozca el secreto para abrirla, es más bien dominio público por así decirlo. Está en las calles, está en las plazas, levanta su voz en el ruido de la vida, la entrada de las puertas de la ciudad, el cual es el lugar más ocupado en la ciudad. Ahí la sabiduría es hecha disponible, y lo que el escritor de Proverbios está diciendo es que, está disponible.
“¿Hasta cuándo o simples amaréis la simpleza?” En otras palabras, ¿van a menospreciar la disponibilidad de la sabiduría divina? “Y los burladores desearán el burlar. Y los insensatos aborrecerán la ciencia.” Y después hay reprensión. “Volveos a mi reprensión. He aquí yo derramaré de mi Espíritu sobre vosotros y os haré saber mis palabras.” No hay una razón real para ser ignorante de la verdad de las Escrituras, porque está disponible, no está escondida. No es para aquellos que conocen algún código secreto. No es para aquellos que pueden descubrir algún misterio codificado. Está disponible de manera pronta para toda persona en la calle. Y Dios inclusive promete que Él va a ayudar en el proceso, derramando su Espíritu para que sus palabras puedan ser conocidas.
Después viene, claro, el juicio. “Por cuanto llamé y no quisisteis oír, extendí mi mano y no hubo quien atendiese, sino que desechasteis todo consejo mío y mi reprensión no quisisteis, también yo me reiré en vuestra calamidad, y me burlaré cuando viniere lo que teméis.”
Estaba viendo un poco del Discovery Chanel, en un programa que a veces es un programa que me parece curioso acerca de los misterios. Y tienen una sección en particular llamada Los Misterios de la Biblia, estaban hablando del misterio del libro de Apocalipsis, anoche. Y fuera cual fuera el misterio que hay en el libro de Apocalipsis, lo confundieron en una confusión sin esperanza. Y lo hicieron al entrevistar a todo tipo, entre comillas de “eruditos” de universidades liberales, que estaban tratando de explicar la importancia de Apocalipsis, y eran totalmente incapaces de hacerlo.
Y uno viendo eso, concluiría que estos misterios son tan profundos y tan confusos, y tan esotéricos, y tan fantásticos, y tan simbólicos que ninguna persona, ni siquiera la persona más erudita, al nivel más elevado de preparación religiosa en una universidad, podría jamás llegar a entenderlos. Nada podría estar más lejos que la verdad. De hecho, todos ignoraron la introducción básicamente al libro de Apocalipsis que dice, de manera directa estas palabras: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía.” Indicando que cualquier persona que quiere puede leerla y oírla, lo cual significa con entendimiento. Está disponible, este conocimiento de Dios mediante Su Palabra, no es secreta, no está escondida. Y aquellos que se rehúsan a venir a sus verdades directas y ser enseñados por el Espíritu serán juzgados por el Dios que se ha hecho a sí mismo tan claro, que según Romanos 1 todos los hombres están, ¿qué? sin excusa.
En Oseas capítulo 4, leemos esto, “Oíd palabra de Jehová hijos de Israel, porque Jehová contiende con los moradores de la tierra. Porque no hay verdad ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar, prevalecen.” ¿Se oye conocido? “Y homicidio tras homicidio se sucede, por lo cual se enlutará la tierra, se extenuará todo morador de ella, con las bestias del campo y las aves del cielo, y aun los peces del mar morirán. Ciertamente hombre no contienda ni reprenda a hombre, porque tu pueblo es como los que resisten al sacerdote. Caerás por tanto en el día, y caerás también contigo el profeta de noche, y a tu madre destruiré. Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento.”
¿Quieres decir que no está ahí? Siguiente afirmación, “por cuanto desechaste el conocimiento.” Ustedes han olvidado, o han ignorado la ley de su Dios, y entonces los voy a rechazar y voy a olvidar a sus hijos. De nuevo, Dios juzga a aquellos que le dan la espalda a una revelación disponible que Él ha hecho clara y comprensible. El conocimiento de la Palabra de Dios es en dónde todo comienza. Ese conocimiento está disponible a aquel que la desea y viene a la verdad de las Escrituras.
Ahora, no somos llamados únicamente a conocerla, sino que obviamente somos llamados a conocerla implementarla en la práctica a través de la obediencia. Escuche en lo que dice en Santiago 1:21, “Recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas, pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores.” Entonces, la idea es que debemos practicar la Palabra de Dios en nuestras vidas. Eso, como vimos en Josué 1:8, hará prosperar nuestro camino y todo nos saldrá bien. Para practicarla debemos entenderla, para entenderla debemos conocer su contenido. Y regresamos al hecho entonces de que debemos leer las Escrituras para que podamos absorber lo que dice, y después comenzar a trabajar en lo que significa por lo que dice.
La Biblia contiene más de 250 pasajes en el Antiguo Testamento, y unos 55 pasajes en el Nuevo Testamento que nos demandan ser obedientes a todo lo que es mandado en las Escrituras. De hecho, usted se acuerda cuando Jesús dio la Gran Comisión en Mateo 28, versículos 19 y 20, Él dijo que deben ir a todo el mundo y hacer discípulos y enseñarles a obedecer todas las cosas que os he mandado. Esto de manera clara es la demanda de las Escrituras, una y otra vez.
De hecho, en Deuteronomio 5:29 leemos esto. “Oh, que hubiera un corazón tal en ellos, que me temieran y guardaran todos mis mandamientos siempre, para que les fuera bien y con sus hijos, para siempre.” O en Lucas 11:28, “Bienaventurados,” oh felices, “son los que oyen la Palabra de Dios y la guardan, o la obedecen.” Juan 14:15, “Si me amáis guardad mis mandamientos.” De nuevo a Juan 5:3, “Porque este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos.” En Juan 8, Jesús dijo: “El que es de Dios oye la palabra de Dios.” recordamos eso del mensaje de esta mañana, versículo 47.
El apóstol Pablo dijo, “Gozosamente estoy de acuerdo con la ley de Dios en el hombre interior.” Se acuerda que el salmista dijo que su deleite estaba en la ley de Jehová y en su ley meditaba de día y noche. Y recuerda el Salmo 19 en dónde David dijo que “la palabra de Dios es más deseable que el oro, y dulce más que la miel.” El salmista, en el Salmo 40, versículo 8 dijo: “Me deleito en hacer tu voluntad, oh Dios, tu ley está en mi corazón.”
Entonces, tenemos este deseo de hacer la voluntad de Dios, plantado en nosotros como creyentes, depende de conocer la voluntad de Dios, los cual nos llama a entender lo que dice después tener la capacidad de interpretar lo que dice y aplicar lo que significa por lo que dice. El Señor reveló a su profeta Isaías, conforme continuamos en cierta manera construyendo este fundamento, el Señor le reveló a Su profeta Isaías la naturaleza magnifica de Su ser y la importancia de Su juicio. Y Dios de manera clara afirmó que cada persona debe escuchar todo lo que Dios dice.
Y repito en esta noche lo que le leí esta mañana en Isaías 55, en su presentación completa en los versículos 9 al 11, porque es tan importante. “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve y no vuelve allá, sino que riega la tierra y la hace germinar y producir y dar semilla al que siembra, y pan al que come,” ahí está ese círculo hidrológico que le mencioné, “así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para que la envié.” Aquí de nuevo, Dios le revela al profeta que su Palabra, cuando es recibida y aplicada, produce los fines que Dios quiere que cumpla.
En el libro de los himnos de los Salmos, Salmos 138:2 el salmista dice, Me postraré hacia tu santo templo, o tu lugar santo, y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad, porque has engrandecido tu nombre y tu Palabra sobre todas las cosas. No hay un testimonio más grande de la importancia de las Escrituras que el Salmo 119, debería familiarizarse con el Salmo 119. Una de las cosas maravillosas de la Biblia de Estudio, es que va dividir el Salmo 19 en todos sus componentes, es un salmo de largo de 176 versículos y cada versículo es de las Escrituras excepto por el último, el cual es una respuesta. Pero los 175 versículos de las Escrituras, todos divididos para que usted entienda lo que las Escrituras realmente afirman acerca de sí mismas. Pero en casi todos esos 176 versículos hay un énfasis en la necesidad de conocer la Palabra y obedecerla.
Acompáñeme al Salmo 119, y obviamente no podemos leer todos los 176 versículos, pero quiero señalar algunos de los versículos que necesitan ser enfatizados, que subrayan este llamado a la Palabra de Dios. Salmo 119, versículo 16, “Me regocijaré en tus estatutos, no me olvidaré de tus palabras. Y aquí el salmista está expresando su amor por la Palabra y su deleite en obedecerla. Versículo 24, “Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros.” Versículo 35, “Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad.” Versículo 47, “Y me regocijaré en tus mandamientos, los cuales he amado.” Versículo 48, “Alzaré así mismo mis manos a tus mandamientos, que amé.” Esto significa, los haré los voy a practicar y meditaré en tus estatutos
Ahí en el versículo 72, “Mejor me es la ley de tu boca, que millares de oro y plata.” Y ahí en el versículo 92, “Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya mi aflicción hubiera perecido.” Y después, versículo 97, hasta el 104, “Oh, cuánto amo yo tu ley. Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabios que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo, más que todos mis enseñadores he entendido porque tus testimonios son mi meditación, más que los viejos he entendido porque he guardado tu mandamientos De todo mal camino contuve mis pies, para guardar tu palabra. No me aparté de tus juicios porque tú me enseñaste. Cuán dulce son a mi paladar tus palabras, más que la miel a mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia por tanto he aborrecido todo camino de mentira.”
Deleitándose en la Palabra y debido a que usted se deleita en ella, la quiere aprender y cuando usted la aprende, la aplica, afecta toda área de su vida. Lo hace a usted más sabio que sus enemigos, sus maestros, los mayores de toda sociedad. Lo ayuda a usted a dejar el pecado y discierne para usted para que usted pueda evitar todo camino falso. Versículo 105, “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.” Versículo 111, “Por heredad he tomado tus testimonios para siempre, porque son el gozo de mi corazón.” Versículo 113, “Aborrezco a los hombres hipócritas, más amo tu ley.” Versículo 127, “Por eso he amado tus mandamientos más que el oro, y más que el oro muy puro”
Saltándonos al versículo 159, “Mira oh Jehová que amo tus mandamientos, vivifícame conforme a tu misericordia.” Y después simplemente varios para cerrar, versículo 161, “Príncipes me han perseguido sin causa, pero mi corazón tuvo temor de tus palabras.” 167, “Mi alma ha guardado tus testimonios y los he amado en gran manera.” Versículo 174, “He deseado tu salvación, oh Jehová, y tu ley es mi delicia.” Aquí usted tiene la actitud que tiene que ser traída a las Escrituras, de eso estábamos hablando esta mañana. Cuando usted entiende lo que usted tiene en su mano, y usted atesora esto más que el oro, y cuando la considera más dulce que la miel, cuando usted se deleita en ella, entonces comenzará usted a leer su verdad. Y ahí es dónde comienza todo el estudio bíblico eficaz. “Bienaventurados aquellos”, dice el salmista, “que guardan el testimonio de Dios y lo buscan con todo su corazón.” ¿Y con qué limpiará el joven su camino? Al guardarlo conforme a tu palabra. David dijo, “Con todo mi corazón te he buscado. Oh, no me dejes desviarme de tus mandamientos.” Y así sigue. Comenzamos con un compromiso por conocer la Palabra de Dios.
Le puedo sugerir un plan simple que puede seguir. En la Biblia de Estudio tengo un plan de lectura bíblica que le va a ayudar a cubrir la Biblia en un año, y muchos de ustedes ya hacen eso. Pero permítame sugerirle algo que he usado a lo largo de los años que realmente me ha ayudado. Es una manera de comenzar a absorber la información escritural al máximo nivel que le va a ayudar a entender lo que la Biblia de hecho dice, lo cual es en dónde usted debe comenzar. No hay atajo para esto, pero hay una manera en la que usted puede abordarlo. Lea a lo largo del Antiguo Testamento, al paso con el que usted esté cómodo. Simplemente léalo. Tome un grupo de capítulos diariamente y simplemente léalos, y cuando usted termine regrese y vuélvalos a leer. Y simplemente lea a lo largo del Antiguo Testamento en su especie de orden cronológico.
Pero cuando llega al Nuevo Testamento, el cual realmente nos da el desarrollo de los misterios escondidos en el pasado, lo cual desarrolla el significado completo del Antiguo Testamento, el Nuevo Pacto, el documento del Nuevo Pacto, necesita leerlo de manera más repetitiva. Y lo que es sugerido y ha funcionado en mi propia vida, al principio, conforme comencé a entender la necesidad de conocer las Escrituras, era leer de manera repetitiva. Y aquí hay una pequeña fórmula que seguí y hallé que fue muy benéfica, la descubrí por primera vez en un libro antiguo acerca de cómo estudiar la Biblia, por Jay M. Grey, quien fue presidente del Instituto Bíblico de Moody hace muchos, muchos años atrás. Ciertamente, refinando ese proceso, eso es lo que funcionó para mí.
Tome un libro de la Biblia, y léalo de manera repetitiva durante 30 días. Así es como yo lo hice. Tomé el libro de 1 Juan. 1 Juan tienen cinco capítulos. Y yo leí 1 Juan diariamente durante 30 días. Simplemente lo leí en la misma versión 30 veces una tras otra. De hecho, me gustó tanto que de hecho rompí el patrón en el primer libro y lo leí en 90 días de manera secuencial. Pero al final de los 30 días sabía lo que había en 1 Juan, simplemente por la lectura repetitiva. De hecho, comencé a visualizar mi Biblia. Y si alguien me preguntara hasta el día de hoy lo que dice 1 Juan 1, 2, 3, 4 o 5, estoy bastante familiarizado con eso, por la repetición. Así es como su mente retiene las cosas. De hecho, si alguien dice, en dónde es que la Biblia dice, “Si confesamos nuestros pecados él es fiel y justo,” eso es fácil, 1 Juan capítulo 1, en la página izquierda, en la columna derecha, a la mitad. Usted sabe, usted comienza a visualizar su Biblia debido a la familiaridad del texto conforme usted lo cubre una y otra, y otra vez.
Ahora, al mismo tiempo escribí un resumen en una oración de cada capítulo y simplemente a lo largo del periodo de 30 días memoricé de lo que trataba ese capítulo, de tal manera que estaba guardando en mi mente un entendimiento de los capítulos y familiaridad con el texto mismo. Bueno, al final de 90 días tenía un buen entendimiento de lo que había en 1 Juan. Todavía no lo entendía de manera completa en su totalidad, no había entrado en la profundidad de estudiarlo todo, pero estaba familiarizado con lo que había ahí. Y elevó muchas preguntas en mi mente. Después, queriéndome quedar dentro del marco de Juan, fui al evangelio de Juan.
Ahora, el evangelio de Juan tiene 21 capítulos y eso es demasiado que tragar en un mes, entonces lo dividí en tres secciones de 7. Usando 7 es alrededor del número máximo de capítulos con el que usted debe trabajar. Yo leí a lo largo de los primeros 7 capítulos del evangelio de Juan durante 30 días, un segundo capítulo, la segunda sección de 7, por 30, y una tercera para 7 durante treinta, entonces en 90 días había cubierto el evangelio de Juan. Y en el proceso escribí un pequeño resumen simple de cada capítulo, cada uno de los 21 capítulos. Bueno al final de esos 90 días de leer 7, 7 y 7 entendí lo que había en Juan. Y hasta el día de hoy todavía puedo visualizar eso, y eso ha sido muchos, muchos años, probablemente hace casi 30 años atrás.
Y me acuerdo que la boda de Caná está en Juan 2, y que la mujer en el pozo en Samaria está en Juan 4, y que Jesús encontrando a sus hermanos y su falta de fe en Juan 7, y la alimentación de los 5 mil en Juan 6. Y en Juan 10 es el capítulo del pastor, y en Juan 15 es el capítulo de la viña, y la oración sumo sacerdotal está en el 17, y así sigue, y sigue. Jesús en el Huerto está en el 18. Simplemente familiaridad pura.
También comencé a darme cuenta que algunas de las cosas que no entendía en la epístola de Juan, eran explicadas en el evangelio de Juan. Y el mejor intérprete de las Escrituras es las Escrituras mismas. Y aprendí eso muy cerca del principio. Y esa es la razón que cuando le enseño la Palabra de Dios explico las Escrituras con las Escrituras, ¿no es cierto? Porque esa es la manera en la que yo aprendí las Escrituras. Y después de eso, regresé a Filipenses y tomé Filipenses, el cual es un libro breve de 4 capítulos. Lo leí en 30 días seguidos y estaba familiarizado con lo que estaba ahí.
Después regresé al evangelio de Mateo y tomé 28 capítulos, y los dividí en cuatro secciones de 7, 7 para treinta, 7 para treinta, 7 para treinta y en cuatro meses tenía un entendimiento del libro de Mateo. Ahora, en ese paso, son unos 7 capítulos a la vez, pasando de un libro corto a uno más largo, en 2 y medio años, usted habrá cubierto el Nuevo Testamento. Ahora, usted va a leer la Biblia durante los siguientes 2 y medio años, eso espero, pero ¿qué hay acerca de leerla de tal manera que usted produzca familiaridad? Y eso demanda repetición, eso demanda repetición.
Y en eso proceso, en 2 y medio años, usted habrá aprendido que hay partes de la Biblia que se relacionan entre sí de manera muy obvia, y usted va a dejar de ser un manco de concordancia total. Usted sabe lo que quiero decir. Usted no se puede acordar en dónde las cosas están y entonces usted está buscando ahí en esa concordancia inepta en la parte de atrás de su Biblia, que nunca tiene el versículo que usted está buscando, porque usted habrá absorbido eso. Ahora, usted no puede hacer eso con todo el Antiguo Testamento. Gran parte de ese flujo narrativo usted simplemente lo lee como narrativa, y su intención y su significado rico y completo es explicado de manera tan maravillosa en el Nuevo Testamento, pero usted necesita estar familiarizado con el Nuevo. Métase en ese tipo de plan de lectura, y usted quedará sorprendido e impresionado al descubrir en que erudito bíblico usted se va a volver en esos 2 y medio años conforme usted comienza a conectar las Escrituras consigo mismas.
Y de nuevo, esto reafirma la idea de que le hemos estado expresando a usted todo el día de hoy, y es que hay un Autor, un solo Autor, mientras que hay muchos que escribieron representando a Dios bajo la inspiración del Espíritu Santo, Dios mismo es el Autor y con un Autor siempre hablando verdad infalible, inerrante, hay continuidad completa. Y eso es lo que los teólogos llamaron, “analogía escritura”. Eso quiere decir que las Escrituras son análogas a sí mismas. Esto es, no hay contradicción, hay dificultades aparentes que nuestras mentes finitas no pueden entender, como la Trinidad y como el paralelo de la voluntad humana, y la elección divina. Hay ese tipo de asuntos que no podemos resolver debido a las limitaciones de la mente humana. Pero no hay contradicciones debido a que el Autor único es Dios mismo.
Descubrí que ese ejercicio de leer la Biblia de esa manera, en tan solo un período de 2 y medio años o algo así, me dio una familiaridad tremenda con el contenido de las Escrituras. Y eso se volvió el cimiento sobre el cual usted puede edificar un entendimiento de ese contenido. Y muchas de las preguntas que tuve al principio de mi experiencia cristiana, fueron respondidas no al leer comentarios o a estudiar libros de teología, sino simplemente al absorber el texto mismo de las Escrituras mismas.
Le voy a decir algo más, continúo leyendo las Escrituras todo el tiempo, y conforme continúo leyéndolas todo el tiempo, continúo quedando sorprendido por lo que es revelado en ellas. Hay un entendimiento básico de las Escrituras que la Biblia define como la leche de la Palabra, 1 Corintios capítulo 3. No hay ciertas doctrinas de leche, y ciertas doctrinas de carne. En otras palabras, ciertas cosas más ligeras y cosas más pesadas. La leche y la carne no describe verdades diferentes, describe la profundidad de la verdad. Hay un nivel de entendimiento de leche, y después hay un nivel de entendimiento de carne. Y está va de la leche, realmente a la carne real, conforme usted entra en las profundidades de las Escrituras y comienza a ver la profundidad que hay ahí.
Pero usted comienza con un entendimiento de las Escrituras mismas. Y después de ahí usted comienza a preguntarse, muy bien, se lo que dice, que significa por lo que dice. Vayamos de la leche a la carne. Y necesitamos entrar en eso, y entraremos cuando hablemos del proceso de descubrir el significado de las Escrituras. Vamos a hacer eso. Vamos a hacer eso el próximo día del Señor. Y voy a mostrarle en particular como es que sigo el proceso para determinar el significado de las Escrituras. Pero antes que lleguemos ahí hay algo de lo que tengo que hablar en esta noche, y es muy importante.
Esta mañana hablé del prerrequisito primordial para el estudio bíblico eficaz, y ese es su perspectiva de las Escrituras, ¿verdad? Esta noche añado a eso, otro prerrequisito para el estudio bíblico, y eso es que usted sabe lo que dice. Usted tiene que tenerla en alto concepto, y aprender lo que dice. No hay atajos, no hay atajos. Y escuche, la madurez espiritual está relacionada a la aplicación de la verdad, ¿no es cierto? La bendición espiritual no es algo con lo que usted es azotado mientras que usted está caminando por una tina de avivamiento. No sucede así. No es algo que le va a pasar debido a un sermón que realmente lo cautivó a usted y lo impactó, Dios puede llevar a cabo una obra momentánea en su corazón, pero la madurez espiritual y el crecimiento espiritual es el proceso a largo plazo de la aplicación de la verdad divina en su vida. Demanda meditar en ella día y noche. Demanda observar y hacer todo lo que está en ella. Y después hará prosperar su camino y todo le saldrá bien.
No suceden explosiones cortas, no sucede con acontecimientos estáticos. El desarrollo espiritual verdadero, el crecimiento espiritual verdadero es simplemente como el crecimiento humano, en un proceso alimentado por el sustento. Y ese sustento es la Palabra de Dios.
Jesús dijo, “Santifícalos en tu verdad, tu palabra es verdad.” la santificación no sucede en un estadio, en una gran campaña, la santificación no sucede en un campamento en algún lugar, en dónde alguien dio un mensaje que cautivó su corazón, la santificación es un proceso a largo plazo mediante el cual alguien es maduro a semejanza a Cristo mediante la ingestión y la aplicación del entendimiento de la verdad divina.
Entonces, debemos aprender lo que las Escrituras dicen, y después podemos comenzar a hacer un esfuerzo más profundo por entender lo que significa por lo que dice, y eso lo mete en la médula de nuestra vida y nos permite comenzar a vivirla. Pero antes de que entremos en eso, como hacemos eso de manera específica. Permítame hablar de algo más. Hemos establecido este cimiento preliminar, debemos tener un alto concepto de las Escrituras, debemos conocer su contenido. Ahora, más allá de eso quiero darle algo de entendimiento de los requisitos para determinar el significado de las Escrituras. Algunos requisitos para determinar el significado de las Escrituras.
Quiero decirle que inclusive los incrédulos pueden tener ciertos intereses en la Biblia, siempre me ha sorprendido porque los teólogos liberales que niegan su inspiración quieren volverse profesores de religión, o profesores de teología, pero lo hacen, tienen algún tipo de interés en las Escrituras. También es posible para una persona no regenerada, no convertida, no santificada, leer y entender algo del contenido básico de la Biblia, ¿verdad? Pueden leer que Jesús murió en una cruz, pueden leer que él resucito, pueden leer que él prometió regresar, pueden leer que él hizo milagros, pueden leer que la cabeza de un hacha flotó, pueden leer que el Señor abrió el Mar Rojo, y que los hijos de Israel cruzaron bajo el liderazgo de Moisés, y el ejército de Faraón fue ahogado, pueden leer eso…pero, para comprender su significado, con todas las implicaciones espirituales, hay algunos requisitos, hay algunos requisitos.
Primer requisito: Uno debe ser cristiano. Uno debe ser cristiano. Nunca confíe usted en las habilidades de interpretación de un no cristiano. No me importa si es un teólogo liberal, o si son una secta. Sea que usted esté hablando con alguien en la Universidad de Chicago, en el Departamento de Teología que no cree que Dios escribió la Biblia, pero meramente es una inspiración humana de alto nivel, o sea que usted esté hablando con un anciano de la iglesia mormona, usted no puede confiar en su interpretación de las Escrituras. Pueden leerla como usted puede leerla. Pueden saber lo que dice y tristemente, muchas veces saben lo que dicen mejor que los cristianos quienes no son tan fieles en leer lo que dice. Siempre es triste cuando algún Testigo de Jehová viene a su puerta y sabe dónde están las cosas en la Biblia, cuando usted no lo sabe. Pero usted no puede confiar en su interpretación. Le voy a mostrar por qué.
Vaya a 1 Corintios capítulo 2, 1 Corintios capítulo 2, el versículo 6, esta es una porción muy, muy importante de las Escrituras. Versículo 6, “Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez.” Él quiere decir ahí, “Aquellos que están en Cristo, que son creyentes. “Y sabiduría no de este siglo, ni de los príncipes o líderes de este siglo que perece.” Tenemos una sabiduría, tenemos un conocimiento y entendimiento de las profundidades de las Escrituras que ellos no tienen. Es la sabiduría que es llamada en el versículo 7, “la sabiduría de Dios hablada en misterio.” Eso significa ‘algo escondido’. La sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria. La sabiduría que ningunos de los príncipes de este siglo conoció. Porque si lo hubieran conocido, nunca habrán, ¿qué? crucificado al Señor de gloria.
Está hablando de personas religiosas. Le voy a decir algo más, si los gobernantes de esta época y los educadores de esta época, y los filósofos y los psicólogos, y los hombres sabios de esta época entendieran la sabiduría verdadera, no rechazarían al Señor de gloria que fue glorificado. Ellos no tienen sabiduría. ¿Recuerda usted Jeremías 8:9, el versículo que le leí esta mañana? Han rechazado mi Palabra, ¿entonces qué tipo de sabiduría tienen? Y el punto es inclusive más fuerte en el versículo 9, conforme él se remonta al Antiguo Testamento, y cita de Isaías 64 y 65, “Antes bien, como está escrito, cosas que ojo no vio, ni oído oyó.” ¿Sabe usted porque no conocen el significado de la sabiduría de Dios, porque no pueden ir más allá de lo que la Biblia dice a lo que significa? ¿Sabe por qué?
Porque no está disponible puramente al estudio empírico. Ojo no puede ver, y oído no puede oírlo. No es puramente una cosa física, no puede ser entendida por el estudio empírico. No puede ser entendido objetivamente por ningún tipo de aplicación de lógica humana, o razón o intelecto. Además, versículo 9 dice, “Ni han subido en corazón de hombre.” El hombre no puede entender la sabiduría de Dios externamente, mediante investigación objetiva, y él no la puede entender interna mediante sabiduría subjetiva. No puede conocerla afuera, y no la puede conocer adentro. No la puede conocer. Los únicos que pueden conocerla, según el final del versículo 9, son aquellos que ¿qué? son los que aman a Dios, que aman a Dios.
El versículo 10 explica porque, “pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu.” Permítame decirles algo, solo hay una manera de entender el significado de las Escrituras, y ese es ser enseñado por el Espíritu de Dios. No espero que un teólogo liberal vea una respuesta correcta, no espero que alguien en una secta de la respuesta correcta. Espero que den la respuesta equivocada, porque no tienen el criterio subjetivo interno para discernir la verdad de la sabiduría de Dios. Por lo tanto, no está disponible para ellos. Pero, a nosotros Dios nos la reveló por el Espíritu. ¿No es eso sorprendente? A nosotros. “Porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.
Entender la sabiduría de Dios, la sabiduría redentora que se desarrolla en las Escrituras, entender toda la grandeza de la revelación de Dios, no es posible para la humanidad sin la ayuda del Espíritu Santo. Y él da una ilustración de eso en el versículo 11, “porque quien de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él.” Esto es simplemente una pequeña analogía. Solo hay un componente en el ser humano, que entiende los pensamientos de un hombre, y ese es el espíritu que está en el hombre. En otras palabras, es su yo interno que entiende su mente. Su mano no entiende su mente. Su pie no entiende su mente. Su nariz no entiende su mente. Su oído no entiende. Su ojo no entiende. Es esa parte interna de usted que entiende su proceso de pensamiento.
“Así tampoco, nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.” Ninguna parte de la creación física puede conocer la mente de Dios, solo el Espíritu de Dios. Esa es su pequeña analogía. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el espíritu que proviene de Dios para que sepamos lo que Dios nos ha concedido.” ¿No es eso sorprendente? Y no somos muchos nobles, y no muchos poderosos, pero sabemos lo que el mundo no sabe. De hecho, conocemos las cosas que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas con sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual, a lo espiritual.” No me sorprende que la gente en el mundo piensa que somos un poco raros, un poco locos, un poco fuera de órbita. Hablamos en un idioma que no entienden. No lo entienden en absoluto. Y nos ven y se preguntan con nuestras capacidades intelectuales limitadas, ¿cómo es posible que entendemos? ¿cómo es que conocemos cosas que ellos no conocen? ¿cómo es que podemos comprender cosas que ellos no pueden comprender?
Estaba hablando con un hombre judío el otro día, y tuve la oportunidad de darle mi libro del poder de la integridad. Él dijo, “Bueno, esto es muy útil para mí porque,” él dijo, “estoy teniendo un gran problema en mi vida, estoy tratando de estudiar ética. Estoy tratando de entender la ética.” Un hombre brillante, presidente de un conglomerado de entretenimiento muy grande en Hollywood. Un hombre de mucha, mucha influencia, y un hombre muy, muy brillante y muy amable. Pero un hombre que estaba preocupado por entender la ética. Yo le dije, “Aquí está. Aquí está un libro de la integridad y alguien de quien vas a disfrutar leer, un hombre llamado Daniel. Un hombre judío que no hizo concesiones en tiempos bíblicos.
Y sabe una cosa, aquí estamos con tan poco en términos del mundo. Sin embargo, sabemos lo que ellos simplemente no pueden entender. ¿Por qué? versículo 14, y esta es probablemente la clave. “Pero el hombre natural,” esto es, un hombre no convertido, sin la ayuda del Espíritu Santo, “no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios.” No es que simplemente no las acepta, sino que son para él, ¿qué? locura. No puede entenderlas. No puede comprenderlas, “porque se han de discernir espiritualmente.” Esa es la razón por la que usted tiene que acordarse, de que cuando usted sale a presentar el evangelio a una persona no convertida, a menos de que el Espíritu Santo despierte el corazón, es inútil. No tiene esperanza porque no lo pueden entender. Usted no está en una batalla, no está en una batalla intelectual tratando de traer un peso más pesado de argumento para que pueda mover el péndulo sobre la mente de ellos. Este no es algún esfuerzo humano en el que usted está involucrado. No tienen esperanza, están muertos en delitos y pecados, y no tienen la facultad de comprender la realidad espiritual.
De hecho, su evaluación de esto es que es locura, porque cosas como estas se disciernen espiritualmente, “en cambio el espiritual” en contraste a ser natural, el cual es no ser convertido, espiritual es el que ha sido convertido, ha nacido de nuevo, aquellos que son espirituales que tienen esa mente nueva, la mente de Cristo, que tienen una nueva naturaleza, “juzgan todas las cosas, pero él no es juzgado de nadie.” Hombre, eso es maravilloso, ¿no es cierto? Ni siquiera pueden emitir un juicio exacto de nosotros.
El mundo no puede juzgarnos de manera precisa, podemos nosotros juzgarlos de manera precisa, porque conocemos la sabiduría de Dios. Ellos no tienen manera alguna de juzgarnos. No pueden entendernos, más de lo que no pueden entender lo que creemos, “porque ¿quién conoció la mente del Señor? Más nosotros tenemos la mente de Cristo.” ¿No es eso tremendo? Amados, ustedes no tienen esperanza de llegar a entender la Biblia, a menos de que hayan nacido de nuevo, a menos de que tengan una nueva facultad, ayudados por el Espíritu de Dios. No es simplemente el Espíritu de Dios, es el Espíritu de Dios operando a través de tu mente. Es el Espíritu de Dios dándote la mente de Cristo para que puedas pensar de una manera en la que nunca podrías pensar fuera de Él.
Los escritores de las Escrituras, presentaron la verdad en palabras divinas. Sin ayuda, la gente natural, no convertida puede leer esas palabras, y básicamente pueden leer lo que dicen, pero no pueden entender lo que significan. La verdad entonces, está disponible únicamente a aquellos que son iluminados con el Espíritu Santo. Martin Lutero escribió en una ocasión, “El hombre es como una columna de sal. Él es como la esposa de Lot. Él es como un leño. Él es como una piedra. Él es como una estatua sin vida que usa ni ojos ni boca, ni sentido, ni corazón hasta que él es regenerado y convertido por el Espíritu Santo.” Lo mejor que un hombre no convertido puede hacer, es masticar la corteza de las Escrituras, pero él nunca llegará a la madera. Y esa es la razón por la que es tan necio exponerse a alguien que está enseñando la Palabra de Dios, que no tiene el Espíritu Santo. ¡Qué necedad es esa! Claro que van a terminar con la interpretación equivocada.
Hay un segundo componente necesario, de hecho, hay unos cuantos más con los que tendré que continuar la próxima semana. Pero le voy a dar un segundo, y en cierta manera ya hemos comenzado a hablar de este. Simplemente llamémosle deseo, deseo. Pase a 1 Pedro capítulo 2. Si usted va a estudiar la Palabra de Dios, usted tiene que desearla. Hay una historia antigua de Sócrates, sea verdad o no, quien sabe, pero Sócrates era el filósofo que reinaba, el sabio de su época, y él era la envidia de todo estudiante joven que quería llegar a ser un discípulo de Sócrates.
La historia cuenta que cierto joven se acercó a Sócrates quien solía enseñar junto al mar, en una costa. Y este joven vino y en un momento en privado le dijo a Sócrates, el brillante señor: “Me gustaría que usted fuera mi maestro. ¿Me podría enseñar?” Se dice que Sócrates le respondió, “Sígueme”. Y él se dio la media vuelta y caminó por la arena hacia el mar, y siguió caminando hacia el agua, continuó caminando, siguió caminando, hasta que ambos estaban con el agua al nivel de la boca, en el mar. En cierta manera subía y bajaba por sus labios. Él se volteó y vio al joven quien para ahora se estaba preguntando qué tipo de lección era esta. Le puso las dos manos sobre su cabeza, y lo hundió y lo detuvo ahí queriendo ejercer mucho respeto hacia su maestro, el joven hizo su mejor intento por permanecer debajo del agua, de manera callada y aguantar la respiración.
No obstante, se volvió más bien imposible después de unos cuantos momentos y él comenzó a pelear, y después comenzó a moverse mucho y Sócrates siendo un hombre fuerte lo mantuvo ahí, y lo mantuvo ahí, y lo mantuvo ahí. Y de acuerdo con la historia en algún punto entre un minuto y dos minutos, lo cual es mucho tiempo, y finalmente soltó al hombre que luchaba. Y él salió brincando del agua, escupió agua salada por todos lados, y le gritó a Sócrates, “¿qué es lo que estás haciendo?” O algo así. A lo cual se dice que respondió, “Cuando quieras conocer con tanto deseo como quieres respirar, seré tu maestro.” Presentó el punto.
Hay algo que debe ser dicho para eso. El estudio bíblico real, diligente, es realizado por personas que quieren conocer de manera desesperada. Hay cierto nivel de desesperación. Y Pedro trata con eso, observe 1 Pedro, 1 Pedro 2, versículo 1, “Desechando pues toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidia, y todas las detracciones, desead como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.”
Ahora, el corazón de este pasaje es una afirmación, “desead como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada.” Aquí no está hablando de leche y carne como en 1 Corintios 3, él está dando una analogía simple y aquí está. Necesita usted tener el mismo tipo de deseo por la Palabra, que un bebé tiene por la leche. Es una gran analogía, ¿no es cierto? Cuando usted trae a un bebé a su casa, un bebé recién nacido, realmente eso es lo único que les importa. Y se lo notifican a usted, y se lo notifican de manera incansable, cuando es el momento para tomar esa leche.
¿Ah y usted le importa de qué color son las cortinas en su pequeña habitación que usted arregló? ¿A usted le preocupa de que color son las pequeñas botas y las cosas que usted les pone? ¿Y a usted le preocupa enchinar su cabello, y poner un pequeño moño, lo que sea, usted le preocupa que tengan un conjunto de pijamas con balones de futbol americanos, si es niño? A usted le preocupa todo eso. Lo único que les preocupa a ellos es la leche. Dele leche, enfrente las consecuencias, y deles más. La vida es muy, muy simple.
Y esa es la simplicidad que Pedro tiene en su momento conforme extrae la analogía al escribirle a estos creyentes que están dispersos a lo largo del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia que son los escogidos de Dios. En medio de tiempos difíciles, inclusive persecución, él les llama a tener un hambre, tener un apetito, tener un enfoque singular que desea las Escrituras como un bebé recién nacido desea la leche. ¿Qué debe alimentar ese deseo? Varias cosas. En primer lugar, si se acuerdan que la Palabra fue la fuente de su vida. ¿Vio usted la primera frase en el versículo 1? “Desechando pues”, eso lo lleva a usted de regreso. ¿De regreso a qué? De regreso al versículo 23, “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.”
Renacieron por la Palabra de Dios. El punto es que la Palabra de Dios hizo el impacto más profundo en su vida jamás. El impacto más profundo en su vida, posible. Y si la Palabra de Dios es así de poderosa para tener ese tipo de impacto en su vida, entonces debería anhelarla. Recuerde, la Palabra es la fuente de su vida. Si cambió de manera tan dramática su vida al principio, recuerde lo que hará si usted continúa deseándola.
En segundo lugar, elimine su pecado. Recuerde que la Palabra fue la fuente de su conversión. En segundo lugar, elimine su pecado. Versículo 1, “Desechando pues toda malicia,” malicia es kakía en el griego, simplemente significa ‘maldad general”, desechando pues toda maldad. Y él da algunas ilustraciones, algunos ejemplos como el engaño, la palabra engaño es ‘dolos’ en el griego. Es la palabra usada para un anzuelo, lo cual es muy engañoso, si usted es un pez, obviamente. Deseche la hipocresía, deseche las envidias, deseche katalalia, lalalalia. Es una palabra onomatopéyica, se oye como lo que significa, calumniar, hablar de alguien a sus espaldas. Deseche de ese tipo de cosas. Deshágase de la maldad en su vida. Y después desee la Palabra.
¿Qué motiva este deseo? Recordar el poder de la Palabra de Dios, como es demostrado en su salvación y una eliminación de su pecado. Mientras que haya pecado en su vida, va a enturbiar ese deseo, va a echar la pureza de ese enfoque, va a alejarlo de la Palabra de Dios. Cómo alguien escribió en su Biblia hace mucho tiempo atrás, “O este libro te mantendrá alejado del pecado o el pecado te mantendrá alejado de este libro.”
En tercer lugar, admita su necesidad. Versículo 2, “Desead como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.” Admita su necesidad, sea lo suficientemente abierto y honesto como para clamar por ella. Siempre me entristece cuando conozco a gente que está en un lugar en el mundo en el que no parecen poder encontrar una iglesia, no parecen poder encontrar un lugar en dónde puedan ser alimentados con la Palabra de Dios, y tienen un corazón que clama, que anhela esto. Ustedes como congregación han sido tan grandemente bendecidos como para tener la provisión, si el anhelo está ahí. Reconozca esa necesidad, clame como ese bebé clama por la leche.
Busque el crecimiento, es otra cosa. Recuerde el poder de la Palabra en su salvación, haga a un lado el pecado, admita su necesidad por la Palabra, busque el crecimiento para que usted pueda crecer con respecto a la salvación. Y el último punto pequeño que presentar es, examine sus bendiciones. Versículo 3, “Si es que habéis gustado la benignidad del Señor.” Si usted ya sabe cuan bueno es conocer su palabra y obedecerla, si usted ya ha sido bendecido en obediencia en el pasado, examine eso y busque obedecer en el futuro.
¿Cómo sabe usted cuando alguien tiene este deseo? ¿Cómo sabe usted cuando alguien realmente tiene un anhelo por la Palabra? En primer lugar, la honra, la honra. La tienen en alta estima. Son como Job que dijo, “He atesorado las palabras de su boca, más que mi alimento necesario.” Son como Jeremías, quién dijo, “Fueron halladas tus palabras y las comí. Y tu palabra me fue por gozo y regocijo de mi corazón.” Son como el salmista, quien dijo, “Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado, y dulce más que miel, y la que destila del panal.” Cuando yo encuentro a alguien que honra la Palabra, yo estoy viendo deseo.
Y después, un amor por la Palabra. Un afecto profundo por su verdad. Eso se manifiesta en querer hablar de la Palabra, querer enseñar la Palabra, querer oír la Palabra enseñada, querer leer libros que hablen su verdad. Como leímos en el Salmo 119, una y otra vez, “Oh, cuánto amo yo tu ley. Me deleito en tu ley. Es mi gozo, es mi regocijo.” La gente que tiene este deseo, honra la Palabra, la respeta, la exalta, la obedece, la ama, tienen un aspecto profundo por sus verdades, prefieren hablar de eso que de cualquier otra cosa. prefieren buscar un entendimiento de doctrina sana que cualquier otra cosa.
También pelean por ella. Pertenecen a Judas 3, contienden ardientemente por la fe que ha sido una vez dada. Van a ir a la guerra, van a ir a la batalla por su veracidad, van a ir a la batalla en contra de aquellos que atacan su verdad. Es así de preciada para ellos. Cuando usted honra la Palabra, y cuando usted ama la Palabra, usted peleará por ella. Algunas veces la gente dice, “Bueno, necesitas ser más pacificador, necesitas ser más conciliador, quizás necesitas ser más amoroso.” Y quizás ese es un rasgo de personalidad, y tienen razón. Pero cuando hablamos de la Palabra de Dios, usted la ama y la honra, usted no puede evitar más que pelear por ella.
Y después yo añadiría, la gente que desea la Palabra, la proclama también, la proclama. No me diga que usted tiene este anhelo por la Palabra, no me diga que es más dulce para usted que la miel y más preciada que el oro, si usted no la proclama. Porque sea lo que sea, de lo que usted más ama, usted va a hablar de eso, ¿no es cierto? Sea lo que sea que usted más ama, usted habla de eso. Veo todas estas calcomanías, “Mi niño fue el alumno de honor en tal y tal lugar.” Debe haber muchos niños que reciben eso, porque está en muchas defensas de autos. Padres que quieren proclamar de la defensa de atrás de su auto, su amor por su niño, yo entiendo eso, usted ve muchos más de esos de lo que ve calcomanías que dicen: “Mi Salvador es el Señor Jesucristo.”
Entiendo la humanidad de eso, entiendo cuando un joven se enamora y de lo único que él puede hablar es su novia. Entiendo cuando un pequeño en un juego de béisbol de ligas menores anota un home run, esa es la cosa más importante en su vida, y probablemente en la vida de su padre también, por un tiempo. Entiendo esos aspectos de la vida, pero algunas veces muestran un orden de prioridades realmente confundido, ¿no es cierto? La gente que anhela la Palabra como un bebé anhela leche, no puede evitar más que proclamarla, no pueden ser refrenados, simplemente sale.
Y después, finalmente la personaliza, la personaliza. No se conforman a este mundo, sino que están siendo transformados por la Palabra. La Palabra mora en ellos en abundancia, Colosenses 3, se vuelve la esencia de su vida, comienza a moldearlos, se manifiesta en cómo viven. Observe usted su vida y usted no ve un estilo de obediencia en dónde están apretando los dientes, en dónde están enderezando el cuello tratando de vivir esta obediencia, hay una calma, hay una dulzura, hay un aspecto natural. Y usted puede verlos en cualquier momento en su vida, y hay una coherencia, porque la Palabra se ha apoderado, y ha moldeado su vida a nivel personal.
¿Cómo sabe usted cuando tiene un deseo, un deseo real? Usted va a honrar la Palabra, usted la va a amar, será la fuente de guerra para usted, de vez en cuando. Será el tema de conversación que más esté en sus labios, conforme usted la proclama. Y se manifestará en su vida, inclusive de manera involuntaria. Siempre digo, cuando alguien es espiritualmente maduro, sus respuestas involuntarias son piadosas, ni siquiera tienen que pensarlo, es tanto parte de la esencia de su vida. Bueno, eso es suficiente para esta noche, y hay tres prerrequisitos más que añadir a esos, y haremos eso la próxima vez. Oremos.
Cómo usted puede darse cuenta, antes de que oremos, es difícil para mí dejar de hablar de este tema, porque es una pasión tan grande en mi propio corazón. Y sólo puedo esperar y tiene que orar por mí, porque pueda cubrir todo lo que quiero decir en estos siguientes dos domingos.
Padre, gracias por esta noche. Gracias por estas personas queridas, preciadas, que han venido, que han venido porque tienen hambre de Tu Palabra, porque quieren entenderla, quieren conocer Su verdad, quieren vivirla, quieren hacer prosperar su camino y que todos le salga bien, quieren el gozo de la obediencia, quieren traer gloria a tu nombre. Gracias por aquellos quienes, debido a su salvación, conversión, y nuevo nacimiento tienen al Espíritu de Dios como su maestro. Oh Dios, que tengan un deseo fuerte como un niño recién nacido lo tiene por la leche. Un deseo fuerte por conocer Tu Palabra, tan esencial, si van a ser diligentes y estudiarla como un obrero que no tiene de que avergonzarse.
Te damos gracias Señor, por este gran tesoro. Te damos gracias porque podemos entenderlo. La has presentado de manera clara, queremos ese entendimiento, para que podamos vivirla y conocer la plenitud de la bendición, y traerte honor. En el nombre de Tu Hijo. Amén.
Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org
DERECHOS DE AUTOR © 2020 Gracia a Vosotros
Usted podrá reproducir este contenido de Gracia a Vosotros sin fines comerciales de acuerdo con la política de Derechos de Autor de Gracia a Vosotros.
Este artículo también está disponible y se vende como un folleto.
Esta serie de sermones incluye los siguientes mensajes:
Por favor, contacte a la casa Editorial para obtener copias de este recurso.
Información de la Editorial