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Nos hemos embarcado en un estudio muy maravilloso de algunas doctrinas muy importantes en estos domingos por la noche. Y desde mi punto de vista, es algo así como que está abierto. En cierto modo, estoy continuando el flujo y viendo hacia dónde nos dirigimos. Pero estoy disfrutándolo mucho. Como usted bien sabe, a lo largo de todos estos años, predominantemente, si no es que casi siempre, estudiamos a lo largo de textos de las Escrituras y de esa manera, nos vemos obligados a afirmar lo que la Palabra de Dios dice porque eso es lo que dice. Y siempre existe, supongo, la acusación potencial de que cuando usted deja el flujo de la predicación expositiva y se embarca en un estudio temático o un estudio doctrinal, podría terminar inmerso en algo filosófico o podría terminar en algo racional, o algo lógico. Y podría estar llegando a conclusiones que no estarían siendo fieles a las Escrituras.

Y entonces, quiero afirmarle que todo lo que digo confío que está frente a sus ojos y es extraído de las Escrituras; y quiero alentarlo, como los bereanos nobles, a que usted mismo haga algo de trabajo y escudriñe las Escrituras para que vea si estas cosas son así. Ciertamente, no le quiero traer una teología racional, aunque no es irracional. No quiero traerle un enfoque filosófico a la teología, no quiero seguir el camino de la razón humana para concluir las cosas que concluimos. Quiero traerle lo que la Palabra de Dios tiene que decir y la PALABRA de Dios habla de estos asuntos doctrinales que son tan, tan importantes.

Simplemente a manera de breve repaso, hemos comenzado cuando terminamos con el libro de Judas, viendo a la doctrina de la perseverancia de los santos o de la preservación de los santos. Eso es decir que si usted es salvo siempre tendrá la esperanza de vida eterna. Usted nunca puede dejar de ser salvo. Usted no puede perder su salvación porque Él es poderoso para guardarnos en caída y presentarnos delante de Su gloria con gran alegría. Así es como termina Judas.

Entonces, hablamos de esta doctrina de la seguridad o preservación o perseverancia. Y al final, hemos dicho que somos preservados hasta el fin porque somos elegidos desde el principio para ese propósito. Y eso nos llevó a la doctrina de la elección divina. La doctrina de la predestinación. Que Dios determinó desde antes de la fundación del mundo a quién salvaría, a quién llevaría la gloria. Por lo tanto, a quien Él llama Él justifica, a quien Él justifica, Él glorifica. Y entonces, la gran doctrina de la preservación está conectada con la doctrina de la elección o la predestinación.

Y por lo menos a lo largo de tres mensajes lo llevamos a los pasajes importantes de las Escrituras que enseñan la doctrina de la elección y se los presentamos como se presentan en la Palabra de Dios. Y habiendo entendido esa doctrina, aquellos de ustedes que han estado con nosotros, va a descubrirla en todos lados y o usted la aceptará cuando la encuentre o usted pasará el resto de su vida luchando con ella y salteando la página.

Ahora, cualquier explicación de la doctrina de la predestinación o de la doctrina de la elección soberana Divina, o por así decirlo, de la salvación soberana como una obra de Dios, está basada en otra doctrina. En otra doctrina. Dios debe salvarnos, Él debe escogernos y amarnos, regenerarnos, justificarnos, por Su poder Divino. Porque nosotros ni estamos dispuestos, ni somos capaces de hacerlo por nosotros mismos. Y esto nos lleva a lo que yo voy a llamar la doctrina de la incapacidad absoluta. Nunca la he oído ser llamada de ese modo, pero eso me ayuda a explicar lo que queremos decir.

Ahora, para comenzar con este estudio quiero que abra su Nuevo Testamento a Juan 11. Juan 11. Y creo que esto nos va a proveer una buena analogía para iniciar nuestra explicación. Juan 11 es un capítulo notable para todos los que entienden la Biblia porque registra la resurrección de uno de los amigos más íntimos de Jesús. Un hombre llamado Lázaro, quien tenía un par de hermanas llamadas María y Marta y en cuyo hogar Jesús pasó tiempo. Ellos eran creyentes en Él y amigos.

Conforme abre el capítulo 11 de Juan, Lázaro, quien vivía en Betania, a unos 3 km al este de Jerusalén, en la parte atrás del Monte de los Olivos, Lázaro se enfermó. De hecho, el versículo 2 dice que estaba enfermo.

Y sus hermanas, María y Marta enviaron un mensaje al Señor diciendo: “Señor, he aquí, el que amas está enfermo.” Esto indica que Jesús tenía un afecto muy especial por Su amigo Lázaro. Oyendo Jesús, el versículo 4, dijo: “esta enfermedad no es para muerte sino para la gloria de Dios para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.” Y no es en últimas para traer la muerte de Lázaro. Jesús amaba a Marta, versículo 5, amaba a su hermana, amaba a Lázaro, pero cuando oyó que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar en donde estaba. Él no respondió. Y finalmente, como usted recordará, Él fue.

Y cuando Él llegó más tarde de lo que María y Marta esperaban, el versículo 17 dice: “y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. Y muchos de los judíos,” versículo 19, “habían venido a Marta y María para consolarlas por su hermano.” Esta era una especie de costumbre comunitaria que sucedía cuando había una muerte. Y todo el mundo los rodeaba y lloraba y trataba de confortarlas. En el versículo 21 Marta le dijo a Jesús “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.” Marta condena a Jesús. Ella tenía mucha confianza en Su poder para sanar y aparentemente, nada de confianza en Su poder para resucitar.

“Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en Mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”

Entonces, tuvieron esta pequeña discusión teológica y ella esperaba la resurrección final como la única esperanza para su hermano. Pero conforme continúa la historia y usted llega al versículo 32, “María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a Sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.” Este es el mismo comentario que había hecho su hermana. “Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró. Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera? Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias Te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que Tú me has enviado.”

Y después, versículo 43. Muy interesante: “Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!” Ahora, lo que me parece interesante aquí es que Jesús le dio un mandato a un hombre muerto. Yo he estado en muchos funerales. He visto a muchas personas muertas. Nunca le he pedido a ninguna de ellas que haga algo, ni tampoco alguien más lo ha hecho. Especialmente, lo que nunca le diría a un hombre muerto sería: “Bill, sal.” Digo, no desperdiciaría palabras. Me vería insensato, necio. Los hombres muertos no pueden oír. Los hombres muertos no pueden pensar. Los hombres muertos no pueden responder porque están muertos. Y muerto significa la incapacidad absoluta de hacer algo en respuesta a cualquier estímulo. No hay voluntad, no hay poder para pensar o actuar.

Pero, observe el versículo 44: “y el que había muerto salió.” Lázaro hizo exactamente lo que Jesús le pidió. Sorprendente. Él debió, en cierta manera, salir tropezándose porque estaban atadas las manos y los pies con vendas y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo ‘desatadle y dejadle ir’. Los hombres muertos no pueden responder. Los hombres muertos no pueden obedecer mandatos. Él no podía, pero lo hizo. Él hizo lo imposible. ¿Cómo? ¿Cómo es posible que un hombre muerto haga lo que Jesús le dijo que hiciera?

Todos conocemos la respuesta. Porque Cristo le dio la capacidad de hacerlo. Si Cristo no le hubiera dado la vida no podría haber obedecido. Y eso es lo que se encuentra en las palabras anteriores de Jesús en los versículos 25 y 26. “Yo soy la resurrección y la vida.” Y el milagro sorprendente de mandarle a un hombre que no puede responder y después, darle el poder de responder es análogo a la salvación.

El Evangelio les manda a hombres muertos a que resuciten. A hombres muertos a que crean. A hombres muertos a que entiendan. A hombres muertos a que se arrepientan. El Evangelio manda a personas muertas a hacer lo que francamente no pueden hacer.

Ahora, de ahí quiero que vaya a Efesios capítulo 2. Y aquí vemos la profundidad de este problema. Efesios, capítulo 2. Esta no es una descripción de Lázaro. Esta es una descripción de toda persona. Efesios 2:1: “y Él os dio vida a vosotros cuando estabais muertos. Estabais muertos en vuestros delitos y pecados. En esa condición en las cuales anduvisteis en otro tiempo siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, Satanás, el Espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia entre los cuales también todos nosotros,” incluyéndose Pablo, “vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos y éramos por naturaleza hijos de ira lo mismo que los demás.”

Todos estábamos muertos; muertos a ¿qué? Muertos a Dios. Muertos a la realidad espiritual, muertos a la Verdad. El problema básico del hombre no es una falta de autoestima, no es que él está fuera de armonía con su ambiente. No es que está fuera de sintonía con su Creador. No es que necesita hacer unos cuantos ajustes para que en cierta manera Dios esté en su frecuencia. El problema del hombre es que está absolutamente muerto y él es incapaz de relacionarse con Dios en absoluto. La persona de Dios, la verdad de Dios o los mandatos de Dios.

El pecado mata. La paga del pecado es ¿qué? Muerte. Ahora, esto es reiterado en muchos lugares en la Biblia. Que no sólo somos ignorantes, que no sólo somos ciegos, que no sólo somos débiles e impotentes, sino que simplemente estamos totalmente muertos.

A uno de los discípulos potenciales en Mateo 8 se le acercó Jesús, quien le pidió que lo siguiera. Y él dijo en Mateo 8:21: “Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre.” ¿Sabe lo que le dijo Jesús? “Sígueme y deja que los muertos entierren a los muertos.” Deja que los que están espiritualmente muertos sepulten a los que están espiritualmente muertos.

Entonces, Jesús llama a aquellos que están fuera de Su Reino muertos. Pablo en 1 Timoteo 5:6 dice: “pero la que se entrega a los placeres viviendo, está muerta.” El que está muerto no tiene capacidad en absoluto para responder a Dios. Él es un sirviente de Satanás motivado por los deseos de su carne. Las cosas que salen de su corazón son malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos. Falsos testimonios, calumnias, como Mateo capítulo 15 indica y otros lugares de las Escrituras.

Ahora, no estoy diciendo que los pecadores no pueden hacer algún bien humano. Pueden ser filántropos. Pueden ser amables. Pueden ayudar a la gente. Pueden ser misericordiosos. Pero no pueden hacer ningún bien espiritual. Ellos no pueden hacer nada que agrade a Dios, porque nadie puede hacer algo que agrade a Dios a menos de que sea hecho para la gloria de Él; y no puede ser hecho para Su gloria a menos de que se ha hecho en el nombre de Su Hijo. Entonces, mientras que hay bien humano, es un bien muerto. No tiene absolutamente nada que ver con Dios.

En Lucas 6:33 dice: “si hacéis bien a los que hacen bien a vosotros, ¿qué crédito es para vosotros? Aún los pecadores hacen lo mismo.” Entonces, aun las palabras de Jesús ahí admiten que las personas hacen bien. Pero es un bien humano y en un sentido es un bien malo. Bueno en el sentido humano, malo en el sentido de que no tiene un motivo puro y no contribuye a la relación de uno con Dios. Nada acerca de ello le agrada Él.

Creo que esa idea es presentada en Lucas 11:3 en las palabras: “y si vosotros siendo malos sabéis cómo dar buenas dádivas a vuestros hijos,” aunque ustedes son malos hacen cosas buenas a sus hijos. Eso es instintivo en el criar hijos. Pero no es un bien que de ninguna manera satisface a Dios. Inclusive los nativos de la isla de Malta en Hechos 28 mostraron una bondad excesiva hacia Pablo. Hay un tipo de bondad pagana, hay bondad pagana; y nunca negaríamos eso. Pero no tiene relación con Dios. No cuenta para nada en absoluto.

Ahora, de regreso Efesios 2, el pecador está tan muerto que todo aquello en lo que él está involucrado puede ser resumido como ser del mundo, del diablo y de la carne. Él no puede hacer nada absolutamente fuera de eso.

Entonces, cuando usted llega al versículo 4, si usted va a empezar a hablar de la salvación, no comience en el versículo cuatro y diga, “no obstante, un día ustedes volvieron en sí.” Dice: “pero Dios, que es rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio” ¿qué? “Vida.” Lo hizo, nos dio vida, “juntamente con Cristo (por gracia sois salvos) y juntamente con Él nos resucitó.”

Usted dice: ‘bueno, pero nosotros tuvimos que creer.’ Por supuesto, versículo 8. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe y esto, esa fe, no de vosotros, es don de Dios. Es regalo de Dios. Como puede ver, inclusive la fe tiene que serle dada a los muertos.

Observe 2 Pedro 1:1 hicimos un comentario breve acerca de esto en esta mañana. Segunda de Pedro 1:1. “Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo,” escuche esto. “Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a aquellos que han recibido una fe igual que la nuestra.” Todos tenemos fe porque la hemos recibido. Es un regalo divino.

Filipenses 1:29. Filipenses 1:29. Muy claro. “Porque a vosotros os ha sido concedido, obviamente por Dios, “por causa de Cristo, no sólo creer en Él, sino también sufrir por Su causa.” Entonces, se le ha concedido por parte de Dios, por causa de Cristo el creer y el sufrir. Si Dios no le concediera el poder de creer, usted no podría creer. Usted está muerto. Tiene que ser concedido por Dios. La gente muerta no puede responder. Esa es la razón por la que la analogía de la muerte es utilizada.

Observe el versículo 16 de Hechos 3. Aquí usted tiene a Pedro y a Juan curando a este hombre cojo. Y en el versículo 16 dice: “y por la fe en Su nombre,” Hechos 3:16, “y por la fe en Su Nombre a este que vosotros veis y conocéis le ha confirmado su nombre y la fe que es por Él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.” El hombre tuvo la fe para creer en Cristo y tuvo que venir a través de Cristo.

Piénsenlo en estas palabras, Filipenses 1:6: “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra,” eso es muy importante. ¿Quién comenzó la buena obra? Dios. ¿Quién la inició? Dios. “La perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” Él la comenzó. Él la cumplirá.

Primera de Corintios capítulo 1, versículo 30. Dice en el versículo 29, a fin de que nadie se jacte en Su presencia. ¿Por qué? Versículo 30: “mas por Él estáis vosotros en Cristo Jesús.” Por Él estáis vosotros en Cristo Jesús. Esa es la razón por la que el versículo 31 dice: “el que se gloria, gloríese en el Señor.” Los hombres muertos no obedecen. Los hombres muertos no responden. Los hombres muertos no resucitan. Los hombres muertos no hacen nada. No pueden. Y nosotros, debido al pecado, estamos espiritualmente muertos.

De regreso a la carta de Pablo a los Efesios en el capítulo 4, versículo 18, describe esto con estas palabras: “los gentiles,” versículo 17, “andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, excluidos de la vida de Dios.” Ese es otro modo de decirlo. Vivos físicamente, muertos espiritualmente. “Excluidos de la vida de Dios.”

Colosenses 2:13 contribuye a esto: “y cuando vosotros estabais muertos en vuestras transgresiones y en la incircunsición de vuestra carne, Él os dio vida.” Muertos en transgresiones. Los estudiantes del griego llamarían a eso un locativo de esfera. Ustedes viven en la esfera de la muerte. Ustedes viven en la esfera de la muerte, carentes de todo sentido espiritual, dominados por su carne la cual está incircuncidada o no limpiada. Y en esa condición, Él os dio vida. Eso es exactamente lo que dice Efesios 2.

Ahora, esta condición de estar espiritualmente muertos no fue la manera en la que los humanos salieron de Dios. Cuando Dios hizo a Adán y a Eva, ellos estaban vivos espiritualmente. Tenían comunión con Dios. Caminaban y hablaban con Él al fresco del día. De manera natural, obedecían a Dios. Amaban a Dios de manera natural. Hacían la voluntad de Dios de manera natural. Pero Dios les dio una prohibición: que no comieran del árbol del conocimiento del bien y del mal y les dijo que ‘el día que coman, van a morir’. Y el día en el que comieron, murieron espiritualmente.

De pronto, fueron aislados de Dios. Se perdieron en el jardín. Se cubrieron a sí mismos. Se escondieron de Dios, espiritualmente muertos. Y claro, eso causó que la raza humana entera naciera muerta. Ése es el punto de Pablo en Romanos 5. Romanos 5:12, Pablo dice: “porque, así como por un hombre el pecado entró en el mundo y la muerte por el pecado, así la muerte se esparció a todos los hombres.” Y más adelante, él dice: “así como en Adán todos mueren.” La raza humana entera nace muerta debido al pecado de Adán.

Pablo está tratando de explicarle a sus lectores cómo la muerte de un hombre, Cristo, podía afectar a tantos en términos salvadores. O en términos salvíficos. Y el modo en el que él explica cómo la muerte de una persona podría tener un efecto tan grande es mostrar cómo el pecado de una persona tuvo un efecto tan enorme en la raza humana entera. Y entonces, Pablo dice, el pecado entró en el mundo por un hombre y la muerte vino por el pecado. La muerte se esparció a todos los hombres y la historia registra el registro de esa muerte. Primera de Corintios 15:22: “Así como en Adán todos mueren.”

Dios hizo al hombre recto y Dios hizo al hombre vivo, pero la humanidad entera está muerta en delitos y pecados. Dios viene y les manda a los pecadores a arrepentirse. Él les manda a creer en Su Hijo, a amar a Su Hijo, a confesar a Su Hijo, a someterse a Su Hijo. Y usted hace la pregunta: ¿puede una raza entera de Lázaros responder?

Esa es la pregunta contundente que yace detrás de la doctrina de la elección. Si los pecadores son dejados a sí mismos a creer, ¿por qué poder lo hacen? Si usted va a decir ‘yo no creo la elección divina, yo creo que todos dependen de sí mismos ahí afuera, todo el mundo toma su propia decisión, Dios sólo ve y ve lo que usted va a hacer, pero depende de usted hacerlo, entonces la pregunta es ¿por qué poder puede el hombre muerto resucitar? ¿Por qué poder? Si Dios no los hace estar dispuestos, si Dios no los hace capaces, ¿de dónde viene el poder y de donde viene la voluntad? Aquellos que niegan la doctrina de la elección divina, aquellos que niegan la doctrina de la salvación divina como un acto de Dios, tienen que creer que hay algo en el hombre dejado a sí mismo que lo capacita para volverse alguien que tiene la disposición y puede llegar a vivir.

¿Es eso lo que la Biblia enseña? La Biblia no describe nuestra condición como una discapacidad. La describe como muerte. Y todo el mundo sabe que la muerte significa una incapacidad para responder. Quizás un poco más de repaso nos va a ayudar a entender este punto.

De regreso a Juan 1 por un minuto, Juan, capítulo 1. Simplemente para aclarar, esto está en todos lados en las Escrituras de manera coherente. Pero claro, Juan 1:12, versículo maravilloso, “mas a todos los que le recibieron, los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” Nos encanta ese versículo. Muchas personas memorizan ese versículo. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en Su Nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.

Oh, por cierto, versículo 13: “los cuales no nacieron de sangre ni de voluntad de carne ni de voluntad de varón, sino de Dios.” Usted no puede nacer de los muertos por su propio poder. Todo aquel que lo recibió, todo aquel que creyó y se volvió un hijo de Dios fue capacitado por Dios. No fue su propia voluntad, la voluntad de la carne, la voluntad del hombre. Fue Dios.

Observe el capítulo 3 en el Evangelio de Juan. Simplemente, estamos viendo pasajes muy conocidos que todo el mundo conoce. Juan, capítulo 3; probablemente uno de los capítulos más conocidos en toda la Biblia.

Versículo 5. Como usted sabe, Jesús le está hablando a Nicodemo acerca de que él necesita nacer, lo cual significa que él está muerto. Necesita vida. Necesita llegar a vivir. Y entonces, en el versículo 5, Jesús dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu,” y Él se está refiriendo aquí al agua de la purificación y a la obra del Espíritu Santo, la cual fue descrita en Ezequiel en la gran profecía que habla del nuevo parto. “A menos de que nazcas con una limpieza y el Espíritu Santo, no puedes entrar en el Reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” Tiene que nacer por el poder del Espíritu Santo. Tienes que ser limpiado de arriba. Versículo 7: “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”

Y después, dice esto: “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” ¡Guau, qué afirmación! La gente nace del Espíritu porque nacen del Espíritu y el Espíritu va a donde el Espíritu quiere ir.

Observe Juan, capítulo 5. Juan capítulo 5, versículo 21: “porque como el Padre levanta a los muertos y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida.” ¡Hombre, ese es un versículo difícil de soportar si usted niega la soberanía de la salvación, la soberanía de Dios y la salvación! El Hijo le da vida a quien Él quiere. El Espíritu da vida a quien Él quiere. Cuando alguien cree, no es la voluntad de la carne o la voluntad del hombre, es la voluntad de Dios. Es Dios quien quiere. Es el Espíritu quien quiere. Es el Hijo quien lo quiere. Toda la Trinidad está involucrada. Juan 1, Juan 3, Juan 5, Juan 6, versículo 44. Hemos considerado estos pasajes. Versículo 44: “ninguno puede venir a Mí si el Padre que me envió no le trajere.”

Y después, en la semana pasada vimos el versículo 64 “hay algunos de vosotros que no creen.” Juan 6:65: “por esta razón os he dicho que nadie puede venir a Mí si no le fuere dado del Padre.”

Y el punto de todo esto es que no podría de ninguna manera venir por sí solo. Usted no está dispuesto ni es capaz. Está muerto. Está muerto. Juan 8:36. Esta es una simple afirmación. “Si el Hijo liberare, realmente seréis libres.” Nunca va a ser liberado a menos de que el Hijo lo liberare a usted.

Usted, viéndolo de otra manera, desde otra analogía, usted no sólo está muerto, usted es un esclavo. Usted no va a estar vivo a menos de que Él lo haga estar vivo. Usted no va a ser liberado menos de que Él lo libere. Y de regreso en Mateo capítulo 11, creo que es en el versículo 27, bueno, el versículo 25 lleva este mismo pensamiento “te alabo, Padre, Señor de los cielos y la tierra porque escondiste estas cosas de los sabios y los entendidos y las revelaste a los niños.”

Ahora, ¿qué es lo que Él está diciendo? ¿A qué se refiere? Lo que está diciendo es que Dios ha decidido, Él mismo ha decidido, a quién va a revelar la Verdad. Y Él ha determinado “esconderla de los sabios y de los entendidos y revelarla a los niños.” ¿Por qué hizo eso Dios?, versículo 16: sí Padre, lo hizo porque a Él le agrado. Lo hizo porque le agradó. Y después, versículo 27, “todas las cosas me han sido dadas por Mi Padre y nadie conoce al Hijo sino el Padre ni nadie conoce al Padre si no el Hijo y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.”

Es muy claro que usted no va a llegar a tener vida, usted no va a entender la Verdad, usted no va a creer a menos de que el Padre quiera. Y, sin embargo, no es sorprendente, observe el versículo 28 y aquí está la paradoja constante, una paradoja aparente, “venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados y Yo os daré descanso.” ¡Qué cosa sorprendente!

La gente siempre me pregunta cómo resuelvo yo eso. Yo no lo resuelvo. Yo no tengo idea de cómo resolver esto. Se hace el ofrecimiento a venir de manera universal. El poder a venir está limitado a aquellos a quienes el Padre resucita. Escuche, usted no va a encontrar un texto en ninguno de esos textos en los que Jesús defienda la capacidad de los pecadores. Usted no va a encontrar en esos textos en ningún lugar en donde Él defienda la libertad de Sus voluntades. Jesús no es arminiano. Todas esas Escrituras que acabo de mostrarle, y hay muchas, muchas más, colocan toda la obra de la salvación en el lado de Dios, toda la voluntad está en el lado de Dios, todo el poder está en el lado de Dios.

Para profundizar en la respuesta a la pregunta, ¿pueden los pecadores desear y tener la capacidad? Quiero pasar a una mirada aún más profunda, a lo que significa ser los muertos vivientes. Permítanme explicarlo con mayor detalle. ¿Qué es lo que la Biblia dice acerca del corazón humano? Regresemos a Génesis 6 y demos un par de versículos en el Antiguo Testamento simplemente para mostrarle la realidad universal de esto. En Génesis 6, versículo 5, usted está viendo aquí a la raza humana entera: “desde la caída Jehová,” versículo 5, simplemente hablemos del corazón del hombre. “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.” Todo designio de continuo solamente. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra.” El diagnóstico bíblico del corazón humano es que es maldad, más maldad y nada más que maldad. Y eso es todo.

Jeremías 17:9. Jeremías dice: “engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso.”

Salmo 147:2 dice: “ningún hombre viviendo es justo. Y Proverbios 20:9 hace esta pregunta: “¿quién puede decir estoy purificado de mi pecado?” Respuesta: nadie. Nadie puede decir ‘estoy bien, he limpiado mi corazón, tomé la decisión correcta’. Jeremías 13:23 hace esta pregunta: “¿puede el etíope cambiar su piel? ¿Puede el leopardo cambiar sus manchas?” El profeta entonces dice: “entonces ¿pueden también ustedes hacer bien, los que están acostumbrados, habituados a hacer mal?”

Cuando usted ve el diagnóstico bíblico del corazón humano, simplemente no hay nada ahí que pueda responder. Desesperadamente impío. Y lo que procede de ese corazón son todos los pecados e iniquidades que lo caracterizan. Y si usted quisiera ver bíblicamente al corazón, podría encontrar muchos otros pasajes acerca del corazón.

Pero hablemos acerca de la mente. ¿Qué pasa con la mente? Si el corazón es algo profundo y la mente quizás es pensamiento superficial, si podemos hacer algún tipo de distinción ahí, ¿qué hay acerca de la mente? Digo, ¿no podemos procesar esto y en cierto modo superar esa maldad interna? ¿Acaso no podemos unir nuestras mentes y terminar con algún compromiso saludable por nosotros mismos?

Bueno, Romanos 1:28 dijo: “Dios los entregó a una mente reprobada. Una mente reprobada, la palabra significa básicamente una mente que no funciona. Entonces, los no regenerados tienen mentes que no funcionan. En lo que a Dios concierne. Además, 2 Corintios 4:4 dice que “el dios de este siglo ha cegado sus mentes para que el Evangelio glorioso no pueda ser comprendido.”

Observe Romanos 8 por un momento. Y de nuevo, esto nos lleva en mayor profundidad al problema. Romanos 8, versículo 5: “porque los que son de la carne fijan sus mentes en las cosas de la carne. Los que son del Espíritu, fijan su mente en las cosas del Espíritu.” Así es. Si usted es según la carne, si es conforme a la carne, entonces su mente esta entregada a la carne.

Versículo 6 dice: “la mente puesta en la carne es muerte.” Ahí está. Eso es característico de la mortandad espiritual. Su mente está en la carne, versículo 7: “la mente en la carne es hostil hacia Dios,” ahora escuche, “y no se somete a sí misma a la ley de Dios porque ni siquiera puede hacerlo.” Versículo 8: “Y los que están en la carne no pueden agradar a Dios.”

Digo, esa es una descripción bastante precisa. Y le leí hace un momento de Efesios, capítulo 4, versículos 17 al 18, que “los gentiles andan en la futilidad de su mente o en la vaciedad de su mente, “teniendo el entendimiento entenebrecido, excluidos de la vida de Dios debido a la ignorancia que hay en ellos, debido a la dureza de su corazón; y, por lo tanto, se han entregado a la sensualidad para practicar todo tipo de impureza con avaricia.”

Toda descripción es la misma: ignorante, entenebrecido, fútil, vacío, muerto. Y no hay alivio. No importa dónde usted vaya en la Biblia, siempre termina así. Para los impuros, Tito 1:15, e incrédulos, nada es puro porque su mente y su conciencia están contaminadas. El retrato del no regenerado es bastante oscuro.

Un pasaje más, 1 Corintios 2. Primera Corintios 2:14. Podríamos hablar mucho acerca de este pasaje entero, pero sólo el versículo 14. “El hombre natural no acepta o no entiende las cosas que son del Espíritu de Dios. Porque para él son locura. No las puede entender.” ¿Por qué? “Porque se examinan espiritualmente, se disciernen espiritualmente, se evalúan espiritualmente.” ¿Y adivine qué? Él está muerto espiritualmente.

Martín Lutero dijo: “un hombre es como una columna de sal. Es como la esposa de Lot.” Lutero dijo: “es como un leño. Es como una piedra. Es como una estatua sin vida que no tiene ni ojos ni oído ni boca ni sentido en el corazón a menos de que él sea iluminado, convertido y regenerado por el Espíritu Santo.” Entonces, no hay esperanza para el corazón, no hay esperanza para la mente.

Y alguien podría decir: “bueno, quizás por ahí en algún lugar hay una chispa en la voluntad.” ¿En serio? Escuche Juan 8:34: “vosotros sois de vuestro padre el diablo.” Efesios 2: “estáis muertos en vuestros delitos y pecados gobernados por el príncipe de la potestad del aire,” lo mismo. “Vosotros sois de vuestro padre el diablo y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él fue homicida desde el principio. Él no permanece en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando él habla una mentira, habla de su propia naturaleza porque él es mentiroso y padre de mentiras. Y debido que Yo os hablo la Verdad, vosotros no me creéis.”

Ustedes tienen un padre, el diablo y ustedes quieren hacer los deseos de su padre. Él es un homicida. Él no conoce la verdad. Él es un mentiroso. Y entonces, cuando yo hablo la verdad, ustedes no me creen porque viven en un mundo de mentiras satánicas. No tienen voluntad por la verdad. Quieren hacer los deseos de su padre.

Pablo en Romanos 6:20 lo expresa de esta manera: “ustedes son esclavos del pecado y libres en cuanto a la justicia.” Usted le puede decir a una persona no redimida “tienes gran libertad en la vida, tienes la libertad total de hacer algo justo.” Así es.

Bueno, a partir de este corazón y mente y voluntad muertos, viene, claro, nada más que las cosas que agradan al padre de los muertos vivientes, Satanás. Y entonces, leemos en Marcos 7, algo parecido a lo que leí antes en Mateo 15: “porque lo que sale del hombre, del corazón sale. Los malos pensamientos, fornicaciones, hurtos, homicidios, adulterios, avaricia, impiedad, engaño, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo, insensatez. Todas estas cosas desde adentro salen.”

Ahora, esta es una situación seria y sólo tengo un texto que lo resume todo. Romanos 3 - Y algunos de ustedes sabían que iría ahí. Pero Romanos 3 lo resume en caso de que alguien todavía esté diciendo “pero, pero, pero, debe haber algo ahí adentro, algo que le permite al hombre seguir lo que es correcto.” Romanos 3:10: “escrito está,” y esta es una serie de citas tomadas del Antiguo Testamento de tal manera que es un diagnóstico universal. “Escrito está, no hay justo,” y alguien habría dicho: ‘coma, excepto yo’. Y el Señor habría dicho: ‘no, ni siquiera tú.’ “No hay quien entienda,” porque el hombre natural no percibe las cosas del Espíritu de Dios. “No hay quién busque a Dios.” Usted dice: ‘bueno, espera, espera, en el Antiguo Testamento hay afirmaciones que dicen “Me hallaréis si me buscáis con todo vuestro corazón.””

Miren, usted no lo puede buscar a menos de que Él ya lo haya encontrado a usted. Nosotros lo amamos a Él porque Él nos amó primero. No hay quien por sí mismo busque a Dios. Todos a una se desviaron, todos son inútiles. No hay quien haga lo bueno. No hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta. Con sus lenguas engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios. Son hijos de su padre. Sus bocas están llenas de maldición y amargura. Sus pies se apresuran a derramar sangre, destrucción y miseria hay en su camino. No han conocido camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.

Ahí está la descripción básica de los muertos vivos. Malos, egoístas. Simplemente son una raza entera de Lázaros. Y amamos nuestras tinieblas. Y amamos nuestro pecado. Crecemos y nos alimentamos de la lujuria, la codicia egoísta. Queremos hacer las cosas que agradan a nuestro padre, el diablo.

Por cierto, este diagnóstico del hombre ha sido la convicción de los cristianos a lo largo de los siglos. Usted puede leer las afirmaciones del concilio de Dort y la confesión de Westminster y todo tipo de credos teológicos a lo largo de la historia; así es como el hombre es entendido bíblicamente.

Esta doctrina ha sido llamada “depravación total,” pero creo que la depravación total es un término no preciso. Si usted busca la palabra “depravación” en el diccionario es un sinónimo de vicio. Es un sinónimo de ser vil. De hecho, ser depravado, de acuerdo al diccionario, es ser degradado, inmoral a un grado peligroso como los violadores o asesinos seriales. La palabra depravado en cierta manera connota, expresa un nivel de maldad que simplemente no se aplica a toda persona. Decir que alguien es totalmente depravado, como usted sabe, usted piensa en Charles Manson o alguien que no tiene un vestigio de bondad humana y carente de todo afecto y restricción normal. Llamar a alguien totalmente depravado los colocaría fuera de la persona normal como pervertidos viciosos.

Eso es no es lo que se quiere decir cuando los teólogos se refieren a la depravación total porque no toda persona es tan mala como podría ser y no todo el mundo es tan malo como el resto de la gente. De lo que estamos hablando aquí es lo que he querido llamar “incapacidad absoluta.” Lo que es verdad de toda persona es que no tenemos capacidad de responder al Evangelio. Somos totalmente incapaces de resucitarnos a nosotros mismos de una condición de muerte. Somos totalmente incapaces de darle a nuestros corazones ciegos vista. Somos totalmente incapaces de liberarnos a nosotros mismos de la esclavitud al pecado. Somos totalmente incapaces de convertirnos de la ignorancia la verdad. Somos totalmente incapaces de dejar de revelarnos en contra de Dios, de dejar de ser hostiles a Su Palabra.

No sólo somos incapaces, sino que no queremos hacer eso, no queremos arrepentirnos, no queremos creer. Y si vamos a arrepentirnos y creer, entonces debe ser como fue para Lázaro, en donde Dios, quien manda a los muertos a resucitar, también tiene que darles el poder. Y en 2 Timoteo 2:25 Pablo dice que debemos tratar a la gente de manera amable “por sí quizás Dios les conceda arrepentimiento.” ¡Guau! No podría ser más claro. “Para que conozcan la Verdad, y escapen del lazo del diablo.”

La única manera en la que usted puede escapar del lazo del diablo es entender la Verdad. La única manera en la que usted puede entender la Verdad es tener conocimiento de la Verdad. La única manera en la que usted puede tener el conocimiento de la Verdad es si Dios le concede a usted arrepentimiento.

Y Efesios 2:8-9, nuevamente, “porque por gracia sois salvos por medio de la fe y esto no de vosotros.” Dios tiene que conceder el arrepentimiento. Dios tiene que conceder la fe. Y la médula de esta gran verdad es que Dios mismo debe dar vida a los muertos. La regeneración es lo que los teólogos llaman monergística. Es una obra de Dios solamente.

En la regeneración, básicamente somos pasivos. Es cuando hemos sido despertados y se nos ha concedido arrepentimiento y fe que todo se une de manera conjunta para producir la salvación. Esto es lo que la Biblia enseña. Y si usted no cree esto, entonces, ¿cómo es que la doctrina bíblica del hombre puede dejar alguna posibilidad para la salvación del hombre? ¿Acaso Dios meramente está mandándole a los pecadores a hacer algo que ellos no pueden y no quieren hacer?

Digo, para mí, negar esta doctrina y después evangelizar es en cierta manera como estar sobre un puente que está sobre los rápidos observando a alguien que está gritando y se está ahogando y usted le dice: ‘tengo buenas noticias para ti. Si puedes salirte de ahí por ti mismo, te vamos a secar. Por favor. Sal de ahí.’ Él no puede salir de ahí. Usted no le está ofreciendo algo que él tenga la capacidad de hacer. El llamado del Evangelio sin poder no tiene sentido.

¿Me quieres decir que Dios no hace más por el creyente que lo que Él ha hecho por las multitudes que ahora están en el infierno? ¿Nada mas que nosotros, en algún punto, encontramos algo en nosotros para llegar a vivir? ¿Me quieres decir que Dios ha hecho lo mismo por todos los que jamás han vivido, sea que estén en el cielo o el infierno, y que realmente dependía de nosotros? ¿Entonces toda persona que está en el infierno simplemente no tuvo la voluntad de nadar? No.

Un pasaje final, Tito 3… Bueno, quizás uno más. Pero casi estamos terminando. Tito 3:3, Tito 3, versículo 3. “Pero cuando nosotros éramos necios,” note la condición, necios. Tito 3:3: “Desobedientes, engañados, esclavizados a varias lujurias y placeres, pasando nuestra vida en malicia,” esto es maldad, “en envidia, aborrecibles y aborreciéndonos unos a otros…” Una descripción bastante severa. “Pero cuando la bondad de Dios nuestro Salvador y Su amor por la humanidad apareció, aquí está, “Él nos salvó. No en base a obras que nosotros hemos hecho en justicia, sino según Su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo, a quien derramó en nosotros ricamente a través de Jesucristo nuestro Salvador.” Él nos salvó. Él nos salvó. No por nada que nosotros hicimos, sino por misericordia.

Ahora, simplemente un comentario para concluir. Algunas personas han tratado de hacer de la regeneración, este pasar a la vida, una especie de obra preliminar a la conversión. La idea es que la regeneración sucede y después, en algún punto, a lo largo del proceso, después de que usted ha sido regenerado, usted es salvado. Yo no acepto esto. La palabra regeneración usada aquí, versículo 5, la acabo de leer, Tito 3:5, palingenesias, solo es usada aquí y en Mateo 19:28 en un sentido escatológico. Pero aquí es en el único lugar en la Biblia en donde usted tiene la palabra regeneración conectada con la salvación. Y por favor, observe esto, es “el lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo,” o por el Espíritu Santo.

La regeneración y el lavamiento son lo mismo, la misma realidad gloriosa. Usted no puede ser regenerado a menos de que usted haya sido lavado. Y, por lo tanto, la regeneración y la conversión ocurren de manera simultánea. ¿Y sabe una cosa?, hay algunas personas que inclusive creen que usted puede ser regenerado y todavía no ser salvo. No. Es el lavamiento de la regeneración. La regeneración es esa limpieza. Es esa salvación. Es esa conversión. Es esa redención. Es esa justificación. Es esa santificación.

Todo eso ocurre en el gran milagro en una ocasión. Y ocurre al creer las Escrituras de tal manera de que nacemos de nuevo o somos regenerados mediante la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Usted oye el Evangelio, usted cree el Evangelio, porque en ese momento, en ese mismo momento, usted está siendo regenerado, está siendo lavado, está siendo convertido, está siendo redimido, está siendo rescatado, está siendo justificado, está siendo santificado. Todo sucede al mismo tiempo, así como sucedió con Lázaro. Y salimos de la tumba.

Y al final, toda la gloria, toda la gloria es para Dios. Toda. En su totalidad. Y pasaremos el resto de nuestras vidas aquí y en la eternidad alabándolo. “Oh, profundidad,” dice Pablo, “de las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios. Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos.”

Cuando usted acampa en eso, si usted todavía no puede entender eso y cómo opera con el “todo aquel que quiera venir, puede venir,” simplemente recuerde que es inescrutable e insondable. Y él procede a preguntar: “¿porque quién ha conocido la mente del Señor? ¿O quien fue Su consejero?” No crea que usted lo puede entender de manera perfecta, y ciertamente no le puede dar su opinión a Él. Simplemente sepa esto: “porque de Él y por Él y para Él son todas las cosas, a Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” Y eso es suficiente. Amén. Oremos.

Padre, hemos cubierto tanto en tan poco tiempo. Que todos nos deleitamos en la gloria que Te pertenece a Ti y en el gozo de nuestra salvación. Oramos por aquellos que no han venido a Cristo y les rogamos, les rogamos que crean, sabiendo que todo aquel que viene a Ti, Tú lo recibirás. No es para el pecador esperar y esperar y asombrarse. Es para el pecador venir y pedir. Y Tú haces que eso funcione de manera perfecta con Tu plan soberano glorioso. Haz eso inclusive en almas en esta noche, oramos, y en aquellos que oyen este mensaje; en el nombre de Cristo. Amén.

 

 

 

 

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