Hemos estado hablando del Evangelio según Pablo, y viendo varios aspectos de ese Evangelio; hemos comparado varios aspectos y así debe ser. Hay un componente en el Evangelio según Pablo y el Evangelio de los otros apóstoles, y el Evangelio según Jesús, y el Evangelio de Dios y el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, el Evangelio de la Salvación; hay un componente en él que no puede ser ignorado; y claro, Pablo enfatiza eso y es que este es un Evangelio soberano. El poder del Evangelio, el poder salvador del Evangelio, es concedido por la voluntad de Dios, por la voluntad de Dios.
No solo la justicia desciende de arriba, como hemos aprendido, sino que la fe desciende de arriba, la convicción desciende de arriba, es el Espíritu Santo quien convence al mundo de pecado y de justicia y de juicio; es el Espíritu Santo quien concede arrepentimiento. Pablo dice: “Es la fe misma la cual es un regalo de Dios”. Todos los elementos de la salvación descienden de arriba. Ninguno de ellos emana desde adentro de nosotros por nuestra propia voluntad, nuestras propias obras, nuestra propia intuición, nuestras propias buenas intenciones. Somos los que recibimos la salvación concedida a nosotros en todo sentido por la gracia soberana de Dios.
Ahora, Pablo presenta esto de manera muy clara en Efesios 1 y comencemos ahí. Efesios, capítulo 1. Y vamos a ver varios pasajes para ayudarle a entender el aspecto soberano de la salvación y cómo se relaciona con la responsabilidad humana. Cuando predico en alguna conferencia por el mundo, e incluimos una sesión de preguntas y respuestas, de manera inevitable una de las preguntas siempre es: “¿Cómo armonizamos la soberanía divina con la responsabilidad humana? ¿Cómo entendemos que la salvación es cuestión de la voluntad de Dios y la decisión de Dios y el propósito de Dios y el tiempo de Dios? Y al mismo tiempo, hacemos el hombre, en un sentido, responsable por lo que sucede”. Esta es la pregunta inevitable.
Y debería tan solo decirle a usted, debería ponerse cómodo con esa pregunta. Usted en esta vida no va a tener una respuesta apropiada, entonces su comodidad debe estar en la pregunta. Pero si puedo ayudarlo un poco más, permítame incrementar su incomodidad un poco más. Si le hiciera una pregunta simple como ésta: ¿Quién escribió Efesios? ¿Quién escribió Efesios?, ¿cuál es la respuesta? Ahora, oí dos respuestas: Oí Dios y Pablo. ¿Quién fue? Esto es elemental de lo que estamos hablando aquí. ¿Quién escribió a Efesios? Usted no puede responder de manera simple a la pregunta. Usted puede decir: “Pablo”, pero tiene que aclarar eso. ¿Es el vocabulario de Pablo? Sí. ¿Es la mente de Pablo? Sí. ¿Es el razonamiento de Pablo? Sí. Sin embargo, toda palabra es ordenada y escrita por el Espíritu Santo.
Entonces, usted ni siquiera puede responder a la pregunta simple de quién escribió un libro en la Biblia sin tener una atención que no puede resolver. No fue un dictado mecánico, es el corazón, la mente, el habla, el vocabulario, la experiencia de Pablo; sin embargo, toda palabra es del Espíritu Santo. Si le hago otra pregunta: ¿Quién vive su vida cristiana? ¿Quién? Es una pregunta básica, ¡por favor! Ustedes están haciendo esto diariamente. ¿Quién lo está haciendo? Dice usted: “Bueno, soy yo”, ah, esa es una respuesta demasiado simple. Si usted está viviendo la vida cristiana, ¿es usted o es el Espíritu Santo?
Mire, usted no debe tomar el crédito por las cosas buenas y usted no debe culpar al Espíritu Santo por lo malo. Entonces, ¿quién es? Como puede ver, usted tiene el mismo dilema. Permítame ayudarle. El Apóstol Pablo dijo esto: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, mas yo vivo, mas no yo”, entonces él tampoco lo entendió, esa es la realidad. Ahora, esto es como tratar de entender lo inescrutable. Usted realmente no puede resolver estas tensiones divinas. Si hablamos de la doctrina de la seguridad del creyente, que somos mantenidos seguros por Cristo, usted no puede hablar de eso sin voltearla y hablar de la perseverancia de los santos, entraremos en la gloria si continuamos en la fe. Toda doctrina importante acerca de la salvación en las Escrituras y muchas más allá de la salvación, tienen incorporadas en ellas una paradoja aparente que no puede ser resuelta. Esta es una de las evidencias de que Dios escribió la Biblia y no los hombres; de lo contrario, habrían eliminado todas esas paradojas imposibles de resolver.
Entonces, simplemente estoy esparciendo la confusión un poco más para que usted entienda que no está limitada el asunto de la soberanía y la responsabilidad humana; va a haber este tipo de tensión que un día será entendida por nosotros cuando conozcamos, como somos conocidos, en la presencia de Dios, pero con nuestros cerebros pusilánimes, desconectados, limitados en este mundo, tenemos límites serios. Entonces, usted tiene que estar cómodo con la pregunta y le voy a ayudar con esa comodidad un poco en esta mañana.
Veamos Efesios 1, y simplemente quiero entrar en el versículo 3: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo; y todo comenzó, según nos escogió en Él, antes de de la fundación del mundo para que fuésemos santos y sin macha delante de Él, en amor, habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado”. ¿Es claro eso? ¿Por qué es usted salvo? ¡Porque usted tiene el sentido de creer el Evangelio? No. Porque Dios tuvo la gracia de escogerlo a usted desde antes de la fundación del mundo, el fin definitivo de esa elección es que usted fuera santo e irreprensible delante de Él, eso es justificación, justicia imputada; fue por su amor —como vimos en 2ª de Corintios 5— que Él nos predestinó para ser adoptados como sus hijos. Todo esto según su beneplácito, de tal manera que toda la alabanza y toda la gloria fuera para Él.
Y eso es repetido a lo largo de esta oración larga, versículos 13 al 14, una oración, es la oración más larga en la literatura. Todo esto, según el versículo 12, para alabanza de su gloria; todo esto, según el versículo 14, para alabanza de su gloria; todo esto, según el versículo 6, para alabanza de la gloria de su gracia. El plan entero de la salvación entonces, debe ser entendido como el desarrollo de un propósito divino. Antes de la fundación del mundo, Dios determinó quién sería salvo. Sus nombres fueron registrados en el Libro de la Vida del Cordero; el Cordero, quien fue inmolado desde antes de la fundación del mundo en el sentido de intención divina. Mateo 25:34, un versículo tan hermoso, dice esto: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”.
Bueno, el Apóstol Pablo entendió esto, él entendió las palabras de Jesús en Juan 15: “No me habéis elegido vosotros a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros”; esta es la gran doctrina de la predestinación, la doctrina de la elección, es resistida, es odiada por algunos, rechazada, es una de esas doctrinas inaceptables para la gente que está acostumbrada a vivir en una democracia y acostumbrada a que se le diga que la vida debe ser conducida por sus propias decisiones libres y personales; gente que crece en monarquías tiene un poco más de entendimiento del poder soberano y la autoridad sobre sus vidas. Aquellos de nosotros que hemos sido criados en esta gran república, este gran experimento demócrata, este gran experimento de democracia, lo cual nunca ha sucedido en la historia del mundo hasta que nuestra nación fue fundada, pensamos que debemos tener la capacidad de escoger todo por nosotros mismos; nunca hemos vivido bajo un soberano.
Bueno, usted está viviendo bajo un soberano cuando usted entró al reino de Dios, y el soberano ha determinado todo. Es por su voluntad que nos volveremos santos, santos e irreprensibles, y estaremos delante de Él en perfección, justificados, en base a su propósito predestinado somos adoptados como hijos; todo esto según el beneplácito de su voluntad. El lenguaje de Pablo en los versículos 3 al 6 es inequívoco: “Es por su voluntad que tenemos redención, es por su voluntad que se nos ha dado el perdón de nuestros pecados”, en el versículo 7: “Es por su voluntad que nos ha concedido todo esto”, “Es por su voluntad —versículo 9— que nos ha revelado la intención buena de lo que Él ha determinado para nosotros en el futuro”. En otras palabras, Él nos ha dado en las Escrituras un entendimiento completo de nuestra esperanza futura. Lo que nos está esperando, la herencia a la que se refiere en el versículo 11, es un resultado de que Él nos predestinó según su propósito; y esto sigue hasta el versículo 14, la herencia que está por venir.
Todo desde la elección a la glorificación, todas las cosas que están a la mitad: justificación, santificación, son según su voluntad divina y propósito. Esto también es inescapable en el capítulo 8 de Romanos. Vea el capítulo 8 de Romanos por un minuto, y esto, en cierta manera, es únicamente la introducción. Quiero llevarlo a algunos textos en un minuto que probablemente no ha visto de la manera en la que los veremos. Versículo 29 de Romanos 8 dice: “A los que antes conoció”, pre-conocimiento no es que Dios conoció algo por adelantado, es que Dios predeterminó algo desde antes; “Porque a los que antes conoció”, la palabra “conocer” puede tener un sentido íntimo; “Adán conoció a su esposa y dio a luz un hijo”, no significa que él sabía quién era ella, significa que él tuvo una relación íntima con ella.
Jesús dijo: “Mis ovejas oyen mi voz y las conozco”, no significa que Él sabía quiénes eran, significa que Él tuvo una relación íntima con ellas. Esta es una relación íntima predeterminada que Dios ha diseñado. “Y debido a ella, Él nos predestina para ser conformados a la imagen de su Hijo”. Y el versículo 30 dice: “Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también los glorificó”, predestinación, llamado eficaz a la salvación, justificación, glorificación. En el capítulo 6 de Juan, es como dijimos el otro día: “Todo lo que el Padre me da vendrá a Mí, y el que a Mí viene no le echo fuera, el que a Mí viene yo le recibiré, lo guardaré, lo resucitaré en el día postrero y no perderé ninguno de ellos”; esa es la manera en la que debemos entender esta gran doctrina de la predestinación, la cual es una parte tan grande de la teología de Pablo, y también sale en muchos otros lugares.
Ahora, la pregunta que quiero que piense junto conmigo un poco en esta mañana, veremos cuánto tiempo tenemos aquí. La pregunta es: ¿Acaso la verdad de la elección divina soberana elimina la voluntad humana? ¿Acaso la verdad de la gracia divina soberana, la predestinación soberana divina y la elección, las cuales son inequívocas en la Biblia, eliminan la voluntad humana? Esa es la pregunta que prevalece. Ahora, para ayudarnos un poco para comenzar con el Apóstol Pablo en este tema, quiero regresar a un profeta en el Antiguo Testamento, si me acompaña a Isaías capítulo 10, Isaías, capítulo 10. Es una crítica popular, claro, en contra de aquellos que nosotros que enseñamos teología bíblica, es un asunto que constantemente molesta a aquellos que se ven ofendidos por la doctrina de la predestinación, la elección soberana, que nosotros somos culpables de quitar la libertad humana y la voluntad humana.
Ha habido muchos pastores con los que he hablado a lo largo de los años que piensan que si usted enseña esta doctrina, va a quitarle usted la pasión al evangelismo, va a hacer que su congregación sea indiferente hacia los perdidos; bueno, ya hemos aprendido, ¿no es cierto? A partir de 2ª de Corintios 5, que Pablo dice: “Mi vida es vivida para una cosa, es gobernada y controlada por el amor de Cristo que Él tiene por mí y no es nada más por mí que Él murió, sino que Él murió por todos los que murieron en Él, y por lo tanto, soy un embajador para este Evangelio glorioso que estoy predicando y estoy entregando mi vida, estoy predicando el ministerio de la reconciliación”. Entonces, no tuvo un efecto negativo en su pasión; de hecho, su pasión por el Evangelio y predicación del Evangelio lo llevaron a perder todo al punto del martirio.
Pero la acusación es que esto quita la vida del Evangelismo si decimos que todo esto es la obra de Dios; entonces, comencemos a entender esto en las palabras de Isaías, es un contexto único. Capítulo 10, versículo 5: “Oh, Asiria, ay, de Asiria, juicio, condenación, maldición, la ira divina va a caer en Asiria”. Asiria va a ser juzgada por Dios. “Ay, de Asiria”, y después esta identificación extraña, “vara y báculo de mi furor en su mano he puesto mi ira”. Esa es una afirmación muy, muy extraña. Asiria aquí es presentada como la vara de Dios que Dios usará en sus propias manos para desatar su indignación en contra del Israel apóstata. Asiria es el instrumento de Dios de juicio en contra del Israel apóstata. En este pasaje, Dios comisiona a Asiria soberanamente para actuar como el destructor de Israel.
Versículo 6: “Le mandaré contra una nación pérfida”, esa es Israel, “y sobre el pueblo de mi ira le enviaré”, los judíos en Israel, “para que quite despojos y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles”. Ese es un decreto divino que Dios va a traer la invasión a Siria sobre el reino de Israel. Ahora, permítame decirle algo. Esto no tiene nada que ver con las intenciones por parte de Asiria. Dios no le preguntó a Asiria si le gustaría hacer eso; Asiria no tenía esto en el plan. Observe el versículo 7: “Aunque él no lo pensara así”. Asiria no tenía intenciones de ser el instrumento de Dios en la destrucción de Israel, Asiria no tenía interés en actuar como el agente de Jehová, Asiria no tenía relación alguna con el Dios vivo y verdadero, no tiene un plan como éste en su corazón dice el versículo 7, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar naciones no pocas, porque él dice: “Mis príncipes no son todos reyes, ¿No es Calno como Carquemis, Hamat como Arfad, y Samaria como Damasco?”, todos son iguales para ellos, ¿no tienen más interés en destruir en Israel, la ciudad capital de Samaria que cualquier otra nación? “Como halló mi mano los reinos de los ídolos, siendo sus imágenes más que las de Jerusalén y de Samaria; como hice a Samaria y a sus ídolos, ¿no haré también así a Jerusalén y a sus ídolos?”.
En otras palabras, Asiria no discrimina, está contenta por destruir a todas las naciones que la rodean; no tiene ningún interés en particular en Israel. Pero Dios va a tomar control de Asiria y usar a Asiria como la vara de su juicio para la destrucción del reino del norte, de lo cual ese reino, por cierto, nunca se recuperó. Sin embargo, eso no coloca a Asiria en una posición favorecida con Dios, porque leímos en el versículo 5: “Ay de Asiria”. Dios literalmente usa a una nación como su vara de juicio, mientras que esa nación no tiene intención alguna de hacer eso. Está sirviendo a los propósitos de Dios, pero ella misma será maldecida y justada y condenada.
Observe el versículo 12: “Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sion y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos”. ¡Wow! Lo que usted tiene aquí es la soberanía de Dios actuando a través de Asiria. Sin embargo, por las obras que Asiria lleva a cabo, Asiria será plenamente responsable. Esto es colocar la soberanía divina y la responsabilidad humana lado a lado de manera paralela. Asiria es soberbia, porque ha dicho: “Por el poder de mi mano y por mi sabiduría hice esto, porque tengo entendimiento y he quitado los límites de pueblos y he saqueado sus tesoros, y como un hombre poderoso, he derribado a sus habitantes —etcétera— y por mi mano he alcanzado las riquezas de los pueblos como un nido, como uno recoge huevos abandonados, he reunido toda la tierra y no hubo nadie que aleteara sus alas o abriera su pico”. En otras palabras, como si hubieran robado nidos de aves.
“¿Se gloriará el hacha contra el que con ella corta? ¿Se ensoberbecerá la sierra contra el que la mueve? ¡Como si el báculo levantase al que lo levanta; como si levantase la vara al que no es leño!”. En otras palabras, esto coloca el poder en la mano de la vara en lugar del que usa la vara; Dios dice: “Voy a ir tras Asiria, voy a destruirlos, voy a quemar y devorar”, versículo 18, “Destruiré la gloria de su bosque, huerto fructífero”, etcétera, etcétera. ¿Cómo explica el hecho usted de que Asiria no tiene opción acerca de lo que le hacen a Israel? Sin embargo, son totalmente responsables por las atrocidades que le impusieron en Israel por parte de Dios. Como puede ver, le quiero decir que usted tiene que estar cómodo con este dilema. Las Escrituras no nos dan una explicación, no nos dan una defensa filosófica. ¿Cómo es que Tú, Dios, puedes usar esta nación como un instrumento de tu justicia santa, y después darte la vuelta y destruirlos por los pecados que cometieron en el proceso?
Pase a Juan, capítulo 3. “Por cierto, ¿sabemos esto? ¿Acaso el Juez de toda la tierra no hará lo que es recto?”, pase a Juan 3, quiero mostrarle esto. Esto es tan importante. Hay un hombre de los fariseos llamado Nicodemo, principal o líder de los judíos, el líder de los judíos, lo cual realmente significa el maestro de los judíos; este es un hombre quien fue un maestro prominente, uno de los principales maestros, vino a Jesús de noche y le dijo: “Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales que Tú haces a menos de que Dios esté con Él”. Entonces, él está afirmando el hecho de que todo mundo afirmaba esto, los fariseos, los saduceos, el liderazgo entero de Israel aunque rechazaron a Jesús y lo crucificaron, nunca negaron sus milagros, ¿muy bien? Nunca, nunca negaron sus milagros, no podían ser negados; estaban por todos lados, estaban ahí diariamente, estaban por todos lados, no podían ser negados. Nunca trataron de negarlos.
Pero aquí está el testimonio de uno que habla por todos y dice: “Ninguno puede hacer estas señales que Tú haces, a menos de que Dios esté con Él”. Es obvio, los milagros; poder sobre demonios, poder sobre la enfermedad, poder sobre la muerte, poder sobre la naturaleza. Pero Jesús sabía que había una pregunta en el corazón de Nicodemo, que Nicodemo no había expresado verbalmente, entonces fue al corazón y Él dijo: “De cierto, de cierto te digo, que a menos de que uno nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios”, y Nicodemo le dijo: “¿Cómo puede un hombre nacer cuando es viejo?”; ahora él entiende que Jesús está hablando de manera metafórica: “Necesitas nacer de nuevo, necesitas regresar y comenzar desde el principio”. No tiene que ver con progresar de manera religiosa, tiene que ver con el nacimiento.
Entonces él hizo la pregunta: “¿Cómo puede un hombre nacer cuando es viejo? ¿Cómo hago eso? ¿Cómo regreso al principio? Soy un hombre mayor ahora y he estado en este legalismo todos estos años, mi vida entera”, él no puede regresar por segunda vez al vientre de su madre y nacer, ¿o sí? Y él está hablando metafóricamente, él lo entiende; Él no está hablando físicamente, Él no está haciendo una broma. Jesús dijo: “De cierto, de cierto te digo, a menos de que uno nazca de agua y de espíritu”, y Él está tomando una idea de Ezequiel, ¿verdad?, el pasaje al nuevo pacto, que necesita ser lavado con agua, limpiado y que se te dé un corazón nuevo para reemplazar el corazón de piedra.
Entonces, Él está hablando en términos de Ezequiel a un maestro del Antiguo Testamento: “Necesitas una experiencia del nuevo pacto, necesitas de lo que habla Jeremías 31, inclusive necesitas ser limpiado y necesitas recibir un nuevo corazón y necesitas que el Espíritu sea plantado dentro de ti antes de que puedas entrar al reino de Dios, ese es el nuevo pacto, necesitas ser regenerado, necesitas ser transformado, porque lo que es nacido de la carne, carne es, y aquello que es nacido del Espíritu, espíritu es. Tu carne, y simplemente continúas estando en el proceso de la carne, hasta que regreses al principio mismo y nazcas de nuevo espiritualmente por el Espíritu Santo y entonces puedes entrar al reino de Dios. Entonces, no te sorprenda que he dicho que necesitan nacer de nuevo”.
Ahora, en este punto en particular, usted le diría a alguien: “Te estoy diciendo que necesitas nacer de nuevo”, y si una persona te dijera: “¿Cómo hago eso?”, usted le diría: “Oh, repite esta oración”, ¿verdad?, “Repite esta oración. Simplemente necesitas arrepentirte y creer”. ¿Qué le dijo Jesús a Nicodemo? Una cosa realmente extraña. Versículo 8: “El viento sopla de donde quiere y oye su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que es nacido del Espíritu”. ¿Qué es eso? Si alguien viniera a usted y le dijera: “Creo que necesito nacer de nuevo, creo que necesito ciertamente salir de esta vida incansable de la carne, necesito un nuevo nacimiento, necesito un nuevo corazón, necesito un nuevo espíritu, ¿qué hago?”, ¿qué le diría usted? Usted le diría: “¿No puedes hacer nada?. Esta es la obra del Espíritu y Él viene y se va cuando Él quiere y en quien Él quiere”, “¿Qué?”, ahí se acabó una fórmula para el Evangelismo, ahí se acabó: “Repita esta oración”.
Este es Jesús, este no es algún novato que no entiende la técnica evangelística. Este es Jesús. Lo que Él le está diciendo a Nicodemo es: “Simplemente te tengo que decir, necesitas nacer de nuevo, necesitas nacer —anothen— literalmente de arriba, y no estás a cargo del momento en el que eso sucede”. Qué afirmación. “Yo reconozco lo que necesitas, también reconozco que no estás a cargo de su realidad”. ¡Wow! El Espíritu viene y se va como Él quiere, y esa es la razón por la que la gente nace en el Espíritu. Dice usted: “Esa podría ser la afirmación más pasada por alto en las Escrituras acerca de la soberanía divina en la salvación”. ¡Wow! Soberanía divina. Usted no puede discutir en contra de eso.
Pero veamos en mayor profundidad este capítulo, ¿muy bien? Pase al versículo 27. Juan el Bautista es también un calvinista, él no sabía eso porque muy pocos bautistas lo son. Escuche lo que Juan dijo, versículo 27: “Un hombre no puede recibir —¿cuál es la siguiente palabra?— nada, a menos de que le haya sido dado del cielo”. Usted no puede recibir nada a menos de que descienda del cielo; sin embargo, Juan sabía eso, y Juan es el último de los profetas del Antiguo Testamento. Soberanía divina, absolutamente en la salvación es una obra divina, es una obra que el cielo lleva a cabo.
Ahora, regresemos al versículo 15. ¿Está listo usted para escuchar esto? “De tal manera, para que todo aquel que en Él cree tenga vida eterna”. ¿Qué? ¿Qué está haciendo ahí ese “todo aquel que quiera”? El que cree en Él tendrá vida eterna. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no muera, sino que tenga vida eterna; porque Dios no envió al Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo fuera juzgado por Él. El que en Él cree no es juzgado, el que no cree ya ha sido juzgado porque no ha creído en el nombre del Unigénito Hijo de Dios”. ¿Por qué la gente es juzgada y se va al infierno? Porque ¿no son elegidos? No, porque no creen. Este es el juicio: “Porque esta es la condenación, que la luz ha venido al mundo y los hombres aman las tinieblas más que la luz, porque sus obras son malas. Porque todo aquel que hace lo malo aborrece la luz y no viene a la luz para que sus obras no sean manifiestas; pero el que practica la verdad viene a la luz para que sus obras puedan ser manifestadas como habiendo sido hechas en Dios”.
Pase al versículo — bueno, el 36: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna, el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece en él”. La ira eterna de Dios cae en la gente porque no creen. ¿Está teniendo dificultades con entender todo esto? Muy bien. Porque usted necesita tener ese problema. Eso significa que usted entiende ambas. No encuentra algún punto medio que borra ambas verdades.
Veamos Juan 6. Spurgeon fue criticado por predicar esto y alguien dijo: “¿Por qué no tan solo le predicas a los elegidos?”, él dijo: “Bueno, si pudieras levantar la parte de atrás de su playera para ver si tienen una ‘e’ ahí en su espalda, lo voy a hacer”. Juan 6, y aquí regresamos a esto de lo que comenté, Juan 6:37: “Todo lo que el Padre me da vendrá a Mí”. Esa es una afirmación absoluta, ¿no es cierto? Ahí está de nuevo, desciende del cielo. La obra del Espíritu, el propósito del Padre, “todo lo que el Padre me da vendrá a Mí, el que a Mí viene, ciertamente no le echo fuera. He descendido del cielo no para hacer mi propia voluntad, sino la voluntad del que me envió. Entonces, si su voluntad es darme estas personas, ciertamente los voy a recibir, esta es la voluntad del que me envió, que de todo lo que Él me ha dado, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Entonces, miren, voy a hacer lo que el Padre quiere que haga y lo que Él quiere que Yo haga es recibir a la gente que Él me da, los guarde y los resucite a gloria eterna. Y debido a que he venido a hacer la voluntad del Padre, eso es exactamente lo que voy a hacer”.
Ahí abajo en el versículo 44: “Ninguno puede venir a Mí si el Padre que me envió no le trajere”, ¿escuchó eso? “Nadie, ninguno puede venir a Mí si el Padre que me envió no le trajere, y Yo lo resucitaré en el día postrero”. Esa es nuestra seguridad, ¿no es cierto? Que somos guardados por Cristo para la gloria eterna. Él no perderá ninguno de ellos. Regrese al versículo 35, allá a la mitad de este pasaje, ahí en medio de lo que esencialmente le acabo de leer o en torno a lo que acabo de leer, versículo 35: “Yo soy el pan de vida, el que a Mí viene no tendrá hambre, el que en Mí cree no tendrá sed jamás”. Por un lado, nadie puede ser salvo a menos de que descienda del cielo por la voluntad del Padre, a menos de que alguien es escogido por el Padre, ordenado desde la eternidad pasada, con el nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero predestinado por el propósito de Dios, sin ser influenciado por la conducta de alguien en ningún momento; ninguno será salvo fuera de la obra soberana divina de Dios. Sin embargo, “Yo soy el pan de vida —Jesús dice—, el que a mí viene, no tendrá hambre, el que en Mí cree, no tendrá sed jamás”.
Versículo 36: “Os he dicho que me habéis visto, sin embargo, no creéis”, no creen. Observe el versículo 47: “De cierto, de cierto, os digo, el que cree tiene vida eterna”, el que cree, versículo 57: “Así como el Padre vivo me envió y vivo debido al Padre, así también el que me come, también vivirá debido a Mí”. El resumen de esto está en el versículo 63. Es el Espíritu quien da vida, la carne no sirve para nada. “Las palabras que os he hablado son Espíritu y son vida, pero hay algunos de vosotros que no creen”, porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo traicionaría. Y Él estaba diciendo: “Por esta razón os he dicho, que nadie puede venir a menos de que le haya sido dado de mi Padre. Esas dos cosas están entretejidas sin explicación alguna; tiene que creer, usted debe creer, son condenados porque no creen; sin embargo, no pueden creer a menos de que sean llamados y traídos y que mi Padre les dé vida”.
Y yo les prometo que no puedo hacer un mejor trabajo que mostrarles lo que las Escrituras dicen. Puedo predicar con todo gramo de pasión que tengo en mi corazón de las glorias de la doctrina de la elección soberana, y puedo predicar con la misma pasión de las realidades de la doctrina de la responsabilidad humana; puedo decirle que a menos de que usted crea, usted va a morir y se va a ir al infierno. Si usted cree, usted va a resucitar y va a ir al cielo. Y puedo decirle que usted debe arrepentirse y debe creer y eso es exactamente lo que dicen las Escrituras, pero también puedo decir que es una obra soberana de Dios. Hay otros pasajes de las Escrituras que hacen esto, yo únicamente estoy tratando de señalarle que la Biblia no trata de explicar eso, lo mezcla.
Hay una buena ilustración en Hechos 2, ¿quiere ver eso? ¿Cree usted que el diablo quería que Jesús fuera crucificado? No. No, el diablo no quería que Él fuera crucificado; el diablo vino a Él y le dijo: “Mira, puedes evitar la cruz, simplemente póstrate ante mí y te daré los reinos del mundo”, ¿verdad? El diablo no quería que Jesús fuera a la cruz, el diablo estaba tentándolo en el huerto, ¿verdad? “Pasa de Mí esta copa”. ¿Quién quería que Jesús estuviera más en la cruz? Dios, porque Él era el Cordero de Dios, Él era el Cordero de Dios. “Varones de Israel —dice Pedro en el día de Pentecostés, su teología era tan precisa—, varones de Israel, escuchen estas palabras: Jesús Nazareo, hombre, certificado a vosotros por Dios con milagros y maravillas y señales que Dios hizo mediante Él en medio de vosotros, como vosotros mismos sabéis, este hombre —escuchen esto— entregado por el plan determinado y pre-conocimiento de Dios, vosotros crucificasteis una cruz por manos de hombres impíos y lo matasteis, hombres impíos ejecutaron la obra de Dios. Vosotros lo entregaron por el plan predeterminado y el anticipado conocimiento de Dios, clavaron a una cruz a este hombre por hombres impíos matándolo”.
¿Era Israel culpable? Claro que sí. Jesús, en el último día de la Semana de la Pasión, ve el templo y dice: “Ninguna piedra quedará; vuestra casa es dejada desierta”. El juicio vino en la forma de los romanos en el 70 después de Cristo, cientos de miles de judíos fueron masacrados, fueron masacrados en los siguientes años, en 985 ciudades, aldeas, por toda la tierra de Israel los romanos entraron y dejaron cuerpos muertos; el juicio vino de una manera masiva, y usted tiene que entender que el juicio en contra de Israel y su rechazo del Mesías inclusive sigue en la actualidad. No sé lo que usted piensa cuando usted ve la nación de Israel en la actualidad, no es una nación bajo favor divino, es una nación bajo juicio divino, y continuará estando bajo juicio divino hasta que mire a Aquél a quien traspasaron y lloren por Aquél como se llora por un hijo unigénito.
Y en las palabras de Zacarías, una fuente de limpieza será abierta a Israel, pero hasta que eso suceda esa nación está bajo juicio. Pero es el mismo juicio precisamente que cualquier pecador no redimido está enfrentando por el rechazo de Jesucristo. En el caso de la crucifixión de Cristo, hicieron la voluntad de Dios, sin embargo, fueron hombres impíos que fueron plenamente responsables por lo que hicieron. Estoy tan cómodo con el misterio divino porque significa que Dios es mucho más grande de lo que yo soy, y que sus caminos no son mis caminos.
En Hechos, capítulo 4, versículo 27: “Ciertamente en esta ciudad se congregaron en contra de tu Siervo Santo, Jesús, a quien ungiste”; tanto Herodes, como Poncio Pilato, junto con los gentiles, el pueblo de Israel, todo mundo se unió en la muerte de Cristo, ¿no es cierto? No solo fueron los judíos, aquí dice, fue Herodes, Poncio Pilato, gentiles, pueblo de Israel. Si alguna persona llega a hacerle a usted la pregunta: “¿Quién es culpable de crucificar a Cristo?”, llévelos a ese versículo. Pero observe esto, versículo 28: “Para hacer —esto está hablando de Dios—, para hacer lo que Tu mano y Tu propósito predestinaron que ocurriera”. Aquí está de nuevo: “Ustedes tienen responsabilidad plena en el caso de Herodes, en el caso de Poncio Pilato, en el caso de los gentiles, los romanos en el caso de los judíos, el pueblo de Israel; sin embargo, estaban haciendo la obra divina y soberana de Dios”. Estas son muestras de la coherencia de las Escrituras al presentar este tipo de cosas sin tratar en ningún punto de explicar lo inexplicable.
¿Se acuerda usted de la historia de Judas? ¿Acaso él fue responsable por lo que él hizo? ¿Fue ordenado por Dios que él lo hiciera? Él inclusive es profetizado en el Antiguo Testamento: “Mi propio amigo cercano, que levantaría su talón en contra de Mí”. Sin embargo, Jesús dijo: “Uno de vosotros es un diablo”. Y Jesús dijo que él se moriría y se iría a su propio lugar. Miren, tenemos que entender esto: Que cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de creer y somos responsables si creemos o no creemos, y tiene consecuencias eternas. Como creyentes, somos responsables por vivir nuestras vidas cristianas, sin embargo, de manera inexplicable, cualquier cosa de nosotros que sea buena es la obra del Espíritu Santo, cualquier cosa mala somos nosotros.
Por otro lado, también debemos perseverar en la fe, pero al mismo tiempo, somos guardados por el poder de Dios en las manos de Cristo. Esto es algo profundo, es coherente a lo largo de las Escrituras, en todas las Escrituras y yo celebro esto. Miren, he estado en esto por mucho, mucho tiempo, y entre más años vivo, más me regocijo en estas doctrinas que no puedo resolver porque hablan de la grandeza de Dios. Bueno, esa fue la introducción, y en la próxima hora lo voy a llevar a Romanos 9:10-11; tenemos que llegar a Pablo, ¿verdad? Eso es lo que supuestamente tenemos que estar haciendo.
Hemos estado con Juan y Lucas e Isaías, y entonces vamos a llegar a Pablo en la próxima hora, y usted va a disfrutar ver Romanos 9:10-11, una de las porciones más controversiales de las Escrituras.
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