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Esta noche vamos a continuar con nuestra mirada al Ministerio del Espíritu Santo. Estamos en un estudio doctrinal y algunas veces escarbamos en cierta profundidad y cubrimos algunos aspectos más estrechos de la teología. Y algunas veces damos una especie de panorama general, una especie de entendimiento elemental más simple, más directo de estas diferentes doctrinas. Y al hacerlo nos esforzamos por hablarle a aquellos que han estado aquí por mucho tiempo y aquellos que conocen y entienden los grandes temas de la teología. Y al mismo tiempo hablarle a aquellos que son nuevos y necesitan un entendimiento básico.

Y en esta noche, como vimos en nuestra última mirada al Ministerio del Espíritu, realmente estamos hablando de un entendimiento muy básico de la obra del Espíritu Santo. Creo que es obvio para todos nosotros que el Espíritu Santo es el miembro de la Trinidad que recibe la menor cantidad de atención. Tenemos muchas, muchas canciones que son escritas y cantadas acerca de Dios, acerca de la gloria de Dios, la persona de Dios, la obra poderosa de Dios desde la creación a lo largo de la redención. Tenemos himnarios llenos de canciones de alabanza a Dios, tenemos muchas canciones, quizás inclusive más acerca de las realidades maravillosas de la persona de Cristo y la obra del Señor Jesucristo. De hecho parece no haber fin a las canciones que son escritas acerca de nuestro Salvador. Tenemos una cantidad mucho menor de himnos y una cantidad mucho menor de canciones que están dedicadas a la persona y obra del Espíritu Santo. Él es incluido aquí y allá como una frase o en una referencia a la Trinidad, pero simplemente no hay una himnología sustancial relacionada con el Espíritu Santo. Y eso nos deja cortos de darle adoración al tercer miembro de la Trinidad, adoración la cual es debida al Espíritu.

También tenemos una tolerancia baja al error doctrinal con respecto a la naturaleza de Dios. Corremos, por así decirlo, para rescatar a Dios de los herejes y de aquellos que hablan de Él de una manera que no es un reflejo verdadero de su naturaleza. Hacemos todo lo que podemos por proteger la naturaleza de Dios y la obra de Dios. Hacemos lo mismo por Cristo, somos excesivamente prontos por asegurarnos de que no se represente de manera equivocada la persona y obra del Señor Jesucristo. Somos cuidadosos en definir las facetas de la encarnación de la naturaleza de Cristo, el Dios encarnado, el Dios en carne humana. Somos prontos por entender todo matiz de su obra redentora, por entender la cruz y la importancia de la cruz y los grandes temas doctrinales de la redención en toda su plenitud y en todo su detalle minúsculo. Somos cuidadosos de hecho cuando hablamos de Dios y de Cristo.

Por otro lado, cuando hablamos del Espíritu Santo tendemos a ser mucho más tolerantes de representaciones equivocadas del Ministerio del Espíritu Santo, las cuales por cierto abundan por todos lados. Con frecuencia no corremos para rescatar las grandes verdades acerca del Espíritu Santo. A lo largo de los años me he esforzado por hacer eso de vez en cuando. Hace varios años atrás escribí un libro titulado Los Carismáticos en un esfuerzo por cuestionar un movimiento no bíblico que representaba de manera equivocada la obra del Espíritu Santo. No tenía idea en ese entonces de que el movimiento continuaría expandiéndose mucho más allá de lo que vi cuando escribí ese libro allá por los setentas. Escribí otro libro titulado Caos Carismático, el cual se esforzaba por volver a ver esa representación equivocada del Espíritu Santo en ese paradigma en particular de la santificación que conocemos como el movimiento carismático. También fue unos cuantos años después de eso que sentí la necesidad de hablar del asunto del paradigma de la psicología y mucho de lo que estaba predicando y enseñando no solo aquí sino en conferencias de pastores y otras oportunidades que tuve por todo el país y por todo el mundo era tratar de definir un entendimiento bíblico de la santificación fuera de la entrada o la influencia de la psicología humana. Pero de nuevo con frecuencia me sentí como una voz que clamaba en el desierto, como si estuviera nadando contra corriente en contra de la tendencia evangélica la cual era un movimiento carismático que seguía creciendo y creciendo y un movimiento psicológico que seguía expandiéndose continuamente.

Después vino el movimiento pragmático, en donde en esencia hemos definido la idea de que nos movemos hacia adelante en nuestras vidas espirituales mediante técnicas, mediante ciertos medios de operación que podemos si nos sentamos bajo la enseñanza de los maestros correctos y aplicamos los principios correctos. Y el pragmatismo ha hecho lo mismo, ha quitado la prioridad, ha quitado el énfasis, en algunos casos casi ha hecho que desapareciera el Espíritu Santo en su totalidad. Hay muy poca enseñanza en el ministerio pragmático impulsado por la mercadotecnia de los evangélicos en la actualidad acerca de la obra del Espíritu Santo.

Entonces regreso una vez más con el mismo tipo de objetivo que ocasionalmente ha tenido a lo largo de los años, y ese objetivo consiste en regresar a que pongamos atención a la realidad de la persona y el Ministerio del Espíritu Santo, tener un paradigma de santificación verdadero, un entendimiento verdadero de la obra del Espíritu es crítico debido a que los paradigmas falsos de santificación no pueden refrenar la carne, no pueden alejar del pecado, no pueden llevar al crecimiento espiritual y a la eficacia espiritual ni a la gloria de Dios. La iglesia tiene doctrinas muy débiles acerca del Espíritu Santo, su persona y obra, y una muy grande tolerancia hacia errores con respecto a la obra y el Ministerio del Espíritu Santo.

Entonces estamos viendo el asunto de cómo el Espíritu Santo nos ministra a nosotros los que estamos en la familia de Dios. Y comenzamos como un buen punto de partida con Gálatas capítulo 3, y una pregunta que es presentada en el versículo 3, “Sois tan necios habiendo comenzado por el Espíritu, ahora, sois perfeccionados por la carne.” Si pensamos en esto y lo pensamos bíblicamente, recordamos que nuestra salvación es una obra del Espíritu, nacemos de nuevo por el Espíritu de Dios mediante el medio de la palabra de verdad. Somos nacidos del Espíritu, como estábamos hablando inclusive de eso esta mañana. Entonces entendemos que nuestro nuevo nacimiento, nuestra regeneración, nuestra conversión es una obra del Espíritu de Dios. No es por sangre ni de la voluntad de la carne ni de la voluntad del hombre, sino de Dios mediante el Espíritu que hemos sido salvos. Y después habiendo comenzado en el Espíritu eso es comenzado nuestra vida en Cristo en el Espíritu, somos tan necios como para pensar que la perfección espiritual puede venir a través de la carne mediante algún medio humano. Y la respuesta a la pregunta, claro, es que no debemos ser tan necios, debemos reconocer que así como fuimos regenerados por el Espíritu seremos santificados también por el Espíritu y únicamente por el Espíritu.

Ahora, vimos al principio la obra salvadora del Espíritu Santo. Hablamos de cuatro cosas que el Espíritu convence de pecado. Jesús dijo en Juan 16 que Él enviaría al Espíritu, y cuando Él venga convencería al mundo de pecado y de justicia y de juicio. Esta es la obra inicial del Espíritu Santo al salvar a una persona, convencer a esa persona de su pecado. Esto no es natural para el hombre. Esto no viene mediante la voluntad del hombre, como vimos en las palabras de Jesús quien dijo con respecto al joven rico, que este hombre estaba tratando de hacerlo por sí mismo algo que era imposible. Él no puede cambiar su propia vida, inclusive la convicción de pecado, inclusive la obra de la ley pronunciándolo culpable delante de Dios bajo una maldición y dirigiéndose al juicio eterno es un tipo de convicción no natural para la humanidad, sino concedido sobrenaturalmente por el Espíritu de Dios. Entonces Él lleva a cabo la obra de convicción.

Fluyendo de eso está su segunda obra. Él produce a partir de esa convicción penitencia o arrepentimiento. También es la obra del Espíritu causar que el pecador se arrepienta. En tercer lugar, el Espíritu energiza o capacita el Evangelio en el corazón individual. Es el Espíritu quien hace que el Evangelio esté vivo. Es el Espíritu quien aviva el Evangelio. Inclusive en su predicación 1 Pedro 1:12 dice, “El Evangelio fue predicado por el Espíritu Santo enviado del cielo.” Esto es, fue predicado de tal manera que penetró el corazón de una manera transformadora. Y claro, después en cuarto lugar, el Espíritu lleva a cabo la obra en sí de la regeneración, siendo renovado, recibiendo vida nueva. Esa es la obra salvadora del Espíritu, convicción, arrepentimiento, capacitando la verdad del Evangelio en el corazón para producir fe y la obra de regeneración.

Todo eso es la obra del Espíritu, la salvación es la obra del Espíritu en su totalidad, como el viento sopla de dónde quiere, viene de dónde desea venir, va a dónde desea ir, no tenemos control sobre eso, solo podemos ver su efecto. Así es el Espíritu Santo, Él hace lo que Él quiere, con quien Él quiere, cuando Él quiere inclusive en la obra de la regeneración, como Jesús le estaba señalando a Nicodemo. Entonces es la obra del Espíritu Santo.

Ahora, en el momento de la salvación hay varias cosas que el Espíritu de Dios hace. Según las Escrituras la manera muy clara del Espíritu de Dios de manera inmediata establece Su residencia en la vida de todo creyente. De tal manera que 1 Corintios 6:19 dice que somos el templo del Espíritu de Dios. Romanos 8:9 lo dice de esta manera, “Y si alguno es de Cristo, él tiene al Espíritu Santo. Si alguno no tiene el Espíritu no es de Él.” Entonces el Espíritu de Dios establece Su residencia en el creyente. 1 Corintios 12:13 lo expresa de esta manera, “Somos bautizados por Cristo mediante el Espíritu en el cuerpo.” Y entonces hay una obra de bautizo que Cristo lleva a cabo mediante el poder del Espíritu colocándonos en el cuerpo de Cristo. Todo eso se lleva a cabo en el momento mismo de la salvación. Debemos concluir también que en ese mismo momento el Espíritu nos asegura para la gloria eterna. El primer capítulo de Efesios presente esto de manera muy clara, que se nos da el Espíritu Santo como un sello, esto es somos sellados hasta el día de la redención. Entonces recibimos al Espíritu Santo, establece Su residencia en nosotros, el Espíritu de Dios entonces por Su poder nos coloca en la vida de la iglesia, el cuerpo de Cristo. El Espíritu nos asegura hasta la gloria eterna.

Inclusive hay una obra separadora del Espíritu Santo, dice en 2 Tesalonicenses capítulo 2, versículo 13, “Que hemos sido santificados por el Espíritu y la fe en la verdad.” Lo cual significa apartados del pecado, el pecado ya no tiene dominio sobre nosotros, somos apartados de él por la obra del Espíritu. Y otra cosa que el Espíritu hace según 1 Corintios capítulo 12, versículo 4 al 7 es que el Espíritu de Dios nos concede capacidades de ministerio, capacidades de ministerio sobrenaturales. Estas son llamadas los dones del Espíritu. Todo esto converge en el momento mismo de nuestra redención, desde la convicción al arrepentimiento y la fe en el Evangelio. Esta obra regeneradora entera hasta que el Espíritu establece Su residencia en nosotros, el Espíritu nos bautiza en el cuerpo de Cristo asegurando nuestra gloria eterna apartándonos del pecado y dándonos ministerio, capacidades espirituales sobrenaturalmente dadas. Todo esto ocurre en nuestra salvación.

Entonces así es como comenzamos en el Espíritu. Es algo poderoso, poderoso que el Espíritu domina el volverse hijo de Dios. Es una obra grande, poderosa, duradera, permanente que es sobrenatural y que es llevada a cabo por el Espíritu de Dios. Si usted lo piensa en un sentido trinitario es el Padre quien elige, es el Padre que atrae, es el Hijo quien paga el precio para comprar a los redimidos, y es el Espíritu entonces quien aplica la obra del Padre y la obra del Hijo al individuo.

Ahora, que poseemos todas estas cosas mediante el Espíritu Santo, quien ha establecido Su residencia en nosotros de tal manera que mientras que estemos viviendo en este mundo mora en nosotros el Espíritu Santo viviente. ¿Cuál es Su obra continúa? Habiendo comenzado en el Espíritu, ¿cómo entonces somos perfeccionados en el Espíritu?

La última vez le di un par de cosas para comenzar. Número uno, el Espíritu nos lleva de manera incremental a la intimidad con Dios. El Espíritu nos lleva más y más a la intimidad con Dios. Usted oyó a Juan decir cuando estaba dando su testimonio esta noche, que él conoce a Dios, que él conoce a Cristo, que él ama a Cristo, que él conoce, él sabe que hay una relación personal con el Señor que existe en su vida. Esta es la obra del Espíritu Santo. Este es el Ministerio del Espíritu.

Y señalamos un par de versículos, simplemente se los recuerdo brevemente porque son importantes en esta área. Romanos capítulo 8, versículo 14, “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son los hijos de Dios. Porque no habéis recibido el Espíritu de esclavitud que os lleva a temer, sino que habéis recibido el Espíritu de adopción como hijos por el cual clamamos Abba Padre.” Abba Padre significa papito. De pronto pensamos en Dios como nuestro papá, nuestro papito, ya no como una figura distante, terrible, aterradora con la que no debemos jugar, sino que de pronto hemos sido llevados a un sentido de intimidad con Dios en donde corremos a entrar a Su presencia como niños pequeños llamándole papá en el sentido más cariñoso y cálido y lo hacemos sin temor y eso es debido a cierta actitud, cierta disposición que ha sido llevada a cabo en nosotros por la obra del Espíritu que mora en nosotros.

Y dice entonces versículo 16, “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro Espíritu de que somos hijos de Dios.” Esta es la obra del Espíritu, confirmarnos que pertenecemos a Dios de una manera tan verdadera, tan íntima como para poder llamarle a Dios nuestro papá. La misma verdad maravillosa es presentado para nosotros en Gálatas capítulo 4 en donde dice en el versículo 6, “Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones clamando Abba Padre.” Cuando le hablamos a Dios con familiaridad, cuando le hablamos a Dios con intimidad, cuando hablamos acerca de nuestro Dios siendo personal y conociendo a Dios, esta es la obra del Espíritu Santo.

Lo segundo que le señalé la última vez, no solo el Espíritu nos lleva a la intimidad con Dios, sino que Él ilumina las Escrituras, Él ilumina las Escrituras. Vimos 1 Corintios capítulo 2, y no vamos a regresar a los detalles ahí. Pero recuerde lo que dice ahí, “Dios ha revelado las cosas que ojo no ha visto ni oído ha oído, ni pueden entrar al corazón del hombre. Dios nos las ha revelado mediante el Espíritu.” Mediante el Espíritu. “Y el Espíritu nos las ha dado – versículo 13 – no en palabras enseñadas por sabiduría humana, sino en palabras enseñadas por el Espíritu, combinando pensamientos espirituales con palabras espirituales.” Dios ha tomado la verdad espiritual. Dios el Espíritu ha tomado la verdad espiritual y la ha colocado en palabras espirituales en las Escrituras. De tal manera que en las Escrituras tenemos la mente de Cristo. Y como aprendimos de 1 Juan, también tenemos al Espíritu Santo que mora en nosotros, quien es una unción de Dios, que nos enseña todas las cosas. Entonces tenemos la palabra escrita por el Espíritu, verdades espirituales colocadas en palabras espirituales, y no solo tenemos las Escrituras escritas por el Espíritu sino que tenemos morando en nosotros al maestro de las Escrituras, la unción que viene de Dios. Muy bien.

Número tres, y vamos a continuar en nuestro pequeño bosquejo acerca de los ministerios básicos del Espíritu Santo, Él glorifica a Cristo para nosotros, Él glorifica a Cristo para nosotros. Veamos Juan 15 por un momento Juan capítulo 15, versículo 26, y aquí nuestro Señor dice, cuando el consolador, cuando el paracletos venga de dos palabras, llamar y estar al lado. “Cuando aquel quien es llamado a venir al lado de nosotros, cuando Él venga a quien yo os enviaré del Padre, esto es el Espíritu de verdad.” Él está hablando del día de Pentecostés. Hablando del momento cuando el Espíritu de Dios es enviado, Él es el Espíritu de verdad quien procede del Padre, Él dará testimonio de mí, Él dará testimonio de mí. En el capítulo 16 si usted pasa al versículo 14, lo mismo se vuelve a decir. De hecho el versículo 13, “Cuando el Espíritu de verdad venga, Él los guiará a toda la verdad.” Eso es lo que acabamos de ver en el segundo punto. Él no hablará de suyo propio sino que lo que Él oiga, Él lo hablará y Él lo revelará lo que está por venir. Esto, claro, se relaciona con la espiración que vino mediante el Espíritu a los escritores de las Escrituras, pero va más allá de eso también. Él es el Espíritu de Dios, Él nos guía a toda la verdad en las Escrituras. Y como el verdadero intérprete de las Escrituras residiendo en nosotros.

Después versículo 14 dice, “Él me glorificará porque tomará de lo mío y os lo revelará a vosotros.” Este es el Ministerio maravilloso del Espíritu de Dios, y es apuntarnos a Jesucristo.

Ahora, si usted ve 1 Corintios capítulo 12, usted verá esto en un contexto totalmente diferente pero uno muy importante 1 Corintios capítulo 12, en la iglesia corintia había un tumulto que se estaba llevando a cabo en el nombre de dones espirituales, la gente estaba hablando en balbuceo como si fuera un verdadero lenguaje dado por Dios, era una especie de balbuceo pagano, una especie de experiencia esotérica que todavía es común en algunos ambientes paganos. Algunas veces ellos estaban hablando pensando que era el Espíritu de Dios y de hecho estaban maldiciendo a Cristo. Esto podría ser porque de hecho en algunas ocasiones hablaron un lenguaje que de alguna manera se les dio o fue hablado a través de ellos mediante demonios. Los demonios estaban usando el desorden de la iglesia corintia para representar de manera equivocada la verdad y para blasfemar a Cristo.

Y entonces él les dice en el versículo 1, “Acerca de los dones espirituales no quiero que seas ignorante. Vosotros sabéis que cuando erais paganos, erais llevados a los ídolos como erais llevados.” Cuando estaban en el paganismo eran llevados a un tipo de experiencias que no involucraban la mente, eran llevados a los ídolos mudos, ciertamente por los demonios. Y quiero que esto sea conocido, que nadie que hable por el Espíritu de Dios dice que Jesús es anatema, es maldito, puede imaginarse que en el nombre de algún don espiritual por parte de Dios de hecho estaban maldiciendo a Jesús. Pablo dice, “Nunca. Jamás.” Cuando está hablando por el Espíritu de Dios dice que Jesús es anatema. Pero por otro lado nadie puede llamar a Jesús Señor excepto por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo se preocupa por exaltar a Cristo. Cualquier persona que exalta a Cristo lo está haciendo bajo la influencia del Espíritu Santo. El Espíritu Santo siempre nos lleva a darle gloria a Cristo, a reconocer el señorío de Cristo como la única persona gloriosa, divina, quien es nuestro Salvador y nuestro Redentor. No solo nos lleva a la salvación, no es solo para llevarnos a la salvación, yo creo que Jesucristo realmente es el tema de todas las Escrituras. Fue Él mismo quien dijo en el camino a Maus que Él era el tema del Antiguo Testamento. Él dijo, “Escudriñad las Escrituras porque dan testimonio de mí, hablan de mí.” Antes en Su ministerio. Y en el camino a Maus Él comenzó en Moisés y en todos los profetas y en los escritos sagrados y les mostró todas las cosas acerca de sí mismo. Él es el tema del Antiguo Testamento. Él ciertamente es el tema de los Evangelios, Su Evangelio es el tema del libro de los hechos y Su obra redentora es el tema de todas las epístolas, y Su regreso glorioso es el tema del libro de Apocalipsis. Y entonces Él es el tema de todas las Escrituras, de tal manera que el Espíritu Santo continúa aplican la verdad de las Escrituras para apuntarnos directamente a la gloria de Jesucristo. ¿Qué es lo que Él tiene en mente?

Observe 2 Corintios capítulo 3 por tan solo un momento. 2 Corintios capítulo 3, y el último versículo en este gran capítulo. 2 Corintios 3:18, Pablo dice, “Pero nosotros todos con cara o rostro descubierto, a diferencia de Moisés quien tuvo un velo sobre su rostro en su experiencia de la gloria de Dios en el Antiguo Testamento. El velo es quitado. Miramos como en un espejo claramente la gloria del Señor. No vemos las cosas en sombras como Moisés lo vio cuando él fue metido al lado de una roca y vio y Dios permitió que la gloria pasara solo la parte de atrás al lado de él o enfrente de él, no la gloria plena. No tenemos una perspectiva disminuida de Dios como Moisés la tuvo. No tenemos, ni la iglesia de Jesucristo la tiene, una perspectiva velada de Dios. En Cristo Dios es revelado de una manera más grande que jamás lo fue en el Antiguo Testamento. Un día Él será revelado de una manera más plena cuando Él venga en la segunda venida y se despliegue a sí mismo en esa gloria que disfrutaremos en la eternidad. Pero por ahora el velo es quitado como estaba colocado en el Antiguo Testamento y vemos en un espejo y vemos la gloria del Señor y dónde es que vemos eso. Es en la Palabra de Dios. Aquí es en donde Su gloria es revelada, es revelada en las Escrituras. Y conforme continuamos viendo la gloria del Señor revelada en las Escrituras” El versículo 18 dice, “Somos transformados a la misma imagen. Nos movemos de un nivel de gloria al siguiente. Estos son niveles ascendientes de gloria.” Otra manera de decirlo, nos volvemos más y más como Cristo, conforme miramos Su gloria estamos siendo transformados a la misma imagen. ¿Qué imagen? La imagen de la gloria de Cristo que vemos en las Escrituras.

Una de las razones por las que siempre predicamos a Cristo, una de las razones por las que nunca puedo estar contento con estar fuera de los Evangelios de Cristo es porque Cristo siempre debe estar en despliegue, Él debe ser siempre el enfoque de todo porque conforme usted mira Su gloria, usted es transformado a Su imagen moviéndose de un nivel de gloria al siguiente, al siguiente. Esta es una manera bíblica típica de hablar acerca de gloria ascendente o que se incrementa. ¿Y quién lleva a cabo la obra? Al final del versículo 18, “Como por el Espíritu del Señor.” Entonces el Espíritu no solo nos muestra a Cristo en el momento de nuestra salvación activando nuestra fe en el Evangelio, sino que el Espíritu continúa revelándonos la gloria de Cristo, y conforme eso es revelado a nosotros mediante la palabra que Él ha escrito y mediante la iluminación conforme leemos la palabra literalmente estamos siendo transformados a la imagen misma de esa gloria por la obra del Espíritu Santo.

Entonces de una manera continua él glorifica a Cristo para nosotros y nos moldea de manera incremental más y más en la gloria de Cristo. Recuerde usted lo que Pablo en Gálatas 4:19, “Hijitos míos por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros.” Cualquier pastor fiel entiende que queremos que el pueblo de Dios sea como Cristo. Este es el premio del supremo llamamiento por el cual Pablo entregó su vida, él buscó la imagen de Cristo. Conforme vemos la gloria de Cristo una transformación se lleva a cabo, es en ciertas maneras una transformación imperceptible, en ciertas maneras una transformación lenta, no monumental, es un movimiento gradual que se incrementa más y más subiendo por la escalera gloriosa hacia la imagen completa de Cristo. Esto es hecho por la obra del Espíritu Santo y lo hace mediante la palabra la cual es el don de la gloria de Cristo, es revelada y desplegada.

Número cuatro, el Espíritu Santo nos guía personalmente a la voluntad de Dios. Ahora, usted debe tener cuidado cuando usted habla de esto porque hay mucha gente que está por todos lados diciendo que usted necesita escuchar la voz de Dios. Dios quiere hablarle a usted, asegúrese de que esté sintonizado de alguna manera y escuché Su voz. Y eso puede volverse un poco peligroso. No estamos hablando de impulsos, no estamos hablando de algún tipo de experiencia que usted puede sentir. Eso puede ser muy peligroso.

De lo que estamos hablando es que hay un movimiento sobrenatural del Espíritu de Dios providencialmente en la vida de un creyente en la dirección de aquello que Dios determina, y algunas veces ni siquiera lo sabemos hasta que es hecho, puedo pensar, bueno, por ejemplo mi esposa Patricia, me casé con ella. Pensé que era la voluntad de Dios, pero no tuve ninguna inclinación sobrenatural, no hubo algún tipo de aureola sobre la cabeza de ella, no hubo ninguna obra sobrenatural de Dios mediante la cual Él me habló de la oscuridad y dijo cásate con esta niña. Me quise casar con ella, lo sabía, nunca quería casarme con nadie más, simplemente quería casarme con ella. Y pensé que mi vida estaba bien y entonces pensé que si hacía lo que estaba bien, el Señor entonces me estaba guiando y entonces me casé con ella. No tenía idea alguna de cómo será mi vida, y ella no tenía idea, ¿verdad? Todavía no tiene idea de lo que está por venir, no teníamos idea de cómo se vería el futuro, no teníamos concepto del lugar al que iría, Dios sabía a dónde iría, Dios sabía exactamente lo que necesitaba, Dios sabía exactamente cuál era el plan y quién sería la ayuda idónea perfecta, el Espíritu de Dios me guió.

Ahora, esto no fue fácil para el Espíritu de Dios porque cuando yo comencé a darme cuenta de ella, ella estaba comprometida con alguien más. Ese es un problema serio. De hecho estaba tan lejana la posibilidad que ella tenía invitaciones para la boda para casarse con ese hombre y estaban ya las invitaciones con dirección en la cajuela de su auto y ella supuestamente debía llevarlas a la oficina postal. ¿Quién la refrenó? No hay duda alguna, no hay duda. Ahora, en ese momento ella no sabía lo bueno, que estaba consiguiendo, pero el meollo del asunto es que lo que está pasando aquí es este movimiento sorprendente del Espíritu de Dios quien detiene a una joven de enviar invitaciones para una boda y realmente ella no sabe por qué.

En ese momento yo no tuve poder para enfrentar eso, pero Dios conocía todo acerca de eso y Dios conocía a la persona que necesitaba para mi vida y para que fuera la madre de mis hijos y la abuela de mis nietos y para que fuera mi colaboradora en el Ministerio, y su Ministerio, su objetivo es ese tipo de guía personal providencial. Y dice usted, bueno, ¿cómo puedes estar seguro de que vas a seguir cuando suceda? Y el meollo, y he dicho esto durante los años y años al enseñarle a los jóvenes, simplemente asegúrate de que éstas caminando con el Señor como debes caminar, y si estás caminando con el Señor en obediencia a Su palabra eso es lo que significa caminar en el Espíritu. Y si estás caminando o andando en el Espíritu Él va a llevarte al lugar en donde Él quiere que esté. ¿Por qué vine a Grace Church? Bueno, hubieron un par de iglesias en otros lugares que me habían hablado de ser el pastor, un estado en una isla en Hawái, esa tuvo algo de atractivo. Otra fue una iglesia en Long Beach. ¿Y por qué aquí? Vine aquí, no escuché ninguna voz de Dios, no escuché alguna señal del cielo, pero fue tan obvio que Dios me estaba guiando aquí, más obvio cuando llegué, más obvio ahora que nunca.

Y eso nos lleva de regreso a Romanos 8:14, “Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son los hijos de Dios.” Él no nada más lo echa a andar a usted y después lo deja solo, tú sigues a partir de ahí. Es un poco más dramático por ejemplo en el libro de los Hechos, en el capítulo 13 del libro de los Hechos, habían en Antioquia, en el versículo 1, en la iglesia que estaba ahí, profetas y maestros, Bernabé y Simeón, quien era llamado Níger y Lucio de Cirene y Manáen, quien había sido criado con Herodes el tetrarca, y Saulo. Y mientras que estaban ministrando al Señor y ayunando el Espíritu Santo dijo, “Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado. Y cuando hubieron ayunado y orado y habiéndoles impuesto las manos los enviaron, fueron enviados por el Espíritu Santo. Ahora, obviamente el Espíritu Santo habló en ese día antes de que se completaron las Escrituras, y varias cosas milagrosas se estaban llevando a cabo en la era apostólica. Ese no es el punto, así no es como el Espíritu de Dios opera ahora. Pero el punto que quiero que observe es que el Espíritu de Dios determina a quién quiere enviar a qué lugar. Y eso no ha cambiado.

Y entonces podemos tener la confianza de que el Espíritu de Dios providencialmente nos va a dirigir, no va a ser un sentimiento, va a ser el desarrollo de Su voluntad. Y para estar en el medio de ella usted necesita asegurarse de que está andando en el Espíritu, lo cual significa andar de manera o vivir de manera coherente en obediencia con la Palabra de Dios. Y veremos eso cuando lleguemos ahí más adelante en nuestra pequeña lista. Me encanta lo que dicen Hechos 15, “Pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros mayor carga que estas cosas.” Ahora, eso es andar en el Espíritu, le pareció bien al Espíritu y a nosotros, aquí está la confianza de que estaban operando en la dirección que era coherente con la obra del Espíritu. Hechos 16, pasaron por la región de Frigia y Galacia habiendo sido impedidos por el Espíritu Santo a hablar la palabra en Asia. Y cuando llegaron a Misia, estaban tratando ir a Vitina y el Espíritu de Jesús no les permitió.

Ahora, mire, aquí estamos de nuevo, en algunos casos parece bien para el Espíritu que vayan por este camino, fue la voluntad del Espíritu separados de la iglesia en Antioquia y enviarlos a otro lado. En otra ocasión el Espíritu los detiene de ir a cierto lugar. Los fenómenos de era apostólica son diferentes, fueron diferentes de la actualidad. Pero el mismo Espíritu ejerce los mismos propósitos y la misma voluntad para querer que vayamos aquí y no allá, y si usted quiere disfrutar la plenitud del Espíritu en un cónyuge de por vida, en una carrera en su vida, en un ministerio. Entonces nos vemos obligados a estar en el Espíritu, y eso es andar en el Espíritu, y eso es estar caminando en obediencia a la Palabra de Dios para que estemos bajo el control del Espíritu. Entonces el Espíritu Santo provee intimidad con Dios, el Espíritu Santo ilumina las Escrituras, el Espíritu Santo glorifica a Cristo y el Espíritu Santo nos guía a la voluntad de Dios, no mediante violencia, no al violar nuestra inclinación, sino al inclinar sobrenaturalmente nuestra voluntad, cambiar sobrenaturalmente nuestros deseos y mediante la providencia al ordenar las circunstancias.

El Espíritu Santo mueve el corazón como también ilumina la mente, Salmo 143:10, “Enséñame a hacer Tu voluntad.” Salmo 119:35, “Hazme ir en el camino de Tus mandamientos en los que me deleito.” A.W. Pink describió esta guía del Espíritu con estas palabras, “Aquellos que son dirigidos por este Espíritu divino son movidos a examinar sus corazones y notar de manera frecuente sus caminos y llorar por su carnalidad y perversidad a confesar sus pecados y buscar diligentemente gracia para capacitarlos para ser obedientes.” Ahora, conforme usted ora de esa manera y usted vive de esa manera el Espíritu de Dios dirige su vida. Es una manera tan maravillosa el vivir así, es lo único que he vivido en mí vida, es todo lo que he conocido. El Espíritu de Dios me guió a la mujer correcta. El Espíritu de Dios me guió a la iglesia correcta. El Espíritu de Dios me guió a la escuela correcta, al ministerio correcto, a la gente correcta con quien trabajar. Mi vida está llena de gente que han sido traídos a mi vida por el Espíritu Santo. Es sorprendente, sorprendente. De hecho es abrumador tener al Espíritu Santo traer a tantas personas dotadas en su vida. La gente me dice, ¿cómo realizas tantos ministerios diferentes? ¿Cómo haces todo eso? Y mi respuesta es yo no hago todo eso, yo básicamente me aparezco aquí el domingo y predico y todo lo demás sucede porque el Señor a través de la obra del Espíritu ha traído este ministerio a muchas personas dotadas, y miro a todas estas personas y digo todas son regalos del Espíritu Santo, me son dadas a mí por la obra providencial del Espíritu Santo. Y espero que estas personas también sientan que el resto de nosotros son dados a ellos por el Espíritu Santo.

Y simplemente algo sorprendente vivir su vida nunca mirando hacia atrás, nunca dudando, la gente me dice, “Si tuvieras que vivir otra vez tu vida, ¿qué harías diferente?” Mi respuesta es yo no estoy a cargo de mi vida, yo no estoy a cargo de mi vida. Mi vida me ha sucedido a mí, yo no he hecho que sucediera. Aún no entiendo por qué sucede como sucede, pero que aventura. Si usted simplemente se queda en el lugar en donde Dios quiere que usted esté entonces usted va a andar en el Espíritu y usted simplemente va a caminar en las áreas de la voluntad de Dios que el Espíritu tiene para usted.

Bueno, le voy a dar una más y después guardaré las últimas que quedan para la próxima vez, voy a estar fuera un par de semanas, entonces serán unas cuantas semanas antes de que regresemos. Número 5, el Espíritu nos ministra a través del cuerpo de creyentes. Y quería decir esto porque encaje con lo que acabamos de estar explicando. Dios nos rodea con gente por su Espíritu Santo, Él nos une de una manera que crea ministerio mutuo para tener un impacto máximo. Esta no es solo una iglesia donde la gente se sienta en una banca y escucha a alguien hablar. Esto no es nada más una religión a la cual alguien se apega. Esto es, por la definición del Nuevo Testamento, un cuerpo de creyentes, somos el cuerpo de Cristo, tenemos vida en común, la vida de Dios. Y hemos sido colocados, como un cuerpo es colocado, con todas las partes necesarias para eficiencia completa y total espiritual y para cumplir con la voluntad de Dios. Y todas las partes tienen que estar ahí. Tenemos que tener personas que tienen el don de liderazgo y la capacidad de predicar y enseñar y ministrar. Tenemos que tener aquellos que pueden discernir el conocimiento de las Escrituras y aplicar la sabiduría de la Palabra de Dios. Tenemos que tener personas que sirven y gente que tienen el don de fe, que pueden orar. Todas esas funciones. Todos esos ministerios son cruciales para el cuerpo de Cristo.

Observe 1 Corintios capítulo 12, y veremos cómo esta es la obra del Espíritu Santo. 1 Corintios capítulo 12, versículo 4, ahora bien hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo, el Espíritu es el mismo, el mismo Espíritu por el que podemos decir Jesús es Señor, es el que capacita todos estos dones. No estamos hablando de alguien como un niño dotado, ese es un uso diferente de la palabra en su totalidad. No estamos hablando de su capacidad de tocar el violín o de ser precoz en términos matemáticos cuando usted tiene 6 años de edad. No estamos hablando de su coeficiente intelectual, no estamos hablando de su capacidad deportiva, esas son cosas humanas. Estamos hablando de dones espirituales aquí, capacidades espirituales, capacidades de ministerio, son dadas por el Espíritu. Hay variedad de ministerios, mismo Señor, variedad de efectos, mismo Dios. Hay capacidades que difieren, funcionan en ministerios diferentes y tienen una variedad de efectos. Todo es el mismo Dios, todo es el mismo Señor y todo es el mismo Espíritu.

Pero a cada uno, versículo 7, a cada creyente le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Cada uno de ustedes como creyente tiene la manifestación del Espíritu mediante una capacidad de ministerio. El Espíritu de Dios le ha dado usted una capacidad de ministerio para el bien en común, no es para usted, es para nosotros, es para nosotros. Porque esta es dada por el Espíritu palabra de sabiduría, a otro palabra de ciencia según el mismo Espíritu, a otro fe por el mismo Espíritu. Y después en la época apostólica habían dones de sanidades, a otro el hacer milagros, a otro profecía, a otro discernimiento de espíritus, diversos géneros de lenguas, y a otro interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu repartiendo a cada uno en particular como Él quiere. Todo individuo tiene una manifestación del Espíritu en una capacidad de ministerio en la época apostólica.

Y ese es otro estudio para otro momento. Hubieron dones de señales los cuales son milagros, sanidad, lenguas, interpretación de lenguas. Romanos capítulo 12 también tiene una lista de dones que necesita ser comparada con esta. Romanos capítulo 12 habla de un cuerpo, todos los miembros no tienen la misma función. Versículo 4, “Nosotros que somos muchos somos un cuerpo en Cristo, individualmente miembros los unos de los otros. Y tenemos dones que difieren según la gracia que nos fue dada; profecía, servicio, enseñanza, exhortación, dar, presidir, misericordia.” En 1 Pedro 4 usted tiene dos categorías; hay dones de servicio y donde se habla que son multicoloridos, multiformes, y todos no son dados por el Espíritu Santo. Eso es lo que el versículo 11 dice en 1 Corintios 12:11, “Uno y el mismo Espíritu hace todas estas cosas.” Esto es lo que es sorprendente. El Señor por el este coloca todas estas personas juntas para que podamos ministrarnos de manera mutua el uno al otro en plenitud para que pueda haber una manifestación de la gloria plena de Cristo mediante Su cuerpo, el cual es la iglesia.

Esa es la razón por la que se nos manda en Hebreos 10, y este es un mandato importante conocido por usted, Hebreos capítulo 10, versículo 24, “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras.” ¿Cómo hacemos eso? Mediante nuestros dones, mediante nuestros ministerios el uno al otro. No dejando de congregarnos como es el hábito de algunos. No sea como algunos que no están aquí todo el tiempo. No deje el congregarse sino que más bien exhortando mucho más conforme veis que el día se acerca. Nos reunimos para tener un ministerio mutuo. Nos reunimos para estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras. Usted puede añadir a eso toda la lista de los unos a otros en el Nuevo Testamento, exhortaos unos a otros, orad unos por otros, amaos unos a otros, reprendeos unos a otros, restauraos unos a otros, y siguen y siguen y siguen. Así es como el cuerpo de Cristo funciona. Todos estos unos a otros, todos estos dones son la obra del Espíritu Santo. Habla del Espíritu Santo, entonces tiene un ministerio continuó mediante el cuerpo de creyentes, mi don no es para mí, es para usted. Su don no es para usted, es para mí. Y todos somos enriquecidos por la multiplicidad de dones dados por el Espíritu, capacitados por el Espíritu.

Entonces cuando usted piensa en el Espíritu Santo pase algo de tiempo adorando al Espíritu Santo, adórelo, adórelo de la misma manera en que usted adora a Cristo, adórelo de la misma manera en la que usted adora a Dios Padre.

Sé que no tenemos suficientes himnos para cantarle al Espíritu Santo, necesitamos escribir más. Adore al Espíritu Santo como el que lo ha regenerado a usted, como el que lo ha traído a usted a la intimidad con Dios, como el que le ha dado a usted las Escrituras y está iluminándolo a usted para que entienda esas Escrituras, como el que está mostrándole a usted la gloria de Cristo, como el que de manera personal está guiándolo a usted a la voluntad de Dios dirigiendo todos los asuntos de su vida en la dirección de la voluntad de Dios, como el que lo ha colocado a usted en el cuerpo y lo ha dotado a usted y a toda la gente que lo rodea para el ministerio mutuo. ¿Por qué?

Veamos Efesios 4 y vamos a detenernos ahí. Y veamos cómo está  ministerio mutuo opera, Efesios 4 versículo 12, habla de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, el perfeccionamiento de los santos para la obra del Ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo porque, por qué, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios a un varón perfecto a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Lo que queremos es un cuerpo que se ve como el de Cristo. Le agradezco a Rich por lo que dijo hace un momento cuando él dijo que la gente que viene a las diferencias se van no solo hablando de la enseñanza sino hablando del Ministerio de la gente. Eso es tanto la obra del Espíritu Santo como lo es la enseñanza y la predicación. Y ese es la plenitud cuerpo manifestando la plenitud de Cristo. Eso es lo que debe ser una iglesia, la gente debe venir a una iglesia y debe decir, la enseñanza obviamente es capacitada por el Espíritu Santo, pero también lo es el amor y también es la comunión y también es el Ministerio mutuo a todo nivel. Es obvio que el Ministerio de los niños y jóvenes y adultos es capacitado por el Espíritu Santo. Es obvio que el Ministerio a los necesitados y a aquellos que están sufriendo es capacitado por el Espíritu de Dios. Debe permearlo todo de tal manera que Cristo es manifiesto en todos lados porque hemos alcanzado lo que Pablo llama la medida de la estatura que pertenece a la plenitud de Cristo.

Bueno, mi tiempo se acabó y tengo un par de puntos importantes más, y después una especie de retrato final acerca de cómo caminar en el Espíritu. Pero guardaremos eso para la próxima vez.

Espíritu Santo, venimos delante de ti ahora, te adoramos y pedimos perdón por contristarte, por a pagarte, por no darte la honra y la gloria que te mereces. Tú eres tan digno como lo es Cristo. Tú eres tan digno como lo es Dios Padre. Tú eres todo glorioso. Tú eres maravilloso. Tú eres majestuoso. Tú eres eterno. Te adoramos. Te amo alabanza y honra y gratitud por implementar todo lo que el Padre y el Hijo han establecido en el decreto eterno para desarrollarlo en el plan de redención. Te damos gracias por convencerlos de pecado, por llevarnos al arrepentimiento, por avivar nuestros corazones bajo el poder del Evangelio, por regenerarnos. Te damos gracias, oh Espíritu Santo, por la obra continua de santificación, separándonos del pecado más y más. Te damos gracias por venir establecer tu residencia en nosotros aunque somos indignos. Te damos gracias por colocarnos en el cuerpo. Te damos gracias por equiparnos con capacidad de Ministerio que es sobrenatural. Te damos gracias glorificar a Cristo más y más para nosotros y moldea nos a Su más imagen. Te damos gracias por guiarnos a entender la palabra y a conocer Tu voluntad de las providencias de la vida. Te damos gracias por llevarnos al lugar en donde Tú quieres que estemos, enriqueciendo nuestras vidas con dones tan buenos, con regalos tan buenos. Gracias por colocarnos en el cuerpo de Cristo en donde Tú puedes ministrar nos no solo en nuestras propias vidas, sino mediante las vidas de aquellos que nos rodean en la comunión. Te amamos. Enséñanos a amarte más y a regocijarnos en ti, que nunca, nunca te asignemos esas cosas que no son tuyas, que nunca te abaratemos, que defendamos la integridad de Tu Ministerio como es revelada en las Escrituras, que defendamos Tu honra y Tu gloria, que seamos representantes verdaderos de Tu obra, que coloquemos Tu obra en despliegue por la manera en la que vivimos individualmente, que sea obvio que estamos llenos del Espíritu, que somos controlados por el Espíritu y que somos guiados por el Espíritu, porque no hay otra explicación para nuestro impacto espiritual como individuos, y que nuestra iglesia te responda de tal manera a tus influencias poderosas mediante la palabra y mediante Tu guía interna para que podamos llegar en el ejercicio de todos nuestros ministerios a la plenitud misma de Cristo, para que Cristo verdaderamente sea mostrado. Sabemos que esto te agrada a ti, porque así como Cristo vino a mostrarnos el Padre, Tú has venido a glorificar al Hijo. Y te alabamos y te damos gracias por esta obra. Te damos gracias porque Tú nos sellaste para la gloria eterna y el sello nunca puede ser roto. Nos has asegurado para que lleguemos a nuestro destino eterno. Y por eso también te alabamos. Y volvemos encomendarnos a caminar en obediencia a la voluntad que es revelada a través de las Escrituras para que podamos caminar verdaderamente en Tu poder y en Tu dirección y conocer la plenitud de gozo que Tú concedes, porque el reino de Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Danos ese gozo en plenitud. Oramos en el nombre de Cristo. Amén.

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