Como creyentes en el Señor Jesucristo, ¿qué es exactamente lo que tenemos libertad de hacer? Hay cosas que son muy obvias en las Escrituras, mandatos claros. Cosas que claramente Dios nos prohíbe hacer, expresadas en términos directos. También, no sólo hay mandatos negativos, sino mandatos positivos, cosas que debemos hacer y que también nos son muy claras.
Pero hay un mundo entero de cosas de las que no se habla en la Biblia. Y siempre eso presenta la pregunta: ¿cómo tomó una decisión?, ¿cómo tomo una decisión de lo que debo hacer con respecto a lo que no está en las Escrituras? Cosas como bueno, la Biblia habla de estas cosas en esta categoría: alimento, bebida, bebidas alcohólicas, recreación, deportes, televisión, música, películas, actividades dominicales, póquer, otro tipo de juegos, fumar, peinados, estilos de ropa y sigue, y sigue y sigue.
Ahora, sé que hay algunas cosas en la Biblia acerca de este tipo de temas. De hecho, oí a un predicador hace muchos años atrás que predicó acerca del hecho de que las mujeres nunca debían peinar su cabello apilado sobre su cabeza porque las Escrituras dicen: “no bajen.” Eso está en un versículo que dice: “aquellos que están arriba, no bajen”. Eso es una adaptación de ese versículo y tiene que ver con la venida del Señor.
Puedes torcer las Escrituras un poco. Y hay algunos de ustedes que no pueden todavía entender lo que estoy diciendo, pero más tarde, lo van a entender. Hay ese tipo de asuntos y todos hacemos esas preguntas. Realmente, hacemos ese tipo de preguntas y, generalmente, las hacemos diariamente. Y lo fácil, y esto tiene que ver con la historia de lo que podríamos llamar el fundamentalismo, ustedes saben, no hay diversión, demasiada condenación y no hay suficiente actividad mental. Y entonces, debemos entender la historia del fundamentalismo. Quieren tener una regla acerca de todo; y entonces, ellos inventan todas las reglas para ti.
Yo asistí a una universidad como esa. No teníamos que decidir nada acerca de nada porque todos ya había sido decidido. Y ya se había hecho una regla. Había reglas acerca de la hora a la que nos debíamos despertar, a qué hora nos acostábamos, a qué hora estudiábamos, con quién podíamos hablar, qué tan lejos podíamos caminar en términos de metros con una niña a nuestro lado y antes de que tuviéramos que separarnos. Había reglas para todo y simplificaban la vida a nivel superficial, pero a nivel interno, lo hacían más complicado sin tener esperanza alguna.
¿Cómo debemos tomar decisiones acerca de cosas que no se nos indican claramente en las Escrituras? ¿Cómo desarrollamos un criterio para tomar ese tipo de decisiones en una manera que honra a Dios y de una manera que nos beneficia y de una manera que causa que el cuerpo de Cristo crezca y de una manera que hace que el Evangelio sea creíble y atractivo a los incrédulos?
Entonces, permítame darles una pequeña lista, ¿muy bien? Voy a darles un par de puntos si tenemos suficiente tiempo y espero acabarlos, aun si tenemos que apresurarnos un poco.
Número uno. Número uno, haremos una pregunta: ¿será espiritualmente benéfico? ¿Será espiritualmente útil? No estamos buscando ese tipo de cosas con las que podemos salirnos con la nuestra con un daño mínimo. No estamos buscando una vida cristiana de alto riesgo. No estamos buscando qué tan cerca me puedo colocar a la orilla y aun así no quemarme. Y hay muchas personas que creen que su libertad consiste en vivir al filo de todo y tratar de evitar el desastre. Esa nunca es la pregunta.
La pregunta que comienza en nuestra mente es: ¿será esto benéfico espiritualmente? ¿Qué puedo hacer que va a tener un impacto espiritual positivo en mi vida? Observa 1 Corintios capítulo 6. Primera de Corintios capítulo 6, versículo 12 y simplemente, voy a seleccionar algunas Escrituras conforme avanzamos. Puedes escribirlas y estudiarlas más adelante por tu cuenta.
En el versículo 12 Pablo dice esto: “todas las cosas me son lícitas”. Y obviamente, tenemos que aclarar eso. Todas las cosas que no son ilícitas me son lícitas. Pablo, simplemente está diciendo: “disfruto una gran medida de libertad, cosas que las Escrituras no prohíben de manera específica.” Todas las cosas que son lícitas, me son lícitas. Todas las cosas que no son prohibidas, me son lícitas. Pero no todas las cosas son útiles. No estoy buscando invertir mi vida en cosas que no me dan un dividendo espiritual. Si no promete darme algún beneficio espiritual positivo, entonces, ¿por qué me voy a involucrar en esto?
Literalmente, el verbo traducido ahí útil es sumphero, significa unir. Unir todo para el provecho de una persona. ¿Va a ayudar de manera directa en mi desarrollo espiritual? ¿Cultiva a la piedad? Todas las cosas son lícitas si no son prohibidas por Dios, pero el mundo está lleno de cosas que prometen ningún beneficio espiritual real en absoluto. Podrías hacer una pregunta, por ejemplo, acerca de dormir. Eso no está prohibido en la Biblia. Pero dormir demasiado no te ayuda espiritualmente, obviamente.
Entonces, llamemos a este el principio de lo que es benéfico. El principio de lo que es benéfico. Voy a hacer la pregunta: ¿es esto benéfico para mi desarrollo espiritual? Si voy ahí, si hago eso, si veo eso, si experimento eso, si me involucro en esa actividad o en esa relación, ¿tiene un beneficio espiritual inmediato o a largo plazo?
Veamos un segundo punto. Vamos a llamar al primero benéfico. Esto es, útil para mi espiritualmente. El segundo, ¿va a contribuir para mi desarrollo espiritual? ¿Me va a edificar? El primero es beneficio, esto es edificación. Pasa a Primera de Corintios capítulo 10 y aquí el apóstol Pablo está hablando de la misma idea con palabras muy parecidas. Y dice en el versículo 23, Primera de Corintios 10:23: “todas las cosas me son lícitas,” de nuevo, él está hablando de libertades, él está hablando de cosas que no están prohibidas. “Pero no todo me edifica.” Eso es exactamente lo que dijo en el 6, como acabamos de leer en el versículo 12.
Pero después, él añade esto: “todas las cosas me son lícitas, pero no todo edifica.” Y aquí está oikodomeo, construir una casa, construir un cimiento para colocar la estructura. En 2 Corintios 12:19, Pablo dijo: “todo lo hacemos, amados, para vuestra edificación.” Primera de Corintios 14 nos dice en el versículo 26: “todo se ha hecho para edificación.” Entonces, no sólo está haciendo la pregunta, ¿acaso esta actividad promete en el momento actual mi beneficio espiritual, sino a largo plazo, ¿esto causa progreso en mi desarrollo espiritual? ¿Voy a crecer?
Si tú tan solo regresas al final del capítulo 9 de Primera de Corintios, encontrarás una pequeña ilustración de esto tomada del mundo deportivo. Pablo dijo en el versículo 24: “¿no sabéis que todos los que corren, corren una carrera?” Todo el mundo en la carrera corre, pero sólo uno recibe el premio. Corred de tal manera que ganéis; y todo el que compite en los juegos, ejerce dominio propio en todas las cosas. Entonces, si vas a ganar, vas a tener que ser mejor que el resto de la gente, ser mejor que el resto significa estar en una mejor condición, mejor forma, mejor preparación para esa competencia que el resto de la gente. Eso va a respaldarse en disciplina personal y dominio propio.
Después, lo hacen, dice él, con miras a ganar una corona perecedera. Nosotros, una imperecedera. Por tanto, corro de tal manera, no sin objetivo, golpeo de tal manera que no golpeo el aire, sino que golpeó mi cuerpo, eso es golpear. La idea es que golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser descalificado. Él está hablando de dominio propio, de negación personal, cualquier cosa que lo va a fortalecer para tener más éxito y ser más eficiente en la carrera. Golpear, por cierto, es una palabra muy interesante hupopiazo, significa golpear a alguien en el rostro, hacer que su ojo se ponga negro. Golpeo mi cuerpo, lo sujeto. Yo no alimento sus lujurias y sus deseos. Yo hago lo opuesto.
Entonces, siempre estoy haciendo la pregunta, ¿acaso esto en sí mismo va a ser para mi beneficio espiritual? Y, en segundo lugar, ¿va a continuar moviéndome para que progrese hacia el desarrollo espiritual? Llamemos a ese principio entonces, edificación.
Hay un tercer principio que sigue la idea de la metáfora deportiva conforme unimos estas. Ve al capítulo 12 de Hebreos; Hebreos, capítulo 12. Un capítulo muy conocido. La gran nube de testigos del capítulo 11 que nos demuestran la viabilidad y bendición de la vida de fe. Pero aquí en el capítulo 12, versículo 1, nos encontramos un tercer principio. ¿Acaso va a hacer que yo vaya más lento en la carrera? Esta es otra manera de ver cualquier cosa que escojo hacer.
En primer lugar, ¿me va a ayudar espiritualmente? Eso es positivo. ¿Me ayudará a progresar en el camino de la edificación? Eso es un positivo. Aquí hay un enfoque negativo. ¿Va a hacer que yo vaya más lento la carrera? Si yo hago esto, ¿va a hacer que yo reduzca la velocidad?
Permíteme mostrarte el lenguaje. “Por tanto, teniendo en derredor una gran nube de testigos,” como lo vimos en el capítulo 11 de la vida de la fe y sus beneficios, “despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia y corremos con paciencia la carrera que tenemos por delante.” La carrera es agon, por cierto. Agon es algún tipo de agonía. Yo corrí en atletismo en la preparatoria y en la Universidad y no hay un deporte en el que jamás haya participado en mi vida que sea tan agonizante como el correr. Y hay una recompensa tan pequeña por correr. Esa es la razón por la que no entiendo el salir a correr sin meta alguna. Por lo menos, si estás en una carrera en sí, puedes tener la oportunidad de ganar. Nunca nadie gana cuando sales a correr. Es como jugar básquetbol sin tener canastas.
Pero la palabra agon es una palabra fuerte. Tiene que ver con demandar el esfuerzo más intenso, dominio propio, disciplina personal, determinación, perseverancia y demanda perseverar. Notarás ahí que en el versículo 1 también habla de perseverancia, hupomone, una determinación estable. Significa permanecer debajo de. Lo que quiere decir es permanecer debajo de la presión, permanecer debajo del dolor. Permanecer debajo de la agonía del acontecimiento hasta que termines la carrera. Hasta el final. Necesitamos correr con perseverancia.
Y esto nos recuerda un punto muy importante. Y es algo triste pensar en esto. Pero he vivido ya por suficiente tiempo como para ver a mucha gente que corrió muy rápido en la parte del frente, pero de alguna manera, se colapsa a la mitad de la carrera y no perseveran hasta el final. Como ustedes saben, yo veo a mi papá que murió hace dos años atrás este próximo junio, 91 años de edad. Y todavía estaba predicando la Biblia cuando tenía 90 años de edad. Y creo que lo que es tan maravilloso entre muchas cosas acerca de mi papá es que él corrió así hasta el final. Él corrió la carrera hasta el final. Él todavía estaba leyendo cuando tenía 90 años de edad, preparándose para enseñar la Palabra de Dios. Ese es un tipo de perseverancia sorprendente.
Con frecuencia, me acuerdo de una competencia en la que estuve cuando estuve en mis días de universidad. Estuve en una competencia de relevos en Orange County, nuestra Universidad estuvo ahí. Estábamos en la final. Era una carrera de cuatro hombres y yo fui el segundo. El primero es el que sale, el segundo lo pierde, y los últimos dos son los que se recuperan. Yo, básicamente era un jugador de béisbol convertido en un esprínter. Nuestro primer hombre corrió y me entregó la estafeta. Corrí la mejor carrera de mi vida, llegué en primer lugar, lo cual fue emocionante. Se la entregué a Ted, el tercer hombre. Le entregué la estafeta en su mano, un pase perfecto ahí, sobre el mismo carril. Íbamos muy bien. Y estábamos en un lugar para ganar la carrera. Y Ted, entonces da la vuelta y llega al otro lado de la pista y a la mitad de la pista, se detiene. Se sale y se sienta en el césped. Se acabó. Terminó. Yo estaba en shock. Yo llegué corriendo con él y le dije: ¿qué pasó? Por cierto, lo vi no hace muchos meses atrás y tuve este realmente mal sentimiento, es como hace 40 años atrás, 50. Raro. Me acerqué. Y corrí y le pregunté “Ted, ¿qué pasó?” Y él dijo: “no sé, simplemente no tuve ganas de correr.” ¡Oh! Quería pegarle con mis tacos, ¿me entienden?
Hay algo maravilloso en perseverar. Ahora, ¿cómo vas a poder correr una carrera con perseverancia? ¿Cómo vas a poder correr la carrera de tal manera que no te colapses, que no avergüences al Señor, que no traigas vergüenza sobre tu vida? Que no deshonres a la Iglesia en el nombre de Cristo con algún gran fracaso.
¿Cómo corres con perseverancia? Dos cosas tienen que enfrentar. Tienes que despojarte de dos cosas. Todo el peso y el pecado. Ahora escucha, debido a que esas dos palabras están ahí, peso y el pecado, entendemos que no significan lo mismo. Entonces, pecado la entendemos con claridad. Sabemos lo que es el pecado.
Pero, ¿qué es peso, si no es pecado? Es cualquier cosa que te hace ir más lento. Es cualquier cosa que te hace ir más lento. Podría ser la Internet. Podría ser el Game Boy o uno de estos otros Xbox, ni siquiera sé de lo que estoy hablando. Pero eso es. Si no es físico, no lo entiendo. Si es digital, no lo entiendo. ¿Qué es un peso? Onikos, en el griego, onikos, eso es lo que significa. Es peso, no es pecado. Es como un esprínter bien preparado que trae pesas en los tobillos y trae puesta una gabardina. ¿Por qué haría eso? No está mal, se permite. Nada más que es innecesario. Es peso innecesario. Hace que, reduce tu velocidad. Quita tu atención. Te quita la energía, quita tu entusiasmo por las cosas de Dios.
Escribí un blog hace un par de semanas atrás acerca de un pastor popular, a quien cada vez que lo oigo predicar, demuestra su conocimiento de South Park, como si él conociera todos los episodios de ese tipo de programa tan bajo y que deshonra a Cristo. Y puede repetir todas las letras de todo tipo de canciones contemporáneas. Y yo me hice la pregunta ¿acaso esto en el mejor de los casos, si no es pecaminoso, acaso esto no es tratar de identificarse con la cultura? ¿Acaso esto realmente no es como correr la carrera con pesas en tus tobillos y una gabardina puesta? Realmente, ¿necesitas ese peso? ¿Necesitas estar cargando eso en tu mente para que ocupe el espacio que podría pertenecer a las cosas que realmente son preciadas y que transforman la vida? Para los judíos, fue la ley ceremonial del Antiguo Testamento. Necesitaban aprender a desechar ese peso. Fue un proceso. Pero necesitaban superarlo. Cualquier cosa que reduce tu velocidad, cualquier cosa que te retarda, que te restringe, cualquier cosa que te quita tu energía de manera innecesaria, que no contribuye a la carrera. Llamemos a éste el principio del exceso. Entonces, tenemos un principio de lo que es benéfico y edificación y exceso.
Permíteme darte un cuarto. Regresa de nuevo a 1 Corintios 6. Primera de Corintios 6, nuevamente. Y aquí hay otro principio muy útil. Y el mismo versículo, de hecho, 1 Corintios 6:12, “todas las cosas me son lícitas, pero no todo me conviene.” Ya hablamos de eso. Pero veamos este: “todas las cosas me son lícitas, pero yo no seré dominado por nada.”
Entonces, aquí está la pregunta: ¿me meterá a la esclavitud? ¿Acaso esto va a desarrollar tal apetito que se va a volver algo que forma un hábito? ¿Que se apodera de mí? Qué tan ridículo es para un hombre, por diseño de Dios, el rey de la tierra, el pináculo de la creación de Dios, convertirse en un esclavo de una computadora o un esclavo de un juego o esclavo de un pasatiempo o un esclavo de una televisión, un esclavo de lo que sea. Bebidas, drogas, fumar, meter hierbas en tu cara y encenderlas no tiene sentido para mí. Y después, que pase humo por tu nariz… ¿Con qué propósito? Puedes volverte adicto a cualquier cosa.
Somos criaturas diseñadas para hábitos. Somos pecadores habituales antes de que somos salvos y es difícil convertirte en una persona justa habitual aún inclusive el Espíritu de Dios ha hecho una obra poderosa y continúa haciéndola, porque somos criaturas de hábitos. Y esos hábitos están profundamente arraigados en nosotros.
Pero fuimos hechos para hábitos. Somos hechos, cuando somos salvos, para hábitos buenos. Es lo que está diciendo Efesios 2:10, que literalmente fuimos vueltos a hacer para buenas obras y necesitamos asegurarnos de que hacemos el máximo esfuerzo para crear el tipo de hábitos que son buenos. Algunas personas son adictas, literalmente, a la música. Algunas personas, son adictas a cierto tipo de música, ropa, siguiendo la última moda, adictos a las compras. Ustedes saben, hay todo tipo de estas cosas y no estamos hablando de estas cosas que son cosas inmorales en el área de las adicciones. Simplemente, estamos hablando de cosas que entran a su vida y se apoderan de tu vida. Y cuando tomas decisiones acerca de lo que haces, esas decisiones son influenciadas por la necesidad de satisfacer este deseo controlador.
Normalmente, no se necesita mucho tiempo para que alguien cultive hábitos que se apoderan de su vida, aunque en sí mismos no son pecado, el seguir hábitos pecaminosos. Y después de eso, aún que en sí mismo no son pecado, después, se convierten en hábitos pecaminosos. Llamemos a este principio el principio de la esclavitud. El principio de la esclavitud. Yo no quiero hacer nada que tenga el poder de controlarme. Y sabes una cosa, en mi propia vida personal, a lo largo de los años, constantemente en mi mente está el no hacer lo que tengo la libertad de hacer por el mero propósito de establecer el hecho de que todavía es hoy en control de lo que hago.
Hay ocasiones, cuando quiero hacer algo, simplemente no lo hago, porque quiero decirme a mí mismo no está mal hacerlo, simplemente quiero asegurarme de que todavía tengo el poder de decir no. Podría ser un helado de chocolate, realmente algo simple como eso. Hay otras veces, cuando tengo el deseo y lo disfruto. Pero nunca quiero meterme en un patrón en donde he perdido el control, porque creo que esto afecta cómo vives también a nivel espiritual.
Número cinco en mi lista, y un principio muy importante. En cierta manera, aquí damos la vuelta en la esquina. Esta es una pregunta que tiene que hacer. Realmente, ¿va a encubrir mi pecado? Realmente, ¿será un encubrimiento para mi pecado? ¿Qué quieres decir con eso? Pasa a 1 Pedro 2:16. Oyes a la gente decir todo el tiempo: “bueno, estoy libre en Cristo. No tenemos reglas contra eso. No está mal hacer eso. Tengo la libertad de hacer eso.”
Escucha lo que Pedro escribe en 1 Pedro 2:16: “actuad como libres,” él dice, y lo están, han sido hechos libres en Cristo, “actuad como libres y no uséis vuestra libertad como cobertura para la maldad.” ¡Guau! Tengo libertad de ir al cine. Tengo libertad de hacer eso. Tengo libertad de hacer eso, no hay nada en la Biblia en contra de eso. El arte es algo maravilloso y es una realidad. Y es la manera en la que el mundo vive y necesito estar informado acerca de eso. Y soy selectivo. ¿En serio? ¿Es eso lo que estás haciendo? ¿Vas para valorar el arte? ¿O acaso esta libertad que tienes realmente está encubriendo un deseo malo en ti? Y cuando vas ahí, ¿qué es lo que estás buscando? ¿Qué es lo que estás esperando en la película? ¿Estás convirtiendo la libertad en licencia?, como Gálatas 5:13.
Llamemos a este principio el principio del encubrimiento. Es cuando dices una cosa, pero realmente, tienes otra cosa en mente y has usado tu libertad como una mentira. Tu libertad como una cubierta falsa para involucrarte en una actividad pecaminosa.
Número seis, ¿me hará ignorar mi conciencia? ¿Me hará ignorar mi conciencia? Ahora, podríamos pasar una semana entera hablando de la conciencia. Algo muy importante. Y quizás, algún día haremos eso. Pero pasa a Romanos 14 por un momento. Simplemente, vamos a darles el panorama general el día de hoy. Cuando entiendes la función de la conciencia, te beneficias mucho de ella. Permíteme tan sólo dártela rápidamente. ¿Muy bien?
Tenemos la ley de Dios escrita en nuestros corazones desde que nacemos, Romanos 2. Aún aquellos que no tienen la ley escrita, tienen la ley del Dios escrita en sus corazones, ¿muy bien? Ese es un deber moral. Hay un sentido sustancial de cimiento de lo que está bien y lo que está mal que es parte de la mente humana. Es parte del ser humano el identificar o el distinguir lo que está bien de lo que está mal. De hecho, en el Antiguo Testamento, cuando el profeta Jonás al final de la profecía se refiere a la ciudad de Nínive, dice que hay unos 120,000 que no pueden distinguir su mano derecha de su mano izquierda. Y esa es una descripción de niños que es un paralelo en los escritos mosaicos que dicen que no conocen lo que está bien de lo que está mal. Están debajo de la edad en la que entienden lo que está bien de lo que está mal. Estamos hablando de gente pagana. Gente que no distingue lo que está bien de lo que está mal porque simplemente son infantes, son niños pequeños. La suposición entonces es que van a crecer hasta saber lo que está bien y lo que está mal. Es parte de ser un humano maduro el tener ese sentido moral.
Ahora, ese sentido moral se convierte entonces condicionado por tu cultura, es condicionado por tu religión, por ejemplo, estos terroristas, por ejemplo, ahí en Irak que se hacen explotar el uno al otro, no sé si 75 personas esta mañana, y dejaron afectados a otros 100. Y lo hacen diariamente, lo hacen porque están bajo la obligación moral de una conciencia que les dice que necesitan hacer esto porque esto es lo que es su ley religiosa demanda. Entonces, podrías ver que sea cual fuere el concepto de lo que está bien y lo que está mal con el que nacieron es parte de ser humano y ha sido alterado de manera inmensa por la cultura religiosa en la que han sido criados.
Y es lo mismo en Estados Unidos. Tenemos una cultura religiosa diferente y lo que tenemos en la actualidad es una población de gente que el sentido de lo que está bien y lo que está mal ha sido mitigado al punto de que nos reímos de la homosexualidad, nos reímos de la perversión sexual, hemos perdido la realidad de nuestro entendimiento moral que viene por parte de Dios inclusive para un incrédulo. Y realmente, es un cimiento para cultivar una convicción más adelante en la vida y una conversión más adelante.
Ahora, esa es la ley moral. Puede estar mal informada. Y está mal informada en nuestra cultura. Entonces, la conciencia de la gente está mal informada y puede convencer a la gente de lo que debería convencerla y no debería ser. Permíteme explicar lo que quiero decir con eso. También se te da, por parte de Dios, un mecanismo llamado la conciencia. La conciencia no es una ley moral. La conciencia no es un conjunto de reglas. No es lo que está bien y lo que está mal. Es simplemente un mecanismo que es provocado por tu ley moral. Y si tú eres un musulmán, dispara a tu conciencia y tu conciencia mueve tu emoción y tu emoción, mueve tu voluntad y actúas. La conciencia es como un tragaluz. No es la luz. Es el tragaluz lo que permite que la ley entre, sea cual sea la ley moral o la ley ética a la que te sometes. Esa es la razón por la que puedes ver a homosexuales ser tan apasionados, tan celosos por defender su causa. Y literalmente, se enojan, son hostiles por sus demandas. Sus conciencias operan en respuesta a un conjunto corrupto de convicciones. La conciencia únicamente es un mecanismo.
El paralelo es el dolor. El dolor es un mecanismo Divino dado a ti por Dios. Es algo bueno porque el dolor es el mecanismo que te dice que algo está mal con tu cuerpo. El dolor no es lo que está mal. Es el mecanismo que es disparado cuando algo está mal. Deja de hacer eso, te estás lastimando. Busca ayuda, algo está mal. Eso es un regalo de Dios. No hay dolor, y te mueres. Te mueres. Eso es la lepra. La lepra es una enfermedad de los nervios. No puedes sentir nada, de tal manera que terminas rascándote los dedos a tal grado, que te quedas sin dedos. Te rascas la nariz a tal grado, que te quedas sin nariz. Te rascas los oídos a tal grado, que te quedas sin oídos. Te rascas tanto la cara, que te quedas sin cara. Te rascas tanto los pies, que te quedas sin pies. No te come, simplemente insensibilidad. Y no sabes cuánta presión aplicar y terminas rascándote tanto tus extremidades, que terminas sin extremidades. Entonces, eso es lo que la conciencia hace. Es como el dolor. Simplemente, reacciona a un conjunto de convicciones.
Ahora, eso me lleva decir esto. Debes tener un conjunto de convicciones correctas y lo tienes. También debes asegurarte de que no acostumbres a tu conciencia a ignorar esas convicciones. La Biblia habla acerca de que tu conciencia se cauterice. Eso significa cubrirla con tejido que está muerto de tal manera que no puedes sentir nada. En la parte del medio de mi espalda, perdí la mitad entera de mi espalda siendo expulsado de un automóvil cuando estaba en mi primer año de la universidad, derrapándome por varios metros ahí a lo largo de una autopista. Nunca he sentido ahí nada, simplemente es tejido muerto. No debes hacerle eso a tu conciencia porque debe sentir.
Fue Charles Wesley quien escribió un himno acerca de la conciencia. Creo que es el único que jamás ha sido escrito, nunca nadie lo canta. Pero él quería que la conciencia sintiera todo impulso de la ley justa de Dios que estaba en su mente. Y nunca debes hacer que tu conciencia se acostumbre a violar eso. Puedes destruirte a ti mismo al tener el conjunto equivocado de convicciones morales. También, puedes destruirte a ti mismo al hacer que tu conciencia se acostumbre a ignorar esas convicciones.
Ahora, con eso en mente vea Romanos 14. Y este pasaje, bueno, comenzaremos desde el principio. “Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.” Aquí tenemos un asunto en donde alguien viene a Cristo del mundo gentil. Este hombre tiene algunas convicciones, algunos sentimientos por su vida pasada que controlan sus libertades, podría ser el caso de un judío también, si un judío, un judío ortodoxo vino a Cristo, no podías darle un sándwich de jamón al otro día. No podías hacerlo. No podía él violar su ley Kosher, porque, si él vivió así su vida entera, aunque él ha venido a Cristo, su conciencia todavía lo va a molestar y lo va a convencer de pecado en esas cosas que son parte de la médula de su vida. Y si eras gentil y creciste con la idolatría y todo lo que estaba conectado con la idolatría, había ciertas cosas de la idolatría que cuando venías a Cristo, las rechazabas en su totalidad, como la comida, como la carne ofrecida a los ídolos. Y si tratabas de darle a un creyente nuevo carne ofrecida a los ídolos y le decías, ‘ah, no te preocupes, tienes libertad de comer esta carne,’ él se ahogaría con ella porque su conciencia lo acusaría, porque él se acuerda de las orgías y los horrores y las blasfemias de ese tipo de vida y no quiere tener nada que ver con eso.
Entonces, hay muchos escenarios en donde la conciencia todavía no ha tenido tiempo de responder a un nuevo conjunto de leyes que están siendo desarrolladas en el corazón mediante el ministerio del Espíritu y la Palabra. Entonces, hay algunas personas que todavía son débiles en la fe, no entienden sus libertades, no creen que pueden comer todas las cosas. Ellos quizás comen únicamente vegetales, porque no quieren comer carne ofrecida a ídolos. Quizás, son judíos, no quieren comer nada que sea inmundo. Versículo 3: “El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come,” no puedes menospreciar a estas personas, por favor. Disfruta de tu libertad. “El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. Uno hace diferencia entre día y día.” Si siempre has estado en un ambiente judío, si crees que el día de reposo era el día correcto, vas a creer que el día de reposo todavía es un día crítico de oración para el Señor, porque ese es el sistema de convicciones que ha sido inculcado en ti. Tu conciencia va a reaccionar a eso. Por otro lado, si sales de un ambiente gentil, no vas a tener ninguna preocupación en particular por el día de reposo. Entonces, van a diferir.
“Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.”
Entonces, nunca debes hacer algo que viole tu conciencia. Y creo que es importante recordar esto inclusive en una comunidad como esta. Hay muchos de ustedes que vienen de trasfondos en donde hubo ciertas cosas que pensaban que estaban mal. Fuiste criado en una familia para pensar que esas cosas estaban mal. Si vas en contra de lo que tu conciencia te dice, aunque tienes libertad de hacerlo, comienzas a hacer que tu conciencia se acostumbre a ignorarla. Comienzas a acostumbrarte a ignorar tu conciencia. Eso no es útil. No debes acostumbrarte a ignorar tu conciencia.
Ve al versículo 22, “¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios.” No te acostumbres a ignorar tus convicciones, porque con el tiempo vas a crecer. Con el tiempo, vas a entender. Con el tiempo, vas a disfrutar de algo de liberación de esas cosas y tu conciencia va a afirmarte, en lugar de convencerte de pecado. Tu conciencia te va a justificar en las palabras de Pablo, en lugar de acusarte.
Pero el resto de nosotros, que quizás estemos un poco más adelantados, afirmamos que no debes hacer nada que viole tu conciencia. Algunas veces, alguien, en un grupo de personas, van a hacer algo y dice: “no creo que debo hacer eso, tengo convicciones acerca de eso. No me siento cómodo haciendo eso.” Entonces, debes honrar a esa persona de manera completa. Hay una ilustración perfecta de un hermano más débil cuya conciencia no debes contaminar, porque no sólo va a traerle convicción, sino que va a traer una pérdida de gozo, va a traer una carga de culpabilidad y lo va a empujar hacia atrás en la dirección equivocada. El Señor está a cargo de cada uno de nosotros. La fe que tenemos es la fe que tenemos. “Feliz,” versículo 22, “es aquel que no se condena a sí mismo en lo que aprueba.”
No debes llegar al punto en donde tú estás el nombre de la libertad y bajo algún tipo de presión haciendo algo que tú crees que no está bien. Porque, si dudas, vas a condenarte. Si comes, porque no estás comiendo a partir de la fe. Y lo que no es de fe, es pecado para ti. No te acostumbres a ignorar tu conciencia. Sé paciente en donde tu conciencia te convence de que algo está mal, es maravilloso. Eso es lo que eres delante del Señor. Debes tener tus convicciones delante de Dios y con el tiempo, Dios te va a hacer crecer para disfrutar de tus libertades. Yo llamo a ese el principio de infiltración. Estás infiltrándote, en un sentido, en territorio sagrado. El territorio de la convicción y de la conciencia, ¿muy bien?
Número siete. Número siete: ¿ayudará a otros por su ejemplo? ¿Ayudará a otros por su ejemplo? Primera de Corintios capítulo 8. Vamos a ver este rápidamente. Versículo 9. Primera de Corintios 8:9: “guardaos de que esta libertad vuestra de alguna manera se convierta en tropezadero para los débiles.” Al final del versículo 13, “nunca volveré a comer carne,” en el contexto de carne ofrecida ídolos, “para que no cause que mi hermano tropiece.” ¿Está mal comer carne ofrecida a los ídolos? No. Pablo de acaba de decir que no está mal comer carne ofrecida a los ídolos. Un ídolo no es nada. Un ídolo no es nada, no importa, puedes comer carne ofrecida a un ídolo. No importa. Pero para algunas personas, importa. Fueron salvados de la idolatría y no pueden tener la libertad de comer la carne que fue ofrecida a aquellos ídolos blasfemos con los que en el pasado estuvieron asociados en maneras tan pecaminosas. Y simplemente, no tienen la libertad de comer esa carne. Bueno, entonces, si estás con ellos, no la comas. No uses tu libertad de ninguna otra manera más que para establecer un ejemplo virtuoso y piadoso para otros. Entonces, limita tu libertad.
Tom Pennington dijo eso en una pequeña sesión de preguntas y respuestas cuando dijo: “sabes que eres espiritualmente maduro cuando tienes la libertad de no ejercer tus libertades. ¿Por qué? Porque estás preocupado con establecer un ejemplo para alguien quien, si sigue esas libertades, caería en pecado.” Cuando la gente me hace preguntas de eso, le digo: “bueno, ahí hay algo que no hago. Hay cosas que puedo hacer, pero no las hago.” Y la razón por la que no las hago es porque si las hago, entonces me podría convertir yo en la persona que, en cierta manera, concedo permiso para que todo el mundo haga eso. Y quizás, no puedan enfrentar esa situación y podría llevarlos a pecar. Esa es la razón por la que no tomo bebidas alcohólicas. Por ejemplo. En primer lugar, no las necesito. Puedo tomar agua y Pepsi dietética si tengo la opción. O puedo tomar jugo, o lo que sea. No lo necesito. No estoy viviendo en la Edad Media. No estoy viviendo en tiempos bíblicos. No estoy viviendo en una época en donde lo único que había eran los jugos de frutas que se fermentaban en un ambiente cálido y tenían que ser diluidos con agua para protegerte en contra de la embriaguez. No necesito hacer esto. ¿Está mal hacer eso? No, no está mal hacer eso. Y ese no es el punto en sí mismo. Está mal embriagarte. Está mal perder tu control y perder tus sentidos, pero escojo no hacer eso porque yo estoy seguro de que, si hago eso, alguien podría decir: “bueno, John MacArthur hace eso, debe estar bien. Vamos a entrarle a esto.” Y rápidamente, alguien ya está borracho. ¿Es esa mi culpa? Realmente no, pero simplemente no quiero ser la excusa que hace que alguien tropiece y peque.
Pablo habla de esto constantemente en sus escritos, los cuales acabamos de ver hace un minuto en Romanos 14 y 15. Quizás como una referencia rápida, Romanos 15:1: “nosotros que somos fuertes debemos llevar las debilidades de aquellos que no tienen fortaleza y no solo agradarnos a nosotros mismos.” Si eres fuerte, debes llevar las debilidades de los que son débiles, no solo agradarte a ti mismo. “Que cada uno agrade a su prójimo para lo que es bueno para su edificación.”
Entonces, debes hacer lo que va a ser para el beneficio de otros que están viendo tu vida. No debes causar que tropiecen. Y además en 1 Corintios 8, no debes hacer que él se entristezca, que sea devastado. Entonces, no debes derribar la obra de Dios en su vida. Entonces, ese es el principio del ejemplo, ¿muy bien?
Número 8. ¿Llevará a otros a Cristo? ¿Llevará a otros a Cristo? Ese es un punto evangelístico. Rápidamente, Romanos 14:16: “no dejes algo que es bueno para ti, bueno, sea hablado como algo malo porque el Reino de Dios no consiste en comer y beber, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. El que de esta manera sirve a Cristo, es aceptable a Dios y aprobado por los hombres. Esa es la afirmación operativa. Aprobado por los hombres.
Cuando vives el tipo de vida que nunca abusa la libertad, tú provees la mejor oportunidad para que los hombres reconozcan de manera positiva tu vida. Si te estás llamando a ti mismo cristiano, declarando que eres cristiano y viviendo en el borde de la libertad, el mensaje podría ser un poco más difícil de comunicar, debido al modelo y al ejemplo de tu vida, porque está tan cercano a aquello en lo que toda la gente se involucra.
Creo que son las restricciones en nuestras vidas espirituales las que le muestran a la gente de manera visual la naturaleza distintiva de la obra de Cristo en nuestros corazones. Y si nuestras vidas van a ser aprobadas, dokimos, y si van hacer probadas por la gente que nos ve y aprobadas después de una evaluación como esa, entonces vamos a tener que vivir vidas que están lejos de la orilla, tenemos que retraernos a la zona en donde somos obviamente diferentes de nuestra cultura.
Dos más y simplemente las voy a mencionar porque se acabó el tiempo. ¿Va a ser coherente con la semejanza a Cristo? El principio que les acabo de dar es el principio de evangelismo. Si las estás escribiendo, el principio de evangelismo. Número 9, ¿es coherente con la semejanza a Cristo? Primera de Juan 2:6, la pueden buscar. Primera de Juan 2:6: “si decimos que estamos en Cristo, que permanecemos en Él, debemos andar como Él anduvo.” Entonces, haces la gran pregunta. ¿Qué es lo que Jesús haría?, ¿verdad? ¿Qué es lo que haría Jesús? ¿Haría Jesús esto? No puede pasar esa prueba.
Y una prueba final ¿glorificará a Dios? Por cierto, lo que Jesús haría sería el ejemplo, si estás buscando una palabra. Y la última, ¿glorificará a Dios? “Si pues, coméis o bebéis o todo lo que hagáis, hacedlo todo para la gloria de Dios.” El principio de la exaltación. ¿Muy bien? Es benéfico, ¿será útil? Edificación, ¿me edificará? Exceso, ¿reducirá mi velocidad? Esclavitud, ¿me va a meter en esclavitud? Excusa, ¿va a cubrir mi pecado? Infiltración, ¿va a hacer que mi conciencia se acostumbre en la dirección equivocada? Ejemplo, ¿va a establecer un patrón útil? Evangelismo, ¿va a llevar a otros a Cristo? Ejemplo, ¿va a ser como Cristo? Exaltación, ¿glorificará a Dios? Llamo a esto la facilidad de la toma de decisiones. Oremos.
Padre, qué gran mañana, comunión y adoración y simplemente, es maravilloso estar juntos y considerar Tu Palabra y cuán rica es. Que la apliquemos para Tu gloria, en el nombre de Cristo. Amén. Que tengan un gran día.
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