Fue hace unos 25 años atrás en mi vida que se me pidió que escribiera un libro pequeño. El título original de ese libro pequeño fue “Concentrado en los hechos”. Probablemente nunca lo han visto, no duró mucho tiempo. Salió en otra edición con otro título un par de años después y ese título fue “Por qué confío en la Biblia”. Fue en 1983. Y conforme estaba preparándome para escribir ese libro acerca de por qué confío en la Biblia, lo cual fue el tema también del primero, tuve que responder a la pregunta del por qué confío en la Biblia. ¿Qué hay en la verdad de la Escritura que hizo que la creyera? ¿Fui yo más inteligente que el resto de la gente? ¿Se me habían presentado un conjunto más poderoso de evidencias acerca de la Escritura? Y ciertamente, evidencias así pueden ser presentadas. ¿Por qué tenía yo una confianza tan grande en la Biblia?
Puedo acordarme en mis días de universidad cuando muy poco me atraía fuera de un evento deportivo, cuando encontraba mi gozo más grande en un campo de fútbol americano, que inclusive en ese entonces, tenía una confianza plena en la Palabra de Dios. De hecho, no podía esperar llegar al seminario. Y cuando decidí que renunciaría a una carrera deportiva y una oportunidad a nivel profesional para ir al seminario, algunos de mis amigos colegas, deportistas y entrenadores no podían entender la razón. Y realmente no era que estaba motivado por predicar o estaba motivado por enseñar; tenía este anhelo intenso por escudriñar, por escarbar la Palabra de Dios y entender lo que significaba porque estaba comprometido de manera inequívoca con su veracidad.
¿De dónde salió eso? ¿Por qué estaba tan convencido de la verdad de la Escritura? No había estudiado apologética o defensas de la Escritura, no había leído mucho de eso; simplemente había en mi corazón un compromiso completo con la Palabra de Dios. Y cuando me senté a pensar en por qué confiaba en la Biblia, vi algunos pasajes de la Escritura que entraban en juego. Me acuerdo que Jesús había dicho a Pedro en Mateo 16: “Carne y sangre no te reveló esto, sino Mi Padre que está en los cielos”. Y la razón por la que Pedro sabía que Jesús era el Cristo, el Hijo de Dios, fue por una revelación divina.
Y después vi, 1ª Corintios, capítulo 12, en el versículo 3, el cual dice: “Nadie puede llamar a Jesús, Señor, sino por el Espíritu de Dios”. Es razonable para mí decir que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente, es razonable para mí decir que Jesús es Señor; pero nadie puede decir eso por razonable que ahora me parezca, a menos de que el Padre lo revele y el Espíritu lo revele. También me vi atraído a Juan, capítulo 6, en donde Jesús estaba hablando y muchos de sus discípulos dice que se fueron. Y Él le dijo a aquellos que se quedaron: “¿Acaso queréis iros también vosotros?”. Y de la boca de Pedro en nombre del resto vinieron estas palabras: “¿A quién iremos? Tú y solo Tú tienes las palabras de vida eterna”. Otra afirmación masiva de que lo que el Señor Jesucristo dice, lo que Dios dice, es verdad.
Le había sido dado de nuevo a Jesús, dice, “dado por el Padre”. Jesús inclusive dice en ese pasaje: “¿No he escogido?”. Y después recordé, y quizás le puedo pedir que vea este pasaje de Romanos, capítulo 8. En términos muy claros, leemos esto en el versículo 5: “Porque aquellos que son según la carne”, esto es fuera de Dios, fuera de la vida espiritual, espiritualmente muertos, ciegos, en bancarrota, “aquellos que son según la carne, colocan su mente en las cosas de la carne, pero aquellos que son según el Espíritu, en las cosas del Espíritu”. Usted tiene dos dimensiones que se excluyen de manera mutua.
La mente colocada en la carne, versículo 6, es muerte. La mente colocada en el Espíritu es vida y paz. Versículo 7: “La mente colocada en la carne es hostil hacia Dios”. Y después esto: “No se sujeta a la ley de Dios porque ni siquiera puede hacerlo. Y aquellos que están en la carne y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”. Si usted está en la carne, no puede agradar a Dios. Agradaría a Dios si usted creyera en la Biblia. De hecho, eso estaría en la parte de arriba de la lista de cosas que le agradan a Dios. Agradaría a Dios si usted creyera en el Evangelio. Eso estaría también en la parte de arriba de la lista de las cosas que a Él le agradan. Le agradaría a Dios si usted afirmara la deidad y la naturaleza salvadora del Señor Jesucristo. Eso agradaría a Dios. Esas tres cosas estarían en la parte de arriba de la lista de cosas que agradan a Dios.
Y la realidad del asunto es que si usted está en la carne, no puede agradar a Dios. Usted no puede agradarlo a Él al nivel más bajo, mucho menos en la cima. Entonces, ¿cómo es posible que llegué a tener una confianza como la que tengo en la Escritura? Recordé de nuevo Efesios, capítulo 4, el cual dice esencialmente lo que Romanos 8 dice de una manera diferente. Versículo 17 de Efesios 4: “Digo pues, y afirmo junto con el Señor, que ya no andéis como los gentiles también andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, excluidos de la vida de Dios debido a la ignorancia que en ellos hay, debido a la dureza de su corazón”.
Ahora, esa lista de descripciones tiene la intención de darle a usted la idea de que es una situación absolutamente inescapable para el no regenerado, fuera de la intervención divina. Y entonces, concluí que mediante los medios normales de inteligencia humana, y entendimiento humano, no pude haber llegado a esta confianza en la Escritura. Que la única manera en la que pude llegar a esta confianza en la Escritura es porque Dios me había dado esta confianza como un regalo, que Dios en Su soberanía me había dado la voluntad para creer en el Evangelio, para creer en Cristo y abrazar la autenticidad, autoridad y veracidad de la Escritura.
Y entonces, en 1983 cuando publiqué la segunda edición del libro pequeño titulado “Por qué confío en la Biblia”, esto es lo que escribí. “Los incrédulos no pueden aceptar la prueba legítima porque son ciegos a ella. El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios porque para él son locura, y no las puede entender porque se han de discernir espiritualmente, 1ª Corintios 2:14, únicamente conforme el Espíritu Santo lleva a cabo Su obra regeneradora conforme Él abre la mente, quita la ceguera, da vida e implanta el entendimiento de la revelación de Dios, solo entonces la gente cree que la Biblia es la Palabra de Dios y confía en ella”.
Sé que la Biblia es verdad porque el Espíritu de Dios me ha convencido de ella. Escribí eso hace más de 25 años atrás. A la luz de eso, dije en el siguiente párrafo – y usted sabe que está en problemas cuando usted se sigue citando a sí mismo, “A la luz de esto, sugiero un cambio en cómo abordamos este tema. Hemos estado diciendo la profecía ha sido cumplida, la Biblia es exacta en términos científicos, los milagros fueron realizados con testigos oculares, el mensaje bíblico de salvación mediante la fe en Jesucristo resulta en un cambio revolucionario en las vidas de personas que creen. Debido a todas estas pruebas, razonamos que la Biblia es la Palabra de Dios”.
Y después, escribí: “En lugar de esto, propongo que declaremos que la Biblia es la Palabra de Dios, por lo tanto la profecía ha sido cumplida, milagros se han llevado a cabo, afirmaciones científicas son exactas y vidas han sido transformadas”. Fin de la cita. La confianza en la Escritura comienza con la obra del Espíritu. Yo creo que la Biblia fue escrita por el Dios del universo para revelarse a sí mismo a la humanidad.
Creo que la Biblia es la única revelación confiable con autoridad absolutamente confiable de Dios con respecto al origen del hombre, su liberación, su salvación, los estándares morales y espirituales mediante los cuales debe vivir y su destino definitivo. También creo que la Biblia es verdad en todo detalle, inclusive en las palabras mismas en los manuscritos originales. Dios fue el autor. Y concluí con esto: “El Espíritu me ha guiado a esta confianza plena”.
Ahora, para mí ese fue un descubrimiento realmente significativo. Y más adelante en mi vida fui expuesto a algunos de los escritos de un teólogo bien conocido llamado Juan Calvino. Y teniendo la curiosidad de saber lo que él creía con respecto a este mismo tema, comencé a descubrir algunas cosas muy interesantes. Escuche a Juan Calvino. “Las Escrituras por sí mismas existen como el medio mediante el cual a Dios se ha agradado en consignar Su verdad a la memoria perpetua. La autoridad plena, la cual obtienen con los fieles, procede de ninguna otra consideración de que están persuadidos de que las palabras de la Escritura procedieron del cielo como si Dios hubiera sido oído pronunciándolas”. Esto es lo que él dice en sus Institutos.
Él añade: “Las Escrituras en sí mismas manifiestan de manera simple que Dios es el que habla. Nunca somos establecidos en la fe de esta doctrina hasta que estamos persuadidos de manera plena de que Dios es el autor. Siendo iluminados por lo tanto por Él, esto es el Espíritu Santo, ya no creemos ni en nuestro propio juicio o en el de otros de que la Escritura es de Dios, sino de una manera que sobrepasa el juicio humano, somos asegurados de manera perfecta que han venido a nosotros por el ministerio de hombres de la boca misma de Dios. Sentimos la convicción más firme que tenemos una verdad invencible esto, por el Espíritu Santo”.
Bueno, Calvino estaba en lo correcto. No nos sorprende, ¿verdad? William Niesel dijo que Calvino considera la palabra de la Biblia, y cito, “como algo muerto e ineficaz para nosotros si no es avivada divinamente”, que se le ha dado vida, “y tan pronto como es separada de él, esto es Cristo, se vuelve un cuerpo muerto de letras sin alma”. Él entendió que usted solo cree en la Escritura cuando el Espíritu de Dios le da a usted la capacidad de tener esa fe, y confianza como un regalo. La confianza plena en la Palabra de Dios y la Escritura, entonces no es el resultado de argumentos racionales y el trabajo, la obra del intelecto humano y la razón o la emoción. Es la obra del Espíritu en el corazón.
Calvino añade: “Porque así como Dios y solo Él es un testigo suficiente de sí mismo en Su propia palabra, así también la Palabra jamás tendrá crédito en los corazones de los hombres hasta que es sellada por el testimonio interno del Espíritu. Es necesario, por lo tanto, que el mismo Espíritu que habló por la boca de los profetas penetre en nuestros corazones para que Él nos pueda persuadir de que ellos fielmente entregaron lo que se les había encomendado de manera divina a ellos”. Entonces, él dice: “Que permanezca entonces como una verdad fija, que aquellos a quienes el Espíritu enseña internamente se someten firmemente a la Escritura”. Fin de la cita. Nuestra confianza en la Palabra de Dios viene del Espíritu de Dios. Es un componente del regalo soberano de la regeneración.
La manera de pensar tradicional ha intentado tratar de probar la Biblia para la gente no regenerada al acumular todo tipo de evidencia para que puedan procesarla a través de sus intelectos caídos en la futilidad de su función mental y la ignorancia que hay en ellos y la oscuridad de su mente y la dureza de su corazón y la indiferencia y sensualidad de su alma. Podemos acumular toda la evidencia profética, evidencia científica, evidencia milagrosa, evidencia arqueológica, histórica, la evidencia de vidas transformadas.
Y al final, mientras que ciertamente todas ellas son una representación razonable y verdadera de la Escritura, no pueden quitar la ceguera de los ojos. No pueden dar vida al alma muerta. La Escritura nos dice cómo esto funciona en uno de los grandes textos en la Escritura. Abra su Biblia en 1ª Corintios capítulo 1. Hay demasiado aquí para que yo lo diga en un mensaje. Y debido a que no voy a estar aquí para decirlo en dos semanas, voy a darle la versión condensada de esto. Haría bien en cubrir un versículo, mucho menos dos capítulos o partes de dos capítulos.
Pero quiero que vea comenzando en el capítulo 1, en el versículo 18 y llegando hasta el capítulo 2. Y vamos a tocar de manera ligera estas verdades mientras que mantenemos el desarrollo de pensamiento y el punto principal. El tema de la sección comenzando en el capítulo 1, versículo 18 y llegando hasta el final del capítulo 2, es sabiduría divina. Sabiduría divina. La palabra sabio o sabiduría aparece 20 veces, alrededor de 20 veces aquí, en contraste a la insensatez o locura, que aparece alrededor de media docena de veces.
Esto trata de sabiduría divina. Y la sección entera explica por qué la gente rechaza la sabiduría de Dios y por qué otras personas aceptan la sabiduría de Dios. Por qué la gente rechaza la Escritura, el Evangelio, la cruz, y otras personas aceptan la Escritura, el Evangelio y la cruz. De hecho, hay algunas frases aquí, la sabiduría de Dios, la Palabra de la cruz, inclusive el testimonio de Dios. Pero sea que usted esté hablando de la sabiduría de Dios, la palabra de la cruz o el testimonio de Dios, usted está hablando de revelación divina, que está escrita. Este es el tema. Este es el tema.
Ahora, la manera simple de dividir esto es dividirlo en dos secciones, que se solapan; y reciclan y reafirman cosas. No obstante, dos secciones de alguna manera se pueden identificar. Sección número uno, por qué los no cristianos rechazan la Biblia. Sección número dos, por qué los cristianos aceptan la Biblia. Por qué los no cristianos rechazan la Biblia y por qué los cristianos aceptan la Biblia. Y le voy a decir desde el principio, nada es dicho acerca de evidencias, nada es dicho acerca de la razón humana, nada es dicho acerca de cómo manipular la voluntad de la gente o cómo mover sus emociones. Esto no tiene que ver con evidencias. Esto no tiene que ver con la razón. Esto no tiene que ver con la emoción. Esto tiene que ver con la condición. Esto tiene que ver con la condición de un no cristiano y la condición de un cristiano.
Veamos, en primer lugar, por qué los no cristianos no creen la Biblia. Y le voy a dar cinco razones, que son presentadas para nosotros en la sección de apertura. En primer lugar, el mensaje no es razonable. Esa es la primera causa por la que ellos no creen. No razonable. Versículo 18: “Porque la palabra de la cruz, o el testimonio de Dios, o la palabra de la sabiduría de Dios esto quiere decir la revelación de Dios escrita, para los que perecen, esa es su condición, es locura. Es locura.
De una manera algo sarcástica, esa idea es repetida en el versículo 21. “Agradó a Dios mediante la locura del mensaje”. El versículo 23 le dice a los gentiles: “Para los gentiles es locura”. Y después, en otra manera sarcástica en el versículo 25: “La locura de Dios de hecho es más sabia que los hombres”. Y entonces, de manera clara está esta idea de que la revelación de Dios en la Escritura es locura. Es, la palabra es morón, es torpe, sin sentido, no apropiada para la razón humana. Tratan la Palabra de Dios con menosprecio. No voy a entrar a todos los detalles acerca de eso, pero un Dios crucificado era ridículo para los gentiles y si no era más aún ridículo, para los judíos. La salvación por la fe en un Dios crucificado inclusive más ridículo. Francamente todo era algo no razonable.
En segundo lugar, los no cristianos no creen en la Biblia no solo porque el mensaje no es razonable, sino porque la realidad es inalcanzable. Usted oyó un par de veces en los bautizos de esta noche que la gente dijo: “Supe que Jesús murió, pero no podía relacionar al por qué o cómo tenía algo que ver con mi vida”. O usted oyó a alguien decir: “Crecí en una iglesia y tenía todas estas anécdotas sin relación en mi mente y no estaba seguro de cómo se relacionaba todo”. Y eso es esencialmente la idea aquí. Simplemente, no tiene sentido para aquellos que están pereciendo.
Versículo 19: “Escrito está: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y la inteligencia de los inteligentes haré a un lado. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿Acaso Dios no ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Porque debido a que en la sabiduría de Dios”, esto quiere decir Dios lo hizo de esta manera, “el mundo mediante su sabiduría no llegó a conocer a Dios”. En la caída, Dios colocó a la raza humana en una condición en la que es imposible mediante la sabiduría humana llegar a conocer a Dios. Usted no puede llegar ahí por usted mismo.
Y Dios lo diseñó así. “Destruiré la sabiduría de los sabios”, dice Él, “destruiré la inteligencia de los inteligentes. Dirigiré la sabiduría de este mundo en la dirección de la locura. Lo haré porque me agrada que ningún hombre, sin importar cuán sabio sea en este mundo, pueda mediante esa sabiduría humana llegar a conocerme”. En el versículo 19 Él está citando de Isaías 29:14, de la Septuaginta, la edición griega de eso. Isaías había dicho en ese entonces, Isaías 29, que cuando Senaquerib estaba amenazando a Judá, amenazando con atacar y saquear a Judá, Isaías dijo: “La liberación vendrá de Dios, pero no vendrá mediante la sabiduría de los líderes, no vendrá mediante la sabiduría de los sabios, sus planes secretos que estaban tramando en contra de Judá perecerían no mediante ingenuidad humana, sino por el poder de Dios”.
Dios entraría en acción y liberaría a Su pueblo. La sabiduría de los sabios no podía salvarlos. La inteligencia de los inteligentes no lo podía hacer. Solo Dios podía hacerlo. Como si dijera: “Entonces, ¿dónde está el sabio cuando usted lo necesita? ¿En dónde está el escriba? ¿En dónde está el disputador de este siglo? Fórmenlos a todos, a los preparados, a la elite, los intelectuales, los filósofos”. Y por cierto, el versículo 20 hace referencia tanto a Isaías 19:12 como a Isaías 33:18 y los supuestos consejeros sabios de Egipto, que fueron convertidos en necios absolutos en el capítulo 19 de Isaías.
Y después, los escribas de los asirios, quienes estaban todos listos para registrar el botín que iban a conseguir cuando entraran; y de pronto, todos se vieron como necios porque Dios intervino. ¿Dónde están los disputadores? ¿Los suzetetes, los que debaten filosofía? Fórmenlos a todos. Y agrada a Dios mediante todos sus intelectos y toda su sabiduría y toda su erudición que no puedan llegar a conocerlo. En la sabiduría de Dios, Dios hizo imposible que los hombres y mujeres llegaran a conocerlo por sí mismos. Usted no puede llegar desde aquí sin ayuda. Usted no puede llegar a una confianza en la Palabra de Dios, creencia en el mensaje o la palabra de la cruz, la palabra del testimonio divino. Entonces, la gente no cree porque es necio, irracional, porque es inalcanzable.
En tercer lugar, porque francamente es increíble o me imagino que usted podría decir ridículo. Versículo 22: “Los judíos buscan señales, los griegos buscan sabiduría”. Los judíos estaban buscando señales. Dice usted: “Espera un momento, Jesús les dio señales y señales y señales y señales”. Sí, pero querían la señal grande. “Derriba a los romanos, establece el reino, reina en cumplimiento del pacto abrahámico y davídico. Y cuando Él comenzó a hablar de Su muerte, Él fue a la cruz, se acabó. La crucifixión vino al Señor Jesús porque Él condenó su religión hipócrita, porque Él no mostró Su poder en contra de los romanos y cumplió la idea mesiánica que tenían ellos. Y después inclusive en la cruz, ellos dijeron: “¿Por qué no bajas de la cruz?” Quizás había una última esperanza de que Él haría la señal que estaban buscando. ¿Pero la crucifixión de Dios? ¿La crucifixión del Mesías en manos de los romanos? Impensable.
Por otro lado, los griegos buscaron sabiduría. ¿Y qué significa eso? Buscaron filosofías complicadas, profundas, complejas, con palabras sofisticadas y conceptos esotéricos. Y se rieron ante la simplicidad del Evangelio y la idea increíble de que un Dios crucificado debía ser adorado. Esa es la razón por la que hasta el día de hoy hay una piedra en Roma que muestra a un hombre postrado ante un asno. Y es un reflejo de una manera de pensar antigua del cristianismo y dice “Alexamenos adora a su Dios”. Y lo interesante de esto es que el asno, está en una cruz. ¿Quién adoraría a un asno en una cruz? Francamente es increíble.
Número cuatro, sus personas no son impresionantes. Sus personas no son impresionantes. Los judíos querían una señal, los griegos querían sabiduría. Pablo predicó a Cristo crucificado. Los judíos tropezaron en esto. Los gentiles dijeron que era locura. El versículo 26 no ayuda. “Considerad vuestro llamado, vocación, hermanos, que no hay muchos sabios según la carne, no hay muchos poderosos, no muchos nobles”. El meollo aquí es que no somos demasiado impresionantes. No lo eran en ese entonces y no lo somos en la actualidad. La mayoría de los creyentes siempre han sido no impresionantes. No han sido impresionantes para el mundo, especialmente para el mundo de las mentes élite, que nos tratan con menosprecio.
No somos los más inteligentes y no somos los más nobles. De hecho, versículo 27: “Dios escogió lo necio, para avergonzar a lo sabio; Él escogió lo débil, para avergonzar a lo fuerte; Él escogió lo bajo y lo menospreciado”. Y Él escogió las cosas que no son simplemente sigue bajando y bajando y bajando. Él no escogió a los sabios. Él no escogió a los nobles. No sabios, no a la élite intelectual, no los poderosos, no los grandes, los influyentes, los líderes, los poderosos, no los nobles.
De hecho, es una palabra griega que significa nacer en buena familia, con rango social. Sino que Él ha escogido a lo necio, lo débil, lo bajo, los agenēs, los que no tienen nacimiento, los nadies, los que no tienen nombre, los insignificantes, y los menospreciados. Y Él inclusive baja aún más. “Las cosas que no son” el presente participio de eimi, los no existentes, Él ha escogido. Esa, por cierto, esa última afirmación que Pablo usa, las cosas que no son, en el versículo 28, es la expresión de mayor menosprecio en el idioma griego para menospreciar a otra persona, tratarlos como si ni siquiera existieran. Entonces, ellos no creen. Y el hecho de que somos un grupo tan poco impresionante, añade a su resistencia.
Y después, un quinto elemento. No solo las personas de este libro no son sorprendentes, sino que los predicadores no son sofisticados. Y podría haber pensado en muchas palabras para eso. No sofisticados. Llegamos al capítulo 2, “Cuando vine a vosotros hermanos, no vine con palabras persuasivas con superioridad de palabras o de sabiduría”. Y ese era un problema porque les encantaba este tipo de enseñanza sofisticada, compleja, que presentaba todo tipo de complejidad y profundidad y atraía sus mentes. “No vine con superioridad de palabras, no trucos de sabiduría. Determiné no saber nada entre vosotros excepto a Jesucristo, y a éste crucificado”. Ahí de nuevo está este mensaje repulsivo, increíble, simplista.
Además, él no ayudó a Su causa por su propia manera de verse, su imagen. Usted recuerda que los corintios dijeron de él que su persona francamente era menospreciable. Y sus palabras no eran impresionantes. Él estuvo con ustedes en debilidad, temor y mucho temblor. Mi mensaje, mi predicación no fueron con palabras persuasivas de sabiduría humana, sino en demostración del Espíritu de poder. Entonces, usted tiene una perspectiva bastante amplia del por qué la gente no cree. Usted comienza con el hecho de que no pueden, que no tienen la capacidad, están carentes de la vida de Dios. No pueden escapar lo natural. No pueden escapar el estar en la carne. Y alguien que está en la carne solo piensa en las cosas de la carne. Y él no puede conocer las cosas de Espíritu, no las puede conocer.
Y después usted añade el hecho de que todas estas cosas dan razón para que rechacen y usted entiende algo del dilema de los no regenerados. El mensaje en sí mismo era ofensivo, no razonable, increíble, incomprensible. La gente eran los bajos y los predicadores eran los débiles y los no impresionantes y los temerosos y los temblorosos. Y usted añade la condición caída, la oscuridad natural, la ceguera satánica y el juicio divino. Y los no que no creen, no pueden por sí mismos creer en la verdad.
Entonces, la búsqueda por Dios y la búsqueda por Cristo y la búsqueda por la verdad y la búsqueda por discernir si la Biblia realmente es verdad en lo que está diciendo no puede comenzar y terminar con la razón humana. Esa es la razón para cada vez que usted ve uno de estos asuntos en la televisión “la búsqueda por el Jesús real”, “la búsqueda por la verdad”, siempre termina en el error. La gente caída no puede llegar ahí por sí misma. Esa es la razón por las que no cristianos no creen la Biblia.
Ahora, hagamos la segunda pregunta. ¿Por qué los cristianos creen la Biblia? A pesar de todo esto, vaya al versículo 6 en el capítulo 2. Vamos a pasar unos minutos en esta última parte. “Sin embargo”, esa es una palabra clave aquí, usted debería encerrarla en un círculo, o subrayarla, más, o pero, a pesar de lo que el mundo piensa de esto, “hablamos sabiduría entre los que son teleios”. Teleios, de hecho, plural. Entre aquellos que son teleios. ¿Qué es eso? Bueno, aquellos que han sido hechos completos. Es simplemente una manera de describir a los creyentes. Hablamos sabiduría entendida, comprendida, abrazada y creída entre aquellos que han sido hechos completos. Hemos llegado a Cristo. Hemos llegado al que – Pablo le dice a los colosenses – “Aquel en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”.
No es que somos más inteligentes. No es que hemos sido sujetos a evidencias más grandes. Es que hemos sido hechos completos en Él. Pablo lo dice: “Vosotros estáis completos en Él”. Y ser hechos completos o maduros en Él, se les ha dado con esa obra divina de regeneración y conversión y transformación, no solo confianza en Jesucristo y confianza en el Dios verdadero y vivo, sino confianza en la Palabra de Dios. Y entonces, el versículo 6 dice: “Hablamos sabiduría”, Pablo está diciendo nosotros en un plural apostólico, “hablamos sabiduría entre aquellos que son maduros y una sabiduría no obstante, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo”.
Esta es una sabiduría como les he estado diciendo, que no es conocida por lo mejor de las mentes de este mundo, los más grandes de los líderes de este mundo. “Hablamos”, versículo 7, “la sabiduría de Dios en un misterio”. La sabiduría escondida. ¿Cómo es posible que llegamos a conocerla? Oh, lea el resto de la frase: “la cual Dios”, ¿cuál es la siguiente palabra? “predestinó antes de los siglos para nuestra gloria”. ¿Por qué entiendo la Biblia? ¿Porque Dios qué? Me predestinó para entenderla para mi propia gloria futura. Dice usted: “Oh, ¿crees en la predestinación?”. Creo en la Biblia, y la Biblia me dice que la razón por la que entiendo la sabiduría de Dios es porque Dios me predestinó para la gloria eterna y mediante la regeneración y la conversión me dio fe en Su Hijo, en el Evangelio y en Su Palabra.
¿Acaso eso significa que ahora estoy en una situación en la que yo creo la Biblia, aunque no es razonable? Oh, no. Todo en ella es razonable. Sus profecías se han cumplido. Sus milagros son verdaderos y se ha dado testimonio de ellos. Es científicamente exacta y sin error. Su historia y arqueología se verifican hasta el último detalle. Pero no es eso lo que convence mi razón natural. Es que debido a que Dios me ha dado fe en Su Palabra que ahora veo que todo eso es verdad. Otra manera de verlo en este punto, podría ser ver 1ª Juan capítulo 2; 1ª de Juan, capítulo 2, simplemente para darle un pequeño descanso del texto en el que estamos.
Algunas veces la gente se queda en la Iglesia por un tiempo, o no se quedan. El versículo 19 los describe: “Salieron de nosotros”, eso es bastante cierto en casi toda experiencia religiosa de una persona, la experiencia cristiana. Salieron de nosotros. Sí, usted sabe tal y tal solía venir aquí, cantaba en el coro, servía aquí y allá, se apareció en la Iglesia. Ya no lo vemos, ¿qué pasó? Bueno, salieron de nosotros, pero realmente no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. Salieron, se fueron y prueba que realmente nunca pertenecieron, para comenzar.
“Pero”, versículo 20, me encanta esto, “vosotros tenéis una unción del Santo y conocéis” ¿Qué conocéis? ¿Ustedes saben lo que él dice en el próximo versículo? “No os he escrito esto a vosotros porque conocéis la verdad sino porque la conocéis, y no hay mentira que sea de la verdad”. Eso significa que ninguna mentira lo desvía a usted. Ninguna mentira lo lleva a usted a la apostasía. ¿Por qué? Ustedes conocen la verdad. Ustedes tienen una unción de Dios. ¿Qué es esa unción? O mejor, ¿quién es esa unción? El Espíritu Santo.
Creo la Biblia porque Dios me ha dado la confianza en la Palabra de Dios como una parte de mi salvación y regeneración. Me quedo con la verdad. Creo la verdad. Abrazo la verdad. Continúo con la verdad. Me mantengo involucrado con la verdad, porque el Espíritu de Dios me ha mostrado que es la verdad. Y conozco una mentira cuando veo una. Al final de eso, o cerca del final de ese mismo capítulo, versículo 27: “En cuanto a vosotros la unción que habéis recibido de Él permanece en vosotros”. ¡Guau! Esta es nuestra seguridad, el residente que siempre está presente morando en nosotros, el Espíritu Santo, quien es nuestra ancla a la verdad. “Él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que alguien nos enseñe; pero así como su unción os enseña acerca de todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, y así como os ha enseñado, permaneced en Él”.
Eso es simplemente un tema profundo de entender. Cuando usted fue salvo, llegó a la confianza en la Palabra de Dios y ahí es donde usted se queda. Ahí es donde usted se queda. Y la gente que se queda por un tiempo y se va, da evidencia del hecho de que realmente nunca perteneció y realmente nunca tuvo el Espíritu de Dios. Yo creo la Biblia porque Dios me dio el regalo de la fe en Su Hijo y fe en Su Evangelio y fe en Su Palabra. Continúo eso para mi justificación. Creo en la Biblia para mi santificación, porque el Espíritu de Dios que permanece en mí, continúa guiándome a la verdad y alejándome del error. Esa es la razón por la que creo la Biblia.
Ahora entiendo, como dice el versículo 6, que esto es diferente de la sabiduría de este siglo, la sabiduría de los príncipes de este siglo, las mentes más sobresalientes. Todo eso es katargeō. Todo eso está siendo hecho ineficaz. Todo eso es impotente. Todo eso no lleva a ningún lugar. Todo eso realmente es necio, realmente necio. Pero yo creo y usted cree porque Dios predestinó antes de los siglos que creyéramos para gloria; y creemos una sabiduría, el versículo 8 dice: “…que ninguno de los gobernantes o príncipes de este siglo ha entendido”. Ninguno de ellos. “Porque si lo hubieran entendido no habrían crucificado al Señor de la gloria”. Y no habrían continuado rechazando al Señor de gloria quien fue crucificado.
Él lo resume en el versículo 9 al decir esto, un versículo muy conocido por cierto, tomado de un par de pasajes a los que se hace referencia aquí y en Isaías: “Cosas que ojo no vio y oído no oyó, que no han entrado en el corazón del hombre todo lo que Dios ha preparado para aquellos que le aman”. Sabemos todo lo que Dios tiene para nosotros. Sabemos eso. Lo sabemos por revelación divina. No puede ser conocido de ninguna otra manera. Ojo no puede verlo y oído no puede oírlo. Y la mente que se tiene en mente en el corazón no lo puede concebir.
La verdad de Dios acerca de la salvación, la verdad de Dios acerca de la vida espiritual y eterna no es oída, no es vista, no es considerada. No puede ser conocida de manera empírica, no puede ser conocida mediante el racionalismo. Solo puede ser conocida por revelación divina. En Juan 8, Jesús dijo esto y Él está hablando a los fariseos hostiles. Jesús les dijo en el versículo 42, Juan 8: “Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais”. ¡Guau! “Pero debido a que Dios no es vuestro Padre, no me amáis, porque Yo he salido y he venido de Dios. Y ni siquiera vengo por Mi propia iniciativa sino que Él me ha enviado”. Escuche esto: “¿Por qué no entendéis lo que estoy diciendo?”.
¿Por qué no entiende la gente? “Es porque no pueden oír Mi palabra, porque vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando él habla mentira, de lo suyo habla porque es mentiroso y padre de mentira, pero debido a que Yo hablo la verdad, no me creen”. No pueden. Y Él lo resume en el versículo 47, bueno, en el versículo 46 “si hablo la verdad, ¿por qué no me creen?” ¿Por qué la gente no cree la verdad? “El que es de Dios las palabras de Dios oye. Por esta razón no las oyen, porque no son de Dios”. Bastante claro, ¿no es cierto? ¿Quién cree la Biblia? Aquellos que son de Dios. Es una obra divina.
Regrese a 1ª Corintios capítulo 2 y simplemente lo vamos a cerrar en el versículo 10 con unos cuantos comentarios incluidos. 1ª de Corintios 2:10: “Porque a nosotros”, oh, este es un gran punto tan bueno de resumen, “porque a nosotros Dios nos las reveló”. ¿Plural? ¿A qué te refieres? “Las cosas que Dios ha preparado para los que le aman”. Las cosas que tienen que ver con la salvación, vida de espiritual y eterna, el reino. Esto quiere decir toda la sabiduría de Dios, toda la palabra de la cruz, toda la palabra del testimonio de Dios, toda la verdad que está registrada en la Escritura. A nosotros, Dios nos las reveló por el Espíritu. Este es el punto crítico que debemos entender. Creemos porque Dios nos escogió, Dios nos predestinó para conocer, para que un día viniéramos a la gloria eterna.
Al llevar esto a algún tipo de conclusión que cautive su alma, simplemente tomemos esa idea de que sabemos porque Dios escogió mostrarnos, revelarnos, regenerarnos, darnos vida, quitar la ceguera de nosotros, despertar nuestros corazones para abrir el misterio, para traer la verdad que estaba escondida, y revelárnosla; tome eso como el trasfondo y vuelva a leer, comenzando en el versículo 24. “Para aquellos que son los llamados”, cada vez que usted vea ese término, los llamados o llamado en las epístolas en el Nuevo Testamento, es el llamado eficaz a la salvación.
Somos los llamados, esto es llamados de las tinieblas a la luz, llamados de la muerte a la vida. En el versículo 26, él lo vuelve a decir: “Considerad vuestra vocación” o llamado, el llamado divino, la vivificación, el llamado que da vida, la regeneración. ¿Y por qué nosotros? Versículo 27: “Dios escogió, Dios escogió”. Versículo 28: “Dios escogió”. Versículo 30: “Mas por Él estáis vosotros en Cristo Jesús”. ¿Por qué están en Cristo Jesús? Porque ustedes vieron con qué claridad debe ser comprendido y creído, porque ustedes vieron la evidencia, porque su mente ascendió a ello. Están en Cristo Jesús por lo que Él hizo. Él predestinó. Él reveló porque Él escogió y a quien Él escogió, Él llamó. Y como Pablo dice en Romanos 8, “A quien Él llamó, Él justificó y a quién Él justifica, Él glorifica”.
Entonces, de regreso al versículo 30: “Mas por Él estáis vosotros en Cristo Jesús, más por Él creen ustedes, más por él ustedes abrazan la palabra de Dios en su justificación y en su santificación. Más por Él están en Cristo Jesús”, escuche, “quien ha sido hecho para nosotros sabiduría de Dios”. Por Él es que estamos en Cristo. Y después Cristo se volvió para nosotros, por Su presencia, y Su poder y Su Espíritu y Su palabra, sabiduría de Dios y justificación y santificación y redención.
¿Por qué lo hizo así Dios? ¿Por qué lo hizo así Dios? Versículo 29: “A fin de que nadie” ¿Qué? “se jacte delante de Dios”. Versículo 31: “Para que como está escrito, el que se gloría, gloríese en el Señor”. Y entonces, estamos asombrados por la confianza que tenemos en la Palabra de Dios. Y cuando alguien dice: “¿De dónde viene?”. Usted puede decir: “Es por lo que Él ha hecho, porque Él nos ha colocado en Cristo y Cristo se volvió para nosotros la sabiduría de Dios y es nuestro amor por Dios mediante Cristo que nos da confianza en Su Palabra y creemos la verdad porque somos de Dios”.
Martín Lutero lo dijo así: “El hombre es como una columna de sal, como la esposa de Lot. Sí, como un pedazo de madera o una piedra, como una estatua sin vida que no tiene ni ojos, ni boca, ni sentidos, ni corazón, hasta que él es iluminado, convertido, y regenerado por el Espíritu Santo”. Entonces, yo no inventé esto. Estaban leyendo la misma Biblia que estoy leyendo y la misma que usted está leyendo. Usted cree la Biblia, y usted vive a la luz de sus verdades gloriosas, su vida está cautivada por sus maravillas, porque Dios para Su propia gloria se agradó en predestinarlo a usted y escogerlo y justificarlo y santificarlo mediante Su Palabra. Y cuando Él le dio a usted Cristo, Él le dio a usted en Cristo Su sabiduría porque en Él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Yo no puedo separar mi amor por Cristo de mi amor por la Palabra.
Al final, saltándonos hasta el versículo 16, la última afirmación: “Tenemos la mente de Cristo”. ¡Qué afirmación! ¡Qué afirmación! Al tener confianza en la Palabra de Dios, tenemos acceso a la mente de Cristo. ¿Entiende eso? No es misterio para mí cómo Dios piensa o lo que él desea. Todo lo que Dios quiere que yo sepa, Él lo ha colocado aquí. Aquí tengo la mente de Cristo y yo sé cómo piensa Cristo, y lo que Él quiere, y lo que le agrada a Él, y lo que a Él le gusta, y lo que Él aborrece, y lo que Él manda y lo que Él prohíbe. Lo entiendo todo porque Él me ha capacitado para que lo entienda. Y vivo mi vida abrazando la maravilla de una gracia tan profunda e inexplicable a favor mío como esta. Inclinémonos en oración.
Padre nuestro, sabemos que el poder del evangelismo para la justificación no se encuentra en métodos inteligentes o música o entretenimiento diseñado para la sociedad, sino en la Biblia. El poder para la edificación, en la santificación también se encuentra en la Biblia. Debemos predicar la Escritura, la palabra de la cruz, la sabiduría de Dios, el testimonio de Dios. Debemos presentarla, proclamarla, defenderla, porque esta es la única esperanza y el único medio por el cual Tú justificarás y santificarás a tu pueblo. Siempre debemos usar la Escritura, no para que el no cristiano pueda ver lo razonable que es, sino para que Tú puedas despertar el corazón de los tuyos mediante el milagro divino de gracia mediante la Palabra.
Te damos gracias, Padre, porque una vida de estudio va a probar que la Escritura es razonable, es alcanzable, comprensible, creíble y se mantiene en pie ante toda prueba. Y sabemos eso porque Tú nos has dado vida y entendimiento. Te damos gracias porque Tú oíste la oración del Salmo 119:18, “Abre mis ojos para que mire las maravillas de tu ley”. Señor, esa oración ha sido respondida para nosotros y te alabamos; y las maravillas nunca cesan. Úsanos, Señor, como instrumentos en la proclamación de tu verdad, para despertar a pecadores y para santificar a santos. Gracias por el privilegio de ser usados así. En el nombre de Cristo. Amén.
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