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Hablar del costo del discipulado en nuestra sociedad quizá no sería lo más necesario desde el punto de vista del oyente en este momento, podría volverse más necesario en los días venideros. Si estuviéramos en esta noche en Europa Oriental estaríamos hablando de un tema muy cercano al corazón del oyente; de hecho, me atrevería a decir que están tan conscientes del asunto del costo del discipulado que quizá no necesitaría tocarse fuera de alentarlos. Y francamente, el enfoque que adoptaré en este mensaje no será necesario en absoluto, porque nadie en un país en donde usted paga un precio por nombrar el nombre de Jesucristo va a ser eso, a menos de que estén dispuestos a pagar ese precio; no hay creyentes superficiales no comprometidos, ¿por qué pagar el precio?

Sin embargo, nuestra sociedad aquí hemos desarrollado esta teología increíble que dice que usted puede ser un cristiano y no preocuparse por estar comprometido, de hecho, usted puede ser cristiano y ni siquiera ser un discípulo. Aquellos que enseñan eso dirían: “Sí, no hay duda en el Nuevo Testamento de que Jesús asigne un costo tremendo al discipulado, pero no necesitas preocuparte por eso porque ese es cristianismo de segundo nivel; el cristianismo del primer nivel realmente no tiene ningún costo en particular, en absoluto”. Para mostrarle cuán influyente es esta idea, uno de los periódicos fundamentalistas más influyentes en Estados Unidos es un periódico llamado “La Espada del Señor”. En la España del Señor, en la publicación del 8 de enero de 1988, este año, el editor escribe esto refiriéndose a Lucas 9:57-62.

Permítame leerle esto. En Lucas 9, el Señor está hablando del discipulado, y comenzando en el versículo 57, Él dice esto: “Y conforme iban por el camino, alguien le dijo: Te seguiré a donde quiera que vayas; y Jesús dijo: Las zorras tienen hoyos y las aves del aire tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene en dónde posar su cabeza. Y Él le dijo a otro: Sígueme. Pero él le dijo: Permíteme primero que sepulte a mi padre. Pero Él le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos, pero tú ve y proclama por todos lados el reino de Dios. Y otro también le dijo: Te seguiré, Señor, pero permíteme primero despedirme de los que están en casa. Pero Jesús le dijo: Ninguno, después de haber colocado su mano en el arado y mira hacia atrás, es apto para el reino de los cielos”.

El escritor de la Espada del Señor dijo esto: “Este pasaje no tiene nada que ver con la salvación. Estos llamados no son llamados a la salvación, son llamados al discipulado. MacArthur, como muchos otros, confunde el discipulado con la salvación, y usa pasajes que tratan con el discipulado para tratar de probar que el pecador debe entregar todo lo que él tiene y todo lo que él es para recibir a Cristo”. Esto simplemente no es verdad. En ningún lugar en la Biblia se le dice al pecador que deje todo lo que tiene para ser salvo. ¿Qué es un discípulo? ¿Es algo diferente que ser un cristiano? Es bastante claro en la Biblia que Jesús llama a los hombres a seguirlo. Ese escritor está diciendo: “Eso no tiene nada que ver con la salvación”.

¿Es así? ¿Todo llamado de Jesús al discipulado son algo más que la salvación? Como puede ver, la palabra “discípulo” es una parte tan grande nuestra fe cristiana que difícilmente tiene algún significado fuera del cristianismo, usted simplemente no oye esa palabra fuera del cristianismo; es usada 262 veces en el Nuevo Testamento. La palabra es “mathetes”, el significado básico de la raíz es “ser un aprendiz”, pero tiene mucho más contenido que eso. Los léxicos nos dicen que significa “uno que comparte una relación cercana e íntima con una persona”, y cito: “El discípulo es uno que, ante el llamado de Jesús, lo sigue. Él debe observar la voluntad de Dios, inclusive entregarse sin reservas a la persona de Jesús llegando al punto de la muerte y el regalo de su vida motivado por el amor”, así dice Leon Dufour, en su estudio maravilloso del lenguaje del Nuevo Testamento.

Discipulado, más que tan solo ser un aprendiz, ser un seguidor íntimo, tener una relación íntima; seguir al punto en el que usted llega hasta morir motivado por el amor. No hay duda acerca del hecho de que el único mensaje que Jesús jamás proclamó fue un mensaje de discipulado. El llamado que Jesús dio fue un llamado a seguirlo a Él, un llamado a la sumisión, un llamado a la obediencia; nunca fue un ruego por hacer algún tipo de decisión momentánea para adquirir perdón y paz y el cielo, y después seguir viviendo como usted quisiera. Las invitaciones de Jesús para los perdidos siempre fueron llamados directos a un compromiso costoso. Escuche Mateo, capítulo 13, y la parábola conocida en el versículo 44: “El reino de los cielos es como un tesoro en un campo, el cual un hombre halla y lo esconde de nuevo, y gozoso por ello, va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo. También el reino de los cielos es semejante a un mercader, que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía y la compró”.

Ahora, conocemos esas parábolas. Un hombre halló un tesoro, vendió todo lo que tenía y lo compró; un hombre halló una perla, vendió todo lo que tenía y la compró. Ahora, eso dice que cuando un hombre se encuentra con el Evangelio salvador de Jesucristo, entrega todo lo que tiene, le da la espalda a toda la vida para abrazar a Cristo. Pero, ¿qué es lo que la gente que quiere promover que este no es un llamado a la salvación hace con ese pasaje? Esto es lo que hacen. Dicen: “Lo que la parábola está enseñando no tiene nada que ver con la salvación. El hombre que encontró el tesoro y el hombre que buscó la perla es Cristo, el tesoro es la iglesia, la perla es la iglesia. Esta es una parábola acerca de que Cristo compra la iglesia, entregando todo lo que Él tuvo para comprar a la iglesia”.

Permítame sugerirle algo. En primer lugar, el campo aquí – dicen: “El campo es el mundo, y entonces sepultada en el mundo está la iglesia. ¿Por qué decimos que el campo es el mundo?”, y dicen: “Bueno, en la otra parábola acerca del trigo y la cizaña, el campo es el mundo”. Oh, esa es otra parábola. En la parábola de las tierras, el campo es el corazón. Entonces, no necesariamente podemos interpretar esta parábola al seleccionar la otra parábola de manera arbitraria que parece encajar con la interpretación que nos gusta. Además, Cristo no simplemente estaba arando en el mundo y se tropezó con la iglesia de manera intacta; y tampoco Cristo se metió en una cruzada de por vida para tratar de encontrar a la iglesia que era tan preciada.

La iglesia, antes de que el Señor la redimiera, ni era preciada ni tenía valor, no fue un tesoro ni era hermosa; Cristo no compró a la iglesia porque Él descubrió su valor tremendo; además, Cristo presentó estas parábolas a los discípulos para revelar los misterios del reino, no para explicar la expiación desde el punto de vista de Dios. Pero ese es el punto al que el intérprete llega cuando quiere eliminar un Evangelio que demanda que una persona entregue todo para recibir a Cristo. Hay un paralelo sorprendente en Marcos, capítulo 10, versículo 21, esto es lo que eso dice: “Jesús vio al joven rico y le dijo: Solo una cosa te falta, ve y vende todo lo que posees y dalo a los pobres y tendrás tesoro en el cielo”. Mismo mensaje: “¿Quieres vida eterna? Entrega todo lo que tienes y toma el tesoro”. Ese no es el único llamado fuerte de Jesús al discipulado.

En Mateo, capítulo 10, muy conocido por nosotros y regresaremos a éste más adelante; Mateo 10:32: “Así que a cualquiera pues que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos; y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos. No penséis que he venido para traer paz a la tierra, no he venido para traer paz sino espada, porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre serán los de su casa; el que ama a padre o madre más que a Mí, no es digno de Mí; el que ama a hijo o hija más que a Mí, no es digno de Mí, no se digno de Mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de Mí, no es digno de Mí; el que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida, por causa de Mí, la hallará”. Un llamado fuerte al compromiso total.

En el Evangelio de Lucas, en el capítulo 14, oímos el eco del mismo nivel de compromiso, versículo 25: “Las multitudes le seguían y se volvió a ellas y les dijo: –le está hablando a las multitudes– Si alguno quiere venir en pos de Mí y no aborrece su propio padre y madre y esposa e hijos y hermanos y hermanas y sí, aún su propia vida, no puede ser mi discípulo”. Ahora alguien lee eso y dice: “Bueno, eso es tan difícil, no puede significar la salvación”; entonces, un discípulo tiene que ser un cristiano de segundo nivel, ya tienen que ser creyentes. Entonces, ¿por qué le da este mensaje a la multitud? ¿Por qué se lo da a la multitud? Es muy claro que Él le está hablando a incrédulos, es muy claro que Él está hablando a aquellos que no lo conocen.

En Juan 8:31 Jesús dijo: “Si continuareis en Mi Palabra, entonces son, mi discípulo  real”. Juan 15:8 dice: “Mis discípulos verdaderos dan fruto”. Y cada uno de esos contextos, Mateo 13, Mateo 10, Lucas 14, Juan 8, Juan 15, todos son contextos en los que Jesús está llamando a los hombres a la salvación; y aún así, hay muchos que niegan que hay un llamado como ese involucrado en la salvación. Dicen simplemente: “Cree y recibe el regalo; simplemente cree y toma el regalo”. De nuevo, leyendo de un libro titulado “Los hambrientos heredan”, el autor escribe: “Cuán afortunado es que la entrada de uno al reino de Dios no depende de su discipulado; si fuera así, cuán pocos entrarían a ese reino”, fin de la cita. Oh, ¿no es eso exactamente lo que Jesús dijo? “Estrecha es la puerta y pocos son los que la hallan”. Pero queriendo suponer que más de unos cuantos son salvos, estos maestros dicen que uno puede ser un creyente salvo sin ser un discípulo obediente.

Entonces, inventan dos niveles de vida espiritual. El nivel 1 es un incrédulo creyente inclusive, no comprometido, desobediente, quien hizo una decisión momentánea para recibir la salvación, pero no tiene deseo de seguir a Cristo y con frecuencia lo llaman el cristiano carnal; esperamos que en algún momento esa persona llegue al nivel 2, el nivel 2 es un discípulo, y ahí usted tiene a la gente obediente, comprometida, que ama y sirve al Señor, que le dio la espalda a su vida anterior y anhela vivir una vida nueva, no son perfectos, pero el deseo de su corazón y el fruto de vida muestra la obra de Dios. La gente de nivel 1, dicen estas personas, son salvas, pero la única manera en la que pueden saber que son salvas es por recordar la decisión que hicieron en el pasado, esa es toda la certeza que necesitas –dicen ellos–, si necesitas certeza simplemente mira a tu pasado, y acuérdate del momento en el que creíste.

Claro, si avanzas mucho en tu incredulidad y desobediencia, no quieres tener certeza acerca de algo a lo cual de cualquier manera eres indiferente, entonces no sirve este punto. Pero se nos dice que es suficiente que alguien simplemente crea, reciba el regalo sin arrepentirse, sin confesar a Cristo como Señor, sin rendir su vida a Él; dicen que creyentes como esos no van a ser recompensados. El resultado de dicha dicotomía es que hay una diferencia entre un creyente y un discípulo, pero hay más que eso; este tipo de manera de pensar cambia de manera total el ministerio total de Cristo, porque de pronto Jesús en lugar de llamar a los pecadores a la salvación, está llamando a creyentes de primer nivel al nivel 2, y de quien se dice, de manera muy clara, que vino a buscar y salvar a los perdidos, que Él no vino a llamar a justos sino a pecadores al arrepentimiento; realmente no es un evangelista, él es un predicador de vida más profunda, y cambia de manera total el ministerio de nuestro Señor de Evangelismo a llamar a creyentes que viven en pecado, niegan a Dios, a Cristo, desobedecen, no están comprometidos a enderezarse.

¿Ese es el ministerio de Jesús? No lo creo. De hecho, estoy seguro de que no lo es. Yo creo que todo cristiano es un discípulo, todo cristiano es un seguidor de Cristo. Algunos de nosotros estamos siguiendo de manera más fiel que otros, pero todo creyente verdadero se ha comprometido conseguir a Jesucristo. Creo que como hemos visto, usted puede ser un seguidor de Jesús y no ser un cristiano real; usted puede seguir sin tener un corazón cambiado y decir: “Señor, Señor”, y Él le dirá: “Nunca os conocí”, como Juan 6:66, muchos de sus discípulos ya no andaban más con Él; como aquellos que querían seguir a Jesús en Mateo, capítulo 8, pero ciertamente no estaban dispuestos a hacer el compromiso que tenía que ser hecho; eran aquellos de quienes leímos antes, que dijeron: “Déjame hacer esto y déjame ir a hacer aquello, y déjame hacer lo otro”, y Él dijo: “No eres digno de ser mi discípulo”.

Entonces, hay algunos discípulos, entre comillas, que no son reales; pero no hay creyentes que no son discípulos. Simplemente, significa que hemos entrado en una relación con Jesucristo en la que lo seguimos; no seguimos perfectamente, y por favor, no seguimos a partir de nuestra propia voluntad y en nuestra propia carne; seguimos porque Dios, en Su gracia soberana, nos ha transformado en seguidores. El término “discípulo” nunca en las Escrituras es aplicado a creyentes de segundo nivel.

La verdad es que el Evangelismo en sí mismo es hacer discípulos, y eso es tan claro en Mateo, ¿se acuerda usted de la gran comisión? Mateo 28:19: “Id, pues, y haced discípulos. Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones”, ¿cómo es que usted hace un discípulo? “Bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”, eso es Evangelismo; que usted hace que nombren públicamente el nombre de Jesucristo, sean bautizados públicamente como una profesión de su fe, y después se dirigen a vivir una vida de obediencia, eso es hacer discípulos, somos llamados a hacer discípulos. Los otros relatos de la gran comisión, uno de ellos está en Marcos 16:15, Él dijo: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda la creación”, Mateo dice: “Hagan discípulos”, Marcos dice: “Prediquen el Evangelio”, porque son lo mismo, “Y el que ha creído y ha sido bautizado será salvo”. Lucas, Él dijo: “Así está escrito, que el Cristo debe padecer y resucitar de los muertos al tercer día”, y añade más palabras a esa gran comisión, y “que arrepentimiento para perdón de pecados se ha proclamado en su nombre a todas las naciones”.

Mateo dice: “Hagan discípulos”; Marcos dice: “Prediquen el Evangelio”; Lucas dice: “Proclamen arrepentimiento para perdón y hablen de la muerte y resurrección de Cristo”; todo es lo mismo. La gran comisión, entonces, es predicar la muerte y resurrección de Cristo, predicar arrepentimiento para el perdón de pecados, llamar a la fe para ser discípulos; eso lo resume todo. La misión de la iglesia consiste en hacer discípulos. Traer a la gente a una relación íntima con Dios, mediante la fe en Jesucristo. Los discípulos son personas que creen en el Evangelio, gente que han dejado su pecado para abrazar el perdón de Dios, gente que han tenido una vida transformada de tal manera que están motivados para obedecer lo que el Señor les ha mandado. El término “discípulo” es usado de manera sinónima para un creyente.

Escuche con atención a pasajes del registro maravilloso de la primera iglesia del libro de Los Hechos, versículo 1 del capítulo 6: “Ahora, en este tiempo, mientras que los discípulos estaban incrementándose en número, una queja surgió por parte de los judíos griegos en contra de los hebreos porque sus viudas estaban siendo descuidadas en el servicio diario del alimento; y los doce reunieron a la congregación de los discípulos y dijeron: No es deseable que nosotros dejamos la Palabra de Dios para servir a las mesas”. Ahora, dice que los discípulos estaban incrementándose y los doce reunieron a la congregación de los discípulos, eso no puede significar nada más que los creyentes; ciertamente, no significa que reunieron a todos los cristianos de segundo nivel y tuvieron una reunión especial para ellos. Versículo 7: “Y la Palabra de Dios siguió esparciéndose, y el número de los discípulos continuó incrementándose grandemente”. Conversión, creyentes, discípulos, mismo término.

En el capítulo 11 de Hechos, creo que es el versículo 26, nos dice: “Y cuando él lo halló lo trajo a Antioquía, y sucedió que durante un año entero se reunieron con la iglesia y enseñaron a números considerables –escuche esto–, y los discípulos fueron llamados por primera vez cristianos en Antioquía”. Bernabé fue el personaje clave aquí, los discípulos fueron llamados por primera vez cristianos en Antioquía. Discípulo tiene que significar creyente; si cristiano significa creyente, creyente, discípulo, cristiano son lo mismo. Capítulo 14, versículo 20: “Pero mientras que los discípulos estaban alrededor de él, él se levantó y entró a la ciudad”, esto tiene que ver con los creyentes cuando Pablo fue apedreado, al día siguiente él se fue con Bernabé. Usted comienza a ver ahora que los cristianos son llamados discípulos, y después en el capítulo 15, versículo 10: “Ahora, por tanto, ¿por qué probáis a Dios al colocar sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?”, dice Pedro.

Entonces, creyente, discípulo, cristiano son lo mismo. ¿Por qué hacen una distinción? ¿Por qué la gente hace esto? De nuevo, les señalo, porque temen que si usted tiene condiciones involucradas en la salvación, usted ha afectado de manera negativa la gracia. En otras palabras, quieren que la salvación sea puramente de gracia; “Únicamente cree, pura gracia, no hagas nada, únicamente cree”, y dicen que se añade es el hecho de que tienes que volverte del pecado, confesar tu pecado, arrepentirte de tu pecado, rendirte a Cristo, has añadido todas estas obras humanas a la gracia; no es así. Lo único que has dicho es que Dios, cuando Él salvó a alguien por la gracia, hace todo eso, todo está en esa gracia salvadora, es parte de eso. Y después, en segundo lugar, creo que la gente se aferra esa postura porque quieren desarrollar una teología que va a quitar las demandas fuertes de Jesús; quieren hacer que sea fácil que todo mundo sea salvo.

Y la tercera razón por la que la gente se aferra a esto es porque les gustaría salvar a algunas personas que están perdidas. ¿Qué quieres decir? Bueno, tienen a personas que aman que hicieron una profesión de fe en Cristo, nunca demostraron una vida cambiada, y les gustaría desarrollar una teología que haga que estas personas lleguen al cielo. Un pastor que vivía detrás de la Cortina de Hierro me dijo en una ocasión: “No hay creencia fácil en nuestras iglesias, no hay profesiones superficiales de fe, nadie está tomando a Jesús quien no está dispuesto a morir por Él porque ese es el precio en muchos casos. El costo de nombrar a Cristo –dijo él– es tan elevado que no tenemos conversiones falsas. Si no están dispuestos a pagar el precio, –dijo él– no quieren estar asociados con Jesucristo en absoluto”. Ahora, eso aclararía la situación en muchas cosas. Cuando Él los llamó en ese ambiente hostil, Él los instruyó cuidadosamente acerca del costo de seguirlo.

La gente tibia que no estaba dispuesta a hacer el compromiso no respondió, Él rechazó a los que no querían pagar el precio como el joven rico, Él les presentó el precio y se fue; aquellos que querían ser discípulos, ¿qué dijeron? “Déjame hacer esto, déjame ir a hacer aquello y déjame ir a hacer lo otro”, Él dijo: “No eres digno de ser mi discípulo”, es un volverse, es un arrepentimiento, es entregar y abrazar a Cristo. John Stott escribió en su pequeño libro Cristianismo básico: “El panorama cristiano está lleno de torres construidas a medias, las ruinas de aquellos que comenzaron a construir y no pudieron terminar, porque miles de personas aún ignoran la advertencia de Cristo, e intentan seguirlo sin pausar primero para reflexionar en el costo de hacer eso.

El resultado es el gran escándalo del cristianismo en la actualidad, del supuesto cristianismo nominal, en países en los que la civilización cristiana se ha esparcido, grandes números de personas se han cubierto con una cubierta decente, pero delgada de cristianismo; ha permitido que se involucren hasta cierto punto lo suficiente para ser respetables, pero no lo suficiente para estar incómodos. Su religión es un colchón grande y suave, los protege de las incomodidades difíciles de la vida, mientras que ellos cambian su lugar y forma para que se adapte a lo que es conveniente para ellos. No es sorprendente que los cínicos hablan de hipócritas en la iglesia, y consideran la religión como escapismo”, fin de la cita.

En Lucas 14, Jesús colocó el dedo en lo que el doctor Stott está mencionando cuando Él dijo: “Porque, ¿quién de vosotros queriendo edificar una torre no se sienta primero y calcula los gastos a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él diciendo: Este hombre comenzó a edificar y no pudo acabar. ¿O qué rey al marchar a la guerra contra otro rey no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”. Bastante claro. Usted no debe ser como el hombre que quiso construir la torre y quedarse a la mitad y no tenía lo que necesitaba para llegar al final; usted no debe ser como el general que fue a la guerra y no estaba listo para lo que él iba a encontrar.

En otras palabras, hay un sentido en el que usted reconoce el costo total de entregar su vida por Cristo. El cristiano no es alguien que compra seguro contra incendios, que firma una cláusula de escape para mantenerlo fuera del infierno. El puritano William Perkins escribió estas palabras: “El cristiano verdadero es de esta disposición de mente, que si no hubiera consciencia que lo acusara, si no hubiera un diablo que lo aterrara, no hubiera un juez que lo condenara, no hubiera un infierno que lo atormentara, aún así él sería humillado y sería llevado a sus rodillas por sus pecados, porque él ha ofendido a un Dios amoroso, misericordioso y paciente”, fin de la cita. Esa es la diferencia. El pecador que verdaderamente está arrepentido, está devastado por la manera en la que él ha ofendido a Dios con su pecado, él no está buscando de manera caprichosa algún tipo de seguros contra incendios.

Un discípulo verdadero ama, un discípulo verdadero obedece. No amamos perfectamente, no obedecemos perfectamente; algunas veces amamos de manera muy imperfecta y desobedecemos, pero el patrón de la vida es la obediencia y amor por el Señor. Y aún cuando no lo amamos, sentimos la culpabilidad y no lo obedecemos, sentimos la culpabilidad porque pertenecemos a Él; tenemos esa relación íntima que Dios, en Su gracia, nos ha dado. Permítame volverlo a decir. No creo que estos son esfuerzos humanos, creo que esto es lo que Dios hace en su corazón. Dios le da un amor por sí mismo, Dios le da un corazón para obedecerlo, Dios lo vuelve de su pecado; no son obras humanas pre-salvación, son inherentes en la obra salvadora de Dios. Permítame llevarlo de regreso conforme llevamos las cosas a un enfoque final al pasaje de Mateo 10, y señalarle las cosas importantes qué considerar en este asunto del discipulado.

Recuerde ahora, Jesús dice en Mateo 10: “Todo aquel que me confesare delante de los hombres, le confesaré delante de mi Padre”. Jesús dice: “He venido para poner a disensión al hombre contra su padre, y contra su hija; y el que ama a padre o madre más que a Mí no es digno de Mí”; Jesús dijo: “Toma tu cruz y sígueme”, presentando todos estos elementos del discipulado. Dice usted: “Bueno, ¿ahora es esto un llamado a la salvación o es esto un llamado a que los creyentes se conviertan en discípulos?”. Bueno, como le he dicho, obviamente, es un llamado a la salvación a partir del panorama general del Nuevo Testamento; pero un pensamiento simple pequeño podría ser el que mostrara la claridad de este argumento y aclarara aún más el pasaje.

En el capítulo 10, versículo 1, y comencé leyendo en el versículo 32, pero en el versículo 1 dice: “Entonces, llamando a sus doce discípulos”; amados, ya eran discípulos. Este no es un llamado al discipulado, Él ya se dirigió a los doce como discípulos, ellos ya eran llamados discípulos. Sí, Mateo 10 es dirigido a ellos, pero ellos ya son discípulos, Él simplemente está definiendo lo que el discipulado significa. Y en el pasaje paralelo de Marcos, Marcos dice que Él estaba hablando no solo a los discípulos, lo cual Mateo enfatiza, sino a los discípulos y a la multitud. Y en Lucas 14, al cual nos referimos antes, Lucas elimina los discípulos y Él únicamente le está hablando a la multitud. Esto, entonces, es simplemente Jesús presentando los estándares del discipulado; es un llamado a la salvación, nada corto de eso.

Dice usted: “¿Por qué se lo dio a los discípulos?”, para que supieran cómo presentarlo a la multitud, para que supieran cómo evangelizar. Jesús llama a un compromiso total. ¿Qué significa? Número 1 – le voy a dar tres pensamientos. Número 1, significa confesar a Cristo ante los hombres; versículo 32: “A cualquiera pues que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos, y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos”; es una cuestión de confesión pública. Ahora, la confesión pública en sí misma no es suficiente.

En Mateo 7, la gente dice: “Señor, Señor, profetizamos en tu nombre, hicimos muchas obras maravillosas y demás”, y él dijo: “Nunca os conocí”; hay aquellos que profesan el nombre, que no son reales, pero no hay ninguno que es real que no profese el nombre. “A cualquiera –dice Él– pues que me confiese delante de los hombres”, eso es afirmar abiertamente una relación con Cristo. Romanos 10:9-10 dice: “Si confesares con tu boca, Jesús como Señor”, “Confiésame delante de los hombres”, ese es un término genérico universal, confesión abierta, confesión pública, en donde quiera que esté uno, ahí es en donde Él comienza este asunto de discipulado. El corazón del discipulado, amados, es un compromiso con Jesucristo. Eso significa que está usted dispuesto a identificarse públicamente con Él, sin importar lo que eso cueste; eso significa que usted está dispuesto a enfrentar a un mundo hostil con valentía al reconocer a Jesús como Señor y Amo.

¡Oh, no siempre lo hacemos! Inclusive, Timoteo estuvo peligrosamente cercano de avergonzarse de Cristo; Pedro negó a Cristo; tenemos esos lapsos, pero un momento de fracaso no invalida las credenciales del discípulo. Todos nosotros tenemos momentos de fracaso, pero no es nuestro propósito, no es nuestro deseo mantener nuestra relación con Cristo escondida, es nuestro deseo pronunciarlo, proclamarlo. Y si afirmamos de manera dispuesta nuestra lealtad con Cristo, entonces somos aquellos con quienes Él afirmará su lealtad también; si estamos dispuestos a decir: “Pertenezco a Cristo”, Él estará dispuesto a decir: “Éste me pertenece”.

Por otro lado, aquellos que de manera constante niegan al Señor mediante silencio, mediante una vida impía, mediante palabras, simplemente están poniéndose una máscara, no son discípulos de Dios en absoluto. Entonces, todo comienza con esa confesión pública. Si alguien niega a Cristo, dice que no cree, que no le importa obedecer, no cumple con esta característica de un discípulo verdadero. Y de nuevo digo, esto no es algo que hacemos en nuestra carne, esto es algo que Dios produce en nosotros al darnos el corazón de un discípulo; Él nos da un corazón para amarlo, un corazón para querer proclamarlo, un corazón para querer anunciar que le pertenecemos.

En segundo lugar, siguiendo a ese, un discípulo no solo confiesa delante de los hombres a su Señor, sino que prefiere a Cristo por encima de los demás. El versículo 34 comienza a hablar de la familia, y cómo la espada viene para dividir a padre y madre, hermana y hermano, y los enemigos se convierten en personas en tu propia casa, “Y no puedes amar a padre o madre más que a Mí y ser digno de Mí, no puedes ser mi discípulo si no estás dispuesto, si es necesario, cortar esas relaciones”. Lenguaje muy fuerte, muy fuerte, y el lenguaje de Lucas es aún más fuerte. Lucas, en el capítulo 14, versículo 26: “Si alguno viene en pos de Mí y no aborrece a su padre o madre, esposa, hijos, hermano, hermana y aún su propia vida, no puede ser mi discípulo”.

¿Qué quieres decir con eso? ¿Quieres decir que literalmente tienes que odiar a tu familia? No, no tienes que negar tus relaciones humanas naturales que pudieran refrenarte o mantenerte alejado de Cristo, así como tienes que negarte a ti mismo, así como tienes que considerarte a ti mismo muerto –Romanos 6–, así como tienes que hacer un lado el viejo hombre –Efesios 4:22–, así como tienes que tratar tu carne con menosprecio humano –1ª de Corintios 9:27–. Entonces, si tu familia te retiene, tienes que tratarlos como muertos. Nuestro querido hermano Miscou Jobarteh dijo eso esta noche, su propia familia no le ha hablado en tres años, ese fue el precio, pero él prefiere a Cristo por encima de los demás, por encima de los demás. Hablé con una joven hace una semana atrás, nueva en Cristo, de una familia judía, que está sufriendo el aislamiento tremendo que su familia le ha impuesto por la fe de ella en el Salvador; eso es de lo que está hablando Jesús.

Si hay alguna relación humana que te contiene de nombrar el nombre de Cristo, de servir de manera sumisa bajo su señorío, no eres digno de ser su discípulo. ¿Por qué Jesús es tan fuerte en esto? Porque Él quiere que se vayan los no comprometidos. ¿Entiende usted eso acerca de Jesús? Él quería alejar a los discípulos falsos. Él no quería la cizaña, Él no quería a los creyentes falsos, Él no los quería porque Él no quería que estuvieran engañados, Él no quería que su iglesia fuera afectada por ellos; entonces los alejó por la fuerza del llamado al compromiso.

En tercer lugar, y finalmente, el Señor Jesucristo no solo debe ser el que preferimos sobre todo lo demás, sino que Él por quien con disposición entregamos nuestras vidas. Versículo 38: “Y el que no toma su cruz y sigue en pos de Mí, no es digno de Mí, el que halla su vida la perderá, y el que pierde su vida por causa de Mí la hallará”. ¿Saben lo que yo creo, amados? Yo creo que si usted y yo estuviéramos en una situación en la que tuviéramos que entregar nuestra vida por Jesucristo, experimentaremos gozo.

Sé que cuando usted está aquí, usted dice: “Hombre, yo no sé si llegara a estar en esa situación pudiera hacer eso”, yo creo que usted podría, porque no creo que Dios le da usted la gracia para soportar hasta que usted la necesita, y yo creo que usted vendría y experimentaría lo que Pedro dice que es la gracia, el Espíritu de gracia y gloria reposaría sobre usted, y usted sería como el resto de todos esos mártires que no lo sobrepasan a usted en fortaleza espiritual, no lo sobrepasan a usted en conocimiento, que al enfrentar la muerte a lo largo de los años de la historia de la iglesia, la enfrentaron con gozo y victoria porque se les dio la gracia para esa hora.

Pero le voy a decir algo: No hay manera en la que afirmaciones como esa puedan ser hechas para acomodar el tipo de enfoque carnal a la conversión que está de moda en nuestra generación. Jesús está diciendo: “Tienes que estar dispuesto a tomar tu cruz”. Alguien dice: “Oh, sí, mi cruz, ese es mi Chevrolet 1959 que no funciona, ese es mi techo con la gotera, esa es mi suegra, mi cruz”. He oído todo tipo de cosas. En el primer siglo, una cruz significa una cosa y no fue un Chevrolet, y no fue tu techo con gotera, y no fue tu suegra; fue muerte. Él está hablando de dejar todo, inclusive tu propia vida. “El que halla su vida la perderá”. ¿Te aferras a tu vida? Pues es tu vida, no la dejas, ¡hombre! Proteges tu seguridad física, no dejas que nadie se te acerque y te acuse de algo; niegas a Cristo bajo presión, niegas a Cristo bajo persecución, te aferras a tu vida; no tienes una vida transformada porque uno con una vida transformada es fortalecido por el poder transformador de gracia de Dios para amar a Cristo y nunca haría eso.

Tú pierdes tu alma si haces eso porque no eres un discípulo verdadero. Pero el que está dispuesto a perder su vida por causa de Él, da evidencia de que él tiene una vida cambiada porque eso no es natural, eso es sobrenatural; y únicamente porque Dios lo ha transformado a usted y ha colocado su Espíritu dentro de usted, usted haría eso, estaría dispuesto a hacer eso. Los discípulos genuinos no evitan la muerte. En Hebreos dice en el capítulo 11, versículo 38, habla de hombres que eran tan dignos que el mundo no era digno de ellos: “Errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra, y todos estos aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido, proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros”.

Esas personas queridas soportaron y nunca realmente vieron la realidad que vemos, y fueron simplemente personas como nosotros, atravesaron todo tipo de cosas, conquistaron reinos, hicieron obras de justicia, obtuvieron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espadas, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga a ejércitos extranjeros, las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate a fin de obtener mejor resurrección; otros experimentaron vituperios y azotes, y además de esto, prisiones y cárceles; fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados y nunca vacilaron, nunca vacilaron. ¿Por qué? Un capítulo antes: “Mi justo por la fe vivirá; y si retrocediere, no agradará a mi alma”. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.

Los creyentes verdaderos pueden enfrentar la muerte victoriosamente. Si usted realmente conoce a Cristo usted puede, yo puedo; quizás no sintamos ahora que podamos, y esta es una buena expresión de nuestra humildad, pero en la hora de nuestra necesidad Dios proveerá lo que necesitamos. Como puede ver, la salvación no es un experimento, la salvación es un compromiso de por vida; la salvación no es: “Prueba a Jesús, ve si Él funciona”; la salvación es una transformación de por vida.

Aquellos que nos dicen que una persona puede convertirse en un cristiano sin convertirse en un discípulo, no tratan de manera fiel las Escrituras y no le hacen un favor a la gente, que después vive bajo la ilusión de que pueden ser salvos sin seguir a Cristo en obediencia, pueden ser salvos sin entregar todo lo que tienen, y esperar ser incondicionalmente de Cristo. Eso es trágico. Y lo dije al principio de esta serie breve, más vale que entendamos correctamente el mensaje del Evangelio. Podemos estar equivocados en algunas cosas, pero no en esto, no en esto. Almas eternas están en juego.

Juan Bunyan, traído ante el magistrado para ser sentenciado por su discipulado a Cristo, dijo: “Señor, la ley de Cristo ha provisto dos maneras de obedecer: la que debo hacer, la cual en mi consciencia creo que tengo la obligación de cumplir de manera activa, y en donde no la puedo obedecer de manera activa, ahí estoy dispuesto a sufrir lo que me hagan a mí”. Fin de la cita. Ese es el espíritu de un discípulo. Alguien escribió: “No podía hacer obra alguna para salvar mi alma, esa obra mi Señor la ha hecho, pero yo haré la obra como cualquier esclavo por amor del Hijo mismo de Dios”. Confío que ese sea su corazón, que usted es un discípulo que sigue a Cristo. Si no, entonces más vale que se examine para ver si usted, de manera genuina, está en la fe. 

 

 

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